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ANALISIS DE LA FAMOSA SECUENCIA DE LA ESCALINATA DE ODESSA

EN “EL ACORAZADO POTEMKIN” DE EISENSTEIN 1

Introducción.- He elegido como motivo para este ejercicio de análisis cinematográfico


la famosa secuencia de la “escalinata de Odessa”, de la película “El acorazado
Potemkin” (1925), de Sergei Eisenstein, por tratarse del máximo ejemplo del montaje
de Eisenstein y una clara muestra del genio de su autor, que, con sólo 26 años, creará la
que posiblemente sea la secuencia más célebre de toda la Historia del cine, siendo la
película que la contiene también una de las más importantes de todos los tiempos,
incluida en repetidas ocasiones en las listas que los críticos han elaborado de las 100
mejores películas de la historia.

Dicha secuencia adquiere un valor simbólico, puesto que, teniendo en cuenta su


concepto del “montaje” elige imágenes específicas, relacionadas con un incidente o
circunstancia concretos, en este caso la matanza de personas inocentes, y ordenándolas
en una secuencia dinámica de contrastes, conflictos y movimientos, logra transmutar
una sencilla línea narrativa en una profunda experiencia emocional y una atrevida
declaración política. Hay que tener presente, en este sentido, que el episodio del
Potemkin reflejaba a la perfección la atmósfera de descontento y revuelta existente en la
Rusia zarista de principios del siglo XIX.

En Odessa, la imaginación de Eisenstein se inflamó cuando vio la famosa escalinata de


120 escalones por la que habían descendido los soldados zaristas disparando contra los
ciudadanos que habían acudido a contemplar el buque amotinado anclado en el puerto y
que pretendían subir hasta el palacio del gobernador.

La dificultad de realizar la filmación en otro lugar le llevó a Odessa y esto le condujo a


cambiar sus planes. Se olvidó del guión original de Nina Agadzhanova-Shutko, a quien
en un principio atribuía el propio Eisenstein buena parte de la fuerza original de la
película; buscó a los supervivientes y encontró dibujos de un francés que había sido
testigo de la masacre. Vemos que antes de filmar la secuencia se documentó a fondo
sobre los datos y circunstancias históricas del hecho. Acto seguido escribió un nuevo
guión (que adoptaba la forma clásica de tragedia en cinco actos) y redactó concisos
rótulos para acentuar el ritmo de la acción. El clímax del cuarto acto era la famosa
matanza en la escalinata de Odessa, de aproximadamente 7 minutos de duración.

Respecto a cómo se hizo el rodaje, hay que señalar que los medios técnicos con los que
contaban los técnicos de Eisenstein fueron sumamente primitivos (una tosca vagoneta
sobre unos irregulares raíles), pero dichas limitaciones se vieron superadas gracias a
toda una serie de experimentos originales. Las pantallas reflectantes fueron utilizadas
por primera vez en la Unión Soviética. El director de fotografía, Eduard Tissé utilizó la
fotografía desenfocada: en las escenas de masas se limitó a cambiar los objetivos de
lugar en lugar de volver a colocar la cámara, para no interrumpir la actuación de unos
extras sin experiencia. Algunos planos, como el del cochecito pasando por encima de
las manos de las víctimas caídas, se repitieron. Otros se repitieron con ligeras
variaciones que se implementaban de modo progresivo con el fin de acentuar el
dramatismo (pensemos, por ejemplo en los diferentes planos en que se va observando la
1
Este artículo es el resultado de un ejercicio para un curso a través de Internet
sobre El cine como recurso didáctico, que el autor realizó para el CNICE.
muerte de la madre del niño del cochecito). Se construyó una plataforma móvil, lo
suficientemente grande como para que cupiesen en ella la cámara, Tissé, Eisenstein y
sus ayudantes, moviéndola a lo largo de la escalinata para acompañar el descenso de las
víctimas, de los soldados o del cochecito.

Veremos, por otra parte, que el recurso a las escalinatas, como un ámbito que se presta
a un tratamiento especialmente dramático de la secuencia, y que gustaba al parecer a
Eisenstein, pues fue todo un hallazgo, no es exclusivo de esta película, porque en otra
película magistral de este mismo director, y me estoy refiriendo a Octubre, mostrará
también mediante otra escalinata un hecho trascendental en la historia de Rusia: la
subida de Kerensky al poder como jefe del gobierno provisional en julio de 1917. En
este caso es otra escalinata distinta de la de Odessa: la del famoso Palacio de Invierno.

Para realizar este ejercicio he utilizado toda la información que tenía disponible como
ha sido:

• El DVD “El acorazado Potemkin”, de Sergei Eisenstein, de producciones JRB


(de la colección “Orígenes del Cine”), del que he visionado la secuencia algo así
como 15 veces y he dedicado mucho tiempo a tomar notas de los diferentes
planos utilizando el efecto de cámara lenta que mi reproductor de DVD me
facilitaba.

• La Historia Universal del Cine, de Editorial Planeta, tomo 3º, páginas 266-271.

• Los apuntes impresos del curso que estoy realizando, de los que he extraído
algunas ideas básicas.

Hubiese podido recabar más información en Internet, pero no he tenido tiempo, y ver la
secuencia a cámara lenta para tomar nota de todos los pormenores me ha llevado tres
horas (¡y eso que eran sólo 7 minutos de secuencia! ¿y si hubiese tenido que hacer lo
mismo con la película entera?).

Escenas previas.- Para comprender bien esta secuencia hay que tener en cuenta las
secuencias previas, pues en la sintaxis cinematográfica la obra en su conjunto está
dotada de cohesión, de unidad, y es el recurso a los contrastes uno de los aspectos más
destacados del cine de Eisenstein.

La escena previa a la de la escalinata es aquella en la que las barcas se dirigen al


acorazado. La gente acude en tropel para contemplar el famoso acorazado (en el que,
según han oído, se ha producido un levantamiento), como si fuera un espectáculo
novedoso y llamativo. A las personas que van en barco hasta el acorazado, muchas de
las cuales llevarán comida a los marineros (es significativo y muy estético el momento
en que les entregan un ganso), hay que añadir las que quedan en tierra contemplando el
fenómeno desde la orilla. Lo más importante es que también aparecerán en esta escena
previa algunas de las personas que luego se verán en la secuencia de la escalinata y que
serán viejos conocidos del espectador de la película en ese momento clave que es la
matanza de la escalinata, con el fin de acentuar el dramatismo (pues no es lo mismo que
maten a alguien conocido que lo hagan con una víctima desconocida, esos son los
misterios del corazón humano, que se compadece más de aquellas personas que conoce,
porque son más “prójimo” que aquellas que están afectiva o emocionalmente alejadas
de él).

Quiero referirme en concreto al plano medio corto en que figura la mujer cuyas gafas
serán aplastadas por un culetazo de bayoneta en la secuencia de la escalinata, que aquí
se muestra, en esta secuencia previa, casi idílica, sonriente, buscando el contraste con lo
que vendrá después. Va acompañada de una chica que también sonríe dulcemente y que
podría ser su hija. Estos personajes y otros similares parecen saludar desde lejos a los
que van en las embarcaciones a husmear qué ocurre en las proximidades del acorazado.
La gente desde los barcos les pasa comida a los soldados amotinados, que se ven
envueltos en un auténtico baño de multitudes y arropados por el fervor popular.

En la escalinata en cuestión (y mediante un plano general lo podemos observar) se


agolpa la gente, así como a lo largo de la playa un gran gentío se pone a contemplar a
distancia las barcas que se aproximan al acorazado. Agitan pañuelos y echan sombreros
por los aires para expresar su júbilo y su apoyo a los marineros sublevados. Algunas
mujeres portan sombrillas. Una señora que lleva un enorme e historiado sombrero de
plumas, un velo y unas antiparras, se muda en símbolo de la alta burguesía, y contempla
con interés la escena. Acto seguido aparece en un plano medio la mitad inferior del
cuerpo de una mujer que va vestida de blanco, con una sombrilla también blanca, en la
escalinata en cuestión, y empieza a abrirla. Otra joven, también en plano medio corto,
gira alegre su sombrilla sobre el hombro y saluda. También aparece el mutilado que se
arrastra con las manos por carecer de pies y que cobrará cierta importancia en algunos
de los momentos de la secuencia de la escalinata. Este mutilado, que pertenece a los
estratos más bajos de la sociedad, se coloca delante de la imagen de la parte inferior de
la mujer burguesa de la sombrilla para subrayar simbólicamente la mezcla utópica de
clases sociales, que va a ser trastocada por la llegada de los soldados con las bayonetas
en la secuencia de la matanza de la escalinata. Cada personaje agita lo que tiene: la
mujer de las antiparras agita este objeto que es un signo de distinción y elegancia y que
la carga simbólicamente de prestigio; el mutilado agita su sombrero, pues no tiene otra
cosa que agitar para expresar su alegría.

Un detalle significativo: aunque en esta película el protagonista es colectivo, no hay


protagonistas individuales propiamente dichos, algunos de estos personajes que
aparecen esporádicamente van a cobrar una singular relevancia pues se van a cargar de
una trascendencia simbólica. Es lo que sucederá en la escena de la escalinata con dos
madres y sus dos hijos respectivos. Me estoy refiriendo a la madre y el hijo de la cesta y
también a la madre del niño del cochecito. Aquí en esta secuencia previa aparece este
personaje del niño de la cesta con su madre. Ambos están contemplando el ondear de la
bandera blanca en el mástil del barco, que su madre le indica con el dedo. Luego le coge
la cesta. Ambos saludan a los que están lejos en las barcas. Luego aparecen también en
plano medio una chica que agita en círculo su gorra, junto con su hermano pequeño, con
radiantes sonrisas, y saludando, mientras que detrás de ellos se perciben los gorros
lanzados al aire por la multitud y que van cayendo. Podemos señalar que toda esta
alegría dominguera y utópica de la muchedumbre se trocará de inmediato en desolación.
De ahí el contraste conscientemente buscado por el director para acentuar el
dramatismo.

DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DE LA SECUENCIA DE LA ESCALINATA.-


Debo decir para empezar que, aunque se trata de una película de cine mudo, y en el cine
mudo es frecuente el uso de rótulos o letreros, el director de la película hace un uso muy
parco de ese recurso de los rótulos. Pues en esta secuencia son muy escasos los rótulos
que aparecen. Eisenstein va a utilizar en esta secuencia la frecuente alternancia de
planos buscando el contraste (es lo que se llama “montaje de choque”). En general
puede decirse que los planos generales de alarma y confusión entre la gente van
intercalados con primeros planos de ojos atemorizados, bocas que gritan
silenciosamente, botas pisando un ramo de flores, un paraguas roto, cuerpos cayendo…
Insertadas en medio de esas imágenes de confusión generalizada se encuentran otras
más individualizadas y, en paralelo con todas ellas (lo que hace que se alargue
artificialmente el tiempo de la secuencia), los planos de los soldados en su implacable
avance, que veremos que pueden ser de varios tipos. Los pies de los soldados, que se
mueven mecánica y rígidamente, mostrados con precisión y disciplina militar según van
descendiendo los escalones, signo de deshumanización donde lo haya (¿se me nota
demasiado que soy antibelicista y antimilitarista?), contrastan visiblemente con el
desorden de la multitud que intenta escapar. Los planos detalle de rifles disparando se
intercalan entre otros de las ruedas del cochecito de un niño que va cayendo por la
escalinata una vez que la madre ha sido abatida a tiros por los soldados que siguen
avanzando. La muerte de la madre de este niño del cochecito, que agoniza en una
patética escena, contribuye a que la sensación de desamparo creada con el símbolo del
cochecito cayendo fatídicamente por la escalinata sea extraordinariamente eficaz. El
ritmo va acelerándose gradualmente hasta alcanzar un “crescendo” de muerte y de
catástrofe.

Eisenstein va a utilizar en esta famosa secuencia el llamado “montaje de atracciones”.


Él plantea las combinaciones de planos como conflictos que generan una respuesta
emocional en el espectador. Una vez que a su juicio se logra ese choque emocional que
ha buscado se produce la sensibilización acerca del problema abordado. El montaje de
esta secuencia quedará como un modelo de planificación a partir de multitud de
fragmentos intervinculados, y que a diferencia del cine americano no tiene en cuenta
factores como el eje de relación, la continuidad o el salto progresivo entre planos,
primando el ritmo y el choque para acentuar la noción de conflicto. Por eso hablamos de
montaje de choque para referirnos a esa yuxtaposición de planos que busca el contraste.
También puede hablarse de montaje intelectual por la carga simbólica que adquieren
determinados elementos (las imágenes trascienden lo narrado para expresar conceptos
más elevados). Un ejemplo de ese proceso de simbolización lo percibimos en el niño del
cochecito, que se convierte en el paradigma de víctima inocente, o en la anciana de las
gafas (que al final de la secuencia aparece con las gafas rotas y la cara ensangrentada
por el culetazo de una bayoneta de un soldado zarista), que viene a encarnar la
esperanza del pueblo aplastada. Estos factores simbólicos enriquecen la sintaxis fílmica
y confieren nuevos significados superpuestos a los que se ofrecen a primera vista.
También poseen un siniestro carácter simbólico las sombras de los soldados sobre el
cuerpo de la mujer de la cesta muerta con su hijo atravesado sobre su pecho, que
adquieren auténtico valor metafórico.

Veremos, por todo ello, que Eisenstein busca unir fondo y forma, que el mensaje
revolucionario vaya vinculado a una estética que provoque esa misma sacudida en los
espectadores. Logra con la rápida sucesión de planos en el montaje (unos 120 en poco
más de seis minutos) darle a la secuencia un ritmo nunca visto hasta entonces. Es, por
consiguiente, el montaje el que suscita un tiempo fílmico dado, dilatando el tiempo real
de acuerdo con las emociones y sensaciones que quiere provocar en los espectadores.
La abundancia de planos detalle (pensemos, por ejemplo, en la obsesiva presentación de
las ruedas del cochecito, o en las puntas de las bayonetas disparando, o las botas de los
soldados moviéndose a intervalos regulares…) hacen tomar conciencia al espectador de
la dinámica que está en juego en esta secuencia y de los valores que nos transmite. Las
líneas de composición oblicuas se percibe en las bayonetas inclinadas en diagonal hacia
abajo mientras los soldados avanzan por la escalinata, o en los cuerpos sesgados de las
víctimas que a veces atraviesan también en diagonal el campo visual (pensemos, por
ejemplo en el cuerpo del niño de la cesta).

Ni que decir tiene que a la vista de tantos cambios de plano en esta secuencia el estilo de
montaje de Eisenstein responde al prototipo del llamado estilo formalista o rupturista (y
no al del llamado naturalista o clásico).

DESCRIPCIÓN PORMENORIZADA.- La secuencia se inicia con un rótulo que reza


“De repente”. Se ve una mujer asustada en primer plano agitando la cabellera y sin que
se le vean los ojos, pero con la boca expresa el grito. Acto seguido se ve en un plano
general corto al personaje del mutilado bajando la escalera con las manos junto a la
mujer del vestido blanco y a la de la sombrilla blanca con motivos geométricos. La
sombrilla se va aproximando a la cámara hasta ocupar por completo el campo visual en
un plano de detalle que nos permitirá, además de ser un juego vanguardista, observar
muy de cerca los adornos de la tela de la sombrilla sin poder ver otra cosa. A
continuación se ven los escalones grandes que flanquean la escalinata a modo de
barandillas exteriores a la izquierda. Por dichos escalones se ve bajar al mutilado
ayudándose de sus manos mientras a ambos lados de él va bajando gente. Todavía no
han aparecido los soldados pero la agitación y la sorpresa de la gente que va
descendiendo viene a ser todo un síntoma de lo que se avecina.

El mutilado gira sobre sí mismo para indagar qué es lo que sucede y sigue bajando
gente junto a él. A continuación aparece un plano general en el que van a mostrarse los
soldados por vez primera. A la izquierda hay una estatua negra, de un metal brillante, de
un militar zarista. Y a la derecha empiezan a verse avanzar las gorras blancas de los
soldados del zar que portan sus bayonetas. A la mitad del campo visual se distingue el
comienzo de la escalera por donde el gentío va descendiendo. A lo lejos, muy al fondo,
se perciben una iglesia y otros edificios. Los soldados avanzan de modo regular y
uniforme y empiezan a bajar la fatídica escalera con un avance que veremos arrollador.
En seguida se ve un plano medio de dos personajes que bajan a gran velocidad y una
mujer que estaba sentada en la escalinata se levanta y echa a correr bajando hacia la
izquierda y saliendo del campo visual.

A continuación aparece un plano general de la escalera vista desde abajo y la multitud


va bajando de manera enteramente caótica (como lo demuestra el hecho de que algunos
en lugar de descender vayan hacia los lados en sentido transversal perpendicular al
descenso generalizado en un sálvese quien pueda). Algunos bajan los escalones de
cuatro en cuatro… ¡Pies para qué os quiero, que lo que está en juego es la vida! Se ve
luego un plano de detalle de los pies de un hombre de pantalones remendados y que cae
abatido quizás por una bala de los soldados; después se ve a otro hombre que cae al
resbalarse. Otro cae en horizontal sobre un escalón en un plano general corto mientras
detrás va bajando un niño y otro hombre detrás de él ha caído. El niño se sienta en
medio de los dos hombres. Sigue otro plano general de personas descendiendo la
escalinata. Vuelve a mostrarse al niño junto al hombre caído en un plano medio. La
gente a continuación va bajando por el rellano de la escalera por encima de un par de
cuerpos caídos.

Una vez iniciada esta sucesión de planos vamos a ver que Eisenstein va alternando los
mismos tipos de planos una y otra vez para lograr que el espectador monte en su
imaginación la secuencia. Vuelve a aparecer de nuevo la escalera vista desde arriba con
la estatua del militar y una segunda fila u oleada de soldados que va descendiendo
detrás de la anterior. Aparece a continuación un plano general corto de figuras que
conforme van bajando en algún caso miran hacia atrás, como preguntándose qué sucede.
Curiosamente, y de un modo magistral para la precariedad de medios, la cámara va
descendiendo con los personajes de la multitud (travelling).

Después se ve un plano tres cuartos de dos mujeres que están junto a alguien postrado o
abatido, inclinado sobre algún escalón. Estas mujeres expresan en su rostro el miedo y
la sorpresa y son un ejemplo de fraternidad en la desgracia.

Se ve a continuación una imagen de la escalera vista desde el lado exterior derecho y la


gente, en un plano general corto, va descendiendo la escalinata mientras al fondo se ven
casas y en primer plano un árbol. Un niño pega un salto desde uno de los escalones
grandes y se sale de la escalera sin seguir bajando. Acto seguido se ven varios planos
medios cortos de personas (entre ellos un anciano) que están como agazapados,
asustados, esperando no se sabe bien qué… o resguardándose de lo que intuyen que se
avecina. Eisenstein juega con el impacto visual y emocional que produce ver caer a
algunas de estas personas en estos planos medios, abatidos por los disparos de los
soldados.

De modo reiterativo pero enormemente eficaz vuelve a verse a los soldados desde
arriba, en el plano general de la estatua, y los disparos se significan visualmente
mediante el humo (único recurso disponible en una película muda para hacer ver que las
bayonetas disparan…). Una pobre anciana en un plano medio corto ve caer a la persona
que tiene al lado abatida por un disparo y también su sombrero cae de su cabeza (se
supone que debido a otro disparo) sin que ella sufra daño aparente.

La cámara se sitúa ahora en la parte derecha de la escalera y sin moverse dicha cámara
vemos descender a la gente. En un primer plano de la cabeza del anciano que está
tumbado de espaldas agazapado, vemos descender las piernas de algunos que van
bajando. Nuevo plano general de la escalera en el que observamos cómo caen muchas
personas aquí y allá uniéndose a las que ya han caído y formando en algunos casos
pequeños amasijos o montones de cuerpos que son la viva imagen de la desolación. De
nuevo aparece el anciano del plano anterior llevándose las manos a la cabeza en un
primer plano, para protegérsela.

Se ve luego un plano general corto de la escalera vista desde el lado izquierdo, mientras
la gente va descendiendo y la cámara en travelling va bajando con ellos.

El niño que en la escena previa a esta secuencia aparecía con una cesta acompañado de
su madre va a protagonizar aquí una de las anécdotas más trágicas de esta secuencia.
Aparece ahora bajando la escalera de la mano de su madre antes de ser el arquetipo de
víctima inocente donde las haya (pues une a su condición injusta de víctima la doble
injusticia de ser además un niño).
Se ve entonces un plano general de los soldados disparando con las armas en diagonal
que subrayan el carácter descendente de su marcha en esta marea de muerte que va
bajando. En la esquina inferior derecha del campo visual el humo de los repetidos
disparos alcanza su paroxismo. Se ve luego un plano americano de la mujer de la cesta y
de su hijo. El niño en un momento dado va cayendo por las escaleras hasta quedar
tumbado hacia delante bocabajo en una posición lastimosa, se supone que tras haber
sido alcanzado por algún disparo. El efecto es enormemente dramático, puesto que
ambos personajes nos eran familiares, nos toca la fibra sensible. Lo más llamativo de
todo es que la madre en un primer momento no es consciente de lo que le ha sucedido a
su hijo y a continuación se percibe cómo dicha madre en un plano general corto va
bajando la escalera con su cesta sin volverse a recoger a su hijo, pues en el marasmo de
los acontecimientos no siente la ausencia del hijo. Para acentuar el dramatismo, aún más
si cabe, Eisenstein usa de un primer plano del niño de la cesta en gesto de dolor y un
grito silente subraya el momento crítico de dicha escena. A continuación nuevo plano
general corto del gentío bajando la escalera, con travelling de la cámara en descenso. La
madre del niño, que se muestra a la izquierda, va a tomar conciencia de la ausencia de
su hijo y se gira para mirar hacia atrás. Se ve un primer plano de la cabeza de la madre,
que lleva sendos pendientes de aro en las orejas, y que con el ceño fruncido mira y
descubre a su hijo malherido, escapándose entonces un grito silente de su boca de madre
afrentada. Acto seguido, primer plano del niño en un gesto intenso de dolor crispado y
gritando. Está lleno de sangre que baja a chorros desde su cabeza y le salpica la camisa
y los brazos. Con su brazo derecho extendido, antes de abatir la cabeza, reclama el
auxilio de la madre y quizás una justicia imposible. Nuevo primer plano de la madre
gritando con los ojos casi desencajados de dolor y que se lleva las manos a los pómulos
muy expresivamente antes de mesarse los cabellos. Este plano es sustituido por otro del
niño tumbado bocabajo en la escalera y por encima del cual se observan las piernas de
diversas personas que van bajando y saltan por encima, sabiendo que no es momento de
socorrer a los caídos sino de salvar la vida. Nuevo primerísimo plano de la madre en un
gesto facial muy expresivo de horror y ojos ya claramente desencajados de pánico. La
imagen en plano general muy corto de la escalinata y de la gente descendiendo es
seguida por otra imagen en plano medio corto de la parte inferior del cuerpo del niño en
diagonal. Se ve entonces, como signo de barbarie suprema, que el cuerpo del niño es
pisoteado por un soldado que baja incrustando su bota en el tobillo de este niño. A esto
sigue un plano de detalle de la mano del niño que es aplastada por la bota de otro
soldado que desciende. Como vemos Eisenstein no ahorra al espectador detalles
desagradables en su afán didáctico de suscitar determinadas emociones en la persona
que contempla la película.

Nuevo plano general muy corto de la escalinata con la muchedumbre descendiendo, al


que sucede un plano medio muy corto del niño postrado y ensangrentado, del que sólo
se ven las manos y la cabeza además de la camisa salpicada de sangre. La bota
todopoderosa e inmisericorde del soldado vuelve a pisotearle la mano en un frío alarde
formal de insensibilidad. Y en ese momento se ve como el cuerpo del niño se mueve; a
continuación sale otro primer plano en que el niño es pisoteado por otros pies,
femeninos en este caso, que están descendiendo la escalera. Nuevo primer plano de la
madre horrorizada al que sigue un plano medio corto de la madre mesándose los
cabellos de dolor y con expresión desencajada. Se va acercando a la cámara hasta que la
parte superior de la cabeza ocupa todo el campo visual. Vemos como la sintaxis fílmica
de Eisenstein en esta secuencia se construye mediante la repetición insistente de planos
que se van alternando, mostrando un paralelismo entre dichos planos y una
simultaneidad cronológica que alarga el tiempo real y crea un tiempo psicológico
dilatado.

A lo anterior sigue un plano americano de gente bajando la escalera de forma caótica y


abigarrada, como no puede ser menos en estos instantes de pánico generalizado. En otro
plano tres cuartos se ven unas personas que curiosamente suben en vez de bajar, pues
van a intentar hacer desistir a la madre de que suba; se trata de un grupo de tres o cuatro
mujeres y todo sucede muy rápido, pues muy pronto desisten del intento, porque quizás
se dan cuenta de que la decisión heroica de la madre de ir al rescate de su hijo es
inamovible. De estas mujeres una mujer vestida de blanco, que contrasta con las otras
que van de negro, se gira y sigue bajando. Las otras también abandonan a la madre y
siguen el descenso. La madre, en cambio, fiel a su propósito va acercándose a su hijo
malherido. Se ve un primer plano del niño caído ya utilizado antes (cabeza y manos con
camisa ensangrentada en diagonal). Nuevo plano general de la escalinata antes del cual
se ha visto a la madre inclinarse a coger a su hijo. A ese plano sigue un plano americano
en que se ve a la madre coger a su hijo en brazos y va subiendo contracorriente la
escalera al modo majestuoso de las vírgenes antiguas que llevaban piadosamente a
Cristo muerto en los brazos (recordemos la Pietà de Miguel Ángel). La imagen es de
una extraordinaria expresividad y es de las más conmovedoras de la secuencia pues en
este instante Eisenstein contrapone la debilidad de la madre inerme ante el avance de los
soldados y la pétrea y mecánica insensibilidad de estos en su descenso.

Sigue luego un plano general de la escalera en abigarrado caos (aquí alcanza su


“crescendo” el desorden del gentío). Plano americano de algunas personas que están en
el margen de la escalinata. Una de estas personas es, significativamente, la mujer a la
que al final de la secuencia, como complemento a la brutal inmolación del niño muerto,
un soldado le aplastará las gafas con la irrupción de la culata de la bayoneta sobre la
cara. Dicha mujer aparece en un primer plano con expresión de dolor sosteniendo con
las manos la parte inferior del pañuelo que lleva en la cabeza. Imaginamos que más que
dolerse de sí misma se compadece de las víctimas.

Otro plano americano de la madre subiendo la escalera con el hijo moribundo y que se
vuelve hacia atrás girando para continuar luego la subida. Y nuevo plano americano de
la mujer de las gafas con los brazos abiertos y girándolos. Se ve entonces uno de los
escasísimos rótulos que aparecen en esta secuencia, que indica “Vamos a decirles que
abandonen” (se supone que a los soldados que disparan). Nuevo plano general corto de
la escalera y a continuación un plano americano del grupo de mujeres que se propone
sugerir a los soldados que deserten. Varias personas se aglutinan expresivamente, en un
plano medio corto, en torno a la imagen de la mujer de las gafas, que al final de la
secuencia, al ser aplastada por la bayoneta del soldado, se convertirá en todo un símbolo
de desesperanza. Todas las cabezas se giran mirando a esta mujer que encarna la
esperanza del pueblo aplastado por los soldados zaristas, esperanza que se revelará
vana. Primer plano del rostro de esta mujer y otro primer plano de las caras que la
miran, que se giran luego en sentido contrario al sentir la proximidad terrible de los
hieráticos soldados que avanzan mecánicamente como robots. Plano tres cuartos de los
soldados bajando la escalinata, que, conforme van descendiendo, se convierte en un
plano general corto. Plano medio corto de la madre con el niño muerto en brazos
dirigiéndose a los soldados para pedirles que detengan la matanza. Primer plano de la
anciana agazapada acompañada por otra mujer que pasa a primer plano con una mirada
de pánico, mientras desaparece del campo visual la cabeza de la anciana. Nuevo primer
plano de la mujer de las gafas. Nuevo primer plano de la mujer que acompaña a la
anciana, de la cual se acaba viendo un plano de detalle de su caída y luego un plano
medio corto de esta chica joven junto a un anciano. En la confusión todos se agitan
buscando una salida y los personajes se mueven caóticamente.

Otro plano americano de estos personajes agrupados en torno a la anciana de las gafas
nos los muestra levantándose para salir de la escalinata por el margen, incluyendo a un
hombre que va con muletas y que nos recuerda al mutilado que se desplazaba con las
manos al comienzo de la secuencia. Este tipo de personajes acentúa el patetismo de la
secuencia por su mayor dificultad para moverse, pese a la urgencia de la necesidad de
salir de allí. Plano general corto de los soldados disparando de nuevo. Nuevo plano
general de la escalinata y de la muchedumbre bajando.

Nuevo plano medio corto de la madre con el hijo en brazos, del que se perciben las
manchas de sangre en la camisa, mientras va subiendo valientemente (diríamos en rigor
temerariamente) hacia los soldados, al tiempo que exhibe a su hijo como un frágil tesoro
que le están arrebatando.

Plano medio corto del grupo de mujeres agrupadas en torno a la anciana de las gafas.
Los personajes de ese grupo alzan los brazos expresivamente, como pidiendo clemencia
a los soldados. Nuevo plano medio corto de la mujer con su hijo muerto en brazos, que
va vociferando o gritando a tenor de los gestos faciales (de nuevo el recurso al grito
silente, símbolo de impotencia donde los haya, porque hay gritos que suenan en el
desierto).

Plano general corto del rellano de la escalinata en el que se observan las sombras
alargadas de los soldados y sus bayonetas y al fondo los cuerpos tendidos de varias
víctimas de la matanza. Las sombras van avanzando y aparecen los soldados en
formación desfilando con las bayonetas enristradas. Pasan por encima de los cuerpos
tendidos y siguen descendiendo la escalinata, administrando a su paso la muerte a los
que se van cruzando en su camino. Plano general de la escalinata con varios amasijos
informes de cuerpos de víctimas tendidas a derecha e izquierda. Desde la parte del
espectador avanza hacia delante la madre con el niño en brazos, que al principio se ve
en plano medio corto. Mientras se ve a los soldados descendiendo, la madre al fondo,
como contraste, va subiendo la escalinata con el hijo a cuestas flanqueada a ambos lados
por los cadáveres de las víctimas en lo que parece un auténtico cementerio improvisado.
La escena es desoladora y aparece en pantalla un rótulo que reza “No disparen”,
mientras aparece un plano medio corto de la parte inferior del cuerpo de los soldados
descendiendo la escalera y pasando por encima de algunos cuerpos. Se sugiere así la
cercanía de los soldados a la madre con el niño muerto. Plano general corto de la madre
subiendo la escalera y cuya sombra se alarga al fondo. La cámara va retrocediendo en
“travelling” hacia atrás mientras la madre va subiendo hasta llegar al punto crucial en
que su figura pisa las sombras de los soldados. Uno de ellos tiene el sable levantado
amenazadoramente. Ante ellos suplica la madre y se ve en pantalla un rótulo que dice:
“Mi niño está malherido”. Creo que nos hallamos ante uno de los momentos
culminantes de la secuencia, donde alcanza su primer clímax. La mujer sigue subiendo
mientras la cámara va retrocediendo y nos muestra un plano tres cuartos de algunos
soldados. Destaca aquí la maestría de Eisenstein en el tratamiento de la anécdota, que le
confiere un extraordinario dramatismo. Se ve a continuación un plano medio corto del
grupo de suplicantes, que con las manos alzadas demandan clemencia de los soldados,
como si se tratase del coro de una tragedia griega. Este grupo va subiendo también
lentamente, como reforzando tenuemente la posición de la madre que suplica ante los
soldados.

La situación se resuelve trágicamente con un nuevo plano medio corto de los soldados
de espaldas a la cámara, que disparan a la mujer con el niño en brazos de modo brutal e
inmisericorde, sin el más leve asomo de compasión. La maquinaria de la muerte no se
detiene y sigue avanzando. Plano americano de la madre cayendo tras disparar los
soldados. Acto seguido aparece una imagen en plano general corto de unas personas
corriendo, mientras en primer plano surgen imágenes de caballos que pasan a gran
velocidad, en sentido contrario al de las personas que corren, todo ello situado en lo que
se supone que es el final de la escalinata. Vuelve a aparecer la imagen de la madre en
plano americano cayendo, mientras los soldados avanzan inamovibles. La madre cae
finalmente de espaldas y el cuerpo de su hijo queda atravesado encima de su pecho,
mientras las sombras siniestras de los soldados, auténtica metáfora visual, se funden con
su imagen yacente. Se ve luego un rótulo que reza “Los cosacos”, referido a los
soldados que al final de la escalinata, abajo, persiguen al gentío a caballo.

La secuencia de la escalinata de Odessa alcanza su “pathos” culminante con la anécdota


del cochecito, máximo símbolo del desamparo ante la insensibilidad criminal de los
soldados. Nuevo plano tres cuartos de las personas del gentío corriendo y de los
caballos desplazándose en sentido contrario. Luego plano general de la escalinata donde
la muchedumbre se ve atrapada entre dos frentes: los soldados que están llegando desde
arriba con las bayonetas al final de la escalinata, por un lado, y los cosacos a caballo en
la parte de abajo, por otro. En este plano general de la parte final de la escalinata se ve a
los cosacos a caballo desfilar de derecha a izquierda y algunos de ellos atacar a la
multitud.

Nuevo plano medio corto de los soldados de las bayonetas disparando a la multitud. Se
transforma luego, conforme avanzan, en un plano general, y van dejando atrás algunos
cuerpos caídos como macabra cosecha de muerte estos segadores de vidas.

Se ve luego un plano general corto de la multitud saltando enloquecida unas verjas en el


espacio que hay al final de la escalera. Aparece nuevamente la mujer de las gafas en un
plano general corto junto a una farola y acto seguido un plano de detalle de las puntas
de las bayonetas que atraviesan en diagonal el campo de la imagen, como manifiesta
metáfora visual de la violencia, mientras los soldados siguen disparando. Nuevo plano
general corto del grupo de la mujer de las gafas junto a la farola. Algunos de ellos caen
al suelo patéticamente de resultas de los disparos mientras que a la mujer de las gafas,
que parece que Eisenstein se reserva artificialmente para el final de la secuencia (hay
que saber distribuir los recursos para lograr la máxima eficacia expresiva), no le sucede
nada de momento, sale ilesa. Plano tres cuartos de los soldados avanzando de perfil con
las bayonetas. Plano tres cuartos del cochecito que caerá por la escalinata acompañado
de la madre del niño que va en dicho cochecito y de otras personas que siguen
avanzando. En un momento dado la madre del niño mira horrorizada hacia atrás, como
adivinando lo que se le viene encima. Mientras varias personas siguen pasando,
sorteando el obstáculo del cochecito, la madre, que va vestida de negro como una viuda
antigua, pone ojos de loca. Nuevo plano general corto de los soldados bajando la
escalinata de perfil. Primer plano de la cabeza de la madre del niño del cochecito, que
lleva un velo negro y muestra profundas ojeras en los ojos y un rictus trágico en el
rostro y en la mirada. Se muerde los labios y abre luego la boca quizás para gritar,
consciente de la trascendencia de ese instante y de sus consecuencias. Primer plano de
la cabeza del niño llorando en el cochecito, y sus bracitos están gesticulando mientras
las manos próximas de la madre se agitan en el espacio próximo a la cabeza del niño.
Plano tres cuartos de la madre con el cochecito y las personas que van pasando a toda
marcha en su huida. Nuevo plano medio corto de los soldados avanzando. Primer plano
de la cabeza de la madre, que pone una mirada de pánico y hace como que grita. Primer
plano de las escaleras, por donde avanzan las botas siniestras de los soldados. Primer
plano de las bayonetas disparando. Nuevo plano de los soldados de cuerpo entero
alineados de perfil disparando con las bayonetas inclinadas en diagonal hacia la esquina
inferior derecha.

Nuevo primer plano de la cabeza de la madre del niño del cochecito, que parece estar
rezando, mirando al cielo con ojos llorosos en señal de súplica, y que cierra luego los
ojos y empieza a desplazarse hacia atrás (se supone que después de haber recibido el
impacto de los disparos). Plano de detalle de las ruedas del cochecito que están al borde
del escalón. Primer plano de la cabeza de la madre hacia atrás en un rictus de dolor y va
girando lentamente hasta que abre los ojos. Plano de detalle del cinturón. Se lleva las
manos a dicho cinturón como agarrándose el vientre donde supuestamente habrán
penetrado las balas de los soldados. Nuevo primer plano de la escalinata al fondo, con
los cosacos en la parte inferior del campo visual. Nuevo plano detalle de las manos de la
madre del niño del cochecito junto a la hebilla del cinturón, tintas en sangre. Primer
plano del torso de la madre, con los brazos, las manos y el cinturón. Primer plano de la
cabeza de la madre agonizante con los ojos expresando dolor y llorosos, que se van
cerrando mientras ella se va desplomando hacia abajo hasta que desaparece del campo
visual. Primer plano del torso de la madre que va descendiendo hasta que aparece un
plano medio corto de esta, que va cayendo, y se ve la imagen del niño en el cochecito y
un hombre que pasa. El niño, en plano tres cuartos, sentado en el cochecito, llora y agita
las manos -viva imagen del desamparo- mientras la madre cae dramáticamente al suelo.
Plano detalle de las ruedas del cochecito al borde del abismo.., perdón, de la escalinata.
Van avanzando lentamente hacia delante, hasta situarse justo al borde del escalón.
Nuevo plano medio corto de las piernas de los soldados-verdugos descendiendo por la
escalinata. Plano tres cuartos de los soldados de perfil avanzando con las bayonetas.
Plano medio corto de la madre desplomándose con las manos ensangrentadas en el
vientre y un rictus de dolor. Al caer le da con el codo al cochecito, que empieza a caer a
su vez por la escalinata. Plano de detalle de las ruedas del cochecito empezando a caer
por los escalones. Gran plano general de la escalinata, con dos filas de soldados con sus
bayonetas disparando (imagen muy expresiva de la violencia que entraña el ejercicio de
un poder no democrático). Plano general de la parte inferior de la escalinata vista desde
abajo, con los cosacos atacando a los que descienden. Plano tres cuartos de las verjas.
Plano medio corto de la madre desplomándose definitivamente (¡por fin…!), mientras el
cochecito inicia su “descensus ad inferos” por la escalinata en plano de detalle de la
parte delantera, con el niño dentro, y otro plano de detalle de las ruedas traseras que
coincide con la imagen de la cabeza de la madre postrada en el suelo muerta. Plano
medio corto de la imagen de la anciana de las gafas chillando de desesperación (grito
silente). Plano tres cuartos del cochecito con el niño dentro bajando la escalinata,
mientras la cámara acompaña al cochecito en travelling, descendiendo con él. Estamos
en el momento cumbre de la secuencia, en que el cochecito cayendo quedará como
suprema imagen del desamparo y subrayará la trágica injusticia cometida.
Plano general corto de la escalera con el cochecito descendiendo en diagonal de
izquierda a derecha. Otro plano general corto de una imagen análoga con la cámara más
alejada. Plano general de los cosacos atacando al gentío en la parte inferior de la
escalinata. Plano medio corto de la mitad superior del cuerpo de la madre muerta
postrada en el suelo. Plano tres cuartos del cochecito descendiendo con el niño dentro y
los cuerpos de las víctimas de la matanza alrededor como macabro cortejo en el
descenso. Primer plano de la mujer de las gafas con cara de dolor exacerbado y tristeza
abrumadora. Plano detalle de las ruedas del cochecito descendiendo y pisando manos y
sombreros de gente caída (la cámara lo acompaña en travelling). Primer plano de la
cabeza de un hombre horrorizado. Plano general corto de las verjas del espacio próximo
al final de la escalinata y un hombre junto a una víctima. Nuevas imágenes en ese
mismo plano de personas saltando las verjas en su huida y de los cosacos atacando a la
multitud detrás de las verjas. Nuevo plano tres cuartos del cochecito caminando solo
con el niño dentro (esta vez por un terreno llano). Nuevo plano del hombre horrorizado.
Nuevo plano de detalle del cochecito bajando la escalera y la cámara en travelling
acompañándolo. Primer plano de la cabeza del niño dentro del cochecito. Nuevo plano
de detalle de las ruedas del cochecito bajando. Nuevo primer plano de la cabeza del niño
en el cochecito balanceándose. Primer plano de las puntas de las bayonetas y de las
botas de los soldados rematando, con los disparos de las bayonetas, a las víctimas caídas
en el suelo. Plano de detalle de las ruedas del cochecito que va cayendo. Primer plano
de la cabeza del hombre horrorizado, cada vez más crispado y gritando (grito silente).
Primer plano del niño dentro del cochecito balanceándose. Plano tres cuartos del niño
cayendo dentro del cochecito y a punto de volcar. Esta es la última imagen que tenemos
del cochecito. Primer plano de un soldado dando un golpetazo con la bayoneta a la
anciana de las gafas. Nuevo primerísimo plano de la cabeza de ese soldado donde se
revela todo el odio que pone en su gesto. Primer plano de la mujer de las gafas
exhibiendo las gafas rotas y la cara llena de sangre tras haber sido brutalmente golpeada
por el soldado. Fin de la secuencia.

© Juan Francisco Cañones


Castelló

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