Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
"Pour l´homme mesuré et de mesure, la chambre, le désert et le monde sont des lieux
strictement déterminés. Pour l´homme désertique et labyrinthique, voué à l´erreur d
´une
démarche nécessairement un peu plus longue que sa vie, le même espace sera vraiment
infini même s´il sait qu´il en l´est pas et d´autant plus qu´il le saura."
0] INTRODUCCIÓN
Borges, autor culto, fue un apasionado lector del mundo clásico. En poemas y
narraciones aparecen personajes y motivos de la Antigüedad grecolatina que van
integrándose de forma natural en el complejo mundo de significados borgiano1. Para el
presente trabajo he seleccionado el relato "La casa de Asterión", (incluido en El Aleph,
1949) cuya referencia mitológica es el Minotauro y el Laberinto cretense2. El texto me
interesa en cuanto ejemplo de reinterpretación -y en este sentido, vitalización- de una
historia mitológica antigua en la literatura contemporánea a través de la manipulación
intelectual. El objetivo de Borges en "La casa de Asterión" no es rememorar fidedigna y
admirativamente el mito, sino servirse de él para expresar la búsqueda cognoscitiva,
problemática e inquietante, personal más allá de lo literario, que constituye
esencialmente la ficción contemporánea y su propia obra. A través del relato propuesto
me será permitido configurar el inquisidor mundo borgiano, y -lo que más me interesa
para la ocasión presente- comprobar cómo Borges ha sido capaz de extraer del mito
antiguo dimensiones que, preexistiendo, resultan nuevas y personales. Con Borges, en
efecto, la fábula mitológica -literatura estética o lúdica, puro placer de fabular a la
manera de las Metamorfosis de Ovidio- retorna a sus fuentes míticas: mito como
Metafísica fabulada, esto es, explicación del mundo, qué somos y por qué la vida, qué
dioses hay, qué fuerzas, cómo nos relacionamos con lo demás, a partir de un mundo
imaginario de historias y palabras que adquieren valor ejemplar y simbólico. Recuerdo
en este momento aquello que Borges dijo de Tlön 3: "Los metafísicos de Tlön no buscan
la verdad, ni siquiera la verosimilitud; buscan el asombro. Juzgan que la metafísica es
una rama de la literatura fantástica." Literatura, pues, como filosofía y filosofía como
juego e invención, único método de conocimiento posible. "Todos somos escritores
metafísicos -decía Sartre4- Porque la metafísica no es una discusión estéril sobre
nociones abstractas que escapan a la experiencia, sino un esfuerzo vivo para abarcar
por dentro la condición humana en su totalidad".
Asterión en manos de Borges es otra cosa que el Minotauro de los misterios cretenses o
el Minotauro de la recreación poética ovidiana. Asterión es ahora Borges,
atormentadamente Borges, criatura o sueño suyo, doble en el espejo, ficción mimética
de su alma, con todos sus fantasmas y personales carencias. Es por ello que el relato
adquiere el temblor de lo íntimo y nos conmueve con su verdad, desconcierto del vivir,
para qué, el laberinto de la soledad. No estamos lejos de la confesión poética. Borges,
incapaz de salir de sí, encuentra en el otro, en la criatura de ficción la manera de decir
sus eternas obsesiones, la identidad humana, el destino, el tiempo, la paradoja, la
memoria, la soledad, la muerte. En "La casa de Asterión", lo vamos a ver, la ficción
narrativa y la indagación intelectual, tocan lo verdadero de una angustia íntima, una
fijeza propia, Borges siempre inquisidor y asombrado ante el laberinto de símbolos que
es el universo y la vida.
Para el final del relato, muy breve ya, apenas unas líneas, el autor pasa a una
MODALIZACIÓN EN 3ª PERSONA, en forma de omnisciencia neutral. Con la
técnica de cámara cinematográfica, el narrador ofrece un primer plano de la espada de
Teseo e inmediatamente da paso a las palabras que éste dirige a Ariadna; por ellas
sabemos que Asterión ha muerto -¿cuándo?- y que para sorpresa del enemigo, no
ofreció resistencia a la espada asesina.
I.3.] para acabar con este primer apartado dedicado a la "forma" del relato, quiero
llamar la atención sobre la presencia y valor de dos ELEMENTOS
PARATEXTUALES: título y cita. La vinculación de ambos con el relato es estrecha,
aportando unidades de referencia y significación imprescindibles para una lectura cabal
del mismo.
A/ El título, ["La casa de Asterión"], contiene la mención de los dos elementos clave
que estructuran el mensaje: la casa, -el laberinto-, por un lado; Asterión, -el monstruo
que lo habita-, por otro. La alusión mitológica, sin embargo, del título se pierde en una
lectura inicial debido a las designaciones oscuras "casa" y "Asterión". Para desentrañar
su verdadero significado el lector debe esperar a completar la lectura del texto o, en el
mejor de los casos, de la cita.
(36-38) "Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el
mundo que parecen estar una sola vez : arriba, el intrincado sol ; abajo,
Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no
me acuerdo"
¿Sobre qué versa "La casa de Asterión" ? ¿Cuál es su sentido íntimo ? La clave del
texto la hallamos en el mismo título: el objetivo de Borges es reflexionar a cerca de un
personaje, -Asterión-, y la construccción, -la casa-, que habita. Mostraré cómo ambos
elementos tienen dimensión simbólico-metafórica y cómo existe identificación mutua:
el lugar pertenece a la más profunda esencia de Asterión; es él mismo, su soledad, su
incomunicabilidad. Como afirma Borges en un relato de El aleph., "Lo que importa es
la correspondencia de la casa monstruosa con el habitante monstruoso. El minotauro
justifica con creces la existencia del laberinto"9
Ante su presencia, los niños rompen a llorar mientras los adultos recurren a plegarias
desesperadas, hincan sus rodillas al suelo, o se suben a los basamentos de las columnas,
o reúnen con avidez piedras arrojadizas, o se esconden bajo el mar. La escena tiene algo
de cómico: todo pánico irracional provoca una sonrisa maliciosa en el espectador
sereno. ¡Esconderse bajo el mar !. Paradójicamente, el sentimiento de piedad y ternura
se hace fuerte en nosotros por el ser que intuimos más débil y precisado de cariño, por
el monstruo que asusta, sin querer, a los demás, y es asustado a su vez, profundamente.
Asterión, entonces, ha de desandar el camino hacia su encierro: para él,
definitivamente, no hay lugar en el mundo. Pero no lo hace sin revestirse de su habitual
máscara teatral de magnificencia: "No en vano fue una reina mi madre; no puedo
confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera." Ante el rechazo de los
demás, el monstruo reacciona con soberbia, rechazando a su vez. La soberbia es su
único aliado. Por ella puede escapar a la autodestrucción definitiva. La coraza de
autosuficiencia y desprecio ayuda a Asterión a soportar la soledad ficcionalizando el
voluntarismo. Comprendemos ahora la parte de verdad que llevan las acusaciones con
que se inicia el texto: "Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez
de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias."(1-
2)
"El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a
otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de
la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu,
que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una
letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a
leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos"(15-19).
Ahora bien, para el mismo filósofo el lenguaje sólo es capaz de transmitir apariencias,
nunca la verdad. "No hay ser, si lo hubiera, no podría ser conocido; si fuera conocido,
no podría ser comunicado su conocimiento por medio del lenguaje". Más allá del
problema del conocimiento, está la imposibilidad de comunicación real entre los seres
humanos. La palabra es inservible cuando se trata de transmitir lo que verdaderamente
importa al hombre, lo que puede salvarle del mundo múltiple y aparente en que vive;
fracasamos con el lenguaje, esa cola de pegar, esa baba que decía Cortázar,
ilusionismo de verdades. El hombre, entonces, debe aceptar, este nuevo límite, usando
los signos en su valor relativo, porque la otra opción, recluirse en el solipsismo
inhumano del silencio, es aceptar una condena peor que la muerte "Como el filósofo,
pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura", decía Asterión en un acto
de descreimiento y dejación. El rechazo de Asterión hacia el lenguaje le condena a
recluirse en su sola unicidad, a ser un fragmento aislado en el universo de los seres. No
sólo le está vedado el trato físico con sus contemporáneos, sino que además, por propia
voluntad, carece de la posibilidad de trato espiritual con la humanidad desde la
escritura. Es su única salvación y la desprecia. Jamás podrá oír el mensaje de otro ser y
hacer oír el suyo a través del tiempo y del espacio. El universo, la vida temporal, se
vuelve vértigo y náusea porque no existen voces de solidaridad que acompañen; el
abismo del propio ser, condena y locura, cárcel sin salida: es lo único y es laberinto de
soledad.
"Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas
(cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a
los animales. Que entre el que quiera (...) Otra especie ridícula es que yo,
Asterión, soy un prisionero ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré
que no hay una cerradura ? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle ;
(...) " (2-9)
"No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero sí
la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz
de la tierra (..) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la
casa" (4-7)
La intuición de que parte Machado al construir las galerías del alma es semejante a la
que hizo posible el laberinto interior del Minotauro cretense. Vivir es recorrer sin
remedio las galerías interminables de nuestro yo: ellas son la materia y esencia de
nuestra irreductible individualidad existiendo en el mundo, nuestra mismidad; ellas, las
que identifican cada "yo" como ser radicalmente heterogéneo de todo lo demás. Por sus
sendas hemos de adentrarnos en busca de identidad pero siempre sabiendo que la
supervivencia está sólo asegurada en el exterior, en la comun-unión con las otras cosas
y seres del universo. Ser soledad radical es sólo una parte de la esencia del hombre;
paradójica y trágicamente, la otra es no poder soportarla y tender puentes desesperados
de comunicación. Machado logró escapar al peligro del extravío definitivo en el
laberinto personal a través del hallazgo del amor -Leonor-, del paisaje -Soria- y de las
gentes -poesía crítica y social-. Asterión, en cambio, no lo consigue y recae en la locura
de la soledad. El problema de Asterión es no saber reconocer la unidad esencial entre
los seres y la posibilidad de comunicación con ellos: según vimos, se autoproclama
"único" y desprecia el mundo que no es él. El orgullo y el desprecio forman su ser y su
monstruosidad: frente a ellos el estigma físico no es más que signo, metáfora.
Comprendemos ahora su afirmación "La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho,
es el mundo" (39-40) La construcción es, en efecto, su mundo, está hecha a su medida,
imagen y semejanza. Y es, además, reproducción del universo, laberinto a escala
mayor.
"Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar.
No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre ; son catorce [son
infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del
mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con
un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto
el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la
noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los
templos. Todo está muchas veces, catorce veces" (30-36)
Borges exploró en sus cuentos y poemas mil variaciones al mismo tema del laberinto.
Su obra misma configuró, a la manera del libro de Ts´ui Pên, "una imagen incompleta,
pero no falsa, del universo tal como lo concebía"11. El espacio y el tiempo12 son
laberinto; laberinto es la memoria13 y el acto de creación;14 la búsqueda de inmortalidad
y la inmortalidad misma15; la muerte y sus sucesivas reencarnaciones. El universo
entero y su conocimiento, por fin, son laberinto16. "La casa de Asterión" ofrece un
nuevo aspecto del tema: ahora el laberinto es la individualidad. Pero ello no le impide a
Borges entrelazar, junto al nuevo, los viejos temas. Así, la cita última muestra la
repetición sin fin de todas las cosas en el universo, configurando un laberinto que
confunde y aprisiona. Reencontramos, así mismo en el relato, la idea del tiempo
circular o eterno retorno donde pasado, presente y futuro se identifican porque son
repetición de lo mismo:
"Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que
parecen estar una sola vez : arriba, el intrincado sol ; abajo, Asterión. Quizá yo
he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo"(36-
38)
Asterión tiene la sensación de existir ab aeterno y, más aún, de haber sido el "creador"
de lo existente: firmamento y mundo. Es un recuerdo que aflora borroso desde los
posos del olvido. En el relato "El inmoral"17, Borges imagina una Ciudad de los
Inmortales donde los hombres, -trogloditas-, viven eternamente el cansancio de la vida :
Cada Inmortal alcanza a ser todos los hombres y realizar todos los actos. El troglodita
que encuentra Flaminio fue Homero y compuso la Odisea; pero el mismo Flaminio fue
también Homero y también compuso la Odisea.
Volvemos a nuestro texto: Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa,
pero ya no me acuerdo (37-38)
(...) uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi
redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi
redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores
del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos
galerías y menos puertas. (43-46)20
Llega el fin para estas páginas. Quedaría incompleto, no obstante, el análisis que he
propuesto de "La casa de Asterión" si no reparara aún en dos hechos:
La última reflexión a que me lleva la lectura de "La casa de Asterión" tiene que ver con
la naturaleza moral del personaje y la relatividad del mal siempre que estemos
dispuestos a penetrar en la raíz honda del comportamiento de los seres e iluminar sus
escondrijos de pureza. Decía Borges refiriéndose al Martín Fierro23, el malhechor :
"Si no condenamos a Martín Fierro, es porque sabemos que los actos suelen
calumniar a los hombres" 24
"Alguien puede robar y no ser ladrón, matar y no ser asesino. El pobre Martín
Fierro no está en las confusas muertas que obró ni en los excesos de protesta y
bravata que entorpecen la crónica de sus desdichas. Está en la entonación y en
la respiración de los versos ; en la inocencia que rememora modestas y
perdidas felicidades y en el coraje que no ignora que el hombre ha nacido para
sufrir. Así, me parece, lo sentimos instintivamente los argentinos"26
También nosotros podemos afirmar que a Asterión le calumnian sus actos, que Asterión
no está en su monstruosidad física, ni en los cadáveres sangrientos que cada nueve años
arrincona en los corredores de su casa, ni en las amenazas proferidas contra sus
detractores. Asterión es el dolor con que vive su soledad; la ternura con que entretiene
el tiempo jugando o se imagina "otro Asterión" que le visita y a quien muestra con
orgullo los recovecos de la casa; la impaciencia conmovedora con que ansía la llegada
de su libertador.
III] APÉNDICE
(1/.)
"Laberinto", idem
El hilo que la mano de Ariadna dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la
espada) para que éste se ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el
hombre con cabeza de toro, o, como quiere Dante, el toro con cabeza de
hombre, y le diera muerte y pudiera, ya ejecutada la proeza, destejer las redes de
piedra y volver a ella, a su amor.
Las cosas ocurrieron así. Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto
estaba el otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba
Medea.
Cnossos, 1984.
(2/.) Alazraki27 inicia su estudio sobre Tlön y Asterión con una reflexión acerca
de la crisis del lenguaje y la crisis del conocimiento científico en la actualidad.
A continuación ofrezco, a modo de complemento, un resumen del artículo de
Alazraki. El lenguaje, sostiene el autor, no puede considerarse ya "un cuadro de
la realidad", "una imagen de los hechos", un "reflejo del mundo" como hiciera
Wittgenstein en su Tratado lógico-filosófico de 1919; si en este primer libro el
filósofo afirmaba que "la lógica del lenguaje describe al estructura lógica de los
hechos", en un libro posterior (Investigaciones filosóficas, 1953) habrá de
retractarse: el lenguaje queda ahora reducido a un instrumento que se justifica
únicamente por los varios usos que hacemos de él ; el lenguaje es un juego
generador de una realidad ficticia que cancela o reemplaza a la histórica. En
cuanto instrumento del conocimiento, el lenguaje deja de ser una traducción
para convertirse en una paráfrasis; de reflejo de la realidad, pasa a crear
realidades nuevas, artificiales y posiblemente falaces. Afirma M. Foucault al
respecto: "Se ha deshecho la profunda pertenencia del lenguaje y del mundo. Se
ha terminado el primado de la escritura. Desaparece, pues, esta capa uniforme
en la que se entrecruzaban indefinidamente lo visto y lo leído, lo visible y lo
enunciable. Las cosas y las palabras van a separarse. El ojo será destinado a ver
y sólo a ver; la oreja sólo a oír. El discurso tendrá desde luego como tarea el
decir lo que es, pero no será más que lo que dice."28 Puesto que la ciencia es
pensada y se expresa a través del lenguaje, los límites de éste son también
fatalmente los límites de aquélla. Alazraki aduce una larga serie de testimonios
científicos y filósofos a cerca de la ilusión del conocimiento por medio del
intelecto y del lenguaje. Reproduzco aquí algunos párrafos ilustrativos: "Para
Einstein la ciencia es "una creación del espíritu humano por medio de ideas y
conceptos inventados libremente" (pág. 279) "El geólogo norteamericano Frank
Rhodes expresa esta actitud a través de un inquietante símil : "Es posible -dice-
que las cualidades que nosotros los científicos medimos tengan tan poca
relación con el mundo como un número de teléfono respecto al abonado". Para
Rhodes y otros científicos las proposiciones de la ciencia deben aceptarse no
como verdades literales sino más bien como metáforas" (Pág. 281). "Desde otro
ángulo, Ernst Cassirer ha observado que "el coocimiento no puede reproducir
jamás la verdadera naturaleza de las cosas tal como ellas son, sino que está
obligado a apresar su esencia en "conceptos". Pero ¿qué son los conceptos sino
formulaciones y creaciones del pensamiento que en lugar de darnos las
verdaderas formas de los objetos nos muestran en su lugar las formas del
pensamiento mismo ? Consecuentemente, todos los esquemas que la ciencia
desarrolla para clasificar, organizar y resumir los fenómenos del mundo real no
son otra cosa que esquemas arbitrarios, vanidosas fabricaciones de la mente que
expresan no la naturaleza de las cosas, sino la naturaleza de la mente. El
conocimiento, pues, ha sido reducido a una suerte de ficción : una ficción
recomendable por su utilidad, pero que no debe medirse en estrictos términos de
la verdad si no queremos que se disipe en la nada" (pág. 283).
Según Alazraki, "La casa de Asterión" presenta mediante los símbolos del arte
esta situación del hombre frente al mundo: el laberinto el que voluntaria y
resignadamente se encierra Asterión es su casa, la cultura que ha forjado para sí,
consoladora frente a la infinitud y agresión del universo natural exterior,
producto de dioses arbitrarios. La casa de Asterión, por tanto, ha sido construida
por él como alternativa y ha pasado a constituirse en su mundo, o mejor, en el
mundo, el único posible. Reflejo del mundo real, es también de apariencia
laberíntica pero abarcable y conocido. Asterión "ha encontrado en ese laberinto
construido por el hombre una forma de vivir en aquél [esto es, el gran laberinto
creado por los dioses, el universo natural], una forma de escapar al infinito (los
catorce mares) en cuyo caos se pierde despavorido, para encontrar un infinito
humano (los catorce patios y aljibes) en cuyo orden se pasea como en su casa".30
IV] BIBLIOGRAFÍA
"Y ella [Pasífae] dio a luz a Asterión, al que se conoció también por el
nombre de Minotauro pue tenía el rostro de toro y lo demás de hombre.
Minos quiso cuidarse de ciertos oráculos encerrándolo en un laberinto.
Era el laberinto, obra de Dédalo, una construcción de enmarañadas
revueltas que extraviaban de la salida".