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Las familias con padres sordos e hijos oyentes son un puente lingüístico y
cultural entre dos “mundos”, oyente y sordo, lo que constituye una
circunstancia muy especifica tanto en lo que respecta a la comunicación
como en el desafío que supone para los padres la crianza de sus hijos.
Uno de los aspectos más negativos de esta situación es que se espera que
los niños interpreten en circunstancias que son inadecuadas, bien sea por el
tema a interpretar o por la edad del niño, poniéndoles en situaciones
confusas y vulnerables. Esto crea para algunos niños oyentes una presión y
una carga negativa, que en muchos casos no son capaces de resistir o
negociar (& del Singleton; Tittle.) Es muy importante reseñar que la mayor
parte de estas situaciones son encargadas por personas oyentes que al
verse en situaciones comunicativas dificultosas con los adultos sordos se
dirigen a los hijos convirtiéndolos en los interlocutores principales y dejando
al adulto sordo en un segundo plano, utilizan a los niños para que les
transmitan la información en lugar de probar los distintos recursos
comunicativos que la persona sorda puede tener para comunicarse.
Por otra parte, los coda´s también disfrutan de la riqueza asociada al
conocimiento de la lengua y de las culturas de ambos mundos, y en su
mayoría manifiestan que este rol especial que les ha tocado vivir en el seno
de su estructura familiar les ayudó para ganar en responsabilidad, madurez
y capacidad empática con los demás (Preston, 1994.)
Así muchos padres sordos eligen comunicarse oralmente con su hijo, con
claridad del discurso reducida y probablemente de forma agramatical. El
resultado final de esta situación puede ser que el niño oyente no aprenda
signar y la relación padres-hijos sea muy restringida y asimétrica. (Rienzi)
Los padres deben tener un debate abierto y franco con sus hijos acerca de
la discapacidad y la posible discriminación, de sus propios sentimientos
presentes y pasados, generar reflexión, y despertar la conciencia, para
dotar a sus hijos de estrategias que les ayuden a no verse en la necesidad
de proteger a los padres sordos de los agravios generados por el
desconocimiento del resto de la sociedad.
En tercer lugar, y más importante, los padres sordos deben asegurarse de
enseñar a sus hijos a utilizar la forma de comunicación predominantemente
utilizada por ellos. Es de suma importancia que el niño oyente pueda
comunicar sus sentimientos a los padres con fluidez.
Referencias:
Filer, D., & Filer, C. (2000). Practical Considerations For Counselors Working
With Hearing Children of Deaf Parents. Journal of Counseling &
Development, Winter 2000, Vol. 78, Issue 1.