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Aguas aéreas

Las tesituras de Polifemo


David Huert a

En la epopeya homérica, Polifemo repre- de la pareja es la muchacha mágica, Ga l a- su poema, Góngora sigue, en líneas gene-
senta el poder primitivo y avasallante de tea. Ella es la suma de las gracias venusinas, rales, a Ovidio.
la tierra, la potencia del subsuelo conve rt i- como leemos en la estrofa 13 del célebre Polifemo es un cíclope pastor, a dife-
da en criatura anómala, pesadillesca: un poema de don Luis de Góngora, Fábula de rencia de otros gigantes de oficios diferen-
gigante con un ojo único en la frente. Es el Polifemo y Galatea (1612-1613), despliegue tes: los hay herre ros, ayudantes de Vulcano
cíclope por antonomasia, ominoso y san- único del genio poético en el siglo XVII y en las ensordecedoras fraguas del inframun-
griento, grávido de amenazas. Las explica- uno de los dos o tres mayo res poemas del do: Estéropes, Brontes y Arges; en la Teo-
ciones evemeristas lo identifican con el vo l- barroco euro p e o. Las tres gracias de Venus gonía, Hesíodo afirma: los cíclopes son se-
cán siciliano Etna. En la Historia Natural ven sumadas en Galatea sus bellezas re s- mejantes a los dioses menos en el hecho de
(libro VI, capítulo XXX), cuando Plinio habla plandecientes. En cambio Polifemo es cifra poseer un ojo en la frente (“cíclope” signi-
de cosas fabulosas al occidente del Nilo, in- de una potestad primigenia, vórtice de un fica “ojirredondo”).
forma sobre la nación de los nigroas: tienen horror anterior a la historia, cercano a las En las fraguas vulcánicas, estos herre-
éstos un rey con un solo ojo. Sería posible fuentes mismas, oscuras, de la mitología me- ros descomunales forjan los rayos de Zeus.
i n ventariar muchas otras encarnaciones diterránea; frente a él, en otra ve rtiente, está Los pastores, en cambio, realizan tareas
ciclópeas; baste, por ahora, con esta mi- el hermoso Acis, la víctima del cíclope, vuel- s imilares a las de los pastores humanos;
núscula anotación: el adjetivo recién utiliza- to, así, un homicida por despecho, pues pero, desde luego, en una escala diferente,
do, c i c l ó p e a,así como sus parientes en el vo- Galatea ha aceptado al galán y ha desdeña- inconmensurable. La condición pastoril de
cabulario, sirve para ilustrar la noción o la do a la bestia. Polifemo explica, por ejemplo, su aparición
sensación de monumentalidad. La tradición clásica grecolatina nos pre- en los idilios de Teócrito: la poesía idílica
En la tradición posterior, cuando Poli- senta dos momentos cardinales en la genea- difícilmente admitiría como protagonistas
femo aparece como pretendiente contra- logía polifémica: Homero y Ovidio. Esa a herreros, navegantes o soldados. Explica
hecho de la ninfa marina Galatea, el mons- tradición atraviesa toda la literatura occiden- también su canto, imposible en las ruido-
truo con un ojo único simboliza el polo tal; en las letras del siglo XX se manifiesta sas forjas de sus hermanos herreros. Lo pone
ctónico de una pareja hecha de contrastes, en el amenazante personaje del Ciudada- en relación estrecha, asimismo, con los pas-
cuya fisonomía está, íntegra, en la frase “la no, en la ya clásica novela Ulysses, de Ja m e s tores virgilianos.
bella y la bestia”. Esta frase, “la bella y la bes- Joyce, y en el personaje llamado Arthur
tia”, fue utilizada por el poeta francés Jean Sammler, creación de Saul Bellow, y pro t a- ***
Cocteau como título de la adaptación al gonista central de la novela Mr. Sammler’s
cinematógrafo de una fábula del siglo XVIII. Planet. El poema de don Luis de Góngora está com-
La película de Cocteau constituye uno de En el Canto X de la Odisea aparece el puesto en octavas reales, la misma forma
los más llamativos avatares modernos de esa cíclope Polifemo, despiadado y letal, y utilizada por el malogrado Luis Carrillo y
clase de historias; la de Polifemo, Acis y dueño de una “voz terrible”. Aquí interv i e- Sotomayor en su Fábula de Acis y Ga l a t e a,
Galatea es una de las más bellas entre las ne la erudición clasicista para iluminar el y por Lope de Vega, más tarde, en el Canto
principales. camino de la tradición poética, los sendero s II de La Circe. Esta coincidencia en la com-
Polifemo simboliza los privilegios de recorridos por la fábula: Filóxeno de Citera, posición, y algún otro detalle sin import a n-
los limos subterráneos y la actividad de las en el siglo IV antes de Cristo, presenta por cia literaria, como la identidad del mismo
placas movedizas del subsuelo, todo ello vez primera a Polifemo enamorado de Gala- dedicatario en ambas obras poéticas, de
estilizado en una figuración contra natura, tea; luego aparece en forma parecida en los Góngora y de Carrillo —el Conde de Nie-
monstruosa, del cuerpo humano. Cuando idilios de Teócrito, en el siglo III antes de bla: Alonso de Guzmán el Bueno—, lleva-
se mueve, la tierra tiembla: es un sismo vi- Cristo. En el libro XIII de las Metamorfosis ron a algunos impacientes o suspicaces a
viente, hecho anatomía grotesca y desme- (versos 738-897), Publio Ovidio Nasón (si- denunciar una especie de “plagio”, inspira-
surada. El polo aéreo, luminoso y oceánico glo I) hace intervenir a Acis en la fábula. En do por la “envidia”, cometido por Góngora

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la tipología del personaje, es y debe ser ma de la poesía lírica, y por lo tanto mi voz
grave; le corresponde un bajo, como ocurrió ha sido la más natural en mí: la de un te-
cuando Haendel y Mo z a rt abordaron, con nor, pues eso soy [el poeta lírico identifica-
sus medios, la fábula mitológica. Esa grave- do con una tesitura]; ahora voy a fingir, a
dad está en los pasajes donde se describe su imitar, la voz solemne de un bajo, la más
hábitat y se hace un retrato físico del gigan- adecuada para cantar la epopeya de la pa-
te monóculo (estrofas 4 a 12: 72ve r s o s ) ; tria” (el poeta épico tiene y debe tener voz
más tarde, en las estrofas 52 a 54, Polifemo de bajo). El poema de López Velarde es una
habla de sí mismo, pinta con palabras su pieza dramática o semi-dramática, ejecu-
propia efigie y se elogia con locuacidad y sin tada o interpretada idealmente en un ám-
recato —acaso, también, sin convicción—; bito teatral: obsérvese cómo habla de “par-
se trata de un autorretrato físico y moral. En titura” y de “la mitad del foro”.
Vestíbulo de Polifemo, Villa romana del Casale
esos pasajes la voz profunda de Polifemo, tal En sus Notas para una edición comenta -
y como el poema nos ha permitido imagi- da de Góngora (1925; fueron publicadas
narla, se convierte en voz de tenor, coherente hasta 2002), Jorge Guillén afirma con tino:
en agravio de Carrillo, cuyo poema es cier- con la de un aspirante a galán en el proceso el Canto de Polifemo tiene algo de “aria”.
tamente anterior, por muy poco tiempo, al del cortejo amoroso. Al comentar la estrofa 46, comienzo del mo-
de Góngora. Hace ya muchos años, Dáma- El cambio de tesitura fue advertido nólogo del cíclope, Guillén examina el breve
so Alonso hizo la crítica de este infundio, con lucidez por Jorge Guillén y por Ro b e rt pasaje en donde Polifemo compara a Ga l a-
con finos instrumentos históricos y analí- Jammes, comentaristas gongorinos de muy tea con un cisne:
ticos, en sus Estudios y ensayos gongorinos. El distinto talante; varias décadas separan sus
rival de Góngora, si así puede decirse, no observaciones. … blanca más que las plumas de aquel ave
era Carrillo y So t o m a yor —poeta, por Aquí señalo otro trueque de voces, pero que dulce muere y en las aguas mora…
otro lado, admirable— sino Publio Ovidio en dirección contraria: de tenor a bajo.
Nasón. Ante la fábula mitológica, a Gón- Ramón López Velarde, al principio de “La Son los versos 363-364 del poema. (Diré
gora le importaba medirse con el poeta clá- suave patria” (1921), escribe lo siguiente: entre paréntesis: la paronomasia muere-mora
s i c o, no con un contemporáneo, paisano está matizada por esa curiosa figura llama-
suyo por añadidura (Carrillo era andaluz, Yo que sólo canté de la exquisita da hysteron-proteron: el “morir” del cisne es
de Baena; no exactamente de Córd o b a , partitura del íntimo decoro, posterior a su “m o r a r” en las aguas, pero
como se creyó durante largo tiempo). alzo hoy la voz a la mitad del foro, Góngora invierte la temporalidad obvia
Las trece estrofas del gongorino Canto a la manera del tenor que imita para darle mayor eficacia a sus versos; estas
de Polifemo (104 versos: 13 x 8) se oponen, la gutural modulación del bajo observaciones provienen de los apuntes de
complementaria y dramáticamente, al “d i s- para cortar a la epopeya un gajo… un curso impartido por Antonio Carreira
curso mudo” de Acis y Galatea, culmina- en la Facultad de Filosofía y Letras de la
ción del erotismo gongorino, centro de gra- La raíz virgiliana de estos versos está UNAM en 2001). Esto escribe, entonces, el
vedad lírica del poema y peculiarísima bien documentada: en sus estudios de lati- futuro autor de Cántico:
hazaña dramática de un poeta capaz de nidad, en el Seminario Conciliar de la ciu-
poner en escena el silencio con admirable dad de Aguascalientes, el alumno Ramón La evocación del cisne, no mentado, es la
intensidad expresiva y con indudable efica- López Velarde obtuvo en 1902 la más alta nota fácil del aria. Dos versos exquisitos, sí;
cia artística. calificación: “Perfectamente bien”; los exá- hubieran podido ser de otro. La reminis-
En el siglo XVII, Pe d ro Díaz de Riva s menes consistían en traducciones latinas, cencia de Garcilaso arriba a lo literal; “Que
—anota José María Micó— aclara la dis- entre ellas de Virgilio. Las líneas introduc- dulce muere y en las aguas mora”; Égloga II:
posición tripartita del Canto de Polifemo: torias de “La suave patria” constituyen un “Ni al blanco cisne que en las aguas mora”.
la alabanza de Galatea, el inventario de las recurso tópico, de raíz clásica, para el prin-
r i q u ezas del cíclope pastor y, por último, el cipio de un poema; podrían citarse va r i o s No había un solo poeta español de los
ofrecimiento de los dones. Es un esquema ejemplos parecidos en diversas tradicio- siglos de oro indiferente al genio de Garci-
general; dentro de él hay infinidad de ma- nes poéticas occidentales; especialmente laso, y Góngora no era una excepción. No
tices y pormenores. gracioso es el principio virgiliano de “La había tampoco lectores incapaces de iden-
Canto polifémico: canto polifónico Ga t o m a q u i a”, el poema burlesco de Lope tificar las alusiones garcilasianas de un
—dicho sea por medio de un calambur—, de Vega. poema como el Po l i f e m o g o n g o r i n o. La
en el cual la multidimensionalidad sonora Lo dicho por López Velarde en estos observación de Jorge Guillén es correcta
de la prosodia gongorina propone, en la lec- versos de introducción a su poema puede pero de poco calado. Lo interesante, en mi
tura y en la escucha, un trueque de tesituras. resumirse de la siguiente manera: “Hasta opinión, es cómo percibe el cambio de
La voz de Polifemo, de acuerdo con el tipo o ahora me he ocupado de la sustancia ínti- tono en la voz de Polifemo en relación con

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LAS TESITURAS DE POLIFEMO

las célebres octavas, al principio del poema, para precisar y profundizar su condición n u e vos módulos de versificación y estrófica;
en las cuales se le describe fiero, temible y de enamorado. de ahí sus redondillas ovidianas.
destructivo. El Canto de Polifemo es dife- En La Circe, Lope pone en boca del En la pluma traductoril de Castillejo,
rente de aquellos ámbitos donde se lee ese cíclope una curiosa comparación entre su la tesitura de Polifemo es plenamente espa-
par de versos (39-40) tan citados y tan bien voz de bajo y la fea voz, tipluda y débil, de ñola. Podría ser el canto sencillo y un poco
puestos bajo el microscopio estilístico por su rival en amores, el hermoso Acis (el “ve- apicarado de uno de los personajes rústi-
Dámaso Alonso: nablo de Cupido” del poema gongorino). cos de las Soledades, un serrano o un pastor
Eso dice Polifemo con mal disimulado ren- joven y enamoradizo; podría ser el cante
… infame tuba de nocturnas aves cor acerca de la tesitura de su rival: de un requiebro campesino andaluz o cas-
gimiendo tristes y volando graves… tellano. He aquí algunos versos, del prin-
Si canta ese rapaz, sutil parece cipio del Canto:
Arias pueden cantar los bajos, desde su voz de grillo negro en verde trigo…
luego. Pero esta canción, este canto de cor- Hola, gentil Galatea,
tejo, tiene indudables notas “atenoradas”, y *** Más alba, linda, aguileña
en la extensa aria polifémica la coloración Que la hija de la alheña.
suele ser brillante, fluida, lejana, en cual- Varios poetas de los siglos de oro trataron Que como nieve blanquea:
quier caso, a la voz del bajo: las estrofas del el tema. Me ocuparé solamente de uno Más florida
Canto tienen una tonalidad diferente a las de ellos; ya mencioné a Luis Carrillo y Que’el prado verde, y crescida
del principio, en las cuales se describe su So t o m a yor y al inmenso Lope de Vega. Mucho más, y bien dispuesta,
figura y su caverna poblada de “noctur- Aquí me interesa comentar, brevemente, Que el olmo de la floresta
nas aves”. El análisis estilístico de las dos lo hecho por Cristóbal de Castillejo en la De la más alta medida;
zonas polifémicas permitiría descubrir las primera mitad del siglo XVI en su papel de Más fulgente
d i f e rencias de entonación, de timbre, de traductor de Ovidio, y en especial del Canto Que el vidrio resplandeciente;
color y de coloratura. de Polifemo. Más loçana que’el cabrito
Por su parte, Robert Jammes, en su Esa traducción posee gracia castiza; la Delicado, ternecito.
ensayo La obra poética de Don Luis de Gón - forma estrófica escogida por Castillejo lo Retoçador, diligente…
gora y Argote —sin duda, una de las obras muestra con claridad: redondillas con un
maestras de la hispanística del siglo XX, mo- verso supernumerario de cuatro sílabas; es Es un Ovidio plenamente españoliza-
delo de crítica literaria—, hace el siguiente decir; una redondilla con el añadido de un d o. Cristóbal de Castillejo ha pasado a las
comentario: pie quebrado tetrasílabo. historias de la literatura española como el
La traducción ovidiana de Castillejo es opositor más acerbo a la revolución italia-
El canto a Galatea está lleno de una resig- muy simpática; pero no se condice con la nizante. Leídas con atención, sus pullas a
nación conmovedora, y esa voz que hacía imagen habitual de los clásicos: tiene un aire Ga rcilaso y Boscán tienen más bien un aire
temblar las montañas se convierte, por efec- demasiado popular o popularista. No debe- jocoserio; no era el suyo un talante part i c u-
to del amor, en algo asombrosamente dulce ría discutirse la legitimidad de las decisiones larmente agre s i vo o polémico. Este punto
y acariciante. formales de Castillejo ante Ovidio: si a él le ha podido ilustrarse, me parece, con la sim-
pareció ideal el octosílabo para poner en él el pática traducción polifémica citada hace
Jammes y Guillén constatan un hecho Canto de Polifemo, sus razones tenía; es po- un momento.
al alcance de cualquier lector atento. Ese sible poner esas razones en la cuenta de su
hecho es la transformación de Polifemo en anti-italianismo, es decir: de su oposición ***
el poema de Góngora: en Ovidio no ocu- a las re n ovaciones emprendidas por Juan
rre ese cambio, perceptible por el paso de Boscán y Garcilaso de la Vega al importar y En una de nuestras últimas conversaciones,
la profundidad de la voz del bajo a la lige- adaptar los versos italianos al ámbito espa- dos días antes de su trágica muerte, mi sobri-
reza del tenor en el trance de cortejar a la ñol. El virgilianismo de Garcilaso quedó es- no, Iván Lombardo Huerta (1966-2 0 0 8 ) ,
amada. En las Metamorfosis, Polifemo tablecido para siempre en sus églogas; ecos melómano apasionado, me trasmitió, ante
nunca deja de ser una figura unidimensio- del canto polifémico, de raigambre ovidia- una consulta mía sobre esos temas, la siguien-
nal encargada de trasmitirnos una especie na, son claramente perceptibles en la Égloga te noticia sobre el bel canto: los bajos operá-
de terror primigenio, volcánico. El mérito de primera, en los ofrecimientos de Salicio a la ticos Nicola Rossi-Lemeni e Ivan Rebroff,
don Luis consiste en haber practicado una esquiva Galatea, en combinación con tópi- entre otros, eran capaces de abarcar con la voz
especie de torsión en el canon petrarquis- cos virgilianos muy diáfanos. A Castillejo, su registros muy amplios y conseguían hacerlo
ta para afinar, con portentosa precisión, la decisión de traducir pasajes de las Metamor- sin deformaciones extremas, inconve n i e n-
psicología de los tres personajes de la fábu- fosis debió parecerle una buena oport u n i- tes. Es decir: podían cantar como tenores,
la; en el caso del cíclope, en haberlo inves- dad para establecer un contraste entre el aun cuando lo hicieran en contextos bur-
tido de rasgos provenientes de ese canon verso tradicional español, el octosílabo, y los lescos de “ópera bufa”.

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