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-Porque naci en la Luna y no puede visitar la Tierra. Por eso hice traer uno
aqu. Creo que es el primero que viene a la Luna.
El lado exterior del crter iba bajando en direccin sur y la Tierra -que se
hallaba bastante baja en el cielo meridional, el lugar desde donde siempre
poda ver desde Ciudad Lunar-, ya casi haba entrado en la fase de llena, por lo
que toda la ladera del crter quedaba baada por su claridad.
La pendiente no era muy empinada, y ni tan siquiera el peso del traje espacial
poda impedir que Jimmy se moviera con grciles saltos que le hacan flotar y
creaban la impresin de que no haba ninguna gravedad contra la que luchar.
-No hagas tonteras, Robutt, y qudate all donde pueda verte -le orden Jimmy.
Dio un ltimo salto que lo llev por encima del curvado borde superior de la
pared del crter y le hizo descender hacia la ladera inferior.
haban estado all. El suelo era liso y crujiente, y Jimmy conoca la situacin
exacta de cada una de las escasas piedras que haba en l.
-Tranquilo, Robutt -dijo el seor Anderson, y sonri-. Bien, Jimmy, tenemos algo
para ti. Ahora se encuentra en la estacin de cohetes, pero maana ya habr
pasado todas las pruebas y lo tendremos en casa. Creo que ya puedo decrtelo.
-El seor Anderson pareca estar esperando que Jimmy dijera algo, pero al ver
que no abra la boca sigui hablando-. Ya sabes lo que es un perro, Jimmy. Es
de verdad, est vivo... Robutt no es ms que una imitacin mecnica, una
copia de robot.
-Pero papi... No sabemos qu hay dentro del perro ni cules son sus
sentimientos. Puede que tambin finja.
El seor Anderson frunci el ceo.
-Jimmy, te aseguro que en cuanto hayas experimentado el amor de una
criatura viva notars la diferencia.
Jimmy estrech a Robutt en sus brazos. El nio tambin tena el ceo fruncido,
y la expresin desesperada de su rostro indicaba que no estaba dispuesto a
cambiar de opinin.
-Pero si los dos se portan igual conmigo, entonces tanto da que sea un perro
de verdad o un perro robot -dijo Jimmy-. Y lo que yo siento? Quiero a Robutt, y
eso es lo que importa.
Y el pequeo robot, que nunca se haba sentido abrazado con tanta fuerza en
toda su existencia, lanz una serie de ladridos estridentes... ladridos de pura
felicidad.
FIN