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Vale la pena también recordar el célebre libro de uno de los más

prestigiosos escritores israelíes vivos: Amos Oz. Cito sólo dos


párrafos de su ya clásico libro Contra el Fanatismo

“El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el


judaísmo. Más viejo que cualquier estado, gobierno o sistema
político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. El
fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza
humana, un gen del mal. La gente que ha volado clínicas donde se
practicaba el aborto en Estados Unidos, los que queman sinagogas y
mezquitas en Alemania, sólo se diferencian de Bin Laden en la
magnitud pero no en la naturaleza de sus crímenes”.

"Creo" –nos dice—"que la esencia del fanatismo reside en el deseo de


obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de
mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al
niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser (...) El
fanático es un gran altruista." Y más adelante nos dice que el fanático
lo mismo nos echa los brazos al cuello porque nos quiere, que se
lanza hacia nuestra yugular si demostramos ser irredentos. "En
cualquier caso (...) echar los brazos al cuello o lanzarse a la yugular
es casi el mismo gesto."  

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