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HACIA UNA FILOSOF{A DEL ACTO ETICO MM. Bajtin [J También la actividad estética resulta impotente para similar la caducidad del ser y su cardcter de acontecer abier- to, y sit producto, en este sentido, no ese) ser en su devenir real, sino que se integra a éste, con su propio ser, mediante el acto histérico de la intuicién estética eficaz. Tampoco la inti ign estética logra aprehender la unicidad del acontecer, pues to que sus imagenes aparecen objetivadas, es decir, su conteni- do ha sido sustra{da del devenir Unico y real, de tal modo que ‘no son participes del devenir (s6lo partieipan en é! en la medi- da en que representan ef momento vivo y viviente de Ia com ciencia del espectador) Un momento general importante del pensaraiento te6rico discursivo (en ciencias naturales y en filosofia), de la represen- tacign descripcién histériea y de Ia intuiciOn estética es el siguiente, Todas las_actividades mencionadas establecen uti ‘sign de principio entre el contenido-sentido de un acto (ac tividad) determinado y la realidad histérica de su existencia {como vivencia experimentada en Ia realidad por una sola ver), cuya consecuencia es que el acto pierde sti capacidad de ser valorado, lo mismo que se pierde la unidad entre su deve- nir viviente y la autodeterminacién. Sélo elfiSigan a foaled) es real y participa en el acontecimiento anitario de ser, s6lo este acto es vivo y Es plena [7] e inextricablemente, es decir, esti en el proceso de generacién, deviene, se realiza, siendo partfcipe viviente del acontecimiento de ser: forma parte de Ja uunidad nica del proceso de. ser, pero esta participacién no penetra en su aspecto de contenido semntico, aspect que pretende autodeterminarse plena y definitivamente dentro de Ja unidad de una u otra Area del sentido —de la ciencia, del arte, de la historia—, mientras que estas areas objetivas en su sentido propio, mas alls del acto que las integra, no son reales, segin hemos demostrado, Como resultado, dos mundos se ‘oponen el uno al otro, mundos incomunicades entre sf y mu- wamente impenetrables: el mundo de Ia cultura y el mundo de la vida. Este altima es el dnico mundo en el que creams, conocemos, contemplamos, hemos vivide y morimos. El pri: mero es cl mundo en el cual el acto de nuestra actividad se vuelve objetivo; e! segundo es el mundo en el que este acto realmente transcurre y se cumple por tiniea ver, El acto de nuestra accién, de nuestra viveneia, como Jano bifronte, mira hacia Iados opuestos: hacia la/unidad objetiva del érea cultural 'y hacia la(unicidad irrepetible de la vida transcurrida, sin que exista un plano dinics y unitario en el cual sus dos caras se determinen reciprocamente en su relacién con una y unidad. Esta unidad Gnica puede ser tan sélo el acontecimiens to tinico de ser que se produce, de modo que todo lo teérico y todo lo estético ha de definirse como uno de sus aspectos , desde luego, ya no en términos teéricos 0 estéticos. Para poder proyectarse hacia ambos aspectos —en su sentido y en su ser—, el acto debe encontrar un plano unitario, adquirienda a unidad de la responsabilidad bilateral tanto en sit contenido (responsabilidad especializada) como en su ser (responsabili- dad moral),' de modo que Ja responsabilidad especializada debe aparecer como momento adjunto de In responsabilidad moral tinica y unitaria, Es la vinica manera como podria ser superada Ia incompatibilidad y la impermeabilidad reciproca viciosa entre la cultura y la vida. 1 dante, ogu 5 rele ata responobiliid ontcégenyinkeente a) iis bucho ce ss, rue eC) en sa cad del sconces (by) no Sino eer fms eyo ye cr Se lund conipromet (EB) 8 Cualquier pensamiento mio, con su contenido, es mi acto ético [pasTuFOK] individual y responsable, es uno de los actos éticos de os cuales se compone mi vida sinica, concebida como un actuar ético permanente, porque la vida en su total dad puede ser examinada como una especie de acto ético complejo: yo acto mediante toda mi vida, y cada acto y cada vivencia aislada es un momento de mi vida en cuanto actuar dtico, Este pensamiento en cuanto acto ético es integral: tanto su contenido seméntico, como et hecho de su presencia en mi conciencia real de hombre singular, de hombre totalmente d terminado, que acta en un tiempo determinado y en determi- nadas condiciones, ¢5 decir, toda la historicidad completa de mi pensamiento: ambos momentos, pues, tanto el seméntico como el histérico individual (fictico) estan unidos indivistble- mente en la valoracion de mi pensamiento concebido como acto responsable. Pero el momento de contenido semdntico, esto es, el pensamiento en cuanto juicio de validez universal, pue- de tomarse aisladamente, Para este aspecto seméntico, el as- pecio histérico e individual es absolutamente indiferente —su autor, el ticmpo, las condiciones y la unidad moral de su Vida, puesto que este juicio de validez universal se refiere a la unidad teérica del drea te6rica correspondiente, y es su lu- gar en esta unidad el que determina su importancia exhausti- vamenie. La valoracién de un pensamiento concebido como acto ético individual toma en cuenta y abarea plenamente el momento de la importancia teérica dé un pensamiento-juicio; la evaluacion de la significacién del juicio representa el mo- mento necesaria en la contextura del acto ético, si bien no en forma exhaustive, Pero para la validez teérica de un juicio, el momento individual e histérico, la transformacién del juicio en un acto responsable de su autor, es irrelevante, Yo, en cuanto ente que realmente razona y es responsable por el acto de su raciocinio, no puedo encontrarme a mf mismo en un juicio de valide universal. El juicio teéricamente valido es en todos sus momentos impenetrable para mi actividad indivi- dual y responsable. No importa qué momentos distingamos en tun juicio con validez teérica —su forma (las cateogorfas de la sintesis) y su contenido (Ja materia, Ia dacién experimental y sensorial), cbjeto y contenido, la significacién de todos estos 9 momentos es absclutamente impenetrable para com el me- mento de acto individual, concebido como acto ético del (suje- to) pensante. El intento de pensar el deber ser (dotzkenstvovanie] como tuna categoria formal superior (afirmacion-negacion en Ric keert) esté fundado en un malentendido. Lo que el deber ser puede fundamentar es justamente la presencia real de un jui- io dado precisatmente en mi conciencia, en condiciones deter rminadas, es decit, a historicidad concreta de un hecho indivi- dual, mas no la validez te6rica del juicio en sf misma. El mo- mento de la verdad teérica es nevesario, para que el juicio se convierta en deber para mi, pero no es suficiente, puesto que tun juicio veridico no es, por serlo, un acto de deber del pensa- micnto. Me permitiré una analogfa algo burda: el hecho de que un acto sea técnicamente ineprochable atin no resuelve la cuestiGn de su valor moral. Con respecto al deber ser, la ver- dad teérica posee un carfcter tgenico, Si el deber ser represen- lam un momento formal de) juicio, no existiia raptura erire la vida y la ereacién cultural, entre el acto ético, el momento de Is unidad del contexto de mi vida particular y el contenido sernantico del juicio, que es parte de la unidad teérica objetiva de Ja ciencia, lo cual habria significado la existencia de un mismo contexto unitatio de la cognicién y de la vida, de la cultura y de la vida, y esto, desde Inego, no existe. Sostener un juicio como verdadero significa remitirlo a una cierta unidad tedrica, pero tal unidad esta lejos de set Ia unidad histérica singular de mi vida No tiene sentido hublar acerca de un cierto deber ser se6ri- co especial: puesto quie pienso, debo pensar verazmente, a ve- racidad es el deber ser del pensamiento. En realidad, ges por fostuna el womento dal deber ser pragio de la misma veraci- ad? El deber ser surge solo en la correlacién de la verdad, significativa en si misma, con nuestro auténtico acto de cono- cimiento, y este momento de correlacién es el momento histé- ricamente ‘nico, es un acto siempre individual, aue no reper cate en absoluto en la signilicancia teérica de un juicio: se trata de un acto ético, evaluable © imputable en el contexto unico de la vida Grica y reat del sujeto, Para el deber sev la veridicidad [istinnost] sola es insuficiente [puesto que importa 10 asimisme] el acto responsable del sujeto que proviene de su interior, acto de reconceimiento de la veridicidad del deber set, y este acto no penetra en absoluto en la composicion teé- ica y la significacién del juici, Por qué, si es que yo pienso, Yo debo pencar veridicamente [srinmo]? A partir de la defini- Bion teorico-cognitiva de Ja veridicidad no resulta en abschote Su deber ser, su definicién no contiene en absoluto este mo- Trento, que no es deducible de Ia definicién; s6lo puede ser laportado y adherido desde fuera (Busses)? En general ni una Shia definicign te6rica o un postulado pueden incluir en si el momento de deber ser, ni ser dedvicidos de ellos. No existe ur Heber ser esttico, cientiGico, ai un deber ser ético, sino que txisten lo estética, te6rica, socialmente significative, y el de- ber ser, para el Cual todas estas significaciones son de cardcter tecnico, se les puede agregar. Estos postuladas adquieren st significancia en la unidad estética, centifica, sociclegica: el de- ber ser en la unidad de mi singular y responsable vida. En general —y vamos # desarvollar mis adelante este punto— no fe puede hablar de ninguna norte moral, ética, del contenido Ge un determinado deber ser. El] deber ser no pasee un conte hido determinado y especificamente te6rico. Todo lo que tiene lina significacién desde el punto de vista del contenido puede ‘aumir el deber ser, pero no existe ni un solo postulado tet. ‘co que abargue en su contenido el momento del deber ser, i ‘que pueda basarse en éste, No existe un deber ser cienifico, Ritético, ete., como tampoco existe un deber set especifica: Tw nomi de Rss (8893888 apes ain acne psiss eee ee ue de as es dd i ery sen Se arn no plese dd recog 8 ‘Savon shjo tune pono dementia ea acon de eno Fl nm ma ha re eo cs el rman oc poi de Hue ta enor de HS Fe A lid ce ln senate) del iso ae a tata, Las tre date de Bain acon Se re os unt) at as Ze) — oh "Gy StS ie mec foe i oa ee ee an eaaps cmp de Bains esac 02 se, resieel pegm eo rponnbina go mc Fo ch Sit Le ee cn un pane smart he Ot, EE ad OK kaa se Dotto wo Ree Te resumen, oa tco ede ar u mente ético en el sentido de conjunto de unas determinadas normas de contenido: todo lo que es significante fimdamenta por di lado de su significancta las diferentes disciplinas, asi que para la ética no queda nada (las Tamadas normas éticas son principalmente postulados sociales, y al fundamentarse las disciplinas sociales correspondientes, seran incluidas en éstas), El deber ser es una peculiar categoria del proceder en cuanto acto [postuplenie-pestupok] (todo, incluso el pensamiento y el sentimiento, representa un acto), es una orientacién de la con- ciencia cuya estructura hemos de poner de manifesto fenome- nologicamente. No existen normas morales determinadas vali- das por si mismas, sino que existe el sujeto moral con determi- nada estructura (que no es, desde luego, psicolégica ni fisica), con el cual hemos de contar: es este sujeto quien ha de saber qué cosa y cuando resulta moralmente necesaria, o mds exac- tamente, qué es en general lo debido [dotzhmce] (porque no existe un deber ser especflicamente moral)? 3. tuzanent por! hecho de qe el pean de Babin gen en mo ‘Sam cor en uel, ata inert par lon See seem en csr de cer deb test ‘sah y exnrada es misma, Eats so rauke sr ane nape dea 10 mor. La epsenca ween que desde see on eos Ge i spurt. sna etn evenacin fral nssbe aeaci sebay he ea spo degmacasy ware de presipusion nov dren ot cenit enter stern de fal orem, gu I ede asunany fla Sujet el ter ser Tapco de alg me aboteci: ti gue dacase & nope abet se. La no slo pede amet el heh debe ct ao oo ‘i lbs pr a china a lace do es yes ni por rehser acncrpen shed de yur on ce ape {ss es ey ina ens cram deus pray conser sn cote ke itados seco de eta encepctn Saco slorndosy diene 9 {Beer el ir ge adj descupad pre a res spn den fe ‘isn reich Fue dela meta dea ey al por vn pare ya Después de este momento de empatia siempre sigue el de ob- jetivacion, es decir, el situar lo individualidad aprehendida me- iante la empatia fuera de uno mismo, el separarla de sf mis ‘mo y luego retomnar hacia sf mismo, y s6lo esta conciencia que retoma a sf misma, desde su lugar confiere una forma estética a Ja individualidad aprehendicia mediante la empatta desde el interior, como a una entidad singular, integra, cualitativamen- te peculiar. Asf pues, todos estos momentos estétioos, a saber Ja unidad, la integridad, la autosuficiencia, la peculiaridad, son fransgredientes con respecto a la misma individualidad en pro. ceso de ser definida, ya que desde su interior, y pars elia en su vida no existen tales momentos, no los vive para ella, sino que ellos tienen sentido para y se reatizan por el sujeto de la empa- Ufa instalado ya fuera de la individualidad, dando forma y ob- Jetivando a la materia ciega de Ja empatia; en otras palabras 15, La evionclalaacions (an alomén Bintang, seripatar: Bain aga use ohio) eb ermino que se puede entar ye Hater yen los romances Do go see ado es caretrstion enn esica Ue sso 2 cl reflejo estético de la vida viva no es por principio el autorre- fejo de la vida en movimiento, en su vitalidad real, sino que presupone a otro sujeto de la empatia, que se encuentra en la posicién externa, exotdpica [rnenaxodiaschegosia). Desde Iue- 0, no hay que pensar que tras el momento puro de Ja er ta sigue cronoldgicamente el de la objetivacién y de In forma- cién: ambos momentos son inseparables en Ia realidad; la em- patfa pura es el momento abstracto del acto tnico de la activi- dad estética, acto que no debe ser concebido como un lapso temporal; los momentos de la empatia y de Ja objetivacion se interpenctran mutuamente. Yo vivo aetivamente Ia empatia con Ia individualidad y, por consiguiente, ni por in solo mo mento puedo perder a mi mismo y mi tinico hacar fuera de ella por completo, No es que el objeto inesperadamente se po- sesionara de mf en cuanto ente pasivo, sino que soy yo quien vive empaticamente el objeto, Ia empatia es mi acto, y sélo en lla consiste la productividad y la novedad del acto (Schopen- hauer y la mdsica).!* Mediante la empatia se lleva a cabo algo que no existia ni en el objeto de la empatfa, ni en mf antes del acto de la empatia, y este algo una vez realizado enriquece el acontecimiento del ser, que no permanece idéntico a sf mis- mo. ¥ este acto ético y creador ya no puede ser un reflejo estético en su esencia, porque asf se convertirfa en acto evtea- puesto con respecto a su sujeto, con su responsabilidad. La empatia pura, Ja coincidencia con el otro, la pérdida de su tinico lugar en la singularicad del ser presuponen el reconoci- miento de mi propia singularidad y de la singularidad del lu- {g2 como tun momento irvelevante, que no influye en el carée~ ‘er esencial de la existencia del mundo, Pero este reconoci- miento de Ia irrelevancia de la singularidad propia para Ia ‘eoncepcién del ser tiene por consectiencia inevitablemente la pérdida de Ja singularidad del ser, de modo que obtendrfamos tan sélo una concepcién del ser posible y no esencial, real, singular, itremediablemente real, pero una existencia asf no 14. Se tt de enone cbr n poreqpién de In msea que forman pace del terse bo de la abra de Schopenhaver, £1 muro com servad y otto, at conn temple 99 del Wore aca ved meta de emus, ys complet Sem. 23 puede ser sitada en el proceso de generacion, no puede vivir, El sentido de la existencia ser], en el cual mi tnico lugar en el ser se considere irrelevante, jams podria atribuirme un senti- do a mi, sin contar que no se tratarfa del sentido del ser en exanto acontecimiento. Pero Ja empatia pura es imposible en general, porque si yo realmente lograra perderme a mf mismo en el otro (y en el Jugar de dos participates quedara imo solo, Jo cual levaria a lun empobrecimiento de Ia existencia), es decir, si yo dejara de ser singular, entonces este momento de mi no-existencia jams habria podido llegar a convertirse en el momento de la exis- tencia consciente: el no-ser no puede llegar a ser tin momento de existencia de Ja conciencia, simplemente no existirfa para im, es deci, el ser en este momento no se realizaria a través de mi. Una empatta pasiva, el posesionamiento, la pérdida de si mismo no tfene nada en comtin con tn acto ético responsa- ble mediame el cual uno se abstrae de sf mismo o renuncia a s{ mismo, porque en la autonegacién yo realizo al méximo la singularidad de mi lugar en la existencia, El mundo en el que yo, desde mi tinico lugar, niego responsablemente a mf mis- ‘mo, no se convierte en el mundo en que yo no estoy, [porque] Ja autorrenuncia es una realizacién que abarea (7) al aeonteci miento de set, E] magno sfmbolo de Ia actividad, el descendi iento de Cristo [32 palabras ilegibles). El mundo abandonado por Cristo jams volverfa a ser el mismo en el que él no haba ‘estado, sino que es fndamentalmente otro. Entonces, este mundo en el cual se ha llevado a cabo el acontecimiento de la vida y la muerte de Cristo en cuanto he- cho y en cuanto sentido, este mundo es por principio indefini- ble mediante categorias tc6ricas, tanto mediante las del conoci- Iiento histérieo, como mediante intuicin estética; en uno de los casos eonocemos el sentido abstracto, pero perdemos el he- cho tinico de una realizacién histérica real; en otro caso tene- ‘mos el hecho hist6rico, pero perdemos el sentido; en el tercer caso tenemos tanto la existencia del hecho como su sentido en cuanto momento de individuacién, pero perdemos nuestra po- sicién con respecto al hecho, perdemos nuestra participacién desde el deber ser [dolzhenstvuiuschaia prichastnast’, es decir, en ningtin momento Jogramos una plenitud de la realizacion, 24 cn Ia singularidad e interpenetracion del tinico hecho-realiza cidn-sentido-significacién y de nuestra participacién en él (por: gue el mundo de esta realizacién es singular y unitario) El intento por encontrarse a si mismo en el producto del eto de la contemplacién estética es el de lanzarse uno hacia el no ser, intento de rechazar la actividad propia desde el ini- co lugar extrapuesto con respecto al ser estético, con la pleni- tud de su realizacion en el acontecimiento de ser. El acto ético de Ja vision estética se eleva po: encima de todo ser estetico (su producto) y accede a otro mundo, a la unicidad real del acon- tecimiento del ser, abarcando también al mundo estético en cuanto uno de sus momentos, Una empatia pura seria justa- mente la disolucion del acto en su producto, lo cual es desde nego imposible Ta visin estética es ima vision justificada sino transgrede sus fronteras, pero puesto que pretende ser tna visién filoséfi- ca del ser tnico y singular en su acontecer, estd inexorable- ‘mente condenada a hacer pasar una parte aislada én abstracto por la totalidad efeeti La empatia estética (es decir, no una empatia pura, que tiende a la pérdida de la subjetividad, sino tuna empatia objeti- vadors) no puede proparcianar el conaeimienta del ser tniea en su acontecer, sino tan s6lo una contemplacién estética del ser extraptesto [inepolozknyi] con respecto al sujeto, asf como del propio sujeto en cuanto extrapuesto a su actividad, sujeto ppasivo, La empatia estética con el participante no es todavia el conosimiento del acontecer. Por més que un hombre determi- nado me sea conocido, asf como me conozco yo a mi, lo que ‘yo debo llegar a dominar es la verdad de nuestra interrelacién, la verdad del acontecimiento singular y tinieo que nos vincula, en el cual participames, esto 4, yo y el objeto de mi contem- placién estética debemos ser definidos (?] en la unidad del ser que nos abarea por igual, de le existencia en la cual transcurre justamente el acto de mi contemplacién estética, pero ésta ya no puede ser una existencia estética. Solo desde el interior del i acto, en cuanto que sea mui acto ético responsable, se puede hrallar una salida hacia esta unidad del ser, gue no del produce to del acto concebido inconcretamente. La funcién de cada participante sélo puede ser entendida desde mi participacion intvinseca. En el lugar del otro, lo mismo que en el mio pro- pio, me encuentro en la misma situaciOn sin sentido, Com- render un objeto quicre decir comprender mi deber ser res- ecto de él (ini orientacién obligatoria), comprenderio en su relacién a mf dentro de} acontecimiento singular de ser, lo cual no presupone el abstraerme de mi mismo, sino una part cipacton mia responsable. Sélo desde el interior de mi partici pacisn el ser puede comprenderse como un acontecimiento, ero este momento de mi singular parti a esté auisente del contenido visible de un acto concebide fuera del acontecer étco, Pero el ser estético esti ms préximo de Ia unidad real del servida que el mundo teStico, por eso resulta tan convincente Ja tentacign esteticista. Dentro del ser estético sf se puede vivir, Y se vive; pero en él viven ottos, que no yo, de modo que este mundo estético io es sino la vida pasada de otras personas contemplads amorosamente, y todo lo que me es extrinseco se felaciona con estas personas, asf que dentro de esta vida me es {imposible hallar sino a mi doble usurpador en vez de mi mis- ‘mo; en esta vida sélo puedo desempeftar un papel, es decit, encarnar en la méscara del otro, de un muerto. Pero en Ja vide real permanece la responsabilidad estética del actor del hombre fntegro por lo oportuno de la puesta en escena, Ya que Gia en su totalidad representa cm acto ético responsable de aquel que acta, det actor y no del personaje representado, del hérve; el roundo estético en su tolalidad no es sino un mo- mento en el ser del acontecimiento; la razén estética, integra a mediante la conciencia responsable del patticipante —con- ciencia entendida como acto ético—, es momento de la razdn prictica AS pues, tanto la cognicién teérica como la intuicion esté tica earecen de aproximacion hacia al ser del acontecimiento, aue ¢s el tnico real, porque no hay unidad ni interpenetracién entre el contenido seméntico —el producto y el acto— Ia real zacién hist6rica efectiva, a causa de que el sujeto al establecer el sentido y el enfoque, concibe en abstracto a st mismo en cuanto participante, Es lo que conduce el ponsamiento filos6l- ©, que por principio tiende a ser puramente teético, a una peculiar esterilidad, que actualmente, sin duda, lo caracteriza, 26 Al agregar una ciesta dosis de esteticisme se crea Ia ilusin de luna mayor vitalidad, pero no es sino una ilusién. A la gente que desea ¥' tabe pensar participativamente, es decir, no sepa- rar su acto del producto de este acto, sino relacionarlos y bus- car definirios en el contexto tinico y singular de la vida como indivisos, les parece que Ia filosofia, que debiera resolver los problemas terminales (es decir, una filosofia que plantee los pro- blemas en el contexto del ser singular y global), no habla de Jo que deberia. A pesar de que sus postillados alcanzan a tener cierta validez, no resultan capaces de determinar el acto y el ‘mundo en el gue el acto real y responsablemente se realizan por dniea vez. El problema no sélo consiste en que desde el horizonte de Jos aficionados no se aprecia la alta importancia de fos logros de Ia filosofia contemporanea en la metndologia de las diver~ sas dreas de la cultura, Se puede y se debe reconocer que en cl Ambito de sus tareas especificas la filosofta actual (sabre todo cl neokantismo) ha logrado un nivel evidentemente alto y lo- g86 por fin elaborar métodos absolutamente cientificos (cosa que no supo hacer el positivismo en todas sus variantes, el pragmatismo incluido), A nuestro tiempo no se le puede negar cl alto mérito de haberse acercado al ideal de una filosofia cientifica, Pero esta filosofia cientifica sélo puede ser una filo- sofia especial, es decie, una filosofia de las éreas de la cultura en su unidad, en una transeripeién teérica desde el interior de Jos mismos objetos de la creacién cultural, com su Tey inma- nente de desarrollo. En cambio, esa filosofa teériea no pue- de pretender ser tna flosofia primera, es decir, una doctrina que en vez de ocuparse de la creacién cultural unificada, trata- se acerca del acontecimiento del ser unitario y singular. No existe una primera filosofia semejante, y parecen estar olvida- das las vias sobre las cuales podria erearse, De abt la profunda Insatisfaccién de quienes coneiben participativamente a la filo- sofla contemporénea, insatisfaccién que los incita a dirgirse a la doctrina del materialismo histérico, af que (con todas sus fa- 1, Eats carctrtsisa del neckarusmo roses simmante zoids, bats eon second I intciba que San adauiendo en aqua epoca ls etka de Eas 7 lias e insuficiencias), resulta atractivo para una concieneia par (icipativa por tratar de construir su mundo empezando. por ‘conceder un lugar a un acto ética determinado, coneretamente hist6rico y real, de modo que en su mundo tina conciencia que aspira y actiia puede orientarse. Aqui podemos dejar de Jado la cusstién acerca de qué modo [I palabra ilegiie] y cusintas inadecuaciones nictodoldgicas el materialisma histéri- co comete af salir de un mundo te6rico més abstracto al mun. do vivo del acto ético de realizacion, histérico y responsable; lo que nos importa es el hecho de que tal salida sf se lleva a cabo, en 10 cual consiste la fuerza y la razén de éxito del ‘materialismo histérico, Otros buscan aspectos filosoficos [1 pa labra iesiht) en Ia teosofa, antroposofia y otras doctrinas e- ‘mejantes, que han absorbido mucha sabiduria real del pensa: ‘miento participativo de Ia Edad Media y del Oriente, pero vis. tas como concepciones Unitarias, y no como up simple coun. Pendio de iluminaciones aisladas del pensamiento participat!. vo de sigls pasades, del mismo vicio metodologico del mate alismo histérieo: no difetencian metodolégicamente [2] entre 'o dado y lo planteado, entre el ser y el deber ser.!* ‘Una conciencia participativa y exigente tiene claro que el ‘mundo de a filosofia contempordinea, ef mundo tedrico y teo- Hzado de Je cultura, en cierto sentido es real, tiene significa: cidn, pero le resulta asimismo claro que este mundo no es ‘quel mundo tinico en el cual él vive y donde se lleva a cabo, Tesponsablemente, su acto, y los dos mundos apareven in, comunicados entre sf, no existe un principio para ineluir y co. ‘municar el mundo significante de la teor‘a y de la cultura teo- Hizada al tinico y singular acontecimiento de ser en la vida. El hombre contempordneo se siente seguro, a sus anchas y bien dofinido justamente ah donde él mismo no se toma en cuenta en el Grea auténoma de la culture y de ia ley inmanente de la creacién; pero en cambio es inseguro, empobrecido e indefini. do justamente donde actda, dondle 1 mismo representa el cen 16 ioe. Nae sie carci ltr ico Cae ape sp ite corsets), fu ape en a eis de 198, yl tera a eos Se Malin, di Dans Hacla use fore del ato eco Mall aging Bok pla Zane, Moses, 1990, pp 40 (13 28 tro de generacién del acto: en Ia vida real y singular; es decir, aetuamos con seguridad en aquellos casos en que no actta~ mos por nosotros mismos, sino come Posefdos por fa necesi- dad inmanente de! sentido en una u otra étea cultural, de ‘modo que la ruta que recorre el camino del presupuesto a la conclusion se realiza santamente y sin pecado, puesto que en este camino yo mismo mo estoy; pero ¢d6nde y cémo ha de Incluirse este proceso de mi pensamiente, puro y santo por dentro, y justificado en su totalidad? En la psicologia del co- rnocimiento? 0, tal vez, en la historia de una ciencia corres- pondiente? {0 quizas en mi presupuesto econémico, como algo retribuido de acuerdo con el ntimero de lineas en que se ha plasmado? {0, tal ver, en el orden cronolégico de mi jorna- da, como mi tarea entre las 5 y las 6? Pero todas estas pasibil- davies de atribuir un sentido, todos estas contextos estén errando en una especie de espacio sideral sin echar rafces de ninguna indole en ninguna parte: ni en Jo global, ni en Io sin- gular, De modo que tampoco la filosofia ackua! afrece un fun- damento para una comunicacfon semejante, su crisis consiste justamente en esto, El acto aparece escindido en el contenido ‘semAntico objetivo y en el proceso subjetivo de realizacion. A partir del primer fragmento se crea la unidad sistematica de Ia cultura, wnificada y en efecto magnifica en su rigor y defini- ci6m; a partir del segundo, si no se le desecha por absoluta- mente inserible, par ser subjetivo plena y totalmente, con la excepcién del sentido, se pucde, en el mejor de los casos, ex- primir y aceptar algo as* como un todo estético y teérico a modo del durée 0 del élan vital de Bergson'” [12 jaalabras ilegi- bles]. No obstante, en ninguno de los dos mundos hay ugar para [a realizacién de un auténtico acto ético. Sin embargo, la filosofia contemporénea conoce la ética y Ja razén préctica. Incluso la primacfa kantiana de la razén pictica se sostiene por el neokantisimo actual, Al hablar del mundo te6rico y al contraponerle el acto ético responsable, no hemos dicho nada acerca de las teorizaciones éticas actuales que justamente tienen que ver con el acto. No obstante la exis. 17, Dai, ge signin a ramets darts, e dil tompo inverse dst conte dur ss, son const lave arin de H. Baron. 29 tencia del sentido ético, en la flosofta contemporanea no agre- 0 [J palabra ilegibte), cast toda ta critiea del teoretismo con- ciemne también a los sistemas éticos. Por eso no haremos un andlisis detallado de todas las doctrinas éticas existentes: ha~ Dlaremos de las concepciones éticas determinadas, tales como al altruismo, el utiltarismo, la stica de Cohen, etc., ast como de los problemas relacionados con ellas en los lugares corres- pondientes de nuestro trabajo, Aquf sélo nos queda demostrar {que la filasofia préctica en sus direcciones principales se dis- tingue de la te6rica sdlo segtin el objeto, pero no segtin el mé- todo, es decir, ella también esta totalmente impregnada de t20- retismo, y para resolver este problema no existe una distincion centre tendencias aisladas, Todos estos sistemas éticos suelen dividirse, y con toda ras 26n, en materiales y formales, En contra de la ética material (de contenido) tenemos dos objeciones fundamentales; en con- ‘tra de la ética formal, una sola. La material trata de encontrar ¥ de fundamentar el contenido de las principales normas mo- rales, a veces universales, a veces por principio relativas, pero fn todo caso normas comunes para cada cual, Un acto resulta fico cuando aparece completamente regido tan sélo por la norma moral correspondiente, que posee un contenido dein do de cardcter comin. La primera objecién de fondo, que ya hemos tocado antes, se reduce a Io siguiente: no existen nor- ‘mas éticas especiales, el contenido de cada norma debe ser es- pecialmente fundamentado en su significacién por la ciencia ree. pectiva: l6gica, estética, biologia, medicina, alguna ciencia so- cial. Desde lego, en la ética, al descontar todas Tas normas que posean tna fundamentacién especial en una disciplina co- ‘nespondiente, quedarfa un ntimero determinado de normas (que suclen, ademés, pasar por las basicas) que no aparecen fundamentadas en ninguna parte, ¢ incluso es difeil decir cul es la disciplina que podr‘a fundamentarlas, y que no obstante parecen convincentes. Sin embargo, por su estructura, estas rnormas en nada se distinguen de las normas cientfficas, y el epfteto wéticor que se les agrega no disminuye la necesidad de demostrar, de cualquier manera, su veracidad cientifica, de 2, Hermann Cohen (182.1918), fudadcr don escuela de Marburg, 30 moxio gue el problema sigue en pic respecto de esta clase de normas. No importa si se soluciona o no alguna vez, pero cada contenido normative debe ser elevaco al grado de un postulado cientifico especial; antes de que esto suceda, la nor. mma sigue siendo tan sélo una generalizacion e intuicion prt camente tiil. Las ciencias sociales del futuro, filos6ficamente fundamentadas, que ahora estén en una situacién deplorable, disminuiran considerablemente el niimero de esta clase de normas, que no tienen arraigo en ninguna unidad cfentifica normativa; pero la ética no puede llegar a ser una unidad cien- tifica semejante, sino compendio de pestulades précticamente necesarios, a veces no demostrados. Fn la mayoria de los ca- 0s, tales normas éticas representan un conglomerado de di- ‘vers0s principios y valoraciones, metodolégicamente desarticu- lades. Ast, el postulado maximo del utilitarismo incumbe al conocimiento y la erftica, en lo que a su importaneia cientfica concierne, por parte de tres disciplinas especiales: psicologia filosofia del derecho y sociologia. Fropiamente el deber ser, la conversién de un postulado tedrico en una norma, en la ética material permanece sin fundamentacién alguna, y la ética ms- terial incluso carece de enfoque para este propésito: al afirnar Ja existencia de normas éticas especiales, s6lo presupone cie+ gamente que el deber ser étlco concieme a ciertos postulados con contenido en cuanto tales, por deducirse dircetamente de su contenido seméntico, es decir, que cierto postulado tebrico (€l principio supremo de la ética) por su mismo sentido puede pertenecer al deber ser si, desde luego, se presupone la exis- tencia de un sujeto, de un hombre, EI deber ser ético resulta tun agregado externo, La ética material ni siquiera es eapaz de entender el problema que aparece eneubierto aqui. Los inten- tos de fundamentar el deber ser bisl6gicamente no son inconsistencias que no meracen andlisis. De ahf resulta claro ue todas las normas de contenido, incluso [1 paladra ilegible] Jas que han sido demostradas por la ciencia, serén relativas con respecto al deber ser, puesto gue éte se les agrega extrin- secamente, Puedo estar de acuerdo con algunos postulados coma psicdlogo, soci6logo, jurista ex cathedra," pero el admitit 19, Be det, sprowehando sv aur en alga campo, Le epee sud 31 «ave este postulado por lo mismo viene a ser una norma que regula mi acto significa pasar por alto el problema. Inchiso para el mismo hecho de que yo aceptase la validez de un cier~ to postulado proclamado ex cathedra (concebido como mi acto), st validez en si'y mi capacidad psicol6gica para razonar no sélo resultan insuficientes, sino que hace falta algo que par- ta de mf mismo, a saber, una disposicién moral de mi con ciencfa hacia el deber ser en relacién con el pastulado que en sf tenga una valider.te6rica; la ética material desconoce justa- mente esta orientacién moral de ln conciencia y parece pasar por alto este problema sin advertir su existencia, Ni un solo postulads te6rico es capaz de fundamentar directamente un acto ético, ni siquiera el acto de pensamiento, en su perfeccién real. En general, un pensamiento te6rico no debe conocer nor- ‘ma alguna. La norma es una forma especial de volicién de un sujeto Tespecto de los ottus, y en cuanto tal es esencialmente propia tan slo del derecho (la ley) y de la religion (los manda- mientos), de tal modo que, en estas casos, su obligatoriedad real en cuanto norma no se evalia a partir de su contenido seméntico, sino a partir de la autoridad efectiva de st fuente (expresién de la voluntad), o bien desde su autenticidad exactitud de la transmisién (referencia a la ley, a las escrituras, 4 los textos consagrados, a las interpretaciones, a la compro. bacién de la autenticidad 0, més rigurosamente, apelacién a las bases de la vida, a los fundamentos del poder legislativo, a la inspiracién divina de las escrituras). El peso de su conteni- do semntico esta respaldado sélo por Ja expresién de una vo- Juntad (la del legislador, la de Dios), pero en Ia conciencia del creador de la norma, durante el proceso de sti creacién —deli- beracién acerca de su importancia te6rica y préctica— In nor- ‘mia atin no es tal, sino una disposicién teérica (en forma del Proceso de discusién: sera correcta 0 «itil tal o cual cosa, es dlccir, itil para alguien). En todas las dems areas la norma es tna forma verbal para adecuar conveneionalmente ciertos postulados tedricos a un determinado propésito si quieres 0 necesitas alguna cosa, entonces en vista de tal o cual... (postu lee pnt el dogma esablecdo pre Conia de Vice, spin el cul a, cua al nls pled des ancons ox cab, exe end 32 lado te6rico) debes actuar de una determinada manera. Aqui Jo que esté auisente es justamente la volicin y, por consiguien- te, la autoridad: todo el sistema esté abierto: si es que td quie- res. E] problema de la volicién autoritaria (que crea una nor- ima) es problema de Ja flosofia del derecho, de la filosofia de la religion y uno de los problemas de una auténtica filosofia moral en cuanto la ciencia fundamental, filosoffa. primera (problema del legislador) *? EI segundo pecado de la ética material es su universalidad: Ja presuposicion de que el deber ser pueda ser extendido, pue da referirse a cualquier persona. Este error, desde luego, es consecuencia del anterior: Puesto que el contenido de las nor mas es tomado de un juicio con validez cientifica, mientras que la forma [J palabra ilegible] se asimila tomada del derecho © de un mandamiento, In comunidad de las notmas resuia absolutamente inevitable. El carécter comin del deber ser es tuna falla que es también propia de la étiea formal, y por lo mismo pasaremos inmediatamente a ésta ‘Ala ética formal le resulta ajena (desde luego, en un prin- cipio, como en la légica formal, que no en su realizacion concreta, donde suele suceder (3 palabras ilegibles| y la apor- tacién de las normas de contenido, lo mismo que en Kant) la falla radical de la ética material que acabamos de analizar. La ética formal parte de la especulacién absolutamente acer- tada en el sentido de que el deber ser es una categoria de la conciencia, una forma que no puede ser deducida de algtin contenido material definido. Pero 1a ética formal, que se ha desurrollado exclusivamente en el terreno del neokantismo, en To suicesivo concibe In categoria del deber ser como cate goria de la voncieneia teériea, es decir, Ia teoriza, y como consecuencia pierdle el acto individual. Pero el deber ser es justamente la categoria del acto individual, es més, la catego- ria de la propia individualidad y unicidad del acto, de su irreemplazabilidad ¢ insustituibitidad, de la necesariedad sin- gular, de su historicidad. El eardcter categético del imperati- 20, La motrin rangien de una condita dca msn el oe peso hha In persona de Aaa gue dys el mandarnente: «Ste dl, Bloc as mis ‘randonsintos (an, XIV, 15), 33 vo se sustinuye por su validez universal: es pensable como una verdad te6rica El imperativo categorico define el acto como una ley de validez universal, pero carente de un determinado contenido positive; se trata de Ia ley como tal, la idea de la legalidad ura, esto es, el contenido de la ley es la propia legalidad, yun acto debe estar de acuerdo con la ley. Agut hay momentos acertados: 1) el acto debe ser absolutamente no fortuito, 2) el deber ser es en efecto absolutamente obligatorio, categérico para mf, Pero la nocién de legalidad es incomparablemente ‘més amplia y, aparte de los momentos sefialados, contiene al- unos que son absolutamente incompatibles con el deber ser: Ja generalidad juridica y la transferencia hacia el més acé, des- de el mundo de su universalidad tedrica, de Ia justeza tan s6lo tedrica del juicio, y justamente en esta su justificacién tebrica [2 palabras ilegibles] y el imperativo categérico como comtin y tniversalmente valido, Kant demanda justamente esto: la ley que norma mi acto debe ser justificada como una ley que pue- de llegar a ser la norma universal de conducta, pero gen qué forma se llevaré a cabo la justificacion? Evidentemente, slo ‘mediante imposiciones puramente tebricas: sociolégicas, eco- némicas, estéticas, cientificas. El acto es desplazado hacia el mundo teorico con tina exigencia vana de legalidad. La otra falla es Ja siguiente: la Jey aparece prescrita a sf misma mediante la voluntad; la propia voluntad, auténoma- mente, hace que su propia ley sea la pura concordancia con Ja ley: tal es Ia ley inmanente de la vohintad. Aqut vemos una analogla completa con a construccién de un mundo aut6no- mo de la cultura. El acto-vluntad erea la ley a Ja que se some- te, es decir, en cuanto individual, la voluntad muere en su pro- ducto, La voluntad deseribe un circulo, se cierra sobre sf mi ma, excluyendo la actividad real individual e histériea del acto ético. Affontamos aqu{ la misma ilusién que se manifiesta en la filosofia tebrica: en ésta existe una actividad de la razén con Ja que nada tiene que ver mi actividad historica, individual- mente responsable, para la cual esta actividad categorial de ln raz6n es pasivamente obligatoria; en el caso de Ja voluntad sucede lo mismo. Todo esto distorsiona radicalmente el deber realmente ético y no ofrece en absoluto un enfoque de la reali- 34 dad del acto. La voluntad, en efecto, es creativamente activa en el acto, pero esté lejos de imponer wna norma, un postula- do general. La ley es asunto de un acto especial, del acto pen- samiento, pero incluso el acto pensamiento no es activo en el contenido del postulado, sino que es productivamente activo tan sélo en el momento de hacer comulgar en si a la verdad significativa con la existencia histérica real (el reconocimiento es momento de un auténtico comocimiento), el acto aparece como activo en el producto singular efectivo creado por él (en una accién real y efectiva, en la palabra dicha, en el pensa- miento pensado, para los cuales la validez de la ley juridica verdadera abstraida en s{ misma no es mds que un momento). Con respecto a Ia ley analizada en su aspecto de validex se- rmaintica, la actividad del acto se expresa tan s6lo en el recono- cimiento cfectivamente realizado, en uma afirmaciGn real ‘Asi pues, el teoretismo fatal —Ia abstraccién respecto del yo singular— tiene asimismo lugar en la étiea formal; en este caso su mundo de la razén préctica en realidad no es sino un mundo teérico, que no el mundo en el que el acto se leva a cabo realmente. Un acto ya cometido en un mundo purarmente te6rico, que s6lo requiere un examen asimismo tebrico, podria ser, pero tan sélo post factum, descrito y eomprendido desde el punto de vista de la ética formal de Kant y de los kantianos. Ells carecen de enfoque hacia un acto vivo en el mundo real. La primacfa de la raz6n préctica no es sino la primacia de un 4rea te6riea sobre todas las dems, lo cual sucede ademis tan s6lo porque se trata del drea de la universalidad més vacua e improductiva. La ley de la concordancia con la ley no es sino idad pura, Una raz6n préctica semejante menos que nada puede fundamentar la primera fi losofia, El principio de la ética formal no es en absoluto el principio del acto ético, sino el de una posible generalizacion de los actos ya cometidos en una transeripcién tedrica. En sf la ética formal no es productiva y simplemente [1 palabra ileg- bie) al area de Ja filosofia actual de Ia cultura, Otro caso es ‘cuando la ética pretende ser ella misma una logica de las cier cas sociales. Mediante este planteamiento el método transcen: dental puede volverse mucho més productivo. Pero entonces gpara qué lamar ética a la légica de las ciencias sociales y 35 hablar de I primacta de la razén prictica? Desde luego, no vale la pena disputar por los veeablos: una semejante filosofia moral puede y debe ser creada, per se puede y se debe crear tuna més, que merezea atin més un nombre semejante, si no exclasivamente. Asi pues, hemos reconceiidy como infundados y por princi- pio destinads al fracaso todas los intentos por orientar a kt primera filosofia, ala flosoffa del acontecimiento tinico y sin gular del ser, hacia el aspecto de contenido seméntico, hacia el Producto objetivado, en una abstraccién respecto del acto ét- o real y singular y de su autor, que piensa tebricamente, que contempla estéticamente, que actia éticamente. Silo desde e] interior del acto ético real, tinico, global y unitario en su res- ponsabilidad, es posible enfocar el ser (bytie) tnico y singular en su reatidad concreta; slo hacia este enfoque puede orien- tare primera Hosoi acto ético en su misma realizacion (que no por su conte- nido) de alguna manera sabe, de alguna manera posee el ser de |a vida singular y unitario, se orienta en él, y lo hace desde su totalidad, tanto en el aspecto de contenido semntico como en su facticidad efectiva y singular; desde sui interior, el acto ético ve no sé ef contexto unitario, sino también el contexto singu lar y conereto, el contexto iltimo, y con él relaciona también ste sentido ast como su hecho; es abt donde trata de realizar res- ponsablemente la tniea verdad del hecho y del sentido en su tunidad concreta. Para ello es, por suptesto, necesario tomar el acto no sélo como un hecho contemplade extrfnsecamente 0 concebido teéricaniente, sino desde e! interior en su responsa, bilidad. Esta responsabilidad del hecho es el reciento de todos su factores: de la signiffeacion semantica, de la realizacion fie. tica en toda su historicidad ¢ individualidad concreta; la res. Ponsabilidad del acto conoce un plan tnico, un contexto unite, o en el cual sélo es posible el significado tesrico, la facticidad stérica y el tono emocional y volitivo figuran como momen: ‘os de una solucién global, de tal modo que todos estos mo- entos heterogéneos desde un punto de vista abstracto no se empobrecen y se toman en toda su plenitud y en toda su ver dad; por lo tanto, el acto ético poses un plan unitario y un Principio comin que los engloban en su responsabilidad. 36 Sélo un acto ético responsable es capaz de superar lo hipo- tético, porque un acto responsable representa la realizacién de ‘una decisién, de un modo ya irreversible, irremediable ¢ irre cuperable; el acto ético es un balance dltimo, una deduecién definitiva y omniabarcadora; cl acto concentra, correlaciona y resuelve en un contexto ultimo, unitario y singular, tanto el sentido como el hecho, ast 1o general como lo individual, lo mismo Lo real gue lo ideal, puesto que todo esto forma parte de su motivacién responsable; sélo en el acto ético existe una salida de la sola posibilidad hacia la singularidad de una vee 9 para siempre. Bl retorno de la filosofia del acto ético al psicologismo y al subjetivismo es una posibilidad muy remota. El subjetivismo, el psicologismo son correlativos juistamente respecto del objeti- vismo (égico) y [1 palabra ilegibte} sdlo ai dividir abstracta- mente al acto en sentido objetivo y proceso subjetivo de su fealizaciOn; inteinsecamente en la integridad del acto no hay nada de subjetivo ni psicol6gico, en su responsabilidad el acto plantea su verdad como unificadora de ambos momentes, Jo mismo que incorpora el momento de significacisn general y cl momento de realizacién individual. Rsta verdad unitaria y sin. gular del acto se plantea como verdad sintética ‘No menos infundado es et miedo de que esta verdad sinté tica unitoria y singular del acto ético sea irracional. El acto en su integridad es més que racional: es responsable. La racionali- dad s6lo como momento de la responsabilidad, [/ 0 2 palabras dlegibles] la luz, «como el brillo de una Hammpara ante el sols (Nietzsche). ‘Toda la filosofia contemporsinea ha salido del xacionafisme ¥y esté. completamente impregnada de prejuicios del racionalis- mo —incluso allf donde trata conseientemente de liberarse de i, en el sentido de que solamente lo ligico es claro y racio- ral, mientras que lo Jogico es tan espontineo y oscuro fucra de una conciencia responsable como lo es cualquier ser en st Ta claridad légica y Ja continuidad necesaria separadas del ‘centro unitario y singular de una conciencia responsable son fuerzas oscuras y elementales justaments: en cuanto conse- ‘cuencia de la ley de Jo nevesidad inmanente propia de Jo léai- ‘co. El mismo error del racionalismo se Tefleja en Ja oposicién 37 de lo objetivo en cuanto racional a lo subjetivo, lo individual, lo singular como irracional y aleatorio, En este caso, a lo obje. tivo, separado en abstracto del acto, se le atribuye toda la ra- clonalidad del acto (ciertamente empobrecida de un modo ine- fudible), mientras que todo lo principal, con la excepeién de lo ltimo se declara [?] como proceso subjetivo. Mientras tanto, toda la unidad wanscendentat (2] de la cultura objetiva en reas Udad es escura y elemental, scparada totalmente del centro nico y singular de la conciencta responsable: desde luego, luna separacién total de la realidad es imposible y, puesto que 4 concebimos realmente, irradia la luz relleja de nuestra res ponsabilidad. Solo un acto tomado extrinsecamente camo he. cho fisiolégico, biolozico y psicolégico, puede apareeer como elemental y oscuro como cualquier existencia abstracta, pero desde el interior del acto Ja persona que por sti cuenta actin responsabletente, conoce la luz clara y nftida en medio de la cual orientarse. El acontecimiento puede ser claro y nftide ara aquel que participa en su acto en todos sus momentos cAcaso esto quiere decir que lo entiende légicamente, en el sentido de que lo nico que le queda claro son sélo momentos Y Telaciones transcritos mediante conceptos? No, él ve clara, mente también a estas personas individuales y singulares, a las que ama, lo mismo que al cielo, @ la tierra, y estos Arboles {9 palabras ilegibtes|, y el tiempo; pero a Ia vez le es dado el valor de esta gente, de estos objctos, él es capaz de intulr su vida interior, sus deseos, le resulta clato el sentido real y debi. do de las interrelaciones entre él y estas personas y objetos la verdad de un estado de cosas dado—, y su deber ser inhe- ente al acto, no wna ley abstracta del acto, sino un deber ser eal y concreto, condicionado por su sinico lugar en un contex. to dado del acontecer; y todos estos momentos, que componen ser en su totalidad, le son dados [dary] y le son planteadas {zaulary] bajo una luz unica, dentro de una conciencia unilien. dora y singular, y se realizan en un acto responsable singular y inico. ¥ este acontecimiento en su totalidad no puede scr transcrito en términos teéricos, sin que pierda el sentido mis- tno de su acontecer [sobytiinast], de aquel sentido que conoce esponsablemente y hacia el cual se orienta su stcto respon- sable. Seria incorrecte: suponer que esta verdad concrota del 38 acontecimiento a la que ve, oye Y viveneia, y la que comprende el sujeto en el proceso tinico del acto ético responsable, sea inefeble, que sea tan sélo de algiin modo vivenciable en el ‘mero momento de actuar, pero no puede ser articulada clara mente. Opino que el lenguaje es mucho mas apto para enun- iar justaimente esta verdad, que no el momento lézico abs- tracto en su pureza. En clecto, lo abstracto en su pureza es inefable, mientras que la expresién es demasiado conereta para el sehtide puro, distorsiona y enturbia su significacién seméntica en sf y su pureza, Por eso en el pensamiento abs- smcto nunca tomiamos la expresion en toda su plenitud. Histé- ricamente, el lenguaje iba forméndose en el servicio del pensa- miento participativo y del acto, y en cambio, sélo en el dia de hoy de su historia se ha puesto al servicio del pensamtento absiracto. Para expresar intrinsecamente al acto ético y al acontecimiento singular del ser dentro del cual el acto se lleva 1 cabo, se requiere toda la plenitar! de In palabra: la unidad de su aspecto de contenido semantico (palabra como concepto), de su lado expresivo e ilustrativo (palabra como imagen), ast como de Ia entonacién emocional y volitiva. Y en tados estos momentos la palabra plena y global puede expresar una ver~ dad responsablemente significativa, que no una verdad castal y subjetiva. Desde luego, no es licito exagerar la fuerza del lenguaje: el acontecimiento del ser singular y tinico y el acto ético que participa en él son por principio expresables, pero de hecho se tratz de un problema muy dificil, de mado que la adecuacién completa resulta inaleanzable, a pesar de ser siem- re planteada. “ey que resulte claro: la primera filosofia que trate de ‘analizar el acontecimiento del ser tal y coma lo conoce el acto responsable —es decir, no el mundo creado por el acto, sino un mundo en el que el acto toma canciencia de s{ mismo y en el que se lleva a cabo— no puede generar conceptos, postula- dos y Jeves generales acérea de este mundo (la pureza teérica y abstracta del acto ético), sino que tan sélo puede ser una descripcién, una fenomenologia del mundo del acto ético. Un acontecimiento s6lo puede ser descrito participativamente. Pero este mundo-acontecimiento no es tan sé el mundo del ser, de la dacién: ni un solo objeto, ni una sola relacién se da 39 ut tnicamente como lo dado (danoie), como algo comple- tamente existente, sino que siempre se presenta en virtud de lo planteado [zadarmoie} asociado a lo dado: la que se debe, se desea. Respecto de un objeto absolutamente indiferente y aca: bado es imposible tomar conciencia, ni se le puede vivenciar al vivenciar un objeto, yo con lo mismo cumplo con algo a su Tespecto, el objeto entabla una relaci6n con lo planteado, crece dentro de lo planteado en mi relacién con él. No es posible vivenciar a una dacién pura, Puesto que en efecto estoy viven: ciando el objeto, aunque sea tan solo como una vivencia-pen- samiento, el objeto lieya a ser el momento cambiante del acontecer de la vivencia-pensamiento en su devenir, es decir, adquiere un caricter de planteado, 0 mas exactamente, se da en cierta unidad del acontecer, en el cual aparecen como indi- visos los momentos del planteo y de la dacién, del ser y del deber ser, del ser y del valor. Todas estas categorias abstractas aparecen aqui como momentos de una unidad viva, concreta, palpable de un acontecimiento global y singular. Asf también Ja palabra viviente, Ia palabra plena ignora un objeto plena- mente dado, por lo mismo que yo me puse a hablar de dl, de ‘ue he trabado com di una relacién que no es indiferente, sino interesida y activa, y €5 por eso que la palabra no sélo designa 1 objeto como una cierta presencia, sino que también la mar- ‘ca mediante una entonacién (ona palabra realmente pronun ciada no puede dejar de entonarse, la entonacién es conse- ‘cuencia del mismo hecho de la pronunciacién) en cuanto mi ‘ctitud valorativa hacia el objeto, tanto deseada como indesea- da para él, con lo eutal lo pone en movimiento en direccién hhacia lo planteado, confiriéndale el momento de acontecer \sobytiinost’] viviente, Todo Jo efectivamente vivenciable se vive como dacion-planteamiento, se entona, posee tin tono emocio- nal y volitivo, entabla conmigo una relacién activa en In uni dad del acontecer [sobytiinost] que nos abarea. El tono emo- cional y valitive es e! momento inalienable del acto ético, in cluso de un pensainiento més abstracto, puesto que lo pienso realmente, es decir, puesto que el pensamiento se realiza elec- tivamente en cl ser, patticipa en el acontecimiento, Todo aque- llo con lo que tengo que ver se me da mediante un tono emo- cional y volitiva, puesto que todo se me da como momento del 40 acontecimiento en el cual participo. Puesto que he pensada cl objeto, he contraieo con él una relacién de acontecimiento, Un objeto es inseparable de sui funcidn en el acontecer de stu comelacién conmigo. Pero esta funcién del objeto en la unidad de un acontecimiento real que nos abarca es su verdadero y firme valor, su tono emocional y volitivo. Puesto que solemos separar en abstracto el contenido de tna vivencia de stt realidad vivenciada, el contenido se nos presenta como absolutamente indiferente respecto del valor en cuanto real y establectdo: incluso el pensamiento acerca del valor puede ser separado de una valoracién efectiva (la actitud de Rickert® hacia el valor), Pero el contenido de ana posible Vivencia-pensamiento significative en af mismo, para realizarse efectivamente y comulgar de este modo con la. existencia his- térica del conocimiento verdadero debe entablar un vinculo sustantivo con la valoracién real: yo puedo vivenciar y pensar Ge contenido stl como un valor elective, os dec, slo pe do pensario efectiva y activamente en un tono emocional y Volilive. Este contenido no viene a caer en mi cabeza como tuna especie de meteoro del oo mundo, permaneciendo abt hhermético ¢ impenetrable [1 palabra ilegible], sin entretgjerse con el tejido unitario de mi vivencia-pensamiento, emocional y volitiva, activamente viviente, como su momento sustancial, Ningtin contenido serfa realizado, ni un solo pensamiento se- va efectivamente pensado, sino se estableciera un vinculo esencial entre el contenido y su tono emocional y volitivo, es decir, su valor sustentado auténticamente por quien lo piensa, Vivir activamente una viveneia, pensar un pensamiento quieve decir no estar absolutamente indiferente hacia él, sino soste- nerlo emocional y volitivamente. Un verdadero pensar conce. bido como acto es el pensamiento émocional y volitivo, el per samiento entonado, y esta entonacién penetra ststancialmente fen todos los momentos del contenido del pensamiento, Un tono emocional y volitiwa abarca todo el contenido serintico del pensamiento en cl acto y lo relaciona con el acontecimien- 21, G Riekzt (1869-1920) eseaean de a escuela de Haden on el neon. En Is Rusa provevobomaria ls infuencia de Ricki era carsderite pcos eva ages E lean de etia seencuanae rosoma de! als a \ singular del ser. Justamente este tono emocional y volitive cs dl ge se orienta en el ser singular, ast como orienta y sus ‘enta en él un contenide seméntico. Pero se puede intentar afirmar el caréetet no esencl, ca- sual, del vinculo entre la significacién del contenido sernsntin y su tono emocional y valitivo para un sujeto pensador activo 1B deseo de notoriedad o bien [1 palabra ilegible] la avaricia, {ac080 no pueden representar la fuerza emocional y volitiva de Sai pensamiento activo? Por ventura, ano pueden ser el conte nido de estos pensamientos las estructuras gnoseologicas abs- tracias? ¢Acaso un mismo pensamiento ne comporta los mati- ces emocionales y volitivos absolutamente distintos en las di versas conciencias reales de las personas que evan a cabo este pensamiento? El pensamiento puede estar entretejido con la textura viviente de mi conciencia emocional y volitiva autén- tice por causas totalmente ajenas, desvinculadas del contenido seméntico del pensamiento dado. No cabe duda de que los hechos semejantes son posibles y en efecto suelen suceder. Pero se puede pot ello hacer un juicio acerca del carécter fundamentalmente insustancial y fortuito de este vinculo? Esto significarfa reconocer como una casualidad fundamental toda Ja historia de la cultura con respecto al mundo del contenido objetivamente significativo creado por ella. (Rickert y su refe- rencia (21 al valor y [1 palabra ilegible). Es poco probable que alguien sostuviera hasta el fin la casualidad de un sentido au- ténticamente realizado. En la filosofia actual de la cultura se lleva a cabo un intento por establecer un nexo esencial, pero desde el interior del mundo de la cultura. Los valores eultura- Jes son valides en sf mismos, y es menester gue la eonciencia viva se acomode a ellos, los alirme para sf, porque en tltima Iinstancia creaci6n [7] es, justamente, cognici6n. Puesto que yo estoy ereando estéticamente, por Io mismo reconozco tespon- sablemente el valor de lo estético, y sélo debo expltcitamente, efectivamente reconocerlo, y con Jo mismo se reconstruye 1a unidad del motivo y de la finalidad, de una realizacion verda- dera y de su contenido semantico. Con lo cual la conciencia vi- Mente se hace conciencia cultural, mientras la conciencia cul- tural se plasma en la conciencia viva. El hombre un dia estar bleci6, en efecto, todos los valores culturales y ahora vive ata- R do a ellos, Ast el poder dei pueblo, de acuerdo con Hobbs, se realiza sélo por una vez, en el acto de autonegacisn y de la tentrega de sf mismo al soberano, para que después el pueblo se convierta en esclavo de su libre decision. En la prictica, teste acto de la decisién primordial, al sostenet los valores, se Sittin, desde luego, mas allé de la frontera de cada conciencia viviente, y cada conciencia viviente encuentra previamente [prednarodit] los valores culturales como algo que le es dado a tla, y toda su actividad se reduce a reconovetlos para sf mis- ma. Al reconocer una vez el valor de una verdad cientiica en todos [1 palabra ilegible] del pensamiento cientifieo, ya estoy sometido a st ley inmanente: al decit a, bay que decir b, y & ¥ psf sucesivamente todo el alfabeto. Quien dijo uno, debe decit os, la necesidad inmanente de la serie lo transporta (la ley de Ia serie). Lo cust quiere decir: la vivencia de una vivencia, el tono emocional y volitive pueden adauirir su unidad tan s6lo en Ia unidad de la cultura, fuera de la cual son casuales; la conciencia real, para ser unitaria, debe reflejar en sf la unidad sistematicn de la cultura con el correspondiente (1 palabra ile gible] emocional y volitivo, el cual con respecto a cada Area determinada puede simplemente corsiderarse como uno de los factores que intervienen en el producto. Los puntos de vista semejantes son radicalmente inconsis- tentes por las consideraciones acerca del deber ser que y2 he- mos mencionado. El tono emocional ¥ volitivo, la valoracion real no se refieren, absolutamente, al contenido como tal to- mado aisladamente, sino al contenido en su relacién conmigo cen el acontecirniento singular del ser que nos abarea, La afi tmacién senocional y volitiva adquiere su tono no en el contex to de la cultura, sino gue la cultura en sti totalidad se integra cen el contexto global y singular de ka vida en la que particip. ‘Se integra también la cultura en su totalidad, asi cota cada pensamiento aislado, cada producto separado en ¢} contexto individual de un pensamicato coexistencial [sobytinae mystle- nie], El tono emocional y volitivo abre la cerraztn y el auto- fentrismo de un posible contenido del pensamiento, lo inicia fen el acontecitriento singular y global del ser, Cualquier valor de significado universal llega a se realmente significative tan s6lo en un contexto individual, 43 [EL tono emocional y volitivo se refiere justamnente a toda la dad conereta y singular, expresa toda la plenitud de un es fado del acontecer en un momento dado y en calidad de lo dado y de lo planteado [darmost-zadannost] a partir de mf ‘como su participante necesario. Por eso no puede ser aislado, separado del contexto unitario singular de una conciencia viva en cuanto a que se refiere a un objeto aislado como tal; aqui no se trata de una valoracién general del objeto independiente- mente de aquel contexto singular en el cual se tne presenta en ‘un montento dado, sino que expresa toda la verdad de la situa- cién en su totalidad como la del momento tinico e irrepetible del acontecer [sobytiinost") El tono emocional y volitivo que abarca y penetra el acon- tecimiento singular dei ser no es una reaecién psfquica pasiva, sino una orientacién necesaria de la conciencia, moralmente ignifcativa y responsablemente activa, Se trata de un movi- miento comprehensivo de Ja conciencia que transforma una posibilidad en la realidad de un acto realizado: de un acto de pensamiento, de sentimiento, de deseo, etc. Mediante e! tone emocional y volitiva sefialamos precisamente un momento de ‘mi actividad en Ia vivencia, Ia vivencia en cuanto que mis: Yo pienso-sctio mediante el pensamiento. Este término, que se usa en la estética, tiene en ella una significacién mas pasiva, Para nosotros es muy importante referir la vivencia dada a mf como a quien Ia vive activamente, Esta referencia a mt como activo tiene un carécter de valoracion sensorich y de volicién realizadora, y al mismo tiempo es responsablemente rational Todos estas momentos aparecen dadas aqut en cierta unidad, conocida por cualquiera que haya vivido st pensamiento y su seatimiento como un acto responsable activamente, El térmi- no de la psicologia, que de un modo fatal aparece. orientado hacia un sujeto de vivencia pasiva, agul no debe inducir al ecror. El momento de la realizaci6n del pensamiento, del sen. timiento, de la palabra, de la accién es mi orientacién activa- mente responsable, que es emocional y volitiva eon respecto a Ja circunstaneia en sa totalidad en el contexto de una vida real, singular y global. El hecho de que este tono activo, emotional y volitive, que smpregna todo lo que se vive realmente, refleje toda le irrepeti- 44 bilidad individual de un momento dado del acontecimiento, ro lo hace irresponsable de un modo impresionista, ni Jo con- vierte en un valor falso. Aquf es donde se hallan las rafces de mi responsabilidad activa; este tono trata de expresar la Ver- dad del momenta dado, debido a lo cual es remitido a st uni- dad altima, singslar, global Triste malentendido, berencia del racfonalismo, el hecho de que la verdad [pravda} s6lo pueda ser verdad universal listina] Compuesta de momentos generles; el hecho de que la verdad de una situacién consista justamente en lo que se encuentre en ella de repetible ¥ permanente, de tal modo que lo general y lo idéntico Io sea por principio (légicamente idéntico), mien- tras que una verdad individual se considere artisticamente inresponsable, es decir, como algo que aisle a una individual dad detetminada. Incluso si se habla de un acto singular y activo (un hecho), siempre sobreentienden su contenido (con: tenido idéntico a sf mismo), pero no el momento de tna reali zacion efestiva del acto, No obstante, gseré por ventura esta unidad —Ia igualdad consigo mismo en el plano del conteni- o, la identidad y su permanente repeticién (principio serial) — Ja unidad fundamental del ser, que es «1 momento necesario del concepte de la unidad? Porque este mismo raomento es un derivado abstracto, que se define por una unidad singular y tfeciva, En este sentido, Ia propia palabra ‘wnidac’ deberta abandonarse como demasiado teorizante; no la unidad, sino la singularidad de si mismo, de una'totalidad irepetible en su realidad, de donde, para el que desee pensar te6ricamente, sta totalidad sea origen [7] de la categoria de Ia unidad (en el sentido de algo que se repite permanenteménte). De este modo se vuelve més comprensible tan slo la categorfa especial de la conciencia tebrica, absolutamente necesaria y determinada, pero la conciencia que actia comulga con la singularidad real Como st momento, Por el contraric, la unidad de una concien- cia Teal, que actéa responsablementé, no debe ser pensada como la permanencia de un principio sustantivo, del derecho, de la ley, y menos atin del ser; aguf més pertinente resulta la ppilabra fidelidad tal y como se usa respecto del amor y el roatrimonio, s6lo que el amor no ha de ser entendido desde al punto de vista de una conciencia psicolégicamente pasiva 45 (porque en este caso resultarfa un sentimiento permanente del alms, algo como una percepcién permanente del calor, mien- tras que en una vivencia real del sentimiento no existe en cuanto permanencia). El tono emocional y volitivo de una conciencia realy singular en este caso se transmite mejor. Por Jo dems, en la filosofia contemporinea se advierte tuna cierta tendencia a entender la unidad de la coneiencia y la singularidad del ser como la unidad de un determinado valor, pero incluso en este caso el valor se transcribe teéricamente, se concibe 0 como un contenido idéntico de valores posibles, 0 ‘como principio de valoracion constante e idéntico, es decir, un cierto contenido medio estable de valoracién y valor posible, de modo que el hecho de la accién retrocede visiblemente al segundo plano, Sin embargo, se trata de lo més importante. No es el contenido de un documento de pago lo que me com- promete y obliga, sino mi firma debajo del documento, el he- cho de que alguna vez. yo hubiese reconocido y firmado dicha obligacin de pago. ¥ en el momento de firmar, no es el con- tenido de este acto lo que me ha forzado a poner mi firma, ya que el contenido en sf no podria incitarme a un determinado proceder, ¢s decir, a poner mi firma-reconocimiento, sino que tal proceder ha sido impulsado gracias a mi decisién de asumir mi obligacién mediante este suscribir-reconocer-ae tuar; en Jo altimo, el aspecto de contenido asimismo no ha sido sino un momento, y fo que solucioné el asunto [1 palabra ilegibie| el reconocimiento que verdaderamente tuvo lugar, la afirmacion que es acto responsable, etc. En todas partes he ‘mos de encontrar una permanente [2] unidad en la responsa- bilidad —no la permanencia de un contenido, ni una ley per- manente del acto, puesto cue todo el contenido es sélo un momento—, sino un auténtico hecho de reconocimiento, he- cho tinico € irepetible, emocional y volitivo, concretamente individual. Desde luego, todo esto puede ser transcrito en tér- minos teSricos, expresando una ley permanente del acto ético, porque la ambivalencia del lenguaje lo permite, pero obten- contngaleto al concsta tuocuropee de prgrso. Ca ‘vidas Sele abel en cuanoateencs frst eal snc que Po a isms provost un dts eget de hia eaagen de Danes Rosa el we ‘ovdantiacor dela doer de Nasco foe dude por Vac Hanon ile por Todas, debiioneabesete a pator nits yaya de Nistnhe, 56 BI suceso vivenciado de una verdadera participacién en este case aparece empobrecido por el hecho de que la existen- cia afirmada se posesiona del afirmante, la empatfa con el ver- dadero ser participado conduce a la pérdida de sf mismo en el ser (no se puede vivir siendo impostor), a la negacién de su propia unicidad dentro del deber ser. La conciencia participativa y encarnada puede presentarse como estrecha, limitada y subjetiva tan sélo al contraponerse a Ja conciencia de Ja cultura como eentrada en sf misma. Se representarian dos contextos axioldgicos, dos vidas: la vide de todo un mundo infinito en su totalidad, que puede tan sélo ser conocido objetivamente, y mi pequefia vida personal, El mun- do como tolalidad es sujeto de la primera, mientras que el sujeto de la segunda no es sino accidental y singular. No obs tante, no se trata de una contraposicién matematicamente cuantitativa de un mundo infinitamente grande y de un hom bbre muy menudo, de una unidad frente a-un nimero infinito de unidades-seres. Por supuesto, es posible trazar esta oposi- cién entre el hombre aislado y el mundo por el lado de una ‘corfa [7] general (21, pero su sentido real no es éste, Pequefio yy grande no son aqui categorias tesricas, sino puramente axio ogicas. Y hay que preguntar: cen qué plano se lleva 2 cabo ‘esta confrantacion valorativa, para que Legue a ser necesaria y efectivamente valida? Solo en el plano de la conciencia partici- pativa. Bl pathos de mi pequefia vida y de un mundo infinito es el pushos de mi no coartada participativa en el ser, es una cextensién responsable del contexto de los valores efectivamen- te reconocides desde mi posicién singular. Y en la medida en que aparezco sustraido de este mi tnico lugar, se presenta una escisién entre un mundo infinitamente posible de la cogniciée y el munillo de los valores que yo reconozco. Sélo desde af interior de este mundo pequetio, pero obliga- toriamente real, debe suceder esta amplificacién, infinita en tun principio, pero que,no se realice mediante disociacién contraposicién; porque en tal caso un mundo absolutamente insignificante de la realidad aparecera bafiado pot todos lados ppor las olas de una potencialidad infinita y vacua, y para esta pposibilidad es inevitable el cisma de mi pequefia realidad, el juego desatado de una objetividad [15 palabras ilegibles} vacua. 37 Entonces se origina Ja infinitud de In cognicién: en vez de hax er comilgar a todo el conocimiento tedricamente posible del mundo de la vida real a partir de sf misma come un reconoci- miento responsable, tratamos de unir nuestra vida real al com. {exto teérico posible, reconociendo en ella como importantes tan sélo sus momentos generales, o bien atribuyéndote al sen. tide de tn minimo fragmento de espacio y tiempo de una gran {otalided espaciotemporal, o bien dandole una interpretacion simbslica En todos estos casos su unicidad viviente, obligada e inexo- rable se diluye con el agua de una posibilidad vacua apenas ensable, El cuerpo (2) amante [?] se declara como valido tan sélo como un momento de ja materia infinita, indiferenie a Rosotros, © como ejemplar de homo sapiens, representante de su propia ética, enearnacién del principio abstracto del eterno femenino: siempre lo realmente significativo viene a ser mo. ‘mento de una posibilidad, mi vida se presenta como la vide del hombre en general, y esta riltim como una de las mance taciones de la vida del mundo. Pero todos estos contextos inf nitos de los valores no aparecen enraizados en nada, siendo tan sélo posibles en mi, Independientemente del ser objetivo y Universalmente significative, Pero es suliciente que plasmarsos, responsablemente este hecho de nuestto pensamiento hast al Final, que lo suscribamos, y nos veremos efectivamente patie pes en cl acontecimiento del ser desde su interice, ¥ desde nuestro sitio singular, Mientras mi acto efectivo, basado en la no coartada en el Ser, asi como el acto-pensamiento, el acto-sentimiento, aecto- aecién aparezcan realmente desplazados hacia los liinites ex. ‘remos del acontecimiento del ser, ubicados en éste como en tun todo unitario y singular, por més que el pensaniento pose tun contenido concreto, y el acto sea conereto e individu, en toda su pequetiez real ellos aparecen como participes reales de tuna totalidad infinita. Lo cual no quiere decir, en absolute, que yo deba pensar en mf mismo y en mi acto, en esta total. ad como un contenido determinado: esto no es posible ni necesurio, La mano izquierda puede no saber qué hace la de- Techs, mientras ésta realiza fo verdadero [pravdal. ¥ no en el sentido que evoca Goethe: «En todo aquello que producimos 58 orrectamente, hemos de ver Ia semejanza de cuanto puede ser creado correctamentes. Este es tan sélo tn caso de Ia in- terpretacién sizmbélica del paralelismo de los mundos, que porta el momento de ritualidad a un acto concreto y real COrientar al acto en la totalidad del singular acontecimiento del ser no quiere decir, en absolut, traducirlo al lenguaje de los valores sublimes cuyo rellejo 0 representacién es al sucesa participative conereto y real en el cual el acto aparece orienta- do directamente. Yo participo personalmente en el acontecer, Jo mismo que todo objeto o persona con los cuales tengo que ver en vida tinica aparecen como personalmente implicades. Puedo realizar un aeto politico y un rito religioso coma repre- sentante, pero en este caso ya se trata de una accién especial aa, que presupone el hecho de una atribueién de plenos po- dleres a mi persona; no obstante, tampoco aquf reniego por complete de vespnssbidad personal al contac fe representante plenipotenciario la toma en cuent presi dea licd es ide noe on sino Ja humildad, sino la soberbia, Es necesario aceptar humid ‘mente la participacién personal y la responsabilidad, AL tratar de concebir Ja vida propia como un representar implicito a ‘otras personas, y cada acto [akt] come ritual, nos convertimos ‘en impostores. _ El hecho de representar a alguien o a algo no cancela, sino tan sélo convierte mi responsabilidad personal en especializa- dda, Un reconocimiento o afirmacion de la totalidad a la que he de representar €s mi acto personalmente responsable, Puesto que ae se cancel, yo permanezco tan slo cm on rex ponsable especializado, me convierto en posefdo, mientras a mis actos, arrancados de las rafees ontologicas de la participa- ign personal, se convierten en accidentales con respecto @ la skims dd sng, de lau son desaraigades, fo mismo le yo No estoy enraizado en aquella drea que convierte mi {eto en acto especilzado Tal genero de separcion del con- texto Gnico, la pérdida, dentro de la especializacién, de la par- ticipatividad personal ‘iniea, tienen frecticntemente lugar en Jos casos de la responsabilidad politica. El intento de ver en cunlquier otro, en cada objero de un proceder dado, no una singularidad concreta, que participa personalmente en el ser, 39 sino al represemante de cierta totalidad as Cierta otalidad mayor, conduce a la ‘misma pérdida de a unidad singular. Con ell, lx responcatal iad yl cartcterontologicamente no fertuito de mi acto no Slo no aumentan, sino que dectecen y en cietta forms pier ae eae een rm fo, lo cual conduce tan sélo al hecho de que la concrceion real de la singulatidad obligatoriamente real empicea a den tetrarse mediante ls poteaialdad seméntica abstracta, Pata sal ete araige, en su primer plano debe stuarse la par ipacién personal en el ser tinico yen rlacion gon un chyeio len puesto quie sf bien ni eres representante de una toual ‘mayor, esto Se da, ante todo, personalmente; y la propia totalidad mayor no es justamente [7] lo general, sino Je con, eto de sus momentos iniduales 8 validez coneretamente real y obligatoria fnuuditeino- tontrenonad aia chines’ de Ie see ee a dado y singular (sea éste lo que fuere), el momenta de le rele dad en él parece justamemte como una otientacign en el ser realy sagan ens oda mundo en el cual el acto esté orientado com base Bl mand lo con base en su Participacion singular en cl ser: tal es el objeto de In flosofin toral, Peto ol acto no 1o conoce ent cuanto un cieno conten do determinado, sino que tiene que ver tan s6lo con tna pers sona y un objeto tinicos,y éstos le son dados en tonos emecie, nales y volitivas indlviduales. Es un mundo de nombres pros os de sts objeto y de las determine fechas cron. jcas de una vida. Una descripcion experimental del 8 eoneer de ua ia ded el intr dl sto ene 9 su mo soariads en el ser seria una confesién, entendida co rendir cuentas de los propios actos de uno en forma individnt singular. Pero estos mundos concretamente individuclan itrepetibles, concemientes al proceder real de las concienciay Ldeswitetno postupaiuschie soznania, de las cuales se confor: tma, como de los factores reales, el acontecimlento del ser dink, py singer, poseen también momentos generals, pero no en sentido de conceptos o Jeyes generales, sino en el fos momentos compartidas de sus arguilectonicas conecee ta filosofia moral deberfa ocuparse de deseribir esta arquilec: ‘nica del mundo real del acto étco, no en forma de un came 60 ma abstracto, sino como un plano concreto del mundo del acto unitario y singular, de los momentos principales concre- tos de su estructuracién y su disposicién reciproca. Estos mo- rmentos son: Yo-para-mn, olto-para-mi ¥ yo-para-otro> todos las valores de la vida real y de la cultuia se distbuyen en torno a estos puntos arquitecténicos principales del mundo real del acto ético” Jos valares clentsfices, Jos esséticos, los peliticas (os ticos y os sociales inclusive) y, finalmente, los religiosos. To- dos los valores espaciotemporales y de contenido semantico se festructuran en torn 2 estos momentos centrales entocionales y volitivos: yo, otro, yorpara-otto. La primera parte de muestra investigacién se dedica justa- ‘mente al exarien de fos momentos principales de fa arquitec- ténica del mundo real, no pensado, sino vivenciado, La si- ‘guiente parte estar dericada al acto estético en cuanto proce der éticn: no desde ef interior de su producto, sino desde el punto de vista del autor en cuanto participante responsable? Y [2 palabras degibles} de Ia ética de la creacién artistica. La tercera se consagraré a la ética de la politica, y la cuatta parte @ Ja ética de la religién, La arquitecténica de este mundo re- ‘cuerda a Ja del mundo de Dante y de los misterios medievales en el misterio y en la iragedia la aceién tarpbién se ubica sobre las fronteras tltimas del sex) 1a crisis contemporinea es basicamente la crisis del acto &ico contemporéneo. Se ba abierto un abismo entre el moti- vo de un acto y su proxducto. Como consecuencia, el produc to mismo, al separsrse de sus rafces ontolégicas, se he puesto mustio. El dinero puede convertirse en el motivo de un acto que construye un sistema moral, El materilismo econ6mico tiene razén con respecto al momento presente, pero no porque los motives del acto hayan penctrado en el interior del produc- to, sino mas bien por el contrario, el producto en su significa: cig se deslinda del acto en su motivacién real, Los mundos te6rico y estético han sido liberados, pero desde el interior de cada uno de ellos es imposible vinculatios entre sf ni hacer 2, Liaparo hace una interracial sous ena lasses Be cua de S Bachar (er fa 1010 186 de Beis Toward Phooey ofthe At, 1-8) aca no me pares acertada, Sige eran’ leno (72, 6 que comulguen con Ia unidad titima, ni hacerlos enearnar. El acto, a consecutencia de que la teoria se ha separado del acto y se desarrolla acorde a su propia ley inmanente, al dejar gue la teorfa se aleje, empieza a degradarse. Todas las fuerzas de la realizacién responsable [otvetstvermoe svershenie] se retiran hacia Ia regién auténoma de la cultura, ¥ el acto ético separa- do de ellas degenera hasta el grado de una motivacién biolégi- ‘ea y econ6mica elemental, perdiendo todos sus momentos ideales: ral es el estado de la civilizacién. Toda la riqueza de In cultura se pone al servicio del aeto biolSico. La teoria aban- dona al acto en medio de una existencia obtusa, succiona de él todos los momentos de idealidad hacia su regién auténoma, empobreciendo al acto. De at viene el pathos de Tolstoi y de ‘todo niilismo cultural En tal estado de las cosas peciria parecer que al descontar os momentos seménticos de Ta cultura objetiva. permanece ‘una desnuda subjetividad biolégica, el acto como necesidad [biolésica). Por eso surge Ia impresion de que tan s6lo en cuanto poeta 0 cientifico yo sea objetivo y espiritual, es decir, tan sélo desde al interior del producto que haya creado. Mi Diogralia espiritual, por ende, habria de editicarse desde el in- terior de tales objetos. Al descontar todo esto sélo queda el acto subjetivo. Todo lo objetivamente vilido del acto forma parte del érea cultural a la cual se adscribe el objeto generaclo por el acto, La complejidad extrema del producto y la simplici- dad elemental de In motivacién (sic]. Hemos convocado el es- pectzo de la cultura objetiva, al que no podemos conjurar. De ahi la critica de Spengler. De ahf sus memorias metalisicas y la ubicacién de la historia entre la accién y su expresién en forma de acto ético significative, En el fandamento del acto se encuentra la comunién con Ia totalidad nica, lo responsable no se disuelve en Io especializado (la politica), porque en cl caso contrario no estariamos frente al acto ético, sino frente a un hacer técnico, Pero entonces un acto étice semejante no debe contraponerse a la teoria y el pensamiento, sino incluir- Jos deniro de sf en cuanto momentos necesarios, plenamente responsables. Spengler no concede ningthz lugar a todo esto Opone al acto ético a la teoria, y para no quedar en el vacfo, inserta la historia. Si tomamos el acto contemporsineo por se 62 parado respecto de [a teorfa cerrada sobre si misma, obtendre- ‘mos un acto biolégico o téenico. La historia no lo salva, por no estar arraigado en la tltima totalidad tinica. La vida tar sélo puede ser conscientizada en una responsa- bilidad concrets. La filosofia de la vida s6lo puede ser una filosofia moral, S6lo es posible tomar conciencia de la vida como de un acontecer, y no como de ser en cuanto dacién [tytienderost]. Una vida que haga a un lado la responsabili dad no puede poseer una filosofia: apareceria por principio coms fortuita y carente de rafees. 1 EI mundo en el cual el acto realmente transcurre y se lleva 2 cabo, es un mundo unitario y singular vivenciado en forma conereta: es visto, ofdo, palpado y pensado, impregnado por completo de tonos emocionales y volitivos de una validez axio- lopica positivamente afirmada, La singularidad unitaria de este ‘mundo, unidad cuyo origen no es el contenido seméntico, sino que es de orden emocional y voltivo, es garantizada para la realidad mediante al reeonocimiento de mi participacion sia- gular, de mi ro coartada en el ser. Esta mi participacion inau- gura un deber ser concreto: el de realizar toda singuleridad entendida como la singularidad absolutamente irrestafiable de Ta existeneia, con respecto a todo momento de este ser, 0 se, mi participacién transforma cada manifestacién mfa ~-sent riento, deseo, estado de animo, pensamiento— en un acto mio, activo y responsable Este mundo se me presenta, desde mi lugar singular, como conereto y tinieo, Para mi concienein que acta participative mente, el mundo se organiza como un todo arquitect6nico en rededor mio, siendo yo el centro nico de irradiacion de mi acto: yo Jo encuentro en la medida en que yo actio éticamente a partir de m{ mismo, mediante visién, pensamiento, accin En correlacién con el snico lugar de mi irradiacién activa ha cia cl mundo, todas las relaciones pensables de espacio ¥ tiem: po adquieren un centro valorativo, estructuréndose alrededor de él en una cierta totalidad arquitect6nica estable: la unidad 63 posible se vuelve singularidad efectiva. Mi posicion singular y activa o aparece coro un centro abstractamente geométrco, sino como centro responsable, emocional y oitive, como cen- tro conereto de una pluralidad conereta del mundo en el cual el momento espaciotemporal representa el tinico lugar y Je hora y el dia histéricos irrepetibles [5 palabras iegibies}. Aqut concurren los planos que son diferentes, desde un punto de vista abstracio, en una unidad concreta y singular tanto el determinismo espaciotemporal, como tonos y sentidos emocio- nales y voltivos. Los adverbias como waltov, «por encima deo, «por debajor, «por fin», «tarde», «todavia», evan las expresio. res como thace falta», «se deber, «més lejoss, wmés cercar, etc, adquieren no sélo un eantenido seméntico apenas pensa. ble y posible, sino una significacién efectiva, vivenciada, grave, obligatoria, concretamente determinada, desde el tinico hugar de mi participacién en el acontecimiento del ser. Esta mi parr ticipacion real desde un punto concretamente singular del ser crea una gravidez real del tiempo, y el valor palpable ¥ mani- fiesto del espacio, convirtiendo sus fronteras en algo firme, no casttal, significativo: ef mundo en cuanto un todo tinico y sin: gular, real y responsablemente vivenciado. Si yo me abstraigo de este centro de irradiacién de ml tni- ea patticipacién en cl ser, no s6lo en sus aspectos de un deter. rinado contenido (espaciotemporal, ete), sino también de la afirmacién emocional y volitiva real de mi participacién, lh singularidad conereta y la realidad obligatoria del mundo se desintegrarsn inevitablemente en momentos y relaciones abs- tractas y generales, tan s6lo posibles, que pucden ser reducidas una Unidad similar: apenas posible, abstracta y general. La arguitecténica concreta de! mundo vivenciado seré sustituida (71 por una unidad sistematica de los momentos abstractos _generaies, sin valor espaciotemporal ni axiolégico. Desde el it terior del sistema cada momento de esta unidad es légicame te necesario, pero el propio sistema es posible sélo relativa- ‘mente; s6lo al relacionarse conmigo en cuanto ser pensante ert forma activa, y en cuanto acto ético de mai pensar responsable, comulgarfa con la arquitecténica real del mundo vivenciado siendo su momento, echando rafces en su unicidad axiol6gica significante y real, Todo lo abstractamente general no es el 64 ‘momento inmediato del mundo realmente vivido, como Jo son este hombre, este cielo, este drbol, sino tangencialmente, en cuanto contenido semantico de este pensamiento singularmen- te real o de este libro concreto; s6lo de esta manera este conte- nido real es vivo y pattcipante, pero no su sentido centrado en sf mismo. No obstante, el sentido es eterno, mientras que esta reali ad de la concieneia y la realidad del libro son perecederas. Es que la eternided del sentido, més allé de su realizacién, es una eternidad anaxiolégica posible, més allé de la validex conereta Porque si esta tal eternidad en sf [?] del sentido fuese realmen- te axioldgicamente valida, el acto de su enoamacién, st razo- namiento y su realizacisn efectiva mediante el pensamiento activo habria sido superfluo e innecesario; puesto que sélo en su correlacién con éste el cardicter eterno del sentido se con- vierte en realmente valioso y significative. Sélo en relacién con la realidad el sentido eterno se convierte en fuerza motriz del pensamiento activo en tanto que su momento: el valor eterno de este pensamiento, de este libro. Pero también agut la lux axiolégica aparece como tomada en préstamo: en diltima ins- tancia, la eternidad real de la realidad més conereta es obliga- toriamente valiosa en su totalidacd: el valor de este hombre, de estas personas y de su mundo con todos sus momentos reeles; sélo asf se iluming con una luz axiol6gica el sentido eterno de tun pensamiento efectivamente realizado. Cualquier cosa tomada auténomamente, sin tomar en cuenta su relacién con el centro axiol6gico tinico de la respon. sabilidad iradiada por el acto, plerde su earscter concreto y su realidad, ast como el espesor valorativo, la obligatoriedad emocional y volitiva, y se vuelve una posibilidad vacua, abs- ‘ractamente general Desde el emplazamiento singular de mi participacion en el ser se individualizan el tiempo y el espacio, comulgando con Ja tunicidad coneret2 de Ia que son momentos. Desde un punto de vista te6rico, el espacio y el tiempo de mi vida son insignifi- antes fragmentos (en términos abstractamente cuantitativos; sin embargo el pensamiento partieipativo agrega aqui un tono valorativo) del tiempoespacio tinico y, por supuesto, sélo este hecho garantiza la monovalencia seméntica de sus'definicio- 68 nes y juicios; pero desde el interior de mi vida privada estos Sagmentos encuentran un centro valoratve ifcado, Io evel convierte al tiempoespacio real en una individualidad singular, tsb ee ee El tiempoespacio matemético garantiza Ia unidad seménti- a posible de los jicios posibles (para un juicio real hace falta tun interés emocional y volitive verdadero), mientras gue mi Participacién real en ellos desde mi tice lugar garantiza si ‘cter real inexorablemente obligatorio y su tnicidad axiol6- ica, como si se les otorgara carne y sangre, desde su intecior, ¥ en relacién con ella, el tiempoespacio adquiere (un pasado tun futuro infinito y probable) una densidad axiolégica; mi uni- cidad es una especie de centro de intadiacion cuyos rayos, atravesando el tiempo, afieman cl cardeter humano de la histo. tia (2, iluminando los valores todo el tiempo que sea posible, su misma temporalidad, puesto que yo realmente soy parte de ‘lla, Tales definiciones espaciotemporales come infinito, eter. nidad, inmensidad, que salpican nuestro pensamiento pattci ante emocional y valitivw en la vida, en Ia filosofia, en la reli. idn y el ane, por stt uso efectivo no son conceptos teéica. mente puros (matemsticos), sino que viven en el pensamiento mediante los momentos del sentide valorativo, que les es pro. Pio, ihumindndose axiol6gicamente en relacion con mi unit. dad participativa Consideramos pertinente reiterar: vivir desde st mismo, Pattiendo de s{ mismo en sus actos, no quiere decir todavia vivir y actuar para si, La centralidad de mi tiniea participacién en el ser dentro de la arquitecténica del mundo vivenciado no implica en alyohuto la centralidad positiva (2] del valor para el sual todo lo demas en el mundo no es sino un principio ausi- lint. Yo-para-mif representa el centro dé iradiacién del acto y de la actividad de afitmacién y reconocimiento de todo valo puesto que Se trata de tin punto tinico en el cual yo me sitio como responsablernente participante en el ser singular: se a. ta de un centro operativo, del estado mayor del comendante en jefe para mis posibilidades y mi deber ser dentro del acon iento del ser, ya que solo desde mi nico lugar puedo y debo ser activo, Mj afirmada participacién en el ser no es slo pasiva (el goz0 de ser), sino que es ante todo activa (como el debe ser para hacer efectivo mi puesto singular), No se trata de un valor existencial supremo, que farclamente sistemética- mente todos los demas valores viteles para mi en cuanto rela- tivos, en cuanto Condicionados; no tenemos Ja intencién de construir un sistema de valores légicamente unificado, ponien- do a la cabeza como valor principal mi participacién en el ser, tun sistema ideal de les diversos valores probables, como tam- poco se trata de una transcripeién teérica de los valores histé- vicamente reconocidos por el hombre, con el fin de establecer entre ellos relaciones légicas de subordinaci6n, sumisin, etc, ss decir, sistematizarlos, No es nuestra intericién proponer wn sistema'o un inventario sistenastico de los valores donde los conceptos puras (iéntions a sf mismos desde el punto de vista del contenido) se vinculen con las relaciones légicas, sino que nos interesa ofrecer una representacién o descripeién de Ia ar- guitecténica valorativa del vivir el mundo, no con una funda ‘mentacién analftica a la cabeza, sino con un centro verdadera- ‘mente concreto (espaciotemporal) de emanacién de valoracio- nes, afirmaciones, actos reales, cuyos miembros son objetos reales vinculados entre s{ par medio de relaciones de un acon- tecer concreto (las relaciones Idgicas agus no son més que un momento al lado de lo espaciotemporal y de lo emocional y volitiv), dentro del singular econtecimiento del ser, Para proponer un concepto preliminar acerca de la posibi- lidad de una semejante arquitecténiea concreta, ofrecemos aqui un andlisis del mundo de la visién estética: del mundo del arte que, siendo conereto y pleno de tonos emocionales y vol tivos, se encuentra, entre todos los mundos culturalmente abs- tractos (?] (en su aislamiento), més cerca del mundo unico ¥ singular del acto ético. Este nos ayudard a acercarnos a la comprension de la estrictura arquitecténica del mundo del acontecer real La unidad del mundo de Ia visién estética no es de indole semdntica y sistemética, sino que se trata de una unidad con- eretamente arquitecténica, organizada en tomo a un centro valorativo conereto, que puede ser pensado, visualizado, ama- do, Este contro es el hombre, y todo en el mundo cobra un significado, un sentido y valor, en tanto que humano, 20 s6lo en su relacién con el hombre. Toda Ja existencia posible, y 87 todo sentido posible se disponen en tomo el hombre como centro y como tinico valor, y todo debe ser relacionado con el hombre (aqui la visién estética no reconoce fronteras), debe llegar a ser bumano, No obstante esto no quiere decir que precisamente el héroe de una obra tenga que ser representado como un valor positivo, en el sentido de aplicarle un determi- nado epfteto valorativo: «bueno, bello», ete., porque todos es tos epftetos pueden ser completamente negativos, el héroe puede ser malo, miserable, en todos los sentidos vencide y su- perado, pero mi atencién interesada est fijada en él, y es en tomo a él en cuanto malo, siendo sin embargo el tinico centro axiolégico, como se sittia todo lo bueno del contenido. El hombre, aqui, no es grato por ser bueno, sino que es bueno por ser grato# En ello consiste toda la especificidad de la vie sién estética Todo el topos valorativo, toda la arquitectnica de la visién habrian sido diferentes, si no fuera él su centro valorativo. Si yo contemplo el cuadro de la perdicion y de una vergtenza publica, totalmente justificada, de un hombre amado por mi de una manera exclusiva, ¢l cuadro seré totalmente diferente a aguel qxe presenciarfa en el caso en que el condenado fuese para mi valorativamente indiferente. ¥ esto no sucede poraue yo hubiera tratado de justifcarlo a pesar del sentido coma y la justicia —podemos descartar todo esto—, el cuadro de la exposicién publica puede ser absolutamente justo y realista, y sin embargo ser distinto por su topos esencial, por la disposi- cidn axiolégicamente concreta de las partes y los detalles, por toda su arquitecténica, de modo que yo veré otras rasges valo- rativos, asi como otros aspectos, y su disposiciOn soré diferen- te, puesto que el centro concreto de mi vision y acabado del cuadro seria distinto. No se trataria de una distorsién interesa- da del enfoque, puesto que la arquitect6nica no eoncieme al contenido seméntico del asunto. El aspecto del contenido del suceso, tomado en abstracto, es igual a si mismo e idéntico a pesar de la existencia de los diferentes centras valoratives con- cretos (la apreciacién del sentido desde el panto de vista de un determinado valor, como bien, belleza, verdad, inclusive), pero 23, Bain eo elle au ele ro (7B 68 este aspecto del contenido, idéntico a st mismo, no es sino tan solo un momento de toda la arquitectonica concreta en su to- talidad, y la posicién de este momento abstracto es diferente a I luz de los diversos enfoques valorativos. Porque un mismo objeto desde el punto de vista de contenido seméntico, al ser contemplado desde los diversas puntos de un espacio «nico por personas diferentes, ocupa lugares distintos y se presenta Giferentemente dentro de Ja totalidad arquitecténica del cam- po de visualizacion de estas diferentes personas que lo obser van, y la identidad seméntica forma parte como un mornente de la vision concreta, adquiriendo tan s6lo una serie de rase0s nuevos, Pero al contemplar un acontecimiento, la posicion es- pacial abstracta es tan sélo uno de los momentos de Ja postara emocional y volitiva del participante del tal acontecer. ‘Asimismo, un juicio de valor acerca de una misma persona («él e¢ malo») puede tener diversas entonaciones reales, de ‘acuerdo con la posicién del centro axioldgico en circunstan- cias dadas: depends de si amo realmente al sujeto en cuesti6n, fo bien me importa un valor conereto en relacion con el cual resulta inconsistente e indiferente; por supuesto, tal distinciéa no puede expresarse en abstracto en forma de un sistema jer rarquico de valores, sino que se trata de una relacién concreta de indole arquitect6nica, No se puede substituis la arquitecto rica valorativa por un sistema de relaciones légieas (subordi- nnacién) de fos valores, interpretando los matices de la entona ‘cin sisteréticamente, de la siguiente manera: en el primero de los casos el valor supremo es el hombre, y valor subordina- do es el bien, mientras que en el segundo caso sueede al revés. ‘No pueden existir tales relaciones entre el concepto abstracto € ideal y «1 objeto concreto y real, como tampoco se puede abs- timer de la realidad conereta del hombre, dejando tan s6lo un esqueleto del sentido (homo sapiens) “Ast pues, el centro axiolégico de ta arquitecténica del acon- tecer de la vision estétiea no es el hombre como un contenido idéntico a st mismo, sino como una realidad real amerosa- mente afirmada, Con esto la vision estética esté lejos de abs- traerse de todos los puntos de vista posibles sobre los valores, ‘tampoco borra Ia frontera entre el bien y el mal, entre la belleza y fealdad, entre la verdad y la mentira; la vision estét- 68 ‘ca conoce y afirma todas estas diferencias en el mundo al que ontemple, sin embargo todas esas dstincones aoe hoes Patentes como las eriterios tftimos, como el principio del exa. men y plasmacion de lo visible, sino que ellas perrnanecen en SH interior como momentos de la arquitecténica y de todas maneras son abareadas por la afirmacién plenamente Tecept- '2 y amorosa del hombre. La visién estética conoce desde Ines 9 también les eprincipios de selecciénr, pero todes ells 50 subordinan arquitecténicamente al hombre en cuanto valorativo supremo. at En este sentido se puede hablar acerca del amar estético ob Jativo, sin atabuinle a esta palabra un signiicado extetico pa colégicamente pesivo, sino entendiéndolo como principio de la visidn estética, La heterogencidad axiolégica del ser releride al hombre sélo le es dada a la contemplacién amorasa, puesto Que sélo el amor puede retener y fifar esta multiplicidad y he, {eroeeneidad, sin extriviarlo ni dispersarl, dejando un esque. leto consisteme en lineas principales y aspectos semintivos Solo un amor desinteresado segtn el principio mo se es grate Por ser bueno, sino que se es bueno por ser gritar, s6lo la atenclén amorosamente interesada es capaz de desarrllar una fuerza suliciemte para abarcar y retener la rnuitiplicidad con, creta del ser sia empobrecerio i esquematizarlo. Una rene. cién indiferente w hostil es si siempre una reaccién empobre cedora y desintegradora del objeto y significa deler de lado cl objeto en toda suv mukipticidad, subestimarlo 0 superar, £2 propia funcién biolégica de la indiferencia aparece sist, bre como nucstra liberacion de la multipicidad del ser. abs raccién con respecto a aguello gue ao es sustancial para nos. ols tne epee de fcanomia que lo protege de la disper sion dentro de la multiplicidad. Tal es, también, la funcién el olvido. eee El desomor, ta indiferencia jamés pueden ser capaces de desarrellar {uerzas suficientes como pata demovar intersamen. fe por encitna del objeto, fijando y moldeando cada pormenor ¥ detalle suyo, Sélp el amor puede ser estéticamente produ 2, silo en una relaciin con lo amado es posible la plentud de ‘o matiiple. Con respecto al centro velorativo (ef hombre conereto) del 79 mando de fa visi6n estética no se debe distinguir entre forma ¥¥ contenido: el bombre es el principio tanto de la forma como del contenido de la visién, en su unidad e interpenetracicin. Tat diferenciacida séto resulta posible respecto de las categortas seminticas abstractas. Todos los momentos abstractos de lx forma se convierten en momentos concretos de la arquitect6- nea en una correlacién con el valor conereto del hombre mor= tal. Todas las relaciones espaciotemporales concurren en él y sélp en relacion con él cobran un sentido valorative: alt, lejos, por encima, por debajo, abismo, infinite; todos eifos reflejan Ian ‘ida y fa tensién de un hombte mortal, por supuesto no en un sentido matemético abstracto sino como un valer emocional y volitivo, Sélo e! valor de un hombre mortal ofrece una escala para Ja serie espaciotemporal: asi como el espacio se densifica como un horizonte posible de um mortal, el tiempo posce un espesor y una grayedad valorativos en cuanto al transcurso de Jn vida de un hombre mortal, con lo cual [2] hay que tomar en ‘cuenta el contenido de la definicién del tiempo, la gravedad formal, el transcurso significativo del ritmo. Si ef hombre no firese mortal, el tono emocional y volitivo de este transcurrir, de este «mds temprano» o «més tarden, del eva», «cuandon, sjamés», y de los momentos formales de) sstmo habe sido difesente. Bliminemos las escalas [7] de la vida del hombre ‘mortal y se extinguiré el valor de lo vivido, tanto de su ritmo como del contenido, Desde luego, aguf no se trata de una de- terminada duracién matemdtiea de wna vida humana (70 aiios)! —ella puede ser arbitrariamente larga o breve—, sino de que existen términos, limites de la vida que son el naci- miento y la muerte, y €l solo hacho de la existencia de tales ‘érminos erea un matiz: emocional y volitivo del transcurso del tiempo de una vida limitads; asf como Ia propia eternidad po- see un sentido valorativa tan s6lo en su relaeidn con «na vid eterminade. Podremos clarificar [?] mejor la disposicion arquitect6nica del mundo de Ia visién esiética en tomo a su centro valarative —una persona mortal— én ef andlisis del contenido y la fortta 28, Cl; Stl rms unos stent aes. (Ses, 8,1) de alguna obra concreta. Veamos el poerna lirigo de Pushikin Rake (La separacién (1830) = esta obra lirica hay dos personajes: el héroe litico (auc ‘or objetivado) y ella (Riznich)* y, por lo tanto, xe encuentran dos contextos valoratives, dos puntos concretes para relacion nar con ellos momentos axiolégicos del set, y atlemés cl se- gando contexto, sin perder su autonomfa, aparece comprehen. ido valorativamente por el primero (se aficma por él yalorati- vvamente); ambos contextos a su vez estdn abarcados. por el Contexto estético unificador, axiolégicamente afirmativo, del Autor en cuanto artista: este tltimo contexto se sitia por fuera fe Ia arquitecténica de la visién del mundo en la obra (no se {rata del contexto del autor-narrador, que es miembro de esta arquitecténtca), asf como del receptor. El lugar dnico en el ser que ocupa el sujeto estético (autor, receptor), el punto de irra. diacién de su actividad estética —el amor objetivo por el hom. bre-- es una extraposicion [Ynenajodimost'?” con respecto a todos los momentos de la unidad arquitecténica [ilegible] de la vision estética, lo cual hace por primera vez posible la existen. ia de una arquitecténica espaciotemporal a partir de una acti, Vidad afirmativa. La empatfa estética —Ia vision del héroe, del objeto desde el interior— se realiza activamente desde este Uinico lugar extrapuesto, y agui mismo y sobre él se cumple la ‘aceptacin estética —aficmacion y plasmacién del material de Ja empatfa en la arquitecténica unificadora de la visualizacion La extraposicién del sujeto, tanto espaciotemporal como axio, Logica, es decir, yo no soy el objeto de la empatia y de la visua. lizaci6n, hace por primera vez pasible la actividad estética de la creacién de la forma, Todos las elementos concretos de la arquitecténiea son atraidos hacia dos centros valorativos (héroe y herofna), y son ‘gualmente abarcados por la actividad afirmativa, valoradora, 25. Blo este tuto, aoe no partenece al autor cl poeta «Poe as elas do jon pros ce publceba ele lanes Set siglo XIN 26, Ls Wend de a desinatane del poems, Atala Ranch, ey ampllanesee ‘congo por ls tografia: dl pout pero no etd tpl ial oie Fo 27, Ba uno de los enceyos clave dea ete de areas val nana y ba so tad por Todor como datos: Lapuney propane ose sinatetony Sip ag ovate ue propane aes en a raucelan ty Estee del needy wre (Meio, 1989), humana, estética, dentro de un acontecer nico. Examineiios esta distribucién de los momentos concretas dei ser: ee las onilas de tu lana patria bandonabas la tierra ajena, orillas de la pata se sitian dentro del contexto valora- tv cacernparl de sida dela eta. Par ela cia, el horizonte espacial posible dentro de su tono emocional 3 vliivo (en el send coneretamente axiolico del palates, en su sentido pleno), y el espacio, convertido en tierra ajenar Gn rtd el aconecer eonrt, se conor con ln unked de la patria, Entonces ef momento del movimiento espacial desde Ia tierra ajena hacia la patria se da y se lleva a cabo dentro del tono emocional y volitivo de la herofna. No obstante, este momento ag se wile concrete dentro del one fo de Ia Vida del autor, en cuanto a que acontecimiento den tro bd comerto ie sda abdonabes ars el eno de su tono emocional y wlitvo) ella estara regresanda, es de Gi predoinaia un tno ailigicamente rs posh. Slo le én singular de él dentro de! acontecimiento ella tsa sabanorandon La uid argu dl sence ces vida, con su tons emocional y volitivo, se da como momento anquiiectonieo conereto, expresado mediante el epfteto «lea nav. Fa tal e380, no es importante, desde el punto de vista del acontecimiento, el hecho de que a ella le corresponda cumpli con un largo camino; lo que importa es que ella estar lejos de 4), pese a que la eljanfa» posee un peso valorativo tambien dentro del contexto de ela, Aqui tenemos una interpenetracicn y una unidad de los sucesos a pesar de Ja impasibilidad de face lester ine mere En la segunda estvofa, esta interpenetracién y la imposibik- dad de fisdn la unidadl del aconiecer-~es adn mas evident En una hora inokidable, hora (iste lor fargamente a tu lado La hora y sus epltetos (inolvidable, triste) tienen carfcter de acontecer tanto para él como para ella, cobran un peso. B dentro de la serie temporal de una vida determinada y finite tanto Ia de él como Ia de ella. Pero predomina el tono emocio- ral y volitivo de él, En esta relacién es [ilegile] valorable este ‘momento temporal come la hora. axiolégicamente plena de la vida tnica de él i : En una primera version, incluso el principlo aparecta den- to del contexto axiologico del herve: Por las orilas de la tiers ajena y lejana estabas abandonando Ia tierra pati. __ En ete exso, la tierra ajena (alia) y la thera patria (Ru- sia) aparecfan dentto del tono emocional y volitivo del autor héroe. En relacién con ella, el mismo espacio —dentro de! acontecer de la vida de ella— ocupa (7) un lugar opuesto, Mis manos, enfiisndose, se esforzban por etenette Esto aparece en el contesto valorativo del héroe. Las ma nos, enftiandose, trataron de retener denira de su entomo es- pacial, en la cercania inmediata del cuerpo, centro espacial {inico, aquel centro concreto que da un sentido y contribuye tuna sustancia valorativa: a Ta patria, ala terra ajena, a Ta leja- nia, a Ia intimidad, al pasado, a la brevedad de In hora, al Ianto prolongado, a la eternidad del recuerdo. Gimierxio implore que no interrumpieras Ja terrible angasia de la Separnetcn, Aqui también prevalece el contexto del autor. En este caso, se trata de ina tensién en el contenido y en el ritmo, asi como tuna cierta acelerneién del fernpo: ln intensidad de una determi- nada vida mortal, In accleracién axiolégica del fempo de una vida en su precipitante acontecer. Desias:a la hora del encuentro, bajo un cielo etermamente az. 4 En ou tensa interpenetracién, los contextos de él y de ella, atravesados por Ia unidad del contexto valorativo de la huma- rridad mortal: un cielo eternamente azul ante el contexto de la vida de cada ser mortal. No obstante, acuf este momento del fcontecer tniversal de lo human no se le brinda directamen- te al sujeto estético (<1 autor-contemplador, extrapuesto con respecto a la arquitecténica del mundo de la obra), sino que s= da desde el interior del contexto de los protagonistas, es deci, forma parte del acontecer del reencuentro como un momento valorativamente establecido, EI reencventro, la aproximacién mutta de los centros valorativos de la vida de ambos, no im- porta el plano en que los tomemos (terrenal, celestial, temmpo- ral 0 supratemporal) es més importante [?] que la proximidad propia de un suceso dentro de un mismo horivonte, en un nismo entorno axiolégico. Las siguientes dos estrofas profin- dizan coneretamente el reencucntro, Pero jay! donde ln boveda celeste bila en el explendor az donde las agtas dormitan bajo rocas dormiste ty ultimo suet. ‘Dabelleva, tus sultimientos ‘han desaparecido en la ua fonerata ‘Tambien desapareci6 con ellos cl beso del reencuentto.. Pero lo sigo esperando: jme lo debest Tas primeras tres Maeas de estas dos siltimas estrofas repre- sentan los momentos del acontecer (7] de un context univer- sal de los valores huumanos (Ia belleza de Italia), sostenido en el contexto axioldgico de la heroina fsx rsundo), desde donde eniran afirmativanente también en el contexto del héroe. Se trata de un entorno para el acontecer de su singular muerte, tanto para ella como para él. El posible entomo de la vida de lla, dal futuro reeneuentro de los dos se ha convertido en el fentorno real de 1a muerte. El sentido del acontecer valorativo del mundo de Italia es para el héroe un mundo en el gue ella ‘ya no estas un mundo valorativamente tluminaco por la ya-no- ‘xistencia de ella en este mundo, Para ella, se trata de un 5 mundo en el que ella habria podido estar. Todas las Imeas restantes aparecen dentro del tono emocional y valorativo del autor-hérse, pero en este tono [ilegible] se anticipa la linea fi nal: la seguridad de que el reencuentro prometido siempre st cederta, de que el frculo de la interpenetracion de sus contex tos axioldgicos respectivos no esté cerrado. El tono emocional y volitivo de la separacion y de un reencuentro que no tuo lugar se transforma, anticipandolo, en el tono de un seguro {inevitable reencuentro en el mas alla Tales la distribucton de Jos momentos del acontecer ontol6- ico en tomo a dos centros axiolégicos. Ur mismo objeto desde el punto de vista del contenido semantic (tala) resulta dife- rente en cuanto momento del acontecer para los contextos axiologicos distintos: lo que para ella es patria, para él es tierra extrafio, el hecho de su partida es para ella el regreso, pero para él es el abandono, efc, Una Italia tinica e idéntica a si misma, as{ como la lejanfa matemsticamente igual a sf misma que Ia separa de Rusia: ambas aguf forman parte de la unidad del acontecer, y viven en él no como unas autoidentidades de contenido, sino gracias a aquel dnico lugar que ocupan en la tunidad de la arquitecténica, distribuidas alrededor de los cen- {ros axioligicos singulares. Pero ges licto comtraponer a tina Tta- lia fdéntica a sf misma como le anica real y objetiva, y a una Italia aleatoria como una vivencia subjetiva de Italia en cuanto patria, tiera extrafia; aquella Italia donde ella ahora esta dor- -mida; en fin, la Talia vivenciadta de un modo subjetivo e indivi. ual? Tal oposici6n es radicalmente errénea. Una viveneia sub. jetiva de Italia incluye como momento indispensable su auténti- ca umidad dentro del ser unificado y singular, Pero esta Talia singular se plasma y se convierte en came y sangre solo desde el interior de mi participacién reafirmada en la unicidad del ser cuyo momento es esta Italia tinica y singular. Pero tal contexto del acontecimiento de la participacién singular no aparece ce- rrado ni aislado, Para el contexto de! acontecer del autor-héroe, en el cual Talia es tera extrafia, se concibe y se establece tam- ‘bien el contexto valorativo en que Italia es patria (el contexto de ella). Mediante la participacion del héroe en el ser desde sit “nico lugar, la Italia singular e idémtica a sf misma se ha plas- mado pera él en una tierra extrafia, pero asimismo para él se 76 ha convertido en la tierra de stu amada, porque él es quien la ha fundadosnaugurado, como por lo tanto todo el context axicl6- gico del acontecer de ella, contexto en el cual Italia es patria. Y todos Jos dems matices posibles del acontecer de una Ttalia singular, referida a la gente concreta afirmada axiologicamente Ta Tialia de Ja humanidad entera forma parte de la conciencia participativa desde su lugar tinico, Debe establecer alguna rela- ién con ef acontecer de un valor afirmado en forma concreta, para llegar a ser el momento de una conciencia real, aunque tan s6lo te6rica, como la de un gedgrafo, No se trata aqut de ningiin relativismo: la verdad del acontecimiento del ser da ca- bida a la verdad absoluta en todo su cardcter supratemporal, La unidad del mundo es el momento de su unicidad concreta condicién necesaria de nuestro Pensamiento desde e! punto de vista de su contenido, es decir, del pensamiento en tanto que juicio, si bien para un pensamiento real en cuanto acto ético no es suficiente esta unicidad. ‘Ahora detengimonos en algunas particularidades de la ar- quitecténica del pocma en cuestion. El contexto axiologico de Ja herofna es afirmado e incluido en cl contexto del héroe. El hhéroe se ubiea en un punto del tiempo verdadero y real de su vida, los acontecimientos de la separacién y la muerte de su amada se sitéan en su pasado singular (transferidos al plano del recuerdo), y demandan por un futuro pleno a través de! presente, demandan un acontecer dentro, de la eternidad, lo cual hace palpables y simificativas las fronteras y relaciones temporales: la vivencia participativa del acontecimiento. Toda esta arquitecténica, en su plenitud, es dada [dana] al sujeto es- tético (artista-contemplador), extrapuesto con respecto a ella Para este suleto, tanto el héroe como todo el contexto de su acontecer se relacionan con el valor de! hombre y de lo huma- no, en la medida en que el sujeto estético participa positiva- mente en el ser tinico, dentro del cual el hombre con todo lo humano representa el momento axiolégico. Para él, también el ritmo, en cuanto transcurrir valorativamente tenso de la vida finita de un hombre, se lena de vida, Toda esta arguitecténica cn su contenido y en sus momentos formates est viva para un sujeto estético tan sélo en 1g medida en que éste sea quien establezca realmence el valor de todo lo hurano, Tal es fa arquilectoniea concreta de la vision estética. En ella el momento del valor aparece condicionado no por el prin- cipio fundacional, sino por el tinico lugar que ocupa el objeto en a arquitect6nica concreta de un acontecer, desde el puesto singular del sujeto participative, Todos estos momentos apare. cen como momentos de la unieidad concreta del hombre. Agu se funden lo espacial, Io temporal, lo l6gico, lo axiolégico, plasméndose en su unidad concreta (patria, lejania, pasado, fue, ser, etc.), confronténdose con un centro valorativo ¢on- creto; se le subordinan no sistemética, sino arquitecténica- mente, cobran un sentido y se localizan a través de él y en él Cada momento aqui aparece vivo en cuanto tinico, mientras gue la misma unidad no es sino momento de Ja unieidad con creta Pero esta arquitecténica que hemos representado en sus rasgos generales es la arquitecténica de ln contemplacién del mundo producida mediante el acto estético, mientras que el acto y el yo en cuanto su actor se hallan fuera, exciuidos de ella, Se trata del mundo afirmado de la existencia de otras personas, pero yo en cuanto su fundador estoy ausente de 4 Es el mundo de los otros singulares, que se inaugura desde st interior, y de una existencia valorativamente relacionada con estos otros, pero yo tengo que encontrarlos, de modo que yo el singular, el que me construyo a mf mismo desde mi interior, ppor principio me encuentro fuera de [a arquitecténica. Parti po tan s6lo como contemplador, pero la contemplacin es la exotopfa real y activa del contemplador para con su objeto. La unicidad del hombre contemplada estéticamente no es, por principio, mi unicidad. La actividad estética es una participa: «ign especializada y objetivada, de modo que desde el interior de una arquiteetonica estética no hay salida hacia el mundo del sujeto del acto, de modo que el mundo se sittia foera del campo de una visualizacién estética objetivada. Al pasar ahora a la arquitecténica real del mundo viveneia- do de la vida, del mundo de una conciencia que actia partic pativamente, ante todo observamos la fundamental diferencia arquitecténica entre mi propia unicidad singular y la unicidad de evalquier otra persona —tanto del otro estético como del real lh diferencia entre vivir en concreto su propia vivencia 8 y In viveneia del otro. El valor concretamente afirmado del ‘otro, y mi propio valor-para-mi son radicalmente distintos, Aguf no estamos hablando de una valoracién abstracta de una conciencia tebrica desintegrada, que no conoce sino el va- Jor general del contenido semintico de cualquier persona, de cada hombre, de modo que ura coneiencia semejante no pute- de generar un acto ético conereto en forma que no sea cast, sino tan sélo una valoraeién de tal acto post factum y en cuan- to un ejemplo de acto. Al contrario, estamos hablando de una valoracion concreta y efectiva por parte de una conciencia ac- tuante, 0 del acto ético de valoracién, que busca su propia justificacién no a partir de un sistema, sino dentro de una realidad conereta, Unica e irrepetible. Una conciencia semejan- te se contrapone a sf misma para sf a todos los demas en cuanto otros para ella: su propio yo impulsado desde su inte- rior frente a todos los otros, a las personas singulares encon- trndas; pone a sf mismo en cuanto parttcipe frente al mundo fen el cual el yo participa, y dentro de este mundo, enfrenta a todas las personas que en él se encuentran, Yo soy el tinico ccuyo punto de partida soy yo mismo, mientras que a todos los demas los encuentro: en ello consiste la profunda diferencia el acontecer anialégica, El principio arquitecténico supremo del mundo real det acto ético es la oposicién conereia, arquitecténicamente vili- da, entre el yo y el oro. La vida conoce dos mundos axiolég- cos por principio diferentes, pero relacionados entre sf: el yo y el oto, y en torno a estos dos centros se distribuyen y se dis- ponen todos los momentos concretos del ser. Un mismo objeto idéntico a si por st contenido, un momento del ser correlaclo- nado conmigo, una vez aplieado al otro posee un aspecto valo- rativamente diferente, de modo que todo un mundo unificado por su contenido, si esté referido a mf o a la otra persona, aparece impregnado de un tono emocional y volitivo totalmen- te diferente, se distingue por su valor seméntico en el sentida is vivo y esencial. Con ello no se violenta la unidad seménti- cca del mundo, sino que llega hasta el grado de unicidad propio dl acontecer Este carfcter biplano de la determinacién axiologica det ‘mundo —para sf 0 para otro— es mucho mas profundo y fun- 9 damental que aquella diferenciacién en la definicién del objeto [2] que hemos examinado al interior del mundo de la visuali- zacién estética, dentro de la cual una misma Ttalia venfa a ser patria para uno y tierra extrafia para otro, y donde estas dife- rencias seménticas eran de indole arquitecténica, pero todas elas se encuentran en una misma dimensién valorativa: en el mundo de otros para mi. Se trata de la interrelacién arquitec- t6nica de dos otros valorativamente afirmados. Tanto la Italia patria como la Ttalia tierra ajena aparecen expresadas eh una misma tonalidad, Pero el mundo en su correlacién conmigo, con mi yo, no puede por principio formar parte de una arqui- tecténica estética. Como veremos més detalladamente en lo sucesivo, el contemplar estéticamente quiere decir referir el objeto al plano valorative del otto. Esta desintegracion arquitecténica del mundo en yo y en todos Jos otras para mi, no es pasiva o fortuita, sino que tiene un carfeter del deber ser activo. Esta arquitectdnica a la vez es dada y planteada [dana i zadana], puesta que es arquitecténica del acontecer. La tal arquitecténica no aparece como previa- mente hecha y pettficada, conmigo situado en ella en forma pasiva. Se trata de un plan proyectado [zadarmyi] para mi orientacién en el acontecimiento del ser, de una arquitecténica que es realizada por mt incesantemente mediante mi acto res- ponsable, edificada por el acto y estable tan sélo debido a la responsabilidad inherente al acto. Un deber ser conereto ¢3 un deber ser arquitecténico: se trata de realizar mi propio y nico lugar en la unicidad del acontecimiento de ser, y se define ante todo en cuanto una contraposicion axiolégica entre el yo yelotr. Tal contraposicién arquitecténiea es llevada a cabo dentro de cada acto ético, y la elemental conciencia moral asf lo en- tiende, pero Ia ética tebrica no posee una forma adecusda para expresarlo. La forma de un postulade, norma o ley uni- versales no es capaz de expresar esta contraposicién, cuyo sen- tido es un absoluto de si [legible]. Inevitablemente surge la ambigiedad, la contradiccién entre forma y contenido. Sélo en forma de la descripcién de una interrelacién arquitecténica concreta es posible expresar este momento, pero la filosofia ‘moral hasta ahora no conoce una descripcién semejante. De lo 80 cual desde nego no sigue que tal contraposicién se hubiese quedado absolutamente sin ser expresada y enunciada: tal es 1 sentido de toda la moral ctistiana, y del mismo principio par- ‘c In moral altruista. No obstante, este [legible] principio mo- ral hasta ahora no ha recibido una expresién cientifica ade- cuada, ni ha sido razonado en sus tltimos principios, al

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