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TOTALITARISMO

(Resumen de los capítulos XII y XIII de


Los orígenes del totalitarismo)
Hannah Arendt. Taurus, 1999
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TOTALITARISMO
(Resumen de los capítulos XII y XIII de Los orígenes del totalitarismo de
Hannah Arendt. Taurus, 1999)
La sociedad sin clases es un caldo apropiado para el surgimiento del
totalitarismo, entre otros aspectos. Una sociedad sin clases es una sociedad de
masas, caracterizada por la ausencia de identidad, raíces e intereses comunes,
"comunes según el criterio de Cicerón ".
En el totalitarismo es importante comprender cómo se asumen en esta
ideología aspectos como la abolición entre lo privado y lo público, el movimiento
permanente, la apariencia de lo normal, la ilegalidad como lo justo, la pérdida del
sentido común, la desproporción entre crimen y castigo y la imposibilidad del
perdón, el aislamiento y la soledad, el hombre como algo superfluo, el mundo
donde todo es posible, la identificación entre víctima o enemigo "objetivo". La
ausencia de lo nacional, territorial, soberanía y su sustitución por lo total, por lo
mundial. Pero, lo más sustantivo es la pérdida de la posibilidad de pensar y, por
lo tanto, de poder actuar, acción solamente posible en donde exista la libertad
política.
Capítulo XII
EL TOTALITARISMO EN EL PODER
Para un movimiento totalitario. llegar al poder ofrece dos peligros: congelarse en
él al ocupar la maquinaria del Estado, en un gobierno absoluto, y limitar su
libertad de movimiento por las fronteras del territorio gobernado. Las dos
situaciones son mortales: "una evolución hacia el absolutismo pondría fin al
impulso interno del movimiento y una evolución hacia el nacionalismo frustraría
su expansión exterior, sin la cual no puede sobrevivir el movimiento". Así, el
movimiento bolchevique ruso y el nacionalsocialismo de Hitler se desarrollaron
partiendo de la doble reivindicación: "dominio total" y "gobernación global".
Trotsky define el movimiento que requiere la revolución con su slogan
"revolución permanente"; si bien para Trotsky esto se refería a una serie de
revoluciones, "desde la burguesía antifeudal hasta la proletaria antiburguesa,
que se extendería de un país a otro", a Stalin le impresionó más el término que
el contenido, de manera que, a partir de 1934, las revoluciones en forma de
purgas permanentes so convirtieron en una institución. Esto, con el objetivo de ir
hacía la "revolución permanente”
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Inestabilidad permanente
La inestabilidad permanente es una constante del régimen totalitario "revolución
permanente":
• Dada por la expansión geopolítica y por los cambios constantes en una
"revolución permanente", que genera constituciones, leyes, decretos,
organizaciones, proyectos, purgas, anuncios, todo aquello que no permita
la estabilidad de ninguna forma.
• Crea un mundo ficticio del movimiento como realidad tangible y operante de
vida cotidiana de apariencia normal.
• Impide que ese nuevo mundo desarrolle estabilidad, lo cual atenta contra
el expansionismo y la eventual conquista mundial. Promueve las leyes
naturales e históricas contra las leyes positivas y de usos y costumbres.
• Aislamientos y desapariciones constantes de individuos.
En el momento en el que las instituciones revolucionarias son un estilo de vida
en un ámbito restringido. el movimiento pierde su "cualidad total", porque pasa a
aceptar que cada nación puede tener un estilo de vida, válido y particular. Es
decir, respeta "la pluralidad". Tener todo el poder en un ámbito restringido no es
un bien para un movimiento totalitario, debe perseguir más poder, la expansión
le es propia. Corno crea un mundo ficticio y respeta sus normas, el poder
significa "un enfrentamiento directo con la realidad", y ese reto preocupa al
totalitarismo. "La propaganda y la organización ya no bastan para afirmar que lo
imposible es posible, que lo increíble es cierto"; "el principal apoyo psicológico
de a ficción totalitaria -el resentimiento activo contra el statu quo que las masas
se niegan a aceptar como el único mundo posible-, ya no está allí". Se filtra otra
información de ese mundo real no totalitario.
(El Gobierno usa como fondo de la imagen de la jefatura ambientes que reflejan
operación, actividad, prosperidad: el Guri, las empresas de Guayana, un campo
en cosecha, las refinerías con humo, universidades, viviendas para ser
entregadas, todo para reflejar normalidad y eficacia).
"La lucha por la dominación total de la población total de la Tierra, la eliminación
de toda realidad no totalitaria en competencia, es inherente a los mismos
regímenes totalitarios". Organizar a los pueblos para objetivos últimos, que
desdeñan la individualidad, el bienestar y promueven las masas. El totalitarismo
persigue eliminar la pluralidad humana, el hombre existe en tanto se comunica,
convive con otros, en tanto es libre para pensar, por esto el aislamiento es una
necesidad. "El totalitarismo en el poder utiliza la administración del Estado para
su fin de conquista mundial a largo plazo". Para la dirección de las sucursales
del movimiento "establece a la Policía Secreta como ejecutora y guardiana de su
experimento", erige campos de concentración o medios de exterminio para
realizar su experiencia de dominación total a partir de la superfluidad del
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hombre.
El Gobierno totalitario reacciona contra la oposición con violencia terrible, no
como lo justifican, como la resistencia a la revolución, sino como si la oposición
fuera la causante de su represión, y no como en verdad es, el último reducto
para el control total. Reprimen a sus opositores nacionales como si fueran
rebeldes en país invadido.
Ámbito internacional
Al principio muchas naciones se hacen solidarias y simpatizan con estos
procesos revolucionarios que persiguen el bien común y la solución de algunos
problemas sociales. Esto sólo da tiempo al proceso totalitario para su
instauración y para su radicalización.
Durante todo el tiempo que les sea posible, tratarán de mantener la
apariencia de normalidad hacia fuera, procurarán mantener sus relaciones
diplomáticas en lo posible. Profundizarán estas relaciones con los países
similares o con objetivos comunes. La jefatura se comportará en otros países
como si fuera el suyo y en el suyo como si fuera un país ocupado. Los límites
territoriales no existen para los regímenes totalitarios.
Muchos de los errores del mundo no totalitario (países o ciudadanos
nacionales o no), se deben a una pérdida de contacto con la realidad. No
conocen lo que es un sistema totalitario. No quieren recordar los horrores del
pasado reciente. Parten de suposiciones inadecuadas, no perciben el riesgo
para sí mismos, con frecuencia los diplomáticos son más burócratas que
especialistas en política. Argumentan los principios de no intervención, etcétera.
Ni el poder, ni las sugerencias diplomáticas de alineación contra estos
regímenes, ni las sanciones ayudan a reintegrar estos países a la democracia. Al
contrario, estimulan la violencia dentro del país y la confrontación con las
potencias o naciones en oposición. Al sistema totalitario le interesa la
confrontación y el aislamiento de sus pueblos.
Aspecto constitucional y leyes
En los primeros tiempos las leyes son el objetivo. Se aprueban muchas, se
reforman las Constituciones, se producen inmensa cantidad de decretos. Luego,
si se cumplen o no, no importa. Sin embargo, las que existen no se eliminan, se
crean cuerpos de leyes, unos sobre otros, para gerenciar nuevos proyectos,
nuevas Constituciones o nuevas áreas de actividad del Estado. Siempre se está
legislando sobre campos nuevos de acción, con esto se fortalece la
inestabilidad, de manera tal que nunca hay claridad sobre la ley. Sus medios de
represión y alcance nunca están claramente reglamentados. Este estado
permanente de ilegalidad instituido ya no obliga a publicar reglamentos válidos.
Según Hitler, "el Estado total no debe conocer diferencia alguna entre la ley y la
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ética", por lo tanto, la ley válida es idéntica a la ética común que procede de la
conciencia, entonces, no hace falta decretar las leyes.
La nueva Constitución es sólo una forma de purgar la administración existente y
de borrar los rastros de vida normal para que no se estabilice. Luego se margina,
no se respeta, no importa, pero no es abolida.
Los conceptos de culpable, cómplice, sospechoso, víctima, victimario, castigo,
sanción, perdón, no tienen nada que ver con lo conocido en democracia ni en
ningún otro régimen distinto al totalitario.
Estado y partido
Se suele pensar que en el totalitarismo Estado y partido funcionan
cohesionados, como uno solo, pero no es así. La fachada del Estado existe para
esconder el verdadero poder que es el del partido. Se dan duplicidades de
organismos en todos los ámbitos y niveles del Estado. El partido los reproduce.
Los que ejercen los cargos públicos no suelen tener ningún poder. Es la Policía
Secreta la que gobierna. El ministerio de Relaciones Exteriores es de apariencia.
La convivencia con el ámbito internacional que al régimen, en verdad, no le
interesa. Tienen otro ministerio encargado de las relaciones con los países que,
para sus objetivos, les interesan, y aun una tercera organización para las
relaciones con los ámbitos totalitarios que están en objetivos alineados. No es
para dar puestos que se crean las instituciones, es para el control y la
inestabilidad institucional que afecta a la población. El repudio a la legalidad y a
la estabilidad encuentra en la Constitución el orden deseado, pero no se le
respeta.
El Gobierno totalitario encuentra apoyo en "la sociedad de masas" que
sólo quiere vivir sin ningún tipo de estructura. Masas que desean rebasar el
orden, ley y límite geográfico, en otros Gobiernos firmemente defendidos. Las
elites adoctrinadas saben que su único deber es satisfacer el interés de la
jefatura y que no se necesitan muchos detalles. Las instrucciones son
intencionalmente vagas para que quien las reciba reconozca la intención de
quien las formula y actúe conforme a ello. Las elites adoctrinadas están
entrenadas no para cumplir lar órdenes de la jefatura sino para satisfacer su
voluntad. Ciertas indicaciones significan más que un contenido verbal.
(En Venezuela: el programa dominical, o cualquier alocución, sin contar las
conversaciones personales con la elite política, la Policía Secreta, son
suficientes para desear cualquier cosa, que deberá ser satisfecha).
El desplazamiento del poder
Es necesario hacerlo constantemente. La multiplicación de organismos es muy
propicia. Emitir cualquier comentario para entender la dirección del movimiento o
de la voluntad de la jefatura del Estado es causa para la eliminación física o la
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eliminación del ámbito de autoridad, sin relevo del cargo. El constante
crecimiento burocrático con este procedimiento se reduce con las purgas. El
sistema de seguridad de Estado crea multiplicidad de organismos para que se
vigilen entre sí. Lo único cierto que tienen es que sólo uno de ellos será elegido
para cumplir la voluntad de la jefatura.
Poder
En un Gobierno totalitario mientras más visibles son las instituciones u
organismos menos es su poder. En un Estado totalitario su objetivo es el poder,
luego la eficiencia para cumplir la voluntad de la jefatura.
Satisfacer las necesidades de la ciudadanía, los parámetros de desarrollo,
su capacidad industrial o productiva, la ética en la administración, eso no es
importante. En este concepto, la duplicidad de organismos resulta adecuada.
Muchos hacen lo mismo, compiten entre sí. El resultado no importa. Esto los
reduce en la conformación de la oposición o del sabotaje. Los van olvidando en
el escenario, sin eliminar a nadie. Como quienes dirigen las organizaciones
duplicadas o las nuevas instituciones, están a la espera del reconocimiento, no
se oponen ni critican ni cuestionan.
Autoridad
La autoridad del jefe no se filtra por delegación a la base como en los Estados
autoritarios. Esto, porque el principio de la autoridad es diametralmente opuesto
al ejercicio de la dominación totalitaria. La autoridad significa restricción o límites
a la libertad, pero nunca su abolición, en la dominación totalitaria se elimina la
libertad, incluso se llega a la eliminación de la espontaneidad, o iniciativa
humana en general. Entre el poder supremo y la masa no hay autoridades
intermedias, las cuales, para su actuación, deberían recibir una dosis de
autoridad y de obediencia delegada. El jefe máximo escoge el organismo o el
individuo a través del cual ejecuta una acción, pero el régimen de niveles de
autoridad es solamente aparente. Es espurio, no existe.
Esto se evidencia particularmente en la relación entre la jefatura y el jefe
de la Policía Secreta, la organización más importante en un régimen totalitario, el
cual, no obstante el poder que tiene dirigiendo y formando las elites y los grupos
policíacos o armados, jamás podrá asumir la jefatura en caso de su
desaparición. No hay cuadros de autoridad. Quien decide sobre esto es el
partido. La búsqueda del poder eficazmente dentro del régimen totalitario no es
posible. Hitler dijo en una ocasión "como factor último, yo debo, con toda
modestia, declarar irremplazable a mi persona... el destino del Reich depende
solamente de mí". La autoridad ejercida es despótica, tirana y cruel, así se les
puede calificar a los jefes del totalitarismo
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Como técnicas de Gobierno, los recursos del totalitarismo parecen
simples y eficaces. Aseguran el monopolio del poder y la certidumbre sin
paralelo del cumplimiento de las órdenes. El tener tantos medios para igual fin,
tantos organismos, tantos jefes, le permite a la jefatura rápidos y sorprendentes
cambios de políticas. Esto produce contradicciones, retardos, ineficiencia,
improductividad, competencia por demostrar la mayor lealtad (fanatismo). Esto
va permeando hasta la población, cuya vida o suerte depende de aspectos muy
distantes de cada persona. Los constantes cambios de posiciones, traslados,
degradaciones, ascensos, no permiten el trabajo en equipo ni la generación de
lealtades. Los ingresos dependen del botín que se tome, no de lo que se
produzca, expansionismo, organizaciones que se asumen. Para el movimiento o
Gobierno totalitario es más fácil demostrar que el objetivo se hace más factible
eliminando a otros que construyéndolos.
(En Venezuela se va el tiempo explicando el sabotaje, la corrupción, el golpismo
que no deja trabajar, pero no se informa de ningún logro cierto. La siembra de
pimentones en los parques es la apariencia de productividad y normalidad para
quienes no tienen visión más allá de sí mismos, para quienes no pueden
imaginar 1.000 hectáreas sembradas de cualquier cosa, ni medir sus
consecuencias).
Justicia
"Justo es lo que es bueno para el movimiento". Las leyes positivas existen,
usualmente, para definir límites entre los individuos que conviven, garantizan la
estabilidad, esto es contrario al totalitarismo. Las leyes que soportan el sistema
jurídico en el totalitarismo, cuando se quiere "argumentar", son las leyes de la
Naturaleza y las leyes de la Historia, La ley no tiene aplicación, está
simplemente escrita, no hay ley, no hay justicia, no hay límite, "todo es posible".
La persona humana no existe si la jefatura no lo desea. Se crea un nuevo
concepto para víctima, victimario, el enemigo "objetivo" sustituye a la víctima, el
cómplice ya no es el cómplice. La responsabilidad individual por la aplicación de
la represión, la tortura, el asesinato, no existe porque no hay víctimas ni
victimarios.
(En Venezuela, el discurso de la jefatura es mentira sistemática en todos los
aspectos).
"La carencia de estructura del Estado totalitario, su desdén por los
intereses materiales, su emancipación del incentivo del beneficio y, en general,
sus actitudes no utilitarias, han contribuido más que cualquier otra cosa a tornar
imprevisible la política contemporánea. La incapacidad del mundo no totalitario
para comprender a una mentalidad que funciona independientemente de toda
acción calculable en términos de hombres y de material y es completamente
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indiferente al interés nacional y al bienestar de su pueblo, muestra en si misma
un curioso dilema de criterio: aquellos que certeramente comprenden la terrible
eficacia de la organización y de la Policía totalitarias sobrestimarán
probablemente la fuerza material de los países totalitarios, mientras que también
es probable que quienes comprenden la despilfarradora incompetencia de las
economías totalitarias subestimarán el poder potencial que pueden crearse con
el desprecio de todos los factores materiales".
Como técnicas de Gobierno los recursos totalitarios parecen simples e
ingeniosamente eficaces. No sólo aseguran un absoluto monopolio del poder
sino la certidumbre sin paralelo de que las órdenes serán cumplidas. Las
múltiples vías para transmitir la información, la confusión de la jerarquía, afirman
la completa independencia del dictador respecto a los inferiores. Así como la
facilidad para cambiar de políticas, algo muy propio del totalitarismo.
En su fanatismo, primero está la elite (entrenados y adoctrinados,
usualmente la Policía Secreta) del Gobierno y luego el pueblo; esto es esencial
para el funcionamiento del totalitarismo, elimina cualquier interés por tareas para
asuntos específicos, haciendo depender todo pensamiento de la actividad
política. Los traslados, degradaciones, transferencias y ascensos constantes
hacen imposible el trabajo en equipo y la adquisición de experiencia, elementos
importantes para el progreso; asunto este poco importante para un Gobierno
totalitario. Alemania en los inicios del totalitarismo tuvo una visión algo diferente
a Rusia, pues le dio alguna importancia a la economía y cierta prosperidad a la
nación.
No es que los dictadores totalitarios sean locos, es más bien que la
sociedades se sorprenden ante el comportamiento, aparentemente errático
desde su perspectiva de lo que es un Estado normal -burocracia, tiranía,
dictadura-, porque se desatienden de las afirmaciones de las jefaturas de los
regímenes totalitarios, de que el suyo es un movimiento internacional y que el
país donde se inicia el proceso es un ámbito temporal, en el camino hacia la
dominación global, los lapsos de tiempo para ello son de decenios o centurias e,
incluso, milenios y, adicionalmente, que los intereses globales se sobreponen a
los locales. Aquí el concepto de justicia se repite, se entiende como justo lo que
es bueno para el movimiento.
La razón por la que no han habido numerosos regímenes totalitarios es
porque los autócratas que toman el poder no desestiman lo utilitario, ni las
posibilidades de la economía.
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La Policía Secreta
Hasta ahora se conocen dos formas de dominación totalitaria: la dictadura del
nacionalsocialismo alemán a partir de 1938 y la dictadura bolchevique a partir de
1930. Muy diferentes de cualquier otra forma de dominación tiránica o despótica,
las dominaciones totalitarias no se derivan de sistemas unipartidistas. "El
objetivo de un sistema unipartidista consiste no sólo en apoderarse de la
Administración del Gobierno, sino, ocupando todos los cargos con miembros del
partido, lograr una completa amalgama del Estado y del partido", mediante lo
cual "el partido se convierte en un tipo de organización propagandística del
Gobierno". En ellas, Gobierno y Ejército mantienen su poder de antes. El
sistema totalitario es total en el sentido negativo de que el partido dominante no
permitirá otros partidos, "oposición alguna ni ninguna libertad de oposición
política". El partido ya no posee su centro de poder.
En el totalitarismo el Estado nunca absorbe al partido. Las organizaciones
del movimiento totalitario no son absorbidas por el Gobierno. Esto se resuelve
llevando a la jerarquía del Estado solamente a los miembros del partido de
jerarquía secundaría. Todo el poder real está fuera del Estado y del aparato
militar. En el centro del poder se toman todas las decisiones y con mucha
frecuencia la Administración Pública no participa ni se entera de lo que pasa o va
a pasar. Las aspiraciones a ocupar cargos públicos importantes "burgueses" se
paga "con la pérdida de su influencia en el movimiento y de la confianza de sus
jefes "El totalitarismo utiliza al Estado "como su fachada exterior" al mundo no
totalitario para mantener una imagen de apariencia normal. Esto les crea
dificultades hacia adentro, donde la diferencia es claramente percibida.
Por encima del Estado, en medio de la duplicidad de actividades, del
desplazamiento de autoridad, emerge el centro del poder que descansa en la
Policía Secreta, eficientísima y muy competente.
El Ejército
El régimen totalitario da especial atención a la Policía y manifiesta desdén por el
Ejército; esto surge del objetivo trascendente que es "la aspiración totalitaria a
una dominación mundial", por esta razón el Ejército es irrelevante, no se
distingue un país extranjero o asuntos extranjeros de los propios. La soberanía
no existe. Las Fuerzas Armadas preparadas para luchar contra un agresor
extranjero han sido siempre un dudoso instrumento para una guerra civil, porque
les resulta difícil considerar a su pueblo agresor extranjero. No son eficientes en
los regímenes totalitarios ni en escenarios de guerra, porque el dirigente
totalitario considera a "las víctimas de su agresión foránea como rebelde?,
culpables de alta traición, y, en consecuencia, prefieren dominar los territorios
con la Policía y no con fuerzas militares.
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(En Venezuela, el asunto de la guerrilla en la frontera con Colombia).
El totalitarismo, incluso antes de apoderarse del poder, posee servicios de
espionaje dentro y fuera del país. En el ejercicio del poder este personal, la
Policía Secreta, es mejor pagado que el Ejército, que embajadores o personal
diplomático. Las ramas internacionales de la Policía Secreta deben transformar
constantemente la política exterior del Estado totalitario en asuntos internos del
movimiento totalitario, y mediante la influencia en la política interna de esos
países preparan el momento para la asunción del poder allí, del dirigente
totalitario. Sin embargo, su papel fundamental es dentro del país donde
gobierna. Los despotismos también se apoyan en la Policía Secreta y esta
similitud con el totalitarismo solamente aparece en sus primeras etapas, cuando
todavía existe oposición política. Una vez reducida la oposición, el totalitarismo
se expande a la Policía Secreta. Esta Policía Secreta se usa más adelante para
la represión y exterminio dentro del país. El Ejército se usa para pacificar las
rebeliones y a la oposición política abierta. Luego, la Policía Secreta toma el
control.
(En Venezuela esto ha sido obvio: la plaza de la meritocracia, mujeres en
Valencia, entre otros).
En las primeras fases del régimen, la represión, la Policía Secreta usa
métodos de excesiva crueldad, se ocupa de la localización de enemigos
"objetivos", combinada con reclutamiento de la población para realizar esas
localizaciones, lleva adelante la reeducación para servicios de espionaje de los
antiguos miembros del partido, a fin de operar más tranquilamente sus cuadros
especialmente entrenados.
La primera fase del totalitarismo termina con la liquidación de la oposición
o resistencia abierta y de la oposición secreta en cualquier forma organizada.
Final de 1935 en Alemania y 1930 en Rusia.
Sólo después de haber exterminado a los enemigos auténticos y
comenzado la caza de los "enemigos objetivos" se torna en terror el verdadero
contenido del régimen totalitario. Bajo el pretexto de prueba o demostración de la
revolución en un territorio dado, se hace la reivindicación del totalitarismo, que
es la dominación total. Y aunque teóricamente la dominación total sólo es
posible con la dominación mundial, los regímenes totalitarios han demostrado
que pueden llevar esta parte de la utopía a la perfección porque en el camino
(están caminando siempre hacia la utopía) no importan las derrotas, la victoria,
ni el tiempo. La fuerza que se aplique no importa, porque permite pasar algunos
puentes -los exterminios- y tener logros, como pueden ser justamente los
exterminios.
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Los cuadros de Policía son para servir más al movimiento de dominación
total que a la seguridad del régimen.
¿Cuál es la diferencia entre dominación total y expansión imperialista?
La Policía Secreta aparece después que el Ejército ha pacificado el país. En los
regímenes totalitarios, la provocación por parte de la Policía Secreta no hace
falta. La detención de un supuesto enemigo, o enemigo "objetivo", se hace
solamente por presunción. Los enemigos "objetivo" del totalitarismo se definen
desde antes de su aparición y se van manteniendo ante la opinión publica, de
manera tal que hacer que alguien encaje en la definición es suficiente para que
se considere enemigo. Así, los "judíos" en Alemania y "las clases poseedoras"
de la Rusia soviética no eran sospechosos de acciones hostiles, habían sido
declarados enemigos "objetivos" del régimen de acuerdo con su ideología.
La diferencia principal entre la Policía Secreta despótica y la Policía
Secreta totalitaria es que el enemigo se define como sospechoso, en el primer
caso, y como enemigo "objetivo", en el segundo.
El enemigo "objetivo" es definido por la política del Gobierno, no importa
si le hace oposición y lo desea derrocar o no, o si tiene o no pensamientos
peligrosos o antecedentes. Es como si un individuo insultara sistemáticamente a
otro en presencia de muchos, hasta que los otros entienden que es su enemigo,
de manera que un día podrá matarle en defensa propia sin que otros le
detengan. Esto le permite al dirigente totalitario, tras un gigantesco crimen,
retornar a la vida normal. Esos enemigos "objetivo", pueden incrementarse
muchas veces. En el caso de Hitler, definió como enemigo "objetivo" a los judíos,
al pueblo polaco, a los subcapacitados alemanes, etcétera. Los rusos fueron
ampliando igualmente sus enemigos "objetivo", empezaron por los
descendientes de las clases dominantes del zarismo, luego los kulaks, luego los
rusos de origen polaco (1936), la judería rusa después del establecimiento del
Estado judío, los tártaros y los alemanes del Volga.... La identidad del enemigo
"objetivo" cambia según las circunstancias y no obedece a la búsqueda de
simpatía en algún sector. Este cambio obedece a la definición del régimen como
un movimiento, cuyo avance tropieza con obstáculos que deben ser removidos.
Si se habla de pensamiento legal, el enemigo "objetivo" en el régimen totalitario,
encontramos que esa es la idea central del totalitarismo.
(En Venezuela, periodistas, medios, cúpulas podridas, escuálidos, oligarcas,
Gente de Petróleo, etcétera).
Estrechamente relacionada con este aspecto del enemigo `objetivo" y su
pensamiento legal, está la Policía Secreta, que en todos los regímenes
despóticos o constitucionales democráticos, por la simple posesión de la
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información, van convirtiéndose en una abierta amenaza a los miembros del
Gobierno; por el contrario, en los regímenes totalitarios se halla completamente
sujeta a la voluntad de la jefatura, que es quien decide quién será el próximo
enemigo "objetivo", y cuál el medio para su liquidación. Así como en un Estado
no totalitario el Ejército ejecuta la política, en el Estado totalitario esto lo hace la
Policía Secreta.
EL objetivo de la policía totalitaria no es descubrir delitos, sino hallarse
disponible cuando el Gobierno decida detener a cierto sector de la población.
Ellos saben perfectamente qué se quiere con una orden aparentemente inocua,
como por ejemplo, producir más tubos en una fábrica (eliminar el jefe de la
fábrica, obtener en verdad más tubos, acelerar su fabricación, liquidar toda la
gerencia, o abolir una determinada fábrica, hacer que esto se repita en toda la
nación para una nueva purga). La superposición de organismos para igual fin
hace más efectiva la acción de la Policía Secreta, porque permite cambios a
última hora, así todos los involucrados tienen preparada su acción y el dictador
escoge destituir al director de la fábrica, o la purga.
(En Venezuela, DISIP, Guerreros de La Vega. Círculos Bolivarianos, Policía de
Caracas, Carapaicas, Tupamaros, otros nacionales o extranjeros).
La Policía Secreta no invierte tiempo en averiguar qué piensan las
víctimas, sólo está lista para buscar al "enemigo objetivo" que decidió el dictador.
La Policía Secreta se convierte en depositaria de los más importantes secretos
del Estado, tiene prestigio y posición, pero no tiene poder real, nunca conoce
nada que el jefe no conozca mejor. Se convierten en simples ejecutores.
Aspectos legales
Desde el punto de vista legal, aun más interesante que el paso de sospechoso a
enemigo "objetivo" es la sustitución totalitaria de la sospecha de un delito por la
posibilidad de éste. El "delito posible" no es más subjetivo que el enemigo
"objetivo". Mientras que el "sospechoso" (en regímenes despóticos o
democráticos) es detenido porque es capaz de cometer o haber cometido un
delito. La versión totalitaria del delito posible está basada en la anticipación
lógica de los desarrollos objetivos. Tras las fantásticas e inventadas
acusaciones, se puede fácilmente detectar el siguiente cálculo lógico: "La
evolución de la Unión Soviética podía conducir a una crisis, una crisis podía
conducir a un derrocamiento, de la dictadura de Stalin, ello podría debilitar la
fuerza militar del país y producir probablemente una situación en la que el nuevo
Gobierno tendría que firmar una tregua, o incluso concluir una alianza con
Hitler". Tras lo cual Stalin procedió a declarar que existía un complot para el
derrocamiento del Gobierno y una conspiración. Contra estas probabilidades
objetivas, pero improbables, se alzan sólo factores subjetivos, tales como lealtad
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de los acusados, su fatiga, su incapacidad de comprender lo que estaba
sucediendo, su firme convicción de que sin Stalin todo estaría perdido, un
número de detalles, de hecho, que carecían de la consistencia de este ficticio,
lógico y posible delito. Se procedió a la purga.
La presunción central del totalitarismo de que todo es posible, conduce a
la represión de todo aquello que haga posible un delito, independientemente de
que sea cometido. Así, el delito "posible", como el enemigo "objetivo", queda
fuera del alcance de la policía que nunca puede descubrirlo, provocarlo o
inventarlo. En este momento también la Policía Secreta pierde su
independencia.
(En Venezuela, la denuncia de magnicidio, de sabotaje, de conspiración, la
acusación sobre supuestos asesinatos cometidos, etcétera).
Lo único en común de la Policía Secreta del totalitarismo con la de otros
regímenes, se refiere a las posibilidades que le brinda su financiamiento por
métodos ilegales. Pero como el régimen totalitario desprecia lo financiero o
económico, esto legitima las fuentes de la Policía Secreta, dándole una imagen
de respetabilidad. No sólo están organizadas más allá de la ley, sino que son la
encarnación de la ley, y, por lo tanto, la respetabilidad queda por encima de toda
sospecha.
Los agentes de la Policía Secreta constituyen la nueva clase dominante
en los países totalitarios y sus normas y escalas de valores penetran toda la
sociedad totalitaria. Así tenemos que la categoría sospechoso abarca a toda la
población. Cada línea de pensamiento que se aparta de la línea del partido, la
cual es constantemente cambiada, sea cual fuere el área de actividad humana,
coloca al ciudadano como sospechoso.
Por su capacidad de pensar, los seres humanos son "sospechosos". Esta
sospecha no se descarta en razón de una conducta ejemplar, porque la
capacidad humana para pensar es también una capacidad para cambiar las
mentes propias. Como no puede conocerse la verdad del corazón de otro
hombre, la sospecha no puede ser mitigada si ya no existen en los ciudadanos la
comunidad de valores y el interés común. La sospecha mutua, por lo tanto, cala
todas las relaciones sociales en los países totalitarios y crea una imagen
omnipresente, al margen de la esfera de la Policía Secreta.
Los individuos se convierten en provocadores, delatores y colaboradores
de la policía mediante la denuncia, prestando servicio voluntario. Esto ha existido
siempre, pero en los regímenes totalitarios se organiza muy bien, de manera tal
que el trabajo del policía profesional es superfluo e innecesario. Es un sistema
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de espionaje ubicuo, donde todo el mundo puede ser agente de policía, y donde
cada individuo se siente sometido constantemente a vigilancia bajo
circunstancias, además, en las que las carreras profesionales son
extremadamente inseguras, y donde los ascensos y caídas más espectaculares
son sucesos cotidianos; cada palabra se torna equivoca y es sometida a una
interpretación retrospectiva.
(En Venezuela, sustitución de ministros, de los presidentes de PDVSA, cambios
en el Consejo Nacional Electoral, en la dirección de las Policías, de
embajadores, de generales, etcétera).
Esta penetración es muy evidente en las carreras profesionales.
Usualmente un profesional debe esperar ascensos por méritos y antigüedad;
mediante sus conexiones con la policía, y los métodos para tal fin, podrá eliminar
a sus superiores y competidores dentro del partido y en la administración, por
servicios prestados, pasando por encima de aquellos a quienes corresponda.
Los que ocupan altos puestos, no sólo obtuvieron sus ascensos de las purgas
que eliminaron a sus antecesores, sino que sus ascensos de esta forma serán
en todos los caminos de su vida. Una purga cada 10 años en la Unión Soviética
daba cabida a la nueva generación hambrienta de posiciones.
(En Venezuela, purga de PDVSA, purga del Ejército, purga de Relaciones
Exteriores, purga de policías, cierre de industrias y desempleo consecuente,
entre otras).
Este estilo administrativo, si bien elimina la competencia para ascender,
tiene siempre gente joven ascendiendo y activa, e impide estabilización de
condiciones, que en tiempos de paz se halla preñada de peligros para la
dominación totalitaria. Eliminando la antigüedad y el mérito se impide el
desarrollo de lealtades que normalmente ligan a los jóvenes de un cuerpo con
sus mayores, de cuya opinión y buena evaluación, dependen sus ascensos;
barren los peligros del paro y aseguran puestos a todo el mundo, acorde con su
preparación.
(En Venezuela, "meritocracia": PDVSA, ascensos militares, nombramientos en
toda la administración pública, calidad de los parlamentarios, gobernadores,
alcaldes, designación de magistrados y de jueces, entre otros).
Ejemplo: En 1939, después de la inmensa purga de la Unión Soviética, Stalin
observó satisfecho que había podido elevar a los puestos dirigentes a 500.000
jóvenes. La humillación implícita en el hecho de deber el puesto a la injusta
eliminación del predecesor, tiene el mismo efecto desmoralizante que la
eliminación de los judíos tuvo en los profesionales alemanes. Convierte a cada
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poseedor de un puesto de trabajo en cómplice consciente de los crímenes de un
Gobierno, del cual se beneficiaron, tanto si les gustaba como si no les gustaba.
Con el resultado de que cuanto más sensible resulte el individuo humillado, más
ardientemente defenderá al régimen. Adicionalmente, genera una muy fuerte
lealtad a la jefatura del partido, jefe máximo, de quien dependió su puesto y con
él, su medio de vida. Esta nueva generación tiene una posibilidad gracias a la
purga del jefe. Se logra, además, la identificación de lo público con lo privado.
Dependo definitivamente del partido. Cuando esta identidad de intereses,
jefatura-individuo, se rompe con la purga siguiente, el régimen se asegura que el
ocupante del puesto desaparezca del mundo de los vivos.
(En Venezuela, directiva y ejecutivos, o profesionales y obreros calificados de
PDVSA, generales, coroneles y otros militares y magistrados).
El individuo, en su rol de agente doble que hace de provocador-delator, se
halla identificado con la causa de la revolución y no sólo con la Policía Secreta.
En esta esfera, un ascenso espectacular puede acabar con una muerte
anónima, dado que es imposible
el juego de doblez por largo tiempo. Cuando el Gobierno fija como normas de
ascenso las que habían prevalecido en los proscritos (automarginados), ha
efectuado uno de los cambios más trascendentes en la psicología social, la
psicología de los agentes dobles que están dispuestos a pagar con una vida
breve la exaltante existencia de unos pocos años en la cumbre. Esto constituyó
la característica fundamental de la generación posrevolucionaria en Rusia y en
Alemania. Es la sociedad viviendo conforme a las normas de la Policía Secreta
totalitaria.
Sólo en las fases iniciales, cuando todavía se desarrolla una lucha por el
poder, son sus víctimas los sospechosos de oposición, luego prosigue su carrera
con la persecución del enemigo "objetivo" (los judíos, los polacos, los
contrarrevolucionarios, los hijos de aquellos que hace dos o más generaciones
poseyeron una casa, o esto o aquello). Esta consecuente arbitrariedad niega la
libertad humana más eficazmente que cualquier tiranía. Para que la tiranía le
castigue a uno, uno debe declararse su enemigo. La libertad de opinión no
queda abolida en los valientes que quieran ejercerla. El totalitarismo
teóricamente da la libertad de oposición, pero el ejercicio del acto voluntario de
disentir tendrá asegurado el castigo. En este sistema totalitario la libertad no sólo
se ha reducido hasta para ejercer libremente el suicidio, con lo que se le
imposibilitaría el castigo a los inocentes. La policía elimina la necesidad de
disentir y concibe al inocente y al culpable como igualmente indeseables.
(En Venezuela, medios de comunicación, líderes de oposición, periodistas,
Gente de Petróleo).
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"El cambio en el concepto del delito y de los delincuentes determina los
nuevos métodos de la Policía Secreta totalitaria". Los delincuentes son
castigados, los indeseables, los superfluos, los que no interesan al régimen
desaparecen de la faz de la Tierra. Lo que no puedes desaparecer es su
existencia en el corazón de los que los amaron. Rusia llegó a tener un dossier de
cada ciudadano, con todo su ámbito de relaciones familiares, de amistades. Una
vez detenido un individuo por la Policía Secreta totalitaria, éste no existe más y
su ámbito corre igual peligro. Es tan terrible, que si bien la muerte deja a la
víctima y al cuerpo, los métodos que utiliza este régimen hacen desaparecer a la
persona. Es como si nunca hubiera existido.
La relación entre Sociedad secreta y Policía Secreta es obvia. En su
ascensión al poder, el movimiento totalitario imita a las Sociedades secretas -
anonimato de las víctimas-, pero una vez en el poder y creada la Policía Secreta,
ésta funciona como la verdadera Sociedad secreta caracterizada por el
anonimato de las víctimas, cuya identidad es desconocida por los perseguidores,
hasta que se produce la decisión arbitraria de la jefatura, eliminándolas del
mundo de los vivos y exterminando su recuerdo del mundo de los muertos. Es
así como la Sociedad secreta de los regímenes totalitarios se identifica con la
Policía Secreta.
El único secreto estrictamente guardado en estos regímenes totalitarios
es el concerniente a las operaciones de la policía. Los hechos se conocen, que
hay víctimas, que desaparecen, que inocentes son apresados, etcétera; pero el
delito más grande es comentar sobre esto. Un hombre necesita saber que
existe, y ello depende de poder compartir y comunicar conocimientos o
sentimientos con otros. En este caso, comentar sobre esos secretos,
generalmente compartidos, pero individualmente guardados y nunca
comunicados, por lo que se convierten en algo irreal, en una pesadilla. Sólo los
que tienen el conocimiento acerca de las nuevas categorías de indeseables, y el
plan operativo para su exterminio, pueden compartir lo que constituye la realidad
para todos, y para guardar este secreto quedan convertidos en Sociedad
secreta. Este es su secreto. Mientras lo guarden pertenecen a ella, a la elite, y
no lo denunciarán aun en prisión, tortura o muerte.
(En Venezuela, caso de De Gouveia, paramilitares entrenados en Venezuela,
Lina Ron, asesinos de los policías en La Campiña, conocimiento sobre
terroristas extranjeros).
Si bien los dirigentes totalitarios, una vez en el poder, creen que deben
seguir la ficción utópica y que las reglas o normas quedaron establecidas en su
lucha por el poder, descubren gradualmente las implicaciones totales de esas
reglas o normas:
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• La omnipotencia humana (por eso Dios no es posible en su utopía). Todo
puede hacerse a través de la organización.
• Esto los lleva a situaciones esbozadas por la imaginación, pero que la
actividad humana jamás realizó (lo ficticio está sobre los hechos).
• Establecen, pues, para forzar esta utopía, la Policía Secreta, el soldado
político, el combatiente ideológico, preparado para poder realizar la
indecente experiencia experimental sobre lo que es posible (en
Venezuela, los Círculos Bolivarianos y muchos más).
• La conspiración "totalitaria" contra el mundo no totalitario y su
reivindicación de dominación total, global, patente tanto en la dominación
totalitaria como en los movimientos totalitarios, se halla impresa en la
coordinación de sus simpatizantes, como una supuesta conspiración de
todo el mundo contra su propio país. Las relaciones internacionales que
ellos mantienen no son objeto de sospecha, porque ellos saben cómo
manejarlas. Los ciudadanos fuera del ámbito territorial se convierten en
espías para el régimen totalitario, y los extranjeros en el territorio son
espías para su país de origen. Esto da lugar y justifica los telones de
acero, el no tránsito libre hacia y desde el ámbito territorial totalitario, de
esta manera su experimento de la utopía no puede ser evaluado desde
afuera ni desde adentro por los ciudadanos que se dominan.
(En Venezuela, la confrontación con el mundo occidental y el establecimiento de
alianzas con el Oriente medio, la China, con Cuba y con algunos países
latinoamericanos).
La normalidad
Durante un largo tiempo mantener la normalidad es imprescindible mientras se
cometen las purgas y los crímenes masivos totalitarios. "Los hombres normales
no saben que todo es posible", se niegan a creer en lo monstruoso frente a sus
ojos y oídos. De la misma manera que el hombre masa no cree en lo que ven
sus ojos y escuchan sus oídos, ante una realidad normal que no tenga lugar
para él. Los regímenes totalitarios pueden llegar tan lejos en la creación del
mundo ficticio y utópico porque el mundo exterior, no totalitario, el cual incluye la
población del mismo país, incurre en el error de confundir sus deseos con
realidades y elude la realidad, de la misma manera que las masas la eluden
frente al mundo real.
Esta repugnancia al sentido común es reforzada desde el poder
prohibiendo las estadísticas. No se publican hechos, datos, cifras, de manera
que los informes subjetivos los sustituyen. Así, los resultados del mundo ficticio
son parcialmente conocidos.
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(En Venezuela, desde septiembre de 2002, fecha en que se terminó el Censo
Nacional, no ha sido publicado. Despidieron al director cuando programó la
presentación de los resultados. Los informes del Presidente al Congreso no
presentan hechos concretos ni cifras, los informes del Banco Central de
Venezuela están suspendidos).
En relación con los valores propios de una sociedad, no se sabe cuántas
personas están dispuestas a una vida más corta en el ejercicio de sus carreras
profesionales, a cambio de las ventajas materiales derivadas de esto; es decir, a
pagar el precio por ello. Es fácil comprender en cuanto a la propaganda
totalitaria y algunas instituciones, cómo responden a las necesidades de las
masas desraizadas, pero es casi imposible conocer cuántas de esas personas,
si llegaran a verse expuestas a una constante de desempleo, aceptarían de
buena gana una "política de población" que consiste en la eliminación regular de
las personas excedentes y cuántas, una vez que hubieran comprendido
completamente su creciente incapacidad para soportar las cargas de la vida
moderna, se conformarían, de buen grado, con un sistema que junto con la
espontaneidad, eliminara la responsabilidad.
Dominación total
El terror, todo es posible, no hay límite: eliminación de la iniciativa o
espontaneidad en la persona, el aislamiento del Gobierno en su mundo ficticio y
de los individuos (en los campos de concentración), y del mundo exterior.
Los campos de exterminio son la forma de demostrar la creencia
fundamental del totalitarismo de que todo es posible. "La dominación total, que
aspira a organizar la infinita pluralidad y la diferenciación de los seres humanos
como si la Humanidad fuese justamente un individuo, sólo es posible si todas y
cada una de las personas pudieran ser reducidas a una identidad nunca
cambiante de reacciones, de forma tal que pudieran intercambiarse al azar cada
uno de estos haces de reacciones" y la sociedad siempre funcionara igual. El
problema que se plantea es fabricar algo que no existe, un tipo de especie
humana que se parezca a otras especies animales cuya única "libertad"
consistiría en la "propagación de la especie humana" (y ni siquiera ésta, porque
en China la natalidad está controlada).
El totalitarismo trata de implantar esta construcción de la Humanidad
mediante el adoctrinamiento de elites y a través del terror, para lo cual son
implacablemente empleadas las elites de la Policía Secreta (los programas de
exterminio, Siberia y los campos de concentración nazi, purgas). Los
mecanismos de terror (campos) se usan como centros de experimentación no
sólo para la eliminación masiva, sino para la destrucción de la espontaneidad, de
la iniciativa del pensamiento, transformando así la personalidad humana en una
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cosa, algo que ni siquiera son los animales; si el perro es condicionado para
comer cuando suena la campana, y no cuando tiene hambre, ha sido pervertido.
"De la misma manera que la estabilidad del régimen totalitario depende
del aislamiento del mundo ficticio del movimiento respecto del mundo exterior",
internamente, depende del aislamiento del hombre. Es el aislamiento del hombre
del mundo de los vivos -los campos de concentración y de Siberia- y del mundo
exterior.
Por improbable que parezca, estos campos de concentración "son la
verdadera institución central del poder organizador totalitario". Es tan terrible la
experiencia que los que la sufrieron se niegan a recordarla y ni siquiera la
comunican o comentan con aquellos que también la han sufrido; a quienes se
les comenta sobre esto, les parece un terror tan grande que lo asumen como
algo improbable, de manera que los asesinos pueden con mentiras proclamar su
inocencia y serán más fácilmente creíbles que sus víctimas, y para quienes
asesinan el castigo se hace desproporcionado, y por lo tanto insignificante, pues
el castigo es el mismo por matar a una persona que por matar a miles.
Los nazis promovieron el principio de que para que una mentira fuera
creíble tenía que "ser enorme", pero igualmente una verdad inmensamente
terrible como que matarían a los judíos como piojos, por ser tan terrible, tampoco
fue creíble en su momento. El camino hacia la dominación totalitaria pasa por
fases intermedias. En la fase inicial el terror es extraordinariamente sangriento
para eliminar a los adversarios y hacer imposible toda oposición ulterior. Pero el
terror total comienza después de esta fase inicial, "cuando el régimen ya no tiene
nada que temer de la oposición". En el totalitarismo todo es posible, pero lo que
surge contra el sentido común no es que "todo esté permitido", lo que el sentido
común y la gente normal rechaza es que "todo sea posible".
Por ejemplo, se puede entender la categoría asesinato, pero supera la
capacidad de comprensión cuando el asunto se refiere a producción de masa de
cadáveres, ¿cuál es el sentido del asesinato, en este caso? Cualquier
explicación carece de importancia, la importancia la adquiere el comprender que
lo más grave no es la desintegración física del hombre, sino la desintegración de
su individualidad, de su intelecto, de su alma, de su espíritu, de su carácter. Lo
grave es que el resultado final es el hombre inanimado y que su reincorporación
al mundo es similar a la resurrección de Lázaro. Es el regreso del mundo de los
muertos al de los vivos. Por lo tanto, buscar explicaciones en el sentido común
es factible sólo para aquellos que indagan de manera superficial en el horror. El
que sale del campo regresa al mundo de los vivos sin recordar los detalles del
horror vivido. Es tan terrible la experiencia que ni siquiera sirve para agrupar, con
esas personas, un partido político ni organización que esté dispuesta a luchar
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contra esta posibilidad a fin de que no se repita. La única forma de estimular a la
población a una guerra necesaria contra esto es motivarla a la lucha contra las
condiciones que la gente ya no desea vivir.
(En Venezuela ya se han aplicado aislamientos: las zonas de seguridad; el Este
de Caracas separado del Oeste; las negaciones a algunos sectores de la
población de provisiones de gasolina o de comida, de dólares y, con ello, de
salud, de seguridad mediante Policía, de empleo, de otros servicios. La gente se
ha sentido no sólo discriminada sino despreciada, efectivamente, como si no
existiese. El desempleo como consecuencia de las purgas (PDVSA) o por
inactividad económica. La negación de un futuro para las generaciones jóvenes
de los sectores aislados. Las consecuencias del sufrimiento físico y espiritual no
importan, las personas no existen).
"...el temor a los campos de concentración y la resultante percepción
sobre la naturaleza de la dominación total pueden servir para invalidar todas las
anticuadas diferenciaciones políticas de la derecha a la izquierda y para
introducir junto y sobre ellas el sistema de medición más importante para juzgar
los acontecimientos de nuestro tiempo, es decir, para determinar si sirven o no a
la dominación totalitaria".
No se trata solamente de la vida y la muerte. En el caso de un asesinato,
el asesino deja un cadáver tras de sí, pero no pretende que la víctima no haya
existido nunca, si borra los rastros, son los de su propia identidad, no los de la
identidad de la víctima. No los del recuerdo y del dolor de las personas que
amaban a la víctima; destruye una vida, pero no el hecho de su existencia. La
política la entendemos como todo o nada en todo, ello significa una
indeterminada forma de vida en común. Una victoria de los campos de
concentración significaría el fin de la Humanidad, al igual que lo significaría una
guerra atómica. Los campos de concentración no pueden ser comprendidos
porque permanecen al borde de la vida y de la muerte. Es más terrible que la
esclavitud, que la deportación, que los trabajos forzados. En todos estos casos
los hombres conservan el derecho sobre su cuerpo, no son torturados ni
absolutamente dominados. Los deportados se separan de una parte de su
mundo, los esclavos tienen un valor e interactúan en su contexto. Como
instrumentos de trabajo gozan de cierta protección y cuidado. El individuo
internado en el campo de concentración no tiene precio, nadie sabe a quién
pertenece, porque nunca ha sido visto, en tiempos normales es superfluo, no
hace falta, en otros momentos ha sido usado como medio de trabajo. Allí van los
superfluos para el régimen totalitario, los que no tienen derecho a vivir y por eso
son eliminados sin dejar huella. En el sistema totalitario los ciudadanos comunes
pueden ser reclutados para trabajar donde la autoridad lo considere necesario.
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Los campos de concentración los clasifica Hannah Arendt como Hades,
Purgatorio e Infierno: Hades son los campos similares a los de los desplazados,
son relativamente aceptables. Están organizados en los países no totalitarios
para personas superfluas y molestas, sobrevivientes a la guerra; el Purgatorio
son los campos de trabajo de la Unión Soviética, en los que combinaban
desatención personal y física, "con un caótico trabajo forzado"; el Infierno son los
organizados por los nazis para "proporcionar el mayor tormento posible". Los
tres tienen en común el que las masas allí ubicadas "son tratadas como si ya no
existieran". "El resultado es que se ha establecido un lugar donde los hombres
pueden ser torturados y asesinados y, sin embargo, ni los atormentadores ni los
atormentados, y menos aún los que se hallan fuera, pueden ser conscientes de
que lo que está sucediendo es algo más que un cruel juego o un sueño
absurdo". Es de destacar que el Hades, el Infierno y el Purgatorio, el hombre
puede aceptarlos como la consecuencia de la justicia, y su eliminación como la
aplicación de la gracia, y además concibe la proporcionalidad a la gravedad de
los pecados, pero en los regímenes totalitarios esto no es así, cualquiera puede
ser sospechoso y, por lo tanto, sujeto de la injusticia. Por ejemplo, los
desempleados que se tornan onerosos e incómodos al régimen.
Esto puede suceder porque los derechos del hombre que habían sido
solamente formulados, "que nunca habían sido políticamente garantizados, sino
simplemente proclamados, habían perdido toda validez en su forma tradicional".
El primer paso en la dominación totalitaria es matar en el individuo a la
persona jurídica (culpable ante la ley) mediante:
La prisión en campos de personas inocentes, "colocando a ciertas categorías de
personas fuera de la protección de la ley" -el enemigo "objetivo"- "y obligando al
mismo tiempo al mundo no totalitario, a través de instrumentos de
desnacionalización, al reconocimiento de la ilegalidad". Esto se logra colocando
los campos de concentración "fuera del sistema penal normal" y del
procedimiento judicial normal, el cual concibe un tipo de internado para un tipo
de delito (mínima máxima o extrema seguridad). Le dan a los campos la
connotación de medidas protectoras y preventivas. El campo nunca será para
castigos por delitos definidos.
Inicialmente, los delincuentes van a los campos después de cumplir su
condena y para un fin definido; por lo tanto, los ciudadanos en los campos son
menos que un delincuente común. Después vinieron los políticos y luego el
tercer grupo, los inocentes, los que no tenían ninguna razón que justificara su
internamiento. Es este tercer grupo el conveniente para el "expolio y destrucción
de la persona jurídica". Esto se valida en las cámaras de gas que no fueron
creadas para sanciones individuales. Cuando se preguntó para qué se habían
hecho, se contestó: ¿para qué has nacido? Al asimilar al campo al delincuente y
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al político se les incorpora al concepto del tercer grupo y pierden cualquier
posibilidad de protección o de justicia. En los tiempos finales de los regímenes
nazi y ruso los campos eran solamente para inocentes. En los campos se
categorizaban los grupos, lo cual no permitía la solidaridad entre ellos, todo lo
contrario, se separaban más. Característica esencial lo fue también la selección
arbitraria de las víctimas a ser confinadas. Si hubieran sido sólo para los
políticos, una vez desaparecida la oposición, habrían desaparecido también los
campos. Los políticos son la justificación inicial, su existencia no termina ni
siquiera con la renuncia de los ciudadanos al ejercicio de sus derechos políticos.
La destrucción de los derechos del hombre y su destrucción como persona
jurídica son elementos fundamentales para el sistema totalitario, por eso se
aplica no sólo a categorías especiales, como judíos, desempleados,
homosexuales, sino a todo habitante del Estado totalitario. El sentimiento libre es
tan obstaculizador como la libre oposición. Los criterios o categorías
susceptibles de los campos son permanentemente cambiados para permitir su
vigencia.
El segundo paso es el asesinato de la persona moral del individuo
Una vez designado el enemigo "objetivo" se involucraba en su aspecto de
víctima todo lo que lo tocara humanamente, como su esposa, hijos, padres,
amigos, etcétera. Para garantizar la supervivencia, por lo menos de los hijos, la
esposa se veía obligada a abandonar al marido, el amigo al amigo, los hijos a los
padres, el hermano a la hermana, etcétera. En los campos ponían a administrar
a las víctimas, de manera que era imposible diferenciar el rol de víctima del de
victimario o asesino. Se le quita, incluso, el derecho a morir heroicamente, a
morir siquiera; así que, como no existe, su muerte tampoco existe, y por lo tanto
no tiene valor, porque él nunca existió.
"A través de la creación de condiciones bajo las cuales la conciencia deja
de hallarse adecuada y el hacer el bien se torna profundamente imposible, la
complicidad conscientemente organizada de todos los hombres en los crímenes
de los regímenes totalitarios se extiende a las víctimas y así se torna realmente
total".
El tercer paso es el asesinato de su identidad, de su conciencia
Una vez muerta la persona moral dentro del individuo, lo único que todavía
impide a los hombres convertirse en cadáveres vivos es la diferenciación del
individuo, su identidad única. En este ambiente de los campos, tan estéril, la
individualidad sólo puede ser preservada por el estoicismo persistente (fortaleza
o dominio sobre la propia sensibilidad, fortaleza y ecuanimidad frente a la
desgracia). Bajo la dominación totalitaria muchos hombres se han refugiado y
siguen refugiándose cada día en este absoluto aislamiento de una personalidad
sin derechos o conciencia. Esta parte de la persona es la más difícil de destruir,
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y cuando resulta destruida es la más factible de restaurar.
En el proceso para lograr esto se usan métodos inimaginables. Se
empieza con las torturas políticas para hacer hablar, luego se satisface la
psicopatía de los delincuentes e insanos, que participan de la policía, y por ser
estos los torturadores es más la consecuencia de la insania, la tortura es más
violenta y produce muchos muertos. Luego vienen los campos, la de los campos
es más fría, calculada, sistemática, a más largo plazo, más perversa. No sólo
destruye poco a poco los cuerpos, sino también la dignidad humana. En los
campos la muerte no sólo era evitada, se posponía indefinidamente. Las
víctimas "objetivo" servían para entrenar el personal que formará parte de la
Policía Secreta. La experiencia de los campos de concentración muestra que los
seres humanos pueden ser convertidos en especímenes del animal humano, y
que la "naturaleza" del hombre es solamente "humana" en tanto que abre al
hombre la posibilidad de convertirse en algo altamente innatural, es decir, en un
hombre.
Tras el asesinato de la persona moral y el aniquilamiento de la persona
jurídica la destrucción de la individualidad casi siempre tiene éxito.
¿Por qué millones de seres humanos se permitieron a sí mismos marchar
sin resistencia hacia los campos? Las leyes de la psicología social lo explicarían
como la destrucción de la individualidad. ¿Por qué no se resistían, llevándose a
alguno de los opresores? ¿Por qué no hubo rebeliones cuando llegó el momento
de la liberación? Porque se había perdido la individualidad y con ella la iniciativa,
la espontaneidad, el poder del hombre para iniciar algo nuevo a partir de sus
propios recursos. Después de los campos, sólo quedan apariencias humanas,
seguras para dirigirse a su propia muerte, como el perro de Pavlov, solamente
reaccionan, no tienen iniciativa. Esto se practica en los regímenes totalitarios,
porque el sistema que es capaz de destruir a la víctima antes de matarla, puede
tener esclavizado a todo un pueblo sumiso. El hombre sólo con ver a la gente
marchar sumisa hacia la muerte supone un gran poder en los amos de esa gente
y se siente derrotado, apartándose.
El ser humano reducido a las reacciones más elementales, unas cuantas
reacciones programadas, el cual puede ser sustituido por otro con iguales
reacciones programadas, que se comporta igual, carente de iniciativa, sumiso,
es el individuo modelo de los regímenes totalitarios. Semejante ciudadano
solamente puede ser producido en los campos de concentración. El totalitarismo
no busca la dominación despótica sobre los hombres, sino un sistema donde los
hombres sean superfluos. El poder total sólo puede ser ejercido en un mundo de
marionetas, carentes de alguna iniciativa o valor. Porque los recursos del
hombre son tan grandes, puede ser completamente dominado sólo cuando se
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convierte en un espécimen de la categoría animal hombre. Por esto el carácter
es una amenaza, y aun la más injusta de las normas jurídicas constituye un
obstáculo; pero la individualidad, lo que distingue a un hombre de otro, es
intolerable. Por eso no hay ley, no hay justicia. Hasta que todos los hombres no
hayan sido hechos superfluos (mediante los campos) el ideal de la dominación
totalitaria no se ha logrado.
¿Cómo lo logran? Mediante la selección constante de los grupos a ser
remitidos a los campos de concentración, las purgas constantes del aparato
dominador y las liquidaciones en masa. A la gente común, con sentido común, le
cuesta entender esto. Argumentan que el hombre tiende a ser sumiso.
El mundo de los moribundos, en el que se enseña a los hombres que son
superfluos a través de un estilo de vida, en el que se encuentran con un castigo
que no tiene relación con ningún delito, en el que se practica la explotación sin
beneficio y donde se realiza el trabajo sin producto, es un lugar donde
diariamente se fabrica el absurdo. Sin embargo, dentro del marco de la ideología
totalitaria hay una lógica. Si los internos del campo son malos, es justo que sean
castigados, si son degenerados, no deben contaminar a la población, si tienen
"alma de esclavos" (Himmler) es imposible reeducarlos. Los campos, bajo esta
óptica ideológica totalitaria, tienen sentido.
Si pensamos en nuestro mundo en términos utilitarios, el peligro de las
fábricas de la muerte se encuentra en el crecimiento constante de masas de
personas superfluas, caracterizadas por la falta de productividad económica y el
desarraigo.
Los acontecimientos políticos sociales y económicos se hallan en franca
conspiración con los instrumentos totalitarios que sean concebidos para hacer a
los hombres superfluos. La tentación implícita es bien comprendida por el
sentido común utilitario de las masas, que en la mayoría de los países se sienten
demasiado desesperadas para retener una parte considerable de su miedo a la
muerte.
Los nazis y bolcheviques pueden estar seguros de que sus fábricas de
aniquilamiento, que muestran el método más eficiente para resolver el problema
de las masas económicamente superfluas y socialmente desarraigadas,
constituyen una atracción y una advertencia. Las soluciones totalitarias,
aparentemente desaparecidas, están ahí como fuertes tentaciones que surgirán
donde parezca imposible aliviar la miseria política, social y económica en una
forma valiosa para el hombre.
(En Venezuela y otros países hoy en día).
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Capítulo XIII
IDEOLOGÍA Y TERROR
DE UNA NUEVA FORMA DE GOBIERNO
Se ha destacado previamente que "no son solamente más drásticos los medios
de dominación total, sino que el totalitarismo difiere esencialmente de otras
formas de opresión política que nos son conocidas, como el despotismo, la
tiranía y la dictadura".
El totalitarismo desarrolló instituciones políticas totalmente nuevas y
destruyó todas las tradiciones legales, políticas y sociales del país. Sea cual
fuere la tradición específicamente nacional o la fuente espiritual específica de la
ideología. El Gobierno totalitario siempre transformó a las sociedades de clases
en masas, suplantó el sistema de partidos, no por la dictadura, no por la
dictadura de un partido, sino por un movimiento de masa; desplazó el centro del
poder del Ejército a la policía, y estableció una política exterior abiertamente
encaminada a la dominación total.
"Los Gobiernos totalitarios conocidos se han desarrollado a partir de un
sistema unipartidista; allí donde estos sistemas se tornaron verdaderamente
totalitarios comenzaron a operar según un sistema de valores tan radicalmente
diferente de todos los demás que ninguna de nuestras categorías tradicionales
legales, morales o utilitarias conforme al sentido común pueden ayudarnos a
entendernos con ellos, o a juzgar o predecir el curso de sus acciones".
Podemos hallar elementos del totalitarismo en la Historia, pero es en los
predicamentos de la crisis de nuestro tiempo que hallaremos el clima propicio
para que el totalitarismo surja nuevamente, quizá no tan cruel como en esos
regímenes, pero con iguales características ideológicas, una vez desaparecidos
los regímenes bolchevique ruso y nazi alemán.
El Gobierno totalitario no en nada nuevo como forma de gobierno.
Después de que los griegos clasificaron las formas de gobierno. Desde Platón a
Kant, éstas han existido por milenios. El totalitarismo en una forma moderna de
tiranía caracterizada por "un Gobierno ilegal en el que el poder es manejado por
un solo hombre". Poder arbitrario no restringido por la ley, "manejado en interés
del gobernante y hostil a los intereses de los gobernados, por un lado; el temor
como principio de la acción, es decir, el temor del dominador al pueblo y el temor
del pueblo al dominador, por otro lado, han sido las características de la tiranía a
lo largo de nuestra tradición". En verdad no es que el Gobierno totalitario
carezca de precedentes, es simplemente que ha explotado la alternativa misma
sobre la cual se ha constituido. Se supone que todo Gobierno legalmente
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constituido gobierna bajo las leyes. Y, por el contrario, el ilegalmente constituido
lo hace sin ellas. Pero el régimen totalitario, legalmente constituido y creando
leyes, gobierna sin respetar ninguna de las existentes, ni de las que crea sin
abolir las anteriores (Constitución soviética de 1936, y la de Weimar en el
Gobierno nazi). Sin embargo, recurre a las leyes de la Naturaleza y de la Historia
como su fuente, de las que, supuestamente, proceden todas las leyes positivas.
(En Venezuela, nueva Constitución, 49 leyes para reglamentar la revolución,
decretos uno tras otro, ninguno se cumple, ni la Constitución se respeta, no se
eliminan las leyes que no están activas, la ilegalidad es el sistema).
Esta es la monstruosa reivindicación de la dominación totalitaria, porque
lejos de ser ilegal se remonta a los orígenes de las leyes positivas, y lejos de ser
arbitraria es obediente a esas fuerzas suprahumanas, y lejos de manejar el
poder en función de un solo hombre está completamente dispuesta, esta
dominación, a sacrificar los vitales intereses inmediatos por la ejecución de lo
que considera ser la ley de la Historia o la ley de la Naturaleza. Su desafío a las
leyes positivas es una forma más elevada de legitimidad y por ello puede dejar
de lado esa y cualquier otra insignificante ilegalidad. La ilegalidad totalitaria
pretende haber logrado un camino para hacer justicia en la Tierra -algo que
nunca podrá alcanzar la ley positiva. La discrepancia entre legalidad y justicia
jamás puede ser salvada en las leyes positivas-, que es la "ley natural" que
gobierna al universo, o ley Divina revelada, o las costumbres y tradiciones que
expresan la ley común a los sentimientos de todos los hombres, son
necesariamente leyes generales, de manera que los particulares casos escapan
a ella.
La ilegalidad totalitaria, desafiando la legitimidad y pretendiendo
establecer el reinado de la justicia en la Tierra, ejecuta la ley de la Historia o de
la Naturaleza sin traducirla en normas de lo justo o lo injusto para el
comportamiento individual. Aplica la ley a la Humanidad, sin preocuparse del
comportamiento de los hombres. Se espera que las leyes de la Historia y de la
Naturaleza, adecuadamente aplicadas, produzcan a la Humanidad como un
producto final. La política totalitaria afirma transformar a la especie humana en
una portadora activa e infalible de una ley a la que, de otra manera, los seres
humanos estarían sometidos pasivamente y de mala gana. Las leyes positivas
son concebidas para funcionar como factores estabilizadores de los cambiantes
movimientos de los hombres, y esta estabilidad a los sistemas totalitarios no les
interesa. En la interpretación del totalitarismo, las leyes se convierten en leyes
de movimiento. La ley de la Historia para los bolcheviques (Marx) o de la
Naturaleza para los nazis (evolución darwiniana), no son fuente estabilizadora de
la autoridad para las acciones de los hombres, son movimiento en sí mismas. En
esta ideología el término mismo de "ley" cambia de significado; de expresar el
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marco de estabilidad dentro del cual pueden tener lugar las acciones humanas,
se convierte en expresión del movimiento mismo.
No puede existir final de este proceso porque si la ley de la Naturaleza
consiste en eliminar todo lo que resulta perjudicial y a los incapaces de vivir,
sería el final de la Naturaleza no poder encontrar nuevas categorías de
perjudiciales e incapaces de vivir. Si es ley de la Historia el que en la lucha de
"clases" desaparezcan ciertas clases, significaría el final de la historia humana,
el que no se formaran nuevas clases que a su vez pudieran "desaparecer' a
manos de los dominadores totalitarios. En otras palabras, la Ley de Matar, por la
que los movimientos totalitarios se apoderan y ejercen el poder, seguirá siendo
ley de movimiento aunque lograran someter a su dominación a toda la
Humanidad. Así, el terror ha dejado de ser simplemente un medio para suprimir
la oposición, aunque también es usado para estos fines. Aun después de toda
sumisión, el terror sigue actuando. Si la legalidad es la esencia de todo Gobierno
no tiránico, la ilegalidad es la esencia de la dominación totalitaria.
(En Venezuela, hoy se administra la justicia probablemente bajo la ley de la
Historia que castiga a las clases dominantes decadentes. Existe una ilegalidad e
impunidad sistematizada, enemigos "objetivos", victimario sin víctimas, culpables
inocentes, aspectos que corresponden con el ejercicio de un sistema totalitario,
el terror fomentado permanentemente desde la jefatura del Gobierno y actuado
por los instrumentos de la militancia adoctrinada y de la Policía Secreta).
El terror es la realización de la ley del movimiento. Es este movimiento el
que singulariza a los enemigos contra los cuales se permite desencadenar el
terror, y no puede permitirse que ninguna acción u oposición libres puedan
obstaculizar la eliminación del enemigo "objetivo" de la Historia, de la
Naturaleza, de la clase o de la raza. La culpa y la inocencia son nociones que
carecen de sentido, "culpable" es quien se alza en el camino del proceso natural
o histórico que ha formulado un juicio sobre las "razas inferiores" o las "clases
moribundas de los pueblos decadentes". El terror ejecuta estos juicios y ante su
tribunal todos los implicados son inocentes, los asesinados, porque nada
hicieron contra el sistema, y los asesinos, porque cumplieron la orden, porque
realmente no asesinan, ejecutan una sentencia de muerte pronunciada por un
tribunal superior. El terror es legalidad, si la ley es la ley de movimiento de
alguna fuerza supranatural, la Naturaleza o la Historia. El terror como ejecución
de una ley, de un movimiento cuyo objetivo último no es el bienestar de los
hombres o el interés de un individuo, sino la fabricación de la Humanidad,
elimina a los individuos en favor de la especie, sacrifica las partes en favor del
todo. La fuerza supranatural de la Naturaleza o de la Historia tiene su propio
comienzo y final que sólo es obstaculizado por el comienzo y final individual, que
es la vida.
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En el Gobierno constitucional las leyes positivas se hacen para establecer
fronteras y canales de comunicación entre los hombres que conviven, y cuya
comunidad está permanentemente amenazada por los nuevos hombres que
nacen dentro de ella. Con cada nacimiento hay un nuevo comienzo, surge la
potencialidad de un nuevo mundo. Las leyes limitan cada nuevo comienzo y al
mismo tiempo garantizan su libertad de movimientos, la potencialidad de algo
nuevo e imprevisible; las fronteras de las leyes positivas son para la existencia
política del hombre lo que la memoria es para su existencia histórica, garantizan
la preexistencia de un mundo común; la realidad de una continuidad que
trasciende al espacio de la vida, la vida individual de cada generación absorbe
todos los nuevos orígenes y se nutre de ellos.
(En Venezuela se han eliminado casi 200 años de conciencia histórica).
El terror total surge como propio de una tiranía en los primeros tiempos de
los Gobiernos totalitarios, porque estos regímenes deben arrastrar con todas las
fronteras que la ley ha establecido. Las sustituye por leyes que eliminan la
individualidad y convierten a toda la población en un solo hombre gigantesco. Se
elimina el libre albedrío y se arrebata la libertad, como una realidad política viva,
porque la regulación de la ley positiva define un espacio vivo para esa libertad.
Al establecer nuevas leyes el totalitarismo aleja el miedo a la tiranía.
El totalitarismo no se ocupa de restringir ni de arrebatar las libertades,
tampoco logra arrebatar del corazón de los hombres el amor por la libertad. Con
el terror total anula "la iniciativa" que es el prerrequisito esencial de todas las
libertades.
La legalidad en los regímenes no totalitarios impone limitaciones a las
acciones, pero no las inspira, la grandeza, pero también la perplejidad de las
leyes en las sociedades libres, estriba en que dicen lo que uno no debe hacer,
pero no lo que debe hacer.
La duración parece serla medida de la bondad de un Gobierno. Para
Montesquieu la maldad de las tiranías es el supuesto de que ella debe ser
destruida desde adentro, por sí misma; mientras que todos los demás Gobiernos
son destruidos a través de circunstancias exteriores. Por esto lo que un
Gobierno necesita, según Montesquieu, es un principio de acción que serviría a
los ciudadanos en su actividad pública, como un criterio más allá de la medida
de la legalidad, para juzgar toda acción de los asuntos públicos). Tales principios
y criterios, según Montesquieu, son el honor en la monarquía, la virtud en la
república y el temor en la tiranía.
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(En Venezuela hoy, ¿cuáles serían los criterios para juzgar al actual Gobierno:
virtud o terror?).
En un régimen totalitario la educación no tiene como objetivo adoctrinar a
las personas, sino eliminar en ellas cualquier posibilidad de tener criterio, no es
crear en ellas convicciones, sino destruirla capacidad de formar alguna. Ningún
principio orientador del comportamiento humano, como la virtud, el honor, el
miedo, es necesario para poner en marcha un cuerpo político que ya no utiliza el
terror como medio de intimidación sino cuya esencia es el terror. Los habitantes
de un régimen totalitario son sujetos de las leyes naturales o de la Historia, con
el objeto de acelerar su movimiento, y como tales son víctimas o ejecutores.
¿Qué los hará asumir estos roles? El sustituir el principio de acción por una
ideología.
Ideologías
De origen reciente, en su naturaleza se encuentran elementos que las han
hecho inquietantemente útil para el totalitarismo. Las potencialidades de las
ideologías no fueron descubiertas antes de Hitler y de Stalin. Las ideologías son
conocidas por su carácter científico, combinan el enfoque científico con
resultados de relevancia filosófica, y pretenden ser filosofía científica. Ideología
es literalmente lo que su nombre indica, la lógica de una idea. La ideología
pretende conocer los misterios de todo el proceso histórico -los secretos del
pasado, las complejidades del presente y la incertidumbre del futuro- merced a la
lógica inherente de sus respectivas ideas. Las ideologías son históricas, no
indagan por el milagro de la existencia, no tienen curiosidad por las razas, es la
idea por la que se explica el movimiento de la Historia como un proceso
consecuente.
Elementos específicamente totalitarios peculiares al pensamiento
ideológico: a) Su reivindicación de una explicación total, la tendencia a explicar
no lo que es, sino lo que ha llegado a ser, lo que ha nacido y ha pasado. En
todos los casos se ocupan de los elementos en movimiento. Las ideologías se
hallan orientadas a la Historia; b) En esta explicación total de la Historia, el
pensamiento ideológico se torna independiente de toda experiencia de la que no
puede aprender nada nuevo, incluso si se refiere a algo nuevo que acaba de
acontecer. Por eso el pensamiento ideológico se muestra emancipado de lo que
podemos percibir con nuestros sentidos. Es entonces necesario poseer un sexto
sentido para percibir dicha realidad, esto se puede lograr mediante el
adoctrinamiento en las instituciones docentes establecidas con esta finalidad,
establecimientos donde se forman los dirigentes políticos y la propaganda del
movimiento totalitario que sirve para emancipar el pensamiento de la experiencia
y de la realidad. Una vez en el poder, los movimientos proceden a adaptar la
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realidad conforme a sus afirmaciones ideológicas. Por ejemplo, el concepto de
enemistad se sustituye por el de conspiración; c) Como la ideología no tiene
poder para transformar la realidad, logra la independencia del pensamiento de la
experiencia mediante métodos de demostración. Se parte de una premisa
axiomáticamente aceptada y ella se demuestra a través de la deducción lógica.
Es decir, procede con una consistencia que no existe en parte alguna de la
realidad. Siempre estará basada la argumentación lógica en los dos supuestos
de las ideologías -el elemento de movimiento y el de emancipación de la realidad
y de la experiencia-. Una vez asumida la premisa, la experiencia ya no se
incorpora al pensamiento ideológico, ni puede ser éste modificado por la
realidad. Así, los dos gobernantes totalitarios (Stalín y Hitler) convirtieron sus
ideologías en armas con las que cada súbdito marchaba a paso del movimiento
del terror. Para Stalin "una clase moribunda" estaba integrada por personas
condenadas a muerte; para Hitler las razas que son "incapaces de vivir" deben
ser exterminadas. Cualquiera que aceptase que existían las clases moribundas y
no extrajera la consecuencia de matar a sus miembros, o que el derecho a la
vida tiene que ver con la raza, y no extrajera la consecuencia de matar a las
razas incapaces, era estúpido, cobarde. Sólo por este predicamento Hitler y
Stalin son ideólogos de la mayor importancia.
Lo que los distingue de los predecesores es que lo importante para ellos
no era la idea de la ideología -lucha de clases o lucha de razas- sino el proceso
lógico que podía desarrollarse a partir de esto. Para Stalin no era la idea ni la
oratoria, sino la fuerza de la lógica la que se imponía abrumadoramente en sus
audiencias. Se descubrió que no era como consideraba Marx, el poder de la
idea, el que se apoderaba de las masas, sino la fuerza de la lógica que como un
tentáculo aprisionaba por todos lados, sin que el individuo pudiera zafarse. Sólo
cuando se hallaba en proceso la realización de los objetivos ideológicos la
sociedad sin clases -las masas- y la raza superior, podía mostrarse esta fuerza
por sí misma. En el proceso de realización, la sustancia original sobre la que se
hallan basadas las ideologías, mientras que tienen que atraer a las masas -las
explotaciones de los trabajadores o las aspiraciones nacionales de Alemania- se
pierde. El pueblo ruso perdió, bajo el dominio bolchevique, las prebendas
obtenidas bajo el dominio de los Zares y el pueblo alemán padeció un género de
guerra, en la que no se prestó la más ligera atención a los requisitos mínimos
para la supervivencia de la nación alemana.
(En Venezuela, en ese proceso, no se atienden los mínimos requerimientos para
la supervivencia de los venezolanos).
Para la preparación de las víctimas y de los ejecutores que requiere el
totalitarismo, el principio de la acción no es la misma ideología -el racismo o el
materialismo dialéctico-sino su lógica inherente. La tiranía de la lógica encuentra
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resistencia solamente en la capacidad el hombre para tener iniciativa y empezar
algo nuevo. La tiranía de la lógica comienza con la sumisión de la mente a la
lógica, como un proceso inacabable, en el que el hombre se apoya para
engendrar sus pensamientos; mediante esta sumisión entrega su libertad íntima,
como entrega su libertad de movimientos, cuando se inclina ante una tiranía
externa. La libertad, como capacidad interna del hombre, se identifica con la
capacidad de comenzar, de la misma manera que la libertad, como realidad
política, se identifica con un espacio de desplazamiento entre los hombres. La
fuerza coactiva de la lógica se usa para que nadie comience a pensar -que como
la más libre y pura de las actividades humanas es lo verdaderamente opuesto al
proceso obligatorio de la deducción. El Gobierno totalitario solamente puede
estar seguro en la medida en que pueda movilizar la propia fuerza de la voluntad
del hombre para obligarle a ese gigantesco movimiento de la Historia o de la
Naturaleza que, supuestamente, utiliza a la Humanidad como su material, y que
no conoce ni nacimiento ni muerte.
La coacción del terror, por un lado, que presiona a las masas de hombres
aislados, y la fuerza coactiva de la deducción lógica, que prepara a cada
individuo para su aislamiento solitario contra todos los demás, por el otro, se
corresponden y se necesitan mutuamente, para mantener en marcha el
movimiento gobernado por el terror. De la misma manera que el terror arruina las
relaciones entre los hombres, así la coacción del pensamiento ideológico arruina
todas las relaciones con la realidad. La preparación ha tenido éxito cuando los
hombres pierden el contacto con sus semejantes, como cuando pierden el
contacto con la realidad que existe en torno a ellos. El objeto ideal de la
dominación totalitaria no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino
las personas para quienes ya no existe la distinción entre el hecho y la ficción
(es decir, la realidad empírica) y la distinción entre lo verdadero y lo falso (es
decir, las normas del pensamiento).
Volvemos a la consideración hecha al inicio de este capítulo: qué tipo de
experiencia básica en la vida común de los hombres penetra una forma de
gobierno, cuya esencia es el terror y cuyo principio de acción es la lógica del
pensamiento ideológico. Esta combinación no fue usada nunca antes en las
modalidades de dominación política, pero la experiencia básica en la que
descansa debe ser humana y conocida de los hombres, porque esta forma
original de los cuerpos políticos fue concebida por los hombres y de alguna
manera responde a sus necesidades.
Se ha observado que el terror puede dominar en forma absoluta sólo a los
hombres aislados. Por esto la preocupación de los regímenes tiránicos
totalitarios, en los primeros tiempos, es lograr el aislamiento. Su característica es
la impotencia, porque el poder procede de hombres que actúan juntos "actuando
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concertadamente" (Burke); por definición, los hombres aislados carecen de
poder.
(Por eso debemos ser muchos en la calle y siempre, no podemos dejar solo a
nadie. Desde el Gobierno se actúa, preconcebidamente, de acuerdo a los
supuestos ideológicos totalitarios en conjunto y armónicamente).
El aislamiento y la impotencia, es decir, la incapacidad para actuar, son
características de las tiranías. Pero no todos los contactos entre los hombres
quedan rotos ni destruidas todas las capacidades humanas. La esfera de la vida
privada con las capacidades para la experiencia, la fabricación y el pensamiento,
quedan intactas. Es el terror total el que acaba con ellas mediante la
autocoacción de la lógica, que anula la iniciativa.
El aislamiento en la vida política equivale a la soledad en la esfera de las
relaciones sociales. Aislamiento y soledad no es lo mismo. Yo puedo estar
aislado, sin poder actuar porque no hay nadie que actúe conmigo, sin estar solo.
Y puedo estar solo, es decir, me siento abandonado de toda compañía humana,
sin hallarme aislado. El aislamiento es el callejón sin salida al que son
empujados los hombres, al destruírseles la esfera política de sus vidas en la cual
actúan en la búsqueda y consecución de un objetivo común. El aislamiento, sin
embargo, cuando es por iniciativa propia es positivo porque es propicio para la
creación. Es el tiempo o momento en que se deja el trabajo para convertirse en
artífice de cosas nuevas. El hombre aislado que ha perdido su lugar en el terreno
político de la acción es abandonado también por el mundo, ya no es conocido
como el hombre que hace, sino como el animal que trabaja, cuyo metabolismo
con la Naturaleza no importa a nadie. Entonces, el aislamiento se torna en
soledad. La tiranía basada en el aislamiento deja intactas las capacidades
productoras del hombre (iniciativa); una tiranía sobre "trabajadores", sin
embargo, como por ejemplo la dominación de los esclavos en la antigüedad,
sería una dominación sobre hombres solitarios y no solamente aislados, por lo
que sería totalitaria.
Mientras que el aislamiento corresponde a la vida política, la soledad
corresponde a la vida humana en conjunto. Los Gobiernos totalitarios como las
tiranías no podrían existir sin destruir el terreno político de la vida; es decir, sin
destruir, aislando a los hombres en su capacidades políticas. Pero la dominación
totalitaria en forma de gobierno resulta nueva en cuanto a que no se contenta
con este aislamiento y destruye también la vida privada. Se basa ella misma en
la soledad, en no pertenecer en absoluto al mundo que figura entre las
experiencias más radicales y desesperadas del hombre. La soledad, el terreno
propio del terror, la esencia del gobierno totalitario, y, para la ideología la lógica,
la preparación de ejecutores y de víctimas, está estrechamente relacionada con
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el desarraigo y la superfluidad del individuo, que han sido el azote de las masas
modernas desde el comienzo de la revolución industrial, y, que se agudizaron
con el auge del imperialismo a finales del siglo pasado, y, de la ruptura de las
instituciones políticas y de las tradiciones sociales en nuestro propio tiempo.
Estar desarraigado significa no pertenecer en absoluto al mundo. Ese desarraigo
puede ser la condición previa a la superfluidad, de la misma manera que el
aislamiento puede ser, aunque no lo sea forzosamente, la condición preliminar
de la soledad. Sin que la asociemos a este moderno enfoque de la política, la
soledad es al mismo tiempo contraria a los requerimientos básicos de la
condición humana, y una de las experiencias fundamentales de cada vida
humana. La experiencia del mundo material y sensual depende de hallarse uno
en contacto con otros hombres, de nuestro sentido común, que regula y controla
todos los demás sentidos, y sin el cual cada uno de nosotros quedaría encerrado
en su propia particularidad de datos, que en sí mismos son inestables. Sin
embargo, hemos de recordarnos a nosotros mismos que un día dejaremos este
mundo común, el cual seguirá como antes y para cuya continuidad seremos
superfluos, si es que queremos comprender la soledad, la experiencia de ser
abandonados por todos y por todo. La soledad no es la vida solitaria. La soledad
se siente cuando se está en compañía.
Lo que torna tan insoportable la soledad es la pérdida del propio yo, que
puede realizarse en la vida solitaria, pero que sólo puede quedar confirmado en
su identidad en la fiable compañía de mis iguales. En esa situación, el hombre
pierde la confianza en si mismo como compañero de sus pensamientos, y esa
elemental confianza en el mundo, que se necesita para realizar experiencia. El
yo y el mundo, la capacidad para el pensamiento y la experiencia, se pierden al
mismo tiempo.
La única capacidad de la mente que no necesita ni del yo ni del otro ni del
mundo para funcionar con seguridad, y que es independiente de la experiencia
como lo es del pensamiento, es la capacidad de razonamiento lógico, cuya
premisa es lo evidente por sí mismo. Las normas elementales de la evidencia
convincente no pueden ser pervertidas ni siquiera por la soledad absoluta, ésta
es la única "verdad" fidedigna en la que pueden apoyarse los hombres una vez
que han perdido su garantía mutua, el sentido común, lo que los hombres
necesitan para experimentar y vivir en un mundo común.
Lo que prepara a los hombres para la dominación totalitaria en el mundo
no totalitario es el hecho de que la soledad, antaño una experiencia liminal
(límite), habitualmente sufrida en ciertas condiciones sociales marginales como
la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana de crecientes masas en
nuestro tiempo. El proceso del totalitarismo es una alternativa suicida a esta
realidad.
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Las condiciones bajo las cuales existimos hoy en el campo de la política
se hallan amenazadas por el totalitarismo. Su peligro no es que pueda
establecer un mundo permanente, porque tiene los gérmenes de su destrucción
en sí mismo.
De la misma manera que el miedo y la impotencia de la que surge son
principios antipolíticos y lanzan a los hombres a una situación contraria a la
acción política, así la soledad, y la deducción lógica -e ideológica- de lo peor que
procede de ella representa una situación antisocial y alberga un principio
destructivo para toda la vida humana en común.
Sin embargo, la soledad organizada es más peligrosa que toda la
impotencia no organizada de todos aquellos que son regidos por la voluntad
tiránica y arbitraria de un solo hombre. Su peligro estriba en que amenaza asolar
el mundo tal como nosotros lo conocemos -un mundo que en todas partes
parece haber llegado a su final- antes de que un nuevo comienzo surja de ese
final y tenga tiempo para afirmarse por sí mismo.
Al margen de las anteriores consideraciones, queda el hecho de que la
crisis de nuestro tiempo y su experiencia central han producido una forma
enteramente nueva de Gobierno, que como potencialidad y como peligro,
siempre presente, es muy probable que permanezca con nosotros a partir de
ahora de la misma manera que las otras formas de Gobierno que surgieron en
diferentes momentos históricos, y basadas en experiencias diferentes, han
permanecido hasta hoy en la Humanidad, al margen de sus derrotas temporales,
monarquías, repúblicas, tiranías, dictadura y despotismo. Pero también
permanece la verdad de que cada final en la Historia contiene necesariamente
un nuevo comienzo, este comienzo es la promesa, el único "mensaje" que le es
dado a producir al final. El comienzo, antes de convertirse en un acontecimiento
histórico es la suprema capacidad del hombre; políticamente se identifica con su
libertad, "para que un comienzo se hiciera, fue creado el hombre", dice San
Agustín, este comienzo es garantizado con cada nuevo nacimiento, este
comienzo es, desde luego, cada hombre.
Resumen
• El totalitarismo permanece fiel a los dogmas.
No hay división entre miembros del partido, compañeros de excursión,
vecinos, compañeros de trabajo, etcétera; al contrario, se coordina la
población en el movimiento.
• La multiplicación de cargos, la duplicación de funciones y la adaptación
del partido simpatizante a la nueva estructura es la consolidación de la
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estructura cebolla donde una capa es el frente de la siguiente formación
militante.
• La maquinaria del Estado es transformada en una organización frontal de
burócratas simpatizantes, cuya función en los asuntos domésticos es
transmitir confianza entre las masas de ciudadanos, y cuya función en los
asuntos exteriores es engañar a los Estados no totalitarios. La jefatura del
movimiento combina en su persona la cumbre de la insensibilidad
militante y una normalidad inspiradora de confianza. La diferencia entre
movimiento totalitario y Gobierno totalitario, está en la mentira.
• El dictador totalitario puede y debe practicar el arte totalitario de mentir
más consecuentemente, y en escala más amplia, que el jefe del
movimiento. El sistema de mentir a todo el mundo es usado con
seguridad sólo bajo las condiciones de dominación totalitaria, donde la
calidad ficticia de la cualidad cotidiana torna a la propaganda
considerablemente superflua.
• Invariablemente, los simpatizantes del régimen no comprenden lo que
está pasando.
• Los dictadores totalitarios conocen el peligro de la verdad, y lo tratan de
superar con la mentira, diciendo lo contrario de lo que hacen.
• La expansión del totalitarismo al mundo es su constante, por lo que esta
manera de comunicarse es importante. La realidad tangible de la ficción,
respaldada por el poder del Estado, internacionalmente reconocido,
puede ser exportada. Empiezan a manifestar un especial interés por la
política interna en otras naciones, sobre el tema, por ejemplo, de los
judíos en la Alemania nazi, o de la pobreza en Colombia y en Brasil o en
el mundo, en nuestro caso.
• Solamente los profunda e ideológicamente más firmes usan métodos para
la realización de fines ideológicos.
• Si el conquistador totalitario se comporta en todas partes como si
estuviera en su país, de la misma forma trata a su propia población como
si fuera un conquistador extranjero. Es decir, lo gobernará y gobierna, no
en beneficio de ese mismo pueblo, sino de alguien o de algo. Los nazis
llevaron su derrota a todo el pueblo alemán contra sus intereses y
necesidades, incluso quisieron llevar su exterminio a los alemanes
incapaces.
• Como conquistador extranjero considera las riquezas de su propio país
como un botín para ser usado en la expansión agresiva del totalitarismo a
la siguiente etapa. Como esta economía de expolio sistemático es
realizada en beneficio del movimiento y no de la nación, la distribución del
botín es calculada no para reformar la economía del país propio, sino sólo
como una maniobra táctica temporal, en lo que a economía se refiere. Los
regímenes totalitarios son en sus países como plagas de langostas. "El
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hecho de que el dictador totalitario dirija a su propio país como un
conquistador extranjero empeora aún las cosas, porque añade a la
inhumanidad una eficiencia de la que evidentemente carecen las tiranías"
en otros países.
• Juegan a la política del poder de una manera nueva y sin precedentes,
"de la misma manera que tras su Realpolitik se encuentra un concepto de
la realidad enteramente nuevo y sin precedentes".
• El poder, tal como lo concibe el totalitarismo, descansa en "la fuerza
lograda a través de la organización".
• Las instituciones, independientemente de su función, son instrumentos
para la conexión con el pueblo.
• Lo más preciado de un régimen totalitario no son las riquezas ni el talento
del pueblo sino los cuadros del partido y la Policía.
• Lo que importa son las acciones que generan poder. La riqueza o
bienestar de la nación como fin político no importa para nada. Rechaza la
actitud utilitaria de la gestión.
NOTA: Dada la urgencia para transmitir este concepto de la nueva manera de
hacer política en Venezuela, se ha preparado este resumen tratando, en lo
posible, de tomar textualmente las ideas sustantivas sobre el tema del
totalitarismo, emitidas por la escritora y pensadora alemana Hannah Arendt.

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