Sunteți pe pagina 1din 1

Después de Foucault todo diagnóstico de nuestra época pareciera tener que

referir de forma inevitable a los conceptos de Gubernamentalidad y biopolítica.


Sin dudas las modalidades hegemónicas del poder pueden corresponder sin
esfuerzo con el diagrama presagiado por el filósofo, gestión de la vida (la
población), conducción de conductas a partir del firme convencimiento de
subjetividades libres y autoconcientes, y siempre, seguridad, control de los
acontecimientos aleatorios

Pero si señalamos a la empresa, y a las subjetividades que la misma comporta,


como paradigma del poder actual, si reconocemos que la definición actual de
la subjetividad, y de lo humano, supone individuos “libres para elegir” real o
potencialmente activos en su propio autogobierno, estamos trazando al mismo
tiempo un umbral, el límite de esa humanidad y aquello que subsiste excluido
por la misma, su exterior constitutivo.

Aquel que pudo tomar el control de su propia vida, que traspasó con esfuerzo
los límites, que logró cortar las cadenas por su capacidad de autogobierno,
descubre una forma privilegiada de subjetividad, el señala a la humanidad
toda; más allá, se delimita una franja de subjetividades casi ininteligibles,
perversos, locos, malvados o pobres sin futuro, en cualquiera de los casos
malvivientes, porque quieren o porque no pueden otra cosa, viven mal y hacen
vivir mal a los demás.

La seguridad que Foucault definía como una multiplicidad de mecanismos …..


que para deleuze presentaba los rasgos del gas, invisible y omnipresente,
parece asemejarse más a un macizo golpe en la nuca con el que un verdugo
con rostro materializa la preexistente línea divisoria entre el adentro y el
afuera.

Y es allí donde aparecen y se legitiman los códigos de convivencia, la cárcel, el


loquero o sin más la muerte.

La calificación de malvivientes,

cuya docilidad y productividad se encuentran directamente relacionadas con el


grado de libertad que experimenten.

S-ar putea să vă placă și