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a LA CULTURA AUTORITARIA FLACSO EN CHILE 54, JOSE JOAQUIN BRUNNER ij Entonces, los destinos ya no son ciegos; reubicados como vencidos 0 vencedores, como victimas o victima- rigs, se comienza nuevamente a reconstruir lo ganado. No es que la victoria ~o la derrota— sea absoluta, es mas bien el intento por hacerla aparecer como absoluta [0 que marca, en definitiva, el quiebre con el pasado. Ello no es solamente un asunto de palabras, pero también pasa por las palabras: no se borra un pais (eso serla ‘ solamente una idea), lo que se borra es la consistencia de su Lenguaje; el correlato de realidad que acompanaba tu , proyecto mayoritario, Reapropiarse de los sentidor de tun lenguaje, es decir, de sus conexiones con la realidad, serd siempre una de las Iineas programéticas de la clase dominante, en ello —en tiltima instancia~ se jugaré la permanencia de su hegemonia 0, lo que et 10 mismo, podrd absolutizar su vietoria, suplantar el pasado y dar 2 ta medida de su futuro. En buenas cuentas, ¢4 ett0 10 YF que resume un pasado y un presente antag6nico. Si tiene sentido hablar de una erisie de culture, e& porque ~en 4 agin momento” se ha marcado el divorclo entre su pensamiento y, la realidad, entre un lengue si signos, en fut: entre py Matias a concreta, De mds estd decir que pera - momento fue el 11 de Septiembre de 1973. Rail Zurita | LA CULTURA AUTORITARIA EN CHILE josé joaquin brunner py yo Lev NON? pecrel — : set te Seer oo moat roger ian norms Interne modi Veeiqeaateniesty #7 Y : a ee sernico v administrate at soe z BOLd | Bean | el LA CULTURA AUTORITARIA EN CHILE JOSE JOAQUIN BRUNNER 9 ‘BIBLIOTECA BAe Asc s.0 SANTIAGO FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES. (FLACSO) 1981 sé Joaquin Brunner, soci6logo, Universidad de Ox- rd, Gran Bretefis. Investigador y Director del Pro- ama de la Facultad Latinoamericana de Ciencias ciales (FLACSO) en Chile. Miembro de la Interna- inal Society of Political Psychology, lor Jougutn Brunner neribcion N® 52.908 del 7 de mayo, 198%, (hy Noteany. moreso an £4, ranizo Lt “ngamor 347, Santego de 4 Femando Castillo Velasco ve INDICE 1. CULTURA Y SOCIEDAD EN EL AUTORITARISMO Creacién y acumulacion : La cultura de compromiso en Chile’ | Crisis de a cultura de comprox La cultura disciplinaria ponat Gocooa0 Déficit de legitimidad y anomia conflictiva «2222222222 111111 36 H. LA CONCEPCION AUTORITARIA DEL MUNDO, Una concepcion de mundo ce seventies La generacién del conformistho : ree a3) La mattiz insurreccional ... . + 48 Laiideologia de Ia seguridad nacional | 50 La ideologia del mercado. 37 La retorica tradicional catélica n Una ideologia revolucionaria. " IM, LA POLITICA CULTURAL DEL AUTORITARISMO Cultura y politica Politicas de exclusi Politicas de control Politicas de regulacién ». Politicas de produccion .<.-.- 5 IV. EL NUEVO DISENO DE LA EDUCACION El desarrollo educacional en Chile E] diseno autoritario de la educacion V. DE LA INTEGRACION A LA DIFERENCIACION EDUCAIIVA Introduccién . euonse0 El marco de andlisis 1.22212 El 6rden educacional expresivo El orden educacional disciplinario . La reforma del 65 El principio pedagigico = El principio integrativo . —Conclusion .. La reforma de 1980 = EI principio pedagégico — El principio integrativo . Conclusion VI. EL MODO DE DOMINACION AUTORITARIA Génesis y estructuracién Funcionamiento y reproduccini +. ~ Estrategias de privatizacion — Estrategias de creacion de un espacio pablico administrado ~ Estrategias de integracion ~ Estrategias de sovialzacion . 2 15S 2157 158 163 166 168 > PRESENTACION . “Nos centaron que en las fundaciones hubo vencedo- res y vencidos, pero yo digo que eso es solo verdad a ‘medias: hubo veneidos y muertos, nada mis.” . (D.E: texto inédito) [Necesariamente construimos citas futuras. Asi, entender de pronto que somos sujetos historicos es entender que toda historia guarda una dimensién peligrosa; que sus proyectos se quiebran o triunfan, se desgarran o se completan, pero que jamés se inmovilizan. Sin embargo, entenderlo de pronto, colectivamente, supo- ne una especie de cataclismo, una muptura en que esa misma historia se manifies- ‘ta como una situacién limite en la cual un proyecto historico: el proyecto de tuna clase, es barrido por la emergencia de otro y entonces, al mismo tiempo que destruido, develado en toda su trama: en sus logros, en sus transaeciones, en Sus renuncias. De alli el peligro, la amenaza —catastr6fica o expectante~ de un fu- turo a fin de cuentas previsible pero desconocido; no se borra el pasado perc se le da su verdad, es decir, se lo despoja de sus ilusiones, al menos, de la ilusiones de su momento. Toda historia tiere un momento en que se radiografiza, en que las luchas y contradiceiones de sus distintos intereses de clases se manifiestan en toda su desnudez, desprovistas de cualquier subterfugio retérico, No es que la historia y pensemos en nuestra historia més reciente— se decida en e308 mo- ‘mentos, es mas bien que entonces se puede comprender ffcticamente, materal- mente, que la historia no es abstracta, que no es mero discurso, Entonces, los destinos ya no son ciegos; reubicados como vencidos 0 vencedores, como vi ‘mas o victimarios, se comienza nuevamente a reconstrur lo ganado, No es que la victoria —o la derrota— sea abscluta, es ms bien el intento por hacerla apare- ‘cer como absoluta lo que marca, en definitiva, el quiebre con el pasado. Eliono es solamente un asunto de palabres, pero también pasa por las palabras: no se — borra un pais (es0 seria solamente tna idea), 1o que se-borra es la consistencia de su lenguaje; el correlato de realidad que acompafaba su proyecto mayorita- rio. Reapropiarse de los sentidos de un lenguaje, es decir, de sus conexiones con la realidad, sera siempre una de las Iineas programéticas de la clase dominante, en ello —en altima instancia— se ugari la permanencia de su hegemonia o, 10 que es lo mismo, podré absolutizar su victoria, suplantar ol pasado y dar la me- dida de su futuro, En buenas cuen:as, es esto To que resume un pasado y un pre- sente antagonico. Si tiene sentido hablar de una crisis de cultura, es porque ~en algin momento— se ha marcado el divorcio entre un pensamiento y la realidad, centre un lenguaje y sus signos, en fin: entre una cosmovision y Ia historia conere ta, De niis estd decir que para nosotros, ese momento fue el 11 de septiembre de 1973. ‘ + Pero es, precisamente, el rompimiento de cualquier ilusién que nos pudiése- ‘mos haber hecho acerca de una concordancia que estuviese gerantizada para siempre, digamos, de un sub-estrato inconmovible que garantizaba una historia, ‘lineal cuyo fin inevitable, en la esfera del lenguaje, era el advenimiento del Parai- 450, deciamos; es esa confianza la que se desmorona junto con la caida del go- biemo popular y, con ello, todo un 4mbito de representaciones y de pricticas ue fueron presa fécil de la tentacién utopista. Porque ¢s alli donde la historia 8 cuenta de nuevo, Una es la historia de los anhelos, de los suefios que se van narrando, otra es a historia que fuimos haciendo, Si hay tepresentacién de mun- 0 es porque los sueftos no van nunca mucho mis allé de las historias concretas. Por eso la lucha por el poder es también una lucha por alterat el contenido de las, palabras, vale decir, por transformar la capacidad de representacion del lenguajes ¥ la utopia es, andlogamente, 1a maxima capacidad de contencin que puede te her ese lenguaje. De alli la tentacion utopica, ella siempre se resuelve en el fut 10 que es, por definicidn, intocable. Por eso, seguramente, el “Venceremos” de aquellos afos se fue manchando ~poco a poco con la tragedia que le iban im- poniendo las condiciones conecretas.. Sin embargo, es necesario volver més atrés, y ello porque Ia realidad chilena 4 partir de septiembre Ue 1973 no s6lo remite a un nuevo status politico, sino ‘que también ana situacién nueva del leuguaje y, por lo tanto, a un ordenamien- to distinto de la totalidad de los parémetros culturales, Esta claro que la trans formacién de los contenidos de un lenguaje no resuelve por si el curso histérico, "e Pero siempre es parte de las resoluciones de esa historia; en todo caso, su ganan- ia es homéloga al proyecto de hegemonia que proyecta la clase dominante y cu. = ¥4 pretensién ~como lo describe José Joaquin Brunner no puede ser otra que ‘ afectar, radicalmente, ef conjunto de lo cotidiano, es decir, la vida misma. Pero ‘una cultura, y por ende sus relaciones de significados, son hechos adquiridos,re- miten un pasado y en ese sentido, constituyen la resultante que va haciendo la historia de una préctica social especifica, pero que se relacionan no slo con in contexto concreto, sino que ademds, con una historia comin fatinoamericana, ‘cuyo surgimiento, por ejemplo, también se consolida cuando el viejo mundo lo. gra trasponer a los conquistados su visin de la realidad, Mas ain, es preciso re- cordar que todo un continente se constituyé en el lenguaje, es deci, se valid6 ‘somo imagen cuando él mestizo, el Inca Garcilaso, para contar la historia de los antiguos habitantes andinos tomé el punto de vista de los vencedores. En otras Palabras, cuando el oré dej6 de ser la representacién sagrada del sol para conver- + tise en Valor de cambio, En ese sentido también es preciso mirar nuestra historia, y sobre {odo nuestra. historia reciente, La construccién y el asentamiento de una cultura basada en la ‘autoconfirmacién de una clase por intermedio del consenso democratico oper siempre como una resistencia, digamos: como un panorama mental por obtener. Solamente asi es posible entender, por ejemplo, la irrupeién de una literatura y - muy especialmente de una gran poesia, identificada con los movimientos popula- "= res. No es que nuestros escritores como tributo divino tengan que ser necesaria _ mente “progresistas” (al respecto, recordemos que el fascismo europeo también 8 ener ~en el plan literario~ guns relevantes, tis, pero relevanes), sino mis bien ~y pensemer, por ejemplo, en Ins vanpardasiterarias qe emrgen por los aos veinte~ el asunto esque ells fueron ganas por las Lneas progr Inivicas que iba imponiento la clase ober, Fntendmonos,no se trata de afr mar que in are y ona Lteratirs en pater opera como simple tesduceion de iene sisson i enor en gue imps Siquera pensar lo qu jands ha existido y que entoncss, la toma de partido de tina bra es sempre por un partido gu existe, Esa eslaverdadera medida des grandora y de ss efectos sobre el presente, Su valor como Iiteratura~ m0 es Sélo un fenmeno de lenmusje, mejor dicho: el concept del arte veferdo exclu Slvamente sau especfcidad noes ms que la transrpcton del idea divin, de camer: no remit solamente stn eddigo eseitural que puede ser mis o menos, Cesentraable, sino que ene caso zoncreto nuestro~ su itupcign signifi, en prime lugar ia avaneada que iba minando la base de representaciones que ct Ci Ta bres dominant. So incenformsmo dala pata de na stain rel Y esa provariedad es lo qu es preczo entender, El pio eta autodestrcion Sfinnar una grandera jen 2 ta historia na sublimidadsjna ala sangre quo se drama, Si nuesta poesia et importante, es porque en un momento todo un pucblo se apropia della Ia encarn coneretamente en la gma de ss emocio~ nes, Exo es Nerida, ls homologacion de un pls humano con su identida, in Chino, aunque no s hays ldo, us Ibrox sn tan reales como la coriller de os ‘Andes Bien en fs limos aos antes de septiembre de 73 ee lengaje confor tm —por vex primera~ el lengua le lt mayorias. Ente el mestizo Garcllaso de Ia Vega y Neruda entre los Cometarios Reales y Tos Residencia, siceio que los vencos también por vez primera hablar, Y hablaron desde una realidad que se iba haciendo y donde las palabras eran tan significativas como las acciones, porque elas también eran parte de las ganan- cias que se iban a cobrar en la victoria: una alteracién total de los contenides, Su resplandor correspondia casi exactamente a la situacin general que iban ganan- {do las fuerzas populares; as, ese adagio latino “de la sombra ala lu2™, podria ha- ber resumido no solo Ia realidad de un movimiento popular vigoroso, a punto de aleanzar el poder, sino que ademis el estado de un lenguaje que iba obteniendo para las grandes masas Ia claridad de un programa comin, abarcador, y la repre- sentacion cada vez més nitida de los vordadoros eontenidos por lenar. Sin em- bargo no fue asf, y ese solo desmentide sirve para medir los verdaderos alcances que puede tener la escisién entre una imagen y la realidad y las victimas que co- bra. No es que las palabras no respondan por los hechos, lv que pasa es que los ‘muertos responden por las palabras y es ese silencio final el quc terminé corean- do Los Paraisos Artificiales, Es tan deloroso porque pudo haber sido otra cosa, 9 ‘una poesia brillante, los escenarios fueron siempre triunfalists: 0 una derrota absoluta 0 una gran victoria, en el mejor de los casos; grandes esperanzas. Entre ‘otras cosas, eso marcé su aporte y también, sin quererto, su parte en la tragedia, Porque el destino de 1as vanguardias es necesariamente efimero, para ser en- tendidas como tales se deben disolver en la base desde la cual surgieron y en ese fetorno establecerse como armas de lucha —no en el sentido precario al que son adictos tos panfletistas~ sino en el entendido que la dimension més grande de la inrealidad no es mis que la realidad que efectivamente se pucde ganar. En resu- ‘midas cuentas, es eso lo que constituye la conciencia de clase: un reconocimien- to y una representacion imaginaria que una préctica (en este mismo instante, mientras escribo estas palabras, acabo de enterarme por la radio —con una ale. gris tan grande como la pena qu€ Francois Mitterand es ol nuevo Presidente de Francia) decia; un reconocimiento y una representacion imaginaria qu ptictica dehe ir coneretando, Al menos, es és la conciencia que se va adjudic: do Ia lucha; un proletariado que sélo completaré su autorreeonocimiento en la ‘medisia que es capaz de concebir ¢ iinaginar el socialism (como en ese capitulo XXI de la Fenomenologia del Espiritu, en que Hegel refiere ef proceso de apren- sion de si que et sierva efectia al reconocer en el otro al amo) por sobre las com diciones del presente y en cuya concepcién —utopica 0 cientifica-~ se desparra, se sublima 0 se concreta su imperative revolucionario, su Hiberacion como clase Entonces es esa idea representada, esa “imagineria™, la que pasa a conformar el ‘entramado mental frente al cual pueden distenderse las acciones coordinadas y ‘en Ia cual, los del mismo grupo, se enticnden. El lenguaje que contiene esa re Dresentacisn es el que va ganando las mayorias, su verdad no es menos tajante {que su propaganda. Es eso lo que obtuvo para nosotros el mundo irreal de una literatura cierta, Y obtener las representaciones cuando nada, absolutamente nada estaba dado para ello (pensemos en Chile por los afios veinte), digamos, ganar un concepto de Socialismo, una comprensién pre-intelectual de lo que significa en verdad una sociedad sin clases; fue Io que marco desde su inicio un movimiento de masas gue culmina con el acceso al poder del gobierno de Ta Unidad Popular, ello arras- {10 en su camino fo mejor que podia producir un pueblo, sus ideas del porventr, Finalmente su identidad. Sobre ese panorama se fue gestando una cultura que und los sectores mas diversos en tomno a una aspiracion y a un programa comin, Contrariamente, a partir del golpe militar, Ia destruceién sistematiea de las bases de entendimiento que habian llevado 2 las fuerzas populares al gobiemo, signifi- 6, junto con un extravio de Ia realidad concreta, un desmoronamiento genet zado de la irrealidad, esto es, una pérdida de la capacidad de representacion. Por tuna parte las tentaciones utopicas, por otra cl fatalismo, Lo eierto es que una cuota no despreciable de la dificultad por obtener hoy una nueva altemativa para Chile no es ajena a ese “derrumbe de a irealidad” que hiace demasiado lejano lo que hasta hace poco se coreaba, el socialismo, y por Io tanto, aun nivel conere- 10, easi irtepresentable, Es que se actia también con imagenes, al menos con un proyecto de futuro; perderto es tal vez lo més radical de Ia slerrota, como en la {orre de Babel, se confunden las lenguas y se destruyen las acciones coordinadas, 10 Esa sord siempre la primera accién de la dictadura y donde ella juega sus mejores roles, Ia represin apunta a las bases de la conciencia y, por ende, ala atomiza- cidn de Ia clase, Plantearse entonces el problema de la cultura hoy en Chile, es dicho de otra manera— detectar 21 estado de conciencia que sobrevive ala ca- téstrofe y més alld de ello, metaféricamente, preguntar por los versos que, erigi- dos desde un paisaje que fue otro, como en una novela obsoleta y cautivante, ain recorren las ruinas vivientes de'este Macchu Picchu modemo. La historia se encargo de destruir el omato, las ilusiones del momento, lo frégil y perecedero, las utopias. Si durante més de cua:ro aflos practicamente no hubo voz en Chile es porque el goipe fue demasiado fuerte para recuperar de inmediato la concien- cia, Por eso también se maté tan impunemente. Entonces, las situaciones no se pueden diferir. No es sélo un colapso de los ‘modos habituales de confrontacion y entendimiento que represent una tradi- cin democratica, ¢s también un colapso de los nexos que unianuna representa- ccién con su base real, una imagen con los cursos de la acci6n, en suma: un rom- Pimiento al interior de los significedos del lenguaje. El hecho no se agota sola- ‘mente en sus evidencias palpables, cuando sistemticamente se somete a una so- ciedad 0 a parte de ella a un tratamiento de shock por medio de la tortura, del {error, del aliogo econémico y el aslamiento, en fin: dela muorte, la indiferen- cia suele ser tan real como Ia rebel6n. Y no hablamos de verdades a medias, el problema son también los efectos retoricos: la autocensura y la merma de la emotividad, el acostumbramiento, el fatalismo, Es imposible sufrir el paso abrup- to de una situacion su situacién opuesta sin dejar algo en el camino y ese algo 8 tan real como la muerte, Por eso hablibamos recién del silencio; el silencio acompatta las manifestaciones oficiales, el silencio acompafia los autonombra- mientos del poder establecido, pero el silencio acomparia también los despidos masivos, las noticias de las relegaciones, el descubrimiento de osamentas. El pro- blema no esta tanto en la carencia por el momento de respuestas masivas, por Jo demas féciimente explicables por la sola presencia del estado policial, sino, mejor dicho, el problema esti en cue subrepticiamente se va instalando la idea dde un orden inalcanzable, mis allé Ue las acciones que ejerce. Eso es el fatalismo. Su refutacion esti en ef contraste con la vida y en ello se jugard ~al menos una parte~ de los dolorosos tiempos que vienen, Porque es imposible repetir las escenografias del pasado, incluso sus efectos. son sélo discemibles en Ia medida que entendemos que, sea cual sea el curso que vaya tomando nuestra historia, hay ana parte de ella que ha quedado ateis y que, ‘mas allé de la certeza que se pueda poseer sobre una ineludible “victoria final”, esa misina cronografia se va Ilenando con el intertanto de las vietorias parciales y las derrotas. Entonces, si hemos de fijar el pasado no es para esgrimitlo perma- nentemente sdlo porque no tuvo buen fin, sino porque a pesar de todo lo que apunta hacia lo contrario ejerce, como todo pasado, su efecto sobre el presente, ‘Su presencia opera mis allé de fa voluntad y compromete, al margen de cualquier {dealizacion, el derroteto concreto de la realidad y, por lo tanto, es parte de la respuesta que va generando el conjunto de Ia sociedad. No perder el pasado es, fen resumen, no perder la imagen que para las grandes mayorias una vez. obtuvo xe pasado, Ese solo hecho basta ino para alterar una correlacin de Fuerza, i ‘para relativizar el ahora; para ehondar la grieta en las pretensiones absolutistas. De alli también el embate contra lo que ha sido; Ia destruccién sistemitica de los sindicatos, de las universidades, de Ia estructura educacional, etc. cumple el do- ble papel de afianzamiento de un modelo econémico junto con el de derrumbar cualquier persistencia en una representacién de mundo antagénica. Sin embargo no todo es destructible. Cuidando no caer en un idealismo facil, nuestra poesia por ejemplo— sobrevive al presente. Y sobrevive no porque se apele a un criterio estetizante y retrogrado tipo “es- pirita sbsoluto”, sino porque en ella en el Canto General~ el pasado cuenta porque all{ se entendié materialmente que el lenguaje no es ajeno a la historia y {ue las palabras son s6lo resimenes dela vida, de la vida conereta, Sies cierto, Somo deefan os rominticos, que las palabras son expadas, oes nicamente por: que en cada una de elas estin presentes toda las historias que las colectividades se han ido contando y en ello garantizan la persistencia de la memoria. Entender hhoy lo que ha pasado es entender también que no todas las palabras s pierden y aut en el caso concreto de las grandes obras que construimos para miramos es tan contenidas —aunque sea simbélicamente— en toda la reserva cri que se puede anteponer al proyecto de hegemonia dominante, Si ellas hoy nos son tan cercanas, ¢s fundamentalmente por eso, Esa es Ia imagen que obtuvo para las mayorias el pasado; en su suplantacion se juegn gran parte del proceso que, como sefiala José Joaquin Brunner, “pose * al menos como pretension historice, In de construir una nueva hegemonia” y visién reduccionista del fenémeno de la cultura, No voy a ia importancia de este trabajo; solamente voy a decir al res- pecto que este libro marca un nuevo itinerario en la comprension de lo que suce- de hoy en Chile. Més bien, lo que quiero shora es anotar un hecho que resulta ‘enormemente decidor y del cual este libro da un ejemplo digno de seguirse: Ia atomizacién que trata de imponer el nuevo orden, no sblo afecta alas bases so- es y por ende a la desintegraci6n de la clase, sino que también, como conse- ccuencia de ello, apunta al aisamiento de cada actividad sobre si misma. Nunca se he puesto tanto énfasis en que los universitaris, por ejemplo, sean sélo uni- versitarios, los estudiantes dnicamente estudiantes, los cientificos solamente cientifics, los trabajadores de una tienda s6lo trabajadores de una tienda. Cual- quier intercomunicecién se have de por sf sospechosa y esté sujeta ala censura. Evidentemente esto no es ajené al proyecto global que se quiere imponer para Chile y que es el objeto de estudio de este libro. Por el contrario: romper con esa especificidad sin renunciar a los aportes que cada campo de suyo pueda he cer, €s un imperativo para quienes se oponen al modelo social vigente. Cada indi- ido, cada grupo, es comprometido por la totalidad y esté comprometide con ella; asf, afitmar por ejemplo un arte resuelto s6lo en las imégenes, una literatu- 14 involucrada s6lo en sus palabras, una ciencia inmersa tinicamente en su objeto, resulta hoy tan estril como peligraso, A riesgo de parecer majadero, romper con 2 Jas barreras que parcelan la creatividad se transforma hoy cn un asunto capital y hacerlo significa —en dltima instancia— refutar el fatalismo con la presencia de la vida conereta, y es esa vida la que tiene que ser entendida como obra a com- pletar; como acto creativo. El hecho de que este libro esté abierto por “un otro” proveniente de otra drea (en este caso un poeta) y que en el interior de estas pé- Binas, se junte con el estudio de José Joaquin Brunner, al margen de la vision es- trictamente parcial que este preémbulo pueda presentar, hace que finalmente sea lun panorama comin el que emerja; alli es donde se veel cielo y donde estén las Pampas y las aldeas. Es en ese panorama, afin de cuentas el terreno que nos une, donde os proyectos se deyurano completan y donde se peteibe el peligo, La Rail Zurita Mayo 12, 1981 13 INTRODUCCION El presente volumen es el resultado de una investigacin llevada a cabo por el autor durante los aftos 1979 y 1980, en su calidad de miembro de la FLACSO en Chile. Su objeto es 1a organizacién de la cultura nacional; sobre todo, las trans- formaciones experimentadas por ella a partir de septiembre de 1973 La cultura ¢s, sin embargo, un concepto elusivo, En el lenguaje cotidiano usa- ‘mos ese témnino para referimos alas artes y a veces a la educacion; generalmente involuctamos en esta referencia una dimensién de valores, de creencias, de ideas ¥ de hébitos de comportamiento. El interés del socidlogo por la cultura se funda ‘en una percepcién semejante, pues no escapa él alo que constituye el sentido co- ‘min de su época. Con todo, su anilisis de la cultura no puede detenerse alli,en la mera manifestacion de esos fendmenos, como si ellos nacieran y se agotaran en. la esfera de la conciencia y el lenguaje. Buscard entender la cultura, en cambio, como expresién de Ia sociedad; y su orgusieucion, como una forma de manifes. tarse de las relaciones sociales. De alli que se hable aqui de la cultura como de un producto histérico, que est haciéndose continuamente, y que no es independiente de las luchas sociales ¥ de las maneras e6mo los hombres y 135 mujeres se representan esas luchas, y to ‘man posiciones en ellas. De all, igualmente, que la cultura sea estudiada tanto por sus “contenidos” como por sus proceses, y siempre en estrecha relacion con Ia politica y 1a economia. Por detrés de una aproximacién tal a 1a cultura, hay el supuesto de que la so- ciedad es una totalidad hist6rica, y que sus hechos fundantes son inseparables de {2 triple dimension consttutiva de la préctica humana: el trabajo, el poder y el lenguaje, No se puede, evidentemente, reducir la complejidad social a una sola de cual- uiera de esas dimensiones, como suele ocurtir con algunos anilisissociologicos, En verdad, todo reducionismo leva, inesepablemente, a no Gomprender esa complejidad y a sustituila por una realidad tan simple como esteche, Sobeg ae do cuando se estudia a ongantzacon de a cuturae core el hesgo de aspera complejdad de las cosas en favor de un reduccionismo cattery Puce Le culans parece constantemente como tibiae de ottas Terns, de otas wlcionns menos que s In alse por completo y sa wiela incomprensiie cate ver ror dotara de una independencia absolut, En el extremo opuesto, puede reducirse la cultura a la economéa, como hacen Por igual cierto marxismo vulgar y cierto vulgarismo economicista, tan en boga 4 hoy en Chile. Desde dnguos opuests, lo que all e hace es explicar la cultura or In posicin dels indvdvos en la estera dela producsiony el mercado. Y, simulténeamente, se inteata expicar el comportamiento de los indviduos y los smupos por la sola raionaldad de lo que Weber llamo los intoresesescuetos. La sociedad e reducida, pues, aa sola dimension del trabajo del intercarbioins- trumenta, mientras ia realidad es devorada por el juego deineresesecondmicos «qe en iltima instanciadefnirian la rcionalidad dela politica y la altura, © bien, se redid la clara a Ia politice, haciendo aparece los problemas del poder como les inicos que dciden el movimiento dela sociedad ual transforma asf en un eampo de batalla donde as des, los motives y is eondue tas no pasan de er ttt que ums ena cha de todos contra todos, Bs una manera de ler la cultura bajo un prisma esrechamente politic, por eemplo, cho oa ie ae expen de na fala since, Elo eae eralmente cuando se sstene que ls ieologas son excusvamente la proyec- Gib de interessecondmicn ode una vlutiag de pode; can senerpets ada toma de poscin en el campo dele ucha de deas como motivada por pe tensions parti Existe, por tiltimo, un reduccionismo de la cultura cada vez que se la interpre- ta en el exclusivo nivel del lenguaje, como si el hacer y el hablar no estuvieran inextricablemente unidos. La cultura noes, en efecto, puro dscurso, y no puede reducirse por lo mismo al meso andlisis del lenguaje. Cualquier ejemplo bastaria para ilustrarlo. Piénsese en la relacion profesor/alumno. caso ella se agota en Ja pura comunicacion discursiva? {No tienen igual incidencia en la ensefanca quello que se ensefia, 1a forma de hacetlo, la clasficacién de los contenides transmitidos, la organizacién de la sala de clases y la escuela, su dotacién mate- tial, las tradiciones escolares del pais, la formacién previa en el hogar, la influen- cia de los padres, etc.” En suma, el estudio de la cultura no admite reducciones; su organizacién en ‘cualquiera sociedad tiene que ver, por igual, con la organizacién del trabajo, del poder y de los sentidos comunicados. Miradas las cosas en esta perspectiva mis amplia, cabe, sin embargo, encontrar tun cje ordenador del analisis que aqui emprendemos. Diré que ese eje responde a Ja necesidad de entender Ia organizacién de la cultura nacional en funci6n de las ‘tansforinaciones que experimenta la sociedad chilena a partir de 1973 En un primer momento, e! estudio de esas transformaciones adquitié un tono que todavia perdura en algunos sectores intelectuales~ de apologética incon: movible. Lo que puede excnsarse en el terreno de la propaganda, sin embargo termina por ser inexcusable en el terreno de Ia comunicacion de argumentos. Asi no sea porque los ejercicios de apologética se vuelven, con el andar del tiem= Po, tediosos. En el campo de las interpretaciones criticas del proceso de cambios ue experimenta el pais, ef foco de atencién se centz6, también por demasiado. tiempo, en el ejercicio de 1a denuncia. Con todo, y de manera necesariamente 1s Tenta por las difcultades que impone una situacion matcada por Ia ausencia de libertades intelectuales basicas, se fue desarrollando un cuerpo de ideas y andlisis que precura explicar la dindmica de las transformaciones en curso. Se estudid asi, y cito por via de ejemplo, el quiebre de la democracia y los factores que lo hicieron posible. La emergencia del Estado autoritaro, y su carécter social. La dindmica represiva de ese Estado, y el funcionamiento de una institucionalidad politica de emergencia. Las transformaciones de la economia nacional, sobre to- do el surgimiento de los grupos econémicos y las mecanismos empleados para facilitar la coneentracién del poder en sus manos, y 10s efectos de tal politica en la industria, el empleo, Ia dstsibucién del ingreso, etc. El conjunto de esos estudios muestran que el pais ha cambiado profundamen- te, y explican el sentido y los instrumentos de ese cambio, El presente volumen se inscribe dentro de ese esfuerz0 colectivo de interpre- tacidn, andlisis y toma de posiciones intelectuales, Su propésito es contribuir al estudio de Ia sociedad chilena, mediante el andisis y Ia discusion de las transfor- ‘maciones ocurtidas en la organizacién de la cultura nacional. ‘Se parte del supuesto, por consiguiente, que esas transformaciones no abarcan. solamente el campo de la economia y de la politica y, lo que es més fundamen- tal, que ellas no pueden ser explicadas como un resultado obtenido por la sola ntervencién de la fuerza. El argumento que recorre y unifica estos ensayos es, en cambig, que dichas ‘ransformaciones apuntan todas ellas a dar expresion a un nuevo tipo de domina- m en Ia sociedad chilena, Es decir, se sostiene que estamos en presencia de un proceso histdrico que incluye al menos: i) una dristica reorganizacién del modo de produecién, que ha hecho posible cambiar las bases materiales de sustentacion de la dominacién; ii) una radical transformacién del Estado, que permite expre- sar esa dominscién ain en ausencia de mecanismos que legitimen el poder por via de su racionalizacién formal, su apoyo en tradiciones o su sustento carismati- 0; iil) un completo cambio en la organizacién de Ia cultura nacional, que debe expresar esa nueva dominacién y volverla sentido del orden, principio de integra cién social y cauce regulador de nuestras interscciones cotidianas El hecho central que aqui se discute es, por lo tanto, lo que Gramsei denomi- naria la formacion de una hegemon‘a en la sociedad; esto es, la formacién de un tipo de dominacién capaz de expresarse en el terreno de Ia economia y la politi- ca, pero que a Ia vez permite a una clase social volverse dirigente en el plano de Jacultura, Una clase social es hegeménica, precisamente, cuando logra crear un orden so- cial que se sostiene no solo sobre la fuerza fisica, sino ademas en aquélla que pro- viene del control de los procesos de produccién, el control del mercado, de los aparatos ideologicos y, en general, de la influencia que esa clase desarrolia en el mbito de la regulacion cotidiana de la vida, 16 Es cierto que el propio Gramsci utiliz6 la nociéia de hegemonfa en el contex- to italiano, para interpretar aquellas formas de dominacién que, desde su punto de vista, tenian un sentido historico progresista. Donde por ende el caricter presentativo y el contenido nacional de una clase dominante aparecian vincula dos a un intento de desarrollo nacional-popular, capaz de enmarcar al conjunto de la sociedad tras una fuerza claramente mayoritaria. En ese caso, entonces, la idea de hegemon‘a aparecéa vinculada a los temas de la democracia y el socials: ‘mo, y a una profunda reforma politica, intelectual y moral de la sociedad italia- En Chile, qué duda cabe, estamos frente a una situacién completamente dis- tinta, Aqui la idea de una hegemonia emergente se vincula més bien a un inten- to de revolucion capitalista tardia y a un proyecto que es, en su esencia, burg De alli también que el papel de la fuerza represiva sea, en ese cuadro revoluciona- rio burgués, enonnemente significative, como lo muestra la experiencia nacional de estos dltimos siete anos. Con todo, el argumento central de estos ensayos es que en Chile estamos fren- te a.un proceso que posee, al menos como pretensién historica, la de construir ‘una nueva hegemonia, que asegure la estabilidad del orden autoritario y permita su reproduccién estabie. Quien afirme esto tiene, por neceiidad, que centrar su preocupacion en el campo de la cultura y de su organizacion, ples es ali, final- mente, donde se expresa la direccin sobre la sociedad y donde se asegura la mantencion de un orden social: alli, en efecto, los individuos, los grupos y las clases adquieren conciencia de su posicién, de’ sus contflictos, de las jerarquias que los rigen, de las ideas que piensan, de los valores que sostienen, de los com- pportamientos esperados, de sus propias expectativas, de las concepciones que se forman del mundo y la'sociedad, de sus aliados y enemigos, de sus convicciones esperanza, Ninguna dominacién puede imponerse establemente, en cambio, por lasnera intevencién de la fuerza represiva, ni existe un orden social que pueda descansar Ccontinuamente sobre la violencia. El gobiemo de una sociedad se apoya, Ia ma yor parte del tiempo y para la mayor parte de sus miembros, en factores de fuer a material pero también ideal; en sanciones y su ameniza pero también en con- Viociones y su persuasiGn; en estrategias cotidianas de poder pero también en es- ‘rategias comunicativas que transmiten el sentido de las acciones y justifican los fines sociales, 7 La pretension de toda hegemonia tiene que ver con esa doble realidad de la politica, que es asimismo la cara doble de cualquiera sociedad. Ni siquiera el proyecto autoritario puede escapar a esa logica: Tlega el momento en que busca legitimidad, en que necesita institucionalizarse, en que el poder aspira al recono- cimiento, y en que la clase dominante desea vivir en paz y gozar y reflejarse en sus obras. Llega pues el momento en que el discurso de la guerra ya no eonvence ¥en que el ejercicio de la represion se vuelve anti-econémico: en vee de Fortale- cer al poder, lo debilita y lo aisla, Entonces se vuelve necesario dirigie, aceptando 7 la diversidad social y respondiendo al doble requerimiento de la politica: man- tencién de la eficaca de la fuerza y mantencién de un predominio en el terreno cultural En este volumen no se resuelve, ni podria hacerse la cuestion del éxito 0 del fracaso que espera ala pretensién hegeménica del autoritarismo en Chile, La tes- puesta a esa cuestiGn se esté haciendo histéricamente, y es una respuesta que na- ceri dela sociedad El objetivo de este libro es discutir la alternativa hegemsnica del autoritaris- ‘mo, interpretando para ello las transformaciones que se han ido produciendo en Ia organizacién de la cultura nacional, El andlisis se centra para ello en diversos aspectos de esa organizacién, tales como su relacion general con la economia y la politica, !a ideologia del autoritarismo, la conformacién de Ia conciencia social bburguesa durante estos afos, el papel de la cducacién en las nuevas eircunstan cis, la nueva articulacion de la creatividad y comunicaci6n sociales, y el tipo de estrategias de dominacion que el autoritarismo ha puesto en juego a lo largo de estos aos. Cada uno de los ensayos que aqui se incluye fue publicado antes como un “documento de trabajo” por la FLACSO, y corregido —seguramente menos de to necesario~ a la luz de las criticas y comentarios que en su momento merecie- ron. Sobre todo agradezco a quienes impulsiron con su lectura critica mis es fuerzos, en particular Carlos Catalin, Rafael Echeverria, Enzo Faletto,_luan Eduardo Garcia Huidobro, Norbert Lechner, Giselle Munizaga y Herman Scher: ber. Santiago de Chile, abril de 1981. CAPITULO I CULTURA Y SOCIEDAD EN EL AUTORITARISMO CREACION Y¥ ACUMULACION La soviologia, desde Marx en adelante, nos ensefta que Ta sociedad se produce si misma, Su crecimiento, organiracion y tansformacion no dependen de os ddioses mi necesitan explicarse en funcién de un motor aculto de la historia, El fendmeno que esté en la hase de esta capacidad creativa que la sociedad po: see para intervenir sobre si misma es la produccion de un excedente, esto es, la capacidad de producir algo més que lo necesario para la eproduccion de la vida Social, Con el surgimiento de un excedente que no es consumido se abre al so: ciedad un campo de ereatividad: pucde proceder a fa acumlacién y Ia invencion de su propio futuro. Pero, claro, no es la sociedad la que acta unitariamente sobre si misma;con ravin ha escrito Lévi-Strauss que desde el momento en que las sociedades primi tivas logran producir un excedente se introduce también dentro de ella el princi pio material de una division de clases. Y ha dicho, en otra oportunidad, que fe parece razonable pensar que la escritura debi6 surgi historicamente asociada al momento en que esas sociedades eruzaron el umbral de la mera reproducciéa de sus estructuras tradicionales y su poblacién. En efecto, Ia acumulacion libera fenergias y establoce una separacin entre aquellos que trabajan para Ia eubiaten: cia de la sociedad y aquellos que pueden controlar ese trabajo y organizarlo, Asi, el momento del umbral creativo de una sociedad advienen ala par conel momen: to de la divisin social del trabajo y de la dominacién de clases. “La clase supe- rior es la que dirige la acumulacién, la deduce del producto consumible, y, por ende, la sustrae de 1a masa de los productores. Aunque desempefie un papel di recto en la produccién o se defina por sus funciones religiosa, militares estata Jes, no por ello es la clase ditigente sino rige la acumulaci6n y, por consiguiente, el modo de produccién”,? ‘Mas no basta saber que una sociedad interviene en su propia produccién. Que- remos averiguar cémo fo hace, y eual es el papel que la cultura juega en ese ar0- eso de auto-formacién socal Primero 1o mas evidente. Una sociedad actia sobre si misma por medio del ‘trabajo y la comunicacion, El trabajo leva a sus miembros a apropiarse de la na- turaleza y a relacionarse entre si para producit y consumir: por este proceso la sociedad sale del orden natural y crea su propio orden, que también abarca su 19 relacion con la naturaleza. La comunicacién es meramente otro aspecto de ese ‘orden creado por la sociedad: se refiere a la interaccién entre sus miembros m diada por el lenguaje y tas formas no verbales de simbolizacién. En esta dimen: sin, Ia comunicativa, el orden social emerge preferentemente como un mundo de sentidos: es el producto de una praxis orientada por expectativas asim tricas de complementariedad y enmarcado por instituciones que regulan normativa- ‘mente las elaciones cotidianas que los individuos establecen entre si ‘Si Ia acumulacién esta ligada mas estrechamente al trabajo y sus productos, Ia creatividad tiene que ver, primordialmente, con Ia esfera comunicativa de Sociedad. Sin embargo, ambos aspectos son inseparables. El trabajo existe sola- mente dentro de una red de interacciones comunicativas. Estas tiltimas, a su vez, no existen separadamente de las relaciones de produccion. El trabajo socal est sujeto a normas y convenciones, y se rige por expectativas de accion instrumen- tal ligadas a las posiciones que los inividuos ccupan en el mundo de la prodiuc- cidn, La interaccién com esta regulada inmediatamente por la organiza: cid del cotidiano, pero ésta no es independiente del desarrollo de las fuereas productives y de las telaciones sociales que se forman sobre Ia base de la division. ¥ organizacion social del trabajo. En suma, la sociedad se “produce” a si misma en esas dos dimensiones 0 as pectos de la praxis, Se transforma a si misma y crece por la dialéetica de la pro uci (aaj) y 6 tasforms cay arene por la data dela concen Reservaré el témino cultura, y el de organizacién de la cultura, parala dimen sin comunicatva de la praxis social, sabiendo que el mundo de vida cultural no ¢s separable, en la experiencia cotidiana, del mundo de Ia produccién de la vida taterial de ios hombres. Uso pues esa distincidn con fines analiticos, pensando «que a partir de lla seri posible, incluso, considera ventajoxamente ta isnhieae ciém de ambas dimensiones en Ta vida real. Dicho todo Io anterior puede reto- ‘mase ahora, en un segundo nivel de elaboracin, la respuesta ala pregunta: cO- ‘mo interviene una sociedad sobre si misma y cud es el papel que juegala cultura en ese proceso de auto-formacién. ‘Sabemos ya que la sociedad actiia sobr si misma por medio del trabajo y la Sabemos entonces, también, que ninguna sociedad crece y se orienta ciegimente, impulsada por imperativos técnicos solamente 0 por la ra: cionalidad inexorable del mercado, las fuerzas productivas © cualquier otro deus exmachina, Una sociedad actia sobre sf misma porque puede crearse y necesita hacerlo. Porque puede mirarse asi misma, conocerse y proponerse metas y horizontes co- ‘municables. Solo las mentalidades mas conservadoras imaginan ef mundo social como orden natural, incambiable y jerarquicamente estructurado. Para ellas las poten- 20 les de liberaci6n eoineiden en cada momento con las realidades presentes de la represion. Por eso su preacupacién se orienta hacia estas ltimas, bajo el supuesto de un estrecho realismo. La emancipacion humana, en cambio, pertene- ceria al discurso de la utopia (Io que no tiene un topos, un lugar) y forma parte, para ese realismo conservador, del reino de las ideologias. La representacién més poderosa de la emancipaci6n esté contenida, sin em- bargo, en la propia estructura del lenguaje y cada situacion de comunicacién la vwuelve a hacer presente bajo las miscaras distorsionadoras de la represion, En efecto, como Io ha mostrado Habermas,? en condiciones ideales de comunica- cién la propia estructura del lenguaje permitiria: i) disefiar estrategias para alcan- zar un consenso irrestricto puesto que ninguna opinion prejuiciada podria evitar ‘er tematizada piblicamente y sometida a critica; i) a través de un proceso de plena representacion de si mismo en la reeiprocidad comunicativa (que incluye igualmente el reconocimiento a ia plena expresion del otro) hasta alcanzar la mé- xima cercan‘a interpersonal en medio de la méxima individuacién de cada quien; iil) en el marco de una integra complementariedad de expectativas que hace posi- ble la demanda por un entendimiento universal a la vez que vuelve necesaria la existencia de normas universalist. En términos simplificados Jo que alli se dice es que, a partir de 1a propia es- tructura del lenguaje, tal cual éste existe en una situacion ideal de comunicaci simétrica, se forman las zepresentaciones que tradicionalmente designamos bajo Ias ideas de verdad, ibertad y justicia Dicho todavia en otros términos: la sociedad no puede coincidir consigo mis- ‘ma sino en la plena emancipacién de todos sus miembros. Y ain entonces, esa ccoincidencia no sera plena, No lo serd porque la sociedad proseguira transfor. ‘mando su medio y porque internamente las condiciones ideales de eomunicacién fettarin siempre sujotae a las constricciones represivas que surgen de la divisin social del trabajo y de Ia institucionalizacion del poder politico. Esti claro, pues, que Ia sociedad no deja de intervenit sobre si misma impul- sada por sus capacidades de acumulacién y ereacion, y que unas y otras se rela cionan estrechamente en la cultura, El modo como esta dltima esta organizada en cada sociedad expresa la direccién de esos procesos y el caricter de su interre- lacion, Lo tipico de Ia cultura surgida con el capitalismo es que somete ta creatividad ‘aun modelo general de racionalizacién de la vida que, surgido del mundo de la produccién, abarca progresivamente la administracion (burocracia), el derecho (formaismo juridico), las ereencias (secularizaci6n), el conocimiento (ciencias). Todas las esferas de la vida se transforman asi de acuerdo al paradigma de la ac- cién instrumental que, sobre la base del cilculo, adeciia medios a fines y reduce los problemas de Ia praxis a meras cuestiones técnicas, a LA CULTURA DE COMPROMISO EN CHILE La revolucion capitalista-autoritariaen curso en Chile sustituye el modelo tra- icional de la cultura burguesa y reorganiza los procesos de acusnulacion y crea: cidu sobre la base det disciplinamienta de Ia sociedad 4 Itura,en Tas condiciones espectfi Lo que impone este cambio radical en la jentada en el régimen de eas de Ia sociedad chilena, es la transformacion experi acumulacion, Hasta el ano 1973, dicho régimen se earacterizaba por el papel centralisimo del Estado, que a su vez articulaba de modes conflictivos y cambiantes Tas rels- ciones entre las diversas fuerzas sociales. Alli el proceso de acumulacion estaba dirigido y orientado por el Estado, y éste se dirigia y orientaba a través del me- ceanismo politico de la democracia representativa, En tales condiciones, la inter venciin de Ia clase dominante en la produccion de la sociedad debia negociarse politicamente con el conjunto de las fuerzas sociales, y con los intereses que his toricamente se habian ido articulando dentro del propio Estado, este fendune- ‘no se na llamado habitualmente “Estado de compromise”, Lo tipico de esa si tuacion de Estado de compromiso es que hizo posible un desarrollo peculiar de la creatividad, puesto que admitia la particpacion de diversos sectores sociales ‘organizados en la direceién y orientacidn del proceso de acumulacién y, en con: secuencia, en la detenminacién de Ia orientacidn y direccion del proceso de auto- formaciiw de la sociedad chilena. Paralelemante, esa situacin implied Ia proliferacién de variados mecanismos de control y negociacion politicos, legales y adininistrativos para regular las for- mas de intervencidn de las clases y grupos sociales, através del Estado, en la pro- duccion de a sociedad, En esas condiciones, se gener en Chile un sistema donde la clase dominante, Ja burguesia, no pudo mantener la dieccién sobre el proceso de acumulacién de capital, viéndlose obligada, en cambio, a compartir su intervencién sobre la socie- ddad con varias otras fuerzas a través Ue! compromiso claborado en el Estado. Es este tiltimo el que asume el rol basico de conduccién del proceso de acumulacion y, a partir de ese hecho, puede definir un amplio campo de intervencién en la so- ciedad. Las caracteristicas que en el orden econdmico llevan a esta situacién, ¥ {que tienen que ver principalmente con la naturaleza dependiente del desarrollo capitalista en Chile, han sido largamente estudiadas en diversos trabajos.® Nos in: teresa mostrar aqui otros aspectos, relacionados con la organizacién de la cultu- +a, que son también parte de ese mismo proceso. El caricter relativamente abierto que adquiere en Chile hacia 1960 la orgei zacion liberal de la cultura esta condicionado, estrechamente, por esa situacion de Estado de compromiso a que se ha hecho referencia y, consiguientemente, por la mayor fuerza que adquieren las clases subalteras dentro del capitalismo. En efecto, no solo la clase obrera organizada, sino ademas Ios grupos medios y 2 diversos sectores relativamente marginales pueden incorporarse, en las condicio- nes descritas, a la dindmica del crecimiento, presionando sobre Ios mecanismos redistributivos y el gasto piblico,es decir, sobre e Estado. El surgimiento de una inmensidad de demandas sociales, que el sistema politico se ve crecientemente en dlificultades para organizar y satisfacer, va dando lugar asi a una cultura caracteri- zada por una creatividad reivindicativa, que consste en la capacidad que deserro- lian fos diversos grupos sociales para reclamar y obtener una satisfaccion a sus de- ‘mandas por mayor participacin en la riqueza, el poder y el status social. Es evi dente que esa satisfaccién no es jamés completa, como lo es tambicn que ella de- ppende del peso especifico de cada grupo en el Estado y de su poder social. Con todo, lo que importa es que se desarrolla una eultura nacional que, por su propio caricter, tiene una expresion primordialmente politica, No me refiero aqui al he cco, més 0 menos obvio, de que en Chile existi6, hasta el asio 1973, una especif a “eultura politica” en’el sentido en que comiinmente se usa este término para dar cuenta de una serie de rasgos y virtudes civicas asociados al ejercicio del su- fragio, el comportamiento del eleciorado, Is honestidad de los escrutinios, etc. El hecho central, me parece, es otro, Se trata ce que el conjunto de la organic zacion de Ia cultura nacional tiene, por decir asi, un eje que es politico, en tanto que s¢ orienta por el vector del poder. La cultura tipicamente burjuesa no ha sido, en cambio, salvo en los momen {0s dlgidos de Ia revolucién capitalsta, una cultura cuyo niicleo central de ori tacién pueda designarse como politico, Mas bien, la cultura burguesa introduce ‘una divisiin entre el mundo privado del burgués y 21 mundo politico del ciudada- 1o. Sélo este ultimo se define en funcién del Estado y la “cultura politica”, pero en el sentido restringido que se indicd mas arriba, El prototipo social dela cultura burguesa es,en cambio,el individuo burgués cuyo mundo, representado porejem plo en Ia literatura y las ares, incluye principalmente las pasiones dela vida priva- da, sus relaciones de Familia ia dramaticidad de su existencia, los itinerarios es alma, Como escribié Schiller: “cl palacio de los reyes est cerrado ahora. Los tric bunales se han retirado de las puertas de las ciudades al interior de los edificios, 4a palabra viva ha apartado a la escritura, el pueblo mismo, la masa sensiblemente viva, se ha convertido en Estado alld donde no actia como fuerza bruta; los dio- ss han vuelto a los pechos de los hombres”. En fin, los destinos privados es todo lo que se ofrece a la sensibifidad del poeta en ta cultura burguesa. Pero éste sabe, igual, que existe el pueblo, la masa sensiblemente viva, su fuerza, y que existe por nde una vida publica; por eso el poeta propone “abrir de nuevo los palacios.. EI problema, como bien lo ha descrito Luks, es que “a divisin del hombre burgiés en citoyen y bourgeois, Ileva los problemas relacionados con la vida ma. terial real del hombre a la esfera de la vida meramente privada, y como materia paral pathos de la vida piblica s6lo ofece la enarecidaabstraccdn etrea del eitoyen”.6 Lo que ocurre en Chile es que no puede decirse estrictamente, que la cultura burguesa fuese la predominante, en tanto que la burguesia, como clase social 2B auténoma, no lograba tampoco desarrollar una verdadera hegemonia sobre ef cconjunto de la sociedad. En Chile se desarrollo, més bien, una cultura y una organizacion de la cultura que puede denominarse accuadamente de liberal-progresista; en rigor, una ver- dadera cultura de compromiso cuyo niicleo fue, esencialmente, de orientacién politica. Fue esto, probablemente, lo que la dot6 de un caricter ideolbgico y ex- pisiva, en tanto que en ella se fundian, en una extrafia amalganta, por igual los temas de Ia vida piblica y Tos de 1a vida privada, Los destinos sociales y lus det individuo, AL nivel del Estado la cultura instauraba un ambito de integracion (compromiso) y aquél aparecia entonces como un actor homogéneo, capa de actuar “por encima” de los intereses particularstas de las clases y grupos socia les, Pero a la ver, el Estado era percibido como fuente de distribucién de bene fcios espocificos, y, en ese sentido, aparecia como el locus donde debian resol- verse los contlictos reivindicativos de caracter comporativista, En la medida que "unos grupos mis que otros lograban hacer valer sus eivindicaciones y traspasaban, al Estailo el centro de su gravitacin social, emergia asimismo un peculiar estilo cultural de grupos medios, caracterizado por una ideologia distsibutivista que re clamab la extension del status sobre la base de Ia educaci6n y la vivienda como ceanales de ascenso social, y fundado en una ética del trabajo de cucllo y corbata, la comodidad de} hogar j la valoracion de los servicios para el desarrollo de una “buena vida’ La idcologizacion de la cultura de compromis, que me parcee fue efectiva- mente un raspo tpico de lla en el caso chleno, esponde sgiramente @ una tnultiplicidad de factors, Entre estos, e& posible pensar que unos hayan tenido tin peso mayer que otros en la configuracion de ese rasgo, pero, en defniiva, es tl conjunto de ellos el que explica et hecho, Si hay algo que puede dar cuenta razonablemente de exe conjunto, pienso que es, precsamente, el earicter expect fico que avopta en Chile fa praduceién dela sociedad por s misma. Com se se- al antes, ev proceso toma entre nosotros Ta forma de una intervencion del Estado de compromise ef a conduccién de les procesos de acumulacion y crea- cin. En el cas0 de este timo proceso, se wiele decisive asegurar una organiza- cin de Ts cultura que haga posible, también ella la particpacion de ls diversas clases y grupos sociales y de sus expresones orginicat en la definicion de los pro- esos de-comunieaién y socalizacion que tenen higaren la sociedad. De no set asi, el propio Estado de compromiso no podea exist, pacs sa interenci6n pro- taginica en la sociedad puede continvarfoncionando, exclusivament, sobre la base de las definciones y consensos que van aleanzando todas las fuerzas que partcipanen el compromito. Ahora bien, si esto es asi, ello significa que la lucha politica que estd en la bs- ‘© del compromiso invade todas las esferas dela sociedad, todas las instituciones sociales, y, muy importantemente, Ia propia organizacion de la cultura. Pues es fen este iltimo nivel que las fuerzas sociales en pugna tematizan piblicamente sus demandas, las presentan y legitiman, las publicitan y buscan imponerlas. El Es- tado solo puede asumizlas una vez que han sido procesadas comunicativamente, 4 ¥ recién entonces puede satisfacerias sin riesgo de perder su legitimidad de com- ‘romiso y la eficacia que, dentro de ese marco, pose. Esto explica, también, que el Estado de compromiso no sea un tipico organo de racionalizacién de a Sociedad, pues no depende su legitimacién, solamente, de su eficacia en la mantenci6n de las condiciones que hacen posible el desarro- lo dinémico de 1a acumulacion del capital bajo Ia hegemonia de la clase dirigen te, Su provcupacion central, en cambiv, tenderi a ser el desarrollo de las condi- ciones que mantengan la viabilidad del compromiso, que es su fuente a la vez de legitimidad y eficacia para intervenir en a sociedad. Esto implica que el Estado debe intervenir, tanto en el mundo de la produccién como en el de la cultura, para satisfacer dindmicamente las demandas sociales de las diversas fuerzas que concurren al compromiso 0 que amenazan transformarlo. Implica, asimismo, que Ias diversas fuerzas sociales en pugna en Chile, y sus organizaciones representati- vas, debieron desarrollarse para competir con éxito por la influencia y el control del proceso de auto-formacién de la sociedad, también en todos los terrenos de Ja cultura, Nada de lo humano podia series ajeno, ni las iglesias, el arte ols edu- cacion; ni los medios de comunicacién masiva, las universidades y los sindicatos. Pues en cada una de esas instancias, de maneras especificas segin de cudl se tra: tase, se libraba la misma lucha: como influir para alcanzar una mejor posicion negociadora frente al Estado y dentro de él, Esto es, cmo participar, con mayor fuerza, en la determinacion de los procesos de acumulacién y comunicacion que ‘ban configurando las caracteristicas del desarrollo chileno. En una nocién estrecha de las cosas suele pensarse que la tinicaforma de in- fuir decisivamente en dichos procesos es estableciendo un control monopélico, como clase 0 de grupos més semejantes a clanes, sobre {a propiedad de los me- dios de produccién. En esto parecen coincidir, paraddjicamente, cierto marxis- mo vulgar y la intelectualidad orgénica de los grupos econémicos en el capitals- ‘mo-autoritario. En las condiciones del desarrallo chileno, hasta 1973, fueron més numerosos ¥ variados, sin embargo, los modos de influir sobre la conducci6n de los procesos Vitales de auto-formacién de la sociedad. La propia prictica de los conglomera- -dos sociales lo confirma. Pues no solamente se disputaron las clases la propiedad de la tierra y los capitales, sino que también la posibilidad de formar profesiona- les, Ia inradiacion ideolGpica de las iglesias, Ia forma de educar masivamente, la capacidad de convencer y conducir a la opinién piblica, el predominio en el te- reno de las ideas y de la expresion artistica, etc, Al interior de 1a cultura de compromiso se estableci6, pues, la lucha de hegemonfas que, en definitiva, debia, permitir a una clase més que a otra, a una alianza social més que a as restantes, Airigir el proceso de creacién de Ia sociedad, El rasgo tipico de ideologizacién expresiva de Ia cultura de compromiso se ex- plica, pues, por ese conjunto de factores que hicieron necesaria la lucha en el te- reno de la cultura donde, por la propia y especifica condiciin del terseno de lu cha, no podia combatirse exitosamente con la fuerza de las armas o Ia desnuda 25 presién, con el poderio material o los recursos de Ia represién. Fue necesatio, Por consguiente, que todas las fuerzas se incorporaran a una verdadera lucha de cconcepciones de mundo y de ideas, de éticas contrapuesta y de valores divergen- tes, de influencia moral y peso cultural, Por eso, por ejemplo, noes ajeno al &x to de la democracia crstana y a su ascenso al poder el aflo 1964, como muchas ‘veees se ha dicho, su eardctery su imagen de movimiento cultural yno solamen- te politico, vinculado organicamente a la conciencia crstiana, influyente en las ‘unversidades, con presencia en su propio dmbito de inluencia de una extensa capa de téenicos y profesionaes, ete, Ni es ajeno al peso histrico dela iquiee- das en Chile su amplia penetracion cultural en la sociedad, y, especificamente, en los sectores populares, su presencia reconocida en los diversos campos del a. te, y su insercion en el movimiento cultural socialista, probablemente uno de los mis poderosos y variados del mundo occidental, etc. Finalmente, no es ajeno tampoco a todo fo dicho hasta aqui, el hecho de que las derechasnacionales no prurliceen acceder a una posicion legemGnica en la sociedad y ol Estado durante Jas iltimas décadas, sumo contempla su erosionado peso cultural, su carencia de figuras intelectuales, su vacfo en les arts, su aslamiento en ef carnpo cultural internacional, su périda de influencia entre los sectores profesionales y téenicos, su alejamiento del mundo cultural eatdlco, ete; ni es extafo, porto mismo, aque of acceso de una nueva burguesia al poder, el ato 73, debiera hacerse a san: sre y fuego, : He aqui que hemos vuelto, finalmente, al punto central de nuestro argumen- to, Dijimos que la revolucién capitalista-autoritaria en curso sustituye el modelo tradicional de ta cultura busguesa (de racionalizacion de la sociedad bajo hege- ‘monia de la clase), y sabemos ahora que sustituye, también, el modelo de organi zacin de la cultura de compromiso (de conduccién negociada de los procesos de acumulacion y comunicacién por medio de Ja intervencion del Estado). Dijimos, asimismo, que la revolucién capitalista-autoriteria reorganiza los pro ceesos de acumulacién y creacién sobre la base del disciplinamiento de la socie- dad, CRISIS DE LA CULTURA DE COMPROMISO + Los problemas emergentes dela racionalizacion capitalista de Ia cultura en tas sociedades mas avanzadas én occidente han sido extensamente estudiados por la sociologia. La mayoria de los autores apuntan, al tratar este tema, en una misma direcci6n: la constituciOn de una industria cultural, asociada por un lado al au ‘mento de] tempo libre y, por el otro, ala explosion y el desarrollo de una cultu- ra de masas. De lo que se trata entonces, en iltimo término, es de estudiar “el ‘consumo privado de los bienes producidias en masa”, para emplear la formula de uno de esos autores. Se accede por esa via al andlisis de lo que se ha denominado Ia sociedad post-industrial, con su peculiar organizacién de la cultura y sus con= tradieciones culturales caracteristicas? 6 Distintos son, en cambio, los problemas a que da lugar el desarrollo de Ta cul- * tura-de compromiso, ligidos como estén a una economia capitalista dependiente, ¥ 2 una configuracién especial del Estado, Aqui sélo haremos mencién, muy al pasar, al problema central de la crisis orginica de esa cultura, tal como se produ- * joen Chile durante el periodo 1970-73. . En efecto, esa crisis sobrevino como resultado de Ie incapacidad del conjunto de Ia organizacién cultural para continuar procesando, de maneras més o menos, estables y eficazmente, las demandas hechas valer por los distintos actores socia- les dentro del sistema, Se legs, pues, a una situacion donde la creatividad reivin- dicativa de la sociedad desbord6 los propios mecanismos de respuesta, y esto ‘ocurrié en tocios los niveles de Ia organizacién cultural, La cultura de comprom S0 se vio asi desgarrada y exploté en mil fragmentos, originandose a la par un es tadlo de desajuste cultural generalizado y el inicio de un conflicto cultural de ela. ses entre las Tuerzas sociales més decisivas, El Estado mismo se vio impedido, en sas circunstancias, de continuat cumpliendo su rol fundamental en la conduc: cién de los procesos de acumulacion y comunicacién, desarticulindose intema- mente y dando lugar a una diversidad de méquinas de poder, carentes de unidad de propesitos y accion, y lanzadas cada una en direcciones diversas. EI proceso descrito es tipicamente uno de saturaciOn en la esfera de la comu- nicacion, Una vez alcanzado ese punto, el sistema comunicativo ya no transmite ‘mensajes sino que produce solamente nuido en cl sistema, con la consiguiente de- aradacién en los procesos de relacidn social que quedan liberados ala fuerca ma. terial y politica que puedan movilizar los diversos sujetos. La répida descomposicion de la cultura de compromiso trajo consigo, por lo mismo, una profunda alteracion de los cauces histéricamente legitimados para." regular los procesos de autoformacién de a sociedad chilena, Prontamente, e308 ccauces tendieron a reemplazarse por formas de conflicto social y politico cuya Fesolucion de fuerza debia hacer posible, en cada citcunstancia, el préximo mo- vimiento legitimo del vencedor, Fue esa dindmica la que dio al periodo su carde: ter de permanente enfrentamiento entre bloques, dindmica donde se combinaban etapas de mayor y menor intensidad conflictiva dependiendo del desarrollo y los ritmos de Ia lucha de clases que Ie subyacia. Lo importante es notar sin embargo que, durante el periodo de desintegracién de Ia organizacion liberal-progresista de Ia cultura chilena, la propia sociedad queda a merced de sus conflictos, 1os cuales no logran ya, como antes, una teso- Iucién adecuada para el funcionamicnto del Estado de compromiso. La interven cidn de éste se vuelve, pues, ilegitima en el nivel cultural mis profundo; ilegitima Porque ya no existe el marco cultural dentro del cual podia procurarse st legit ‘midad. En crisis esté pues todo un sistema de identidad nacional que se fundaba, Drecisamente, en la integracién social de la creatividad reivindicativa, y en su efi ccacia como mecanismo de auto-formacién de la sociedad. Miradas las cosas asi, resulta insuficiente la explicacion de Ja crisis del perfodo . 7 1970-73 como un mero fendmeno politico, 0, mis restringido ain, como el pro- a6 ducto de insuficiencias en la direccién del Gobierno de la Unidad Popular. Tam- ‘poco parece satisfactorio el argumento que interpreta la crisis como un desen- ‘cuentro entre los procesos simulténeos de democratizacién de Ia sociedad y de transformacién de su base econdmica capitalsta, pues introduce una distincién analitica que sin embargo es tratada como una dualidad real, capaz de operar efectos en la vida social concreta, La erisis fue mucho més amplia y honda, pues afecto el centro vital de la so- ciedad: su modo historico de produccién de si misma, esto es, su capacidad de subsistir y crecer dentro de los marcos establecidos de direccién sabre los pro- ccesos de acumulacién y comunicacién, EL golpe militar, que corona exitosamente la insurreceién del bloque conduci- do por Ia burguesi, significa, en la perspectiva aqui indicada, el inicio de un pro- eso revolucionario destinado a resolver esa crisis orginica y a generar las condi- ciones que aseguren una reorientacién en los procesos bisicos de auto-formacién de Ia sociedad chilena, No haberlo entendido asi desde el primer momento ha implicado para muchos falsas esperanzas, célculos equivocadas, vacilaciones pricticas y errores gruesos de comprensién. Lo que estuvo en juego et 11 de septiembre de 1973 fue, por decitlo con fuer- za, el curso de Ia historia modema del pais, No solamente su sistema politico de- ‘moctitico, el derrocamiento del Gobierno 0 el brusco fin del proceso de trans- formacién de su base capitalista, sino que, derechamente, su identidad nacional, las bases del sistema de integracién, la subsistencia de un modelo cultural de or. Banizacién del pais y de las formas de su creativided social. Es evidente, como lo seflalamos anteriormente, que la cultura de compromiso habia entrado.en des- ‘composiciOn acelerada con anterioridad al golpe militar. Con todo, el disefio po- :0-programitico de Ia Unidad Popular constituia todavia, de maneras muy rofundas y reales, una linea de continvidad transformada de las orientaciones ccontenidas en la historia chilena de las dltimas décadss, y en ese sentido-era tribu- tario del modelo cultural nacional; por igual de sus virtues y sus insuficiencias, La revolucién capitalista-autoritaria del 73 rompe en cambio, radicalmente, con ese modelo cultural y, por consiguiente, entra a liquidar las bases de susten- tacién de Ia organizacion liberal-progresista de la cultura que se habia venido Quien asi reflexionaba en 1972, sabia de lo que estaba hablan- do. “No es efectivo, agsega, que las Fuerzas Armauas sean impasibles; noes efee: tivo que ellas permanezean neutrales, indiferentes y en estado técnico puro”, Asi, el ascenso de Ia insurreccion aumentaba la anarquia, y la ideologia insurree- tional preparaba el terreno para movilizar Ia intervencin armada en la lucha y Janzar Ia ofensiva final por el poder, De este primer perfodo germinal, la concepcién autoritara del mundo conser: vata lo largo de su desarrollo varios elementos matrices: su carfeter rupturista com Ia ideologia democritica tradicional de la propia burguesia chilena; su tras- fondo “sremialista”” que, vuelto artificial por el caricter concentrador del proce- to de acumulacién de capital, se expresard exclusivamente como anti-politicismo y una especifica ideologia tecnocritica; su anti-legalismo tevolucionario, pro fucto del acceso armado al poder; su ambigua retorica democritica; su condi- ‘én profundamente anti-popular, reflejo de una clase victoriosa contra un movie miento popular fuerte y desarroliado; su configuracién obsesiva e intolerant, que es el resultado de su emergencia a partir de un mundo burgués amenazado, 49 LA IDEOLOGIA DE LA SEGURIDAD NACIONAL, En su primera fase de instalaci6n, el nuevo régimen se impone como tarea ~segiin Jo anuncia el discurso oficial~ eliminar la situacién de anarquis /amena- za que se habia generado en cl pais, esto es, para la burguesia y las bases de sus- tentacion del sistema capitalista. De Jo que se trata, en cambio, es de desarticular y desmovilizar al movimiento popular, concebido como fuerza central del campo enemigo. Por aqui comienza, pues, la “ordenacién” de la sociedad chilena, que debe hacer posible el desarrollo 4e sina politica de “estabilizacida” y el traspaso 0 “privatizaciOn” de actividades previamente realizadas por el Fsiado a manos privadas, bases sobre las cuales se Cconstituira el nuevo modelo de desarrollo y se levard a cabo, progresivamente, el disciplinamiento de la sociedad. En efecto, a poco andar se vuelve claro que el bloque en el poder esta confor mado centralmente por la fraccisn dominante de fa burguesia © burguesia finan ciesa ttenmacionalizada y las Fuerzas Annadas que participan con cuerpo ins: itucioaal: esta situacion conduce a un ripide deteriora de las hases socisles del rucvo régimen. Esto iillimio es particslanmente visible en ef caso de la “pequenia bu:guesia sublevada” que, casi nniedialanente después del derrocamiento del Gobiemo de 13 Unidad Popular se ve :xchvia del bloque en el poder, y somet dda a fos efectos de Ia politica econémica de centralizacion y eoncentraciin de capitals, EI “ordengmiento” de la sociedid impone pues, en estas condiciones, no sola- mente la exciusion politica del campo enemigo que ha sido derrotado politica y militarmente, sino que ademés ta aplicacién de un férreo control sobre las restan- tes fuerzas sociales, Como bien setial6 El Mercutio, “Este programa econémico envuelve tales sacrificies, en especial para lor sectores medios, ie no haha po- ido realizarse sino en las condiciones de disciplina politica y social impuestas ppor las Fuerzas Atmadas a partt del 11 de septiombre de 1973” (Semana Politi: cca, 28 de marzo de 1976), Mis recientemiente, EI Mercurio volveri a insist en este opico y resaltari de nuevo “el valor del Orden puiblico” para la realiaacion de los objetivas econdmicos y de transformacion social que se habia trazado la clase doniante. “En el marco del orden, sefiaa, ha sido posible (..)iniciar pro- fundas transformaciones orientadas a resolver los graves problemas crénicos del pais. Sin ese marco de orden las Jemis realizaciones habrian sida imposibles”. Y agrega’ “Li eficacia de los civies en el Gobiemo esta determinada por la accion militar del 11 de septiembre de 1973 y por el régimen autoritario que desde en tonces se impaso en el pais, De ahi que las Fuerzas Armadas y de Orden sean acreedoras a mucho mis que 2 un simple reconocimiento caluroso de su patrio- tismo y abnegacién. Ellas provocaron los hechos histéricas que sirven do cimien- to a la obra de reconstruccién y transformacion en marcha, ED estan indisoli- ble y solidariamente tigados a este proceso transformador, el cual se hace posible por la integracion de civiles y militares en el logro de objetivos nacionales de sig: nificacidn vital para Ia subsisteneia del pais y para su desarvollo, Las Fuerzas 50 ‘Armadas y de Orden son las impulsoras y sostenedoras de este régimen. En el ‘campo abierto por ellas trabajan los civiles” (Semana Politica, 15 de abril de 1979), La cuestién es que para abrir ese campo fue necesario limpiatlo previamente En eso consistio, esencialmente, la labor de Ios aparatos represivos del Estado durante la primera época. Mis adelante, la funcion de éstos ha sido mantenerlo libre de obstaculos, patrullando el campo para \a “libre iniciativa” dela clase do- * minante. Mas que nunca el Estado ha sido pues, durante estos afos, el brazo at- mado de una clase social, La concepcién autoritaria del mundo se ha desartollado en esta primera etapa, Principalmente, como una ideologia destinada a asimilar y justfiear la experien- ia epresiva, proyectindola a Ia vez como unanecesidad del orden. Tal ha sido, en efecto, fa funcion cumplida por Ia ideologY] la soguridad nacional en la for. del nuevo mapa cultural dominant, Frecuentemente se ha sostenido que la ideologia de Ia seguridad nacional cconstituye cl hasamento ideologica de los reginenes autotitarios que surgieron fen Amiérica Latina a partir de la década del 60, Nos parece que esa interpreta- cidn es parcialmente equivocada, “bien, cabria pensar que la ideologia de In seguridad nacional represent ‘una respuesta a los principales problemas do Iz fase de implantacién del nuevo patrén de dominacion, incorporindose progreswvamente, en los ates siguientes, ala concepciin autoritaria del mundo, 1. Ella permiti6 soldar jdeotogicamente la alianza que da lugar al bloque en el poder, otorgindole a sus componentes civiles y militares y, en particular, a su AMicleo de conduction, un c6uigo de interpretadion de sa tarea, una formulacion simple y coherente del mundo, una vision precisa del cardcter belico-social de su mision y, sobre todo, la matriz del discurso pub ico® en funcién del cual buscd y obtuvo Ia cohesién moral e intelectual de la bu-guesia, pudo irradiar hacia otros Sectores sociales su influencia y neutralizar ideologicamente a los elementos de la equefia burguesia desplazados de la participacion on el poder. Desde este punto de vista 1a doctrina de la seguridad nacional coastituye una respuesta frente a la amenaza de desorden total que representaria el enemigo, por entonces identifica- do con “el comunismo”. En efecto, se sostiene que el comunismo es “una mo- ema forma de agresién permanente (que) da luzar a una guerza no convencional en que la invasion (errtorial es reemplazada por el intento de controlar los Esta dos desde adentro. Para ello el comunismo utilza dos técticas simultaneas. Por ‘una parte, infiltra alos micleos vtales de las sociedades libres, tales como los cen- {os universitarias ¢ intelectuales, los medios de comunicacién social, los sindica- tos laborales, los organismos intemacionales y, como incluso lo hemos visto, los ropios sectores eclesidsticos. Por otro lado, promueve el desorden en todas sus formas, Desorden materia, con agitaciones callejeras. Desorilen econdmico, con Dresiones domagogicas e iniJacionarias. Desorden social, con huelgas permanen- 51 tes, Desorden mora, com el fomento de las droga, la pomografay la disoluién de ia familia, Desorden els eaprius, con ef odio astemaico de clases, co. mo sinteis serrate de (Odes ello suey se extn el teronsmo, que pare haber hecho retomar a muchas ntionscvlizada alas epocas mas prs de hacidn ideokigica en los mercados laboraes ‘O Inicialmente se entendi6 que la accién represiva correspondia exclu: vamente a las Fuerzas Armadas, en quiencs deseansaba por lo mismo la seguridad nacional, “Hemos sefialado en otras oportunidades, comenta El Mercurio, que el régimen exhibe dos Ifneas politicas claas, definidas ¢ intemamente congrientes: la de Seguridad Nacional, a cargo de las Fuerzas Atmadas,y la politica econdmi ca, a cargo del grupo de economistas y téenicos... (..) Tanto en seguridad nacio- nal como en politica econémica, el Gobierno ha dispuesto de un bagaje de ideas ‘que componen verdaderos sistemas de principios” (El Mereurio, Semana Politica, 26 de diciembre de 1976). ‘Se perfilaba asi, ya entonces, la doble integracién de la concepci6n autoritaria del mundo, Pero todavia subsistia una especie de division ideoldgica intema en el bloque de poder, que correspondia, relativamente, a la division de funciones que se habia establecido entre la conduccién de la represion y la conduccién eco- 3. Lo anterior no debe, con todo, conducir a error, Pues con el transcurrir del tiempo ira haciéndose visible que Ta ideologia de Ia seguridad nacional asume también las metas econdmicas definidas por la burguesia internacionalizada que participa en {a direccidn del Estado junto a las Fuerzas Armadas. En efecto, "la Seguridad nacional se proyecta dinémicamente al campo del desarrollo, enfacado (..) no s6lo en ef terreno material sino en armonia y al servicio del progteso espi- ritual del hombre”. Desde esta perspectiva, la seguridad nacional se convierte fen una condicion de posibilidad del desarrollo capitalista en Chile, y asume un +0] subordinado al contenido de clase de aquél. Segin lo expresa un comentatis- ta autorizado: “El desarrollo debe tender al incremento del Poder Nacional en el mito exterior e intemo, de tal manera de asegurar a todos y a cada uno en par- ticular un modo digno de vida, acorde con los niveles y metas que se vayan alean. 82 iB zando a través del progreso que ese desarrollo genera. La Seguridad, a su vez, de- bbe tener la capacidad suficiente para permitir lo anterior, venciendo los aspectos negativos que se generan por las tensiones y antagonismos resultantes de dicho proceso evolutivo”.2 Es decir, la seguridad asume la funcion de controlar los conflictos sociales y de reprimirlos, para hacer posible el desarrollo del nuevo ‘modelo de acumulacion y el control autoritario sobre las procesos creatives de la sociedad, 4, En suma, Ia ideologia de la seguridad nacional ha sido una primera linea de claboracién de la concepeién autoritaria del mundo, que prolonga y enriquece, ahora sobre le base de una doctrina especificamente militar,3° la concepcion de lucha forjada por la burguesfa chilena en el perfodo insurreccional previo a la to- ma del poder. En su niicleo central, dicha ideologia constituye una tematizacién del orden amenazado y una justifieaciOn del uso diserecional del poder represivo, a fin de imponer y mantener el orden adecuado al nuevo modelo de desarrollo capitalista impulsado por Ia alianza entre la burguesia internacionalizada y les Fuerzas Ar- madas. Es, en breve, la concepeién del orden asumida por una clase que ha llega: do por la via armada al poder y cuya mantencién en él depende, en gran medida, de su capacidad defensiva. “En fin, 1a Seguridad Interna es un principio elemen- tal de conservacién colectiva en el que descansan los demés valores, asi como gra- cias a los mecanismos defensives del organismo humano pueden darse el pensa- ‘miento y las més elevadas expresiones del hombre” (El Mercurio, Semana Politi= ca, 22 de agosto de 1976), Es la vision del mundo de una clase que se stente pro- fundamente acosada, y que, por ende, necesita en todo momento el camino ex- pedito para recurtir al fundamento iltimo de su poder: la fuerza, 5. La ideologia de la seguridad nacional, como parte componente de la con- cepcién autoritaria del mundo, socializa igualmente una visién catastrofica del presente. Por doquier amenazarian el desorden, la anarquia y la desintegracion, Sobre todo las sociedades “‘masificadas”, Chile entre ellas,estarian expuestas @ ese peligro. “La masificacién es la transformacion dela sociedad en una muche- dumbre despersonalizada, instintiva, obediente fundamentalmente a estimulos irracionales y, por tanto, huérfana de convicciones sdlidas y de control defensivo de la reflexion. Estas masas responden a ideas elementales, a promesas groseras, 4 simplificaciones que hablan mds a sus instintos que a su inteigencia” (EI Mer- ‘curio, comentario editorial, 20 de septiembre de 1976). Tras esta vision negativa, y recelosa de las masas subyace una concepcién pesimista del hombre. “El hom bbre me parece mas proclive a la mentira que a la verdad, més prOximo al orgullo que a la humildad, mas cercano a Ia lujuria que a la pureza, Hay en él una mal- dad innata, que a duras penas consigue atenuar la civlizacién y la cultura, cuan- do no Ia agravan hasta extremos apocalipticos.(..)...e1 hombre es malo, es peca- dor por antonomasia, su palabra no es de far, sus sentimientos son casi siempre ambiguos, y en suma, tomado en su natural indefensién, no sirve para edificar credos ont 3 EI hombre es un animal acosado, El gobemante es un hombre cercado. La ‘masa es un conglomerado irracional y amenazante. Por eso, la “actual sociedad de masas requiere de éli:es con capacidad de im- ‘ponerse sobce el medio pasivo, confuso e instintivo (..) Las sociedades de masas ¥ el easo chileno no es una excepeion— requierer vi Ixerato firme e indiscuti 4do, si se (rata de modemizar, de defender o de reorgani 1 chileno, el liderato era imperativo para lograr todas ls finalidades indicadas”™ (EI Mercurio, Semana Politica, 18 de septiembre de 1977). La concepci6n autoritaria del mundo es esencialmente anti-democrética, en- ‘ue otros elementos, por esa vision paranoica del orden 7 Ia creencia que la masa es un “medio pasive, confuso ¢ instintivo”, renucnte a cualquiers organizacién {que no le venga impuesta desde arriba, por un sistema de liderato coactive cats rmitico, La nostalgia de un jefe es por lo mismo un elemento consustancial al a toritarismo, 6, Las moualidades de conformismo que busca generzr Ia ideologia de la segu- ridad nacional son complejas. Sefialemos algunas. AL interior del niicleo de conduccién del bloque en el poder, dicha ideologia aieguré, durante toda la primera etapa, una adecuada racionalizacién para la gue- rade clases y cl empleo intiseriminado de los medios represives Alinterior de la clase dominante, la ideologia de la seguridad nacional propor- cond las bases para tina auto-comprensin de su papel en esa guerra y oper un profundo cambio moral entre sus miembros, que permitié contar con su adhe- sion.o neutralidad ética y politica frente a las consecuercias de la accién tepresi- va del Estado, Sobre todo, la ideologia de Ia seguridad nacional ha ido forjando una concep- cién del mundo que identifica un “nosotros”, no frente a cualesquiera ottos, si: no frente a un campo enemigo, cuyos miembros deben ser tratados como tales, perseguidos como tales y respecto de quienes no cabe esperar mas que destruc- cin y desquiciamiento de Ta sociedad. A cesta altura, pues, a sociedad no esta solamente dividida dentro de sf mis sino que en guerra consigo misma, La negociacién politica no es posible en, estas condiciones. Los conflictos latentes o abiertos soa sintomas de un avance dol enemigo, jamis producto de situaciones atribuibles ala desigual disteibucién de Ia riqueza, el poder o cl status. Las adhesiones exigidas en estas circunstancias son totales. Las discrepancias se resuelven por un golpe de autoridad. La intole rancia sc vuelve ley de la vida cotidiana, Ascgurar contiruamente el orden que se halla amenazado desde dentro pasa a ser un deber de todos, Segin lo seflala el “Objetivo Nacional” aprobado en diciembre de 1975: “La Seguridad Nacional es de responsabilidad de cada uno y de todos fos chilenos. Por fo tanto, debe incul- 34 cane este concepto en todos los niveles socioeconémicos a través del conocimien- to conereto de las obligaciones civicas generales y especificas”. - Esta Ultima afirmacién corresponde y prefigura la nocion de seguridad naciow « ral que finalmente se incorporard ala concepci6n autoritaria del mundo. Es de tuna nocion que ha dejado atris su conexién mas visible y declarada con la moviizacion de los recursos represivos del Estado, En efecto el proceso de inst tucionalizacion del autoritarismo “.supera y trasciende la otapa en que Ia ace cnsable en Ia semuridad nacional permitia una amplia diserecional- dad del Gobierno frente a los derechos de los ciudadanos. Tal etapa fue evidente- mente necesaria,pese a que en cla pudiesen haberse cometido abusos. La seguri- dad que hoy cl pais distrata y que hace posible el desenvolvimiento econémico tl ogro de las otras metas nacionales, parte del cimiento colocado por las opera cones de deteccién y patlizacion de los focos de insurgencia subversiva. Es jus- to, pues, reconocer el valor de agvelas operaciones de seguridad y, al mismo tiempo, es necesario comprender que el pas est pasando a otra etapa en la cual Ja decision dserecional haba de teemplazarse por el obedecinientoalaley, y en que el subjetivismo de la autoridad tendrd que ser sustituido por la objetvidad de las decisiones que se encventran sometidas 2 nonmas genetales preexistentes” (ElMercurio, Semana Politic, 9 Ue abril de 1978). Retrospectivamente, lo que importa es que aor Ia ideologia de la seguridad aacionaljustfica como una necesidad y un efecto “normal” deta guerra el uso ~ represivo del poder. Las socuslas derivalas deben se asumidas por eonciencia .* dea clase dominante como una censecuencia inevitable. “No eabe ahora rene- gar de este pasado inmediato, por dolores, injusto a veees, confuso y vilento que haya sido, Graciasa ls acciones emprendidas en ese ticmpo es posible ahora Programar la nueva etapa.) Encontrarrastros de muerte en un campo de bata- aes algo previsible, aunque tagico y sobrecogedor. El pais fue un campo de bar talla durante un largo tiempo después del 11 do septiembre de 1973” (EL Mercu- cnentario editorial, 22 de diciembre de 1978) La tematizacién de la muerte y los muertos ¢s una necesidad insoslayable para ‘una concepeién del mundo que surge sobre Ia base orginica de una clase que ha egado por la via armada al poder. La indiferencia frente alos “rasteos de muer- te”, que ha llevado a algunos a diagnosticar “una sociedad enferma”* en Chile, 12 8 por eso algo mis que el producto de meros “mecanismos psicologicos de de- fensa”. Es un conformismo largamente preparado y socializado entre los miem- , bros de la clase dominante; hoy, en su sistema moral y en su concepcién del mun- do, aquellos rastros son subsumidos dentro de una “recta comprensién hacia he- ‘chos que, aunque lamentables, fueron parte de un precio doloroso que se tuvo que pagar para vencer la misma agresion que ha derrotado, y que sigue aplastan- do.en estos dias a muchos paises, peso que en Chile fracaso...” (FI Mercutio, 25 de febrero de 1979). La agresion, ef enemigo: he ahi la gran amenaza, el objeto ‘obsesivo de Ia inseguridad. Si la muerte de los otros es el costo de Ia seguridad propia, hay que estar dispuesto a pagarlo. En cualquier caso, no se trata de un costo personal, Es un clase, Ja clase victoriosa, Ia que debe asumir el costo mo- ose ral y politico de su triunfo: éste define, por su propio caricter, una situacién de anormalidad; ..en el pais hubo luchas,enfrentamientos y muertes durante un periodo que felizmente pas6, pero que debe ser conserado a a luz de Lo que se jugaba entonces y no con el erterio de una época de nomalidades” (El Mereu- rio, comentario editorial, 22 de diciembre de 1978). La concepcién autoritaria del mundo es, pues, por su componente ideologico de la seguridad nacional, una concepcion especifica del orden amenazado. “El orden es siempre frigil y forma un patrimonio valioso”, segin El Mercurio. El mundo cotidiano es vulnerable: s6lo se mantiene ordenado por la accion vigilan- te y el despliegue de la fuerza. La seguridad de la propiedad y las personas esti siempre expuesta a fa accion socavadora del enemigo. Y el enemigo esta por to- das partes. Ls mueva “‘mentalidad” de 1a clase dominante esti articulada en parte sobre esta ideologia, De alli que en esos grupos, y en aquellos sometidos a su influen- cia moral e intelectual, se haya gestado un peculiar cédigo interpretativa de la realidad, extremadamente simple pero eficaz, basado en la Logica de la guerra y Ja dialéctica entre amigo/enemigo. Igualmente, se ha ido desarrollando entre ellos una nocién de la autoridad, que se basa primordialmente en la posesi6n de Ja fuerza y en la eficacia para usarla. Le lagalidad de su uso es concebida como luna cuestion anexa, que debe ajustarse alos requerimientos coneretos del ejerci- cio del poder. En estas condiciones desaparece del horizonte de la conciencia lo que tradicionalmente se ha entendido como Estado de Derecho, y se incorpora, ‘en cambio, la nocién de los estados de emergencia como principal herramienta Juridica para recubrir el empleo de los recursos represivos del Estado, En Ia base de esta concepcién, como lo seftalamos més arriba, esta Ia experien- cia represiva a la cual ha debido irse conformando la conciencia burguesa. Mien- tras ésta tuvo como base suvial uta experiencia de fiberacién, como ocurti6 en cl ‘caso de las revoluciones burguesas europeas, pudo dar expresién a formulaciones politicas progresistas para la época, bajo la forma de una diversidad de concep. ciones democriticas. En el caso chileno ocurte contemporineamente algo muy distinto. La fraseologia democratica es mantenida en parte, como retorica, pero poor detras de ella emerge una conciencia social autoritaria, esquemstica y brutal: ‘mente centrada en los temas de Ia seguridad y el orden a cualquier precio. Es dentro de ese marco que se inscribe y desarrollael cuerpo ideol6gico cen: tral de la concepcién autoritaria del mundo, cual es la ideologia del control “au tomética” de los comportamientos por el mercado, que es el mecanismo por el cual se busca explicar la direccion de Ia burguesia internacionalizada sobre los procesos de formacién de la sociedad chilena, 36 LA IDEOLOGIA DEL MERCADO “EI modelo de sociedad que propicia el régimen constituye un proyecto de hacer de Chile un pais modemo, io que envuelve quebrar habitos politicos for- ‘mados durante cuarenta afios y pasar de una economia patemnalsta, dirgista y ‘en cierto modo feudal a una economia de mercado, abierta al exterior y libre de toda intervenci6n estatal innecesaria” (El Mercurio, Semana Politica, 23 de julio de 1938), He aqui, resumidamente expuestos, los temas esenciales de la ideologia det mercado que, con el correr del tiempo, ha pasado a constituirse en el nicleo ideolégico bisico de la concepci6n autoritaria del mundo. Es un curioso mari- daje éste que mezcla dos fonnulaciones aparentemente contradictorias: 1a for- mulacién autoritaria, que descansa en una vision del orden impuesto coactiva- mente, y la formulacion proveniente de 1a ideologia del mercado, que supone ue éste regula automiticamente los comportamientos basicos del individu, ‘Mas como sefialamos anteriormente, una concepeién del mundo no necesita set tebricamente coherente para ser eficaz en sus efectos de goneracién del con- 10. Le basta con ser consistente con a prictica social que le subyace. Su funcién no es, en efecto, académica. Ni es su gestacion un proceso que esti ppor reglas de discriminacién logica. La funcin de las ideologias es una funcién social y su formacién esta sujeta alas determinaciones contradicto- rias de la lucha de hegemonias, En el caso que nos interesa se agrega el hecho de que la ideologia del mercado nace comicionada por dos factores que son esenciales para su comprensiOn: por un lado, surge como ideologia de reemplazo al interior de la clase dominante, cu- ‘yo micleo de conduccién se ha desplazado simultineamente. De alli su caricter polémico contre Ia ideologia y Ia conciencia burguesa prevalecientes nel pesiody de la hegemonia de una cultura de compromiso. Por otro lado, surge come la re presentacion 0 “el modelo” ideolbgico que orienta el desarrollo del modo de produccién instaurado en Chile, y en particular la direccién del proceso de acu: mulacién. Con el objeto de facilitar el estudio de esos factores condicionantes los anali- zaré por separados en lo que sigue. 1, Lacrit Ia ideologia tradicional de la burguesia a En lo basico, la ideologia del mercado constituye una critica alas condiciones que permitieron, durante los tiltimos cuarenta aflos de historia chilena, que la acumulacién de capitales fuese conducida por el Estado, al interior del cual las clases y grupos sociales organizados debian negociar la distribugfon del exceden- te y a partir del cual se negociaba con el capital extranjero Ia fnserci6n del pais cn el sistema capitalista internacional. Bajo estas condiciones, indistintamente lamadas de “estatismo", “populismo” y “desarrollo hacia dentro”, se habria 37 producido el proceso que llev6, finalmente, a un desquiciamiento de la economia capitalista y a una amenaza efectiva para las posiciones de la burguesia chilena y el capital extranjero, durante el Gobierno de la Unidad Popular. De modo tal que la critica se enfilasimultineamente hacia dos frentes: el pa pel del Estado en la economia; y la democracia representativa chilena que impi- 46 el desarrollo de una hegemonia burguesa sobre la sociedad, No tiene mayor sentido entrar aqui en un andlisis de los argumentos estricta miente econdmicos sobre los cuales se articula Ia critica, En cambio, conviene de- tenerse en aquellos que se refieren a las implicancias politicas, sociales y cultura- les det estatismo y la democracia representativa Se sostiene, lo eval es obvio, que una economia estatizada concentra un im- Portante poder en el Estado. En la medida, sin embargo, que aquel tefleja en su ‘acelin Ia influencia de diversas clases y organizaciones, ademés de la influencia ‘te su propio personal buroeritico, se couvertirie en un instrumento ineficiente para conducit el proceso de acumulacion de capital. El argumento implicito es, por cousiguiente, doble: ou, les peliticas que amenazan la acumlacién del ca: pitel no pueden mantenerse indefinidanwte, pues tenminan por poner en jaque la pesibilided del propia desarrollo capitalists, Segunda, e! Estado de compromi so posre un poder de neqociacion tal «ire wnpide Ia consolidacion de una clase di fipeats del process econdmico pero, per li nauraleza de es2 paler el propio Es artes sieve débil ¢ ineficiente pars promavet la racionalizacion requerida por el proceso de acumulacién de los eapicales privados, En Ja medida que el poder det Estado se expresa bisicamente a través de! gas to piiblico ~forma del control estatal sobre parte del exeedente redistribuido—, es contra aquél que se voleard la critica de 1a ideologia del mereado. En la medi- dda, ensepuida, que la intervenciiin del Estado es percibida convo un obstécwlo gue entraha ia conduccién del proceso He seumulacion por parte de fa burguesia, 4 aque le asignara un “rol subsidiario”. Finalmente, en ta medida que es atta vés de les mecanismos politicos de Ia democracia representative que el Estado s transforms en Chile en un instrumento ge negociacién y campromiso, aquéllos tender 2 ser sustituidos por mecanismos politicos que aseguren el control de clase sobre el Fstado, Fs evidente que en ef discurso ideotigico deminante cada tuno de estos argumentos serd “traducido” a un lenguaje aparenteinente téenico, con numerosas invocaciones a Ta ciencia econdmica y el anilisis “riguroso” dei pasado, Por detris de la retorica, sin embargo, esto esta claro: Ia ideologia del ‘mercado busca generar una nueva conciencia en la clase dirigente y en sus secto- tes de influencia, a la par que la politica econémica ha ido privatizando las activi- dades que anteriormente estuvieron en manos del Estado, poniéndose fin asi a 1o que alguien Ilam6 su “rol perverso”, expresado “a través del manejo discrecional de las variables econémicas”. La critica ala ideologia de los sectores tradicionales de la burguesia chilena se ‘manifiesta, adems, por un ataque a la “imentalidad” que el estatism habria mol. $8 1 it deado entre sus miembros y también en la clase media, asi como en diversos mo- Vimientos sociales, organizaciones e instituciones. Asi, por ejemplo, se sostiene que las resistencias al nuevo modelo de acum: ‘cién tendrian “su origen intelectual en una cultura de corte socialista. Ella, qui- 24s, se generd en el ultimo medio siglo, por el predominio de un esquema de desarrollo proteccionista y centralizado. Tal esquema, casi por definicién, resulta ‘puesto a Ia sociedad modema, que se preocupa de dar mis bienestar por la via” de una mayor disponibilidad, en cantidad y calidad, de bienes de consumo en ge- eral” (EI Mercurio, Temas Econémicos, 3 de junio de 1978). Esa cultura habria alcanzado, también, a sectores de la burguesia chilena, en Particular aquellos vinculados al esquema'de “industralizacién forzada” o “ine- ficiente”, los cuales, segin el argumento de la ideologia del mercado, se desarro- Iaron al amparo de las protecciones y los privilegios otorgados por el Estado. De este modo se habria formado una capa empresarial habituada a operar en condiciones de baja competividad, de espaldas al comercio exterior, con tasas de interés subsidiadas y dentro de estructuras monopélicas generadas por a inter vencién del Estado. Asi pues, las criticas empresariales al nuevo modelo se expli carian, en gran medida, por los intereses heridos, puesto que “Tas diversas mods lidades econdmicas seguidas en el pasado, al contener una alta cuota de paterns. Tismo estatal y tradicionalismo, han favorecido objetivamente a algunos produc fores, en especial del sector industrial y de la consiruccion” (EI Mercurio, Temas Econémicos, 20 de marzo de 1976) Incluso, se ha legado a sostener en un estudio sobre la “mentalidad econémi- <2” de los chilenos que primaria, entre las capas empresariales de la poblacién un “comportamiento econdmico eminentemente precapitalsta”, determinado en ‘buena parte “por la experiencia de un sistema politico que durante décadas in- tento maximizar el control de la iniiativa econémica”.13 Asimismo, se sostiene que “Ia formacién mental de los chilenos y particular- ‘mente la de Ia clase media crea una traba basica a la implementacién de un mo- elo més libre de economia. La clase media, de una forma uw otra, ha logrado érearse un sistema de subsidios en los ltimos decenios, que defiende arduamen- te contra cualquier intento de cambio” (El Mercurio, Temas Econdmicos, 10 de julio de 1976). Pero es por cierto al nivel del propio Estado y de sus cuadros burocrticos ddonde mas hondamente habria calado esa cultura de corte socialists. De alli que 4a burocracia sea un tema predilecto de critica por parte de aquellos que sostie- nen Ia ideologia del mercado. En efecto, so sostiene que "el excesivo burocratis ‘mo y poder discrecional de Ios funcionatios, que se a ido generando a traves de decenios de tepslacin intervencionista, debe ser erradicado” (El Mercurio, Te + mas Economicos, 22 de mayo de 1976). Especialmente negativo setia el podce discrecional de los funcionarios péblicos en cuanto al tratamiento del capital 39 extranjero y el entrabamiento burocritico que dificulta la libre importaci6n. “Mis ain, la fuerza de la burocracia impide la concrecién de proyectos de inte rés en {cis que se encuentran reservadas al Estado. En efecto, el Estado chileno no dispone de recursos para efectuar inversiones de importancia en actividades conto el petiileo o el cobre. Carcce también de recursos suficientes para evar a cabo programas nutticionales, de salud o educacionales que pudieran perfeccio: « Informacion de capital humano indispensable para un desarrollo més acele vad, La hurocracia estatalchilena hace recordar Ia fabula del gerto del hortela tn, No invieete ni deja inverti, Lo mas grave es que esto ocurte en un contexto de principios que postula el papel subsidiario del Estado” (EI Mercurio, Temas Econdmices, 10 de julio de 1976). Finalmente, Ja misma mentalidad surgida del estatismo y ta cultura socalizan- te habia dado lugar al politico tradicional, mas preocupado de conseguir los fe vores del Estado y de representar ante éste los intereses particulares de su cliente Ia electoral que del bien conuin y su consecucion, “Por las razones dichas es que tio debe exteafiar que habitualiente coincidan las etiticas de empresarios tradi cionalos Je nuestto pais con las de politices también tradicionales” (El Mercurio, ‘Temas Econdsmicos, 20 de marzo de 1976). En suma, desde el punto de vista de Ia ideologia del mercado, “el pensamien to de los chilenos se encuentra infiltrado de estatismo y es indispensable tomar concieneia sobre este punto o de fo contrario resultard siempre muy dificil erear condiciones para un sistema politico efectivamente igualitario en nuestro pais” (EI Mercurio, Temas Econdmicos, 24 de enero de 1976). Psta es, pues, la forma ideolégica bajo la cual Ia fraccién dominante de la bur jesia se representa el pasado e introduce respecto de 1 —y de fa diteccién traui- ional de la busguesia— una ruptura. La critica del Estado de compromiso, y de Ia intervenci6n estatal en la produccidn de la sociedad, constituye pues un momen to bisico en el desarrollo dela coneciencia de la nueva direccion de la clase domi nante, yun eje, por refraccion, de la nueva concepcin autoritaria del mundo, Si bien es cierto que, en el nivel de la manipulacion simbética, la ceitia del Estado interventor s¢ hace en nombre de fa libertad individual y fa iniiativa de los sujtos particulars, sin embargo el eorolario politico no es ia democracia lic heral y representativa bajo hegemonia dle Tos propietarios (tess burguesa do la dlemocracia en ef sigo del “liberaismo posesivo"™), sino una “emocracia au toritania® bajo hegemonia de un bloque interado por el pran capita intemacio nalizado y las Fueraas Atmadas, Ocurte, claro esti, que la burguesia chilena ac- {ual debe moldear su conciencia politica sobre 1a base de nuevas condiciones Ja liquidacion de un régimen democratico que habia permitido el desarrollo de una ferza/amenaza de caréeter popular; la experiencia insurrecional burguesa del 70/73; Ia experiencia represiva posterior y el marco ideolépico dela seguri- diad nacional; la destrucein de las bases economicas, politieas y culturales del Estado de compromiso y la reapropiacion clasista de Ta conduccion sobre el peo- eso de aeusnulacion, 60 ‘De allf que la fraccién hegeménica de la burguesfa haya desarrollado, durante estos iltimos afios, una postura critica frente al sistema democrdtico representa tivo tal cual éste habfa existido en Chile hasta 1973, especialmente a partir de la erspectiva ideolégica del mercado. Para muestra un botén, “Esa democracia tenia mucho de formal. La igualdad ante Ia ley era telativa, por la determinante importancia del Estado. Los ciudada- ‘nos de primera tenian acceso al crédito, la telovsion, las divisas, los viajes, los ‘empleos publicos, as propuestes, etc. Otros ciudadanos, quizas de segunda, goza- ‘ban de franquicias tributarias, srancelarias, compras de sus empresas por CORFO Y ptecios especiales. Los grupos econ6micos tenian, ademés, protecciones espe- Clales del Estado y para nadie era un misterio que algunos gremios, patronales y Iaborales, vivian obteniendo tratamientos favorables del Estado, que los diferen- ciaba de [a mayorfa de los chilenos sin poder” 18 En realidad, el argumento anterior esté orientado nuevamente a la critica del ‘empresariado y la politica tradicional, solo que esta vez con una funcién distinta, ‘Ya no se trata de barrenar la ideologia estatal de la antigua fraccién industrial de la burguesia, sino de transformar la conciencia democritica del conjunto de la clase dominante, En una linea similar se sostiene que “en el régimen pasado los cargos representativos llenados por sufragio universal no suponian que los aspi- ‘antes a ellos acreditaran capacidad o mérito alguno para su empenio™. Igualmen- te, 8 antiguos parlamentarios estaban exentos de toda responsabilidad y, en el hecho, las mayorias de 1a Cimara ejercian una dictadura absoluta, limitada y sin responder ante nadie de sus decisiones” (EI Mercurio, Semana Politica, 18 de fulio de 1976), En suma, se afirmari que “ts un hecho y no una hipétesis de trabajo que la democracia liberal, segin el modelo de pensamiento de los sighos XVIII y XIX, rno puede enfrentar debidamente los problemas de una civilizacién de masas y de luna estructura tecnoldgica complejisima. Esto se palpa en todo Oceidente. ¥ no responde a las malignas incitaciones comunistas sino que deriva de la mas lenta ‘marcha de las soluciones politicas y juridicas con respecto a la velocidad de los problemas sociales y técnicos que formula un planeta superpoblado, con sistemas de comunicacién social que incitan a la imitacién instantanea de unos a otros, y sujeto, por 1o mismo, a la emulacion, a la presién por conquistar los lugares aje- ‘nos, por encumbrarse en biencstar y en poder, factores que generan el mas varia- do tepertorio de conflictos” (E| Mercurio, Semana Politica, 25 de septiembre de 1977), En general puede sostenerse que la ideologia del mercado, como parte medu- lar de la concepeién autoritaria del mundo emergente, constituye uns critica a la democracia en cuanto ésta impide la plena expresiOn estatal de una sola clase, la dominante, Y esto es, precisamente, lo que ocutria en Chile. De alli que la eriti= ‘ea xe oriente, basicamente, hacia los mecanismos que hacian posible la negocia- ci6n estatal: Jos partidos politicos, el parlamento, las organizaciones sindicales, al sistema electoral, etc.; y hacia el rol desempefiado, en la orpanizacion de la 6 ccultura, por las institucfones que permitian Ia expresién, por desigual que ella fuese, de las diversas fuerzas sociales: medios de comunicacion, sistema de ense- fianza, universidades, ete 2. Laiideologia del modelo de acumulacién Sefialamos anteriormente que la ideologia del mercado, tal como ha venido ‘configurindose en Chile, constituye la representacién 0 el marco ideolgico que orienta el desarrollo del modo de produccién instaurado en septiembre de 1973. En ese cardcter especifico ella se sitia al centro de Ia concepeién autoritaria del mundo, En efecto, una cuestion clave que expresa dicha concepcin es que el nuevo miodelo de acumulacion no podia imponerse en ausencia de las condiciones po- liticas y sociales que trae consigo el establecimiento del Estado autoriterio, ei tendido como dictadura de una clase que ha llegado por las armas al poder. $ trata de saber, entonces, sila “actual experiencia no habria podido levarse ade- lante de no eristir las coniciones de excepeién conocidas, en los planos politi co y labural” (El Merewsio, Temas Econ‘imicos, 11 de noviembre de 1978). 0 fen otras patabras: se tista de justificar por qué 1a democracia chilena existente hasta 1973 nv constituia un marco politico adecuado para la reapropiacion cla sista de la diteccion de fos procesos de auto-formacion de la sociedad, “En Chile existia colusiOn entre tas buroéracias politicas y los grupos de in- tereses ceunmiicos, patronales y de trabajadores, la que exigia un estatismo reciente. Este condujo at quiebre del sistema y a la anulscidn, en el hecho, del régimen democtitico. Todos eran. en algin grado, socialista, y, particularmen- te, los grupos opinantes. Esta deformacion de 12 demoeracia chilena impedia enalquier cambio en ef sentido de una mayor liertad econdmiica, (...) Sélo Tos inititares han sido capaces de cambiar las cosas, avanzando en Ta extixpocion del einer estatista de Ia antigua democracia chilena” (El Mercurio, Tenias Econé: micos, JI de noviembre de 1978), ‘Se reafinna, pues, el argumento central de Ia concepcién autoritatia del mun- do: una clase dominante, amenazada en sus posiciones por el avance con efecto estatal de las fuetzas populares, no tiene mds alternativas que interrumnpir el pro- ceso democratico y liquidar a sus enemigos de clase con el fin de imponer, en condiciones propicias, su conduccion exclusiva sobre Ia sociedad, Dentro del Es- tado de compromiso y el sistema demoeratico representativo esto era, evidente mente, impensable. Mis todavia 0 fue durante el periodo del Gobiemo de la Unidad Popular, en condiciones de intensa lucha social y movilizacién. En fin, las modificaciones profundas en a economia —la privatizaciin, In desestatiza. cidn en favor de Ia operacion del mercado, la apertura al exterior, la reinsercion sobre nuevas bases en el sistema capitalista mundial-- no podian hacerse sino en condiciones excepcionales, como las que proporciona el Estado autoritario y ef empleo diserecional de los medios represivos. 62 A seis aftos de iniciadcrel proceso de reorganizacién autoritaria de la sociedad chilena cabe formularse nuevamente la pregunta inicial: “;Puede un régimen de- ‘mocratico representativos llevar oy adelante las transformaciones necesarias pa- ra que se establezca una completa economia de mercado?” (El Mercurio, Sema- na Politica, 19 de agosto de 1979). La respuesta no ha cambiado en sus clemen- {os bisicos: “EI avance hacia la libertad econémica habria sido imposible sin la imparcialidad y la autoridad del égimen de las Fuerzas Armadas. Este avance no hha llegado a si fin. Quedan muchas batallas que dar hasta que el conjunto de la poblacidn experimente tos beneficios de la economia de mercado y hasta que las Personas y organismos intermedias disfruten de una amplia gama de.opciones y ecisiones libres, La situacion de emergencia no ha cesado, por tanto, en el ser {ido de que estén superindose dia tras dia, gracias @ le avtoridad del régimen, los Problemas que motivaban los diagnésticos pesimistas de los ocho primeros meses de 1973” (EI Mercurio, idem ant), En otras oportunidades, el argumento se vuelve més explicito, Por ejemplo, refiriéndose El Mercurio al poder econémico todavia en manos del Estado, sea. la: “S6lo un Gobierno como el actual podria contribuir 2 la privatizacion efecti- va de ese patsimonio" (Semana Politica, 16 de octubre de 1977), De este modo, la ideologta def mercado se articula, esencialmente, sobre un principio que comparte con la ideologia dela seguridad nacional: el principio de ue el orden social fundado en la conduccion clasista del proceso de producciony, de Ia sociedad necesita ser protegido por un Estado autoritario, que disponga de condiciones excepcionales para recuntir a la represion, En efecto, “tal régimen tiene, en primer lugar, el mérito.de durar; en segundo ténmino, la posibilidad de conferir a la autoridad una eficaca realizadora que le esta negada al sistema del jerativo de las democracies, , terceto, la facultad de disponer Ia aplicacion in- flexible de un modelo concebido por expertos, sin considerar —a lo menos, por algin tiempo tas reaceiones sociales que dicha aplicacion comporta” (El Mereu- rio, Semana Politica, 25.de septiembre de 1977), 7 He ahi, en su expresion mis grifica, Ia pretensién totalitaria de control que comporta la concepeién autoritaria del mundo: control sobre el tiempo, sobre la comunicacion y sobre las reacciones populares que resulta del control sobre fas Fuerzas Armadas y el Estado, sobre la organizacion de la cultura y sobre la eco- El gran medio de sublimacién jdeolpica de ese control absoluto lo proporcio- na, en Ia actual concepcién dominagte del mundo, el mecanismo del mercado y su funcionamiento, Dicho de la manera més sencille posible: de Lo que se trata es de explicar la in- tervencin de la clase dominante 2n los proceses bisicos de formacion de la so- fad chilena a través de un doble desplazamiento, Por un Indo, se afirma que el mercado competitive en el que todos participamos~ dewrmina la orienta ion fundamental del sistema econdmico, Por otro, se afirma que el Estado cum 8 ple un rol subsidiatio respecto a la iniciativa privada, corrigiendo las imperfec- Ciones que pudiesen existir en el mercado y aseurando un marco estable de nor ‘mas para la convivencia social, “consecuente con Ia idea de iguaes oportunidades para todos, el Gobierno entrega al mercado y a's sefslesindicadoras gran parte del mecanismo de aig: navion de recursos. En ver del arbitrio del funcionaio, de Ja planificacion abs tracta y del control generamente extemporineo €inapropiado, el sistema cree nla acertata movildad del mereado, A estes le entregael papel de oientador © indieador basis pero eso no significa que el Estado renunciea su papel de ser Vidor del bien comin, En vitud del principio de su subsitiaridad el Estado en- tia 2 aetvar slo en caso de ausencia @ deficencia de otros mecanismos meno- res, evo jams abandona su papel de drbiteo supremo y de custodio de los inte teses fundamentals de la comunidad” (El Mercurio, Semana Politica, 23 de ma- yode 1976). E] modelo actual impulsaria asi, a través de la “esestatizaci6n” y el mercado, ‘una descenttalizaci6n ereciente del pouler econémico, y conferiria un papel rec tor # los consumidores en la direccién del desarrollo econémico. Por detris de tales imégenes idilcas del mercado y su funcionamiento —que estriban todas en la representacin del mercado como un complejo “sistema de sefales” que coordina automiticamente a los individuos~ subyace el supuesto dde que dicho mecanismo podria operar, para innuinerables materias de decision, ‘como un mecanismo eficaz de “representacion proporcional” de las voluntades individuales, conforme al poder de compra de cada cual. Asi, el mercado seria ‘un instrumento de produccién de un primer tipo especial de conformismo: aquel ‘que se obliene de cada individuo por su aceptacion y adaptacion a un regimen onde cada cual puede llevar a cabo “libremente” las transacciones que “dese” saizar, "Se pretende que esta forma de organizar Ta econennta tesuelva auton ticamente una gran parte de los conflictos sociales, liberando al Estado de la car. ga que significa intervenir arbitrariamente en problemas cuya solucion siempre re- sulta dificil y comprometedora para la autoridad.(..) En lanueva concepcién, los gobemantes podrin dedicarse ala gran politica, dejando el resto de las decisiones ‘un sistema descentralizado que, como tal, no esté ligado directamente & de siones gubemnamentales” (El Mercurio, Temas Econémicos, 8 de octubre de 1977). Conforme con esa logica de creciente “automatizacién” de los procesos socia- les por el mercado, se pretende orientar ademés un conjunto de actividades que antes estaban bajo fa atencién preferente del Estado, como son la salud, la educa- cidn, Ia urbanizacién, la seguridad social, le capacitacién labora y la “promocion cultural”. Igualmente, dentro del mismo marco ideol6pico, se procura regamen- tar la vida sindical y especificamente la negociacién colectiva, sujetindolas al eri- terio rector del mercado laboral. En todos los cisos el objetivo perseguido es el mismo: sujetar la distribuctén de los bienes y servicios a un mecanismo “objetivo” y aparentemente “universa- 64 lista”, que sepulta las diferencias sociales tras la simbologia del ingreso y, por en de, del rendimiento individual. Simulténeamente, se piensa que un mecanisino tal de distribucian de las oportunidades de vida vuelve inconducentes las deman- das sociales organizadas, sobre todo desde ol momento que el Estado se halla se tuado fuera del sistema de presiones conflictivas, ysirve exclusivamente los pro- positos de la clase dirigente, En fin, se sostiene que “el riesgo del activismo esté= ril se minimiza con un sistema econdmico descentralizado, donde exista efectiva libertad, tun minimo de actividad estatal y el cobro por los servicios pitblicos a Jos ciudadanos que puedan pagarlo” (EI Mereurio, Temas Econémicos, 8 de oc- tubre de 1977), Asi, por ejemplo, se postula que “Ia educacién pagada tiende a clinvinar a fos activistas”, pues aquel que compra su educacién no estaria en dis- posiciin de malgastar el tiempo en el “activismo estéril”. Igualmente, “la priva- tizacion y competencia entre los medios de eomunicacién garantiza que solo sub- sistiran aquellos que interpreten a las grandes mayoorias nacionales” (EI Mercurio, idem ant.), pues sélo éstos tendrin el apoyo financiero que proviene de la venta y la publicidad, Como es facil comprender, a tesis de que el mercado puede regular casi todos Ios comportamientos que toca, igual como las hadas del cuetto que vuelven trans- parente todo lo que rozan con su varita mégica, se funda en una concepeién del hombre como tn sujeto motivado exclusivamente por el provecho econdmico y cl deseo de consumir, Por eso se dir que la economia de mercado “consiste sen cillamente en despertar en la gente el deseo de comprar, lo que, a su vez, motiva cl deseo de trabajar, de producir y de emprender” (El Mercurio, Semana Politica, 19 de agosto de 1979). A su tiempo, “los valores humanos y sociales tienen st lugar adecuado y quienes quieren y pueden dedicar tismpo a actividades no eco- omicas lisfrutan de todas las posibilidades de hacerlo” (EI Mereurio, comenta- rio editorial, 19 de agosto de 1979), De alli también que 20 atribuya una especial trascendencie e impacto politicos al funcionamiento de un mercado de bienesyy servicios, Aquila esis central es que acceso a ciertostipos de bienes define ciertas pertenencias sociales via la detemmi- rnacion de un “estilo de vida” similar, cualesquiera que sean las demas diferencias de riqueza, poder y status, “De este modo, lo que aparece primero como algo propio de los grupos de altos ingresos, abre sus puertas para que los menos pus dientes se suban al tren del consumo, aunque sea en los Gltimos carros. El asunto parte lento, pero luego empieza a arrastrar a mas y més gente, porque al fin de cuentas los objetos son més convincentes que las ideas”.1¢ La apariencia de igualdad y movilidad social ascendente que crea el consumo es un tépico en la ideologia del mercado. Volveremos sobre esto mis adelante, Pero el argumento tiene también una consecuencia politica anexa. Como ha di- cho El Mercurio, cuando mas consumidores tengan acceso a los automéviles, “la situacion social del pais sera diversa, porque habra mis propietarios y mis igual ddad en los niveles de vida. La repercusion en el orden politico de lo anterior es evidente... Los nuevos propictarios darin mayor estabilidad al sistema politico y contribuirin poderosamente @ una valorizacion de la libertad personal, como 65 ‘base de 1a nueva institucionalidad chilena” (Temas Econémicos, 10 de febrero de 1979). En suma, el mecanismo econémico del mercado es ademas un mecanismo {deologico en la medida que permite que los individuos, separadamente, inviertan fen el orden de la sociedad,2? conformen sus comportamientos y motivaciones a la dialéctica del adquirir/consumir y se integren de esta forma aun sistema de es- tiaiificacion simbélicamente més igualitario, més permeable y menos contlictivo. {Asimismo, al mereado funciona como un mecanismo aparentemente automitico, impersonal y objetivo, tras el cual puede desenvolverse, protegida y privatizada- mente, Ia intervencion de la clase dominante en los procesos de formacién de la sociedad. Al final de cuentas, es el mercado el que “explica” por qué los medios {de comunicacién se coneentran en pocas manos, por qué Ia educacién se vuelve ims y mas selectiva en favor de Jos alumnos que por su origen social y familiar pposeen tn capital cultural, por qué cl acceso al consumo conspicuo esta restrin- Fido a los menos, etc, “Lo justo parece ser el respeto a la libertad de consumo de fas peisenias, para que éstas manifiesten su preferencia en el mercado a través de su pocer de compra” (EL Mereurio, Temas Economicos, 24 de septiembre de 1977) Hacia el conjunto de la sociedad, por filtino, la operacién del mercado tiene efectos que, desde el junto de vista ideolépico, son importantes y que en esa risa miedida forman parte sustantivamente do Ia ideologia del mercado, En primer lugar, el propio consumo genera un tipo peculiar de conformidad. Pero ésta, parnlojalimente, se traslada fuera del campo de las significaciones nor mativas elaboradas en el proceso de la comunicacion social; se traslada; directa: mente, a los objetos consurnides, La conformidad generada a través del mercado tiene que ver, principalmente, con esa comunicacion que se establece a través de los objetos. Estos tltimos son, efectivamente, portadores de signficaciones sociales y su gramtica es, mis que cualquier» otra, una gramética de clase. El uso que de ella se haga determina vina “manera de hablar”, no de los abjetos, sino del usuario, de sus expectativas y re- signacién, ce su capacidad econémica y su posicién social, de su movilidad ¢ iner- de sus relaciones y sus grupos de referencia, de su adscripcién a pautas cult rales o su manera idiosincrética de manipularias. EI mercado recrea asi un espacio pliblico pero a través de medios privados y lo somete a una infinita fragmentacion a través del intercambio; en dicho espacio el movimiento de la sociedad aparece entonces regulado por la voluntad soberana del consumidor. ",Qué signfiea esto? Simplemente que nosotros, los ciudada- nos, @ través de nuestros recursos hacemos valer en el mercado nuestras prefe- rencias, dandoles ‘seflales alos productores ~por via de los precios que pagamos por los bienes y servicios~, indicando qué cosas se deben producir més y cuales fmenos”.3# En esta vision, que alguien lamé “celestial”, cf mercado se encarga, pues, de generar Is conformidad bésica de la sociedad, y al mismo tiempo distr 66 buye a las personas y grupos de personas en una escala de estratificacién que es- taria determinada por los “patrones de consumo”: “Frente ala jerarqufa del po- der y del origen social, habria 1a democracia del ocio, de la autopista y del refti= gerador”.18 En adelante, “la clase alta” no se identifica por su dominacion sino, por su consumo, por el tipo de viviendas que poseen sus miembros y su localiza cién urbana, por el tipo de negocios en que compran, por su manera de entrete- nerse, por la frecuencia de sus viajes, por los gadgets de lujo que coleccionan, por , el alimento que consumen, el colegio donde envien a sus hijos, ete. La clase me- dia, que en esta vision se extiende desde el profesional altamente remunerado hasta el obrero especializado, consume de acuerdo a otro modelo, y sus grupos se estratifican ala vez porun acceso diferencial al auto (de lujo, medio 0 barato), Ia vivienda (Vitacura, Nufioa, La Cisterna), el tipo de entretenciones, etc. Por il- timo, la clase baja es aquella que esta compuesta por la familias cuyos miembros satisfacen apenas sus necesidades bisicas, reservindose el calificativo de extrema damente pobres para aquellos que no alcanzan a satisfacer ese minimo de consu- mo. De arriba/abajo, a distancia social entre los grupos no aparece sino como tuna “escala de consumo”, salvo para los extremadamente pobres, que por lo riis= mo deben recibir ateneidn preferente del Estado, a través de subsidios que Jes permita incorporarse al escalon inferior del consumo. En suma, la integracion so- cial opera aqui al nivel del mercado, que al efecto opera coino un mecanismo de sgeneracion de conformidad via los patrones diferenciales de consumo; como wn espacio de relacidn social para los individuos a través de transacciones que tienen. efectos comunicativos miltiples, Evidentemente, el ciudadano en este nuevo contexto no requiete primordial- mente informacion politica, sino informacién de mercado. “Junto al advenimien- to de una economia social de mercado, que significa competencia, mercados ac- tivos, muchos productores, precios libres, entrada de productos importados, etc. ‘es necesario contar con informacion independiente y oportuna. El trabajador de hoy no siempre’ dispone del tiempo y de los conocimientos para tomar la dect= sin correcta sobre 1o que puede o debe comprar” (El Mereurio, pig. D8, 29 de julio de 1979). La publicidad y la informacion del mercado se encargan, pues, de orientar al citdadano, de modo que éste pueda elegir adecuadamente y ejercer su derecho al consumo con responsabilidad y conciencia. Asf, la parquedad de la. informacion politica y la opacidad de los procedimientos del poder son progres vamente sustituidas por una abundante comunicacién sobre los movimientos del mercatlo Otro importante efecto ideolgico del mercado consiste en sustraer al Estado del espacio piblico, otorgindole un rol “subsidiario, esto es, un rol administra tivo-polftico y otro de apoyo al mercado, F] rol administrativo-politico del Estado consistiria en asegurar la existencia._ dde un marco legal y un orden piblico, garantizar el cumplimiento de los contra tos libremente convenidos, proteger el derecho de propiedad y los dems dese- * chos de los individuos y adoptar las decisiones econémicas de tipo politico, se- giin se las ha llamado, Entre estas Gltimas se contemplan las relacionadas con or aspectos economics de la defensa nacional, la determinacién de la politica mo- netariay fiscal, a administracion de los organismos publicos, ete.20 El rol de apoyo al mercado que el Estado debe cumplir comprende el fomen- to de los mercados y 1a proteccién al consumidor, la entrega de los bienes y ser- vicios pablicos, la redistribucion del ingreso a través de subsidios directos a los poles y la fijacion de normas 0 relas del juego que enmarquen Ia libre iniiativa de tos individues, En fin, si el Estado es sustraido al espacio pablico ello se debe a que el merea- do opera ahora como mecanismo para detenninar el interés pablico. Este ya no se forma politicamente, a través de un proceso de comunicacian donde deben hacerse valer argumnentos y donde Ia sccion del Estado se apoya en el libre y ex- plicito consenso ubtenide por medios que aseguran la participacion politica, sino que se determina por el libre juego del mercado. “Como ha demostrado la cien- cia econdmica, la existencia de un sistema de precios realistas y un adecuado sis- tema tributario permiten identificar con el interés piblico las decisiones que to- man las empresas privadas. La perturbacion de estos mecanisinos pone en con- fieto estos intereses".21 De alli que el Estado deba meramente “apoya” el fan- civnamiento de los mec:nismos del meivado. Estos se encargarian entonces de identificar tos intereses privados con el piblico, permitiendo, ademas, “que las decisiones privads tengan mucho mayor identificacion con los intereses naciona- Jes”. A8i pues, la esfera pablica de la sociedad se constituye precisamente con los materiales de la esfera privada, trasmutados éstos por el mercado, La conceprién autoritaria del mundo descansa en gran parte en esa ideologia el mercado que hemos descrito. A partir de ella encuentra su fundamento la idea de que el Estado no puede organizarse democraticamente, reducido como se encuentra al cumplimiento de funciones de resguardo del orden pablico y de funciones téenicu-administrativas de cardcter subsidiario, El problema dei orden piblico, desde el punto de vista de la ideologia del ‘mercado, no se agota sin embargo en los aspectos represivos y de regimentacién de los comportamientos, que interesan fundamentalmente desde el punto de vis ta de la ideologia de la seguridad nacional. Ahora el énfasis esté puesto en la disciplina, como conformidad de obediencia otorgada al sistema. “Al hablar de isciplina no pretendemos aludir aun orden extemo, impuesto con paternalisiio © ~peor ain con despotism, sino a la obediencia que prevalece por decision intima de la persona y que se transforma en esfuerzo metddico, en sacrificio de horas libres a un objetivo generoso, en formacién y preparacién para el desempe- fo de tareas desinteresadas” (El Mercurio, Semana Politica, 17 de octubre de 1976). Con todo, el mecanismo del mercado no puede fundar tna ética para el disciplinamiento de la sociedad y tampoco puede hacerlo un Estado euya auto- ridad descansa, de manera importante, en la fuerza y en una doctrina obsesiva de la seguridad, Por eso a ideologia del régimen se vuelve retumbante y vacua cuan- do Mega Ia hora de los apélativos éticos. En efecto, se dita que la “ética nacional debe ser capaz de hacer del mercado de bienes y servicios un instrumento de asig 68 nacion justa y effciente de los recursos econémicos...(..) Esa ética nacional de- biera postular un régimen autoritario y una voluntad indomable de aplastar los extremismos y los terrorismos, cuidando sin embargo de resguardar las libertades, esenciales de los ciudadanos el respeto debido a su destino espiritual” (El Mer- curio, Semana Politica, 11 de julio de 1976). Es, como se ve, una ética nacional la medida de los intereses privados de la clase dominante: una ética del merca- do y una ética de la seguridad y Ia guerra de clases. La ideologia del mercado se hha hecho cargo asf, progresivamente, del tema de la seguridad nacional. “No hace mucho, el tema de la seguridad nacional se asociaba a militarismo simple y drasti- £0, 0(..) quedaba asimilado a una doctrina absolutista que permitia a los gobier- ‘nos autoritarios adoptar discrecionalmente cualquier género de medidas que afec- taran a Jos derechos humanos”. (Se recordard que era esta iltima, precisamente, Ja version propugnada por la ideologia de la seguridad nacional). “La seguridad nacional, como valor inherente al ser y a la subsistencia de la nacion, va ms alld de los mecanismos y exigencias puramente militares. Abarca, en el hecho, a toda la ciudadania, y se confunde con la nocign y la accién que derivan de 1a misma cexistencia de la nacion. Por eso, son escasos los temas y campos en que se exclu ya la seguridad nacional” (El Mercurio, Semana Politica, 24 de junio do 1979), En suma, el Estado resguarda el orden pablico garantizando la seguridad y pro- poniéndose como objetivo ef disciplinamiento de la sociedad. Paralelamente, el Estado debe cumplir un rol téenico-administrativo a través de la adopcién de. “decisiones piblicas”, que tienen un doble caricter. “Las de- cisiones evaluativas o valorativas son politicas, y han de tener lugar en una ins. tancia politica. Las decisiones téenicas, en cambio, han de atenerse a juicios po- sitivos o cientificos. Ahora bien, tecnificacion significa, precisamente, que la ejecucién de las decisiones politicas se haga a través de Los medios téenicamente idéneos, pues en nada fortalece a la democracia el que las razones técnicas se ‘ean pospuestas por argumentos ideoldgicos”.22 Le ideologia del mercado ha avanzado un buen camino en la generacion de un convencimiento, dentro det bloque en el poder, de que la politica “‘miodema”™ necesita convertirse en técnica para ser eficaz, Fs este, por lo mismo, un topico de Ia concepcin autoritaria del mundo. Por cierto que la pretensién no es nue. va: desde los origenes del poder en las soviedades primitivas, éste ha tratado de recubritse de un circulo mégico, sea de caricter divino o profano. El poder es arcano y se define por la distancia que pueda crear entre sus portadores y la so. ciedad. Para eso se viste de mascaras y habla en lenguajes “oficiales”, so hace 10- dear de una parafemnalia y exige que se hagan celebraciones y ritos en su nombre se identifica con los espiritus de los antepasados y con las insignias de la fuerzas reclama un contenido espititual para si mismo y exige que quienes so dirigen a él 4o hnagan con la debida sumisién y usando las formas consagraas. El poder autor Titario reine varias de esas caracteristicas, pero agrega una que es tipicamente modema: decide actuar en nombre de la ciencia y la técnica. Asi, el poder busca volverse invulnerable frente al juicio pablico, elaborado entre la gente comin on uuso de su raz6n y por medio del lenguaje ordinario, y techara el Veredicto pops lar. Su racionalidad, en efecto, se supone mas alta y pura, Eis cualquier caso. no 69 pueden pronunciarse sobre ella aquellos que carecen de la competencia téenicd necesaria Esta gran mistificaciOn ideologica es, por cierto, profundamente antidemocté tica. Su funcion precisa, de otro lado, es paralizar el debate publico y mantenet Ja politica al nivel de mercado, De esta forma, el Estado aparece impulsando ua} ‘modelo, mis que una politica, El manejo econémico de Ia fraccién dominante de la burguesia se prescnta igualmente como el nico posible de acuerdo a lt modemnas enseflanzas de la ciencia econémica. Asi, por ejemplo, son frecuentes afirmaciones como la siguiente: “Detris de las posiciones de ODEPLAN se en ‘cuentra un pensamiento sobre distribucion del ingreso basado en las ensefianzas de Ia ciencia econémica’”(El Mercurio, Temas Econ6micos, 13 de mayo de 1978) La auto-imagen de una intelectualidad largamente relegada por sus posiciones ‘8 desempefiar un rol secundario en las universidades y las empresas, pero que 1 pentinamente accede al poder, arrastrada por un movimiento cuya represent cin ideologica le es delegada casi por completo, ha debido también influir en ese proceso de exaltacién de la vision tecnocratica del mundo. En efecto, se tral dde una intelectualidad poco densa culturalmente, pero poseida de una ideologia econamica que cuenta con ef pleno respaldo de la fraccion dominante de la bur sguesia, cuyos intereses expresa, racionaliza y pronmeve en el campo prictico, tedrico y de la difusion. Es una nueva intelectualidad orginica del nuevo nécleo de conduccién de clase; de alli también su ruptura con las concepciones de lai ‘telectualidad mis tradicional de la burguesia chilena, ligada al foro y la politica, al tradicionalismo catdlico y el status aristocritico ean base en el ambiente rural. La nueva intclectualidad es més bien urbana, seculaizada, de origen en familia profesionales, con una mentalidad més extranjerizante y una formacion que li liga mas estrechamente a la empresa, el capital extranjero y las finanzas: se trata de ingenieros, economistas, administradores, y mucho menos de abogados, sacer doles, médicos o de hombres vinculados a la academia y el parlamento, Esta nueva intelectualidad detenta, por otra parte,un virtual monopotio sobre Ia expresidn piblica en materias econdmicas y politicas, lo que contribuye pode! rosamente a inefementar su auto-imagen como casts superior. En efecto, esa in telectualidad percibe la critica como una mera expresiOn demagogica, sin funda ‘mentos que Ia validen. “En Chile han prevalecido lcs juicios de valor o las post jones ideologicas por sobre el desarrollo evidente que ha tenido la cioncia social ‘en los iltimos anos, Es similar a lo que ocurria durante algunos periodos de la Edad Media respecto de posiciones dogmiticas frente al desarrollo de la ciencia" (El Mercurio, Temas Econdmicos, 24 de julio de 1976). Por lo mismo, factual lite tendria que llevar a cabo una importante tarea de “esintoxicacién intelee tual”, a fin de romper la predominancia de aquella cultura de corte socialista que se habria apoderado de la opinién piblica. “Los economistas profesionales, mis allé de Ias discrepancias que pudieran tener y que tienen, deben llevar a cabo ung prédica constructivaen tomo a lo que constituyen las leyes fundamentales de ex ciencia, Sélo después de un esfuerzo, que sin duda demorard aos, se lograré es tablecer un consenso minimo de forma tal que no vuelvan a cuestionarse aspec' 70 tos obvioe del manejo econémico del pais” (E! Mereurio, Temas Econémicos, 17 a julio de 1976). La pretensi6n de volver “incuestionables” los manejos politicos de una clase social ex tipicamente una pretensién autoritario-tecnocratica, y forma parte | fezencial de la concepciin del mundo de esa clase, Evidentemente tal pretension tno podrfa mantenerse piblicamente si existese una comunicacion social abierta, fen que los interlocutores tienen acceso semejante alas universidades, os medios. de difusion y a la opinion informada, Por ello, resulta indisoluble de fa funcion Inielectual que cumple la élite tecnocritica asociada al poder, la posesion de un vatiado aparato académico-publicitario junto con la exclusin de las concepcio reg aliemativas de mundo, que deben desarrollarse precariamente y al margen del espacio piiblico, cuyo acceso se encuentra regulado por el Estado y la con- ‘entracion de los medio sigificativos de comunicacién, La ideclogla det mercado se sostiene pues, al nivel de su elaboracién comuni- ‘eativa, a través del desarrollo de una vision tecnocritica de la politica economica ‘que busca retirarciertos tems fundamentales del debate abierto para someterlos fun tratamiento “cientifico”. Conjuntamente, se espera reducir el rea de inte reset promovidos por el Estado que necesitan legitimarse, a fin de hacer frente ‘a{-al continuo déficit de legitimidad, que afecta al sistema politico autoritario. En efecto, se piensa que si el Estado s¢ restringe a labores de apoyo al funciona ‘iento del mercado y a promover tareas de contenido paternaista més 0 menos declarado (subsidios a los pobres, programa del empleo minimo, etc.) entonces, su demanda por legitimidad seria relativamente baja y facil de satisfacer. “Sila accion gubemamental, en el futuro, se concentrara en un sistema ravional de sub- sidios a los pobres, a legitimidad el sistema politico tendera, indudablemente, a scentuarse” (EI Mercurio, Temas Econdmicos, 8 de octubre de 1977). Puede decirse, a manera de resumen, que Ia ideologia del mercado constituye el exfuerzo mis sistemitico de la nueva concepeion autoritaria del mundo para definir un planteamiento de desarrollo capitalista para Chile en las actuales cir ‘cunatanciss. Es decir, ras la liquidacién del marco democritico del Estado, la ‘exclusion politica del movimiento popular, la formacién de un poder autoritario y dentro de las condiciones de dependencia del sistema capitalista mundial que ‘aracterizan la presente etapa de su desarrollo. LA RETORICA TRADICIONAL CATOLICA Hay un tercer cuerpo de ideas que ha contribuido, aunque en menor grado, a ‘maldear Ja concepcién autoritaria del mundo. Se trata de Ia ideologia tradiciona- Usta catélica, tal como existe en su version nacional contemporénea. Su impor tancia suele ser sobreestimada, tal vez porque ella contribuy6, especialmente en. los primeros afios después del golpe militar, a moldear la retorica oficial, mis ac- cesible como era a una opinion piblica desacostumbrada a pensar y hablar en téminos de seguridad nacional y de una economia de mercado. n El tradicionalismo catélico ha tenido en Chile sus momertos de gloria, y no puede desconocerse su influencia social, politica y cultural.23 En su version contempordnea, sin embargo, se presenta como una ideologia relativamente inorginica, propia de grupos reducidos, y con escassirradiacién cultural. Con todo, e desc idolicoy prstio de la inen emit durante at prfodo dei istreccionburgune cov molpesconextoes cone trad: {idan extco que contabuyo, sno corn muco conceptual para It scien manos con nlengneapropiado pani tepetcon de aC para a orientacén moral dl movimiento. En efecto, hy en la iealogia © Balt ents un snlmiento bce Tespeto dl desrden dal unt Geis vlneabia! hombre qe Te pent feinenteemergt como unt scpuents cure en oe meseston & usd a calture heptane 1a Sita dominate “Procaanante i wlopa del hombre nuturdnente bueno, Sct hombee aps de on yroe limied!sl peer contacto con le eld intern el becado mano, dra hai ier ngentdoesy Toners, ue Chg, porta era elo contostnpendulaes dea htop alos pe Sacer mds open y & as patelopes mia seebuna. Como a wlopa no Sean ston embats defn porter hedhen, ina por peta en Sraencnto mis teebron, Se penton nel cea vicero que va det StoplsalAposalpun Sewell" De an qe enfos momentos de profi: do dexusamieno tec e taionaismo ened como una tsps ee fita bvocindo el orden natural Geis cons, la Jeragul de hs ponlones Ins premopavas del utrda. Lo que distingue el tradicionalismo vcatélico contemporineo de su propio tronco historico no es, por eso, su cardcter anti-democrético, anti-liberal y auto- ritario, Las diferencias provienen més bien del contexto econdmico y social, na- cional ¢ intemacional, en que ambas versiones del tradicionalismo emergen. El ‘radicionalisma “histérico”, el de la revista Fetudiog en la década del 30, se pro pone “reformular bajo términos diferentes tun nuevo modelo de hegemonia so cial ante la crisis irreversible de las tradicionales formas oligérquicas de domin cion social”. 25 Constituye, por eso mismo, un proyecto de sociedad expresado en los moldes autoritarios de Ia época: es corporativista. Pretende sustituir al niicleo oligirquico de conduccién de a clase dominante, dentro de la cual aican- za.a ejercer una importante influencia intelectual y cultural. El tradicionalismo ceatélico contemporineo, en cambio, sirve mas bien como una ideologia suple- ‘mentaria a la concepeién.del mundo de la clase dominante, prestindole un cies- to lenguaje y una particular sensibilidad trascendentalista y estamentalista Especialmente nitida es la influencia de ese lenguaje en las expresiones de la {deologia oficial que tienen que ver con los principios Gltimos que se invocan pa- ala accion del Estado, “La alternativa de una sociedad de inspiracton marxista debe ser rechazada por Chile, dado su caracter totalitaio y anulador de la perso- tna humana, todo lo cual contradice nuestra tradicion eristiana e hispénica” (De- cleracion de Frincipios del Gobierno de Chile). Pero en esta visio, el lberalismo dlobe set recharad por igual que el marxismo, “En este punto la disyuntiva no Puede sor mis tant 0s resonooe el deecho natural ome lo hie ne Giones move ose prscinde de sus exgeneas, com lo extn levando nex bolas naciones modems. Non datr tertum, La antes eestva no ase enti as sciedades evi iberalesy lt ds ipo marta sito ents todas etn vor igual respecto de a sociedad chi raicinal"% Ese principio ser iocoeh do por el Estado autontato, expectant en sis formulaiont Jurdioss yon al deat consitaciona,ypomear también ef dssur ofa Ma, con a ieeloga de pial acon ss sue ase pogo fundamento “teérco" demayoresalcances, nn Proporsonatie si un fla, reamentau ordena.otatuar de ada uno dels sjetos, dentro del con Cada hombre tiene una possi y cumple una funcidn. Si se maniene, pues €l orden amnico de las psiionesy ls funciones, el conflict Jesapaeee de Sociedad. “A mi jieo, ejemplo de cuerpo human es anime a cue el uo social EI bien conn exigeperentoriament el ben de ls partes) lar tna emte els, ,¥ cal 6 principio de esa amulets aque us peta todos es mies reaiar de nner pinay opracones esa rege Io cul implica ninguna conradicelon, pes pretsmente an sido hss de not do queen amon sea pefetamens natural. cual un micnbre annase gangrenar el cuerp social, puede ter eliminadoo npeido on su aston con mee cho mayorrazin que en el uemp humane, porue dba veuntarnents 28 {a sel ea desig il agen! won nce imino cristiano, desde el punto de vst de la ftoxotia soil ey precsurente the covibe un onen jeu un oxen Tope, en leo is Ss See Preto, xin relacionados unos cons (-) Ena deagtnd no eases Festi In justi etbaen gues agin Te fale que nse Io ee aieuais, Es eso so"; did prvi, pra oer pica ge vat axa io de san, i es B En fin, dentro de ese mismo orden I6gico y natural tienen su cabida los demas topicos de la ideotogfa tradicionalista catélica: la afirmacién del derecho de pro- piedad como base de la existencia de la sociedad, la vision del Estado come gs- ante del bien comtin, la consagracién del principio de subsidiaridad como rector en Ia ordenacién de Ja autonomia de los cuerpos intermedios, etc Todos esos elementos, en tanto son profundamente compatibles con la ideo- jcefa del mercado y ta seguridad nacional, le proporcionan una iitorpretacién s0 plementaria, un cierto cardeter étict conexién con los principios ée la “civilizacion cristiana y occidental”. Ademés, se integran facilmente en la cot cepeién autoritaria del mundo, reforzando la’ tematizacién del orden, de las je rarquias y las disciplinas UNA IDEOLOGIA REVOLUCIONARIA La concepcidn autoritaria surgida en Chile a Io largo de estos iltimos atios ofrece un nuevo mapa cultural através del cual la clase dominante interpreta su cion sobre la sociedad y busca influir sobre ésta en el plano ideoldico, Se tra- pues, de una cogcerién orginica, que recoge y elabora la practica cotidiana va clase, al igual que sus aspiraciones, sus temores y sy desarrollo en todos de tos planos de su actividad social. A trovés de esta concepeiéh, Ia burguesia chile- na se refle a si misma, pero taimbién muestra su manera de mirar el mundo, la historia y Ia sociedad Lo que hay de radicalmente distinto en esta ideologia, respecto al pasado olbgico de ta clase dominante, es que se trata de una ideologia “revolucions: ”, surgida de una insurrecci6n triunfante y de la plena expansién estatal de una clase, De alli también que su materializacién deba buscarse en la organiza ‘cin de In sociedad antes que en los discuises que la explieltan, pies esto tilt mos representan siempre un uso téctico del eddigo ideologico que les subyace: juegan con él, lo ocultan a veces, lo adecian ala audiencia, hacen trampas con él ‘ole imponcn una retorica de circunstancias : Una concepcion del mundo no esta, por otro lado, cristalizada en ninguna parte en particular, Ni en la conciencia de sus portadores ni en las pricticas 0 instituciones que genera. Esta por todos lados, y esté en permanente transforma cién. Si en un momento, por ejemplo, fue dominante Ia idealogia de la sepuri dad dentro de la concepci6n autoritaria, hoy ésta va afticuldndose, progresiva mente en tomo de ust nuevo eje hegeménico: la ideologia del mercado. Es basi- camente a partir de ésta que continuard cl desarrollo de la congepci6n en su con junto, Mas ello no significa que vaya a desaparecer Ia retdrica tradicionalista 0 que Ia ideologia de la seguridad pudiese perder su funcion fundamental. En ver- dad, Io mas posible es que todos los elementos integrantes de la concepei6n au- toritaria tiendan en adelante a desarrollarse en una perspectiva “politica”, afin de ajustarse a los requerimientos del proceso de institucionalizacién y alalucha Ideologica que aquél teaeré consigo. 4 Debiera considerarse, también, que una concepeién del mundo no tiene exelu- sivamente efectos macro sociales. Hay también una funcién-ideologica microseé- pica, consstente en Je regulaciOn cotidiana al nivel de las interaciones situadas Por io general se hace abstraccion de esa dimen te al andisis, y porque aparentemente escapa a los condicionamientos alos que se hallarian sometidos los grandes movimientos de la sociedad, A esta altura sa bemos, sin embargo, que no es asi, y sabemos que el ordenamiento socal del sundo cotidiano constituye, precisamente el destino de cualquiera ideologia or ginica. Una concepcién autortaria del mundo que s6lo orientara los discursos ppiblicos, la accion: del Estado y la relacin entre las class sociales seria ya un instrumento poderoso de dominacion, Pues ccurte eso, y mis. La concepeién autoritaria del mundo penetra también la vida diaria, no s6lo a través de la reps lacin impuesta por ef mercado a los comportamientos de los indviduos, sino ademés por la forma que adopta la comunicacin social, por la intemalizacion del temor, el eercicio del privatismo en la esfer de la familia y el trabajo, lasim- bolizacién del éxito personal cic. En este sentido, resulta notable, por efemplo, Ia creacién por los medios de comunicacign masiva de una pseudo esfera publica dentio del espacio privatizado de las personas, poblado por idolos, anéedotas, “personajes”, querellas y triunfos, todo ello en un ambienfe de famiiaridad arti- ficial y de fantasia comercializada. Por otro lado, la verdadera esfera piblica, la del Estado, el debate politico y la economia, aparece como si se tratase de un ‘mundo privado, compuesto por personas y relacionas personales, exento de in tereses y de confietos, sometidos al euidado paternalista de Ia gutoridad. Con ello se excluye de golpe Ia participacion politica de los individuos y grupos, que deben reducirse a cumplir sus funciones privadas y hacerse parte de lo pseudo- piblico. Hay quienes han ilamado la atencién sobre el cardcter aparentemente “pobre” * y mudimentari, desde el punto de vista desu elaboracin intelectual y cltua, de Ta concepciénautontana del mundo nporante, En veda no pif sino set asi, Un ideoogia que se desardllaa la sonra del poder en un ambiente cara: terizalo por el contol, fente al silencio impuesto en la sociedad, ene que ere cet atrofiada por necesidad. De otto lado, como s seal, la concepein auton tara vigente se alimenta de dos vrtentes principale cuya dimension teorica es telatvamente estrecha y marginal respect alas pandesconente de pensamien- to del mundo contemporineo, A su ver, el tradcionalismo catolico chileno ae tual se encuantradeblitado y au gravitecon cultural es prictiamente mule Por timo, Ta nueva intelectualidad orgnica de la faccion Gominante dela burgue sia se cnouentea ideoldpicamente comoda slo en tanto ata dento dels tes, trngidos parimetros de su “clreieeconémica modema’ Mis alla, sus incusio. nes scsultan por lo general exporidca indies, La inteleetalded tradicional Tiga ala clase diigente we alla, en cambio, incSmoda en e mate idglogico predominant, y su conservantisno humanstay de valeracion dela cultura s- Peor resulta por lo mismo apendicular, ademis de profundanente ivealita frente a la tendencia que conduce a concebir la cultura como una empresa regi da porel mercado. 15 pues es més opaca y resisten- Con todo, insisto, x¢ diagnéstico no debiere conducir a confusién, Pues una {deologta se expands y genera conformismo no tanto por su-grado de elabore cién intelectual y cultura, sino que, principalmente, por su capacidad de mate~ Halizare en précticase Inatituciones, en el derecho, la organizacion del hogar, {as vitrines y edifcis, a publicidad y la divsién del trabajo, le escuela y las en- tretenciones, ete, ¥ en el eas de un sistema autortaio, adem, en Ia percep: idm de Ie Rerza que pose el oto, el castigo que puede aplicanme, e temor que ime hace sentir, a obediencia que lograimponerme, ete. Pues una concepcién del mundo que se ha vuelto dominante, y que tiene tras de si todo el peso del poder y los medios materiales para difundirse, determina también, negativamente, las poslbilidades de desarrollo de Is eoncepciones alter nativas de mundo. Opera como un gran “interruptor” para le formacién de esas ‘otras concepciones, peralizindolas, distorsionéndolas, y, en general, mantenién- dolas en un nivel de completa desarticulacién, que las vuelve incapaces de ofrecer ‘un mapa cultural coherente con la prictica de las clases subalternas. Sobre todo en las condiciones actuales, la formacion de concepciones alternativas esti some- tida a un régimen de particulares dificultades, desconocidas por cierto en el inte- rior de la organizacion liberal-progresista de la cultura. Dichas dificultades van desde la ausencia de libertad pare pensar y decir hasta las condiciones que obsta- culizan la organizacion sindical, desde Ia monopolizacién de los medios de comu- ricacién por la clase dirigente hasta el estatuto de exclusiones ideoldgicas impe~ rante en las universidades, etc, En suma, es toda una nueva organizecion de la cultura le que esté emergiendo con el prop6sito de asegurar la dominacion de tuna clase e impedir las formas de expresion cultural del resto de la sociedad. Notas 1A Gramsci, El materiale histico i 4 Cem Y I flosolis de Benedetto Croce, Nueva Vision, 2 ViaseP, Sorokin, Dindmica Social y Cultura, lat 1902, vat cal y Cultural, Instieuto de Rstudios Pe “ Véanse lo arsculos de Gonaalo Catlin, Armando de Rembn y Carlos Ru en Esritos de Teoria, nimeror ity HL-IV, de wptombe de 1977 ditembresenera 1978/79 ser ® Aturo Fontaine, “Rewstucion en P . ev ctucién en Papel Sellado”, en varios autores, Vision enti de C 'e,Ediiones Portada, 1972, pp. 63-94 ” “a © Véase G. Munizaga, G, dela Maza y C. Oceanis, i XRG: Montage 6 daar I dscursopiblico de Pinochet (1973- 7 General A. Pinochet, Mensaje del 11 de septiembre de 1976 #1 9 Texans Cornel W. Dotnet, “Sobre eC er, "Sobel Concept de Seda Nacional” Memo Elicit, mayo-agoio 1974 Cen AL Vary FAgiee Deecele Dena Jas Fuereas Armadas Chilenas, FLACSO-Chile, 1979. a 20 2a lao, en ecto, qu existe un nln expect ; te un nico espeifesnente doetinao mit de las tert nina oe fren enpsngns sn sesgsen nn Selec Treats Spenco he cont cleat ene Kary yr, hed y cin de ra Amada vn ray de inpatient ll, Aden psec caoaloncegbe Lat ray Amada ey acetal Ci tin pin 9m prensa THR Gree inane dl deca se aanad eee 214.46, Thiter,"yFe en eLhombre?", EI Mereui 28 de febrero de 1979 22 Vésse “Longuén: hacia Ia recuperacin de I Yee Lena peracin del alma nacional”, Mensaje, NO 281, agasto de 13 VésseP. Hunecus, Nuestra mentalidad econdmiea, z ise Ba ea, Pundacién de Betis Econdmicos, 44 Vésse C. B, Macpherson, The Political Theory of Yess Ct acrhenon, al Theory of Possesive Individual, Oxford Univer: 28 A, Bardi, ELMercutio, 27 de mayo de 1979 26 P, Hhuneeus, “Cambios ertructuraes en la mentalidad chi nce, “Canon ri la mentalidadchilena Revista Universitaria, Ed ‘Nueva Universidad, Pontificia Universidad Catoies dé Chile. NO1,1976.pp. 78.86 17 Vésse N. Lechner, Poder y Orden, La este i vss Poder y Orden, La estrategia dela minoria consisteute, FLACSO-Chi n 38 R, Luders,La Tercera dela Hora, 23 de agosto de 1978 39 J, Baudsllard, Crftes de la economia politica del signe, Siglo XXI, 1977, p. 4 E,Ilanes, Bl Estado en la Economia", Realidad, ARo 1, N° 2, julio de 1979, pp. 214, Concha, “EI Estado Empresato, algunos comentatiot”, Reaidad, Afo 1,NO1, junio 1979, pp. 21-26 22 General Augusto Pinochet, Discurso prononciado en la Universidad de Chile, Et Merc io, 7 de abril de 1979, 23 Idem nota 4 anterior 26 J.M,Ibiter, art. lt, “Notas sobre proyectos autositarios corporativos en Chile, Escrton de Teo: lciembze 1978 enero 1979, 113, ‘Nacién_y Naclonaismo', en varion autores, Pentamiento Nacionalirts, Colec bn Pensamionto Contemporineo, 1974, 9.35 27 J, Philippi, “Reflexiones eobre Bien Comin, Justicia, Derecho y Formalism Legal”, en ‘varios tres, Vision Critica de Chile, op city p23, 28 6, aes, EL Estado de Derech 29 J, Philipp, op. cits Pp. 30-31, Editovia. Juridica de Chile, 1978, p. 140 8 CAPITULO III LA POLITICA CULTURAL DEL AUTORITARISMO CULTURA Y POLITICA Por cierto que la clase dominante realiza este empefio no s6lo desde el Estado, Cuenta, en cambio, con una vasta red de aparatos hegeménicos y se sirve de mic les de circuitos de influencia cultural articulados a Io ancho de toda la sociedad. Su influencia, en efecto, se expresari a través de la prensa, la radio y la televi- sion; en Tus excuelas, academias, universidades y otros centros educativos; a tra: vés de los teatros, museos, bibliotecas y salas de concierto; en los organismos eclesidsticos y de beneficencia; al interior de las regiones y municipios, por vit tud de la disposici6n de los espacios urbanos y la determinacion de fos estilos de vida a través del consumo; por medio de la conssgracién de modas y la produc: cidn de entretenciones, etc, ‘A'su vez, cada dimension de la vida cotidiana de una sociedad se expresa a tra: vés de situaciones estructuradas que son portadorss de una relacion social: a tra: vvés de todas ellas se organiza ta comunicacion social, se define In accién de los roles y se mantiene y transforma el orden social. Todas, de acuerdo a su natura leza especifica, constituyen a la vez un microcamgo de fuerzas y dan higar a una conexion hegeménica. La ilusion del cotidiano, su espejismo o alicnacion, es, en cambio, apatecer ante los hombres y mujeres como un terreno sujeto exclusiva: ‘mente a las determinaciones de los individuos. Asi, el cotidiano niega en s4 apa: riencia factica “el complejo social de que los hombres son expresion” (Gramsci) ¥ hace sussir, sustitutivamente, un ambito rutinario, perfectamente individual y ‘esprovisto ~se diria— de las intervenciones del poder. 19 La cultura organizada es responsable, en buena medida, de esa rutinizacién del cotidiano. En ella, en efecto, nos reconocemos como individuos distintos el uno del otro, actuamos nuestros roles y nos comunicamos sentidos que constitu: yen Ia unidad normativa menor de nuestras interacciones. Por eso, ademis, la ‘cultura aparece en la singularidad cotidiana como'lo dado”, a nica forma posi ble de lo existente, La estabilidad de un sistema social reposa, en tltima instancia, sobre la repro-

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