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Ante todo Andan sueltos como locos es una sensualidad. Ningn lector permanecer serio
ante las frases de Fernando Jimnez y su cuento ganador: Combatir al pecado. Ni ajeno
ante las furias de Pueblo Mgico de Dan Lee. Ni podr dejar de excitarse con el
voyeurismo asesino, o quiz antiasesino de La mosca de Adonis Rodrguez.
Hay algo inevitablemente kafkiano en estos cuentos, una imagen que se repite y se repite: la
transfiguracin del cuerpo. Y un elemento de Poe: la negrura, los cuerpos despedazados, el
peso de la locura y la maldad. Y tambin, cmo no, un claro elemento Amparo Davilezco:
la usurpacin de lo otro en lo uno; la persecucin. Pienso en la similitud que tienen los
personajes gemelos de Algodn, relato de Sairy Carolina Romero, con Moises y
Gaspar de doa Amparo. O el Diario en blanco, de Raquel Alejandra Bojorquez, con
Fragmento de un diario.
Quiero decir, pues, que los cuentos aqu reunidos estn sostenidos por una tradicin
literaria, un tipo de voz que los lectores nos negamos a olvidar; lanzados con una esperanza
campeona por los jvenes que los escribieron, y recibidos honrossimamente por las y los
editores, y todos los que hicieron este libro que sostengo en la mano, posible. Andan
sueltos como locos es un ejercicio, ms que un libro. Es una invitacin que les hace un
cerebro usurpador de cuerpos, un fantasma, para que ingresen en l, como Jonathan Harker
ingres al castillo de Drcula, como Felipe Montero ingres a la casa oscura de Donceles, y
se asombren y cenen: en el fondo hay un corazn todava latiendo, servido en una bandeja
de porcelana.
Para presentacin de Andan sueltos como locos
Por Lalo Medina