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El Mito de Prometeo

"Hubo una vez un tiempo en que existían los dioses, pero no había razas
mortales. Cuando también a éstos les llegó el tiempo destinado de su nacimiento, los
forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego (...) Y cuando
iban a sacarlos a la luz ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que (...) les distribuyeran
las capacidades a cada uno de forma conveniente. Epimeteo pidió permiso a Prometeo pa-
ra hacer él la distribución. "Después de hacer yo el reparto, dijo, tú lo inspeccionas".
Así lo convenció, y hace la distribución. En ésta, a unos les concedía la fuerza sin la
rapidez y a los más débiles, los dotaba con la velocidad. A unos los armaba y, a los
que les daba una naturaleza inerme, les proveía de alguna otra capacidad para su
salvación. A aquellos que envolvía en su pequeñez, les proporcionaba una fuga alada o
un habitáculo subterráneo. Y a los que aumentó en tamaño, con esto mismo los ponía a
salvo. Y así, equilibrando las demás cosas, hacía su reparto. Planeaba con la precaución
de que ninguna especie fuera aniquilada. (...) A algunos les concedió que su alimento
fuera devorar a otros animales, y les ofreció una exigua descendencia, y, en cambio, a los
que eran consumidos por éstos, una descendencia numerosa, proporcionándoles una
salvación a la especie. Pero, como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de
que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin
dotar la especie humana, y no sabía qué hacer.

Mientras estaba perplejo, se le acerca Prometen que venía a inspeccionar el


reparto, y que ve a los demás animales que tenían cuidadosamente de todo, mientras el
hombre estaba desnudo y descalzo y sin coberturas, inerme. Precisamente era ya el día
destinado, en el que debía también el hombre surgir de la tierra hacia la luz. Así que
Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una protección
para el hombre roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional, junto al fuego -ya
que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien-
y así, luego la ofrece como regalo al hombre. De este modo, pues, el hombre consiguió tal
saber para su vida; pero carecía del saber político, pues éste dependía de Zeus. Ahora
bien, a Prometeo no le daba ya tiempo de penetrar en la acrópolis en la que mora Zeus;
además los centinelas de Zeus eran terribles. En cambio, en la vivienda común de Atenea
y de Hefesto, en la que aquellos practicaban sus artes, podía entrar sin ser notado, y así robó
la técnica de utilizar el fuego de Hefesto, y las otras que pertenecen a Atenea, y se las
entregó al hombre. Y de aquí resulta la posibilidad de la vida para el hombre;
aunque a Prometeo luego, a través de Epimeteo, según se cuenta, le llegó el castigo de su
robo.

Puesto que el hombre tuvo participación en el dominio de lo divino a causa de su


parentesco con la divinidad, fue, en primer lugar, el único entre los animales en creer en
los dioses, e intentaba construirles altares y esculpir sus estatuas. Después, articuló rápi-
damente, con conocimiento, la voz y los nombres, e inventó sus casas, vestidos,
calzados, coberturas y alimentos del campo. Una vez equipados de tal modo, en un
principio habitaban los humanos en dispersión, y no existía ciudades. Así que se veían
destruidos porlas fieras, por ser generalmente más débiles que aquéllas; y su técnica manual
resultaba un conocimiento suficiente como recurso para la nutrición, pero insuficiente para
la lucha contra las fieras. Pues aún no poseían el arte de la política, a la que el arte bélico
pertenece. Ya intentaban reunirse y ponerse a salvo con la fundación de ciudades. Pero,
cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de
nuevo se dispersaban y perecían.
Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envió a Hermes que trajera a los
hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras
acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hernies a Zeus de qué modo daría el sentido
moral y la justicia a los hombres: "¿Las reparto como están repartidos los conocimientos?
Están repartidos así: uno sólo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo
mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré
así a los humanos o los reparto a todos?". "A todos, dijo Zeus, y que todos sean
partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros
conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor
y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad".
(Platón, Protágoras, Gredos, Madrid, 1985).

Las respuestas mitológicas


Los seres humanos comenzaron pronto a liberarse de la necesidad de dedicar todo
su tiempo y energías a la satisfacción de sus necesidades materiales básicas de
alimentación y defensa, como les ocurre a los animales. Utilizaron su inteligencia para
descubrir y controlar cosas como el fuego, la ganadería y la agricultura, que les
facilitaron la satisfacción de sus necesidades.

Resultado de todo ello es que, desde tiempos muy remotos, nuestros


antepasados pudieron dedicar tiempo a la reflexión, a hacerse preguntas sobre el
mundo que les rodeaba, sobre los fenómenos naturales y sobre ellos mismos. Y el
fruto de todo ello ha sido la mitología, la filosofía y la ciencia, que después de todo son
diferentes formas en que los seres humanos han dado respuestas a las preguntas que se
han ido planteando.

Las respuestas mitológicas fueron las primeras respuestas que encontraron los seres
humanos a sus preguntas más acuciantes: ¿De dónde procede el mundo?, ¿Cuál es la
causa de los fenómenos naturales, de las tormentas, las tempestades, ...? ¿De dónde
procedemos los seres humanos?, ¿Qué relación tenemos con los otros animales?, ¿Y con
los dioses?, ¿Qué ocurre cuando nos morimos? ...

Se trata, como puedes ver, de preguntas importantes, de preguntas que aún


siguen preocupándonos y cuyas primeras respuestas son de carácter mitológico. Los
mitos son relatos fantásticos donde intervienen los dioses, dotados de poderes sobrena-
turales, para explicar los principales fenómenos de la naturaleza y de la vida social humana.
Los mitos dan muestra de que el ser humano se hace preguntas inteligentes sobre el mundo
que le rodea y sobre él mismo. En el mito se ponen en juego importantes capacidades
humanas, como el asombro y la curiosidad por el mundo que nos rodea, y la imaginación
y la fantasía a la hora de buscar respuestas. Por ello sólo los seres humanos tienen mitos, y
no los animales, los cuales ni siquiera hacen un problema del mundo que les rodea,
simplemente viven en él y son parte de él. El ser humano, por el contrario, es capaz de
distanciarse del mundo en el que vive, de situarse a cierta distancia para así
problematizarlo, hacerse preguntas y buscar las respuestas.

Las primeras respuestas, como hemos señalado, requerían la intervención de los


dioses: los fenómenos buenos, como el buen clima, las buenas cosechas o las victorias en
las guerras se explicaban porque los dioses estaban contentos y favorecían a
unacomunidad humana, que a su vez tenía que mantenerlos contentos, dándoles todo tipo
de ofrendas y cultos. Por contra, los fenómenos negativos, como las catástrofes naturales,
las enfermedades o las derrotas bélicas se debían a la ira de los dioses contra la comunidad,
que igualmente tenía que rendirles culto y ofrendas para calmar la ira divina y conseguir
que los dioses fueran propicios en el futuro.

También el mito ofreció las primeras respuestas a los seres humanos sobre ellos
mismos, sobre su origen, sus peculiaridades y su destino. Los seres humanos se sintieron
pronto superiores al resto de animales, se dieron cuenta de que aunque estaban peor
dotados por la naturaleza que otros animales, su inteligencia e ingenio eran superiores y
habían conseguido el dominio sobre el resto del reino animal. Los relatos mitológicos
ofrecieron explicaciones de todo ello. Como muestra tenemos un conocido mito de la
tradición griega, el mito de Prometeo, que hemos recogido en el anterior apartado.

Este mito nos sitúa, como hemos visto, en un tiempo remoto en que los inmortales
dioses van a hacer surgir en la tierra a los seres mortales (animales y humanos). El error de
Epimeteo al dejar totalmente indefenso al hombre, hace que Prometeo robe para él el fuego
y las artes a los dioses Hefesto y Atenea. Por cierto, ¿Sabes cual fue el castigo que Zeus
impuso a Prometeo por su osadía al entrar en la morada de los dioses y robarles? Lo
encadenó a una roca, y un águila le comía las entrañas. Pero la cosa no acaba aquí, porque la
estupidez de Epimeteo (no en vano su nombre significa "el que reflexiona tarde") hizo
caer un nuevo castigo de Zeus sobre los humanos: Estaba enfadado Zeus porque a
instancias de Prometeo los humanos le habían engañado, y al matar un buey le habían
ofrecido los huesos rodeados de grasa. Prometeo le había dicho a su hermano Epimeteo que
no aceptara ningún regalo de Zeus porque podía ser una trampa. Pero Zeus le envió a una
hermosa y seductora mujer llamada Pandora, y Epimeteo, sin poder resistir a sus
encantos, se casó con ella. Entonces Pandora abrió su famosa caja, de la que salieron
todos los males y se desperdigaron por la humanidad. Sólo la esperanza quedó atrapada en
el fondo de la caja.

Puede observarse como la historia de Prometeo y Epimeteo da cuenta de los


principales fenómenos de la vida humana: la posesión de habilidades muy diferentes a las
de los animales, su superioridad sobre los animales a pesar de su menor dotación natural, la
creencia en los dioses, la organización de las comunidades políticas y la posesión del
sentido de la moral y de la justicia, la existencia de los males, etc.

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