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CONCEPTOS BÁSICOS DE INMUNOLOGÍA

La inmunidad o respuesta inmune es la respuesta a sustancias extrañas


(antígenos), incluyendo microorganismos, como también proteínas y
polisacáridos, con consecuencias fisiológicas o patológicas. El sistema inmune
es un complejo formado por diferentes tipos celulares cuyo papel fundamental
es la defensa contra la invasión de diferentes noxas, habitualmente
microbianas. A esta función colaboran otros mecanismos de defensa
inespecíficos, como la integridad de membranas, fagocitosis, etc. Además, este
sistema es capaz de reconocer y eliminar a las células neoplásicas, que en
condiciones normales se forman continuamente en el organismo.
Estas dos funciones quedan claramente ilustradas en los casos en que existen
alteraciones inmunitarias, ya que los pacientes inmunodeficientes tienen una
gran susceptibilidad para desarrollar infecciones y tumores. Un ejemplo de
actualidad son los enfermos con SIDA, que se caracterizan por presentar
infecciones por agentes poco usuales y tumores como el sarcoma de Kaposi.

Tipos de inmunidad

Sistema Inmune es el conjunto de células y moléculas responsables de la


inmunidad, cuyo objetivo es proteger al organismo de agentes externos
nocivos. Existen dos tipos de inmunidad: la innata y la específica (ver tabla
1). Ambas cooperan entre sí y actúan en conjunto (Ver figura 1). La
inmunidad innata induce la inmunidad específica y, a su vez, la inmunidad
específica utiliza los mismos efectores de la inmunidad innata, es decir, células
polimorfonucleares, fagocitosis y el sistema del complemento. Como resultado
se produce una respuesta especializada y con un sistema de memoria. Esto es
importante ya que numerosos antígenos atacan al organismo más de una vez
(por ejemplo, varicela).

Inmunidad innata (también llamada natural o nativa)

Se denomina Inmunidad Innata al conjunto de mecanismos que existen antes


de la infección, responden rápidamente y de la misma manera frente a
infecciones repetidas, formando así la primera línea de defensa de la respuesta
inmune. Está constituida por:

1. Barreras físicas y químicas (piel, mucosas, productos


antimicrobianos).
Impiden la invasión y proliferación de patógenos (agente extraño) y se
producen localmente.
2. Proteínas sanguíneas (por ejemplo, sistema del complemento).
Responsables del proceso de inflamación. El complemento funciona como
un mecanismo amplificador de la respuesta inmune.
3. Sistema fagocitario (neutrófilos, macrófagos).
Importante sistema efector, fundamental para la respuesta contra
bacterias.
4. Células natural killer (NK).
Importantes en la vigilancia inmunológica.
5. Citoquinas.
Regulan y coordinan actividades celulares.
Inmunidad específica (también llamada adaptativa o adquirida).

En comparación con la Inmunidad Innata, la Inmunidad Específica se desarrolla


cuando el cuerpo humano está expuesto a varios antígenos; el organismo
construye un mecanismo de defensa, el cuál es específico para cada antígeno,
realizando una respuesta amplificada y más eficaz contra infecciones repetidas
del mismo microorganismo. Puede ser estimulada tanto por agentes infecciosos
como por no infecciosos.

Tabla 1: Cuadro comparativo entre Inmunidad específica e Inmunidad innata.


Innata Adaptativa
Características
Especificidad Por estructuras Por antígenos de
compartidas por grupos microbios y no-
de microbios microbios.
relacionados entre si.
Diversidad Limitada; según línea Muy amplia; receptores
germinal son producidos por
recombinación de
segmentos genéticos
Memoria No Sí
Autorreactividad No Sí
Componentes
Barreras físicas y Piel, epitelios de Linfocitos en epitelios;
químicas mucosas; quimicos anticuerpos secretados
antimicrobianos en superficies epiteliales
Proteinas Complemento Anticuerpos
Sanguíneas
Células Fagocitos (macrófagos, Linfocitos en epitelios;
neutrófilos), natural anticuerpos secretados
killers en superficies epiteliales
Figura 1: Interacción entre la inmunidad innata y la específica.

Componentes de la inmunidad específica

La respuesta inmune específica utiliza varios de los mecanismos efectores de


inmunidad innata y aumenta la actividad antimicrobiana de éstos. Sus
componentes son:

1. Linfocitos T y B (o células T y B)

Los linfocitos B son células mononucleares que maduran en la médula


ósea y son los encargados de la producción de anticuerpos (esto se produce
cuando el linfocito B es sensibilizado por un antígeno específico,
convirtiéndose en las llamadas células plasmáticas o plasmocitos, los
cuales son las encargadas de la producción y liberación de anticuerpos
específicos). Los linfocitos B se renuevan periódicamente, pero siempre
permanecen células de memoria que permiten repetir una respuesta
inmune al producirse un nuevo contacto con el antígeno específico.
Los linfocitos T también corresponden a células mononucleares, pero en
este caso, maduran en el Timo. Atacan directamente a los antígenos,
facilitando su destrucción.
Existen varios tipos de linfocitos T, entre los cuales están: Células T
Helper (CD4), Células T Citolíticas o Citotóxicas (CD8), células T
reguladoras, Células Natural Killer (CD16).
A su vez, los linfocitos T helper pueden dividirse según el tipo de
citoquina que produzcan y su función efectora:
i. Linfocitos Th1: (INFγ , IL-2, TNFα .) Estimulados por IL-12 en
respuesta a microorganismos que los infectan o activan macrófagos
y células Natural Killer (NK).
ii. Linfocitos Th2: (IL-4, IL-5, IL-10, IL-13) Estimulados por IL-4 en
respuesta a infecciones por parásitos y en respuesta a alergenos.

Al igual que los linfocitos B, los linfocitos T también se desarrollan


específicamente para un tipo de antígeno, por lo que si hay exposición a un
antígeno distinto, se desarrollan linfocitos B y T específicos para tal
antígeno.

2. Anticuerpos: IgG, IgM, IgA, IgE, IgD.

También llamadas inmunoglobulinas (Ig), son proteínas producidas por


los linfocitos B (células plasmáticas). Cada tipo de anticuerpo es único y
defiende al organismo de un tipo específico de antígeno. Se adhieren a este
antígeno específico y facilitan la destrucción de éste por parte de los
fagocitos.
Las funciones que cumplen los anticuerpos son muy distintas. Incluyen la
inhibición de la adhesión de microorganismos a las superficies mucosas
(IgA, IgG), facilitación de la fagocitosis u opsonización (IgG), bacteriolisis
(destrucción bacteriana), activación del complemento (IgG, IgM),
neutralización de toxinas (IgG), neutralización de virus (IgG, IgM, IgA),
eliminación y destrucción de parásitos (IgE), etc.
La estructura funcional básica de los anticuerpos incluye una porción Fc
(o fragmento Fc) por donde se fijan a receptores especiales en
diferentes células o a otras moléculas, y dos porciones Fb que se unen a
los antígenos. La porción Fc es constante para un determinado tipo
de anticuerpo. Los extremos que se unen a los antígenos, en cambio, son
muy variables, lo que permite que existan anticuerpos específicos para
innumerables antígenos.

Tipos de inmunidad específica

La inmunidad específica se divide en dos subtipos: la inmunidad humoral y la


inmunidad celular. Éstas trabajan en conjunto, permitiendo así una respuesta
coordinada. A continuación se explica brevemente cada una de ellas:

1. Inmunidad Humoral: Mediada por anticuerpos (linfocitos B), orientada


al control de microorganismos extracelulares y toxinas.
2. Inmunidad Celular: Mediada por linfocitos T, los cuales al
sensibilizarse producen citotoxicidad por un lado y linfoquinas por otro,
induciendo a un sistema macrofágico orientado al control de
microorganismos intracelulares (virus).

Características de la respuesta inmune específica

Presenta 6 características de gran importancia (ver tabla 2):

-Especificidad: Se refiere a que la respuesta es específica para distintos


antígenos. Esto se logra mediante el reconocimiento de que una porción
particular del antígeno (epítope) por parte de un receptor de membrana
específico para dicho epítope en la superficie de un linfocito.

-Diversidad: El número total de linfocitos específicos para cada antígeno,


llamado repertorio antigénico, es extremadamente enorme. Se ha
estimado que un individuo puede discriminar entre 107 y 109 distintos
determinantes antigénicos. Este gran número depende de la variabilidad en
la estructura de los sitios de unión de los receptores de los linfocitos.

-Memoria: Respuesta a subsecuentes exposiciones del mismo antígeno


(respuesta secundaria). La memoria inmunológica se produce por
expansión clonal de linfocitos específicos para un antígeno determinado.
Esta respuesta secundaria es más rápida, más eficiente y de mayor
magnitud que la respuesta primaria.

-Especialización: Se refiere al carácter especial y diferente de la respuesta


inmune para cada antígeno. Además, tanto la inmunidad humoral como la
celular son inducidas por diferentes clases de microorganismos o por el
mismo pero en diferentes etapas de la infección.

-Autolimitación: Después de todas las respuestas inmunes normales, el


sistema vuelve a su estado de reposo basal, también llamado homeostasis.
Esto se logra eliminando el antígeno, que es el principal estímulo para la
activación linfocitaria. Por otro lado, se estimulan mecanismos de regulación
feedback negativo (o retroalimentación negativa) que inhiben la respuesta al
antígeno.

-Tolerancia: Una de las propiedades más interesantes del sistema inmune.


Corresponde a la capacidad de reconocer lo “propio” de lo “ajeno”,
respondiendo contra los antígenos externos y no contra el propio organismo.
Así, el organismo no se ataca a sí mismo. Esto resulta gracias a la
eliminación o inactivación funcional de linfocitos autorreactivos (linfocitos
que expresen receptores para autoantígenos). La pérdida de auto-tolerancia
conduce a las llamadas enfermedades autoinmunes.

Tabla 2: Características de la Inmunidad específica.

Característica Significado funcional


Especificidad Respuestas específicas para cada antígeno específico
Diversidad Permite al sistema inmune responder a una larga variedad
de antígenos.
Memoria Permite respuestas más eficientes y amplificadas ante la
exposición de antígenos ya conocidos.
Especialización Genera respuestas óptimas para la defensa contra
diferentes tipos de microorganismos.
Autolimitación Regula la respuesta inmune para que el sistema pueda
responder a nuevos antígenos
Tolerancia Previene lesiones al anfitrión durante la respuestas a los
antígenos extraños

Fases de la respuesta inmune específica

- Reconocimiento antigénico: Cada individuo posee linfocitos de


numerosas series clonales, cada una de las cuales nació de un único
precursor y fue capaz de reconocer y responder a un agente antigénico;
cuando un antígeno entra, éste selecciona a una serie clonal específica y
preexistente y la activa. A esto se le llama la “Hipótesis de Selección
Clonal”.

- Activación linfocitaria: La activación de linfocitos requiere de dos


distintas señales: 1) el antígeno y 2) productos microbianos o componentes
de la respuesta inmune innata. A esto se le llama “hipótesis de las dos
señales” (ver figura 2).

La respuesta de los linfocitos al antígeno y a la segunda señal consiste en la


síntesis de nuevas proteínas (interleuquinas, receptores etc), proliferación
celular (“expansión clonal”) y diferenciación a células efectoras y de
memoria.

- Fase efectora: Durante esta fase, los linfocitos que están activados
específicamente por determinados antígenos funcionan como efectores en la
eliminación de dicho antígeno. Los anticuerpos eliminan a los
microorganismos extracelulares, mientras que los linfocitos T eliminan a los
intracelulares. Estas funciones a menudo requieren de la participación de
otros efectores celulares no linfoides y otros mecanismos de defensa de la
inmunidad innata. Los componentes que interactúan en esta etapa son:
células efectoras inmunes, células efectoras inespecíficas (ej. Macrófagos),
mediadores como el complemento y linfoquinas. Los macrófagos son de
gran importancia, ya que fagocitan, procesan el antígeno y presentan
pequeñas porciones de éste a subpoblaciones de Linfocitos T. El resultado
final de todo este proceso es la llamada “Respuesta Inmune”.

- Homeostasis: Al final de una respuesta inmune, el sistema inmune vuelve


a su estado basal de reposo, en gran parte porque la mayoría de la progenie
de la seria linfocítica estimulada por el antígeno muere por apoptosis. La
apoptosis es una forma fisiológica y regulada de muerte celular donde el
núcleo se condensa y fragmenta, la membrana plasmática se vesícula,
algunas membranas internas se pierden y las células muertas son
rápidamente fagocitadas, sin que sus contenidos sean liberados. Por último,
lo que permite una respuesta más rápida y eficaz ante una nueva exposición
al antígeno, es la diferenciación para la formación de células de memoria.

La respuesta inmune demora 2 a 3 semanas en desarrollarse la primera


vez que un antígeno se pone en contacto con el organismo. Una vez
eliminada la infección, los niveles de anticuerpos disminuyen. Debido a la
memoria inmune, las infecciones subsecuentes con el mismo agente
infeccioso causan una respuesta mucho más rápida, que permite eliminar el
agente patógeno antes que cause daño, lo que forma la base de la
inmunidad adquirida y de la vacunación. Sin embargo, no todas las
infecciones son capaces de generar una respuesta inmune duradera, lo que
explica que algunas, especialmente bacterianas, puedan repetirse. Por otra
parte, la presencia de una respuesta inmune puede ser utilizada para hacer
el diagnóstico de una infección actual o pasada, mediante la medición de
anticuerpos o de reacciones celulares específicas.
Figura 2: Hipótesis de las 2 señales: se necesitan dos señales para
activar a los linfocitos.

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