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EL ENGAÑO EN LA INVESTIGACIÓN

PSICOLÓGICA
* El engaño en una investigación psicológica ocurre cuando los investigadores retienen
información o intencionalmente mal informan a los participantes acerca de la investigación. Por
su naturaleza, el engaño viola el principio ético de consentimiento informado, sin embargo es
considerado una estrategia de investigación necesaria en ciertas áreas de la psicología.

El aspecto ético más controversial relacionado con la investigación es el engaño. Algunas


personas sostienen que los participantes en investigaciones nunca deberían ser engañados debido
a que una práctica ética requiere que la relación entre el experimentador y el participante sea
abierta y honesta. Para algunos, el engaño es moralmente repugnante; y no es diferente de la
mentira. El engaño puede ocurrir ya sea por omisión, por retención de información o por error,
intencionalmente mal informando a los participantes acerca de algún aspecto de la investigación.
Cualquier tipo de engaño contradice el principio de consentimiento informado. A pesar del
incremento en la atención dada al engaño en la investigación durante las últimas décadas, el uso
del mismo no ha disminuido y permanece como una estrategia de investigación popular
(Sharpe, Adair y Roese, 1992). Skitka y Sargis (2005) encuestaron a psicólogos sociales que
usaron el Internet como una herramienta de recopilación de datos y encontró que 27 % de los
estudios reportados involucraron el engaño de los participantes de Internet.

Principios éticos de la APA


8.07 Engaño en la investigación
a) Los psicólogos no llevan a cabo investigaciones que involucren engaño a menos que hayan
determinado que el uso de técnicas de engaño se justifica por un valor científico, educativo o
aplicado significativo; o a menos que los procedimientos alternativos efectivos sin engaño no
sean plausibles.

b) Los psicólogos no engañan a participantes eventuales acerca de la investigación que se


espera cause un dolor físico o un dolor emocional severo.

c) Los psicólogos explican a los participantes, lo más pronto posible, cualquier engaño que sea
una característica del diseño o procedimiento de un experimento, preferentemente al final de su
participación, pero no después de concluir la recopilación de la información, y permiten a los
participantes retirar su información. (Véase también Principio 8.08, Brindar una explicación a
los participantes.)

Comentario
• En algunas investigaciones psicológicas el engaño es una estrategia necesaria.

• Nunca es ético engañar a los individuos para hacer que participen en una investigación.
• Los investigadores siempre deben sopesar cuidadosamente los costos del engaño en
comparación con los beneficios potenciales de la investigación cuando se considere el uso del
engaño.

• Los investigadores están éticamente obligados a explicar a los participantes el uso del
engaño tan pronto como sea posible.

Es imposible llevar a cabo cierto tipo de investigación sin retener información de los
participantes acerca de ciertos aspectos de la investigación. En otras situaciones, es necesario el
mal informar a los participantes de modo que adopten ciertas actitudes o comportamientos. Por
ejemplo, Kassin y Kiechel (1996) investigaron los factores que influyen en que las personas
confiesan falsamente el haber hecho cosas que no hicieron realmente. Su objetivo era entender
qué llevaría a un sospechoso de un crimen a confesar falsamente acerca de éste. En su
experimento, la tarea de los participantes era teclear letras que les eran leídas en voz alta. Se les
indicó que no presionaran la tecla "Alt" en la computadora mientras tecleaban pues esto haría
que la computadora fallara. Durante el experimento, después de un breve periodo, la
computadora colapsaba y el experimentador acusaba a los participantes de apretar la tecla "Alt".
Aun cuando ninguno de los participantes tecleó la tecla "Alt", cerca de 70% aceptaron haberlo
hecho mediante una confesión escrita. Si los participantes hubieran sabido por adelantado que el
procedimiento era tratar de obtener su confesión falsa, probablemente no habrían confesado. La
revelación requerida para el consentimiento informado habría hecho imposible estudiar la
probabilidad de que la gente hiciera una confesión falsa. Aun cuando el engaño es justificado en
ocasiones para hacer posible la investigación sobre preguntas importantes, engañar a los
participantes con el propósito de que participen en la investigación que involucre más que el
riesgo mínimo, nunca es ético. Como está establecido en el Código Ético, "Los psicólogos no
engañan a posibles participantes sobre las investigaciones en las cuales es razonable esperar que
causen daño físico o emocional". (Principio 8.07 b).

Un objetivo de la investigación es observar el comportamiento normal de la gente. Una


suposición que subraya el uso del engaño es que a veces es necesario ocultar la verdadera
naturaleza del experimento de tal forma que los participantes se comporten del modo en que lo
harían normalmente o de modo que actúen de acuerdo a las instrucciones provistas por el
experimentador. Sin embargo, ocurre un problema con el frecuente y casual uso del engaño
(Kelman, 1967). Si la gente cree que los investigadores a menudo engañan a los participantes,
podrían pensar que serán engañados cuando participen en un experimento psicológico. Las
sospechas de los participantes acerca de la investigación pueden prevenirlos de comportarse del
modo que lo harían normalmente (véase recuadro 3.2). Esto es exactamente lo opuesto a lo que
el investigador espera alcanzar. De manera interesante, Epley y Huff (1998) compararon
directamente las reacciones de los participantes a los que, en un reporte después del
experimento, les dijeron que habían sido engañados y aquellos a quienes no les dijeron. A los
que sí les informaron sobre el engaño se volvieron subsecuentemente más desconfiados acerca
de futuras investigaciones psicológicas que aquellos que no se dieron cuenta del engaño.
Conforme incremente la frecuencia de investigaciones en Internet, es importante que los
investigadores pongan particular atención al uso del engaño, no sólo por el potencial de
incrementar la desconfianza de los investigadores por miembros de la sociedad, sino también
porque el engaño tiene el potencial de "envenenar" un vehículo (p.ej., el Internet) que la gente
usa como soporte social y como medio de conexión con otros (Skitka y Sargis, 2005).

Kelman (1972) sugiere que, antes de usar el engaño, un investigador debe considerar seriamente
acerca de 1) la importancia del estudio para nuestro conocimiento científico; 2) la disponibilidad
de métodos alternativos sin el uso del engaño, y 3) la "nocividad" del engaño. Esta última
consideración se refiere al grado de engaño involucrado y en la posibilidad de dañar a los
participantes. Según Kelman (p. 997): "Sólo si un estudio es muy importante y no existe algún
método alternativo se puede justificar hasta la más leve forma de engaño". Cuando se utiliza el
engaño, el investigador debe informar después del experimento a los participantes en un reporte
sobre las razones del engaño, debe tratar cualquier idea equivocada que pudieran tener y debe
remover cualquier efecto dañino del engaño. Un objetivo de los reportes es educar al
participante sobre el porqué fue necesario el engaño. Los participantes en el experimento de
Kassin y Kiechel sobre falsas confesiones fueron informados sobre las razones del uso del
engaño mediante un reporte. Los participantes reportaron que encontraron al estudio
significativo y pensaron que su participación fue valiosa.

RECUADRO 3.2

ENGAÑAR O NO ENGAÑAR: ES UNA PREGUNTA DIFÍCIL.


Los investigadores continúan utilizando prácticas engañosas en la investigación psicológica
(p.ej., Sieber, lannuzzo, y Rodríguez, 1995). El debate en la comunidad científica con respecto
al uso del engaño tampoco se ha apaciguado (véase, por ejemplo, Broder, 1998; Fishery
Fryberg, 1994; Ortmann y Hertwig, 1997). Es un tema complejo, con algunos que están en
desacuerdo acerca de la definición de engaño (véase Ortmann y Hertwig, 1998). Fisher y
Fryberg (1994) resumieron el debate de la siguiente forma: "Los argumentos éticos se han
enfocado a tratar de decidir si las prácticas engañosas en la investigación se justifican con base a
su beneficio potencial ante la sociedad o si, bien, violan los principios morales de beneficencia y
respeto para con los individuos y las obligaciones fiduciarias de los psicólogos para realizar
investigaciones con los participantes" (p. 417). Esto es algo complicado; así que veamos si lo
podemos descifrar.

Un principio moral de "beneficencia" se refiere a la idea de que las actividades de investigación


deben ser beneficiadoras (que traen beneficios) para los individuos y la sociedad. Si se muestra
que el engaño daña a los individuos o a la sociedad, entonces la beneficencia de la investigación
puede ser cuestionada. El principio moral de "respeto por los individuos" es sólo eso: Por
ejemplo, la gente debe ser tratada como personas y no como "objetos" de estudio. Este principio
sugiere que la gente tiene derecho a hacer sus propios juicios acerca de los procedimientos y el
propósito de la investigación en los que están participando (Fisher y Fryberg, 1994). "Las
Obligaciones Fiduciarias de los psicólogos" se refieren a las responsabilidades de los individuos a
quienes se les otorga la confianza de otros, incluso si sólo es temporalmente. En el caso de la
investigación psicológica, se considera que el investigador tiene la responsabilidad sobre el
bienestar de los participantes durante el estudio y de las consecuencias de su participación.

Estas ideas y principios quizá puedan ilustrarse mediante los argumentos de Baumrind (1985),
quien sostiene persuasivamente que "el uso del engaño intencional en un escenario de
investigación es inmoral, imprudente y científicamente injustificado" (p. 165). Específicamente,
sostiene que los costos a los participantes, a la profesión, y a la sociedad del uso del engaño son
demasiado grandes como para justificar su uso duradero. Aun cuando estos argumentos son
largos y complejos, intentemos hacer un resumen. Primero, de acuerdo con Baumrind, el
engaño exige un costo a los participantes porque socava su confianza en su propio juicio y en
un "fiduciario" (alguien que mantiene algo en confianza por otra persona). Cuando los
participantes en la investigación encuentran que han sido engañados, Baumrind cree que esto
puede llevarlos a la pregunta sobre qué han aprendido acerca de ellos mismos y qué los ha
conducido a desconfiar de los individuos (p. ej., científicos sociales) en quienes han confiado
información válida y a quienes les han pedido consejo previamente. Un costo a la profesión es
exigido debido a que los participantes (y la sociedad en sí) pronto se dan cuenta de que los
psicólogos son "engañosos" y que no se debe confiar en ellos cuando dan instrucciones acerca
de la participación en la investigación. Si los participantes tienden a sospechar que los psicólogos
mienten, entonces uno se puede preguntar si el engaño funcionará como está planeado por el
investigador, un punto anteriormente sugerido por Kelman (1972). Baumrind también
argumenta que el uso del engaño revela la voluntad de los psicólogos a mentir, que
aparentemente contradice su supuesta dedicación a buscar la verdad. Finalmente, existe un daño
a la sociedad debido a que el engaño socava la confianza de la gente hacia los expertos y los
hace más desconfiados en general acerca de todos los eventos artificiales.
Por supuesto, éstos no son los puntos de vista de todos los psicólogos (véase Christensen, 1988;
Kimmel, 1998). Milgram (1977), por ejemplo, sugirió que las prácticas engañosas de los
psicólogos son realmente una clase de "ilusión técnica" y que debería ser permitida en los
intereses de las investigaciones científicas. Después de todo, las ilusiones son creadas en
ocasiones en situaciones de la vida real para hacer que la gente crea en algo. Cuando
escuchamos un programa de radio, la gente generalmente no se preocupa por el hecho de que el
trueno que oyen o el sonido de un caballo galopando son meras ilusiones técnicas creadas por
un especialista en efectos de sonido. Milgram sostiene que las ilusiones técnicas deberían ser
permitidas en caso de la investigación científica. Engañamos a los niños para que crean en San
Nicolás. ¿Por qué no pueden los científicos crear ilusiones de modo que les ayude a entender el
comportamiento humano?

Como a menudo las ilusiones se crean en situaciones de la vida real, Milgram señala que en otras
situaciones puede haber una suspensión del principio moral general. Si nos enteramos de algún
crimen, estamos éticamente obligados a reportarlo a las autoridades. Por otro lado, un abogado a
quien se le proporciona información de un cliente debe considerar la información como
confidencial incluso si ésta revela que el cliente es culpable. Los médicos realizan auscultaciones
muy personales. Aun cuando esto es moralmente permisible en el consultorio de un médico, ese
mismo tipo de conducta no se justifica fuera del consultorio. Milgram sostiene que, para
provecho de la ciencia, a los psicólogos se les debería permitir, en ocasiones, suspender el
principio moral de veracidad y honestidad.

Aquellos que defienden el engaño señalan que los estudios que muestran que los participantes en
general no parecen reaccionar negativamente cuando son engañados (p.ej., Christensen, 1988;
Epley y Huff, 1988; Kimmel, 1996). Aun cuando la "desconfianza" de las personas acerca de las
investigaciones psicológicas puede incrementar, los efectos globales parecen ser pequeños (véase
Kimmel, 1998). No obstante, el resultado final de acuerdo a aquellos que sostienen el uso
duradero del engaño está resumido por Kimmel (1998): "Una regla absoluta que prohíba el uso
del engaño en toda investigación psicológica tendría las atroces consecuencias de impedir a los
investigadores el llevar a cabo una amplia gama de importantes estudios" (p. 805). Nadie en la
comunidad científica sugiere que las prácticas engañosas se deben tomar a la ligera; sin
embargo, para muchos científicos el uso del engaño es menos nocivo (usando el término de
Kelman) que hacerlo sin el conocimiento obtenido por medio de dichos estudios. ¿Usted qué
opina sobre el uso del engaño en la investigación psicológica?

Stanley Milgram
Stanley Milgram (n. Nueva York, 15 de agosto de 1933 - † Nueva York, 20 de diciembre de
1984) fue un psicólogo graduado de la Universidad de Yale que condujo los experimentos del
mundo pequeño (la fuente del concepto de los seis grados de separación) y el Experimento de
Milgram sobre la obediencia a la autoridad.

Aunque se lo considera uno de los más importantes psicólogos del siglo XX, Milgram nunca
estudió psicología durante sus estudios de ciencias políticas en Queens College, Nueva York,
donde se graduó en 1954. Se presentó a un postgrado en psicología social en la Universidad de
Harvard y fue rechazado inicialmente a causa de falta de estudios de psicología. Fue aceptado en
1954 después de tomar seis cursos de psicología y se graduó en 1960.

Murió en 1984 de un ataque al corazón a la edad de 51 años en su ciudad de nacimiento, Nueva


York.

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