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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES


ESCUELA DE LETRAS
LETRAS MODERNAS
TEORÍA Y METODOLOGÍA II

El cuerpo como texto: Dos veces Junio y Ciencias Morales.

Colombetti, Florencia.

Miércoles 9 de Junio de 2010


En el marco del Discurso social, la literatura abre nuevas alternativas para narrar lo
decible y lo indecible en una sociedad dada. Martín Kohan aborda en sus novelas Dos
veces Junio y Ciencias Morales la compleja temática de la última dictadura militar en
Argentina (24 de marzo de 1976 - 10 de diciembre de 1983). Kohan encuentra una
forma de relato que le permite poner en escena nuevos planteamientos sobre este
período nacional que puede ser entendido como una catástrofe social1. En ambas
novelas, el autor no apela al discurso testimonial de las víctimas, ni hace una denuncia a
los grandes victimarios de la época, sino que cuestiona las franjas medias, las diversas
zonas de la vida social que no son directamente las culpables pero que sostuvieron de
alguna manera aquel sistema de represión y control social. Las ficciones hacen posible
el relato de lo ominoso, a través de la (re)construcción de la experiencia del pasado que
cuestiona y redefine la propia identidad nacional. Es así como el discurso literario
postdictatorial se convierte en instrumento de memoria, dando forma a nuevos
imaginarios y representaciones sociales, que recuperan el pasado como parte del
presente mediante el enunciado que propone Loreaux, no olvidar no olvidar , a la vez
que refuerza el sentido de pertenencia colectiva.
Ahora bien, las novelas analizadas pueden ser leídas sobre una hipótesis común,
basada en la idea de la administración de los cuerpos. Esta perspectiva nos permite
integrar al estudio el aspecto material2 de la última dictadura militar, intentando dar
cuenta de las posibilidades de existencia de este sistema de control y represión social.
La concepción foucaultiana de biopoder es de especial pertinencia a la hora de delinear
nuestra hipótesis. Esta noción permite abordar las relaciones entre cuerpo y poder,
poniendo de manifiesto un conjunto de técnicas que hacen posible la regulación de la
vida, y de la muerte, de los individuos subyugados. Se trata de técnicas de vigilancia,
ejercicio y adiestramiento de los cuerpos, tendientes a un proceso de anatomización que
genere cuerpos dóciles y útiles a los efectos del poder.
A partir de esta concepción del cuerpo no substancialista, sino basada en la
posibilidad de modelación y modificación, la línea de lectura que proponemos entiende
los cuerpos como textos sobre los cuales es posible leer la lógica del sistema
hegemónico militar. El cuerpo no puede simplemente ser, sino que se construye en y por
las diversas interacciones y prácticas sociales. Se vuelve materia significante y
altamente codificada que deja traslucir dichas relaciones.
En la lectura de las novelas trabajadas nos interesa dar cuenta de estas

1
Jelin retomando a R. Kaes define esta noción como un situación traumática de sufrimiento colectivo que
disgrega los lazos de solidaridad entre sus miembros, “implica el aniquilamiento (o la perversión) de los
sistemas imaginarios y simbólicos predispuestos en las instituciones sociales y transgeneracionales”.
(Jelin,2002;11)
2
Esta perspectiva ya ha sido apuntada por Beatriz Sarlo en sus comentarios sobre la película de
Lanzmann, Shoah, y la novela de Fogwill sobre la guerra de Malvinas, Los pichiciegos. “(Y como se trata
de una guerra del siglo XX), la ficción piensa con los números, las cantidades, los pesos, las medidas, las
distancias, las materias” (Sarlo,1994;13)
materializaciones. Para ello, tendremos en cuenta la noción de disciplina, como
categoría que nos permitirá analizar la producción de sujetos funcionales al sistema
dictatorial. Foucault sostiene que “el individuo es, sin duda, el átomo ficticio de una
representación ideológica de la sociedad; pero es también una realidad fabricada por esa
tecnología de poder que se llama disciplina” (Foucault, 1998;198)
El proceso de disciplinarización tiene por objeto los cuerpos en sus detalles, en sus
movimientos y conductas y aparece como un mecanismo continuo, regulador y
correctivo que invade la vida misma. Este proceso acompaña el recorrido de los
diferentes personajes en las obras, pero nos remitiremos principalmente a las estrategias
focalizadas en los héroes novelescos: el conscripto en Dos veces Junio, y María Teresa,
la preceptora, en Ciencias morales. Ambas novelas presentan la perspectiva del
subalterno, la cual supone a aquellos sujetos subordinados que pueden entenderse
metafóricamente como engranajes de una gran maquinaria que contribuyen desde su
lugar al sostenimiento y correcto funcionamiento del sistema. Estos sujetos no plantean
un compromiso ideológico fuerte con el sistema militar represor sino que adhieren
como contrapartida de la neutralidad, que toma la forma de un no-hacer, soportado por
la tópica general de “sumisión a la autoridad”.
La descripción de la rutina de estos personajes constituye una de las estrategias
narrativas que permiten dar cuenta de la construcción de los cuerpos mediante la
disciplina. El despliegue de acciones iterativas, las disposiciones espaciales y
temporales configuran los comportamientos habituales de los personajes, atañen a su
formación por medio de la insistencia de la práctica. Se mencionan horarios y
desplazamientos rutinarios, como el horario de entrada de María Teresa al colegio o las
calles por las que circula el conscripto en compañía del doctor Mesiano todos los días,
así como los procedimientos minuciosos de la limpieza del Ford Falcon o la supervisión
diaria de la formación inicial de los alumnos. Con respecto a esto, podemos reconocer
en ambas obras una tópica común que refiere a esta idea de rutina como organizadora
de la vida:“Con el tiempo me acostumbré, porque todo en la vida es cuestión de
costumbre” (Kohan, 2002; 29); “No importaba lo reluciente que podía estar el coche,
había que cumplir con esa rutina” (Kohan, 2002; 39); “Su padre siempre decía que en la
vida todo es cuestión de costumbre” (Kohan, 2007; 111).
La rutina autómata y metódica de las acciones constituye una concretización de la
lógica del sistema hegemónico militar. Responde a los postulados de racionalidad y
conmensurabilidad propios de esta lógica, que hace posible la cosificación de los
cuerpos como medio de previsibilidad y regularidad necesario para mantener el orden
establecido sin cuestionamientos. Esta estrategia se refuerza si tenemos en cuenta el
vestido de los personajes como procedimiento de caracterización indirecta de los
mismos. Tanto María Teresa como el conscripto son uniformados, su ropa está
determinada por sus roles temáticos, configurándose como una metonimia de su deber
ser/hacer. “(…), primero lo tapé y después revolví todo con mis botas de soldado,
(…)”(Kohan, 2002; 63) De esta manera, sus cuerpos asisten a un proceso de
homogenización e impersonalización, pero a la vez a una distinción que remarca
diferentes parcelas sociales a las que se les asigna una función determinada. Esta
relación metonímica que proponemos se vincula nuevamente con la representación
metafórica del sistema militar como una gran maquinaria que todo lo absorbe,
convirtiéndolo en una pieza funcional al conjunto.
Otro elemento pertinente en este proceso de disciplinarización es la vigilancia. Esta
se entrelaza directamente con el principio de autoridad que articula la lógica del sistema
militar. En Dos veces Junio el poder toma la figura de destinadores incuestionables.
“En la pared había un crucifijo, y a mí me parecía que Cristo me miraba. Debajo del
crucifijo había un cuadro de San Martín envuelto en la bandera, y a mí me parecía que
San Martín me miraba.” (Kohan, 2002; 13). Ante la inexorabilidad de los mandatos que
proponen estos destinadores autorizados, podemos sumar otra tópica relacionada con la
más general de “sumisión a la autoridad” como es la del cumplimiento del deber. En
correlación, otro tópico en común es el fin justifica los medios, ya que bajo el mandato
de carácter deóntico, todo es posible en nombre de la ley.
La vigilancia y el control se ejercen sobre los cuerpos, inscribiendo diversas marcas
sobre ellos. Aquí, vemos cómo cobra gran importancia los sentidos corporales como
modo de conocer. La mirada, el oído y el olfato, especialmente en Ciencias morales,
delimitan las líneas de visibilidad del otro y de uno mismo, permitiendo dar cuenta del
apego o distancia de la regla y, de esta forma, poder identificar las transgresiones.
En este punto, podemos hacer ingresar la dicotomía público/privado y observar cómo
en el cuerpo reglamentado se borran los límites de estas dimensiones de la vida. Lo
público se apropia de lo privado y maneja de esta forma la vida y la muerte de los
individuos. En ambas novelas aparecen las marcas físicas de esta apropiación: en
Ciencias morales vemos como se reglamenta la forma de llevar el cabello, la postura,
los lugares asignados a cada personaje, las maneras de hablar en relación a la jerarquía y
otra vez, el vestido uniformado; en Dos veces Junio, esta apropiación es más fuerte en
tanto que define las formas de administración de la muerte. Aparece así el cuerpo
torturado: la detenida se convierte en nada más que en una fuente de información para
los militares y su cuerpo es ya, un cuerpo muerto. De esta manera, vemos como la
educación y la medicina3 se constituyen como aparatos del poder que permiten su
sostenimiento y reproducción. En un doble movimiento, se circunscribe la norma a la
vez que se identifica la violación de la misma, sancionándola. Aquí podemos dar cuenta
de una tópica común a ambas obras como la sanción/castigo de los transgresores como
ejemplo para los demás.
3
“Es un saber sistematizado acerca del cuerpo humano, que a veces se aplica sobre su medianía, sobre el
nivel promedio de lo que se considera la normalidad, y otras veces se aplica sobre sus límites, sobre los
niveles a los que un cuerpo puede ser llevado.” (Kohan, 2002; 82)
Con respecto a esta idea de la norma, podemos incorporar como otro elemento
disciplinario aquello que Foucault llama dispositivo de la sexualidad, es decir, la
sexualidad entendida como un mecanismo de dominación. A través de la sexualidad, el
poder invade los cuerpos y sus placeres, y establece nuevamente la norma y la
trasgresión. “La sexualidad es perseguida hasta en el más ínfimo detalle de las
existencias; es acorralada en las conductas, perseguida en los sueños; (…) pasa a ser la
cifra de la individualidad” (Foucault, 2005; 105).
Entra en juego entonces la marca del género, cuerpo de hombre y cuerpo de mujer en
conjunción con las pautas sociales que suponen cada uno. En Ciencias morales,
aparecen diversos tópicos con respecto a esta distinción que demuestran el control sobre
los cuerpos: “la mujer debe guardar distancia con el hombre”, “el hombre debe
respetar a la mujer”, los cuales se desprenden de la red tópica que podríamos designar
como tabú sexual. En Dos veces Junio, la sexualidad configura la virilidad del
conscripto, “la noche de la cifra mítica” con la puta del tic nervioso es lo que retorna
una y otra vez. La experiencia sexual del conscripto con la prostituta puede entenderse
como una perversión de la norma, intensificada por el uso del mismo vocativo que le
adjudicase su madre, “Mi soldadito”. A su vez, aparece trastocada por la fuerza y la
violencia, dando cuenta del poder que ejerce el hombre sobre el cuerpo de mujer, el cual
está especialmente objetualizado. Se pone de manifiesto así la hegemonía patriarcal que
prevalece en ambas obras y que conforma el carácter de la lógica del sistema militar.
Sin embargo, el interés que ponemos en el dispositivo de la sexualidad recae en el
tratamiento que se realiza en las dos novelas de la relación del cuerpo con la norma y la
trasgresión. Son los placeres secretos y el descubrimiento sexual de María Teresa en el
baño de varones una primera trasgresión, que luego dará lugar a la violación legítima de
su propio cuerpo. En un juego entre lo legal y lo ilegal en el marco institucional, el
principio de jerarquía, propio del sistema militar, deja marcas sobre el cuerpo
subordinado de la preceptora. En este caso, podemos decir que el Colegio Nacional en
Ciencias morales funciona metonimicamente dentro de la representación metafórica
del régimen militar como una gran maquinaria. La institución escolar se presenta como
un microcosmos que reproduce estructuras sociales más globales.
También en Dos veces Junio podemos ver como la trasgresión se acerca al plano de
lo sexual. Cuando el doctor Mesiano, define la axiología global del relato en relación a
un nosotros sistemático y ordenado, representado por el ejército, enfrentado a un otro,
caótico e irregular, los subversivos; nuevamente es el cuerpo de mujer el que recibe las
marcas del poder. “El doctor mediano dijo: “Y estas conchudas, hijas de puta, en
cambio, que ni casadas están, tienen cría como conejas” (Kohan, 2002; 112) Se produce
una animalización del cuerpo trasgresor marcado sexualmente. Más adelante leemos
“Las guerrilleras se hacen preñar a propósito” (…) “porque piensan que si están
preñadas no las vamos a tocar” (…) “por pura cobardía, y nos obligan a nosotros a
combatir en condiciones tremendas” (Kohan, 2002; 116-117), integrando así el cuerpo
al discurso marcial. Subyace en esta idea de la guerra la dicotomía ya trabajada entre lo
público y lo privado. En una guerra los cuerpos pierden sus límites, ya no pertenecen a
nadie sino que se convierten en entrega y sacrificio.
El recorrido por las obras de Martín Kohan hasta aquí realizado nos permite dar
cuenta de cómo opera la administración y el manejo de los cuerpos en un régimen
dictatorial de represión y control social. Podemos concluir sosteniendo con Foucault
que las técnicas de poder que interpelan la corporalidad de los sujetos y son puestas en
escena por instituciones muy diversas (la familia, el ejército, la escuela, la medicina),
actuaron en el terreno de los procesos sociales, políticos y económicos, en su desarrollo
y sostenimiento. Funcionaron tanto como factores de normalización como de
segregación y jerarquización sociales, garantizando relaciones de dominación y efectos
de hegemonía.

*) Para desarrollar los conceptos propuestos sobre metáfora y alegoría, nos


remitiremos los aportes de Elena Oliveras.
En La metáfora en el arte, la alegoría queda definida como una metáfora continuada,
supone un conjunto de enunciados metafóricos articulados de manera tal que todas las
palabras tienen un sentido figurado. La alegoría pone en juego también procesos
intertextuales, interpelando las competencias enciclopédicas del lector. En Dos veces
Junio, podemos considerar la escena en la que el conscripto circula por la ciudad vacía
y callada, como una narración alegórica. El despliegue de imágenes metafóricas intenta
dar cuenta de aquello que no es posible narrar, que aparece en las fisuras del relato
hegemónico recurriendo a lo no dicho, de lo oculto que no de deja asir.
Por otro lado, nos interesa abordar el tema de la identidad nacional en relación con la
identidad individual que se trasluce en algunas metáforas que utiliza Kohan en sus
novelas. Para ello, nos remitimos al ensayo de Beatriz Sarlo, No olvidar la guerra de
Malvinas, el cual discurre sobre lo que la guerra le hace a los hombres. Con referencias
a la novela de Fogwill, Los Pichiciegos, Sarlo intenta dar cuenta de que la guerra de
Malvinas lejos de construir una identidad que sustente la unidad nacional, quiebra los
lazos simbólicos sociales sustituyéndolos por lazos materiales y mercantiles, basados en
la necesidad de sobrevivir. El sujeto asiste así a un proceso de fragmentación y despojo
de su propia identidad individual, donde interviene lo mencionado anteriormente sobre
la no-propiedad del propio cuerpo. En Ciencias morales encontramos las postales que
manda el hermano de María Teresa, quien está cumpliendo el servicio obligatorio
militar durante la guerra por lo que es trasladado sucesivamente. En estas postales
funciona metafóricamente: en ellas van desapareciendo las frases hasta quedar vacías,
solo imagen estereotipada de los lugares en donde están las bases militares. En las
últimas postales ya no aparece ni su nombre, como si todo su ser fuese absorbido por la
guerra y su dinámica. Esta pérdida del nombre puede leerse como metonimia de la
pérdida de la identidad individual, sin la cual no es posible una identidad nacional,
basada en el compromiso patriótico. Lo que queda es sólo cumplir con un deber
inexorable impuesto por la espada de destinadores incuestionables

Bibliografía

FOUCAULT, Michel (2005) Historia De La Sexualidad I: La Voluntad de Saber;


http://www.psikolibro.tk (versión pdf)
FOUCAULT, Michel (1998) Vigilar y castigar; México, Siglo XXI Ed.
JELIN, Elizabeth (2002) Los trabajos de la memoria, Siglo XXI, Madrid.
KOHAN, Martín (2002) Dos veces junio, Sudamericana, Buenos Aires.
_____________ (2007) Ciencias Morales. Anagrama. Buenos Aires.
LOREAUX, Nicole (2006) “De la amnistía y su contrario” en YERUSHALMI, Y. y
otros (2006) Usos del olvido, Nueva visión, Buenos Aires.
OLIVERAS, Elena (2007) La metáfora en el arte. Emecé Editores, Buenos Aires.
SARLO, Beatriz (1994) “No olvidar la guerra de Malvinas. Sobre cine, literatura e
historia.” en Revista Punto de Vista, N° 49.

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