un nombre para el Sin Nombre. y para probar nombra un nombre. El que en un esfuerzo interminable aprendió a vivir sin nombre aúlla su tormento y se tambalea en el nombre que para probar nombró el perdido. El Sin Nombre se pierde en el nombre para su ningún nombre. Y tambalea en la tormenta de su aullar: perdido en la tormenta enseñando una flor nacida del tormento de su esfuerzo interminable para probarse Dios: en la tormenta buscando perdido al que perdido lo pierde nombrándolo así con ese nombre.