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DISCURSO JUDICIAL Y FLEXIÓN VERBAL

Elisa Cohen de Chervonagura


UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN
REPÚBLICA ARGENTINA
Resumen. Partiendo del supuesto de que la lingüística del texto puede mostrar cómo y hasta qué punto la
forma de un enunciado oracional se determina según su inserción en un contexto más amplio, el presente
trabajo analiza el texto judicial, esto es, la manifestación concreta de las leyes y, al mismo tiempo, la
modalidad escrita en su aplicación, considerando algunas de las peculiaridades observadas en la categoría
verbal, y estudiando sus implicaciones discursivas, pues las formas verbales al igual que la selección léxica y
ciertos deícticos muestran también las diferentes posiciones, actitudes y estrategias en la interpretación de la
legislación y del procedimiento judicial.
Resumo.- Partindo do suposto de que a lingüística do texto pode mostrar cómo e ate que ponto a forma
dun enunciado oracional se determina segundo a sua inserción nun contexto máis amplo, o presente
traballo analiza o texto xudicial, isto é, a manifestación concreta das leis e, ó mesmo tempo, a modalidade
escrita na sua aplicación, considerando algunhas das peculiaridades observadas na categoría verbal, e
estudiando as suas implicacións discursivas, pois as formas verbais ao igual que a selección léxica e certos
deícticos amosan tamén as diferentes posicións, actitudes e estratexias na interpretación da lexislación e do
procedemento xudicial.
Abstract.- Assuming that text linguistics is able to show how and to what extended a sentence is
determined according to its insertion within a large context, the present work studies the legal text, i. e., the
actual manifestation of law and, at the same time, the written pattern in its application. The paper also
considers some peculiarities observed on the verbal category, as well as its discursive implications, since
verbal forms, just as the lexical selection and several deictics tell about the different positions, attitudes and
approaches in the interpretation of legislation and of the legal proceedings.

1. INTRODUCCIÓN
El estudio de los discursos institucionales es uno de los campos
más interesantes que se ha planteado el análisis del discurso, porque si
bien se trata de enunciados altamente formalizados, muestran
peculiaridades en el nivel textual como producto de las variantes a las
que se recurre en las diferentes situaciones comunicativas.
El presente trabajo apunta a analizar el texto
judicial1considerando algunas de las peculiaridades observadas en la
1Consideramos como escrito judicial tanto la manifestación concreta de las leyes
como la modalidad escrita utilizada en su aplicación, siguiendo a Miriam Álvarez,
quien afirma que “el escrito judicial posee dos vertientes: los textos legales y los
judiciales propiamente dichos, derivados de la puesta en práctica de la legislación por
HESPERIA. ANUARIO DE FILOLOGÍA HISPÁNICA, I (1998)
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categoría verbal pero advirtiendo sus implicancias discursivas, porque


las formas verbales al igual que la selección léxica y ciertos deícticos
muestran también las diferentes posiciones, actitudes y estrategias en la
interpretación de la legislación y del procedimiento judicial.
Partimos, por otra parte, del supuesto de que la lingüística del
texto pretende mostrar cómo y hasta qué punto la forma de un
enunciado oracional se determina según su inserción en un contexto
más amplio, de modo que el estudio morfológico de cualquier tipo de
texto debería considerar también la función pragmática de los
enunciados, que dependen directamente del conjunto discursivo y
comunicativo en el que se encuentran insertos.
Así, pues, coincidimos en que el estudio de la estructura textual
exigiría una definición de criterios formales o formalizables operables
en el análisis de todo el desarrollo textual, porque deberían
considerarse la dimensión gramatical y la pragmática comunicativa
como aspectos unidos y complementarios (Delbecque, 1991:198).
En nuestro caso concreto, el abordaje a los textos producidos
dentro de una de las instituciones más importantes del estado como es
el poder judicial, ha sido encarado considerando fundamentalmente la
situación comunicativa en la que los enunciados se han generado, un
contexto en el que, en principio, el concepto de poder aparece como
un hilo recurrente que muchas veces determina la selección de ciertas
estrategias discursivas y textuales.
En efecto, los textos que componen un expediente judicial
recogen las declaraciones de los diferentes implicados en los
acontecimientos, que son transcriptas (no siempre en forma textual)
por los funcionarios policiales o los Secretarios de los Juzgados.
De modo que el poder es ejercido en primera instancia por el
juez, quien tiene la legitimidad social otorgada por su propia función,
lo cual le permite elaborar a modo de enunciador globalizante una
síntesis de las diferentes declaraciones del expediente para vincular
hechos, pruebas y leyes que reproducirá en la sentencia final, un texto
de carácter polifónico y fundado en las reglamentaciones legales.
El texto judicial resulta, por lo tanto, poseedor de un estilo
particular debido a la combinación de marcas lingüísticas y discursivas

los profesionales del derecho”(1993:49).


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que le dan su identidad, pero, sobre todo, queda delineado porque
se genera dentro de una situación comunicativa vertebrada alrededor
del conflicto, el poder y la ley y por otra parte porque soporta una
actitud dual del transcriptor del enunciado:
1) La aspiración a generar un texto “objetivo”, que lleva al
enunciador a reproducir la voz de los locutores repitiendo incluso los
apelativos o apodos de los participantes del hecho que se investiga y
las expresiones coloquiales o soeces, propias de la comunicación oral.
2) Una permanente acomodación al texto oral, puesto que las
pausas, gestos, silencios, repeticiones y entonaciones son marginadas
del texto escrito por su propio carácter, y entonces lo que se va
expresando se sintetiza a fin de obtener la información medular del
acontecimiento.

2. LA DECLARACIÓN, ¿UN DIÁLOGO REAL?


El interrogatorio policial es el mecanismo mediante el cual los
investigadores intentan esclarecer la veracidad de los hechos, pero si
bien el diálogo es una construcción discursiva de la que participan dos
o más integrantes, (de modo que lo que dice una persona contribuye a
la reacción de la otra) en la declaración sólo se transcribe la respuesta
del interrogado y se desconocen las circunstancias reales que rodearon
la generación de ese enunciado y si fue espontáneo o por lo contrario
inducido y presionado.
Pero además esta situación tiene su consecuencia en el nivel
morfológico, ya que como no se conoce bajo que condiciones surgió
la información contenida en el expediente, casi no existen verbos de
lengua, como “dijo”, “mantuvo” o “agregó” y todo se transcribe
como si hubiera sido emitido de una sola vez, sin agregados, dudas o
rectificaciones.
Por otra parte el expediente tampoco muestra que en principio
se obtuvieron dos versiones de un mismo hecho: 1) la surgida del
peculiar diálogo entre el oficial de policía y el sospechoso, de carácter
oral y 2) la que se extrae de la lectura del informe policial, escrito e
incorporado al expediente con posterioridad.
Estas diferencias en el canal comunicativo también son
relevantes no sólo porque se trata de una oposición entre lengua oral y
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escrita, sino porque en el caso de un escrito judicial se tiende a registrar


aquello que se considera relevante, y por eso la policía justifica la
repetición de lo dicho. Pero toda reproducción de un discurso original,
a su vez es un activo y complejo proceso que implica la inserción de
nuevos rasgos y la neutralización de otros, puesto que es casi
imposible actuar en una nueva situación comunicativa como un simple
reproductor que repite exactamente lo dicho en el discurso original.
En efecto, siempre existe una interpretación y transformación
del enunciado oral previo a su registro como enunciado escrito y este
pasaje implica transformar una construcción dialógica generada en un
contexto compartido, en una construcción en la que el entorno no
siempre es reconocible, porque influye la actitud del sujeto que escribe
respecto al enunciado que otros están construyendo mientras dialogan.
En efecto, quien registra el enunciado lo hace utilizando
también operaciones discursivas que implican un proceso de selección
de ciertas formas frente a otras integrantes de un mismo paradigma
que se realizan en todos los niveles del sistema e involucran todos los
dominios de significación del discurso (García Negroni y Zoppi
Fontana, 1992:65).
Pero además en la reproducción de un discurso desaparecen
ciertos modos verbales como es el imperativo que es, probablemente
como señalan Alcina Franch y Blecua, (1982:155), la fórmula de
mandato del hablante utilizada para la función apelativa del lenguaje al
reconocer solo la segunda persona.
En efecto, en el discurso judicial predominan los modos
indicativo y subjuntivo porque pretende construirse buscando un
carácter representativo y el indicativo ha sido considerado
tradicionalmente como no marcado en relación al subjuntivo (si bien
para algunos investigadores el imperativo se opondría al indicativo y al
subjuntivo porque estos últimos corresponden a la representación
mientras que el imperativo es ante todo un vocativo), y el expediente
judicial aspira fundamentalmente a narrar los hechos acontecidos
(Carratalá, 1980:100).
Toda esta situación implicó enfrentarnos con dos problemas
básicos en el análisis del discurso judicial:
1) La dificultad en identificar las formas verbales o lexicales, por
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ejemplo, como provenientes del discurso original o del referido.
2) La neutralización de los diferentes registros o niveles de
lengua utilizados por los imputados y testigos, tamizadas y reducidas
por las reglas del estilo judicial y por la particular situación en la que se
había emitido el discurso: el interrogatorio policial o el testimonio
buscado por los Fiscales de Instrucción.

3. LA PALABRA LEGAL COMO CONSTRUCTORA DE IMAGEN


En el expediente judicial las versiones se suceden y oponen
según provengan de los testigos a favor o en contra, el propio acusado
y sobre todo los fiscales y el abogado defensor, puesto que cada uno
utilizará las estrategias discursivas que considere más adecuadas para
defender o atacar al sospechoso, lo cual lleva a diferentes recreaciones
de una misma historia.
Por otra parte, en los escritos presentados por fiscales y
abogados de la defensa es común el uso de locuciones prepositivas,
adverbiales e incluso nominales que contribuyen a darle al texto una
carga de morosidad propia de la prosa jurídica.
El expediente, entonces, es un texto con numerosas fórmulas
estereotipadas y convencionales que contribuyen a la delimitación de
sus diferentes partes o secuencias (introductorias, expositivas y
fundamentativas), todo lo cual va graduando la exposición de los
hechos hasta la instancia final en la que el juez se pronuncia con su
sentencia.
Por otra parte, esta sentencia sintetiza todas las participaciones
previas y al ser una reproducción de los discursos de otros, tampoco es
una simple copia sino que implica también una reconstrucción
creativa. De modo que cada escrito que presenta el abogado o los
fiscales reitera los dichos y hechos anteriores (pericias, declaraciones,
presentaciones especiales, etc.) porque el expediente intenta
construirse con el máximo de precisión, rigor y objetividad, y al
parecer, el fenómeno de repetición tiene una función importante en el
plano cohesivo, puesto que así se van vinculando los escritos unos a
otros mediante una especie de fenómeno referencial más global que
excede los límites del texto.
Cabe agregar que esta estructuración del expediente contribuye
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a formar una imagen del acusado que se va construyendo según los


diferentes enunciados que componen un escrito, de modo que muchas
veces los mismos individuos implicados en los hechos son conscientes
de la importancia de la palabra para determinar la decisión final del
juez que se concretiza en la sentencia.
De ahí la importancia fundamental del estudio de algunas
categorías gramaticales como el léxico o las formas adjetivales y
verbales, que han sido seleccionados para ajustar la posición del sujeto
en relación a los hechos que se narran y juzgan.
Podemos señalar entonces, que la construcción de la imagen del
sujeto se vincula en primer término con una hipotética posesión de la
verdad, puesto que todos afirman que su testimonio es el verdadero y
así invierten grandes esfuerzos en construirse como individuos
veraces, porque saben que la construcción eficaz que hace un testigo
de sí mismo y de los hechos puede ser más importante incluso que
una evidencia o pericia.
Pero, por otra parte, pareciera no haber una verdad sino
muchas, y será en definitiva el juez quien basado en la legitimidad de su
función, desechará los enunciados falaces al encarar el armado de la
sucesión de los hechos juzgados como un rompecabezas
tridimensional retrospectivo y para ello partirá de la linealidad del
lenguaje a fin de concluir en la simultaneidad de los hechos reales,
determinando cuáles son las pruebas fiables y cuáles no.

4. EL SUBSISTEMA FLEXIVO: LA PERSONA Y EL NÚMERO


Nos referiremos a continuación a algunos problemas de orden
gramatical que surgen dentro de la situación comunicativa que hemos
descripto y que se observan en los expedientes judiciales de casos
dentro del fuero penal de la provincia de Tucumán (Argentina).
En principio resultan llamativas las constantes fluctuaciones en
el uso de la correlación verbo-pronombre personal porque el morfema
referencial de persona tiene valor deíctico, tal como se observa en un
caso en el que se investigaba el asesinato de un partidario de la “barra
brava” del club Talleres de Córdoba en manos de los partidarios del
club San Martín de Tucumán luego de un partido de fútbol,
probablemente porque el enunciador, un funcionario policial debía de
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utilizar la lengua en el marco de una formalidad alejada de su
idiolecto diario.
Así se lee en la declaración policial que “el actuante juntamente
con personal a sus órdenes, procedimos de inmediato a acudir al sitio
aludido”.
Advertimos que la fractura en la oposición personal del sujeto
con el verbo, implica un cambio en la relación de los participantes en
el acontecimiento comunicado con los participantes en el acto de
habla, porque se está pasando de una tercera persona singular, una
relación en la que no hay coincidencia con el hablante, a una primera
persona plural que implica tal coincidencia.
Esto produce por lo tanto, una cierta distorsión de la deixis del
verbo, entendida como la incidencia de la base sémica del lexema
sobre un actante, (Hernández Alonso, 1975:124) y forzar la dualidad
pluralidad/no pluralidad, porque la tercera persona singular
correspondiente al sujeto “el actuante” se ve expandida en una
primera persona plural, y así el número está marcando la incidencia del
lexema en el hablante o en el oyente, conectando el semema del verbo
con los actantes o no actantes.
Cabe aclarar que si bien la ruptura de la concordancia numérica
y personal se observa en algunas formas dialectales, especialmente en
las fórmulas de tratamiento, en el tipo de discurso que analizamos las
mezclas se producen porque hay una constante fluctuación entre la
personalización e impersonalización del relato, probablemente como
estrategia que responde a una presunta búsqueda de imparcialidad y
objetividad entendidas como condiciones básicas del discurso judicial,
y que altera el nivel semántico, puesto que es justamente en estas
formas donde descansa la red de palabras del sentido (Weinrich,
1976:16).
Los problemas en la concordancia personal de los enunciados,
probablemente debido a la premura del escribiente por registrar la
palabra oral del declarante, se observan también en el número,
especialmente cuando se quiere generar un enunciado impersonal o
cuasireflejo.
Así leemos “En Av. Roca número 1823 se produjo hechos de
sangre que tuvo lugar luego de una batahola...”o “un grupo de
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cordobeses se encontraban reunidos y como a horas 12:00 dos jóvenes


tucumanos se acercan al grupo aparentemente en estado de ebriedad y
se lo recibió como amigos, quienes compartieron la reunión”, más
adelante se lee que “mientras se escuchaban el estampido consecutivo
de disparos” y que “el grupo agresor se dispersaron por distintos
lugares”, “se encuentra disperso sobre la cinta asfáltica trozos de
vidrios” y otras construcciones similares.
Evidentemente estos morfemas de número no son
considerados por el hablante como indicadores relevantes para la
transmisión de la información e imprescindibles para el oyente en la
instancia decodificadora, de allí su descuido, pero son indicadores
importantes ya que los morfemas de número, tal como lo señala
Weinrich están referidos directamente a la comunicación y ofrecen al
oyente una serie de ayudas pragmático-comunicativas para realizar la
decodificación.
Aquí nuevamente se evidencia el valor del contexto que permite
determinar y ajustar lo que quiere decir un signo lingüístico según su
alcance y contenido semántico, puesto que el valor de singularidad o
pluralidad es un aporte también de otros morfemas, ya que al parecer,
dentro del texto se produciría una acción conjunta que daría como
resultado la instrucción textual completa.
Así pues, los morfemas de número serían indicadores
importantes para la decodificación de un texto que funciona entre los
polos del significado y lo que quieren decir los signos, y especialmente
por su función deíctica, (Hernández Alonso, 1992:277).

5. EL SUBSISTEMA NO FLEXIVO: EL CASO DEL GERUNDIO


Si bien este subsistema está integrado por el infinitivo, el
participio y el gerundio, que carecen de valor deíctico, es con este
último con el que se observan las mayores peculiaridades en los textos
estudiados al punto de constituir un verdadero rasgo de estilo por su
uso frecuente.
En efecto, si bien es una forma imperfectiva que expresa un
proceso en su transcurso, es común encontrarlo en el texto jurídico
con un valor de posterioridad, probablemente por influencia de la
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expresión coloquial que está rodeando el enunciado, puesto que
en el habla diaria de Tucumán es muy común encontrar el gerundio en
distintas circunstancias e incluso en forma reiterada para intensificar la
expresión de continuidad en todos los niveles sociolingüísticos
(Rojas,1980:169).
Así encontramos los siguientes ejemplos: “recordándolo
fisonómicamente a uno como unos cuarenta anos de edad....éste
último se retiró hacia el otro grupo, quedando con ello descripto
primeramente y al transcurrir algunos minutos se asomaron otros
sujetos efectuando diversos disparos con arma de fuego al mismo
tiempo se lanzaban objetos como ser ladrillos, botellas, cobrando
lesiones cuatro integrantes del grupo, cayendo heridos con arma de
fuego trasladando a los heridos a un centro asistencial, recordando que
el que tenía el aspecto de boliviano tenía un arma de fuego en su
cintura”.
La sucesión de gerundios aparece no sólo como marca de un
relato que se reproduce sino también como forma propia del
enunciador del texto. En otro expediente donde se investigaba una
riña callejera encontramos: “retornando la prevención al teatro del
suceso para llevar a cabo la inspección ocular....hay objetos en botellas,
procediéndose a recoger dos vainas servidas... continuándose en lo
pertinente se aprecia manchas de sangre recopilándose como otro
dato que el menor fue herido en calle Pelegrini”.
El gerundio de posterioridad es un uso criticado por lingüistas
como Lenz o Bello, pero si se lo considera una forma neutra en el
rasgo de persona y atemporal cuyo valor básico es la presentación de
la acción en su desarrollo, proporciona entonces, otras posibilidades
expresivas y desde esta perspectiva, este uso del gerundio sería una
ventaja del castellano, lengua que tendría una flexibilidad que carecen
otras lenguas romances (Bobes Naves, 1975:31).

6. OTROS FENÓMENOS LEXICALES


Muchas veces, los mismos integrantes de la policía son citados a
declarar y se produce entonces, la peculiar situación de que las
declaraciones que se obtienen no provienen de delincuentes comunes
sino de policías, individuos que por su función profesional están
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familiarizados con los procedimientos judiciales y con su lenguaje, ya


que al decir de Foucault entraron al orden del discurso porque
satisfacían ciertas exigencias por estar calificados, son individuos que
determinaron las condiciones de utilización y que accedieron a las
reglas de esos discursos.
Esta situación le da una peculiar caracterización al expediente,
puesto que algunas relaciones como jefe-subordinado se advierte en la
selección léxica, especialmente porque en lo declarado se mantiene la
situación comunicativa asimétrica original: el individuo se ubica frente
al texto reactualizando un contexto mental primigenio, las filas
policiales donde la noción de poder es determinante de las estrategias
discursivas y textuales, tal como se advierte en el juicio a un conocido
comisario policial de la región, Mario “Malevo” Ferreyra.
Lo cierto es que a lo largo de la lectura del expediente, las
fórmulas de tratamiento hacia Ferreyra se alternan pero siempre es
nombrado con respeto por su condición de caudillo natural y por su
calidad de ex-comisario, que prevalece por sobre su situación de
sospechoso. Y si bien cabe la posibilidad de que se trate de una
interferencia producida por quien toma la declaración, más bien
parecen ser expresiones generadas por el enorme temor que produce
incluso en el escribiente de la declaración.
Así, se lee que uno de los policías, responde “que no comunicó
al señor jefe ni mucho menos hizo la denuncia ante la justicia porque
el señor Ferreyra detentaba todo el poder en la policía y no quería que
su familia sufran ciertas represalias por parte de este grupo temeroso
que integran la Brigada de Investigaciones y esa fue la razón por la que
se llamó al silencio absoluto”.
Evidentemente, el vocabulario utilizado es el resultado de la
elección que el sujeto realiza de los elementos que integran su propia
competencia comunicativa y esta selección está muy determinada por
las prácticas socioculturales que se desarrollan dentro de las
instituciones, que por otra parte son indicadoras de una determinada
formación ideológica dentro de la cual se insertaría el discurso.
Por otra parte, las faltas de concordancia entre el verbo y el
sujeto que se observan en el texto transcripto, es una característica
muy común del discurso judicial, tal como ya lo hemos marcado, y
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obedece probablemente a la premura en la toma de declaración y
a la deficiente preparación del escribiente de turno que seguramente
no considera al morfema de número un indicador de relevancia. Así
tampoco advierte que la confusión entre dos adjetivos (temeroso y
temible) implica un cambio no solo del afijo gramatical sino también
de la perspectiva de la acción, porque el grupo policial es desplazado
de sujeto activo a receptor pasivo de quien produce el temor.
El léxico, entonces, también está muy ligado a la competencia
cultural del sujeto, al conocimiento del hablante y por supuesto
también a la dimensión pragmática, a su uso, puesto que los vocablos
se crean y usan mediante mecanismos de interpretación morfológicas
generales y es legítimo tratar de reflejar ese conocimiento compartido
esa competencia en la gramática de la lengua (Varela Ortega:1992).
Pero por lo general los colegas de Ferreyra evitan referirse a él
en forma directa o emitir juicios de valor, probablemente porque la
forma más definitiva de eludir un tema es directamente no
mencionarlo.

7. EL DECLARANTE PROFESIONAL: LA AUSENCIA DE MARCAS


Por otra parte de la lectura de la declaración de Ferreyra,
advertimos en primer lugar que como se trata de un policía que
conoce las bases y artilugios de la declaración policial, su testimonio
resulta muy diferente a los otros testigos porque no hay descripciones
ambiguas, por lo contrario, sorprende la precisión de sus conceptos.
En efecto, está muy seguro de todo lo acontecido y las
circunstancias que rodearon los hechos, y por eso sus acciones parecen
racionales y controladas, basadas en decisiones claras y lógicas,
mientras que los otros testigos no pueden precisar muchos detalles
porque muchas veces son víctimas de las circunstancias.
Evidentemente sus palabras parten de la idea de que para la policía es
importante ser preciso sobre las cosas que pueden ser legalmente
relevantes, el orden exacto de los acontecimientos es fundamental y la
imprecisión de la lengua oral debe ser eliminada.
Así, su condición profesional lo convierte en un acusado que va
a generar un discurso casi neutro muy cerca del discurso informativo
por la carencia de marcas modalizantes, tal como si contara la historia
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de otro sujeto siguiendo una rutina burocrática, conocida de antemano


dentro de la institución policial. Así el declarante es muy preciso en
datos temporales y espaciales, probablemente porque sabe que esas
formas están vigentes y tienen aceptación dentro del contexto
concreto en el que él se mueve, así presupone que si se expresa de esa
manera obtendrá el crédito de sus oyentes, de modo que se muestra
respetuoso de la ley y del accionar policial frente a una audiencia de
jurisconsultos y policías, tal como se lee a continuación:
....Que por esa circunstancia los dos acompañantes del chofer pasan a ocupar
una plaza en los restantes vehículos, entonces (Ferreyra) le da instrucciones a
los del Peugeot que traten de solucionar el problema de la electricidad esa
misma noche y que se debían encontrar a horas 5.00 de la madrugada del
siguiente día en la esquina de Avdas Coronel Suárez y Gobernador del
Campo. Desea hacer la aclaración que luego del reventón de la goma del
Renault 12, el oficial Herrera pasó al vehículo del declarante, siendo el
nombrado Herrera descendido en Avda. Sarmiento y Siria para que viaje a su
domicilio y el deponente con el resto del personal mío continúa hasta llegar a
la brigada de Investigaciones.
Por otra parte, en las diferentes etapas de la declaración,
aparecen rasgos morfológicos que evidencian que Ferreyra enuncia el
mundo (su mundo) en esa forma tan peculiar porque incluso en esas
circunstancias está ejerciendo efectivamente el poder. Sobre este punto
obsérvese el uso del pronombre posesivo en primera persona, propio
del discurso directo, a través del cual quien enuncia remite la
propiedad del grupo al jefe auténtico: “el deponente con el resto del
personal mío” superponiendo el discurso referido al plano del discurso
directo.
Vemos pues, que el análisis de las formas verbales muestra que
en el plano inactual de la historia, del mundo narrado, el enunciador
atribuye al locutor la necesidad de hacer ciertas aclaraciones. La
temporalidad lingüística está expresando una orientación de esa
situación en relación al punto de origen, generando una relación de
simultaneidad al relato inserto en la declaración.
Ferreyra se construye entonces, como respetuoso del accionar
policial, excluye procedimientos agresivos y les da a los delincuentes la
oportunidad de detenerse mediante las señales, y aún más, recurre a la
justicia para que reafirme la veracidad de sus dichos y se acepte su
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palabra.
...Que con todas las diligencias realizadas a horas 10.30 aproximadamente
todos regresan a esta ciudad por orden del Fiscal, pero debían hacerlo a
Tribunales. Que ya en el Palacio el fiscal Vargas Nieto se entrevista con el
declarante como a horas 12.00 aproximadamente pidiéndole precisiones de
cómo habían ocurrido los hechos, quedando conforme, por cuanto con el
relato del deponente y lo que él había visto había similitud del desarrollo de
los acontecimientos.
Pero justamente por esta situación, los conocedores de su
trayectoria advierten un desfase entre el relato y el normal proceder del
policía y entran en juego mecanismos de rechazo porque el sujeto
formula uno o más enunciados inasimilables.
Su relato es pues convencional, puesto que sigue un acuerdo
vigente acerca de las condiciones de producción de su discurso,
conoce como actuarán los otros policías en las mismas condiciones y
sigue ciertas reglas del juego internalizadas a lo largo de su dilatada
carrera en la institución policial.
Por otra parte, el sujeto construye su ser según su actividad y se
expresa a través del lenguaje. Es decir que es según lo que hace , pero
las acciones diarias no solo muestran su verdadera personalidad sino
también sus modificaciones, de modo que serán los verbos, los
indicadores más claros de todos estos movimientos internos de la
persona que se muestran en su selección expresiva. Veamos pues
cómo en el siguiente párrafo funcionan los verbos:
...Que más o menos como a horas 2.30 de la madrugada desde el Peugeot, vía
radial se alerta a los restantes rodados a los que llama como B1 al Ford Falcon
y como equipo 1 al Renault, pronunciándose la frase convenida. Entonces el
que habla pone en marcha el motor, sacando a la ruta parte del capot y del
techo para que se vea la baliza, haciendo la aclaración que esta iba al techo
adherida con imán y para su funcionamiento había que ponerla en contacto
con el encendedor del coche. Como estaba convenido se baja el deponente
con la linterna en la mano izquierda y el fal en la mano derecha y lo propio
hacen Hermosa con el otro agente mientras se divisaba el avance de dos
vehículos con sus luces encendidas, uno detrás de otro. Entonces el que habla
camina ya pisando la ruta, seguido de cerca por el oficial Hermosa y el agente
y como el dicente hizo varias señas con la linterna sin respuesta del primer
rodado, que ya se aproximaba a escasos metros tirándose hacia el costado
opuesto, rápidamente le dice a Hermosa que efectúe disparos al aire, por
cuanto con la linterna no habían tenido resultados, la respuesta del primer
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auto fueron balazos que partían de la ventanilla del acompañante. Esa actitud
produce en el compareciente sorpresa y recién logra dispararle al automóvil
cuando se encontraba en línea oblicua .Al cesar el intercambio de disparos el
dicente se va corriendo al auto que se detiene baleado por el disparo del FAL
y el acompañante estaba a los gemidos, quejándose y en el acto traslada el
cadáver hacia el asiento trasero del Peugeot, haciendo trasladar al herido hacia
la ciudad de Burruyacú, hacia el hospital.
En principio advertimos que si bien aparecen los gerundios
encadenados, recurso tan propio del estilo judicial, aquí observamos
que frente a una serie de testimonios que privilegian el uso del
imperfecto, el relato de Ferreyra se construye también en Indicativo,
que es el modo de lo real, de los acontecimientos producidos, pero
básicamente en presente y por eso se distingue de las otras
declaraciones. Hay en este testimonio una fuerza argumentativa que
surge por contraste y oposición, los recursos a los que apela son
significativos justamente por su oposición a los otros tipos de
declaraciones presentes en el expediente.
Entonces como el presente es un tiempo no marcado que
abarca todas las posibilidades por ser un tiempo del comentario, se
predispone al oyente a una escucha vigilante porque es un fragmento
de acción que modifica la situación de los interlocutores y los
compromete mutuamente (Weinreich, H 1974:58), el texto está más
cerca de un memorándum político que de un interrogatorio policial, y
probablemente al estar transcripto tal cual fue emitido, pretende lograr
en los receptores la adhesión inmediata.
El paso al plano actual del discurso, implica por otra parte
incorporar directamente al receptor a las situaciones en las que
participamos directamente, a una circunstancia viva.
Ferreyra está contando una escena vista en numerosas películas
de bandidos y cowboys, se siente protagonista de una de ellas en las
que el héroe solitario se enfrenta a los delincuentes, habiéndoles dado
la oportunidad de defenderse y salvar su vida, porque siempre el bien
debe triunfar ante el mal.

8. CONCLUSIONES
La selección verbal y el uso de ciertos adjetivos y léxico en un
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texto judicial, constituyen una organización discursiva que es
utilizada para cimentar una imagen que oscila muchas veces entre las
caracterizaciones positivas o negativas más extremos, de modo tal que
las particularidades morfológicas de un expediente judicial muestran
sin dudas sus implicancias discursivas, las posiciones y actitudes en
relación a los hechos y la ubicación de los declarantes en el contexto
más amplio de la investigación.
Por otra parte, generalmente en enunciados altamente
formalizados, como lo es el judicial, es difícil encontrar rasgos que
transmitan directamente el verdadero pensamiento del enunciador.
Toda palabra está medida, reglada y pensada a través del tamiz que
sugiere el abogado del declarante como parte de una estrategia
destinada a conseguir la absolución o la condena.
En efecto, el componente oral está encorsetado en estructuras
normativas que sin embargo traslucen aspectos expresivos del
enunciado que ocupado en sintetizar y organizar el discurso del
locutor, genera un texto con muchos elementos de la oralidad de
ambos participantes.
Las peculiaridades morfológicas de los textos judiciales serán
emergentes de las situaciones concretas de producción del discurso en
las que también la oralidad está modelada y retranscripta según los
conceptos normativos que tiene el locutor directo del discurso. Por
otra parte éste introduce elementos provenientes de su propio
expresividad, lo cual implica que constantemente estemos
desplazándonos por el terreno de la conjetura puesto que todo
discurso referido neutraliza la paternidad auténtica de las formas
expresivas.

BIBLIOGRAFÍA
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REGIONALISMO Y LITERATURA EN VALLE-INCLÁN.
TEXTOS (1925/1928)

Antonio Gago Rodó


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Resumen.- Este trabajo analiza aspectos distintos del tradicionalismo de Valle Inclán, en especial en lo que
tiene que ver con su esencia gallega, que es analizada desde tres perspectivas: la vertiente metafísica, la
política y la literaria. El análisis de estos aspectos se documenta con textos de época poco conocidos que
ilustran mejor las afirmaciones vertidas en él.
Resumo.- Este traballo analiza aspectos distintos do tradicionalismo de Valle-Inclán, en especial no que
atinxe á súa esencia galega, que é analizada desde tres perspectivas: a vertente matafísica, a política e a
literaria. A análise de estes aspectos documéntase con textos da época pouco coñecidos que ilustran mellor
as afirmacións vertidas nel.
Abstract.- Hereby various aspects of Valle-Inclán’s tradicionalism are reviewed, especially his Galician
essence, wich is studied from mathaphysical, political and literary viewpoints. The analysis of these aspects
is downented by very little-known texts that better illustrate the assertions made.

Es un hecho ya señalado que, hacia 1888, Ramón del Valle-


Inclán simpatizó ideológicamente con el regionalismo santiagués, de
carácter tradicionalista, encabezado por Alfredo Brañas2. No menos
conocida, sin abandonar la senda del tradicionalismo, será su militancia

2Ramón María del Valle-Inclán, Entrevistas, conferencias y cartas, ed. al cuidado de


Joaquín y Javier del Valle-Inclán, Valencia: Pre-Textos, 1994, págs. XII-XIII. Si bien,
los editores señalan cómo, en el artículo “Cartas galicianas. De Madrid a Monforte.
El último hidalgo de Tor”, El Globo (2.Octubre.1891), Valle anticipaba un reducido
campo de acción para este movimiento: “A bien que el regionalismo aquí no puede
salirse de la esfera literaria [...] y no falta quien crea cuando cualquier poetilla suspira
unas décimas en dialecto a la libertad de la antigua Suevia” (Véase Publicaciones
periodísticas de don Ramón del Valle-Inclán anteriores a 1895, ed., estudio preliminar y
notas de William L. Fichter, presentación de Alfonso Reyes, México: El Colegio de
México, 1952, pág. 66). En la siguiente “Carta” (13-X-1891), emprendería un canto a
la patria querida, “pero me detiene lo resobado del tema [...] ya en castellano, ya en
dialecto” (Ibid., pág. 72).
Valle colaboró en el diario regionalista El País Gallego en 1888 con el texto
“Viacrucis” [Véase Joaquín y Javier del Valle-Inclán, Bibliografía de Dn Ramón María
del Valle-Inclán (1888-1936), Valencia: Pre-Textos, 1995, págs. 23-24].
26 ANTONIO GAGO RODÓ

carlista3.
El tradicionalismo de Valle-Inclán, en referencia a la esencia
gallega, tuvo tres dimensiones, a veces enlazadas: la metafísica, la
política y la literaria. La vertiente metafísica tuvo su máximo ejemplo
en La lámpara maravillosa, con alusiones a la Tierra de Salnés o a
Santiago de Compostela como elementos de intemporalidad. Este
momento pudo materializarse en las palabras previas de Valle a un
ensayo de García Martí:
añudados por la comunidad espiritual que se enjendra en la contemplación
del mismo paisaje nativo, y el conocimiento de las mismas almas: Amor y
Dolor, que canta y llora en torno a este mar azul con delfines, laureles y
pámpanos: el mar tirreno de Arosa4;
o en la serie de artículos sobre tema gallego escritos por García Martí
para el diario La Voz (14.Julio-25.Setiembre.1925) y que no dudaba en
encabezarlos o en articularlos con citas de Valle orientadas en el
mismo sentido: “Nuestro gran poeta Valle-Inclán, hablando de
Compostela, dijo “Allí las horas son una misma hora eternamente
repetida bajo el cielo lluvioso”5. El acierto de don Ramón, en palabras
de García Martí, era el de dar una categoría mítica a Galicia – “Con
sus ojos brujos ha sabido captar el alma de las cosas y de las gentes de
su tierra dándoles una categoría eterna”– o arquetípica, desde el punto
3En las mencionadas “Cartas” (4-XI-1891), Valle, ante unas ruinas, escoge el
aspecto legendario, más bien “bástame con la impresión artística y si se quiere un
poco saudosa [...] el hálito de vejez. Para una imaginación algo enamorada de las
cosas arcaicas y tradicionales” (Publicaciones..., ob. cit., pág. 77).
Véase el estudio de Margarita Santos Zas, Tradicionalismo y literatura en Valle-
Inclán (1889-1910), Boulder: Society of Spanish and Spanish-American Studies,
1993.
4V. García Martí, De la Felicidad (Eternas inquietudes), prólogo de D. Ramón del
Valle-Inclán, Madrid, Mundo Latino, s.a. [1924], pág. 9. La obra aparece ya
consignada en Bibliografía General Española e Hispanoamericana. 1924. I. Bibliografía,
Madrid-Barcelona: Cámaras Oficiales del Libro, 1925, pág. 99 (Nº 1149), en tanto
que el prólogo fue reproducido inmediatamente en La Voz (8-I-1925), pág. 4.
Apareció reseñada, posteriormente, en “Índice de Lecturas”, Social, La Habana
(Setiembre.1925), pág. 80.
5Victoriano Garcí Martí, “Galicia es un recuerdo... El alma gallega, pagana y
cristiana”, La Voz (14.Julio.1925), pág. 3. Otra cita encabeza el artículo: “Santiago de
Galicia ha sido uno de los santuarios del mundo y las almas todavía guardan allí los
ojos atentos para el milagro. Valle-Inclán”.
de vista práctico: “Yo le he oído hablar ante el mar de sus rías de
Arosa, de la pesca y sus industrias, justamente con un grupo de
pescadores e industriales en torno que le escuchaban boquiabiertos,
fijando los cánones ideales de las actividades de aquellas gentes”6.
El propio García Martí encauzaba la esencia gallega desde su
negación –“Galicia parece gozarse místicamente en no ser”7 y que
Valle trasladaba a la herencia gallega: “No tenemos más que piedras”8.
En la dimensión política, una de las constantes de su
pensamiento ideológico será la apuesta por un sistema territorial de la
nación, anticentralista, federalista, foralista. Como consecuencia, Valle
extendió esta concepción ideológica a Galicia. En 1935, declarará: “No
puede decirse [...] que Galicia ha tendido a separarse de España y
6Ambas citas en “Valle-Inclán, juzgado por la intelectualidad española [...]
Victoriano García Martí habla de Valle-Inclán”, Heraldo de Madrid (6.Enero.1936),
pág. 3. Insistirá en que su “fina sensibilidad recoge y capta las resonancias líricas del
alma del paisaje [...] sus ojos brujos han visto lo que hay de valores eternos en su
tierra y en sus gentes y han sabido extraer del plano anecdótico notas esenciales
fuera del tiempo y del espacio; las figuras líricas [...] que [...] extrae de tipos reales y
anecdóticos como verdaderos arquetipos”; “toda la gracia y todo el encanto de la
vida de egloga de los campos galaicos”, “Valle-Inclán hace una obra literaria de
sentido universal gracias, sin duda, a sus valores raciales. No importa que los temas
no sean siempre galaicos. Lo galaico es la sensibilidad finísima, el lente con que
enfoca las cosas, su modo de visión” (Victoriano García Martí, “Los retratos del
Ateneo. Valle-Inclán”, en José Esteban, Valle-Inclán visto por..., Madrid: Gráficas
Espejo, Colección Las Ediciones de El Espejo, 1973, págs. 260-261). En otro
artículo, Victoriano García Martí, “Homenaje a Valle-Inclán”, ABC
(29.Setiembre.1954), pág. 19, recordó cómo en un homenaje, hacia 1919, Valle
aludió “a la raza [...] y al maravilloso panorama [...] donde se encontraban escenarios
y figuras que fueron valorados y recogidos en su obra.
[...] aquí encontró anécdotas, paisajes y figuras a quienes dio categoría
artística [...] desencantando [...] el alma de las cosas”.
7 V. García Martí, De la zona atlántica (Galicia y Portugal). Ensayos, Madrid:
Sociedad General Española de Librería, 1934, pág. 22. Victoriano García Martí
(1881-1966) dedicó a Valle Una punta de Europa (Ritmo y matices de la vida gallega),
prólogo de José Ortega y Gasset, Madrid, Mundo Latino, 1927, pág. 5: “Dedicatoria
A mi ilustre amigo D. Ramón del Valle-Inclán devotamente. El Autor”. Fue
secretario del Ateneo de Madrid en 1932, durante la “Presidencia de D. Ramón del
Valle Inclán”, renunciando ambos (Victoriano García Martí, El Ateneo de Madrid
(1835-1935), Madrid: Dossat, 1948, pág. 276.) y, entre otros, dedicó un artículo a
“Valle-Inclán, en Compostela. Su expediente académico”, ABC (6.Febrero.1958).
8 Valle-Inclán, Entrevistas..., pág. 273.
28 ANTONIO GAGO RODÓ

unirse a Portugal, zona espiritual y geográfica desde luego más afín a


ella que la castellana”9. Valle, en contra de esta verdad, proponía la
creación de una Lusitania, dentro de una solución hispánica10. Pero su
concepción tuvo también una proyección práctica. Tras una larga
estancia en la capital, Valle regresará a Galicia en 1912 y hará visible
dicha posición: por ejemplo, en actividades como la de presidente del
Sindicato Agrario Católico de Palmeira en 1919 o su presentación
como candidato lerrouxista por La Coruña, en 193111.
En 1925, se halla en Vigo12, donde es entrevistado y agasajado
con un banquete. En la charla13, Valle es presentado como un referente

9Dru Dougherty, “Valle-Inclán ante Galicia: una conversación de 1935”,


Anthropos, Nº 158-159 (Julio-Agosto.1994), pág. 111.
10Dirá en 1924: “Para salvar a España no hay más que volver al concepto
romano. La visión de los civilizadores romanos es la única que se ajusta todavía a la
realidad de la Península. Cuatro grandes regiones: la Tarraconense, la Bética, la
Lusitania y Cantabria; no hay más” (Dru Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado:
entrevistas y conferencias, Madrid: Fundamentos, 1983, pág. 151. Pueden verse en esta
obra testimonios de don Ramón sobre Galicia. Referencias en pág. 292).
11Valle-Inclán, Op. cit., pág. XIV. El acto fundacional se produjo hacia el 20 de
setiembre de 1919. Dougherty, Op. cit., pág. 211. Para García Martí, la vuelta de Valle
a su paisaje galaico era consecuencia de su personalidad íntima, pues, en él,
descubriría “esa dimensión de la profundidad sentimental de su alma que lo
reintegraba a su tierra” y, en referencia a la anunciación de su muerte, cerraba “el
circuito de su vida a las intimidades de su patria nativa” (“Valle-Inclán, juzgado por
la intelectualidad española [...] Victoriano García Martí habla de Valle-Inclán”,
Heraldo de Madrid [6.Enero.1936], pág. 3).
12La nota “De viaje”, Faro de Vigo, Vigo (17.Marzo.1925), pág. 2, nos informaba
de que “Ayer estuvo en Pontevedra el ilustre escritor señor Valle Inclán”, para pasar
luego a Vigo: “VIGO 16 (12 n.)-Llegó D. Ramón María del Valle Inclán, que será
obsequiado con una comida por la redacción del diario “Galicia”.
El miércoles saldrá para Madrid y Barcelona, con objeto de asistir al estreno de
una obra teatral suya (Febus.)” (“Valle Inclán en Vigo”, La Voz [17.Marzo.1925],
pág. 1). En efecto, uno de los asistentes, Rafael Dieste, era colaborador del diario
regionalista Galicia. Finalmente. el apunte “D. Ramón María del Valle Inclán”, Faro
de Vigo, Vigo (17.Marzo.1925), pág. 1, recogía la noticia de su estancia.
13El suelto “Valle Inclán en Vigo”, El Pueblo Gallego, Vigo (17. Marzo.1925),
pág. 1, rendía homenaje al autor de “las escenas legendarias... donde el alma de
Galicia vibra gloriosamente” y anticipaba la entrevista luego aparecida: “Don
Ramón nos dispensó el inmerecido honor de venir a esta casa, donde por unos
minutos [...] tuvo pendientes de su locuacidad abundante y sabia, nuestras almas, que
se regodearon con el sustancioso manjar espiritual de sus ideas originalísimas y de su
“al que han de acudir nuestras juventudes en demanda de orientación
ideológica para laborar el porvenir de Galicia, si quieren topar con la
verdadera ruta”14, y declara sus primeros juicios galleguistas.
Dentro de su estancia en Galicia –con Vigo como punta de
lanza–, Valle, junto a García Martí, realizará una vuelta por tierras
galaicas en que debatirá temas políticos de orientación gallega o
difundirá su palabra estética. Para Garcí Martí, hacia 1925 surgía una
“nueva conciencia” –recordemos la fundación de revistas como Alfar
o Ronsel, por esos años–, que en “síntesis, no se trata sino de las
tentivas que surgen en todo el país para ensayar una nueva conciencia
española”. Fruto de este viaje surgirán iniciativas, como la de una
Delegación regional en Galicia de la Junta de Ampliación de Estudios
y la Residencia de Estudiantes. Para García Martí, la idea sería
innecesaria si “hubiese en esta región una gran ciudad, de un modo
espontáneo la capital que le sirviera de cerebro y centro de conexión”
o que a “falta de una gran urbe pudiera pensarse en nuestro centro
universitario”; pero comparte con Valle el “espíritu moderno [...]
reflejo del impulso pedagógico de Francisco Giner de los Ríos” y la
proposición para que se creasen aquí organismos que aportando [...] la
técnica y los métodos de la pedagogía moderna, no perdiesen [...] el
contacto con el sentido histórico o tradicional de la región [...] crear
[...] delegaciones regionales de aquellos institutos donde la juventud de
cada zona española, una vez vuelta del Extranjero, no tenga que
quedarse forzosamente en Madrid por falta de seminarios, laboratorios
o centros de investigación, y en cambio puedan aplicar sus métodos y
sus técnicas, sus modernas ideologías y conceptos a la realidad
circundante [...] de acuerdo además con las tendencias de la raza”.
Se trataría, amen de organizar cursos de verano con trabajos
complementarios de “investigación histórica”, de ayudar esta
resurrección de España por un procedimiento ordenado y reflexivo de

erudición tamizada. Bajo la apariencia pesimista de sus opiniones sobre la tierra vive
una consoladora esperanza en su porvenir. En ella aprendimos más y mejores
lecciones de galleguismo que en toda la farragosa labor de los que viven de espaldas
a los días futuros”.
14Fuco, “Un rato de amena charla con don Ramón del Valle-Inclán. Sus
negaciones pesimistas, sus paradojas y sus fantásticas concepciones”, El Pueblo
Gallego, Vigo (18.Marzo.1925).
30 ANTONIO GAGO RODÓ

cultura, más completo a nuestro juicio que el que intentan, porque en


esas formaciones objetivas y científicas [...] pueda haber [...] un valor
humano y universal, pero siempre quedarían excluidas las modalidades
históricas de nuestra patria, de las cuales no se podrá prescindir, sin
embargo, en una nueva y acertada estructura (“Hacia una nueva
Galicia”, véase Apéndice).
Otra iniciativa surgida de las conversaciones será la creación de
la sociedad “Los Amigos de Galicia”:
Comparto el goce de estas excursiones con el maestro Valle-Inclán, y de sus
charlas amenas y de sus amores a este suelo surge entre nosotros una
admirable iniciativa, que es al punto patrocinada por Enrique Peinador, por el
exquisito poeta Ramón Cabanillas y por otras personalidades que forman la
cotidiana tertulia del maestro: Trátase de crear la Sociedad de los Amigos de
Galicia, que no tendrá carácter político, ni siquiera de exclusivismo, porque se
admitirán en ella a cuantos sin ser hijos de esta tierra sean devotos de ella15.
García Martí aspiraba a superar un galleguismo restringido por
el parámetro idiomático:
Igualmente para muchas gentes miopes fueron escritores o poetas gallegos
tan sólo los que escribían o versificaban en el idioma del país. Y ocurría la
paradoja de que, en tanto la mayoría de éstos no acertaban a encontrar la
forma de expresión del alma regional, ésta encontraba su perfecta expresión
15Victoriano García Martí, “Del solar galaico. Los amigos de Galicia”, La Voz
(10.Setiembre.1925), pág. 4. Reproducido como “Una inicicativa. Los amigos de
Galicia”, en La Voz de Galicia, La Coruña (18.Setiembre.1925), pág. 2., diario para
quien la idea venía avalada por “personalidades de tanto relieve y galleguismo”
como Valle y era de amplio “espíritu, tan lejos de los exclusivismos que han
malogrado con su estrechez de miras no pocos movimientos que pudieron ser
beneficiosos para Galicia. El nombre de Cabanillas adscrito a esta idea será
-suponemos- garantía suficiente para los “ortodoxos” del galleguismo y los de Valle
Inclán, García Martí y Peinador habrán de serlo también para los que pudieran
temer que la nueva entidad siguiera derroteros que la práctica ha demostrado ser
equivocados.
[...] hemos de secundar la afortunada iniciativa, cooperar a su mejor éxito y
alistarnos en las filas”.
Del 24 al 27 de agosto Valle se encuentra en Mondariz (“Don Ramón del Valle-
Inclán en el Parque del Gran Hotel de Mondariz”, La Temporada en Mondariz,
Mondariz [30.Agosto.1925], pág. 1, presentaba de forma modernista al autor que
“realizó aquí uno de sus frecuentes milagros: detener el curso de las horas en que su
palabra de maravilla cayó sobre las almas en lluvia luminosa y fecundante,
generando la emoción”).
literaria en la sensibilidad de un escritor que se sirve del castellano: en la
sensibilidad de D. Ramón del Valle-Inclán, el literato español más lleno de
esencias del espíritu de esta tierra.
[...] Téngase en cuenta, ya que el caso de Valle-Inclán puede
servir de norma, que en esta personalidad el galleguismo está en él y
no en el objeto o en el asunto16.
La dimensión lingüística es la más conflictiva. Valle plasma su
galleguismo tanto en la discusión política como en su concepto ideal
de la contaminación de un idioma literario: “Dile a Sindulfo que ahora
los mares que quiere comunicar son el Mediterráneo y el Atlántico,
con una red ferroviaria hispano-portuguesa; pero sobre todo, la última
invención de la corrupción del castellano integrado por el catalán, el
portugués y los modismos americanos, es algo precioso”17.
Para hablar de la discutida galleguidad de Valle-Inclán hay que
contar con la distancia existente entre los criterios contemporáneos de
Valle y los actuales. En un artículo, aún no superado, de Carballo
Calero, se recogen impresiones de tesis (Manuel Murguía), antítesis
(Manuel Antonio) y síntesis (Eduardo Blanco Amor) sobre el
galleguismo de Valle-Inclán. Para Carballo, “si de lo que se trata es de
16Victoriano García Martí, “Por tierras de Galicia. El galleguismo y sus
expresiones”, La Voz (6.Agosto.1925), pág. 3, que añadía, en consonancia con Valle,
que tanto en el arte como en la filosofía no ha encontrado una expresión acabada el
alma de Galicia. Victoriano García Martí, en “La condición galaica de Valle-Inclán”
(Galicia, la esquina verde (Alma, historia, paisaje), Madrid, Editora Nacional, 1954, págs.
74-77), observa que en Valle “lo esencial [...] es su galleguidad”, que no “prolonga a
Galicia en el tiempo como Rosalía, sino también en el espacio”, que su “sentido
arcaizante del idioma [...] nace de emplear muchas veces frases en cierto modo
galaicas y por ello mismo más cerca de las formas antiguas de nuestro romance” y
que es “un gallego que se españoliza y aun se universaliza”.
Además, En otra ocasión, García Martí afirmó que Valle “desencantó el alma de
su tierra y la dejó aprisionada eternamente en su prosa artística [...] incorpora [...] la
flexibilidad del idioma gallego a la literatura castellana. Esto es lo más grande que ha
hecho respecto de Galicia, lo más grande que ha hecho de paso en la literatura
castellana, porque el verdadero secreto del éxito de Valle-Inclán en la literatura
española, a la que dio ranciedad y flexibilidad, es que transcribió a la lengua
castellana la sensibilidad lingüística de su idioma nativo” (“Los retratos...”, art. cit., en
Esteban, Op. cit., pág. 262).
17Carta de Rivas Cherif a Azaña, del 31 de marzo de 1925, en Cipriano de Rivas
Cherif, Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña, Barcelona: Grijalbo, 1981,
pág. 609.
32 ANTONIO GAGO RODÓ

determinar hasta qué punto es gallega la obra de Valle-Inclán, no por


su temática y su lengua [...] sino por su espíritu [...] nos deslizamos al
terreno de las opiniones”. La precursora alabanza de Murguía, tras el
rastro del padre de don Ramón –muerto en 1890–, al primer Valle es
respondida por el articulista, pues “la prosa poética no constituye un
monopolio de los escritores gallegos. El racismo del historiador señala
raíces célticas en la técnica impresionista, tan usual en la literatura
francesa de la época, empleada en ocasiones en Femeninas”18. Ante la
denuncia manuelantoniana de un Valle antigalleguista por su escritura
en lengua no gallega, habría que pensar, por contra, que la equivalencia
“escritura en gallego” igual a “galleguismo” es más que discutible, ya
que supondría que todo escritor en gallego garantiza su galleguidad,
hecho impensable en la lírica medieval o de dudoso alcance en
escritores como García Lorca (autor de Seis poemas galegos, 1935).
Parece más coherente, por tanto, examinar su condición galleguista en
relación con lo que deba ser la esencia gallega, tal como lo entiende
Blanco Amor, por muy opinable que sea: “don Ramón no es
galleguista. Pero el galleguismo no le es negado ahora porque escriba
en castellano, sino porque aun cuando a veces sea galaico en sus
asuntos, no lo es en su esencia [...] no sólo no es galleguista, sino que
ni siquiera es gallego. Es, simplemente galleguizante”19. En conclusión,
Valle ni escribe en gallego ni fomenta su cultivo por los demás, siendo
que la circunscripción a lo gallego en Valle trasciende a una
universalización. Si sería gallego o no, entra dentro del ámbito de la
subjetividad, tanto como negar su aptitud para captar esencialmente la
problemática gallega. Véase: “Es, por tanto, al carácter, a la
idiosincrasia del gallego y no al Estado español a lo que hay que
imputar ciertos males y [...] la animosidad de Castilla y de otros
pueblos contra él”20. La galleguidad de don Ramón queda, por tanto,
18“Algunos testimonios gallegos sobre el galleguismo de Valle-Inclán”,
Cuadernos de estudios Gallegos, tomo XXII, 64 (1966), pág. 305 y 319, respectivamente.
19Carballo Calero, “Algunos...”, art. cit., pág. 324. Recordemos que Valle escribe,
un texto en gallego, amén de otros diseminados en obras en castellano, “Cantiga de
vellas”, publicado en El Noroeste, La Coruña (5.Abril.1910). Véase Javier Serrano
Alonso y Amparo de Juan Bolufer, Bibliografía general de Ramón del Valle-Inclán,
Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 1995, pág. 67.
Valle-Inclán, Bibliografía..., op. cit., pág. 71, da el día 6 como fecha de publicación.
20 Dougherty, “Valle-Inclán ante Galicia...”, pág. 111.
abierta a debate21.

REGIONALISMO Y TEATRO
Superando la esfera literaria, merece mención aparte y destacada
el teatro. En 1925, después de su paso por Vigo, Valle acude al
reestreno de su obra La cabeza del Bautista (“novela macabra en un
acto”) en Barcelona (20-III) y queda seducido por la intensa
interpretación de la actriz Mimí Aguglia, lo que suscita en Valle “una
nueva ilusión por el teatro”, como le comunica en una carta, que
contiene el anuncio de un próximo “drama rústico”22. Espoleado por
este hecho, Valle aceptará la invitación para dar una charla, cuyo
hipotético título podría haber sido “De la importancia del decorado y
movimiento en el teatro”. En efecto, el 17 de setiembre de 1925, dará
una conferencia en el Liceo de Artesanos de Corcubión (La Coruña),
en que hablará “del arte en el teatro”, haciendo “encantadoras
descripciones de los modernos procedimientos en el decorado y en el
movimiento de los muñecos” (“De Corcubión...”. Véase Apéndice);
modernos, remitiendo posiblemente a las prácticas teatrales europeas.
Valle prestó desde tiempo atrás gran atención a la escenografía
en la representación escénica y a la creación de escenarios como
21Dougherty, “Valle-Inclán ante Galicia...”, Art. cit., pág. 111. No deja de ser
estimable anécdota que, incluso, a la muerte del autor, el Partido Galleguista tenga
representación en el sepelio y reparta una octavilla orlada de negro homenajeando a
don Ramón: “Fai unhas poucas horas o esprito supremo da arte da palabra e da
emoción estética de don Ramón del Valle-Inclán vivía con noso, partindo o noso
pan e disfroitando da lediza de Galiza. Agora seu corpiño morto, fébre,
espirtoalizado vai a recibire o baptismo derradeiro n'nnha coba na Terra galega. Il,
que sempre levou no i-lama a beleza e a traxedia da Galiza inmorrente ventando â
morte viuna acoller entre nos baixo os ceos invernizos de Compostela. Diante d'il
soio cabe marmular unha orazón e dicir como o Bardo: “certamente, iste era grande
cousa”. Ergamóslle un moimento sinxelo de predá cristián e admiración inmorrente.
Por istas liñas emozonadas o Partido Galeguista invita a todo o pobo de Sant-Iago a
comprir o derradeiro co artista cuia obra ha vivir namentras fique no mundo un
esprito sensibre â beleza a âsaudade. Condución do cadávere âs cinco da tarde. Casa
mortuoria Xêral Pardiñas, 9”” ([Jesús] Rey Alvite, “Crónica de Santiago. La muerte
de Valle-Inclán [...] Una octavilla del partido galleguista”, La Voz de Galicia, La
Coruña [7.Enero. 1936], pág. 10).
22 Lleva lugar y fecha de “Puebla del Caramiñal. Mayo de 1925”. Puede leerse
en Valle-Inclán, Entrevistas..., pág. 279-280.
34 ANTONIO GAGO RODÓ

elemento modulador del teatro. Cipriano de Rivas Cherif, en una


entrevista a don Ramón, reseña que para la representación parisina de
Romance de lobos, hacia 1914, “ya tenía preparados su autor curiosísimos
elementos de decoración”. Posterioremente, Valle reclamaba “esa
variedad de cuadros que hoy convendría para ciertas obras con
asistencia de decorados sintéticos”23.
Valle hallaba esa sucesión de cuadros en un subgénero teatral
como la zarzuela24 (Alma de Dios, de Arniches y García Álvarez, 1907).
De este teatro y muestra de la perenne y solapada atención de Valle al
teatro es la carta aquí presentada, en respuesta a la invitación de los
autores Romero y Fernández Shaw al estreno de su obra teatral “La
Meiga”. El interés de Valle se orienta, en este caso, hacia un tipo de
obra particular, hacia el subgénero teatral de la zarzuela regional,
episódica y en verso. La trayectoria teatral de Valle-Inclán tuvo que ver,
en sus inicios, con “una zarzuela basada en asuntos regionales, de
marcado sabor gallego [...] Los molinos del Sarela”25, primera obra

23C. de Rivas Cherif, “El viaje de Valle-Inclán”, España (11. Mayo.1916) y Luis
Emilio Soto, “Valle-Inclán y el teatro nuevo”, La Nación, Buenos Aires
(3.Marzo.1929), respectivamente (Dru Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas
y conferencias, Madrid: Fundamentos, 1983, pág. 75). Atención que encajaba dentro
del inflexible concepto escénico de Valle, sugerentemente comunicado en una carta
al propio Rivas Cherif: “sucesión de lugares para sugerir una superior unidad de
ambiente y volumen en el tiempo [...] Todo esto acentuado por la representación,
cuyas posibilidades emotivas de forma, luz y color -unidas a la prosodia- deben estar
en la mente del buen autor de comedias [...] Tanto transformación en la mecánica de
candilejas como en la técnica literaria” (Juan Antonio Hormigón, Valle-Inclán,
Madrid, Fundación Banco Exterior, 1987, pág. 548).
24En puridad, se trata de una “comedia lírica de costumbres populares”, pero
Valle la denomina “zarzuela llena de vivacidad [...] que hace pensar en las más
celebradas farsas de Shakespeare” (Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado..., 59). En
1929, sintetiza: “Y es de lamentar la desparición de este género, que se conservaba
fiel a la estética española con su unidad de acción y variedad de lugar. En este
sentido [del] empleo de las mutaciones hay una obra de estructura genial que es
Alma de Dios” (Dru Dougherty, “Valle-Inclán ante el teatro clásico español: una
entrevista olvidada”, Ínsula, XLI, 476-477 (Julio-Agosto.1986), pág. 18.
25Faro de Vigo, Vigo (17.Julio.1896). Valle-Inclán, Bibliografía..., pág. 186. En el
suelto “Espectáculos [...] Obra nueva”, Heraldo de Madrid (20.Julio.1896), se añade
que se trata de una obra “de sabor local” y la nota “Correo de Teatros. Madrid”, El
Globo (21.Julio.1896), incluye la noticia de la nueva obra “cuya acción se desarrolla
en Galicia”.
proyectada junto a Camilo Bargiela en 1896, aunque no se inicie sino
con un “drama en tres actos”, Cenizas (1899). Pero como
consecuencia, entre Los molinos del Sarela y La Meiga hemos de resaltar
un vínculo, el de ser una obra de sabor local. Los autores de la zarzuela
opinaban que no era “empeño baladí para dos escritores castellanos
ofrecer una visión rapsódica de Galicia”26, sin olvidar además que ésta
última se estructuraba en “tres actos, divididos en seis cuadros”,
estructura en cuadros afin a Valle y plasmada, por ejemplo, antes en su
refundición de Fuente Ovejuna (27-X-1903) o en el estreno de su
comedia en dos actos, divididos en seis cuadros, La cabeza del dragón (5-
III-1910).
Sin embargo, ¿qué nuevo impulso acerca a Valle a la escena en
los años veinte o qué razón le llevaría a difundir su concepto escénico,
ante un público escogido, quizás, pero en un lugar de tan restringida
irradiación cultural? Que reservara su teoría teatral para difundirla en
Galicia o que se interesara por un tipo de obra regional haría buenas
las palabras de su compañero García Martí:
Se extingue la figura de D. Ramón en su país gallego, al que dio
todo y no pidió nada27.

APÉNDICE
ACTO:
- “D. Ramón del Valle-Inclán. Un banquete”, Faro de Vigo, Vigo,
Año 72, Nº 17.780 (18.Marzo.1925), pág. 1.
El glorioso escritor D. Ramón del Valle Inclán, fue ayer obsequiado
por un grupo de admiradores28 de nuestra ciudad.
26Y que el “asunto, y no pocos de sus accidentes y episodios, no podrían, a
nuestro juicio, suceder más que en Galicia” (Federico Romero y Guillermo
Fernández Shaw, “Autocríticas. “La meiga”, ABC [20.Diciembre.1928], pág. 10).
27“Valle-Inclán,...”, pág. 3. El 1 de abril de 1922, García Martí coorganizaba un
homenaje a Valle en el Café de Fornos de Madrid, proponiendo la adquisición de
unas “piedras seculares” ligadas a los Valle-Inclán, “iniciativa que conmovió a don
Ramón, obligándole a pronunciar [...] unas palabras de unción y de afecto a su
tierra” (V. García Martí, Un incidente literario. Valle Inclán-Baroja. Para alusiones”,
Santo y Seña [1.Diciembre.1942], pág. 17).
28Asistieron –según la crónica– el abogado Juan Amoedo, el doctor Millán, el
arquitecto Jenaro Lafuente, el doctor Arbones, el fotógrafo Casado, Joaquín
36 ANTONIO GAGO RODÓ

[...] Durante la comida, que se deslizó dentro de la mayor intimidad,


el genial creador de las “Sonatas”, tuvo suspensa la atención de los
comensales.
D. Ramón, que es toda una recia mentalidad, habló de los más
palpitantes problemas del mundo del pensamiento español. Arte,
historia, ciencia, fueron para D. Ramón temas sobre los que su talento
iluminado vertió mil atisbos de propia personalidad, siempre sugestiva
y fuertemente creadora.
Galicia, singularmente, tiene en D. Ramón, el más genial intérprete
de los múltiples aspectos que integran su historia, y el único capaz de
sintetizarlos para una labor futura29.
Después de la comida, fue invitado a una jira en automóvil”.

OPINIONES:
-Victoriano García Martí30, “Por tierras gallegas. Hacia una nueva

Pesqueira (corresponsal de La Prensa de Buenos Aires), Rafael Dieste (periodista),


Ramón Cabanillas (poeta, que escribirá el artículo “Da roseira dos relembros. O
neto de don Xan Manoel Montenegro”, Faro de Vigo, Vigo [20.Setiembre.1925], pág.
5), Roberto Blanco Torres (escritor) y Valentín Paz Andrade (periodista, que en La
anunciación de Valle-Inclán [Buenos Aires, Losada, 1967] añade que tras el convite en
“El Águila” hablaron del proyecto de buscar una residencia para Valle en Vigo
-quinta “Los Rosales”-, gestión sin fruto [Hormigón, Valle-Inclán, op. cit., pág. 570]).
El banquete fue obsequio de la redacción de Galicia.
29En “Mercurio Literario [...] Valle Inclán predice la formación de un idioma
argentino”, Heraldo de Madrid (16.Abril.1925), pág. 5, se recogían sus impresiones:
“Quiéralo Dios, para el castellano lo que fueron los romances de las colonias
romanas para el latín anquilosado del señor del mundo.
La Argentina, país agrícola y ganadero, tendrá en el porvenir, dentro de algunos
siglos, un idioma de labradores y pastores, como se lo hizo Galicia, también tierra de
labradores y pastores. El romance argentino no se hará en Buenos Aires, sino que lo
harán los pobladores de la inmensidad de la Pampa y de las ingentes montañas del
norte, pues los idiomas no salen de las calles y los bulevares de las ciudades: en las
ciudades sólo nacen el argot de los canallas y las germanías; los idiomas, en cambio,
nacen a pleno sol, en pleno campo, y son expresión del alma colectiva del pueblo.
Las ciudades corrompen a los idiomas, y sólo el campo y la luz los conservan, los
renuevan y los depuran”.(Palabras del sobrino del marqués de Bradomín, pronunciadas en
un convivio con que le festejaron recientemente los intelectuales de Vigo)”. Recogidas por Dru
Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas y conferencias, Madrid: Fundamentos,
1983, pág. 135 n. 163.
30Artículo recogido como “La Semana Gallega. Estudios gallegos: opinión de Valle-
Galicia [...] El pensamiento de Valle-Inclán”, La Voz, Año VI, Nº
1.509 (21.Agosto.1925), pág. 3.
[...] En cuanto a la localización de estos estudios e instituciones en
Galicia, tiene el ilustre Valle-Inclán una iniciativa y un pensamiento, del
que nos hablaba recientemente, que vendría a allanar todos los
caminos y saldría al paso de dificultades. Parte el maestro Valle de la
necesidad de reorganizar nuestra región con más exacto y justo
sentido de nuestra geografía y nuestra historia. Así, por ejemplo, para
todo el mundo la ría de Arosa tiene una unidad por su naturaleza, sus
problemas y sus industrias. Pues bien; estaría ésta dividida
administrativamente en dos zonas: una, que pertenece a la provincia de
Pontevedra, y otra, a la de La Coruña. Es decir: que la “ría de Arosa”
no existe en el orden administrativo; pero sí en la realidad. Bajo la
influencia romana, dentro de nuestra historia, parece que se quiso
consagrar esta unidad, ligando ambas zonas con la creación de un
centro urbano como punto de confluencia: Iria Flavia. La importancia
romana de este punto fue confirmada en la Galicia cristiana con el
desembarco en el mismo lugar de los restos sagrados del apóstol
Santiago. Es, pues, esta ciudad de Iria, o de Padrón hoy, por lo que a
nuestras tradiciones se refiere, una matriz vital de nuestra historia y
nuestra personalidad. De otra parte y para mantener la vigencia del
valor de este centro, baste saber que a poca costa sería éste el puerto
más importante de la ría, no sólo por ser el punto de confluencia de
las dos bandas, del Este y del Oeste, sino por su proximidad a Santiago
de Compostela -unos veinte kilómetros-. Convertiríase, pues, en un
importante núcleo de una nueva biología gallega que confirmase sin
destruirla su personalidad y su historia. Cuenta además Padrón con
varios e importantes edificios antiguos y modernos que no tienen
inmediato destino y que podrían servir de albergues cómodos para
esasinstituciones, laboratorios, seminarios y otras del tipo de la
Residencia de Estudiantes, donde podría formarse el plantel de
jóvenes que deberían estudiar nuestros problemas y señalar
Inclán” en La Temporada en Mondariz, Mondariz (13. Setiembre.1925), pág. 6, órgano
para quien el artículo de García Martí, “siempre atento a las palpitaciones de vida
espiritual de la región”, suponía “la necesidad de reunir y enlazar los movimientos
que acusan el deseo de obtener una clara comprensión de nuestros problemas y de
dar eficacia a su estudio”.
38 ANTONIO GAGO RODÓ

orientaciones a la región. De este modo se evitaría el espectáculo de la


disgregación actual, donde los escasos elementos con que se cuenta
aparecen diseminados, sin ideología común y sin técnicas ni métodos
que hagan eficaz la conducta. Nótese que en el orden del “concepto”
teníamos aquí elementos matrices de nuestra formación histórica, y en
el orden práctico de la economía gallega contamos con zonas agrícolas
y pesqueras que pudieran servir de centros de investigación. No se
pretende, sin embargo, ni lo pretende Valle-Inclán, que éste fuera el
núcleo central de toda Galicia, sino tan sólo de un sector. Propone
además nuestro genial conterráneo que las instituciones aquí creadas
se bauticen con los nombres ilustres de nuestra historia, que, por un
azar, son casi todos nacidos en torno de esta ría: así Prisciliano,
Gelmirez, Payo Gómez Charino...
Todavía hoy ofrecieron el fruto de sus actividades a España un
grupo selecto de gentes aquí nacidas: así el propio D. Ramón del Valle-
Inclán, la Pardo Bazán en cierto modo, ya que es oriunda de esta ría;
los Camba, Castelao, el poeta Cabanillas, el escultor Asorey, etc., etc.
[...]

CONFERENCIA:
-M., “De Corcubión. Valle Inclán y Garcí Martí”, La Voz de Galicia,
La Coruña, Año XLIV, Nº 14.286 (23.Setiembre.1925), pág. 5.
Acompañando al insigne maestro don Ramón del Valle Inclán,
pasó unos días entre nosotros -siguiendo su viaje de estudio a través
de Galicia- el admirado colaborador de La Voz de Galicia y “La Voz”
de Madrid, Victoriano García Martí.
Aprovechando la permanencia en Corcubión del distinguido
ensayista y del egregio literato, la junta directiva31 de la sociedad cultural
“Liceo de Artesanos, invitó a ambos ilustres huéspedes a dar unas
conferencias. Accedieron amablemente.
El acto tuvo lugar, ante una concurrencia numerosísima, a las diez y
media de la noche del pasado jueves.
Presentó a los oradores el abogado y colaborador de “El Sol” D.
31 El suelto “De la provincia [...] Corcubión. El señor Valle-Inclán”, El Ideal
Gallego, La Coruña (20.Setiembre.1925), pág. 3, añade que “fue invitado por el
presidente del “Liceo”, señor Cabrinety”.
José Miñones32, bibliotecario de la sociedad. Dijo de García Martí, que
su labor literaria era sobradamente conocida del público corcubionés,
que seguía con profunda admiración sus notables publicaciones.
Refiriéndose a la interesante campaña que García Martí viene
desarrollando en “La Voz”, afirmó que la región entera tiene motivos
de agradecimiento para el periodista que así supo cantar las bellezas de
nuestras rías y paisajes, lanzando, a la vez, ideas de tanta trascendencia
como la creación de un grupo de “Amigos de Galicia”, idea que
comenta ampliamente la prensa regional.
A continuación estudió los valores de la generación del 98,
haciendo destacar, de entre todos, la personalidad de D. Ramón del
Valle Inclán.
Seguidamente inició su conferencia Victoriano García Martí, que
fue acogido con grandes demostraciones de cariño. Acertó a analizar,
sintéticamente, la figura de Valle Inclán como literato y como
observador. En párrafos elocuentes refirió ingeniosísimas anécdotas
del “Manco de la Puebla”, haciendo una maravillosa crítica de sus
obras.
Al levantarse a hablar D. Ramón del Valle Inclán, el público, puesto
en pie, prorrumpió en ovaciones estruendosas.
Valle Inclán nos contó muchas cosas del arte en el teatro y de la
técnica en la novela. Con relación al teatro hizo encantadoras
descripciones de los modernos procedimientos en el decorado y en el
movimiento de los muñecos. Cerró su amenísima disertación leyendo
el preludio y primera jornada de su formidable farsa sentimental y
grotesta [sic] “La Marquesa Rosalinda”.
El público salió complacidísimo de la velada y lamentando que la
lectura no se prolongase hasta el final de la comedia.
Los Sres. Valle Inclán y García Martí, acompañados de un grupo
numeroso de amigos, visitaron Finisterre, Cée y El Pindo. En el
hermoso castillo de Ameijenda, fueron obsequiados con un lunch por
su distinguido propietario D. Plácido Castro33. Esta madrugada
32Se trata de José Miñones Bernárdez (Ibid.), colaborador de La Voz de Galicia.
33 La nota “Valle Inclán y García Martí”, Faro de Vigo, Vigo (18.
Setiembre.1925), anunciaba las conferencias del día anterior e informaba de la visita
al “cabo de Finisterre”, mientras que el suelto “De la Provincia [...]”, art. cit., añadía
que, en compañía de Miñones, los escritores visitaron “el faro, semáforo y estación
40 ANTONIO GAGO RODÓ

salieron para Santiago y La Puebla, siendo despedidos por muchos


admiradores. Antes de partir, D. Ramón del Valle Inclán dedicó a
nuestro amigo Pepe Miñones, el ejemplar de “La Marquesa Rosalinda”
en que leyera sus versos.

CARTA: 27-XII-928

Sres. Romero y Fernández Shaw.

Distinguidos amigos. Un fuerte ataque de reuma me impidió asistir


al estreno de “La Meiga” y aunque hoy estoy mejor y empiezo a salir,
aún tengo que valerme de mi mujer para agradecerles su delicada
atención y felicitarles por su triunfo al que sinceramente sentí no
asistir. Tendré un placer en conocer la obra, tan pronto me encuentre
bien, y entanto [sic] reciban con el testimonio de mi reconocimiento la
expresión de mi amistad y mis votos por sus nuevos triunfos.
Valle-Inclán. 34 [Fundación Juan March (Archivo Fernández Shaw)
Sign. G-V/ 196]

radiotelegráfica de Finisterre, la factoría ballenera de Caneliñas, las instalaciones del


Ezaro y cascada del Pindo, lo mismo que la fábrica de carburo y colegio de Cée.
También estuvieron en la hermosa estancia que tiene en el castillo de la Ameijenda
el acaudalado y exdiputado provincial don plácido Castro Rivas [...] Mañana
continuarán su viaje por la costa hacia Muros”.
34 No hemos encontrado ninguna mención en la prensa diaria a una posible
asistencia de Valle, rastreando hasta la última representación, homenaje a los autores,
el 7 de febrero de 1929. La obra alcanzó 68 representaciones (María Francisca
Vilches de Frutos y Dru Dougherty, La escena madrileña entre 1926 y 1931. Un lustro
de transición, Madrid, Fundamentos, Colección Arte, 1997, pág. 499). La carta es
manuscrita, supuestamente con letra de Josefina Blanco, pero es probable que la
firma proceda de mano del autor. Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw,
La Meiga. Zarzuela en tres actos, divididos en seis cuadros, en verso, original. Música
del maestro Jesús Guridi (Representada por primera vez en el Teatro de la Zarzuela
de Madrid el 20 de diciembre de 1928), Primera edición, Madrid, Imprenta de la
Ciudad Lineal, 1929. Lleva la siguiente dedicatoria: “A Don Ramón del Valle
Inclán,/ príncipe de las letras/ españolas, con fervorosa/ admiración”. En la
autocrítica de la obra, Romero y Fernández Shaw (“Autocríticas..., Art. cit., pág. 11)
reconocían que “no debemos silenciar que a quienes debemos mayores sugerencias,
merced a sus obras admirables, es [...] sobre todos, a D. Ramón del Valle Inclán, el
Grande”.
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO:
ASPECTOS LEXICO-SEMÁNTICOS, LEXICOGENÉSICOS Y
FRASEOLÓGICOS.

Juan Gómez Capuz


UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Resumen.- El argot de los soldados de reemplazo es uno de los cuatro subargots en los que se puede
dividir el lenguaje militar y posee una serie de características que lo caracterizan y separan de los otros
argots. En este artículo se analizan esas características desde diversos puntos de vista como la designación, la
tropología, los cambios de código, los difemismos, los centros de expansión, la influencia de otros argots,
los acortamientos léxicos o la sufijación expresiva entre otras.
Resumo.- O calón dos soldados de leva é un dos catro subcalóns en que pode dividirse a linguaxe militar e
posúe unha serie de características que o caracterizan e separan dos outros calóns. Neste artigo son
analizadas esas características desde diversos puntos de vista como a designación, a tropoloxía, as mudanzas
de código, os disfemismos, os centros de expansión, a influencia de outros calóns, os acortamentos léxicos
ou a sufixación expresiva entre outras.
Abstract.- The slang of the replacement soldiers is one of the four differents slangs in those which the
military language can be divided and it shows a series of features that characterize it and separate from the
others slangs. In this article those characteristics are analyzed from various points of view such as the
designation, the tropology, the code changes, the disfemims, the expansion centres, the influence of other
slangs, the lexical blending or the expressive suffixation.

1. EL LENGUAJE MILITAR Y EL ARGOT. PRESUPUESTOS METODOLÓGICOS DE ESTE


TRABAJO.

El lenguaje del Servicio Militar o de los soldados de reemplazo


o, más llanamente, “de los soldados”, es uno de los cuatro subargots o
jergas en que se divide, a nuestro entender, el lenguaje militar
considerado en conjunto como un tecnolecto, lengua profesional o jerga.
Estos cuatro subargots son:
1.Lenguaje jurídico-administrativo militar. Se caracteriza por tanto,
por el arcaísmo en todos los niveles (uso del futuro de subjuntivo; la
palabra policía con el valor arcaizante de ‘uniformidad”, ‘aseo”), así
como por la tendencia a siglas y abreviaturas (JEPER, Tte, T.Col ).
2.Lenguaje de los militares profesionales. Se trata de la típica jerga
profesional, que sufre las influencias de otras jergas colaterales como el
lenguaje jurídico militar y el lenguaje de los militares de reemplazo
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

(vid.infra ).
3.Lenguaje de las milicias universitarias (actual IMEC).
4.Lenguaje del Servicio Militar o de los soldados de reemplazo. Esta
jerga tiene una serie de características que lo caracterizan y separan de
los otros tres subtipos del lenguaje militar.
a) Se trata de un lenguaje muy definido en lo que respecta a dos
de las variables sociales: sexo masculino y edad entre 18 y 28 años; sin
embargo es muy difuso en cuanto a la variable socio-económica y el
nivel de estudios.
b) El lenguaje del Servicio Militar es una especie de “pidgin”
constituido por “préstamos” de otros argots relacionados con él y que
lo convierten a su vez en un nuevo argot; en especial debemos
destacar los “préstamos” del lenguaje de los militares profesionales (ir
a piñón, páter), del lenguaje de la droga (rayarse, fumeta ) y del lenguaje
juvenil lato sensu o incluso del argot común (chupa, rebotarse,
escaquearse, pringar). Se trata de un lenguaje desconocido por el recluta
recién llegado, rápidamente asimilado para satisfacer las más mínimas
necesidades comunicativas (como ocurre con el pidgin) y que una vez
acabado el Servicio Militar suele ser rápidamente olvidado35. Es por
tanto, un lenguaje instrumental y de circunstancias, sin voluntad de
permanencia: una especie de “pidgin” que jamás llegará a convertirse
en “criollo”.
c) Como corolario del rasgo anterior, podemos afirmar que es
un lenguaje que se inscribe perfectamente en las coordenadas que P.
Daniel (1992: 20) asigna al concepto de argot: un lenguaje grupal,
críptico y de germanía que “se desarrolla con especial intensidad en
ámbitos cerrados -campamentos y cuarteles militares, cárceles,
internados, escuelas-, en donde la conciencia de grupo es mayor, por
lo que el argot es un distintivo de clase y un elemento integrador”.
Así pues, observamos que el lenguaje del Servicio Militar es un
lenguaje argótico y grupal, identificador y cohesionador de un
colectivo que se encuentra en una precaria situación socio-jurídica, un
lenguaje rápidamente asimilado por sus miembros y que se encuentra
35 De hecho, la inmensa mayoría de los pre-informantes que habían acabado el
Servicio Militar hacía más de tres años fueron incapaces de responder a un mínimo
de preguntas de nuestro cuestionario, razón por la cual fueron excluidos de la
nómina final de informantes (vid.infra ).
en un proceso de continua creación (por medio de relexificaciones,
cambios semánticos, nuevas metáforas).
En el aspecto metodológico, nos hemos decidido por el
procedimiento de encuesta, siguiendo en términos generales el modelo
elaborado por J. M. Navarro (1989: 293-303) en su estudio sobre el
lenguaje de los estudiantes. Ahora bien, nuestro modelo presenta
algunas particularidades motivadas por el tipo de lenguaje tratado y los
informantes:
1. Hemos confeccionado una encuesta de 62 preguntas que no
han sido organizadas por campos semánticos; con ello hemos
pretendido evitar que algunas respuestas contaminaran a otras o que
alguna palabra de una pregunta contuviera la respuesta de la pregunta
siguiente.
2. La encuesta fue contestada por 24 informantes, todos ellos
residentes en Valencia y su área urbana, aunque habían realizado el
servicio militar en diversos lugares del Estado Español (Valencia,
Región Centro, Baleares y Ceuta-Melilla) entre 1989 y 1993.
3. En cuanto a los datos sociológicos, hemos consignado los
estudios, clase social y, sobre todo, el lugar y año del Servicio Militar,
ya que -como veremos- el lenguaje de los soldados es en cierto modo
una especie de diasistema con variedades diatópicas.
4. En algunas preguntas se ha admitido que un mismo
informante dé más de una respuesta, lo cual explica que en estos casos
la suma de los porcentajes de las respuestas sea superior al 100%.

2. LÉXICO Y SEMÁNTICA: DESIGNACIÓN, TROPOLOGÍA, CAMBIOS DE CÓDIGO,


DISFEMISMO Y CENTROS DE EXPANSIÓN.

2.1. Simples procedimientos de designación de realidades del mundo militar.


En este punto estudiaremos una serie de términos que designan
denotativamente determinadas realidades militares; es decir, se trata de
términos afectivamente neutros, normalmente comunes al lenguaje de
los soldados y al de los militares profesionales. En cuanto al aspecto
estadístico, debemos destacar dos fenómenos:
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

a) Por un lado, algunos de estos términos son la variante


mayoritariamente empleada por los informantes, en una proporción
superior al 70%: es el caso de garitas para designar las torres de
vigilancia que hay en un cuartel (100%); los términos compañía
(infantería), batería (artillería) y escuadrón (caballería) para designar el
lugar donde viven los soldados en el cuartel (suman 83%); las voces
dos-cuartos y tres-cuartos para designar una prenda de invierno que cubre
esa proporción del cuerpo (91%); imaginaria (75%) para los servicios
de vigilancia nocturna dentro de la compañía; taquilla (100%) para
designar el armario personal de cada soldado; botiquín (83%) para
designar la enfermería; pernocta (91%) para designar el documento que
autoriza al soldado a dormir en su casa; y pista americana (75%) para
indicar el circuito de instrucción constituido por pruebas de agilidad y
algunas trampas.
b) Por otro lado, observamos que otros términos de este tipo
son, justamente, las variantes minoritarias, inferiores al 25%: se trata de
las formas neutras y objetivas, desplazadas en el uso por la variante
más “afectiva”, sobre todo en el sentido negativo de degradación y
deshumanización (disfemismo): es el caso de letrinas (25%) frente a la
metáfora animal y deshumanizadora los tigres (83%); de corneta (17%)
frente a la sonora onomatopeya turuta (66%); y de primero (8%; elipsis
de cabo primero ) frente a la despectiva sinécdoque tirilla (83%).

2.2. Recursos semánticos expresivos.


En este apartado, adoptamos parcialmente el esquema de
exposición empleado por F.Rodríguez González (1989) en su estudio
del lenguaje juvenil.

2.2.1. Transferencia semántica: metáforas y metonimias. Disfemismo,


degradación y centros de expansión semántica.

2.2.1.1. Metáforas, metonimias y sinécdoques.


Como todas las jergas, el lenguaje de los soldados es muy rico
en metáforas y metonimias, que le permiten un doble proceso de
relexificación de realidades que odian -las de la vida militar- por medio
de términos más familiares, por un lado (walkman, galleta, braga, chopo )
y de reforzar el carácter degradador e incorformista de su lenguaje, por
otro.
En primer lugar examinaremos las metáforas. En la mayoría de
ellas, tenor y vehículo se parecen en la forma: así, al fusil CETME se le
llama chopo (100%), porque el fusil, puesto de pie, da la impresión de
ser un árbol muy alto; por su parte, a la funda que se coloca en las
hombreras y que indica los galones a partir del cabo se le denomina
galleta (66%) porque tiene la forma cuadrangular y las dimensiones de
una galleta. Más compleja es, en cambio, la metáfora tigres (83%) para
designar los lavabos de una compañía, aunque la conexión o
fundamento parece estar en la expresión coloquial oler a tigre .
Algunas metáforas también implican una sinécdoque: se
compara un tenor a un vehículo no por la similitud total de ambos
objetos sino por la similitud de parte del tenor con parte del vehículo.
Así, la cinta que ciñe la visera de la gorra y se puede mover de forma
que describa un arco alrededor de la cabeza se compara a unos cascos
[auriculares] (25%) mediante una metáfora propiamente dicha, mientras
que el mismo porcentaje de informantes lo equipara a unos walkman:
en este caso dicha cinta no se parece a unos walkman sino sólo a un
parte de ellos, los cascos auriculares. Otro caso similar es la
denominación calimero (58%) para designar a un policía militar: aquí se
compara el tenor “policía militar” con el vehículo constituido por ese
personaje de dibujos animados, por el fundamento que constituye la
semejanza del casco blanco del policía militar con la cáscara de huevo
que todavía recubre a Calimero.
El fenómeno más complejo es la red de designaciones
tropológicas del soldado veterano. Todas parten de la metáfora base
padre/padraco, donde se traspone la autoridad del padre a la autoridad
fáctica que tiene en la milicia el veterano. A partir de aquí se generan
nuevos términos según el grado de veteranía. Estos términos, que
podríamos denominar “metáforas escalares”, son:
-padre/padraco (66%), cuando ya hay en su cuartel un reemplazo
más novato.
-abuelo/(abuelaco) (83%), cuando ya hay en su cuartel dos
reemplazos más novatos; también cuando le faltan tres meses.
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

-bisabuelo: bisa, güisa, wisa (66%), bisagra (25%), superwisa (17%),


cuando le quedan menos de tres meses de mili, y en el caso de la mili
de 12 meses, cuando ya había en el cuartel cuatro reemplazos más
novatos.
En otros casos nos encontramos con sinécdoques
propiamente dichas: así, a un cabo primero se le llama
despectivamente tirilla (83%) o tirita (8%), porque se le denomina por
sus galones (sinécdoque “pars pro toto”), que son una pequeña tira
amarilla; a la enfermería del cuartel se le llama por algo que hay en ella,
el botiquín (83%).
Por último, también hemos registrado algunas metonimias.
Algunas bastante simples como la blanca (100%) que designa la cartilla
militar que se entrega al soldado cuando ha acabado la mili y que está
impresa sobre papel blanco. Otras son más expresivas, como aspirino
(8%) para designar al soldado que se ocupa del botiquín o enfermería:
aparte de la metonimia de designar a la persona por lo que ésta suele
administrar (aspirinas), hay una asimilación de la forma al género, para
poder designar a una persona de sexo masculino.

2.2.1.2.Disfemismo, degradación y deshumanización.


Es evidente que esta jerga goza de un carácter rebelde (como
todo antilenguaje), que le permite la visión degradada, sarcástica e
inconformista de una realidad ya de por sí sórdida, por medio de una
amplísima batería de recursos lingüísticos entre los que cabe destacar
una red de metáforas con valor degradante, insultante,
deshumanizador y existencialista. Pensamos que este rasgo no es
propio del lenguaje de los soldados, sino que es uno más de los
préstamos que le hace el lenguaje juvenil. En este sentido, F. Rodríguez
González (1989: 155-156) señala que el lenguaje juvenil busca
intencionadamente el disfemismo, cualquier palabra que contribuya a
dar un tono peyorativo y humorístico al discurso. Más explícito es M.
Casado Velarde (1988: 108:109), quien afirma que bastantes términos
de la lengua juvenil se caracterizan por su carácter deshumanizador
(currelo es el trabajo sin lo que tiene de voluntario, creativo y humano)
y por ser aplicables al hombre sólo en su “animalidad” (fiambre, estirar
la pata, joder ).
Este rasgo es perfectamente visible en el lenguaje de los
soldados, ya que en muchos aspectos no es más que la adecuación del
lenguaje juvenil a un contexto de uso muy peculiar. Y si tenemos en
cuenta que el punto de vista que normalmente rige el argot de los
soldados suele ser el de los soldados con mayor autoridad “moral” y
con mayor conciencia de serlo, es decir, los “veteranos”,
comprenderemos que la mayoría de las metáforas deshumanizadoras
vayan dirigidas a dos grupos humanos ajenos a este colectivo:
a) Por un lado, los soldados novatos, verdaderos parias de las
sociedad de castas que es el ejército, y que son llamados por sus
“compañeros” veteranos pollo (58%), monstruo (8%), chinche (17%),
bulto (17%).
b) Por otro lado, los militares profesionales, como los cabos
primeros -llamados tirilla (83%)- y los policías militares -llamados
calimeros (58%) por su casco, en comparación del famoso polluelo. En
general, se practica la cruda desmitificación de todo lo sagrado en el
mundo militar: así, la funda que lleva los galones, indicativo de la
compleja jerarquía y autoridad militar, es sarcásticamente comparada a
una galleta (66%) por su forma, mientras que el alto grado de coronel
es nombrado con el jocoso término de coroco (33%).

2.2.1.3.Centros de expansión semántica.


Ahora bien, sin duda alguna, la prueba más clara de estos
procesos de degradación, materialismo y deshumanización la
constituyen las áreas semánticas que actúan como centros de
expansión semántica, en términos de H. Sperber (apud S. Ullmann
[1965][1967: 227-228]). N. Català (1989:213-214) da una explicación
muy útil de este concepto cuasi-freudiano al aplicarlo al lenguaje
juvenil: “H. Sperber, en el ya lejano 1923, explicaba que aquellos temas
que constituyen el centro de interés de un individuo sugieren símiles y
metáforas para la descripción de otras experiencias”, es decir, actúan
como vehículo de metáforas que describen otras cosas.
En nuestro corpus hemos detectado tres grandes centros de
expansión semántica, los cuales sirven para describir metafóricamente
acciones y conceptos propios de la vida militar y que son responsables
en gran parte del carácter materialista y deshumanizador de este
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

lenguaje:
a) En primer lugar, el ámbito -ya citado- de “lo no humano”,
donde se pueden incluir los términos empleados para designar al
soldado novato (pollo, monstruo, chinche, bulto ), al cabo primero (tirilla ) y
al policía militar (calimero )36.
b) Es fácil de comprender que el sexo sea uno de los grandes
centros de interés del militar de reemplazo: ya es un concepto-eje en
el lenguaje juvenil (P. Daniel, 1992:17) y aquí lo es todavía más por
razones obvias. Por ello, algunos objetos y acciones propios de la vida
militar son nombrados mediante metáforas “sexuales”. Así, el fusil
CETME se compara a una novia, porque siempre se le lleva de la
mano; a la prenda que se pone en el cuello cuando hace frío se la da el
sensual nombre de braga (100%). La concepción de la relación sexual
como agresión, ya denunciada por P. Daniel (1992:21), se hace
evidente en el hecho de que las expresiones que significan ‘copular”
también significan ‘arrestar”, como follarse (75%), que a su vez tiene el
complejo símil deshumanizado de pasar baqueta [al cañón de un fusil]
(17%); igualmente, la acción de comunicar a un superior una acción
digna de arresto, denominada en el argot de los militares profesionales
dar parte, se convierte aquí en la metáfora sexual-agresiva de meter parte
(16%) -posiblemente por analogía con follar ‘arrestar”.
c) Por último, el otro gran centro de expansión es la droga,
realidad omnipresente en todos los cuarteles. Así, el argot de la droga
ha dado nombre a otra acción frecuente en la vida militar: cuando un
mando -sobre todo un sargento- parece perder los estribos y actúa de
manera incomprensible, sobre todo en el sentido de mandar realizar
excesiva instrucción (p. ej. paso ligero) a los reclutas, se dice que ese
mando se ha rayado (58%). Aunque es posible interpretar la etimología
de esta expresión en el sentido de que “se ha pasado de la raya” o
“actúa como un disco rayado”, nosotros pensamos que la fuente está
en el lenguaje de la droga: ese mando actúa de la misma manera que
aquellos que han esnifado una raya de cocaína, de ahí rayarse. Esta
suposición queda confirmada por otras respuestas que los informantes
han dado a esta misma pregunta, mucho más explícitas en su alusión a

36 Además habría que citar la denominación de los lavabos de la compañía


como tigres .
la droga: meterse una raya (8%), e ir fumado (17%).

2.2.2. Otros recursos expresivos: la ironía y la hipérbole.


La ironía es un recurso muy efectivo en la lengua coloquial y
jergal. Hemos visto un claro ejemplo en una de las designaciones del
soldado novato, el cual, entre los muchos nombres que recibe, es
llamado peludo (17%), porque lleva el cabello mucho más corto que los
veteranos.
J. M. Navarro (1989:299) considera en su estudio sobre el
lenguaje estudiantil la presencia de la hipérbole o exageración. En el
lenguaje de los soldados, próximos generacionalmente a los
estudiantes, la hipérbole también se presenta en ocasiones. El ejemplo
más claro y expresivo es el término trifásico para designar “el enchufe o
influencia que tienen algunos reclutas y que les permite tener un
destino muy ventajoso”: trifásico es una hipérbole del término coloquial
base enchufe, ya que designa un enchufe muy potente y complejo, de
tres fases (frente al ordinario, que es monofásico).

2.2.3. Cambio de código.

2.2.3.1.Influencia de otros argots.


Ya hemos señalado que el lenguaje de los soldados es una
especie de “pidgin” constituido casi exclusivamente por préstamos de
otras jergas y argots colaterales.
a) En primer lugar cabe citar la influencia del argot de los
militares profesionales. Gran parte de estos términos ya se han
citado y explicado en el apartado de “procedimientos de designación”
(vid.supra ): garitas, compañía/batería/escuadrón, letrinas, dos-cuartos/tres
cuartos, barbuquejo, botiquín, despedida, pernocta, corneta, pista americana,
imaginaria, furriel y [cabo] primero . Otros términos típicos del lenguaje
de los militares profesionales que han pasado al lenguaje de los
soldados son los siguientes:
-chusquero (91%), oficial o suboficial procedente de la clase de
tropa (reenganchado ) y que no ha pasado por las academias militares,
término despectivo quizá acuñado por los oficiales formados en
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

academias militares (derivado de chusco, tipo de pan habitual en los


cuarteles).
-reengancharse (91%), continuar en el ejército después de haber
realizado el Servicio Militar
-pater (83%), nombre latino con que se designa al capellán
castrense.
-dar parte (50%), acción de comunicar a un superior una acción
merecedora de arresto.
-privación de salida (58%), especie de arresto menor que no
consta en expediente, también denominado por sus siglas, P.S. (33%).
b) Mucho más extensa es la influencia del argot de la
delincuencia, el cual también es visible en el lenguaje juvenil, como
ya advirtió F. Rodríguez González (1989:155-156). La influencia del
argot de la delincuencia se pone de manifiesto en una de las palabras-
eje de este argot (cf. P. Daniel, 1992: 17): marrón, que V. León (1992,
s.v.) define como ‘causa criminal o sumario” y voz propia de los
marginados. A partir de esta palabra base tenemos los siguientes
compuestos, derivados y locuciones:
1.”El hecho de que alguien sea arrestado” o “hacer algo
merecedor de arresto” fue identificado por el 33% de los informantes
con la expresión enmarronarse, mientras que el 25% optó por la
locución comerse el marrón y el 8% por pillar de marrón .
2. “A una acción ilegal, merecedora de arresto” se le denominó
marronada en un 41% de los casos, mientras que el 33% optó por la
forma base marrón y el 17% por la forma marronazo .
3. “Al soldado que comete faltas y es arrestado con frecuencia”
se le denominó marronero en un 50% de los casos, y marrón con patas en
un 8%.
4. “Al hecho de presentar una actitud desafiante y cometer faltas
con frecuencia” se le llamó ir de marrón en el 41% de los informantes,
mientras que las variantes marroneo, ser un marronero y buscarse marrones
se repartieron un 8% cada una.
Uno de los conceptos-eje del argot de la delincuencia es el de
‘cárcel”, razón por la cual todos los términos que designan el
‘calabozo” en el lenguaje de los soldados proceden del argot de la
delincuencia: trullo (66%), talego (17%) y trena (17%).
Por último, otros términos procedentes del argot de la
delincuencia son petar (75%) en el sentido de forzar una taquilla para
robarla; cantar (8%) en el sentido de comunicar a un mando una acción
merecedora de arresto, de acuerdo con el sentido de ‘delatar” que tiene
en argot marginal; pasma, ‘policía” en argot de la delincuencia, es
empleada por un 17% de los informantes para referirse a la ‘policía
militar” (alternando con P.M. y calimero )
c) Asociado al argot de la delincuencia, tenemos el argot de la
droga. Este argot proporciona la metáfora ya mencionada que indica
que un sargento se ha salido de sus casillas y manda realizar excesiva
instrucción a los soldados: mediante las formas rayarse (58%), meterse
una raya (8%) y ir fumado (8%). También hay varios nombres para el
soldado que consume habitualmente drogas blandas: fumeta (58%),
porrero (33%), porreta (16%), chocolatero (8%).
d) Por último, tenemos al principal suministrador de términos al
lenguaje de los soldados. Se trata del llamdo lenguaje juvenil, el cual
se podría integrar en lo que P. Daniel (1992:15) denomina argot
común o urbano. De hecho, podríamos decir que el lenguaje de los
soldados no es más que la adecuación de este lenguaje juvenil a un
contexto de situación muy particular. Pero es necesario observar que,
en muchos casos, esos términos procedentes del lenguaje juvenil y
argot común designan una realidad diferente, la correspondiente a la
vida militar, con lo cual se ha producido un proceso de relexificación:
así, pringar (66%), definido por V. León (1992, s.v.) como ‘trabajar en
exceso” pasa ahora a significar “hacer guardias, sobre todo con
excesiva frecuencia”; escaquearse (100%), para V.León (1992, s.v.)
‘escabullirse de un trabajo u obligación”, significa en el contexto
militar ‘escabullirse de las obligaciones militares”; chupa (83%) ya no es
la chaqueta normal sino la chaqueta militar; pollo (58%), ‘joven” en
argot (J.M.Oliver 1987, s.v.), es ahora el soldado novato, recién llegado;
las expresiones estar quemado/quemarse (25%), que en V.León (1992,
s.v.quemado ) es “estar sin ánimos o facultades”, y pasarlas putas/estar
puteado (50%; V.León 1992, s.v.puteado) pasan ahora a designar el hecho
de pasarlo mal durante una temporada en el cuartel; la acción de
rebotarse (83%), que significaría ‘rebelarse contra alguien o algo”,
significa en el contexto militar el arriesgado hecho de rebelarse contra
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

un soldado veterano, cabo o sargento, previa provocación de éstos.

2.2.3.2.Influencia de otras lenguas históricas.


Aunque los estudiosos del argot señalan que un rasgo típico de
éste es la presencia de términos propios de otras lenguas, en el
lenguaje de los soldados la presencia de extranjerismos es casi nula. En
cuanto a los gitanismos no hemos encontrado ninguno indentificable
como tal. En cuanto a los anglicismos, el único registrado es walkman
(25%) cuando designa a la cinta que ciñe la visera de la gorra y que en
correcto castellano se llama barbuquejo (17%).

3.LEXICOGENESIA: ACORTAMIENTOS LÉXICOS Y SUFIJACIÓN EXPRESIVA.


En diversos trabajos, M.Casado Velarde (1985, 1988 y 1989)
diferencia claramente dos tipos de acortamiento léxico en español
actual, uno más tradicional y otro más reciente, propio del lenguaje
juvenil.

3.1.1. Acortamiento tradicional.


Para M. Casado Velarde (1985 y 1988), el acortamiento
tradicional se da por apócope de palabras largas, produciendo formas
bisílabas, con algunos casos de dislocación acentual para favorecer el
esquema acentual paroxítono y donde se mantiene la forma final
aunque sea poco frecuente en español o deje en suspenso el género
(caso de la terminación -i ): es el caso de cole, cine, moto . En nuestro
corpus sólo hemos encontrado furri, apócope de furriel, ‘administrativo
que pone las guardias”, forma suministrada por el 100% de los
informantes.

3.1.2. Procedimientos de acortamiento en la lengua juvenil actual.


Según M. Casado Velarde, los acortamientos actuales se
caracterizan por diversos rasgos:
-la forma apocopada suele ser trisílaba;
-la vocal final pasa a ser -a -incluso en sustantivos masculinos-
por atracción de sufijos propios del lenguaje juvenil como -ata, -aca,
-eta ;
-el corte del apócope no se produce necesariamente en la
frontera silábica;
-suelen ser formas de carácter lúdico y expresivo, y sobre todo
índices de la identidad generacional del hablante.
En nuestro corpus hemos registrado bastantes muestras de este
fenómeno, un indicio más de la fuerte influencia que el lenguaje
juvenil, tiene en la jerga de los soldados. Encontramos formas que
acaban en -a de forma natural, como volunta [<voluntario ] (91%). En
otras, se da una curiosa coincidencia de la terminación de la forma
apocopada con sufijos peculiares del habla juvenil(-eta, -aca ): es el caso
de mimeta [<mimetizado] (75%), y paraca [<paracaidista] (100%) y
machaca [< machacante, 17%, “soldado que sirve a los sargentos de su
unidad” según V.León, 1992, s.v.].
Pero hay algunos ejemplos que todavía van más lejos de lo
señalado por M. Casado Velarde. Serían algo así como procedimientos
mixtos, donde primero se produce el apócope o corte, y en una
segunda etapa se les añade un sufijo típico del lenguaje juvenil, como
-ata, -eta . Es el caso de fumeta (58%; ‘soldado que es asiduo fumador
de porros”), procedente del siguiente proceso: fumador > fum + eta ;
porreta (8%), procedente también del proceso porrero > porr + eta ; y
camata (16%; ‘soldado que sirve a los mandos como camarero”),
procedente de la evolución camarero > cam + ata . Todavía más
complicada de analizar resulta la voz coroco (33%), designación
degradatoria y festiva de un coronel, si bien pensamos que se puede
deber a atracción de la literacion teco (< T.Col, “teniente coronel”)
donde -co pasa a funcionar como un pseudosufijo que indica “rango
militar elevado”.

3.1.3.Sufijación expresiva.
Al estudiar la morfología del lenguaje juvenil, G. Herrero
(1989:183-184) practica la siguiente distinción:
a)cuando la palabra es sentida por el grupo como término
propio e identificativo, ya no hace falta otra señal indicativa y se deriva
con sufijos de la lengua general: porro > porrete, porrero.
b)cuando la palabra no es propia del grupo, hay una tendencia a
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

imprimir la marca del grupo, y por ello sus derivados adoptan sufijos
propios de este grupo, como -ata, -aca, -eta .
Esta afirmación de G. Herrero parece cumplirse en el sentido
de que las voces más típicas del lenguaje de los soldados -aunque
procedan de otras jergas- suelen formar derivados con sufijos
habituales en castellano: es el caso de plantón (91%; “determinados
tipos de vigilancia donde se está de pie”), tirilla (83%)/tirita (8%; ‘tira
amarilla en la hombrera que designa por sinécdoque al cabo primero”),
vinillo (33%; “celebración de la licienciatura de un reemplazo”), chupita
(8%; “chaqueta militar”), pollete (8%; ‘soldado novato”), marronero
(50%; “soldado que es arrestado con frecuencia”), chocolatero (8%;
“soldado que es asiduo fumador de porros”), porrero (33%), marronazo
(17%; “acción ilegal, digna de arresto”) así como diversas voces
formadas con el sufijo -ada, tres con el sentido de “acción” como son
marronada (41%; “acción ilegal, digna de arresto”), putada
(17%)/novatada (66%; “broma pesada que se gasta a los novatos”) y
una con significado colectivo, mesiada (8%; “conjunto de soldados
mesías que celebran su licenciatura”).
Sin embargo, la distinción de G. Herrero no parece cumplirse
totalmente, ya que algunas voces que designan realidades propias del
grupo forman derivados con sufijos propios del lenguaje juvenil, con
lo cual se daría una redundancia en el indicativo de pertenencia al
grupo: es el caso de camareta (75%; “lugar donde duermen seis u ocho
reclutas”), padraco (66%) abuelaco (8%; “distintos tipos de soldado
veterano”) y, en general, muchas de las voces mencionadas en el
apartado anterior (volunta, paraca, mimeta).

4. FRASEOLOGÍA
Como en todo lenguaje jergal, la fraseología del lenguaje de los
soldados es rica y a la vez complicada. A la hora de organizar en
grupos las unidades fraseológicas nos serviremos de la clasificación
propuesta por A.Zuluaga (1980:135-140):
1.Locuciones adnominales. En cierto modo podríamos
incluir la locución de bonito, empleada por el 91% de los informantes
para referirse al traje que se lleva en ocasiones de gala como desfiles,
juras de bandera, etc.
2.Locuciones verbales:
1. Ir a piñón, metáfora tomada del tecnolecto de la mecánica, y
que tiene un doble sentido (de hecho corresponde a dos preguntas
distintas del cuestionario):
a) Para un 66% de los informantes significaba el hecho de hacer
guardias cada dos días.
b) Para un 58% correspondía a al hecho de no llevar el paso
bien, y alternó con otra locución verbal basada en el tecnolecto de la
mecánica del automóvil, ir con la directa (8%).
2. Para la idea de “hacer guardias”, chupar guardias y pelar guardias
se reparten un 17% cada uno, frente al verbo dominante, pringar
(66%).
3. A partir de la palabra-eje del argot de la delincuencia marrón,
hemos registrado las siguientes locuciones verbales:
-comerse el marrón (25%) y pillar de marrón (8%), para la idea de
“cometer una acción ilegal, merecedora de arresto”;
-ir de marrón (41%) y buscarse marrones (8%), para “el hecho de
presentar una actitud desafiante y cometer faltas con frecuencia”.
4. Subirse a las barbas fue elicitada por un 8% de los informantes
para expresar la idea de ‘rebelarse contra un soldado veterano, cabo o
sargento previa provocación de éstos”, frente al mayoritario rebotarse
(83%).
5.Dar parte fue elicitada por el 50% de los informantes para el
significado de “comunicar a un superior una acción ilegal, merecedora
de arresto”, mientras que el 17% optó por una variante de claras
connotaciones sexuales, meter parte, posiblemente por analogía con
follar ‘arrestar”.
En cuanto a las unidades fraseológicas que equivalen a un
enunciado -en la clasificación de A.Zuluaga (1980:135-140)- hemos
registrado en nuestro corpus las expresiones dos piedras, poka y (soy)
civil, las cuales se suelen pronunciar como únicos constituyentes de un
acto de habla o enunciación, y en unos contextos muy determinados.
Estas expresiones corresponden a la subcategoría que A.Zuluaga
(1980:207-213) denomina fórmulas de fijación pragmática, es decir,
EL ARGOT DE LOS SOLDADOS DE REEMPLAZO...

“enunciados fraseológicos cuyo empleo está fijado a determinadas


situaciones de la vida social”, aunque proponemos extender este
concepto no sólo a las fórmulas fijadas a determinadas situaciones
(uso) sino también a determinados hablantes (usuarios):
-así, dos piedras (58%; metáfora que significa “machácatela [con
dos piedras]”) es una expresión que siempre la dice quien no tiene
guardia a quien la tiene, sobre todo en fechas señaladas como Navidad
o Nochevieja;
-poka (41%; elipsis de me queda poca mili ), siempre se la dice el
soldado veterano al soldado novato;
-(soy) civil (33%) es una expresión que sólo puede pronunciar el
soldado recién licenciado, y va dirigida a los militares profesionales y
de reemplazo que aún permanecen en el cuartel.
Por último, hemos registrado unas curiosas formaciones léxicas
que no tienen otra razón de ser que la de rimar con un sintagma
explicativo de su sentido introducido por el conector sintáctico porque .
Son expresiones festivas y lúdicas, basadas en un proceso creativo
bastante eficaz en la lengua coloquial actual37. Las expresiones
registradas son las siguientes:
a)Generales en todos los dialectos geográficos del lenguaje
militar.
1.Soy mesías, porque me quedan días (de mili) (83%)
2.Soy lavadora, porque me quedan horas (de mili) (58%)
3.Soy cantimplora, porque me quedan horas (de mili) (8%)
4.Soy flecha, porque ya la tengo hecha [la mili] (33%)
b)Propias de determinados “dialectos geográficos” del lenguaje
militar.
1.Exclusiva de Baleares:
Soy espinete, porque sólo me falta el billete [de barco o de avión para la
Península] (8%)
2.Exclusiva de Ceuta:
Soy berberecho, porque sólo me falta cruzar el Estrecho [de Gibraltar]
(8%)

37 Como es el caso de las formaciones “rimadas” del tipo la cagaste Burt


Lancaster .
5. CONCLUSIONES.
Después de haber analizado este lenguaje en todos los niveles,
podemos confirmar las ideas expuestas en la parte introductoria del
trabajo. En efecto, el lenguaje de los soldados de reemplazo es una
jerga con carácter anti-militar y degradador, que se encuentra en un
proceso constante de creación léxica; sin embargo, hemos observado
que gran parte de las unidades léxicas y procesos lingüísticos de esta
jerga son “préstamos” de otras jergas o argots conectados con él, en
especial el lenguaje jurídico-administrativo militar y el de los militares
profesionales por un lado, y el argot de la delincuencia, el de la droga y
el lenguaje juvenil y argot común por otro. Por tanto, los recursos
lingüísticos privativos de esta jerga se reducirían a lo que hemos
estudiado como recursos semánticos expresivos que no implican un
cambio de código: la amplia batería de metáforas y metonimias; los
disfemismos que implican degradación, deshumanización y
desmitificación; los centros de expansión semántica como son el sexo,
la droga y lo no humano; y los procedimientos de hipérbole e ironía, y
aun así, muchos de estos recursos son comunes al lenguaje juvenil y al
argot común.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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ZULUAGA, Alberto (1980), Introducción al estudio de las expresiones fijas, Peter Lang:
Francfort.
UNA PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA
INTERFERENCIA LINGÜÍSTICA A PARTIR DE DOS
LENGUAS EN CONTACTO: EL CATALÁN Y EL ESPAÑOL

Carmen Hernández García


UNIVERSITAT POMPEU FABRA
Resumen.- Este artículo trata la clasificación de las interferencias entre el catalán y el español a partir de
diversas categorías (nivel fónico, gramatical, morfológico, sintáctico, léxico-esmantico, discursivo,
pragmático y gráfico) y de las interrelaciones entre los distintos niveles lingüísticos.
Resumo.- Este artigo trata a clasificación das interferencias entre o catalán e o español a partir de diversas
categorías (nivel fónico, gramatical, morfolóxico, sintáctico, léxico-semántico, discursivo, pragmático e
gráfico) e das interelacións entre os distintos niveis lingüísticos.
Abstract.-This article outlines the classification of the interferences between the Catalan and the Spanish
languages taking into account various categories (phonetics, grammatical, morphologic, syntactic, lexical,
semantic, discursive, pragmatic and graphic) and the interrelationships between the different linguistic levels.

1. PROBLEMAS QUE PLANTEA LA CLASIFICACIÓN BASADA EN LOS NIVELES DE


LENGUA.

Son diversos y muy diferentes los puntos de vista desde los que
se ha intentado clasificar las interferencias y, aunque muy
someramente, vamos a dar un repaso a algunos de los más
significativos. En primer lugar, es posible tomar la interferencia como
proceso y establecer las distintas fases del mismo. En esa línea,
Weinreich (1953: 11) establece dos fases: la interferencia en el habla,
que afecta a los individuos bilingües y se produce en el momento de la
situación comunicativa, pero no es un uso lingüístico totalmente
asentado; y la interferencia en la lengua, interferencia que está ya
integrada en el sistema y que no forma parte únicamente del habla de
los bilingües, sino que ha sido incorporada también por los individuos
monolingües. En la misma línea, desde una perspectiva diacrónica,
Payrató (1985:59) establece cuatro estadios diferentes que van desde
los rasgos o elementos de una lengua A que utiliza un hablante
bilingüe cuando se expresa en una lengua B, pero que ni son utilizados
por los monolingües ni la normativa los acepta, hasta aquellos
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 61

elementos de procedencia foránea que han sido adoptados a lo largo


de la historia de una lengua: arabismos, germanismos, galicismos, etc.
La primera fase corresponde a la interferencia en el habla de Weinreich
y la cuarta es el grado extremo de integración en una lengua. También
Overbeke (1976:114) la recoge en su distinción entre interferencia
como proceso e interferencia como resultado. El problema de todas
ellas radica en saber exactamente en qué momento una interferencia
deja de serlo para convertirse en integración1. Eso es lo que ocurre en
la comunidad catalana, ya que falta establecer los parámetros de
medición adecuados y no disponemos de la perspectiva histórica
suficiente para valorar ciertos fenómenos actuales. Además, serían
necesarios estudios de frecuencia y otros trabajos cuantitativos para
poder analizar el fenómeno con la base científica necesaria.
Una segunda perspectiva para la clasificación no parte ya de la
interferencia como proceso, sino que analiza aisladamente cada una de
las formas “interferidas” en relación con la estructura “interferente”.
Weinreich (1953, trad.1996:61-66) establece cuatro casos únicamente
para la interferencia fónica: hipodiferenciación de fonemas, hiperdiferenciación
de fonemas, reinterpretación de distinciones y sustitución de fonemas. Payrató
(1985:78-79) hace extensivo este esquema a los niveles gramatical y
léxico y añade los fenómenos de importación y pérdida; Blas Arroyo
(1993:48-52) también clasifica los fenómenos gramaticales a partir de
este mismo modelo.
Una tercera perspectiva de clasificación es la que ofrece
Overbeke (1976:114-121), quien establece, a partir de diferentes
puntos de vista, diez relaciones binarias38.

1A propósito de este tema, ver la relación entre el quechua y el español en Appel


y Muysken (1987, trad. 1996).
38 Las diez relaciones que emplea Overbeke son:
a.interferencia como proceso/interferencia como resultado;
b.interferencia proactiva/interferencia retroactiva;
c.interferencias que afectan al código/interferencias que afectan a los
comportamientos sociolingüísticos;
d.interferencias de formas libres/interferencias de formas obligatorias;
e.interferencia segmental/interferencia suprasegmental;
f.interferencia en la primera articulación/interferencia en la segunda articulación;
g.interferencia gramatical/interferencia léxica;
h.interferencia morfológica/interferencia sintáctica;
Como hemos podido comprobar, no existe unidad de criterio
para la clasificación de las interferencias y posiblemente sea porque es
un fenómeno en el que se barajan múltiples factores y resulta
imposible trabajarlo desde una sola perspectiva. Sin embargo, sí existe
un punto en común en alguna parte de las clasificaciones de todos los
autores y es que siempre, directa o indirectamente, las interferencias
quedan relacionadas con la división metodológica propia del sistema
de la lengua en los tres niveles básicos (fónico, léxico y gramatical). Por
otra parte, aunque la mayoría de estudiosos también se refieren de
algún modo al discurso y a la situación en el análisis de la interferencia,
lo cierto es que no sistematizan en sus clasificaciones los rasgos
discursivos y contextuales. Por lo tanto, quizás convendría plantearse
que además de los tres niveles mencionados, se añadiera un cuarto
nivel que podríamos denominar discursivo; e, incluso, un quinto nivel
de naturaleza pragmática, todo ello además de las cuestiones gráficas.
Una segunda cuestión en la que queremos incidir es que los
niveles lingüísticos no son compartimentos estancos; la lengua es
dinámica y, en consecuencia, los fenómenos lingüísticos -y, como tal, la
interferencia- continuamente atraviesan las fronteras entre uno y otro,
por lo que resulta difícil afirmar que tal cuestión es únicamente léxica
o sintáctica: en la mayoría de los casos tendrá implicaciones en más de
un nivel39. Así ocurre, por ejemplo, con la forma por eso que aparece en
(1) para ilustrar esa superposición:
(1)- El día que te fuiste tú sola, ¿dónde fuiste?
- A pasear (risas). No me acuerdo qué día era, ¿eh? ¿por eso?
- ¡Un día que fuimos todas a las conferencias!
- ¡Ah! sí, sí.
En principio, eso aparece en la gramática tradicional del español
como un demostrativo neutro (Alarcos (1994:88-92), Alcina-Blecua
(1975:621-623), Esbozo (1973:213, 432). Moliner (DUE 1992
(2ª):1191, subvoce ese) explica el valor de por eso como expresión muy
frecuente para referirse al motivo que explica o justifica cierta cosa:
i.interferencias interlingüísticas/interferencias intralingüísticas;
j.interferencias denotativas/interferencias connotativas.
39 “...la frontera entre la morfología, la sintaxis y el lexicón no es nunca
uniforme y que hay veces que las interferencias solo se pueden explicar cruzando las
barreras entre los distintos niveles del análisis lingüístico” (Baetens 1989, 110).
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 63

Por eso no quería decirnos a dónde iba, por ejemplo. Mederos (1988:242)
también cita el eso precedido de la preposición por como conector
causal. Sin embargo, en nuestro fragmento, por eso está traduciendo
literalmente la forma per això del catalán que, además del que
acabamos de citar, puede tener valor concesivo o adversativo y ser
extraoracional o discursivo40. Según Badia (1994:314), hay
conjunciones adversativas que implican una cierta pausa de separación
entre las dos oraciones que, al mismo tiempo, enlazan. La mayoría de
estas conjunciones tienen un marcado significado concesivo. Entre
ellas se encuentra per això, una locución típica del catalán hablado más
corriente; se usa pospuesta y tiene un significado adversativo (pero) o
concesivo (aunque), por lo que no debe confundirse con la causal (por
esta razón). Es lo que sucede en nuestro ejemplo, donde la forma por
eso no remite a la posible causa de la falta de memoria, ya que esta no
aparece en ningún caso, sino que equivaldría a un pero adversativo: el
día que me fui sola me fui a pasear, pero no me acuerdo de qué día era.
Tenemos, por lo tanto, una interferencia41, de la que, por una
parte, no es suficiente decir que es gramatical, puesto que por eso es un
conector que supera los límites de la oración; pero además, es una
interferencia que en el terreno puramente semántico puede inducir a
error a un hablante monolingüe que desconozca el catalán, quien
seguramente se quedará a medias en la interpretación del mensaje, ya
que le faltará la causa a la que remite por eso. Así pues, podríamos
catalogar esta interferencia como básicamente discursiva, si bien con
implicaciones semánticas.
Veamos ahora otro caso en el que se mezclan muy claramente
los niveles lingüísticos:
40 Para una visión global de la panorámica actual en el terreno de los elementos
de relación, ver Fuentes (1987, 1993 y 1996), Garrido Medina (1993) y Portolés
(1993), entre otros.
41 Esta expresión está documentada como interferencia en Badia (1964, 1981),
Payrató (1985; 89), Payrató-Tusón (1991), Szigetvári (1994) y en Atienza et al.
(1996). Ver, por ejemplo: “en catalán se produce con más frecuencia que en
castellano (por lo menos en el uso oral-coloquial) la gramaticalización o el vaciado
semántico de eso, que pierde su capacidad anafórica. En este caso, en el uso de los
bilingües, se notará un uso como conector puramente adversativo y no anafórico de
la unidad e incluso, en ocasiones, como marcador: la crítica, por eso, fue de lo más
duro” (Atienza et al. 1996).
(2) Lo que pasa es que al abrir los domingos, pues entonces mucha gente se
van con toda la familia a pasar todo el día a los almacenes, y entonces se
olvidan de las tiendas pequeñas. Pero que... aparte de eso... se va... se va
haciendo.
En esta ocasión, se trata de un calco semántico, noción que será
explicada más adelante; sin duda, el informante considera que vas
haciendo, como traducción de vas fent, es un sinónimo de la forma
castellana ir tirando. Sin embargo, así como ir tirando es una expresión
lexicalizada para indicar que las cosas funcionan aunque con cierta
precariedad (Moliner, DUE 1992 (2ª):1321, subvoce tirar), que no
necesita complemento alguno, el verbo hacer sí exige un objeto directo,
por lo que la sintaxis oracional también se resiente. Estamos, pues,
ante un calco semántico con implicaciones sintácticas.
Así pues, detectamos dos problemas básicos en las
clasificaciones de interferencias que existen: que las categorías
empleadas son insuficientes y que no se refleja suficientemente la
interrelación entre los niveles lingüísticos.

2. UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍA DE LAS INTERFERENCIAS DEL ESPAÑOL DE


BARCELONA.
Para nuestra clasificación, partiremos de una interpretación
restringida del concepto de interferencia. Basándonos en la primera
propuesta de Weinreich (1953) y en las de Overbeke (1976), Baetens
(1989) y López Morales (1989), entre otras, a los casos de desviación
de la norma de cualquiera de las lenguas de una comunidad bilingüe
debido al contacto lingüístico, vamos a denominarlos interferencia;
entendiendo por norma, no únicamente la que procede de las
instituciones encargadas de regular la lengua, sino también el uso
habitual del español. A partir de esta definición, se entiende que van a
quedar fuera de nuestra clasificación otros fenómenos de contacto,
tales como la convergencia lingüística o las cuestiones de frecuencia de
uso, por ejemplo42.
En cuanto al tema de la interrelación entre los niveles
42 Una definición de interferencia en sentido más amplio y que engloba, por
tanto, otros fenómenos, tales como la alternancia de código o la convergencia
lingüística, por ejemplo, es la que proponen Mackey (1976), Hammers y Blanc
(1983) o Payrató (1985), entre otros.
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 65

lingüísticos, si bien es cierto que la mayoría de las interferencias tiene


repercusión en diversos ámbitos, también es verdad que prácticamente
cada una de ellas puede adscribirse de forma clara a una de las
categorías, de las que parece miembro indiscutible, por lo que, para
evitar problemas operativos de nomenclatura, la hemos clasificado en
ese nivel.
Finalmente, hemos de decir que el corpus utilizado para la
tipología que proponemos está basado en una serie de grabaciones de
conversaciones espontáneas de individuos que se consideran
bilingües43. Obviamente, no aparecen ejemplos de las cuestiones gráficas
que pudieran derivarse del contacto con la lengua catalana. Estas
cuestiones las ilustraremos en un apartado específico, con ejemplos
procedentes de trabajos escritos de un grupo de estudiantes de
segundo curso de la Facultad de Traducción de la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona.

2.1. Nivel fónico


La mayoría de los lingüistas que se han dedicado al análisis y
estudio de la interferencia, le han destinado un apartado a la
interferencia fónica -para unos- o fonológica, para otros. Y todos ellos
asignan una parte a la fónica segmental y otra a la suprasegmental.
Según Weinreich (1953:53), la interferencia fónica tiene que ver con la
manera como un hablante percibe y reproduce los sonidos de una
lengua secundaria en función de la primaria; aparece cuando un
bilingüe identifica un fonema del sistema secundario con uno del
sistema primario y, al reproducirlo, lo somete a las reglas fonéticas de
la lengua primaria. Este hecho puede tener los cuatro tipos de
consecuencias ya vistos: hipodiferenciación, hiperdiferenciación,

43 La selección de los informantes parte de los presupuestos establecidos en la


Tesis de Licenciatura de esta investigadora: Hernández, C. (1994): “Propuesta de
variables sociolingüísticas para la obtención de los informantes para un corpus de la
variedad de español de Barcelona y Área metropolitana”, Universidad de Barcelona,
Dpto. de Filología Española. Dicha Tesis de Licenciatura, así como este trabajo se
enmarcan en el Proyecto de investigación financiado por el Ministerio de
Educación, DGICYT nº PB94-0929, que lleva por título: “Obtención e
informatización de un corpus lingüístico de la variedad de español de Barcelona,
para su posterior análisis”, cuya investigadora principal es Mª Rosa Vila Pujol.
reinterpretación de las distinciones y sustitución fonética.
Según Mackey (1976:406-412), la interferencia fonológica afecta
a las unidades y a las estructuras de entonación, ritmo, encadenamiento y
articulación, que es otra manera de presentar la división tradicional entre
interferencia fónica segmental e interferencia fónica suprasegmental. La
interferencia fónica segmental cubre todas aquellas modificaciones que
tienen lugar en el habla de los bilingües o en un código determinado y
que se pueden atribuir a la influencia de otra lengua o variedad y
pueden darse tanto en un nivel paradigmático como sintagmático. La
interferencia fónica suprasegmental se refiere a la cantidad, al acento y
a la entonación (Payrató 1985:81-85). Dicha interferencia, aunque ha
sido la menos trabajada hasta el momento, puede delatar al bilingüe
más competente y con menos señales de interferencia en otros
campos.
Los ejemplos de interferencia fónica segmental que aparecen en
nuestras grabaciones coinciden con los fenómenos que ya han sido
documentados en la mayoría de trabajos previos, es decir, la
sonorización, la palatalización de la [l]; el uso de la sibilante sorda
donde debería aparecer una interdental (*sivil, *Barselona, *prinsipio);
las [-d] finales pronunciadas como [t]; la confusión de timbre en las
vocales, realizando diversos grados de abertura ausentes en español,
etc. También aparecen casos de cambio en la sílaba tónica, como decir
influencía en lugar de influencia, por ejemplo.

2.2. Nivel gramatical


Es un hecho, y Blas Arroyo (1993:40) así lo confirma, que se le
ha dedicado menos atención a la interferencia gramatical que a la
léxica o a la fónica, seguramente porque el nivel gramatical es el más
estructurado y, por lo tanto, el de más difícil alteración. Por otra parte,
es más complejo estudiar los textos para la variación sintáctica que
para los sonidos o el léxico, razón por la cual se ha hecho en pocas
ocasiones, lo que ha inducido a pensar que se trata de un nivel que
experimenta poca variación (Blas Arroyo 1993:154). Pero además, si
comparamos la sintaxis con el léxico, existen muchas menos
estructuras sintácticas que vocabulario, por lo que, aunque variaran en
la misma proporción, la variación sintáctica no sería tan evidente
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 67

(Hudson 1981:56, en Blas Arroyo 1993:42). En este estudio


partiremos de la premisa de que, en general “hay interferencia gramatical
cuando se introducen en el habla de los bilingües, unidades y combinaciones de
partes del discurso, de categorías gramaticales y de morfemas funcionales que
provienen de otra lengua” (Mackey 1976:404) y la dividiremos entre
morfológica y sintáctica.
Somos conscientes de que existen ya algunas propuestas válidas
de clasificación de la interferencia gramatical que contemplan todos
los fenómenos gramaticales en su conjunto, sin distinción entre la
morfología y la sintaxis (Blas Arroyo 1993 y Weinreich 1953:82-116,
entre otros). No obstante, en nuestro caso seguiremos los
presupuestos de Baetens (1989:105-113) y Overbeke (1976:113-126) y
sí separaremos ambos niveles.

2.2.1. La interferencia morfológica


A la interferencia que afecta, en su más amplio sentido, al
conjunto de morfemas gramaticales y derivativos, especialmente a los
de género, número y los relacionados con la formación de palabras, la
llamaremos interferencia morfológica. La ilustraremos en (3-5) con
tres ejemplos, que son expresiones que se pueden oír con cierta
frecuencia en el español de nuestra zona bilingüe:
(3) Cada uno va a la suya.
(4) Nuevo sistema público de enseñanza o de financiamiento.
(5) Todas las alicates que tenía...
En (3) se ha traducido literalmente la expresión del catalán anar
a la seva (BEC 1987, ed. 1995:99, subvoce anar), manteniendo el
género femenino donde debería aparecer el masculino cada uno va a lo
suyo44. En (4) hay una interferencia morfológica porque se está
utilizando, para el español, el sufijo de formación de palabras -ment45,

44 Ver Moliner (DUE 1992 (2ª); 169, subvoce ir). Esta expresión también puede
considerarse un calco semántico susceptible de inducir a error a un interlocutor no
conocedor del catalán.
45 Lo cual no resulta del todo anormal porque ese mismo sufijo forma otras
palabras en español; por ejemplo, de agreujament --> agravamiento, de aixecament-->
levantamiento, de mirament--> miramiento y, además, embotellamiento, lucimiento,
corrimiento, etc. Es decir, series amplias que hacen productivo el calco.
que es el que funciona en catalán en estos casos. En (5), la palabra
alicates, masculina en español, toma el género femenino del catalán
alicates (BEC 1987, ed. 1992:109, subvoce alicates)46, produciendo el
desajuste en español.

2.2.2. La interferencia sintáctica


A la interferencia que no está relacionada con los morfemas,
sino con la estructura de la oración, la llamaremos sintáctica. Dentro
de la interferencia sintáctica se producen los calcos. Los calcos
sintácticos son estructuras que se traducen tal cual del catalán y que se
realizan con elementos propios del español, dando como resultado
secuencias que no son ni normativas ni usuales en esta lengua. Es
importante señalar que las estructuras que son calcadas no tienen por
qué ser las que dicta la norma del catalán, sino también el uso; lo que
el hablante calca es lo que él dice u oye habitualmente.
Entre este grupo de fenómenos tenemos casos relacionados
con las preposiciones, las construcciones de partitivo, las estructuras
negativas y las construcciones pronominales, entre otros:
(6) Allí, para ir a Cancún, o te pasas muchas horas conduciendo el coche o
tienes que ir con avión
(7) Fumaba de escondidas
(8). Íbamos en todos los campos (...) a recoger la cosecha de patatas
(9) Sí, de gustarle, le gusta mucho veterinario
(10) La verdad es que de parisinos no conozco muchos, porque también es
una ciudad donde hay muchas razas
(11) Jugábamos más. Tampoco no habían los coches que hay ahora y...
(12) Entonces, cuando ya me empiezo a adaptar es cuando me tendría que
venir, pues máximo me estoy tres meses47.

46Entre las interferencias morfológicas documentadas en estudios anteriores


sobre el español de nuestra zona, encontramos otros casos de cambio de género
como las dientes, las postres (Badia 1964, 1981; Blas Arroyo 1993; Payrató-Tusón
1991; Szigetvári 1994), etc., por influencia de las formas del catalán les dents o les
postres.
47A partir de este momento, indicaremos en nota las secuencias que
corresponderían en catalán. Esta primera es: (6) Allà, per anar a Cancun, o t'hi passes
moltes hores conduint el cotxe o has d'anar amb avió. (7) Fumava d'amagat. (8).
Anàvem en tots els camps a collir patates. (9) Sí, d'agradar-li, li agrada molt
veterinari. (10)La veritat és que de parisencs no en conec gaires perquè també és una ciutat
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 69

2.3. Nivel léxico-semántico


En cuanto al nivel léxico, en primer lugar hay que distinguir
cuándo la interferencia afecta únicamente a la forma o cuándo afecta
al significado. Si analizamos el caso concreto del contacto catalán-
español, siendo dos lenguas tan próximas, a veces resulta muy difícil
distinguir si el léxico pertenece a una u otra lengua (ver al respecto
Atienza et al. 1996). Curiosamente, nos encontramos con que palabras
que en principio parecían casos claros de interferencia, en el momento
de documentarlas resultaron ser o bien formas arcaicas del español o
bien términos específicos. Esta semejanza formal dificulta la aplicación
de un término que indique con claridad el fenómeno48. Por esta razón,
partiremos de la base de que, en el terreno léxico, la interferencia
catalán-español produce calcos y esos calcos pueden ser formales, si lo
que se está calcando es únicamente la estructura de la expresión, por lo
que el resultado es una palabra o expresión inexistente en español y no
tiene ninguna repercusión en el significado49, o semánticos, si se produce
un desplazamiento, ampliación o restricción en el significado50.
Son ejemplos de los mencionados calcos formales (13-16):

on hi ha moltes races.(11) Jugàvem més. Tampoc no n'hi havia els cotxes que n'hi ha ara
i...(12) Llavors, quan ja em començo a adaptar, és quan hauria de venir, perquè com a màxim
m'hi estic tres mesos.
48 ¿Se trata de préstamos o de calcos lingüísticos? Para una visión del estado de
la cuestión, ver Nicolas (1994; 75-101).
49 En Atienza et al. (1996), los calcos formales se dividen en: a. Palabras con la
marca ant. en el Diccionario de la lengua española (DRAE 1992); b. Palabras con baja
frecuencia de uso; y c. Formas inexistentes en español. Sin embargo, la clasificación
parte del registro escrito, por lo que una buena parte de ese léxico, posiblemente, no
aparecería fácilmente en lengua oral.
50 En cuanto a los factores o circunstancias que pueden influir en la mayor
abundancia de interferencia léxico-semántica, el tipo de actividad es uno de ellos, ya
que a un bilingüe que esté acostumbrado a hablar de un tema en una de las lenguas,
es posible que le falte disponibilidad léxica en la otra; asimismo, aun cuando tenga la
misma disponibilidad, si utiliza más una de ellas, puede tender a utilizar su léxico
mientras habla la otra; finalmente, la lengua de uso menos frecuente es más
susceptible a las interferencias y a los préstamos, que la más habitual. Pero además
de estos factores más o menos objetivos, también hay que tener en cuenta las
características particulares de cada hablante: su nivel de sensibilidad hacia cada
lengua, el nivel de educación y de conocimiento y los rasgos de su personalidad,
entre otros (Baetens 1986, trad. 1989; 98-100).
(13)Hombre, sí que lo echo a faltar, pero bueno, supongo que todas las
personas que trabajan,les ocurre lo mismo que a mí (echar de menos)
(14) Pues íbamos y remenábamos la tierra (removíamos)
(15) Total, que en contas de llegar a la una, llegamos a la una y media (en
lugar de).
(16) Me daba una mandra decirle hola (pereza)51.
Son ejemplos de calcos semánticos52 (17-19):
(17)Teníamos una paradita en el mercado (puesto)
51 (13). Home, sí que el trobo a faltar, però bé, suposo que a tothom que treballa, li
passa igual.(14) Doncs anàvem i remenàvem la terra. (15) Total, en comptes d'arribar
a l'una, arribàrem a dos quarts de dues. (16) Em feia una mandra dir-li hola.
52 Sin embargo, si bien en la teoría resulta relativamente simple distinguir entre
calco formal y calco semántico, en la práctica nos hemos encontrado con serias
dificultades en el momento de decidir si determinada secuencia correspondía a uno
u otro grupo.
Veámoslo con algunos ejemplos procedentes tanto de la categorización como
del análisis de la segunda parte. Hemos considerado un calco formal la expresión
echar a faltar que, según hemos podido ver, parece que podría derivar del cruce entre
echar en falta del español y trobar a faltar del catalán. La hemos considerado un calco
formal porque da como resultado una estructura inexistente en español. Pero nos
planteamos la siguiente cuestión: ¿un hablante de Sevilla, por citar una zona
monolingüe, no nos entendería si le dijésemos: Hombre, sí que lo echo a faltar, pero
supongo que a todos los que trabajan les ocurre lo mismo (se están refiriendo a un bebé de
pocos meses)? A pesar de que se trata de una estructura que no funciona, no se
produciría el mismo problema en la comunicación que si dijéramos que hay que
remenar la tierra o que la Universidad nos aclapara, por ejemplo. Esta cuestión nos
ha hecho dudar en muchos casos, aunque finalmente hemos optado por mantener
esta y otras secuencias similares en el apartado de los calcos formales.
Otra dificultad diferente nos la plantean casos como el que sigue: Y entonces te
llevas a la una, lo más temprano. Aquí lo que tenemos es que la hablante ha calcado
tal cual la forma et lleves (te levantas), dando como resultado te llevas que podría ser
una forma completamente normal del verbo llevar. ¿Podemos decir aquí que ha
habido un desplazamiento semántico? Más bien nos parece que la coincidencia entre
ambas formas es una pura casualidad. Pues bien, este caso, como nos parecía muy
claro, lo hemos mantenido entre los calcos formales, a pesar de la existencia del
verbo llevar en español, pero hemos encontrado otros menos claros sobre los que
nos ha sido difícil decidir. A pesar de todo, hemos intentado mantener el criterio de
que si la expresión existe en español, lo colocamos entre los calcos semánticos. En
los casos en que no ha sido así, ha intentado justificarse.
Todo esto nos lleva, una vez más, a la conclusión de que las etiquetas no son
más que instrumentos para ordenar la realidad, pero la realidad es tan compleja que
no se deja compartimentar; concretamente, los niveles lingüísticos se mezclan
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 71
(18) Cuando era pequeño, miraba de participar en todas las actividades
(procuraba).
(19) En Inglaterra, el día que llegué ¡hacía unas ojeras! (tenía)53.

2.4. Nivel discursivo


El cuarto grupo de interferencias lo constituyen todas aquellas
que exceden de algún modo los límites de la oración y que, hasta hace
poco, se consideraban dentro del ámbito de la sintaxis; son las
denominadas discursivas, incorporadas por primera vez en el análisis
catalán-español en la tipología de Atienza et al. (1996). Hemos
encontrado pocos casos de estas entre las interferencias documentadas
previamente y los que proceden de nuestro corpus pertenecen casi
únicamente al ámbito de los conectores y al de los deícticos, aunque
suponemos que a medida que aumente el material objeto de análisis, se
podrán ir ampliando las posibilidades.
En lo referente a los deícticos que hemos mencionado antes, lo
que ocurre es que, a menudo, el referente se encuentra fuera de la
oración, razón por la que, para saber si determinado uso constituye o
no interferencia, hay que entrar en el terreno del discurso. Por eso es
importante considerarlas propiamente dentro del nivel discursivo y
exceder el únicamente gramatical, aunque esto comporte la
irregularidad de comportamiento de una pieza fundamentalmente
gramatical (y no léxica).
En cuanto al campo de los conectores y elementos de relación,
hoy por hoy se trata un ámbito todavía conflictivo: la naturaleza, el
alcance e incluso la nomenclatura de dichos elementos de relación está
generando una gran cantidad de literatura que no siempre coincide en
el enfoque de la cuestión54. Pero este no es el marco más adecuado
para debatir el tema, así que nos limitaremos a adoptar el criterio más
continuamente y es muy difícil conseguir una categorización clara sin zonas
intermedias. No obstante, a pesar de los inconvenientes, y conscientes de los errores
en los que podemos incurrir a causa de ello, hemos intentado mantenerla por
cuestiones operativas.
53 (17)Teníem una paradeta al mercat. (18) Quan era petit, mirava de participar-hi
a totes. (19) A Anglaterra, el dia que vaig arribar, feia unes ulleres!
54 Ver, por ejemplo, Briz (1993), Fuentes (1987, 1993, 1996), Garrido (1993) y
Portolés (1993), entre otros.
extendido y analizar, en función de este, algunos de los ejemplos
obtenidos:
(20)Es un dato curioso, si más no55.
Según Badia (1994:716-719), si més no es una locución adverbial
de cantidad que equivale a almenys: “fes-ho si més no pels teus fills”. Su
significado equivale a por lo menos, al menos o cuando menos (BEC 1987,
ed. 1995:820, subvoce més), pero en español no existe si más no como
locución adverbial, por lo tanto el hablante está calcándola
directamente del catalán. Puesto que se trata de un conector, la
incluimos en el ámbito de la interferencia discursiva. Veamos otro:
(21)Y entonces, es claro, me dio un empleo56.
En catalán existe la expresión és clar o és clar que, con la que se da
por cierto o seguro lo que se dice (DLLC 1995:406, subvoce clar). En
español, en principio, tenemos diversas maneras de expresar lo mismo
a partir del adjetivo claro: ¡claro!, está claro que, claro que o desde luego que
(BEC 1987, ed. 1995:284, subvoce clar). El es claro que aparece en los
enunciados anteriores corresponde a la descripción que da Fuentes
(1993:105), es decir, sirve para apoyar una afirmación del hablante que
es lógica y evidente desde su punto de vista; aunque objetivamente lo
dicho no sea evidente, sí lo es para el hablante y se considera que
también para el oyente, por lo que se intensifica la información como
algo que no puede ponerse en duda. Pero esta idea que en catalán
puede expresarse con és clar, en español se expresa con un simple claro:
Y entonces, claro, me dio el empleo. Moliner (DUE, 1992 (2ª):641,
subvoce claro), en la acepción número nueve, da para claro el
significado de evidente y pone, entre otros, el siguiente ejemplo: Es
claro que si no lo hace, es porque no quiere. Sin embargo, aunque la forma
sea idéntica, en este caso la expresión es claro que solo podría traducirse
por es evidente que o está claro que, lo cual no es exactamente equivalente
al ejemplo de interferencia que estamos analizando.
Podríamos añadir muchos más ejemplos de este tipo, pero esta
pequeña muestra ya nos permite evidenciar que existe una serie de

55 És una dada curiosa, si més no.


56 I llavors, és clar, em va donar la feina.
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 73

interferencias que resultan difíciles de clasificar a partir de los tres


niveles lingüísticos tradicionales, por lo que parece necesario algún
apartado donde tengan cabida las cuestiones más relacionadas con
aspectos como la cohesión y el discurso en general, que con las
funciones propias de la oración. Pues bien: ese es el espacio de la
interferencia discursiva.

2.5. Nivel pragmático


A lo anterior, debemos añadir aún otro grupo donde la
interferencia no es tal ni por la transgresión del código lingüístico ni
por la relación que se establece con el discurso, sino por la propia
situación de habla en que se produce; se trata de las interferencias
pragmáticas57. Lógicamente, este tipo de interferencia se producirá más
en el nivel oral que en el escrito; y en muchos casos hace falta un
profundo conocimiento de las dos lenguas en contacto para poder
detectarlas. Overbeke (1976:115) la llama interferencia en los
comportamientos sociolingüísticos y explica a propósito de ella que muchos
francófonos belgas, siguiendo los comportamientos socio-lingüísticos
germánicos, dicen a sus interlocutores s'il vous plait! en el momento de
hacer un regalo; evidentemente, en este caso la interferencia no está en
el código lingüístico, sino en el código de la cortesía. Escandell
(1995:41-44), en la línea de Brown y Levinson (1978) y Tusón (1997),
aborda esta misma cuestión desde la perspectiva de los actos de
cortesía. Escandell expone que donde mejor pueden observarse las
diferencias entre culturas es en las formas empleadas: Cualquiera que
aprenda una lengua extranjera -dice- es consciente de que no siempre puede
utilizar literalmente las mismas expresiones que usa en su lengua materna; a
pesar de que sean correctas desde un punto de vista gramatical,
añadiríamos nosotros.
Está claro que la traducción literal de una expresión de este tipo,
dirigida a alguien completamente ajeno a ciertos conocimientos
compartidos por una comunidad de hablantes, puede dar lugar a serios

57 Nos consta que se trata de un término en boga que puede referirse a muchos
aspectos diferentes, pero no nos parece que exista otro mejor y lo suficientemente
general para englobar las diferentes interferencias a las que puede dar cabida este
apartado.
malentendidos entre los interlocutores. Pues bien, creemos que en
estos casos nos encontramos también ante un problema de
interferencia, aunque no afecte directamente al código lingüístico.

2.6. Nivel gráfico


Un último nivel en el que se producen interferencias es en el
nivel gráfico, es decir, en el ámbito ortográfico. Es obvio que este tipo
de interferencias solo podemos encontrarlo a partir del análisis de la
producción escrita. Se incluyen en este nivel las cuestiones ortográficas
derivadas de la posible influencia de la forma escrita del catalán en
informantes que se consideran a sí mismos competentes en ambas
lenguas (también a nivel escrito). Son ejemplos de este tipo escribir
immóbil, circumstancias o sobretodo, en lugar de inmóvil, circunstancias y
sobre todo, debido a que en catalán, las formas correspondientes son
immòbil, circumstàncies y sobretot. La costumbre de nuestros estudiantes
de ver dichas secuencias en catalán los lleva a transferirlas al español.
En Atienza et al. (1996) se habla de cuestiones de ortografía,
manteniendo dos grandes bloques que de forma tradicional se
distinguen en este ámbito: la acentuación, donde se observan
interferencias debidas a la norma escrita y a la pronunciación catalana,
y las grafías propiamente dichas, donde se distinguen interferencias
provocadas por confusión de grafías, así como interferencias
ocasionadas por la confusión en la segmentación de algunas unidades.
En lo relativo a la interferencia en la acentuación, la diferente
distribución de hiatos y diptongos en catalán y en español es la
principal causa de los problemas de interferencia gráfica; el hecho de
que la secuencia -ia no sea diptongo en catalán y sí lo sea en español
provoca el número mayor de errores, tanto en palabras llanas como en
esdrújulas: dia por día (dia), economia por economía (economia), amnistia
por amnistía (amnistia); indústrias por industrias (indústries), história por
historia (història), independéncia por independencia (independència), etc.
También hay errores debidos a que las palabras agudas acabadas en
-an y -on, sí se acentúan en español y no en catalán: algun por algún
(algun), estan por están (estan); incluso, se utiliza, en ocasiones, el acento
abierto del catalán (`), inexistente en español: gràcias por gracias [gràcies],
sovièticos por soviéticos (soviètics).
UNA
PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LA INTERFERENCIA 75

En cuanto a las grafías, los problemas se producen, sobre todo,


porque se toman, tal cual, los grupos consonánticos del catalán: triumfo
por triunfo (triomf), augmentar por aumentar (augmentar), humiliada por
humillada (humiliada), etc.; aunque en algunos casos se utiliza una grafía
por otra cuando ambas tienen el mismo sonido: adequada por adecuada
(adequada) o targeta por tarjeta (targeta), etc.
Puesto que estos ejemplos están extraídos de diferentes tipos de
texto, es posible que en algunos casos no estemos ante un problema
de interferencia, sino de un lapsus momentáneo que puede deberse a
la presión psicológica y de tiempo a que se halla sometido el
estudiante. Sin embargo, la frecuencia con la que estos fenómenos se
producen y la repetición de los errores en un mismo texto, nos
inducen a pensar que, en muchos casos, sí se trata de verdaderas
interferencias.
Así pues, a la vista de lo expuesto, los tipos de interferencia
resultantes son: interferencia fónica; interferencia gramatical (interferencia
morfológica o calco sintáctico); interferencia léxico-semántica (calco
formal o calco semántico); interferencia discursiva; interferencia pragmática e
interferencia gráfica (acentuación y grafías).
Somos conscientes de que podrían establecerse más
subclasificaciones dentro de cada grupo con otros criterios, así como
de que cada interferencia en particular es susceptible de comentarios
muy matizados; sin embargo, el objetivo de esta tipología no es hacer
una descripción exacta de cada fenómeno, sino facilitar una
herramienta útil y práctica que ayude a realizar cuanto antes algunos
estudios cualitativos y cuantitativos a fin de obtener -por fin- una
buena descripción del español de nuestra zona. Seguramente, a medida
que se vayan examinando nuevas interferencias, nuestra clasificación se
podrá ir alargando, acortando..., pero urge un esquema de partida que
abarque ciertos fenómenos que no tenían cabida en otras
clasificaciones anteriores y daban un panorama incompleto y un
análisis parcial de los fenómenos presentes en el español objeto de
estudio. De forma muy sintética, el objetivo básico de este trabajo es
acotar, recoger y explicar esos fenómenos, tarea que deberemos ir
completando en futuras investigaciones.
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LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA
DEL INMOVILISMO SOCIAL CARLISTA Y CAPITALISTA

David Mañero Lozano


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Resumen.- La novela corta Doña Berta, de Leopoldo Alas Clarín, es objeto en este trabajo de un
pormenorizado análisis en el que, partiendo de su sencillez y sistematismo, elementos estos que en su
momento sirvieron a Ricardo Gullón para caracterizar a las novelas breves de Clarín, permite enlazar la
dimensión estructural de la obra con su plano intencional, donde se denuncian los estragos producidos por
dos formas de sociedad inmovilista: el carlismo y el capitalismo.
Resumo.- A novela Doña Berta, de Leopoldo Alas Clarín, é obxecto neste traballo dunha pormenorizada
análise en que, partindo da sua simplicidade e sistematismo, elementos estes que no seu momento serviron
a Ricardo Gullón para caracterizar as novelas de Clarín, permite enlazar a dimensión estructural da obra co
seu plano intencional, onde se denuncian os estragos producidos polas dúas formas de sociedade
inmobilista: o carlismo e o capitalismo.
Abstract.- Hereby Clarin’s short novel Doña Berta is subjected to a detailed analysis, which taking account
of the novel’s simplicity and systematism (elements enabled Ricardo Gullón to characterize Clarin’s novels)
allows to relate the work’s structured dimension with its intentional place, where the havocs played by the
two forms of inmobilist society (Carlism and Capitalism) are denounced.

Refiriéndose al género –o “subgénero”– de las “novelas-cortas”


en Clarín, señalaba el profesor Ricardo Gullón cómo la “exigencia de
conducir la ficción por el cauce imaginativo coincide venturosamente
con la aptitud para organizar el material en un orden coherente que,
por su sencillez, compensa lo que tiene de sistemático”58. Sencillez,
pues, y sistematismo que, para el caso de Doña Berta, se nos antojan
aquí como explicación palmaria capaz de enlazar la dimensión
estructural de la obra con el plano intencional. De este modo, y a
riesgo, claro está, de cierta rigidez explicativa, proponemos ahora una
58 Cfr. R. Gullón, “Las Novelas-Cortas de Clarín”, Ínsula, n.º 76 (abril, 1952),
pág. 3. De modo análogo, considera Katherine Reiss la “brevedad y concisión”
como notas más características de un estilo inaugurado en Doña Berta (cfr. pág. 89
de su “Valoración artística de las narraciones breves de Leopoldo Alas, “Clarín”,
desde los puntos de vista estético, técnico y temático”, AO, V(1955), I , págs. 77-126
y II-III, págs. 256-303). De hecho, el mismo Clarín confirmó una progresiva
“tendencia [...] a la sobriedad y a la sencillez” (cfr. J. M. Martínez Cachero, “13 cartas
inéditas de Leopoldo Alas a Rafael Altamira y otros papeles”, AO, XVIII (1968),
págs. 145-76; en particular, págs. 158-9).
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

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Como podrá apreciarse, se plantea en el cuadro una nítida


disposición en cuatro bloques de capítulos (I y VIII; II y IX; III-IV y X; V y
XI; con VI y VII de enlace), lo que, de modo simétrico, sustenta una
proyección intencional fragmentada en cuatro estadios correlativos, los
rotulados en A, B, C y D. Trataremos, pues, de explicitar, como primer
punto, toda la serie de paralelismos derivados de la confrontación de
los capítulos I y VIII y que, a fin de cuentas, responden a un claro
interés por delinear los dos marcos espaciales de la historia59, lo que
será punto de partida en la necesaria articulación de la denuncia al
inmovilismo social carlista y capitalista. Pero centrémonos antes en las
posibles conexiones de nuestros dos capítulos mencionados.
No por azar, si revisamos las frases introductorias de I y VIII, nos
encontramos con los dos únicos casos donde, de modo exclusivo, la
referencia al entorno espacial adquiere el máximo protagonismo
descriptivo. Respectivamente: “Hay un lugar en el Norte de España
adonde no llegaron nunca ni los romanos ni los moros”60; “Amanecía,
y la nieve que caía a montones, con su silencio felino que tiene el aire
traidor del andar del gato, iba echando, capa sobre capa, por toda la
anchura de la Puerta del Sol, paletadas de armiño [...]” (pág. 178).
Este primer paralelismo, que pudiera resultarnos anecdótico o,
en todo caso, quizá previsible al tratarse de la puesta en escena, se asimila,
no obstante, a una técnica generalizada en cada bloque de capítulos,
con lo que las frases introductorias de los respectivos apartados
podrían considerarse a manera de epígrafes en los que se engloba el
contenido general de aquéllos. Así, desde su frase introductoria, se
aúnan II y IX por una idéntica descripción del aislamiento de Berta:
“Viven solas en el palacio doña Berta y Sabelona” (pág. 135); “En la
iglesia, oscura, fría, solitaria, ocupó un rincón que ya tenía por suyo”
(pág. 185). Y, junto a este particular recurso, la necesidad de establecer
un equilibrio formal entre los dos capítulos del bloque inicial, se

59 Comp. Kateherine Reiss, art. cit. (1955, I), págs. 110-2.


60 Cfr. Leoplodo Alas, Clarín, Superchería, Cuervo, Doña Berta, Madrid: Taurus
(Temas de España), n.º 85, 1970, pág. 133; edición a la que remitimos indicando el
capítulo o, en su caso, la página correspondiente a las diversas citas extraídas, sin
más que subsanar algunas erratas de puntuación.
traduce en una efectiva caracterización del entorno como un ámbito
vital abierto a la agresión del medio externo61. En efecto, después de
llevarse a cabo la localización de Posadorio como en un juego de
muñecas rusas (págs. 133-5), apreciamos de inmediato las siguientes
notas:
los vecinos de otros lugares del mismo barrio, por desprecio al señorío de
Rondaliego, llaman al tal río el regatu, y lo humillan cuanto pueden (pág. 134);

marchitan las más lozanas flores campestres y matan, al brotar, la más fresca
hierba del Aren fecundo, señalando su verdura inmaculada con cicatrices que
lo cruzan como bandas un pecho; cicatrices hechas a patadas (pág. 134).
En este sentido, el interés por confinar los márgenes
descriptivos a un ámbito puramente espacial, se manifiesta mediante
fórmulas metanarrativas que descartan toda posible interferencia
argumental en la puesta en escena:
dejando estas tristezas para luego, seguiré diciendo que más allá [...] (pág. 134).
Por otro lado, si reparamos ahora en VIII62, la descripción del
medio urbano se nos presenta de nuevo asociada a esa “amenaza” o,
por seguir nuestro esquema, a aquella deshumanización de la que
hablábamos en Posadorio. Si, ya desde el comienzo de VIII, y recreando
un claro ambiente premonitorio, se atribuye a la nevada ese “silencio
felino que tiene el aire traidor del andar del gato” (pág. 178), será
frecuente a partir de aquí todo un cúmulo de factores que, en este
caso, representan el “miedo que le inspiraban todos los desconocidos,
más que uno a uno, considerados en conjunto, como multitud, como
gente” (pág. 179). No menos significativos al respecto son “los coches
tan caros y tan peligrosos” (pág. 179); elementos, en fin, dispersos en
el primer párrafo, y que el autor se encargará seguidamente de agrupar,
apuntando que “Temía a la multitud..., pero sobre todo temía el ser
atropellada, pisada, triturada por caballos, por ruedas. Cada coche,
61 Comp. Elías García Domínguez, “Los cuentos rurales de Clarín”, AO, XIX
(1969), págs. 221-42, donde la función ornamental es descartada como único objeto
de la descripción paisajística.
62 De obligada mención resulta el ejemplar “comentario” de este capítulo por J.
M. Martínez Cachero, “Doña Berta de Rondaliego en Madrid (Leopoldo Alas: Doña
Berta, VIII)”, en Andrés Amorós et al., El comentario de textos, 3: La novela realista,
Madrid: Castalia, 1979, págs. 255-78.
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

cada carro, era una fiera suelta que se le echaba encima [...]. El tranvía
le parecía un monstruo cauteloso, una serpiente insidiosa. La
guillotina se la figuraba como una cosa semejante a las ruedas
escondidas resbalando con una cuchilla sobre las dos líneas de hierro”
(pág. 180).
De este modo, el desarrollo de la acción se irá demorando
durante todo el capítulo a fin de perfilar lo que, de forma obsesiva63,
termina pronto convirtiéndose en “universo poblado de fantasmas”
(pág. 183). Y, junto a esta reiterada deshumanización del entorno, el
estatismo de la acción64 confiere a I y VIII una especificidad temática
destinada a reforzar su cohesión estructural. En efecto, “Pasó algunos
días en Madrid sin pensar en moverse, sin imaginar que fuera posible
empezar de algún modo sus diligencias” (pág. 184) y, pese a ciertas
averiguaciones sobre el paradero del cuadro, “en esto andaba; en los
pasos de sus pretensiones para verlo” (pág. 184), con lo que sus
razonamientos se volcarán sobre el párrafo final para compartir los
preparativos de la búsqueda con el lector:
¡Pícara casualidad! O aquel día, o tal vez nunca. Había que atravesar mucha
nieve... No importaba. Tomaría un simón, por extraordinario, si era que los
dejaban circular aquel día. ¡Iba a ver a su hijo! (pág. 185)
Debe señalarse, por último, como técnica quizá más notoria en
la vinculación de I y VIII, la evidente –y homóloga– circularidad con
que se dispone la descripción del entorno rural y urbano. Recordemos,
pues, junto a las frases introductorias, los respectivos cierres de
capítulo:
Hay un lugar en el Norte de España [...] (pág. 133); todo eso, digo, se llama
Posadorio (pág. 135);

Amanecía, y la nieve que caía a montones, [...] iba echando, capa sobre capa,
por toda la anchura de la Puerta del Sol [...] (pág. 178); La Puerta del Sol,
nevada, solitaria, silenciosa [...] (pág. 185).
En resumen, el alcance totalizador de las frases introductorias,
verdaderos epígrafes que nos indican la función de puesta en escena; la
agresividad que se desprende en la descripción del ámbito social; el

63 Vid., sobre todo, el último párrafo de pág. 182.


64 Compág. J. M. Martínez Cachero, art. cit. (1979), pág. 267 y n. 6 de pág. 277.
retardo –o nulidad– de la acción en el desarrollo argumental; y,
finalmente, la disposición circular de los capítulos, conforman, de no
andar errados, un eficiente cúmulo de rasgos destinados a aunar en un
mismo bloque I y VIII, lo que, si nos centramos en la dimensión
temático-intencional, se corresponderá con el afán por constatar la
deshumanización social presente tanto en el entorno rural de
Posadorio como en la urbe madrileña65.
Pasemos, pues, a ocuparnos de la siguiente serie de apartados.
Ya al inicio de la exposición, sugeríamos la proximidad temática
denotada por II y IX a partir de sus frases introductorias. En concreto,
se mencionó la “descripción del aislamiento de Berta”,
ejemplificándose con estos dos comienzos de capítulo: “Viven solas
en el palacio doña Berta y Sabelona” (pág. 135); “En la iglesia, oscura,
fría, solitaria, ocupó un rincón que ya tenía por suyo” (pág. 185).
Ahora bien, lo que directamente informa de la situación de Berta es el
concepto “solas”/ “solitaria”. Situados en el ejemplo de II, quizá lo
esperable consistiera en señalar que viven juntas o, sencillamente, que
viven en el palacio. Lejos, pues, de introducir el término por inercia,
creemos igualmente inapropiado justificarlo por un simple capricho,
desde el momento en que, frente al resto de apartados66, el concepto se
rastrea a lo largo de II y IX: son al respecto significativas citas como
“hilar, ellas solas, las dos viejas”, “cuidar de la colada, en cuanto
vuelve la ropa del río, ellas solas también” (pág. 136), “salió sola con
su tarjeta de recomendación”, “Doña Berta se vio sola,
completamente sola”, “sintió, como un consuelo, dos lágrimas que

65 Bien es cierto que hay en VIII (pág. 179) una importante comparación entre
“calles” y “callejas”, entre los “árboles” y los “árboles de verdad”, además de
anotarse cómo en la urbe “el campo no era campo, era un desierto”. Y es que “para
una pobre vieja de Susacasa, aquel rincón de la verde alegría, es demasiada pena
estar tan lejos del verdadero mundo, de la verdadera tierra, y estar separada de la
frescura, de la hierba, de las ramas, por estas leguas y leguas de piedra y polvo”. No
obstante, se trata de una añoranza volcada sobre elementos físicos –particularmente
paisajísticos–, cuestión no atingente a lo que aquí se ha abordado en términos de
entorno social.
66 Excepción a esto son ciertos párrafos como el último de IV, donde, después
de producirse un retroceso temporal, la narración conecta de nuevo con este tiempo
indeterminado al que se adscribe el apartado III y, con ello, se retoma también la
temática del aislamiento.
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

asomaban a sus ojos. Resbalaron claras, solitarias” (págs. 186, 187 y


188).
Dejado a un lado este procedimiento léxico, otro de los rasgos
compartidos por II y IX, y en el que, de nuevo, se caracteriza el
aislamiento de Berta, es la manifestación de ciertos contextos
situacionales que, trascendiendo lo anecdótico, se instalan en el
esqueleto argumental para impulsar el desarrollo de la trama. En otras
palabras, nos referimos a la incomunicación de Berta respecto de la
serie de personajes secundarios que, por vez primera, nos aparecen en
la historia.
Hasta el momento, en I y VIII, se hizo mención indeterminada a
“los vecinos de otros lugares” (pág. 134) de Posadorio y, en la capital, a
“todos los desconocidos, [...] como multitud, como gente” (pág. 179).
Caso contrario, observamos en II y IX una inédita concreción de las
relaciones de Berta con su entorno, circunstancia, según decíamos,
definida por el aislamiento comunicativo de la anciana. De este modo
–y amén del gato–, serán otros cuatro los personajes de II, tres de los
cuales se describen desde el inicio mismo del capítulo: “En la casa de
labor vive el casero, un viejo, sordo como doña Berta, con una hija casi
imbécil [...] y un criado, zafio siempre, que cada pocos días es otro;
porque el viejo sordo es de mal genio, y despide a su gente por culpas
leves” (pág. 135).
En cuanto al personaje restante, se nombra en la primera línea a
la vieja Sabelona – “setenta inviernos” tiene (pág. 138)–, descrita al
paso como “la decadente Sabel” (pág. 136). De resultas, el único
atisbo de conversación, precisamente entre las dos ancianas, se limita a
las frases que Berta repite “un día y otro día” (pág. 138), obteniendo
siempre maquinal respuesta:
Sabelona inclina la cabeza, en señal de asentimiento, con la misma credulidad
ciega con que poco después repite arrodillada los actos de fe que su ama va
recitando (pág. 138).
Y esta característica del personaje, reticente –o incapaz, como
Sabelona– a entablar alguna conversación o, sencillamente, algún trato
humano con Berta, alcanza en IX un desarrollo casi exagerado,
próximo incluso a la caricatura. Si al comienzo del capítulo Berta está
“animada, valiente, dispuesta a luchar por su causa” (pág. 185), cuando
le da al cochero las señas para que se dirija al barracón donde se
encuentra el cuadro, le oirá “blasfemar y ver que vacilaba, como
buscando un pretexto para no ir tan lejos” (pág. 186). En incremento
de tales trabas, todavía después de que la ahorrativa anciana se ofrezca
a pagar por horas, el narrador –en ocasiones tan próximo a las técnicas
de Maupassant67– se encarga pronto de relativizar el éxito del acuerdo,
pues “a poco, paso tras paso, un triste animal amarillento y escuálido
la arrastraba calle arriba” (pág. 186). Añadido a esto, y sin obviar
tampoco “dificultades de portería” (pág. 186), el personal de la
mudanza hará oídos sordos de la anciana por unas doce veces
consecutivas68, hasta que, finalmente, “doblando el cuello contempló el
lienzo famoso... que se movía, pues los obreros habían comenzado a
levantarlo” (pág. 189).
Hay también, ya en último término, un cuarto recurso destinado
a reforzar esta temática coincidente en II y IX. En este caso, el
aislamiento de Berta se manifiesta por la actividad cotidiana a la que
vemos asociado el sistema de vida rural o urbano. En efecto, las
ocupaciones diarias de Berta constituyen, tanto en su Posadorio natal
como en Madrid, una forma inequívoca de aislamiento. Casi al inicio
de II, en lo que tal vez conforma la primera descripción de los hábitos
de Berta, el narrador nos dice expresamente que “doña Berta es
pobre, pero limpia, y [...] mezcla y confunde en sus adentros la idea de
limpieza y la de soledad, de aislamiento” (págs. 135-6). A
continuación, los quehaceres de Berta se identifican con los de un
laborioso ermitaño69:

67 Vid., sin embargo, Mariano Baquero Goyanes, “Clarín, creador del cuento
español”, Cuadernos de Literatura (enero-junio, 1949), págs. 145-69; en particular,
págs. 167-8. En otra línea, se ocupó Phyllis Z. Boring del tema en “Some reflections
on Clarín´s Doña Berta”, Romance Notes, 11 (1969), págs. 322-5. No obstante, el
alcance de sus observaciones fue parcialmente relativizado por G. Sobejano, Clarín
en su obra ejemplar, Madrid: Castalia, 1985, pág. 91.
68 Bastante gráfico es el modo en que se comunican el encargado de la
mudanza y los cuatro obreros empleados, quienes, generalmente, se limitan a
encogerse de hombros o a hacer algún otro gesto de indiferencia ante Berta. Por
contra, la anciana hará uso inagotable de expresiones exclamativas.
69 Aunque no hemos localizado el término ‘muni” en los diccionarios
consultados, Rodríguez Marín da esta lectura en su edición de Clarín, Relatos breves,
Madrid: Castalia didáctica, 1986, pág. 48, n. 12. Según comprobó el profesor Ruiz
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...
con una cara de pascua hace la vida de un muni... que hilara y lavara la ropa,
mucha ropa, blanca, en casa, y que amasara el pan en casa también (pág. 136).
Tanto es así, y tal es su dedicación a las tareas rutinarias de la
vida en Posadorio, que llega a producirse, por así llamarlo, una suerte
de rapto contemplativo en el que, curiosamente, la colada pasa a
integrarse en el entorno paisajístico, que –no se olvide– actúa como
“marco” figurado de un cuadro en el que, según pensamos, se creará
un símbolo de vida asociado a las costumbres rurales:
doña Berta, sorda, callada, contempla risueña y dando gracias a Dios, la nieve
de lino inmaculado que tiene a los pies, y la verdura que también parece
lavada, que sirve de marco a la ropa, extendiéndose por el bosque [...] (pág. 136).
En cuanto al capítulo IX, el aislamiento de Berta se justifica en
parte por una radical indiferencia hacia toda ocupación que la distraiga
de su búsqueda. Por citar un ejemplo, recordemos cómo al llegar el día
en que emprende su viaje hacia el lugar del cuadro, apenas encuentra,
como es lógico, ocasión para pensar en el almuerzo:
Llegó la hora, después de almorzar mal, de prisa y sin apetito (pág. 186).
Y, en su temprana visita a la iglesia, también el motivo es
conocido:
Para estar bien preparada, para ganar la voluntad divina a fin de que todo le
saliera bien en sus atrevidas pretensiones, primero iba a la iglesia a misa de
alba (pág. 185).
Para terminar con este punto, cabría quizá sugerir una conexión
entre aquel “rapto contemplativo” aludido en II y el esperado
encuentro que ahora, por mediación del cuadro de Valencia, se efectúa
entre la anciana y el capitán, quien “como un sueño, [...] la miró a ella
un instante con ojos de sublime espanto, de heroico terror...” (pág.
189). Si la imagen de las ropas tendidas trascendía el estadio de lo real y
se instalaba en un plano de corte simbólico, ahora la anciana se desliga
de la realidad física del lienzo y, más importante, el nuevo “rapto
contemplativo” adquiere el valor simbólico de su búsqueda en la urbe.
En efecto, lejos de quedar –y cito– “in albis” (pág. 186), la sola visión
del retrato supone, junto al encuentro de su hijo, una asombrosa
Silva –comunicación personal– se documenta tan sólo en Doña Berta y en otra obra,
las Vidas de santos o los munis de la India, de Eugenio Noel.
recuperación de sí misma y de sus propias vivencias, pues “Sí, era su
capitán, mezclado con ella misma, con su hermano mayor; era un
Rondaliego injerto en el esposo de su alma: ¡era su hijo!” (pág. 189).
Haciendo recuento de los mecanismos que, con mayor o menor
flexibilidad, nos permiten incardinar II y IX en el segundo bloque
estructural, podemos contar, nuevamente, con la función de las frases
iniciales de capítulo; a lo que se añade la utilización, tan recurrente
como específica, de un campo léxico relativo a la soledad; la
imposibilidad de comunicación entre Berta y los diversos personajes
secundarios; y, finalmente, la descripción –y proyección simbólica– de
las actividades relacionadas con la asunción de los sistemas de vida
representados en Madrid y Posadorio. Rasgos con los que se
ambiciona –y, a nuestro juicio, se logra– dotar de una consistente
envergadura homodiegética al aislamiento de Berta.
Apuntábamos antes, a propósito de los personajes secundarios
de II y IX, su distinto tratamiento respecto a los de I y VIII. En líneas
generales, se trataba de destacar un notable aumento de concreción a la
hora de delinear los caracteres del segundo bloque estructural. No
obstante, tanto los personajes secundarios de I y VIII como, incluso, los
de II y IX, parecen responder a la tradicional denominación de personajes
planos, noción que, si nos centramos ahora en los personajes
secundarios de III-IV y los de X, podrá fácilmente contraponerse a la
también tradicional de personajes en relieve70. Visto así, y esbozado con
ello el primer punto de contacto entre III-IV y X, nos detendremos
seguidamente en el tipo de caracterización asignada a la familia carlista
de III-IV y al capitalista de X, con objeto de aducir cierta proximidad
ideológica latente en sus respectivas pautas de comportamiento social.
De los cuatro hermanos de Berta, ya desde el comienzo de su
caracterización, se nos dice que eran “Todos buenos, afables, [...]
hacían obras de caridad..., desde lejos” (pág. 139) y que “siempre que
había ocasión, los Rondaliegos ejercían su caridad por aquellos
contornos” (pág. 141). Este peculiar ejercicio de la caridad pública, a
un prójimo “a quien amaban como hermano en Cristo, no en
Rondaliego” (pág. 139), lo hallaremos igualmente secundado por el

70 Para una posible definición al uso de esta contraposición caracterológica vid.,


sin más, R. Wellek y A. Warren, Teoría Literaria, Madrid: Gredos, 1993, págs. 263-4.
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

“afable”71 prócer americano, pues “procuraba hacerse perdonar sus


riquezas repartiendo beneficios; socorría a la desgracia, pero sin
entenderla; no sentía el dolor ajeno, lo aliviaba; por la lógica llegaba a
curar estragos de la miseria, no por revelaciones de su corazón” (pág.
191). E idéntica actitud responde a un mismo enclave inmovilista -su
afiliación social conservadora-, lo que traerá consigo un natural
apartamiento del “vulgo” (pág. 139) y su esperable afán de
autocomplacencia. En el caso de los Rondaliegos, “La limpieza de la
sangre era entre ellos un culto [...] su soledad aristocrática tenía tanto
de ascetismo risueño y resignado como de preocupación de linaje”
(pág. 139). En otros términos, “El ídolo era el honor limpio, la sangre
noble inmaculada” (pág. 141).
En cuanto a la descripción del capitalista en X, recordemos que
“su corazón [estaba] completamente ocupado con la propia dicha”
(pág. 191). Y no pasan desapercibidas algunas notas en que se alude a
las numerosas posesiones atesoradas por los carlistas y el capitalista en
sus respectivos palacios72 de Posadorio y Madrid: En el primer caso,
encontramos “por todas partes la cruz; y el oro, y la plata, y los gules
de los escudos estampados en vitela” (pág. 139); En el segundo, “El
cuadro, metido en su marco dorado, fijo en la pared, en aquella
estancia lujosa, entre muchas otras maravillas del arte, le parecía otro a
doña Berta” (pág. 192). Nos quedan, pues, pergeñadas, bien por la vía
de los personajes vinculados a la esfera del carlismo o bien a la del
capitalismo, dos de las más características manifestaciones
decimonónicas del inmovilismo social rural y urbano. Lejos, no
obstante, de pretenderse una mera adscripción de la obra a esas
coordenadas socio-políticas, los representantes del carlismo y del
capitalismo desempeñan quizá la función más relevante en el
desarrollo de la trama, lo que se evidenciará más tarde y, precisamente,
en relación a los dos sucesos interpolados en III-IV y X.
De este modo, la caracterización en relieve de los personajes
secundarios, descritos esencialmente por su comportamiento social,
además de conferir ab initio una especificidad temático-estructural a III-
IV y X, parece también justificarse por el intento de legitimar de modo

71 Adviértase en pág. 191 la utilización –tan puntual– de este adjetivo que ya


estuvo referido a los Rondaliego.
72 Nótese el empleo de un mismo término en los dos casos.
verosímil las respectivas reacciones de la familia carlista y del capitalista
ante el desenlace, por un lado, en III-IV, de los amores de Berta y el
capitán y, por otro, en X, de la trayectoria vital de Valencia.
En cuanto al término de la primera historia, insertada, como en
X, en voz del narrador, “Una tarde [...] el capitán liberal oye cantar al
bronce el himno de la guerra; como un amor supremo, la muerte
gloriosa le llama desde una trinchera; sus soldados esperan el ejemplo,
y el capitán lo da; y en un deliquio de santa valentía entrega el cuerpo
a las balas, y el alma a Dios” (pág. 145). Y, justo al pie de estas líneas,
se detalla la acogida del suceso por los Rondaliego:
Todo esto, traducido al único lenguaje que quisieron entender los hermanos
Rondaliegos, quiso decir que un infame liberal, mancillando la hospitalidad, la
gratitud, la amistad, la confianza, la ley, la virtud, todo lo santo, les había
robado el honor y había huido (pág. 145).
Desenlace, pues, y primeras repercusiones, que se localizan en X
a un mismo tiempo, ya que “La cantidad a entregar había triplicado por
el accidente de haber muerto el autor del cuadro aquel otoño, allá en
Asturias, en un poblachón oscuro de los puertos, a consecuencia de
un enfriamiento, de una gran mojadura” (pág. 192)73. Contamos,
entonces, con las consecuencias iniciales de este doble “accidente de
haber muerto”, a lo que se sucede otra serie de reacciones que, en
detrimento de Berta, se produce de inmediato en la familia carlista y en
el capitalista. Ya al comienzo de III, en ese espacio reservado a la
caracterización ideológica de los Rondaliego, se advierte que “En
Berta, la hermana, debía estar el santuario de aquella pureza. Pero
Berta, aunque de la misma apariencia que sus hermanos, blanca,
gruesa, dulce, reposada de gestos, voz y andares, tenía dentro ternuras
que ellos no tenían” (pág. 141). No es de extrañar, con tales
expectativas, el posterior “pasmo y terror de los hermanos” (pág. 146),
quienes “la dejaron sola en Posadorio [...], donde estaría más
escondida que en parte alguna” (pág. 146).
De otro lado, las repercusiones económicas desencadenadas por
la muerte de Valencia, y en las que se apoyará el capitalista en su
negativa a ceder el cuadro, se insinúan al comienzo de X, antes incluso
de que el lector conozca lo ocurrido en aquel “poblachón oscuro de

73 Vid. además pág. 195.


LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

los puertos” (pág. 192). Así, previo paso a la caracterización del


capitalista, leemos que Berta “ignoraba todavía un triste suceso, que
había de influir de modo decisivo en sus propios asuntos. No lo supo
hasta que logró, por fin, penetrar en el palacio de su rival, el dueño del
cuadro. Era un señor [...]” (pág. 191). Y, en paralelo a esa lenta pero
progresiva pérdida de expectativas vitales, se irá produciendo una
creciente devaluación moral de sus rivales, lo que vendrá determinado
por unas exigencias de comportamiento en realidad impuestas desde
sus propias convicciones ideológicas. En otras palabras, “Los
Rondaliegos se habían portado [...] con la crueldad especial de los
fanatismos que sacrifican a las abstracciones absolutas las realidades
relativas que llegan a las entrañas” (págs. 147-8).
En cuanto al “fúcar ultramarino”, “Estuvo amabilísimo con la
abuelita; procuró engañarla como a los niños; todo menos, es claro,
soltar el cuadro, no ya por lo que ella podía ofrecerle, sino por lo
mismo que valía. ¡Estaría bien! ¿Qué diría el gobierno? Además, aun
suponiendo que la buena mujer dispusiera del capital que ofrecía,
acceder a sus ruegos era perderla, arruinarla; caso de prodigalidad, de
locura. ¡Imposible!” (pág. 195). Así las cosas, si contrastamos el
desarrollo de III-IV y X, resaltará como principal mecanismo de enlace
entre capítulos la presencia de un mismo esquema expositivo al que,
de modo lineal, se hallan sujetos los varios ápices compositivos del
relato:
a) Caracterización en relieve de los personajes secundarios desde el punto de
vista de su comportamiento en sociedad y, consecuentemente, descripción de
un perfil ideológico asociado al sistema inmovilista o conservador más
característico del entorno rural y urbano; b) interpolación de un suceso con
idéntico desenlace: la muerte, en ambos casos accidental, de los dos únicos
personajes con los que Berta ha podido establecer algún tipo de
comunicación y c) repercusión del hecho en el ámbito ideológico de a y
posterior derribo, por un lado, de las expectativas vitales de Berta y, por otro,
de la integridad moral de los personajes secundarios.
En resumen, la necesidad compositiva de establecer una
relación de causalidad entre los dos bloques –A y B– que
representábamos a la cabeza del esquema, se resuelve a partir de III-IV
y X, apartados que, adscritos a la distribución expositiva que arriba se
indica –la secuencia a, b y c–, mantienen una serie de afinidades
formales con la suficiente solidez para agruparlos en C, nuestro tercer
bloque estructural. En otros términos, el aislamiento padecido por
Berta en II y IX, se nos explica en III-IV y X como efecto del
comportamiento social atribuido a los sectores inmovilistas más
representativos de la sociedad localizada en I y VIII.
Volviendo sobre el artículo de conjunto con el que abríamos
nuestro estudio, nos interesa señalar cierta generalización que, si bien
algo obvia, servirá en parte para situar la función de V y XI. En efecto,
según recalcó R. Gullón, “la conclusión es un desenlace. (Toda
narración acaba, pero no siempre el final es desenlace). Desenlace
existe cuando el final del relato incluye el de la peripecia: Pipá, Doña
Berta y El Señor acaban en la muerte: del protagonista, las primeras”74.
Desenlace, sí. Ahora bien, si repasamos en detalle esta lábil
valoración, lo que, a primera vista, nos lleva a localizar el desenlace en
XI parece ser la asociación del concepto a esa “muerte: del
protagonista”. No obstante, incluso al margen de que limitemos la
“peripecia” a la vida de la protagonista, resulta factible -y, sin duda,
deseable- discernir al menos entre los dos modos de vida, rural y urbana,
que, ya expresos en el comienzo del análisis, obtienen su propio
desenlace con total autonomía. De otro lado, se deriva de esta opción
alternativa –y, no se olvide, complementaria– una ventaja añadida: si,
como quiere Gullón, “la conclusión es un desenlace”, la muerte de
Berta, sin embargo, no constituye sensu stricto conclusión de su modo de
vida; sí lo es, en cambio, lo que, por mantener los términos del
esquema, enunciábamos en D como “rechazo final de sociedades
inmovilistas”.
Obtenemos, con ello, una mayor amplitud en la noción de
desenlace, lo que permitirá aplicarla no sólo a XI, sino también a V,
donde se dan los elementos de ruptura con el sistema de vida
impuesto a la protagonista. Así acordado, comienza el capítulo V “Una
tarde de agosto, cuando ya el sol no quemaba y de soslayo sacaba
brillo a la ropa blanca tendida en la huerta [...] doña Berta, después de
contemplar desde la casa de arriba las blancuras y verdores de su
dominio, con una brisa de alegría inmotivada en el alma, se puso a
canturriar una de aquellas baladas románticas que había aprendido en

74 Cfr. R. Gullón, art. cit., pág. 3.


LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

su inocente juventud” (pág. 151).


Como podrá observarse, si la actividad rutinaria de Berta se
hace presente mediante la imagen de la “ropa blanca tendida”, se
contrapone a esto un claro distanciamiento marcado por vía temporal;
la ocupación de Berta, limitada hasta el momento a las tareas
relacionadas con su vida en Posadorio, se retrotrae ya en este párrafo a
“su inocente juventud”. Se produce, pues, una primera incursión de
“alegría inmotivada” y, gradualmente, se desprende Berta de su
anterior rutina. En este sentido, también la letra de sus “baladas”, amén
de “grandes pasiones contrariadas” (pág. 151), será el preludio
argumental o, al menos, la invitación más directa al abandono del
campo: “Ven, pastora, a mi cabaña,/Deja el monte, deja el
prado,/Deja alegre tu ganado/y ven conmigo a la mar...” (pág. 152).
No es casual, así, la inesperada escapada de la anciana, a quien
“Se le había antojado salir por allí, meterse por el monte arriba entre
helechos y zarzas. Años hacía que no se le había ocurrido tal cosa;
pero sentía en aquel momento un poco de sol de invierno en el alma;
el cuerpo le pedía aventuras, atrevimientos” (pág. 152). Y, en este
punto, en el que ya fue consignado el soporte de lo verosímil mediante
un calculado encadenamiento de sucesos que anulan la rutina de
Berta75, se produce la llegada de Valencia a Susacasa, con lo que el
aislamiento de la anciana quedará desplazado en favor de un repentino
encuentro:
más audaz o afortunado que romanos y moros, había llegado, rompiendo por
malezas y toda clase de espesuras, al mismísimo bosque de Zahornín y al
monte mismísimo de Susacasa, que era como llegar al riñón del riñón del
misterio (pág. 153-4).
A este propósito, ya que “ambos estaban comprendiendo que
simpatizaban [y que a] las pocas palabras hablaban como buenos

75 Comp. Katherine Reiss, art. cit. (1955, I), págs. 121-2: “Importante papel
juega, respecto al aspecto verosímil de los sucesos de una narración, la motivación,
con la cual el autor sabe prepararlos [...] En ninguna de sus narraciones breves un
suceso, una acción, resulta ser desconcertante, imposible por ilógica. Aunque nos
hallemos más de una vez ante un giro inesperado que toma un acontecer, al pensarlo
bien, siempre nos convencemos de que no podía ser de otra manera. Siempre están
perfectamente motivados y preparados los sucesos o las actitudes de algún
personaje”.
amigos” (pág. 153), son numerosas las notas destinadas a resaltar el
acto comunicativo entre Valencia y Berta. En el caso de aquél,
destacará el interés por contrarrestar la sordera de Berta “con voz y
gesto para que se le entendiera mejor” (pág. 154) y “Doña Berta,
asombrada, agradeciendo al artista las voces que éste daba para que
ella no perdiese ni una sola palabra, escuchó la historia del cuadro
célebre, y supo [...]” (pág. 159).
Y no menos valiosa al respecto es la confianza inspirada a Berta
por el artista:
ante aquella dulzura, ante aquel candor retratado en aquella sonrisa del genio
[...] sintió el pecho lleno de la muerta juventud, como si se lo inundara de luz
misteriosa la presencia de un aparecido, el amor suyo; y con el espíritu retozón
y aventurero que le había hecho cantar poco antes y salir al bosque, se decidió
a hablar de sus amores [...] Doña Berta pensaba: “¡Parece mentira, pero es la
primera vez en la vida que hablo con otro de estas cosas!” Y era verdad; jamás
en sus labios habían estado aquellas palabras, que eran toda la historia de su
alma (pág. 155-6).
Paralelamente, si ya veíamos cómo la simple “sonrisa del genio”
le da lugar a “hablar de sus amores”, igual circunstancia comunicativa
se cumplirá con el pintor:
Habían hablado mucho. Aunque él había procurado que la conversación le
dejase en la sombra, para observar mejor, y fuese toda la luz a caer sobre la
historia de la anciana y sobre sus dominios, la curiosidad de doña Berta, y al
fin el placer que siempre causa comunicar nuestras penas y esperanzas a las
personas que se muestran inteligentes de corazón, hicieron que el mismo pintor
se olvidara a ratos de su estudio para pensar en sí mismo. También contó su
historia [...] (pág. 155).
En conclusión, la orientación vivencial de Berta se desvía
radicalmente a partir de V, lo que, junto a esa concesión narrativa a los
elementos que intervienen en la comunicación, pondrá punto final al
aislamiento de la anciana. Deducimos, así, un evidente rechazo por la
drástica reclusión que imponen los Rondaliego, circunstancia en la que
ya es posible confirmar el desenlace del modo de vida adscrito al
entorno rural.
Así planteado, si en lo hasta ahora expuesto nos propusimos
explicitar la función de V en relación a los apartados comprendidos
entre I y IV, nos detendremos a continuación en esta misma relación de
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

XI con los capítulos VIII al X, no sin antes señalar otro punto de enlace
entre V y XI, relativo esta vez a un peculiar paralelismo en la
presentación del estado de ánimo de Berta. En efecto, con una serie de
grados intermedios, la protagonista pasa en V de un estado inicial de
“alegría inmotivada” (pág. 151) a “caer en su silla, llorando, llorando
con una solemnidad que sobrecogió al pintor” (pág. 160), situación
que podrá contrastarse con la de XI, donde, después de encabezarse el
capítulo con el sueño de Berta, tan esperanzador como soñado, pronto
“recordó el sueño y se puso de mal humor, porque [...] las cosas
soñadas no se cumplen” (pág. 197). Acto seguido, “Salió al comedor a
pedir el chocolate, y se encontró allí con un incidente molesto, que era
importuno sobre todo, porque, haciéndola irritarse76, le quitaba aquella
unción que necesitaba para ir a dar el último ataque al empedernido
Creso y a ver si había milagro” (pág. 198). De hecho, la funcionalidad
del recurso se pondrá de manifiesto cuando, al anunciarse el siguiente
eslabón de su proceso anímico, se retomen los anteriores incidentes:
Salió doña Berta de su posada, triste, alicaída, disgustada y contrariada con el
incidente del gato y el recuerdo del sueño, que tan bueno hubiera sido para
realidad. Era día de fiesta; la circulación a tales horas producía espanto en el
ánimo de la Rondaliego (p. 198-9).
Y esta evolución desfavorable en el estado de ánimo de Berta,
además de constituir, como decíamos antes, “punto de enlace entre V y
XI”, obtendrá asimismo la importante función de anticipar –e incluso
provocar– la ya casi inminente aparición del desenlace. Según leemos,
“arribó a la calle de la Montera, y la subió despacio, porque se
fatigaba. Se sentía más cansada que nunca. Era la debilidad acaso; el
chocolate se le había atragantado con la riña del gato” (pág. 199).
Nos queda implicada, con ello, la creación de un “soporte de lo
verosímil” análogo al de V, con lo que, dada esta “debilidad” tan
extremada, nos aparecen justificados los últimos “pasos” de la anciana,
quien “se olvidó por un momento, contra su costumbre77, del peligro y de
sus cuidados para no ser atropellada [...] Mientras meditaba así, había
dado algunos pasos sin sentir por dónde iba” (págs. 199-200). No
obstante, con la irrupción del tranvía, de la que, curiosamente, Berta

76 La cursiva es nuestra.
77 La cursiva es nuestra.
percibe una primera impresión afín a la de V con la llegada del pintor78,
la narración –y, por tanto, el desenlace– aún no ha alcanzado su
verdadero término, sino que habrá de informarse todavía de la escasa
afección que el incidente origina entre las gentes que transitan por la
calle de Fuencarral79:
En el público había más simpatía que lástima. De una manera o de otra,
aquella mujercilla endeble no podía durar mucho; tenía que descomponerse
pronto. En pocos minutos se borró la huella de aquel dolor; se restableció el
tránsito, desapareció el cadáver, desapareció el tranvía, y el siniestro pasó de la
calle al Juzgado y a los periódicos. Así acabó la última Rondaliego, doña
Berta, la de Posadorio (pág. 200).
Se tratará, según señaló Martínez Cachero, de una “presentación
y corroboración por la vía de sucedidos verosímiles del radical
desvalimiento del ser humano frente a la existencia implacable y sin
entrañas”80. Como podrá comprobarse, la incapacidad en Berta de
asimilar los numerosos “peligro(s)” de las calles, la consecuencia
directa de esta citada inadaptación al entorno urbano y, ya en última
instancia, la denuncia explícita del narrador a esa falta de humanidad
mostrada por el “corro” de curiosos que ven morir a la “mujercilla
endeble”, conformarán en XI las principales notas de rechazo al
sistema de vida urbano y, como era esperable, el desenlace lógico de
aquella búsqueda ya iniciada en el apartado VIII.
En cuanto al conjunto de las propiedades que se comparten en
V y XI, dispondremos, con este cuarto bloque estructural, de tres rasgos
fundamentales como lo son, en primer término, la descripción de un
proceso de abatimiento anímico; en segundo (y, desde luego, dispuesto
en apoyo del anterior rasgo) la creación de un soporte de verosimilitud; y,
ya por último, la función global del desenlace.
Iniciamos aquí, para cerrar nuestro análisis, la exposición de
algunas consideraciones en las que, con una mayor resolución
explicativa, nos pareció factible apoyarnos a fin de enunciar una

78 Cfr. “En aquel momento oyó un ruido confuso como de voces”, de pág. 200,
frente a “Un ruido en la maleza, que llegó a oír cuando ya estuvo muy próximo”, en
pág. 152.
79 Vid. al respecto K. Reiss, art. cit. (1955, I), pág. 114.
80 Cfr. F. Caudet y J. M. Martínez Cachero, “Pérez Galdós y Clarín”, en Historia
de la Literatura Española, Madrid: Ediciones Júcar, 1993, pág. 268.
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

posible valoración temático-estructural de VI y VII. De este modo,


trataremos en adelante de precisar, por un lado, los diferentes motivos
que nos llevaron a agrupar en un solo bloque estructural estos dos
apartados y, de otro, la conveniencia de aceptar como función básica
de VI y VII la de capítulos de enlace. De entrada, nuestros dos apartados
comienzan –y es caso aislado en el conjunto de la “novela”– con la
atención centrada en Sabel:
Sabelona entró silenciosa y encendió todas las luces de los candelabros de
plata que adornaban una consola. Le pareció a ella que era toda una
inspiración, para dar tono a la casa, aquella ocurrencia de iluminar, sin que
nadie se lo mandara, el salón oscuro. La noche se echaba encima [...] (pág.
161).

Una mañana se levantó Sabelona de su casto lecho, se asomó a una ventana


de la cocina, miró al cielo, con una mano puesta delante de los ojos a guisa de
pantalla, y con gesto avinagrado y voz más agria todavía, exclamó, hablando a
solas, contra su costumbre: “¡Bonito día de viaje!” [...] (pág. 174).
Si hasta el momento la caracterización de Sabelona se limitaba a
un conjunto de actividades realizadas maquinalmente (pág. 138), y a
doña Berta “se le figuraba que [...] no era una mujer..., era una
hilandera de marfil viejo” (pág. 150), el personaje parece en VI y VII
cobrar una cierta autonomía, con lo que ahora, en VI, se nos señala que
actúa “sin que nadie se lo mand(e)”, mientras que en VII lo hará
“contra su costumbre”. Pero, junto a este cambio en el tratamiento de
Sabel, quizá debido al distanciamiento que, a partir de V, se ha
producido entre las ancianas, la voluntad de Sabelona, como si de un
autómata se tratase, responde a unos estímulos provocados por el
desequilibrio anormal entre el tiempo interno del relato y la actividad
asociada a éste hasta el momento: así, con la caída de la noche en VI,
Sabel tiene la “ocurrencia de iluminar [...] el salón”, lo que estará
motivado por el insólito encuentro de Berta con el pintor Valencia; más
tarde, en VII, su irritación por el mal tiempo de la “mañana” se
manifiesta como rechazo a la proximidad del “viaje”.
Con estos precedentes, la función de Sabel se explica en
adelante como un eficaz medio de resaltar, por una suerte de contraste
cervantino81, los vehementes trámites realizados por el ama para
81 Vid. además Ph. Z. Boring, art. cit. págs. 324-5 y Thompson, “Cervantine
marchar hacia Madrid82. En este sentido, cuando ya Berta se resuelve a
“vender todo lo que tenía y [...] pagar al acreedor del... capitán, para
comprar el cuadro” (pág. 167), su decisión de anunciárselo al pintor
por carta se contrapone enseguida con la visión de Sabelona, quien
“vio con asombro que a la siguiente madrugada salía de Posadorio un
propio con una carta lacrada. ¿A quién escribía la señorita? ¿Qué
podía haber en el mundo, por allá lejos, que la importase a ella?” (pág.
166). E igual actitud se manifiesta al personarse don Casto en
Posadorio, pues “El ama recibió una visita que sorprendió a Sabel y le
dio mala espina” (pág. 169). No es de extrañar, cuando “Berta
propuso a la criada llevarla a Madrid consigo” (pág. 172), la razonable
respuesta de la vieja “hilandera”, quien, aún anclada en “la rutinaria
marcha de sus faenas domésticas” (pág. 174), tomará por loca a su
ama:
Sabelona no tuvo valor para aceptar. Ella no se había vuelto loca como el
ama, y veía el peligro. Demasiadas desgracias le caían encima sin buscar esa
otra, la mayor, la muerte segura. ¡Ella a Madrid! Siempre había pensado en
esas cosas de tan lejos vagamente, como en la otra vida; no estaba segura de
que hubiera países tan distantes de Susacasa [...] ¡Imposible! Que dispensara el
ama, pero Sabel no llegaba en su cariño y lealtad a ese extremo. Se le pedía
una acción heroica, y ahí no llegaba ella. Sabelona, como san Pedro, negó a su
señora, desertó de su locura ideal [...] (págs. 172-3).
Y, una hora antes del temerario viaje, la impasible Sabel, “como si
allí no fuera a suceder nada extraordinario, dio los golpes de
ordenanza a la puerta de la alcoba de doña Berta, modo usual de
indicarle que el desayuno la esperaba; y ella, Sabel, como si no se
acabara todo aquella misma mañana, como si lo que iba a pasar
dentro de una hora no fuese para ella una especie de fin del mundo,
se entregó a la rutinaria marcha de sus faenas domésticas, inútiles en
gran parte esta vez, puesto que aquella noche ya no dormiría nadie en
Posadorio” (pág. 174). Retomando el hilo central, se nos presenta,
quizá como vínculo esencial de VI y VII, la caracterización de un

Motifs in the Shorts Stories of Leopoldo Alas”, REH, X (1976), págs. 391-403.
82 Comp. K. Reiss, art. cit. (1955, I), pág. 115: “En las novelas clarinianas los
personajes suelen ser distintos según el ángulo desde el que se los contemple, ángulo
que suele ser otro personaje de la novela. En sus novelas cortas y cuentos, “Clarín”
maneja también este perspectivismo psicológico al presentar sus personajes [...]”.
LA ESTRUCTURA DE DOÑA BERTA COMO DENUNCIA...

personaje, Sabelona, que, tras ocupar las primeras líneas de los citados
apartados, se extiende en su tratamiento con objeto de destacar la
decisión del ama de encaminarse hacia “países tan distantes de
Susacasa”; decisión en la que podrán cifrarse el resto de elementos
temáticos de VI y VII, y que, según nos parece, se destina a soportar una
función de enlace entre los apartados comprendidos del I al V y los del
VIII al XI. De hecho, si atendemos a otro de los temas desarrollados en
VI y VII, la cuestión del préstamo de don Casto83, la función de enlace
-consistente en la pérdida de Posadorio como medio para efectuar el
viaje- será validada como verosímil a partir de la caracterización moral
del Sr. Pumariega. Así, después de una primera descripción del
sonriente e hipócrita usurero84, éste “insistía en querer engañarla, en
hacerla ver que no perdía a Susacasa necesariamente en las
combinaciones que él la proponía; ella fingió que caía en la trampa;
comprendió que de aquella aventura salía Pumariega dueño de los
dominios de Rondaliego, pero en eso precisamente consistía su
sacrificio; a eso iba ella [...]” (pág. 170). Y, zanjados con éxito sus
tratos preliminares con la “parte contraria” (pág. 170), “en una altura
que dominaba a Zaornín [...] se detuvo [don Casto] y dio vuelta al
caballo para contemplar el perímetro y el buen aspecto de sus nuevas
posesiones. [...] Bien comprendía ella que para siempre jamás se
despedía de Posadorio, del Aren, de todo...” (pág. 171).
Finalmente, el tratamiento argumental del tema adquiere hacia el
penúltimo párrafo de VII su máximo grado de dramatismo,
apuntándose que “En el patio estaban ya don Casto y el espolique; el
verdugo y su ayudante, y también el burro en que doña Berta había de
montar para ir al palo” (pág. 178). Cúmulo, pues, de circunstancias que,
subordinadas a resaltar como cuestión central la decisión del viaje85,
83 Cfr. ed. cit., págs. 169-73 y, ya en VII, págs. 175-8.
84 Cfr. pág. 169 y, sobre la funcionalidad de los nombres propios, el art. cit. de
K. Reiss (1955, I), pág. 101-2. A lo indicado por la estudiosa habría que añadir
cómo, en el caso de Pumariega, las características del personaje se manifiestan por
su contrario al bautizarse como “Casto” precisamente a uno de los caracteres menos
honestos. Vid. asimismo John W. Kronic, “The Function of Names in the Stories
of Alas”, MLN, LXXX (1965), págs. 260-5.
85 Cuestión que obtiene también su propio desarrollo. Sobre la articulación
verosímil de las diferentes relaciones de ideas y sucesos que llevan a Berta a su
arriesgada resolución, vid. K. Reiss, art. cit. (1955, I), págs. 124-5.
suavizarán el tránsito de I-V a VIII-XI. Pero reparemos en el parecido
fraseológico con que se cierran estos apartados: “Se decidió que el gato
iría a Madrid con doña Berta” (pág. 174), “El gato iba en una cesta”
(pág. 178).

Quisiéramos, ya en último término, llamar la atención sobre


cierto aspecto relativo al enfoque expositivo adoptado en nuestra
argumentación. Como se habrá observado, hemos tratado en el
presente análisis de mantener un equilibrio unitivo entre los criterios
semánticos y formales de acercamiento al texto, lo que nos pareció la
opción más solidaria con esa permanente hibridación del interés
estético y moralizante, en una suerte de fórmula narrativa de la que, en
parte, ya se ocupara Katherine Reiss al evaluar el conjunto de la
producción cuentística de “Clarín”:
del prólogo de Cuentos morales deducimos ya que “Clarín” no quiere ser
moralista en el lato sentido de la palabra, ya que el dogmatizar y el moralizar
directamente sería actitud anti o extraartística en un escritor. “Clarín” es
moralista en el sentido de que quiere advertir al lector cosas hondas, quiere
promover el estudio de ellas y encaminar a su solución. Tal aspecto tiene la
belleza interior que “Clarín” quiere imprimir en sus narraciones86.
De este modo, y sin perder de vista esa “belleza interior”, la
narración evidencia, desde la propia organización de los sucesos, los
estragos producidos por dos formas de sociedad inmovilista, carlismo
y capitalismo, estableciéndose con ello una correspondencia biunívoca
entre la semántica intensional del texto y su sintaxis narrativa;
correspondencia en la que, como el mismo “Clarín” manifestara, tal
vez resida el mayor de sus logros en el campo de las “novelas-cortas”87.

8629 Cfr. K. Reiss, art. cit. (1955, I), pág. 78, que, en realidad, resulta compatible
-supongo- con lo indicado acerca de las “narraciones poéticas” en las págs. 81-2.
87 Así, en su conocida carta a Galdós: “Por otoño publicaré Doña Berta, una
nouvelle que me está publicando la Ilustración Española y que creo que es de lo que
me ha salido menos malo” (cfr. Cartas a Galdós, presentadas por S. Ortega, Madrid:
Revista de Occidente, 1964, pág. 260).
LENGUAS Y DIALECTOS ROMÁNICOS DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA EN EL “MITHRIDATES” DE ADELUNG & VATER

Hans-J. Niederehe
UNIVERSIDAD DE TRÉVERIS, ALEMANIA

Resumen.- En este artículo intentaré investigar, basándome en los comentarios de Adelung y Vater a
propósito de las lenguas hispánicas (en las que incluyen también el portugués), el valor de algunos
comentarios hechos sobre esta obra y añadiré algunos comentarios sobre la visión que la lingüística alemana
a principios del siglo XIX tenía de las lenguas y dialectos de la Península Ibérica.
Resumo.- Neste artigo tentarei investigar, baseándome nos comentarios de Adelung & Vater a propósito
das linguas hispánicas (nas que inclúen o portugués), o valor de algúns comentarios feitos sobre esta obra e
acrecentarei algúns comentarios sobre a visión que a lingüística alemana a principios do século XIX tiña das
linguas e dialectos da Península Ibérica.
Abstract.- Taking into account Adelung&Vaterr’s comments on the Hispanic Languages (including
Portuguese) the value of some reviews concerning this work is discoussed. Some remarks are also made on
the vision which the German Linguistics traditionally held about the Iberian Languages and dialects in the
beginning of the 19th century.

1. LAS LENGUAS ROMÁNICAS EN EL MITHRIDATES DE ADELUNG Y VATER


La muy meritoria Biblioteca histórica de la filología castellana (“obra
premiada por voto unánime en público certamen de la Real Academia
Española” [portada]) de Cipriano Muñoz y Manzano, Conde de la
Viñaza (1862–1933), publicada en 1893, nos brinda, en sus 1113
páginas, una panorámica bastante completa de los estudios filológicos
y lingüísticos del español publicados desde “los comienzos”, es decir,
desde fines del siglo XV hasta los tiempos del propio autor, fines del
siglo XIX. A pesar de algunos intentos de completar este inventario en
nuestro siglo (Serís 1964, Niederehe 1994), los historiógrafos de la
lingüística y de la lengua españolas siguen refiriéndose a este repertorio
e indican, con cierta regularidad, la presencia o ausencia de las obras
estudiadas por ellos en la Biblioteca histórica del Conde de la Viñaza.
Una de las obras no mencionadas por él es el monumental
Mithridates oder allgemeine Sprachenkunde mit dem Vater Unser als Sprach-
probe in beynahe fünf hundert Sprachen und Mundarten [“Mithridates o
Ciencia general de las lenguas, con muestras del Padre Nuestro en
quinientos idiomas y dialectos”] (1806-1816), empezado por Johann
Christoph Adelung (1768-1843) y completado por Johann Severin
100 HANS-J. NIEDEREHE

Vater (1772-1826). El Mithridates88 continúa, en cierto sentido, el


famoso Catalogo delle lingue conosciute (1784) de Lorenzo Hervás y
Panduro (1735–1809; no incluido en Viñaza) y se refiere, en su título
mismo, a otro “catálogo de las lenguas”, el Mithridates de Conrado
Gesner (1516-1565; no en Viñaza) del siglo XVI.
Ahora bien, el Mithridates de Adelung y Vater merece nuestro
interés por hallarse en él un capítulo extenso sobre las lenguas
hispánicas (vol. II, 535-557). No por eso debe contabilizársele su
ausencia como error grave al gran historiador de la lingüística y filo-
logía españolas, el conde de La Viñaza. Al consultar por ejemplo más
en detalle los estudios lingüísticos correspondientes, especialmente los
del siglo XIX, se da uno rápidamente cuenta de que, salvo en dos
casos, nadie menciona a los lingüistas alemanes Adelung y Vater. Estas
excepciones las constituyen dos estudios alemanes sobre filología
románica, un libro de August Fuchs (1818-1847) con el título Die
Romanischen Sprachen und ihre Verhältnis zum Lateinischen (Halle a.S.) y el
en su tiempo famoso Grundriß der romanischen Philologie de Gustav
Gröber (1844-1911). Constatamos, pues, que para la gran mayoría de
los romanistas el Mithridates no existe.
Sólo en 1973 Yakov Malkiel aboga por una revisión de esta
sentencia, y lo hace con énfasis. En un artículo publicado en la revista
rumana Studii hi cercetri lingvistice celebra “Adelung & Vater”s pioneer-
ing survey of Romance Languages and Dialects (1809)” [“Adelung y
Vater y su panorámica pionera de las lenguas románicas”] - así reza el
título - y declara sin reserva: “Adelung almost single-handedly laid the
foundation for an anthologigal approach to Romance linguistics”
[“Adelung, casi sin ayuda alguna, puso los cimientos de una
descripción antológica de las lenguas románicas”] (Malkiel 1973, 589).
Jens Lüdtke en un estudio muy ponderado sobre “las lenguas
románicas en el Mithridates” de Adelung y Vater, publicado en 1978, se
declara, aunque con menos entusiasmo, de la misma opinión y precisa

88 “Mithridates [el VI, 132-66] Ponti atque Bythyniae rex inclitus, qui a Cn.
Pompeio bello superatus est, duarum et uiginti gentium, quas sub dicione habuit,
linguas percalluit earumque omnium gentium uiris haut umquam per interpretem
conlocutus est, sed ut quemque ab eo appellari usus fuit, proinde lingua et oratione
ipsius non minus scite, quam si gentilis eius esset, locutus est.” (Aulus Gellius Noctes
atticae, XVII, 2 [ed. Theodor Reinach, Leipzig: Teubner, 1895])
que “en una auténtica historia de la lingüística románica, el Mithridates
ocupará, por su difusión, muy probablemente una plaza más
importante de la que hasta ahora se le atribuye”.89 - En las líneas
siguientes intentaré investigar, basándome en los comentarios de
Adelung y Vater a propósito de las lenguas hispánicas (en las que in-
cluyen también el portugués), el valor de tales juicios y añadiré algunos
comentarios sobre la visión que la lingüística alemana a principios del
siglo XIX tenía de las lenguas y dialectos de la Península Ibérica.

2. EL ESPAÑOL EN EL MITHRIDATES
En el Mithridates, el español [“das Spanische”] cuenta, junto con
el italiano, el francés y el “Romanisch oder Rhätisch”, es decir el
retorromano o ladino, como una “hija del latín” (Adelung & Vater II,
1809, xii). Pero contrariamente a la doctrina aceptada generalmente en
nuestros días, Adelung no incluye el rumano en el apartado de las
“hijas del latín” sino que lo trata por separado (II, 723) bajo el título
“Römisch-Slavisch oder Wallachisch” [“romano-eslavo o valaco”], lo
que Vater, en el tomo IV de la obra, critica con las palabras siguientes:
Del valaco hubiera tenido que tratarse en otro lugar del que se ha hecho aquí.
Tendría que colocarse al final de la sección V., inmediatamente después del
retorromano, por estar el valaco también muy cerca de las hijas ‹elaboradas›
(véase más abajo) de la lengua latina tratadas aquí bajo los puntos A. [italiano]
B. [español] C. [francés].90

Entre estas “hijas del latín”, el español ocupa una posición


predilecta. La comparte con otro idioma ibérico, el portugués. Es
decir, dentro del grupo de las “hijas del latín”, el español y el
portugués están más estrechamente relacionadas que las demás, lo que,
en nuestros días, no extrañará a nadie. Por el gran número de rasgos
lingüísticos que comparten, se las reúne bajo el título de “lenguas
89“[…] in einer eigentlichen romanistischen Wissenschaftsgeschichte [könnte]
dem Mithridates wegen seiner weiten Verbreitung ein weit wichtigerer Platz
zukommen, als ihm bisher eingeräumt wurde” (Lüdtke 1978, 44)
90“Die “Walachische Sprache” hätte einen anderen Platz erhalten sollen, als
den, welcher ihr hier angewiesen war. Sie gehört an den Schluß des V. Abschn.
unmittelbar nach dem Rhätischen, als eine eben solche, ihren unter A.B.C.
abgehandelten ausgebildeten Schwestern nahestehende Tochter der lateinischen
Sprache” (Adelung & Vater IV, 723).
102 HANS-J. NIEDEREHE

iberorrománicas”.
Ahora bien, para Adelung y Vater, esta repartición no se justifica
lingüísticamente. Más de una vez subrayan, en el Mithridates, que el
portugués se diferencia notablemente de todas las otras lenguas
románicas y constatan que
“conserva, entre las lenguas románicas, buen número de palabras latinas en
exclusividad que, además, han llegado al portugués fonéticamente más pro-
fundamente trasformadas que a los otros idiomas románicos”. 91
La estrecha unidad entre el español y el portugués se basa, para
los dos eruditos, únicamente en la historia.
Eso explica por qué el capítulo sobre el portugués empieza con
una introducción histórica que dice así:
“La mayor parte del antiguo Portugal - hasta el Tajo, pero excluyendo el área
de su desembocadura - se constituyó en Estado en 1109, de lo que hoy sería
una provincia española, reconquistada de los árabes. El rey Alfonso VI la dejó
en herencia al hasta ahora gobernador de ella, al esposo de su hija natural
Teresa, el conde Henrique de Borgoña. Gracias a sus actividades y mayor-
mente a las del hijo de este último, Alfonso I,92 Portugal se expandió hacia el
sur.”
Aparentemente, la historia de un país es, para los eruditos de
comienzos del siglo XIX, prioritaria, el análisis y la descripción del
idioma hablado en él es, por consiguiente, secundario.

2.1.El idioma “oficial”


El capítulo sobre el español empieza según el mismo esquema,
es decir con una breve introducción a la historia de España en la que
se trata de los primeros habitantes de la Península, de la romanización,

91 “Das Portugiesische hat eine Menge von Lateinischen Wörtern aller Art
unter all ihren Schwestern allein behalten. Aber dagegen haben die Lateinischen
Wörter in keiner derselben eine solche Umgestaltung der Laute erfahren, als im
Portgiesischen” (II, 549-550; véase también 482).
92 “Der größere Theil des bisherigen Portugals, bis zum Tajo, aber nicht ganz
bis zu dessen Ausflusse, wurde 1109 aus einer Spanischen, den Arabern
abgewonnenen Provinz ein eigener Staat, den König Alphons VI. bey seinem Tode
dem bisherigen Statthalter desselben, dem Grafen Heinrich von Burgund, Gemahl
seiner natürlichen Tochter Theresia überließ, und der theils von diesem, noch mehr
aber von dessen Sohne Alphons I. nach Süden erweitert wurde” (II, 549).
la invasión de los Bárbaros y la dominación multisecular de los árabes.
Sigue el estudio lingüístico del español que, en efecto, se reduce
a un estudio del origen y formación del léxico español; escriben: “De
tal diversidad [de gentes] se han formado los elementos constitutivos
del léxico del español actual”.93 Para confirmar su afirmación, ofrecen
dos tablas, una con “los restos del gótico”, la otra, con “los restos del
árabe” (cf. II, 536). A la luz de nuestros conocimientos actuales, la
primera de las tablas, la de “los restos del gótico”, está totalmente
superada. La segunda que brinda la lista de los arabismos (“los que se
reconocen por el artículo árabe antepuesto al” [cf. pág. 536]), es, por el
contrario, en sus líneas generales, correcta. A la tabla de los arabismos
siguen tres “palabras no latinas”, es decir, “las que han entrado en el
idioma de los romanos por influencia de pueblos extranjeros” y que se
atribuyen a Isidoro de Sevilla (ca. 560/570–636). Se trata de gato [hoy
“de origen del latín tardío cattus, a su vez de origen incierto”], camina
[recte: camino, del céltico camminus] y madera [hoy < lat. materia].
Estos “restos de idiomas diferentes” han entrado en la “base”,
el latín, contribuyendo así a la formación de las lenguas románicas.
Ahora bien, la “base” o, como prefieren decir Adelung y Vater, “la
madre del español” no es el latín de Cesar y Cicerón, sino la lengua
“Romana rústica”, una especie de sociolecto hablado principalmente
por los “soldados, esclavos, colonistas, comerciantes, recaudadores y
abogados” (cf. II, 477).
A pesar de estos préstamos, se puede decir, según Adelung y
Vater, que se ha conservado la base latina del español de modo tan
perfecto que merece el calificativo de “hija más parecida a su madre, el
latín,”. La frase entera reza así:
“Han surgido los elementos constitutivos del léxico del español actual de la
diversidad de la base latina en que la ‹Romana rustica› sigue siendo tan
importante que merece este idioma el calificativo de ‹hija más parecida a su
madre, el latín›”.94

93“Aus so verschiedenen Bestandtheilen entstand der Wortvorrath der heutigen


Spanischen Sprache” (II, 535).
94“Aus so verschiedenen Bestandtheilen entstand der Wortvorrath der heutigen
Spanischen Sprache, worin indessen die ‹Romana rustica› so sehr die Grundlage
geblieben ist, daß jene dieser Mutter unter allen ihren Töchtern am ähnlichsten
erscheint” (II, 535, cfr. II, 482)
104 HANS-J. NIEDEREHE

Esta opinión - no comentada por Malkiel95 y Lüdtke y no


compartida por la romanística moderna - está expresada de modo aún
más tajante en Vater (1847, 377) donde declara:
la mezcla de idiomas sólo se muestra en la fonética y el contenido de las
palabras. Respecto a esto, el español está, por regla general, más cerca del latín
que el mismo italiano”.96
La primera atestación de tal idea se encuentra, según parece, en
el Itinerarium Hispanicum de Hieronymus Monetarius [o, en alemán,
“Münzer”] de 1494-1495, un médico de Norimberga, que había
declarado: “Ydeoma hispanicum propinquius est latino quam
ytalicum, et Hispanus facile intelligit latinum”.97
La prueba de esta idea la encuentran Adelung y Vater en las
obras del “fundador de la historiografía italiana moderna” y
descubridor del “fragmento muratoriano”, Ludovico Antonio
Muratori (1672–1750). De los documentos legales latinos publicados
por este autor deducen que, en España, las huellas del latín “vulgar”
tardan mucho más en aparecer que en los otros idiomas románicos.
Para Adelung y Vater, los documentos son “guiados y fijados
por la escritura”;98 el idioma hablado, al contrario, sólo desempeña,
para ellos, un papel de poca monta y no entra de ninguna manera en
las consideraciones sobre la formación de los idiomas románicos.

2.2. La función de la escritura


Ahora bien, según Adelung y Vater sólo se puede hablar de
modo estricto de un idioma en el caso de tratarse de un idioma “fijado
por escrito”. De ahí se explica también su sentencia, no pocas veces

95Al contrario, Malkiel (1973, 591) habla del mérito de Adelung y Vater de
haber reconocido “the primacy granted to Italian over its cognates (a hierachical
ordering which, needless to insist, was to reappear as late as 1853 in Diez”s
Etymologisches Wörterbuch […]”.
96“[…] die Sprachmischung zeigt sich nur in der Lautlehre und em Wortgehalte;
daher steht das Spanische im Allgemeinen dem Lateinischen näher, als selbst das
Italienische” (Vater 1847, 377).
97Véase la ed. de Ludwig Pfandel en Revue Hispanique 1920, pág. 1320
98Cfr.: “Nimmt man hierzu, daß bey dieser Umbildung der Sprache diese gar
nicht geschrieben wurde, und also der Leitung und Fixirung durch Schrift entbehrte
[…]” (II, 482).
mal interpretada, que “en los siglos XI y XII se fijaron las
características de los idiomas hermanos y se produjo, por consiguiente,
la separación mútua de ellos”.99 El punto de vista de Adelung y Vater
se llamaría hoy en día “historia de elaboración” de un idioma
[“Ausbaugeschichte”, según Kloss; cf. Muljaciç 1986]; ellos mismos
prefieren hablar de “perfeccionamiento” [“Ausbildung”], término al
que tendremos la oportunidad de volver.
La “historia de elaboración” del español empieza, según ellos,
con Gonzalo de Berceo y pasa a Alfonso el Sabio de quien se subraya
especialmente la producción de textos legales, sigue con Luis de León
y Nebrija y llega hasta la fundación de la “Academie der
Wissenschaften zu Madrit” [“la academia de las ciencias de Madrid”]
(II, 539). Es decir, el interés de Adelung y Vater va hacia lo que en
nuestros días se llamaría “historia externa de un idioma”.
Inmediatamente después de la cita siguen unos escuetos
comentarios sobre lo que podría entenderse como “historia interna”
del español. Se refieren a cambios fonéticos más o menos regulares
que se observan con frecuencia, como, p. ej., au > o, e > ie, cl / pl > ll, t
> d, f > h, etc. No está equivocado Lüdtke (1978, 171) al conjeturar
que hay que buscar la fuente de tales ideas en Aldrete y Mayáns, es
decir, que no son ideas originales de Adelung y Vater sino communis
opinio de los eruditos de por entonces. Al compararlas con otros
comentarios en el Mithridates sobre cambios fonéticos,100 queda claro
que no forman cuerpo de doctrina con algo que podríamos llamar
gramática histórica de las lenguas románicas, sino que, acaso, pueden
considerarse como observaciones episódicas (por regla general acerta-
das) de relaciones de equivalencias fonéticas entre dos idiomas lo que
muestra otra vez el interés predominante de Adelung y Vater hacia la
“elaboración” de los idiomas.

99“Das eilfte und zwölfte Jahrhundert sind die Zeit der Fixirung des
unterschiedlichen Characters dieser verschwisterten Sprachen, und also ihre
Absonderung von einander.” (II, 482).
100A propósito del portugués declaran que es aquí dondo los cámbios fonéticos
son mucho más radicales que en cualquier otro idioma románico (cfr. II, 550). A
propósito del francés constatan que “al formarse del latín corrompido y de sus
mezclas ha experimentado más cambios fonéticos ‹según los órganos› y más
contracciones fonéticos que sus hermanos más cercanos” (II, 566).
106 HANS-J. NIEDEREHE

Queda claro también por el hecho de que, al párrafo que


acabamos de comentar, sigan cuatro páginas con informaciones
bibliográficas, es decir, informaciones sobre el “perfeccionamiento”
del español. Se reparten en tres grupos; el primer grupo comprende
“estudios generales” sobre el español (Aldrete, Mayáns y Siscar). El
segundo nos brinda, en orden cronológico, gramáticas españolas desde
la Gramática castellana de Amberes, de 1558, hasta la Spanische Sprach-
lehre de J. F. Sandvos (Berlín 1804) lo que muestra que el
“perfeccionamiento” no consiste únicamente en obras producidas en
España sino en todo lo que se publica en y sobre el idioma español;
finalmente, el tercer comprende diccionarios españoles desde Nebrija
(Dictionarium latino-hispanicum et hispanico-latinum, p. ej., 1570) hasta el
Diccionario de Faltriquera de J. D. Wagener (Berlín 1808-1809). Con esto
se termina lo que podríamos llamar la semblanza del español en
sentido estricto, es decir, el español como “idioma oficial”.

3. LOS “DIALECTOS”
Sigue una relación bastante detallada de los “dialectos” de
España (“Mundarten”; II, 544-549). Van presentados según el mismo
esquema que en el del capítulo principal, es decir, empiezan con un
esbozo de la historia territorial, siguen comentarios sobre la
“elaboración” o el “perfeccionamiento” del dialecto y se terminan,
dado el caso, con referencias bibliográficas.
Distingue tres territorios, el del oeste, el del este y el del sur.
Esta fragmentación se debe “al dominio de los árabes” en la Península
Ibérica.
Las partes no sometidas al dominio de los árabes o sólo por poco tiempo no
tuvieron la misma suerte ni el mismo gobierno. Las partes occidentales for-
maron pronto el reino de León y de Castilla; las orientales quedaron debajo
del imperio de los francos, aunque por poco tiempo. Las meridionales, al
contrario, permanecieron durante siglos en esta relación [con los árabes].”101

101“Die Theile von Spanien, welche der Herrschaft der Araber entweder nicht
unterworfen oder sehr bald entrissen wurden, hatten nicht einerley Schicksal und
Regierung. Die westlichen bildeten bald die Königreiche Leon und Castilien, die
östlichen gehörten aber nur für kurze Zeit zum Frankischen Reiche, die südlichen
blieben aber lange in dieser Verbindung” (II, 544).
3.1. Los dialectos orientales: catalán, valenciano.
A los dialectos orientales pertenece, en primer lugar, el catalán,
del que se dice lo siguiente:
“La lengua catalana que con la conquista de Valencia se expandió, por su
vecindad [geográfica], a aquella provincia, se unió totalmente al idioma del sur
de Francia (del que trataremos más adelante) y pertenece a los dialectos de
aquélla. Floreció al igual de aquélla [lengua del sur de Francia, el “occitano”],
en la época llamada ‹de los poetas provenzales›. Pero después de unirse el
Condado de Barcelona a la Corona de Aragón y de entrar ella además en una
relación excepcional con Francia, el catalán o - como se le llama en España,
de acuerdo con el nombre de la antigua provincia limosina […] - la ‹lengua
limosina›,102 se convirtió en ‹patois› [variante considerada socialmente muy
baja y de uso restringido] que, como tal y por separado, tomó su carácter
especial, lo que veremos al tratar de la Francia del sur donde el idioma esta-
blecido se ha desmoronado en ‹patois› de varias regiones”.103
Este “desmoronamiento” se explica, según se desprende de este
párrafo, por los cambios de poder y, como lo veremos más adelante,
por el hecho de dejar de ser utilizado por escrito. No terminan la
semblanza del catalán sin añadir también unos comentarios sobre lo
que podríamos llamar las características propiamente lingüísticas, es
decir, los rasgos que caracterizan y diferencian a la vez el catalán de las
hablas vecinas.
“El catalán - de acuerdo con lo dicho antes - tiene gran afinidad
con los ‹patois› del sur de Francia, sobre todo con el bearnés. No
obstante se le considera como dialecto español.” Después de

102Para esta idea cfr. August Rafanell, ed. 1991. Un nom per a la llengua. El
concepte de lemosí en la història del català. Vic: Eumo.
103“Die Sprache Catalonies, welche wegen ihrer Nähe auf Valentia mit der
Eroberung dieser Provinz überging, schloß sich ganz an diese Sprache des südlichen
Frankreichs an, von der im Folgenden gehandelt werden wird, gehört unter die
Mundarten derselben, und blühte eben so gut als diese in der Periode der
sogenannten Provençalen-Dichter. Seitdem aber die Grafschaft Barellona nicht bloß
mit der Krone Arragonies verbunden worden war, sondern auch später außer allem
Verhälnis mit Frankreich kam: so wurde diese Catalonische, oder wie sie in Spanien,
von der ehemaligen Landschaft Limosin oder Limousin in Guienne, besonders auch
heißt: Limosinische Sprache zum bloßen Patois, welches, als solches und getrennt,
hier eben so seine eigenthümlichen Charakter annehm, als wir dies im südlichen
Frankreich sehen werden, als dessen Sprache zum Patois verscheidener Gegenden
verfiel.” (II, 544 sq.)
108 HANS-J. NIEDEREHE

mencionar unos Saynetes escritos en “el dialecto de Barcelona” y de


declarar que “la gente más noble” se sirve del castellano, pasan al
valenciano del que se dice: “El ‹patois› de Valencia se presenta, sobre
todo en la boca de las señoras, como extremamente suave y
armonioso, y su vecindad estrecha con el francés no se muestra sólo
por algunas palabras aisladas, sino también por los giros de las frases.”
Antes de pasar a brindar la bibliografía habitual sobre diccionarios
catalanes etc., terminan con unas líneas sobre el uso del “dialecto”
catalán:
“El ‹patois› se habla por todas partes. No obstante, se entiende igualmente
por todas partes el español, y esto hasta en la campiña. En Mallorca se habla
catalán, pero pronuncian los vocales con más fuerza y abertura y, al mismo
tiempo, con mucha suavidad. La a y la e apenas se diferencian. Hay muchas
expresiones rústicas.”104

3.2. El “segundo dialecto principal de España”, el castellano, y la función del


poder político
En la bibliografía sobre el catalán se menciona también la
“Colleccion de poesias Castellanas anteriores al siglo XV” de Tomás Antonio
Sánchez, de 1779, del que se dice: “se refiere - dicho sea de paso - al
segundo dialecto principal de España, el castellano, elevado al rango

104“Das Catalonische zeigt zwar seine große Ähnlichkeit mit dieser [scil. der
limosinischen Sprache], besonders mit der Bearnesiscen noch, wird aber nun als
eine Spanische Volksmundart betrachtet. Es hat seine Nüancen zu und um
Barcellona, und zu Valencia. In ersterem Dialecte hat man eine Menge kleiner
Nachspiele Synetes, s. C. A. Fischer”s Reise von Amsterdam über Madrit und Cadix
nach Genua, Br. 43. In den Kanzleyen und bey den Vornehmeren herrscht das
Castilische; aber auch in jene Volkssprache werden die Aussprache und die
Endungen Spanischer und Französischer Wörter oft sehr komisch gemischt. Das
Patois von Valencia nimmt sich, besonders im Munde der Frauenzimmer, äußerst
sanft und harmonisch aus, und seine große Verwandtschaft mit dem Französischen
zeigt sich nicht bloß in den einzelnen Wörtern, sondern auch den Wendungen der
Sätze.Einiges zur Vergleichung ist in C. A. Fischer”s Gemählde von Valencia, T. II.
S. 88. aufgestellt. So allgemein dieses Patois hier gesprochen wird, so versteht man
doch fast eben so allgemein, selbst auf dem Lande das Spanische. In Mallorca
spricht man Catalonisch, aber die Vocale mit größerer Stärke und Öffnung des
Mundes, und zugleich sehr lieblich aus; a und e lassen sich kaum von einader
unterscheiden. Der provinziellen Ausdrücke sind viele.” (II, 545 sq.)
de lengua general del país en tiempo del emperador Carlos V, y del que
Sánchez reproduce los primeros monumentos, entre otros también el
antiguo Poèma del Cid (de los hechos de Don Rodrigo de Bivar llamado
el Cid campeador) t. I. pág. 231 sqq.” Y continúan: “Se dice que el
castellano más puro se habla en la zona de Toledo”.
De ahí pasan sin interrupción alguna al “dialecto aragonés” al
declarar: “Variantes más antiguas de este idioma [!], formado en la
parte no-árabe de España, las constituyen el dialecto aragonés y el
gallego-portugués.”105
Antes de pasar al aragonés, resumamos brevemente las ideas
historiográficas que se desprenden de este breve pasaje. Queda claro
por la cita que no sólo la elaboración por escrito confiere a un dialecto
- en este caso el “dialecto castellano” - su rango de idioma, sino
también el hecho de estar vinculado con el poder político. Así se
comprende por qué - según Adelung y Vater - un idioma vuelve al
estado de dialecto o decae al estado de ‹patois› al dejar de ser escrito y,
sobre todo, al pasar a estar bajo el dominio “de otro señor”. Eso vale
en buena parte también para “el dialecto aragonés”.

3.3. El aragonés (y otras variedades)


Del aragonés leemos lo siguiente:
“El habla del reino aragonés es el resultado de una mezcla del catalán o
limosín que acabamos de describir y el propio español. Esta mezcla no sólo
se comprende por la vecindad con Francia y su influencia, difícil de
determinar en su duración, y por el traslado del conde de Barcelona al trono
de Aragón sino también por la multitud de caballeros del sur de Francia que,
en la Edad Media, habían buscado su gloria en la lucha contra los sarracenos
infieles en el ejército de los reyes de Aragón y que recibieron, como galardón,
fincas en aquel reino, como por ejemplo los condes Gastón y Rotrón de

105“[…] Sanchez angeführte Colleccion […], welche übrigens den zweiten, seit
Kaiser Carl V. zur allgemeinen Sprache Spaniens emporgehobenen Hauptdialect,
den Castilianischen, betrifft, dessen früheste Denkmäler man dort findet, unter
anderem auch das alte Poèma del Cid, (von den Thaten des Don Rodrigo de Bivar
genannt el Cid campeador) T. I S. 231 ff. Am reinsten soll das Castilianische um
Toledo gesprochen werden. Ältere Abarten dieser in dem nicht-Arabischen Spanien
gebildeten Sprache waren der Arragonische Dialect, ind der Gallizisch-Portugiesische.”
(II, 547).
110 HANS-J. NIEDEREHE
Bearn y Perche después de la conquista de Zaragoza en 1119”.106
A esta introducción a la historia territorial del aragonés sigue, de
acuerdo con el esquema general del Mithridates, un comentario sobre la
“historia de la elaboración” del dialecto que revela claramente el
“paradigma historiográfico” de Adelung y Vater.
“El idioma aragonés se perfeccionó por separado del castellano y tuvo sus es-
critores hasta que perdió esta influencia debajo y después del emperador
Carlos V, y todos los escritores comenzaron a escribir en castellano y aban-
donaron el aragonés convirtiéndole en ‹patois› del que carecemos informa-
ciones más precisas, lo mismo que en el caso de otros dialectos populares de
otras partes de España y de sus provincialismos”.107
Lo que reduce el aragonés al estado de “patois” es el hecho de
que “los escritores se metieron a escribir en castellano”, y el cambio
del poder en España, “debajo y después del emperador Carlos V”.

3.4. El “tercer dialecto principal de España”: el gallego-portugués.


La semblanza del gallego-portugés se presenta según el esquema
habitual, es decir, empieza con un esbozo histórico, sigue con la
historia de la elaboración, y se termina con el “desmoronamiento del
gallego”.
La semejanza llamativa de ambos dialectos [el gallego y el portugués] se fun-
damenta, probablemente, en parte en el hecho de hallarse unidas ambas

106Die Sprache des Arragonesischen Reichs war gemischt aus der beschriebenen
Catalonischen oder Limosinischen und der eigentlichen Spanischen. Nicht bloß die
Nachbarschaft Frankreichs, der ehemalige Einfluß desselben, dessen Dauer
unbestimmbar ist, und die Versetzung der Grafen von Barcellona auf den Thron
von Arragonien machen jene Mischung sehr begreiflich, sondern auch die Menge
Süd-Französischer Ritter, welche im Mittelalter ihren Ruhm darin suchten, gegen die
ungläubigen Saracenen in den Heeren der Königen von Arragonien zu fechten, und
die von diesen Königen hernach Besitzungen in diesem Reiche zur Belohnung
erhielten, so z.B. die Grafen Gaston und Rotron von Bearn und Perche nach der
Eroberung von Saragossa 1119.” (II, 547)
107“Die Arragonesische Sprache bildete sich abgesondert von der Castilischen
weiter aus, und hatte ihre Schriftsteller, bis sie unter und nach Kaiser Karl V. diesen
Einfluß verlor, alle Schriftsteller Castilianisch schrieben, und das Arragonische
Patois übrig blieb, von welchem nähere Nachrichten mangeln. Eben so mangeln sie
über die Volksdialecte anderer Gegenden Spaniens, und ihre Provinzialismen.” (II,
547 sq.)
provincias en el reino suevo. En los siglos XI y XII, la misma Galicia estaba
separada, a su vez, algunas veces del Reino Castellano. Esta separación se
manifiesta especialmente debajo del gobierno de Urraca y del hijo que tuvo
con Raimundo, conde de Borgoña, el futuro rey Alfonso VII, a quien
perteneció Galicia.”108
De la elaboración del gallego se lee:
El perfeccionamiento del gallego lo prepararon, en tiempo temprano, los
poetas. Además, varios autores han intentado derivar la poesía castellana de la
portuguesa y gallega, una tesis contra la que se opone Sánchez en su Colec-
ción mencionada tomo I, página 171. El rey Alfonso X el Sabio escribió poe-
sías en este dialecto y su crónica rimada Cronica en coplas redondillas por el Rey
Don Alonso el ultimo, reproducido en Sanchez t. I pág. 171 pertenece también
a este contexto”.109
Bajo las característica lingüísticas del gallego cuenta, según
Adelung y Vater, “la influencia del portugués”, sobre todo en las zonas
fronterizas “como Badajoz donde el ‹accento› del español se acerca al
del portugués” (cf. II, 549). “Esta semejanza es mucho más grande y
más genuina en el caso del gallego pero con la diferencia de que el
portugués se ha hecho idioma […] por un perfeccionamiento
continuo, mientras que el gallego, al contrario, se ha reducido a
‹patois›.”110

108“Die augenscheinlich große Ähnlichkeit beyder Mundarten hat ihren Grund


wohl zum Theil schon in der Verbindung beyder Provinzen in dem Reiche der
Sueven, welches aus denselben bestand. Auch Galicien ist im eilften und zwölften
Jahrhundert mehrmals von dem Castilischen Reiche getrennt gewesen, und diese
Absonderung zeigt sich besonders unter der Regierung der Urraka, deren mit
Raymund, Grafen von Burgund erzeugtem Sohne, dem nachmahligen Könige
Alphons VII. Galicien gehörte.” (II, 548).
109“Das Gallizische wurde früh durch Dichter ausgebildet, und mehrere
Schriftsteller haben selbst den Anfang der Castilischen Poesie aus Portugal und
Gallizien ableiten wollen, wogegen Sanchez in der angeführten Collection besonders
T.I, S. 192 streitet. König Alphons X der Weise dichtete auch in dieser Mundart, und
seine Reimchronik: Cronica en coplas redondillas por el Rey Don Alonso el ultimo, bei
Sanchez T. I. S. 171 gehören ihr an” (II, 548).
110“Aber bey Gallicien ist jene Ähnlichkeit weit größer und ganz ursprünglich,
nur daß das Gallizische Patois geworden ist, die Portugiesische Sprache hingegen als
Sprache eines selbständigen, und in gewissen Perioden durch den regsten
Unternehmungsgeist emporgehobenen Volks eine fortdauernde Ausbildung
erhalten hat.” (II, 549)
112 HANS-J. NIEDEREHE

3. LA FUNCIÓN DEL “ESTUDIO LINGÜÍSTICO” SEGÚN ADELUNG Y VATER Y EL


PARADIGMA DE FRIEDRICH DIEZ

No puedo detenerme en los “errores” de detalle del Mithridates


y su corrección a la luz de los conocimientos de la lingüística moderna.
Me interesa, por el contrario, lo que se llamaría en nuestros días el
“paradigma” de Adelung y Vater, es decir, la función que atribuyen al
estudio lingüístico (hablan de una “wahre philosophische Sprach-
kunde”, de un “auténtico estudio filosófico-lingüístico”, I, XVI), o
dicho con otras palabras, lo que les ha guiado en sus investigaciones.
Como hemos visto, proceden, en la presentación de los idiomas
estudiados, según un esquema bastante riguroso; empiezan siempre
con un esbozo histórico del territorio respectivo, al que sigue una
“historia de la elaboración” del idioma (o dialecto), y terminan, en su
caso, con el “desmoronamiento del idioma” y su reducción a “patois”.
De este esquema dice Adelung, al final del prefacio del primer tomo,
que es como “una armadura en la que cada cual puede colocar sus me-
jores conocimientos hasta que se llega, finalmente, a una visión de
conjunto completa”, a un “auténtico estudio filosófico-lingüístico”.111
Este estudio lingüístico debe, según Adelung, “prestar un ser-
vicio a los historiadores al seguir las huellas del parentesco de pueblos
antiguos y modernos” (cf. t. I, pág. III); en este sentido, el “auténtico
estudio filosófico-lingüístico” se presenta como disciplina auxiliar de la
historia. El interés primario del “lingüísta”, del “investigador de las
lenguas” se orienta hacia la historia de los pueblos. Los rasgos
lingüísticos de los idiomas, en cambio, sólo interesan en segundo lugar.
La posición sistemática del español dentro de las lenguas
románicas no se deduce, por consiguiente, de sus características
lingüísticas (“más cerca del latín que los demás idiomas románicos”),
sino de la historia de España: “se ha integrado - según Adelung y Vater
- en el Imperio Romano después de Italia y antes que Francia”.112
El principio histórico sirve también para la presentación de los
111 “ein Fachwerk, worein ein jeder seine bessern Kenntnisse tragen kann, bis
endlich einmahl ein vollständiges Ganzes daraus wird” (I, XXI).
112 Cfr.: “In Italien bildete sich aus dem Übergange der Römischen Sprache auf
das Volk in den Provinzen früher, als in anderen Ländern, eine Mischung der
Sprache, welche die Grundlage derjenigen Sprache wurde, die man in der Folge
unter dem Nahmen des Italiänischen kennen lernte […]” (II, 486)
dialectos de la Península Ibérica. El catalán que, para Adelung y Vater,
pertenece, por sus rasgos lingüísticos, al occitano, se presenta, por
razones histórico-políticas, junto con los idiomas hispánicos. Por eso
no se comprende por qué Malkiel entiende “the primacy granted to
Italian” como un juicio basado en argumentos lingüísticos. La primacía
del italiano se justifica, para Adelung y Vater, únicamente de modo
histórico.
No obstante, no hay que equivocarse en el significado de la
subordinación del punto de vista lingüístico bajo el histórico; no quiere
decir esto que, para ambos eruditos alemanes, sólo cuenta la historia
de un pueblo, y no el idioma. Al contrario, para Adelung y Vater, el
idioma es la expresión esencial de un pueblo y de su historia. Escribe
en este sentido Adelung en su Deutsche Sprachlehre de 1781: “El idioma
es aquel conjunto de sonidos articulados del que se sirve un pueblo o
una nación para comunicar sus propias ideas”.113
Las “ideas propias” de un pueblo se depositan en el léxico de su
idioma, al igual que su historia. El último caso se presenta cuando un
pueblo pasa a depender del dominio político o cultural de otro y
acepta las ideas del dominador. Así, las palabras de origen gótico o
arábigo en el español atestiguan, la influencia que aquellos pueblos han
tenido en su tiempo; lo que explica, finalmente, por qué Adelung y
Vater se interesan, sobre todo, en los préstamos, y no en las palabras
heredadas de “su madre”, el latín,. En el idioma, la historia se
manifiesta por “la mezcla de idiomas”. En el Renacimiento y también
mucho tiempo después, la gente hubiera hablado, en este caso, de “co-
rrupción de idiomas”.
Existía aún otra explicación para el cambio lingüístico, y esto ya
desde Dante Alighieri; admite el gran poeta italiano que la lengua “per
locorum temporumque distantias variari oportet” (De vulgari eloquentia
I, ix, 5), es decir, calcula con cambios “internos”, con cambios sin
causa exterior. Adelung comparte esta idea (Deutsche Sprachlehre 1781, §
6), pero no la integra en sus estudios lingüístico-filosóficos. Para una
historiografía basada en las lenguas, le parece sin provecho alguno.
Sólo la comparación de palabras le promete un resultado

113“[…] derjenige Inbegriff vernehmlicher Laute, durch welche ein Volk [oder
eine Nation] sich seine Vorstellungen mitzutheilen pflegt” (1781, § 2).
114 HANS-J. NIEDEREHE

positivo porque permite “llegar a un juicio sobre el parentesco y la


diferencia de los idiomas”.114 En otro sitio (I, xiii; cf. Lüdtke 1987, 11)
indica correctamente que lo que importa es menos la comparación de
los morfemas que la de las “raíces”, portadoras del significado básico
de un idioma, y con eso, también de las ideas propias de un pueblo.
Estas ideas, presentadas someramente aquí, se diferencian
profundamente de otras ideas, desarrolladas pocos años después del
Mithridates, las de la “filología románica”. Las diferencias no se
encuentran, en primer lugar, tanto en ese o aquel comentario a
propósito de una u otra lengua románica, sino en lo que se refiere al
interés básico de la nueva disciplina, a su paradigma.
Para Friedrich Diez (1794–1876) y su escuela, el estudio de la
lengua ya no es una disciplina auxiliar. Presta, en su principio, sus
servicios a la interpretación de textos y adopta, por eso, el nombre de
“filología”. Pero pronto llega a la autonomía al oponerse Diez
tajantemente a la idea de “mezcla de idiomas” (1826, 286). Para él, las
lenguas no han pasado nunca por una fase “inculta”, que sería paralela
al tiempo anterior a fijarlas por escrito, sino presentan, incluso en la
época más temprana, una “gramática con reglas fijas” [“eine fest
geregelte Grammatik”, 1826, 286). Pues bien, el interés de los
primeros romanistas está orientado firmemente hacia el estudio de
esos cambios que se han producido conforme con estas reglas fijas y
eso desde los comienzos hasta los tiempos modernos. Con esto, el
interés por las palabras heredadas del latín aumenta considerablemente
porque sólo éllas permiten presentar las pruebas necesarias de la conti-
nuidad lingüística interna, postulada por Diez.
Comparando el interés de Adelung y Vater con el de Diez, se
nota un cambio profundo, total. Se comprende ahora por qué, en el
último tomo del Mithridates, Vater, al referirse a los Éléments de la
grammaire de la langue romane avant l”an 1000 de Raynouard, recién
publicados (París 1816), escribe, con cierta resignación, que no ve
ninguna posibilidad de extraer información de este libro, escrito ya con
ideas muy parecidas al nuevo paradigma, el de la filología románica.
Pues Vater busca, en el libro de Raynouard, préstamos de idiomas no-

114“[…] schon für sich allein zu einer Beurtheilung der Verwandtschaft und des
Unterschiedes der Sprachen” (I, iv).
románicos y encuentra, en vez de esto, palabras heredadas del latín.
Cabe añadir que, según el paradigma de Diez, también la
función de los textos es totalmente distinta de la del Mithridates. Ya no
son hitos en la elaboración del idioma, sino meramente documentos
de una época determinada del idioma. Lo mismo se puede decir del
estudio de las palabras, de la fonética y de otras muchas cosas. El
cambio paradigmático es profundo. Ya no hay camino del Mithridates a
la escuela de Diez que, por eso, pasa por alto los estudios de Adelung y
Vater. Pero eso no quiere decir que, desde ahora, las ideas de Adelung
y Vater hayan pasado al depósito de chatarra de la historia para
siempre. Hace algunos años que se ha vuelto, en la sociolingüística, a la
idea de la “elaboración” de los idiomas, propagadas por Adelung y
Vater en su tiempo, que al parecer sirve para la descripción de proble-
mas que plantea la lingüística moderna (cf. Muljaciç 1986). Por lo visto,
hay que utilizar el calificativo “superado” con cierto cuidado, por lo
menos en lingüística.

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LA PASIVA CON SE AGENTIVA EN LOS TEXTOS
JURÍDICO-ADMINISTRATIVOS: SU INCIDENCIA
PRAGMÁTICA

Amparo Ricós Vidal


UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Resumen.- La pasiva con se, al evitar la mención del agente y topicalizar el objeto de la acción, se convierte
en un instrumento adecuado para centrar la situación comunicativa en el objeto del mandato y en la acción
en sí misma, y de ahí el uso de este tipo oracional en los textos jurídicos. No obstante, se encuentra en los
documentos legales actuales, construcciones reflejas con el agente expreso que contradicen la función que
hasta ahora se le asignaba a la pasiva: diluir la presencia del agente de la acción.
Resumo.- A pasiva con se, ao evitar a mención do axente e topicalizar o obxecto da acción, convertese nun
instrumento adecuado para centrar a situación comunicativa no obxecto do mandato e na acción mesma, e
de ahí o uso deste tipo oracional nos textos xurídicos. Non obstante, atópase nos documentos legais actuais,
construccións reflexas co axente expreso que contradín a función que ata o de agora se lle asignaba á pasiva:
diluir a presencia do axente da acción.
Abstract.- In legal texts, the passive voice with “se”, by avoiding the mention of the agent and by
topicalizing the object of the communicative action, turns into an adequate instrument for focusing the C.S.
into the command’s object. Nevertheless, in legal texts reflex contructions with expressed agent are
encounteredf which belie the traditionally alloted to passive function to dilute the presence of the aaction
agent.

El lenguaje jurídico-administrativo posee un tono imperativo,


propio de los preceptos, que imprime a los textos un carácter especial
y que se proyecta sobre el enunciado imponiéndole una serie de rasgos
fundamentales como son la objetividad, la universalidad, la claridad y
la concisión.
La pasiva con se, al evitar la mención del agente y topicalizar el
objeto de la acción, se convierte en un instrumento adecuado para
centrar la situación comunicativa en el objeto del mandato y en la
acción en sí misma, y de ahí el uso de este tipo oracional en los textos
jurídicos (se desestima la demanda). No obstante, se encuentran en los
documentos legales actuales, construcciones reflejas con el agente
expreso (CONSIDERANDO que habiéndose solicitado por el apelante
la nulidad de las actuaciones...) que contradicen la función que hasta ahora
se le asignaba a la pasiva: diluir la presencia del agente de la acción.
1. El empleo de este tipo de construcciones, mencionado tan
118 AMPARO RICÓS VIDAL

sólo en algunas gramáticas y monografías (Real Academia (1973/86);


Martín Zorraquino (1979)), es desestimado debido a su artificiosidad y
a la escasa utilización que se hace de este tipo oracional (Vera Luján
(1990)), considerado en ocasiones como fórmula analógica de la
estructura ser + participio + agente, o como pura creación de laboratorio.
Otros lingüistas (Cartagena 1972:114)), por el contrario, califican esta
construcción como la verdadera y única pasiva refleja, ya que las que
no explicitan el agente son tratadas, desde esta postura, como
oraciones intransitivas e impersonales115.
Sin embargo, estas estructuras se hallan presentes desde sus
orígenes romances en los textos literarios [1], y por los datos que
hemos obtenido (Sepúlveda Barrios (1988); Ricós (1995)), su presencia
numérica es mayor en la actualidad, al menos en los textos legales116.
[1] “Por cartas e por testigos e por bien jntrumente,
de publico notario, devierta syn fallymiente
esta tal dilatoria prouarse clara mente.”
(Libro de Buen Amor, pág.92, estrofa 355 a-c)
Respecto a esto, cabe destacar que la pasiva con se agentiva ha
variado de registro y de uso con el tiempo. Por una parte, se afianza su
significado agentivo, que en épocas anteriores entraba en conflicto con
otras funciones sintácticas (suplemento, como en [2]) y otros valores
(instrumental, locativo, como en [3]). Por otra, aun manteniéndose en
un registro formal, este complemento es propio de textos legales y
quizá de algún género periodístico, a diferencia de la época medieval

115 En la actualidad los porcentajes de este tipo de construcción son muy bajos
y se oponen a los de las construcciones pasivas analíticas. Los datos porcentuales
que aportamos en este punto, los hemos tomado de la primera parte del libro de
Félix Sepúlveda Barrios (1988), en la que analiza una serie de textos, entre los que
no incluye los de carácter jurídico. Los resultados son evidentes: de los 2.194
ejemplos de pasiva refleja, sólo dos casos expresan el agente, es decir, un 0'09 por
ciento que se enfrenta al casi 30 % de la pasiva análitica agentiva. A nuestro parecer,
estos números variarían si el autor hubiera vaciado textos legales.
116 Se observa un mayor incremento en la presencia de esta construcción
refleja agentiva en la actualidad en los textos legales. En nuestro estudio sobre la
pasiva en español medieval, hemos contabilizado una frecuencia porcentual de
aparición en los textos literarios relativamente baja: 0'8, 3 y 1'54 para los siglos XIII,
XIV y XV respectivamente. En el siglo XVII, Félix Sepúlveda Barrios (1988:386)
indica que el 1'37% de los casos de pasiva refleja llevan el agente expreso.
en que es inexistente entre los documentos notariales y forales que
hemos analizado, hallándose exclusivamente en obras de carácter
literario, por lo que vemos cómo su empleo se reduce hoy a un
determinado tipo de lenguaje y se adecua a las peculiaridades propias
de éste.
[2] “ca a otros non guia sy non a los que se lligan a el e se quieren guiar por
el” (Libro del Caballero Zifar, pág. 351, lín. 3-5)

[3] “Por naturales et vatalla canpal se destruyen et se conquieren los


grandes regnos” (El Conde Lucanor, pág. 450, lín, 190-191)
Ciñéndonos a los escritos que hemos trabajado, una selección
hecha al azar de diversos tipos de textos jurídicos117, observamos que la
presencia del complemento agente es significativa, y lo sería mucho
más si contabilizáramos aquellos que forman sintagma con un
participio en función de adjunto [4]. Pero restringiendo nuestro
análisis únicamente a las construcciones pasivas con ser + participio y
pasiva con se, los datos estadísticos que hemos manejado muestran que
en esta clase textual es relevante dicho complemento, ya que en la
pasiva con ser el número real excede con mucho al número teórico
mientras que la situación contraria es la que se produce con la pasiva
refleja118.
[4] “CONSIDERANDO que ejercitada por la actora acción resolutoria del
contrato de arrendamiento pactado por su madre doña Joaquina
González Rodríguez con el demandado el día 1 de enero...” (Albacas
López, 1978:86)
De un total de 2.747 ejemplos, 2.666 se construyen con la pasiva
con se y 481 con ser + participio. Entre los primeros, sólo 74 casos
expresan el agente, un porcentaje de 3'26%, que contrasta con el de la
estructura participial, con un total de 122, un 25'36% de los casos.
Aplicado el test de Pearson, según las variables tipo de pasiva y
presencia del agente, obtenemos una cifra de 292'4164, que minimiza
la posibilidad de que la presencia o la ausencia de este complemento

117 La relación de documentos vaciados se encuentra en la bibliografía final.


118 Hemos empleado el test de Pearson en el apartado estadístico. Los datos
relativos a la evolución de la pasiva en la Edad Media se pueden consultar en Ricós
(1995).
120 AMPARO RICÓS VIDAL

sea aleatoria. De hecho las tablas indican que la presencia del agente es
muy significativa con la pasiva con ser, dado que el número real (122)
es superior al número teórico que le correspondería (34'32). Por otro
lado, pero con un signo contrario, es igualmente notable el hecho de
que el número real de agentes expresos con la pasiva refleja (74) sea
menor que su número teórico (161'68).
Lo que es evidente, si tenemos en cuenta los porcentajes que
aparecen en la nota 1, es que los textos jurídicos difieren de los
literarios a este respecto. Hemos comentado que una de las
características de este tipo de escritos es justamente la objetividad que
lleva al realce del objeto y a la indeterminación del agente. Por lo tanto,
es lógico pensar que el número de agentes expresos con ser + participio
sea menor. Extraña, sin embargo, la presencia del agente en una
construcción que como la pasiva refleja se caracteriza por todo lo
contrario. En este artículo, pues, intentaremos mostrar los motivos que
pueden haber originado la mayor frecuencia de esta segunda
construcción, propia del lenguaje jurídico-administrativo en la
actualidad.
Relacionado con esto, se podría explicar, en principio, el mayor
número de construcciones participiales con agente expreso que se
contabilizan en estos documentos, por una especie de repartición
entre ambos tipos oracionales, de forma que en el caso de que se
prefiera destacar el objeto, mencionando al mismo tiempo el agente de
la acción, el hablante emplee ser + participio, y por el contrario, si lo que
se desea es la indeterminación del agente, se use la pasiva con se, pero
éste no es el fenómeno que analizamos ahora.
2. Además de este factor que acabamos de mencionar,
tendremos en cuenta todos aquellos criterios que, a nuestro parecer,
pueden justificar las formas que hemos seleccionado.
2.1. La incompatibilidad aspectual entre el verbo ser y el
participio de los verbos desinentes en los tiempos imperfectos es una
de las posibles causas que propició el incremento de la pasiva refleja,
en oposición a ser + participio, que desde el siglo XV poseía una serie
de limitaciones que impedían la extensión de su empleo.
Las estructuras reflejas con agente expreso se construyen en
nuestro corpus sólo con verbos desinentes. En ese caso, si se requiere
un tiempo imperfecto como el presente atemporal, no es posible la
alternancia con ser + participio y podría considerarse este aspecto
sintáctico como una de las razones de la aparición anómala de este
complemento.
Así sucede en los siguientes ejemplos:
[5] “la amplitud de la tutela jurídica, de lo que el Juez debe conceder o negar,
es decir, el objeto del proceso, se fija taxativamente por las partes.” (Albacas
López, 1987:7)

[6] “Se pretende por los recurrentes una exoneración de responsabilidades


en base a que no emitió actuación u omisión imputable a los mismos, que
pudiera generar responsabilidad indemnizable.” (Vicente Almela, 1994:9375)

[7] “Y debe rechazarse la pretendida causa de inadmisibilidad, ya que lo que


se impugna por el actor es el acuerdo de la Corporación, que estima no es
ajustado a Derecho” (Aranzadi, 1970:2064)
Sin embargo, estas mismas construcciones se encuentran en
otros tiempos que no presentan ningún impedimento al empleo de ser
+ participio, como el gerundio perfecto [8] o el pretérito perfecto
compuesto [9]:
[8] “para quien el recurso contencioso es inadmisible, ya que habiéndose
solicitado y acordado por el Ayuntamiento la inclusión en el Registro de
Solares de una casa urbana y de un trozo de solar, el recurrente sólo impugnó
en vía administrativa la inclusión de la casa.” (Aranzadi, 1970:2064)

[9] “en esencia vienen a rebatir los motivos de tal oposición, en el sentido de
que no se ha probado fehacientemente por quienes han recurrido, la falta de
novedad que aducen del modelo industrial concedido por el Registro.”
(Aranzadi, 1970:2069)
Es decir, aunque las limitaciones aspectuales de ser + participio
pueden explicar algunos ejemplos con agente, este criterio no es el
único válido para justificar la presencia de dicho complemento junto a
la pasiva con se en nuestros textos.
2.2. En segundo lugar, nos hemos detenido en el estudio de la
naturaleza semántica y sintáctica del SN-sujeto, que en ocasiones ha
sido pertinente en el empleo del agente en la pasiva refleja. El carácter
animado del sujeto podría requerir la presencia del agente que incidiría
122 AMPARO RICÓS VIDAL

y afirmaría así el valor pasivo del paciente [+animado], pero los casos
que hemos analizado son exclusivamente de cosa, por lo que este
criterio tampoco es relevante en el grupo de ejemplos que integra
nuestro corpus de estudio.
2.3. Un tercer factor que hemos tenido en cuenta es la
naturaleza semántica del agente. Excepto en cuatro ocasiones en los
que remiten a leyes, disposiciones o decretos, que exigen determinada
conducta, y cuyo significado puede interferir con el instrumental, el
resto de agentes119 se refiere a los interlocutores del proceso, bien
mediante términos legales (apelante, apelado, actor, actora) (35 ocasiones)
[10], bien a través de oraciones subordinadas (5 casos) [11], bien
mediante denominaciones de colectivos que constituyen las partes
jurídicas (28 casos) (Administración, Gobierno, Consejo Social de la
Universidad...) [12].
[10] “CONSIDERANDO que habiéndose alegado por el apelado que el
presente recurso de apelación fue mal admitido...” (Albacas López, 1978:87)

[11] “Entender otra cosa sería tanto como admitir que la valoración de tales
pruebas puede hacerse de modo parcial e interesado por el que recurre”
(Aranzadi, 1994:15)

[12] “Por el Ayuntamiento de Altorricón se pretende en este recurso de


apelación la revocación de la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-
Administrativo del Tribunal de Justicia de Aragón de 1 de febrero de 1990
que anuló la liquidación girada a don Ramón Z.PÁG.” (Aranzadi, 1994:2647)
2.4. Mayor importancia tienen las funciones informativas
(topicalizadora y contrastiva) y textuales de esta estructura.
2.4.1. La presencia del agente en los 74 ejemplos no impide que
la función primordial siga siendo la topicalización del objeto de la
acción, esto es, del paciente, que se convierte en sujeto tópico en 29
ocasiones [13] y [14], en las que encontramos el esquema
PAC(IENTE) + V(ERBO) + AG(ENTE). Pero más notable, en
nuestra opinión, es la utilización de esta construcción, sea agentiva o
no, para destacar la acción verbal y no tanto el objeto (en 38
ocasiones) [15] y [16], con un esquema que alterna V + AG + PAC /

119 Salvo dos agentes anecdóticos que se hallan en la parte narrativa del
documento.
V + PAC + AG. De ahí que se posponga el sujeto paciente en estos
casos, posición propia del objetivo, e incluso, lo que es más frecuente,
que el agente se halle antepuesto al paciente de forma que quede
destacado sobre el objeto de la acción (en 26 ocasiones el paciente está
explícito), con una función contrastiva. En tercer lugar, con sólo siete
ejemplos, se puede mantener el orden informativo de la oración activa:
AG + V + PAC [17].
[13] PAC + V + AG (27): “Si se trata de expropiación ordinaria, los intereses
del artículo 56 de la Ley de Expropiación Forzosa, por demora de la
determinación del justiprecio, se deben transcurridos seis meses desde que se
produce el acuerdo de necesidad de ocupación hasta que el justiprecio se
fija por el Jurado” (Vicente Almela, 1994:9743)

[14.] PAC + AG. + V (2): “Que constituye el objeto del presente recurso la
impugnación que por la parte actora se realiza de cuatro resoluciones del
TEAR de Valencia.” (Boletín, 1994:250)

[15] V + AG. + (PAC) (34): “que en segundo lugar se mencionaba por el


Letrado del demandado recurrente, el hecho de que la propietaria vive en
Valencia” (Albacas López, 1987:6)

[16] V + PAC. + AG. (4): “Notificada la anterior sentencia, así como el Auto
aclaratorio, se interpusieron recursos de apelación por los mencionados
en el encabezamiento de esta sentencia, mediante escritos debidamente
fundamentados.” (Sentencia, 1994)

[17] AG. + V. + PAC. (7): “Por el Letrado de la Generalidad se


interpuso contra la misma recurso de súplica, el que se ha tramitado
conforme a Derecho.” (Auto, 1992)
Es decir, la pasiva se emplea como recurso sintáctico que
permite crear un enunciado tético presentador de un suceso120, de ahí
que se emplee en lugar de la activa que, como forma no marcada
(enunciado categórico), no cumple esta función de realce. Además
sirve para desplazar a un segundo lugar el primer actante de la acción,
indispensable, sin embargo, para la claridad del escrito [18] y [19]:
120 “Todos los enunciados presentadores de suceso (excepto los que contienen
sólo un verbo impersonal) contienen también actantes, si bien la información no se
concentra en ellos, sino que éstos forman con el suceso una unidad indivisible: el
actante es sólo una parte o un aspecto del suceso” (Casado Velarde (1993:27))
124 AMPARO RICÓS VIDAL

[18] “Ahora bien como se pone de manifiesto por el recurrente en su escrito


de impugnación, excepcionalmente se atribuye el rango de documento a los
informes parciales...” (Aranzadi 1994:13-14)

[19] “lo cual la priva de verdadero valor y eficacia para los fines perseguidos
con la aludida oposición que por los recurrentes se ha formulado al registro
del modelo industrial que ahora se enjuicia.” (Aranzadi, 1970:2069)
Estos ejemplos muestran cómo con la pasiva no se enfoca
exclusivamente el paciente o el agente, idea que se encuentra con
frecuencia en las gramáticas o estudios sobre el tema (Gili Gaya
(1961/85:221-222); Pena (1982:216)). La pasiva con se, al igual que la
pasiva con ser, es un instrumento sintáctico de enfatización de un
elemento oracional, en este caso la acción verbal, que se convierte en
el centro de la comunicación. A diferencia de con ser + participio, el
elemento destacado no adquiere valor estilístico, sino que sirve, como
desarrollaremos más adelante, para evitar la ambigüedad e incidir en la
objetividad del escrito.
2.4.2. Podemos también mencionar otras funciones textuales de
la pasiva (Duskova (1970:142); Hendricks (1976:69-70)). Algunos de
los ejemplos que hemos analizado explicitan el agente, señalan así el
tópico del discurso y favorecen la progresión temática del texto. Ese es
el caso de [20], en el que la presencia de la pasiva permite enlazar
ambas oraciones mediante un demostrativo anafórico, sujeto paciente
con valor temático. Además se requiere la expresión del agente:
[20] “CONSIDERANDO que el Conseller de Cultura, Educación y Ciencia
es competente para conocer el recurso y éste se ha interpuesto por quienes
son titulares de un derecho que le confiere legitimación activa para recurrir la
orden de pruebas selectivas para funcionarios docentes de enseñanza
secundaria, profesores técnicos de Formación Profesional, profesores de
escuelas oficiales de idiomas, profesores y maestros de taller de artes plásticas
y diseño y profesores de música y artes escénico, dentro del plazo de un mes
y cumpliendo todos los requisitos formales, por lo que procede entrar en el
examen de las cuestiones que al respecto en él se plantean.” (Resolución,
1991)
Por otra parte, la presencia del agentivo sirve como elemento de
unión entre los diversos artículos de una Ley o los diferentes apartados
de una sentencia, alternando incluso con construcciones activas y
pasivas participiales, como vemos en [21]:
[21] “Este objeto único y común a todas las cuestiones acumuladas consiste
en la posible incompatibilidad con la autonomía universitaria, reconocida en
el artículo 27.10 de la Constitución, de los artículos 2 y 4, disposición
adicional y disposiciones transitorias de la citada Ley Autonómica de
Reorganización Universitaria de Canarias, problema de fondo al que se
anteponen por el Gobierno y el Parlamento de la Comunidad
Autónoma de Canarias diversos motivos de inadmisibilidad que
requieren resolución prioritaria

SEGUNDO-. El Gobierno de Canarias mantiene la inadmisibilidad


de las cuestiones en atención a los siguientes argumentos:..” (Vicente
Almela, 1990:5319)
O, por el contrario, se construye una serie de oraciones que
poseen el mismo sujeto, tópico que enlaza todas ellas [22]:
[22] “Se exige, como requisitos indispensables, que las mejoras tengan
carácter permanente, y no esporádico o transitorio, que subsistan al
producirse el devengo del impuesto, que se realicen por el propietario o a su
cuenta durante el período imposititivo, que se refieran al terreno y no a la
edificación.” (Aranzadi, 1994:2666)
2.4.3. La alternancia con ser + participio es una muestra más de
su función como elemento de cohesión textual, de manera que se
emplea esta segunda forma como variante estilística que evita, no sólo
la repetición léxica, sino la sintáctica, así ocurre en [23] y [24]:
[23] “quiere añadir que si en ocasiones se ha determinado todo el proceso de
selección al inicio del curso las vacantes por costumbre se han ocupado por
funcionarios en prácticas si quieren, pero ello no significa que
obligatoriamente tengan que ser ocupadas dichas vacantes por los
seleccionados como funcionarios en prácticas.” (Recurso, 1993)

[24] “Que en definitiva, constituye una cuestión objetiva, la que el presente


recurso plantea, en cuanto supone la aplicación del artículo 178 del Estatuto,
y en consecuencia decidir si el modelo que como de utilidad se ha aceptado
por la Administración al núm. 112.216 ha sido divulgado y practicado en
España con anterioridad a la fecha de su solicitud.” (Aranzadi, 1970:2062)
2.5. Por último, es necesario señalar que muchas de estas
construcciones se han convertido en fórmulas jurídicas, que se repiten
como peculiares de este tipo de escritos en los textos actuales. Así, dos
fórmulas extraídas de un formulario:
126 AMPARO RICÓS VIDAL
[25] “De cada juicio se extenderá acta, consignando clara y sucintamente lo
actuado, la cual se firmará por todos los concurrentes que supieren.” (Majada,
1949:437)

[26] “RESULTANDO que de lo actuado se desprende que por D.B. se


formuló querella alegándose en la misma que el pasado día…” (Majada,
1949:435)
se pueden hallar con algunas variaciones en los siguientes
ejemplos.
[27] “Por el letrado de la Generalidad se interpuso contra la misma recurso de
súplica” (Auto, 1992)

[28] “Solicita la suspensión de la ejecución de la Sentencia recaída en este


recurso no admitiéndose la suspensión del cumplimiento de la misma por el
Auto del 16 de julio de 1992, interponiéndose, por la Generalitat Valenciana,
recurso de súplica contra el mismo.” (Providencia, 1993)

[29] “Notificada la anterior sentencia, así como el Autor aclaratorio, se


interpusieron recursos de apelación por los mencionados en el
encabezamiento de esta sentencia, mediante escritos debidamente
fundamentados, en los que alegaron cuanto consideraron conveniente a sus
derechos, solicitándose por algunos de éstos el recibimiento a prueba del
procedimiento y la suspensión provisional de la ejecución de la sentencia.”
(Sentencia, 1994)

[30] “SEGUNDO. Que contra la misma, se interpuso en tiempo y forma


recurso de apelación por el demandado, admitido en ambos efectos y
remitidos los autos a esta Audiencia donde oportunamente comparecieron las
partes” (Boletín, 1992:43)
En nuestra opinión, muchas de estas estructuras, ahora
tipificadas, se deben a la necesidad de evitar la ambigüedad que se
produciría en el caso de que el agente no se explicitara y que iría en
contra de uno de los rasgos del lenguaje jurídico: la claridad. En este
sentido, los textos legales se caracterizan por su supra-completividad y
suponen una infracción a dos de las máximas conversacionales: la
máxima de cantidad y la de calidad. Los interlocutores, las partes
jurídicas, no sólo introducen la información necesaria para la
comprensión mutua, sino también aquella que se presupone o se
puede obtener implícitamente. De esta forma, se diferencia, incluso en
las intervenciones orales, de otras situaciones comunicativas. Y ello
debido a que cualquier fallo a ese respecto puede dar lugar a
problemas jurídicos y malinterpretaciones de las leyes, contratos, etc.
Para evitar esta posible ambigüedad se recurre a redundancias que, a
pesar de dejar claro el texto, en el sentido de que se obtiene una
información exhaustiva y coherente, en la práctica hacen que el
lenguaje jurídido sea demasiado prolijo, desordenado y muchas veces
oscuro en la expresión.
Como ejemplo de lo que acabamos de mencionar presentamos
los siguientes casos. En el [31], una apelación por imprórroga del
contrato de alquiler de una vivienda, se especifica claramente la
actuación que debería haber seguido el arrendador, en este caso
arrendadora, a la hora de requerir de preaviso la vivienda alquilada. Se
le imputa justamente la falta de una expresión clara o diáfana al
mostrar la necesidad y el origen de sus pretensiones, con todos sus
pormenores. Para no cometer el mismo fallo, el ponente no ahorra
detalles en su intervención, aunque muchos de ellos se
sobreentenderían:
[31] “en cuanto al fondo, ha de contener aquellos elementos esenciales que
definen el derecho de imprórroga que se aduce por el arrendador frente al
inquilino” (Albacas López, 1978:85-86)
Un caso similar es el que presenta [32]. En todo el proceso, que
no podemos reproducir aquí por su longitud, se sobreentiende que
son los demandados, la compañía constructora, los que disculpan su
actuación, la “ruina funcional” de los edificios, e inculpan a la parte
actora, una cooperativa de viviendas, por haber elegido el presupuesto
más económico. Por sentido común, sería innecesaria, pues, la
presencia del agente.
[32] “DÉCIMO. Se ha pretendido por los demandados que la Cooperativa
actora no fue ajena, sino causante de tales deterioros, en cuanto que
provocaron por su interferencia, al optar por la solución más económica
entre las ofrecidas por la dirección de la obra.” (Boletín, 1992:50).
3. Pero sobre todos los criterios, la pasiva con se, agentiva o no, se
convierte en una marca lingüística, sin duda, propia del lenguaje
jurídico, dado que su empleo viene requerido por todos los rasgos de
este tipo de lenguaje.
128 AMPARO RICÓS VIDAL

La pasiva refleja es un instrumento de la lengua culta: se incluye


en un registro formal y escrito de carácter culto, ya que en el habla
ordinaria es muy poco frecuente, y por supuesto, en los pocos
ejemplos contabilizados no se expresa el agente121.
La pasiva refleja, como elemento sintáctico propio de un medio
escrito, permite una construcción más libre y creadora, de forma que
se transforma en un recurso lingüístico que realza un elemento
oracional, bien situándolo en posición de tópico, (función
topicalizadora), promocionando o elevando a primer actante el
objetivo de la acción, bien convirtiéndolo en foco de contraste
(función contrastiva), enfatizando, mediante el cambio en el orden
oracional, cualquier sintagma que adquiere así un relieve especial y se
sitúa en el centro de la comunicación. La intercalación de adverbios
modalizadores entre los diversos elementos oracionales (En las personas
jurídicas lógicamente no se puede trasladar esta situación, pero sí, al menos,
algún principio que la anima) incide en el carácter subjetivo, conativo y
expresivo que en ocasiones, y a pesar de la objetividad propia de este
lenguaje, se halla en los textos jurídicos debido al afán por convencer
vehementemente a la otra parte.
El tono imperativo de los preceptos, la introducción de
oraciones exhortativas, la referencia a los interlocutores y aquellas
fórmulas jurídicas que acompañan al mandato para darle mayor
prestigio, convierten o han convertido la pasiva con se agentiva en una
fórmula propia de este tipo de escritos, puesto que al centrarse, como
hemos visto, en la acción verbal se puede, al mismo tiempo, destacar el
ambiente en que se produce la comunicación. Es decir, remite a un
doble plano donde encontramos, por una parte, un nivel superior que
impone una serie de normas y establece una serie de condiciones, y
por otra, un segundo plano, el plano subordinado, que debe acatarlas.
Por ello y para evitar cualquier ambigüedad que pueda afectar al
buen funcionamiento legislativo o al cumplimiento de las sentencias,
se produce la necesidad de señalar ambos planos mediante una serie
de apelativos que varían según el tipo y la parte del escrito. A esta
necesidad, que podría ser satisfecha igualmente por otro tipo de

121 Los datos que aportamos del lenguaje coloquial los hemos obtenido tras la
lectura de parte del corpus del grupo Val.Es.Co de la Universitat de València.
construcciones activas o enfatizadoras, se une una serie de hechos
lingüísticos motivados por la materia objeto de este tipo de lenguaje, y
todo ello diferencia a los textos legales de los literarios, en los que la
pasiva no viene requerida por los condicionamientos del escrito y
adquiere su uso un valor estilístico.
Entre estos rasgos lingüísticos se observa en el lenguaje jurídico
cómo la pasiva refleja y la pasiva analítica, especialmente cuando no son
agentivas, restan importancia al agente [33], presentan como sujeto
gramatical un sustantivo inanimado que no puede ser ejecutor de la
acción [34] y se limitan a presentar el proceso verbal en su desarrollo
[35]. La pasiva refleja agentiva puede asimismo diluir la importancia
del agente, cuya presencia es necesaria para evitar la ambigüedad,
dejándolo en un segundo lugar, o viene impuesta por la tradición
jurídica, pero a pesar de ello, en todos los casos se incide en la acción
verbal que queda así destacada [36].
[33] “En consecuencia no puede aceptarse como argumento la posibilidad
de una sentencia revocatoria de la de instancia” (Auto, 1992)

[34] “Como en reiteradas ocasiones se ha puesto de manifiesto por la


doctrina jurisprudencial de esta Sala (STS 14 de enero 1992 [RJ 1992, 155]) el
error de hecho en la apreciación de la prueba precisa que se incluyan en
la relación fáctica supuestos no acontecidos o supuestos inexactos.”
(Aranzadi, 1994:13)

[35] “Al amparo del artículo 849.I de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se


denuncia la no aplicación de los artículos 569 de la citada Ley y 238 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial (RCL 1985, 1578, 2635 y ApNDI, 8375)”
(Aranzadi, 1994:17)

[36] “la protección que se establece en favor de los pensionistas que sin duda
es aplicable a las de la Seguridad Social, como acertadamente se aprecia por
el Juez “a quo”, tiene su fundamento y razón de ser en motivos de orden
social” (Albacas López, 1978:83).
Al topicalizar el objeto de la acción, que se convierte en el sujeto
de la construcción, y especialmente al situarlo en la posición inicial, se
realza el objeto del proceso, que generalmente va acompañado de una
serie de recursos que lo destacan y definen [5].
El carácter generalizador de la ley impone el uso del presente
130 AMPARO RICÓS VIDAL

atemporal, que por referirse a un espacio temporal amplio, es el


tiempo propio de estos textos legislativos y propicia el empleo de la
pasiva refleja frente a la analítica, como hemos visto [6].
Por todo ello, y como conclusión, podemos afirmar que la
pasiva con se agentiva es un recurso sintáctico que cumple una serie de
funciones informativas, textuales y pragmáticas propias del lenguaje
jurídico.

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LA TÉCNICA RETRATÍSTICA DE QUEVEDO: EL CHITÓN
DE LAS TARABILLAS

Manuel Urí Martín


EDAD DE ORO
Resumen.- El chitón de las tarabillas, obra escrita por Quevedo en 1630 para defender la política económica
de Felipe IV, es mucho más que un mero libelo o una pura y simple obra de carácter encomiástico. Más allá
del valor histórico o político, cuando Quevedo escribe, cualquiera que sea el género elegido, hace literatura; y
en muy contadas ocasiones la prosa de Quevedo aparece tan sometida como en esta obra a un proceso
semejante de condensación conceptista extrema, al recurso constante a la expresión metafórica y a la
creación lingüística original. Todos estos aspectos se analizan con pormenor en este trabajo.
Resumo.- El chitón de las tarabillas, obra escrita por Quevedo en 1630 para defender a política económica de
Felipe IV, é moito máis que un mero libelo o unha pura e simples obra de carácter encomiástico. Máis ala do
valor histórico ou político, cando Quevedo escribe, calquera que sexa o xénero elexido, fai literatura; e en
poucas ocasións a prosa de Quevedo aparece tan submetida como nesta obra a un proceso semellante de
condensación conceptista extrema, o recurso constante á expresión metafórica e á creación lingüística
orixinal. Todos estes aspectos son analizados pormenorizadamente neste traballo.
Abstract.- El Chitón de las tarabillas, work written by Quevedo in 1630 to defend the economic policy of
Felipe IV, is much more than a mere libel or a pure and simple work of encomiastic character. Beyond
political or historical value, when Quevedo writes, whatever genre he chouses, he makes literature; and very
few occasions the prose by Quevedo appears so submitted as in this work to a similar condensation process
of extreme conceptism, to the constant resource to the metaphorical expression and to the original
linguistic creation. All these aspects are analyzed with particular detail in this work.

Humano capite ceruicem pictor equinam


iungere si uelit et uarias inducer plumas
undique conlatis membris, ut turpiter atrum
desinat in piscem mulier formosa superne,
spectatum admissi risum teneatis, amici?
Crediti, Pisones, isti tabulae fore librum
persimilem, cuiuc, uelut aegri somnia, uanae
fingentur species, ut nec pes nec caput uni
reddatur formae...122

Son ya abundantes las páginas dedicadas a la práctica retratística


de Quevedo. Si el retrato escrito es en sí pintura literaria, la imagen, la
sensación visual, resulta un componente básico en su técnica
descriptiva para atraer la atención del lector123. Ya han sido de sobra
122 Horacio, De arte poetica liber, ed. François Villeneuve, París: Les Belles
Lettres, 1961, pág. 202.
123 Los puntos de unión entre pintura y literatura han sido señalados desde
134 MANUEL URÍ MARTÍN

reseñadas las concomitancias con algunos pintores, en particular con el


Bosco, pero también con Van Craesbeek, Brouwe, Brueguel el Viejo,
Holbein, Giuseppe Arcimboldo, Francisco Pacheco, Velázquez, El
Greco o Goya124.
Leo Spitzer, en su célebre estudio sobre el Buscón, advertía la
influencia del retrato humanista, en una disposición de rasgos físicos
ordenados desde la cabeza a los pies, y de rasgos morales, poniendo
además de manifiesto que las irreales descripciones y los juegos
verbales son reflejo de lo ilusorio, de la tensión provocada por las
inestables apariencias en que vive la sociedad española del Barroco y
del desengaño del autor125.
Eugenio Asensio descubría la deuda de Quevedo con la
comparación entre los rasgos del rostro humano y los de los animales
que Juan Bautista della Porta había establecido en su obra De humana
Physionomia (1586)126, y con los caracteres de Teofrasto, que Isaac
Casaubon había llevado a la imprenta en 1592 y 1599, en la pintura de
estados y profesiones, llegando a calificarlo de “Teofrasto del hampa
cortesana”127.
Amédée Mas estimaba con acierto que lo realmente original de
los retratos quevedescos se encuentra en el ingenio lingüístico, y el hilo
de relación entre las palabras que utiliza y la posible realidad aludida u
objeto descrito resulta tenue en extremo. Ese hilo hay que encontrarlo
antiguo. Aristóteles (Poética, ed. cit. 1447a, 1448, 1454a y 1460), Horacio (De arte
poetica liber, ed. cit., pág. 202) o Luciano (Sobre los retratos, 18), entre otros, ya lo
habían puesto de relieve.
124 Margherita Morreale, “Quevedo y el Bosco, una apostilla a Los Sueños”,
Clavileño, XL (julio-agosto 1956), págs. 40-4; Margarita Levisi, “Hyeronimus Bosch y
los Sueños de Francisco de Quevedo”, Filología, IX (1963), págs. 163-200; de la
misma autora, “Las figuras compuestas en Arcimboldo y Quevedo”, Comparative
Literature, XX (1968), págs. 217-35; Emilio Orozco, “Lo visual y lo pictórico en el
arte de Quevedo”, Actas de la II Academia Literaria Renacentista, Salamanca:
Universidad, 1982, págs. 417-54; Emilio Carilla, Quevedo (entre dos centenarios),
Tucumán: Universidad, 1949.
125 Leo Spitzer, “Sobre el arte de Quevedo en el Buscón”, en Gonzalo Sobejano
(ed.), Francisco de Quevedo, Madrid: Taurus, 19912, págs. 129 y 145.
126 Eugenio Asensio, Itinerario del entremés. Desde Lope de Rueda a Quiñones de
Benavente con cinco entremeses de D. Francisco de Quevedo. Madrid: Gredos, 19712, págs.
181-2.
127 Ibid., págs. 184-5.
sobre todo en el nivel del significante, y no en el del significado128.
En su excelente estudio sobre los Sueños, Ilse Nolting-Hauff
marcaba la evolución en la sátira descriptiva del autor madrileño,
basada sobre todo en la agudeza en las obras más tempranas,
incrementando de manera paulatina la descripción deformativo-
grotesca (que cifra en la utilización de vocabulario procedente de bajas
esferas lingüísticas, en atrevidas creaciones de palabras y en audaces
metáforas conceptistas), en especial a partir del Discurso de todos los
diablos (1627), si bien perviven rasgos a lo largo de toda su obra, como
la concentración textual y la tendencia a la hipérbole, de la misma
forma que en sus primeras obras ya se pueden hallar incipientes
elementos grotescos y caricaturescos129. Caricatura que, por cierto se
alza como uno de los medios fundamentales de la sátira, y que
Quevedo domina a la perfección, “la perífrasis pintoresca lo mismo
que el cuadro fantástico superdimensional”. Este tipo de retrato es
considerado por Nolting-Hauff el concepto más alto del arte satírico
en Quevedo al confluir en él dos tendencias artísticas centrales: la
agudización ingeniosa y la descripción intensificada
metafóricamente . 130

En la misma línea se enmarca James Iffland, quien bucea entre


las conexiones de la caricatura y lo grotesco: el deterioro físico que
sufre el cuerpo humano al experimentar el paso del tiempo, la
deformidad, las más elementales funciones fisiológicas, la enfermedad,
la muerte, el enmascaramiento de la realidad, el mundo al revés, la
desintegración de las diferentes partes del cuerpo, la animalización...
son algunas de las direcciones que beben de la fuente de la imaginería
grotesca y que toma Quevedo a la hora de afrontar un retrato131.
Lía Schwartz indicaba que, conviviendo con el retrato retórico
escolar de filiación humanista que proponía Spitzer y con la
presentación de caracteres heredada de Teofastro, aparecen ya desde

128 Amédée Mas, La caricature de la femme, du mariage et de l”amour dans l”oeuvre de


Quevedo, París: Ediciones hispano-americanas, 1957, pág. 251.
129 Ilse Nolting-Hauff, Visión, sátira y agudeza en los Sueños de Quevedo, Madrid:
Gredos, 1974, pág. 219.
130 Ibid., pág. 246.
131 James Iffland, Quevedo and the Grotesque, Londres: Tamesis Books, 1978,
sobre todo, págs. 61-70.
136 MANUEL URÍ MARTÍN

las obras tempranas descripciones no catalogables en las categorías


tradicionales: en lugar de pasar revista detallada a todos los rasgos del
personaje descrito, realiza un esbozo de trazo apretado pero suficiente
para la caracterización de la figura grotesca, cuya verosimilitud pierde
relevancia en beneficio del propio discurso, el cual se erige en centro
de atención de la lectura132 y no queda interrumpido su decurso,
introduciéndose el retrato dentro de la anécdota, por lo que se podría
hablar de retrato dinámico o retrato anecdótico. El valor expresivo, por otra
parte, aumenta, pues el personaje se muestra grotesco y ridículo no
sólo en su aspecto externo, sino también en sus gestos y acciones
cotidianas133.
En 1630 se publica El chitón de las tarabillas, obra escrita por
Quevedo para defender la política económica de Felipe IV y el Conde-
Duque de Olivares de las invectivas de los libelistas; éstos son
aglutinados por el escritor en un interlocutor imaginario a quien dirige
la obra y que va a ir apareciendo a lo largo del discurso, bien a través
de un simple apelativo (insultos, metáforas animalizadoras o
cosificadoras, nombres propios con intencionalidad satírica...), bien en
estampas breves (retrato dinámico), bien en descripciones de mayor
detalle (retrato escolar).
Es característico en la técnica retratística de Quevedo presentar
los distintos órganos del cuerpo humano actuando con independencia
132 Lía Schwartz, Quevedo: discurso y representación, Pamplona: Universidad de
Navarra, 1986, págs. 262-3.
133 Ignacio Arellano, Poesía satírico burlesca de Quevedo, Pamplona: EUNSA, 1984,
págs. 252-3. Cfr. Ernst Kris, “The Psychology of Caricature”, en Psychoanalytic
Explorations in Art, Nueva York: Schocken, 1964, págs. 179-80: “The distortion of
the image here, too, “representes” a distortion of its original. This hypothesis
supports the view often held... that the pleasure gain in caricature is due to our
imagination, as it were, forcing the features of the person caricatured to assume a
grimace, and that we may infer the existence of annihilation tendencies behind
comic gestures, “caricature by gesture”. This seems to be confirmed an
substantiated by sociological data: Whenever caricature develops to any great extent
as a form of artistic expression, which only occurs under quite difinite historical
conditions, we are invariably able to discover the use of effigy magic at some point
in its development. Of modern caricature it can be stated with certainty that one of
its roots reaches back to the insulting and derivise representation on which
punishments were carried out (in a real sense in effigie) when the culprit had put
himself beyond their reach”.
del conjunto, como si gozaran de vida propia. Margarita Levisi atribuía
este procedimiento disgregador a la intencionalidad satírica y
moralizadora del autor134, uno de cuyos mayores logros en el arte
descriptivo es la presentación del personaje retratado en movimiento.
El efecto es mayor si las partes del cuerpo se descomponen y son ellas
las que se presentan en acción:
¡O, cuál te miro en un corrillo! ¡O, cómo te contemplo en una ociosa visita,
con tus dientes apaleados de tu lengua, que andándose todos y no parando
ella, parece mano que discurre sobre las teclas!135
La imagen es soberbia: al hablar, la lengua del libelista apalea sus
propios dientes, confiriéndole esa capacidad humana. Estos mismos
dientes van andándose todos y, por consiguiente, quedan animizados por
obra de la acción metafórica, lo mismo que la lengua. La comparación
final resulta de un alcance grotesco considerable: el efecto dinámico
provoca que la lengua que apalea los dientes sea semejante a una mano
que toca las teclas de un piano.
Pero es en el momento en que Quevedo imagina a su
interlocutor murmurando contra el gobierno cuando la dispersión y la
independencia de movimientos de las distintas partes del cuerpo
alcanza su grado máximo:
¡Cuál andas por los corrillos chorreando libelos, y en las conversaciones
rebosando sátiras, empreñando las esquinas de cedulones! Si hablas haciendo
recular las cejas hasta la coronilla, salpimientas la murmuración; si callas, te
avisionas de talle, te estremeces de ojos, te encaramas de hombros y, después

134 Margarita Levisi, “Las figuras compuestas en Arcimboldo y Quevedo”, ed.


cit., pág. 223: “Es característico de la sátira el mostrar los aspectos negativos de los
hombres, y para ello es necesario que estos rasgos sean subrayados, puestos de
relieve y exagerados de modo tal que pueda desprenderse de ellos una lección moral.
El mal se convierte para Quevedo en una desfiguración física y esta desfiguración se
produce de acuerdo con un esquema lógico, cuyo resultado será poner en evidencia
el gesto, la intención o el miembro que interviene o participa en la ejecución del mal
moral. Por lo tanto el satírico español sólo necesita destacar en sus víctimas unos
pocos aspectos, que son los que le interesan desde su puesto de moralista. Claro está
que al hacerlo disgrega o divide una totalidad: el pecador, el cual desde ese momento
es visto sólo en función de su pecado”.
135 Francisco de Quevedo, El chitón de las tarabillas, en Obras de..., I, ed.
Aureliano Fernández-Guerra, Madrid: Atlas, 1946, (BAE, 23), pág. 252. En adelante
me limitaré a consignar el número de página.
138 MANUEL URÍ MARTÍN
de haber templado tu cuerpo para escorpión, empiezas a razonar veneno y a
hablar peste, ruciando de malicias y salpicando de maldades a los oyentes.
(pág. 249)
Abigarrada acumulación metafórica de muy diversa factura (se
pueden contabilizar en tan breve párrafo hasta once metáforas),
paralelismos sintácticos, enumeración caótica, predicaciones
sorprendentes por inhabituales, neologismos... Es la ejemplificación
perfecta de la concentración textual conceptista. Pero lo que llama la
atención por encima de todo es el intenso efecto grotesco de las
distintas partes del cuerpo, que adoptan actitudes que desarticulan,
dislocan y contorsionan el conjunto. Quevedo ha hecho cuartos antes la
figura para someterla más tarde a escorzos inverosímiles. La elección
de los verbos que describen las acciones es sorprendente por lo
hiperbólico del movimiento, por su aceleración intensificada a causa
del entrecortamiento de las frases, por la creatividad de la selección o
lo inhabitual de su uso: las cejas reculan hasta la coronilla, el talle se
avisiona (“se convierte en una especie de fantasma”, neologismo a
partir de visión), los ojos se estremecen y los hombros se encaraman. Y la
construcción empleada (verbo + de + sustantivo), resulta en este
contexto tan forzada como el propio movimiento descrito.
Externos a los procedimientos caricaturescos, pero de influencia
notable en el resultado final del retratado como factores añadidos en
su degradación, son el recurso a lo escatológico que se comentará más
adelante y a la descripción de la vestimenta136. En cuanto a las ropas del
destinatario, Quevedo tenía ante sí una extensa zona de actuación.
De acuerdo con el espíritu de comedimiento y austeridad de los
Capítulos de Reformación, el gobierno llegado en 1621 intentó establecer
nuevas pautas en la moda, mucho más moderada en cuanto a lujo y
ornamento, según Elliott a instancias sobre todo del presidente del
Consejo de Castilla, don Francisco de Contreras, quien ya en 1611,
siendo miembro del Consejo, había preparado un proyecto de
reformación que propugnaba unas medidas que se desecharon por
“oscuras, menudas y crueles”137. Por lo que se refiere al vestido, se
136 Ignacio Arellano, op. cit., pág. 263.
137 Mateo Escagedo Salmón, “Los Acebedos”, Boletín de la Biblioteca Menéndez y
Pelayo, 8, págs. 340-1; John H. Elliott, El conde duque de Olivares, Barcelona: Crítica,
19916, pág. 123. Las pragmáticas referidas al vestido se hallaban insertas dentro de
prohibió de manera tajante el uso de oro y plata y todo género de
guarniciones; los hombres no podían llevar capas, ferreruelos u otros
adornos de seda, sólo paño o alguna telas más ligeras y fabricadas en el
reino138. Y en cuanto al aspecto más ostentoso de las leyes, la
sustitución de los complicados y carísimos cuellos antiguos de gola
almidonada o lechuguilla por la golilla, se ordenaba que
todas y qualesquiera personas de qualquiera estado, calidad o condición que
sean, ayan de traer y traygan valonas llanas y sin inuención, puntas, cortados,
deshilados, ni otro género de guarnición, ni adereçados con goma, poluos
azules ni de otro color, ni con hierro.139
Los reyes estaban dispuestos a dar ejemplo en la aplicación de la
nueva moda, y así, “en este mismo día [1 de marzo] se executó la
pragmática, y salieron todos con valonas y los Reyes y sus Altezas
fueron a la tarde al Ángel de la Guarda, y fueron con valonas”140.
En El chitón de las tarabillas se establece una defensa encendida
de las disposiciones reales llevadas a cabo en 1623 en los célebres
Capítulos. ¿Y cómo resistirse a imaginar al destinatario del Chitón con
las antiguas ropas, que casi parecen cobrar vida para ahogarlo, y al rey
presentándose como el liberador de semejante opresión?141
Veste aquí embutido en unas (cuando Dios te haga merced) cachondas (así
se llamaban), y cuando más honestamente, gregorías (dejo el nombre que no
se puede decir sin el perdón delante); mírate atestado en unas calzas atacadas,
temblando con los muslos unas sonajas de gamuza o, cuando mejor, vestido
un recorte suntuario general: los grandes y títulos no podían tener más de dieciocho
criados, y ocho los consejeros y ministros; no se podían dorar maderas ni metales y
se establecían restricciones en colgaduras, permitiéndose que se bordaran sólo con
telas castellanas; reducción de las dotes, limitándose en Palacio como ejemplo a un
millón de maravedíes, disminuyendo también los gastos de mesa y el número de
criados y dependientes.
138 Juan Sempere y Guariños, Historia del luxo y de las leyes suntuarias de España,
II, Madrid: Imprenta Real, 1788, págs. 118-9.
139 Pragmáticas, Biblioteca Nacional de Madrid, R/24024.
140 Noticias de Madrid (1621-1627), ed. de Ángel González Palencia, Madrid:
Ediciones del Ayuntamiento, 1942, pág. 49.
141 Juego que Quevedo ya había practicado; pensemos en el proceso de
remiendo de ropas por parte de los caballeros chanflones en el Buscón, y más
específicamente, en el soneto “Rey que desencarcelas los gaznates” (Francisco de
Quevedo, Poesía original completa, ed. José Manuel Blecua, Barcelona: Planeta, 1981,
607, en adelante PO) o en el romance “Yo, cuello azul pecador...” (PO, 720).
140 MANUEL URÍ MARTÍN
de tajadas de paño o terciopelo; yo te doy que vas de medio abajo con dos
enjugadores de obra que llamaban calzas; mírate por frontispicio y portada:
un murciégalo atacado con agujetas; atiende y vuelve esos ojos buscones de
achaques a tu gaznate, perdido como Hacienda Real a puros asientos; mírate
con la turbamulta de un cuello con carlancas de lienzo, Holanda, Cambray o
caza; mírate para abrirle, cercado de tantos fuegos, hierros y ministros que
más parecía que te preparabas para atenazado que para galán, gastando más
moldes que una emprenta, quitando de la olla para el azul y del vestido para el
abridor. Dime, desventurado, ¿cómo no te vuelves de todo corazón, de toda
valona, de todo grigüesco, calzón y zaragüelle a Rey que dio carta de horro a
las caderas, a Rey que desencarceló los pescuezos, a Rey que desavahó las
nueces, a Rey que te abarató la gala, te facilitó el adorno, te desensabanó el
tragar y te desencalzó el portante? Mira que si no fuera por él ya estuvieras
vuelto cuello sal y braga momia; y si esto no te ablanda, alma precita, mira a
lo que ahorras y conocerás lo que debes a tal cuidado, cuando con un retacillo
de gasa y lienzo, que fue pañizuelo, hijo de una toalla y nieto de un camisón,
sobre una golilla perdurable sacas esa cara acompañada y ese pescuezo con
diadema. (pág. 254)
En esta descripción se halla sin duda el mejor Quevedo
burlesco. Además de lo grotesco del conjunto, se acumulan en ella un
apretado racimo de recursos conceptistas de corte satírico:

1. METÁFORAS
La metáfora es sin duda el recurso que mejor se acomoda a la
definición de concepto proporcionada por Gracián: “Acto del
entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre los
objectos”142. Los elogios del jesuita no dejan lugar a dudas:
La semejanza o metáfora, ya por lo gustoso de su artificio, ya por lo fácil de la
acomodación, por lo sublime a veces del término a quien se transfiere o
asemeja el sujeto, suele ser la ordinaria oficina de los discursos, y aunque tan
común, se hallan en ella compuestos extraordinarios, por lo prodigioso de la
correspondencia y careo.143
Lía Schwartz ha señalado que el juego de palabras predominaba

142 Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio, ed. de Evaristo Correa Calderón,
Madrid: Castalia, 1987, I, pág. 55.
143 Agudeza y arte de ingenio, II, ed. cit., pág. 179.
en general en las obras tempranas, mientras que la metáfora, el
procedimiento más complejo y sorprendente del lenguaje poético de
Quevedo al acercar entre sí dos objetos en principio apartados (a veces
hasta lo imposible) y que exige para su cabal comprensión buenas
dosis de ingenio por parte del lector, se imponía en los últimos sueños
y en La hora de todos144. Borges achacaba a Quevedo su olvido de que la
metáfora es el contacto momentáneo de dos imágenes, no la metódica
asimilación de dos cosas145, y sin embargo difícilmente se encontrarán
en otros autores engarces metafóricos tan alejados o en apariencia
caprichosos146, “rompiendo asociaciones viciosas y asociando
lejanías”147. En efecto, sobre todo en su madurez, Quevedo aplica las
metáforas “con furor, atacado de lo que Lida llamaba “frenesí de
verbalismo creador”. Y es porque el objeto contemplado se le
descompone en seguida, como la luz al pasar por un prisma, en una
sucesión incoercible de palabras, de imágenes sucesivas, en que, en
rigor, consiste su invención”148.
En el pasaje seleccionado, las calzas acuchilladas se convierten
en “dos enjugadores de obra que llamaban calzas”; el enjugador era una
“especie de camilla redonda hecha de aros y tablas delgadas de
madera, con un enrejado de cordel en la parte superior, que sirve para
enjugar y calentar la ropa” (DRAE). Imagen metafórica en
consonancia con las anteriores de sonajas de gamuza y tajadas de paño o
terciopelo: es decir, la parte inferior de su cuerpo, con las calzas atacadas,
se asocia metafóricamente por semejanza a una sonaja o un enjugador,
y agujereada como éste último (las calzas acuchilladas presentaban unas
aberturas por donde se dejaba ver el forro de otro color).

144 Lía Schwartz, Quevedo: discurso y representación, ed. cit., pág. 19.
145 Jorge Luis Borges, prólogo a Francisco de Quevedo, Prosa y verso, ed. de J. L.
Borges y Adolfo Bioy Casares, Buenos Aires: Emecé, 1948, recogido como
“Quevedo” en Otras inquisiciones (1952); cito por la edición de Obras completas, II,
Buenos Aires: Emecé, 1989, pág. 40.
146 Véanse, por ejemplo, los intrincados caminos que sigue nuestro autor para
asociar una nariz chata a un ser humano en cuclillas, magistralmente expuestos por
Dámaso Alonso en “El desgarrón afectivo en la poesía de Quevedo”, ed. cit. págs.
531-2. Podrían aducirse, sin duda, muchos más casos.
147 Fernando Lázaro Carreter, “Quevedo: la invención por la palabra”, Actas de
la II Academia Literaria Renacentista (1980), ed. cit., pág. 23
148 Ibid., págs. 17-8.
142 MANUEL URÍ MARTÍN

Encontramos además los siguientes tipos:


- animalizadoras: “Murciégalo atacado con agujetas”.

- cosificadoras: “Mírate por frontispicio y portada”.

- animizadoras: “Vuelve esos ojos buscones de achaques a tu gaznate”; “¿Cómo


no te vuelves de todo corazón, de toda valona, de todo grigüesco, calzón y
zaragüelle a Rey que dio carta de horro a las caderas, a Rey que desencarceló los
pescuezos, a Rey que desavahó las nueces, a Rey que te abarató la gala, te facilitó
el adorno, te desensabanó el tragar y te desencalzó el portante?”; “Un retacillo de
gasa y lienzo, que fue pañizuelo, hijo de una toalla y nieto de un camisón”, “cuello
sal y braga momia”.

2. DILOGÍAS
Veste aquí embutido en unas (cuando Dios te haga merced) cachondas (así se
llamaban)...
Así comienza la descripción del interlocutor vestido con las
antiguas prendas. La dilogía de esta primera frase viene explicada por
la aclaración “respetuosa” que Quevedo pospone a la palabra cachondas
(“las calzas acuchilladas, que se usaban antiguamente”, define Aut);
aunque quizá no sea preciso explicitar el segundo sentido, Covarrubias
lo describe con elocuente plasticidad: “La perra que está salida y se va
a buscar a los perros [...]. Y transfiérese a la muger que incitada del
calor de la luxuria, se va a buscar los hombres mancebos y valientes, y
otros cualquiera”. Palabra de palmarias resonancias malsonantes que
provocan esa aclaración –y, en cierta medida, justificación– un tanto
burlona inmediatamente posterior (“así se llamaban”).
Quevedo ha tratado en el Chitón temas económicos y
hacendísticos, y de asientos extrae una silepsis; en primer lugar, es un
término de costurería que hoy no resulta usual, como lo era en la
época (la definición que ofrece el Diccionario de Autoridades es “las
tirillas de lienzo doblado, que sirven para el cuello y puños de la camisa
[...]. Llámanse assientos porque en ellas se fija y assienta lo demás de la
ropa”); pero además, “por el asiento, mezcla de contrato de anticipo
de fondos y de operación de cambio [...], los hombres de negocios, o
banqueros ya de la Corona, anticipaban a la monarquía las cantidades
que ésta pidiera, en los lugares que los necesitara, a los plazos que
pudiera convenirle”149, y de ahí la petición al interlocutor:
Atiende y vuelve esos ojos buscones de achaques a tu gaznate, perdido como
Hacienda Real a puros asientos.150
En te desensabanó el tragar, nos encontramos con una imagen
grotesca de por sí bastante visual, pero a primera vista unívoca. A la
vista de este texto, el Diccionario de Autoridades propone esta definición
de desensabanar: “Quitar las sábanas, dexar sin ellas al que las tenía.
Metaphoricamente significa quitar algun estorbo, impedimento, ù
embarazo”. En efecto, podemos imaginar al interlocutor vestido con
los cuellos antiguos como embutido en una sábana de la que Felipe IV,
con las nuevas medidas, libera al interpelado, imagen grotesca e
hiperbólica de regusto muy conceptista. Pero una jácara que relata los
últimos momentos de vida de un rufián nos da la clave para descifrar
un segundo significado del vocablo:
Descosido tiene el cuerpo
a jiferadas Gorgolla,
muy cerca de ensabanar
sus bienes y su persona.151
Resulta evidente que Quevedo no asocia el término ensabanar a
una sábana cualquiera, sino a la mortaja con que se envuelve un
cadáver para introducirlo en el sepulcro, con lo que desensabanar
vendría a significar “resucitar”. La frase queda así enriquecida por el
propio significado dilógico, por la atribución de una cualidad de un ser
vivo (“morir” o “resucitar”) a un hecho fisiológico como tragar, y por
la referencia a la muerte que, recuérdese, era una de las notas
características de la imaginería grotesca y de sabor decididamente
barroco. Este tipo de expresiones, por lo demás, son muy quevedianas;
el padre de Pablos declaraba:

149 Álvaro Castillo Pintado, “Mecanismos de base de la Hacienda de Felipe IV”,


en Historia de España de Ramón Menéndez-Pidal, XXV, Madrid: Espasa-Calpe, 19832,
pág. 224.
150 Juego al que también recurre en el romance “Yo, cuello azul pecador...”: “Ya
teníamos a España / (perdóneme Dios si peco) / los extranjeros y yo / asolada con
asientos (PO, 720:25-8).
151 PO, 862:1-4.
144 MANUEL URÍ MARTÍN
Preso estuve por pedigüeño en caminos, y a pique de que me esteraran el tragar,
y de acabar todos mis negocios en diez y seis maravedís: diez de soga y seis de
cáñamo; mas de todo me ha sacado el punto en boca, el chitón y los nones.152
La expresión esterar el tragar alude al hecho de que la soga de la
horca estaba hecha de estera, y equivale, pues, a “ser colgado de la
horca”. En la composición titulada “Verifica correspondidamente la
sentencia vulgar que el medio mundo se ríe del otro medio”
encontramos:
Búrlase el viejo pintado,
pelo al temple, barba al olio,
dominico de cabeza,
blanco y negro a puro plomo,
de ver al encanecido,
ensabanado de rostro.153
Y en una de las cartas de Escarramán a la Méndez, para
describir el hecho de ser colgado de la horca (en una referencia
próxima a la citada del Buscón, aludiendo en este caso al nudo de la
soga), proclama orgulloso el jaque:
Que tiempo vendrá, la Méndez,
que alegre te alabarás
que a Escarramán por tu causa
le añudaron el tragar.154
Nótese que en todos los ejemplos se habla bien de la muerte,
bien de su proximidad, lo que parece confirmar el sentido especificado
en el texto del Chitón. Por otra parte, en te desencalzó el portante nos
hallamos ante otra palabra de posible significación dilógica. La primera
posibilidad presenta el vocablo desencalzar como un neologismo por
derivación de Quevedo a partir de calzas, y equivaldría a “te quitó las
calzas”. Pero en germanía calzar es “echar grillos” al preso (Hidalgo).
Si prestamos atención a las expresiones que preceden a ésta (“Rey que
dio carta de horro a las caderas”, “Rey que desencarceló los
pescuezos”) se observará que son de talante muy similar, y así, al igual
que son “liberados” los pescuezos y las caderas, también lo es el
152 Francisco de Quevedo, El buscón, ed. Pablo Jauralde, Madrid: Castalia, 1990,
pág. 79.
153 PO, 728:35-40.
154 PO, 849:105-8.
portante (“la marcha o paso apresurado”), con lo que Quevedo vuelve a
atribuir una cualidad de un ser vivo a un sustantivo que describe una
acción y, por cierto, referida de ordinario a animales, según revela el
Diccionario de Autoridades (“dícese regularmente de las caballerías”).
Los cuellos alechugados de la época anterior a los Capítulos de
Reformación precisaban de moldes de hierro para mantener la forma y
la abertura correctas. La imagen está servida: los hierros del molde y
los corchetes para prenderlos atizan la imaginación de Quevedo, y así,
retrata al interlocutor en el momento de abrirse el cuello, no vestido
con elegancia (como un galán), sino como un condenado en prisión
(como un atenazado), rodeado de grillos, cadenas y alguaciles. Las
acepciones que ofrece Covarrubias de los vocablos empleados nos
ofrecen la clave del juego de palabras: fuego: “Ay una manera de
sinificar la certidumbre de lo que tiene por verdad, que suele dezir:
“Pondré las manos en un fuego”, de cierta manera de purgación que
se usava en los delitos y culpa impuestas. Se calentaba un hierro al
rojo”; hierros: “Significa también lo mismo que prisiones”; ministros o
corchetes: “Se llamaron los ministros de justicia, que llevan agarrados a la
cárcel los presos, corchetes, porque asen como estos ganchuelos”. La
palabra molde da entrada a una nueva dilogía, ya que presenta otra
acepción (“letra de imprenta”), en la que se basa la comparación
hiperbólica “gastando más moldes que una emprenta”.

3. IMITACIÓN PARÓDICA Y DESLEXICALIZACIÓN DE FRASES Y MODISMOS


La actitud de Quevedo frente a los modismos, esos
“bordoncillos inútiles”, es a menudo contradictoria. En la Pregmática
que este año de 1600 se ordenó los proscribe porque “tienen la buena
prosa corrompida y enfadado el mundo”, y no se diferencia el
ciudadano del rústico ni el necio del discreto, “por haber pasado el
malo y urdinario lenguje de unos a otros con intenciones
supersticiosas”155. Pues bien, el mismo autor de la Pregmática incurre a
menudo en el pecado denunciado, ya que a menudo inserta en sus
escritos las expresiones vedadas, de las que en el Chitón se encuentran
varios ejemplos.

155 Francisco de Quevedo, Pregmática que este año de 1600 se ordenó, en Obras
festivas, ed. Pablo Jauralde, Madrid: Castalia, 1981, págs. 81-2.
146 MANUEL URÍ MARTÍN

Pero lo habitual no es que Quevedo adopte el modismo tal cual,


sino que altere su significado, desautomatizando la expresión y, en
cierto modo, reinventándola, mediante cuatro procedimientos
esenciales:
1.Tomando el sentido literal, miembro a miembro, de
las expresiones fijadas.
2.Cambiando el orden de los constituyentes.
3.Añadiendo un componente nuevo.
4.Sustituyendo alguno de sus elementos.
Aunque en el Chitón existen ejemplos de todas estas variedades,
en la última categoría se incluye el uso que Quevedo hace en este texto
del modismo de todo corazón (“con verdad, seguridad y afecto”,
DRAE). Como está pidiendo al destinatario de su obra que se
arrepienta por las críticas vertidas a las disposiciones del rey sobre el
uso de las prendas de vestir, parece más propio que de todo corazón
solicitar que se vuelva (“se retracte”) “de toda valona, de todo
grigüesco, calzón y zaragüelle”. Ya en el Buscón, a imitación de
expresiones como mal de corazón, mal de bubas, mal de madre, mal de orina,
etc., uno de los caballeros chanflones se había visto obligado a
permanecer quince días en cama por mal de zaragüelles156.
Mira a lo que ahorras y conocerás lo que debes a tal cuidado, cuando con un
retacillo de gasa y lienzo, que fue pañizuelo, hijo de una toalla y nieto de un
camisón, sobre una golilla perdurable sacas esa cara acompañada y ese
pescuezo con diadema.
En este ejemplo, y continuando con las disposiciones suntuarias
sobre los trajes, quizá también se estén manipulando dos expresiones
hechas como sacar la cara (“salir con empeño y publicamente a la
defensa de algun negócio, ò persóna, interessandose por sí y
tomandolo por su cuenta”, Aut) y sacar el pescuezo (pescuezo, “la parte
del cuerpo del animal, desde la cabeza hasta los hombros.
Metaphoricamente se toma por la altanería, vanidad o soberbia: y assi
se dice, Tener pescuézo, sacar el pescuézo”, Aut), con lo que, junto al
sentido literal, se aporta el matiz implícito en los modismos
(“orgullosa y altaneramente”). De la misma forma, cuando Quevedo
“adivina” las verdaderas intenciones de su interlocutor, le anuncia:

156 El buscón, ed. cit., pág. 183.


Descubierto has el brazo y la mano, picarón, tanto que puedo decir por sus
rayas tu mala ventura.
En este caso se produce la deslexicalización de la frase descubrir
el pecho a alguien (“hacer entera confianza de él o comunicarle lo más
secreto del corazón”, DRAE) sustituyendo el pecho por el brazo y la
mano, ya que el destinatario de su sátira ha sido bautizado por
Quevedo como Tira la piedra y esconde la mano; así, al perder la
expresión su valor figurado, Quevedo puede leer la mala ventura del
destinatario en las rayas de su mano.

4. COMPARACIONES
El Diccionario de términos filológicos la define así: “En su acepción
retórica (“Comparatio”, “Collatio”, “Similitudo”, “Homoiosis”),
procedimiento de la amplificatio y del adorno, consistente en
comparar un hecho real (objeto, cualidad, proceso, etc.) con una
imagen”157.
Buen número de las comparaciones establecidas en el Chitón
presentan abundantes puntos de contacto con los procedimientos
metafóricos que se han analizado. Así, dice del libelista, en una
comparación cosificadora, que disparó morrillos como un trabuco;
asimismo, en la descripción de una fantasmagórica ciudad
superpoblada de validos, pide al interlocutor que imagine “que en cada
plazuela hubiera un privadito, como ahora una fuente”. Otras veces se
humaniza uno de los términos comparados: “Del doblón y del real de
a ocho se hablaba como de los difuntos”; otras, se entrecruzan las
funciones de las distintas partes del cuerpo: “Tu lengua [...] parece
mano que discurre sobre las teclas”. En otras ocasiones, la
comparación sirve para introducir un juego paradójico (“parece cosa y
cosa que nos cobremos con la pérdida y que nos perdamos con los
premios”, “cuesta más y empeña más y hurta más el castigo que el
delito”), un insulto (“reconoce tu sentencia como el Diablo”, “sólo te
llevaba de ventaja el Judas el bote y el ingüente”) o una parodia de los
modelos petrarquistas (“Tajo, Duero, Miño y Segre tienen oro en los
157 Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos, Madrid: Gredos,
1962, pág. 97.
148 MANUEL URÍ MARTÍN

poetas, como los cabellos de las mujeres”). Algunas de las


comparaciones, en cambio, son realizadas por el simple gusto de
hiperbolizar la expresión. Así, cuando se ponen de manifiesto las
desventajas que produce el poco valor de de la moneda de vellón y el
enorme peso que es necesario acarrear para llevar a cabo cualquier
transacción, dice Quevedo que “hace más mataduras el dinero que los
barriles”. O al exponer las ventajas de la devaluación, “pues solamente
la voz de que se había de efetuar ha hecho pagar más deudas que la
hora de la muerte, restituir más haciendas que las paulinas”.
A propósito de estas comparaciónes con más... que, tan
genuinamente quevedianas, Spitzer indica que no es casual su asidua
presencia en nuestro autor158, sino que reflejan la grandiosidad
sobrenatural e ilusionista tan perseguida por la estética barroca159. Lo
más frecuente, no obstante, es que, en las descripciones de personas,
se trate de comparaciones equívocas en las que se salta por encima del
significado recto del factor de comparación en beneficio del significado
figurado160. De este tipo son las dos comparaciones presentes en el
fragmento. Quevedo se dirige así a su interlocutor al imaginarlo
abriendo uno de los complicados cuellos antiguos (recuérdese la
silepsis presente en las palabras fuegos, hierros, ministros y moldes en la
que se fundamenta el juego):
Mírate para abrirle, cercado de tantos fuegos, hierros y ministros que más
parecía que te preparabas para atenazado que para galán, gastando más
moldes que una emprenta.

5. INSULTOS
Ya se ha reseñado el proceso metafórico (lindante con el
insulto) mediante el que Quevedo transforma a su interlocutor en un
animal (chicharra, sapo, picaza, gusano, tiburón, murciélago...) y que
constituye una fuente fecunda a la que acude con frecuencia.
El escritor quiere arrinconar al destinatario en posiciones

158 María Rosa Lida señalaba la presencia de estas construcciones en la


tradición clásica grecolatina en su artículo “Transmisión y recreación de temas
grecolatinos en la poesía lírica española”, RFH, 1 (1939), págs. 20-63.
159 Leo Spitzer, art. cit., pág. 139.
160 Ilse Nolting-Hauff, op. cit., pág. 242.
contrarias al dogma y a la propia religión. El recurso entonces al
insulto de carácter religioso se hace casi obligado, y aparece el
armamento tradicional de nuestro autor: equiparación con Judas en
dos ocasiones (“Y al cabo, echas el “Dios se duela de los pobres”, que
sólo llevaba de ventaja el Judas el bote y el ingüente”, “Escariote de
advertimientos, que los besas y los vendes”), con los verdugos de
Cristo y sus consabidas resonancias antisemíticas (“sayón de virtudes”)
y con lo musulmán (“graduado en Mahoma”), mezclados con otros de
carácter más general (“demonio”, “hambrón de pecados”,
“endemoniado”, “peor intencionado con Dios que con los hombres”,
o “alma precita” “condenada a las penas del infierno, maldita”y
“desventurado”, que son los que aparecen en el texto), además de
acusarle de blasfemo (“esto defendió el decreto del Rey a costa de
darte a ti qué tirar y blasfemar”, “da contigo y con todos tus libelos
infamatorios, sátiras, chistes, cedulones y blasfemias en las
arrepentidas”).

6. FORMACIONES DE SUSTANTIVO + SUSTANTIVO


Los sintagmas compuestos por sustantivo + sustantivo,
abundantísimos en Quevedo (se han llegado a contabilizar unos 300
casos161), resultan de gran intensidad y concentración expresiva. El
segundo sustantivo se adjetiva y funciona por lo general como
aposición metafórica al primero. Para expresar el encorsetamiento
producido por la rigidez de las antiguas vestimentas, Quevedo acude a
un sintagma de esta especie: el rey ha librado al destinatario de
convertirse en cuello sal y braga momia. La sal, además de para sazonar
los alimentos, sirve para conservar las carnes muertas, proceso tras el
que quedan rígidas y tiesas, con lo que se establece un paralelismo
significativo entre este vocablo y momia, atribuyendo así, a través de un
proceso metafórico, facultades de los seres vivos (la muerte) a seres
inanimados, en este caso las prendas de vestir.
De otro lado, el segundo término del sintagma ojos buscones, que
en el siglo XVII era aún un nombre, queda convertido en un adjetivo.
Aunque en Autoridades se indica que el primer significado de buscón

161 María Teresa Llano Gago, La obra de Quevedo. Algunos recursos humorísticos,
Salamanca: Universidad, 1984, pág. 157.
150 MANUEL URÍ MARTÍN

(“Vale la persona que busca”) no tenía ya uso, éste es el sentido básico


en el fragmento citado, como lo demuestra la continuación de la frase
(“...tu gaznate, perdido como Hacienda Real...”), aunque no hay que
descartar en la intención de Quevedo el juego dilógico que
proporciona la segunda acepción (“la [persona] que hurta raramente
[“mediante métodos insólitos”], o usa con malicia y arte de sacaliñas
para estafa”).

7. ALUSIÓN ESCATOLÓGICA
Se ha señalado más arriba el valor e intencionalidad de las
alusiones escatológicas, en estrecha relación con el carácer satírico del
Chitón. Como indica Hodgart:
La técnica esencial de la sátira consiste en la reducción o degradación del
satirizado mediante el rebajamiento de su dignidad, poniendo de relieve las
funciones orgánicas primarias que lo asimilan al mundo animal y lo despojan
de pretensiones espirituales y metafísicas elevadas.162
Las alusiones a lo largo de la obra son frecuentes; baste una
sumaria relación: “mal de orina”, “estangurria”, “pues le ayudarán a
vomitar”, “vaciadas-vaciar”, “minas corrientes”, “de los excrementos
sucios se pagaba tributo”... En el fragmento escogido no aparece una
alusión directa, pero después de mencionar diferentes tipos de calzas,
se excusa Quevedo diciendo: “Dejo el nombre que no se puede decir
sin el perdón delante”; el nombre es, con toda probabilidad, pedorreras,
palabra de evidentes ecos malsonantes que además supone de forma
implícita una dilogía: 1. “calzas”; 2. “El que freqüentemente, ò sin
reparo, expele las ventosidades del vientre” (Aut). En este contexto
podría sorprender la inclusión de un latinismo como turbamulta (aún
no lexicalizado en la época, como atestigua el Diccionario de
Autoridades), pero justamente una de las características de este género
de escritos, herencia de la sátira lucianesca, es la confluencia de los
estilos culto y vulgar, y constituye un recurso constante en toda la
obra.

8. PARALELISMO
162 Mathew Hodgart, La sátira, Madrid: Guadarrama, 1969, págs. 115-29.
“Disposición del discurso de tal modo que se repitan en dos o
más versos (o miembros) sucesivos, o en dos estrofas seguidas, un
mismo pensamiento o dos pensamientos antitéticos [...]. O bien,
mantenimiento de una misma estructura en dos o más frases
seguidas”163. Tomado en un sentido estricto y aplicado a la prosa, el
paralelismo viene dado por la reiteración regular de frases, sintagmas o
palabras164. En el ámbito de la retórica clásica se manifiesta sobre todo
bajo la figura del isocolon165. No obstante, otras figuras como la
enumeración, la antítesis, la anáfora, el políptoton, la exclamatio o la
interrogatio refuerzan el efecto paralelístico en la mayor parte de los
casos. En este texto, presentan una función anafórica elementos como
“mírate”, “mira”, “de todo...” o “a Rey que...”
Para aligerar la monotonía y la lentitud rítmica que en ocasiones
produce la reiteración constante de las mismas estructuras, lo normal
es que cuando la enumeración se prolonga en exceso, mediante un
zeugma Quevedo recurra a la supresión de algunos elementos que se
sobreentienden en el discurso. En el siguiente ejemplo, como queda
dicho, se remeda paródica y reiteradamente una frase hecha (de todo
corazón) para, por fin, repetirse la estructura a Rey que + verbo +
complementos, suprimiendo en los dos casos el primer elemento de los
últimos miembros:
Dime, desventurado, ¿cómo no te vuelves
de todo corazón,
de toda valona,
de todo grigüesco, calzón y zaragüelle
a Rey que dio carta de horro a las caderas,
a Rey que desencarceló los pescuezos,
a Rey que desavahó las nueces,
a Rey que te abarató la gala,
te facilitó el adorno,
te desensabanó el tragar
y te desencalzó el portante?

163 Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos, ed. cit., pág. 312.
164 Antonio Azaustre, Paralelismo y sintaxis del estilo en la prosa de Quevedo,
Santiago: Universidad, 1996, pág. 17.
165 Asumo la unificación que hace Antonio Azaustre (op. cit., págs. 17-8) de las
figuras de isocolon (semejante longitud de frases y oraciones) y parison (semejanza
estructural o de orden en la disposición de sus elementos).
152 MANUEL URÍ MARTÍN

El chitón de las tarabillas es mucho más que un mero libelo o una


pura y simple obra de carácter encomiástico, y para defender esta
aserción no hay más que compararlo con cualquiera de los
copiosísimos panfletos de la inmensa plétora de arbitristas que
emergen sobre todo a partir del cambio de siglo. Más allá del valor
histórico o político, cuando Quevedo escribe, cualquiera que sea el
género elegido, hace literatura; y en muy contadas ocasiones la prosa
de Quevedo aparece tan sometida como en El chitón de las tarabillas y
en particular en este tipo de retratos a un proceso semejante de
condensación conceptista extrema, al recurso casi constante a la
expresión metafórica y a la creación lingüística original, en un espectro
que fluctúa desde el genus sublime al genus humile, desde la cita culta al
insulto, desde la autoridad patrística a la alusión procaz, desde la
retórica tradicional al lenguaje de la marginalidad, desde la Biblia al
refrán, poniendo a su servicio y exprimiendo a veces hasta límites
inverosímiles todo el caudal expresivo que la lengua española le brinda.
RESEÑAS

KLEIBER, Georges, La Semántica de los prototipos. Categoría y sentido léxico, traducción


de Antonio Rodríguez Rodríguez, Madrid: Visor, 1995, 190 pág.

Con el nombre de “Semántica de prototipos” se designa un fenómeno de


difícil clasificación, ya que en él se mezclan propuestas realizadas por psicólogos,
antropólogos y lingüistas. Entre los precursores inmediatos de esta semántica, que
surge primero en Estados Unidos y, luego, en Alemania, Francia, Bélgica, Suecia, etc.,
se encuentran Brent Berlin y Paul Kay, con su ya conocido tratado sobre la
percepción y clasificación de los colores en diferentes comunidades humanas. Sin
embargo, es la psicóloga Eleanor Heider (a partir de 1972 Eleanor Rosch), la
creadora indiscutible de esta semántica como disciplina original, y ella es la artífice de
los fundamentos teóricos que sustentan la base del libro que ahora reseño.
En primer lugar, no se le escapa al autor la confusión terminológica existente,
ya que junto a la denominación de Semántica de prototipos, debida
fundamentalmente a E. Rosch y a algunos antropólogos, existen otras
denominaciones como la Semántica del estereotipo de H. Putnam, la de Semejanza
de familia Wittgenstein, o la de Semántica cognitiva de Rastière. A esta confusión
terminológica hay que añadir las distintas interpretaciones del fenómeno, para lo cual
basta comprobar cómo la teoría expuesta por la señora Rosch en el año 1987 es
bastante diferente a la presentada por esta autora en los años 70.
Es indudable que la Semántica de prototipos está dentro de unos parámetros
que sobrepasan con mucho los límites de lo lingüístico, ya que el grado de aceptación
está directamente condicionado por la teoría gnoseológica de la que se parte. Si a este
hecho añadimos que los dos momentos capitales de esta teoría, el de la versión
estándar, y el de la versión ampliada, difieren notablemente, tanto en sus principios
como en su funcionamiento, se entiende el interés de Georges Kleiber por aclarar
imprecisiones.
En las páginas preliminares de este libro, Kleiber afirma su intención de no
tomar partido “al menos abiertamente, en el debate entre mentalistas old wawe y
cognitivistas new look”, y ello por dos razones. La primera se debe a un problema de
objetivos y finalidades, ya que, en efecto, en la actualidad, las ciencias cognitivas han
arrastrado a muchos lingüistas a planteamientos que poco o nada tiene que ver con la
ciencia lingüística, en favor de otras consideraciones de carácter lógico o filosófico. La
segunda razón, consecuencia de la primera, es que el término ‘semántica’ en
Semántica de prototipos no significa lo mismo entre los psicólogos que entre los
lingüistas, ya que mientras los psicólogos lo utilizan para referirse a conceptos y a
representaciones ajenas a los universales lingüísticos, los lingüistas ven en esta teoría
una posible solución al problema del sentido léxico. En consecuencia, el problema
que se plantea es fundamentalmente el de la constitución de las categorías objetivas,
pero no un problema de carácter estrictamente semántico. A lo largo de estas páginas,
154 RESEÑAS
Kleiber hace una exposición de las deficiencias de las que adolece la semántica
analítica y de las ventajas que, a su juicio, presenta la semántica de los prototipos.
En el primer capítulo se analiza el modelo de las condiciones necesarias y
suficientes (CNS), identificándolo con el modelo aristotélico. Desde una perspectiva
clásica, la categorización se realiza sobre la base de compartir propiedades comunes.
Aprender a categorizar consiste en hallar una regla de clasificación que trate de
manera analítica y lógica los ejemplos y contraejemplos encontrados. El modelo de
las CNS insiste en la separación entre los rasgos esenciales, que se encuentran en la
base de frases analíticas, y los rasgos accidentales o contingentes, que no forman
parte de la definición semántica. Kleiber incluye dentro de este modelo la semántica
estructural europea, que postula la necesidad de mantener los rasgos constitutivos o
semas fuera de toda contaminación referencial. En realidad, este modelo, más que
una etapa debe ser considerado como un estadio previo, y es descartado por los
semánticos cognitivos, ya que sólo tiene en cuenta la oposición entre propiedades
objetivas, intrínsecas al referente.
En el capítulo segundo Kleiber expone los fundamentos de los que parte la
versión estándar que se corresponde, en gran parte, con las proposiciones formuladas
por E. Rosch. El análisis del problema de la categorización se realiza desde una doble
perspectiva:
la dimensión horizontal, que marca la estructuración interna de las categorías
(por qué agrupamos X en la categoría Z, o en su versión denominativa, por qué
llamamos X a Z); y
la dimensión vertical, que establece cuáles son las grandes líneas de la
estructuración intercategorial (por qué una cosa X puede ser denominada de
diferentes maneras Y o Z)
El problema de la categorización no se basa en esta nueva etapa en la
constatación de rasgos compartidos, sino en un principio de emparejamiento. El
prototipo es el ejemplar reconocido como el más idóneo por los individuos, y está
ligado en su origen a los individuos. E. Rosch y otros autores proponen una
clasificación de la jerarquía en tres niveles: nivel supraordinado, nivel de base, y nivel
subordinado. De estos tres niveles, el nivel de base resulta ser el de mayor prioridad
cognitiva, a la vez que posee una mayor relevancia en lo informativo. Kleiber destaca
las semejanzas que existen entre el concepto de ‘categoría contrastiva’ y ‘grado de
distintividad’ por un lado, y la semántica estructural europea, por otro.
Sin embargo, y a pesar de este intento de acercar posturas entre las dos
corrientes, E. Coseriu marca distancias al afirmar que la semántica de prototipos no
puede ser entendida como una ‘semántica’ propiamente dicha, ya que “se refiere a la
delimitación y configuración interna de las especies, no a la delimitación y a la
estructura de los significados de las lenguas.” (Eugenio Coseriu: “Semántica
estructural y semántica <cognitiva>“, en Profesor Francisco Marsá: Jornadas de Filología,
Barcelona: Universitat, D.L.1990, pág, 278)
Entre las aportaciones realizadas por la versión estándar cita Kleiber: su
amplio campo de aplicación, el no tener barreras estrictas, el hecho de que las
categorías pueden ser o no homogéneas y el que sus propiedades son
semánticamente pertinentes, pero no necesarias. Sin embargo, los significados como
tales no son ni heterogéneos en su estructura interna, ni de límites borrosos, es decir,
no se puede distinguir en ellos un centro y una periferia, ni zonas de transición de un
significado a otro. Tanto la heterogeneidad como la continuidad son propias de las
cosas designadas, pero no de los significados.
Es interesante observar el cambio de rumbo que experimentan los pioneros
de la versión estándar, ya que, en efecto, terminan renunciando a las principales tesis
planteadas en sus comienzos. Ante este hecho, Kleiber justifica el interés que
presenta la versión estándar, a la cual dedica gran parte del libro, ya que, en su
opinión, es la etapa más conocida, y la noción de ‘prototipo’ correspondiente a esta
fase, es sin duda alguna, la más difundida.
No queda muy claro, e incluso de las palabras del autor pudiera interpretarse
cierta contradicción, si la versión ampliada supone una ruptura con respecto a la
versión estándar, o si dicha versión se ve proyectada en la versión ampliada, aunque
con una concepción del prototipo totalmente diferente. Creo, por lo tanto, que lo
más adecuado es considerar la versión ampliada dentro de un nuevo enfoque, que
tiene como consecuencia objetivos y resultados diferentes que se complementan.
Entre las dificultades por las que atraviesa la versión estándar, cabe señalar el
intento de abarcar un campo de aplicación demasiado amplio, en lo que a tipos de
referentes se refiere. En efecto, no todos los hechos lingüísticos se prestan de la
misma forma a un tratamiento prototípico, y a pesar de algunos estudios realizados
como el de los verbos to lie (L. Coleman) y to climb (Fillmore), la preposición (C.
Vandeloise), o la aplicación del enfoque prototípico a las reglas gramaticales (Lakoff),
es el campo del léxico el que, sin duda alguna, mejor se presta a un estudio semántico
del prototipo. Concretamente, el léxico referido a especies naturales, como los
pájaros, los peces, o las frutas, es reconocido como el sector prototípico de mayor
relevancia, ya que ha servido de punto de apoyo para el estudio, y posterior
desarrollo, de esta teoría. Estos términos permiten una organización jerárquica,
donde cada nombre es concebido como una subcategoría, en la que se puede
efectuar la elección del “ejemplar idóneo más apropiado”, según los casos. En este
sentido, el objetivo fundamental de esta semántica sería la delimitación y
configuración interna de las “especies”, no de los “significados” de las lenguas.
El capítulo cuarto está dedicado al análisis de la versión ampliada, donde la
categorización ya no se realiza sobre la base de rasgos compartidos, sino sobre una
semejanza de familia, que justifica el paso a una versión multirreferencial. De las tesis
propuestas por la versión estándar sólo permanecen dos, con algunas modificaciones
esenciales: el prototipo desaparece como representante de los conceptos de las
categorías, y pasa a convertirse en un efecto. Por otra parte, el concepto de ‘categoría’
en esta nueva versión, se basa en cómo un término puede remitir a diferentes
categorías, sin necesidad de que exista una categoría común que reúna a todos los
miembros. En lo que se refiere al planteamiento general, no varía ya que esta versión
ampliada plantea otros problemas, pero no el de las significaciones léxicas.
La traducción de este libro, muy cuidado en su presentación externa, adolece
sin embargo, de un número considerable de erratas, que dificultan, a veces, la lectura
156 RESEÑAS
del mismo. Por otra parte, en cuanto a la bibliografía, amplia y bien seleccionada, se
echa de menos en la versión española, la cita de algún trabajo en nuestra lengua,
como el ya citado de Coseriu, el de José Luis Cifuentes Honrubia (“Teoría de
prototipos y funcionalidad semántica”, en Estudios de Lingüística, 8, Universidad de
Alicante, 1992, págs. 133-177), o el de Mª Dolores Núñez Núñez (“De una versión
monosémica a una versión polisémica en la Semántica de prototipos”, en Estudios de
Lingüística, 10, Universidad de Alicante, 1994 -1995, págs. 247-258), entre otros.
El libro supone una crítica a las principales deficiencias de la semántica
analítica, y se presenta como el remedio contra todos los problemas planteados por la
semántica léxica. En este sentido, abre nuevos caminos de debate, crea
indiscutiblemente cierta polémica, critica otras teorías, etc. En cualquier caso, es un
trabajo riguroso, que confirma que a pesar de que ni la versión estándar, ni la versión
ampliada son la panacea para la semántica léxica, ambas incorporan elementos
nuevos, que, a través del debate y de la discusión, hacen avanzar el conocimiento.
Inmaculada Anaya Revuelta
Universidad de Vigo

RIVAS Elena y RODRÍGUEZ ESPIÑEIRA Mª José, La cláusula en castellano


medieval: constituyentes funcionales, Lalia, Series Maior, 5, Santiago de Compostela:
Univ. de Santiago de Compostela, 1997, 147 páginas.

En 1995 la Universidad de Santiago de Compostela inició la publicación de la


colección Lalia, Series Maior. Hasta ahora son seis (cinco en nuestras manos) las obras
publicadas, de las cuales cuatro volúmenes estudian la sintaxis, tres la sincrónica y tan
sólo uno se ocupa de la diacrónica. Los contenidos van desde aspectos teóricos
generales como el volumen dedicado a las relaciones gramaticales entre predicado y
participantes de García-Miguel (número 2), o los constituyentes de la cláusula en
castellano medieval (número 5) de Rivas y Rodríguez, hasta estudios más específicos
de sintaxis como el trabajo de las completivas de sujeto (número 4) de Carmen
Cabeza o el Complemento Indirecto (número 1) de Victoria Vázquez Rozas.
El número de páginas de cada ejemplar no supera las doscientas, con un
diseño y manejabilidad elogiables. La estructura de cada volumen varía, pero la
calidad y rigor de los volúmenes hasta ahora publicados no dejan atisbo de duda: son
trabajos de investigación novedosos y serios.
El libro de Elena Rivas y Mª José Rodríguez Espiñeira es un excelente trabajo
de teoría lingüística, que se centra fundamentalmente en la sintaxis diacrónica. Pocos
son estudios que tratan, de manera conjunta, uno de los aspectos más intrincados de
las estructuras lingüísticas en español medieval: los constituyentes argumentales de la
cláusula. La explicación de este hecho reside en que a las dificultades propias de un
trabajo de teoría sintáctica se le unen las provocadas por la descripción de la lengua
del XII-XIV: estructuras próximas a las latinas y distintas al español actual. A mi
modo de ver, estas dificultades han sido un acicate más que ha motivado a las autoras
del libro a desafiar y superar con creces las expectativas depositadas en un estudio de
esta envergadura.
La novedad es otro valor destacable en este libro. El tratamiento conjunto de
las categorías léxicas o gramaticales desde la perspectiva diacrónica, aunque difícil, ya
ha sido abordado por Hanssen (1913), Urrutia- Cárdenas & Álvarez-Álvarez (1988),
Cano Aguilar (1988), Pennny (1993), etc. pero hasta ahora no contábamos con una
monografía (casi ciento cincuenta páginas) de sintaxis histórica sobre los argumentos
de la cláusula desde una perspectiva tan actual. El trabajo de Rivas y Rodríguez
Espiñeira consiste en una aproximación funcional a todos y cada uno de los
constituyentes argumentales del verbo desde la doble vertiente de la gramática
diacrónica funcional: a) comprobar el grado de adecuación de la codificación
funcional del castellano actual a la lengua medieval y b) describir las propiedades
idiomáticas del castellano en un estado de lengua en proceso de consolidación
carente de “cánones que pudieran emanar de una larga tradición literaria” como es el
castellano del XII al XIV.
El corpus de referencia es amplio (ocho textos), abarca obras poéticas y
prosísticas del español arcaico, español alfonsí y español del XIV siguiendo las fases
cronológicas de Lapesa (1942). Los recuentos extraídos del corpus ponen luz a
algunos de los aspectos más oscuros de la diacronía del español.
El libro va dirigido, según las autoras, a lectores iniciados en sintaxis y
semántica del español, pero será de gran utilidad también para aquellos que quieran
iniciarse en estas áreas. La claridad expositiva en la caracterización sintáctico-
semántica del argumento clausal objeto de estudio y expuesta al inicio de cada
capítulo, el análisis y las explicaciones de los ejemplos, así como la síntesis de las
teorías funcionales sobre la cláusula incentivarán a quienes carecen de conocimientos
sobre sintaxis y semántica.
Los constituyentes estudiados son caracterizados como dependientes
cuantitativamente del verbo y cualitativamente de la estructura específica en la que se
combinan, es decir, de la cláusula: sujeto, complemento directo, complemento
indirecto, complemento preposicional y predicativo. Excepto el segundo capítulo que,
además del tratamiento individualizado del complemento directo e indirecto, se
detiene en el estudio conjunto de los clíticos en acusativo y dativo, cada uno de los
capítulos que conforman el trabajo está dedicado a uno de los constituyentes
argumentales del verbo: el sujeto (cap. 1), el complemento preposicional (cap.3) y el
predicativo (cap. 4).
La estructura de los capítulos es similar: 1) exposición de los procedimientos
de expresión del español para la marcación e identificación morfológica sintáctica y
semántica del elemento o elementos que dan título al capítulo y 2) estudio de las
particularidades del constituyente en las cláusulas del corpus y subtipos del
argumento. Las diferencias entre la cláusula medieval y actual son explotadas
pedagógicamente: se sirven del conocimiento del español actual, que como hablante
posee el lector, para hacer más transitable el camino hasta los ejemplos extraídos del
corpus. El lector llega a la descripción sincrónica sin percatarse de la dureza del
castellano del XII-XIV.
158 RESEÑAS
El sujeto explícito, el implícito, la impersonalidad y el sujeto con preposición
son los cuatro grandes apartados dedicados al estudio de las particularidades
construccionales del sujeto medieval.
La cliticidad de los complementos directo e indirecto hace que los fenómenos
de leísmo, laísmo y loísmo y la duplicación pronominal reciban un tratamiento
conjunto y novedoso sin escatimar las explicaciones fonético-fonológicas pertinentes.
El tratamiento particular del complemento directo se completa con los apartados
dedicados a las acepciones del esquema transitivo y sus variaciones diatéticas, la
ausencia de preposición ante complemento directo animado, la alternancia
construccional presencia / ausencia de complemento directo que, junto con el
estudio del participio concertado y los objetos `internos´ y `adverbiales´, cierran el
exhaustivo estudio sobre el complemento directo. Mención especial merece la
revisión que las autoras hacen de los tipos de construcción transitiva (causativas / no
causativas y en un segundo nivel, dentro de las no causativas, las variantes (+/-
preposición CDIR animado, objetos internos y adverbiales), que constituyen la
invariante de la función sintáctica de CDIR.
El estudio del complemento indirecto siguiendo fundamentalmente para el
castellano actual la caracterización de dicha función realizada por Vázquez Rozas
(1995) y para la diacronía el estudio de Folgar Fariña (1993) junto con la justificación
de la no pertinente diferenciación funcional complemento indirecto / dativos de
`interés cierran el más denso, a mi juicio, de los capítulos que componen el libro.
El cuarto constituyente analizado es el complemento preposicional. Definido
como valencial, e introducido por preposición es caracterizado frente a los
complementos indirecto y directo, y analizado bajo la óptica de la contraposición a las
distintas subclases de aditamentos.
El predicativo, tema sobre el que Rodríguez Espiñeira ha escrito parte de los
más interesantes artículos publicados en español, cierra el libro. Tras la
caracterización sintáctico-semántica se estudian los subtipos de predicativos que se
integran en la cláusula teniendo en cuenta la función sintáctica de la base de
predicación y el carácter argumental o marginal de los mismos.
De no detenerse concienzudamente en las notas a pie de página podría
notarse la ausencia de un apartado dedicado a ampliaciones y referencias. Lo mismo
sucede con el hueco dejado por el índice temático o de materias, se convierte en casi
imperceptible si tenemos en cuenta la citación interna de los apartados.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CANO AGUILAR, R. (1988), El español a través de los tiempos, Madrid: Arco/Libros
S.A., 1988.
FOLGAR, C. (1993), Diacronía de los objetos directo e indirecto (del latín al
castellano medieval), Universidad de Santiago de Compostela, (Verba, anejo 37)
1993.
GARCÍA-MIGUEL, José María (1995), Las relaciones gramaticales entre predicado y
participantes, Lalia, Series Maior, 2, Universidad de Santiago, 1995.
HANSSEN F. (1913), Gramática histórica de la lengua castellana, Halle: Max Niemayer,
1913.
LAPESA, R. (1942), Historia de la lengua española, Madrid: Gredos, 19819.
PENNY, R. (1993), Gramática histórica del español, Barcelona: Ariel, 1993.
URRUTIA CÁRDENAS, H & M. ÁLVAREZ ÁLVAREZ (1988), Morfosintaxis
histórica del español, Bilbao: Publicaciones de la Universidad de Deusto, 19882.
VÁZQUEZ ROZAS, V. (1995), El complemento indirecto en español, Lalia, Series Maior,
1, Universidad de Santiago, 1995.
Inmaculada C. Báez Montero
Universidade de Vigo

SALINAS ESPINOSA, Concepción, Poesía y prosa didáctica en el siglo XV: La obra del
bachiller Alfonso de la Torre, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza
(Humanidades, 30), 1997, 320 pp.

No siempre el éxito de un género, una obra o un autor entre sus


contemporáneos ha ido parejo al volumen de páginas que los investigadores han
invertido en su estudio; sirva tan sólo como botón de muestra, y sin salir del siglo de
esta obra que reseño, la escasa atención prestada a las letras de justador (cuyo estudio
centrará una monografía que prepara Ian Mcpherson de muy próxima aparición en
Publications of the Medieval Hispanic Research Seminary), verdadero pasatiempo al que
con tanto afán se dedicaron los cortesanos cuatrocentistas, como prueba su
recurrente presencia no sólo en diferentes cancioneros manuscritos e impresos –
hasta constituir una sección independiente en el Cancionero de Hernando del Castillo–,
sino incluso en no pocas obras en la incipiente prosa de ficción de la Edad Media.
Afortunadamente, parece que una nueva ola de estudios sobre el siglo XV pretende
paliar este y otros huecos. En este contexto, la aparición de una monografía en la que
se trata de revalorizar la producción literaria de un autor de la relevancia de Alfonso
de la Torre nos produce una doble satisfacción, pues el trabajo de Concepción
Salinas no sólo viene a reparar la desatención que el Bachiller ha padecido, sino que
además nos ofrece desde una perspectiva unitaria el conjunto de su producción
literaria, en prosa y verso, aspecto este que debiera servir de pauta para la elaboración
de futuras investigaciones.
Los objetivos del trabajo son ambiciosos, pues se nos promete en las páginas
iniciales “un estudio global de la Visión deleitable y abordar la edición crítica y el
análisis de los poemas del Bachiller” (p. 9), pero la autora los cumple con creces,
como anteriores trabajos suyos en torno a uno y otro tema nos hacían presagiar. Si la
Visión deleitable contaba con una edición todavía reciente (1991) de Jorge García
López, que venía a depurar el texto de intromisiones ajenas a la pluma de Alfonso de
la Torre (edición cercana al momento de elaboración de la tesis que sirve de base a
esta monografía), Concepción Salinas nos ofrece ahora, un pormenorizado estudio
de la obra en prosa y, acompañando al detenido análisis de sus versos, una rigurosa
160 RESEÑAS
edición crítica de la producción poética del Bachiller, mostrando su competencia en el
manejo de la práctica ecdótica.
No se trata simplemente de la adición de dos monografías; Concepción
Salinas consigue dar unidad y coherencia a su trabajo, poniendo énfasis en mostrar la
interrelación de los asuntos doctrinales que Alfonso de la Torre canaliza en su magna
obra enciclopédica y en sus ejercicios poéticos de intención didáctica, lo que viene a
aportar un enfoque desde perspectivas diferentes del tratamiento de un mismo tema,
algo que no por lógico ha sido pauta común en la investigación sobre las principales
figuras del cuatrocientos hispano. Además, un apartado inicial, destinado a trazar un
perfil biográfico del Bachiller, y las tres últimas secciones, dedicadas, respectivamente,
a la exposición de conclusiones, bibliografía e índice onomástico, contribuyen, sin
duda, a dar a la obra este carácter de conjunto.
A lo largo de todo el libro se aprecia un calculado compromiso con el manejo
de fuentes fidedignas, despojando los diferentes aspectos tratados de hipótesis poco
sostenibles empíricamente. Es por ello que sus conclusiones, hoy por hoy, están lejos
de ser sospechosas de cualquier duda, tanto en lo relativo a la semblanza biográfica
como al corpus literario de Alfonso de la Torre.
La pesquisa de las escasísimas alusiones autobiográficas en la obra del
Bachiller es la base en la que se asientan sus conclusiones en este primer apartado,
pero no por ello deja de lado la abundante información que le proporcionan tanto
algunas fuentes primarias (detecta nuevos casos de homonimia en el Archivo de
Navarra, que se suman a los ya apuntados desde Quevedo), como la no menos
copiosa literatura sobre aspectos relativos al origen, formación o trayectoria vital de
Alfonso de la Torre, que analiza críticamente y espiga con sumo cuidado. El celo
puesto en este análisis le lleva a resumir aquellos datos incontrovertibles: que era
colegial de San Bartolomé procedente de Burgos y su relación con la corte navarra;
menos irrefutable, sin embargo, es probar su condición de converso, aunque la autora
ante la ausencia de pruebas en contra, acepta la argumentación esgrimida acerca de la
sombra judaizante en los escritos del Bachiller.
Idéntica cautela sigue en el estudio de aspectos como la datación de la Visión
deleitable, pues tras el análisis pormenorizado de la bibliografía más actualizada al
respecto, concluye que el único dato fiable es el término ad quem que sitúa en 1461,
año de la muerte del príncipe Carlos, a quien de la Torre alude como persona viva.
Pero si realmente hemos de destacar algo en el tratamiento de esta obra en prosa, es
el enorme esfuerzo de síntesis que la autora lleva a cabo para armonizar cuanto se ha
escrito acerca de las ideas y sus fuentes –a lo que suma el resultado de sus minuciosas
investigaciones sobre este aspecto– con el marco que sirve de soporte narrativo a este
compendio de saberes. En relación al contenido, distingue en dos partes el libro,
correspondientes al tratamiento de las materias propias de la teología y a la filosofía
moral. De las dos, los investigadores han venido focalizando su atención en las
primeras, poniendo de manifiesto la estrecha deuda contraída con la Guía de perplejos
de Maimónides; Concepción Salinas va más allá, al trascender las concomitancias
tradicionalmente apuntadas al respecto para poner de relieve otros préstamos de
carácter general (entre otros, la semejanza, a nivel formal, entre el recurso al sueño de
la Visión y la concepción de Maimónides sobre la profecía y la alegoría; la redacción
para un solo destinatario; la utilización de la segunda persona) así como las
principales diferencias (como la simplificación o aclaración de ciertas ideas que el
Bachiller toma de Maimónides; la divergencia en la disposición de los respectivos
contenidos, etc.) que, en ambos casos, habían pasado desapercibidos por la crítica.
Por otra parte, revisa lo expuesto previamente sobre la relación de esta obra con el
pensamiento escolástico, de manera especial con la Suma teológica de Santo Tomás de
Aquino, sin perder de vista que ya el Libro de las sentencias de Pedro Lombardo era
manual de consulta generalizada por los estudiantes de teología. Todavía da cabida en
esta primera parte a otras ideas y prácticas alejadas de la filosofía ortodoxa, como la
cábala y escritos herméticos como el Corpus hermeticum o el Asclepius, de los que, cree
la autora, pudo haberse impregnado el universo filosófico del Bachiller.
Más interesantes, por lo novedoso y prácticamente virgen del tema hasta hace
relativamente poco tiempo, son las conclusiones a las que llega en torno a la filosofía
moral contenida en la Visión, segunda y última de las dos partes en que se divide la
obra. La autora, en una línea que adivinábamos a través de trabajos previos, se había
situado en una corriente que trata de revalorizar la huella aristotélica en materia moral
sobre los escritos doctrinales cuatrocentistas. En este apartado no sólo se detiene en
precisar las aportaciones acerca de la concepción de Alfonso en torno a las virtudes
(ligadas de manera especial a la Formula vitae honestae de Martín de Braga, de indudable
resabio senequista), o su vinculación con las Éticas del Estagirita, sino que expone
con meridiana claridad todos aquellos aspectos de contenido y forma que obligan a
insertar la obra en prosa de Alfonso de la Torre en la tradición enciclopédica; por
ello, la preeminencia del trivium entre las artes liberales, la clasificación de las ciencias
o la multiplicidad de saberes están al servicio de una idea central: la búsqueda de la
bienaventuranza. Y esta concepción encuentra idónea envoltura formal a través de un
ropaje alegórico que tiene en la visión, el viaje y en el diálogo de seres simbólicos en
espacios igualmente figurados, y tipificados por la tradición, los elementos que
justifican su adscripción –ya postulada, como en tantos otros casos, por Cesare
Segre– al género del viaje alegórico-didáctico; sin olvidar, obvia decirlo, la
importancia que en todo escrito didáctico tiene el componente mnemotécnico. Sin
merma de las valiosas conclusiones a que llega en el tratamiento de cada uno de
aspectos ahora citados –que no se limita en la mera constatación de las fuentes, sino
que acierta en su análisis y justificación, así como toma de juicio sobre estudios
precedentes al respecto– y, por supuesto, del escrupuloso examen de conjunto de
todas y cada una de las posibles fuentes, creo que es en la interrelación entre
contenido y forma donde radica uno de los más notables aciertos del análisis de esta
obra.
Son muchos los frutos de la paciente y meticulosa investigación en la tarea
ecdótica que Concepción Salinas lleva a cabo en el capítulo tres del libro: fija el
corpus poético del Bachiller Alfonso de la Torre en diez textos compilados en un
número total de veintidós cancioneros, proporciona una ficha de cada uno de los
testimonios, analiza la tradición textual de aquellas piezas recopiladas en más de un
códice (especialmente minuciosa en el estudio de “El triste que más morir”, para el
162 RESEÑAS
que ofrece un stemma codicum de los dieciséis cancioneros manuscritos), expone sus
criterios de transcripción y procede a la edición de los textos, acompañados de
anotaciones léxicas a pie de página y un aparato de variantes (del que excluye las
“meramente ortográficas”) al final de cada pieza. Sólo un detenido cotejo de los
testimonios y una rigurosa clasificación e interpretación de los datos, como
demuestra la editora, pueden haber guiado un trabajo como el presente, si bien
podrían matizarse algunos aspectos; así, se echa en falta la utilización de la clave
identificativa proporcionada por Brian Dutton, y ya de uso generalizado, para cada
uno de los textos, que sí maneja en lo relativo a los códices, instrumento que
facilitaría enormemente la localización inmediata de estas piezas no sólo en los ya
imprescindibles siete volúmenes de El cancionero del siglo XV (c.1360-1520), sino en
gran parte de los más recientes estudios. Por otra parte, en lo relativo a la edición de
textos, hubiera sido deseable la transcripción, siquiera como apéndice, del conjunto
de respuestas que a la “pregunta general” de Fernando de la Torre proporcionaron
otros dos poetas (Iñigo de Mendoza y Pedro de Frías), ya que la editora nos ofrece
sólo una visión limitada del conjunto poético en torno a la supuesta venta de la
“alegría” de Fernando; con todo, Salinas nos proporciona no sólo el texto del poeta
que edita (manera de proceder en no pocas antologías), sino también la composición
que sirve como reclamo para elaborar su respuesta poética, tanto en este debate
como en el intercambio que sostiene con Juan de Villalpando.
En el estudio se nos aclaran, de manera convincente, dudas respecto a ciertas
paternidades controvertidas. De acuerdo con la clasificación de los textos en el
capítulo previo, para su estudio distribuye la producción poética en dos apartados,
poesía amorosa y poesía didáctica. A la primera pertenecen ocho de los diez textos,
que reciben por parte de la autora un detallado estudio bajo diferentes perspectivas:
de acuerdo con una clasificación genérica –así lo adivinamos, aunque el término no
aparece explícito como parámetro clasificador– los subdivide en seis decires, una
esparza y una respuesta que, con su pregunta, incluye como “ejemplo del género de
los debates poéticos” (p. 245); sin entrar aquí en las diferentes modalidades poéticas
que un marbete tan amplio puede designar, sí parece oportuno exponer las enormes
dificultades que cualquier intento de clasificación genérica de la poesía cancioneril
implica, pues es frecuente la intersección de diferentes parámetros, como sucede en
este intercambio, que, aunque pertenecen a un corpus de poesía dialogada,
formalmente adoptan la estructura de una canción cuya cabeza está formada por una
sextilla. Un detenido análisis de los motivos temáticos, métrica, recursos de estilo,
léxico y morfológicos de estos textos nos proporcionan una detallada información y
nos permiten constatar la diversidad de fuentes de todo tipo que la autora ha
manejado para ofrecer un examen tan riguroso y pormenorizado. Idéntica profusión
de conocimientos desplega en su análisis de los dos textos, de carácter dialogado, que
despachan asuntos doctrinales, si bien en este caso su mayor acierto es establecer
vínculos con las soluciones propuestas en la Visión deleitable para similares problemas;
resulta gratificante poder constatar que poco a poco se va revalorizando el contenido
de los textos cancioneriles dialogados, durante tanto tiempo postergados en un
inexplicable letargo a causa de una supuesta “frivolidad”.
Las casi trescientas entradas que constituyen la bibliografía nos ofrecen una
puesta al día de los estudios sobre la vida y obra del Bachiller, pero también sobre
filosofía moral y poesía cuatrocentista; en cada uno de los apartados que preceden al
repertorio bibliográfico, Concepción Salinas ha demostrado dominar la materia, al
depurar con acierto las más importantes aportaciones críticas; quizá podría sumarse a
la nómina alguna reciente edición, como la que Carmen Parrilla ha llevado a cabo
sobre el Tractado de amiçiçia de Fernán Núñez (La Coruña: Universidade da Coruña,
1996), que actualiza la que había realizado Bonilla y San Martín, texto utilizado por la
autora; de igual modo, se echa en falta, entre la nutrida y seleccionada literatura sobre
poesía de cancionero, el trabajo de Teresa Irastortza (“La caracterización de la mujer
a través de su descripción física en cuatro cancioneros del siglo XV”, Anales de
Literatura Española, V, 1986-1987, pp.189-218), que toma como base, entre otros, el
Cancionero de Roma, códice donde también se compilan algunas piezas del Bachiller;
también, para todo lo relativo al estudio estilístico, hoy disponemos de un completo
trabajo de Juan Casas (Agudeza y retórica en la poesía amorosa de cancionero, Santiago:
Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico, 1995), que aclara no pocas
cuestiones acerca de la en tantas ocasiones intrincada relación de amor y retórica. En
cualquier caso, estas ausencias no afectan en absoluto al impecable repertorio
bibliográfico que nos ofrece.
En conclusión, el libro de Concepción Salinas, por la amplitud y diversidad de
materiales manejados así como por la rigurosidad y corrección en la exposición de
sus resultados, pone muy alto el listón para cualquier trabajo en torno al
Cuatrocientos hispano, nos brinda la oportunidad de acceder a la personalidad de una
de las figuras más relevantes del siglo XV y, de su mano, al complejo y cada vez
menos –gracias a trabajos como el presente– indescifrable otoño de la Edad Media.
Antonio Chas Aguión
Universidad de Vigo

SCHMITTER, Peter (ed.), Geschichte der Sprachtheorie (1): Zur Theorie und Methode der
Geschichtsschreibung der Linguistik, Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1987.

Hacer una reseña de un volumen que apareció hace ahora diez años exige, sin
duda, una justificación previa. Entre las varias que se me ocurren, debo señalar, en
primer lugar, que en nuestro país ha tenido un escaso eco la serie Geschichte der
Sprachtheorie (GdS), inaugurada por el libro que reseñamos. Ello se debe a razones que
nada tienen que ver con la calidad de la obra: a finales de los años 80 todavía no eran
especialmente estrechas las relaciones entre los investigadores españoles y alemanes
interesados por la historiografía lingüística. Lo cierto es que, en España, la misma
historiografía lingüística ni como disciplina filológica, ni como ámbito interdisplinario
ofrecía la imagen de vitalidad que en la actualidad manifiesta. Esta situación ha ido
cambiando progresivamente con el correr del tiempo y es lógico que sintamos ahora
la necesidad de rescatar algunas aportaciones verdaderamente interesantes, que
corren el riesgo de quedar injustamente en el olvido. Por otra parte, debe
considerarse que la mencionada serie se trata de un proyecto en marcha. Han
164 RESEÑAS
aparecido hasta ahora otros dos volúmenes desde que lo hizo el primero que
reseñamos aquí, el último el año 1995.
La colección, dirigida por Peter Schmitter, es fruto de la colaboración
internacional de especialistas en los diversos temas objeto de estudio. La adopción de
un punto de vista deliberadamente amplio y abarcador conduce a que, no sólo la
descripción gramatical o lexicográfica sea el centro de interés, sino que se abra hacia
todo aquello que pueda ser considerado “reflexión sobre el lenguaje”. Esta idea, que
es la que está siendo aplicada en los volúmenes ya aparecidos, es uno de los aspectos
más destacables y del que creo debería tomarse ejemplo en otro tipo de
investigaciones semejantes, ya estén o no ceñidas a una tradición lingüística
determinada.
A modo de descripción general y orientadora de su contenido, señalamos el
plan de la obra.
Volúmenes ya publicados:
GdS 1: Zur Theorie und Methode der Geschichtsschreibung der Linguistik, Peter
Schmitter (ed.), Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1987, 257 págs., ISBN 3-87808-671-
7.
GdS 2: Sprachtheorien der abendländischen Antike, Peter Schmitter (ed.),
Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1991, 430 págs., ISBN 3-87808-672-5.
GdS 3: Sprachtheorien in Spätantike und Mittelalter, Sten Ebbensen (ed.),
Tübingen: Gunter Narr Verlag, 1995, 408 págs., ISBN 3-87808-673-3.
Volúmenes en preparación, según los planes del editor y ya anunciados son:
GdS 4: Sprachtheorien der Neuzeit I –que tratará sobre el contexto
epistemológico de las teorías lingüísticas y gramaticales en Edad Moderna.
GdS 5: Sprachtheorien der Neuzeit II –que abarcará desde la Grammaire de Port-
Royal (1660) hasta la constitución de las modernas disciplinas lingüísticas.
GdS 6.1/6.2: Sprachtheorien der Neuzeit III –dedicados al estudio de la
descripción gramatical y la enseñanza de la lengua en este período.
GdS 7: Sprachtheorien der Neuzeit IV –dedicado al desarrollo de la retórica y la
estilística.
GdS 8: Sprachtheorien nicht-westlicher Tradition –donde se abordarán las
tradiciones lingüísticas diversas de la occidental.
GdS 9: Materialen zur Geschichte der Spachtheorie –que, a modo de complemento
debe facilitar una visión cronológica, así como una completa bibliografía.
A continuación, señalaremos algunos de los aspectos que nos parecen más
relevantes del primero de los volúmenes aparecidos.
El subtítulo Zur Theorie und Methode der Geschichtsschreibung der Linguistik que
inicia la serie GdS es bien explícito en cuanto a su fin e intenciones: Analysen und
Reflexionen.
El preámbulo de Peter Schmitter que sirve de introducción supone una clara
declaración de intenciones, cuyo fundamento son las reflexiones humboldtianas Über
die Aufgabe des Geschichtsschreibers: “la búsqueda de la “forma”, de los “principios” que
“conducen” el desarrollo histórico y la esperanza de mejor entenderse a sí mismo y el
propio presente, si esos principios llegan a ser conocidos” (pág. 7). Evidentemente,
esta justificación es válida también para la obra entera, de manera que la tarea
historiográfica nos aparece aquí como una permanente necesidad de cualquier
tiempo.
En consecuencia, más que un lexicon o una enciclopedia que difícilmente
podría sustraerse de presentar cuestiones “coaguladas” –en gráfica y feliz expresión
de Schmitter–, lo que el lector encontrará es un sugerente mosaico de problemas
epistemológicos clave en la labor del historiógrafo, que surgen con la espontaneidad
natural de una investigación viva. Ese afán se mantiene en los otros volúmenes y
supone una llamada de atención no tenida en cuenta en otras publicaciones más
recientes –al estilo del Lexicon Grammaticorum. Who is Who in the History of World
Linguistics, editado por H. Stammerjohan (Tübingen, Niemeyer, 1996), por citar un
trabajo que ha contado con colaboradores de prestigio fuera de toda discusión–, a las
que no sé si se puede declarar exentas de cierto grado de “coagulación”, que es quizá
el origen de la parcialidad en lo que se considera lingüística –sólo la gramática, parece
en el ejemplo citado, sin referencias a otras disciplinas como la lexicografía, ni a las
concepciones lingüísticas, ni a las instituciones nacionales, ni a las tradiciones
lingüísticas particulares…
La presentación inicial del primer volumen de GdS corre a cargo de Hans
Arens con sus Gedanken zur Historiographie der Linguistik articulados en torno a las que
considera tres exigencias de la historiografía de la lingüística. La primera de estas
exigencias es aumentar el material de estudio –tarea que no puede darse nunca
alegremente por concluida. La segunda es convertir ese material en hechos
verdaderamente relevantes, cosa que sólo se puede lograr si el objeto de estudio se
considera en su ser y en su intención. La tercera es establecer las relaciones entre los
hechos y el espíritu del tiempo en que acaecen. A partir de estas consideraciones, se
abren obviamente múltiples cuestiones, algunas de las cuales serán abordadas de
modo particular en los siguientes capítulos.
Sylvain Auroux ofrece en su Histoire des sciences et entropie des systemes
scientifiques. Les horizons de retrospection un amplio abanico y sugerente de reflexiones
acerca de las relaciones entre la actividad historiográfica, la pura epistemología y la
actividad científica a la luz de la paulatina organización internacional de la
investigación en historiografía lingüística, con abundancia de datos y fechas. Auroux
previene del peligro de convertir la investigación epistemológica en una actividad con
fin en sí misma, cosa que podría suceder si la profesionalización de la historia de las
teorías lingüísticas condujera a una diversificación y a una especialización tales que
llegara a convertirla en un “sistema” al margen de otro “sistema”, el constituido por
la propia investigación lingüística, del que quedaría desconectado.
Herbert E. Brekle ofrece un intento sistemático de definición de
determinados aspectos “sustanciales” de la historiografía lingüística y de delimitación
“metodológica” de sus tareas en Was heißt und zu welchem Ende studiert man
Sprachwissenschafsgeschichte, que es una adaptación del primer capítulo de su Einführung
in die Geschichte der Sprachwissenschaft (Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft,
1985). Brekle escoge el cuestionario, tan tradicional como de probada eficacia, quis,
quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando, para caracterizar de modo ordenado la
166 RESEÑAS
historiografía lingüística, al tiempo que devela sus prespuestos epistemológicos y
desenmascara las raíces de ciertas falsificaciones, errores y usos interesados de la
historia de la lingüística.
Uno de los problemas que últimamente está recibiendo mayor atención por
parte de los historiógrafos de la lingüística es el del metalenguaje. A este tema se ciñe
el artículo de Konrad Koerner: Das Problem der Metasprache in der
Sprachwissenschaftsgeschichtsschreibung. Como es habitual, Koerner no se queda en la
mera reflexión teórica, sino que muestra claramente ejemplos de uso equivocado de
aspectos metalingüísticos. Ya en clave positiva, concluye Koerner con distintas
reflexiones acerca del modo en que deben tratarse las ideas lingüísticas de otras
épocas, inscritas por tanto en contextos ideológicos diversos: contextualización (Geist
der Zeiten), inserción del texto objeto de estudio en sus interrelaciones históricas,
culturales y lingüísticas (Gesamthorizont) y prudente empleo de un metalenguaje, que
permita hacer accesible al lector de hoy las ideas de otras épocas.
El colofón a la primera parte del libro corresponde al propio Peter Schmitter
con su Fortschritt. Zu einer umstrittenen Interpretationskategorie in der Geschichtsschreibung der
Linguistik und der Semiotik. Las reflexiones sobre el progreso en historiografía
lingüística que introduce Schmitter no dejan de suscitar interrogantes: es eso mismo
lo que otorga a sus reflexiones metodológicas indiscutible interés. Quizá resulta
excesivamente estricto su planteamiento sobre los niveles de la actividad
historiográfica, por las conclusiones que de él se derivan: una arriesgada
metahistoriografía. Al margen de este artículo, es de lectura inexcusable para aquel
que quiera ocuparse en tareas historiográficas, el brevísimo prólogo al tomo segundo
de la serie (págs. VII-XII), al que me refiero aquí por tratarse también de una
reflexión metodológica y orientadora del resto de la obra: la esquemática concreción
sobre qué deba entenderse por “Sprachtheorie”, así como las consecuencias de la
aplicación de este concepto sobre la obra –lo que podríamos llamar el tipo
historiográfico resultante–, no tienen pérdida.
En buena medida, aquel loable propósito inicial del editor de presentar una
investigación viva, se manifiesta claramente, en la segunda parte del volumen: en los
Fallstudien. En ella, al hilo de las reflexiones de F. Douay-Soublin, R. Engler, A.
Eschbach, E. Hültenschmidt, L. Jäger y L. Kaczmarek sobre temas más concretos,
aparecen nuevas reflexiones y análisis sobre los más diversos aspectos de la labor
historiográfica.
Especialmente acertado parece el final dispuesto por Schmitter para este
volumen. Efectivamente, de alguna manera, el artículo de R. H. Robins A
contemporary evaluation of western grammatical studies in the Middle Ages, ofrece, a partir del
examen de las investigaciones llevadas a cabo sobre la lingüística medieval, que son a
las que, al fin y al cabo, se debe en buena parte el mérito de haber sido el
desencadenante del crecimiento de la actividad historiográfica, puede considerarse un
equilibrado compendio vivo de los presupuestos epistemológicos expuestos en los
diversos apartados y, en ese sentido, un ajustado balance de todo el libro.
En definitiva, el conjunto de estudios que reúne Schmitter, merece, sin duda
ninguna, ser tenido en cuenta por los historiadores de la lingüística. Y sería muy de
desear que los volúmenes que aún no han aparecido, sean publicados cuanto antes
para completar la serie.
Miguel Ángel Esparza Torres
Universidad de Vigo

GÓMEZ TORRES, A., Experimentación y teoría en el teatro de Federico García Lorca,


Málaga: Ediciones Arguval, 1995.

Es posible reconocer en la literatura española del siglo XX tres autores


dramáticos que buscan una nueva formulación de la expresión teatral, basada en la
renovación y en la experimentación: R. Valle-Inclán, R. Gómez de la Serna y F.
García Lorca. A. Gómez Torres, en su libro, demuestra cómo la obra de Lorca busca
una nueva formulación, experimental y renovadora, de la expresión dramática de su
tiempo, con objeto de superar las limitaciones impuestas por el público de la época, y
las posibilidades de representación y escenificación de los teatros y empresarios de la
España de entonces.
El “horizonte de expectativas” del espectador y la sociedad del momento
hacían muy difícil cualquier posibilidad de éxito en las tentativas de renovación
teatral, frente a la herencia de la comedia conversacional benaventina. La obras
experimentales del teatro español no encuentran cauces para su estreno, y no son
aceptadas por el gusto del público entonces mayoritario.
Tres parecen ser los temas principales del teatro lorquiano, presentes bajo
realizaciones diversas desde su teatro de farsas hasta las tentativas más experimentales
y renovadoras: la pasión como fuerza que domina al hombre, el amor frustrado, y la
angustia de la propia identidad. Respecto a al teatro experimental de Lorca,
constituido principalmente por obras como El público, Así que pasen cinco años y
Comedia sin título, el trabajo de A. Gómez Torres ofrece datos e ideas que pueden
sintetizarse en las siguientes características: vanguardismo, polifonía y una nueva
concepción de la comunicación teatral.
a) Vanguardismo. Obras como El público suponen una desconstrucción de los
preceptos y las convenciones clásicas del teatro; los intentos de renovación y
experimentación van incluso más allá de las pretensiones innovadoras de otras
tendencias vanguardistas. Se introducen perspectivas hasta entonces silenciadas por
las convenciones dramáticas tradicionales.
b) Polifonía. Este término, que Bajtín aplica a una determinada concepción de
novela moderna, no fue apenas consideado por el autor eslavo en relación al teatro, al
considerar que el diálogo dramático no introducía rupturas o multiplicidad de planos
en el mundo representado, al menos en el teatro antiguo y clásico. El teatro de Lorca,
acaso con más expresividad que otras obras de vanguardia, rompe la unidad
monolítica del drama tradicional:
“Destruir el teatro tradicional: tal era el propósito de El público. Es el
168 RESEÑAS
momento del experimentalismo, de la diseminación del drama en una pluralidad de
planos dialógicos. La supresión del monolitismo del personaje en favor de un carrusel
de voces -a través de las cuales se expresan no sólo diferentes rostros del amor, sino
también los varios niveles semánticos de la obra- rebasa en complejidad los recursos
introducidos por la vanguardia española” (A.Gómez Torres, 1995: 46).
c) Nuevo concepto de comunicación teatral. Obras como El público implican al
espectador en un proceso de reacción y desenmascaramiento social y teatral, es decir,
ético y estético. Pretende una desconstrucción de los medios de expresión y de los
mecanismos de comunicación del ser humano: “¿Por qué hemos de ir siempre al
teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa?” (Prólogo del Autor a La zapatera
prodigiosa ). De este modo trata de cuestionar los dogmas del sistema teatral y social.
Otro de los puntos capitales en la renovación lorquiana del teatro en el siglo
XX es el “dilema del yo” y la devaluación del concepto tradicional de “personaje”:
“El existencialismo y el psicoanálisis desmantelarían la pretendida unidad del
individuo que sirvió de esquema a los dramaturgos realistas y naturalistas. La
discordancia entre la conducta externa y los motivos internos, la incognoscibilidad de
los otros y de uno mismo son los temas que dramatiza el teatro moderno” (A.
Gómez Torres, 1995: 129).
Máscaras y metamorfosis se convierten en signos de expresión discrecional o
discontinua del personaje en el teatro de Lorca. Toda metamorfosis supone una
destrucción sistemática del principio de identidad, lo que remite a una arbitrariedad y
variedad en las formas, que ha de entenderse como rechazo de propio ser.
La fragmentación del personaje dramático en el teatro de Lorca adquiere
manifestaciones especialmente relevantes, que A. Gómez Torres ha tratado de
explicar e inventariar en palabras que conviene recuperar en su integridad:
“La dispersión de lo individual se concreta en los personajes lorquianos a
través de su pluripersonalidad. Este rasgo caracteriza a la muchacha bordadora de los
mil nombres en La doncella, el marinero y el estudiante y reaparece en la prosa Santa
Lucía y San Lázaro, que gira en torno a la pérdida de identidad; late al fondo del guión
cinematográfico Viaje a la luna, donde flota la misma fragmentación del ser que
embarga a otros caracteres tan plurales como las dieciséis niñas reflejadas en los ojos
de Justina, en Posada. Los protagonistas de El público circulan entre biombos y espejos
múltiples. Todos andan, como Soledad Montoya en el romance, buscando su
“alegría” y su “persona”; como la gente de Poeta en Nueva York, vacía siempre en sus
transformaciones. A los Hombres de El público se les escapa el inaprensible
movimiento del ser. Viven disfrazados, desdoblados hasta el infinito. Si don Quijote
podía afirmar “yo sé quién soy”, Yerma desvela la disociación de su identidad al
sentenciar justamente lo opuesto: “yo no sé quién soy”. La Novia de Bodas de sangre
insiste en que su interior contradice la conducta que se le exige: “no quería” marchar
con Leonardo y da a entender que en su conciencia luchan dos voluntades. El
Zapatero de la “farsa violenta” regresa a su propia vida como titiritero, su “otro” yo.
También don Perlimplín o el Joven de Así que pasen cinco años encarnan el mítico
motivo del doble, reverso del problema del “uno” y su negación” (A. Gómez Torres,
1995: 94-95).
El teatro de Lorca transgrede las formas convencionales de la obra dramática,
por su composición, que ofrece un montaje caleidoscópico; sus formas y disposición,
que anulan toda apariencia de linealidad; las partes del drama, que niegan toda
subordinación a una realidad total; y la recepción de la compositio de la obra teatral, que
exige una actividad organizadora por parte del espectador. Paralelamente, Lorca
hereda de la estética del teatro barroco los algunos rasgos esenciales, como el
estímulo sensorial en la escenografía, el desarrollo cromático en indumentaria y
escenificación, o el valor dramático del movimiento y los signos plásticos.
A. Gómez Torres ofrece, en suma, un trabajo de referencia imprescindible,
para la comprensión del teatro experimental de Lorca, en el contexto de la
renovación dramática del siglo XX.
Jesús González Maestro
Universidad de Vigo

Estudios sobre Emilia Pardo Bazán. In Memoriam de Maurice Hemingway, José Manuel
González Herrán compilador. Universidad de Santiago de Compostela.
Consorcio de Santiago, 1997.

Gracias a los decididos esfuerzos de destacados críticos pardobazanianos de


dentro y fuera de Galicia, de dentro y fuera de España, la obra de Dña. Emilia Pardo
Bazán sigue siendo objeto de estudio por parte de los más destacados próceres de la
República de las Letras. Su polémica pertenencia al Naturalismo más ortodoxo va
perdiendo actualidad -y adeptos- en beneficio de una visión más acorde con las
corrientes finiseculares que también le tocaron vivir y de las que, de alguna manera,
su obra fue producto. Y, precisamente, no es ajena a esta dialéctica visión literaria, el
notable estudio, que con motivo de la desaparición de uno de los más eminentes
pardobazanianos -Maurice Hemingway- la Universidad de Santiago de Compostela
les dedica in Memoriam.
Debemos a D. José Manuel González Herrán, Catedrático de Literatura
española de la Universidad compostelana, bajo cuya coordinación se han llevado a
cabo estos Estudios sobre Emilia Pardo Bazán, el habernos proporcionado una de las
mejores y más actuales lecturas interdisciplinarias que de la insigne escritora coruñesa
se hayan hecho hasta la fecha. El mencionado profesor Herrán, citando al
homenajeado y desaparecido Hemingway, escribe de manera harto elocuente al
respecto que se “nos pueden proporcionar nuevas perspectivas sobre la sensibilidad,
la ideología e incluso la biografía de la joven escritora...” (cf. pág. 172)
De los veintitrés artículos que conforman este Estudio puede “que haya
parcelas o títulos reiteradamente comentados” -según confiesa el editor- pero el
innegable interés de la publicación reside, antes que nada, en sus “discrepancias”. Y
es que sólo los grandes escitores como la Pardo Bazán escapan a la
unidimensionalidad y a la unilateralidad de un producción literaria estereotipada.
170 RESEÑAS
Consecuentemente, también a una crítica literaria chata y monocorde. En ello reside
la enorme diferencia que separa a los pequeños de los grandes próceres de la
Literatura y de la Crítica.
En la sobria, matizada y documentada “Presentación” a los Estudios que
lleva a cabo el actual Rector de la Universidad compostelana, el profesor D.
Villanueva rinde un apesadumbrado homenaje al desafortunadamente desaparecido
M. Hemingway: “el mejor homenaje posible para un filólogo e hispanista... que
dedicó lo mejor de su producción crítica... a un estudio fundamental, Emilia Pardo
Bazán, The making of a novelist”.
No carece tampoco de interés la promesa que se desliza, al final de este
artículo, y en la que se nos promete: “la edición de las Obras completas de doña
Emilia que el profesor González Herrán y yo mismo estamos preparando para la
Biblioteca Castro”.
Van siguiendo, luego, toda una serie de trabajos pormenorizados en los que
se ofrece al lector importantes consideraciones, aportaciones y aspectos inéditos de la
obra pardobazaniana. Como no es dado, en una reseña, extenderse, por razones
obvias, pormenorizadamente en todos y cada uno de los aspectos innovadores, que
bien merecería la pena poder resaltar, sólo destacaremos unos cuantos motivos o
temas. Y ello con el fin de estimular el expectante apetito del lector iniciado en la
novelística pardobazaniana.
Así pues, merece comentario el sugestivo e innovador artículo de la profesora
D. Troncoso Durán cuyas mágnificas y atinadas apreciaciones resumen, a nuestro
entender, lo más quintaesenciable de la producción pardobazaniana. Destaca: “En
primer lugar la ironía (pág.315)...por una narradora cuyo actitud hacia lo ironizado es
ambivalente. No creo forzado advertir en este tipo de ironía que ridiculiza sólo hata
cierto límite, un matiz de refinamiento (pág. 316)”.
Creemos sinceramente que no se puede aprehender mejor -y en menos
palabras- la tonalidad finisecular de la Pardo Bazán. Pues, ironía/refinamiento
constituyen el anverso y el reverso de ese estado de ánimo, tan característico y sui
generis de una buena parte de la producción literaria de finales del siglo anterior y
comienzos de éste (Sobre todo en Francia: A. France, T. Gauthier, Baudelaire, etc.).
Ironía / refinamiento, algo que ese gran crítico del romanticismo alemán que fue
Schlegel definió como la “mística negativa de las épocas sin Dios”.
Como no se trata de un estudio monográfico, el resto de los estudiosos que
participan en este homenaje van tratando aspectos muy variados de la escritora
coruñesa. Por su novedad y marcado interés reseñamos esta confesión de la escritora
que nos comunica A. H. Clarke:
“Hay días en los que no distingo lo real de lo imaginario... No deja de ser
interesante que este rasgo sea fundamental en la visión cuentística de Poe (pág. 83)”.
Así, una y otra vez los estudiosos de la obra de Dña. Emilia van aportando
datos fidedignos y contrastados, algo que decididamente contribuye a que nos
forjemos una imagen renovadora y renovada de la que, durante mucho tiempo, ha
sido considerada como la genuina representante del naturalismo literario español.
José Mayoralas García
Universidad de Vigo

CAYUELA, Anne, Le paratexte au Siècle d’Or. Prose romanesque, livres et lecteurs en


Espagne au XVIIe. siècle, Genève: Librairie Droz S. A., 1996, 440 págs.

Como es suficientemente conocido, en los primeros años del Siglo de Oro los
libros impresos van incluyendo o poco a poco elementos editoriales diversos, pero
todavía carecen de la uniformidad que, tanto en su aspecto externo, como en lo que
se refiere a elementos legales, adquirirán con el tiempo. Pronto, sin embargo, se
establecieron leyes para regular la publicación de libros: la pragmática de 1502 dictada
en Toledo por los Reyes Católicos y, sobre todo, las ordenanzas de 1554 y la
pragmática de 1558 obligaron a los editores a seguir una serie de pasos
imprescindibles para permitir la publicación de un libro en esa época. Desde
entonces -con la complementariedad de la pragmática de 1627 que obligaba a la
indicación expresa del año de impresión- todo libro que quisiera imprimirse debía
constar de una serie de elementos: obligatorios legalmente, unos; exigidos por las
costumbres literarias, otros.
La constitución del libro español en el Siglo de Oro ha sido objeto de
abundantes trabajos, ya clásicos algunos (Águstín González de Amezúa, José Simón
Díaz, Jaime Moll, Pablo Jauralde), y de otros más recientes que han ido perfilando y
precisando mejor detalles, aspectos diversos: ilustración (José María Díez Borque),
imprenta (Julián Martín Abad...), inventarios (Jean Michel Laspéras, Trevor J.
Dadson), a los que cabe añadir este libro de Anne Cayuela que ahora reseño.
No es nueva la dedicación de la hispanista francesa a estos temas, pues ya
había publicado anteriormente interesantes trabajos sobre la cuestión (“La stratégie
préliminaire des Obras métricas de Francisco Manuel de Melo”, MCV, XXVIII, 2,
1992, págs. 7-26; “Rire pour lire, lire pour rire. Production et réception du chiste dans
le paratexte de la fiction en prose du XVIIe. siècle”, Tigre, 7, Novembre 1993, págs.
121-137; “Las mujeres de Lope: un seductor en sus dedicatorias”, Edad de Oro, XIV,
1995, págs. 73-83). En el caso que nos ocupa ahora, partiendo de la bibliografía
clásica bien conocida con el adecuado complemento de las últimas tendencias de
crítica literaria aplicada al libro (Genette, Chartier, Estética de la Recepción) y de la
propia investigación en archivos y bibliotecas, la autora lleva a cabo un denso y
penetrante estudio de los preliminares que solían encabezar los libros auriseculares.
Son tres las coordenadas básicas que sigue este trabajo: 1) mostrar la necesidad de
tener muy en cuenta las circunstancias que rodean la publicación de un libro en el
Siglo de Oro; 2) analizar la manera en que los preliminares -lo que la autora
denomina, utilizando terminología de Genette, paratexto- sirven también para
presentar y representar de alguna manera al autor y lectores del libro; y 3) poner de
relieve la importancia de estudiar no sólo el prólogo, quizás la instancia preliminar
más conocida, sino también el resto de constituyentes del paratexto (tasas, privilegio,
172 RESEÑAS
aprobaciones...), pues son “autant de signaux, d”instructions et de consignes de
decodage qui déterminent une marge et une liberté de manoeuvre plus ou moins
grande aux lecteurs” (págs. 10-11). Esta investigación se aplica a un corpus bastante
extenso de obras en prosa de ficción publicadas entre 1599 y finales del siglo XVII.
El libro, a su vez, esta dividido en tres partes. De la primera (“Autour du
texte”), me permito destacar los capítulos primero (págs. 15-53), sobre legislación,
con excelente documentación y puesta al día de los datos conocidos; y tercero (págs.
83-129), sobre lectores y compradores de libros de entretenimiento, que incluye,
entre otros elementos, un valioso cuadro estadístico de ese tipo de libros, tomando la
autora como base todos los inventarios de la epoca a los ha podido acceder (págs. 89-
96), así como consideraciones también interesantes sobre la difusión oral de la
literatura (págs. 108 y ss.) que muestran cómo ya muy avanzado el siglo XVII todavía
era un medio frecuente para acceder a una obra literaria. En la segunda parte
(“Instances de l”auteur et du lecteur dans les paratextes”), creo que alcanza especial
relieve el sugerente análisis que se hace de las referencias a los lectores en los
prólogos (capág. II, págs. 161-177), mientras que en la tercera parte (“De la poétique
du paratexte à la poétique des genres narratifs”), la autora se mueve en un nivel más
teórico, pero sin abandonar nunca la ejemplificación práctica con textos muy
diversos.
Este trabajo de Anne Cayuela se cierra con dos extensas y muy útiles
bibliografías: una primera de Ediciones de obras de ficción en prosa (págs. 332-383), que se
constituye en un amplio catálogo de la ficción en prosa del Siglo de Oro, en el que a
la sintética descripción de la obra inventariada se añade la signatura del ejemplar
utilizado y la edición moderna de la obra, en su caso. Supera, por otra parte,
bibliografías anteriores, como la de Begoña Ripoll (La novela barroca, Salamanca:
Universidad de Salamanca, 1991). La segunda, más breve y en la que se deslizan
algunas erratas fácilmente subsanables en una segunda edición de la obra, incorpora
la bibliografía de consulta citada a lo largo del texto (págs. 383-418).
Un índice onomástico completa este libro de la profesora Cayuela, que cabe
ser considerado como una destacada contribución a los estudios sobre imprenta,
legislación del libro e historia de la lectura en la España del Siglo XVII.
José Montero Reguera
Universidad de Vigo

GALEOTE, Manuel, Léxico indígena de flora y fauna en tratados sobre las Indias
Occidentales de autores andaluces, Universidad de Granada, 1997.

Bajo el título Léxico indígena de flora y fauna en tratados sobre las Indias Occidentales
de autores andaluces, Manuel Galeote realiza un estudio exhaustivo del léxico
indoamericano de la flora y fauna en las fuentes historiográficas y científicas, debidas
a autores andaluces del siglo XVI y principios del XVII. Con ello pretende demostrar
la gran cantidad de términos y préstamos presentes en la economía indígena que la
lengua española adoptó, como por ejemplo nombres de cultivos, plantas medicinales,
árboles y frutos, especies animales, etc.
Entre los problemas metodológicos que se le han presentado al autor, se
encuentra la delimitación de los conceptos de indigenismo (indoamericanismo o
americanismo) y de préstamo. Él mismo los distingue en la introducción de la
siguiente manera:
Los indigenismos son voces extranjeras que han sido adaptadas muy
tempranamente y conservan las características fonético-fonológicas de la lengua
originaria, por tanto se hallan incrustados como organismos extraños en la lengua
literaria.
Los préstamos son voces indígenas adaptadas en su pronunciación o en su
forma gramatical al español para designar las nuevas realidades del mundo animal y
vegetal, es decir todos aquellos elementos trasvasados desde las lenguas
indoamericanas al español.
En sentido amplio identifica los indigenismos con los americanismos, pero
no entendidos como voces nacidas en América, puesto que éstas últimas no serían de
origen indígena y quedarían fuera de la investigación.
La obra en conjunto presenta una estructura muy bien organizada: comienza
con una introducción, en la que describe de forma muy general los objetivos de la
misma. Seguidamente, presenta el vocabulario ordenado alfabéticamente en campos
onomiasológicos: la flora en la que incluye las plantas cultivadas, silvestres y
medicinales; arbustos, drogas, especias y otras sustancias; árboles frutales, frutas y
otros árboles, y fauna :aves, mamíferos, cuadrúpedos, roedores, reptiles y quelonios
además de animales marinos e insectos.
Como complemento al estudio del léxico anterior, incluye muy
acertadamente otro listado de términos de plantas y animales de filiación indígena
desconocida, no documentados en los diccionarios sino en los propios textos, y
ordenados alfabéticamente.
Las conclusiones van seguidas de un completo apéndice en el que describe a
cada uno de los autores de los tratados historiográficos y científicos cuyas obras
forman parte de la documentación utilizada por el investigador.
La obra concluye con la enumeración de las distintas fuentes cronísticas y
científicas utilizadas en la investigación, sin dejar de lado la selección bibliográfica, ni
tampoco un índice de términos generales, de abreviaturas y siglas.
La importancia del trabajo, entre otras cosas, radica en que cada artículo
plantea la significación histórica del término, su procedencia etimológica, la
documentación histórica, etc, teniendo en cuenta el área geográfica de su
procedencia: taína, náhuatl, quechua o guaraní. Todos los artículos que constituyen el
vocabulario recopilado, van documentados con información historico-lingüística,
botánica, zoológica, etc. Además considera el grado de incorporación de los términos
indoamericanos al español y la productividad léxica de los mismos.
Por lo que respecta a las conclusiones a las que llega el investigador, son de
señalar las siguientes:
De la totalidad de indigenismos y préstamos indoamericanos, la mayoría se
174 RESEÑAS
incluyen en la flora, con un número de 222 términos, frente a los 92 pertenecientes a
la fauna y dentro de este grupo los más numerosos son los de las plantas medicinales,
drogas y otras sustancias y plantas cultivadas, tal como lo documentan las tablas que
incluye en su estudio.
En relación a la fauna americana, incluye el grupo de las aves y de los
animales cuadrúpedos como los dos campos onomasiológicos más numerosos.
En cuanto a las obras que más indoamericanismos recogen, figura, en primer
lugar, la de Vázquez Espinosa, quizá como dice Galeote, por ser la más extensa y
tardía; y la de Ximénez de Quesada, en último lugar. Entre estas dos obras se sitúan
por orden decreciente la de Fray Agustín Farfán, Alonso de Zorita, Juan de Cárdenas,
Nicolás Monardes, Miguel Cabello Valboa, Pedro Ordóñez de Ceballos y Martín
Fernández de Enciso.
Las lenguas indígenas que dan lugar a mayor número de indoamericanismos
son el náhuatl , con el 30.57% del total de voces, seguida del quechua (18.15%), el
taína (10.50%) y el tupí-guaraní (4.77%).
Por lo que respecta a la división entre flora y fauna, el número de voces en las
distintas lenguas varía: los nahuatlismos son mayoritarios en la flora (27.38%), al igual
que los quechuísmos que también duplican a los de la fauna (11.78% frente al
6.36%).
Sin embargo, dentro del dominio de la fauna, los términos de origen quechua
son los más numerosos de todos los nombres indígenas de animales (21.73%),
seguidos de los nahuatlismos (10.86%), las voces taínas y tupí-guaraní (8.69%) y de
las chibchas.
Independientemente de estos porcentajes, tampoco pueden olvidarse los
indigenismos de origen incierto relativos a la fauna, que representan el 11.78% del
total de voces analizadas.
A modo de conclusión, puede afirmarse que se trata de un excelente trabajo
de investigación digno de ser consultado por cualquiera que esté interesado por este
tema, ya que encontrará todo tipo de información muy bien documentada -tantas son
las obras que han servido de soporte a esta investigación. No podemos olvidar
tampoco, la completísima selección de referencias bibliográficas que adjunta el autor
a su estudio, de indudable utilidad. Todo ello, al margen de la ingente cantidad de
términos pertenecientes al léxico indígena, que pueden ser consultados de forma
rápida gracias a la presentación alfabética.
Consideramos, en fin, que con este trabajo, el autor realiza una aproximación
rigurosa al conocimiento de la terminología indoamericana incorporada al español.
Fátima Souto Garrido
Universidad de Vigo
Índice
Elisa Cohen de Chervonagura , Discurso judicial y flexión verbal.........................................9

Antonio Gago Rodó , Regionalismo y literatura en Valle-Inclán. Textos (1925-1928).......25

Juan Gómez Capuz, El argot de los soldados de reemplazo: aspectos léxico-semánticos,


lexicogenésicos y fraseológicos..............................................................................
................42

Carmen Hernández García, Una propuesta de clasificación de la interferencia lingüística a


partir de dos lenguas en contacto: el catalán y el español......................................................60

David Mañero Lozano, La estructura de Doña Berta como denuncIa del inmovilismo social
carlista y capitalista...................................................................................................
........78

Hans-J. Niederehe, Lenguas y dialectos románicos de la península Ibérica en el Mithridates de


Adelung & Vater.................................................................................................
...........99

Amparo Ricós Vidal, La pasiva con se agentiva en los textos jurídico-administrativos: su


incidencia pragmática....................................................................................
..................117

Manuel Urí Martín, La técnica retratística de Quevedo: El chitón de las tarabillas..........133

RESEÑAS..........................................................................................................................
165

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