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La soledad
Elizabeth y a media docena de hijos que son
también sus nietos, fruto de las continuas
violaciones a su hija. Al concluir el juicio, su
abogado puso en duda que Fritzl volviera a
del
ver la luz sin unos barrotes por medio. Pero,
a sus 75 años y después de procrear en casa
a siete hijos y en un nauseabundo calabozo
debajo a otros siete, Fritzl lamenta que na-
die de los suyos le visite; de hecho cree que
monstruo
ellos lo desean, pero que las autoridades se
lo impiden.
Hoy Fritzl vive apartado de los reclusos
por su seguridad, y pasa el tiempo haciendo
ejercicio y cultivando tomates. La psiquiatra
Adelheid Kästner le ha calificado de «emo-
Sin sombra de arrepentimiento 2
cionalmente deficiente». Su abogado, Ru-
dolf Mayer, ha visto en su personalidad una
Josef Fritzl, el hombre que enterró en necesidad vital de ejercer y hacer sentir su
vida a su hija en un sótano, y abusó poder. Y compañeros de trabajo y vecinos lo
han considerado siempre muy educado y tra-
sexualmente de ella durante 24 años, bajador. Pero sus perversiones, iniciadas en
un intento de controlar a una adolcescente
dice sentirse solo y añorar a la familia díscola, habrían evolucionado en una adic-
ción, haciendo que todo «se le fuera de las
Por RAMIRO VILLAPADIERNA Berlín manos». El dictamen psicológico de Fritzl
señala que éste fue siempre consciente de
sus actos, aunque sufre «serios trastornos
l padre que hizo de la violación y el de personalidad».