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Conducta prosocial

A través de la investigación previa a este informe se define este concepto como:


cualquier comportamiento que beneficia a otros o que tiene consecuencias
sociales positivas. Toma muchas formas, incluyendo las conductas de ayuda,
cooperación y solidaridad.

“Actos realizados en beneficio de otras personas; maneras de responder a éstas


con simpatía, condolencia, cooperación, ayuda, rescate, confortamiento y entrega
o generosidad”
Vander Zanden James, Manual de Psicología Social, Barcelona, Paidós, 1986, pág. 617.

“La conducta prosocial es en cualquier caso, una conducta intencionada y


propositiva, que siempre se define en función de las consecuencias que tenga
sobre los demás .en un principio aludiría a comportamientos beneficiosos para el
otro, incluyendo cualquier gesto de simpatía, ayuda, cooperación, entrega o
generosidad , realizado voluntariamente.
Vander Zanden James, 1986

“Se entiende por conducta prosocial toda conducta social positiva con o sin
motivación altruista. Positiva significa que no daña, que no es agresiva. A su vez
se entiende por motivación altruista el deseo de favorecer al otro con
independencia del propio beneficio. Por el contrario, la motivación no altruista es
aquella que espera o desea un beneficio propio además del, o por encima del,
ajeno. Como se ve, la definición incluye un aspecto conductual (alude a
conductas) y otro motivacional (alude a motivaciones).”
Condensado de González Portal M, Conducta pro social: evaluación e intervención. Capítulo 3.

“La conducta pro social es un hecho social y, por tanto, debería


ser estudiada teniendo en cuenta el contexto interpersonal en el
que se desarrolla”.
Sánchez-Queija, Oliva y Parra (2006, pp. 261)

La conducta pro social tiene carácter voluntario y se dirige en


beneficio de los demás, aunque no necesariamente tiene que tener
una motivación de tipo altruista (González Portal, 1992).
En esta línea Martorell, González, Aloy y Ferris (1995) definen la
conducta pro social como un “constructo que comprende
conductas de ayuda, compartir, alentar, comprender, ponerse en
el lugar de, entre otras, que pueden tener a su base tanto motivos
egoístas como altruistas” (pp. 96). Entendiendo por altruismo
““aquella conducta [...] que beneficie, de hecho a otros, que sea
voluntaria y que su autor no anticipe beneficios externos” (Ortiz,
1999) ORTIZ, MARÍA JOSÉ: “El altruismo” en <<Psicología Social y Trabajo Social>>. McGraw Hill, Madrid
1999
Creemos que estos autores nos entregan sus aportes complementando con las
demás fuentes extraídas y logran dar una clara definición a nuestro concepto.
Dándonos así la facilidad de poder aclarar aun más este tema con ejemplos que
presentamos a continuación:

 Ser miembro activo de movimientos sociales.


 Responder a campañas de ayuda (Teletón, fundaciones de hogares…)
 Ser solidario con la defensa de una causa.
 Tener motivaciones por el trabajo más allá del dinero y el poder.
 Crear puestos de trabajo.
 Pagar los impuestos.
 Cuidar de familiares y amigos.
 Vivir con un anciano a cambio de alojamiento.
 Donar sangre.
 Cuidar del medio ambiente a través de movimientos ecologistas.
 Comprender las razones del otro.
 Realizar las tareas domesticas en la familia o comunidad

Conducta pro social y otras variables interpersonales

Se han realizado una serie de investigaciones donde se relacionó la conducta pro


social y la antisocial con una serie de variables interpersonales, como por ejemplo
sociabilidad, liderazgo, retraimiento social, agresividad, etc. Al respecto, se
encontraron algunas correlaciones significativas mediante el análisis factorial. Por
ejemplo, a mayor refuerzos o incentivos de ayuda en el ámbito familiar, mayor
socialización del individuo. También, se comprobó que no había una relación
significativa entre conducta prosocial y miedos, pero sí una alta correlación entre
socialización y felicidad. Se vio también muy poca relación entre conducta
prosocial y creencias irracionales o prejuicios.

La conducta prosocial como alternativa a la conducta antisocial. En las dos últimas


décadas se han buscado nuevas explicaciones acerca del fenómeno de la
delincuencia, búsqueda motivada tanto por factores sociales (la sociedad
demanda explicaciones satisfactorias y útiles) como por factores profesionales (los
investigadores lograron avances en la comprensión del proceso individual de la
socialización).

Aplicando la teoría de Bandura del aprendizaje social, es posible desarrollar


habilidades prosociales como respuesta alternativa a la conducta agresiva. Este
método para reemplazar la conducta agresiva por conductas prosociales se basa
en tres técnicas. Primero, por el modelado la persona puede ver cómo otros se
comportan en forma socialmente aceptable. Segundo, por la práctica reiterada esa
persona practica dicha conducta reiteradamente y en forma guiada. Tercero, por la
planificación del éxito, es decir que esa persona compruebe que comportarse de
esa manera reditúa beneficios o éxitos. Aplicando tal esquema se obtuvieron
buenos resultados no solo en delincuentes sino también en niños de
comportamiento agresivo.
Las razones que justifican el empleo de métodos para obtener conductas
prosociales son tres: a) La deshumanización que ha producido el desarrollo de las
grandes ciudades, b) el desarrollo enorme de los medios de comunicación, que
han hecho aumentar la difusión de información y casos límites, y c) un paradójico
aumento y reducción convergentes de la sensibilidad de la sociedad ante
situaciones de emergencia y de necesidad experimentadas por otros.
Condensado de González Portal M, Conducta prosocial: evaluación e intervención.
Capítulo 3.

La conducta pro social ha sido analizada en relación con otras


variables.
Una investigación realizada en España acerca de la conducta pro
social,
teniendo como muestra a 513 adolescentes de entre 13 y 19 años,
encontró que las mujeres se mostraban en general más pro
sociales que los hombres y que, a medida que aumentaba la edad
de la muestra, las chicas mantenían los niveles de pro sociabilidad
mientras que los chicos las disminuían (Sánchez-Queija y cols.,
2006).
Estos mismos autores indican que el desarrollo social positivo,
referido concretamente a las habilidades cognitivas, emocionales y
comportamentales, dependerá en gran medida de la aceptación
del menor por su grupo de iguales. Igualmente se han investigado
las relaciones existentes entre las conductas pros sociales y
antisociales con el auto concepto y la autoestima. Sabemos que
poseer un auto concepto y una autoestima elevadas van a
favorecen la realización de acciones pro sociales. (Gutiérrez y
Clemente, 1993).

En el trabajo realizado por Mestre, Samper y Frías (2002) con 1285


adolescentes de edades comprendidas entre los trece y los
dieciocho años, se concluyó que las personas más inestables
emocionalmente y con menos habilidades para controlar su
impulsividad mostraban patrones de actuación menos pro sociales
que en las que eran capaces de autor regularse. Los autores de
dicha investigación señalan que la empatía actúa como inhibidora
de la conducta agresiva y facilitadora de la conducta pro social.
Conducta prosocial en niños

La conducta prosocial de los niños está muy influida por lo que ven
hacer a los demás. (Eisenberg y Murphy, 1995).

Las conductas prosociales o altruistas incluyen compartir,


cooperar y ayudar. Incluso los bebés muestran algunos tipos de
conducta prosocial. Con la edad, la conducta prosocial aumenta,
aunque la relación no es simple. Los procedimientos de
experimentación habituales pueden exagerar las diferencias en
compartir y ayudar que se consideran existentes entre los niños
mayores y los más pequeños. Sin embargo, los niños mayores si
parecen realmente más capaces de cooperar que los pequeños.
(pag. 639, Ross Vasta, Marshall M. Haith & Scott A. Miller.
Psicologia Infantil. 2008. Editorial Ariel, S.A.

Ha quedado, como resultados de los estudios de Zahn-Wáxler,


Racke-Yarrow y King (1979) y Robinson, Zahn-Wáxler y Emde
(1994), que algunos tipos de conducta de los padres se relacionan
más de cerca con el desarrollo de las tendencias prosociales de los
hijos que otros tipos, Estos son:

1. La provisión de reglas y principios claros. Como lo observaron


Zahn-Wáxler y sus colaboradores, las madres que explican las
reglas de conducta en forma explícita (“¡No se golpea a la gente!”)
y que también son muy claras acerca de las consecuencias de los
actos de sus hijos (“si golpeas a Susana la vas a lastimar”)
promoverán mas la conducta prosocial. De esa manera dan a sus
hijos líneas directrices que a su vez puede}n interferir a otras
situaciones, en tanto que las prohibiciones no explicadas (“¡No, no
hagas eso!”) no pueden ser utilizadas de las misma manera.

2. La convicción emocional por parte de los padres. Según Zahn-


Wáxler y sus colaboradores, las explicaciones no deben darse de
manera tranquila y fría. Por el contrario, cada vez que el mensaje
cognoscitivo básico es embellecido por los padres con la intensidad
del sentimiento, será más factible que el hijo aprecie la
importancia de ese mensaje. Por consiguiente, se observó en ese
estudio que las madres que se expresaron con fuerza, aun a veces
con dureza, tenían hijos con las más altas puntuaciones en
altruismo.

3. Atribución de cualidades prosociales al niño. Cuando con


frecuencia se dice a los niños que son “serviciales” o “generosos”
o “gentiles”, incorporarán esos atributos como cualidades de su
propia personalidad percibida y en consecuencia se mantendrán
fieles a su reputación. De ese modo, los niños llegan a apreciar que
la motivación en situaciones sociales procede de fuentes internas;
cuando los niños perciben que su buena conducta es fomentada
sólo por agentes externos, es poco probable que sean “buenos”
cuando está ausente ese agente externo.

4. Modelo dado por los padres. Tal vez el demostrar una conducta
altruista a los hijos es una de las funciones más importante de los
padres. Aunque ya no se considera que la imitación desempeñe el
papel vital que en algún momento le atribuyó la teoría del
aprendizaje social, el principio de que los los actos hablan más
fuerte que las palabras es muy importante al explicar la influencia
de los padres en los hijos. En todo caso, la madre que manifiesta
con frecuencia una conducta altruista hacia los demás también
podrá ser la madre que se comporta de una manera empática
hacia su propio hijo.
(336. Desarrollo social. H Rudolph Schaffer. Siglo Veintiuno
editores. 2000)
Como podemos darnos cuenta con este planteamiento, al igual que
con nuestra experiencia, los niños sólo son un reflejo de lo que
hacen sus ejemplos, los adultos, sus modelos, sus cercanos, de
esta manera los niños quedan a una libre construcción de las
conductas y/o acciones que ellos desarrollaran a lo largo de sus
vidas tan sólo con un buen patrón de conducta a seguir estos
pueden transformarse en personas con conductas prosociales,
todo lo contrario a recibir muestras de violencia o maltrato,
acciones que le dirán al pequeño que estas conductas son
normales y que no hay problema con realizarlas.

Teorías explicativas de la conducta prosocial

Existen diversas teorías que intentan explicar el proceso detrás de la conducta


prosocial. En primer lugar, la perspectiva etológica y sociobiológica entiende el
altruismo como “la reducción de la aptitud genética personal en vistas a la mejora
de la aptitud genética personal de otros”, poniendo énfasis en las bases biológicas
de la conducta prosocial. El enfoque cognitivo-evolutivo se centra en el rol del
desarrollo cognitivo y moral sobre la conducta prosocial, aunque las
investigaciones empíricas sobre esta relación han tenido resultados mixtos. Un
tercer enfoque es el psicoanalítico, la cual concibe la conducta prosocial como un
medio del ser humano para otros fines, como lidiar con la culpa, resolver un
conflicto interno, compensar ansiedad u ocultar la agresividad.
( Maite Garaigordobil, 2003,Psicologa)

Según los socióbiologos hay dos tipos de conducta prosocial:

Ayuda a parientes: (Hamilton) (1964)

El individuo se arriesga en favor de otros que están genéticamente relacionados


con el. (…) Depende del grado de parentesco con ellos, de las perspectivas
reproductoras de ellos y del nivel de riesgo a que nos exponemos. De acuerdo a
estos postulados sociobiológicos, una mujer no debería arriesgar su vida ni
siquiera por su gemela idéntica si esta ya rebaso la edad de la procreación.

Ayuda Reciproca: (Trives) (1971)

El individuo ayuda a personas sin parentesco esperando que el beneficiado le


devuelva después el favor.

En el comportamiento prosocial podríamos establecer los siguientes factores:

Aprendizaje Emociones Genética

Conducta Prosocial Roles

Motivos

Altruismo
Normas Cogniciones

Autoconcepto

Factores sociales relacionados con la empatía y la conducta


prosocial

Como su propio nombre indica, la conducta prosocial es un hecho


social y, por tanto, debería ser estudiada teniendo en cuenta el
contexto interpersonal en el que se desarrolla. Encontramos
trabajos que muestran que los adolescentes de las culturas
tradicionales, que participan diariamente en contribuir al bienestar
familiar son más prosociales que aquellos de culturas
individualistas, donde prima la competitividad y la autonomía del
individuo (Carlo, Roesch, Knight y Koller, 2001; Grusec, Goodnow y
Cohen, 1996; Whiting y Whiting, 1975).

También se ha hecho referencia a la influencia de los estilos de


crianza en el desarrollo de la conducta prosocial y la empatía
(Eisenberg y Fabes, 1998; Eisenberg, Valiente y Champion, 2004).
Así, hace años que Zahn-Waxler, Radke-Yarrow y King (1979)
demostraron que las madres de los niños que se mostraban más
compasivos utilizaban un estilo no punitivo y afectuoso a la hora
de educar a sus hijos, instándolos al consuelo de la víctima en el
caso de que la hubiera, mientras que las madres más punitivas
tenían hijos menos compasivos.

En la interesante revisión de Eisenberg y Morris (2004), las


autoras concluyen que un clima afectuoso y de apoyo será
promotor de la conducta prosocial y la empatía cuando los padres
utilicen la inducción y sean un modelo de conducta prosocial,
además de tener expectativas altas sobre la prosocialidad de sus
hijos e hijas.

Quienes sienten satisfechas sus necesidades emocionales en una


familia con vínculos seguros y afectuosos, estarán menos inquietos
por sus propias preocupaciones y podrán interesarse y ser
sensibles a las necesidades de los demás; quienes crecen en un
ambiente de amor y afecto tendrán un buen modelo que adoptar
sobre cómo actuar con los demás. Ambas explicaciones no tienen
por qué ser excluyentes (Davis, 1994).

La empatía - entendida tanto como la habilidad para comprender


el punto de vista de la otra persona, como la capacidad para
mostrar sentimientos de preocupación ante la necesidad de otra
persona- y la capacidad para realizar razonamientos pro sociales
se encuentran estrechamente relacionados. (Davis, 1983).

Otros estudios han mostrado que la falta de empatía está asociada


con agresiones sexuales entre hombres (...), abuso de niños (...),
agresiones entre varones (...), comportamiento antisocial (...) y
actitudes negativas hacia los homosexuales (...). En el otro lado del
espectro, los estudios sobre empatía disposicional encuentran que
está relacionada con el comportamiento pro social (Stephan y
Finlay, 1999, p. 731)

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