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FREUD

EL DESCUBRIMIENTO DEL INCONSCIENTE.


Octave Mannoni

NOTA: Las palabras a las que adjunto un asterisco (*) es por que las fotocopias estaban
cortadas a la izquierda y las palabras estaban incompletas. Siguiendo el texto le he dado mi
interpretación y la he cumplimentado con las palabras que a mi juicio podían ser.

LA VIA REAL
El análisis de los sueños tuvo un papel importante en su autoanálisis. Pero
de inmediato Freud le reconoció una ventaja considerable: el sueño es un
tipo de fenómeno "patológico" normal, exactamente el fenómeno
normal para ayudar a comprender los hechos patológicos. No fue Freud
el primero que tuvo esta idea. Es clásica, pero antes él no había sabido
utilizársela. El análisis de los sueños se tornara la vía real del
inconsciente, y esto en muchos sentidos: es el mejor medio para llegar
al conocimiento de los pensamientos inconscientes de un paciente; es el
mejor medio para alcanzar un conocimiento teórico del inconsciente; el
mejor camino para llevar a los lectores a admitir la existencia del
inconsciente. Desde luego, estos tres sentidos no son más que uno Pero
una cosa es cierta: el psicoanálisis ya no está confinado a la patología (lo
que esto quiere decir está lejos de ser claro. Sí lo es en la época de
Freud: piensa que no se le acusará de elaborar teorías que no tienen
interés para la gente sana). De esta manera la segregación psiquiátrica
disminuye. La intención de Freud no se dirigirá exactamente en este
sentido, pero tuvo este efecto. El mecanismo que está en la base de los
sacrificios humanos –la imputación a otros de lo que el sujeto reprime –
se devela y la barrera- la “censura” o la “defensa”- se situará en el
interior de cada uno.
I Para llegar allí fue necesario que Freud primero se asumiese como
enfermo, no de la boca para afuera sino en su ser, y que emprendiese la
cura sí mismo. En La interpretación de los sueños interpreta un ejemplo
como un sueño “de comodidad (acomodaticio).

. Se trata de un estudiante de medicina que una mañana se queda


dormido en lugar de ir al hospital. Suena entonces que esta en el
hospital: hermoso compromiso entre el deseo de dormir y la obligación
de estar en su trabajo, puesto que se ve en una cama y en la cabecera de
esta i la tarjeta donde esta inscripto su nombre. Pero una sola explicación
nunca agota el sentido de un sueno. Este sueño también traiciona la
inevitable identificación del medico con el enfermo, identificación que la
formación psiquiátrica -pero también de modo mas oscuro, la
formación medica- ayuda a superar. Freud la asume y podrá
entonces proveer y generalizar esta nueva defensa quo luego
utilizara A. Brill: la "patología" esta en el inconsciente de cada uno.
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A partir del momento en que Freud dejase asociar libremente a sus
pacientes, estos habrían de contar sus sueños. El mismo estaba
interesado en los suyos mucho antes de poder comprenderlos. El 24 de
julio de 189 (los Estudios habían aparecido hacia dos meses), cuando
pasaba sus vacaciones en el chalet Bellevue, cerca de Viena, logra el
primer análisis sistemático o detallado -no se puede decir completo-
de uno de sus sueños particularmente complicado y oscuro. Es el
sueno de la inyección de Irma, que será el primero de los ejemplos de La
interpretación de los sueños, en 1899.
La idea de una interpretación completa no tiene sentido; se podría
continuar el trabajo indefinidamente, o detenerse por la imposibilidad
de continuarlo, pero no porque se hayan agotado las significaciones:
todo sueno tiene un ombligo, que comunica con _lo desconocido. Pero,
por otra parte, la interpretación evidentemente implica al que suena y
a sus pensamientos más íntimos, y Freud no puede ir más lejos de lo
que la discreción le permite cuando se trata de sus propios sueños.
Así el análisis del sueno de la inyección de Irma se detiene justo en
el momento en que Freud nos ha dicho lo que necesitamos para
comprender que su propia mujer estaba implicada.
Por estas razones, y con la intención de estudiar los sueños en si
mismos sin relacionarlo con el análisis de quien los suena, Freud se
impone la restricción de no referirse más que a sueños de sujetos
normales (aunque a menudo no la cumple). La interpretación de los
sueños se parece un poco a esas compilaciones de textos que se uti-
lizan para aprender una lengua. Solo conocemos de la historia lo
estrictamente necesario para la interpretación. Es este de trabajo
que Freud se proponía.
El 13 de enero de 1899, cuando el libro -salvo el importante el
último capitulo séptimo- estaba terminado, escribe a Fliess: La
lectura del sueño es universal. Allí reside la clave de la histeria.
Ahora comprendo por que no podía terminar el libro sobre los sue-
ños si espero un poco mas, podré describir el proceso mental del
o de tal modo que incluya el proceso de formación de los
síntomas histéricos. Entonces esperemos."' Se comprende que es
el capitulo VII lo que aún falta para terminar el libro: la teoría del
condicionamiento del "aparato" psíquico. Al mismo tiempo sabemos
el trabajo es interminable: Freud tiene incesantemente nuevas ideas
que le hacen ir más allá de su proyecto inicial y desarrollarlo extremo
de presentar una teoría mas general que no había previsto. En el
prefacio a la primera edición dirá: El sueño es el primer miembro de
una serie de formaciones psíquicas anormales, entre las cuales la
fobia histérica, las obsesiones, las ideas delirantes deben, tener
motivos prácticos, interesar al médico. Como se verá, el sueño

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pretende tener tanta importancia, pero si es importante su valor
onírico como modelo. Cualquiera que no logre explicar el origen
las imágenes del sueño buscará vanamente comprender las fobias,
las obsesiones, las ideas delirantes y ejercer sobre ellas una
influencia terapéutica.
Decir que el sueño es un modelo, es decir, que la explicación de
sueño Servirá de paradigma para la explicación de los síntomas. Pero
otra idea, aún vagamente entrevista, esta quizá presente: el sueño, el
dormir, el amor y el duelo-, que tienen en común ser normales y constituir una
excepción al estado psíquico habitual, pero que será reunidos por otra razón
luego de haber sido formulada la concepción del narcisismo.
La interpretación de los sueños, como muchos otros libros de Freud, se
presenta como una larga recopilación de ejemplos seguida de un capítulo
teórico. Esta composición, por otra parte da una idea del método de trabajo de
Freud heredado parcialmente de Charcot, pero quizás también de su trabajo de
laboratorio: mirar largo tiempo las cosas para que se pongan a “hablar”. Los
ejemplos se reparten en distintas clases y cada una sirve para
ilustrar una proposición: que el sueño representa la realización de un
deseo, que su elaboración se realiza por medio de la condensación
y el desplazamiento, etcétera. En las conclusiones teóricas (cap. VII),
Freud retoma su Proyecto de 1895, y si bien no abandona la
preocupación de explicar cuantitativamente -la circulación de - las
cargas psíquicas, esta explicación esta ahora desplazada, es
secundaria. Una intencionalidad inconsciente, ya que ahora el motor
de toda la maquina es el deseo, toma subrepticiamente el lugar que
ocupaban no pace mucho tiempo las construcciones descriptas con
una cierta reserva mental neurologizante.
El texto del sueño tal como lo relata el que sueña fue compa-
rado con frecuencia, y el primero en hacerlo fue Freud, con un
texto que debe ser traducido. Las ideas (latentes) del sueño y su
contenido (manifiesto) se nos presentan como dos versiones del
mismo sujeto en dos lenguas diferentes. Pero luego enuncia esta
restricción: 0 más exactamente el contenido del sueño se parece a
la trascripción de la idea del sueño en otro modo de expresión,
cuyas características y leyes sintácticas debemos descubrir compa-
rando el original y la traducción.41
Subrayamos esta observación, evidente pero a menudo descui-
dada: la "idea" del sueño es en si misma clara y lógica, no es el
Inconsciente, aunque sea inconsciente; el texto del sueño es lo que
esta marcado por el trabajo del Inconsciente. Analizando el sueño
hallamos la idea inconsciente que estaba oculta, de la misma forma
que encontraríamos un recuerdo olvidado; pero es el texto, son sus
distorsiones, las que nos enseñan sobre la "sintaxis" del Inconsciente.
Toda la teoría del Chiste (1905) ya esta en germen en esta posición.
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Dicho de otro modo, no se puede leer La interpretación de l os s u e ñ os
como una clave y luego de cada interpretación decir: ¡Ah! es esto
entonces (lo que eso significa), es lo que Freud entiende, cuando
habla del Inconsciente. Es verdad que aún no tomó la precaución de
distinguir
Carentes sentidos de la palabra inconsciente, exponiéndose así
ocasiones*.
En un primer momento, entonces, el texto (manifiesto) del sueño
remite a una idea (latente) así como un texto modificado, censurado
*, falsificado, remitiría a un original que es necesario reconstruirlo.
No se trata de un trabajo de traducción! Al menos no se trata * de
traductores los que realizan ese trabajo con documentos antiguos.
Se tendría una idea más aproximada, aunque sólo sea invocar una
analogía*, si uno se representa por medio de qué trabajo podemos
reconstruir el latín original a partir de la versión de un alumno,
encontrar, por ejemplo, summa diligentia disponiendo de la “cima
de la diligencia”, pero utilizando todos los contenidos*, el contexto,
las semejanzas fonéticas, etcétera. Esto se dedicaría* si el alumno,
como el sueño, reproduciera una revisión secundaria y reemplazara,
por ejemplo “cima de la diligencia por “imperial”.Si realizáramos
este trabajo hasta el final, decidiríamos* según que leyes los "malos
alumnos" traducen Latín, de tal manera que el análisis del sueño nos
enseña sobre el trabajo* del inconsciente. Solo se trata de una
comparación, pero decir) sueños son textos que deben ser
traducidos es también muy, imaginativo*.

Ponen en duda el relato que hace el que sueña no tiene en si mismo*, y


las reglas que lo han modificado no son las que rigen otro* discurso en el
estado de vigilia.

Pc pt Mnem Mnem' Ics Pcs

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Teórica del “aparato psíquico" supone varias instancias que el "proceso de
excitación" en el sentido de la flecha hasta la "motricidad" má s al l á del
preconsciente a.) El sueño regresa en sentido inverso a través del inconsciente y las
diferentes funciones mnésicas hasta Ia percepción (Pcpt) donde se transforma en
"alucinación".

Después de Freud, los mecanismos del sueño son mucho más


complicados que una reconstrucción de un texto. El simbolismo, la
censura, las limitaciones del pensamiento "en imágenes" sólo son
maneras de aproximarse al problema. Un deseo inconsciente infantil,
despertado por un deseo actual, se "transfiere" sobre un pensa-
miento "normal" y lo arrastra, lo "hunde' .' en el mundo del Incons-
ciente donde es sometido a las leyes de la -sintaxis que allí reinan
(leyes del proceso primario).Al mismo tiempo este pensamiento sigue
un camino que lo conduce a la extremidad del aparato psíquico (ficticio
y no neurológico) encargada de la percepción. Es por esto que el
pensamiento se transforma en percepción, es decir, alucinación de
una escena que representa, más o menos abiertamente, la satisfacción
del deseo.
Los límites de este modesto estudio excluyen la posibilidad de que
atraigamos al lector, como en una emboscada, hacia las temibles
complicaciones de la metapsicología freudiana: pero no son una
razón para ocultarlas, como a menudo se hizo en exposiciones de
vulgarización. Volveremos a consideraciones más simples cuando
examinemos algunos ejemplos de sueno. Pero no se puede descuidar el
papel que tiene el lenguaje en este proceso: las ideas latentes del
sueño tienen una forma verbal. Freud estuvo obligado a suponer la
existencia de un preconsciente que se hace cargo de las palabras. El
proceso primario traduce estas palabras en imágenes, como un hacedor
de jeroglíficos, y concluye entonces que el sueno no debe ser
interpretado como la pintura de algo, sino como la representación
en imágenes de las palabras mismas.
La interpretación de los sueños fue escrita durante y gracias a la
crisis de la relación con Fliess, aumentada por la prueba de la
muerte del padre. Las soluciones surgieron durante el trabajo. Por
eso en este libro seria fácil, aislando algunos pasajes, hacer que
Freud se contradiga. Pero La interpretación de los sueños es también

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el libro donde el Inconsciente se muestra y ninguna otra obra de Freud
dará la misma impresión.
Retengamos en todo caso, para resumir lo que precede, esta frase
clave:
Una serie normal de pensamientos esta sometida a un tratamiento
anormal (del mismo modo en que ocurre en el sueño y la histeria
[habrá que agregar más tarde la neurosis obsesiva solo cuando le es
transferido un deseo inconsciente infantil reprimo*.
El error tan difundido que la idea del sueño y su interpretación surge de
las "profundidades" del Inconsciente se debe a la existencia* de un
resto escolástico (las ideas vienen del alma y can un lenguaje para
expresarse) y también a una orientación eclesiástica* (debe haber en
el fondo de nosotros un misterio que surge como revelación). En este
punto, precisamente, Jung se separará de Freud; hará del análisis una
hermenéutica para leer las grandes relaciones* del Inconsciente, en
tanto que Freud no busca en éste más que un "pensamiento normal"
reprimido y transformado por 'trabajo" del proceso primario.
Este proceso y sus leyes se reconocen sobre todo en como el no
utiliza la condensación y el desplazamiento. La condensación de varias
ideas del pensamiento del sueño en una cola imagen del contenido
manifiesto" (por ejemplo, un personaje del sueño podrá interpretado
como representante de dos o más personajes), y el desplazamiento
representa un termino por otro. Por ejemplo, se podrá* mostrar que
una persona indiferente que figura en el sueño diremos, la madre del
que sueña, porque su imagen tiene un rasgo en común con algún
rasgo de la madre. Estos mecanismos Inconsciente son evidentes en
los lapsus, los juegos de palabras. E s o * también en el lenguaje
ordinario, bajo la forma de figuras del curso. (metáfora y metonimia,
por ejemplo): la influencia del Inconsciente, dominante en el sueño,
esta siempre presente y en a instante. El estudio del sueno tiene
entonces una importancia considerable. Plantea problemas decisivos
sobre el discurso en general, que son precisamente los que una
concepción unilineal del curso* no permite plantear. El Inconsciente
aparece demasiado banalmente* como una cosa de la que se habla,
mientras que en realidad habla a su manera, con su sintaxis
particular. Está "estructurado como un lenguaje".
Que el sueño se exprese en imágenes no impide, como se ha dicho, que
la condensación y el desplazamiento se ejerzan sobre -lentos
verbales. El profesor Gartner tiene una mujer f floreciente que invitaría
a hacer un chiste), y es por eso que el sueño prevea* la imagen de
una monografía botánica (en el sueño llamado monografía
botánica). Estos ejemplos forman legión. Ya en los adiós sobre la
histeria, una paciente, Elisabeth von R., se representaba la imagen de
los médicos (iBreuer y Freud!) pendiendo (suspendidos), lo que
significaba que no valían uno mas que otro, que de-pendían uno del
otro. Otra paciente -y esto no es un sueño, sino un síntoma, pero la
ley de formación es la misma- sentía la imposibilidad
aparentemente física de caminar y esto era así porque no se
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encontraba en un "pie de igualdad" con los otros. Breuer, por
demasiada fidelidad a sus estados hipnoides, se acercaba en 1895
a las concepciones de la psicastenia de Janet, explicando estos
rasgos por un simple desfallecimiento del espíritu crítico ligado a
esos estados. Fliess reprochaba a Freud fundar sus interpretaciones
sobre juegos de palabras y más tarde sus enfermos, por ejemplo, el
hombre de las ratas, le dirá frente a interpretaciones similares: "Es
muy superficial, no puedo creerlo". Pero Freud no cede. Toda vez
-dirá- que un elemento psíquico este ligado a otro elemento por
una asociación criticable y superficial, existe entre ellos un lazo le-
gitimo y más profundo que esta sujeto a la resistencia y a la censura. El
análisis muestra que puede haber una distancia considerable entre
el pensamiento "criticable" y el pensamiento legítimo. Así la
asociación "superficial": Gartner-botánico-floreciente se explica, pero
solo por el pensamiento "legitimo": "Sacrifico demasiado a mi
fantasía", que esta a primera vista, singularmente alejada de
aquella.
El problema que Freud planteo, y que aún no fue resuelto, pre-
senta oscuridades que no son suyas, sino de la lingüística de su
tiempo. Freud confiaba fácilmente en las conclusiones de los espe-
cialistas: admitió las concepciones lingüísticas de su época que
serian rápidamente abandonadas así como más tarde aceptara sin
desconfianza el totemismo que estaba de moda entre los etnógrafos de
ese tiempo. Hoy cuando los etnógrafos y los lingüistas critican
• Si bien figura en el caso de Elisabeth von R., Freud atribuye esta
alucinación (en nota de p. 103, vol. 1) a Cecilia M. La interpretación
de Freud no es analógica sino que privilegia el orden del
significante. El significado no se define según una relación
vertical constituida, sino por una horizontal: relaciones entre
significantes que producen un efecto de sentido. Los dos
médicos pendiendo no están colgados (lo que seria atender al
significado de la palabra), sino que de penden (uno pende-de otro).
Freud utiliza el termino francés: “... El uno es el pendant del otro."
Pendant significa pendiente (que cuelga. pero también un aro que
necesita de otro para formar pareja). [N. del T.]

Freud por su actitud en lingüística o en etnográfica, no ven más lejos


que los problemas internos de su especialidad. No era el objetivo de Freud
sostener esas concepciones que fueron abandonadas. Cuando los
lingüistas afirmaban que las palabras eran imágenes sensoriales de
cierto tipo (este era también naturalmente el unto de vista de
Charcot), que estaban asociadas a otras imágenes sensoriales,
imágenes "de cosas" que funcionaban como significados, Freud podía
creerles, pero no se dejaba engañar por ellos. Tenía necesidad de una
dualidad, junto al lenguaje manifiesto debía haber otro, pero nunca
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pensó que las imágenes eran- aquello d e l o q u e el lenguaje habla, ya
que a su modo también ellas son palabras. Los problemas que
planteaba, implícitamente, a los lingüistas de su época aun hoy siguen
siendo válidos.

El tío José

Es necesario dar un ejemplo de análisis de un sueño. Elegiré uno


simple y corto en su enunciado manifiesto, con el fin de que el examen
de este enunciado nos demore lo menos posible.
Este sueño tuvo lugar cuando Freud fue propuesto como profesor
honorario (en 1897), pero no se hacia demasiadas ilusiones. Uno le sus
colegas (R.), que también había sido propuesto en similares condiciones,
no pudo obtener su nombramiento porque era judío al igual que Freud.
La manaña siguiente de hablar con aquel sobre el problema de los
nombramientos, Freud tiene el siguiente sueño:

I) -Mi amigo R. era mi tío. Siento por el gran cariño.


II) Ante mí veo su rostro un poco cambiado. Parece alargado. Se ve
con nitidez una barba rubia que lo enmarca.
(La primera parte es un pensamiento, la segunda una imagen. Los
sueños, como todos saben por propia experiencia, no están
únicamente compuestos de imágenes).

La interpretación de los sueños, 0. C., Vol. I. El sueño del d o José figura en el cap. V,
de donde fueron extraídas las citas a él referidas.

Nada particular hay en este "contenido manifiesto" que deba


provocar curiosidad. Freud mismo, que lo había olvidado al despertar, se
ríe cuando lo recuerda. Lo juzga absurdo y piensa que no vale la pena
analizarlo. Pero no podía dejarlo de lado y me persiguió todo el día. A la
noche me dije, censurándome esta actitud: Si uno de tus pacientes,
ante un sueno que debe ser interpretado, no encontrase nada mejor
que decir: "Es absurdo", le reprocharías y sospecharías que detrás del
sueño hay alguna historia desagradable que prefiere no confesar. Trátate de
la misma manera; tu idea de que el sueño es absurdo traiciona sin duda
una resistencia.
Comienza entonces el análisis. Para esto considera cada frag-
mento del sueno individualmente, comenzando por su tío. Tiene varios,
pero sólo recuerda a José .¿Que puede "asociar" sobre el tío José? Que
treinta años antes el tío José cometió un delito y fue penado por la
ley. Su hermano (el padre de Freud) estuvo atormentado por este
asunto y tenía la costumbre de disculparlo diciendo que no hubo maldad
de su parte, sino debilidad de carácter.
Así, si mi amigo R. es mi tío José, ¿esto quiere decir que R. es débil
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de carácter? ¡Increíble! y además muy desagradable.
El rostro del sueño y el color de la barba son una combinación de R.
y José. Se trata de una condensación. Por la importancia de la barba
-su nitidez particular- debe ser un desplazamiento. (Freud lo señala
pero no lo explica. i Debía ser algo demasiado personal !) Aún no
tengo ninguna idea de lo que puede significar esta comparación [entre R
y José']. Mi tío fue condenado, mi amigo R. es irreprochable... solo
tuvo una falta cuando atropello con una bicicleta a un escolar.
Pensar en este "crimen" hace irrisoria la relación... En este
momento recuerdo una conversación que tuve días alias con otro
colega (N.) y, ahora que lo pienso, sobre igual tema. Lo encontré en
la calle, había sido propuesto para el cargo de profesor y me felicito,
pues sabia que yo también tenia el '`honor'.' de haber sido propuesto.
Felicitación que rechace diciendo: "Usted es el último en poder
hacerme este genero de bromas. Sabe bien por experiencia propia,
de que valen esas proposiciones". ¿Quién puede saber? -me
contesto, sin darle, quizá, mucha importancia a sus palabras-, había
algo en contra de mí, ¿no sabe usted que una vez una mujer me
persiguió con la justicia? Se trato de una tentativa de chantaje, que no
tuvo consecuencias Pero el cambio usted tiene intacta su reputación.
Ya hemos encontrado el criminal, y también el sentido y la
tendencia de mi sueño. Mi tío José representa a m is dos
c ole ga s - qu e n o h a n s ido n om bra dos - , u n o ba j o la forma de la
estupidez, el otro como un criminal. Ahora sé por qué tenía
necesidad de esta construcción: si los nombramientos de mis
amigos R. y N. habían sido rechazados por razones confesionales
no hubiese sido mayor mi suerte, pero si puedo atribuir su fracaso a
otros motivos, imposibles de encontrar en mí, mis esperanzas
permanecen intactas.

Pero aún falta, no esta todo interpretado. Una cosa se


descubrió: El deseo de Freud de que los fracasos de sus colegas
se expliquen por razones que no sean válidas para él; pero la
fuerza de este deseo lo l leva a tratar con desenvoltura y
egoísmo a sus colegas, los sacrifica a su deseo (será más fácil
perdonarlo si se admite que el sueño utiliza estas figuras como
simples medios de expresión).
Ahora pienso que hay una parte del sueño que aún no he
interpretado: el ardiente cariño que sentí por R. cuando creía que
era mi tío. ¿De donde proviene éste sentimiento? Evidentemente mi
tío José nunca me inspiró cariño. Hace ya varios años que aprecio a R.
Pero sin duda se sentiría sorprendido si me escuchara expresarle mi
afecto en términos aproximadamente similares a la intensidad de los
sentimientos de mi sueño. Mi cariño hacia el en el sueño me parece
falso y exagerado, de la misma manera que el juicio obre sus
cualidades intelectuales, que expreso mediante la condenación de
su persona con la de mi tío, aunque aquí la exageración fuese en
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sentido inverso... Pero vislumbro otra luz: el cariño no pertenece al
contenido latente del sueño, a las ideas disimuladas, al contrario, las
contradice y ésta calculado para impedir la interpretación;
probablemente esta es su razón de ser. Recuerdo mi resistencia*
para comenzar a interpretar el sueño, dejándolo para más adelante y
declarando que era absurdo. Mis curas psicoanalíticas me han
enseñado como debe interpretarse este tipo de rechazo: no tiene
valor de juicio, sino que es la manifestación de nuestros afectos. No
quería interpretar el sueño porque la interpretación contiene algo
contra lo que me rebelo. Cuando complete la interpretación supe de
lo que se trataba: me rebelaba contra la afirmación de que R. era un
estúpido. El cariño que sentía por el no provenía de las ideas latentes;
se originaba en esta resistencia. Si en mi sueño el contenido latente
sufrió una primera distorsión e inmediatamente una distorsión en
sentido contrario, entonces el cariño que era manifiesto en el sueño
debía estar al servicio de esta última distorsión. Es decir que la idea
latente del sueño -que R. es un estúpido (lo que es deseado,
porque entonces Freud podía ser nombrado)- es una distorsión en
relación con los verdaderos sentimientos y con la verdadera opinión
del que sueña. Es, por así decirlo, una mentira interesada, una
calumnia. Esta calumnia debe ser enmascarada hipócritamente, por
una distorsión en sentido contrario: el sentimiento de afecto. Pero las
dos distorsiones no se originan en el mismo "lugar", en la misma
"instancia". La calumnia es parte de la idea que fue reprimida, el
afecto esta al servicio de la represión. La calumnia esta al servicio
del deseo (es el deseo de ser nombrado, pero veremos que allí ha
sido "transferido" un deseo inconsciente de la infancia), y por eso
esta en la idea latente. El afecto solo sirve para disimular esta
mentira y absolver al que sueña.
El análisis de un sueño nunca termina ¿cómo puede continuarse
este? A Freud le parecía que su deseo de ser nombrado profesor
extraordinario no era muy importante y no tenía la fuerza suficiente
para justificar tantas distorsiones. Si es verdad que estaba sediento
hasta tal punto de esta clase de honores, seguramente se trataba de
una ambición patológica que no conocía, de la que me creía a salvo.
Freud tiene dos recuerdos: le contaron que cuando nació, un viejo
campesino profetizo que seria un gran hombre; más tarde, cuando
tenía doce años, recuerda que un hombre que echaba la
buenaventura predijo que sería primer ministro (era la época del
"ministerio burgués"). Aquella tradición familiar y este recuerdo
personal se relacionaban con su vacilación al iniciar sus estudios de
medicina: durante cierto tiempo, había acariciado la idea de estudiar
derecho. Pero volviendo a mi sueño, comienzo a percibir que me
transporta lejos de la triste realidad, hasta la época de perspectivas
risueñas, la época del "ministerio burgués", y que el sueño se
esfuerza en realizar mis anhelos de entonces. Maltrato a dos emi-
nentes y sabios colegas porque son judíos, trato a uno de estúpido y
a otro de criminal: me conduzco como si fuese el ministro, me he
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puesto en su lugar ¡que inversión! Su excelencia ha rehusado nombrarme
profesor extraordinario y mi venganza es ponerme en su lugar.
Esta interpretación tiene algo de sorprendente. Ningún
"simbolismo"*, ninguna habilidad para "adivinar enigmas", ni
siquiera una carencia* del pensamiento inconsciente podrían
proveerla a quien solo viese el texto del sueño. Son necesarias las
"asociaciones" del que sueña.
Pero, al fin de cuentas, lo que la interpretación reveló no es la
normal y "racional" que se enunciaría así: "Quisiera tener más
oportunidades de ser nombrado que las que tuvieron .R. y N.", que
esta idea no esta tan profundamente escondida ni es tan
criticable*. Pero este deseo, al atraer un deseo más antiguo,
somete la idea al "trabajo del sueño", al "proceso primario" y
retorna bajo a nueva forma en la que resulta incomprensible,
revelando muchas cosas "inconscientes", aunque del Inconsciente
sólo revela un deseo de la infancia. Hablar así es anticiparse apenas
a las distinciones que Freud hará más tarde.
Sabemos que la ambición de Freud va más lejos, e incluso si no
supiésemos, tendríamos derecho a pensar que antes de desear
ocupar el lugar del ministro, deseo ocupar el de su padre. El
complejo de Edipo fue descubierto al mismo tiempo que Freud
terminaba redacción de La interpretación de los sueños, y sólo le
dedica un pequeño espacio. Pero recordó, a propósito de otro sueño,
que en su infancia había orinado en la cama de sus padres y como
su padre lo había reprochado. El pequeño Freud le contesto con la
fanfarronada de ofrecerse a comprarle una cama mucho más linda
(roja novísima). Esta escena originaria de la ambición no es un
recuerdo personal sino que le fue contada por sus padres. Pero se
repite: cuando tenía siete u ocho años... una noche falte a las
reglas de decencia y cedí a las necesidades de la naturaleza en el cuarto
mis padres y en su presencia. Mi padre me amonesto: "este mucho
no es nada bueno". Esto debió ser un golpe terrible para ambición,
porque alusiones a esta escena retornan incesantemente mis sueños, y
se presentan asociadas a la enumeración de todos mis éxitos.
Observemos al pasar la verificación de esta fórmula primera vista
enigmática: la ambición es de origen uretral.
El prefacio de la primera edición se dirigía al mundo médico, a los
especialistas en psicopatología. Diez años más tarde, Freud comienza así
el prefacio de la segunda edición: Mis colegas en psiquiatría parecen no
haberse tomado la molestia de sobreponerse un primer momento de
asombro provocado por mi nueva manera de abordar el problema de los
sueños. En cuanto a los filósofos profesionales, están acostumbrados a
acabar con los problemas de la vida onírica (a la que entienden como un
simple apéndice del estudio de los estados de conciencia) en pocas
frases esta claro que han sabido ver que allí había algo cuyas
consecuencias transforman fatalmente nuestras teorías
psicológicas. Las reseñas en las listas científicas sólo permitían
esperar que mi libro fuese condenado a hundirse en un silencio
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total. Sin embargo, el pequeño grupo valerosos partidarios que
practican el psicoanálisis médico bajo dirección, y siguen mi ejemplo
interpretando los sueños y sirviéndose* de sus interpretaciones en
el tratamiento de las neurosis, fueron suficientemente numerosos
como para agotar la primera edición. De este modo estoy en
deuda con un círculo más amplitud* de lectores instruidos y
curiosos y es por ellos que vuelvo una más, luego de nueve años,
a esta obra difícil pero fundamental en muchos aspectos... En esta
fecha, verano de 1908, Freud encuentra pocas modificaciones para
realizar al texto. Pero agrega:
Además* este libro tiene para mí un valor subjetivo, una
significación que sólo descubrí al terminarlo. Gran parte de mi
análisis personal es una reacción ante la muerte de mi padre, la
perdida más terrible que pueda sucederle a un hombre.
Habiendo descubierto esto no me siento inclinado a borrar las
huellas de esa vivencia...A través de los prefacios sucesivos se sigue
menos el destino del que el avance de la doctrina. En 1911 Freud
señala que le daban* al libro proposiciones sobre la sexualidad y el
simbolismo (que intentó agregar) y prevé lo que será necesario
agregar más tarde: las obras de imaginación, los mitos, los usos
lingüísticos y el (*). Pero a partir de esta fecha el texto ya no será
modificado desde 1918 Freud decide tratarlo corno un documento
"histórico, es decir, testimonio del estado de desarrollo del
psicoanálisis a época de las tres primeras ediciones. Pero no hay
duda de que la obra es algo más que un testimonio histórico; aun hoy
es texto básico que no se puede descuidar.
Cuando Freud presentó la primera edición a sus colegas, si bien no
había nada en el libro que pudiese provocar protestas o escándalos,
su publicación no dejaba de significar un desafío. El epígrafe del libro
(un verso de 14 Eneida): Flectere si nequeo Superos, Acheronta
movebo, puede comprenderse de distintas maneras. Se trata
seguramente de una alusión al destino de lo reprimido, que, porque no
puede hacerse reconocer por lo que Charcot llamaba "la conciencia
oficial", es atraído hacia las profundidades. Pero Freud mismo se
comparaba a lo reprimido y se prepara a levantar el Aqueronte
contra todas las resistencias. Si el lector duda que este epígrafe
tenga también tal sentido, le recordare que Freud eligió en principio
una cita de Milton, la que no deja ninguna duda:

Let us consult
What reinforcement we may get from hope,
If not what resolution from despair."
(Paradise Lost, 1, 196.)
Prefirió el verso de Virgilio, porque allí el infierno es nombrado.
Psicopatológica de la vida cotidiana

12
A pedido de un editor, publica en 1901 un resumen de cincuenta
páginas de La interpretación de los sueños, donde hábilmente escribe
lo esencial del libro. Más tarde volverá varias veces sobre este tema y, a
partir del momento en que intenta distinguir su posición de la de
Jung, insistirá en la observación -ya extensamente desarrollada en
aquel libro- de que la función del sueño es proteger el dormir, pero
la función que puede tener el sueño no es lo que lo preocupaba.
Freud buscaba un modelo.
En todo caso, en 1901 estaba menos preocupado por profundizar sus
descubrimientos sobre el sueno que por extenderlos a campos vecinos.
No hay duda que los ejemplos que analizara en la Psicopatología a
de la vida cotidiana le interesaran por si mismos (muchas historias
de actos fallidos o de lapsus son semejantes a chistes*, y es la razón
por la que agregó nuevos ejemplos en cada nueva edición que, sin
embargo, no agregaban nada al alcance del libro. Este estudio probaba,
en un campo menos misterioso que el del año*, y donde cada uno
podía verificarlo de manera inmediata,) pertinencía del modelo
construido a partir del sueño y de la histeria*. Efectivamente, el campo
de la "patologías cotidiana" era mucho más accesible.
En líneas generales el problema afrontado es siempre el mismo el que se
presenta en los Estudios sobre la histeria: en su época. Breuer invocaba
un debilitamiento del sentido crítico en los estados hipnoides" y
Janet una "astenia" nerviosa, por lo que los están de acuerdo con la
opinión corriente (o mejor dicho, la opinión corriente mantenía cierta
duda, pero la opinión que podíamos llamar oficial afirmaba que los
olvidos, los lapses, etcétera tenían más sentido que los defectos que
inevitablemente presenta* la ejecución de cualquier trabajo; aquí se
reconoce un eco de vieja teoría de la "resistencia de la materia"
según la cual un (*), por ejemplo, no puede copiar exactamente un
modelo: será siempre una pequeña diferencia accidental que no tiene
necesidad de ser justificada, de igual modo si digo una palabra por otra
considerado como un accidente absurdo de este tipo) . Freud presenta
* esta concepción y sostendrá, en el último capítulo, la tesis determinismo
absoluto de lo psíquico. El libro esta estructurado como La
interpretación de los sueños: series de ejemplos clasificados e
interpretados y un capítulo teórico; pero aquí la teoría mucho más
13
fácil, los ejemplos hablan por si mismos y el conjunto muy convincente.
Más tarde, cuando Freud tenía que exponer la doctrina a un auditorio
profano, comenzaba siempre con algunos ejemplos tomados de la
psicopatología de nuestra vida cotidiana, que eran más convincentes.
Este problema lo mantenía ocupado desde hacia tiempo. Dos artículos*
habían aparecido, uno sobre el olvido de nombres propios en 1898, otro
sobre recuerdos encubridores en 1899; solo el primero retomado en el
libro. El segundo, como se ha visto, escondía un episodio autobiográfico.
Freud debió temer que el disfraz muestre* lo que pretendía ocultar y
recurrió a otros ejemplos no tan vanos*. La obra también trata
distintos tipos de lapsus, de errores distintas clases de actos fallidos
e, inesperadamente, la superstición en relación con los juegos numéricos
(eco de la periodicidad de Fliess).
"Oficialmente" (no me atrevo a decir teóricamente) los lapsus no
tenían sentido. Sin embargo, hacia tiempo que los novelistas y
dramaturgos los utilizaban para hacer entrever los pensamientos secretos
de sus héroes. El sentido oculto de un lapsus, al menos en algunos de los
casos fáciles, no escapaba forzosamente a quien oía. Si estos
"sobreentendidos" ejercitaban "el espíritu de fineza" de personas
sutiles, era solo en oposición al espíritu de geometría. Este último se
satisfacía haciendo notar las semejanzas entre los elementos verbales,
mientras que la teoría del lapsus sostenía que el error provenía de
una confusión: el "pensamiento" se apoderaba de una palabra que
no era la correspondiente, porque era engañado por su semejanza
formal con la palabra correcta.
Por la manera en que el lapsus utiliza los elementos verbales,
reconocemos fácilmente el desplazamiento y la condensación descu-
biertos en análisis del sueno, es decir, los efectos del proceso
primario también se aplican a las palabras. El problema no debe
simplificarse porque, como dice Freud, el lapsus utiliza las semejanzas
entre los elementos condensados o desplazados y no tiene su causa
en ellos. Por otra parte esta similitud no es forzosamente verbal; en
el lapsus a veces se sustituye una palabra por otra que no se le
parece en nada. En los propios términos de Freud -hoy inadecuados-
la similitud puede encontrarse en las "cosas" o en sus
"representaciones verbales". Si bien los términos que Freud utiliza
pertenecen a una concepción lingüística refutada, el problema que
presenta sigue siendo valido. Si el viajero que en Italia necesita .una
correa sin fin solicita en una tienda una ribera, no es porque la palabra
correcta corregía se parezca a la palabra ribera, sino porque Ribera y Correge se
14
parecen porque los dos son pintores. Dicho de otra manera, el lapsus
tiene de cualquier modo un revés, otro discurso inconsciente,
latente, que se mezcla con el discurso manifiesto. Tomar en cuenta
únicamente las similitudes verbales manifiestas puede ser suficiente
para explicar el olvido de los nombres propios, pero no basta para la
explicación de los lapsus.
Es necesario entender que si el desplazamiento y la condensación se
manifiestan, no es más que un efecto del deseo inconsciente que, como
en el sueno, puede estar disimulado. Si al volver de sus vacaciones,
Freud fecha una carta en octubre en lugar de setiembre, porque
tendrá un paciente en octubre y quisiera que éste ya hubiese
llegado. Si un americano que quiere invitar a su mujer a reunirse con
el en el paquebote Mauritania se emociona al darse cuenta que
escribió Lusitania, la emoción se justifica porque su lapsus revela un
deseo que prefería reprimir. En La interpretación de los sueños Freud
señaló que el "trabajo del sueño", que se ejerce sobre a "idea" que el
preconsciente pone en forma verbal y que expresa mediante una
especie de jeroglífico (el contenido manifiesto), no se encapricha en la
elección de las palabras: las cambia según la necesidad de encontrar
las similitudes o los accidentes que le son favorables. De esta manera
proceden el poeta, el chistoso y el quo construye trabalenguas. No
hacemos exactamente de esta manera estros lapsus, ellos se hacen
"completamente solos", pero el mecanismo es el mismo; las palabras
que están presentes economizan parte del trabajo. Se podría hablar aquí
de una “complacencia” verbal.
Pero si el lapsus nos muestra "el otro discurso" irrumpiendo en habla
que creíamos controlar, el olvido de los nombres propios nos mostrará
la contrapartida de este mecanismo; porque la palabra que creíamos
controlar se nos escapa arrastrada en la represión hacia el discurso
inconsciente.
Veamos el primer análisis de un olvido de este tipo. En 1898, nombre
que en vano me es f orzaba en recordar era el del maestro e pinto los
magníficos frescos de la Catedral de Orvieto que representan "las
postrimerías del hombre". En lugar del nombre busto (Signorelli),
recordé los nombres de dos pintores, Botticelli y Boltraffio
inmediatamente los reconocí incorrectos. Cuando el nombre correcto fue
pronunciado delante de mí, lo reconocí sin vacilar.46
Los frescos representan la Muerte, el Juicio, el Infierno y Cielo*.
En el momento en que Freud se da cuenta del olvido del nombre de (*)
que me era –dice-tan familiar como uno de los nombres sustitutivos y
mucho más conocido que el de Boltraffio , estaba bajando en un coche
hacia la ciudad de Herzegovia con un compañero casual, a quien quiso
hablarle de ... del pintor cuyo nombre se le escapaba.
15
Pude explicarme el olvido del nombre cuando recordé el tema
que estábamos discutiendo inmediatamente antes de nuestra
conversación sobre Italia, y este tema apareció entonces como un
ejemplo de perturbación aportada a un tema nuevo por el tema
precedente ... Habíamos conversado de las costumbres de los
turcos de la Bosnia-Herzegovina. Le había estado contando que un
colega que ejercía medicina entre esta gente me comentaba que
tienen plena confianza en el médico y resignación ante el destino.
Cuando uno esta obligado a informarles del estado desesperado de un
pariente enfermo, responden: "Señor (Herr), no hablemos más. Se
que si hubiese sido posible salvar al enfermo, lo habrías salvado."
Tenemos allí dos nombres: Bosnia y Herzegovina, y una pala-
bra, Herr, que se pueden intercalar en una cadena de asociaciones
entre Signorelli-Botticelli y Boltraffio. Herr se encuentra en efecto en
Herzegovina, pero también por su traducción (por lo tanto de otra
manera) en Signorelli. Es necesario proceder como en el análisis del
sueño, buscando las asociaciones en el material manifiesto.
(El texto de Freud permite suponer que su compañero le recordó el
nombre olvidado; pero no es el nombre lo que busca sino las ra-
zones del olvido.)
Freud recuerda que quiso contar otra anécdota del mismo colega
y que era cercana en mi memoria a la anterior. Los turcos otorgan al
p l a c e r de la sexualidad más valor que a ninguna otra cosa, y en
caso de trastornos sexuales caen en una desesperaci6n que contrasta
singularmente con su resignación ante la muerte. Uno de los p a -
cientes de mi colega le había dicho: "Herr, usted debe saber que si
eso se termina, la vida no tiene valor." No había querido contar ese
rasgo característico ni abordar ese tema con un desconocido. Más
aun, desvié mi atención de otras ideas que me hubiesen
conducido hacia el tema de la muerte y la sexualidad. Estaba
aun bajo los efectos de una noticia que había recibido en Trafoi
(en el Tirol): un paciente que me tenía muy inquieto se había
suicidado por una perturbación sexual incurable. Estoy seguro de que
este triste suceso y lo que podía asociarse a el, no me vinieron
conscientemente a la memoria durante mi viaje, pero la semejanza entre
Trafoi y Boltraffio me obliga a admitir que esta reminiscencia, aunque
deliberadamente alejara mi atención de ella, estaba presente en mí en
esos momentos.

Señalemos de paso este ejemplo de sobredeterminación; porque es


imposible comprender la posición de Freud, tanto en la explicación del
sueño del sueño como en la del chiste, lapsus, etcétera, si se
descuida este punto. Boltraffio fue elegido como nombre sustitutivo
porque intervenía* en tanto era el nombre de un pintor italiano de la
misma -oca que Signorelli, pero también porque contiene Trafoi; asocia-
ción que podemos considerar superficial o sin significación, como huellas
que en La interpretación de los sueños ocultaban otra asociación más
16
racional y, a menudo, como veremos, más complicada. )por otra parte
también es elegido por la sílaba Bo (Bosnia). Yo n o r e d o , dice Freud,
considerar azaroso el olvido del nombre del signo allí. Me resulta
necesario reconocer allí un MOTIVO oculto. Este motivo fue el que me
hizo interrumpir mi relato de las costumbres
los turcos, y que además me obligaba a rechazar las ideas que se
relacionaban con las novedades recibidas de Trafoi no permitiéndome
el acceso a la conciencia. Quería olvidar algo, lo que había reprimido.
Estas últimas palabras reproducen casi exactamente una formulación
de los Estudios sobre la histeria citada aquí en la página 40). El
nombre del pintor italiano asociado a algunas ideas de muerte y
sexualidad reprimidas, había sido arrastrado con ellas al
inconsciente*. Por supuesto, las ideas de muerte y sexualidad no
tienen * este efecto en sí mimsmas: Freud no había olvidado el tema
de los frescos en los que figuraba la muerte; ni las historias sexuales
turcas: la represión no estaba allí (estaba ligada a la noticia relatada *
en Trafoi).
Este pasaje de la Psicopatología de la vida cotidiana apareció en el
artículo en 1898, en el que se leía la misma frase que el La
interpretación de los sueños, que aún no había aparecido: Por el sesgo
de asociaciones superficiales, una cadena de ideas reprimidas se
apodera de una reciente e inocente impresión y la arrastra con el en
la represión. El mismo mecanismo que provoca la sustitución de los
nombres de Botticelli y Boltraffio (del de Signorelli) rige también la
formación de las ideas obsesivas y de las paramnesias parábolas*.
El problema de los recuerdos encubridores es interesante por el modo
como ilustra la fecundidad del trabajo realizado sobre el artículo*
pero, como se sabe, Freud no retomó el artículo de 1899. en la que
figuraba el mejor ejemplo tomado de su análisis personal.

Es la ocasión de decir algunas palabras sobre este trabajo, tanto


más porque no fue traducido al francés del cual se han leído algunos
pasajes en las pp. 23-24. El método "catártico" y luego las primeras
formas del psicoanálisis conducían a adjudicar gran interés a la
exploración de los recuerdos más antiguos. Las leyes de conservación de
los recuerdos de la primera infancia sorprendían: hay sucesos
importantes y sorprendentes que a menudo no dejan ninguna huella,
mientras que otros recuerdos cuya insignificancia asombra, no solo son
rememorados sino que parecen estar impresos con una nitidez particular
y se presentan con esa "ultraclaridad" que la experiencia de Freud le
enseñó a considerar como el signo de un desplazamiento. Lo que se
desplaza es, para decirlo de algún modo, la importancia misma bajo
forma de "intensidad psíquica" (primera forma de la teoría del proceso
de carga). Este fenómeno escapo a los psicólogos porque la
17
conciencia no puede reconocer nada semejante, sino a costa de
convertirlo en un error de razonamiento o en un desplazamiento
destinado a producir efectos cómicos. La afirmación de que la
intensidad psíquica pueda ser desplazada de una representación
(que es entonces abandonada) a otra (que desde entonces tiene el
papel psicológico de la primera) es tan desconcertante a nuestra
mirada como algunos rasgos de la mitología griega: por ejemplo,
cuando los dioses cubren a un hombre con un velo de belleza,
mientras que nosotros solo podemos pensar en una transfiguración
del rostro debido a una modificación de la expresión.47
El recuerdo encubridor que Freud tuvo que, explicar en su
propio análisis, lo presenta a los lectores como perteneciente a otro, un
hombre cultivado que se interesaba en el psicoanálisis, aunque su
profesión fuese otra , y no neurótico o ligeramente neurotizado en
ese entonces. Cuenta el recuerdo exactamente como un sueño: Ve o un
prado rectangular, en declive, de hierba verde y espesa. En la
hierba hay una cantidad de flores amarillas (vulgares dientes de león,

Uber Dcckerinnerungenn, traducido al castellano con el titulo de 'Los recuerdos


encubridores, 0. C., vol. 1, pp. 157-166 [N. del T.]
47 Los recuerdos encubridores, 0. C., vol. I, p. 160. Esta edición difiere de l a versión que

da Mannoni: “... cuando los dioses conceden a un hombre el don de la belleza,


transfigurándole y como revistiéndole de una nueva envoltura corporal". [N. del T.]

aparentemente). En lo alto de la pradera hay un chalet. Delante de la


puerta del chalet hay dos mujeres muy ocupadas charlando, una
campesina con un pañuelo de seda como cofia y una niñera. Tres niños
juegan en la hierba, soy uno de ellos, tengo entre dos y tres años. Los
otros dos son mi primo, que tiene un ano más que yo, y su hermana, que
tiene casi mi misma edad. Estamos recogiendo flores amarillas y cada
uno de nosotros sostiene un ramo de flores que ha recogido. La niña
tiene el ramo más hermoso. Y como de común acuerdo, los dos niños nos
abalanzamos sobre ella para arrancarle sus flores. Sube llorando la
pradera y para consolarla la campesina le da un gran trozo de pan negro.
Apenas vemos eso, tiramos nuestras flores, corremos al chalet y pedimos
pan también para, nosotros. Y nos lo dan. La campesina corta las tajadas
con un largo cuchillo. En mi recuerdo, el pan tiene un gusto delicioso. Y
aquí la escena se detiene.
El análisis de este recuerdo se realizara como aquellos de La
interpretación de los sueños y Regard a un resultado que nos parecerá
imprevisto, pero que no nos asombraría si se tratase de un sumo: el
desplazamiento no se produce como en este, de un recuerdo reprimido de
la infancia a un recuerdo ulterior. Se trata, al contrario, de fantasías muy
posteriores de la época de la adolescencia que fueron proyectadas en el
18
pasado en forma de un recuerdo. Pero no es posible evadir un problema:
¿Se trata de una pura fantasía y este recuerdo es una ilusión?; ¿o bien el
recuerdo tiene una base real y es utilizado por la fantasía para poder
expresarse?
El análisis muestra que la "prima" (que es en realidad su sobrina
Paulina) acompaña a otra imagen de la adolescencia (Gisela Fluss). El
motor del desplazamiento, el deseo, son sentimientos relativos a un
amor que pudo haber sido posible y a la elección de otra profesión (el
pan cotidiano). Pero dos fantasías diferentes están mezcladas: una se
refiere al matrimonio por amor (con Gisela), la otra al matrimonio por
conveniencia (arrojar las flores y volver a la escena de la infancia, donde
figuraba Paulina). Es una alusión al viaje a Manchester, en 1875 (léase p.
24).
El color amarillo de las flores permite fechar la fantasía: Gisela, ahora
casada, tenía un vestido amarillo cuando Freu4 la volvió a encontrar. Pero
se trataba de otro amarillo como el de alhelí, o el que adquieren ciertas
flores en los lugares altos... De estas asociaciones, Freud audazmente
saca la conclusión que tuvo esta fantasía durante una de sus
excursiones adolescentes por la montaña. Su "intensidad psíquica"
se desplaza en la ensoñación sobre las flores.
Poco importa que este recuerdo se relacione o no con un suceso
infantil real. (Como la fantasía no da cuenta de todos los elementos, Freud
tiende a conceder al recuerdo una base en los sucesos reales del
pasado.) Pero es significativo que una escena, que esta construida
como un sueno y donde el deseo reprimido tiene un papel, remita a la
infancia...

Superstición

La Psicopatológica de la vida cotidiana forma parte de los libros que


Freud enriqueció a lo largo de sucesivas ediciones. El año 1907, que
es la fecha de la segunda edición (sin tomar en cuenta las pu-
blicaciones en revistas), tuvo para Freud una significación particular: un
temor supersticioso fundado, como hemos visto, en los cálculos
numéricos de Fliess, había designado esta fecha como la de su
muerte. Y fue en 1907 cuando realizo varios agregados que se refieren
a las supersticiones.
La actitud de Freud frente a estos problemas es "científica", es
decir, plantea que las creencias supersticiosas existen y que el
psicoanálisis debe explicarlas. Sin embargo esto no resume entera-
mente su actitud. Freud habla de la superstición de tal modo que es
posible percibir que analiza su propia actitud supersticiosa. Sabemos
por sus cartas que, si bien nunca abandono su actitud racional, cedía

19
no obstante con gran facilidad a emociones basadas en ideas
supersticiosas. Cuando en 1907 discute estos problemas, cuando
emplea formulas tales como: si yo fuese supersticioso diría que...
comprendemos que esto quiere decir: la parte de mi que es supers-
ticiosa y que combato sin dificultad, esta dispuesta a pensar que... Ya en
1882 escribía a Marta (el 26 de agosto) como se las ingeniaba para
ceder y para combatir la superstición al mismo tiempo: Ahora
necesito hacerte una pregunta trágicamente seria. Contéstame por tu
honor y tu conciencia y dime si el último jueves a las once sentiste
menos cariño hacia mí o más fastidio que de costumbre, o acaso me
fuiste infiel como dice la canción. ¿Por qué estas conjuraciones de mal
gusto? Porque tengo una buena oportunidad de acabar con una
superstición. En aquel instante que he señalado mi anillo se rompió en
la parte en que se engarza la perla. Debo confesar que mi corazón
falleció, no fui apresado por el presentimiento de que nuestro
compromiso tendría un fin desgraciado, ni mi imagen de tu corazón.
Un hombre sensible hubiera sentido todo eso, pero mi único
pensamiento fue que era necesario reparar el anillo, y que los
accidentes de ese tipo son difíciles de evitar. Por más humor o buen
humor que haya en esta carta, es posible leerla de otra manera
cuando se recuerda el articulo sobre La negaci6n que no aparecerá, es
verdad, más que cuarenta y tres anos mas tarde. Freud no podía
permanecer en esta solución hipócrita. Reconocer la existencia de
tendencias supersticiosas es evidentemente una condici6n previa a
su análisis. En 1907 son explicadas como la proyecci6n sobre el mundo
exterior de tendencias hostiles desconocidas. Lo que la interpretación
ingenua de la persona supersticiosa atribuye al orden de los
fen6menos exteriores se explica por una motivaci6n inconsciente.
La actitud supersticiosa de Freud no se acompaña de ninguna
credulidad. Jung, que tenia debilidad por las creencias ocultistas,
intentara, en el momento de mayor amistad, hacer vacilar su ra-
cionalismo sobre este problema pero sin ningún éxito. Reconociendo la
superstición como parte de la condición psíquica humana, rehusándose a
negarla, la analiza y, de este modo, se protege contra ella.

El determinismo

Este problema se aclarará totalmente en 1907, con el análisis del hombre


20
de las ratas, y lo volveremos a encontrar en las ediciones posteriores de la
Psicopatológica. En 1901, en el capitulo teórico con que termina la
Psicopatológica, concluye que todos los ejemplos analizados implican un
determinismo que rige de manera absoluta la vida consciente e
inconsciente. El inconsciente, por ejemplo, da pruebas de una "certeza
sonambulistica" en los cálculos que efectúa sin auxilio de la conciencia,
aunque es imposible elegir un numero "al azar"; el análisis muestra que
la elección no es libre, sino que esta inconscientemente determinada.
Esta teoría del determinismo no esta muy elaborada. Para Freud es
suficiente poder mostrar que los actos que atribuimos al azar o al libre
arbitrio obedecen de hecho a mecanismos inconscientes. Evita las
dificultades metafísicas, que no le interesan. Creer en el determinismo
es creer, en el fondo, que todo tiene derecho a ser interpretado.
Evidentemente, este principio es indispensable como regla para aplicar
en una praxis.
Muchas personas niegan que se pueda admitir un completo de-
terminismo e invocan un sentimiento particular que las convence de
que su voluntad es libre. Este sentimiento existe y no desaparece en
aquellos que creen en el determinismo. Como todo sentimiento
normal, debe tener algún fundamento. Pero por macho que pueda
pensarlo, no se manifiesta en grandes cosas: en decisiones importantes: en
estos casos sentimos más bien una compulsión psíquica y somos
felices de invocarla en nuestro favor: "Estoy en eso y no puedo hacer otra
cosa" [dice Lutero ante la Dicta]. Por otra parte, es precisamente en
relación a lo poco importante, a las decisiones indiferentes que nos
gustaría sostener que podemos obrar de otra manera y que hemos
actuado por una voluntad libre y no motivada. Según nuestros análisis,
no es necesario impugnar el sentimiento de tener una voluntad libre. Si
tenemos en cuenta la distinción entre motivaciones conscientes y
motivaciones inconscientes, nuestro sentimiento de libertad nos
enseña que la motivación consciente no se extiende a todas
nuestras decisiones motrices. De minimis non curat lex . Pero aquello
que no es motivado desde un lugar recibe sus motivaciones de la otra
fuente, el inconsciente, de tal forma que el determinismo psíquico se
presenta sin solución de continuidad.
La posición no tiene nada de filosófica. Si calculo conscientemente no
elijo el número, y si pretendo elegir el número “al azar” en realidad
tampoco elijo, porque el inconsciente calcula mejor aún, y la ley del
inconsciente es no descuidar ninguna de las “cosas mínimas”. Freud no
se interesa por el problema filosófico de saber que tal vez no es
precisamente su libertad lo que Lutero manifiesta ante la Dieta. La
decisión de Luterno no se deber seguramente al azar, es posible
justificarla o analizarla. Es esto simplemente lo que Freud entiende por
determinismo en este texto. El azar existe en el mundo material: se
puede jugar a cara o ceca. Pero no existe en el mundo psíquico: no se
puede jugar a cara o ceca en sueños. Sería un juego falso y las jugadas
estarían determinadas por el inconsciente.

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Todo lo que le preocupa a Freud de 1898 a 1905 se relaciona, directa
o indirectamente, con el funcionamiento del “aparato psíquico”. Explota
la intuición que le reveló el secreto de los sueños. Redacta el caso Dora
en 1901, pero no lo publica; sin duda prevé que este caso será
escandaloso… y tal vez aún no está totalmente decidido a levantar al
Aqueronte. Sin embargo, trata pacientes y no pierde de vista las
aplicaciones terapéuticas de sus ideas. Pero el psicoanálisis ha dejado de
ser “el estudio de la histeria”: es la teoría del funcionamiento psíquico en
general.
Respecto del desarrollo del “movimiento psicoanalítico”, hasta 1905
no se adivina más que la prehistoria. (Para nosotros la historia comienza
en 1906, con las reuniones sociales del pequeño grupo de Viena). Por el
contrario, el desarrollo de la teoría franqueó definitivamente el período de
sus comienzos. Luego del 1901, Freud no publica nada durante tres años.
Con la teoría del sueño y atiene una base sólida. Está por cumplir
cincuenta años…
Tres trabajos importantes aparecen en 1905; uno pasa casi
desapercibido y los otros dos desencadenan de inmediato un gran
escándalo. Esta oposición, que lo sustraerá definitivamente de la
oscuridad, no sorprendió a Freud. Al leer las primeras páginas del análisis
de Dora, vemos que lo consideraba inevitable. La certeza sobre el valor
de su aporte le otorga la seguridad que necesita para afrontar esta
situación, pero sobre todo, su propia teoría le permitió prever e
interpretar las reacciones de su público: son síntomas. Un descubrimiento
que toca el inconsciente del lector no puede dejar de provocar
resistencia. Por lo tanto no sólo es imposible evitar esta oposición sino
que además sería deshonesto.
Por otra parte sus adversarios no le oponen objeciones científicas.
Invocan la ciencia, pero porque la consideran un modelo de pensamiento
casto, y acusan a Freud de haber envuelto en una bandera honesta una
mercancía escandalosa.

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