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El Tribunal de Lima fue establecido por el Rey Felipe II en 1569. Era parte de la
nominada Inquisición española, organismo de naturaleza mixta (estatal-eclesiástica)
creada por los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, en 1478. La
corona la empleó como un organismo de control social, dirigiendo sus esfuerzos tanto a
la defensa de la fe y la moral pública y privada, así como a la de la fidelidad a los
monarcas y la paz social. El Museo de la Inquisición y del Congreso es uno de los más
importantes del país. Desde sus orígenes, millones de personas, nacionales y
extranjeras, han recorrido sus instalaciones buscando descubrir los secretos que
acompañaron la existencia de una de las instituciones más discutidas de la historia, el
Tribunal de la Inquisición, así como indagando por la historia y el funcionamiento del
Congreso de la República, cuya Cámara de Senadores funcionó en el mismo inmueble. El
libro que el lector tiene a la mano sale a luz con una doble finalidad: la primera de
ellas se centra en la atención de la creciente demanda de información de un público
sumamente variado, muchas veces muy exigente; la segunda reflexiva, utiliza el
conocimiento histórico como elemento vital para la comprensión del pasado, el
entendimiento del presente y la elaboración de un futuro diferente, mejor, más
solidario y más democrático para el país y para nuestros hijos. En cuanto a la primera,
el Museo de la Inquisición y del Congreso es hoy en día, por doceavo año consecutivo, el
más concurrido del país. Cada año más de doscientos mil visitantes, en su mayoría
atraídos por las mil y una leyendas tejidas en torno al Tribunal de la Inquisición,
repetidas a lo largo de innumerables generaciones, recorren sus instalaciones buscando,
en una visita que se convierte en una clase de historia, conocer los misterios del
polémico Tribunal que funcionó en este inmueble durante dos siglos y medio.
1. ANTECEDENTES HISTORICOS
2. TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN
Desde los tiempos de la fundación de Lima el solar en que se levantaría el local del Tribunal de
la Inquisición fue uno de los más importantes de la ciudad. Inicialmente, en este terreno estuvo
ubicada la casa de Nicolás de Rivera El Mozo, uno de los fundadores de la ciudad de los Reyes.
En 1569 el Rey Felipe II dispuso el establecimiento del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición
en las capitales de sus dos virreinatos indianos, México y Lima. El Tribunal se instaló
solemnemente en nuestra ciudad el 29 de enero de 1570. Inicialmente funcionó en un inmueble
de propiedad del oidor Pedro Sánchez de Paredes, situado frente a la Iglesia de la Merced, el
cual resultó insuficiente. Por tal razón alquilaron la casa contigua para adaptarla para cárcel,
pero las incomodidades continuaron. Poco tiempo después el Tribunal se mudó a la que sería su
sede histórica, en la denominada calle de la Inquisición, actual quinta cuadra del jirón Junín. En
1584 los inquisidores adquirieron la casa que había sido de Rivera (por entonces ya fallecido) a
su hijo, Sancho de Rivera y Bravo de Lagunas. La transacción se pactó en 11,750 pesos. El
Tribunal funcionó en este lugar hasta su abolición definitiva en 1820. Esta, pues, fue la sede de
la Inquisición, una de las principales instituciones de la colonia, sinónimo de poder y fe, en una
época en que la intolerancia religiosa imperaba en prácticamente todos los países del orbe. Con
el transcurso del tiempo el funcionamiento del Santo Oficio demandó la ampliación del local
original llegando a ocupar toda la cuadra (poco más de media manzana). En los solares contiguos
se construyeron las casas de los inquisidores, la capilla de San Pedro Mártir –santo patrono de la
Inquisición– y las celdas del Tribunal. Estas modificaciones así como los frecuentes movimientos
sísmicos, sobre todo el de 1746, originaron diversos cambios en el diseño del inmueble.
La llegada del general José de San Martín y el Ejército Libertador, así como los numerosos
pronunciamientos de las poblaciones a favor de la independencia significaron una verdadera
revolución. Se empezaba a esbozar un nuevo Estado y con él un gobierno propio, que rompía la
dependencia con España. El basamento legal del mismo fue, inicialmente, el Reglamento
Provisional, promulgado en Huaura el 12 de febrero de 1821, documento que señala los
principios generales que normarían las actividades del Protectorado en los territorios liberados.
El artículo 10° de dicho Reglamento estableció una Cámara de Apelaciones, con sede en la
ciudad de Trujillo, la misma que asumió parcialmente las funciones de la Real Audiencia. Esta
última tenía durante la colonia atribuciones judiciales, como tribunal de apelación, además de
administrativas y políticas (consejo consultivo del Virrey). En primera instancia las causas civiles
y criminales eran de competencia de los presidentes de los departamentos, quienes
reemplazaron a los intendentes. Por lo demás continuaron vigentes las leyes de la colonia.
4. ORGANIZACIÓN DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA TRIBUNAL DE DISTRITO
FISCAL INQUISIDORES
CALIFICADORES
Eran los asesores teológicos que emitían dictámenes sobre las proposiciones, declaraciones o escritos de
los reos. Se les designaba entre religiosos que, además de ser teólogos, solían pertenecer a las jerarquías
de sus respectivas órdenes. Sus dictámenes señalaban si las proposiciones constituían herejía o eran
próximas a ella; si se podía deducir que sus autores eran herejes o sospechosos de serlo; y, en este último
caso, si se trataba de sospecha leve o violenta. Entre los principales requisitos que se les exigía a los
pretendientes a este cargo figuraba el de ser catedráticos en teología.
ORDINARIO
Juez eclesiástico representante del obispo de la diócesis, quien tenía voto decisivo en las causas de fe. Al
respecto, en la votación para aprobar las sentencias votaba después que los consultores y antes que los
inquisidores. Su participación consolidaba la intervención corporativa de la Iglesia en las actividades
procesales del Santo Oficio.
CALIFICADORES
Eran los asesores teológicos que emitían dictámenes sobre las proposiciones, declaraciones o escritos de
los reos. Se les designaba entre religiosos que, además de ser teólogos, solían pertenecer a las jerarquías
de sus respectivas órdenes. Sus dictámenes señalaban si las proposiciones constituían herejía o eran
próximas a ella; si se podía deducir que sus autores eran herejes o sospechosos de serlo; y, en este último
caso, si se trataba de sospecha leve o violenta. Entre los principales requisitos que se les exigía a los
pretendientes a este cargo figuraba el de ser catedráticos en teología. Los calificadores del Tribunal
gozaban de un alto prestigio social.
SECRETARIOS DEL SECRETO
Levantaban actas de todos los acontecimientos oficiales del tribunal y llevaban cuenta exacta de los
mismos. Tomaban parte en todas las actuaciones de los inquisidores y de otros oficiales, dentro y fuera de
la sala de audiencias y de la ciudad de residencia del Tribunal. Solían ser tres en cada distrito. También
estaban a cargo de la cámara del secreto, lugar donde se guardaba la documentación de los procesos, las
denuncias recibidas, las instrucciones y cartas acordadas enviadas por la Suprema, la correspondencia del
Tribunal, etc.
SECRETARIO DE SECUESTROS
Llevaba la relación detallada de los bienes secuestrados y confiscados. También levantaban actas de los
embargos en causas civiles por incumplimento en los pagos de los réditos de algún censo perteneciente al
Tribunal o a las obras pías que este administraba.
ALGUACIL MAYOR
Su función era proceder al arresto de las personas dispuesto por los inquisidores. Para realizarlo tenía que
ir acompañado del receptor, del secretario del secuestro y de familiares. Podía solicitar el apoyo de las
autoridades civiles. Asimismo, velaba por la seguridad de los detenidos y porque estos no tuviesen
comunicaciones con otras personas salvo, claro está, las autorizadas por los inquisidores. Dentro de los
funcionarios subalternos, el alguacil ocupaba la categoría más importante junto con los notarios del
secreto.
RECEPTOR
Manejaba la hacienda del Santo Oficio. Su nombramiento lo realizaba el rey pero dependía directamente
de los inquisidores, sin cuya decisión no podía realizar acción alguna. Estaba a cargo de los secuestros de
bienes, conjuntamente con el alguacil y el notario de secuestros. Actuaba en representación de la corona,
a quien correspondía disponer de los bienes confiscados.
CONTADOR
Revisaba las cuentas presentadas por el receptor y emitía un dictamen pormenorizado de las mismas.
Estaba encargado de representar a la Inquisición en todas las causas en que se veían comprometidos los
intereses de su hacienda. Su intervención se limitaba a fundamentar en derecho e indicar al procurador
las pautas a que debían ceñirse las acciones judiciales. Este cargo solía ser ejercido por destacadas
personalidades.
Atendía las reclamaciones presentadas sobre los bienes secuestrados o confiscados realizadas por los hijos
o descendientes de los sentenciados, sus acreedores o terceros. Asimismo, como el Tribunal solía invertir
gran parte de las sumas provenientes de las confiscaciones en censos (créditos con garantía hipotecaria
colocados a cierta tasa de interés), también se encargaron de los pleitos que las respectivas cobranzas
generaron.
EL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN DE LIMA
No. La intolerancia política, religiosa, etc.- era el común denominador no sólo en España y sus
colonias sino también en América Prehispánica, los países protestantes, musulmanes, budistas,
etc. En dicho contexto la Inquisición fue una de las formas en que la intolerancia se
institucionalizó. La libertad religiosa es un principio consagrado internacionalmente recién en el
siglo XX: artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de
1948). A pesar de estos avances aún en nuestros días casi la mitad de la población mundial
carece de ella.
¿Cuál fue la principal causa que motivó a los reyes hispanos a establecer su propia
Inquisición?
No, desde mucho tiempo antes, el antisemitismo era un sentimiento común en la mayor parte de
Europa. Así, antes que de España, los judíos habían sido expulsados de Inglaterra, Francia y otros
reinos; además, habían sido víctimas de crueles matanzas y persecuciones en Alemania así como
en diversos reinos musulmanes.
La Inquisición juzgaba a los acusados de herejía. Ésta incluía los siguientes delitos:
Herejía es por definición el error en materia de fe sostenido con obstinación, con terquedad. La
Iglesia vio en los herejes un grave peligro para su existencia y, sobre todo, para la salvación de
las almas de los creyentes, los que podrían ser confundidos con sus enseñanzas. Además, los
herejes atentaban no sólo contra la Iglesia, sino también contra el Estado, el orden público y las
autoridades constituidas. En consecuencia, los reales alcances del delito de herejía se explican
no sólo por factores estrictamente teológicos sino también por factores políticos, sociales,
jurídicos y económicos.
Se pedía al denunciante que aportase pruebas u otros testimonios que avalasen sus
declaraciones. De existir al menos tres testigos que no tuviesen ninguna animadversión contra el
denunciado se daba inicio al proceso, para lo cual detenían al sospechoso. Las denuncias eran
cuidadosamente revisadas por los inquisidores, quienes disponían investigaciones
complementarias. Después de reunidas las pruebas, el encausado era apresado y conducido a las
cárceles secretas de la Inquisición, en las cuales se le solicitaba en forma reiterada que se
arrepintiese y confesase el motivo de su detención. Asimismo, se le incomunicaba
completamente, no permitiéndosele ningún tipo de visitas, ni siquiera la de sus familiares más
cercanos. A los detenidos se les proveía de una ración alimenticia adecuada. Si el procesado
tenía recursos económicos se le deducía el valor de los alimentos de sus bienes, los cuales eran
secuestrados; en caso contrario, su costo era asumido por el Tribunal.
Porque todos los tribunales del mundo de su época los usaban. Podemos añadir que la Inquisición
fue más benigna en su empleo que los tribunales civiles porque, a diferencia de aquellos, sólo en
casos excepcionales la autorizaba, el tiempo de duración máxima del tormento era una hora y
cuarto, estaba prohibido producir derramamiento de sangre o la mutilación de algún miembro y
el médico junto con los propios inquisidores supervisaban su aplicación. A pesar de ello la
tortura no dejaba de ser terrible.
A los reos se les podía torturar en los delitos considerados graves (apostasía, etc.), siempre y
cuando se dieran ciertas condiciones tales como la existencia de pruebas, contradicciones en las
declaraciones o por lo menos tres testigos en su contra, y persistiese en la negativa de los
hechos que se le imputaban.
Para obtener confesiones la Inquisición utilizó los siguientes instrumentos: La garrucha: consistía
en sujetar al reo con los brazos en la espalda, mediante una soga movida por una garrucha y
subirlo lentamente. Cuando se encontraba a determinada altura se le soltaba de manera brusca,
deteniéndolo abruptamente antes de que tocase el piso. El dolor producido en ese momento era
mucho mayor que el originado por la subida.
El potro: colocaban al preso sobre una mesa, amarrándole sus extremidades con sogas unidas a
una rueda. Ésta, al ser girada poco a poco, las iba estirando en sentido contrario, causando un
terrible dolor. En la época era el instrumento de tortura más empleado en el mundo.
El castigo del agua: estando el procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera le
colocaban una toca o un trapo en la boca deslizándolos, en cada caso, hasta la garganta. Luego
el verdugo procedía a echar agua lentamente, produciendo al preso la sensación de ahogo.
Cabe agregar que sólo entre el 2% y el 5% de procesados fue torturado. En cambio, en los
tribunales civiles casi la totalidad de los procesados fueron torturados.
Las principales motivaciones para el establecimiento del Santo Oficio en las colonias
hispanoamericanas fueron las siguientes:
1. Los continuos ataques de los corsarios y piratas protestantes, principalmente ingleses,
holandeses y franceses, quienes inclusive pusieron en riesgo el dominio hispano sobre sus
colonias2. Éstos no sólo atacaban las embarcaciones españolas para adueñarse de éstas y sus
mercaderías, también secuestraban a las tripulaciones y a los pasajeros para exigir rescates,
mientras que en otros casos los vendían como esclavos. A todo ello se añaden innumerables
abusos y asesinatos.
Ninguna población costeña o cercana a la costa se hallaba segura. Así lo demuestran los ataques
realizados en Veracruz, Cartagena, Maracaibo, Santa Marta, Callao, Paita, Arica, La Habana,
Puerto Rico, Santiago de Cuba, Santo Domingo, Jamaica, etc. La enorme mayoría de los
enjuiciados por la Inquisición por tales motivos fueron sentenciados a un periodo de prisión. En
cambio, los piratas procesados por los tribunales civiles eran condenados a la horca.
2. A raíz de la conquista se había producido un relajamiento de la moral pública y privada. La
vida de los hispanos en Indias resultaba escandalosa y se daban muchos casos de poligamia,
blasfemia, idolatría, brujería, etc. Ante ello, las autoridades virreinales así como los cabildos,
las autoridades eclesiásticas y numerosos personajes entre ellos fray Bartolomé de las Casas
solicitaron a la corona el establecimiento de la Inquisición para que se corrigiesen tales
desviaciones.
3. El antisemitismo imperante en aquella época en España se trasladó a las colonias junto con
los primeros conquistadores peninsulares e indiscutiblemente, con el transcurso del tiempo, los
judaizantes llevaron la peor parte en el funcionamiento del Tribunal. Muy a pesar de que la
corona había prohibido, desde los primeros momentos de la conquista, que los judíos y los
convertidos del judaísmo al cristianismo así como sus descendientes pasasen a sus dominios
muchos de ellos habían logrado burlar tales restricciones. Al decretarse la expulsión de los judíos
de España (1492) muchos se refugiaron en Portugal. Tiempo después, al producirse, durante el
reinado de Felipe II, la unificación de las coronas de España y Portugal, se multiplicó su
presencia en las colonias hispanoamericanas, adonde llegaban atraídos por la búsqueda de las
legendarias riquezas que estas ofrecían.
Los primeros inquisidores fueron el licenciado Serván de Cerezuela y el doctor Andrés. Por tal
sólo mencionar algunos nombres, recordemos a John Hawkins, Francis Drake, Oxenham,
Grenville, Raleigh, George Clifford, Winter, Francis Knollys, Martin Frobisher y Barker (ingleses);
Jean Terrier, Jacques Sore y Francois le Clerc (franceses); Spielbergen y Piet Heyn (holandeses).
De Bustamante, pero este último falleció cuando se hallaba en pleno viaje desde la metrópoli
hacia Lima, quedando Cerezuela a cargo del Tribunal.
La Inquisición fue abolida por decreto de las Cortes de Cádiz, el 22 de febrero de 1813. En 1814,
cuando el Rey Fernando VII fue restablecido en el trono, dispuso que volviese a funcionar el
Santo Oficio pero su existencia ya fue más nominal que real. Para el Perú fue abolido
definitivamente en 1820 a raíz de la revolución liberal en la metrópoli y, sobre todo, del proceso
emancipador con el cual se suprimió todo tipo de dependencia política de España.