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~~ —— ge de la historia /a Historia Universal @ través de ‘sus protagonistas LOS tl HN Hay es accu eae rere Ea eo ORES Nae an rere rar-metcieee ieee Met IR ect Sneed Sean) Pee iene cee See or ees erica Pesca) Pete ONS Pees Gece a nS et eect Pere etc eee rue eee cea ect ace Comic ie! ae ecun ec) pe ere ate Secale cour es on aseeescceecn) Peery Seen ieee Pen eerie uy Coens eer eam cs de crisis de las convicciones Piece ee eet Sea ere me Sree er wie ea ere aoe eee Cece oer ieee ag! humanidad, Todo perece y, como bien dice Garcia Morente, “El eae Na acu non queda sin filosotia, Mas el hombre no Bie ae Ieee Rei raeousscy eee res acon ues Pee oN coer tice ie een etre ecru cic) Peete YL Deseo ee epee eea ea) ieee ad premarin) peace Per uenenee site) Se ec) See ee acu ae Cee aca a! filosofie precedente en el EDO er eR ecco Sees acu Coie ne aeons ur Eee acu car Pec Tener ey Peron tea en Pere eG en uea Cotes art eum eaten resuelio @ una actitud metédica, reflexiva, intravertida, frente a la Pee ee nl ei eau c coma Pere oe uciac cna} eet ee uM oe eee eu sae) que es una actitud insdlita, PreieeetciCeewe ey Pete cuen te cree CnC eres Pea eed oe oe ee eae ee Ra pater ean de vista del idealismo’ Pees ones peter e eeeoeed ae eee Coen eee 56 - Metternich A Eells Pomoc cu Pee ecc 36 - Bismarck eau Eee ae runs Eos ee cee) Come aes Ta} ee) Poeun) lee car) Peete Saco 62 - Newton eo Paro 63 - Voltaire PaO SL Cee cerry eu eed cree ees Eee at Peta ee ee ce Cnc fala por Compagnia Ecizioni see Cee eres ets Cer ene eee eet Carian eee at eee ey eee eer fener ers a ar bates cars Can a een ean ore ae AD LS Poe Ce ee LG) Falchl: p. 175 (4): p. 182-188 (1 Pa CnomE nO) Ree eee ee eee ee reer ee reer renee cee oy eee eee ee a los talleres grificos de Sebastian de Peering ace Wek tier a rete er 1506 1 de marzo. René Descartes (Cartesius) nace en Ta Haye, Turena (Francia). Es fl ao del Mysterium Cosmographicum de Johannes Kepler. 1598 El edicto de Nantes, promulgado por En- rique IV, concede cierta libertad de culto a los calvinistas y pone término a las gue- ras de religion, 1600 Condens a la hoguera de Giordano Bruno. 1604 Aparece el Advancement of Learning [Pro ‘greso de la clencia] de Francis Bacon. 1605 Descartes ingresa on el Colegio Real En- rique IV de la Fléche, dirigido por los jesuitas. All sigue Tos cursos de literatura y filosofa, y permanecerd en él hasta 1618. 1609 Kepler publica la Astronomia nova. 1610 Asesinato de Enrique IV. Sube al trono de Francia Luis XIII, con la regencia de Maria de Médicis. 1616 Descartes termina Ia licenciatura en dere ccho en la universidad de Poitiers. Primer choque entre Galileo y la Inqui- sicién romana, Arresto del principe de Condé. Richeli entra en el Consejo de Estado. 1618 Descartes se enrola en el ejéreito de Mau- ricio de Nassau, en Holanda. En. Breda ftraba amistad con Isaac Beckman, que lo ‘stimula a estudiar fisica “Defenestracién” * de Praga y revuelta en Bohemia. = Tumult eotantes do Fenaody f foren odes as vox ‘tanas del polacio li —reae- ‘csin = la represiva cca materia Te guerra de escarles Paolo Cristofolini Descartes dedica a Beckman su Compene dium musicae (editado en forma péstuma en 1659). 1619 Formula planes para obras fisico-matems- ticas. Se enrola en el efército de Maxi iillano de Baviers, después de haber asis- tido en Francfort & la coronacién del em- perador. El 10 de noviembre del mismo . en Ulin, experimenta, segiin sus pro- pias declaraciones, una ihuminacién inte- Tectual acerea de la posibilided de fundar tuna ciencia universal totalmente xenova- da —el “método”, 1620 Aparece el Novem organum de Francis Bacon, 1620-1625 Descartes abandona el ejército y emprem de una serie de viajes, uno de ellos a tra- vvés de Italia entro los afios 1623 y 1636, 1621 Muerte de Paulo V, y ascenso al trono Papal de Gregorio XV. Fin de ta guerra del Palatinado; al aiio siguiente, paz de Montpellier. 1622 Descartes se halla en Francia, en Rennes y en Poitou, 1623 Nace Blas Pascal Muere Gregorio XV y Io xeemplaza el pa- pa Urbano VIII, de Ios eondes Barberial 1624 Richelieu se reincorpora al Consejo de Estado tras un periodo de desgracia. 1625 Descartes vuelve a Paris donde permanc- ‘ce hasta 1628, y traba estrecha amistad ‘con el padre Marin Mersenne (1588-1648), difusor de Ia obra de Galileo en francés, teélogo y cientifico, importante vehfculo de Ia cultura de su siglo, Hugo Grotius eseribe el tratado De iure belli et pacis. 1027 En Francia se funda Ia Compafiia del Sam to Sacramento, Franeis Bacon publiea la Nueva Atlantida, Descartes compone, probablemente en es ta época, sus Regulae ad directionem inge- nif [Reglas para la dizeccién del espiitul, incompletas y publicadas s6lo en 1671 Conoce al cardenal Pedro de Bérulle (1575 1629), fundador de la Congregacién del Oratorio, En el otofio parte hacia Holanda, donde reside hasta 1649, Aparecen los aportes de Harvey (1578-1657) sobre los Mooi mientos del corazén. do la fortaleza de La Ro- 1625 Se detione brevemente en Bretafa, donde | se encuentra tuevamente. con Beckman, 1629, Se traslada definitivamente a Holanda: no se establecer’ ya més en Francia. Termina en este aiio un Tratado de meta- Fisica que no ha legado a nosotros. Ade mas esctibe Le Monde, ow traité do ta Tux mire (El mundo o tratado de la luz], obra de fisiea que queda sin condluir y que a0 publicari por temor de caer en Ia conde- na de la Inquisicién como Galileo. La obra se publicari después de su muerte. 1630 Dieta de Ratisbona, | 4632 Comienza el juicio de Galileo a xaiz de 1a publicaciin del Didlogo sobre los dos snévimos sistemas. Galileo es constrefido 4 la retractaciin de sus tesis sobze el mo- Vimiento de la ‘Tew. En Francia, revue tay cjecucién del conde de Montmorency. Muerte de Gustavo Adolfo de Suecia, asoenso al trono de su hija Cristina. Nacen Baruch Spinoza en Holanda y John Locke ea Inglater. 1035 Nace la hija de Descartes, Francine. —_— 1637 En Leiden se publica ol Discours de la méthode pour bien condwir la raison ot chercher la verité dans les sciences, plus la dioptrique, les météores et la géométrie ‘qui sont des essais de cette méthode [EL iscurso del método]. Descartes. envi Hayghens su Traité de mécanique, y pre para un Compendio de Medicina (Abréxé de médecine) 1638 Prisifn del abate de Saint Cyran, director desde 1633 de Port-Royal Comienza uma amplia polémica sobre los Ensayos agregados al método, 1640 Descartes escribe las Meditaciones meta- fisicas. En los colegios jesuiticos de Francia so probibe el estudio de las teorias cartesia- pas, después del ataque del jesnita Bour- din contra Descartes. Aparece la publica- cin péstuma del Augustinus do Jansson. 1641 Descartes publica las Meditationes de pri ‘ma philosophia, in quibus Det existentia et ‘animae inmortalitates demonstrantur [Me- Gitaciones sobre filosofia primera, en que se demuestran la existencia de Dios y la inmortalidad del alma], con Tas Objeciones do muchos filésofos y sus Respuestas. iene Iugar en el mismo afio el intercam- bio de cartas con Gassendi a propésito de las Meditacfones. Rstas aparecerin en fran- ‘és en 1642, en Paris, y en una segunda fediciin se publiearin en Amsterdam, Co- ‘mienza Ia agria polémica de Cishert Vost (Voetius) Muere su hija Francine, 1642 Hobbes publica en Inglaterra su_ famosa obra De cive. Nace en el misma afio Isaao Newton, Complot y ejecuciin del conde de Cing-Mars. El 4 de diciembre muere Richelieu, 1643 Se publica la Epistola contra Vootins. En este afio comienza Ta amistad entre Des- cartes y la princesa Isabel del Palatinado. Muere Luis: XIIT y Je sucede en ol trono de Francia Luis XIV con la regencia de Marfa de Austria, y Mazarino como pri- mer ministro, 1644 En Amsterdam se publican —y aparecerin fen franeés en 1647— los Principia philoso- hiae de Descartes en cuatro libros. Se publican en latin los Essais [Ensayos]. En Roma muere Urbano VIII. Le sucede al papa Tnocencio X. 1645 Polémica con Reguis, que hasta entonces habia sido su entuslasta sostenedor. ‘Descartes 1646 Importante carta de Descartes al marqués de Noweastle sobre la inteligencia (28 de noviembre). 167 La unlversidad de Leiden prohibe el estu- dio de las doctrinas cartesianas, Prosigue Ja polémica contra Reguis mientras so re coneilia con Gassendi, 1648 Revuelta en Francia y fuga de la regente de la capital Luis XIV retornard a Paris recien en 1652, Descartes, que se encontraba desde mayo en Parfs, regresa a Holanda. Se inicia el intercambia epistolar con Hen- ry More, 1649 Setiembre. Descartes acepta Ia invitacién de la reina Cristina de Suocia para tras Indarse a Estocolmo, con vistas a la. ela boraciin de un proyecto do instituciones culturales (In Academia). Noviembre. En Paris aparece Les Passions de Pane, éitima obra editada en vide, Proceso y ejecucién de Carlos I en Ingla- torm, a raz de la revolucién de Cromwell. 1650 11 de febrero: Descartes muere en Esto- colmo, 1682 Sale en Paris, en lengua latina, el Tratado dol hombre, que se editara en francés dos afios después 1701 Se publica on Amsterdam el didlogo do Descartes La racherche de la vorité par la lumigre naturelle [Hacia la verdad por la Iz natural], euya composicién se remonta tal vez a los siltimos afios de Ta vida del filbsofo (si no a 1627-1698). 170 1. Franz Hals. Retrato Descartes. Pare, Museo del (Seala). * f I. Retrato juvenil de Descartes, escuvla francesa, consereado en Tolost (Bulloz). 2, Vista del Colegio Real de La Floche. Paris, B.N., Estampes (Ségalat). Deseartes ormaciin cultural de Deseartes ‘Estaba en tna de las mas eélebres eseue- las de Europa", eseribe Descartes al recor Gif, tueinta afios después, la instruccién que habia reeibido en el Colegio Real En- rique IV en La Fléche, dirigido por los fesultas. En aquel colegio, fundado en el ao 1604, 0 sea dos anos antes que él ingresara ‘a la edad de diez afios, para seguir un curso completo de literatura y de filosofia, reeibié una formacién intelec- tual y moral duradera, como asimismo los primeros estimulos e incitaciones para pro fundizar su saber en todas las direcciones. EI colegio de La Fléche reunfa todas las ‘caracteristieus de una eseucla de jesuitas, donde Ja ensenianza, especialmente de la filosofia, se impartia conforme con los tra icionales esquemas de las disputas silosis- ticas ~en interminables controversias sobre ada tema, los disputadores rivalizaban en ropetis, analizar, oponer, acordar, negar, distinguir las proposiciones del interlocutor, y tanta importanela tenia la adquisici6n com ‘mo la ostentacion dela: habilidad en este arte, Poderosos estimulos reeibian el indie Vidualismo y el antagonismo entre los mis ‘mos alumnes. Pero era también una escu de tipo muy particular en. su época por hs circunstancias que habfan favorecido su nacimiento, y por la libertad y posibi- dad de aprender en ella gran cantidad de cosas que, en otra parte, habrian suscitado ‘esi, Surgida }a escuela bajo el patrocinio de Enrique TV, el rey de Navarra que, me- iante wna desprejuieiada conversion del calvinismo al eatolicsmo, se habia allanado el camino al trono de Franela, se-hallaba fen uma situacién sumamente privileiada: gozaba, en efecto del apoyo incluso ff nanciero— de lk monarqufa, que con su munificeneta eumplfa uno, de aquellos actos de pacifieacién religiosa inclinada a favor de Ia parte catdliea, de Ja que sentla par ticular neoesidad para erearse las necesa- vias allaizas en vista de grandes programas de restublecimiento sdeial y econémico de Fianela, despnés dle decenios de guerras de religiin, "Y precisamente por la proteccién ique la, monarquia le ofteeta, se padia per mitie el hijo de una potable autonomia y de una iluminada liberalidad en las direc iones pedagégicas EI joven Descartes, en quien, Jos’ maestros fig tardaron en dividualizar a un alumno é dotes excepcionales, fue muy esmerada- mente atendido. y se sintié muy Iibre. Ya fuer por su talenta-o poe Ta fragilidad de su salud, habfa logrado quie lo alofaran solo é, una Babitaeién, podia:Tevantarse de la ceaina entindo queria;-alli gustaba demorar- se, por las maiianas, para reflexionar.. Pudo ademas’ entrar en -contacto con doctrinas cults y misteriosas, como a_mnemotée- niga, la magia y Ia alquimia, que un colegio mas sumiso a lis orieittaciones de-ln Con trarreformi con toda seguridad no, le ha: bia permitido. Y'siguié también Ia evo- Tucidn dela astraiomia: tenia consigo un anteojo, reprodivceiin en_ minis telescopio qiie los escolastioos del Estudio Paduabo juzgaban como un in- vento diabélico. Por lo demés, Jos jesuitas de La Piéche eran Jos primeros en consi- de con la maxima estimacién los desa- ollos de la ealtura mate itiea y fisiea, y hay que reconocer que si hubo, en el seno del mundo eatdlico, un cligsa completa mente ajend a la eaza de las brujas y de Jos cientifieos, fue Justamente el creado por es0s jesuitas. Fue asi como, el 6 de janio de 1611, para commemorar al rey funda dor del eolegio, asesinado el afio anterior or un fanitieo, y de quien se guardaba su corazin en el colegio de La Fléche como tuna reliquia de santo, Descartes pudo es- ‘cachar la Jectura de un “Soneto a la muer- te del rey Enrique IV y al deseubrimiento de algunos aevos planetas y estrellas errantes en torno de Jupiter, realizado ese mismo aio por Galileo Galilei, eélebre ma- temético del Gran Duque de Florenci B] colegio defé, asf, en Descartes, algunas hhucllas duraderas. Ante todo, un gran amor por Ja cleneia y por la Hbertad individual, fentendlida esta dltima sobre toda como con icin necessria par el desarrollo de la primera; un orgulloso sentimiento de si rismo; un devota respeto por las autorida- des, pero un respeto no incondicionado ni acriticn, sina subordinado a Ma protecciéa concedida por “as autoridades (modelo ciemplar Enrique IV) a la cieneia libres 7 tun notable sentido politico y habilidad di plomitica. Por otra parte, reunfa todo aquello que Deseartes ir refutando en el futuro, hasta hacer de esa educacién una especie de tabula rasa. No faltard, sin embargo, a la devocién debida a sus maes- tros, espectalmente respecto de los padres: Dinet_ y Charlet, con los que mantendré correspondencia aun en los afios de madu- rez (el ataque que el jesnita padre Bourdin inferird en 1641 contra. sus Meditaciones, le afectari coma una desagradable sompre- sa); ni les negarli talento o dedicacién a Ja Tabor exucativa, Pero, con un proceso de revisiin radical _y_ general semejante al ‘que puso en préctica Francis Bacon en la pars destruens de su Novum Onganum, pon: ‘dri en teh de juicio y terminaré por re chazar como initil, en Ia primera parte del Discurso del método, de 1637, todo el Conjunto de Ia cultura eseolistioa simi lada en ese colegio. “Me nutei en el estudio de las letras desde Ja infancia, y experimentaba um vivo deseo de aprenderlas, pues mo habian persuadido de que, por medio de ellas, se podia adqui rir un conoeimiento claro y seguro de todo exinto es itil para Ta vida. Pero no bien terminé el curso de esos estudios, al tér ‘mino de les euales s0 suelo sor slevedo a Ja categoria de doctos, cambié completa mente de opinion. Me sent, en efecto, em= Dargado por tantas ducas y crrores, que me areca que, en la tontativa de instrairme, no habia conseguido otra cosa que descu- brit cada vez més mi iguorancia... Sabla que las lenguas... son necesarias para Ia comprensién de los libros antiguas; que la gracia de las Eabulas despicrta el espiritu; que las acciones memorables de Ta historia lo enaltecen ...; que la Jectura de Jos buenos libros es como una conver sacién con las mis destacadas personas de Ios siglos pasados...; que la elocuencia pposee fuerzas y bellezas incomparables; Ja poesia tiene dulzuras y delicadezas mites; que Tas matemfticas tienen in- nes muy sutiles, y que pueden servir mucho, tanto para satisfacer a los euriosos ‘coma para facilitar todas Jas artes y re ucir el trabajo de los hombres; que los fserites que conciernen @ las costumbres Contienen muchas ensefianzas y muchas vutilisimas exhortaciones a Ia virtud; que la teologia ensefia a ganar el cielo; que la filosofia ofrece medios para hablar con ve osimilitud de todas Jas cosas y hacerse admirar de los menos doctos; que la ju- risprudencia, la medicina y as otras cien- clas brindan honores y riquezas a quienes Ta caltivan; y finalmente que es bueno Ihaberles examinado todas, incluso las més Ssupersticosas y falas, para conocer su jesto valor y euidarse de no ser engafiado por ellas. "Pero erela haber dedicado ya bastante tiempo = las lenguas y aun a Ia lectura de los Hbros antiguas... Puesto que con Descartes vyersar con los de otros siglos es casi lo mismo que viajar... Pero cuando se em plea demasiado tiempo en los vinjes, se termina por tornarse extranjero en el pro- pio pais; y cuando se es demasiado curioso por Jas cosas que se practicaban en los siglos pasados, so termina generalmente por resultar muy ignorante sobre las costs que curren en el presente.” E] problema prineipal es, por consigufente, alcanzar una sélida verdad, en funcién de las exigencias del presente; no aprender isciplinas, todo lo refinadas que se quiera, pero prieticamente de poce © ninguna uti lidad. De aqui la decisiva eritiea que dirige Dex carles contra Ia instruccién recibida, desde los principales fundamentos (literatura, ff losofia, teologia y matemética) hasta las iencias curiosas y arbitrarias que con toda sensatez el colegio de La Fléche no le habia prohitido, confiado en que las deson- masearia por mismo (alquimia, astrolo- ia, magia). “Bstimaba mucho la elocuencia y era un ‘enamorado de la poesia; pero pensabe que tuna y otra eran dones de] espfritu mis que frutos del estudio.” Inétil, por Jo tanto, cestudiarlas en la escuela. “Me gustaban, sobre todo, las mateméti- cas, a causa de la certeza y evidencia de sus tazones; pero no distingula. todavia su verdadero uso, y al pensar que no se van més que para las artes mecanieas, me 3 sorprendia que, siendo sus fundamentos tan fimmes y sélidos, no se hubiera constraldo sobre ellas nada mis elevado.” El hecho es que la matemitica de Ins excuelas era de caricter especulativo y abstracto, sin qu se conoctara, conforme con la exigencia prictica derivada de la reflexién sobre le rovolueién galileana, con la explicuetn rac ‘ional de los fenémenos fisics. La moral enseriada por los autores antiguos le parece consteuida més sobre grandes pa- labras en exaltacién de Ia virtud, que sobre argumentos adecuados para hacer conocer fen qué consiste la virtud, En cuanto a la teologia, digna del mésimo respeto, al re~ flexionar que el camino hacia el clelo “no testi menos abierto a los més ignorantes que a los més doctos, y que las vordades reveladas que a él conducen se hallan por encima de nuestra inteligencla, no me hac bria atrovido « someterlas a la debilidad de mis razonamientos”. Ia reflesién sobre 1a filosofia To Tleva a un paso del eseepticismo, “visto que ha sido eultivada por los mas excelentes esp ritus que han vivido desde muchos siglos, ¥ aue sin embergo, no hay en ella cosa al- gana que no sea todavia objeto de dispata, y por consiguiente, que no sea dudoss". ‘Las otros ciencias (la fisica, la anatomfa, Ja quimica, eteétera) parece que no pueden explorarse si es cierto que sus fundamen tos deseansin ea le Slosofia, y que los fundamentos de ésta son muy poco sélidos; Descartes finalmente, respecto de las “malas eloncias” (alquimia,” astrologia, magia, artes de la memoria) “pensaba que ya conocia bastan- te lo que querian para no quedar expuesto ‘1 enganarme”. “Por ello —prosigue Descartes— apenas mi ‘edad me permitié salir de la tutela de mis ppreceptores, abandoné completamente el estudio de las letras, Y decidide a no bus- car otra cfencia que Ia que pudiera encon- trar en mi mismo, o en el gran libro del ‘mundo, empleé el resto de mi juventud en viajar, en ver cortes y eféreitos, en frecuet tar gentes de diversas earacteres y condl- clones, en reunir diferentes experiencias, en ponerme @ mi mismo a prueba en las cir ccunstancias que Ja fortuna me ofrecia, y por doquiera en reflexionar frente a las coms que se presentaban para tratar de ex traer de ells algin provecho.” La vida de Descartes se mantuvo coherente con este programa, Conocié la vida de las armas y toda est agitada época de la guerra de los treinta afos. Cambié de sidencia varias veces, prefiriendo Hola ida fantes que Francia, por ser menos insegura politieamente (después de ln Fronda de 1648 Deseartes no volverd a poner mis los pies en Frincia) y mis interesante para el desirollo comercial e industrial. Pero también en Holanda tavo que hacer frente a drs poldmicas teoldgicas. y_clentificas. Adquirié tal eelebridad por si-ciencia en- ciclopédiea, que indujo a Ia reina Cristina de Suecia a invitarlo a su corte. Y a su arribo, cuenta el bidgrafo Bailet, el piloto de Ia nave que lo habia conducido declaré ‘ala reina que no habla transportado a un hombre sino aun semidios: “Me ha ense- faclo en tres Sermanas mis cosas sobre la ciencia marina y sobre el arte de la nave gacién que las que aprendi en les sesenta fios en que navego. Me siento capaz aho- ta de emprender Ios viajes més largos y mis dificiles.” Por su parte, desde Esto: colmo Deseartes escribfa a In princesa Isa- bel del Palatinado, el 9 de octubre do 1649: “...la virlud que advierto en esta pprincesa (Cristina) me obligard siempre a proferir su servicio que al deseo de com- placerle: a tal punto que ello no me im: ppedird decirle lo que pienso con toda fran ‘queza: y si esto no le agtadara, Io que no creo, alcanzaré por To menos ln ventaja de uber cumplido mi deber, cosa que me daré la oportunidad de volver cuanto an- tes a mi soledad, fuera de Ia cual es dificil que pueda dar el minime paso en busca de la verdad; pues en esto eonsisto el prin- cipal bien de mi vida El deseo de recobrar Tn serenidad do su soledad quodé insatisfecho. Descartes mu- ri6 en Estocolmo el 11 de febrexo do 1650. EI método En el centro de las primeras reflexiones de Descartes, yen la base de su més im= portante obra metodalégica, las Reglas para la direecién del espiritu (Regulae ad dix rectionem ingenii, publicadas péstumas pe- 10 oscritas probablemente en tin vasto lapso entre 1619 y 1625), hay un concepto que actia ya cual un ideal que se persigue ‘como meta de las investigaciones, ya unl Principio de método para guia de las i vestigaciones. Es el concepto de unidad de la cieneia. En la primer de las reglas ice Descartes: “Debe considerarse que las ciencias estin de tal modo ligadas en- tro sf, que es mucho mis facil aprenderlas todas juntas que separar una sola de las otras. Si alguno quiere, pues, investigar seriamente la verdad, no debe escoger una iencia particular: pues todas se ballan uni das entre si y dependen unas de las otras. Sélo debe pensar en aumentar Ta luz na tural de su razén, no para resolver tal o eval Aificultad escolistica, sino para que, en cada una de las circunstancias de la vida, el intelecto muestre a la voluntad qué es Jo que debe elegir. Pronto advertiré con sorpresa haber hecho progresos muy su- pperiores que los de los hombres que se aplican a estudios especiales, y haber alean- zado no solamente a poseer todo Io que los ‘otros desean, sino también més de cuanto puedan permitirse esper Con semejante ideal de prudencia como do- tinio orginico y unitario de todas las cien- cias, Descartes se conecta con una tradi- cién sumamente rica que tuvo entusiastas caltores sobre todo en el siglo xv: desde Raimundo Lulio en el siglo xv, pasando por Giordano Bruno, y luego por Bacon hhasta Leibniz, el mis ambicioso ideal de la Filosofia ha sido el de llegar a poseer la clave universal de todo el saber. Pero la diferencia entre la filosofia carte sina y In de quienes con anterioridad hhabfan perseuido los mismos ideales, con- siste en el método elegido e indicado como el més adecuado para adquirir Ia ciencia total, Los grandes filésofos de los sislos procedentes confiaban, en sus investigncio- nies, mds en las ciencias ocultas —magia, ‘mnemetéenia, alquimia~ en la esperanza de llegar a deseubrie Ia clave smisteriosa de toda la naturaleza. bbio Descartes, como antes Bacon, pero con ‘mayor dominio de instrumentos cientificos, ompe con todas aquellas ilusiones y se- fiala en las ciencias, més simples y més iertas —Ins matométicas—, el instrumento metédico para la adquisicién de un saber universal y completo, En verdad Bacon, fea su conversién de wna vision magica a tuna visién cientifiea de Ta realidad, habia ‘escogido como piedra do toque de todo el saber tun {nico criterio, la experiencia di- recta de los sentidos, y habia terminado por abandonar el ideal do concfoncia universal del que sin embargo habia partido, Des- cartes conserva, en cambio, toda la ambi- eién del proyecto, y por esto se orienta desde wn comienzo hacia la construceién do un verdadero “sistema” filoséfico. En primer témino, bajo Ta influencia domi- ante de Galileo, eseribe en la regla IT Descartes Deseartes (que se considera una de las mis antiguas, puesto que la antigiedad en la redaccién de estas roglas no eorresponde al arden en que se ballon colocadas en el bro) que las fuentes de nuestro conocimiento son dos: Ia experiencia y Ia deduccién (Ga- lileo habia hablado do “‘sensatas experien cias y ciertns demostraciones”); pero luego, poco a poco, va disminuyendo la importan- Gia de Ja experiencia sensible, que en de- ‘masiados casos le resulta engatiosa, y sefiala en la reglae IIL, como caminos ‘infalibles para el saber, en primer término la intui- ign, es docit, Ia percepeién inmediata y absolutamente ovidente de una verdad sim ple e indudable, y en segundo lugar, Ja deduceién, como paso uniforme y lineal de una intuicién a Ia ota, El problema cen: tral del método que 5 preciso tener para adauirie Ia cieneia, consiste en conducir do modo correcto y sin ervores las deduccio- nes, De aqui deriva la supromacia de la aritmétioa y de la goometria sobre todas Jag ofras ciencias, en cuanto la aritmética y la gcometria ofrocen el modelo més per- fecto de sistemas deductivos exactos: “J..lu eondlusién... no es que deban aprenderse solamente la aritmétiea y la ‘geametria, sino dnioamente que, en la bis- ‘queda del recto camino de a verdad, no debe ceuparse de ningin objeto sobre el ‘que no pueda tenerse una certeza grande ‘como Ih de las demostraciones de la arit rmética y de Ja geometria.” Para adquitir tuna cleneia perfectn es necesario atenerse por Io tanto a las reglas fundamentales ‘que presiden todo razonamlento matemé- too correcto: partir siempre de premises bsolutamente ciartas, es decir, de verdades Intuidas como claras y distintas, rechazan- do coma falsas todas aquellas cosas en que se haya descubiecto la menor sospecha de inoerteza; dividir todas las cuestiones en sus partes mis elementales; conducir con frden los propios penssmientos, establecfen- do una eseala de las nociones més simples hasta las més compuestas; y hacer final- mente enumeraciones completas, pasando fen revista toda el orden de las razones apuntadas, tantas veces en una y otra di eccién y 2 velocidad cada vez mayor, de manera tal que al finalizar se posea una eadena de dedueciones con Ia misma segu- ridad e inmediatez eon que la mente aferra tuna intuieién simple. Este método, enunciado aqui en sus Ke reas generales, debe extenderse més alld de Tas especulaciones estrictamente mate- mitices. En Ins Reglas mismas ofrece ya Desenrtes un ejemplo de esta extensién, ‘que anticipa sus futuras investigaciones (las_que cukninarin en los Princfpios de Ia filosofia) Esa es la manera como debe comportarse, siguiendo las indicaciones de la resla XII frente a una compleja cuestiin de_fisica sumamente debatida después que Gilbert, fn el aio 1600, hubo planteado las bases part su consideracién cientifica, cuestién 176 tan compleja como definir Ja naturaloza del imén. No se trata de “‘errar por el es- pacio vaeio en busea de la causa milti- ple... Pero quien piensi que no puede conocerse nada acerca de Ia piedra del imén, que no esté compuesto por ciertas naturalezis simples y conocidas por ‘mismas, no tiene snoeetidumbres. sobre 1o que hay que hacer. Ante tado xeuniré eon cuidado todas les experiencias que pueda procurarse a propésito de esx piodra: Ine- 0 so esforzara por dedueir qué mezela de naturalezis simples es necesaria para pro- ucir todos los efectos quo ha reconocido Por experiencia en ln piedra de imin. Una vvex encontrada esta mezela, podré afirmar audazmente que ba comprendide In ver dadera naturaleza do le piedra de iméin, puesto que ha podido ser descubierta por tun hombre y sobe la base de experiencias dadas”, Por lo tanto, el método —y ésta cs Ja primera ensefianza que se oxtrae de Jas primeras investigaciones de Desear- tes consiste ante todo en unificar Tos eri= terion de investigacién en los. diferentes campos de lo cognoscible, adecuindolos al modelo mis perfecto y seguro, el mo- delo de las investigaciones matemiéticas; y en segundo lugar, consiste en fundar To que acerca de las cosas podemos co- nnocer no sobre propiedades que, en for- ma abstracta, consideremos que pode- mos atribuirle, sino sobre las operaciones oneretas que’ estamos en condiciones de comprender para adquirir, de es. misma cota, el miximo de conocimientos posi- Dies. Poro, para introducirse mis en el detalle del sistema eartesiano de operaciones y de ‘conocimientos, es preciso que hagamos al- ‘gana referencia a sus principales investi- gaciones matemiticas La geometria Descartes publicé su principal obra mater matics, In Geometria, en 1687, junto eon el Discurso det métoda y otros’ dos ensayos, la Diéptrica y los Meteoros; pero el origi- nal sistema de la geometria cartesiana con Jas principales novedades que contenia, se encontraba ya en la mente del autor, tal como lo atestiguan diversas cartas a Io Tnrgo de muchos aifos. Probablemente en el aio 1617 estaba ya todo claborada en sus lineas esenciales. Por lo tanto, la Gometria es e) producto maduro de ‘una larga investigacin que, manteniéndose firme en el principio de tnidad de In ciencia y de la interpretacién de las diferentes investigaciones, constitu ye el contro mas propio de toda esta filoso fa Se trata de un ensayo dificil, al que mu chas veces le falta es elaridad y-nitidex que distinguen los otros escritos de este autor. Parcce que Descartes quiso hacer deliberadamente ardua si leetura, y que tiaté de redactar (cosa insélita en él, pero explicable acaso por un cierto celo de los — 1, Descartes, retratado por Jen Liecenz (Zennaro). Un retrato de Descortes J.B. Weenix, Museo Utrecht (Zennaro). un setrato Descartes descubrinientos que Te eran ms cares) wn Hiro para fniiador solmente Ta obra te divide en tes partes, en cada fa de las culos so dstiaguen as enun- Giacones y lor resultados teircos de. las Gemostraciones geomética, que ocupan Th mnyor paste do In sora. Hn esta bre te expoccgn tendremos. que lmitarnos a Tos mas importaates aspects teicos. Al omioneo del Hbro primero, se plantea la SSncepein general que etd cn ln bate de “in investgnelon, todas as operaciones eo: rétrices pueden expresarse en teminos Sriméticos y vieevess, El enor de los Stiguos, que hizo que se entetuvieran ~= menudo on vano- on largas demostracio: tie reide en no haber comprenddo este Principio. La dable reduotibiidad de Ta indica a a geometsn y In geométa « In aultmtie, pica para Descarten dos frances reutader, uno tenieo y el oto febrico: el primero ela simpieactn. do fen mimer de operaciones y problemas Gi ambas disciplina; ol segundo y tbc, le demostacign cjrpler de ta exiten- fa do vn. copa untae do Ix que nacen fotos los dseubriments de as cence "Todor los problemas de goometria pue dion reduce fotimente a términos tales Ge logo no bay necestdad de conocer mas Sue ol largo de alguna recta pera cons frais. asf como Te artmetin etd com poesia scamente de cinta cco ope Facones, que so I sma, la rst, fk mul Spline, Ia divin y' la exracctin de fics (que puede cosiderase como wna Specie de diisiia) esi en geometia no fry ota cost que hacer respecto de las Hines que ee butean (para prepare pi feu coocimieno) que agreprles otras @ qutilas, 0 ben, tonendo una a Ge lamaréwnidad ‘pan vlaclonarla mee fhe con los mimeros, y que pede tomsarse Wiseecin,y triendo despuls ota des, Gocontar une conta quo sea a una de de tas como Ia otra es a Ja unidad (ésta es la Imultipieaién); 0 bien note un ear que sea a uma do eas dor como Ik trnidad cs a otra (tn ex Ta division); Prencontar, por fin, umn 0. dos 0 muchas folios proporsonaler ene It wnidad y ‘alguna otra linea (y ésta es la extraccién ‘de raiz cuadrada o ciibica, eteétera). Y no Seco en introduc ety teminos aime Tos en la geometria fin de hacerme és feel" [Abora bien; Is mayor difiettad que Des Gates tiene que superar al comienzo de le Goometria concise. fstemente en Woerar ft dlgcbea de las representacines grom fics a les que estaba stad, Tiara @ Trepesctaciones ms simples: todos os Jfenliados de las operciones se expresin con fuss planas 0 adidas, ino com Mess ects. Ad, no silo In sums y Ie eb exresan (como enti) me ts prlongaciiny el acortamiento de semen, sno tabs Je mtpicn fe x Ba Bien 2) da como resultado Descartes no un rectingulo © un cnadrado, sino un segmento que sea a a como b (0 a) es ala uni La represontaciéa grifiea es las Para AB=1 BD x BC= BE (para DE paralela a AC) La operacién inversa es la division; y Ia extraccién de raiz se cumple como en Ia segunda representacion grifica. 0 si os necesario extraer la raiz. cuadm da de GH, le agrogo on linca recta FC, {que es Ja umidads Inogo divido FH en. dos ppartes iguales en el punto K: del centro K trazo el cireulo FIH; luogo elevo una rec ta sobre el punto G, perpendicular a GH hhasta I, y Gl es raiz cuadrada”. ‘A le resolucién lineal de las operaciones aritméticas esti dedicado todo el primer libro, que también contiene la solueién de tun famoso problema dejado sin resolver por la geometria antigua: el problema de Pappo, En su forma més simple se enum ‘cia cn eitos términos: dadas tres rectas, hhallar un punto del que puedan trazarse sobre estas rectas sogmentos que formen ‘con ellas éngulos dados y tales que el pro- ducto do los dos primeros segmentos sea igual al cuadmado del tercero El método resolutivo indicado por Des- cartes —que tiene valor general indepen- dientemento de este problema— consiste en ‘poner en desoubierto ol orden natural que debe existir entre Ios términos conocidos y las incognitas, y hallar las inedgnitas ite: a después de haber hallado sa colocacién res- ppeetiva en el orden: “sin tener en cuenta ninguna diferencia entre las lineas eonoci- das y las inedgnitas, se débe seguir Ia difi- cealtad segiin el orden, que revela de la ‘manera mas natural obmo-dependen las unas de las otras, hasta que se encuentre Ja manera de expresar 1a misma cantidad cen dos modos: ésta es una ecuacién’”’. Ta segunda parte de la Geometria trata de las lineas curvas, y la tercera de as sec ciones ednioas. La intencién de ambas ex: posiciones, tal como lo declara Descartes al final de Ia obra, es mostrar e6mo, cuan- do se poscen los dos 0 tres primeros tér~ rminos de sna progresin aritmética 0 geo métrica, Tos ottos se encuentran fagilmen- te: en otras palabras, demostrar por medio de las eeuaciones Ja existencia de un or den racional en Ta realidad. La “matemé- tica universal” tiene en este sentido gran aleance filossfico en cuanto sirve, como la clavis universalis de los antiguos, para pe- nictrar la sintesis de los seoretos en In ree lidad: pero esta vez no de manera mi cea ni misteriosa, sino racional. EI mundo fisico ‘Tenemos que examinar ahora las Tineas generales de la concopeién del mundo fi- sco elaborada por Descartes: éste es, en efecto, uno de los tres méximos contros de interés de su investigacién. Los otros dos son la matemétice y Ia fisiea, Muchos in- téxpretes, en su tentativa de construir un Deseartes que congenie con el propio mo- do de ver, hen hecho de él de tanto en tanto, 0 un fil6sofo del puro racionalismo matemitico, 0 o] filésofo del mecanicismo fisico que sélo se habrla oeupado por mo- tivos contingentes, también de especulaci nes metafisiens, o bien al apologista de la religion cristiana y de uma concepeién es piritualita del hombre, sélo incidentalmen- te versado también en cuestiones cienttfi- ‘cas. Poro una lectura atenta de su obra, cvideneia o6mo Descartes se ha dedicado con honda conviceién y tes6n a todos estos sectores de Ia investigacién, y eémo se ha esforzado finalmente por condensarlos to- dos en una visiin de conjunto, intimamen- te bien estructurada en lo que comin mente Mamamos sistema. Muchas investigaciones sobre Descartes realizadas desde puntos de vista parti ‘eulares son notablemente valiosas por las contribuclones que aportan a Ta compren- sién de los diferentes problemas; pero una investigacién que aspire a comprender de vyeras el significado histérico de la filosofia cartesiana debe proponesse captar no sélo aspectos particulares sino al sistema mis« ‘mo en la composicidn que le dio su autor, yy tender a oomprender tanto Tas exigencias de las que él partia como Tas circunstancias hhistérieas que lo indujeron a comportarse de tal manera més bien que de otra al pre- sentar su visién general de Ja realidad al ppiblico de sa tiempo, EI historiador no Pe Descartes DiscourRs DE LA METHODE Pour bien conduite fa raifon,8¢ chercher Ta verité dans les {ciences. Pius LA DIOPTRIQVE. LES METEORES, ET é LA GEOMETRIE, | Qu font des effais de cete MetHoe. a Leypg De l'Imprimeriede Lan Maz pre elo To ¢ xxxvin Anee Prinilege, 1, Frontispicio del Discurso del método en la edicién de Leiden, 1637 (Zennaro). 2, Firma de Descartes en el contrato para la edicién del Discurso con el editor Jan Maire (Zennaro) 8. Una pégina de la primera edicién det Discurso (Zennaro), 2 Discount, = Aoi dene cesarean choke Lepr! Wipe queie or aoomcceemmee eee Pemares mel Peiation, tagenenn, eee : ‘atidiemorea ele queue steno eee nde endo ‘Le fceud de dhl efane des dita que etnies earned pats jolene rien et ier. TY ecrmbtae i crepe pln, 9 cupeeied snail paline, GP cron edeereveari gery que fale afore Cerin haies deus oes f= leg dol Gennes dt onue de post Favenclewpo ile epontton acct ‘tend ocaion de miaginergetouro en leg [emeontomberuslncnaancedes homes eu efowentes ele ison 8 qoepoara leer (gan sakbictedenreqeucrsecane pont rege gu f iE quo ante couforondreq'tartpenees dedsreletoneedeesces yin en pst sen de ‘figs aslovlxentince ejay de Sex ‘heergronoedceaonre Hee or Beco ea ree En las péginas siguientes: 1. L. M. Dumenil, Cristina de Suecia y su corte, Bntre Tos sabios que rodean la reina se encuentra, a su tzguierda Descartes. Museo de Versalles (Falchi). ” spins) tan 2 Detail et oe in ped LE MONDE 1B M® DESCARTES, ou, LE TRAITE DELA LVMIERE ay DES AVTRES PRINCIPAVX objets des Sens. Avec un Difours de / Atliondes Corps, & un autre des Ficvres , compofex, felon les principes du méme Auteur, A PAR TS; Chez Michel Bobin & Nicolas le Gras, au troifiéme pillier de la grand’Salle du Palais, a l’Efperance & 3L. Couronnée, MoD Gat Kay Avee Privilege du Roy, Ne extra hanc Bibliothecam efferatur. Ex obedientia. puede ser objetivo en forma abstracta ex ‘sta investigucién, en cuanto mo puede bee cer abstraccion de los motives de interés que Jo han inducido al estudio de esta lsofis; pero puede ser concretamente ob jetivo en ta medida en que presenta de la ‘manera mds honrada y completa los di vversos elementos dol conjunto y muestra Tuego los nexos una vez cumplide el and Isis En este sentido es justa Ja advertencia de un historiador que, oun sintiéndase im pulsado por intereses osencialmente religio- $05, psleoldgicos y metafisios, se situs en el punto de vista general de Ia. filosofia de Deseartes, Hensi Gouhier: “Por qué pregunta Gouhier~ doben ponerse la fi sica y la metafisica en dos polos opuestos? éPor qué no pueden ser dos dos li brigen diferente que, en ciorto punto, se han intersecado?”. En nuestes opinién, las ‘cosus son realmente asi. Aqui trataremos primero de le fisiea y después de Ja tafisiea, porque Descartes ‘importante obra de fisica, Et mundo, com anterioridad a sus obras metafisioas’ (un precedente tratado de metafisica estaba eoneluldo, a decir verdad fo mada nos ha Megado de él). Después de haber examinado separadament ““ineas de origen diferente” podremos com- render cémo Megan a una composicién sistematicn en Ja obra de plena madurez, Tes Principtos de la filosofia, Descartes construye su universo fisico par tiendo de esos prineiplos de orden y sint~ plicidad que hemos visto en la base do Tas investigaciones. En otras. palabras, parte de la afirmacién preliminar de que el mundo se ha originado en prineipios ab- solutamente simples y es inteligible sobre la base de Tos eonceptos més simples, Se presenta, difieultads mientras’ parece legitimo fundar las mate- miticas sobre Ia méxima simplicidad de postulados y de operaciones, cuando se trata del mindo fisico cabe preguntarse sise puede snponer, sin haber realizado su Ficiente investizaciones experimentales, que se halle estructurado de una clerta mane- ra més que de otra; en el easo en cuestin, de la manera que parece para nuestra men: te como el mis facil y evident Justamente por esta abjecién natural, Des: cartes presenta por el momento su teoria del mundo fisieo coma una pura hipétess Y esto no por razones téctioas, a fin de ” evitar conflictos con Ia iglesia, como se ha, sostenido en diversas oeasfones: conside- raciones de orden politico habrin de sur sir para Descartes en este campo slo des- & de la condena de Galileo en 1632, wiicter hinotétieo dado por Descartes ‘su construccién tebrfea nace de Ta Iégiea misma de la construceién, la que es pre- cisamente una constmuceién tedriea sobre modelo mater’ hipotético-deduetivo, Tal _caréoter_ no exchuye el problema de vyilicar cl fundamento existencial de la 1. Prontispicio de la ediciin de 1664 de El Mundo de Descartes, 2, Descartes en un grabado de Picart, 1691. Parks, B.N,,-Estampes (Fateh) 8. Frontispicto de los Prineipios, edicién de 1644, en Amsterdam. Paris, B.N. (Ségulat) io de las Medituciones, de Paris, 1641 (Zenmaro). Descartes RENATI DES-CARTES PRINCIPIA PHILOSOPHIA, AMSTELODAMN Argo Lunovecun Evzzvinivw, ‘omit RENATI DES. CARTES, MEDITATIONES DE PRIMA PHILOSOPHIA. IN QVA DEI EXISTENTIA ET ANIMA IMMORTALITAS Deseartes mucsion fisica, pero pars Descartes, es- ‘erificiciin pertencee oto campo de gacin, el de la metafisica; el enla- “ee de Ia investigacion fisica con Ia metafie ‘Sica, 2 partir de este momento se presenta como indispensable. Para llegar 2 una teoria coherente dé mum- do fisico es preciso pues salir mentalmente de este mundo e imaginar otro mundo to- almente nuevo. Bste original expedicnte ‘suseitar observaciones muy irénicas por ‘parte de sus crticos en Th segunda mitad del siglo xvu: un jesuita, el padre Daniel, ‘eseribird en forma satisien un Viaje en of ‘mundo del serior Descartes, que habri. de divertir mucho a le gran cantidad de lec- tores que lo Teerin. Més tarde, en Ia edad el iluminismio los hombres de a Enciclo- pedi y sobre todo Voltaire, opondrin en forma polémica Ia historia natural, 0 sea Ta investigacién experimental y_cientifica fen tomo a la realidad fisica, al romance de la naturaleza tal como To exoogité Des- cartes. Deben reconocerse a Descartes dos méritos importantes: ante todo, el punto de vista fedrico que asumié, y que le permitid, co- ‘mo hemos visto al referimnos a la Geome- tra, aplicar los procedimientos y todas las ‘operaciones propias de la aritmética y de Ja geometria « todas las ciencias; en segun- do lugar, una serie de conteibuciones par- tioulates, algunas may importantes, brinda~ das al progieso de las cieneias que aqul resulta imposible describir por razones de espacio, Este cs, pues, el euadro general del univer- s0, como lo coneibe Descartes en el Mun- do o Tratado de la luz (cap. VI): “De jad un momento que vuestro pensamiento traspaso los limites de este mundo, a fin de que pueda ir a contemplar olso mu do completamente nuevo, que haré nacer fn su presencia en los espacios imaginarios. Los fildsofos nos dicen que estos espacios son infinitos y en esto debemos creel, ppara que la infinidad de estos espacios no se constituya un obsticulo y no nos ca Sione molestia alguna, no tratamos de le~ gar hasta su témino; limitémonos tan sélo a penetrar en ella hasta perder la vista to- das Ins criaturas que Dios ereé hace cinco © seis mil aiios; y luego de habernos de- fenido en un punto determinado, suponza- mos que Dios cree nuevamente en forno de nosotros tanta materia que nuestra imagi= nnacién, cualquiera sea el lado por donde se estienda, no pueda descubrir mis nin- sin Tngar vacto. El mar no es infinite, pero a qnienes se eneuentran ea medio de él dento de un navio, les parece que pueden extender su vista hasta el infinito y sin embargo afin hay fagna mas allé de Io que alcanzan a ver. Asi, por mis que nuestra imaginacién pa~ rezca que puede extenderse hasta el in nito, y aunque no se suponga que esta fnneva materia sea infinita, podemos sie poner muy bien, sin embargo, que ella Tex ‘he espacios mucho més grandes que todos Jos que hubiéramos imaginado. Pero pa- ra qne en todo esto no podals encontrar tuada que repetir, no permitimos que nues- tha imaginaciOn se extienda cuanto podria, sino que la retenemos deliberadamente dentzo de los limites de un espacio deli- berado que no sea mayor, por ejemplo, que Ja distancia que media ente Ia terra y las Drincipales estrellas del firmamento; y_ su- ponemos que la materia ereada por Dios fen esta ocasidn, se extienda aun mucho més alli, por todos Tos Tados, hasta una distancia’ indefinida, Es en efecto muy vyerosimil, y esti mucho mis en nuestro ‘poder prescribir limites a Ia aceién de nues- fio pensamiento que a las obras de Ahora bien, como nos tomamos Ja Ubertad de imaginar a nuestro gusto esta materia, atibuydmosle, si asi lo preferis, una na: turaleza en la que no haya nada que al- guien 10 se halle en grado de conocer lo mis perfectamente posible. Con este ps ppésite, supongamos expresamente que no tenga la forma de la tierra, ni del fuego, ni del aive, ni ninguna otra forma mis par: ticular como la de [a madera, de una pie~ dra o de un metal, y que no tenga siguie~ tm las eualidades de frin o de calor, seca © himeds, liviana o pesada, o de tener s bor, olor, sonido, color o Iz u otra euall- dad semejante en cuya naturaleza se pue~ da decir que existe algo que no sea cono- ido evidentemente por todas. Ni pense ‘mos, por otra parte, que sea esx materia primera de los filésofos desprovista a tal punto de todas las formas y cuslidades, que no le ha quedado nada que pueda ser clatamente inteligible. Concibémosla en cambio como un verdadero cuerpo perfec tamente sélido que lene de manera unk forme todos Tos Targos, Tas anchuras y las profundidades de ese. inmenso espacio en ‘medio del cual hemos detenido nuestro pon samiento; de manera tal que cada una de sus partes ocupe siempre una parte de es te espacio tan proporcionada con la propia ‘magnitud que no posria lenarse una par- te mayor ni restringirse en una menor, ni permitir que, en tanto ella 1a ocupe, pue- da encontrar Ingar ninguna otra. Pensamos, ademés, que esta materia pue~ de subdividitse en todas lus partes y se- gin todas las figuras imaginables, y que cada una de estas partes sea capax de re cibir en su seno todos los movimientos eon ccebibles. Més atin, supongamos que Dios Ih divida realmente en gran_nimero de partes de este género, unas més grandes y otras mas pequeilas, unas de una forma y otras de otra, como mejor nos plazca imaginar. Pero no pensemos que Bl las separa de manera tal que entre una y otra subsista un espacio vacio; imaginemos en cambio que haga consistir toda su distin- cin en la diversidad de los movimientos dane les imprime, haciendo de manera tal que desde el primer memento de su crea cid, sinas comiencen a moverse hacia 188 Jado, las otras Twcia ot lado, Tas mas ans veldamente, las otras més Tentamente (@ incluso, si asi lo preferia, que estén totalmente’ desprovistas de movimiento), y a partir de ese moment continéen sa ‘movimiento conforme a las leyes comentes de In naturale. Dios ha establecido. es tas Ieyes de manera tan maravillosa que aun cuando supusiéramos que no cree sk no lo que he dicho, y que no introduce orden u) proporea ulguna, sino que com ppone el czos mis eonfuso’e intrineada que Jos poetws puedan describ, semejantes le yes son suficientes, sin embargo, para ha- fer que las diversas partes de este caos se distibuyan por si solas y se dispongan en tan buen orden que puedan asumie ka forma de un mundo. perfectisimo en el ‘que podrin verse no solamente la hu, st no también todas ks otras cosas, genera- Tes y particulares, que aparecen en el ver dadeco mando, Pero antes de expllear esto mis extensa- mente, conviens que os detengifs sum un instante en consklerar este caos. Podiéis fobservar que no contiene nada que no sea tan perfectamente conocido que ni siquie- ra piseda finglse que se ignora. En efec- fo, en cuanto las eualidades que le he auibuido, se adviewte que las he supues- to exclusivamente tales como as que s puvlieran imaginar, Yen euanto a la mater rin de que lo he compuesto, clla es la nds simple y Ia més fell que se pueda cor nocer en Ta cvfatrss.inanimadas; yu fdea esti tan comprendida en todas las que nuestra imaginacién puede formar que €s alisolutamente necesario que. yosotros anismos la coneibiis 0 que no os imaginéis mada, Sin embargo, como los filésofos son tan sux tiles que aleanzan a encontrar dificultades aun en Tas cosas que a Tos otros hombres Tes pareoen extremadamente claras, y co- smo el recuerdo de su materia primera, ‘gue saben cudn difiel es de coneebir, po- dia alejrlos del conocimiento de la’me- teria a que me refiero, me veo preeisado ceneste punto a decires que, si no me equic vvoco, todas tas dificultades con que tro- piiezan_ para coneebir si materia primera, dlependen exclusivamente del hecho de que Ja quieren distinguir de su cantidad y de su extensién externa, esto es de ln propie- dad que ella tiene de ocupar wn lugar en el espacio. En euyo caso les dejo. ain creer que tienen razin, puesto que no es rol intenct6n detenerme aqui para contra- decitlos, Pero para ellos no tiene quo esultar extrafio si yo supongo que la eam tidad de la materia descripta por m{ no difiera de so sustancia mas de lo que el rimero differe de as cosas numeradas, y Si concibo si estensiin, o bien so propie- dal de ocupar cierto espacio, no ya como tun accidente, sino coma su verdadera for may su esenca, far, electivamente, que esta materia no ser ast sumamente fell de concebir. Por rng les seria. posible ne 1-7, ustraciones de El Hombre: Paris, B.N. (Ségalat). En la pagina 189: 1, Retrato de Descartes, conseroado escuela en Compiigne, francesa (Bulloz). ‘otra parte, mi intencién no es la do ex ‘plicar, como ellos, las cosas que estin efee ivamente en el mundo verdadero, sino simplemente imeginar un mundo eualquie- tadonde no haya nada que incluso las mentes més groseras no estén en condicio ‘nes de concebir, un mundo que pueda ser creado exactamente como lo habré imagi- nado. Si en este mundo pusiera la minima cosa oseura, en tal densidad podria esconderse alguna tepugnancia no captada por mi atencién, por lo que, sia saberlo, supon- Grla_una cosa imposible; al contrario, des- de el momento que puedo imaginar distin- tamente todo To que pongo, no hay duda que, aun cuando no bubiern nada seme- jante en el,viejo mundo, Dios podria crear Jo, sin embargo, en imo nuevo: en efecto, tno hay duda de que Dios puede crear to- das las cosas que nosotros. podemos ima- gina” Se ve claramente aqui el nexo necesario que debe existic seginn Descartes entre la Invstigacién fisica y la fundacién existen- ial de la misma; pero también es verdad que el Dios del que aqui se habla podria ser también solamente la naturaleza, La metafisica especifica, cristiana catélica, ela- borada por Descartes paralelamente con la fisiea, se afirma con ella del mismo mo- do que hubiera podido afirmarse eual- quiera ott diferente, La materia es la Tiniea sustancia en el Ambito de Ta fistea cartesiana, y débese a especificas circuns- tancias histérieas el hecho de que esta fi sica se haya coneetado en sistema eon wna metafisica espiritualists, antes que mate- rialista Del examen del largo fragmento aqui trans- cripto, sarge con claridad come pudo ba- ceerse posible, después de Desoartes, un ma- terjalismo mecanfeista que ha aceptada (en Francia entre los siglos xv y xvi) to- das Jas Hineas fundamentales de su fisica, echazando en cambio sti metafisia, Fer esto surge con mayor claridad ain, si de Ta construceién_general del universo pasanios a Ia tearfa de Ios seres vivientes y en particular del hombre. En el Trata- do det hombre, vinculado con el Tratado de la luz, y en mimerosas cartas (importen- tes sobre todo la polémica de 1614 con Gassendi a propésito de las Meditaciones; Ja disensién con Henry More en 1640, y toma larga carta de 1646 al marqués de Neweastle) se desarrolla una de las teor fas cartesianas destinadas a adquicir més vvasta repereusién: Ios animales son simples autématas o méquinas; incluso el hombre, fisicamente considerado, es una miquina, salvo To que le queda de no material, por o tanto no mecinieo, de su alma racional ‘o mente. También en el Tratado del hom- bre Descartes habla en términos de-mera tess, y tlende a mostrar no Ta estruc- tura del hombre tal eusl es realmente, si no la estraetura de “hombres que se ase- mejen” y que estén hechos de Ta manera que nos sea mis claramente inteligible, For esto estarin compuestos de alma y cuerpo, y como la fisica elaborada por Descartes hace més ficil tratar antes. el ‘cuerpo, cs a propisito de este tema que Tratado comienza a difundirse, “Supongo que el cuerpo no es més que luna estatua 0 una maquina, formada ex: resamente por Dios para hacerla Jo mis semejante posible a nosotros: y que Dios no sélo le ha dado el color y la. figura ex terior de todos nuestros miembros, sino ‘que ha dispuesto en su interior todas Tas partes necesarias para que camine, coma, respire © imite finalmente todas fas fun- ciones que pueda imaginarse que procedan do la materia y dependan exchisivamente de Ia disposicién de los érganos”. Pero asi como en el mecanismo se habia inieia- do, asi también en el mecanismo se de tiene. Si el propésito del Tratado del hombre era pasar después a la descripcién del alma racional distinta del cuerpo (y esto lo declara Descartes repetidas veces, también en el Discurso del método), jus tamente en el momento en que debe pro- ucirse ese paso la obra se interrumpe, y no por casualidad. En el libro se ha des- crito minuciosamente todas las funciones do Ja vida vezetativa y psiquica, y se ha m frado también cémo las mismas sensacio nes, imigenes, ideas, son el producto de ‘movimientos “mecinicos jroducides en. ‘nuestro cerebro. En el punto en que con- cluye esta parte, conclave también el Tra: tado, Esta es la Gitima pégina del Tratado del hombre: “Ademis, 0s ruogo que considerdis que todas lus fimeiones que he atribuido a ex ts miquim:; la digestion de los alimentos, fl latido del corazin y do las arterias, la nutriefén y el execimiento de los raiembros, la respiracién, la vigilia y ol suefio, la re cepeiin de ls Inz, de los sonidos, de los lores, de los gustos, del calor y otras cualidades semejantes por los érganos de Jos sentidos externos; la impresién de sus ideas en el 6rgano del sentido comin y de a imaginacién, Ia conservacién o la hella de estas ideas en la memoria; los movimien- tos interiores de los apetitos y do las pa- stones; y, finalmente los movimientos ox- triores de todos los miembros, que tan conformemente derivan tanto de las accio- nes de los objetos que se prosentan a nues- ‘ros sentidos, como de Tas pasiones y de Jas impresfones que se encuentran en Ia memoria, movimientos. que imitan To més perfectamente posible Tos de un hombre; os muego que consideréis, digo, que estas Fumeiones se siguen del todo, en forma na- tural, en esta méquina, desde la simple Aisposicion de sus drganos, ni més i me nos como los movimientos de un reloj 0 de cualquier otro autémata se siguen do sus contrapesos y de sus ruedas; de. ma- ners que para ellos no debe concebirse en festa miquina ninguna otra alma yogeta- tiva ni sensitiva, ni ningiin otto prineipio 192 de movimiento y de vida, ademés de su sangre y sus espiitus, agitados por el eae Jor del fuego que quema al misso tempo fen su corazén, y cuya naturaleza no es ex modo alguno diversa de todos los fuegos ‘que se hallan on los everpos inanisados". Descartes declarara mis tarde en el Dix curso del método que ha completado ol ‘ratado, euando habla sobre el teima del sma “que es uno de los mis importantes” Un eseripulo, esta vez si politico y ean teloso, le impidié adiitir que el tratado habia’ terminado aqui, pues mal se conce- taba Ia euestién del alma racional con es {1 eonsideraeién de indole materialita. Mas en el mismo Discurso del método nos suministra la prueba indirecta de que’ no hha completado, como él afirma, esa obra (contra Ia opinién incluso de. esos inter: pretes modemas que ereen que la senda parte del Tratado se ha perdido): en efec- to, después de haber resumido con extro- mo enidado y preeisién toda la parte del tratado que nos es eonocida, tanto de que a cada capitulo del Tratado corresponde feaetamente un pérrafo del Discurso, al llegar a esta parte que él mismo declard particulamente importante, liquida el ar gumento en unas cuantas lineas. Sus af rmaciones, por lo tanto, no pueden. evar a engafo, Descartes era conscieate del materialismo de su fisica, de su biologia y de su antropologia, y se proponta rectus Derar en olras eireunstancias —al tratar la retafisica~ un vinealo ciencia-teologia que udiera hacer aceptar sin turbacién por parte de las almas piadosas el eonjanto de sus teorlas. La extriordinaria fecundidad de la concepeién materialista cartestina es Independiente de todos modos, del neso sistemitico con Ia metafisien que expon= demos en seguida, Tn el esfuerzo pot ca- rcterizar experimentalmente Ia diferencia entre el animal, puro autémata, y el hom- bre como ser dotado también de alma ra- ionai, Descartes llega, a través de largos alos de investigacion (pricticamente hax cia el final de su vida) a distinguic en el lenguaje un aspecto creativo, no reducti- ble a términos mecinicos. En la linea de esta intuicién cartesiana se moverin des- pués de él los léxicos de Port-Royal en ol Arte de pensar, mixima obra de lésica de su siglo; y en este evadko, Ia modema lingiistia estructural descubre, con Choms- ky, un elemento de la vitalided permanen- te del cartesianismo. En esto consiste Ia diferencia hombre-an ral, conforme con la més madura defn cin que da Descartes en su carta all mat qués de Neweastle: “Bn To que concieme Al intelecto 0 peasamiento que Montaigne ¥ ottos atuibuyen a las bestias, no puedo estar de acuerdo con ellos. No es que me detenga en lo que se dice cominmen- te, de que los hombres tienen un. dom nip absoluto sobre todos ls otros animales, pues admito que hay algunos que son mis fuertes que nosotros, y también ere que puede haber algunos dotados de maturs- les astucias capaces de engafar a los hom bres mas sagaces. Pero considero que ellos ‘nos imitan © superin solamente en aque- lias acciones que no son conducits por nuestro pensamiento; en efecto, ocumre a ‘menudo que nosotros caminamos y come= ‘mos sin pensar en modo alguno en lo que hhacemos: y es independiente a tal punto del uso de nuestra razén que rechazamos las cosas que nos son nocivas, y nos res , guardamos de los golpes, que aun si no quisiéramos expresamente Ilevar nuesteas ‘manos delante de la cabeza cuando estax ‘mos por caer, no podriamos evitar hacerlo. Greo también que comeriamos como las bestias, de no haber aprendido a hacerlo y si no tuviérames pensumiento; y se dice que los que caminan en suefios, pasan a ‘veces a mado rios en los cuales se bundie rian si se hallaran despiertos. Los movi- jentos de nuestras pasfones, aunque es- tén acompafiadas de pensamiento, dado ‘que tenemos la facultad de pensar, no de- ppenden evidentemente de esta facultad, pues frecnentemente surgen a pesar nues- tro y, por consiguiente, pueden estar en las hestias yen forma aun mas violenta que fen Jos hombres, sin que ello signifique que las bestias tengan pensamientos. Finalmente, ninguno de nuestros actos ex- ‘temos permite asegurar a quien los consi- dere, que nuestio cuerpo no cs tan sélo ‘ma méquina gue se mueve por si misma, sino que también scontiene un alma com rpensamientos, excepcién hecha de las pa- nbas y oftos signos que formamos a pro- Pésito de las eosas que se nos presentan, sin referencia a ninguna pasién. Digo las palabras y otros signos, porque los mudos se valen de signos exictumente de Is mis- ma manera que nosotros nos valemos de Ta voz; y que estos sigmos son idéneos, ex- luyendo el habla de los papagayos ¥ sin texcluir la de los locas, que a propésito de Tas cosas que se les presentan, aun cuan- do no les sigue Ia razin... Me parece muy digoo de destacar el hecho de que Ia palabra, asi definida, pertenece sola mente al hombre’ Asi definido, el pensamiento de Descartes no brinda solamente en el lenguaje el tini- co argumento experimental a favor de la iferencia radical entre el hombre y los folios animales, sino que funda con gran ppenetracién una nueva concepcién del Ten- ‘guaje Iumano como expresion ereadora, eoncepeién que seré muy rea en ulterio- es desarvoles. La metafisien Entre 1632. v 1634 un hecho inesperado, Ta condena do Calileo por el Didogo so- Tire los dos mésimos sistemas, obliga a Des- cartes a revisar todas sus planes. Ante to- do, so abstendri de publicar el Mundo, 2 fin de evitar um enfrontamiento con peli- gros anflozes: Inego, so ceiiré a una gran | obra de metafisica aptn para poner todo el Deseartos sistema de sus teorias bajo la égida de una segura ortodoxia, Sus primeras reacciones han sido relata das eficazmente por su bidgrafo Baillet, que se esfuerza por presentar un Descar- tos campeon perfecto de piedad y de fe, ppero sin dejar de reconocer al mismo tiem po su habilided polities y su astucias “EL seftor Descartes hojes todo el libro de Ga- lileo en el poco tiempo que habia tenido fa su disposicién para leerlo. Descubrié que el autor razonaba bastante bien a pro- pposito del movimiento. No es que apro- bara en general todo lo que decia; pero, basado en Io que habia podido ver, con sideraba que Galileo erraba mis bien en los Iugares en los que sigue opiniones tea- icionales que en aquellos donde se ale~ ja de las mismas, excepto, sin embargo, cuando habla del flujo y del xeflujo, ue Gl concebia de manera distinta de Galileo, por més que él también lo hacia depen- der del movimionto de Ja tierra. Descubsié. fen esa obra pensamientos que a tal punto le pareefan propios de él, que si los hu- beta publicado antes habia podide sos- pechar que Galileo se los hubiera robado. Roconocfa que Ins razones que aducin ese italiono para demostrar el movimiento de Ja tierra son muy buenss, pero le parecia ‘que no estaban suficientemente explicadas para persuadir al lector... Pero, despucs de haber considerado con alguna atencién ‘l modo como Galileo explica el movimien- to de la tierra, lo hallé tan diferente del suyo propio, que se recobré un poco del festupor en quo lo habia hecho caer la sen- teneia de Roma, Comprendié que los _ auisidores podian haber condenado de esa ‘manera ‘tazonablemente el modo en que coneebfa e] movimiento de la tiorea, tal ‘como lo habia expresado on el tratado so- bre el mundo que él queria suprimir. Sa- bbiendo que esos senores a menudo se de- tienen en los términos y en las expresiones de las cosas, cuando de censurarlas se ta- fa, pens6 que el modo de eludirias sin cam= biar de opinién fuera el de negar el mol miento de la terra, y proseguir en el cae mino emprendido.... El sefior Descartes roeurrié a este expediente para tratar de conformar al mismo tiempo a Tas personas ‘que sélo aetiian conforme a la razén, y 2 Tas ‘que sélo siguen Ia autoridad y Tos escrd plos. Dejé a los primeros en libertad de pensar To que querian y de dar el nombre ‘que quisiersn al traslado de Ja tierra en ssw esfera: ¢ impidié a Ios otros alarmarse frente a esta hipdtesis, puesto que efecti- vamente, s6lo muy impropiamente puede atribuiise movimiento a la tlerra, Supues: ‘to que el movimiento no sea otra cos que 1h aplieacién sueesiva de toda la parte ex terior de un cuerpo a Ths diversis partes de los euerpos que Io cireundan, mostraba que Jo que se Tama movimiento diumo de Ja tierra pertenece més bien a Ta masa com- puesta por Ja tlerra, el mar y el aire, que a | tierra en partieslar. Sein él, puede ee ppensurse en un perfecto reposo, mientras se deja arrastrar por ef torrente de la ma teria en que nada; asi como puede decir se que un horabre que ducrme en una. na ve se halla quieto mientras Ia nave se mue vo realmente. En virtud del mismo razo namiento protendia afirmar que lo que s denomina movimiento onual de la tierra nno pertenece en absoluto a ella, y ni si- quiera a la masa compuesta por la tierra, las aguas y el aire, sino més bien a la ‘materia celeste que arrastra a esta masa en torno del sol. Cualesquiera que sean los cambios dados or Descartes a la forma de sus expresio- ‘nes accrea del movimiento de la tierra por consideracién a los delicados y a los escru- ppulosos, nunca cambié de opinién sobre es- to punto. Pero al haber suprimido su trax tado del Mundo, esta opinién la trasladé a los Principios, que hizo imprimir diez aos después, alentado por el ejemplo de tan tos hibiles fil6sofos y mateméticos cat cos a quiones el deereto de la Inquisicion ‘ho les habia cousado todo el miedo que le habia causado a “Piensos luego existo” En 1687 Descartes publiea en francés el Diseurso del método, acompasiado por tres ensayos clentificos: és el primer libro que da a las prensas, y lo escribe en francés porque Io destina al gran pablice. Debe darlo east como antieipo junto con ens yyos clentificos que’ no. comprometen all ‘autor con las més delicadas cuestiones pendientes entre fisiea y teologia, y pre eran también a los sibios para’ ta pre sentucién de un nuevo y gran sistema de imetafisiea y_ de fisica ‘Tres afios despés aparecen en latin, des- tinadas a los doetores de In Sorbona, las Meditaciones sobre filosofia_ primera; en tuna carta confidenclal al padre Mersenne, Deseartes advierte a su amigo que en esas piginas de metafisica se encentra conte nida toda su fisiea, En tomo a las Me~ ditaciones se enciende la mis encarnizada isputa del siglo; intervienen con sus Ob- jeclones (que enriquecerin mis tarde el Volumen junto con las respuestas del_ aus tor) el teblogo escolistico holandés Cate= rus, el geupo de matemiticos y fisieos que se retinen en torna de Mersenne, ol jefe de lx escuela de Ios jansenistas de Port- Royal, Antoine Amauld, los dos mayores representantes del materiaismo del siglo xvi, Cassendi y Hobbes, y muchos otros: desde este momento, el cartesianismo se hhalla en el centro de Ia cultura europes. Cuatro afios después, Descartes publica finalmente en una obra sistemética y uni- ‘aria, la metafisica, la fisica -y Ia suma toda de su saber: son los Principios de filosofia, que representarén el punto més avanzado de elaboracién y de organizaciém del saber antes de Newton. Al exponer Jas Hineas generales del pensamiento me- tafisico de Descartes, puede hacerse rele reneiz en forma indistints a cualquiera de estas tres obras, puesto que, salvo algunas ‘modificaciones ‘marginales en su composi- ibn, introducidas entre las Meditaclones yy los Principios, el pensamiento cartesiano Sustancialmente no cambia, En el centro de la reflexién sobre los primeros prineipios de la realidad, se en- uentra Ia meditacién solitaria de tn hom- he sobre sf mismo. Entre lo poco que se salva —9 que sabemos que se salva: de los estudios clisioos cumplidas, esti la ‘moral estoica del dominio prudente de las ppasiones, y Ia invitacion estoica a la in- ‘tospeccién, tal como en los versos de Séneca tomados por Descartes east como propio lema: Illi mors gravis incubat Qui notus nimis omnibus Tgnotus moritur sibi. (Dura muerte toca a quien, demasiado conocido por los demas, muere descono- ido para si mismo.) Es una conciencia sislada de avistécrata que busca una sabidurfa. privilegiads, ac esible tan sélo a unos pocos intelectos superioxes, aquellos a quicnes Descartes ama los “gencrosos”: sabios y altruistas, que vierten desintoresadamente sobre a humanidad, las ventajas précticas del sa- ber, y reservan para si mismos la satis- faccién de Ja sabiduria, 2Qué es lo que sabe el hombre solo? gDe qué puede sentizse cierto? Las sensacio- nes muchas veces se han revelado engi fiosas, A veces es hasta imposible disti guir el suctio de la vigilia, y estar seguros de la actualidad de las propias sensaciones. Las_matemiticas parecen seguras: pero puede ocurtrle hasta al mis silido de los {ntelectos equivocarse en un cflcule, No Bodria ocurrir que fuera falso todo lo que me parece verdadero, y verdadero todo Jo que ereo falso? 2No podrian tener ra zin los escépticos como Pirrén, entre los antiguos, y Siinchez, entre los modemos, que a partir do la duda sobre cada cosa, incluso sobre Jo que més cierto les pa rece, legin a la éonclusién de que no suben nada? Las argumentaciones do los cescépticos se hallan bien presentes en la mente de Descartes: Montaigne, Charon, Sinchez, gozan de amplin fortuna en la cultura francesa de Ia primera mitad del siglo xvm, y no es posible tratar sobre ‘metafisica sin enfrentarse con Ia duda le- vada hasta las més parad6jieas consecuen: ias. A titulo de mor abstraecién, Des- cartes formula Ia hipétesis (Ia “duda hi- perbélica”) de que todo lo que se me resents y creo’ verdadero es falso, es una ficcién producida por un genio maligno y engafiador, Se trata de una mera abs- ftraccién, o de una hipétesis-limite; pero €l procedimiento légico que ha Hevado a este limite es diigno de interés, Descartes fasumié en efecto, como norma metédica, afin de Megara descubrir entre los pro- ‘Descartes pplos conocimientos algo que se halle exento de duda y absolutamente evidente, recha- zar en el campo do las nociones acep- tadas como yerdaderas no slo las paten- temente fasas, sino también todas aquellas sobre las cuales existiona 1a minima 30s- peclia de incerteza: todas Jas nociones udosas, no importa en qué medida gran- de o pequefia, se consideran sin més falsas y se rechazan. Sélo un procedimionto sin- gular de este tipo podia autoriaar la duda hijperblicas una ves mis, para Descartes, Gte es el modo més lineal y simple de egar a la verdad con el menor nimero posible de conceptos empleados En este punto, una verdad y solamente luna se impone con absolute evidencia: el hecho de que yo pienso (de Io contrario no podria siqulera ser engafiado) y de ‘que, en cuanto

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