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Diamantes y Pedernales

-José María Arguedas-

Personajes:

• don Mariano, Upa, arpista.


• don Aparicio, señor de Lambra, joven terrateniente.
• Irma “La ocobambina”
• Adelaida

Este cuento relata la historia de 4 personas foráneas que cruzan sus vidas en Alk'amare (barrio en la capital de la
provincia). Mariano, un upa (o idiota), es un personaje enigmático, siempre callado y humilde, interpreta muy
dulcemente huaynos de su tierra (un pueblo frutero del interior), acompañado de su cernícalo (killincho)
“Inteligente Jovín” con quien parece compartir una sola alma. Llega desde su pueblo enviado por su hermano
mayor Antolín, quien teme que Mariano no pueda sujetar sus demonios por las noches. Le asegura que en el
pueblo lejano al que iba, donde vivían los “todopoderosos”, él lograría riquezas pues los arpistas eran muy
solicitados.

Al conocer en Alk'amare a don Aparicio, joven que tiene a todos los pobladores bajo su dominio, este último lo
trata de “don”, con respeto, esto por el gran placer que producía en don Aparicio la música interpretada por el
upa, a quien no le permitía tocar el violín ni cantar para nadie más. Se hizo guardián de la sastrería perteneciente
a la madre de don Aparicio, que se ubicaba en la capital de la provincia. Así 2 personas totalmente distintas se
comunicaban únicamente mediante la música y para don Aparicio esta vía de comunicación era algo sagrado
que sólo le pertenecía a él.

Don Aparicio vive con su madre en el distrito de Lambra, cerca a la capital de la provincia, se educó en Lima.
Tiene muchas conquistas amorosas, una de ellas es Irma, natural de Ocobamba, a quien trajo de su pueblo,
alejándola de su familia. Irma se convierte en la favorita del joven, quien cabalgaba velozmente en su caballo
durante las noches sólo para verla. Ella es la más fiel de todas las queridas del terrateniente.

Sin embargo, al llegar la joven costeña Adelaida con su madre, don Aparicio queda deslumbrado con la belleza
de la joven rubia. Él asume que lo que siente por la joven es amor, ya que ésta le genera un dolor que ni siquiera
la música de don Mariano logra calmar. Don Aparicio la llena de regalos (incluso compra una casa en la capital
sólo para ofrecérsela en alquiler) y de esta manera se siente con dominio sobre ella, aunque no sabe para qué la
quiere.

Todo esto entristece a Irma, quien celosa de Adelaida, trama un plan: lleva con engaños a Mariano a su casa
donde esperarían a don Aparicio. Al llegar el joven hacendado a la casa de Irma, ésta empezó a cantarle ,
siguiéndole el upa quién se encontraba oculto. Al darse cuenta de la presencia de don Mariano, el joven se
enfurece, se siente traicionado.

Don Mariano trata de pedirle perdón y lo espera en la puerta de su habitación, al llegar el joven muy enojado,
no acepta las disculpas del upa, sólo le pide que se marche y lo deje solo. Pero ante la insitencia de don
Mariano, el hacendado pierde el control y lo lanza por la baranda desde el segundo piso hacia el patio. Don
Mariano muere. El terrateniente afirma que el arpista había intentado asesinarlo.

El upa es enterrado con una ceremonia digna de un comunero grande de Alk'amare, el velatorio se hace en la
casa de don Aparicio. El joven terrateniente despide a don Félix por haber inventado que el culpable de la
muerte del upa era el Halcón. Se despide de don Mariano muy emotivamente.

Don Aparicio planea vengarse de Irma y don Félix (su mayordomo grande), quienes llevaron a don Mariano a
casa de Irma, se casaría con la ocobambina para hacerla sufrir toda la vida, pero al final decide dejarlos e irse
lejos, despidiéndose fríamente de la costeña antes de alejarse, llevándose al cernícalo de don Mariano, luego de
alimentarlo con un pedazo de carne del cuello de su potro negro el Halcón.
Agua

-José María Arguedas-

Personajes:

• Ernesto
• don Braulio, Braulio Félix, principal del pueblo.
• Pantaleoncha; cornetero, Pantacha, Pantaleón
• don Wallpa, varayok' alcalde de Tinkis
• don Vilkas, indio amigo de los mistis principales, carcelero
• don Inocencio, sacristán de la Iglesia
• don Pascual, repartidor de agua, semanero
• don Antonio, alcalde de San Juan

El niño Ernesto vive en el pueblo serrano de San Juan donde don Braulio es el hacendado más poderoso. Todos
los principales y comuneros le temen, él dispone de la kocha' agua, que en los últimos tiempos es la única
fuente de agua pues el sol quema fuertemente y no hay lluvias.

Pantaleoncha es uno de los comuneros, el toca la corneta en la plaza y hace poco ha regresado de un viaje desde
la costa, donde ha podido observar a los comuneros revelándose contra la tiranía

Un día domingo, en el que se hace la repartición del agua para toda la comunidad (de San Juan, Tinki, etc) todos
esperan la llegada de don Braulio. En la plaza están reunidos los mak'tillas (jóvenes varones), las pasñas
(mujeres jóvenes) y los escoleros (escolares). Oyendo la música interpretada por Pantaleoncha todos se
divierten. El único que no lo hace es don Vilkas, quien oye con desagrado las palabras del cornetero, quien trata
de infundir ánimos en los demás comuneros para enfrentarse de una vez por todas a Braulio Félix. La llegada de
los tinkis bajo el mando del varayok' alcalde don Wallpa, quienes se ven más decididos a revelarse enfurece aún
más a don Vilkas, el viejo incluso busca pleito contra don Wallpa, siendo ambos frenados por los comuneros y
don Inocencio, el sacristán de la Iglesia de San Juan.

Don Vilkas va en busca de don Braulio acompañado del sacristán, lo encuentran medio borracho junto a otros
principales, entre ellos don Antonio, el alcalde de San Juan.

Mientras tanto llega a la plaza don Pascual, el repartidor de agua o semanero, quien ya está decidido a ir en
contra de la voluntad de don Braulio, y darle el agua de la semana a los comuneros pobres que más la
necesitaban.

Al llegar don Braulio todos lo saludan con respeto y miedo, excepto don Pacual, Pataleoncha y don Wallpa. El
principal da la orden al semanero para que empiece con la repartición pero al oir que este no le daba agua a él
sino a los comuneros, se enfurece y empieza a balear a todos. Pantaleón se le enfrenta verbalmente, defendiendo
la decisión del semanero, a lo que Braulio Félix responde con un tiro en la cabeza contra el cornetero, dejándolo
sin conocimiento. Al caer Pantaleoncha, los únicos que permanecían con valor hasta ese momento: don Pascual
y don Wallpa, quedaron pasmados. Sólo el niño Ernesto, al ver a su héroe Pantaleoncha desangrándose se
enfureció y lanzando la corneta de Pantacha golpeó en la cabeza a don Braulio, quien herido perdió el valor y
gritaba atemorizado, pero aún así el alcalde siguió su orden de dispararle a Ernesto (aunque sólo al aire para
asustarlo, pues según el niño, don Antonio lo quería por ser amigo de sus hijos).

Así, Ernesto huyó de la plaza y desde lejos lloró por los comuneros que se quedarían otra semana sin agua,
luego de un fallido intento de rebelión, se sentía frustrado por la falta de valor de aquellos indios. Se dirigió
entonces a pampas Utek', donde los comuneros eran valientes, y don Braulio sólo podía controlarlos llevando
soldados. Desde allí, Ernesto empezaría su lucha contra los abusivos principales.

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