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NOTA: Las palabras a las que adjunto un asterisco (*) es por que las fotocopias estaban
cortadas a la izquierda y las palabras estaban incompletas. Siguiendo el texto le he dado mi
interpretación y la he cumplimentado con las palabras que a mi juicio podían ser.
LA VIA REAL
El análisis de los sueños tuvo un papel importante en su autoanálisis. Pero
de inmediato Freud le reconoció una ventaja considerable: el sueño es un
tipo de fenómeno "patológico" normal, exactamente el fenómeno
normal para ayudar a comprender los hechos patológicos. No fue Freud
el primero que tuvo esta idea. Es clásica, pero antes él no había sabido
utilizársela. El análisis de los sueños se tornara la vía real del
inconsciente, y esto en muchos sentidos: es el mejor medio para llegar
al conocimiento de los pensamientos inconscientes de un paciente; es el
mejor medio para alcanzar un conocimiento teórico del inconsciente; el
mejor camino para llevar a los lectores a admitir la existencia del
inconsciente. Desde luego, estos tres sentidos no son más que uno Pero
una cosa es cierta: el psicoanálisis ya no está confinado a la patología (lo
que esto quiere decir está lejos de ser claro. Sí lo es en la época de
Freud: piensa que no se le acusará de elaborar teorías que no tienen
interés para la gente sana). De esta manera la segregación psiquiátrica
disminuye. La intención de Freud no se dirigirá exactamente en este
sentido, pero tuvo este efecto. El mecanismo que está en la base de los
sacrificios humanos –la imputación a otros de lo que el sujeto reprime –
se devela y la barrera- la “censura” o la “defensa”- se situará en el
interior de cada uno.
I Para llegar allí fue necesario que Freud primero se asumiese como
enfermo, no de la boca para afuera sino en su ser, y que emprendiese la
cura sí mismo. En La interpretación de los sueños interpreta un ejemplo
como un sueño “de comodidad (acomodaticio).
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pretende tener tanta importancia, pero si es importante su valor
onírico como modelo. Cualquiera que no logre explicar el origen
las imágenes del sueño buscará vanamente comprender las fobias,
las obsesiones, las ideas delirantes y ejercer sobre ellas una
influencia terapéutica.
Decir que el sueño es un modelo, es decir, que la explicación de
sueño Servirá de paradigma para la explicación de los síntomas. Pero
otra idea, aún vagamente entrevista, esta quizá presente: el sueño, el
dormir, el amor y el duelo-, que tienen en común ser normales y constituir una
excepción al estado psíquico habitual, pero que será reunidos por otra razón
luego de haber sido formulada la concepción del narcisismo.
La interpretación de los sueños, como muchos otros libros de Freud, se
presenta como una larga recopilación de ejemplos seguida de un capítulo
teórico. Esta composición, por otra parte da una idea del método de trabajo de
Freud heredado parcialmente de Charcot, pero quizás también de su trabajo de
laboratorio: mirar largo tiempo las cosas para que se pongan a “hablar”. Los
ejemplos se reparten en distintas clases y cada una sirve para
ilustrar una proposición: que el sueño representa la realización de un
deseo, que su elaboración se realiza por medio de la condensación
y el desplazamiento, etcétera. En las conclusiones teóricas (cap. VII),
Freud retoma su Proyecto de 1895, y si bien no abandona la
preocupación de explicar cuantitativamente -la circulación de - las
cargas psíquicas, esta explicación esta ahora desplazada, es
secundaria. Una intencionalidad inconsciente, ya que ahora el motor
de toda la maquina es el deseo, toma subrepticiamente el lugar que
ocupaban no pace mucho tiempo las construcciones descriptas con
una cierta reserva mental neurologizante.
El texto del sueño tal como lo relata el que sueña fue compa-
rado con frecuencia, y el primero en hacerlo fue Freud, con un
texto que debe ser traducido. Las ideas (latentes) del sueño y su
contenido (manifiesto) se nos presentan como dos versiones del
mismo sujeto en dos lenguas diferentes. Pero luego enuncia esta
restricción: 0 más exactamente el contenido del sueño se parece a
la trascripción de la idea del sueño en otro modo de expresión,
cuyas características y leyes sintácticas debemos descubrir compa-
rando el original y la traducción.41
Subrayamos esta observación, evidente pero a menudo descui-
dada: la "idea" del sueño es en si misma clara y lógica, no es el
Inconsciente, aunque sea inconsciente; el texto del sueño es lo que
esta marcado por el trabajo del Inconsciente. Analizando el sueño
hallamos la idea inconsciente que estaba oculta, de la misma forma
que encontraríamos un recuerdo olvidado; pero es el texto, son sus
distorsiones, las que nos enseñan sobre la "sintaxis" del Inconsciente.
Toda la teoría del Chiste (1905) ya esta en germen en esta posición.
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Dicho de otro modo, no se puede leer La interpretación de l os s u e ñ os
como una clave y luego de cada interpretación decir: ¡Ah! es esto
entonces (lo que eso significa), es lo que Freud entiende, cuando
habla del Inconsciente. Es verdad que aún no tomó la precaución de
distinguir
Carentes sentidos de la palabra inconsciente, exponiéndose así
ocasiones*.
En un primer momento, entonces, el texto (manifiesto) del sueño
remite a una idea (latente) así como un texto modificado, censurado
*, falsificado, remitiría a un original que es necesario reconstruirlo.
No se trata de un trabajo de traducción! Al menos no se trata * de
traductores los que realizan ese trabajo con documentos antiguos.
Se tendría una idea más aproximada, aunque sólo sea invocar una
analogía*, si uno se representa por medio de qué trabajo podemos
reconstruir el latín original a partir de la versión de un alumno,
encontrar, por ejemplo, summa diligentia disponiendo de la “cima
de la diligencia”, pero utilizando todos los contenidos*, el contexto,
las semejanzas fonéticas, etcétera. Esto se dedicaría* si el alumno,
como el sueño, reproduciera una revisión secundaria y reemplazara,
por ejemplo “cima de la diligencia por “imperial”.Si realizáramos
este trabajo hasta el final, decidiríamos* según que leyes los "malos
alumnos" traducen Latín, de tal manera que el análisis del sueño nos
enseña sobre el trabajo* del inconsciente. Solo se trata de una
comparación, pero decir) sueños son textos que deben ser
traducidos es también muy, imaginativo*.
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Teórica del “aparato psíquico" supone varias instancias que el "proceso de
excitación" en el sentido de la flecha hasta la "motricidad" má s al l á del
preconsciente a.) El sueño regresa en sentido inverso a través del inconsciente y las
diferentes funciones mnésicas hasta Ia percepción (Pcpt) donde se transforma en
"alucinación".
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el libro donde el Inconsciente se muestra y ninguna otra obra de Freud
dará la misma impresión.
Retengamos en todo caso, para resumir lo que precede, esta frase
clave:
Una serie normal de pensamientos esta sometida a un tratamiento
anormal (del mismo modo en que ocurre en el sueño y la histeria
[habrá que agregar más tarde la neurosis obsesiva solo cuando le es
transferido un deseo inconsciente infantil reprimo*.
El error tan difundido que la idea del sueño y su interpretación surge de
las "profundidades" del Inconsciente se debe a la existencia* de un
resto escolástico (las ideas vienen del alma y can un lenguaje para
expresarse) y también a una orientación eclesiástica* (debe haber en
el fondo de nosotros un misterio que surge como revelación). En este
punto, precisamente, Jung se separará de Freud; hará del análisis una
hermenéutica para leer las grandes relaciones* del Inconsciente, en
tanto que Freud no busca en éste más que un "pensamiento normal"
reprimido y transformado por 'trabajo" del proceso primario.
Este proceso y sus leyes se reconocen sobre todo en como el no
utiliza la condensación y el desplazamiento. La condensación de varias
ideas del pensamiento del sueño en una cola imagen del contenido
manifiesto" (por ejemplo, un personaje del sueño podrá interpretado
como representante de dos o más personajes), y el desplazamiento
representa un termino por otro. Por ejemplo, se podrá* mostrar que
una persona indiferente que figura en el sueño diremos, la madre del
que sueña, porque su imagen tiene un rasgo en común con algún
rasgo de la madre. Estos mecanismos Inconsciente son evidentes en
los lapsus, los juegos de palabras. E s o * también en el lenguaje
ordinario, bajo la forma de figuras del curso. (metáfora y metonimia,
por ejemplo): la influencia del Inconsciente, dominante en el sueño,
esta siempre presente y en a instante. El estudio del sueno tiene
entonces una importancia considerable. Plantea problemas decisivos
sobre el discurso en general, que son precisamente los que una
concepción unilineal del curso* no permite plantear. El Inconsciente
aparece demasiado banalmente* como una cosa de la que se habla,
mientras que en realidad habla a su manera, con su sintaxis
particular. Está "estructurado como un lenguaje".
Que el sueño se exprese en imágenes no impide, como se ha dicho, que
la condensación y el desplazamiento se ejerzan sobre -lentos
verbales. El profesor Gartner tiene una mujer f floreciente que invitaría
a hacer un chiste), y es por eso que el sueño prevea* la imagen de
una monografía botánica (en el sueño llamado monografía
botánica). Estos ejemplos forman legión. Ya en los adiós sobre la
histeria, una paciente, Elisabeth von R., se representaba la imagen de
los médicos (iBreuer y Freud!) pendiendo (suspendidos), lo que
significaba que no valían uno mas que otro, que de-pendían uno del
otro. Otra paciente -y esto no es un sueño, sino un síntoma, pero la
ley de formación es la misma- sentía la imposibilidad
aparentemente física de caminar y esto era así porque no se
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encontraba en un "pie de igualdad" con los otros. Breuer, por
demasiada fidelidad a sus estados hipnoides, se acercaba en 1895
a las concepciones de la psicastenia de Janet, explicando estos
rasgos por un simple desfallecimiento del espíritu crítico ligado a
esos estados. Fliess reprochaba a Freud fundar sus interpretaciones
sobre juegos de palabras y más tarde sus enfermos, por ejemplo, el
hombre de las ratas, le dirá frente a interpretaciones similares: "Es
muy superficial, no puedo creerlo". Pero Freud no cede. Toda vez
-dirá- que un elemento psíquico este ligado a otro elemento por
una asociación criticable y superficial, existe entre ellos un lazo le-
gitimo y más profundo que esta sujeto a la resistencia y a la censura. El
análisis muestra que puede haber una distancia considerable entre
el pensamiento "criticable" y el pensamiento legítimo. Así la
asociación "superficial": Gartner-botánico-floreciente se explica, pero
solo por el pensamiento "legitimo": "Sacrifico demasiado a mi
fantasía", que esta a primera vista, singularmente alejada de
aquella.
El problema que Freud planteo, y que aún no fue resuelto, pre-
senta oscuridades que no son suyas, sino de la lingüística de su
tiempo. Freud confiaba fácilmente en las conclusiones de los espe-
cialistas: admitió las concepciones lingüísticas de su época que
serian rápidamente abandonadas así como más tarde aceptara sin
desconfianza el totemismo que estaba de moda entre los etnógrafos de
ese tiempo. Hoy cuando los etnógrafos y los lingüistas critican
• Si bien figura en el caso de Elisabeth von R., Freud atribuye esta
alucinación (en nota de p. 103, vol. 1) a Cecilia M. La interpretación
de Freud no es analógica sino que privilegia el orden del
significante. El significado no se define según una relación
vertical constituida, sino por una horizontal: relaciones entre
significantes que producen un efecto de sentido. Los dos
médicos pendiendo no están colgados (lo que seria atender al
significado de la palabra), sino que de penden (uno pende-de otro).
Freud utiliza el termino francés: “... El uno es el pendant del otro."
Pendant significa pendiente (que cuelga. pero también un aro que
necesita de otro para formar pareja). [N. del T.]
El tío José
La interpretación de los sueños, 0. C., Vol. I. El sueño del d o José figura en el cap. V,
de donde fueron extraídas las citas a él referidas.
Let us consult
What reinforcement we may get from hope,
If not what resolution from despair."
(Paradise Lost, 1, 196.)
Prefirió el verso de Virgilio, porque allí el infierno es nombrado.
Psicopatológica de la vida cotidiana
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A pedido de un editor, publica en 1901 un resumen de cincuenta
páginas de La interpretación de los sueños, donde hábilmente escribe
lo esencial del libro. Más tarde volverá varias veces sobre este tema y, a
partir del momento en que intenta distinguir su posición de la de
Jung, insistirá en la observación -ya extensamente desarrollada en
aquel libro- de que la función del sueño es proteger el dormir, pero
la función que puede tener el sueño no es lo que lo preocupaba.
Freud buscaba un modelo.
En todo caso, en 1901 estaba menos preocupado por profundizar sus
descubrimientos sobre el sueno que por extenderlos a campos vecinos.
No hay duda que los ejemplos que analizara en la Psicopatología a
de la vida cotidiana le interesaran por si mismos (muchas historias
de actos fallidos o de lapsus son semejantes a chistes*, y es la razón
por la que agregó nuevos ejemplos en cada nueva edición que, sin
embargo, no agregaban nada al alcance del libro. Este estudio probaba,
en un campo menos misterioso que el del año*, y donde cada uno
podía verificarlo de manera inmediata,) pertinencía del modelo
construido a partir del sueño y de la histeria*. Efectivamente, el campo
de la "patologías cotidiana" era mucho más accesible.
En líneas generales el problema afrontado es siempre el mismo el que se
presenta en los Estudios sobre la histeria: en su época. Breuer invocaba
un debilitamiento del sentido crítico en los estados hipnoides" y
Janet una "astenia" nerviosa, por lo que los están de acuerdo con la
opinión corriente (o mejor dicho, la opinión corriente mantenía cierta
duda, pero la opinión que podíamos llamar oficial afirmaba que los
olvidos, los lapses, etcétera tenían más sentido que los defectos que
inevitablemente presenta* la ejecución de cualquier trabajo; aquí se
reconoce un eco de vieja teoría de la "resistencia de la materia"
según la cual un (*), por ejemplo, no puede copiar exactamente un
modelo: será siempre una pequeña diferencia accidental que no tiene
necesidad de ser justificada, de igual modo si digo una palabra por otra
considerado como un accidente absurdo de este tipo) . Freud presenta
* esta concepción y sostendrá, en el último capítulo, la tesis determinismo
absoluto de lo psíquico. El libro esta estructurado como La
interpretación de los sueños: series de ejemplos clasificados e
interpretados y un capítulo teórico; pero aquí la teoría mucho más
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fácil, los ejemplos hablan por si mismos y el conjunto muy convincente.
Más tarde, cuando Freud tenía que exponer la doctrina a un auditorio
profano, comenzaba siempre con algunos ejemplos tomados de la
psicopatología de nuestra vida cotidiana, que eran más convincentes.
Este problema lo mantenía ocupado desde hacia tiempo. Dos artículos*
habían aparecido, uno sobre el olvido de nombres propios en 1898, otro
sobre recuerdos encubridores en 1899; solo el primero retomado en el
libro. El segundo, como se ha visto, escondía un episodio autobiográfico.
Freud debió temer que el disfraz muestre* lo que pretendía ocultar y
recurrió a otros ejemplos no tan vanos*. La obra también trata
distintos tipos de lapsus, de errores distintas clases de actos fallidos
e, inesperadamente, la superstición en relación con los juegos numéricos
(eco de la periodicidad de Fliess).
"Oficialmente" (no me atrevo a decir teóricamente) los lapsus no
tenían sentido. Sin embargo, hacia tiempo que los novelistas y
dramaturgos los utilizaban para hacer entrever los pensamientos secretos
de sus héroes. El sentido oculto de un lapsus, al menos en algunos de los
casos fáciles, no escapaba forzosamente a quien oía. Si estos
"sobreentendidos" ejercitaban "el espíritu de fineza" de personas
sutiles, era solo en oposición al espíritu de geometría. Este último se
satisfacía haciendo notar las semejanzas entre los elementos verbales,
mientras que la teoría del lapsus sostenía que el error provenía de
una confusión: el "pensamiento" se apoderaba de una palabra que
no era la correspondiente, porque era engañado por su semejanza
formal con la palabra correcta.
Por la manera en que el lapsus utiliza los elementos verbales,
reconocemos fácilmente el desplazamiento y la condensación descu-
biertos en análisis del sueno, es decir, los efectos del proceso
primario también se aplican a las palabras. El problema no debe
simplificarse porque, como dice Freud, el lapsus utiliza las semejanzas
entre los elementos condensados o desplazados y no tiene su causa
en ellos. Por otra parte esta similitud no es forzosamente verbal; en
el lapsus a veces se sustituye una palabra por otra que no se le
parece en nada. En los propios términos de Freud -hoy inadecuados-
la similitud puede encontrarse en las "cosas" o en sus
"representaciones verbales". Si bien los términos que Freud utiliza
pertenecen a una concepción lingüística refutada, el problema que
presenta sigue siendo valido. Si el viajero que en Italia necesita .una
correa sin fin solicita en una tienda una ribera, no es porque la palabra
correcta corregía se parezca a la palabra ribera, sino porque Ribera y Correge se
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parecen porque los dos son pintores. Dicho de otra manera, el lapsus
tiene de cualquier modo un revés, otro discurso inconsciente,
latente, que se mezcla con el discurso manifiesto. Tomar en cuenta
únicamente las similitudes verbales manifiestas puede ser suficiente
para explicar el olvido de los nombres propios, pero no basta para la
explicación de los lapsus.
Es necesario entender que si el desplazamiento y la condensación se
manifiestan, no es más que un efecto del deseo inconsciente que, como
en el sueno, puede estar disimulado. Si al volver de sus vacaciones,
Freud fecha una carta en octubre en lugar de setiembre, porque
tendrá un paciente en octubre y quisiera que éste ya hubiese
llegado. Si un americano que quiere invitar a su mujer a reunirse con
el en el paquebote Mauritania se emociona al darse cuenta que
escribió Lusitania, la emoción se justifica porque su lapsus revela un
deseo que prefería reprimir. En La interpretación de los sueños Freud
señaló que el "trabajo del sueño", que se ejerce sobre a "idea" que el
preconsciente pone en forma verbal y que expresa mediante una
especie de jeroglífico (el contenido manifiesto), no se encapricha en la
elección de las palabras: las cambia según la necesidad de encontrar
las similitudes o los accidentes que le son favorables. De esta manera
proceden el poeta, el chistoso y el quo construye trabalenguas. No
hacemos exactamente de esta manera estros lapsus, ellos se hacen
"completamente solos", pero el mecanismo es el mismo; las palabras
que están presentes economizan parte del trabajo. Se podría hablar aquí
de una “complacencia” verbal.
Pero si el lapsus nos muestra "el otro discurso" irrumpiendo en habla
que creíamos controlar, el olvido de los nombres propios nos mostrará
la contrapartida de este mecanismo; porque la palabra que creíamos
controlar se nos escapa arrastrada en la represión hacia el discurso
inconsciente.
Veamos el primer análisis de un olvido de este tipo. En 1898, nombre
que en vano me es f orzaba en recordar era el del maestro e pinto los
magníficos frescos de la Catedral de Orvieto que representan "las
postrimerías del hombre". En lugar del nombre busto (Signorelli),
recordé los nombres de dos pintores, Botticelli y Boltraffio
inmediatamente los reconocí incorrectos. Cuando el nombre correcto fue
pronunciado delante de mí, lo reconocí sin vacilar.46
Los frescos representan la Muerte, el Juicio, el Infierno y Cielo*.
En el momento en que Freud se da cuenta del olvido del nombre de (*)
que me era –dice-tan familiar como uno de los nombres sustitutivos y
mucho más conocido que el de Boltraffio , estaba bajando en un coche
hacia la ciudad de Herzegovia con un compañero casual, a quien quiso
hablarle de ... del pintor cuyo nombre se le escapaba.
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Pude explicarme el olvido del nombre cuando recordé el tema
que estábamos discutiendo inmediatamente antes de nuestra
conversación sobre Italia, y este tema apareció entonces como un
ejemplo de perturbación aportada a un tema nuevo por el tema
precedente ... Habíamos conversado de las costumbres de los
turcos de la Bosnia-Herzegovina. Le había estado contando que un
colega que ejercía medicina entre esta gente me comentaba que
tienen plena confianza en el médico y resignación ante el destino.
Cuando uno esta obligado a informarles del estado desesperado de un
pariente enfermo, responden: "Señor (Herr), no hablemos más. Se
que si hubiese sido posible salvar al enfermo, lo habrías salvado."
Tenemos allí dos nombres: Bosnia y Herzegovina, y una pala-
bra, Herr, que se pueden intercalar en una cadena de asociaciones
entre Signorelli-Botticelli y Boltraffio. Herr se encuentra en efecto en
Herzegovina, pero también por su traducción (por lo tanto de otra
manera) en Signorelli. Es necesario proceder como en el análisis del
sueño, buscando las asociaciones en el material manifiesto.
(El texto de Freud permite suponer que su compañero le recordó el
nombre olvidado; pero no es el nombre lo que busca sino las ra-
zones del olvido.)
Freud recuerda que quiso contar otra anécdota del mismo colega
y que era cercana en mi memoria a la anterior. Los turcos otorgan al
p l a c e r de la sexualidad más valor que a ninguna otra cosa, y en
caso de trastornos sexuales caen en una desesperaci6n que contrasta
singularmente con su resignación ante la muerte. Uno de los p a -
cientes de mi colega le había dicho: "Herr, usted debe saber que si
eso se termina, la vida no tiene valor." No había querido contar ese
rasgo característico ni abordar ese tema con un desconocido. Más
aun, desvié mi atención de otras ideas que me hubiesen
conducido hacia el tema de la muerte y la sexualidad. Estaba
aun bajo los efectos de una noticia que había recibido en Trafoi
(en el Tirol): un paciente que me tenía muy inquieto se había
suicidado por una perturbación sexual incurable. Estoy seguro de que
este triste suceso y lo que podía asociarse a el, no me vinieron
conscientemente a la memoria durante mi viaje, pero la semejanza entre
Trafoi y Boltraffio me obliga a admitir que esta reminiscencia, aunque
deliberadamente alejara mi atención de ella, estaba presente en mí en
esos momentos.
Superstición
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no obstante con gran facilidad a emociones basadas en ideas
supersticiosas. Cuando en 1907 discute estos problemas, cuando
emplea formulas tales como: si yo fuese supersticioso diría que...
comprendemos que esto quiere decir: la parte de mi que es supers-
ticiosa y que combato sin dificultad, esta dispuesta a pensar que... Ya en
1882 escribía a Marta (el 26 de agosto) como se las ingeniaba para
ceder y para combatir la superstición al mismo tiempo: Ahora
necesito hacerte una pregunta trágicamente seria. Contéstame por tu
honor y tu conciencia y dime si el último jueves a las once sentiste
menos cariño hacia mí o más fastidio que de costumbre, o acaso me
fuiste infiel como dice la canción. ¿Por qué estas conjuraciones de mal
gusto? Porque tengo una buena oportunidad de acabar con una
superstición. En aquel instante que he señalado mi anillo se rompió en
la parte en que se engarza la perla. Debo confesar que mi corazón
falleció, no fui apresado por el presentimiento de que nuestro
compromiso tendría un fin desgraciado, ni mi imagen de tu corazón.
Un hombre sensible hubiera sentido todo eso, pero mi único
pensamiento fue que era necesario reparar el anillo, y que los
accidentes de ese tipo son difíciles de evitar. Por más humor o buen
humor que haya en esta carta, es posible leerla de otra manera
cuando se recuerda el articulo sobre La negaci6n que no aparecerá, es
verdad, más que cuarenta y tres anos mas tarde. Freud no podía
permanecer en esta solución hipócrita. Reconocer la existencia de
tendencias supersticiosas es evidentemente una condici6n previa a
su análisis. En 1907 son explicadas como la proyecci6n sobre el mundo
exterior de tendencias hostiles desconocidas. Lo que la interpretación
ingenua de la persona supersticiosa atribuye al orden de los
fen6menos exteriores se explica por una motivaci6n inconsciente.
La actitud supersticiosa de Freud no se acompaña de ninguna
credulidad. Jung, que tenia debilidad por las creencias ocultistas,
intentara, en el momento de mayor amistad, hacer vacilar su ra-
cionalismo sobre este problema pero sin ningún éxito. Reconociendo la
superstición como parte de la condición psíquica humana, rehusándose a
negarla, la analiza y, de este modo, se protege contra ella.
El determinismo
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Todo lo que le preocupa a Freud de 1898 a 1905 se relaciona, directa
o indirectamente, con el funcionamiento del “aparato psíquico”. Explota
la intuición que le reveló el secreto de los sueños. Redacta el caso Dora
en 1901, pero no lo publica; sin duda prevé que este caso será
escandaloso… y tal vez aún no está totalmente decidido a levantar al
Aqueronte. Sin embargo, trata pacientes y no pierde de vista las
aplicaciones terapéuticas de sus ideas. Pero el psicoanálisis ha dejado de
ser “el estudio de la histeria”: es la teoría del funcionamiento psíquico en
general.
Respecto del desarrollo del “movimiento psicoanalítico”, hasta 1905
no se adivina más que la prehistoria. (Para nosotros la historia comienza
en 1906, con las reuniones sociales del pequeño grupo de Viena). Por el
contrario, el desarrollo de la teoría franqueó definitivamente el período de
sus comienzos. Luego del 1901, Freud no publica nada durante tres años.
Con la teoría del sueño y atiene una base sólida. Está por cumplir
cincuenta años…
Tres trabajos importantes aparecen en 1905; uno pasa casi
desapercibido y los otros dos desencadenan de inmediato un gran
escándalo. Esta oposición, que lo sustraerá definitivamente de la
oscuridad, no sorprendió a Freud. Al leer las primeras páginas del análisis
de Dora, vemos que lo consideraba inevitable. La certeza sobre el valor
de su aporte le otorga la seguridad que necesita para afrontar esta
situación, pero sobre todo, su propia teoría le permitió prever e
interpretar las reacciones de su público: son síntomas. Un descubrimiento
que toca el inconsciente del lector no puede dejar de provocar
resistencia. Por lo tanto no sólo es imposible evitar esta oposición sino
que además sería deshonesto.
Por otra parte sus adversarios no le oponen objeciones científicas.
Invocan la ciencia, pero porque la consideran un modelo de pensamiento
casto, y acusan a Freud de haber envuelto en una bandera honesta una
mercancía escandalosa.
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