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ISRAEL REGARDIE
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Los cabalistas consideran a las diez Sephiroth y a los Senderos como
una unidad indivisible, para formar lo que se denomina “Adan
Kadmon”, o el Hombre Celestial. Podemos suponer que las Sephiroth
son los principios cósmicos operativos en el macrocosmos –
universales-, y de acuerdo con esto, ya que “Lo mismo que es arriba
es abajo”, tienen su reflejo en el hombre como particulares. En este
capítulo se intentará correlacionar a las Sephiroth con los principios
que hay en el hombre, y nos esforzaremos en trazar correspondencias
y paralelismos entre diversos sistemas de psicología mística. Si el
estudiante recuerda perfectamente algunas de las importantes
atribuciones dadas en los dos capítulos anteriores tendrá muy pocas
dificultades para comprender lo que sigue.
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En su análisis del hombre, los cabalistas encontraron que, mano a
mano con el cuerpo físico, el hombre tenía una conciencia-deseo
automática, o formadora de hábitos, que le daba ímpetu y voluntad
en ciertas condiciones. Se cuidaba de las funciones de su organismo al
cual raramente se prestaba atención consciente, tales como la
circulación de la sangre, el latir del corazón, y los involuntarios
movimientos del diafragma que producen la inspiración y espiración
de la respiración. También notaron la facultad e la razón y de la
crítica, el poder por el cual un hombre va desde las premisas a la
conclusión. Y, por encima y más allá de todo esto, estaba la entidad
espiritual que usaba este cuerpo, que utilizaba este deseo y esta
conciencia racional.
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alguna forma con la “Neschamah” por lazos espirituales y
magnéticos. Isaac Myers tiene unas referencias muy interesantes que
hacer a este respecto. Dice que por devoción, la voluntad mágica
elevará la Neschamah hasta su Zureh, uniéndose entonces. “El alma
superior prototípica se excita y, por influencia mística, se encadena
entre sí.” Esta idea cae dentro del misticismo de la Cábala, donde la
doctrina del éxtasis juega un papel determinante, y pertenece, por
tanto, a un capítulo posterior.
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Esta aparente oscuridad puede clarificarse de forma considerable: la
Heh final es la Nephesch o subconsciencia. Normalmente, la mente
consciente de uno, Vau o el Hijo, está en conflicto terrible con el sí
mismo subconsciente, y el resultado es la confusión y desorganización
de toda la conciencia. El primer objetivo de una persona debe ser
reconciliar el ego consciente con la mente subconsciente, y situar el
factor de equilibrio entre dos. Esta idea es elaborada por Jung en su
comentario a “El Secreto de la Flor de Oro”, de R. Wilhem. Cuando
esta fuente corriente de conflicto ha desaparecido, o, como este viejo
simbolismo dice, cuando Vau y la Heh final se han casado, uno está en
posición de obtener el Entendimiento, que es Binah, la primera Heh,
y la Madre. Desde el Entendimiento que es Amor, puede surgir la
Sabiduría. La Sabiduría es Y, el Padre, Chokmah. Con la unión en
uno mismo de la Sabiduría y el Entendimiento, puede adivinarse el
propósito de la vida, y también el objetivo previsto al final de la
misma, y los pasos que conducen a la consumación de la Unión Divina
pueden establecerse sin peligro, sin miedo y sin los conflictos
corrientes de la personalidad.
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Su clasificación hacía del hombre una entidad que poseía seis
aspectos diferentes. No debe creerse tontamente que Rabbi Azariel
suponía que estas seis divisiones del hombre podían separarse y
cualquiera de ellas ser apartada. Las seis divisiones son únicamente
aspectos de “una” entidad cuya naturaleza es la conciencia. El
Hombre, como un todo, comprendiendo sus diversas funciones y
poderes y las Sephiroth son una Unidad Integral.
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cuando es redimido constituye el mayor poder posible para lo bueno.
“Más abajo” del hombre real existe esa parte de él que es perecedera
–el denominado sí mismo inferior-. “Más abajo” e “inferior” se usan
claramente en un sentido metafísico, y el lector no debe imaginar que
las partes del hombre enumeradas aquí están sobrepuestas unas con
otras como, por ejemplo, las capas de una cebolla. Todas están
interpretadas entre sí, y ocupan la misma posición por lo que se
refiere al espacio exterior. El aforismo de Madame Blavatsky referido
a los cuatro mundos encaja aquí perfectamente; estos diversos
principios están en “coadunitio” pero no consustancialidad.
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sensaciones, percepciones y pensamientos, emociones y deseos.
Blavatsky llama a este pirncipio Manas, o mejor dicho, Manas
inferior –ese aspecto del Manas “más próximo” a la naturaleza
kármica-, y en el Vedanta se conoce como el Manomayasoka o la
Envoltura Mental; el Raja Yoga incluye en él varias de las
características de la Nephesch, llamándole el Sukshmopadhi o cuerpo
sutil. Su chakra astral es el Anahata, que está en, o cerca, del corazón
físico.
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asunción de que la “Ruach” es el aspecto inferior del Pensador se ha
visto corroborada por la historia de la filosofía. Para el análisis de la
esencia del intelecto se muestra tan inaccesible como lo es la
naturaleza de los cuerpos externos, y algunos filósofos, observando
este hecho y la experiencia de que la mente no era sino una sucesión
de estados de conciencia y una aparición asociada de varias
relaciones, consideraron que la existencia del Alma no estaba
probada –confundiendo la idea de un Alma con el instrumento que la
mente usa-. Hume y Kant demostraron su inherente naturaleza
autocontradictoria, pero el primero no percibió un principio
integrante permanente que actúa mediante las impresiones. Por
consiguiente razonó –con su Ruach, que es incompetente para
discutir sobre tal punto, ya que su naturaleza es autocontradictoria,
que el Alma, no siendo una impresión o una sensación, ni una entidad
a la que se pueda señalar teniéndola allí para el análisis cuando se
hace una introspección, no existía; olvidando todo el tiempo, o no
consciente del hecho, lo que es el Alma, o como dirían los cabalistas,
el Hombre Verdadero por encima del Abismo, quien está haciendo la
introspección y examinando los contenidos de su propia Ruach.
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en el polvo y arena del Abismo.
“Una túnica exterior que existe y no existe; es vista y no vista. Con esa
túnica la Nephesch se viste y vuela, de una lado a otro del mundo.”
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átomos, etc..., hay algo que persiste desde el nacimiento hasta la
muerte, cambiando un poco su aspecto, pero permaneciendo lo
mismo, dando al cuerpo una apariencia más o menos consistente
durante toda su vida. Este doble astral o Cuerpo de Luz, como
también se le llama, está también compuesto de materia en un estado
totalmente diferente de la del cuerpo físico; es sutil, magnética y
eléctrica. La Nephesch forma un vínculo entre el cuerpo y la Ruach, y
si intentamos dibujar en nuestras mentes la imagen de un hombre
desde su nacimiento hasta su muerte, incorporando a la imagen todos
los rasgos y peculiaridades de la niñez, madurez y senilidad, todo
ampliado en el tiempo, ese concepto expresará la idea de un cuerpo
astral, o el Pranamayasoka del Vedanta.
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cuerpo interpenetrado y rebosante en todas sus partes por el Hombre
Real, y dependiente de él como la fuente de su vida, son las
implicaciones de las ideas del Zohar sobre el alma. El Sepher
Yetzirah hace un grupo elaborado de atribuciones del Árbol
presentando las diversas funciones físicas del hombre, pero éstas no
son de mucha importancia para nuestro propósito presente.
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