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- Y t qu haces?
- Lo de siempre. En la isla no hay trabajo. A veces me cogen en
algn hotel. Los fines de semana, sobre todo.
- Me doy cuenta aqu de lo poco que trabajamos. Aqu la gente
trabaja de una forma enorme. Tendras que ver Barcelona. La gente va
como loca por la calle, hacia el trabajo. Unas ansias por llegar a la
oficina que no se entiende!
- Es otra forma de vida. Yo no s si me acostumbrara.
- Podras venir. Lo he estado pensado. Habl el otro da con
Marita y cree que puede encontrarte trabajo. Le dije lo bien plantado
que eres, lo bien hablado e instruido, y me dijo que quiz haga algo y
puedas meterte en una residencia.
- Y eso qu es? Me suena mal la palabra.
- En donde meten a los viejos para cuidarlos.
- No los cuidan los hijos?
- Cuando los padres son muy, muy viejecitos, no. Ya te he dicho
que son otras costumbres.
- Lo que son es desnaturalizados.
- Qu te parece el trabajo?
- Pues as, en fro, pues no me parece bien, no me parece digno
cuidarme de paps de los que no se cuidan sus propios hijos.
- Djate de historias. Vendras conmigo. No quieres eso?
- S, claro, pero con un trabajito digno.
- Digno, digno, digno! Qu dignidad es la tuya que ests todo el
da de brazos cruzados!
- No me faltes, amoll.
- Lo que ocurre es que t no me quieres, porque si me quisieras
dejabas la isla y te venas aqu nadando. Esta tierra tiene oportunidades,
Pablo. Podramos ser felices, formar una familia, tener nuestros
propios bebitos.
y el cuello muy lindo, y el pelo muy negro. No saba que era la ltima
vez que la vera salir del locutorio.
- Hasta el jueves, Gladis, mi nia.
No le contest.