Cuando el deber es impuesto, nos convertimos en esclavos del poder. La
creatividad disminuye. Ya no actuamos como intérpretes de nosotros mismos, sino como caricatos de quien nos manda. Acción y reacción son consecuentes. No puede pedir paz quien no perdona, y sólo ve justicia en la venganza. No pretendamos ser amados por quienes nos temen.