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AL CAPONE , VERDUGO Y AMO DE LA CORRUPCION

sábado, 03/02/2007

Sin abandonar la sonrisa torva en su rostro desfigurado por la cicatriz, el siniestro


Alphonse Gabriel Capone, mas conocido como Al Capone o Scarface (Caracortada)
levantó su imperio del mal con la corrupción generalizada de jueces, gobernadores y
policías, que cobraban religiosamente en la planilla de la mafia.

Su voz era temida en el hampa donde se impuso a sangre y fuego. Los testigos que no
aceptaban ser sobornados eran acribillados a balazos en supuestos asaltos o tenían la
costumbre de morir en accidentes extraños que nadie investigaba a cabalidad. Nunca se
le probó un crimen y solo pudo ser enviado a prisión por evasión de impuestos. Una
bicoca para el Rey del Hampa pero que acabó por hundirlo en el infierno que se
merecía.

Al Capone nació el 17 de enero de 1899 en Florida. Su carácter violento lo llevó a la


senda del delito desde su adolescencia en que integró las bandas, los "Brooklyn
Rippers" y los "Forty Thieves Juniors", que se especializaban en delitos menores.

A los 14 años de edad dejó la escuela después de pelearse con un profesor que le llamó
la atención. Se desempeñó en varios trabajos por toda Nueva York, incluyendo una
tienda de golosinas, pero su carácter irascible lo llevaba a enfrentarse con medio mundo.

Capone quiso "sentar cabeza" uniéndose a la banda "Five Points", de Frankie Yale.
Empezó a trabajar como camarero y gorila en el establecimiento de su jefe , el Harvard
Inn.

La paz duró poco. Capone se enzarzó en una pelea de cuchillos con Frank Gallucio a
causa de su hermana. Gallucio le rajó la cara a Capone, ganándose éste último el
sobrenombre que llevaría el resto de su vida: Caracortada (Scarface).

En 1918, se casó con Mae Coughlin, una chica irlandesa, y tuvieron un hijo ese año,
Albert 'Sonny' Francis Capone. La pareja vivió en Brooklyn durante un año. En 1919 se
mudó a Amityville, Long Island para estar cerca de "Rum Row." Para esa época ya
había cometido dos asesinatos, por lo menos.

EN LA CUMBRE DEL MAL

A mediados de 1919 llegó Chicago con la aureola de gangster y comenzó a trabajar con
el equipo de Johnny Torrio quien de inmediato reconoció su talento al observar como
destrozaba a sus víctimas y en 1922 lo convirtió en su segundo para los negocios
ilegales de juego, alcohol y prostitución,

Cuando Torrio sufrió un atentado prefirió regresar gravemente herido a Italia y dejó las
riendas de su negocio a Capone que amasó una fortuna. Se calcula que entre 1925 y
1930 ganaba unos 100 millones de dólares al año.
En 1928, Capone compró un refugio en Palm Island, Florida, en cuyo paradisíaco
escenario planeó siete de las más notorias masacres entre bandas del siglo XX , como la
tristemente célebre Matanza de San Valentín perpetrada el 14 de febrero de 1929.

Sin embargo el plan falló porque su rival, Bugs Morán, llegó tarde a la cita y escapo
herido. Nadie fue procesado por el crimen y los testigos se hicieron humo. Se
atribuyeron los asesinatos a Capone y sus hombres, especialmente Jack "Machine Gun"
McGurn, quien se piensa que podría haber realizado los disparos, pero como parte de
las leyendas urbanas de la mafia.

LAS MALAS CUENTAS


Capone se cuidaba al milímetro para no verse involucrado con sus negocios ilícitos y
mucho menos ganancias o signos exteriores de riqueza. Todo lo demás lo solucionaba
con dólares o un disparo en la cabeza. Como se estila en la mafia moderna, tenía ofertas
que nadie podía rehusar.

Las nuevas leyes promulgadas en 1927 permitieron al gobierno federal perseguir a


Capone por evasión de impuestos, su mejor opción para encarcelarlo al fin, una misión
que no habían logrado "Los Intocables" de Ellliot Ness, a pesar de los enfrentamientos a
balazos y las versiones periodísticas.

Fue el agente de Internal Revenue Service, IRS, Frank Wilson, quien pudo desentrañar
los entretelones de la organización a encontrar recibos que relacionaban a Capone con
ingresos por juego ilegal y la consiguiente evasión de impuestos.

En 1931, fue encontrado culpable en cinco de los 23 cargos y sentenciado a 10 años en


una prisión federal, por lo que fue evacuado a la cárcel de Atlanta. Sin embargo se
descubrió que Caracortada aún era capaz de controlar la mayoría de sus negocios desde
ese presidio.

En agosto de 1934 se ordenó su traslado a la temida isla prisión de Alcatraz donde era
vigilado estrictamente y tenía prohibido cualquier contacto con el exterior. Al revocarse
la "Ley seca" y con su líder bajo confinamiento, su imperio se derrumbó como un
castillo de naipes.

SOBERBIA Y SIFILIS
Desde mediados de la década del 30, en la prisión de Alcatraz, el mafioso empezó a
mostrar signos de demencia pero su soberbia lo llevó a negar atención médica, igual, sin
presagiar que la sifílis estaba devorando su organismo e infectaban la masa encefálica.

Víctima de alucinaciones y pesadillas, pasó gran parte de sus últimos años de reclusión
en el hospital de la prisión y finalmente fue liberado el 16 de noviembre de 1939. Se
retiró a su propiedad de Miami Beach, Florida, donde se aisló del mundo exterior. El 21
de enero de 1947, sufrió un derrame cerebral, y murió 3 días después de pneumonía.
Fue enterrado en el Cementerio Mount Olivet, y trasladado al Cementerio Mount
Carmel al Oeste de Chicago, junto a los restos de su padre y hermano.

El amo y verdugo de la corrupción había caído en una agonía infernal. Y es que, como
decían los médicos forenses, Capone pudo comprar, amenazar o matar al que se cruzara
en su camino, pero no a las espiroquetas de la sífilis que se despacharon a su gusto en su
organismo durante 17 largos años, hasta llevarlo a la tumba.

Escribe Ernesto Chávez Alvarez


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La matanza de San Valentín

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Por Leonardo Moledo

Ayer fue el día de San Valentín, y el día de San Valentín siempre evoca recuerdos
encantadores y tiernos: el 14 de febrero de 1929, mientras presumiblemente las parejas
se besaban e intercambiaban cartas de amor –y puede ser que hasta regalos–, los
hombres de Al Capone masacraron a los integrantes de la pandilla rival de los
O’Banion.
La cosa fue así: en el año 1919, como ahora los cigarrillos o los musulmanes, el alcohol
estaba en el primer rango de las obsesiones norteamericanas y era el máximo peligro
que afrontaban o creían afrontar. Así, con la misma saña con que ahora persiguen el
tabaco o bombardean Irak, decidieron perseguir todo lo que fuera etílico, y para ello se
decretó la prohibición del consumo de alcohol en todo el territorio de los Estados
Unidos, como si fuera una nación coherentemente islámica. La Ley Seca entró en
vigencia el 16 de enero de 1920.
Como los apóstoles de la prohibición habían previsto, hubo paz en las tabernas. Sin
embargo (y esto no se les había ocurrido), hubo bastante trajín en los cementerios: el
consumo de alcohol no disminuyó, sino que se hizo de manera ilegal y, en
consecuencia, las guerras entre pandillas que disputaban los territorios de distribución
clandestina de bebidas alcohólicas, con su secuela de crímenes y asesinatos, se fueron a
las nubes.
Ahora bien: la mafia más importante de Chicago era conducida por Johnny Torrio, que
contrató como lugarteniente a un joven venido de Nueva York, discípulo de Louie el
Zurdo y Gyp el Sanguinario en la temible “Pandilla de los Cinco Puntos” de Nueva
York (un ejército de delincuentes y asesinos “tan insignificantes o espléndidos como los
guerreros de Troya y Junín”, según decía Borges). Se llamaba Alphonse Capone y era
un muchacho emprendedor, que se instaló en Chicago como comerciante de muebles de
segunda mano (o al menos eso decía en su tarjeta de visita). En menos de tres años
había logrado desplazar a su jefe, controlar casi todo el tráfico de alcohol clandestino en
Chicago, y armar una fuerza de setecientos hombres decididos a juguetear con sus
fusiles de caño recortado y sus ametralladoras Thompson ante cualquier intento de
competencia. Sus ganancias eran fabulosas, había logrado instalar su propio alcalde,
tenía en sus manos a policías y jueces, y había instalado su cuartel general en el hotel
Hawthorne.
Pero los imperios, sean de tierra, aire, agua, fuego o alcohol necesitan siempre sangre, y
así, los grupos rivales de Al, como los Genna y los Aiello, fueron eliminados por el
expeditivo método de las matanzas en serie.
Sin embargo, el principal problema eran los O’Banion, que llegaron a poner en serio
peligro el poder de Capone, y para los cuales hizo falta un poco de delicada
imaginación. El jefe de los O’Banion, Dion, era un tipo bastante raro, que ejercía como
mafioso de noche y de día se dedicaba a su verdadera pasión: la floricultura (lo cual
muestra, de paso, que no todo el mundo puede realizarse haciendo lo que realmente le
interesa y que seguir una vocación siempre es un problema complicado). Así pues, Dion
O’Banion tenía una florería donde atendía personalmente a los clientes, con los cuales
se embarcaba en largas charlas sobre orquídeas (su especialidad), llevando sobre su
cuerpo tres armas de fuego. Una mañana, se detuvo frente al negocio un coche del que
bajaron tres hombres; uno de ellos lo saludó cordialmente dándole la mano y luego la
retuvo, mientras sus dos compañeros lo rociaban no con el agua que O’Banion usaba
para sus flores, sino con una lluvia de balas (en El Padrino I hay una escena parecida).
En el entierro, que presenció el espectáculo de veintiséis automóviles cargados de
flores, se destacaba un cesto floral con la inscripción: “De Al”. ¿No es conmovedor? Y
ahora viene la historia de San Valentín. Porque resulta que, aunque su jefe estaba
muerto, los O’Banion no estaban, ni mucho menos, derrotados: en una ocasión barrieron
el hotel de Al Capone y los edificios próximos con ráfagas de ametralladoras (lo
hicieron a plena luz del día, después de haber disparado balas de fogueo para dispersar a
los transeúntes y no herir a ningún “inocente”); un tirador se bajó de los automóviles y
disparó cien balas dentro del despacho de Capone, que se salvó tirándose al piso en el
restaurante del hotel.
Y la guerra siguió: el 14 de febrero de 1929, día de San Valentín, siete de los O’Banion
estaban sentados en un garaje esperando un cargamento, cuando se detuvo en la puerta
un lujoso automóvil del cual descendieron tres policías y dos hombres de civil. Los
“policías” entraron al garaje, desarmaron a los O’Banion, y les ordenaron ponerse de
espaldas, apoyando las manos contra la pared. Estos, que por cierto no tenían problemas
con la policía, con la cual estaban en general arreglados, cumplieron la orden. Entonces,
los dos hombres de civil los ametrallaron a quemarropa. Y a continuación, los “policías”
“arrestaron” a los dos asesinos y se los “llevaron” en el mismo auto en el que los cinco
habían venido. ¿No era ingenioso? Cualquier transeúnte sólo habría presenciado un
decoroso arresto por los agentes del orden. Y esa fue la “matanza de San Valentín”, que
aparece en una escena de la película Una Eva y dos Adanes (1959, dirigida por Billy
Wilder, con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon). Es difícil saber qué tiernos
regalos de San Valentín les hicieron esa noche a sus novias, amantes o esposas, los
muchachos de Al Capone, pero lo que sí es seguro es que los de O’Banion no les
hicieron ninguno.

El 14 de febrero es un día evocador para el amor. Pero si nos remontamos a 1929, en la


ciudad de Chicago, mientras miles de parejas se besaban y el amor se tornaba
protagonista, un puñado de hombres armados a las órdenes de Al Capone masacraron a
los hombres de O'Banion, su rival.
En plena ley seca, la disputa entre las bandas mafiosas de Chicago por el control del
tráfico ilegal de alcohol se volvió encarnizada. Dion O'Banion, un tipo extraño, era el
principal rival de Al Capone, en creciente apogeo por aquel entonces. Dion era mafioso
de noche y floricultor de día. Mientras cuidaba en su local de las orquídeas llevaba
ocultas en su cuerpo tres armas de fuego. No eran tiempos para descuidarse.

Un buen día, tres hombres (de Capone) se detuvieron frente a la floristería, uno de ellos
lo saludó efusivamente y lo retuvo mientras los otros dos le hicieron entrega de un
ramillete de balas. En el entierro, Al Capone le envió un ramo, esta vez de flores, con su
nombre. Así las gastaban por aquel entonces. Pero no fue suficiente para acabar con el
rival. Los hombres de O'Banion no se amilanaron y le dejaron un recado. Barrieron el
hotel de Capone y sus edificios colindantes con sus ametralladoras y a plena luz del día.
Un tirador entró a su despacho y le roció con cien balas, mientras Capone se escapaba
milagrosamente lanzándose al piso en el restaurante del hotel.

La guerra no se detuvo y el 14 de febrero de 1929, siete hombres de O'Banion estaban


sentados en un garaje esperando un cargamento de whisky, cuando se detuvo en la
puerta un coche del que se apearon tres policías y dos civiles. Entraron, los desarmaron
y les ordenaron ponerse de espaldas con las manos en la pared. Los de O'Banion no
temieron nada, en principio, puesto que los asuntos con la policía solían estar
"arreglados". A continuación, los dos hombres de civil vaciaron sus ametralladoras. Los
tres policías esposaron a los dos civiles y salieron en el mismo coche. Cualquier
transeúnte solo había presenciado un habitual arresto por parte de los agentes. Un plan
ingeniado y perpetrado bajo la tutela de Al Capone.

Esta cruenta historia ha sido contada en películas como la comedia de Billy Wilder,
"Con faldas y a lo loco" ("Some like it hot", 1959). O también en "Scarface" (1932).
Pero fue el maestro Roger Corman, quien en 1967, dirigió "La matanza del día de San
Valentín", basándose fielmente en los hechos precedentes y que dieron lugar a la
famosa masacre.

Con la concisión y sencillez propias de Corman, realizó una película dura y realista,
contando con el mayor presupuesto de su carrera, lo que no quitó que Corman impusiera
cierta austeridad de medios para la realización. La película comienza con el
descubrimiento de los cadáveres por una vecina del local donde fueron masacrados por
los sicarios y mediante sucesivos flashbacks se van contando pasajes precedentes,
atribuyendo la responsabilidad de la matanza a Al Capone, interpretado magistralmente
por un duro Jason Robards. La película contiene grandes escenas de violencia,
intentando reconstruir los verdaderos hechos y la manifiesta crudeza de la mafia de la
época. Corman hizo un ejercicio de estilo, limpio y simple, intentando mostrar la acción
desgarradora y la violencia explícita, con gran verismo, acompañados de una fotografía
y una música que refuerzan la ambientación. Como curiosidad, apuntar que un
jovencísimo Jack Nicholson (descubierto por Corman) aparece brevemente en la
película.

Feliz día de San Valentín, día para el amor y saldar cuentas pendientes.
Publicado por Dr. Strangelove

Etiquetas: Efemérides

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