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Posteriormente en el Fuero Juzgo y en el Código de las Siete Partidas, bajo el reinado de
Alfonso X el Sabio (1221-1284), se castiga al µque iudga tuerto o por non saber' y se
sanciona que µmalamente yerra el judgador que judga contra derecho a sabiendas.'

En esta última frase (juzgar contra derecho a sabiendas) tenemos la esencia de lo que es la
prevaricación, estando tipificada en el Código penal español (artículo 446) y definida como
la sentencia dictada por un juez o magistrado a sabiendas de que la misma es injusta.
Para que este delito se produzca hacen falta, pues, dos elementos: uno de
injusticia en la sentencia y otro de voluntariedad maliciosa al dictarla.

Por injusticia se entiende una tan patente y manifiesta que puede ser apreciada por
cualquiera y no sólo por expertos o por la parte dañada, siendo un ataque en toda regla a la
legalidad y una contradicción con el ordenamiento jurídico. Por voluntariedad maliciosa,
contenida en la expresión µa sabiendas', se entiende que hay una intención deliberada de
faltar a la justicia, siendo el individuo consciente plenamente de que la resolución que dicta
es contraria a la ley. Es decir, que una resolución injusta por ignorancia excusable no es
prevaricación al faltar en ella el elemento volitivo consciente. Este delito, según el Código
Penal español, solamente puede ser cometido por los jueces, que son los únicos
autorizados para dictar sentencias y, por lo tanto, susceptibles de cometer prevaricación.

Los castigos que se imponen a los que tal hicieren contemplan penas de prisión (hasta seis
años) y de inhabilitación (hasta veinte años). La severidad de las mismas es perfectamente
entendible cuando captamos que la prevaricación supone la corrupción de la justicia allí
donde ésta ha de ser, por encima de todo, íntegra y equitativa: en la persona del juez, pues
si éste, máximo representante de la justicia, es deliberadamente injusto ello supone la
muerte de la justicia. Que Dios nos libre de jueces de esta calaña pues son una de las peores
desgracias que puede haber sobre una nación.

Pero aunque la prevaricación, en el sentido forense, solamente pueden cometerla


penalmente los jueces, yo estoy convencido de que esta trasgresión, en su sentido
etimológico, no es exclusiva de ellos solamente sino que su extensión alcanza a otros
estratos de nuestra sociedad, de manera que es susceptible de ser cometida por los
gobernantes, por el pueblo y por los dirigentes eclesiásticos.

Me explico, si apartarse deliberadamente del camino recto es prevaricación, entonces


¿cómo no llamar así a la proposición de Ley que el Gobierno español presentó al
Parlamento y mediante la cual se daba luz verde al matrimonio entre personas del mismo
sexo? Si prevaricación es desviarse de la recta norma ¿cómo no denominar así a la
aprobación de dicha propuesta por una mayoría de los representantes del pueblo? Si
prevaricación es salirse de la senda derecha ¿cómo no calificar de esa manera al respaldo
que una parte del pueblo español ha dado a la misma?. De manera que, aunque según la
letra, sólo los jueces pueden cometer prevaricación, según el espíritu de la letra es factible
que un Gobierno, que unos diputados y que una parte de un pueblo sean un conjunto de
prevaricadores.

Pero, y esto es lo más grave de todo, si prevaricación es desviarse conscientemente de lo


recto ¿cómo no evaluar así lo que algunos dirigentes evangélicos han hecho al valorar las
relaciones homosexuales como µnuevas formas de convivencia basadas en relaciones de
amor y fidelidad' según el Comunicado de prensa de la Comisión Permanente de la Iglesia
Evangélica Española (IEE)? De manera que tenemos este silogismo: si el que
deliberadamente se aparta del camino recto es un prevaricador síguese que los firmantes
de ese comunicado, al haberse apartado deliberadamente del camino recto, son
prevaricadores. Tal vez no a los ojos de las autoridades ni de la gente, pero sí a los ojos de
Dios.

Es interesante que en la lengua hebrea hay dos vocablos equivalentes de prevaricación.


Uno es beged , que contiene la idea de traición especialmente cuando se trata de pactos, ya
sea entre seres humanos o entre Dios y su pueblo; siendo destacable que el pacto
traicionado una y otra vez en el que aparece beged en la Biblia es el matrimonio, ya sea el
humano o el espiritual. La diferencia es que nosotros, hoy en día, hemos superado la
traición o prevaricación de los días del Antiguo Testamento pues no contentos con
traicionar al cónyuge, sea el humano o el divino, hemos llegado a traicionar el mismo
concepto de matrimonio. El otro vocablo hebreo equivalente de prevaricación es ma'al , en
el que la idea de perfidia (palabra compuesta de per -negación- y fides -fe-) está presente. A
tal efecto dice el Theological Wordbook of the Old Testament: µEsta palabra (ma'al) no
describe el pecado de gente incrédula sino el de gente creyente, gente del pacto, que
rompen la fe con su señor.

El texto bíblico abajo citado recoge en una catarata de repeticiones, hasta


cinco veces, la palabra prevaricación ( beged ). Es como si el profeta estuviera
sumido en medio de una saturación de prevaricación en el tiempo en el que le
ha tocado vivir, ante la cual sólo puede gemir y gritar. Fueron tiempos duros
aquéllos, a cusa de los prevaricadores; son tiempos duros éstos, por causa de los mismos
también. Lo que anuncia Isaías es un juicio devastador sobre la tierra, sin precedentes. Un
juicio que tal vez esté más cercano de lo que nosotros pensamos.

µ«Y yo dije: ¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí! Prevaricadores han prevaricado; y han
prevaricado con prevaricación de desleales. Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la
tierra. Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el foso; y el que saliere
de en medio del foso será preso en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas, y
temblarán los cimientos de la tierra. Será quebrantada del todo la tierra, enteramente
desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la
tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su
pecado, y caerá, y nunca más se levantará.'
( Isaías 24:16-20 )

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