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Equipo de Orientación Educativa y Psicopedagógica Específico de Autismo y otros Trastornos Graves del Desarrollo. Consejería
de Educación, Ciencia e Investigación, C/ Camino Viejo de Monteagudo, 109, 30007-Murcia.
RESUMEN: Los Trastornos generalizados del desarrollo se caracterizan por una perturbación grave y
generalizada de varias áreas del desarrollo: habilidades para la interacción social, habilidades para la
comunicación o la presencia de comportamientos, intereses y actividades estereotipadas. Todas las personas
afectadas por dichos trastornos presentan una serie de características comunes aunque con distinto nivel de
afectación. Esto nos lleva a considerar el autismo como un “continuo”, en el que se incluyen 12 dimensiones con
cuatro niveles de afectación cada una de ellas (Rivière, 2002). De estas dimensiones y niveles se derivan
necesidades educativas especiales. Nuestro objetivo en esta unidad es plantear, brevemente, un acercamiento
teórico-práctico para conocer el alcance de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), así como
profundizar en las necesidades educativas especiales del alumnado con Trastornos generalizados del desarrollo o
Trastornos del Espectro Autista (TEA) en las distintas áreas afectadas, con el fin de diseñar estrategias que
permitan dar la respuesta adecuada a cada una de estas personas, comprendiéndolas, favoreciendo su desarrollo y
mejorando su calidad de vida.
Palabras Clave: Trastornos generalizados del desarrollo, trastornos del espectro autista, continuo, necesidades
educativas especiales, funciones comunicativas, atención conjunta, intersubjetividad, intención comunicativa,
simbolización, competencias de ficción e imaginación.
1.- INTRODUCCION
“Es autista aquella persona a la cual las otras personas resultan opacas e impredictibles,
aquella persona que vive como ausente –mentalmente ausente- a las personas presentes, y que
por tanto ellos se sienten incompetentes para regular y controlar su conducta por medio de la
comunicación”. De esta forma tan fascinante nos define Rivière el autismo. (2000, p. 330)
De este aislamiento, de esta soledad que nos plantea Rivière, habla también Uta Frith
(1999, p. 35) cuando dice: “No es una timidez, ni un rechazo o una evitación del contacto
humano, aunque la conducta autista se interprete a veces de este modo. La soledad autista no
tiene nada que ver con estar solo físicamente, sino con estarlo mentalmente”.
Siguiendo los planteamientos anteriores, en los que el autismo nos aparece como una
significativa desviación de las pautas que rigen las relaciones entre personas, Martos (2001, p.
15) lo presenta como “una devastadora alteración de aquellas funciones esencialmente humanas,
que se gestan en los primeros años de vida”.
Se podría pensar que solo existen personas con autismo desde 1943, año en que Kanner
describió este síndrome. Esta creencia es errónea, bastando asomarse a la creación literaria
previa a esa fecha para encontrar personajes que bien podían estar dentro de la sintomatología
autista.
Comenta Lorna Wing (1974) que entre esos personajes, literarios unos, reales otros, le
fascina Fray Junípero, seguidor de San Francisco de Asís. En una ocasión, entrando Fray
Junípero en peregrinación a Roma, la multitud salió a recibirle, y él siguió columpiándose en el
columpio que encontró por casualidad en el camino, sin percatarse de lo que sucedía a su
alrededor.
Otros personajes típicos, cuando hablamos de literatura y autismo, son el niño salvaje de
Aveyron y Kaspar Hauser, mitos como Rómulo y Remo y Tarzán, y personajes de ficción como
Sherlock Colmes, Hércules Poirot, etc.
El término autista proviene del griego “autos”, que significa “si-mismo”. Este término lo
usó por primera vez el psiquiatra suizo Bleuler (1911) cuando, describiendo enfermos
esquizofrénicos, hablaba de la evasión fuera de la realidad y el ensimismamiento interior.
No fue hasta 1943, sin embargo, cuando se tuvo una definición clara (y todavía
básicamente vigente) de lo que es el trastorno autista. En ese año, Leo Kanner, en su artículo
“Los trastornos autistas del contacto afectivo”, describía el caso de once niños, llegando a la
conclusión de que todos presentaban unas características comunes:
• “Incapacidad para relacionarse normalmente con las personas y las situaciones”.
Habla Kanner (1943, p. 20) de “extrema soledad autista, que impide la entrada de
todo lo que le llega al niño desde fuera”.
• Kanner destaca también los trastornos del lenguaje que se producen en los casos
estudiados, presentando inversiones pronominales, repeticiones ecolálicas,
comprensión de mensajes de forma limitada, falta de atención a lo que oye,
entonación monótona y mutismo total.
• “Insistencia en la invarianza del ambiente”. Necesidad de inmutabilidad. El niño
presenta una rígida dependencia de rutinas y una necesidad imperiosa de igualdad.
• Aparición muy temprana del trastorno (durante los tres primeros años de vida).
Unos meses después de que Kanner publicara el articulo aludido, Hans Asperger
(1944) presenta el caso de varios niños bajo el diagnóstico de trastorno de “psicopatía
autista”, en su articulo “La psicopatía autista de la niñez”.
Está claro que Asperger no conocía los estudios de Kanner. Sin embargo,
coinciden básicamente en la descripción de las características observadas en los niños
tratados. Asperger (1944, p. 77) apunta que “el trastorno fundamental de los autistas es la
limitación de sus relaciones sociales”. Este autor señala que todo el desarrollo del niño
está influenciado por esta característica. También hablaba de anomalías en el lenguaje
(limitación del mismo, entonación inadecuada, dificultad en la pragmática del lenguaje,
etc.), de pensamientos y acciones muy obsesivas y poca influencia del exterior.
A veces se piensa que Asperger describió casos con distinta sintomatología de los
que presentó Kanner, y esto no es del todo cierto. La verdad es que Asperger dio una
descripción más amplia que la de Kanner de lo que era la “psicopatía autista”, ya que
presentó casos que iban desde graves lesiones neurológicas hasta casos que rozaban el
desarrollo normal.
Todos los autores coinciden en diferenciar tres etapas principales en el estudio del
autismo desde que Kanner lo describiera en 1943.
Abarca los veinte primeros años. En esta época el autismo se presenta como un
trastorno emocional. Predominan los planteamientos que sostienen que son los padres los
responsables de las alteraciones que aparecen en sus hijos/as, y ello porque no han sabido
ofrecerle el afecto necesario para que se produzca un desarrollo normal. Partiendo de esta
hipótesis, la manera más adecuada de ayudar a estos niños sería a través de terapias
dinámicas que puedan restablecer esas relaciones afectivas que fueron defectuosas.
Durante estos años se fueron dejando atrás las hipótesis que entendían el autismo
como un trastorno emocional y, por lo tanto, se abandonaron las ideas relativas a los
padres culpables (la angustia creada a las familias con esta hipótesis fue, como es fácil
comprender, muy importante). Durante este periodo aparecieron las primeras sospechas
de que el autismo está asociado a trastornos neurobiológicos, lo que llevó a pensar que se
trataba más de un desajuste cognitivo que afectivo.
Como veremos más adelante, en estos últimos años han aparecido varias teorías,
tanto psicológicas como neurológicas, que de una forma rigurosa ayudan a entender las
alteraciones de este trastorno y su incidencia en las personas afectadas.
Como afirma Baron-Cohen (1993, p. 22), “Una teoría de la mente nos proporciona
un mecanismo preparado para comprender el comportamiento social. Podríamos predecir
que si a una persona le faltara una teoría de la mente, es decir, si una persona estuviera
ciega ante la existencia de los estados mentales, el mundo social le parecería caótico,
confuso y, por tanto, puede ser que incluso le infundiera miedo. En el peor de los casos,
esto podría llevarle a apartarse del mundo social completamente, y lo menos que podría
suceder es que le llevara a realizar escasos intentos de interacción con las personas,
tratándolas como si no tuvieran “mentes”, y por tanto, comportándose con ellas de forma
similar a como lo hacen con los objetos inanimados”.
Frith (1989) afirma que las personas con autismo tienen grandes dificultades para
elaborar interpretaciones comprensivas de las situaciones mediante la observación de las
pistas que el contexto ofrece (gestos, expresiones, movimientos, etc.). Son incapaces de
integrar en un todo coherente los diferentes aspectos que una situación les propone.
1.- Trastorno cualitativo de la relación, manifestada al menos como mínimo en dos de las siguientes
características:
a. Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como el contacto ocular, expresión facial,
posturas corporales y gestos para regular la interacción social.
b. Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel de desarrollo.
c. Ausencia de conductas espontáneas a compartir con otros intereses y objetivos (conductas de señalar,
mostrar).
d. Falta de reciprocidad social o emocional.
2.- Trastorno cualitativo de la comunicación, manifestadas como mínimo en dos de las siguientes características:
a. Retraso o ausencia total del desarrollo del lenguaje oral (no intenta compensarlo con otros medios
alternativos de comunicación como gestos o mímica).
b. En sujetos con habla adecuada, alteración importante para comenzar o mantener una conversación.
c. Uso estereotipado y repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrásico.
d. Ausencia de juego de ficción espontáneo y variado o de juego de imitación social propio de su nivel de
desarrollo.
3.- Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringido, repetitivos y estereotipados, manifestados por
lo menos por una de las siguientes características
a. Preocupación excesiva por uno o varios focos de intereses estereotipados y restringidos que resulta anormal
por su intensidad o contenido.
b. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
c. Manierismos motores estereotipados y repetitivos (sacudir las manos o dedos, movimientos complejos de
todo el cuerpo).
d. Preocupación persistente por parte de objetos.
B. Retraso o funcionamiento anormales por lo menos una de las siguientes áreas antes de los tres años:
(1) interacción social, (2) empleo del lenguaje en la comunicación o (3) juego simbólico.
C. El Trastorno no se explica mejor por un Síndrome de Rett o trastorno desintegrativo de la niñez.
Rivière opta también, como hace el DSM-IV, por diferenciar entre el autismo de Kanner
y el trastorno de Asperger. Sin embargo, este autor no esta de acuerdo con la definición que de
éste último hace el manual de psiquiatría americano cuando dice que el trastorno de Asperger no
presenta retrasos en el lenguaje. Rivière apunta, muy acertadamente, que las personas con este
trastorno sí tienen problemas en el desarrollo del lenguaje; no presentan problemas estructurales,
sintácticos, pero sí un lenguaje extraño, con limitaciones pragmáticas y prosódicas; es un
lenguaje demasiado correcto, pedante, con un vocabulario no apropiado a veces.
Cuadro 4. Trastorno de Asperger. Criterios diagnósticos (DSM-IV-TR).
A. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada al menos por dos de las siguientes
características
(1) importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales como contacto ocular,
expresión de la cara, posturas corporales y gestos que regulan la interacción social.
(2) incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros apropiados al nivel de desarrollo del
sujeto.
(3) ausencia de la tendencia espontánea a compartir placeres, intereses y objetivos con otras
personas.
(4) ausencia de reciprocidad social o emocional.
C. El trastorno causa un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, laboral y otras áreas
de la actividad del sujeto.
D. No hay retraso general del lenguaje.
E. No hay retraso significativo del desarrollo cognitivo ni del desarrollo de habilidades de autoayuda
propias de la edad, comportamiento adaptativo y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.
F. No cumple los criterios de otro trastorno generalizado del desarrollo ni esquizofrenia.
Esta categoría se utiliza, según el DSM IV-TR, cuando existe una alteración grave y
generalizada del desarrollo de la interacción social reciproca o de las habilidades de
comunicación verbal y no verbal, o cuando hay comportamientos, intereses y actividades
estereotipadas, pero no se cumplen los criterios de las anteriores Trastornos del Desarrollo.
5.- LAS DIMENSIONES DEL ESPECTRO AUTISTA.
Rivière (1997) amplió las dimensiones que pueden aparecer dentro del espectro autista
hasta doce (ver cuado 5), estableciendo en cada dimensión cuatro niveles. Así, en el primer nivel
estarían aquellas personas con trastornos más graves y niveles cognitivos más bajos, mientras
que en el cuarto nivel estarían aquellas personas con trastornos menos graves, como son las
personas con Síndrome de Asperger.
El desarrollo en el conocimiento social de los niños autistas no se logra por los medios
con los que los demás lo logran. El alumno con autismo no es que no quiera aprender el
conocimiento social (o que lo aprenda pero se niegue a manifestarlo), es que no sabe, no puede
aprenderlo a través de los medios naturales. Por tanto, es necesario programar la enseñanza
expresa de esos conocimientos.
Las dificultades para interactuar con otras personas constituyen uno de lo pilares básicos
en las personas con autismo. No obstante, estas dificultades se manifiestan de diferente manera y
complejidad. Unidas a estas dificultades para mantener relaciones interpersonales se presentan
otras que, a veces, pueden pasar desapercibidas, no siendo por ello menos importantes; nos
referimos a las dificultades en la acción, en la atención y en la preocupación conjunta
(capacidades de referencia conjunta), y a las dificultades en las capacidades intersubjetivas y
mentalistas.
Así, nos encontramos con una serie de aspectos muy sutiles de la calidad de esas
relaciones. En todo el espectro autista se manifiesta una característica dificultad para compartir
focos de interés, acción o preocupación con las otras personas; lo que se ha venido a llamar
déficit en la atención conjunta o compartida. Estas dificultades se observan en la ausencia de
patrones comunicativos para compartir experiencias, en la imposibilidad de mirar lo que otra
persona está mirando, en la ausencia de mirada referencial, que nos permite mirar
alternativamente a una persona y al objeto del que se está hablando; en las dificultades para
interpretar lo que el otro quiere decir con una mirada, en las dificultades para decirle al otro que
algo nos interesa. En definitiva, en entender y percibir al otro como “un sujeto” con ideas,
emociones y sentimientos que se pueden compartir.
Todas las teorías explicativas actuales sobre el autismo intentan comprender los
trastornos de relación, las dificultades en comunicación y los problemas para entender el mundo
de las personas con este trastorno. Se parte de dos planteamientos que en un principio surgieron
como distintos: la Teoría de la Mente y la Intersubjetividad. Para la Teoría de la Mente –como
hemos referido anteriormente-, el autismo sería una alteración cognitiva que no permite atribuir
mente a los demás (conocer que los demás piensan o sienten). Para el planteamiento basado en la
intersubjetividad, el autismo es un conjunto de dificultades que impiden las relaciones afectivas.
“Antonio es un niño de 5 años. Sus padres comentan que vive en su propio mundo. En el parque no juega
con otros niños, los aparta para subir al tobogán como si fueran objetos. En el patio del colegio ocupa todo el
tiempo tirando piedras a un banco”.
“José Manuel es un alumno de 2º de la ESO. Le encantan los animales. Lee incansablemente sobre este
tema y tanto a adultos como a iguales cuenta y pregunta aspectos relacionados con su centro de interés. No
entiende por qué sus compañeros no comparten esta afición. En el recreo deambula de un lugar para otro, o busca
a algún profesor para charlar (de animales, claro). Le gusta una chica (lo dice y se pone rojo); a veces dibuja
animales y se los regala, nunca habla con ella”.
Cuadro 6. Niveles de la dimensión del Trastorno Cualitativo de la Relación Social (Rivière, 2002)
Como vemos, en el primer nivel de esta dimensión se encuentran aquellas personas con
autismo que permanecen en una soledad personal y mental total. Afortunadamente, en este nivel
se encuentran el menor número de personas con TEA, siendo más frecuente que se sitúen en el
segundo nivel. También es preciso decir que una atención temprana adecuada hace que, poco a
poco, vayan apareciendo vínculos hacia personas significativas para ellos (p.e., padres, maestros,
etc.), siendo más difícil establecer relaciones y vínculos con iguales. Por ello hemos dicho que es
más frecuente que los niños con autismo se encuentren en el segundo nivel.
Para los niños con autismo que se encuentran en el segundo y tercer nivel, es muy
importante plantearnos como objetivos fundamentales en nuestra intervención dotarles de
contextos que faciliten la relación con iguales, fomentando la motivación por esas relaciones, así
como desarrollar habilidades sociales básicas.
Sabemos que las personas del cuarto nivel tienen una motivación definida para
relacionarse con iguales, lo que no quiere decir que sepan hacerlo de la forma más adecuada, por
lo que debemos prestarle las ayudas necesarias mediante programas concretos de habilidades
sociales, así como de uso funcional y pragmático del lenguaje.
NECESITAN:
- Iniciar y mantener interacciones con adultos e iguales.
-Establecer contacto ocular.
-Percibir que sus acciones tienen consecuencias en el entorno y en los otros.
-Aprender y usar conductas adecuadas socialmente.
“Mi hija Maria nunca mira a la cara cuando habla o le hablo. Cuando intentamos mantener una
conversación su padre, ella y yo, mantiene la mirada fija en un punto, en algo que nada tiene que ver con el tema
tratado, no alterna la mirada a su padre o a mí, según quien hable”
Cuadro 7. Niveles de la dimensión del Trastorno Cualitativo de las capacidades de referencia conjunta -acción,
atención, y preocupación- (Rivière, 2002).
Nivel 1.-Ausencia completa de acciones conjuntas, é interés por las acciones (incluso miradas) de
referencia conjunta. Tiende a ignorar por completo las miradas y gestos significativos de otras
personas. A veces reaccionan con evitación (rabietas) a los intentos de otros de “compartir una
acción”.
Nivel 2.-Realización de acciones conjuntas simples (devolver una pelota que se lanza) con personas
implicadas. No hay miradas “significativas”. Se comparten acciones sin ninguna manifestación de
que se perciba la subjetividad del otro.
Nivel 3.-Empleo a veces de miradas de referencia conjunta en situaciones interactivas muy
dirigidas. No hay empleo de “miradas cómplices” en situaciones más abiertas. Parece haber una
interpretación limitada de miradas y gestos ajenos con relación a situaciones.
Nivel 4.- Pautas establecidas de atención y acción conjunta. Se les escapan muchas miradas y gestos
en situaciones interactivas. No se comparten apenas “preocupaciones conjuntas” o “marcos de
referencia comunicativa” triviales con las personas cercanas.
NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES RELACIONADAS CON LOS
TRASTORNOS DE LAS CAPACIDADES DE REFERENCIA CONJUNTA.
Es difícil entrar en el mundo del niño con autismo situado en el primer nivel de esta
dimensión, compartiendo con él situaciones que nos llevarían a intentos de atención conjunta.
Tenemos que plantearle situaciones altamente motivantes y significativas para él, que nos
conviertan en poderosos reforzadores en determinados momentos. Aún así en muchas ocasiones
parecerá que solo nos quedamos en “acciones conjuntas” (juegos de toma y dame), pero este será
el primer paso para llegar a la “atención conjunta”.
Cuando los niños con autismo dominan algunas capacidades de acción conjunta en
determinadas situaciones aprendidas, habrá que enseñarle pautas de referencia conjunta, como el
empleo de miradas para la consecución de un deseo, como una estrategia comunicativa.
En las personas del espectro autista situadas en el cuarto nivel habrá que trabajar cuáles son
los temas de preocupación común en sus entornos más cercanos y familiares, despertando su
motivación e interés por los mismos y enseñándoles a participar de ellos.
NECESITAN:
-Desarrollar miradas con iguales y adultos de referencia conjunta.
-Comprender y utilizar expresiones faciales, gestos y miradas como estrategias comunicativas.
Cuadro 8. Niveles de la dimensión del Trastorno Cualitativo de las capacidades intersubjetivas y mentalistas.
(Rivière, 2002)
Nivel 1.-Ausencia de pautas de expresión emocional correlativa (intersubjetividad primaria),
atención conjunta y actividad mentalista. Falta de interés por las personas y de atención a ellas.
Nivel 2.-Respuestas intersubjetivas primarias ocasionales. En la relación con la persona con EA se
puede tener la vivencia de compartir emociones de forma ocasional y limitada. No hay muestras de
íntersubjetividad secundaria o de que la persona perciba al otro como “sujeto”
Nivel 3.-Indicios de íntersubjetividad secundaria, pero no atribución explícita de mente. En algunos
casos se emplean, de forma limitada y ocasional, términos mentales como “contento o triste”.
Nivel 4.-La persona con EA en este nivel tiene conciencia de que las otras personas tienen mente y
emplea términos mentales. Sin embargo, los procesos mentalistas en las interacciones reales son
limitados, lentos y simples. No se acomodan bien a la complejidad, el dinamismo y las sutilezas de
las interacciones.
Para los niños que se encuentran en el primer nivel de esta dimensión es necesario
programar una serie de actuaciones mediante juegos interactivos, circulares, de contacto
físico, que propicien situaciones placenteras en ellos, entrando así a formar parte de su
mundo. Una vez conseguido este primer objetivo, con los niños en el segundo y tercer nivel
podemos comenzar a trabajar emociones y experiencias que impliquen reciprocidad. Es
necesario que comiencen a entender situaciones sociales desde el punto de vista mentalista y
que aprendan a percibir qué sensaciones se experimentan en esas situaciones, así como a
predecir como actuarán las personas en distintas situaciones (intersubjetividad secundaria).
Las personas que se encuentran en el último nivel tienen conciencia de sus propias
dificultades para compartir estados mentales con los otros. Es necesario que aprendan a
manifestar sus emociones y sentimientos, que aprendan a percibir los de los demás y que
aprendan a predecir qué consecuencias a nivel emotivo pueden tener sus interacciones con
ellos.
NECESITAN:
-Establecer relaciones entre distintas situaciones y las emociones que producen.
-Adquirir estrategias para manifestar sus emociones y entender las de los demás.
-Descubrir que las personas tiene vivencias, experiencias, sentimientos propios.
-Comprender las consecuencias que sus acciones pueden tener en los demás.
Comunicarse es una de las grandes dificultades para los niños con trastornos
generalizados del desarrollo, para algunos de ellos insuperables a lo largo de su vida. A los más
afectados les cuesta aprender a pedir lo que desean; otros, frecuentemente con la ayuda de
sistemas alternativos o aumentativos de comunicación (SAAC), logran percibir que con un gesto
o una imagen pueden lograr algunos efectos, como conseguir algo que quieren. Algunos de ellos
desarrollarán lenguaje oral posteriormente. La comprensión verbal está igualmente afectada en
los niños del espectro autista, desde aquellos que no decodifican el lenguaje oral, presentan
“sordera central”, hasta aquellos otros que siendo capaces de entender fragmentos discursivos,
no infieren la intencionalidad con que se emite, sobre todo si no coincide con la literalidad del
discurso. Estos últimos, con menor afectación, podrán ser capaces de compartir experiencias con
otras personas, aunque mantendrán otras dificultades comunicativas, como la falta de
comprensión de reglas sociales, bromas, dobles sentidos, etc. así como un lenguaje peculiar,
verborréico a veces, lacónico otras, poco ajustado a las necesidades de su interlocutor y literal
en casi todos los casos.
“Mario, tiene 3 años, y no hace demandas. Cuando quiere agua o comida, lleva a su madre del brazo ante el
frigorífico, una vez allí espera, y llora con frustración si no acierta a darle lo que quiere, otras veces desiste y se
aleja. Todavía no señala con el dedo como podría hacer un niño mucho menor que él, cuando todavía no sabe
hablar”.
“Oscar tiene siete años y un lenguaje a menudo verborreico, habla en exceso, y frecuentemente pregunta sin
esperar la respuesta; pasa de un tema a otro. Le gusta hablar siempre de los mismos temas, y ello además sin venir
a cuento: “Antes del 2003 va el 2002”, “se está acabando el mes de diciembre”, etc. Algunas veces dice cosas
socialmente inapropiadas (p.e., a una persona que acaba de conocer en la fila del supermercado: “¿tu tienes pelos
en las axilas?, esto lo hace en voz alta, casi gritando, sin importarle el lugar en el que está o la presencia de otras
personas”.
Cuadro 9. Niveles de la dimensión de Trastorno cualitativo de las funciones comunicativas (Rivière 2002)
Nivel 1: Ausencia de comunicación entendida como cualquier clase de relación intencionada con
alguien, acerca de algo, que se realiza mediante empleo de significantes.
Nivel 2. La persona realiza actividades de pedir, mediante conductas de uso instrumental de personas,
pero sin signos. Es decir, pide llevando de la mano hasta el objeto deseado, pero no puede hacer gestos o
decir palabras para expresar sus deseos. De este modo, tiene conductas con dos de las propiedades de la
comunicación (son intencionadas e intencionales), pero sin la tercera (no son significantes).
Nivel 3: Se realizan signos para pedir: pueden ser palabras, símbolos inactivos, gestos “suspendidos”,
símbolos aprendidos en programas de comunicación, etc. Sin embargo, solo hay comunicación para
cambiar el mundo físico. Por tanto, sigue habiendo ausencia de comunicación con función ostensiva o
declarativa.
cambiar el mundo físico. Por tanto, sigue habiendo ausencia de comunicación con función ostensiva o
declarativa.
Nivel 4: Empleo de conductas comunicativas de declarar, comentar, etc., que no solo buscan cambiar el
mundo físico. Sin embargo, suele haber escasez de declaraciones capaces de cualificar subjetivamente la
experiencia (es decir, referidas al propio mundo interno) y la comunicación tiende a ser poco recíproca y
poco empática.
“Marta tiene una edad de 4 años, ha comenzado a decir sus primeras palabras hace unos meses, mantiene una
jerga peculiar, una jerga ininteligible, y a veces -con una pronunciación perfecta- intercala alguna palabra, que
ha oído en la TV o en algún otro lugar. Incluso repite alguna frase que le ha llamado la atención, reproduciéndola
con la misma melodía con la que la escuchó. Cuando le preguntamos, a menudo nos responde con la misma
pregunta que le hemos hecho”
.
“Lucas tiene 3 años y todavía no emite ninguna palabra, tampoco tiene jerga, es muy silencioso, solo cuando se
altera emite unos sonidos guturales, grita, o llora si se pone demasiado nervioso”.
“Rafa tiene 10 años, no tiene ninguna palabra, sin embargo ha aprendido a pedir alguna cosa, “caramelo”, “agua”
con el Programa de Comunicación Total -habla signada- de B. Schaeffer y sobre todo, ha comenzado a comprender
que consigue cosas, tras realizar una acción”.
Cuadro10. Niveles de la dimensión del Trastorno cualitativo del lenguaje expresivo (Rivière 2002)
Nivel 1: Ausencia total del lenguaje expresivo. El mutismo puede ser total o funcional. Este último se
define por la presencia de verbalizaciones que no son propiamente lingüísticas (pueden ser, por ejemplo,
emisiones con función musical). Es decir, no implican análisis significativo ni tienen la función de
comunicar.
Nivel 2: El lenguaje es predominante ecolálico o compuesto de palabras sueltas. Aparecen ecolalias y
palabras funcionales. No hay propiamente creación formal de sintagmas o de oraciones. No hay discurso
ni conversación.
Nivel 3: Lenguaje oracional. Capacidad de producir oraciones que ya no son predominantemente
ecolálicas, y que implican algún grado de conocimiento implícito de reglas lingüísticas (una cierta
competencia formal). Sin embargo, los sintagmas y las oraciones no llegan a configurar discurso ni se
organizan en actividades conversacionales. La interacción lingüística produce la impresión de juego de
frontón, que carece del espontáneo dinamismo de las verdaderas conversaciones. Puede haber muchas
ecolálicas, y que implican algún grado de conocimiento implícito de reglas lingüísticas (una cierta
competencia formal). Sin embargo, los sintagmas y las oraciones no llegan a configurar discurso ni se
organizan en actividades conversacionales. La interacción lingüística produce la impresión de juego de
frontón, que carece del espontáneo dinamismo de las verdaderas conversaciones. Puede haber muchas
emisiones irrelevantes o inapropiadas.
Nivel 4: Lenguaje discursivo. Es posible la conversación, aunque tienda a ser lacónica. Las personas en
este nivel pueden ser conscientes de su dificultad para encontrar temas de conversación y para transmitir
con agilidad información significativa en las interacciones lingüisticas; intercambian con dificultad roles
conversacionales, comienzan y terminan las conversaciones de forma abrupta, pueden decir cosas poco
relevantes o poco apropiadas socialmente. Se adaptan con dificultad a las necesidades comunicativas de
sus interlocutores. Frecuentemente su lenguaje está prosódicamente muy alterado. Parece pedante,
rebuscado o poco natural, o abrupto y poco sutil. Hay dificultades para regular los procesos de selección
temática y cambio temático en la conversación y en el discurso.
Las necesidades educativas especiales, por tanto, serán muy distintas según el grado de
afectación o severidad del trastorno. En los casos más severos pueden precisar sistemas
alternativos y/o aumentativos de comunicación (SAAC). En los casos más leves necesitarán
desarrollar fundamentalmente aspectos pragmáticos del lenguaje, es decir, desarrollar un uso del
lenguaje más funcional, una expresión más flexible del lenguaje frente a un lenguaje más literal,
además de otras dimensiones del mismo, como la morfología y la sintaxis, frecuentemente
alteradas.
NECESITAN:
- Sistemas de comunicación alternativa y/o aumentativa (SAAC) en los casos que así lo requieran.
- Desarrollar lenguaje funcional y espontáneo, acentuando los objetivos pragmáticos por encima de los
estructurales.
- Que se les enseñe destrezas lingüísticas y comunicativas en contextos naturales.
- Desarrollar la imitación gestual.
- Desarrollar vocabulario y la construcción espontánea de oraciones no ecolálicas.
- Conocer y aplicar las reglas lingüísticas.
- Aprender a conocer y tener en cuenta las necesidades del interlocutor en los intercambios
comunicativos.
- Que se les enseñe a guardar los turnos de palabra.
- Diferenciar las emisiones irrelevantes y/o inapropiadas de las que no lo son.
- Aprender a realizar definiciones, diferenciando lo esencial de lo accesorio.
- Regular los procesos de selección temática y cambio temático en la conversación y en el discurso.
- Desarrollar un lenguaje expresivo más flexible frente a un lenguaje literal.
- Que se les enseñe de forma explícita a interpretar las señales del interlocutor, las reacciones de los
otros.
- Limitar las anomalías prosódicas
- Que se les enseñe a iniciar conversaciones, pedir aclaraciones cuando no comprenden algo.
- Disminuir la ansiedad ante la actividad lingüística.
“María tiene 3 años, generalmente no atiende a su nombre, sus padres dicen que atiende solo cuando le interesa,
que es muy selectiva. En algunas ocasiones, cuando oye la voz de su madre, al ir a recogerla al colegio, se gira y la
busca. Ella identifica la voz de su madre, pero tiene importantes dificultades en el procesamiento del lenguaje oral.
Eso confunde a sus padres, que realmente no saben cuándo no entiende y cuándo no quiere. Por ej,. comprende
“vamos a la calle” cuando su madre simultáneamente coge el abrigo y las llave; en esa situación relaciona el
mensaje oral, con algunas rutinas y claves visuales”.
“Miguel tiene un lenguaje gramaticalmente correcto, incluso utiliza un vocabulario amplio, lee desde que tenía 3
años, dispone de otros muchos conocimientos, sabe incluso los diámetros de todos los planetas, es un tema de gran
interés para él, pero Miguel no sabe interpretar una broma o una frase con doble sentido. Los padres de Miguel
han aprendido, son expertos, en explicar a su hijo todas las situaciones nuevas que van surgiendo, le explican por
ej. Cuando se trata de una broma y por qué, también su maestra le ayuda a distinguir lo que es una broma de una
gamberrada o de una broma pesada y de esta forma Miguel, que de manera espontánea no lo entendería, está
aprendiendo a razonar muchas de estas cosas”.
Cuadro 11. Niveles de la dimensión de trastorno cualitativo del lenguaje receptivo (Riviére 2002)
Nivel 1: “Sordera central”. El niño o adulto en este nivel ignora por completo el lenguaje, con
independencia de que le sea específicamente dirigido a él. No responde a órdenes, llamadas o
indicaciones lingüísticas de ninguna clase. Con frecuencia provoca sospechas de si no será sordo.
Nivel 2: Asociación de enunciados verbales con conductas propias; es decir la persona con Espectro
Autista en este nivel “comprende órdenes sencillas”. Sin embargo, su comprensión consiste
esencialmente en un proceso de asociación entre sonidos y contingencias ambientales o
comportamientos. No implica ni la asimilación de los enunciados a un código, ni su interpretación e
incorporación a un sistema semántico-conceptual, ni su definición intencional en términos pragmáticos.
Nivel 3: Comprensión de enunciados. En el nivel tercero hay ya una actividad mental de naturaleza
psicolingüistica, que permite el análisis estructural de los enunciados, al menos parcial. La comprensión
suele ser extremadamente literal y muy poco flexible. Se incorporan a ella con gran dificultad las claves
pragmáticas. Así no es apenas modulada por los contextos interactivos. Los procesos de inferencia,
coherencia y cohesión que permiten hablar de “comprensión del discurso” son muy limitados o
inexistentes. Hay tendencia a atender a las interacciones verbales sólo cuando se dirigen a la persona de
forma muy específica y directiva.
Nivel 4: El nivel más alto se define por la capacidad de comprender planos conversacionales y
discursivos del lenguaje. Sin embargo hay alteraciones sutiles en procesos de diferenciación del
significado intencional del literal, en especial cuando uno y otro no coinciden. También en los procesos
de doble semiosis-comprensión del lenguaje figurado- y modulación delicada de la comprensión por
variables interactivas y de contexto.
Como sucede en las otras dimensiones, las dificultades y anomalías de comprensión son,
sin embargo, muy variables: hay niños autistas que no responden nunca al lenguaje o, como
sucede en los casos más severos, se comportan como si no lo oyeran. En el otro extremo del
continuo, niños con lenguaje oral, y con una afectación menor, como autistas de alto
funcionamiento y/o síndrome de Asperger, presentan dificultades sutiles para comprender las
metáforas, ironías, sarcasmos, etc. es decir, problemas para diferenciar el lenguaje literal del
figurado, sobre todo cuando uno y otro no coinciden. Las necesidades, y por tanto los
tratamientos que precisan para desarrollar el lenguaje receptivo, estarán directamente
relacionadas con aquellas que inciden en el desarrollo del lenguaje expresivo, enumeradas en el
punto anterior. La ecolalia, por ejemplo, es una estrategia funcional de comunicación que el niño
utiliza cuando tiene problemas de procesamiento lingüistico, siendo por tanto una manifestación
del déficit receptivo.
NECESITAN:
- Que se ajuste la complejidad del lenguaje al nivel de desarrollo lingüistico del niño.
- Apoyo en claves visuales: la presencia del objeto en su representación real, simbólica o en imágenes;
signos; gestos; dibujos, o fotografías.
- Desarrollar vocabulario receptivo.
- Desarrollar la comprensión verbal en contextos naturales.
- Desarrollar comprensión de órdenes sencillas, aumentando progresivamente la complejidad.
- Desarrollar comprensión más flexible del lenguaje, frente a una comprensión más literal. Comprender
metáforas, bromas, dobles sentidos, etc
- Comprender las intenciones e interacciones de relaciones, deseos y estados mentales de personas.
- Comprender sus propias emociones y sentimientos.
- Extraer lo esencial del discurso, integrar la información verbal, diferenciando lo relevante de lo
accesorio.
La necesidad de ese mundo sin cambios nos lleva a pensar que las personas con TEA
tienen serias dificultades cognitivas para anticipar, para predecir, para saber que va a pasar; lo
que les impide llevar a cabo acciones de planificación. Esta realidad hace que les sea altamente
difícil relacionar unas situaciones con otras, usar estrategias y esquemas de actuación aprendidas
ante una realidad en otras semejantes; así, cualquier situación es nueva y desconocida
cognitivamente.
“Daniel se pone muy nervioso cuando hacemos algo inesperado o rompemos alguna de sus rutinas,
reacciona con fuertes rabietas, llora y patalea, se tira al suelo. Hay lugares, como centros comerciales, a los que no
podemos ir con él”.
Cuadro 12. Niveles de la dimensión del Trastorno Cualitativo de las competencias de anticipación (Rivière, 2002)
Nivel 1.-Resistencia intensa a cambios y rígida adherencia a estímulos que se repiten de forma
idéntica. No hay actividades anticipatorios en situaciones cotidianas. No tienen un orden espacial y
temporal claro. Los estímulos tienen que ser idénticos en todos los aspectos para ser anticipados.
Nivel 2.-Aparecen conductas anticipatorios simples en situaciones cotidianas muy habituales.
Siguen dándose conductas de oposición en situaciones de cambio. Pueden darse reacciones muy
intensas ante situaciones nuevas e imprevistas. Los periodos que no siguen el orden habitual
presentan más problemas que los días en los que se sigue la rutina.
Nivel 3.-La anticipación les permite un tratamiento más amplio de futuro: semana, vacaciones,
escuela. Hay mejor aceptación de los cambios, pero pueden producirse situaciones graves ante
cambios imprevistos. Pueden presentar ansiedad ante sucesos futuros previstos, por los que
preguntan de forma repetitiva.
Nivel 4.-La persona prefiere un orden claro y un ambiente previsible. Es capaz de regular la
estructura de su propio ambiente, aunque no una estructura a largo plazo. Puede haber reacciones
graves ante cambios no previstos. Puede emplear estrategias activas para anticipar sin ayudas
externas.
NECESITAN:
-Vivenciar secuencias de actividades y situaciones ordenadas en el tiempo.
-Aceptar los cambios que se pueden producir en el ambiente o en acontecimientos.
-Usar claves estimulares que les permitan anticipar, planificar, predecir.
-Desarrollar estrategias de estructuración espacio-temporal.
-Usar agendas personales.
-Decidir sobre sus realizaciones futuras.
“Abraham gira delante de sus ojos cualquier objeto que esta a su alcance, entonces se aísla y es imposible
sacarlo de ahí”
“Pablo tiene 16 años, desde hace unas semanas presenta una conducta nueva, nuca antes lo había hecho,
tiene que rozar su cuerpo y su cara continuamente por las paredes. Si le digo que no lo haga se pega fuerte en la
cabeza”
Cuadro 13. Niveles de la dimensión del trastorno cualitativo de la flexibilidad mental y comportamental. (Rivière,
2002)
• Estereotipias motoras simples (balanceo, giros sobre si mismos, giros y rotaciones de objetos).
• Rituales simples acompañados de resistencia a cambios ambientales. También estereotipias.
• Rituales complejos (pautas invariables para ducharse, para comer). Apego excesivo a objetos,
fijación con itinerarios. Preguntas obsesivas.
• Contenidos obsesivos y limitados de pensamiento. Intereses poco funcionales, limitados y no
relacionadas en el mundo social en sentido amplio.
La eliminación o disminución de las estereotipias tiene que centrar nuestra actuación con
los alumnos con autismo, ya que estas conductas les llevan a un aislamiento social y a
situaciones en las que centran su atención en actividades sin función alguna, impidiéndoles llevar
a cabo actividades funcionales y enriquecedoras.
Es preciso ofrecer a los niños con TEA que presentan estereotipias actividades
funcionales alternativas, así como estrategias de comunicación que le permitan realizar acciones
motivadoras. En la medida que sean capaces de llevar a cabo actividades enriquecedoras para
ellos, irán disminuyendo las estereotipias.
Las personas con espectro autista de alto nivel cognitivo presentan contenidos obsesivos
de pensamiento e intereses restringidos y poco funcionales, por lo que es necesario intentar
abrirles ese abanico de intereses ofreciéndoles alternativas nuevas. A la hora de realizar
actividades o de buscar soluciones ante situaciones nuevas también suelen presentar
inflelxibilidad mental, lo que hace que sus realizaciones sean lentas y su adaptación a nuevos
contextos difícil. Es preciso enseñarles estrategias pautadas que les ayuden a solucionar
problemas, a diferenciar lo importante de lo que no lo es tanto, a actuar de forma eficaz en el
contexto en el que se desenvuelve.
NECESITAN:
-Necesitan ampliar sus intereses, aumentando su motivación por diferentes actividades y objetos.
-Necesitan reducir sus estereotipias, rituales, conductas repetitivas.
-Necesitan ir aceptando los cambios que se van introduciendo en el ambiente, en sus rutinas y
actividades.
-Aprender estrategias eficaces para resolver situaciones de la vida cotidiana.
“Jesús deambula todo el tiempo en el recreo, corretea de un lugar a otro, sin finalidad aparente. Tira
piedras hacia arriba y vuelve a correr”.
Cuadro 14. Niveles de la dimensión del Trastorno Cualitativo del sentido de la actividad propia. (Rivière, 2002)
• Conductas sin meta. Acciones sin propósito alguno y que no se relacionan con los contextos en
que se producen.
• Solo se realizan actividades funcionales ante consignas externas, estas son breves y muchas
veces no comprenden su finalidad, para cada paso requieren la orden externa.
• Presencia de actividades con un cierto grado de autonomía y en las que no es necesario un
control externo paso a paso
• Actividades complejas y de ciclo muy largo cuya meta precisa conoce, pro no lo asimila con
una perspectiva de futuro precisa.
Uno de los objetivos fundamentales en la educación del alumno con TEA es el dar
funcionalidad a sus conductas; es por ello que los aprendizajes que planteemos tienen que ser
siempre pragmáticos y funcionales. Estos aprendizajes se tienen que ofrecer en contextos lo
menos restrictivos posible, en contextos normalizados, naturales y altamente significativos para
nuestros alumnos, asegurándonos así la motivación.
A los alumnos que se encuentran en el primer nivel de esta dimensión será necesario
plantearles actividades altamente dirigidas, en las cuales se vea claramente el fin a conseguir y
que sirvan para desarrollar la autonomía personal, social y comunicativa. Trataremos de que
poco a poco estos alumnos vayan percibiendo que sus acciones son eficaces en el entorno en que
se desenvuelven.
Posteriormente, a los alumnos que se encuentran en el segundo y tercer nivel habrá que
ofrecerles estrategias y ayudas para que sean capaces de organizar sus actividades, ayudas que
poco a poco iremos retirando.
A las personas con TEA con mejores niveles cognitivos hay que ayudarles a que se planteen
metas reales a conseguir, a que planifiquen sus actividades para conseguirlas. A que elijan
aquello que les interesa.
NECESITAN:
-Realizar actividades funcionales de forma cada vez más autónoma.
-Entender la contingencia entre la actividad realizada y el objetivo que se persigue.
Cuadro 15. Niveles del trastorno cualitativo de las competencias de ficción e imaginación (Rivière, 2002)
Nivel 1: Ausencia completa de actividades que sugieran juego funcional o simbólico, así como de
cualquier clase de expresiones de competencias de ficción.
Nivel 2: Presencia de juegos funcionales (que no implican sustitución de objetos o invención de
propiedades) consistentes en aplicar a objetos funciones convencionales, de forma simple (por ejemplo,
hacer rodar un cochecito, o llevar una cucharita vacía a la boca). Los juegos funcionales tienden a ser
estereotipados, limitados en contenidos, poco flexibles y poco espontáneos. Frecuentemente se suscitan
desde fuera. No hay juego simbólico.
Nivel 3: Juego simbólico evocado, y rara vez por iniciativa propia. La persona en este nivel pueden tener
algunas capacidades incipientes de juego argumental, o de inserción de personajes en situaciones de
juego (por ejemplo, empleando figuritas de juguete, a las que monta en un camión), pero el juego tiende
a ser producido desde fuera más que espontaneo, y muy escasamente flexible y elaborado en
comparación con la edad. Frecuentemente es muy obsesivo (el niño tiene que llevar a todas partes sus
figuras, muñecos, etc.). Puede haber dificultades muy importantes para diferenciar ficción y realidad (no
es infrecuente que los niños o adolescentes en este nivel no puedan ver películas violentas en la TV,
porque responden como si fueran situaciones reales).
Nivel 4: Capacidades complejas de ficción. La persona con Espectro Autista en este nivel puede crear
ficciones elaboradas, pero tienden a ser poco flexibles, muy centradas en torno a un personaje por
ejemplo. Hay dificultades sutiles para diferenciar ficción y realidad, y las ficciones tienden a emplearse
como recursos para aislarse. En algunos casos, la persona se “sumerge” excesivamente en sus propias
ficciones y se aísla en ellas.
Los niños con trastornos generalizados del desarrollo tienen gran dificultad para
desarrollar sus capacidades de imitación y de juego simbólico, en mayor o menor grado -tal y
como hemos visto-, según los distintos niveles de afectación en esta dimensión. Este déficit está
directamente relacionado con las dificultades para interpretar la información social y extraer
claves para el desarrollo de los contextos sociales y comunicativos. Evidentemente, estos niños
no pueden dar adecuadamente los pasos evolutivos correspondientes en el desarrollo de sus
competencias de simulación y ficción a la edad que les correspondería. Según Harris (1991,
1993) estas etapas en el modelo del desarrollo normal serían las siguientes:
1. Desde el final del primer año son capaces de reproducir en su propio sistema emocional y
perceptivo intenciones de otros en relación con situaciones presentes.
2. Desde los 18 meses, empiezan a hacer “simulación en línea” y desarrollan las primeras
capacidades de atribución de estados mentales.
3. Desde los comienzos del tercer año desligan la simulación de los contextos presentes e
inmediatos.
4. Desde los 4-6 años su imaginación es tan poderosa que pueden superar cognitivamente
“situaciones contrafácticas” simples.
Los niños autistas no pueden dar adecuadamente estos pasos evolutivos, y estas limitaciones
pueden explicarse por su reclusión en “un mundo literal” (Frith, 1991), un mundo sin
“metarrepresentaciones”. Por otra parte, Ungerer y Sigman (1981), han demostrado la alta
correlación que se da entre las dificultades de comprensión del lenguaje en autistas y las
alteraciones y carencias en el juego simbólico y empleo funcional de objetos. Bruner (1977)
señala que la falta de capacidad de anticipación puede constituir una seria dificultad para el
desarrollo de las relaciones interpersonales y, desde luego, del mundo simbólico. En el Anexo, se
adjunta tabla de dimensiones y secuencia del desarrollo de juego simbólico (Mcune-Nicholich,
1984).
NECESITAN:
- Compartir placer lúdico. Establecer relaciones lúdicas con otras personas, partiendo de sus
intereses por ej. “juegos circulares de interacción”, juegos motores, etc.
- Desarrollar la exploración y manipulación de los objetos.
- Que se les enseñe –de forma explícita- a sustituir objetos o definir “propiedades simuladas”.
- Desarrollar la capacidad de diferenciar lo real de lo simulado.
- Diversificar los temas de juego.
- Transferir de forma explícita a destrezas de narración, interpretación de secuencias narrativas,
etc. las destrezas desarrolladas en los contextos lúdicos.
- Distinguir la ficción de la realidad, a menudo con enseñanza explícita.
- Flexibilizar y ampliar temáticamente las actividades de creación y comprensión de ficciones.
Es importante recordar, en cualquier caso que “solo es posible comenzar los tratamientos
más estructurados cuando se han podido compartir previamente, y durante períodos de tiempo
prolongados y afectivamente comprometidos, el placer funcional del juego con el niño” (Rivière,
1997, p. 133).
NECESITAN:
- Que se les recompensen de forma contingente las conductas de imitación en situaciones interactivas.
- Estimulación con programas de imitación con ayudas para evocar “aprendizaje sin errores” y en
distintos contextos naturales.
- Desarrollar el juego interactivo, la toma de turnos.
- Desarrollar la imitación a iguales.
- Desarrollar estrategias de imitación, explícitamente fomentadas.
- Modelado explícito y “role-playing” de respuestas apropiadas en situaciones sociales.
Cuadro 17. Niveles del trastorno de la suspensión -de la capacidad de hacer significantes- (Rivière, 2002)
Nivel 1: No se suspenden pre-acciones para crear gestos comunicativos. La comunicación está ausente o
se produce mediante gestos instrumentales con personas.
Nivel 2: No se suspenden acciones instrumentales para crear símbolos enactivos. No hay juego funcional
con objetos (ni por supuesto, juego de ficción o niveles más complejos de suspensión).
Nivel 3. No se suspenden las propiedades reales de las cosas o situaciones para crear ficciones y juego de
ficción.
Nivel 4: No se dejan en suspenso representaciones, para crear o comprender metáforas o estados
mentales ajenos o propios que no se corresponden con las realidades.
Las personas con espectro autista tienen dificultades para realizar diferentes clases de
actividades o funciones mentales que aparentemente son heterogéneas, pero que parecen exigir
en diferentes grados el funcionamiento de un mecanismo mental de gran importancia para crear
y comprender significantes. “Este mecanismo consiste sencillamente en dejar en suspenso
acciones o representaciones con el fin de crear significados que puedan ser interpretados por
otras personas o por uno mismo”. Rivière (2002, p.96). Por ejemplo, cuando un niño pequeño
extiende la mano para “pedir” un objeto, al tiempo que mira al adulto y vocaliza, esa acción se
convierte en un gesto significante, interpretable por la otra persona con la que se comunica. A
medida que los niños con un desarrollo normal descubren que pueden “representar” acciones,
objetos, situaciones o propiedades reales mediante esos gestos simbólicos, descubren también
que es posible dejar en suspenso las propiedades reales y literales de las cosas.
En el desarrollo normal, los niños van adquiriendo capacidades de suspensión cada vez más
altas:
1. Hacia los 9-12 meses crean gestos comunicativos para pedir (protoimperativos) y para
mostrar (protodeclarativos).
2. desde los 12-18 meses crean “símbolos inactivos”, capaces de representar objetos y
situaciones no presentes. Ej. el niño que señala una vela de madera y sopla, para
representar a su madre que ese objeto es una vela.
3. A partir de los 18-24 meses, empiezan a dejar en suspenso propiedades reales de los
objetos y las situaciones, por ej. “cabalga” en una escoba como si fuera un caballo.
NECESITAN:
- Aprender a suspender pre-acciones para crear gestos comunicativos. Este aprendizaje habrá de
ser explícito e iniciado con modelado si así se requiere, por ej. señalar objetos para pedir
(protoimperativos) o mostrar (protodeclarativos).
- Desarrollar la representación simbólica de acciones, objetos, o situaciones presentes.
- Desarrollar la representación de objetos y situaciones no presentes, base del juego simbólico.
- Desarrollar la comprensión de metáforas, chistes, ironías y en general enunciados no literales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
BIBLIOGRAFÍA COMENTADA:
Frich U.(1991). “AUTISMO”.Autor: Ed. Alianza. Madrid. Constituye un momento culminante
en la literatura sobre el autismo, por una parte, registra con la máxima coherencia central que los
datos permiten lo que hoy se sabe sobre autismo especialmente en el plano psicológico, por otra
parte abre perspectivas nuevas. La autora comenta los tres grandes periodos por los que se ha
podido explicar la historia de la investigación del autismo.
Primer periodo: 1943.
Segundo periodo: de 1963 a 1983.
Tercer periodo: a partir de 1983.
Déficit de la Teoría de la mente: Dificultades para atribuir estados mentales a otras personas.
Reciprocidad social: Entendida como una respuesta interactiva a las demandas, propuestas, o
acciones de otras personas.
Limitaciones pragmáticas en el lenguaje: Se hace referencia a las dificultades en el uso
funcional del lenguaje, al contenido social y comunicativo del mismo.
Autismo como continuo: Todas las personas del Espectro autista tendrían dificultades en mayor
o menor medida, en los aspectos relacionados con el área social, con la comunicación y el
lenguaje, la imaginación y actividades repetitivas.
Déficit en la atención conjunta: Hace referencia a la ausencia de patrones comunicativos para
compartir experiencias, como consecuencia de las dificultades para entender y percibir al otro
como “un sujeto” con ideas, emociones y sentimientos que se pueden compartir.
Enlaces de interés:
www.autismo.com
www.asperger.es
www.psicopedagogia.com
ACTIVIDADES:
- Actividad de reflexión.
Reflexionemos sobre las sensaciones que experimentamos cuando nos encontramos ante
una persona con Autismo. ¿Crees que puede existir alguna coincidencia entre esas sensaciones y
las que experimenta la persona con autismo hacia nosotros?. Analiza si esta reflexión nos puede
ayudar para comprender el significado del trastorno autista en sus dimensiones fundamentales.
- Actividad de aplicación.
¿Qué implican las dimensiones el Espectro Autista según propone Rivière a la hora de
abordar la respuesta educativa para los alumnos que presentan trastornos dentro de este
Espectro?
AUTOEVALUACIÓN:
1. El autismo es un trastorno:
a) Únicamente emocional.
b) Por causas achacables a las figuras de apego
c) Debido a factores interactivos entre el alumnado y el entorno.
d) Es un trastorno del desarrollo.
3. Son sinónimos los términos autismo, trastornos generalizados del desarrollo y Espectro
Autista.
a) Son sinónimos.
b) El autismo es un trastorno Generalizado del Desarrollo. Todas las personas con trastornos
generalizados del desarrollo están dentro del espectro autista.
c) Son términos que definen trastornos diferentes.
d) Son planteamientos diferentes a la hora de evaluar.
4. Las dimensiones del espectro autista propuestas por Rivière sirven para:
a) Situar al alumno con algunos de estos trastornos en un continuo en cada una de las áreas
afectadas.
b) Saber si un alumno es autista o no.
c) Realizar adaptaciones curriculares.
d) Son teorías explicativas.
RESPUESTAS A LA AUTOEVALUACIÓN
1-d; 2-c; 3-b; 4-a; 5-c; 6-d; 7-d; 8-a; 9-c; 10-d.
ANEXO: