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Educación
Carson manifestó tempranamente dificultades en su educación primaria,
llegando a ser el peor alumno de su clase, convirtiéndose en sujeto de insultos
por parte de sus compañeros y desarrollando, posteriormente, un
temperamento agresivo e incontrolable. Decidida a cambiar la vida de su hijo,
la Sra. Carson limitó el tiempo que Ben pasaba frente a la televisión y se negó
a dejarlo salir a jugar hasta que hubiese terminado su tarea cada día. Le exigió
leer dos libros cada semana y darle informes escritos sobre ellos, a pesar de
que, debido a su propia falta de educación, apenas podía leer los informes que
Ben escribía. Pronto Ben sorprendió a sus compañeros y profesores con sus
nuevos conocimientos. "Fue en ese momento que me di cuenta que no era
estúpido" recordó más tarde. Un año más tarde, Ben Carson era el mejor
alumno de su clase.
Después de determinar que quería ser un psiquiatra, Carson se graduó con
honores de la escuela secundaria y asistió a la Universidad de Yale, donde
obtuvo una licenciatura en Psicología. A continuación, estudió en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Michigan, donde su interés se desplazó hacia
la neurocirugía. Su excelente coordinación mano-ojo y sus habilidades de
razonamiento lo convirtieron en un sobresaliente cirujano. Después de la
escuela de medicina se convirtió en el primer afroamericano residente de
neurocirugía en el Hospital Johns Hopkins en Baltimore. A la edad de 32 años,
se convirtió en jefe de residentes de neurocirugía del hospital.
Carrera
Vida Personal
Ben Carson contrajo matrimonio con Lacena "Candy" Rustin, a quien conoció
en Yale en 1975. Candy posee un grado MBA y es una experta en música.
Ambos son miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Tienen tres
hijos: Murray, Benjamin Jr., y Rhoeyce.
Premios y Honores
El Dr. Carson ha recibido numerosos honores y premios lo largo de los años,
incluyendo más de 50 doctorados honoris causa. Ha sido miembro de
prestigiosas organizaciones, entre ellas la American Academy of Achievement,
la Asociación de Americanos Distinguidos Horacio Alger, la Sociedad Médica
Honorífica Alpha Omega Alpha, la Corporación Yale, la Sociedad de
Transformadores del Mundo IWU y el Consejo Presidencial sobre Bioética.
El 2001, el Dr. Carson fue nombrado por la CNN y la TIME Magazine como uno
de los 20 principales médicos y científicos de Estados Unidos. Ese mismo año,
fue seleccionado por la Biblioteca del Congreso, en ocasión de su 200º
aniversario, como uno de las 89 «Leyendas Vivientes» de la nación. También
es receptor de la Medalla Spingarn 2006, el más alto honor otorgado por la
Asociación Nacional por el Progreso de la Gente de Color (NAACP), y de
la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil en el país
ENTREVISTA AL DOCTOR BEN CARSON:
Autor de las obras Think Big (Piensa en grande) y Big Picture (Gran
panorama), el Dr. Benjamín S. Carson es director del Departamento de
Neurocirugía Pediátrica del Hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland,
EE.UU. Es profesor de Neurocirugía, Cirugía Plástica, Oncología y
Pediatría, y ha escrito más de noventa artículos sobre neurocirugía. Ha
recibido 27 doctorados "honoris causa" y numerosas condecoraciones
cívicas y gubernamentales. Es una de las 89 "leyendas vivientes" elegidas
como tales por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y CNN
que lo han reconocido como uno de los veinte médicos y científicos más
destacados de la actualidad.
El Dr. Carson recibe muchas invitaciones para dirigir la palabra como orador
capaz de motivar e inspirar a su audiencia. Ello le ha brindado numerosas
oportunidades de dar testimonio de su fe en el Señor y de sus creencias
adventistas. De origen humilde, el Dr. Carson se ha levantado desde ser el
tímido del aula hasta la posición de prestigio en la que se encuentra
actualmente, como directa consecuencia del "ánimo que me dio mi madre y
la gracia de Dios".
Estoy haciendo planes de reducir esa cifra a unas 350. Me gustaría aceptar
más oportunidades de hablar en público, lo que disfruto mucho, pero no
quisiera hacerlo en forma exclusiva tampoco.
Hace unos años pensé en dejar la práctica de la medicina. Esta puede llegar
a ser sumamente frustrante si sólo se toman en cuenta los trámites
burocráticos, las tareas administrativas y los problemas financieros
concomitantes. De manera que me dije a mí mismo que todo ese enredo no
valía la pena.
Pero al regresar a casa los pensamientos me pesaban cada vez más. Era
posible que el cáncer ya hubiera hecho metástasis. Era de los graves. Tenía
dentro de mí algo que me podía quitar la vida. No me preocupaba tanto la
muerte en sí sino mi familia, pacientes, el personal del hospital, esa multitud
que dependía de mí. Me sentía como si los estuviera traicionando, y esto me
pesaba mucho. Hablé con mi esposa, al respecto. Era bastante
atemorizador. Candy me recordó que Dios se haría cargo del caso, porque
siempre lo hace.
¿Qué nos puede decir de la cirugía y sus resultados?
Aun en los momentos más sombríos, cuando pensaba que podía haber una
metástasis en la médula espinal, mi fe se mantuvo firme. Como ya lo dije
antes, yo creo que Dios nunca se equivoca. Esto me da una gran confianza.
Aún si debiera morir, sería por una razón, y el Señor obtendría lo mejor de
eso. Aunque mi experiencia no fue comparable con la de Job, siento que
puedo hacer mía su declaración sobre Dios: "Aunque me quite la vida, en él
confiaré". Tendré confianza en el Señor hasta mi último suspiro, y estaré
seguro de que él estará dirigiendo todo. Por esa misma razón es que yo no
creía que iba a morir, aunque hubiese una metástasis en la médula espinal.
El podía resolver el problema y sanarme. Y yo no iba a morir.
Ahora reconozco mucho más cuánto nos ama Dios. He estado pensando en
mi propia vida, recordando cuando tenía ocho años, cuando estaba sentado
en las ruinosas escaleras de nuestra casa en Boston, rodeado de malezas y
de montones de basura, de borrachos y pandilleros. Recuerdo la sensación
de desesperanza que sentía entonces. ¡Ha sido un largo camino el que he
recorrido!
"Y quien te trajo hasta aquí ha sido Dios", me digo a mí mismo. ¿Cómo pudo
conducir Dios a ese mismo muchachito desde aquel tugurio hasta aquí? He
pensado en la experiencia de algunos personajes de la Biblia, y he llegado a
la conclusión de que Dios está tan activo hoy como entonces. Está
dispuesto a escucharnos y a obrar en nuestras vidas. Como bien dice
Proverbios 3:5, 6: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu
propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus
veredas".
¿Qué le gustaría decir a los jóvenes que están estudiando en la
universidad?
¡Sigue dando testimonio! No permitas que nadie te diga cómo debes darlo.
Si eres cristiano y amas a los demás, eso mismo te dirá cómo hacerlo.
Porque dar testimonio no es sólo distribuir publicaciones y dar estudios
bíblicos. Tiene que ver con la manera cómo tratamos a la gente y cómo
reaccionamos ante diversas circunstancias. Se trata de ser amables y
amantes con los demás, y no participar de comentarios sarcásticos y
crueles, por ejemplo. No caigas en el dogmatismo de los que están
intentando discutir contigo. Al ampliar el debate y al respetar las opiniones
de los que no piensan como tú, estarás en condiciones de ofrecer un
testimonio mucho más eficaz.
Cuando se presenta en público, ¿cuál es el mensaje que ofrece?
Depende de la audiencia. Una vez por mes doy una charla en el hospital. A
menudo desarrollo la idea de que la persona que más tiene que ver con lo
que nos ocurre es cada uno de nosotros mismos.
Con los educadores me refiero a la influencia que puede ejercer un docente
bien motivado. Y a los políticos, los dirigentes y los grupos cívicos les hablo
de liderazgo, de responsabilidad y de los efectos deletéreos de la
burocracia.
Cuando hablo en círculos académicos o en universidades, expongo
abiertamente mis creencias. En esos ambientes a menudo tengo que
referirme a lo que es éticamente correcto. Existe la tendencia a creer que
toda religión exótica y oriental está bien, mientras que lo tradicionalmente
cristiano no lo es. La tolerancia, sin embargo, es mucho más que lograr que
la gente esté de acuerdo con uno. Debes evaluar las cosas, tienes que ser
objetivo y demostrar la amplitud de tu pensamiento. Los intelectuales se
refieren con frecuencia despectivamente a los cristianos --incluso los más
educados entre ellos--, como si se tratara de gente débil, que necesita sus
creencias como muletas. Pero esos intelectuales no pueden explicar por qué
se ama la gente. El esquema evolucionista simplemente no funciona allí. Es
interesante advertir que cuando hablo en universidades e instituciones de
educación superior, parecería que el público no va a apreciar lo que voy a
compartir, pero lo que en realidad sucede es que en general me reciben con
entusiasmo.
¿Y qué nos puede decir acerca del futuro?
Sí, ése es el mensaje. ¡Pensemos en grande! Eso es lo que Dios quiere que
hagamos cada uno de nosotros.