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La Educación Superior hoy

por Ángel Plastino

Investigador Superior del CONICET.


Profesor Titular – Facultad de Cs. Exactas – UNLP
Profesor Honorario de la UBA.
Doctor Honoris Causa: Universidad de Pretoria y Universidad de Flores.
Miembro de la Academia de Ciencias de México.
Miembro de la Academia de Ciencias de Brasil.

El triunfo de la Globalización ha generado la llamada "Sociedad de la


Información y del Conocimiento", cuyas pautas configuran un nuevo
perfil estructural para la sociedad, dando lugar a nuevas formas de
organización en todos los niveles y aspectos de la misma (políticos,
sociales, económicos, culturales, educativos, etc.). La Educación
Superior, en consecuencia, debe adaptarse a las nuevas condiciones, y,
en general, esto no ha sucedido aún, al menos en plenitud. Los cambios
necesarios deben responder a las demandas que emergen naturalmente en
el nuevo siglo.

¿Qué tipos de capacidades necesitarán nuestros jóvenes para tener éxito


en éste nuevo milenio? Las tradicionales del siglo XX no bastan ya, no
son garantía de nada, por obsoletas e insuficientes. Podemos
ciertamente afirmar que, en base a variados factores, el panorama
universitario actual es muy diferente al de hace sólo un cuarto de
siglo. Entre tales factores cabe citar 1) el continuo desarrollo de
instrumentos y aparatos computacionales, 2) la imperiosa exigencia de
poseer habilidades para establecer conexiones y contactos
internacionales, 3) la sobreabundancia de información, 4) la permanente
evolución de programas informáticos, 5) la riqueza de bibliotecas
virtuales con sistemas integrado de información, 6) el creciente
aumento del énfasis en la mejora de la productividad y 7) el necesario
dominio de otras lenguas. No podemos confiar demasiado pues en las
viejas recetas universitarias, pergeñadas hace ya muchas décadas.

En particular, resulta urgente generar nuevas maneras de usar las


habilidades que ya tenemos y desarrollar otras de las que aún se
carezca. Aquí encontramos posiblemente el núcleo central de los noveles
desafíos que la universidad aún no afronta cabalmente. ¿Cuáles son
entonces las habilidades y destrezas que el estudiante de educación
superior debe adquirir y desarrollar para tener éxito en el siglo XXI?
Se habla en este contexto de ``unidades de significación”, incluyendo
las siguientes: comunicación, conocimiento multicultural, fluencia en
idiomas, facilidad para el trabajo en equipo, creatividad, capacidad de
adaptación, empatía, manejo del stress, autodisciplina,
responsabilidad, pensamiento discriminado, habilidades gramaticales,
razonamiento analítico, familiaridad con aspectos de la
economía-negocios, posibilidad de manejarse cómodamente con
estructuras matemáticas y fluencia en computación y telecomunicación.
Suena a mucho pero, lamentablemente, es indispensable.
Obviamente, el éxito de los futuros alumnos estará basado tanto en sus
características personales como en el tipo de educación que reciba. En
cualquier caso, su abanico vital deberá desplegar 1) el poder
establecer vínculos de comunicación eficaz con otros y 2) el poder
aplicar sin esfuerzo la tecnología computacional básica. En tercer
lugar, es fundamental adquirir la capacidad de pensar críticamente y,
por último, adquirir sensibilidad multicultural, referida a la
capacidad de trabajar con personas de diferentes culturas o etnias.
Sabemos hoy, abundando en el tema, que el manejo adecuado, fluido de
modos variados de comunicación es tan básico como las matemáticas en la
formación del ciudadano exitoso del siglo XXI. Sin dominio de las
capacidades concomitantes no se puede tener una comprensión racional
del entorno. Deducimos pues que el estudiante universitario debe
adquirir una adecuada combinación de habilidades interpersonales e
intra-personales, junto con destrezas científico-tecnológicas y la
posibilidad de “aprender a aprender”. Si lo logra, podrá competir
apropiadamente en éste complejo y cambiante mundo globalizado. Sino, la
marginación y la irrelevancia constituyen el destino probable, aún
disponiendo de un título universitario.

Los planes de estudio de las Instituciones de Educación Superior deben


satisfacer las demandas de éste siglo, proporcionando a los estudiantes
la oportunidad de llegar a dominar las arriba mencionadas capacidades.
El reto básico para la el sistema de educación superior en esta
Sociedad de la Información es el de formar individuos ``completos”,
dotados de conocimientos y de competencias más amplias que profundas,
capaces de aprender a aprender e interesados en incrementar
continuamente sus conocimientos. El desarrollo del talento humano, que
las universidades pueden perfectamente impulsar, no sólo hace posible
mejorar las ventajas competitivas de los países en la economía mundial,
sino también el encontrar alternativas de solución a los problemas
económicos y sociales de los entornos nacionales y locales. Este
talento es la mayor “riqueza” de cualquier nación.

El papel de la Educación Superior en la formación profesional, técnica,


artística, de investigadores, etc., ya no sólo se centra en el
desarrollo de ciertas habilidades especializadas, sino en la capacidad
de resolver problemas imprevistos que se presenten en la práctica
laboral, con el fin de mejorar la calidad de vida de la población,
promover el desarrollo cultural y ayudar en la conservación del medio
ambiente. Debemos asegurar que de nuestras universidades e institutos
superiores egresen los profesionales que requiere no sólo nuestra
sociedad sino el mundo, y que las habilidades, capacidades y destrezas
técnicas y cognitivas les permitan a tales graduados bisoños ingresar
con eficiencia y eficacia en el sistema de producción de bienes y
servicios.

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