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20 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

Por: Geraldina González de la Vega (Licencia Creative Commons)


Para los Rudolf, mi familia.

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I. El Muro de Berlín a 48 años de distancia
El muro no apareció de la noche a la mañana, sino que se fue construyendo poco a poco.
Para la década de los ochenta el muro se veía así: En la zona de la RDA se levantó un muro
de cemento de unos cuatro metros de alto y una valla interior con barricadas y alambrada
con un cinturón iluminado, llamado “la franja de la muerte”. Las torres de vigilancia eran de
cemento, seguidas de las vallas de señal, las zanjas de bloqueo para autos y los anexos para
la revisión con perros.

Después de la guerra, Alemania (y Berlín) quedan divididas en cuatro zonas, que al


final se convertirán en dos: la oriental a manos de los soviéticos y la occidental a
manos de los aliados. El enfrentamiento de intereses entre los dos grandes poderes
llevan al comienzo de la Guerra Fría entre 1947/48. La primera crisis de Berlín se da
en el marco de la reforma monetaria introducida en el territorio occidental en junio
de 1948. La URSS decide no participar en el establecimiento de una economía de
mercado en su zona y bloquea Berlín occidental (WB) durante 11 meses. En 1949, se
organizan constitucionalmente la República Federal Alemana (RFA) y la República
Democrática Alemana (RDA). La segunda crisis de Berlín sucede a partir de un
últimatum que el líder soviético, Nikita Jrushchov, lanza en noviembre de 1958. En él
da seis meses a los aliados occidentales para entrar en negociaciones para un tratado
de paz y la transformación de WB en un estado libre. Así mismo, amenaza con la
firma de un tratado de paz unlitateral con la RDA lo que le transmitiría el control de
las vías de comunicación hacia WB. Los aliados no respondieron y se negaron a
negociarlo durante dos años. La URSS no tomó medidas inmediatas.
El plan económico de la RDA no estaba funcionando, escaseaban muchos productos
básicos y se limitaban derechos. Entre 1949 y 1961 cerca de 2,7 millones de personas

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abandonaron el territorio de la RDA. A principios de 1961, el Secretario General del
SED, Walter Ulbricht, propone a Jrushchov cerrar las fronteras para evitar la fuga de
cerebros y solicita un crédito de 800 millones de marcos alemanes. Ulbricht
consideraba que de seguir así, la RDA entraría en una seria crisis de abastecimiento y
producción con lo que la aspiración comunista de probarse mejor que el capitalismo,
fracasaría. El 30 de enero, Jrushchov accedió al préstamo.
El 20 de enero de 1961 toma posesión como Presidente de los Estados Unidos, John
Fitzgerald Kennedy. En su discurso de inauguración ofrece un nuevo comienzo a los
enemigos. Sin embargo, para el 17 de abril, JFK apoya la invasión de Bahía de
Cochinos en Cuba. El 4 de junio, se reunen en Viena, JFK y Nikita Jrushchov.
Jrushchov aprovecha el desastre de Bahía de Cochinos para presionar a los Estados
Unidos, y repite su ultimátum de 1958.
El 15 de junio de 1961 Walter Ulbricht da una conferencia de prensa donde responde
a una pregunta de una periodista del Frankfurter Rundschau con una frase que
pasaría a la historia “Nadie tiene intención de construir un muro.” La intención era
influir la decisión de Jrushchov de aprobar el sellado de fronteras con occidente,
provocando el éxodo de más ciudadanos de la RDA. El 25 de julio de 1961, JFK
apareció en TV aclarando la situación de Berlín. Subraya la importancia de WB para
el “mundo libre” y establece los tres puntos o posición mínima sobre éste territorio
aliado: el libre acceso a WB, el derecho al despliegue de tropas en WB y la capacidad
de superviviencia de WB. Jrushchov tomó muy mal las palabras de Kennedy y unos
días después congela las pláticas bilaterales para el desarme.
Con esto, se abre una nueva crisis para Berlín lo que trae de nuevo a la mente de
Jrushchov la solicitud de Ulbricht sobre sellar las fronteras. El Archivo de Historia
Estatal Ruso permitió muy recientemente el acceso a sus documentos, entre los que
se encontró el protocolo de la plática en Moscú, previa a la reunión del Pacto de
Varsovia, entre Ulbricht y Jrushchov el día 1 de agosto de 1961. En ella, ambos
Secretarios Generales acordaron la construcción de un muro que dividiría a Berlín.
Para Jrushchov la construcción del Muro implicaría tanto la estabilización de la RDA
como la cementación del status quo en Europa. “Le damos, camarada Ulbricht, una,
dos semanas, para que se construya ese muro que deberá pasar a lo largo de las
fronteras de los sectores.”
Ulbricht volvió el 5 de agosto a Berlín e informó al Politburó el día 7, y envió la
información a la Asamblea Popular para que realizara una sesión especial el día 11.
Designó a Erich Honecker, entonces Secretario de Seguridad, como encargado de

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poner en práctica los detalles de la Operación ‘Rose’. Honecker, quien sucedería a
Ulbricht en su carácter de Secretario General del SED (hasta 1989), a su vez se
coordinó con Erich Mielke, el Ministro de Seguridad Nacional y director (hasta 1987)
de la Stasi.
Para el 31 de julio de 1961 el campamento de urgencia de Berlin-Marienfelde
registraba 30,444 refugiados de la RDA. Según datos del Bundeszentrale für
politische Bildung, la pérdida total de población de la RDA durante los primeros 12
días del mes de agosto de 1961 fué de 16,785 personas.
El 11 de agosto se anunció a los periodistas fieles al SED y a jefes regionales y se les
instruyó para la propaganda que justificara la acción y se ayudara a calmar a la
población de la RDA. El mismo día, la Asamblea Popular confirma la decisión y avala
las medidas ya puestas en marcha para evitar “la caza y el comercio de personas que
realiza Alemania occidental y WB”. Una vez levantado, el muro fué denominado
“Muro de Protección Antifascista”.
El mismo sábado 12, Walter Ulbricht invitó a la primera plana del Gobierno y de los
“partidos políticos” a la casa de gobierno de Döllnsee, conocida como Haus zu den
Birken. Por la noche, después de la cena, “consultó” con sus ministros y los líderes de
los partidos la medida. Horas antes, funcionarios del Gobierno en Berlín habían
comenzado a imprimir el decreto ya aprobado por los ministros.
La operación de clausura de las fronteras comenzó a la 1 am del domingo 13 de agosto
de 1961, se colocaron centinelas cada 2 metros para evitar escapes mientras se
construyeron barricadas en las calles con alambres de púas, tanques y bardas de
concreto improvisadas. Se apagó la iluminación pública. 68 de 81 puntos de cruce
serían barricados.
La bitácora de la jefatura de la Policía Popular del 13 de agosto contiene entradas a
partir de las 4.25 am y en ella se puede leer cómo se desarrolló el domingo en Berlín
oriental a la vista de la policía. Se puede leer que la zona de mayor conflicto fué Berlin
Mitte, cerca de la Puerta de Brandenburgo, donde se formaron grupos de hasta 5000
del lado occidental y de menos de 300 del lado oriental. En general la gente de OB se
mostraba más pacífica (por temor) que la de WB, quienes tenían mayor libertad para
demostrarse. La policía apuntaba placas y/o nombre y generales de personas que
lanzaban insultos o condenaban el hecho. La gente de WB buscaba romper o quitar
las vallas y los alambres, animaba a la gente de OB a hacer lo mismo. En Treptow,
cerca de las 12 del día los tanques dispersaron a unas 1500 personas que se habían
juntado y comenzaban a reclamar. Cerca de la 1 de la tarde se envían tanques a la

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Puerta de Brandenburgo. Ese día, la bitácora reporta 12 fugas exitosas, la gran
mayoría por agua. La gente se tiraba a los canales y la gente de WB los ayudaba a
cruzar hasta el otro lado.
Ese 13 de agosto se cerró el último paso entre la RDA y la RFA que quedaría sellado
por 28 años. Entre 1961 y 1989 más de 700 personas perdieron la vida al intentar huír
por las fronteras, de ellos, más de 150 murieron por disparos o explosiones de minas.
En el Muro, murieron cerca de 136 personas.

II. La Revolución Alemana de 1989


„No pierdan la confianza ni el coraje. Aunque las tiranías parecen hechas para
durar la eternidad, sus días están contados.” Palabras del Vicepresidente Lyndon B.
Johnson el 19 de agosto de 1961 en Berlín occidental, 6 días después de que
comenzara a levantarse el Muro de Berlín. El 19 de agosto de 1989 el Muro seguía allí
y la confianza y el coraje de muchos ya había desaparecido. Entre 1961 y 1989, 5075
personas lograron traspasar el Muro exitosamente.
El 3 de octubre se celebra en Alemania el día de la Reunificación. Es el único día libre
por un festejo de carácter civil. Tres son los conceptos básicos que describen los
sucesos entre 1989 y 1990: La Caída del Muro (Der Mauerfall) el 9 de noviembre de
1989; el cambio (Die Wende) que se entiende como el proceso de cambio político,
económico y social entre la Caída y la Reunificación; y la Reunificación (Die
Wiedervereinigung) que formaliza la integración de la RDA a la RFA, el 3 de octubre
de 1990.

1. Der Mauerfall (La Caída del Muro)


La Caída del Muro puede ubicarse desde principios de la década de los ochenta. El
“imperio soviético” estaba interconectado, y aunque lo que sucediera en Polonia no
necesariamente tendría efectos inmediatos en Alemania, sí en el largo plazo
debilitaba al régimen dirigido desde Moscú. Las razones por las que el Muro se cayó
fueron fallas internas al sistema. El comunismo falló económica y políticamente. Y
fueron en los dos ámbitos en donde poco a poco se fueron debilitando, a distinto
ritmo y con distinta intensidad, los regímenes de los 6 estados soviéticos y la URSS.
En esta nota me enfocaré solamente al caso alemán.

La Caída del Muro no sucedió en una noche como se acostumbra decir. Suena
romántico, pero al igual que su construcción, fué producto de una cadena de

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acontecimientos. Para llegar a su construcción, y a su destrucción, tuvieron que
moverse muchas piezas del ajedrez alemán e internacional. Entre el 13 y el 14 de
agosto de 1961 se pusieron las primeras barreras entre Berlín oriental y Berlín
occidental; entre el 9 y el 10 de noviembre de 1989, los alemanes orientales
derrumbaron y brincaron esas barreras, que para finales de la década era ya todo un
sistema de contención y muerte. El Muro de Berlín marcó simbólicamente la
separación y la tensión de un mundo confrontado por dos formas de pensar. La
guerra fría, la OTAN y el Pacto de Varsovia, la libertad y la igualdad. Durante cuatro
décadas los satélites soviéticos intentaron demostrar la capacidad del comunismo de
generar prosperidad e igualdad. El problema es que olvidaron un ingrediente básico
para la felicidad: la libertad.
Antes de la construcción del Muro, las relaciones entre ambos estados alemanes
estaba marcada por la doctrina Hallstein, impulsada por Konrad Adenauer, que
proponía no reconocer a la RDA como estado independiente y no tener relaciones con
los estados que la reconocieran. Con la construcción del muro y la enorme tensión
internacional de los siguientes meses, el gobierno de la RFA debe rectificar y
comienza a aplicar la propuesta apoyada por Willy Brandt y desarrollada por Egon
Bahr “Cambio a través del acercamiento”. Para 1966, Brandt funge como Ministro de
Exteriores y aplica la llamada política de “pequeños pasos” a través de la cual se
buscaba aminorar los efectos terríbles de la división del país. En 1969 Brandt es
electo Canciller, su gobierno de coalición logró un acercamiento con la RDA, cuyo
gobierno conducido por Erich Honecker exigía el reconocimiento. La base para la
“política alemana-alemana” fué el tratado firmado entre ambos estados en 1972. En él
ambos estados se reconocen y establecen ciertas reglas de “vecindad y cooperación”.
Establecen representaciones permanentes y se determina que son de diferentes
puntos de vista respecto de la cuestión nacional y la ciudadanía alemana. Con ello, las
relaciones son llevaderas durante poco más de dos décadas, aunque la RDA siguiera
tildando de enemiga a la RFA.
Con este acercamiento, la Stasi fortalece su aparato en el extranjero y en 1974 se
descubre en el llamado “Guillaume Affair” que un asesor cercano al canciller Brandt
era un espía de la RDA. Esto provoca la renuncia del soñador Brandt, quien es
sustituído por el pragmático Helmut Schmidt, también apoyado en una coalición
entre su partido, el SPD y los liberales del FDP.
Durante la década de los setenta la RDA muestra al mundo la prosperidad económica
del “Estado de los obreros y los campesinos”. El mundo maravillado veía cómo el

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comunismo generaba también un milagro económico, parecido al de la década de los
cincuenta en la RFA. Los números mostraban porcentajes de crecimiento y
desarrollo. Las medallas en los deportes. Alemania oriental era ejemplo de
prosperidad. La realidad es que todo era un aparador. Las ciudades, en las calles no
visitadas por turistas, estaban en ruinas. El sistema económico estaba apoyado en
cimientos bastante endebles. La RDA no tenía una industria productiva, importaba
tecnología de occidente para poder sostener su industria. Su sistema estaba basado
en préstamos a la URSS y a occidente. La URSS proporcionaba materia prima y
petróleo a precios bajos y controlados, a cambio de los productos alemanes. Durante
la primera crisis del petróleo de 1973 la URSS se vió obligada a subir sus precios,
después de todo, tenía también un pueblo que mantener. Pero el shock vino con la
segunda crisis de finales de los ochenta, la URSS se ve obligada a reducir sus envíos y
provoca una deuda masiva para la RDA. El sistema bienestar alemán prometía apoyo
del Estado “desde la cuna hasta la tumba”, y si el régimen de Honecker no quería
volver a ver las revueltas de 1953, tenía que mantenerlo. La sustitución de garantía de
subsistencia por libertad era lo único que mantenía al pueblo de Alemania oriental
“tranquilo”, de manera que el régimen optó por inflar la deuda para seguir gastando
en el Estado bienestar y claro, en el ejército y la seguridad. La RDA era del Pacto el
segundo país que mayor presupuesto destinaba a éstos rubros, cerca del 5.8%, por
debajo sólamente de la URSS. Y claro, había que mantener el Muro y a la Stasi. La
Stasi, para mediados de los ochenta, tenía un agente por cada 63 habitantes.
Comparativamente, durante los más álgidos años del Tercer Reich, se estimaba que
había un agente de la Gestapo por cada dos mil. En la frontera se tenían desplegados
933,000 policías y agentes secretos. En la RDA vivían 17 millones. Hasta 1970 el
costo del muro fue de 100 millones de marcos orientales. Hasta la fecha no se sabe
cuanto costó. Se calcula que para 1983 los costos del Muro podrían haber ascendido a
mil millones de marcos.
Para poder mantener este “tren de vida”, el régimen oriental tuvo que apoyarse en, sí,
el capitalismo. Además de las deudas por importaciones, la RDA se aprovechaba de la
RFA para reparaciones en carreteras, mantenimiento de edificios y lugares históricos,
obligaba a los visitantes a un cambio de divisas mínimo diario. Y lo peor,
“intercambiaba” prisioneros ideológicos, por altas sumas de dinero. Según las
bitácoras de la RFA, el régimen comunista, entre 1964 y 1990, obtuvo 3, 446 millones
de marcos alemanes por intercambio, o venta, de prisoneros. Se habla de 100mil
marcos por prisionero o más. También, se aceptaron préstamos, que se calcula,

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ascendían a los 1 o 2mil millones anuales. Durante el gobierno de Helmut Kohl, se
negociaron una serie de créditos, a éstas alturas el gobierno de la RFA prefería que los
alemanes orientales pudieran tener una vida más o menos digna, y en la medida en
que el gobierno de la RDA dependiera de la RFA sería más fácil negociar la
flexibilización del régimen. Kohl autorizó que el entonces Ministro Presidente de
Baviera, Joseph Strauss negociara los créditos con Alexander Schalck-Golodkowski,
jefe de la empresa Coordinación Comercial (KoKo por sus siglas en alemán). Una
empresa capitalista en la RDA, de dudosa legalidad, dedicada a financiar al régimen.
La línea de crédito fué de mil millones en 1982 y otros mil en 1983. A estas alturas la
URSS tenía ya suficientes problemas internos y gastos derivados de la guerra en
Afganistán, como para ocuparse de sus satélites.
Por el lado político, la firma del “Acta final de la Conferencia sobre la Seguridad y
Cooperación en Europa”, conocida como los Acuerdos de Helsinki, en 1975 por parte
38 países, incluyendo el bloque soviético, tuvo como consecuencia la formación de
grupos de oposición dentro de la RDA. Los líderes del bloque comunista pensaron
que la firma de los Acuerdos era un triunfo para ellos, pues se reconocía su territorios
y su soberanía, y destacaba el principio de no intervención. Lo que nunca pensaron es
que los Acuerdos tendrían efectos internamente. Y es que dentro de los compromisos
de Helsinki, los firmantes se comprometían a respetar los derechos humanos y las
libertades fundamentales, la igualdad de derechos y el derecho a la
autodeterminación de los pueblos. Gracias a ello, los ciudadanos de la RDA, como los
de Polonia, Checoslovaquia, URSS, Hungría, Bulgaria y Rumania, podían exigir a sus
regímenes el respeto a su derecho de tránsito, a la libertad de expresión, de reunión,
de creencias, de religión. Los Acuerdos de Helsinki provocaron una reacción al
interior de la RDA que no se esperaba. Inmediatamente comenzaron a incrementar
las solicitudes de visado, el respeto al tratado ante instancias internacionales y
extranjeras. Se formaron grupos organizados como Helsinki Watch, que después se
transformó en Human Rights Watch o la Carta 77 de Vaclav Havel en
Checoslovaquia. El régimen de Honecker reaccionó aumentando las unidades
especiales del Stasi, más agentes infiltrados y provocadores que buscaban desanimar
a los ciudadanos a exigir el respeto a los Acuerdos. Evidentemente, las iglesias,
Protestantes y Católicas de Alemania aprovecharon la situación, se llegó a un
concordato: el gobierno toleraría la religión, si las iglesias prometían controlar a sus
fieles. Fué de ésta forma como las iglesias se convirtieron en un sitio de protesta, más
que de práctica de la fé. La gente se unió, no porque buscara una guía espiritual, sino

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porque buscaba oponerse al régimen. La elección de Karol Wojtyla en 1978 como
Juan Pablo II fué por ello crucial. No sólo para su natal Polonia, donde presionó
suave y diplomáticamente, sino para los estados soviéticos en general. Ya no era
cuestión de fe, sino de libertad.
En los ochenta las piezas del tablero comenzaron a acomodarse: la situación
económica era cada vez más precaria, tanto en la RDA, como en todo el bloque. La
dependencia de occidente era cada vez más evidente y se cumplía la profesía de
posguerra “el comunismo caerá por su propio peso”. La situación política ya tampoco
era controlable, a pesar de que la Stasi pretendía dominarlo todo pues contaba con
millones de empleados, y también pagaba los servicios de “espías sociales”, desde el
vecino o el amigo, hasta el chofer del autobus o la cajera del supermercado, por
ejemplo; pero la docilidad de los ciudadanos se fué perdiendo, la propaganda ya no
surtía efectos y la oposición abierta y /o clandestina era cada vez mayor.
En 1981 toma posesión como Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan y se
elige a Francois Miterrand como Presidente francés, en 1982 es electo Canciller de la
RFA, Helmut Kohl y desde mayo de 1979 el Reino Unido tenía como Primer Ministra
a Margaret Tatcher. El cuarteto más poderoso de la OTAN pertenecía al mismo
bloque ideológico. Mientras tanto, en la URSS los líderes no duraban más de 2 años.
En 1982 muere Brézhnev, en ‘84 Andrópov y en ‘85 Chernenko. Hasta que en marzo
de 1985 se elige como Secretario General del PCUS a Mijaíl Gorbachov, leninista
convencido que acaba reformando la URSS.
La llegada de Gorbachov al Kremlin y las reformas impulsadas ayudan a desmantelar
el desvencijado aparato comunista. No tenía intenciones de suprimir el comunismo,
al contrario, pretendía renovarlo. La Perestroika (reestructuración), la Glasnost
(apertura) y la Uskoreniye (aceleración) no eran más que intentos de modernización
del sistema. Estas modernizaciones del jóven de Moscú, no cayeron nada en gracia a
los viejos de Berlín. Erich Honecker a sus 73 años, estalinista de cepa, no veía con
gran simpatía lo que sucedía ni en Moscú, ni en Hungría ni mucho menos a pocos
kilómetros de su frontera, en Polonia. Las relaciones entre la RDA y Moscú se
tornaron cada vez más frías.
Aún así, la política del Gobierno de Kohl fué suavizando el autoritarismo de la
República Democrática. Se removieron los disparadores automáticos y las minas de
las fronteras, se comenzaron a permitir viajes y los funerales en Moscú permitieron a
Kohl acercarse a Honecker, mostrarle que tenían más en común entre ellos, que entre
la RDA y la URSS. Se cuestionó la orden de disparo en las fronteras. En 1987

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Honecker realizó una visita a Bonn y en el mismo año, Ronald Reagan pronuncia su
conocido discurso en Berlín en el que conmina a Grobachov a abrir el muro. El status
quo de Berlín, y en general la división alemana, era ya evidente. Lo importante de
esas palabras fueron que Reagan volvió a abrir esa cuestión con su llamado, puso el
tema de nuevo sobre la mesa.
Para 1989, faltaba poco para que el castillo de naipes se derrumbara. El régimen de
Honecker hizo todo lo que estaba a su alcance para tirarlo. Ese año la RDA celebraba
su cuarenta aniversario. En enero Honecker declaró que el Muro estaría unos
cincuenta o cien años más. En marzo, en Polonia se sientan en las mesas redondas el
Solidaridad de Walesa y el Gobierno, se permite al sindicato participar como partido
político en las elecciones de ese verano. En abril, el gobierno levanta la orden de
disparar a matar a quienes intentaran cruzar el Muro. El 2 de mayo el gobierno de
Hungría desmantela sus fronteras con Austria. El 7 de mayo se convocan a elecciones
comunales en la RDA, en Berlín el SED gana con el 98,5% de los votos. La gente está
furiosa, ya no soporta los timos y ninguneos del Estado, ello provoca los “lunes de
rezo” que se organizan desde la Nikolai Kirche en Leipzig, comienzan con 2mil
personas, para otoño, salen a las calles y llegan al medio millón. El 4 de junio sucede
la masacre de Tian’anmen, el mismo día en Polonia, el partido de Walesa, gana muy
altos porcentajes. Ese mismo mes, Gorbachov visita Alemania occidental, lo que es
visto con cierta reticencia en la RDA, renuncia a la doctrina Brezhnev o de obligación
de intervenir en caso de insurrección en los satélites soviéticos. En julio, ciudadanos
de la RDA comienzan a migrar a Hungría y acaban, sorpresivamente, en Austria. En
agosto se llevan a cabo en Hungría los días de campo paneuropeos con los que miles
de alemanes logran huír a Austria. En septiembre se instala en Polonia el primer
gobierno no comunista de posguerra. Durante el verano miles de alemanes
comenzaron a invadir las embajadas de la RFA en Hungría, Checoslovaquia y Polonia
pidiendo asilo. Los jardines estaban llenos de campamentos de refugiados.
Para el 30 de septiembre el Ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher avisó en
la embajada de Praga a los más de 4mil refugiados, que podían salir de allí. A pesar
de que Erich Mielke, jefe de la Stasi, había desarrollado un plan para contenerlo, para
el 2 de octubre se reunieron en Leizpig más de 10mil personas. El 3 el gobierno
suspendió las visas para salir de la RDA a Checoslovaquia. Aún así, Honecker tenía
lista su fiesta del 40 aniversario de la República Democrática Alemana, jóvenes y
niños de todos los rincones, miembros de la Juventud Libre Alemana (FDJ en
alemán) arrivaron a Berlín para el desfile. Honecker no supo si sonreir o llorar

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cuando la gente recibió al Secretario General del PCUS con cantos “¡Gorbi, Gorbi,
sálvanos!” El 9 de octubre la manifestación de lunes en Lepzig llegó a los 70 mil. Los
hombres del SED (partido socialista unificado de Alemania) estaban preocupados.
Honecker no podía sostener más el régimen, decidieron que era hora de removerlo.
Egon Grenz, miembro del comité central del partido, se alió con otros, y el 18 de
octubre obligaron a dimitir a Honecker. Grenz fué el último Secretario General del
SED y jefe de Estado de la RDA.
Para el 23 de octubre las marchas de lunes en Leipzig agrupaban ya a unos 300mil,
aunado a ellas, crecía la oposición organizada. Grupos que querían formar partidos
políticos al estilo del Solidarnosc polaco para competir en elecciones abiertas. Entre
ellos Neue Forum que se convirtió después en Bündnis 90 y que hoy forma parte del
partido Verde alemán. Krenz recibió un reporte sobre la crítica situación económica:
la RDA estaba en bancarrota y los plazos para los pagos con la RFA ya estaban
vencidos. Para el 1 de noviembre, Krenz revocó la prohibición de viajes al este, lo que
provocó de nuevo el éxodo de muchos alemanes. El 4 de noviembre se realizó una
enorme manifestación en Berlín oriental. La gente pedía elecciones y el SED no sabía
qué hacer. Comenzaron a caer las renuncias sobre las mesas del partido. El partido
comenzó a enviar mensajes incoherentes. La Stasi comenzó a desaparecer fichas. El 6
de noviembre Leizpig vió 500mil personas marchando y gritando consignas de todo
tipo, que podían englobarse en “queremos libertad”. El Politburó emitió una
resolución el día 9 de noviembre. Se darían visas a todos para permitir la salida a
Checoslovaquia, se decidió llamarla “permisos inmediatos de salida permanente”. Se
reunió el comité y se convocó a una rueda de prensa a las 6 de la tarde, en la que
Günter Schabowski, vocero del comité, daría los avisos como lo hacía usualmente. La
leyenda cuenta que todo se trató de una confusión, Schabowski leyó el aviso sobre las
nuevas reglas de viaje, sin darse cuenta que sus palabras implicaban la apertura de
fronteras. Un periodista preguntó, “¿a partir de cuándo se darán los permisos de
salida permanente?”, Schabowsky cansado, miró su papel y respondió: “ a partir de
ahora”.

La Caída del Muro de Berlín, es el concepto pop más usual y usado por todos para
referirse al proceso de cambio y fin de la división alemana y de la Guerra Fría. El
cambio o Die Wende es un concepto cultural nacional, en Alemania la gente no habla
de “la caída del Muro” sino de “el cambio”, el punto histórico de referencia es “el
cambio”. El tercer concepto, la Reunificación, es el concepto técnico que explica la

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formalización de la integración de la RDA a la RFA y que connota la integración
económica, jurídico-política de un país a otro.

2. Die Wende (El Cambio)


Se llama “el cambio” al periodo entre las elecciones simuladas del 7 de mayo de 1989
y la primera elección libre de la RDA el 18 de marzo de 1990. El concepto de “Die
Wende” abarca los acontecimientos que durante los últimos años de la década de los
ochenta, llevaron a la caída del Muro de Berlín y a la terminación del régimen
autoritario en la RDA. El día 9 de noviembre de 1989 se anunció en una conferencia
de prensa la modificación a los permisos de salida de los ciudadanos alemanes
orientales. La noticia leída por el vocero Günter Schabowski, fue inmediatamente
transmitida en los noticieros tanto de la RDA como de la RFA y por las agencias de
noticias internacionales. A las pocas horas se reunieron cientos de personas en los
puntos de cruce como el Checkpoint Charlie. Allí comenzaron a exigir los alemanes,
todos, de uno y otro lado, la libertad para el cruce de la frontera sellada por el Muro.
Los policías fronterizos (GrePos) al no tener órdenes precisas pemitieron la salida,
comenzaron por sellar los documentos de los alemanes orientales retirándoles la
nacionalidad, pero al ver que las olas de ciudadanos que querían cruzar „al otro lado“
era incontrolable, abrieron las puertas. Alemanes de uno y otro lado cruzaron, la
noche y los días que siguieron se convirtieron en una fiesta. Muchos decidieron
derribar pedazos de la pared contra la que durante 28 años chocaron los sueños de 16
millones de personas. Los alemanes de la RFA dieron la bienvenida a sus hermanos
orientales con plátanos y otros productos que escaseaban o de plano no existían en la
RDA. Las filas de „Trabis“ cruzando las fronteras eran interminables. El gobierno de
la RFA, en ese entonces dirigido por Helmut Kohl, optó por regalar un dinero de
bienvenida a los hermanos orientales (Begrussungsgeld). „Si el DM (marco alemán)
no viene a nosotros“, decían, „nosotros iremos a él.“ Entre el 9 de noviembre de 1989
y el 18 de marzo de 1990 la situación era un tanto incierta. Hubo alemanes de la RDA
que prefirieron esperar a que les fuera oficialmente permitida la salida, pues temían
un regreso del régimen y un nuevo cierre de fronteras, lo que les impediría volver a
ver a familiares que se quedarían de ese lado. Otros de plano aprovecharon la
confusión y dejaron la RDA para establecerse en la RFA. La salida de las familias de la
Alemania oriental era canalizada a través de campamentos localizados cerca de las
fronteras. Allí se cambiaban los documentos, se daba techo y comida a los refugiados
y se les reubicaba dentro del territorio de la Alemania occidental. Era un nuevo

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comienzo. Las profesiones y estudios de los alemanes del este eran dificilmente
revalidados, algunas carreras de la RDA no existían en la RFA o peor, eran totalmente
obsoletas. Los estudios básicos tenían que ser revisados, revalidados y en ocasiones,
recursados. Las escuelas recibían alumnos que debían ser puestos al corriente, sobre
todo en materias como el inglés y las relacionadas con educación para la ciudadanía.
La integración de los alemanes orientales en Alemania occidental no es hoy un hecho
consumado, puede escucharse todavía la referencia --y la diferencia-- entre „ossies“
(orientales) y „wessies“ (occidentales). Los principales reclamos de los ossies, son que
los wessies son muy arrogantes, frívolos y egoístas, mientras que los wessies reclaman
que los ossies no son competitivos, son quejumbrosos y les gusta depender del
Gobierno. El individualismo y el espíritu competitivo --y egoísta, propio del
capitalismo se revela, muchas veces, de forma negativa ante quienes venían
acostumbrados a la solidaridad y el compañerismo.
Las diferencias históricas, sociales y culturales se hacen patentes en una multitud de
formas que van desde las caricaturas hasta las relaciones familiares. Los niños de la
RDA crecieron con el Sandmännchen, con la Jugendweihe o la iniciación de la
juventud de la FDJ, viajaron en „Trabis“ o „Laras“ al Mar Báltico a las playas nudistas
de la FKK, comían pepinos agrios Spreewaldgurken y fueron educados para ver a
Occidente como „el enemigo“. Los niños de la RFA leían historietas de Asterix y
Obelix, admiraban a los Dallas Cowboys, comían döners y plátanos, paseaban en
autos Volkswagen y viajaban en avión a Mallorca. Pero todos admiraban a McGyver,
unos libremente, otros, clandestinamente.
„El cambio“ en Alemania no ha concluído. La tercera economía del mundo vive, a 20
años de distancia, profundas diferencias entre este y oeste. Si uno visita ciudades o
partes no turísticas de ciudades en la ex-RDA puede uno encontrarse todavía
multifamiliares, viviendas en ruinas, iglesias y otros edificios derruídos, fábricas
abandonadas, caminos rotos; una población vieja, jóvenes sin futuro, falta de
esperanza y oportunidades. No es casual que el trabajo y los servicios con mayor auge
en el territorio que ocupara la RDA sea el relacionado con la salud y el cuidado de
ancianos. Los jóvenes que viven allá no tienen oportunidades, por lo que o emigran a
occidente o son esponjas para ideologías radicales de derecha o de izquierda.
Alemania no es un país xenófobo, lo digo como extranjera que allí vive; sin embargo,
en los Parlamentos de Turingia y de Sajonia estuvieron representados los
nacionalistas del NPD, quienes, por fortuna, sufrieron claras derrotas en las últimas
elecciones. El pasado 27 de septiembre, el partido de izquierda, Die Linke,

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conformado por disidentes de la Socialdemocracia y remanentes del SED de la RDA,
obtuvo altísimos porcentajes en la región oriental de Alemania. Los movimientos
hacia ambos extremos no son más que reacciones ante una situación económica que
no presenta perspectivas alentadoras a los jóvenes.
A propósito de los 60 años de la Ley Fundamental el pasado 23 de mayo, algunos
intelectuales y políticos comentaron que la integración de la RDA a la RFA fué quizá
demasiado rápida. La diferencia económica entre ambas alemanias a principios de la
década de los noventa era abismal, ello impidió la posibilidad de que las ciudades de
la ex-RDA pudieran competir con las demás ciudades alemanas. La prosperidad
económica de la RDA no era más que una simulación propagandística. Alemania
oriental, al igual que los demás satélites soviéticos, dependían económicamente,
primero de la URSS y en sus últimos años, de las relaciones comerciales con
Occidente y estaban totalmente endeudadas. Para 1989 la RDA estaba en bancarrota,
por ello, el esfuerzo para integrarse a la RFA fué enorme y en algunos casos la
competencia acabó por liquidar a las empresas, los trabajadores y los profesionistas.
El ritmo de crecimiento de las ciudades ubicadas en la ex-RDA debió de haber sido el
mismo que el de Polonia, República Checa, Hungría, Bulgaria o Rumania, sin
embargo recibieron inmediatamente la presión de occidente y del hecho de que desde
octubre de 1990, formaban ya parte de la Unión Europea, y de Alemania, la Alemania
económicamente próspera y fuerte. Aunque se estableció un impuesto destinado a la
ayuda de los nuevos estados que mediante el proceso de reunificación se integraron a
la RFA (sobre ello la nota del sábado próximo), a diferencia de los demás países de la
Europa central y del este que tuvieron un periodo de unos 10 a 15 años para
emparejarse con occidente, la RDA comenzó inmediatamente a introducir la
economía de mercado, las reglas del Estado de Derecho y la democracia (los llamados
criterios de Copenhage).
Los ciudadanos de la RDA se integraron relativamente fácil a una cultura política
democrática y constitucional, sin embargo, la crisis económica y laboral se manifiesta
hoy como la gran desilusión democrática. Algunas personas, y en algunos lugares,
„añoran los viejos tiempos en que no había que preocuparse por subsistir“, después
de todo el régimen comunista garantizaba un mínimo „de la cuna a la tumba“. Aún
así es posible decir que en Alemania la generalidad se siente afortunada: el 74% de los
alemanes que viven en la región oriental se siente orgulloso de su sistema de
libertades y de su Estado de Derecho, mientras que el 65% se siente orgulloso de su

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Ley Fundamental. En cambio, en la región occidental, los porcentajes son un tanto
más altos: el 88% se siente orgulloso del sistema y el 77% de su Constitución.
„Die Wende“, el cambio, es un proceso que lleva ya 20 años, pero que no puede
considerarse como acabado. Para que Alemania deje de realizar encuestas dividiendo
entre Alemania oriental y occidental, para que los compañeros del trabajo o de la
universidad dejen de catalogarse como ossies o wessies y para que los jóvenes tengan
las mismas oportunidades desde Jena hasta Darmstadt y desde Rostock hasta
Füssen, falta todavía el esfuerzo de algunas generaciones. Las universidades de hoy
están llenas de jóvenes que en su mayoría no les tocó vivir esa división: el Muro de
Berlín, la RDA, el comunismo, la URSS y los „ossies“ son parte de los libros de
historia. Quizá será a ellos a quienes les toque reunificar a Alemania, verdadera y
completamente.

La Reunificación o Die Wiedervereinigung, es el concepto técnico que explica la


formalización de la integración de la RDA a la RFA y que connota la integración
económica, jurídico-política de un país a otro. Después de la Caída del Muro (9 de
noviembre de 1989), los alemanes comenzaron a hablar de El Cambio, mientras que
los políticos procuraron hablar de la Unidad Alemana (Deutsche Einheit) tal y como
apareció en el Tratado que formaliza la integración de la RDA a la RFA. De hecho, el
día 3 de octubre se celebra el día de la Unidad Alemana y no de la Reunificación. Sin
embargo, habría que aclarar que en la gran mayoría de textos se habla de
Reunificación, como proceso y de Unidad, como estado de cosas. Podríamos decir
que la Reunificación comenzó el día 10 de noviembre de 1989 y se consolidó el día 3
de octubre de 1990, fecha en que la RDA oficialmente desapareció y se integró a la
RFA vía el artículo 23 de la Ley Fundamental de Bonn.

„ No fuimos lo suficientemente fuertes como para plantearnos la tarea


de la Unidad. Agradecemos a las personas de la RDA.“
Egon Bahr (asesor de Willy Brandt en cuestiones de política exterior)

3. Die Wiedervereinigung
Después de la conferencia de prensa de Schabowski las fronteras fueron invadidas
por alemanes de ambos lados, al principio los policías fronterizos habían optado por
la expatriación, pero al ver que el número de personas aumentaba cada vez más,
prefirieron abrir las fronteras. Los noticieros de la RFA, cuya señal era recibida de
manera clandestina en los hogares de la RDA, informaron que las fronteras entre

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ambas alemanias estaban abiertas; ello provocó que más alemanes orientales salieran
y buscaran cruzar del otro lado. La noche se convirtió en una fiesta para los
ciudadanos y en una pesadilla para el Gobierno de la RDA.
Ese 9 de noviembre por la noche, el Bundestag sesionaba en pleno en su sede en
Bonn, se había convocado a una sesión para votar una modificación al Código Civil,
en materia de asociaciones. Cuando se inauguró la sesión, se informó sobre la noticia
que se había dado en el canal de la ARD, los diputados sin entender al principio de
qué se trataba intentaron continuar con la sesión, hasta que uno comenzó a entonar
el himno “Einigkeit und Recht und Freiheit” (Unidad, Justicia y Libertad). Acto
seguido cada partido subió a tribuna para presentar un posicionamiento.
Al otro día aparecieron en el Ayuntamiento de Schöneberger en Berlín, el canciller de
la RFA, Helmut Kohl y el ex-canciller y ex-alcalde de Berlín occidental, Willy Brandt.
Ambos pronunciaron discursos llenos de emotividad. Se han puesto palabras en boca
de Willy Brandt que pasarían a la historia: “ahora crece junto, lo que junto debía
estar”, pero en realidad no se escuchan esas palabras en ninguna grabación de sus
discursos a propósito de los sucesos del 9 de noviembre. El gobierno de Kohl
estableció de inmediato el Begrußungsgeld o dinero de bienvenida, consistente de
100DM, lo que provocó las épicas filas de Trabis en la frontera. Así mismo, líderes de
la RFA prometieron que habría elecciones libres y secretas para mayo de 1990,
mismas que tuvieron que ser adelantadas por las constantes protestas.
El 13 de noviembre la Asamblea del Pueblo (Volkskammer) eligió como nuevo
Ministro Presidente a Hans Modrow. En octubre, Egon Krenz había sido electo
Secretario General del SED y Jefe del Consejo de Estado. El Gobierno de la RDA se
componía por una jefatura de Estado colectiva representada por el Consejo de
Estado, el Jefe del Consejo de Estado era considerado el Jefe de Estado, y el Jefe del
Consejo de Ministros, el jefe de Gobierno. Normalmente se reunieron en una sóla
figura los cargos de Presidente del Consejo de Estado y Secretario General del
Partido, ambos cargos estuvieron durante casi toda la existencia de la RDA en manos
de sólo dos individuos: Walter Ulbricht (1950-1971) y Erich Honecker (1971-1989).
Por parte del Gobierno de la RFA, el canciller Kohl presentó ante el Bundestag, el día
28 de noviembre, el llamado “Plan de Diez Puntos” conforme al cual debería lograrse
la unión de ambas alemanias. Helmut Kohl presentó su plan en su declaración
gubernamental en el marco del debate sobre el Presupuesto. La secreta formulación
de lo que sería el libreto para la reunificación sorprendió a los miembros de la
coalición gobernante, al igual que a los miembros de la oposición y a los aliados (si,

16
todavía). El Plan proponía entre otras cosas ayuda humanitaria, económica y
sanitaria para la RDA, así como la estructuración del cambio de los sistemas político y
social. Proponía el trabajo conjunto en diversas áreas: económica, tecnológica,
científica, cultural y ecológica y el establecimiento de una Confederación de las dos
alemanias, una vez electo un gobierno de manera democrática. Los puntos seis y siete
determinaban las directrices para incorporar a la RDA a Europa. El punto diez
reconoció la importancia de que fuera el pueblo alemán quien decidiera libremente la
reunificación. Mediante el Plan de Diez Puntos, Helmut Kohl tomó las riendas del
proceso de integración de la RDA a la RFA. El Plan fué aprobado por la Unión, el FDP
y el SPD, mientras que los Verdes mantuvieron cierta distancia.
El Tribunal Constitucional Federal había resuelto1 que la RFA era la Alemania
sucesora de la Confederación del norte de 1866 y la Constitución de 1871
(Bismarksche Reichsverfassung). Esta resolución es importante pues es la piedra de
toque para la unión: la RFA tenía continuidad estatal con el imperio alemán y estaba
incompleta, pueblo y territorio de la RDA debían regresar a ser parte de Alemania.
Jurídicamente la reunificación implicó la incorporación de la RDA al ámbito de
validez de la Ley Fundamental de Bonn.
En diciembre de 1989 se reformó la Constitución de la RDA, entre otras, se hicieron
modificaciones que posibilitaran las próximas elecciones, se removió la pretensión de
gobernar del SED y fué electo Manfred Gerlach por el Partido Liberal Democrático de
Alemania como sustituto de Egon Krenz, quien a su vez había ocupado apenas un par
de meses la silla de Honecker. El día 7 de diciembre se instaló la primera de varias
Mesas Redondas (16) celebradas entre los grupos de oposición y los llamados
partidos de bloque, es decir, aquellos partidos que eran tolerados por el SED en la
RDA. Las Mesas Redondas influyeron en la fecha de las elecciones y fueron tomadas
como modelo para los municipios, donde se celebraron elecciones libres en mayo de
1990. En las Mesas participaron como moderadores miembros de las iglesias católica
y protestante.
A partir de enero de 1990 el proceso de unidad se aceleró, ésta fué más una obra del
pueblo de la RDA. Las primeras elecciones libres se celebraron el 18 de marzo de
1990, la coalición llamada Allianz für Deutschland formada por el CDU-Este, el DSU
y el DA obtuvo el 48.15% de los votos, para formar gobierno se tuvo que formar una
Gran Coalición con el SPD y los Liberales. El 12 de abril, Lothar de Maizière fué electo
Ministro Presidente, el último, de la RDA. Angela Merkel, la actual canciller alemana,
1
BVerfGE 36,1 y BVerfGE 77,137.

17
fué designada vocera del Gobierno. Thomas de Maizière, hermano de Lothar, fué Jefe
de la Cancillería y ahora Ministro del Interior en el primer y segundo Gobiernos de
Merkel, respectivamente.
En la primera declaración gubernamental de de Maizière la cuestión no era ya si se
quería la reunificación, pues el mandato que habían obtenido los de la Alianza era
negociar el fin de la RDA y caminar hacia la reunificación, la pregunta era “cómo”.
Debido a las enormes diferencias, sobre todo económicas, en cuanto a estándares de
vida y sustento de la población entre una y otra alemania es que se decidió que sería
indispensable comenzar (como lo hiciere en 1948 Ludwig Erhard) a establecer una
economía de mercado y unificar la moneda. El 18 de mayo se firmó el Tratado para la
Unión Económica, Social y Monetaria, que entró en vigor el 1 de julio de 1990, con
ello el DM se convirtió oficialmente en la única moneda en ambas alemanias y se
logró un paso indispensable para la unificación de ambos Estados. Sabine Bergmann-
Pohl, quien fuera electa Presidenta de la Asamblea Popular y oficialmente, la Jefa de
Estado, anunció en la madrugada del 23 de agosto el resultado de la votación de la
Cámara: El recién electo Parlamento de la RDA sería disuelto. La decisión se basó en
los acontecimientos de 1989 y los resultados de la elección de marzo, pero también en
el Tratado de Unificación que allanaría el camino para unirse con la RFA.
El 31 de agosto de 1990 se firma el Tratado de Unificación (Einigungsvertrag) entre
ambas alemanias. En él se pactaron las modalidades de la unificación basado en el
artículo 23 de la Ley Fundamental de Bonn (la Constitución de la RFA de 1949). Este
Tratado es básico para la vida constitucional alemana, pues en él se pacta que la Ley
Fundamental será válida para todo el pueblo alemán, establece que será el día 3 de
octubre el día de la integración oficial de la RDA a la RFA y que las reformas
constitucionales necesarias se deberán hacer en un plazo de dos años. Así mismo
dispone que serán enviados 144 representantes al Bundestag y Bundesrat, y que
Berlín será la capital federal. Mediante el Tratado se establece la integración de los
nuevos estados federados a la RDA cuyas fronteras fueron fijadas mediante una ley
constitucional pasada en la Cámara de la RDA de julio de 1990: Brandemburgo,
Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia, los cuales
se incorporaron formalmente a la República Federal Alemana con base en lo
establecido desde 1949 en la Ley Fundamental (antigüo artículo 23). Berlín, al estar
dividida, como el territorio de Alemania, fué también unificada, es decir, Berlín
oriental se integró a Berlín occidental.

18
Desde principios de 1990, comenzaron las negociaciones para la unión con los
Aliados. Después de la guerra, los Aliados habían conservado, todavía en 1990,
ciertos derechos sobre los territorios vencidos. Desde febrero se reunieron los
ministros de exteriores de las dos alemanias con los de los cuatro aliados. Había
muchos inquietos con la reunificación alemana, sus vecinos principalmente temían
que Alemania reclamara los territorios perdidos con la guerra; hubo algunos líderes,
como Margaret Tatcher, que mostraron su incomodidad con una Alemania unificada.
Al final la diplomacia ganó la partida. Durante una visita a la cabaña de cacería de
Mijail Gorbachov, Helmut Kohl y su ministro de exteriores, Hans-Dietrich Genscher,
lograron la aprobación para la devolución de la totalidad de su soberanía a Alemania
(completa) y a aceptar su membresía en la OTAN. El apoyo de Gorbachov era una
condición sine qua non para los Estados Unidos. De manera que gracias al llamado
“éxito del Cáucaso” Alemania recuperó después de 46 años el derecho a
autodeterminarse. El 12 de septiembre de 1990, el Tratado de Liquidación Final con
relación a Alemania, conocido como el Tratado dos más cuatro, fue firmado en Moscú
entre la RFA, la RDA y las cuatro potencias que ocuparon la Alemania nazi tras el fin
de la Segunda Guerra Mundial: Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos y la
Unión Soviética, y se restableció oficialmente la soberanía de ambos estados
alemanes.
Como lo estableció el Tratado de Unificación, el día 3 de octubre de 1990 a las 12 en
punto desde el edificio del Reichstag, que hoy alberga al Bundestag, sonó la campana
de la libertad, se izó la bandera alemana negra, roja y dorada y se entonó el himno
nacional “Einigkeit und Recht und Freiheit”. El Presidente Federal, Richard von
Weisäcker, leyó el nuevo preámbulo de la Ley Fundamental2:
“Consciente de su responsabilidad ante Dios y ante los hombres, animado de la voluntad de
servir a la paz del mundo, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, el
pueblo alemán, en virtud de su poder constituyente, se ha otorgado la presente Ley
Fundamental.
Los alemanes, en los Länder de Baden-Wurtemberg, Baja Sajonia, Baviera, Berlín,
Brandeburgo, Bremen, Hamburgo, Hesse, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Renania
del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Sarre, Schleswig-Holstein
y Turingia, han consumado, en libre autodeterminación, la unidad y la libertad de
Alemania. La presente Ley Fundamental rige, pues, para todo el pueblo alemán.”

A partir de ese momento se disolvió la Asamblea Popular de la RDA y me atrevo a


decir, formalmente se acabó la guerra. Alemania estaba unida de nuevo bajo un
régimen de libertades.

2
El Preámbulo fué modificado por la reunificación. El anterior mencionaba como meta la Unidad de
Alemania.

19
El Canciller Kohl envió un mensaje al mundo diciendo que “Alemania reconoce su
responsabilidad moral y jurídica resultado de su historia y que Alemania tomará
mayor responsabilidad para lograr la paz en el mundo.” El Gobierno alemán firmó
posteriormente un tratado con Polonia para definir de manera permanente las
fronteras entre ambos países a lo largo de la línea Oder-Neisse, y renunciar a
cualquier reclamación sobre Silesia, Pomerania Oriental, Danzig y Prusia Oriental. El
2 de diciembre de 1990 se realizaron elecciones debido a la Reunificación con el
propósito de darle legitimidad al gobierno federal ahora ya, conjunto. Helmut Kohl
fué ratificado con una mayoría de 43.8% y gobernaría durante ocho años más siendo
el Canciller que más años ha gobernado Alemania (1982-1998).

III. “Los de abajo en Alemania”


Con todo mi cariño y respeto a G.K.
Alemania, una, celebra este noviembre el 20 aniversario del primer paso hacia su
unidad y de su paz. La historia contada es la de los aliados que triunfaron contra el
régimen del terror nazi, también es la de los líderes de los gobiernos que surgieron
del reparto del territorio alemán, la República Federal y la República Democrática.
Las notas y comentarios que vemos y leemos son, siempre, la narrativa de pocos. Sin
embargo, casi nunca se cuenta la historia del hombre y de la mujer comunes, cuyas
vidas fueron llevadas por la corriente de las decisiones de “los de arriba” y cuyos hijos
y nietos siguen hoy pagando crímenes que sus abuelos no cometieron, sino que más
bien sufrieron. Que hoy se siga llamando al pueblo alemán, pueblo nazi –en el sentido
criminal de la palabra-, o la equiparación del nazi con el alemán o viceversa, un
prejuicio que todavía hoy existe, es un cliché del que no han podido desprenderse,
que no deja de ser doloroso, y despierta en todos los alemanes un complejo de culpa
colectiva por lo que algunos de sus compatriotas y antepasados cometieron. Cargan
sobre sus hombros un crímen tan horroroso, que ni siquiera están dispuestos a
discutir las circunstancias del caso personal, las particularidades de su familia o su
persona. El pueblo alemán debe ser separado de “lo nazi” y debe darse una justa
dimensión al caso. Los crímenes que cometió una bandada de desquiciados no fueron
cometidos por Alemania, en un sentido nacional, geográfico e histórico. El que un
grupo de individuos haya tomado como rehén a esa nación no hace a esa nación
cómplice de sus crímenes, mucho menos por generaciones. Creo que se requiere de
una lectura mucho más cuidadosa del desarrollo de los eventos entre una elección
mayoritaria, la instalación de una dictadura y la decisión de exterminar seres

20
humanos. Creo que como seres humanos debemos cargar todos con el recuerdo de lo
sucedido durante el régimen nacionalsocialista, porque los alemanes, como todos los
individuos que habitamos y que lleguen a habitar este planeta, tenemos la
responsabilidad de evitar que vuelva a suceder. Desafortunadamente, los nazis
también eran seres humanos, antes que alemanes. A los tropiezos y calamidades
humanas, estamos todos expuestos, como víctima y como victimario.
Dicho ello, quiero contar una historia.

Conocí a un viejo de pelo blanco y manos fuertes, de ojos tristes y sonrisa serena. Yo
no hablaba alemán, apenas comprendía un par de palabras. Él me abrió su corazón y
las puertas de su casa. Una tarde me mostró su álbum de fotos. Fotos de su infancia
en la granja de sus padres en los Sudetes. Luego, una foto de él y su hermano mayor
con uniforme militar, sí, ese uniforme que vemos en las películas de Hollywood.
Mientras me mostraba esta fotografía, él me miraba a los ojos, y me decía con la
mirada y con movimientos de manos, que él no quería y que él no creía en aquello por
lo que fue obligado a pelear. No tendrían más de 18 ninguno de los dos. Sentí un
escalofrío por la espalda. ¿Habrá pensado su madre en tomar esa fotografía como
último recuerdo de sus dos hijos? Siempre he pensado que las personas deberíamos
de platicar más con los viejos, a éste, me dieron ganas de abrazarlo. Sus ojos se
pusieron agüados. Él y Joseph habían sido obligados a luchar por su patria, no había
salida. Quizá no está de más contar que en 1944, los aliados ya estaban derrotando al
ejército alemán y que las fuerzas de la Wehrmacht estaban muy mermadas, por lo que
optaron por recultar por la fuerza a todos los niños y jóvenes del país con capacidad
física para el combate. Para esa época, los reclutados eran prisioneros en potencia,
esperando lo mejor. No quiero ni imaginar el sufrimiento de esos padres cuando sus
hijos fueron llevados al frente. Ni menos quiero imaginar la angustia de no saber
nada de ellos, como hasta la fecha ha sucedido con Joseph. Los hermanos fueron
enviados a distintos campos de batalla. Peter cayó preso en la zona de Oberbayern en
lo más profundo del estado de Baviera, afortunadamente en manos de los franceses.
La siguiente foto era de una fiesta en alguna campiña, gente alegre en largas mesas.
Otra de una boda. Otra de varios jóvenes saludando desde un balcón. Varias fotos de
Peter con amigos. Me entero que se trata de un viñedo en Alsacia. Un vinicultor
francés de buena voluntad requería manos fuertes para recoger la uva, y acudió a los
campos de concentración fronterizos a reclutar algunos jóvenes soldados alemanes
para ello. El “patron” (en francés), como lo llamaba Peter, había sido un ángel venido

21
del cielo, en las barracas ya había una epidemia que estaba matando a los prisioneros.
Peter inmediatamente aceptó la oferta, después de todo, venía de una familia de
agricultores. Sabía trabajar la tierra y merecía su libertad. El patron y su mujer
cuidaron de los chicos, les dieron techo, trabajo, comida y mucho vino. Peter cuenta
con una gran carcajada inocente: ¡nos daban vino blanco todo el día! “Teníamos
permitido beber cuanto vino blanco quisieramos y bueno, hacía calor...”
La historia de Joseph opaca la cara de Peter. “Sólo sabemos que fué enviado a Rusia”.
Pensé “ojalá que Joseph haya formado una familia allá, como Peter la formó acá”
aunque sabía que ese deseo era imposible.
Pasaron los años, y un día, por razones que desconozco Peter fué liberado o quizá era
libre de irse desde siempre, y prefirió quedarse un tiempo allá. No lo sé. Regresó a
Alemania a buscar a sus padres que en términos de los tratados y decretos que
siguieron a la capitulación del Tercer Reich habían sido desterrados y despojados de
sus tierras. Por su pertenencia a la religión católica, fueron enviados a la ciudad de
Zeitz, hoy ubicada en el estado de Sachsen-Anhalt, pues se determinó que la
parroquia de Zeitz sería un lugar digno para los refugiados, además de que contaba
con pocos católicos. Como los padres de Peter, muchas otras familias de los Sudetes y
de Prusia oriental fueron desterrados y repartidos en muchas ciudades alemanas.
Algunos “tuvieron suerte”, pues fueron ubicados en lo que sería la República Federal
Alemana. Otros como Peter fueron ubicados en lo que sería la República Democrática
Alemana.
Cuando Peter se despidió del Monsieur Loubet prometió volver pronto. Peter no
sabía que, otra vez, su vida sería coartada por “los de arriba”. El Gobierno de la RDA
les prohibió salir del país y en 1961, se levantó una pared con rifles apuntando a cada
alemán tras ella, con ello, se ahogaron los sueños de Peter de volver a Alsacia y de
enterrar a sus padres en los Sudetes. Cualquier plan de ver el mundo se acababa de
destruir. Peter, un agricultor, no pudo volver a la tierra. Zeitz era una ciudad
industrial importante de la RDA, tuvo que ingresar a trabajar a una fábrica como
soldador. No pudo cultivar la tierra como hubiera sido su deseo, sino laborar durante
el resto de sus días en una fábrica. Peter se casó y tuvo 4 hijos, nunca faltó comida en
su mesa, pero nunca pudo probar unos camarones o una malteada de plátano. Nunca
pudo conocer a su cuñado Martin, el hermano de Ilse su mujer. Martin trabajaba en
Göttingen y con el muro no pudo volver a ver a sus padres, ni a su hermana. Ilse y sus
padres se perdieron la boda de Martin y no conocieron a su hijo Tobias hasta 1990.

22
Los hijos de Peter e Ilse, como todos los niños, fueron obligados a entrar a la
organización de pioneros Thälmann, donde recibían adoctrinamiento comunista y se
les preparaba para ser “buenos camaradas”. Tenían que cuidarse de no decir nada
contra el régimen enfrente de amigos y extraños, después de todo hasta las paredes
oían en la RDA. Ilse trabajaba en otra fábrica que elaboraba carreolas. Los programas
de televisión, las películas, los libros y revistas eran todos los permitidos por el
Estado, claro, aquellos que no estuvieran viciados por el “fascismo capitalista” que
intentaba permear las mentes. Peter e Ilse tenían un departamento pequeño con dos
recámaras y un baño. Allí vivieron los 6 apretados hasta que Jochen, el mayor, se casó
a los 20 años con Maria de 19. Era muy común que los jóvenes se casaran a esa edad,
después de todo era la única forma de tener independencia. Después siguió Arianne a
los 19, Sonja a los 21. Las vacaciones las pasaban a veces en el mar Báltico. Peter
soñaba todas las noches que llevaba a su familia a Alsacia. En lugar de viajar, Peter
coleccionaba postales.
Esa tarde que me enseñó sus fotos, me mostró su colección de postales, desde
entonces me decidí a aumentarla. Cada pie que pongo en una nueva ciudad, lo pongo
por Peter. Una tarde de 1986 Daniel, el más pequeño de sus hijos, tomó sus cosas y
dió un beso a su madre y una palmada en el hombro a Peter, Peter sintió que era una
despedida. No estaba equivocado. Daniel intentó escapar a la RFA junto con su
pareja. Peter e Ilse se enteraron por la radio, Daniel K. y Lothar F. fueron
descubiertos en su intento de escape por dos vigías de torre o GrePos, quienes
abrieron fuego hasta que ambos estuviesen muertos o heridos. Daniel, logró
esconderse bajo un trailer que estaba cerca, fué muerto con un tiro en la cabeza.
Daniel siempre soñó con conocer Sudamérica, dice Peter. Quería ir a las playas en
Brasil, desde que vió una postal que Peter había recibido de Copacabana, Daniel
quedó enganchado con la idea. Tres años más tarde la RDA habría desaparecido, se
lamentaba Peter, Daniel no tenía por qué haber muerto, si hubiera tenido un poco de
paciencia, si no hubiera perdido la esperanza...
El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín y comenzó el cambio. Peter me
enseñó el video, no pude contener las lágrimas. A pesar de que no entendí nada de lo
que el locutor decía, las imágenes decían más que mil discursos y mil palabras. Nunca
había comprendido la dimensión de ese suceso. La experiencia de ver ese video que
nos mostraba algo que apenas hacía 12 años había sucedido, con gente que lo había
vivido, fué algo que me marcó para siempre. Estar sentada en la sala de Peter para
quien la libertad era tan nueva me hizo valorar la mía. Después de todo yo era una

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mexicana en Alemania, una mexicana que había conocido muchos países y nunca
tuvo el límite a su libertad. Peter de 75, tenía 12 años de poder decidir qué ver, qué
leer, qué comer, qué vestir, qué hacer, qué pensar, a dónde ir, por quién votar, y yo,
tenía 29 de 29.
La cara de Peter y de Ilse, la imagen que se grabó en mi memoria para siempre de
personas cruzando por entre las paredes derribadas de un muro en sus Trabis azul
clarito siendo recibidas por sus compatriotas con plátanos. Los cláxons, la euforia, las
lágrimas, las risas. El enojo y la felicidad reunidos en una escena de colores que
contrastaba con el blanco y negro de todas las demás fotografías que me mostró Peter
de su vida en Zeitz. Sonja y su familia inmediatamente tomaron sus cosas y se
mudaron a Hamburgo. Jochen y Maria se quedaron, pero sus hijos partieron en 1991
a estudiar en Stuttgart y en München. Arianne y su familia se fueron a vivir a los
Estados Unidos.
Peter se hizo de un jardín a las afueras de Zeitz donde dedica todo el día a cultivar
una vid pequeñita que da unas uvitas, los mejores melocotones y tomates del mundo.
Recibe postales cada mes de sus hijos y sus nietos, y mías. Peter tiene un bisnieto
mexicano. En 1993, a sus 66, Peter se compró un Renault y manejó desde Zeitz hasta
Alsacia a buscar a Monseiur Loubet. Lo encontró. Se abrazaron muy fuerte. Loubet le
dijo: Peter, creo que sólo te estaba esperando. A los dos meses murió, la diabetes lo
estaba comiendo, ya era viudo y el viñedo no existía más.
Peter vive hoy todavía en Zeitz, cumplió 80, le gusta visitar a sus hijos y nietos y
maneja a gran velocidad por las autobahns y sueña con todos los lugares que ha
visitado, gracias a sus postales.

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