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FILOSOFÍA

Prof. Sergio Pinto

DEFINICIONES DE FILOSOFÍA

Texto Nº 1
Ahora bien, la primera consecuencia del reconocimiento –obvio por lo
demás- de que hay que partir de esa situación es que la introducción
a la filosofía no puede ser intemporal sino histórica, porque son
históricos los dos términos que intervienen en ella. La intemporalidad
de las ciencias y, en general, de las verdades, es cualquier cosa
menos evidente, y en su momento tendremos que plantearnos esta
cuestión, pero en el caso de la introducción a la filosofía la cosa es tan
patente, que tal cuestión no puede ni siquiera plantearse, porque la
introducción no es un –repito- un sistema de enunciados sino algo que
acontece –se entiende ahora-, un efectivo introducirse, es decir
introducirme yo aquí y ahora en algo que de algún modo encuentro en
mi circunstancia. Por consiguiente no cabe una introducción en
abstracto y sin más; esa expresión sólo es un esquema formal, que
habrá de llenarse de contenidos históricos cuantas veces se realiza.

Marías, Julián. Introducción a la Filosofía. Manuales de


la Revista de Occidente, Madrid, 1957, Págs. 2-3.

Texto Nº 2
Teeteto: -Por los dioses, Sócrates, que mi admiración aumenta
sobremanera al plantearme estas cosas; y sube hasta tal punto que a
veces aliento vértigo sólo con mirarlas.
Sócrates: -Ah, querido Teodoro, no has lanzado vanas sospechas en la
crítica de ti mismo. Muy propio del filósofo es el estado de tu alma: la
admiración. Porque la filosofía no conoce otro origen que éste, y bien
dijo –pues era un entendido en genealogías– el que habló de Iris como
hija de Taumantes. Adviertes ya, por tanto, que relación pueden tener
estas cosas con la doctrina que enseña Protágoras.
Teeteto: -Todavía no me doy cuenta.
Sócrates: -Sin embargo creo que sabrás prestarme un servicio: el de
permitir que te ayude a penetrar en el pensamiento de un hombre y,
sobre todo, de hombres famosos hasta lograr incluso descubrir la
verdad que ellos guardan.

Platón, Teeteto, o de la ciencia. 115-d.


Texto Nº 3
De todo lo que acabamos de decir sobre la ciencia misma resulta la
definición de filosofía que buscamos. Es imprescindible que ésta sea
la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas,
porque una de las causas es el bien, la razón final. Y que no es una
ciencia práctica lo prueba el ejemplo de los primeros que han

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filosofado. Lo que en principio movió a los hombres a hacer las


primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración.
Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se
aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después avanzando
paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por
ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros
y, por último, la formación del Universo. Ir en busca de una
explicación y admirarse, es reconocer que se ignora. Y así, puede
decirse que el amigo de la ciencia lo es en cierta manera de los mitos,
porque el asunto de los mitos es lo maravilloso. Por consiguiente, si
los primeros filosofaron para liberarse de la ignorancia, es evidente
que se consagraron a la ciencia para saber y no por miras de utilidad.

El fin que nos proponemos en nuestra empresa debe ser una


admiración contraria, si puedo decirlo así, a las que provocan las
primeras indagaciones en toda ciencia. En efecto, las ciencias, como
ya hemos observado, tienen siempre su origen en la admiración o
asombro que inspira el estado de las cosas; como por ejemplo, por lo
que hace a las maravillas que de suyo se presentan a nuestros ojos,
(...). Pues bien, nosotros necesitamos participar de una admiración
contraria: lo mejor está al fin, como dice el proverbio. A este mejor, en
los objetos que se trata, se llega por el conocimiento.
Aristóteles. Metafísica, 1-2.

Texto Nº 4
Nos hallamos ahora en situación de ver que la función de la filosofía
es por completo una función crítica. ¿En qué consiste exactamente
esa actividad crítica? Una manera de responder a esta pregunta es
decir que la tarea del filósofo consiste en determinar la validez de
nuestras hipótesis científicas y de nuestras suposiciones cotidianas.
Pero esta opinión aunque muy difundida es errónea. Si un hombre
decide poner en duda la verdad de todas las proposiciones en las
cuales cree habitualmente, está fuera del alcance de la filosofía
tranquilizarlo. Lo máximo que puede hacer la filosofía, además de
comprobar si sus creencias no encierran contradicción es mostrar
cuáles son los criterios usados para determinar la verdad o falsedad
de cualquier proposición determinada, (...). Podemos recurrir al
filósofo para que nos muestre qué es lo que aceptamos como prueba
suficiente de la verdad de cualquier proposición empírica dada. Pero si
se ha de contar o no con esta prueba es, en todos los casos, una
cuestión empírica. (...).
Por consiguiente podemos decir que la filosofía es una rama de la
lógica, pues vemos que la característica de una investigación
puramente lógica es que se ocupe de las consecuencias puramente
formales de nuestras definiciones y no de las cuestiones relativas a
los hechos empíricos.

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Ayer, A. J. Lenguaje, verdad y lógica. EUDEBA,


Buenos Aires, 1971. Páginas 58 y 69.

Texto Nº 5
Desde entonces los que dedicaron sus estudios a la contemplación de
la naturaleza fueron llamados sabios y su nombre llegó hasta la edad
de Pitágoras, de la cual escribe Heráclito (...) que vino a Fliunte y que
disputó allí docta y copiosamente con Leonte, príncipe de los fliacios.
Y habiéndose admirado Leonte de su ingenio y de su elocuencia, le
preguntó qué arte profesaba. Este respondió que no sabía a ciencia
cierta arte ninguno, pero que era filósofo.

Cicerón. Cuestiones tusculanas. Libro V, Traducción de


M. de Valbuena según el texto publicado en Obras
Completas de Cicerón. Anaconda, Buenos Aires, 1946.

Texto Nº 6
Esta palabra “Filosofía”, significa el estudio de la sabiduría y, por esto,
debe entenderse, además de la prudencia en las acciones, un
conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede saber,
tanto para la dirección de su vida como para la conservación de su
salud y el invento de todas las artes. A fin de que este conocimiento
sea tal, es indispensable deducirlo de las primeras causas.

Descartes, René. Los principios de la filosofía. Versión


de Juliana Izquierdo y Mora, prolongada y revisada por
F. Alcalde y Vilar. Reus, Madrid, 1925. Prefacio, págs. 9-10.

Texto Nº 7
Verdad es que esto se explica, en parte, por el hecho de que desde el
momento en que se hace posible el conocimiento preciso sobre una
materia cualquiera, esta materia deja de ser denominada filosofía y se
convierte en una ciencia separada. (...).
La incertidumbre de la filosofía es más aparente que real; los
problemas que son susceptibles de una repuesta precisa se han
colocado en la ciencia mientras que sólo los que no la consienten
actualmente quedan formando el residuo que denominamos filosofía.
Sin embargo, esto es sólo una parte de la verdad en lo que se refiere
a la incertidumbre de la filosofía. Hay muchos problemas –y entre
ellos los que tienen un interés más profundo para nuestra vida
espiritual- que, en los límites de lo que podemos ver, permanecerán
necesariamente insolubles para el entendimiento humano, salvo si su

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poder llega a ser de un orden totalmente diferente de lo que es hoy.


¿Tiene el universo una unidad de plan o designio o es una fortuita
conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una parte permanente del
universo que da la esperanza de un conocimiento indefinido de la
sabiduría o es un accidente transitorio de un pequeño planeta en el
cual la vida acabará por hacerse imposible? ¿El bien y el mal son de
alguna importancia para el universo o solamente para el hombre? La
filosofía plantea problemas de este género y los diversos filósofos
contestan a ellos de diversas maneras. Sin embargo, por muy débil
que sea la esperanza de hallar una respuesta, es una parte de la tarea
de la filosofía continuar la consideración de estos problemas,
haciéndonos concientes de su importancia, examinado todo lo que
nos aproxima a ellos y manteniendo vivo este interés especulativo por
el universo, que nos expondríamos a matar si nos limitáramos al
conocimiento de lo que puede ser establecido mediante un
conocimiento definitivo.

Russell, Bertrand. Los problemas de la filosofía.


Traducción de J. Xirau. Labor, Barcelona, 1928. Cap. XVI.

Texto Nº 8.
“Filosofía quiere decir ir de camino. Sus preguntas son más
esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una
pregunta. Pero este ir de camino -el destino del hombre en el tiempo-
alberga en su seno la posibilidad de una honda satisfacción (...).
Toda filosofía se define ella misma con su realización. Qué sea la
filosofía hay que interpretarlo. Según esto, la Filosofía es a la vez
actividad del pensamiento y la reflexión sobre este pensamiento, o
bien el hacer y el hablar de él. Solamente sobre la base de los
propios intentos puede percibirse qué es lo que en el mundo nos
hace frente como Filosofía. (...)
Hoy es dable hablar de la Filosofía quizá en [los siguientes sentidos]:
- ver la realidad en su origen;
- apresar la realidad conversando mentalmente con nosotros mismos
en la actividad interior;
- abrirnos a la vastedad de lo que nos rodea;
- osar la comunicación de hombre a hombre sirviéndonos de un
espíritu de verdad;
- mantener despierta [siempre] la razón, incluso ante lo más extraño.
La Filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre
llega a ser él mismo, al hacerse partícipe de la realidad. “

Jaspers, K, La Filosofía, México, F:C:E:, Breviarios, 1965, págs.11-12.

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