5.
Vigorexia
Concepto
La vigorexia es una alteración de la ima-
gen corporal que lleva a la persona que la
sufre a creerse más débil y delgada de lo
que objetivamente es. La persona vigoré-
xica muestra una preocupación excesiva
hacia el cuerpo, lo que la conduce a la bús-
queda de ganancia de peso y volumen sin
aumentar grasa, pudiendo llegar a alcanzar
una musculatura excesiva y deformante.
Asimismo, sufre una distorsión cognitiva de
su imagen corporal y, aunque en realidad
sea fuerte y musculosa, se percibe más débil
y pequeña de lo que es y, en consecuen-
cia, pasa muchas horas realizando ejerci-
cio, con abandono de sus obligaciones y
repercusión biopsicosocial (1). La enferme-
dad puede considerarse como una varie-
dad de alteración dismórfica centrada en
la musculatura global y como una adicción
al ejercicio.
El concepto de vigorexia es relativamen-
te reciente. Descrita por Pope et al. en
1993 (2), ha ido incrementando su impor-
tancia, aunque aún no se ha incluido en
las clasificaciones de las enfermedades men-
tales. También se la denomina anorexia
inversa, dismorfia muscular y complejo de Ado-
nis.
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Epidemiología
No se dispone de datos fiables acerca de
la incidencia y prevalencia de la enferme-
dad ni en nuestro país ni en el mundo; sin
embargo, se calcula que el 10% de los varo-
nes que asisten con asiduidad a los gim-
nasios la padecen (3). Predomina entre los
hombres, pero, aunque la proporción es
menor, está aumentando en las mujeres, y
provoca en ellas similar deformación mus-
cular (4, 5).
Se supone que la vigorexia está infrava-
lorada e infradiagnosticada, ya que las per-
sonas no sienten que su hábito sea inade-
cuado y, en consecuencia, no solicitan ayuda
(6). Se inicia generalmente entre los 18 y
los 35 años, aunque las dietas y el ejerci-
cio que se emplean para controlar el peso
comienzan a edades tan tempranas como
los 8-12 años en el 29% de los varones y
en el 41% de las mujeres (7). Los adoles-
centes varones se preocupan más de la altu-
ra y de la musculatura, y las chicas, del
peso (8, 9).
La dismorfia muscular es la manifestación
más notoria entre los varones que, sintién-
dose a disgusto con su imagen, practican
hábitos dietéticos y físicos que causan per-
juicios a la salud.
 102 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
La persona vigoréxica carece de concien-
cia de enfermedad, por lo que, como se
ha señalado, no demanda ayuda, y pasa des-
apercibida durante mucho tiempo. En oca-
siones, alguna complicación médica hace
que entre en contacto con profesionales
sanitarios que pueden sospechar el proce-
so ante la presencia de cierta sintomatolo-
gía. Muchos casos no se detectan porque
ni se pregunta ni se sospecha (10, 11).
El abuso de esteroides anabolizantes, que
antes sólo se daba entre los atletas profe-
sionales, se ha extendido notablemente entre
personas que acuden con regularidad al
gimnasio. Parece que alrededor del 10%
de los estudiantes de instituto los han con-
sumido en algún momento para mejorar
su aspecto y musculatura (12) y, según un
informe de la Comisión Europea, el 6-10%
de las personas que acuden al gimnasio se
dopan (13, 14). Estos productos, disponi-
bles en internet, farmacia y parafarmacia,
resultan fáciles de obtener. En España, la
mayoría de los anabolizantes se venden
sin receta médica en el mercado negro, a
través de circuitos oscuros, a precios astro-
nómicos y, como no sufren controles, no
se sabe su composición real.
El culturismo es uno de los «deportes»
que más tienen que ver con la vigorexia.
A veces, algunos chicos, después de supe-
Tabla 1. Características clínicas de la vigorexia (24)
• Mirarse constantemente al espejo
• Sentirse delgado aunque no lo esté
• Emplear más de 6 horas al día en hacer ejer-
cicio para incrementar la musculatura
• Pesarse varias veces al día
• Compararse con otros en el gimnasio
• Tomar dietas ricas en proteínas e hidratos
de carbono y pobres en grasas
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rar una anorexia, desarrollan una vigore-
xia. Para lograr una detección precoz resul-
ta esencial el papel de los instructores de
gimnasia y los profesores de educación
física.
Últimamente, se ha informado de abuso
de esteroides anabolizantes entre los sol-
dados destinados en Irak y Afganistán y,
también, entre guardaespaldas, policías diver-
sos y militares en general.
Sintomatología (tabla 1)
Con el fin de adquirir masa muscular, la
persona vigoréxica practica ejercicio físico
durante muchas horas al día de manera
compulsiva, consume suplementos dieté-
ticos y vitamínicos, así como anabolizan-
tes esteroideos, con graves repercusiones
físicas y psíquicas. Como le desagrada su
imagen, tiende a aislarse socialmente. Se
niega a mostrarse en lugares públicos y se
retrae tanto en un ámbito lúdico como
laboral o escolar. Evita acudir a playas, pis-
cinas, o a cualquier lugar en el que se exhi-
ba el cuerpo. Intenta camuflar su aspecto
con ropas superpuestas y holgadas que hacen
su figura amorfa y voluminosa. Se mira
constantemente al espejo y se pesa varias
veces al día (15). De la misma forma que
• Consumir esteroides y preparados vitamíni-
cos
• Abandonar las obligaciones y actividades de
su vida normal
• Ser narcisista: sólo viven para su cuerpo, con
despreocupación ajena
• Actuar con inseguridad y retraimiento social
Vigorexia
la anorexia asocia belleza a delgadez, la vigo-
rexia asocia belleza a musculatura.
En relación con la alimentación, el vigo-
réxico muestra actitudes anómalas hacia la
comida,seleccionando los productos con una
preocupación exagerada por la composi-
ción y por el número de calorías. Sus cono-
cimientos acerca de alimentos, vitaminas o
preparados hormonales son amplios. Reali-
za dietas desequilibradas, ingiriendo cantida-
des excesivas de proteínas para incrementar
la formación de masa muscular, y también
de hidratos de carbono y fibra, y rechazo
absoluto de las grasas, lo que suscita proble-
mas metabólicos y nutricionales (16).
En la adquisición de estos preparados y
en sus extravagantes dietas, el vigoréxico
puede dilapidar grandes cantidades de dine-
ro.Tiene pensamientos intrusivos de carác-
ter obsesivo sobre la musculatura que le
absorben varias horas al día, por lo que dis-
minuyen sus rendimientos académicos y
profesionales.Al final, sus intereses se limi-
tan a lo que se relaciona con comidas, ejer-
cicio, vitaminas y preparados hormonales,
con abandono de sus obligaciones fami-
liares, sociales o profesionales (3).
El ejercicio se prolonga durante más de
6 horas al día. Al aumentar la actividad, las
endorfinas se elevan, proporcionan sensa-
ción de bienestar y no avisan del posible
exceso en que se está incurriendo, con ries-
go de lesiones osteoarticulares. El gimna-
sio se convierte en la segunda casa del vigo-
réxico.
Progresivamente necesitan cantidades
superiores de preparados anabolizantes,
los cuales suscitan alteraciones hormona-
les y desequilibrios en los neurotransmi-
sores cerebrales. Resulta difícil establecer el
límite entre una práctica saludable de ejer-
cicio y una exagerada, pero cuando per-
sonas no profesionales, se pasan de 3-4 horas
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103
al día en la práctica del deporte o el gim-
nasio, con abandono de las obligaciones
habituales familiares, afectivas y sociolabo-
rales, y con repercusiones sobre su salud,
la conducta resulta sospechosa.
Se observa entre los vigoréxicos mayor
inclinación a grabarse tatuajes precisamen-
te en los puntos donde la musculatura es
más marcada, buscando los cambios que
se producen al contraerla, como una forma
más de no pasar desapercibido, de robus-
tecer su identidad, de autoafirmarse.
La comorbilidad psiquiátrica en esta pobla-
ción es elevada, siendo frecuentes los tras-
tornos del humor y de ansiedad que se
relacionan con su permanente insatisfacción.
En el aspecto social y familiar, los vigoré-
xicos muestran retraimiento y conductas
de fobia social, alteraciones en las relacio-
nes interpersonales o conductas psicopáti-
cas (14). Exhiben actitudes y creencias este-
reotipadas acerca de la masculinidad o de
lo que consideran varonil (9) y adolecen
de menos confianza en sí mismos.
Los chicos, desde muy pequeños, con 8-
11 años, se preocupan por su musculatura
(17). Entre los 5 y los 8 años quieren ser
más altos (18) y luego, entre los 8-11, más
musculosos (17). A partir de los 12 años,
para cambiar su cuerpo, la estrategia es hacer
ejercicio, con entrenamientos intensos, regí-
menes dietéticos diversos, ingesta de este-
roides y reducción de grasas. Esta búsque-
da de masa muscular se asocia con baja
autoestima y niveles superiores de depre-
sión, algo observado entre los culturistas,
pero no en los levantadores de pesas, ya que
estos últimos ofrecen un perfil similar al
de las personas normales. La diferencia quizá
se deba a que en los culturistas el foco de
búsqueda se centra en la masculinidad,
mientras que en los levantadores está en la
fuerza. En los culturistas, la alteración de
 104 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
la imagen corporal es similar a la de los
trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Los varones que practican el culturismo
tienen más problemas de TCA y mayor
insatisfacción con su imagen (19, 20). Estas
distorsiones de la imagen corporal y la exce-
siva preocupación por la figura favorecen
la patología (21-23), algo mediado e influi-
do por la gran ansiedad que sufren por su
apariencia física.
La obsesión masculina por el cuerpo, aun-
que haya existido siempre, ha aumentado
en las últimas décadas, con mayor núme-
ro de hombres que acuden a los quirófa-
nos a modificar alguna parte del cuerpo o
la cara porque no se sienten a gusto.Tam-
bién se han incrementado los mensajes esté-
ticos dirigidos a los varones. No resulta mal
visto ni afeminado interesarse por el aspec-
to, la imagen y la moda. Algunos relacio-
nan estos cambios con la evolución en los
roles de mujer y hombre —ella más acti-
va y él más desconcertado—, que podría
repercutir en la aparición de más casos de
anorexia, bulimia, vigorexia y síndrome del
corredor compulsivo entre los varones.
Kimitake Hiraoka, más conocido por el
seudónimo de Yukio Mishima, era muy
enclenque y con problemas de identidad
sexual; se empeñó en transformar su aspec-
to físico y llegó a dominar las artes mar-
ciales; a los 45 años se hizo el hara-kiri o
seppuku.
Complicaciones
El abuso de preparados hormonales es
muy variable; el vigoréxico puede combi-
nar las formas orales y parenterales, y, por
tanto, los efectos secundarios también resul-
tan muy diversos. Como consecuencia del
consumo, presenta euforia y siente menos
fatiga, lo que le permite un entrenamien-
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to más continuado y vigoroso. Muchas veces
adquiere los productos en circuitos ilega-
les, con lo que corre el riesgo de que éstos
sean aún más perjudiciales. Por el abuso
de esteroides, muestra alteraciones del carác-
ter, irritabilidad, perfil agresivo y psicosis
(25). El consumo de sustancias anaboli-
zantes puede provocar repercusiones car-
diovasculares por sobrecarga, lesiones hepá-
ticas por exceso de proteínas, elevación
del colesterol, retención de líquidos y reper-
cusiones renales. Su aspecto físico se modi-
fica, mostrando desproporción entre el tama-
ño de la cabeza y el cuerpo. Se pueden
producir deformaciones óseas y proble-
mas osteoarticulares por la hipertrofia y el
exceso de masa muscular. La sobrecarga
de los músculos repercute en huesos, ten-
dones, esguinces y desgarros musculares, y
reduce la agilidad (26, 27).
La ingesta de anabolizantes provoca mas-
culinización, con aparición de vello y alte-
raciones menstruales en la mujer, y dis-
función eréctil, atrofia testicular, disminución
en el número de espermatozoides y mayor
propensión al cáncer de próstata en el hom-
bre.También puede producirse ginecomas-
tia. En la mujer aparece vello facial y voz
ronca. Es decir, en el hombre se produce
cierta feminización y en la mujer mascu-
linización. En ambos casos puede aparecer
acné, problemas sexuales, cambios en la voz
y en el carácter y, finalmente, una muerte
prematura (28, 29).
Efectos secundarios del abuso
de esteroides anabolizantes
Conductuales
— Agresividad.
— Alteración de la libido.
— Irritabilidad.
Vigorexia 105

— Incremento de la energía. En este cuadro, próximo a los trastornos

— Trastornos psiquiátricos, como depre- del espectro obsesivo-compulsivo y a los
sión, ansiedad o psicosis. de la conducta alimentaria, cabría suponer
una previa predisposición, con desequili-
Endocrino-metabólicos brio en los neurotransmisores cerebrales,
sobre todo la serotonina.
— Acné. Los factores psicológicos intervienen por
— Menor tolerancia a la glucosa. medio de cogniciones equivocadas sobre
— Atrofia testicular. el aspecto e imagen relacionadas con expe-
— Calvicie. riencias en la infancia, y pensamientos obse-
— Oligospermia. sivos asociados a sentimientos de inseguri-
— Menos motilidad de los espermatozoi- dad y baja autoestima. La distorsión provoca
des y reducción de la fertilidad. insatisfacción y viceversa. El perfeccionis-
— Ginecomastia. mo, el miedo al ridículo y al fracaso, y la
— Impotencia. opinión que los otros tengan sobre uno
— Masculinización en las mujeres. mismo tendrían un importante papel (24).
— Elevación del LDH. Como se ha señalado, los vigoréxicos sue-
— Aumento del colesterol total. len ser personas inmaduras, introvertidas,
— Disminución del HDL. con baja autoestima, pobre integración social
— Elevación de los triglicéridos. y relaciones interpersonales superficiales.
— Retención de líquidos. Existe un componente narcisista importan-
te que les hace preocuparse sólo de sí mis-
Cardiovasculares mos y de lo que les concierne. A veces
— Hipertensión. surge como una compensación de incli-
— Hipertrofia cardiaca. naciones homosexuales, buscando la auto-
afirmación y el refuerzo de su cuerpo mus-
Hepáticos culoso, que se convierte en un fin en sí
mismo. Están muy influidos por unos
— Aumento de las enzimas hepáticas. supuestos criterios de belleza masculina que
— Hepatoma. evoluciona y se modifica a lo largo del
— Ictericia colestásica. tiempo (30, 31).
En un intento de compensar su frustra-
Musculoesqueléticos ción y queriendo emular los prototipos
musculosos, un adolescente de complexión
— Cierre precoz de las epífisis. débil puede realizar ejercicio de manera
— Esguinces y fracturas. exagerada (32). Si se trata de una persona
insegura e inmadura, con baja autoestima
y que se siente menos atractiva para el sexo
Etiología opuesto, podría iniciar un proceso de gim-
nasia incontrolada (33).
La etiología de la dismorfia muscular se El componente social puede resultar muy
considera múltiple, participando en ella fac- poderoso, actuando mediante los mensajes
tores biológicos, psicológicos y sociales. que se reciben sobre los cánones de belle-

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 106 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
za. El hombre está cada vez más expuesto
a las informaciones que transmiten los
medios de comunicación sobre la belleza
corporal ideal, modas que van evolucio-
nando con el tiempo, como se observa en
los actuales astros del cine, más musculo-
sos que hace años (34, 35). En diversos estu-
dios se constata la distorsión en la percep-
ción de la imagen corporal y en el peso
ideal (36), y en otros el peso ideal se per-
cibe como correcto, pero la valoración de
la propia imagen está alterada (37).
Cuando el hombre se muestra insatisfe-
cho con su imagen corporal, desea aumen-
tar musculatura más que peso (5, 38-40).
También el adolescente varón se preocu-
pa más de la altura y de la complexión, y
las chicas del peso (8, 41). La publicidad
asocia una musculatura poderosa, poca grasa
y cuerpo escultural —el David de Miguel
Ángel— con éxito, belleza y salud, explo-
tando así las inseguridades de cada uno.
Dentro del mundo gay predominan el
modelo efebo y el «cachas», musculoso,
expresión de hipermasculinidad, frente al
primero más afeminado. El cuerpo hiper-
masculino, con músculos bien desarrolla-
dos en tronco, brazos o piernas, abdomen
plano, amplios hombros y cintura estre-
cha, se asemeja al que busca el vigoréxico,
llevándolo después a la desmesura. Se habla
de «fascismo corporal» cuando persiste una
fijación muy fuerte hacia este tipo de cuer-
po, con rechazo y desprecio hacia los que
no lo poseen. Estas consideraciones expli-
carían la mayor incidencia de la vigorexia
entre los homosexuales. La homosexuali-
dad puede influir, no tanto de forma direc-
ta sino por su estilo de vida, más liberal y
estética. El cuerpo y la imagen adquieren
especial importancia en este grupo de pobla-
ción, convirtiéndose en objeto de admira-
ción y deseo.
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La dinámica familiar no parece que ejer-
za tanta influencia como en otros trastor-
nos de la conducta alimentaria, si bien no
ha sido analizada exhaustivamente.
Diagnóstico
La identificación del cuadro se realiza
mediante la historia clínica, la descripción
de los hábitos alimentarios, la práctica de
ejercicio, la exploración física y los resul-
tados de las pruebas complementarias.
La exploración debe iniciarse con una
historia clínica cuidadosa, recogiendo los
hábitos y costumbres, sobre todo en cuan-
to a alimentación y ejercicio; su temor y
desagrado a mostrar el cuerpo; la distor-
sión cognitiva en cuanto a su imagen y
complexión, y los mecanismos compensa-
torios. La exploración física evidencia mus-
culatura hipertrófica, testes pequeños, po-
sibles secuelas del acné, ginecomastia, alte-
raciones en la tensión arterial, así como
poca armonía entre los tamaños de cabe-
za y cuerpo. Se realizarán exploraciones
complementarias, con analíticas en las que
se reflejen las alteraciones en transamina-
sas, colesterol, tensión arterial; también se
medirá la masa muscular y se efectuará un
ECG.
La exploración se completa con pruebas
psicológicas y escalas específicas para la ima-
gen corporal, las cogniciones, los sentimien-
tos y las emociones acompañantes. Unas es-
calas se centran más en el grado de satis-
facción/insatisfacción; otras, en la distor-
sión entre la imagen real y la percibida; o
bien, en el funcionamiento social, grado de
autoestima, la relación salud/enfermedad o
el malestar con el cuerpo. La tendencia a
comparar la propia imagen y talla del cuer-
po con la de los demás y a interiorizar los
Vigorexia
mensajes sociales se correlaciona con el
grado de insatisfacción y de autoestima, y
el humor negativo, con el grado de insa-
tisfacción y distorsión del tamaño corpo-
ral (42-44).
Entre los cuestionarios más conocidos
está el Multidimensional Body-Self Relations,
autoaplicado, con 69 ítems y 7 subescalas,
más 3 relacionadas (45), donde se explo-
ran los aspectos conductuales, cognitivos
y valorativos que tienen las personas sobre
su propia imagen, su estado físico y bio-
lógico y la relación salud/enfermedad.
En la dismorfia muscular, al aplicar estas
escalas, se demuestra que el paciente tiene
una muy débil imagen de sí mismos y
que se siente menos feliz (46). El Body
Image Ideal Questionnaire analiza el grado
de satisfacción o insatisfacción, midiendo
la discrepancia entre la imagen percibida,
la real y la ideal, en cuanto a peso, sínto-
mas faciales, musculatura, fuerza física y
apariencia general. El Situation Inventory
of Body Image Dysforia (SIBID) está cen-
trado en las emociones negativas relacio-
nadas con la imagen corporal en diferen-
tes situaciones, aspectos de la insatisfacción
del cuerpo, pensamientos, actitudes y emo-
ciones relacionadas con ciertas caracterís-
ticas corporales. El SIBID identifica bien
la sensación de malestar con el cuerpo y
la insatisfacción corporal (47, 48).
Diagnóstico diferencial
Se debe realizar diagnóstico diferencial
de la vigorexia con:
— Dismorfofobia.
— TCA (anorexia y bulimia).
— Fobia social.
— Ortorexia.
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107
— Síndrome del corredor compulsivo.
— Psicosis.
— Trastorno obsesivo-compulsivo.
— Deportista normal.
Dismorfofobia
La vigorexia se asemeja a la dismorfofo-
bia en la insatisfacción que se siente por
el propio cuerpo, que en el primer caso
abarca su totalidad y en el segundo una
parte determinada de éste: orejas, nariz, etc.
(49). El hombre sufre dismorfia muscular
y dismorfofobia con más frecuencia que
la mujer (50). A veces, el varón que sufre
de dismorfia o dismorfofobia trata de solu-
cionarlo en el quirófano, por lo que deben
investigarse las razones que le conducen
hacia la intervención plástica, ya que pos-
teriormente puede sentirse insatisfecho e
incluso suscitar reclamaciones de tipo jurí-
dico o agresiones al cirujano plástico que
la realizó. El sector de la cirugía plástica
mueve un volumen económico muy ele-
vado. En nuestro país, las intervenciones
más solicitadas son rinoplastia, trasplante de
cabello y plastia de párpados para reducir
las bolsas, y, sobre todo, la liposucción y
cirugía de las mamas. Entre los varones, las
operaciones más frecuentes son la rinoplas-
tia y la otoplastia en la adolescencia y juven-
tud, las liposucciones en la edad media, y,
a partir de los 40 años, en los párpados.
Anorexia (tabla 2)
La vigorexia comparte con la anorexia la
insatisfacción corporal, que en la primera
es por exceso y en la anorexia por defec-
to. Ambos tipos de personas muestran una
preocupación desmedida por su aspecto físi-
co, distorsión de la imagen corporal, obse-
sión por la composición de los alimentos,
 108 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
Tabla 2. Semejanzas y diferencias entre anorexia y vigorexia
Semejanzas
• Preocupación desmedida por la imagen cor-
poral
• Autoimagen distorsionada
• Necesidad de pesarse varias veces al día y
de mirarse repetidamente al espejo
• Falta de conciencia de enfermedad
• Baja autoestima e inseguridad
• Introversión y retraimiento social
• Abandono de sus obligaciones y ocupa-
ciones con peores rendimientos académi-
cos y laborales
• Pensamientos absorbentes y reiterados acer-
ca de la propia imagen
• Influencia en la etiología de factores socio-
culturales
• Tendencia a la automedicación
• Edad de aparición en el primer tercio de
la vida
• Modificación en las dietas y extravagancias
alimentarias
• Importantes repercusiones somáticas
• Mayor prevalencia de casos entre los varo-
nes homosexuales
• Tratamiento integral: dietético, médico y
psicológico (24)
necesidad de pesarse varias veces al día y
supresión de las grasas. En ambos casos, se
parte de una imagen distorsionada y se busca
el cuerpo ideal, aunque también los dos ter-
minen alcanzando un aspecto físico defor-
me y poco atractivo, con grave quebranto
de la propia salud. Anoréxicos y vigoréxi-
cos gustan de realizar ejercicio de forma
exagerada. Unos y otros carecen de con-
ciencia de enfermedad, por lo que no sue-
len pedir ayuda ni acudir voluntariamente
al médico. Los dos grupos viven en un ensi-
mismamiento y egocentrismo tal que les
hace desinteresarse por todo lo que no sea
ellos mismos (51, 52).
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Diferencias
• La anorexia es más frecuente en la mujer
y la vigorexia en el hombre
• La dinámica familiar no está tan alterada
en la vigorexia
• La persona anoréxica se ve más gorda de
lo que está y la vigoréxica más delgada
• La anorexia se inicia a edades más tempra-
nas
• La historia previa de agresiones sexuales
no parece que influya en el desencadena-
miento de la vigorexia y a veces sí en la
anorexia
• No se evidencian factores estresantes inme-
diatos antes del desencadenamiento del cua-
dro
• La automedicación en la vigorexia es de
vitaminas y anabolizantes, y en la anorexia,
de laxantes, diuréticos y anorexígenos
Fobia social
En la fobia social, las personas se retraen,
con temor a enfrentarse a los otros por-
que se sienten observados y juzgados en
sus actuaciones y piensan que se emite un
juicio respecto a su valía. En el vigoréxi-
co, el aislamiento deriva de su aspecto físi-
co, que no le agrada.
Psicosis
A veces, en la psicosis, la anómala per-
cepción de su cuerpo alcanza dimensio-
nes delirantes, irreductibles a toda lógica,
Vigorexia
y puede resultar difícil diferenciar si esta-
mos ante ideas simplemente sobrevalora-
das o claramente delirantes. Sin embargo,
en el psicótico falta la parafernalia del
ejercicio, la alimentación, la imagen, etc.
Trastorno obsesivo-compulsivo
La vigorexia presenta algunas semejan-
zas con los trastornos obsesivo-compulsi-
vos (TOC), en cuanto a rituales y reitera-
ción en sus demandas acerca de su aspecto,
pero en la primera las ideas son menos
intrusivas, su introspección más deficiente
y no se hace autocrítica (53).Además, todos
los pensamientos intrusivos se centran en
la imagen, figura, alimentación, etc.
Corredor patológico
La vigorexia debe diferenciarse del «sín-
drome del corredor compulsivo», con el que
tiene algunas semejanzas. El síndrome del
corredor compulsivo —también llamado ejer-
cicio mórbido,o adicción a correr— se obser-
va sobre todo en jóvenes en torno a los 30
años. Se da más entre ejecutivos y oficinis-
tas que entre trabajadores manuales. Se trata
de varones, relativamente jóvenes, aficiona-
dos a correr que, como reacción a sus con-
flictos, incrementan las carreras en situacio-
nes de estrés o cuando han aumentado la
ingesta, tras una comida familiar o de nego-
cios o ante una situación de tensión que no
pueden controlar. De esta forma, se castigan
y descargan su temor a ganar peso corrien-
do más horas, una forma socialmente más
aceptable para el varón que la reducción de
la ingesta en la anorexia (54). Es un afán por
correr más allá de límites razonables, como
en la anorexia por adelgazar (55, 56).Apare-
ce en ambos sexos, aunque más en el varón.
Ellos son hombres perfeccionistas, controla-
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109
dores y disciplinados, con un elevado nivel
de autoexigencia. Cuando no pueden entre-
narse y correr todo lo que quieren, reaccio-
nan con ansiedad e irritabilidad. Al igual
que la anorexia, se da más en familias en las
que no se expresan las emociones,y también,
como en ella, se tiende al aislamiento social,
la autoexigencia y el perfeccionismo (57,58).
Los corredores compulsivos se consideran
próximos a la anorexia nerviosa, con cierto
solapamiento entre ambas patologías (59,60).
Este problema es más frecuente en patina-
dores, bailarines, jockeys y homosexuales.
Se puede hablar de «dependencia al ejer-
cicio», porque el síndrome cumple criterios
de lo que es una dependencia que no impli-
ca una etiología determinada (56) y en la
que existen grados. En estos casos, el corre-
dor lo practica una o más veces al día, le da
prioridad a otras actividades, aumenta su
tolerancia y la cantidad de ejercicio con el
tiempo; si no lo realiza, siente gran males-
tar y gran alivio si lo lleva a cabo, tiene
cierta conciencia subjetiva de su compul-
sión hacia el ejercicio y rápida reinstaura-
ción de los niveles previos alcanzados tras
un periodo de no practicarlo. Como con-
secuencia, puede seguir realizando ejerci-
cio, aunque tenga problemas físicos que lo
desaconsejen, sea advertido por los médicos
e incluso pueda repercutir en sus relaciones
familiares, sociales o laborales.A veces puede
buscar pérdida de peso para obtener mejo-
res rendimientos.El ejercicio estimula el cere-
bro y produce euforia y, cuando por algu-
na razón se impide, aparece descenso del
ánimo, ansiedad, irritabilidad o fatiga (61).
El cuadro aparece más en varones entre
los 30-50 años. Algunos de estos presen-
tan rasgos parecidos a los de la anorexia
nerviosa, como sus elevadas expectativas,
control de los sentimientos y alta toleran-
cia a las molestias físicas (59). En casos deter-
 110 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
minados, esta reacción se interpreta como
una forma de control de los afectos (62).
El exceso de ejercicio puede desencadenar
fracturas, anemia o infartos de miocardio.
Sólo un pequeño número de atletas mas-
culinos y femeninos sufre este síndrome
completo y es más frecuente un síndrome
parcial.
En el aspecto fisiopatológico parece que
influye la alta tolerancia al dolor y, duran-
te el ejercicio, la sensación de bienestar, por
el aumento de los péptidos opioides en el
SNC (63).
El ejercicio excesivo puede ser primario
o secundario a un TCA, como una forma
de consumir calorías. En el corredor exce-
sivo, la pérdida de peso buscada tiene que
ver generalmente con los rendimientos
—aunque si baja en exceso, éstos disminu-
yen—, no hay alteración en la imagen cor-
poral y no suele presentar vómitos, purgas,
etc., ni temen engordar desproporcionada-
mente. En las atletas femeninas no es raro
un retraso en la menarquia (64). Puede influir
el bajo nivel de grasa corporal, pero tam-
bién factores psicológicos. Se ha observa-
do en los corredores compulsivos un menor
interés sexual y descenso en los niveles de
testosterona y prolactina en suero (65).
Los corredores patológicos tienen simi-
litudes con los TCA, pero la mayoría tra-
tan de mantener un adecuado índice de
masa corporal (IMC) para mejorar en sus
rendimientos deportivos.Además, los TCA
presentan más psicopatología, más hostili-
dad, ansiedad y conductas opositoras. Los
atletas muestran mayor autoestima y mayor
satisfacción con el propio cuerpo (66).
Deportista normal
Se debe diferenciar el vigoréxico del que
acude regularmente al gimnasio y practi-
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ca deportes. En la mayoría de los casos, su
práctica es razonable y equilibrada, y no
tiene como único objetivo aumentar su
volumen corporal y muscular, ni se cree
más débil de lo que realmente es (67). En
el trastorno dismórfico existe un deterio-
ro y malestar significativos, aparte de las
conductas compensatorias que le acom-
pañan; sin embargo, el grado es muy varia-
ble y en los casos leves puede resultar difí-
cil establecer el límite entre lo que se puede
considerar normal y lo patológico (68).
Curso y pronóstico
El curso suele ser prolongado, con ten-
dencia a la cronicidad, pero va atenuándo-
se a medida que los vigoréxicos se hacen
mayores.Aunque no existen muchos datos
al respecto, parece que la preocupación dis-
minuye cuando pasa la primera mitad de
la vida. En algunos casos, las secuelas somá-
ticas son tan importantes que perdurarán
siempre. Respecto a su desarrollo social,
suelen presentar dificultades en las rela-
ciones y tendencias peculiares en su forma
de alimentarse y mantener extravagancias
durante el resto de su vida.
Tratamiento
El mejor tratamiento de la vigorexia es la
profilaxis mediante la educación y la forma-
ción, tanto en la familia como en la escue-
la, y por los medios de comunicación, los
profesores y los entrenadores físicos. La pre-
vención de estos trastornos no resulta fácil,
ya que se reciben mensajes indiscriminados
desde los medios de comunicación que inci-
den en amplios grupos de población (15).
Vigorexia
Una información objetiva y real sobre las
características de los nutrientes y una ali-
mentación variada es lo más aconsejable.
Tan pronto como se identifica el cua-
dro, el tratamiento debe instaurarse lo antes
posible, para evitar complicaciones somá-
ticas y psíquicas, y porque la respuesta al
tratamiento suele ser mejor cuanto más pre-
maturo. Se deben transmitir mensajes que
reduzcan el culto al cuerpo y al ideal de
belleza, que favorezcan la aceptación de
uno mismo y que enseñen a introyectar
valores menos superfluos.
El tratamiento debe ser multidisciplinar,
con una orientación acerca de prácticas
alimentarias equilibradas, con administración
de psicofármacos y con apoyo psicoterapéu-
tico. Deben, pues, intervenir psiquiatras,
psicólogos, dietistas y educadores físicos. Se
han de suprimir anabolizantes y cualquier
tipo de automedicación; realizar dietas varia-
das y equilibradas, sin rechazo de ningún
nutriente y recuperar el componente social
de la comida.
Para el tratamiento psicofarmacológico,
como primera elección se propugnan los
inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS) y también los inhibi-
dores de la recaptación de serotonina y nor-
adrenalina (IRSN). Con ellos mejoran las
alteraciones del ánimo y la ansiedad, los
pensamientos intrusivos y las relaciones
sociales. Explican esta respuesta terapéuti-
ca la implicación de los neurotransmisores
y, sobre todo, la serotonina en la sintoma-
tología obsesiva, afectiva, ansiosa y en la
impulsividad.
En el aspecto psicoterapéutico, pueden
ayudar las terapias cognoscitivas de com-
portamiento que trabajen las distorsiones
perceptivas (69), terapias de modificación
de conducta, de exposición y prevención
de respuestas, modificación de pensamien-
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111
tos equivocados, nuevas estrategias de afron-
tamiento y recuperación y refuerzo de la
autoestima. Asimismo, se precisa reforzar
la seguridad, fomentar la autonomía, apren-
der a establecer una diferente escala de valo-
res y mostrar una actitud crítica hacia los
mensajes difundios por los mass media. Se
deben instaurar cambios en la alimentación
y en los hábitos, y reducir la ansiedad por
el deporte, practicándolo de forma mode-
rada.
Ortorexia
y cuadros afines (tabla 3)
El nombre de «ortorexia» deriva del grie-
go orthos que significa recto, justo y correc-
to, y orexis, apetito. Ortorexia sería algo así
como «apetito correcto o alimentación
correcta».
La ortorexia u ortorexia nerviosa es una
obsesión patológica por consumir comida
supuestamente sana, alimentos biológica-
mente puros. Se asemeja a un trastorno
obsesivo-compulsivo centrado en la natu-
raleza y composición de los alimentos de
forma que, si en la anorexia y la bulimia
la preocupación se centra en la cantidad
ingerida, aquí lo hace en la calidad. La moti-
vación deriva no de la delgadez sino de la
pureza, el deseo de comer de una manera
que busca la salud perfecta. No suelen estar
(muy) preocupados por el peso, no se sien-
ten obesos ni presentan distorsión cogni-
tiva de su figura, pero no les gusta la gor-
dura.
Los alimentos que van a consumir han
de ser de un tipo determinado: orgánico,
vegetal, ecológico, puro, sin ser tratados por
productos artificiales ni conservantes. La pre-
paración debe realizarse según ciertos cri-
 112 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
terios,cortándolos de una determinada mane-
ra, cocinándolos según pautas, o que cier-
tos utensilios deban ser de cerámica,de made-
ra o de algún material especial; también se
asocian rituales sobre el número de veces
que se debe masticar, los minutos que coci-
nar, etc. Unas veces son vegetarianos, otras
frutistas, crudistas, macrobióticos, etc., en
función del tipo de alimento o la forma de
consumirlo, y lo habitual es que selección
y restricción se extiendan cada vez más.
Con esta forma de alimentarse creen que
lograrán beneficios físicos, psíquicos y mora-
les. A menudo se asocia con implicaciones
espirituales, próximas al yoga, budismo o
similar.
La obsesión por este tipo de alimenta-
ción viene derivada del intento de búsque-
da de una mejor salud, aunque el resulta-
do sea el opuesto. Otras veces, la motivación
procede de los temores hacia los conser-
vantes y colorantes de la industria alimen-
taria, o a los fertilizantes y pesticidas.
Los ortoréticos son capaces de buscar estos
alimentos supuestamente puros en los luga-
res más distantes o en complicadas circuns-
tancias vitales, y pagan cantidades astronó-
micas por ellos. Huyen de los restaurantes
y de las invitaciones por miedo a tener que
ingerir la comida que allí se ofrezca y a no
Tabla 3. Características de la ortorexia
• Obsesión por comer alimentos sanos, natu-
rales
• Pasar más de 3 horas al día pensando en la
dieta sana
• Preocuparse más de la calidad que del pla-
cer de los alimentos
• Sentirse culpable si se sale de sus dietas
• Reducción de su calidad de vida a medida
que restringe la gama de alimentos
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ajustarse a sus condiciones. Se ven obliga-
dos a planear sus comidas con mucha ante-
lación, no pudiendo improvisar. Se pasan
más de 3 horas al día pensando en su dieta
y, cuando viajan, precisan de un equipo de
supervivencia para resolver las situaciones
que se le pueden presentar.
Para cumplir estos regímenes, demues-
tran gran fuerza de voluntad, lo que es inter-
pretado por ellos como señal de su supe-
rioridad y capacidad de autocontrol. El
ortorético asocia ciertas connotaciones seu-
doespirituales, de forma que, cuando rompe
sus hábitos dietéticos y se sale de esa ali-
mentación pura, aparte del sentimiento de
culpa, se siente sucio, y, para purificarse,
tiene que compensarlo con actos de peni-
tencia que pueden degenerar en autocas-
tigos o autolesiones. Después, necesita ayu-
nos y dietas aún más rigurosas. Se siente
más en paz consigo mismo si sigue sus
dietas.
Por otra parte, presenta permanentes pen-
samientos intrusivos sobre el tema. Tratar
de resolver el problema de la alimentación
les ocupa cada vez más tiempo —como
para el drogadicto conseguir su droga—,
por lo que se pasan muchas horas al día
pendientes de lograr estos productos, de
cocinarlos y comerlos según sus rituales,
• Planificación anticipada de todas sus co-
midas
• Aislamiento social en todo lo que se rela-
ciona con la alimentación
• Pensamiento y conductas pertenecientes al
espectro obsesivo-compulsivo
• Exclusión de la alimentación con carne, gra-
sas o tratados con pesticidas
• Seguimiento estricto de la dieta
Vigorexia
lo que termina convirtiéndose, como ya
se ha apuntado, en el centro de su vida
Cuando se restringe la ingesta de car-
nes, pescados u otras sustancias necesarias
para vivir, repercute negativamente en la
salud. Como consecuencia de esta alimen-
tación incompleta, los sujetos pueden pre-
sentar carencias importantes de diversos
nutrientes, avitaminosis —sobre todo de
vitaminas liposolubles—, anemia por falta
de hierro asociado al rechazo de las car-
nes, hipoproteinemia, osteoporosis, etc.
Secundariamente, se suele asociar con sin-
tomatología psíquica —aparte de las ideas
obsesivas—, como ansiedad, depresiones o
actitudes hipocondriacas. Se han produci-
do fallecimientos por parada cardiaca o
inanición. En todo caso, suscitan un pro-
fundo malestar psíquico e infelicidad.
Hay que diferenciar la ortorexia de algu-
nas psicosis en las que se lleva a cabo una
alimentación extraña por miedo a enve-
nenarse. En la anorexia y la bulimia se
preocupan sobre todo por la cantidad de
comida que ingieren y en la ortorexia por
el contenido y calidad, aunque a veces,
sobre todo en las anorexias restrictivas, pre-
sentan ciertas coincidencias. Estos cuadros
se ven favorecidos por los mensajes que se
transmiten sobre lo que es bueno o malo
en la comida o la búsqueda de lo orgáni-
co puro, generando una relación cada vez
más alterada y perversa.
La ortorexia afecta sobre todo a las cla-
ses superiores, a la élite social de los países
desarrollados. Se da más entre las personas
perfeccionistas, con rasgos obsesivo-com-
pulsivos, fe ciega en las normas y las reglas,
y entre personas que han padecido una
anorexia y se han recuperado (parcialmen-
te) de ella; más entre mujeres jóvenes, pero
también en varones.Aunque a veces la incli-
nación deriva del temor a envenenarse, otras
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113
va asociado a ciertas creencias religiosas o
espirituales, ya señaladas, y siempre late un
afán diferenciador y elitista.
Los sujetos siguen con fruición las noti-
cias relacionadas con los hábitos alimenta-
rios de personas conocidas, como actrices
o modelos, lo que ejerce una influencia
nefasta. Se han publicado en la prensa extra-
vagancias tales como que ingieren 60-
70 zumos de naranja al día, o que sólo
comen tortillas hechas con clara de huevo,
o enormes cantidades diarias de leche de
soja, o que no toman pechuga de pollo
porque creen que le crecerían las mamas.
Uno de los autores que más ha investi-
gado el problema de la ortorexia es Brat-
man —que practicaba medicina alternati-
va—, quien lo describe en su libro Health
Food Junkies (Yonkies de la comida sana),
publicado en el año 2000. Para valorar si
una persona está influida por esta patolo-
gía, sugiere pasar su test y, según él, si se
responde afirmativamente a 4-5 de sus ítems,
se podría padecer ortorexia.
En el tratamiento se debe incidir en la
necesidad de una dieta equilibrada, intro-
duciendo nuevos hábitos alimentarios, resal-
tando el papel social de las comidas y
asociando tratamiento psicológico para
modificar las cogniciones anómalas.
Prácticas extravagantes
o insólitas
En las preferencias por unas dietas u otras
influyen mucho las modas. En el campo
que nos ocupa abunda el charlatanismo. Se
venden ventajas que no son reales y se gasta
más dinero en dietas sin fundamento y en
suplementos vitamínicos y nutricionales que
en la propia alimentación normal.
 114 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
Algunas de las teorías resultan tan extra-
vagantes como la de Metchnikoff que, para
prolongar la vida, defendía una dieta a
base de leche cuajada, porque, según él,
los microbios lácticos impedirían la proli-
feración de la flora intestinal, cuando, como
es sabido, la flora intestinal resulta benefi-
ciosa.
Dietas vegetarianas
No son exclusivas de nuestros días y han
sido defendidas por los más diversos gru-
pos. Así, tanto los adventistas del séptimo
día como los monjes trapenses las han segui-
do por razones religiosas; también los utó-
picos del siglo XIX o los fabricantes de cerea-
les para el desayuno (Kellogg’s®). En la
actualidad, existen personas que practican
el vegetarianismo por razones filosóficas,
sanitarias o religiosas, y también resulta rela-
tivamente frecuente entre las personas que
sufren anorexia nerviosa. Se suelen relacio-
nar las dietas vegetarianas con el consumo
de alimentos cultivados de forma natural
y con las dietas macrobióticas zen. En las
dietas vegetarianas, se incluyen frutas, ver-
duras, legumbres y cereales, así como pan,
aceites vegetales y crema de mantequilla.
Los vegetarianos estrictos evitan todos los
alimentos de origen animal, como carne,
aves de corral, pescado, huevos, leche y sus
derivados, como mantequilla y quesos,
mientras que los lactovegetarianos inclu-
yen productos lácteos. Los vegetarianos ovo-
lácteos permiten leche y huevos, pero no
carne o pescado. Las dietas ovolactovege-
tarianas suelen tener suficiente propor-
ción de proteínas de calidad; por ejemplo,
las que aportan la soja y los garbanzos resul-
tan tan buenas como las de procedencia
animal. Los vegetarianos pueden sufrir défi-
cit de vitamina B12, ya que en su estado
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natural se encuentra sólo en alimentos de
origen animal, por lo que deberán tomar
cereales enriquecidos con esta vitamina.
La fuente principal del calcio es la leche.
Por eso, los vegetarianos que no incluyen
la leche deben tomar ciertas cantidades de
verduras, como berza, mostaza, bróculi o
nabos, u otros productos como soja o almen-
dras que aportan cantidades importantes de
calcio. Lo mismo ocurre con las embara-
zadas, lactantes y niños que precisan suple-
mentos de vitamina D. Las verduras foliá-
ceas, como bróculi, coles de Bruselas o
espárragos, son buenas fuentes de ribofla-
vina, así como el grano entero y el cereal
enriquecido. No resulta más natural incre-
mentar la proporción de cereales, carne o
verduras, y lo que procede es seguir una
dieta variada que incluya todo tipo de ali-
mentos
Algunos autores ven relación entre el
vegetarianismo y los TCA, considerando
al primero un factor de riesgo para sufrir
los segundos (70), como un mecanismo más
de control de la comida. La proporción de
vegetarianos entre la población ha aumen-
tado y alcanza en torno a un 5%, más
entre mujeres y clase social alta.
Dietas insólitas
En los países occidentales, se siguen die-
tas insólitas cada vez con más frecuencia.
Se desea consumir sólo alimentos natura-
les; tomar azúcar sin refinar y miel silves-
tre, sal de mar en vez de sal de mesa, leche
no elaborada —sin pasteurizar—, porque
se atribuyen a estos alimentos propiedades
que no están contrastadas. No son necesa-
riamente mejores, pero sí más caros. A
menudo, se trata de urbanitas acomoda-
dos. En general, los productos elaborados
son saludables y no suelen perder valor
Vigorexia
nutritivo, y muchas veces los que se ven-
den como preparados de vitaminas natu-
rales tienen sustancias sintéticas. Otra moda
muy extendida es la de consumir sólo pro-
ductos orgánicos o cultivados de forma
orgánica (ya comentado en la ortorexia),
lo que significa que no se han empleado
fertilizantes, pesticidas ni insecticidas, y que
se elaboran sin recurrir a aditivos quími-
cos. Pero esa separación no es total, pues,
por ejemplo, los productos orgánicos, como
el estiércol, tienen que desintegrarse en pro-
ductos inorgánicos para que las plantas pue-
dan absorber los nutrientes del suelo. La
carne llamada orgánica procede de anima-
les criados sin hormonas ni antibióticos.
Por otra parte, el empleo de plaguicidas
evita que grandes cantidades de alimentos
sean destruidos por plagas, insectos o micro-
bios. El coste de los comestibles cultivados
con métodos orgánicos resulta entre el 30
y el 100% más caro que con los métodos
no orgánicos. En líneas generales, se puede
afirmar que los alimentos orgánicos o natu-
rales no difieren de los demás en sus cua-
lidades nutricionales ni ofrecen mayores
beneficios para la salud. Hay que pensar
que hoy día es imposible alimentar a la
población con los métodos antiguos de pro-
ducción.
Dieta macrobiótica
Tiene cierta similitud con la dieta vege-
tariana y se relaciona con el budismo zen;
según ella existen 10 planes dietéticos que
pueden seguirse para alcanzar una vida sana
y feliz. En la dieta 3, por ejemplo, las pro-
porciones son: 10% de cereales, 30% de ver-
dura, 10% sopas, 30% productos animales,
15% frutas y ensaladas, 5% postres. En la
dieta 10, el 100% son cereales. Se va pro-
gresando de una a otra, eliminando diver-
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115
sos componentes y quedando al final ver-
duras y cereales. Se disminuyen las bebi-
das y se procuran alimentos de origen orgá-
nico; los frutos y verduras tienen que ser
secos. Las comidas se clasifican en yang
(principio masculino) y yin (principio feme-
nino), y se busca una relación entre ambos
que llegue a 5:1. En la dieta macrobiótica
se toman pocos azúcares, mieles y frutas,
porque se consideran del tipo yin. No exis-
te justificación científica para estas dietas,
algunas de las cuales son pobres en vita-
minas, minerales y proteínas de buena ca-
lidad.
Algunas modas son inocuas, pero otras
peligrosas. Cuanto más restrictiva es una
dieta, más probable es que carezca de cual-
quier aporte nutricional. Algunas extrava-
gancias en la comida pueden deberse a la
patología psíquica, como en pacientes psi-
cóticos o paranoides, que temen ser enve-
nenados o que les echen algo en los ali-
mentos, o bien atribuyen propiedades
extrañas a éstos, lo que les lleva a restrin-
gir el consumo de alguno, llegando a caren-
cias importantes; sin embargo, son capaces
de ingerir productos enlatados o frecuen-
tar restaurantes, dependiendo del conteni-
do delirante. Algunos esquizofrénicos cró-
nicos adquieren manierismos relacionados
con la comida, que se vuelve monótona o
extraña, como una manifestación más de
las alteraciones de la conducta. En el sín-
drome de Kleine-Levine se da una con-
ducta alimentaria alterada, con hipersom-
nia e hiperfagia, pero no existe preocupación
por la imagen corporal, peso o silueta. En
el síndrome de Kluver-Bucy aparece amne-
sia retrógrada, oralidad y conducta sexual
indiscriminada, debido a lesión bilateral
en hipocampo por tumores, infartos, ence-
falitis, anoxia o cirugía. En los pacientes
obsesivos, su afán de perfeccionismo y de
 116 La alimentación y sus perversiones: anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad
control puede llevarles a querer conocer
exactamente los componentes de los pro-
ductos y realizar dietas extrañas en fun-
ción de dicho intento de control. Algunos
depresivos no comen porque no tienen ga-
nas ni apetito, como tampoco las tienen
de salir o disfrutar.
Pica
La pica es el consumo en forma com-
pulsiva de sustancias no nutritivas, como
pelo, barro o piedras pequeñas. Aparece
sobre todo entre personas con retraso men-
tal, pero no siempre, y, en ocasiones, en
niños. La pica puede derivar en obstruc-
ción intestinal o intoxicación.
Rumiación
La rumiación es la regurgitación y remas-
ticación de los alimentos ingeridos que
vuelven a deglutirse. Se da sobre todo en
lactantes, pero también en otros casos, sobre
todo de retraso mental. La rumiación puede
aparecer asociada también a la anorexia y
a la bulimia nerviosas.
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