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Cronología de la

muerte y resurrección
de Jesús

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J. Gabriel Piedra Quirós http://www.wix.com/antorchareforma/profecia


Mucho se ha escrito y enseñado sobre la cronología de los tres días y tres noches que van de la
muerte a la resurrección de Jesús. La creencia más popularmente aceptada, es aquella que coloca su
muerte el viernes de tarde, y su resurrección el domingo en la mañana. No obstante,
denominaciones como la Iglesia de Dios del Séptimo Día, u otros grupos religiosos como los Judíos
Mesiánicos, entre otros, colocan dicho lapso como constituyendo miércoles-sábado, alegando que la
posición más aceptada es equivocada. En éste estudio –extraído de la obra titulada “Respuestas
Sobre Profecía”, del mismo autor- se profundizan ambos argumentos a la luz de la Biblia, y se
consulta el registro histórico para complementar y establecer con seguridad qué nos dice Dios
acerca de éste tópico tan importante, y que para los adventistas del séptimo día, constituye una
enseñanza muy significativa para el estudio de las 70 semanas de Daniel 9:24-27. Que ésta lectura
sea de gran bendición para cada lector. Dios pueda bendecirles.

Tiempo de la muerte de Jesús: datos que confirman los tres años y medio de la primera mitad
de la semana
Durante Su ministerio, Jesús celebró cuatro pascuas, la última de las cuales fue poco tiempo antes
de su muerte:
1: Juan 2:13, 23.
2: Juan 5:1.
3: Juan 6:4.
4: Juan 12:1; Mateo 26:17-29; Marcos 14:12-25; Lucas 22:7-23; cf. Juan 13:21-30.
Varios días transcurrieron entre la primera pascua y después del bautismo de Jesús (el comienzo de
su ministerio): en Juan 1:29-34 encontramos el testimonio sobre el bautismo de Cristo; dos días
después, se unieron a Él varios discípulos (Juan 1:35-42, 43-51), de acuerdo a los versículos en
cursiva, mas la confirmación de su contexto. El pasaje continúa al declarársenos que “al tercer día”
(la frase es un modismo común en hebreo y en griego que denota “el segundo día”; para ello véase
como ejemplo Lucas 13:32), Jesús estuvo en unas bodas en Caná de Galilea (v. 2), agregándosenos
al final del relato que Jesús y sus discípulos “descendieron a Capernaúm, él, su madre, sus
hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días” (v. 12). ¿Cuántos días pasaron allí? La
Escritura no nos da ese dato. Luego, en el versículo 13, se dice que “estaba cerca la pascua de los
judíos”, y no sabemos cuan cerca estaba, sin embargo, para efectos de la profecía de las setenta
semanas, es completamente razonable afirmar que desde el bautismo de Cristo (que señala el inicio
de su ministerio y el inicio de la última semana de año de las 70 semanas de años (490 años)), hasta
la primera pascua, había pasado alrededor de medio año, puesto que entre las cuatro pascuas que se
celebraron en el tiempo del ministerio de Cristo, tuvieron que haber pasado prácticamente tres años
exactos, ya que Él murió un día después de que se celebraba la cuarta pascua (Juan 19:31-33; cf.
Juan 13:21-30, entre otros [más adelante veremos un estudio sobre el tema]).
En Juan 12:1 se nos explica que Jesús fue a Betania “seis días ante de la pascua”, por lo tanto,
los eventos registrados hasta antes del día de la crucifixión de Cristo (día de la celebración de la
pascua), debieron haber transcurrido en dicho lapso de tiempo. En cuanto a Juan 5:1 en donde se
nos dice solamente que “había una fiesta de los judíos”, ¿cómo saber a cuál celebración se refería?
Un comentario bíblico nos ilustra las diferentes opiniones dando una respuesta razonable:

“En el capítulo anterior (cap. 4:35), Jesús declaró que quedaban cuatro meses hasta la siega. Puesto
que la cosecha de los cereales en Palestina se llevaba a cabo en abril y mayo, los sucesos del cap. 4
parecerían haber ocurrido en diciembre o enero. En ese mismo tiempo se celebraba la fiesta de la
dedicación (también conocida como Hanuca) en todas las sinagogas de Palestina. Sin embargo, es
dudoso que ésta sea la fiesta a la que se hace referencia aquí, no sólo porque no era una de las
fiestas que los judíos celebraban regularmente en Jerusalén (Exo. 23: 14; Deut. 16: 16), sino
también porque correspondía con el invierno (Juan 10: 22), un tiempo cuando difícilmente los
enfermos habrían estado en los pórticos que rodeaban el estanque de Betesda. La fiesta siguiente
era Purim, que acontecía en la mitad del último mes del año judío, cerca del primero de marzo.

2
Aunque para entonces la temperatura habría sido más benigna, todavía es dudoso que Purim fuera
la fiesta a que se hace referencia aquí porque -al igual que la fiesta de la dedicación- no era una de
las grandes festividades cuando por lo general los judíos iban a Jerusalén.

“Las otras tres fiestas con las cuales se ha identificado la del cap. 5: 1 -la pascua, Pentecostés y de
los tabernáculos- todas se celebraban en Jerusalén y correspondían con períodos generalmente de
un tiempo agradable. De estas tres, parecería que la pascua es la que más se puede identificar con la
de este pasaje. Ya la identificó así Ireneo en el siglo II (Contra herejías ii. 22. 3). La misma
expresión, “fiesta de los judíos” se usa para la pascua en cap. 6: 4, y la fiesta del cap. 5: 1 es la
primera fiesta después del cap. 4:35 a la cual Jesús, al igual que los judíos en general, habría
“subido” “a Jerusalén”. 1

Al suplirse una solución razonable a ciertas dificultades referentes al tiempo de la última pascua y la
fiesta de Juan 5:1 representando dicha celebración, podemos determinar que Jesús tuvo un
ministerio de 3 y ½ años, cumpliendo así con el período correspondiente a la primera mitad de la
última semana de años.
Otro texto que nos ayuda a ver aproximadamente la duración del tiempo de la obra del Mesías, es
el que trata sobre la parábola de la higuera estéril (Lucas 13:6-9). La higuera representa a Israel y es
visitada por “un hombre” (v. 6), quien es el Padre, pero no encuentra fruto en ella, por lo que le
dice al viñador (Cristo) que la corte (v. 7). El Padre agrega además, que hace tres años que viene a
buscar fruto en la higuera (v. 7), por lo que se le dice al Señor que la corte, ya que se desperdicia la
tierra (v. 7). Esto nos revela que el ministerio del Mesías llevaba hasta aquí 3 años, y con esto en
mente, el viñador, o Cristo, responde al “hombre” (Dios Padre): “déjala todavía este año, hasta que
yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”. (Lucas
13:8, 9). ¿Cuánto tiempo pasaría desde la frase “déjala todavía este año”, pasados los tres años del
versículo 7 de la obra del Mesías? No se nos dan datos específicos, pero sabemos que estaba cerca
el viaje de Cristo a Jerusalén con sus discípulos, profetizando así sus sufrimientos y muerte (Lucas
18:31-33). La entrada en Jerusalén se dio poco después de la declaración anterior hecha por Cristo
(Lucas 19:28-41). Sobre cuánto tiempo había transcurrido además, del último año de gracia dado a
Israel para que diese frutos al tiempo de la parábola de la higuera, tampoco lo sabemos, pero lo que
sí es cierto es que no pasó mucho debido a las declaraciones ya examinadas.
Cristo cesó el “sacrificio y la ofrenda” al ser Él, el sacrificio perfecto por el pecado.

Todos los datos suministrados acá, nos llevan al año 31, ya que Cristo, al haber comenzando su
ministerio luego de su bautismo en el año 27, y como señal del inicio de la última semana de años,
que debería de llegar al año 34 para cumplir con los siete años de dicha semana, hace que la mitad
sea el año 31.
Varios escritores, antiguos y recientes, apoyan dicha fecha, de lo cual leemos:

“[…] un respetable cónsul romano, Aurelio Casiodoro Senator, hacia el año 514 de nuestra era:
‘Durante el consulado de Tiberio César Augusto V y Aelio Seyano (U. C. 584, o 31 de nuestra era),
nuestro Señor Jesucristo padeció, en la octava de las calendas de abril (25 de marzo), cuando se
produjo un eclipse de sol como nunca se ha visto desde entonces.’

“Acerca del año y del día concuerdan también el concilio de Cesarea, 196 o 198 de nuestra era, la
Crónica Alejandrina, Máximo el Monje, Nicéforo Constantino, Cedreno; y acerca del año, pero con
días diferentes, concurren Eusebio y Epifanio, seguidos por Kepler, Bucher, Patino y Petavio,
apuntando algunos la décima de las calendas de abril; otros, la decimotercera”.2
“La fecha de la primavera del año 31 como la de la crucifixión de Cristo, ha tenido también
aceptación tanto por autores antiguos como modernos. Según Fabre d’Envieu, tanto Julio el
Africano, Eusebio de Cesarea, San Epifanio, Crisóstomo y otros, habían aceptado la fecha del año
31 como la de la crucifixión.

3
Maurice Chaume en la Revue Biblique, defiende la fecha del 31. Sobre esta base del artículo de
Maurice Chaume, el Dictionaire Pratique des Connaissances Religieux ha defendido también el año 31
como fecha de la crucifixión de Cristo.
El Journal of Biblical Literature, en un artículo de Grace Amadon, no sólo demuestra
contundentemente que el año 30 no podía ser el de la crucifixión, sino que, además, la pascua de la
crucifixión corresponde a la del año 31.
Grace Amadon, en su artículo, ha logrado que la Enciclopedia CATOLICISMO declare que dichos
trabajos del autor citado, hayan cuestionado las conclusiones aceptadas hasta entonces.
Pablo Caballero Sánchez, en su estudio sobre las 70 semanas de Daniel, establece también el año
31 como la fecha de la crucifixión.
Y el Comentario de Ratisbona al Nuevo Testamento, prefiere escoger también la fecha del año 31
como la de la muerte de Cristo”.3

El argumento de un erudito al que hemos citado ya varias veces, y que intenta contrarrestar que
Cristo falleció el año 31 d.C., señala que la profecía de Daniel 9:24-26 “no es mesiánica”.4
Independientemente de su afirmación, de lo cual ya se demostró lo contrario ¿dónde está su
argumento de que Cristo murió o no en el año especificado? Al menos en la fuente de la que fue
tomado lo anterior, no leemos nada sobre el particular.

¿En qué día cayó la Pascua del año 31 d.C.?


¿Por qué esto es importante? Porque muchos teólogos modernos colocan la Pascua del año 31 d.C.
un día viernes, y no jueves, por causa de las referencias encontradas en el Evangelio de Juan, que
parecen colocar la Pascua el viernes de la comparecencia y crucifixión de Jesús (Juan 18:28, 39;
19:14, 31, 42). Un calendario rabínico actual, junto con el dato del viernes de crucifixión, mas
varios datos astronómicos suministrados, han llevado a muchos a concluir en conjunción con los
datos de Juan, que la Pascua del año de crucifixión debió caer en el año 30 d.C., y no en el 31. ¿Es
esto así de simple? ¿Qué hay de los testimonios de los evangelios sinópticos? Estos son claros en
establecer que esa pascua fue celebrada el día anterior a la crucifixión (Mateo 26:17-19, y allí
celebraron a la llegada de la noche la cena del Señor, instituida por Cristo (vs. 20-29); cf. Marcos
14:12-16; Lucas 22:7-23). El primer versículo de los pasajes entre paréntesis de hecho muestra que
ese día era necesario sacrificar y comer el cordero pascual, por lo que el relato de los sinópticos es
más claro, máxime que los textos del evangelio de Juan no expresan específicamente que el cordero
pascual se sacrificaría el viernes de crucifixión. ¿Por qué entonces parece haber una discrepancia
entre los datos suministrados por los primeros tres evangelios y el de Juan? La solución está en la
íntima relación que los judíos en tiempos de Jesús sostenían entre la Pascua y la fiesta de los Panes
Ázimos o Panes sin Levadura. La pascua se llevaba a cabo el día 14 de Nisán (Éxodo 12:6-11), que
sería el primer mes para los judíos (v. 2. cf. Levítico 23:5; Números 9:2, 3). También se llamaría al
primer mes Abib (Deuteronomio 16:1). La Escritura registra una relación estrecha entre la Pascua y
los Panes sin Levadura (Éxodo 12:14-20). En efecto, el primer día de los panes sin levadura iniciaba
el mismo 14 de Nisán (v. 18). Al celebrarse dicha fiesta desde la tarde, las escrituras vinculan el
inicio de esta en el día 15 (Levítico 23:6). La estrecha relación de la fiesta de los panes sin levadura
con la pascua es evidente por los registros de los evangelios sinópticos sobre el año de la
crucifixión, donde claramente se manifiesta que en el primer día de los panes sin levadura se
comería la pascua por Cristo y sus discípulos (Mateo 26:17; Marcos 14:12; cf. v. 1; Lucas 22:7).
Lucas registra que la fiesta de los panes sin levadura, se llamaba la pascua (Lucas 22:1). Dicho de
otra manera, la íntima relación entre las dos fiestas hizo que incluso la fiesta de los panes sin
levadura llegase a ser reconocida como la Pascua.

Testimonios extrabíblicos son citados a continuación de una fuente:

4
“En el tratado Pesahim de la Mishna, dedicado por entero a la Pascua, “se habla del Templo como
lugar del sacrificio, y de las casas como lugar del banquete. En el rito del Templo se incluye la
inmolación y rito de sangre (Pesahim V), y luego en la casa se asa la víctima (Pesahim V, 10.VII) y
se celebra el banquete (Pesahim X). El banquete tiene el carácter de una comida greco-romana, y lo
comen echados según la costumbre de la época (Pesahim X, 1ª). Las hierbas sirven como ensalada
preparatoria a la comida (Pesahim II, 6ª; X, 3), y se toman cuatro copas de vino, que contribuyen a
dar solemnidad al banquete (Pesahim X). Hay obligación de narrar el Éxodo en respuesta a las
cuatro preguntas de los comensales (Pesahim X). En esta época Pascua y Ázimos son una misma
fiesta”, Santos Ros Garmendia, La Pascua en el Antiguo Testamento (Ed. Vitoria, 1978), 294-295. A
esta última declaración debo agregar que aunque se identifiquen esas dos fiestas en el Nuevo
Testamento por la relación tan estrecha del sacrificio con la comida, no por eso dejan de estar bien
diferenciadas”.5

Cristo jamás hubiese transgredido la ley y llevado a sus discípulos a hacerlo con el acto de
celebrar la pascua un día diferente del indicado por las Escrituras, por lo que el jueves, es decir, el
día antes de la crucifixión, celebró la pascua con sus discípulos de acuerdo a lo registrado en la
Palabra de Dios.
Otro pasaje del evangelio de Juan parece estar en discordancia con los sinópticos:

“Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio
para no contaminarse, y así poder comer la pascua”. (Juan 18:28).

Alberto R. Treiyer nos dice sobre éste pasaje, que al no dejarse nada de la comida pascual hasta la
mañana (Éxodo 12:10), pareciese indicarse que la declaración del apóstol afirma que el sacrificio
del cordero pascual no había tenido lugar aún, por lo cual el 14 de Nisán habría caído el viernes; y
Juan estaría en aparente contradicción con el testimonio de los evangelios sinópticos.6
De acuerdo al ceremonial judío, el que los regentes de la nación se involucraran en cualquier
clase de contaminación que incluía sangre humana como un muerto o un condenado a muerte, o
algún tipo de contaminación menor que se extendiese hasta la puesta del sol o toda la semana
(Levítico 11-12, 15; 21:1-4,11-12), hacía que no pudieran participar de las ceremonias de la fiesta,
la cual incluía el comer panes sin levadura y el resto de los sacrificios (Números 19:11; Hechos
5:28). Semejante contaminación no sólo implicaba tocar sangre o algún cadáver, sino también estar
en el lugar donde eso permaneciera (Levítico 15:19-27; 21:11, 12). De ahí que ningún cadáver
podía llevarse al templo, ni ejecutarse a nadie en éste, ni que ninguna persona estuviera
contaminada por haber palpado un muerto, y que debiera entrar así a la ciudad (Éxodo 21:14;
Números 19:3, 9,14-16).7

El Dr. Treiyer concluye sobre éste punto:

“El agravante que encontraban esos líderes religiosos, según sus escrúpulos particulares, tenía que
ver, además, con su presencia en un lugar pagano en un día sagrado (Lev 23:7; Núm 28:17). Siendo
que los gentiles o paganos comían carnes inmundas y no practicaban los rituales de purificación
requeridos cuando se tocaba sangre o cadáveres humanos (véase Lev 15:30), y los dirigentes judíos
sabían cuánta sangre se derramaba con los castigos que infligían los romanos a los condenados,
antes de crucificarlos, no querían ser mirados por el pueblo como siendo indignos de participar en
el ritual de sacrificios y en su comida típica. Aún Pedro fue mal mirado por los de la circuncisión,
por haber entrado en la casa de un centurión romano, poco después en un día común (Hech 11:2-
10). ¡Cuánto peor hubieran sido mirados los dirigentes judíos al contaminarse en un tribunal
pagano al principio de la semana pascual! “No querían entrar en el tribunal romano. Según su ley
ceremonial, ello los habría contaminado y les habría impedido tomar parte en la fiesta de la
Pascua” (DTG, 671)”.8

5
En vista de lo establecido hasta acá, se ha de concluir que la Pascua a comerse, indicada en Juan
18:28, hace referencia a la fiesta de los Panes Ázimos. Es en esta forma que concluimos que la
fiesta de los panes sin levadura, al ser también reconocida como la Pascua (Lucas 22:1), es la
señalada en los pasajes del evangelio de Juan. Si bien la Pascua misma comenzaba el día 14 de Abib
o Nisán, como ya se indicó, al comenzar al atardecer, la Biblia lo liga al 15 de este mes (Levítico
23:6); de ahí que la preparación de la Pascua determinada en Juan 19:14, señala a la preparación de
la fiesta de los panes ázimos.
Este análisis provee una armonía entre los evangelios sinópticos y el de Juan.
En cuanto al sábado grande de Juan 19:31, el cual antecedía al viernes de preparación, ¿a qué se
refiere? Leemos al respecto del tema:

“Esta expresión puede interpretarse de diferentes maneras. Según el contexto, se refiere más
definidamente a un sábado especial porque el semanal literal seguía al primer sábado festivo
(viernes), o simplemente, porque ese sábado semanal era especial ya que caía en una semana de
fiesta, no porque cayese en el mismo día del sacrificio del cordero pascual (14 de Nisán), ni
tampoco en la ocasión en que se participaba de su comida (15 de Nisán).

“La Mishna (Pesahim 5:1) es clara en afirmar que cuando la Pascua en sí caía el viernes, se
sacrificaba el cordero media hora después de la hora sexta (12:30 de la tarde), y se lo ofrecía media
hora después de la hora séptima (1:30 de la tarde). Por lo tanto, el viernes de la crucifixión no
puede considerarse como habiendo tenido lugar en la víspera de la Pascua. En armonía con los
otros evangelios, Juan afirma entonces que ese viernes tuvo que ver con el primer día de la semana
de los Panes Ázimos, y no con el día del ofrecimiento del cordero Pascual”.9

Por otra parte, el griego de la frase “día de preparación”, a saber, “paraskeuē” (παρασκευή), no
hace referencia a la pascua judía, sino al viernes semanal, como se verá claramente páginas más
adelante en este capítulo, ya que será intrínsecamente necesario mencionarlo allí por razones de
sobra que serán notadas.

De esta forma, podemos concluir una vez más que Cristo murió indudablemente en el año 31 d.C., y
no en el año 30, como mucho se ha supuesto.

Los tres días semanales de la crucifixión y muerte de Jesús


Ya que la cronología viernes-domingo es apoyada por el hecho de que Cristo celebró la Pascua un
jueves de noche, y fue crucificado al día siguiente (viernes), resucitando el primer día de la semana
(domingo), hemos de analizar más profundamente la Biblia sobre esto, ya que muchos creen que es
errado.

Argumentos en contra del viernes de crucifixión y el domingo de resurrección


Quienes intentan refutar el viernes como el día de crucifixión de Cristo y el domingo como el de su
resurrección, nos dicen que el testimonio bíblico de que Jesús estaría tres días y tres noches en la
tumba, es determinante para establecer los días en que todo eso ocurrió. En vista de ello, se alega
que Cristo estuvo tres días y tres noches exactos, es decir, 72 horas en la tumba, para luego
resucitar; pero quienes apoyamos el viernes como el de su crucifixión afirmamos que Jesús murió
ese día en la tarde (Mateo 27:46, 50; Marcos 15:33, 34, 37; Lucas 23:44, 46); que por ende
descanso los últimos momentos del viernes, y el sábado completo, y parte de la mañana del
domingo (Mateo 28:1; Marcos 16:1; Lucas 23:55, 56) resucitando la mañana de ese día, el primero
de la semana (Mateo 28:1-10; Marcos 16:2-8; Lucas 24:1-7; Juan 19:31; 20:1-18), no abarcando
entonces los tres días completos en que la Biblia declara que Cristo estaría en la tumba. De hecho,
la Palabra de Dios declara que Jesús mismo estaría tres días y tres noches en la tumba (Mateo

6
27:63), afirma lo mismo indicando que resucitaría después de tres días (Mateo 27:63; Marcos 8:31;
9:31 [de acuerdo al griego]; 10:34 [de acuerdo al griego]).
Uno de los pasajes más mencionados por los detractores de la posición que defendemos, es el de
Mateo que registra la señal de Jonás señalada por Cristo a los judíos. Tres días y tres noches dice la
Escritura, como sucedió con Jonás en el vientre del gran pez (Mateo 12:40). El pasaje desde el
versículo 39, nos dice:

“El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada,
sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres
noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo
12:39, 40).

Una posición diferente sobre el día de crucifixión y el día de resurrección de Jesucristo


¿Cuál es la posición que ofrecen entonces los críticos de la enseñanza mencionada? Puesto que el
registro bíblico establece que Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana, como ya
vimos, se cuentan tres días y tres noches completos hacia atrás, es decir, el día y noche completo del
jueves, el día y noche completo del viernes, y el día y noche completo del sábado, concluyendo
automáticamente que su crucifixión debió de ocurrir la tarde del miércoles, para así poder pasar el
día completo y la noche completa del jueves en la tumba. Lo anterior se defiende considerando que
Cristo murió un 14 de Nisán, es decir, cuando se sacrificaría el cordero pascual, aludiendo a los
datos que ofrece Juan en su evangelio. Las conclusiones son en suma, considerando el cómputo de
puesta de sol a puesta de sol de los judíos: Que Cristo fue arrestado la noche del martes, crucificado
la tarde del miércoles, estuvo en la tumba la noche del jueves y todo el día del jueves, la noche del
viernes y todo el día viernes, y la noche del sábado y todo el día sábado. El miércoles de crucifixión
habría sido celebrada la Pascua, es decir el 14 de Nisán (Juan 19:31), mientras que el día jueves
sería ‘día de reposo de gran solemnidad’ (Juan 19:31), siendo el 15 de Nisán el primer día de la
fiesta de los panes sin levadura (Levítico 23:6). Este último sería considerado ‘día de reposo de gran
solemnidad’ porque el primer día de los panes sin levadura era de reposo (v. 7). El sábado semanal
era de reposo, cuando Cristo se presume resucitó, según la posición que analizamos. De esta forma,
se señala que hubo un sábado doble: por el jueves del primer día de los panes sin levadura y el
sábado semanal. Así, cuando María Magdalena y la otra María fueron el primer día de la semana al
sepulcro, cuando Jesús resucitó, se dice que fue, “Y al final de los sábados” (Mateo 28:1). La
oración anterior en griego es “opse de sabbaton” (VOye. de. sabba,twn), y es traducida literalmente
como la transcribimos. La frase referiría los dos sábados ya señalados. ¿Resulta ésta posición ser la
correcta con respecto al día de crucifixión y día de resurrección de Jesús, junto con la explicación
dada de los sábados, y por lo tanto incorrecta la cronología viernes-domingo? Lo veremos a
continuación.

¿En cual día murió Jesús, y cuál fue el día de su resurrección?


Difícilmente, la cronología miércoles-sábado puede sostenerse a raíz de muchos otros testimonios
bíblicos no suministrados por dicha tesis. Al analizársela, se dará respuesta al mismo tiempo a la
cronología viernes-domingo.

Primeramente, si bien existen referencias bíblicas que colocan la resurrección de Cristo después
de tres días en la tumba, según los textos ya citados, otros pasajes colocan su resurrección en el
tercer día desde su muerte (Mateo 16:21; 17:22, 23; 20:19; 27:64; Lucas 9:22; 18:33; 24:7, 46;
Hechos 10:39, 40; 1 Corintios 15:3, 4). A primera vista, esto representa en apariencia una flagrante
contradicción con aquellos pasajes que especifican la resurrección del Señor hasta después de tres
días desde su muerte.

7
Uno de los textos más claros sobre la resurrección de Jesús no luego de pasados tres días
completos, sino en el tercer día mismo, está en el evangelio de Lucas:

“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios
de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que
mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos
de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis
entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se
llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas
que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De
Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo
el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de
muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y
ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. (Lucas 24:13-21).

Obsérvese con cuidado, que dos de los seguidores de Jesús, mientras viajaban a Emaús, hablaban
“todas aquellas cosas que habían acontecido”. ¿Qué cosas? De las manifestadas en el contexto
anterior al pasaje: la resurrección de Jesús atestiguada por María Magdalena, Juana, y María la
madre de Jacobo (vs. 1-12). De hecho, la frase “todas aquellas cosas que habían acontecido”, es
mucho más clara en el griego original, al decir, “pántos tos sumbebekotos toútos” (pa,ntwn tw/n
sumbebhko,twn tou,twn), que se traduce literalmente como, “de todas las cosas que habían
acontecido estas”. La frase es muy específica, señalando el contexto inmediato que hemos indicado
del pasaje en cuestión: la resurrección de Jesús.
Mientras los dos viajeros hablan entre sí sobre esto, Jesús les pregunta por lo que hablan y cuál es
la causa de su tristeza, a lo que Cleofas le pregunta si él es el único extranjero que no ha sabido las
cosas acontecidas en “estos días”. Cuando Cristo pregunta sobre qué cosas, le responden: “De
Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de
muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y
ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”.Evidentemente, “todo
lo acontecido” no puede involucrar las obras de Cristo mencionadas por uno de los viajeros, porque
hace más de tres días que eso había acontecido, dada su muerte. El contexto más factible es la obra
impía del malvado juicio llevado en su contra, su sentencia de muerte y su crucifixión, hasta el
momento en que los viajeros hablan a Jesús. Ya vimos que hay numerosos pasajes donde se
establece que Jesús resucitaría al tercer día, y no después de tres días, por lo que el contexto más
inmediato a lo sucedido en el tercer día de acuerdo a las declaraciones de Cleofas, es la crucifixión
misma, máxime que el contexto de lo que hablaban tiene que ver con eso, como ya se subrayó.
Quienes apoyan la cronología miércoles-sábado, tratan de dar respuesta a la declaración de Lucas
afirmando que el tercer día mencionado por Cleofas es el tercer día desde el jueves, y no desde el
viernes, pero las declaraciones sobre la resurrección de Jesús al tercer día desde su muerte, y
profetizados por Él mismo, rechazan completamente ésta posición. ¿Cuál es la respuesta entonces a
la aparente discrepancia entre los pasajes que señalan la resurrección de Jesús después de tres días
desde su muerte, y aquellos que colocan dicho acontecimiento en el tercer día desde su crucifixión?

Cómputo inclusivo
El cómputo inclusivo está en las Escrituras, y es aquel que puede involucrar una cantidad menor
de tiempo a la establecida por un sujeto en cuestión, como lo refiere el Dr. Samuele Bachiocchi en
los siguientes ejemplos:

“Un Egipcio Abandonado. 1 Samuel 30:12 nos habla de un sirviente egipcio abandonado quien
“no había comido pan ni bebido agua por tres días y tres noches”. El uso idiomático de ésta

8
expresión es mostrada por el siguiente verso, Donde el criado manifiesta que su maestro le había
dejado "hace tres días " (v. 13). Si los “tres días y las tres noches”, significaban que deben ser
tomados literalmente, entonces el criado debería haber dicho que él había sido dejado hacia cuatro
días.

“La Visita de Ester al Rey. Otro ejemplo explícito de cómputo inclusivo de día se encuentra en la
historia de la visita de Ester al rey. Cuando la Reina Ester fue informada por Mardoqueo sobre el
plan de exterminar a los judíos, ella le envió el siguiente mensaje: “Ve y reúne a todos los judíos
que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también
con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey”. (Ester 4:16).

“Si Ester pensó que los tres días y tres noches debía tomarlos literalmente como un período de 72
horas de ayuno, entonces ella debería de haberse presentado ante el Rey en el cuarto día. Sin
embargo, unos pocos versículos después nos dicen que Ester fue ante el rey “al tercer día” (Ester
5:1). Ejemplos como éstos muestran claramente que la expresión “tres días y tres noches” es usada
idiomáticamente en las Escrituras no para indicar tres días completos de 24 horas, sino tres días de
los cuales el primero y el tercero podrían haber consistido de tan sólo un fragmento de un día”.10

Algunos otros ejemplos sobre cómputo inclusivo son: Génesis 40:16-23; 42:17-20; Números 19:11-
16; Josué 9:16, 17; 1 Samuel 30:12; 2 Crónicas 10:12; Ester 4:16; 5:1.

Bacchiocchi cita además fuentes extrabíblicas que apoyan el cómputo inclusivo:

“Literatura Rabínica. Ejemplos explícitos para el cómputo inclusivo de día también se encuentran
en la literatura Rabínica. Rabí Eleazar ben Azariah, quien vivió cerca del año 100 d.C., declaró:
“Un día y una noche son una Onah [‘una porción de tiempo’] y la porción de un Onah es como el
entero de éste”. Hay otras instancias en la literatura Rabínica donde los “tres días y tres noches” de
Jonás 1:17 son combinados con pasajes del Antiguo Testamento los cuales mencionan eventos que
toman lugar “en el tercer día”. “Es de acuerdo a esta luz”, escribe Gerhard Dilling en el Theological
Dictionary of the New Testament [Diccionario Teológico del Nuevo Testamento], “que nosotros
entendemos Mateo 12:40”.11

“La Práctica judía. La práctica de cómputo inclusivo de día, según La Enciclopedia Judía, un libro
estándar de referencia Judío, todavía está en boga entre los judíos de hoy [el cómputo inclusivo].
“En la vida comunal judía la parte de un día se cuenta a veces como un día; por ejemplo, el día del
funeral, incluso cuando lo último toma lugar a la caída de la tarde, es contado como el primero de
los siete días de luto; un corto tiempo en la mañana del séptimo día se cuenta como el séptimo día;
la circuncisión tiene lugar en el octavo día, aunque en el primer día sólo unos pocos minutos han
pasado después del nacimiento del niño, éstos son contados como un día”.12

A raíz de la existencia de éste sistema de expresar el tiempo, puede comprenderse perfectamente


bien el porqué Jesús no habría estado tres días completos en la tumba.
Para algunos, el uso del cómputo inclusivo es tan solo una excusa para defender una
“insostenible” cronología viernes-domingo, sin embargo, todo lo establecido acá tiene una sólida
base bíblica, y no puede ser ignorada.

Los tres días de Jesús en la tumba, y la señal de Jonás


Muchos creen que la señal de Jonás indicada por Cristo en Mateo 12:39, 40, es el período de
tiempo que pasaría en la tumba. Citamos nuevamente el pasaje:

“El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada,
sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres

9
noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo
12:39, 40).

A primera vista, el texto parece señalar que en realidad la señal de Jonás involucra un sentido del
tiempo, sin embargo y como muy bien señala Bacchiocchi, otros pasajes hacen mención de la señal
de Jonás pero desprovista del tiempo (Mateo 16:4; Lucas 11:29-32).13 El texto de Lucas pone el
énfasis en Jonás con respecto a su misión en Nínive, señalando que Jesús sería levantado para
realizar una misión especial, pero al mismo tiempo su resurrección sería clave (Mateo 12:40).14

Otros testimonios extra-bíblicos también señalan que los cristianos de hace siglos comprendían
que la señal de Jonás hacía alusión a la resurrección de Jesús, como se atestigua en muchos frescos
de las catacumbas, donde la resurrección de Jesús es simbólicamente representada como Jonás al ser
arrojado por la ballena.15

Tomando en cuenta que el cómputo inclusivo está involucrado en aquellos pasajes donde Cristo
declaró que resucitaría al tercer día, es evidente que la mención de los tres días y tres noches de
Jonás en el vientre del gran pez en Mateo 12:40, son tan solo una mención que es considerada
inclusiva, y no un complemento a la señal de Jonás.

La pascua no ocurrió el día de la crucifixión


Ya vimos que la pascua no ocurrió el día en que Cristo fue crucificado, sino la noche de la Cena
del Señor, antes de su arresto. De esta forma, es imposible establecer que el jueves concordase con
el primer día de los panes sin levadura, el cual si aceptamos la cronología viernes-domingo, cayó el
día sábado semanal, el sabbath del cuarto mandamiento.
El día de preparación de Juan 19:14
Juan 19:38-42 registra la sepultura de Jesús. El versículo 42 nos dice que ese día era “la
preparación de la pascua”. En griego, dicha frase es “paraskeuē” (παρασκευή), y su presencia en
otros pasajes descarta la traducción anterior, la cual está basada en la conclusión de que Cristo fue
crucificado el día en que se sacrificaría el cordero pascual, por lo que es antojadizo. Leemos sobre
el uso del término:

“La primera razón dada para interpretar “el día de Preparación” como significando miércoles en
lugar de viernes es que “el día antes del Sabbath semanal nunca fue llamado una ‘preparación’ en la
Biblia”. Esta razón es inverosímil, por decirlo delicadamente, porque pasa por encima del
irrefutable uso Bíblico e histórico del término “Preparación-paraskeue” como una designación
técnica para “viernes”. En adición a su uso en Juan 19:14, el término “Preparación-paraskeue” es
usado cinco veces en los Evangelios como una designación técnica para “viernes” (Mateo 27:62;
Marcos 15:42; Lucas 23:54; Juan 19:31, 42)”.16

Lo anterior es reforzado por las siguientes declaraciones de la misma fuente citada:

“Definición de Marcos. Marcos 15:42 proporciona lo que es quizás la más clara definición de la
expresión “día de Preparación” por la declaración: “porque era la preparación, es decir, la víspera
del día de reposo”. Note que en el Griego las dos frases “la Preparación” y “la víspera del día de
reposo (Sabbath)” son dadas cada una con un solo término técnico: “paraskeue-Preparación,” y “pro-
sabbaton- víspera-Sabbath”. Traducido literalmente el texto se lee: “Fue la Preparación, que es, la
víspera del Sabbath”. Por razón de claridad, Marcos usa dos términos técnicos aquí, ambos
designan inequívocamente lo que nosotros llamamos “viernes”.

“El término “prosabbaton-víspera-Sabbath “fue usado por los Judíos Helenistas para designar
explicita y exclusivamente “el día antes del Sabbath, i.e. viernes” (Judit 8:6; 2 Mac. 8:26). Así

10
Marcos, por definición “paraskeue-Preparación” como siendo el “prosabbaton-víspera-Sabbath”, da la
definición más clara posible para sus lectores gentiles de lo que él quiso decir por “paraskeue”, a
saber, el día antes del Sabbath semanal. Clarificaciones de las referencias de tiempo por una
cláusula significativa son comunes en Marcos, evidentemente porque el autor supo que sus lectores
gentiles no estaban familiarizados generalmente con términos y costumbres judíos”.17

Las siguientes citas amplían el uso de “paraskeuē” comparándolo con el idioma arameo, el cual
usaron los judíos en tiempos de Cristo, además de examinar su uso en documentación tradicional
judía:

“Una Designación Técnica para “Viernes”. Un lector Inglés no puede ver el uso técnico del
término “Preparación”, porque en el idioma Inglés semejante término es un nombre genérico que
no significa “viernes”. La situación fue muy diferente en el Griego Semítico de nuestro documento
Palestino, sin embargo, donde el término “paraskeue” fue el equivalente Griego de la palabra
Aramea “arubta-víspera”, ambos de los cuales fueron comúnmente usados para designar
“viernes”.18

Charles C. Torrey nos explica el uso y designación de los días de la semana comparándolos con
el viernes:

“En Arameo, como Charles C. Torrey explica, “los días intermedios de la semana fueron
designados por números, ‘tercero, cuarto, quinto’, pero viernes siempre fue arubta; no hubo ‘día
sexto’ de la semana;... Su equivalente Griego, paraskeue-viernes, fue adoptado igualmente, desde el
principio, por la Iglesia Griega”.19
La Didache, o La Enseñanza de los Doce Apóstoles, es un documento que expresa el uso
tradicional de “paraskeuē”, y allí se usa de la siguiente forma:
“El uso de los primeros cristianos del término “paraskeue”, como una designación técnica para
viernes es bien atestiguado aún fuera del Nuevo Testamento. La Didache (o La Enseñanza de los
Doce Apóstoles), datado entre el 70 al 120 d.C., manda a los cristianos a ayunar “el cuarto día y
Preparación” (8:1), eso es, miércoles y viernes. Es notable que el viernes es designado simplemente
como “Preparación-paraskeuen”, sin el artículo o el nombre “día”, indicando así el uso técnico del
término”.20

Tertuliano, también clarifica lo extendido del uso del vocablo griego en su época:

“Por el tiempo de Tertuliano (c. 160-225 d.C.) paraskeue había llegado a ser como un nombre fijo
para viernes, que aún incluso se defendía que éste había sido el nombre para viernes desde la
creación. Estos, y ejemplos similares, claramente indican que los cristianos adoptaron la práctica
judía de numerar los primeros cinco días de la semana y llamando al sexto y al séptimo como
paraskeue y sabbaton—Preparación y Sabbath”.21

En la época de Cristo, el término “paraskeuē” ya era durante mucho tiempo un término técnico
usado en referencia al viernes, siendo el equivalente hebreo de “ereb shabbath”.22
Nunca el término “paraskeuē” fue utilizado para señalar la víspera de la pascua ni de ningún otro
día festivo de la Biblia. Sin duda, el vocablo es una referencia irrefutable del día viernes, señalando
la preparación para el sábado bíblico.

11
El sábado de gran solemnidad de Juan 19:31
Los creyentes de la cronología miércoles-sábado, alegan que el día ‘sábado de gran solemnidad’
posterior a la crucifixión, se refiere al sábado de celebración de la pascua y de la fiesta de los panes
sin levadura, ya que nunca el sábado semanal del cuarto mandamiento fue llamado de esa forma.
Sin embargo, ésta posición, que toma en cuenta que el término “ paraskeuē” alude supuestamente a
la preparación de la pascua, indica presuntamente a ese sábado ceremonial; pero vimos que el
vocablo señala al viernes, y no un día de preparación para la pascua. Además, tampoco los sábados
ceremoniales fueron conocidos como ‘sábados de gran solemnidad’. Otro error tiene que ver con los
términos utilizados para designar los sábados ceremoniales en el Antiguo Testamento, como muy
bien señala un autor ya citado:

“Esta creencia es desacreditada por el hecho de que el día de expiación es designado por la
expresión compuesta shabbath shabbathon, significando “un sabbath de solemne descanso” (Lev.
23:32; 16:31). Pero esta frase es rendida en la Septuaginta por la expresión compuesta griega
“sabbata sabbaton”, la cual es diferente del simple “sabbaton” usado en las narrativas de la Pasión. Es
por consiguiente lingüísticamente imposible interpretar lo última como una referencia al día de la
Pascua o a cualquier otro día de fiesta anual, ya que estos nunca se designan simplemente como
“sabbaton”.23

“[…] error asumido es que el término “gran día-megale hemera”, usado en Juan 19:31, es empleado
en la Escritura para designar la fiesta anual de la Pascua (un Sabbath ceremonial), en lugar de un
Sabbath semanal especial. Desafortunadamente, no existen ejemplos Bíblicos o extra-Bíblicos
citados para apoyar esta creencia—la razón es que simplemente tales ejemplos no existen”.24

Agrega Bacchiocchi además, que un notable erudito judío llamado Israel Abrahams, no halla ni un
solo caso donde el término “gran día” o “gran Sabbath” (“día sábado de gran solemnidad”) como
es expresado en Juan 19:31, aparezca en la literatura rabínica, alegando que probablemente sea un
uso posterior para designar al Sabbath de Pascua, como siendo prestado de la iglesia, aunque no hay
evidencias para demostrarlo.25 Por otra parte, según la fuente citada, es absolutamente indiscutible
que los términos “buen Viernes” y “Sábado Santo”, fueron términos comunes utilizados por la
iglesia para designar el día de la crucifixión y sepultura de Cristo.

“Es notable que Georgius Codinus (siglo 15) da el término oficial para “Viernes santo” como “he
megale paraskeue—la gran Preparación”. Esto sugiere la posibilidad de que incluso el Sabbath de la
semana de la Pasión llegó a ser conocido por los primeros cristianos como un “gran día” o un
“Gran Sabbath”.26

“Nótese que también debe tomarse en cuenta el hecho de que, de acuerdo a los ejemplos dados por
Strack y Billerbeck, en la literatura Rabínica tardía el séptimo-día Sabbath es considerado como un
“gran día” si correspondiese con el 15 de Nisán, ya que ese fue el primer día de fiesta de la Pascua,
o si correspondiese el 16 de Nisán, porque en ese día el omer o primera gavilla de cebada era
ofrecida de acuerdo a la tradición Farisaica”.27

¿Cuáles son los sábados referidos en Mateo 28:1?


El argumento esgrimido de que los sábados de Mateo 28:1, cuya frase en griego es “ Opse de
sabbaton” (VOye. de. sabba,twn), es decir, “Y al final de los sábados”, es una referencia a dos
sábados, el ceremonial de pascua y el semanal, no tiene validez, al ya haberse considerado que es
imposible que el sábado de Juan 19:31 fuese el sábado de pascua; sumado al hecho de que, como
señala Harold W. Hoehner de la siguiente manera: “El término Sabbath está frecuentemente (un
tercio de todas sus ocasiones en el Nuevo Testamento) en la forma plural en el Nuevo Testamento

12
cuando solo un día está en consideración. Por ejemplo, en Mateo 12:1-12 ambos, la forma singular
y la plural, son usadas (cf. esp. v. 5)”28
Citamos otros ejemplos sobre la forma plural del sábado en el Nuevo Testamento: Marcos 1:21;
3:1-4; Lucas 4:31; 6:2-5; Hechos 13:27; 17:2; 18:4.
Todas las referencias a paganismo derivadas del domingo de resurrección como cuentan los
registros sobre Nimrod, no pueden ser tomadas en cuenta para desacreditar el testimonio bíblico,
sino que más bien tales semejanzas con la cronología viernes-domingo como sucedió con Cristo,
han de deberse por ende muy probablemente a una falsificación anterior fraguada por el diablo, así
como aquellos templos en Egipto que son anteriores al diseño del santuario israelita, y otros
ejemplos más.

¿Cuándo fue la mañana de la resurrección?


Aquellos que apoyan la cronología miércoles-domingo, destacan que Jesús tuvo que haber
resucitado el sábado de tarde, ya que según el testimonio de Mateo 28:1, 5, 6, lo impide. El texto en
cuestión dice:

“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la
otra María, a ver el sepulcro... Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras;
porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como
dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor”.

El razonamiento que extraen del pasaje anterior, es que cuando María Magdalena y la otra María
llegaron al sepulcro, ya Jesús había resucitado, y como el tiempo del hallazgo ocurrió “pasado el
día de reposo, al amanecer del primer día de la semana”, eso indicaría que su resurrección tuvo
que haber sido muy poco después de que las mujeres llegaron, porque recién había acabado el
sabbath. Para aceptar esto, debería entenderse que las mujeres llegaron a la tumba a la hora del
crepúsculo, a la aurora, sin embargo, el vocablo griego para “amanecer”, como se tradujo al
español, por ejemplo en la RV60, no se traduce como “crepúsculo”, sino como “al crecer la luz, al
amanecer”, cuyo vocablo griego es “epiphōskō” (ἐπιφώσκω). Juan registra que María Magdalena
había ido al sepulcro estando todavía oscuro (Juan 20:1), pero eso no significa que no hubiese
salido el sol (cuando aún estaba oscuro). Es verdad que en Lucas 23:54 se utiliza el término
“epiphōskō” simbólicamente para indicar el principio de la tarde de un día, pero los textos de los
otros evangelios, mas el análisis de Mateo 28:1, impiden su uso figurativo allí. Además, entre los
orientales en general, no se viajaba en la oscuridad de la noche, máxime a un lugar de entierro, por
lo que si bien estaba oscuro cuando iban a la tumba, ya el sol salía. Esto podría indicar que las
mujeres fueron al sepulcro a penas salía el sol, de hecho, esto se ve reforzado por las siguientes
consideraciones del vocablo griego “ opse” (ὀψέ):

“En el Nuevo Testamento el término opse ocurre solo dos veces nuevamente, en Marcos 11:19 y
13:35. En Marcos 11:19 (“Pero al llegar la noche [final de la tarde] [opse] Jesús salió de la
ciudad”) es difícil decir por el contexto si opse designa el fin de la tarde de ese día o el tiempo
después de la puesta de sol, que, de acuerdo al cómputo judío de puesta de sol, sería el principio del
nuevo día.
“En Marcos 13:35, sin embargo, opse (“noche [iniciando la noche, al final de la tarde]”) claramente
designa el principio de la noche, alrededor de la puesta del sol hasta cerca de las 9 p.m.: “Velad,
pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer (opse), o a la medianoche,
o al canto del gallo, o a la mañana” (Marcos 13:35). El hecho de que “opse” no solo pudiera
significar las últimas horas del día, sino también las primeras horas del nuevo día, sugiere la
posibilidad de que Mateo pudo haber usado el término como una referencia aproximada de tiempo
simplemente para indicar que el Sabbath había terminado cuando las mujeres fueron al sepulcro”.29

13
A continuación, el autor citado expresa las posibilidades del uso del término de acuerdo a la
forma de usar el tiempo en la época bíblica:

“En la edad de los relojes de cuarzo cuando incluso los segundos cuentan, esperamos la misma
exactitud de de los escritores de la Biblia, quienes tenían sólo el sol a su disposición para medir el
tiempo. La preocupación de los escritores de la Biblia, sin embargo, parece haber sido
principalmente, sobre informar los eventos reales más que el tiempo preciso en que sucedieron.
Marcos, por ejemplo, dice que Jesús fue crucificado aproximadamente tres horas más temprano
(“era la hora tercera”—Marcos 15:25) que Juan (“como la hora sexta”—Juan 19:14).

“De forma similar, la visita al sepulcro ocurrió “siendo aún oscuro” de acuerdo a Juan (20:1) y “ya
salido el sol” de acuerdo a Marcos (16:2). La existencia de estas aproximaciones de tiempo en los
Evangelios sugiere la posibilidad de que Mateo también pudiese haber usado flojamente opse,
simplemente para indicar que las mujeres fueron al sepulcro después de que el Sabbath había
terminado y que el primer día estaba alboreando”.30

Edward Lohse encuentra que la frase “opse sabbaton” de Mateo 28:1, es el equivalente del
Rabinico “mosa’e shabbat”, “y significa por ende la noche para el primer día de la semana”.31

También es notable, que los sacerdotes hayan dicho a la guarda romana de la tumba de Cristo,
que informasen que su cuerpo había sido hurtado por los discípulos en la noche mientras ellos
dormían (Mateo 28:13). Los soldados habían sido puestos para vigilar el sepulcro a tempranas horas
del sábado (Mateo 27:62-66), por lo que difícilmente podrían haber dicho que los discípulos lo
robaron de noche, si Cristo realmente hubiese resucitado precisamente después de terminado el
sábado, es decir, al finalizar la parte clara de dicho día.

De esta forma, Cristo murió el viernes de tarde, cuando era día de preparación para el sábado
semanal del cuarto mandamiento, y resucitó la noche del domingo, apareciendo a las mujeres que
visitaron el sepulcro al amanecer de ese día. Esto nos permite concluir que la pascua de jueves
ocurrió en el año 31 d.C., época del fallecimiento de Jesús, y no en el año 30 d.C.

Referencias:
1. Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 5, pp. 924, 925.
2. Guillermo Hales “A New Analysis of Chronology”, tomo 1, pp. 69, 70. Citado Urías Smith,
Daniel, Capítulo IX, Una Vara Profética Cruza los Siglos, p. 176.
3. Antolín Diestre Gil, El Sentido de la Historia y la Palabra Profética, Volumen 2, Profecía
(Editorial CLIE, Terrassa, Barcelona, 1995), pp. 253, 254.
4. Dr. Fred Mazzaferri, Adult Sabbath School Bible Study Guide. Third Quarter, 2006. The
Gospel, 1844, and Judgment. A Critical Analysis, Lesson 8, p. 4.
5. Dr. Alberto R. Treiyer, La Cronología Profética Más Extraordinaria, 70 semanas y 2300 días,
Las primeras siete semanas de años, p. 42.
6. Ibíd., p. 43.
7. Ibíd.
8. Ibíd.
9. Ibíd., pp. 44, 45.
10. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives,
Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 15.

14
11. Ibíd. (Citando a Norval Geldenhuys, Commentary on the Gospel of Luke, The New International
Commentary on the New Testament (Grand Rapids, 1983), p. 664).
12. W. Moulton and W. F. Milligan, Vocabulary of the Greek New Testament (Nueva York, 1928), p.
545. (Citado por Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical
Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 16).
13. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives,
Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 13.
14. Ibíd., pp. 13, 14.
15. Ibíd., p. 14.
16. Ibíd., p. 23.
17. Ibíd.
18. Ibíd.
19. Ibíd.
20. Ibíd., pp. 23, 24.
21. Ibíd., p. 24.
22. Ibíd., p. 25.
23. Ibíd., p. 26.
24. Ibíd.
25. Ibíd. (Citando a Israel Abrahams, Studies in Pharisaism and the Gospels (Cambridge, 1924), vol.
II, p. 68).
26. De Officiis 13, 1. (Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection
(Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26).
27. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives,
Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26 (Citando a H. L. Strack and P. Billerbec, Kommentar zum
Neuen Testament aus Talmud und Midrash (Munich, 1922-1928), vol. 2, pp. 581f. y 847).
28. Harold W. Hoehner, Chronological Aspects of the Life of Christ (Grand Rapids, 1977), pp. 69, 70
(Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives,
Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26).
29. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives,
Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 32. (p. 300).
30. Ibíd., p. 32, 33.
31. Véase a Edward Lohse, “Sabbaton”, Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids,
1971), vol. VII, p. 20 (Referido en Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the
Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 33).

Tomado de “Respuestas Sobre Profecía”-libro del autor.

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