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EPÌFRAFES DE SELECTIVIDAD
La crisis de la razón ilustrada: Nietzsche.
1) Lo apolíneo, lo dionisíaco y el problema de Sócrates.
2) Nihilismo y voluntad de poder: la muerte de Dios.
3) La genealogía de la moral: moral de esclavos y moral de señores.
4) La transmutación de los valores: el superhombre.
1. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO
Es éste un siglo enormemente agitado: el siglo de las revoluciones. Las raíces de esta agitación
se encuentran en la época anterior: el hundimiento del Antiguo régimen y las
transformaciones económicas y sociales producidas por la extensión de la revolución
industrial. Es la burguesía la que triunfa y se beneficia de la nueva situación. A su lado
aparece el proletariado, que solo cobra conciencia de su condición. El sistema político que se
va extendiendo por Europa es el democrático liberal, cuyos principios políticos y jurídicos se
Para acabar, no podemos olvidar que durante este siglo surgen muchos biólogos
importantes: Lamarck, Darwin, Mendel, Pasteur… Sus reflexiones sobre la vida y la
evolución introdujeron nuevos temas para la reflexión filosófica: el instinto, la evolución
de las especies, la supervivencia del más apto, la voluntad de poder… y dio lugar al
surgimiento y desarrollo de una corriente filosófica conocida como vitalismo, que hará de
la vida el eje fundamental de su reflexión filosófica, y en la cual situamos a Nietzsche y
Ortega y Gasset.
vida. La enfermedad no era la sífilis, que finalmente fue la que le mató, sino que, casi
con toda certeza, se trató de la afección de una grave migraña. Su migraña le
incapacitaba de tal manera, algunas veces se encontraba enfermo más de 200 días al año,
que a la edad de 35 años tuvo que renunciar al profesorado.
Del año 1879 al 1889 alterna las alturas de los valles alpinos en verano con las zonas
cálidas de Italia y Sur de Francia en invierno. Es, a pesar de la enfermedad, el periodo de
mayor fecundidad intelectual y literaria; de hecho, es durante estos años cuando escribe sus
obras más importantes. Nietzsche continuó con su tarea sin concesiones, sin comodidades
materiales (vivía de una pequeña pensión de la universidad), sin una casa propia (se
refería a sí mismo como una tortuga: el baúl que arrastraba de hotel en hotel contenía
todas sus pertenencias), sin una familia (aparte de una madre distante y de la
problemática Elisabeth). Vivía sin el contacto de algún amigo que le apreciara, al margen
de una comunidad profesional (no volvió nunca a conseguir una posición universitaria), sin
un país (debido a sus sentimientos antigermánicos, renunció a su pasaporte alemán y
nunca permaneció en un lugar el tiempo suficiente como para conseguir otro).
La muerte de Nietzsche no fue menos sorprendente que su vida: en efecto, “murió dos
veces”: en 1889 y once años más tarde, en 1900. En 1889 sufrió una catastrófica
demencia (en la plaza de Turín se agarró al cuello de un caballo que estaba siendo
golpeado por su amo) y su gran inteligencia se perdió para siempre. La mayoría de
historiadores de la medicina han llegado a la conclusión de que sufrió sífilis terciaria,
estado incurable común de la época. Después de 1889 Nietzsche permaneció destrozado
para el resto de su vida, incapaz de pensar con claridad, apenas capaz de formular una
frase coherente. Su ausente envoltura sobrevivió durante once años más hasta su muerte
corporal, ocurrida en 1900.
bombardero cuya dinamita está orientada a la crítica destructiva de todo aquello que
forma parte de la cultura occidental que ha supuesto una decadencia, negación y anulación
de la vida. Para Nietzsche, el platonismo, el cristianismo y los valores de la moral
tradicional constituyen un conjunto de creaciones culturales que hay que dinamitar y
destruir. En este sentido, la filosofía de Nietzsche practica lo que él mismo llamó la filosofía
del martillo, esto es, la filosofía que casca y rompe.
b) Una cara constructiva o creadora: una vez dinamitado todo aquello que ha supuesto
una negación de la vida, es decir, una vez aplicada la filosofía del martillo, Nietzsche
apuesta por la defensa de un nuevo concepto de hombre y de unos nuevos valores más
acordes con la vida. La concepción del hombre como superhombre, la transmutación de los
valores, y la afirmación de la voluntad de poder van en esta línea.
La filosofía nietzcheana es una filosofía encuadrada dentro de una gran corriente filosófica
que transcurre entre los siglos XIX y XX denominada Vitalismo y en la que también se incluyen
filósofos como W. Dilthey (1833-1911), H. Bergson (1859-1941) y José Ortega y Gasset (1883-
1955), y en cuya aparición y desarrollo tuvo que ver la gran importancia que adquirió la
biología (teoría evolucionista) en esta época. Para los vitalistas la realidad radical, eje de su
reflexión, es la VIDA. Pero, ¿en qué consiste ésta?
Sin embargo, la pretensión de imponer un orden racional al mundo hizo triunfar al individuo
teórico, apolíneo, sobre el individuo trágico o dionisíaco que había predominado en la etapa
presocrática. Este triunfo, representado por la figura de Sócrates, continuará en Platón y el
cristianismo, y, a través de ellos, en toda la historia de la cultura occidental, y es el síntoma
Para conocer y pensar nos servimos del lenguaje. El lenguaje se convierte en el vehículo
principal del conocimiento. Nietzsche busca los orígenes del lenguaje y descubre que éste
nace de un consenso o contrato de los hombres con el fin de uniformar la realidad, de
hacerla idéntica para todos. De esta forma el lenguaje se convierte en un instrumento al
servicio del grupo, del rebaño, pero que está muy lejos de ser un instrumento al servicio de la
verdad, que nos permita un conocimiento objetivo y certero.
A través del lenguaje expresamos los conceptos, los cuales son un instrumento totalmente
inadecuado para conocer la verdad. Los conceptos, que expresan lo general y común, no
nos permiten captar lo particular y concreto. Los conceptos son herramientas estables y
fijas, y por lo tanto no son aptos para captar la realidad cambiante y en continuo fluir,
que es lo característico del mundo y de la vida. Sin embargo, el aspecto esencial de la
realidad, la vida, sí se puede captar a través de la intuición, de los sentidos, del arte. Por
ello se suele englobar a Nietzsche dentro del movimiento irracionalista de finales del siglo
XIX.
La verdad se ha convertido en una ficción, una perspectiva, una forma de interpretar las
cosas. Hay perspectivas que se imponen porque resultan más útiles, y otras, en cambio,
quedan latentes. La verdad es “aquella clase de error sin el cual una determinada
especie de seres vivos no podría vivir”. La verdad es una mentira colectiva, que es útil
y beneficiosa para el grupo, y que refleja los valores y actitudes ante la vida del
mismo. Esta teoría de la verdad como convención lleva a considerar como mentira lo que
se sale del contrato y queda fuera de la norma comúnmente aceptada. Nietzsche afirma
un concepto pragmático de la verdad: para cada individuo, es verdad lo que aumenta su
voluntad de poder.
La filosofía de Nietzsche puede ser considerada como una filosofía vitalista porque para
Nietzsche la vida es la realidad primaria y originaria del mundo. Y si buscamos la
característica principal de la vida podemos decir que ésta es voluntad de poder. Este
concepto ya aparece en los primeros escritos de Nietzsche, aunque nunca llega a
precisarlo, razón por la que se ha interpretado con diferentes sentidos. Voluntad de poder
aparece como afán de superación que está presente en todo ser vivo. Ya en las primeras
células vivas hay reacción hacia lo beneficioso y contra lo hostil expresada mediante la
apertura o el cierre de membranas. Esta voluntad se hace más patente en los animales y
en el hombre: «En todos los lugares donde encontré seres vivos, encontré voluntad de
poder; e incluso en la voluntad de poder del que sirve encontré voluntad de ser señor»
(“Así habló Zaratustra”).
La expresión “Dios ha muerto” fue utilizada por Nietzsche por primera vez en una obra
titulada La gaya ciencia (1882) para diagnosticar la existencia de un fenómeno que, poco a
poco, ha ido dominando la cultura occidental, “el fenómeno de la secularización”, el cual
consiste en el paulatino abandono de la idea de un Dios supremo que da sentido al mundo y
que es garantía del orden establecido, tanto el orden moral como el orden político.
Las raíces de la muerte de Dios hay que buscarlas, según Nietzsche, en primer lugar, en el
Humanismo renacentista de los siglos XV y XVI pues supuso el abandono de la visión
teocéntrica propia de los siglos anteriores y su sustitución por una visión antropocéntrica en la
cual el hombre ocupa el centro del universo. En segundo lugar, en el Racionalismo, pues con
esta corriente o tendencia filosófica se establece la idea de que la garantía de que un
conocimiento sea verdadero o falso no se encuentra en la compatibilidad o consonancia de
ese conocimiento con las creencias de la fe sino que se halla en la propia razón humana. En
tercer lugar, en la Ilustración, pues, además de depositar la confianza en la razón humana en
detrimento de la fe, defiende una concepción democrática del poder político según la cual es
el pueblo, los hombres quienes han de nombrar a sus gobernantes, frente a una concepción
teológica o religiosa de los siglos precedentes según la cual el gobernante aparece como si
hubiese sido nombrado por la Divinidad para ejercer las tareas políticas. En cuarto lugar, el
desarrollo de las ciencias naturales en los siglos XVIII y XIX ha permitido a los hombres saber
que la explicación de los fenómenos naturales se encuentra en la propia Naturaleza y que no
es necesario acudir a ningún Dios o Divinidad para llegar a tener una comprensión de lo que
acontece en la Naturaleza.
ü El nihilismo
El término “nihilismo” (palabra derivada de la palabra latina “nihil” que significa “nada”) es,
al igual que muchos otros términos empleados por Nietzsche, un término ambiguo con
diversidad de significados. Cuando Nietzsche emplea este término lo utiliza al menos con tres
significados.
Para Nietzsche toda actitud (la obediencia), teoría (el platonismo) o moral (de los esclavos)
que niega “lo verdaderamente real” en nombre de “falsas realidades” e ideales ficticios es
“nihilista”. Según Nietzsche, la cultura occidental triunfante desde la Antigüedad es una
“cultura nihilista” ya que está imbuida de toda una serie de “ficciones vacías y huecas”
(mundo ideal platónico, la utopía de un progreso hacia un futuro mejor…) y de valores y
actitudes contrarios a la realidad y a la vida.
● El nihilismo como pérdida del sentido de la vida tras la muerte de Dios (nihilismo
pasivo)
● El hombre se convierte en
Falta de sentido, vacío “creador” de nuevos valores
existencial, incertidumbre ● Para ellos es necesario
vital (nihilismo pasivo) “acabar de destruir” los viejos
valores (nihilismo activo) y
tomar conciencia de que “sólo
el hombre” es el creador de
valores
Para que el hombre sea capaz de crear nuevos valores que sustituyan los valores caducos de la
moral cristiana es necesario acabar de destruir de una vez por todas cualquier resto o vestigio
de la religión y moral cristianas. Es a esta “tarea destructora” a lo que Nietzsche llama
nihilismo activo. Dado que Nietzsche puso un gran empeño en esta tarea, él se consideraba
a sí mismo como un buen ejemplo de nihilista activo.
El método que va a seguir Nietzsche para llevar a cabo su labor crítica de la moral tradicional
es el método genealógico. Rastreando los orígenes de los conceptos “bueno” y “malo”,
podemos captar su significado auténtico y originario, y poder criticar los cambios posteriores.
Nietzsche no es el primero en practicar esta metodología genealógica en el campo de la
moralidad. Antes que él “otros genealogistas de la moral” (el biólogo Charles Darwin o el
filósofo John Stuart Mill) hicieron un trabajo similar pero las conclusiones a las que llegaron
fueron criticadas por Nietzsche. Estos “genealogistas e historiadores de la moral” han ofrecido
una explicación utilitarista de la moral pues consideran que en un principio el concepto
“bueno” fue utilizado para hacer referencia a aquellas acciones no egoístas porque
resultaban “útiles” a quienes se beneficiaban de ellas; con el tiempo esta “utilidad” fue
olvidada pero el hábito y la costumbre de llamarlas “buenas” hizo que se creyera que eran
“buenas en sí mismas”.
Según Nietzsche, la explicación utilitarista que han dado los psicólogos ingleses
es insostenible desde el punto de vista histórico. En opinión de Nietzsche, el origen
del concepto de “lo bueno” no está en aquellos a quienes una acción les resultaba útil o
beneficiosa sino en aquellos a los que Nietzsche llama “los nobles”, “los poderosos”, “los
hombres de posición superior y elevados sentimientos” quienes llamaron “bueno” a todo lo
que ellos hacían y representaban y “malo” a “lo vulgar”, a “lo plebeyo”. Esta contraposición
entre “lo noble”, “lo superior” y “lo vulgar” o “lo plebeyo” se fundamenta en lo que
Nietzsche llama “el pathos de la nobleza y de la distancia”. Con esta expresión Nietzsche
hace referencia al sentimiento radical de una “especie superior dominadora” en su relación
con una “especie inferior dominada”.
Para descubrir el originario y auténtico significado de los términos morales, Nietzsche se vale
de sus conocimientos filológicos. Nietzsche hace un rastreo etimológico del término “bueno”
en distintas lenguas y llega a la conclusión de que dicho término está emparentado
semánticamente con el concepto de “noble” o “aristocrático”. Así, “lo bueno” es lo que
representaba la casta de “los nobles”, de “los superiores”, de “los aristócratas” y «malo»
significó «vulgar», «plebeyo»... Nietzsche establece una distinción entre dos clases de
moral, cada una caracterizada por la defensa de un determinado tipo de valores morales:
moral de los señores, y moral de los esclavos.
● Moral de los señores o moral aristocrática. También la llama “moral de los caballeros”,
“moral de los fuertes”, “moral de los guerreros”, “moral de los espíritus elevados”, “moral
de los superiores”.
- Los valores propios de esta moral son “la espontaneidad”, “la libertad”, “la fuerza”, “el
placer”, “lo instintivo”, etc.
- Es una moral activa ya que sus valores son el resultado de la actividad autónoma y
espontánea del individuo que se siente “superior”.
● Moral de los esclavos o moral del rebaño. También la llama “moral del hombre vulgar”,
“moral de los débiles”, “moral de la plebe”, “moral del miedo”).
- Los valores propios de esta moral son “la igualdad” “la benevolencia”, “la solidaridad”,
“la compasión”, “la fraternidad”, “la obediencia”, “la sumisión”, “la docilidad”, “la
humildad”… En opinión de Nietzsche, “los débiles” defienden estos valores y con ello suavizan
su existencia haciéndola más cómoda y llevadera.
- Es una moral reactiva ya que sus valores son una reacción de los impotentes frente a la
acción autónoma y espontánea de los nobles y aristócratas.
- Es una moral antijerárquica ya que hace una defensa de la nivelación y una defensa de la
igualdad (dice Nietzsche que “sólo los mediocres defienden la igualdad”) y una “moral del
miedo”. El miedo, dice Nietzsche, es el factor desencadenante de la moral de los esclavos
pues ésta se funda en el temor al peligro y tiene como fin la conservación colectiva del
rebaño; por eso, es bueno lo que contribuye a hacer posible la comunidad, es decir, lo que es
útil al rebaño, y es malo aquello que es peligroso para la subsistencia y pervivencia del rebaño
como comunidad de los débiles. Como dice Nietzsche, “oculto bajo la defensa del amor al
prójimo se esconde el temor y miedo al prójimo”.
“bueno” (los valores aristocráticos y señoriales) mientras que “lo bueno” es lo que en un
principio se asociaba con la palabra “malo” (los valores de los débiles). A esta labor de
“inversión y transvaloración de los valores” llevada a cabo por los judíos y continuada por los
cristianos es a lo que Nietzsche llama “rebelión de los esclavos”.
Esta “rebelión de los esclavos” es producto del odio, de la venganza, del resentimiento
de quien se siente “inferior” respecto al “superior”. El resentimiento es un sentimiento de
rechazo y de odio hacia alguien que experimenta una persona por sentirse perjudicada en
algún sentido. Según Nietzsche, el resentimiento contra el “hombre noble y fuerte” es el
sentimiento dominante del “hombre plebeyo y vulgar”. De este resentimiento nacen los
valores propios de la moral de los débiles y nacen como un instrumento de venganza contra el
hombre noble y superior.
La “rebelión de los esclavos” que desembocó en el triunfo de los valores de los débiles fue
iniciada por una casta especial que surge dentro de los nobles, de los señores: la casta de los
sacerdotes. Los sacerdotes (una casta híbrida de aristócrata y esclavo) son señores y
aristócratas no guerreros, incapaces de desarrollar actividad física, y que hacen de la
actividad intelectual su fuerza; se sienten inferiores en actividad física respecto a los
aristócratas guerreros, “infravaloran” aquellas actividades en las que entra en juego la fuerza
física: la guerra, las aventuras, la caza, la danza... e inventan el espíritu o fuerza espiritual
para luchar contra la casta guerrera en el único terreno en el que ésta podía ser vencida: el
terreno intelectual. Los sacerdotes inventan ideales ascéticos (abstinencia, obediencia,
represión de los sentidos) y establecen la división entre hombres puros (aquellos que siguen
esos ideales ascéticos) y hombres impuros.
Los judíos son el pueblo o casta sacerdotal por excelencia. Los judíos, movidos por un acto de
odio y de espiritual venganza han llevado a cabo la rebelión de los esclavos: una inversión
consistente en que “los buenos” son los miserables, los pobres, los impotentes, los que sufren,
los indigentes, los enfermos... y para quienes cabe la bendición, la bienaventuranza y el
“amor nuevo” de un “Dios redentor y salvador”. Los judíos cambian y sustituyen los valores de
los nobles, de los señores, de los caballeros, y con la moral de esclavos que imponen, triunfan
los valores del rebaño y se sofocan los valores del individuo libre. Esta labor fue continuada
por los cristianos.
La crítica nietzscheana del cristianismo aparece en varias obras pero sobre todo en las
tituladas Anticristo y El crepúsculo de los ídolos. Para Nietzsche, todas las religiones han
nacido de los miedos y de las angustias de los hombres. Los fundadores de religiones y los
sacerdotes han explotado estos sentimientos de miseria e impotencia y han inventado la
necesidad de un Dios redentor que saque al hombre de esa situación angustiosa. Nietzsche
dirige sus ataques más furibundos hacia el cristianismo, pues la religión cristiana es uno de los
ingredientes esenciales de la cultura occidental. Estos ataques son tan duros y virulentos que
en Anticristo se atreve a decir que el cristianismo ha sido y es aún hoy la más grande
desgracia cultural de la Humanidad.
Noble Plebeyo
Belleza Fealdad
Felicidad Resignación
Salud resentimiento Enfermedad
ü El superhombre
El término alemán “übermensch” utilizado por Nietzsche ha sido traducido al castellano por
“superhombre” pero sería más adecuado traducirlo por “ultrahombre” ya que la palabra
“superhombre” tiene en nuestro idioma resonancias de poderes físicos extraordinarios o de
superioridad racial que de ninguna manera encajan con lo que Nietzsche nos quiere decir
cuando él utiliza ese término. Al utilizar esta palabra Nietzsche pretende designar al hombre
que “está más allá” del hombre sometido a la tiranía de la religión y moral cristianas. En este
sentido, el superhombre es el nuevo modelo de hombre que supera y deja atrás un modelo y
prototipo de hombre coaccionado por los valores y normas tradicionales. Como dice Nietzsche
en Así habló Zaratustra, “el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre:
una cuerda sobre un abismo”. Las características del superhombre son las siguientes:
• “Terrenalidad”
El superhombre es el hombre “pegado a la tierra” y sabe que “todo más allá” (el futuro mejor
que defienden las utopías políticas, el mundo platónico de las Ideas trascendentes, el mundo
celestial que prometen los cristianos) es una quimera, una fantasía, una ilusión, un ideal.
● “Vitalidad”
El superhombre es el hombre que dice sí a la vida, que acepta la vida tal y como es en su
limitación (temporalidad) y no se engaña con falsas expectativas, como por ejemplo, la
búsqueda de un sentido ideal a la vida o la esperanza en un tiempo futuro mejor.
“La igualdad” “la benevolencia”, “la solidaridad”, “la compasión”, “la fraternidad”, “la
obediencia”, “la sumisión”, “la docilidad”, “la humildad”…, todos estos valores, propios de
los débiles y de los esclavos, son rechazados por el superhombre en cuanto que son
“contrarios a la vida”. La creación de una nueva moral se fundamenta en lo que Nietzsche
denomina voluntad de poder. Se trata de un concepto con un significado ambiguo y oscuro.
De la misma manera que rechaza los valores de “la moral del rebaño y de los débiles”,
detesta y rechaza la conducta de “los que siguen a la mayoría”, de “los que siguen
normas morales ya establecidas”; de “los que actúan siguiendo modas”… El superhombre
es el “creador e inventor” de su propia forma de actuar, el que sigue su propio criterio, el
que “no se deja llevar en su vida” por estilos de vida vigentes sino “el que lleva su vida”
por donde él quiere. En este sentido, el superhombre se define por su “espíritu libre”.
Frente a la concepción lineal y progresiva de la historia que nos presenta la cultura occidental
(y que encontramos muy claramente concretadas en la concepción kantiana de la historia y en
la concepción marxista) y que tiene como fin, sentido o meta el “escapar” de la realidad
terrena para alcanzar otra “realidad ultramundana”, el superhombre defiende la tesis del
“eterno retorno”, es decir, la concepción circular el tiempo, un mundo sin principio ni fin.
Quien defiende esta tesis del “eterno retorno” asume la vida tal y como es y “acepta el
destino” (“amor fati”) al no querer que nada sea distinto, ni en el pasado ni en el futuro.
Para explicar la llegada y advenimiento del “superhombre”, Nietzsche utilizó en su obra Así
habló Zaratustra la metáfora de las tres transformaciones. Según esta metáfora, el
espíritu humano ha pasado por tres etapas:
● El hombre – león. El león, animal fuerte y valiente, simboliza al hombre que se rebela
contra el peso y la carga que se le impone con el fin de conquistar su libertad. Simboliza al
hombre de “espíritu libre” que destruye y aniquila a Dios y a los valores morales tradicionales
(“la pesada carga que soporta el camello”). Metafóricamente, el león mantiene una pelea,
una lucha con el “gran dragón” (“el deber” que impone la moral tradicional cristiana) para
conseguir una victoria que suponga el triunfo de la voluntad libre, de la voluntad sin
coacciones. Como dice Nietzsche, “Tú debes” se llama el gran dragón. Pero el espíritu del
león dice “yo quiero”.
6. OTRAS REFLEXIONES
¡Qué le importa la verdad a la mujer! No hay nada más extraño a la mujer que la verdad, nada le es
más odioso, nada más contrario a su naturaleza; su gran arte es la mentira; su gran preocupación es la
apariencia y la belleza. Confesémoslo, eso es lo que a los hombres les gusta en la mujer, eso
precisamente es su talento y su instinto; nosotros, que vivimos abrumados de inquietudes,
encontramos nuestro solaz cerca de seres cuyas manos, cuyas miradas y cuyas tiernas locuras hacen
que nuestra seriedad, nuestra gravedad y nuestra profundidad nos parezcan casi como otras tantas
locuras. Más allá del bien y del mal
• Por otra parte, Nietzsche está encuadrado, junto con Marx y el psicólogo vienés Sigmund
Freud, dentro de lo que se ha denominado “la filosofía de la sospecha”. Estos tres
filósofos son considerados “filósofos de la sospecha” porque han contribuido a
“desenmascarar” algunas de las ideas más arraigadas en la tradición cultural occidental.
La denominación “filósofos de la sospecha” procede del hecho de que estos filósofos
“sospechan” que tras las creencias tradicionales más arraigadas (filosóficas, morales,
políticas) hay “intereses ocultos”, muchas veces inconfensables. Sigmund Freud
“desenmascaró” al sujeto racional, libre y consciente y defendió que el ser humano tiene
una parte inconsciente en su mente que influye en sus decisiones y actos. Marx
“desenmascaró” todo el entramado ideológico, jurídico y político y defendió que está
condicionado por la actividad económica. Finalmente, Nietzsche hizo lo propio con los
valores morales vigentes en la cultura occidental. Nietzsche “desenmascaró” estos valores
y descubrió que “por debajo de” la defensa de valores como la igualdad, la solidaridad o la
compasión se encuentra el odio u el resentimiento de “los débiles” respecto de “los
señores” y una voluntad de dominarlos.
• JOSÉ ORTEGA Y GASSET: a Nietzsche como a Ortega se los incluye dentro de la tendencia
filosófica del vitalismo ya que en ellos “la vida” es uno de los conceptos centrales que vertebran
sus filosofías. Nietzsche sale en defensa de la vida porque la siente amenazada por la
filosofía, la religión y la moral. Su concepto de vida es el de autoafirmación del individuo,
afirmar los instintos. Toda su obra tiene un carácter combativo para rechazar todo aquello
que se opone a la vida y en la otra dirección hacer valer todo lo que la favorece.
Posiblemente sea en la Voluntad de Poder donde formule con mayor intensidad su opción en
favor de una vida vigorosa y plena.
Pero Ortega sólo en una primera etapa habla de la vida en tonos descriptivos, cuando lo
asocia a la realidad española de principios de siglo. Pero pronto pasa a considerar la vida en
un sentido metafísico, como la realidad radical en la que aparecen el resto de realidades. Y
como tal no tiene que defenderla, no corre peligro, es lo único que es. La doble concepción
se podría sintetizar así: para Nietzsche la vida es todo lo que el hombre posee, y para Ortega
la vida es lo que contiene al hombre o en lo que el hombre está.
Aunque los dos hacen una crítica severa de las pretensiones racionalistas de conocer y
comprender la realidad utilizando conceptos y esquemas abstractos, generales e inmutables
(desarrollar esta cuestión), lo cierto es que el raciovitalismo, además de ser una teoría crítica con
el racionalismo filosófico, es una crítica del irracionalismo vitalista nietzscheano.
Frente al irracionalismo vitalista, Ortega defiende que no podemos prescindir de la razón ya que
es un instrumento útil para la vida. Si la vida humana es un proyecto, la razón es un
instrumento fundamental para realizarlo.
8. VALORACIÓN CRÍTICA
La filosofía de Nietzsche se erige como una contraposición a las ideas filosóficas y a los valores
tradicionales. La naturaleza de los temas que trata, la voluntad decididamente provocativa que se
dirige a las metas más dispares y el estilo aforístico han hecho que se hayan producido las más
diversas y controvertidas interpretaciones sobre Nietzsche. Según los casos se ha visto en Nietzsche al
antipositivista que niega la confianza en la ciencia, o al antidemócrata que desprecia al pueblo, a la
plebe y a la nueva clase emergente. Se le ha interpretado como el representante más persuasivo del
irracionalismo y del vitalismo; a principios de siglo, se nos ha ofrecido de él una imagen de artista
aristocrático y decadente. Se le ha presentado como un materialista convencido; se le ha clasificado
de primer auténtico existencialista. No cabe duda de que, en más de una cuestión se anticipó a
Freud. Se ha analizado su influjo sobre las vanguardias artísticas de los años 20 (expresionismo alemán
y surrealismo francés) debido a las críticas que dirigió a la cultura burguesa, y nadie pone en discusión
que influyó sobre hombres como Rilke o Thomas Mann. Además existe toda una corriente
interpretativa que ha visto en Nietzsche el profeta del nazismo, la violencia militarista y la
superioridad de la raza aria, aunque otros consideren que esas ideas no se desprenden de su filosofía,
sino que son resultado de la interpretación torticera que inició su hermana Elisabeth y que
continuaron los ideólogos nazis.
En 1873 el joven Nietzsche dictó a su amigo Gersdoff el fragmento «Sobre verdad y mentira en
sentido extramoral». En este fragmento (que vio la luz como póstumo en 1903) aplica el análisis
genealógico, que es el arte por él inventado de desenmascarar las ocultas raíces de nuestras
actitudes y juicios de valor, un arte que luego cultivaría el psicoanálisis. El fragmento «Sobre
verdad y mentira» dedica la primera de sus dos secciones a la crítica del lenguaje y de la idea
de verdad. Al principio muestra una visión de la condición humana en la que destaca la
irrelevancia del animal racional en el cosmos y su necesidad biológica de fingir para sobrevivir. A
partir de ahí expone las dos siguientes tesis: La verdad es una mentira colectiva, que es útil y
beneficiosa para el grupo, y que refleja los valores y actitudes ante la vida del mismo. Y en
segundo lugar: El impulso de verdad se debe al olvido y represión inconsciente de esa mentira.
Por detrás del hecho empírico de la uniformidad social del lenguaje y el sentimiento del deber
de ser veraces, Nietzsche formula una doble denuncia: En primer lugar observa que son sólo ra-
zones o necesidades de utilidad social las que dan lugar a la formación social del lenguaje y a
que la sociedad premie la verdad y penalice la mentira. Pero, en segundo lugar, el lenguaje no
nos permite expresar el conocimiento de la realidad, insiste Nietzsche. Recuerda lo estudiado al
principio del tema.
Si la primera parte del fragmento «Sobre verdad y mentira» es una crítica del lenguaje y la ver-
dad científica, la segunda es una filosofía del arte como función metafórica. El arte es como un
sueño en vigilia que, al igual que el mito, arroja nueva luz sobre el mundo. Por su virtud «el
intelecto, ese maestro del fingir, se encuentra libre de su esclavitud habitual y celebra sus
saturnales». En el debate entre abstracción e imaginación, entre filosofía y arte, el joven
Nietzsche optó por el arte.
Así habló Zaratustra (1885) es una obra que consta de un prólogo y de cuatro partes. Zaratustra es
una figura legendaria de la antigua Persia que vivió en el siglo VI antes de Cristo. Nietzsche lo
presenta como un personaje que, cuando tiene treinta años, se retira a la soledad de la montaña
acompañado de dos animales: el águila (símbolo del orgullo) y la serpiente (símbolo de la
inteligencia). En la soledad de la montaña aprende su sabiduría y un día decide predicársela a los
hombres. Su sabiduría hace referencia a la muerte de Dios, al nihilismo y a la llegada del
superhombre. El fracaso es total y los hombres se burlan de él.