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Guatemala, Domingo 18 de Julio de 2004

Opinión

Guatemala: un edificio de cinco niveles

Edelberto Torres Rivas

La sociedad guatemalteca se parece a un edificio feo, a punto de


implosión; mezcla de estilos incompatibles. Muros grises, sucios, en
la base; más arriba, breves espacios de ventanas rotas, como una
edificación a la que nunca se le ha dado mantenimiento. M ás arriba,
el edificio gana en limpieza y proporción, que culmina con un
moderno estilo señorial, elegante. Es un edificio de tres niveles hacia
arriba y dos ocultos hacia abajo. En el interior de esta desfigurada
construcción conviven m ás de 11.4 millones de guatemaltecos y
guatemaltecas.

El sótano 2
En el Sótano 2 del edificio, estrecho, sin luz, sin agua, sobreviven
cerca de 2 millones de personas (19 por ciento del total), un poco
más de 329 mil familias hacinadas en un promedio de 3.5 personas
por habitación, con 4.3 de hijos promedio, un 54 por ciento de
menores de 15 años. Éste, el “estrato bajo extremo” de la sociedad,
tiene un 71 por ciento de indígenas. El ingreso mensual per c ápita
(promedio) de estos indigentes es de 121 quetzales, o sea Q4 diarios,
que no alcanzan sino para comprar una docena de tortillas. De aqu í
salen muchos a buscar desechos en los basureros, cuando son
urbanos, o recoger el herbaje en el campo. Del total de este estrato
el 75 por ciento está en la agricultura, por cuenta propia el 36 por
ciento y sin remuneración el 21 por ciento. Son pues, campesinado
de subsistencia, sin tierra. El 78 por ciento est á en el sector
informal1. Padecen de hambre crónica y altísimos niveles de
desnutrición, el 43 por ciento son alfabetos y el promedio de años de
escolaridad es de 0.8. El mundo del S ótano 2 es violento, lo que
afecta brutalmente a las mujeres y a los niños. Muy pocos votan, no
están organizados por lazos de inter és común, están excluidos de la
vida social. ¡El Sótano 2 no tiene puertas ni otras salidas!

El sótano 1
El Sótano 1 es parcialmente parte del S ótano 2. Aquí habitan un poco
más de 5 millones de ciudadanos (49 por ciento del total) que forman
el estrato “bajo”, de los que una ligera mayor ía son ladinos (cerca de
2.9 millones), un sector mestizo de un fuerte sincretismo cultural
representativo de cómo es la sociedad guatemalteca. La distancia
social con los del Sótano 2 es corta, el piso frágil, que facilita un
tránsito intenso entre uno y otro sótano. Juntos forman esa
estremecedora mayoría pobre del 68 por ciento de la población total.
El ingreso mensual per cápita (promedio) es de Q256, es decir,
Q8.53 diarios (un poco más de US$1) que los coloca por debajo del
nivel mínimo internacional de pobreza, US$2 diarios. Un 47 por
ciento son menores de 15 años y el hogar promedio es de 3.5 hijos;
el 20 por ciento son analfabetos, con 2.5 años promedio de
escolaridad. El 73 por ciento son trabajadores del sector informal,
que disfrazan el desempleo abierto con diversas formas de
subempleo, el 48 por ciento de los cuales est á en el campo. Es
probable que del estrato bajo extremo y del Sótano 1, igualmente
violento, salgan las “maras” y se reclute aquí una regular cantidad de
la carne de presidios y de hospitales. Sólo un número menor del

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“estrato bajo” vota, no leen periódicos, pero son adictos a la radio,


están poco o nada organizados y son desconocedores de la pol ítica
nacional; las dos terceras partes del estrato bajo son habitantes del
mundo rural. En este sótano hay muy pocas puertas de salida.

El primer piso
Los habitantes del Primer Piso
constituyen el “estrato medio
bajo” de la sociedad y lo
forman cerca de 2.5 millones
(22.5 por ciento ) de personas
de las cuales 528 mil son
indígenas (20.5 por ciento). El
36 por ciento son menores de
15 años y tienen 2.8 hijos
promedio por familia. Las
diferencias de la gente de este
estrato con los sectores bajos
de la sociedad no son pocas,
pero reveladoras de cierta
homogeneidad por el lado de la
pobreza. Viven todavía en una
parte fachosa del edificio, con
aspectos aún sombríos, pocas
ventanas y algunas puertas,
donde sus habitantes tienen un
ingreso mensual (promedio)
por persona de Q634, es decir,
Q21 diarios. Este dinero les
permite un consumo superior a
la canasta mínima per cápita
que se calcula en Q350, pero
aún insuficiente para atender
otras necesidades elementales.
Del “estrato medio bajo” sale
un 32 por ciento de empleados
del comercio y un 20 por ciento
de la industria. ¿Trabajadores
de “cuello blanco”? Un 58 por
ciento son “dueños” de
negocios del sector informal. En
la perspectiva del sector
ocupacional, del total de
empleados públicos, un 35 por
ciento son de este estrato y un
36 por ciento labora en la
enseñanza. Un 98 por ciento
son alfabetos y con 6.2 años
promedio de escolaridad. La
gente de este sector social
experimenta más que otros la inseguridad de la p érdida de estatus
frente a las crisis económicas o los efectos de la inflación. Aquí se
encuentra también el típico mestizo que no reconoce sus raíces
indígenas, son en su mayoría urbanos, leen Al D ía y Nuestro Diario,
se movilizan en autobús y un pequeño sector tiene autom óviles
viejos que cuidan con exceso, visten ropa “seminueva”; un buen
porcentaje vota y tienen alguna experiencia organizacional. Forman
parte del público de los estadios de fútbol y de los que llenan los
espectáculos, sobre todo los gratuitos.

El segundo piso
En el Segundo Piso del edificio, ya a esta altura bien pintado,
ventanas con cortinas, portones de autom óvil, casas con pequeños
jardines, salas con alfombras y pinturas casi nunca originales y con
dudosos arreglos de buen gusto. Son casi 900 mil personas (8 por

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ciento ) que forman el “estrato medio ”, con los rasgos típicos de la


gran dispersión de estatus de las clases medias del subdesarrollo. Ya
aquí sólo el 6.8 por ciento son indígenas y el resto, los “ladinos”
típicos que practican el blanqueo social. La familia del estrato medio
tiene un 29 por ciento de menores de 15 a ños, 2.1 hijos promedio,
un ingreso mensual personal promedio de Q1,558, equivalente a Q52
diarios, que les permite disfrutar de razonables condiciones de vida,
con equipo doméstico, televisor, autom óviles no siempre de segunda
mano, servicio doméstico. Del total por categor ía ocupacional, 46 por
ciento son empleados de la empresa privada, 18 por ciento por
cuenta propia. Según el sector, del total que trabajan en servicios
financieros, 42 por ciento son estratos medios, del total que están en
la enseñanza, 36 por ciento, y en la administración pública, el 28 por
ciento. Representan un nivel de bienestar que en numerosos casos
los endeuda crónicamente o que financian con tarjetas o al cr édito.
Se incluye aquí la llamada “pequeña burguesía” (propietarios
medianos), profesionales liberales, asalariados calificados con alta
remuneración. Son todos alfabetos, con 11 años promedio de
escolaridad; forman el gran público de los cines, los restaurantes y
los espectáculos pagados. Pertenecen a ese ciudadano que tiene 2
probabilidades entre 1,000 de leer diarios y a las 3 de cada 50 mil
personas que pueden asistir a un concierto a lo largo del año. Envían
a sus hijos a la universidad, y no a las privadas precisamente. El
estrato medio forma lo que se llama “la opinión pública” nacional,
participan desigualmente en la política, en actividades deportivas,
sociales y culturales. Del Segundo Piso salen quienes dirigen en
buena medida el Estado, el Ejército, la Iglesia, las universidades y
otras instituciones públicas y privadas. Los “estratos medios” entran
a internet, tienen celulares y empiezan a experimentar la ingesta de
vinos, por lo general malos. Hacen turismo interno y, cuando pueden,
cumplen con el ritual de llevar a los nenes a Orlando. En este piso
hay numerosas puertas, pero en el edificio no hay ascensores. La
movilidad social, cuando ocurre, no es estructural sino estrictamente
individual. Y puede suceder que sea descendente.

El tercer piso
El Tercer Piso es el Penthouse de un edificio ya elegante, de
construcción moderna, llena de luz y sol, grandes espacios, vidrio y
caoba pulida, silencio e higiene, agua abundante hasta para la grama
verde donde hay árboles y flores, rodeado de altas paredes como
modalidad defensiva de un apartheid social. Habita aquí el 1.5 por
ciento de la población nacional, urbana, equivalente a 166 mil 717
personas, de las que 4 mil 459 son ind ígenas (2.7 por ciento). Del
total de hogares del “estrato alto” sólo el 25 por ciento son menores
de 15 años, con 2.4 hijos promedio. La composición del estrato alto
es muy heterogénea, con una minor ía que concentra en grado
extremo riqueza y bienestar. Tienen (promedio) un ingreso mensual
por cabeza de Q4 mil 659 quetzales, o sea Q155 diarios, equivalente
a 384 veces más de lo que reciben quienes viven en el S ótano. La
élite del Penthouse disfruta de grandes espacios en la forma de varias
salas, dormitorios con walking closet, pantry y comedores, sitios de
diversión, jardines, garajes. Disponen de abundante servicio
doméstico, choferes, guardaespaldas. Son todos alfabetos y con 14.3
promedio de escolaridad. Tienen acceso a los servicios básicos y el
equipamiento total (disponibilidad de electrodomésticos, televisores,
computadoras, automóviles de lujo y para otros usos y en numerosos
casos, helicópteros, avionetas y lanchas de motor, etc étera). El
estrato alto está formado por propietarios y gerentes (socios o no) de
los más importantes activos productivos en el país y en el exterior, y
sus principales fuentes de ingreso son los altos salarios y/o beneficios
(ganancias), intereses, bonos y otros. Del total de este estrato, 19
por ciento está en el comercio, 18 por ciento en finanzas y 18 en
servicios. Es una élite criolla y/o blanca europea, excepcionalmente
mestiza, que practica la endogamia y el racismo en sus relaciones
sociales. Viven de cara al exterior, son bilingües, muchos con el

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corazón y la bolsa principalmente en Estados Unidos. Tienen un alto


grado de organización gremial, activa vida social y cultural. Influyen
poderosamente en las lides políticas, que practican casi siempre por
interpósita mano.

1 Se refiere a mayores de 15 años, tanto en escolaridad como en


pertenencia al sector informal. Datos elaborados de ENCOVI 2000 y
comentarios libres, responsabilidad del autor.

Guatemala, Domingo 18 de Julio de 2004

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