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Recopilado y Revisado
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rossmary
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
ÍNDICE
Sinopsis ...................................................................................................................................................................................... 1
Y entonces .................................................................................................................................................................................. 8
El primer jueves.......................................................................................................................................................................... 9
Viernes ..................................................................................................................................................................................... 42
Sábado ..................................................................................................................................................................................... 71
Domingo .................................................................................................................................................................................. 90
Henry...................................................................................................................................................................................... 138
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
SINOPSIS
Abre tus ojos.
Janie pensó que sabía lo que le deparaba el futuro. Y además pensó que había hecho la paz con el
mismo. Pero no puede dejar de arrastrar a Cabel con ella. Ella sabe que él permanecerá a su lado, a
pesar de lo que ella ve en sus sueños. Él es asombroso y ella es un tren descompuesto. Janie sólo ve
una manera de darle la vida que el merece... ella tiene que desaparecer. Y eso los matará a ambos.
Entonces, un extraño entra en su vida y todo se revela. El futuro que alguna vez Janie enfrentó tiene
un amenazador cambio y sus opciones son mas horrendas que lo ella creía posible. Sola debe decidir
entre el más pequeño de dos demonios. Y el tiempo se está acabando.
El se acerca a ella, sus dedos negros y sangrantes, sus ojos trastornados, sin parpadear. Janie está
paralizada, el toca su cuello con sus manos frias, apretando fuerte, más fuerte hasta que Janie no
puede respirar. No puede moverse, no puede pensar. Mientras su apretón se vuelve más fuerte
alrededor del cuello de Janie, su rostro se vuelve loco enfermizo. El aprieta más fuerte y la comienza a
sacudir.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
JUNIO 2006
24 de Junio, 2006.
La audiencia. La verdad saliendo a la luz. Reviviendo la fiesta de Durbin delante de un juez y tres
bastardos, mirándola fijamente. Cámaras siguiéndola en todo momento desde que da un paso fuera
de la sala.
Hablando de ella.
Durante semanas, estando en las noticias locales. Cotilleos en la tienda de comestibles. En el centro
de la ciudad. La gente la señala, murmurando con las cabezas muy juntas, esas miradas en sus caras.
Aleatoriamente acercándose a ella y haciéndole preguntas invasoras. Desconocidos, antiguos
compañeros de clase, apoyándose en su espacio, susurrando, como si fueran sus más cercanos
confidentes: “Entonces, ¿qué te hicieron realmente?”
Janie no está hecha para esto, es una persona solitaria. Ella está bajo tierra. Es como si ni siquiera
tuviera tiempo para dejar todas las otras cosas atrás, lo real, lo importante. Los cambios en la vida de
Janie. Las cosas de lña libreta verde.
La presión es impresionante.
Se está sofocando.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Ocultarse.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
JULIO 2006
Cinco minutos que importan.
—Ya no lo sé —dice ella—. Simplemente no lo sé—. Presiona las palmas de sus manos en las sienes,
esperando que su cabeza no explote.
Es su secreto.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Y ENTONCES
Martes, 01 de Agosto, 2006, 7:25 am
Los dedos de él, calientes, encajan en sus costillas, pasan a través de la piel a sus pulmones
congelados. Él la sostiene. La besa. Respira para ella. A través de ella.
Después, él dice:
Ella lo hace.
En el viaje de tres horas, mira a través de sus pestañas a sus borrosos dedos, acurrucados en su
regazo. Finge estar dormida. No está segura de por qué. Sólo sumergiéndose en el silencio. Y
sabiendo, en el fondo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
EL PRIMER JUEVES
Los inquisidores no estaban en ninguna parte para ser encontrados en este lado del estado. Aquí, en
las cabinas de alquiler de Charlie y Megan en Lago Fremont, nadie la conoce. Los días son pacíficos
pero las noches... en una cabina pequeña, las noches son malas. Los sueños no se van de vacaciones
cuando la gente lo hace.
Siempre es algo, ¿no? Siempre algo y nunca nada para Janie. Nunca, jamás nada.
Al igual que el coche que un médico una vez le dijo no podía conducir, ella lo deseaba. Deseaba
revelarse al nunca, el escurridizo nada. Y cuando la siguiente pesadilla comienza, lo piensa de verdad.
1:23 a.m.
Janie tiembla en un sofá. A su lado, tendido en una silla reclinable, está Cabe. Dormido.
Janie mira, como a veces hace cuando sus sueños son dulces. Almacenándolos como recuerdos. Para
más tarde. Pero este...
Están jugando paintball en un campo al aire libre con una docena de personas sin rostro. Parece como
un videojuego.
Cabe y Janie se mueven a través de los obstáculos y se disparan el uno al otro, riendo, agachándose,
escondiéndose. Cabel se cuela y le da dos tiros a Janie, dos bolas de pintura roja.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Él sigue disparando y saca un miembro a la vez, hasta que Janie es sólo un cuerpo y una cara pintada a
rayas.
Él solloza, arrepentido, se arrodilla a su lado en el suelo, y luego la levanta y la lleva, la pone en una
silla de ruedas. La lleva a una parte vacía del campo y la pone en la hierba amarilla.
Janie se sale de ahí. Sabe que no debería perder el sueño. Pero no puede evitarlo. No puede mirar
hacia otro lado.
Cuando puede ver, se queda mirando la oscuridad del techo mientras Cabe se revuelve. Desliza su
brazo sobre los ojos, tratando de olvidar. Tratando de aparentar que cosas como esto no han estado
ocurriendo durante dos meses consecutivos, encima de todo lo demás.
4:23 a.m.
Sostiene su cabeza.
Janie y Cabel están en el patio trasero de la casa Cabe, sentados en la hierba verde. Los brazos de
Janie terminan en los codos. Sus ojos están cerrados con sutura, las agujas siguen ensartadas y
colgando del hilo, por sus mejillas. Tiene lágrimas negras.
Cabel está frenético. Saca una mazorca de maíz de una bolsa de papel y tira la seda lejos. Le da a uno
de los codos de Janie. Saca dos canicas de la bolsa de papel. Grandes ojos marrones de tigre. Los
empuja en los párpados cosidos de Janie, empuja duro, pero no se pegan. Janie se cae hacia atrás
como una muñeca de trapo, incapaz de sostenerse sin manos. La mazorca de maíz se rompe de su
codo y rueda lejos. Cabe mece las canicas de ojos de tigre en las manos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie, adormecida, no puede ver más. Y no trata de cambiarlo. No un sueño como ese. Porque es
sobre ella, y sobre cómo Cabe se está ocupando de las cosas. Se siente completamente equivocado
manipular eso. Sólo espera que él nunca le pida ayuda con eso.
No obstante, no quiere que él sueñe eso, todo el tiempo. Nada de eso. Patea con su pierna. Conecta.
Es así.
9:20 a.m.
La familiar agitación pone fin a los sueños. Un bienvenido alivio. Janie descansa en su sofá medio
dormida. Hablándose a sí misma. De vuelta a la normalidad. Pone su fachada.
Sobre la vida.
Sobre él.
9:33 a.m.
Escucha crujir la silla del jardín, y luego Cabel se sienta acurrucándose detrás de ella en el sofá. Se
pone rígida, sólo un poco. Sólo por un segundo. A continuación, toma una respiración profunda. Él
desliza sus dedos calientes bajo su camiseta y los mueve al otro lado de su vientre. Ella sonríe y se
relaja, con los ojos todavía cerrados.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Él le acaricia la piel, besa su hombro. Resbalan los dedos abajo de la cintura de sus pantalones.
—Amigo. —Janie enlaza sus dedos con los de él—. Nop —dice en voz alta, en el caso de que Charlie y
Megan estén prestando atención—. Nada está sucediendo por acá. —Y le murmura a Cabel—. Estás
haciendo el desayuno, ¿cierto?
—Cierto. Estoy empezando el fuego con mi mente, friendo el tocino con mis más oscuros, crujientes
pensamientos. Y pensé que tú tenías una habilidad especial. Piensa de nuevo, missypants.
—Sí. —Su barbilla le rasca la espalda—. Bueno, tan bien como cualquiera puede dormir en tiras de
plástico fibroso y una barra de metal, clavándose en su culo. —Él le muerde el lóbulo de la oreja y
añade—: ¿Por qué? ¿Tenía una pesadilla? Siempre me pone nervioso cuando me preguntas eso.
9:58 a.m.
Ellos hacen cosas vacacionales. Sentados alrededor de Charlie y Megan, tomando café, preparando el
desayuno en la fogata. Relajándose. Llegando a conocerse mejor.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Está frente a todo, temerosa de que perderá algo que necesita ser visto antes de que sea demasiado
tarde.
Pero es valiente. Todo parece normal. A pesar de que en el interior, está destrozada.
Enfrentarse a ellos: Doc, Feliz, y Dumbass, era mucho más difícil de lo que pensó que sería.
Revivir todas las mentiras. El programa. Los asaltos. Todas las cosas que los maestros hicieron. Fue
horrible.
Ahora se acabó, el zumbido se apagó, pero las cosas seguían siendo difíciles. Estando en la pista de
nuevo, y enfrentándose a la realidad de un ciego y cojo futuro… es difícil. Tener una madre que es una
borracha es muy difícil también. Pensar sobre la universidad, donde la gente duerme por todas
partes... y un novio, cuyas dudas y temores sólo salen en sus sueños. La vida en general... sí. Todo eso.
De verdad.
Condenadamente. Difícil.
Janie y Cabe lavan los platos juntos. Cabel lava, y Janie seca. Se siente tan hogareño. Agarra un plato
herméticamente, secándolo con la toalla. Pensando.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Alguna vez piensas en lo que va a ser? Ya sabes, si nos mantenemos juntos, y yo esté toda ciega y
cojeando por ahí, dejando caer y rompiendo platos porque no puedo aferrarme a ellos.... —Pone el
plato en el armario.
—Oye —dice Cabe. Se seca las manos en sus pantalones cortos y golpea la mejilla de Janie—. Sólo
estaba bromeando.
—Lo sé. —Ella suspira y pone el sartén lejos. Tira la toalla sobre el mostrador—. Vamos. Vamos a
hacer algo divertido.
01:12 p.m.
Janie está en su lugar, con las rodillas flexionadas, los brazos rectos pero no bloqueados, tratando de
equilibrarse. El chaleco salvavidas golpea sus orejas. Sus brazos bien tonificados son como palos de
fotografía: haciendo enormes tomas del chaleco. Los anteojos de Janie están guardados de manera
segura dentro de la embarcación, así que todo está borroso. Es como mirar a través de una pared de
lluvia.
—¡Golpéalo! —Ella grita, y entonces se tira hacia adelante, golpeándose las rodillas, con los brazos
temblando. Agarra la manija de la cuerda, los nudillos blancos, las palmas y los músculos doloridos ya
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
de los dos esfuerzos anteriores. Se empieza a reclinar pero recuerda, y no lo hace. Deja que el barco
te tire para arriba.
Su trasero sobresale, lo sabe. Pero no puedo evitarlo. No le importa, de todos modos. Lo único que
puede hacer es sonreír ciegamente mientras es abofeteada y picada con el rocío del agua en su
rostro.
Ella se para.
Megan es una conductora amable al volante de la pequeña lancha verde-guisante. Observa a Janie
por el espejo retrovisor como las buenas madres ven a sus hijos, con el ceño fruncido de
preocupación, pero asintiendo con la cabeza. Sonriendo.
Cabel está de cara a Janie, en la posición de observador en la parte posterior del barco, sonriendo
como solo él lo hace. Sus dientes brillan blancos en contraste con su piel bronceada y su cabello
castaño, veteado de oro por la luz del sol, gira violentamente al viento. Sus nudosas cicatrices de
quemaduras en su vientre y pecho brillan de un marrón plateado.
Pero ambos son sólo manchas para Janie a setenta y cinco pies de distancia. Cabe grita algo que suena
entusiasta, pero se pierde en el ruido del motor y el chapoteo.
Las piernas y los brazos de Jaine tiemblan a medida que se secan con el aire y luego la golpea el rocío
del agua de nuevo. Su piel zumba.
Megan se mantiene cerca a la orilla arbolada de sauces. Mientras se acercaba a la playa de la ciudad y
al campamento, Megan maneja el barco en un amplio semicírculo, girando a su alrededor. Una vez
que se enderezaron de nuevo, Janie se humedece los labios, y entonces, decidida, le enseña a Megan
el pulgar hacia arriba.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Más rápido.
Megan cumple, y alza la velocidad hacia el muelle cerca de la cabañita barnizada de color rojo-
marrón, una de las seis salpican la costa en el Rustic Logs Resort, y luego ella continúa pasándola.
Explorando nuevos territorios.
Soy una chica mala, piensa Janie. Entrecierra los ojos y hace un audaz y finalmente exitoso intento de
cruzar la estela de nuevo mientras los dos en el bote la animan.
Para cuando Janie lo detecta, ya es demasiado tarde.
Una mujer se encuentra tomando el sol en un trampolín del agua, la piel brillante con bronceador y
sudor. Janie no puede salir de la escena, pero conoce lo suficientemente bien las señales de
advertencia. Su estómago se da vuelta.
Janie vuela más allá de la mujer y se ve envuelta en la oscuridad. Hay un flash de tres segundos de un
sueño antes de que todo haya terminado y esté fuera del alcance de nuevo. Pero es suficiente para
que Janie se desconcentre. Sus rodillas se debilitan, los esquís se enredan debajo de ella, y se voltea
hacia adelante violentamente, el agua entrando en su garganta y fosas nasales. En su cerebro, al
parecer, por la forma en que quemaba. Un esquí la golpea en la cabeza y está obligada a volver bajo el
agua. Ella no está desacelerando.
Si caes, suelta la cuerda.
Dios.
Janie intenta nadar, con tos y expectoración, con la cabeza en fuego. Asombrada de que el chaleco
salvavidas de gran tamaño esté todavía conectado, aunque ella está toda torcida en él. Se siente
mareada después de tragar la mitad del lago. Se seca el agua que le hacen arder los ojos y busca a sus
compañeros a través de las manchas, desorientada, deseando sus anteojos, con las orejas tapadas.
Cuando las malas hierbas de pronto le hacen cosquillas a los pies colgando, su cuerpo hace un
pequeño espasmo de horror, después de que ella tratara de no pensar en estar rodeada de grandes
carpas de color amarillo-naranja... y sus excrementos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Finalmente se oye un traqueteo amortiguado. Cuando el motor se corta, Janie dice en voz alta.
—¿Cabe?
01:29 p.m.
En el barco, Cabel envuelve una toalla alrededor de ella. Janie tiene sus anteojos en la mano.
—¿Seguro que estás bien? —Él frunce los ojos y está tratando de no sonreír.
—Estoy bien —gruñe Janie, molesta, castañetea los dientes. Megan revisa el golpe en la cabeza de
Janie, y luego lanza la cuerda de remolque.
—¿En realidad te estás burlando de mí? ¿En serio? —Janie se frota el pelo con la toalla—. Casi me
muero por ahí. Además, mi cerebro está infestado con plancton y mierda de carpa. Es mejor que
tengas cuidado, o empiezo un ataque con cohetes de moco contra ti.
—Yo... eww. Eso es repugnante. —Cabe se ríe—. Pero en serio, realmente deberías haberte visto a ti
misma. ¿Cierto, Megan? Me gustaría haber tenido una cámara de vídeo.
—Amigo, estoy tan en Suiza —dice Megan. Con la cuerda estibada, acelera el motor y cambia la
dirección de la embarcación, de vuelta al muelle.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Quiero decir, tu caída era una cosa, pero el arrastre, era algo completamente fuera de control. Tus
piernas estaban volando. ¿Recuerdas la regla número uno del esquí acuático?
—Lo sé. Jesús. Cuando te caigas, suelta la cuerda, lo sé. Sólo hay un montón de mierda que recordar
cuando estás ahí fuera.
Cabel resopla.
—Un montón... sí, un montón de mierda que recordar. —Se ríe larga y duramente, se limpia los ojos y
trata de controlarse a sí mismo—. Aunque, ¿no deberías soltar la cuerda si te está ahogando? No sería
un tipo de respuesta automática. ¿Una técnica de supervivencia básica?
Ella lo mira.
—Ve a chupar una —dice Janie. Se da vuelta y mira de reojo a través de sus gafas, la localización de la
mujer dormida en la cama de plástico, ahora una pequeña isla en la distancia. Aún no lo has entendido
del todo, ¿verdad, Cabe?
—Supérate a ti misma, Hannagan —ella se murmura—. Estás de vacaciones, maldita sea. Estás
relajándote y divirtiéndote.
—Dije que fue un poco gracioso, ¿no? —Janie mira a los ojos de Cabel. Sonríe tímidamente.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Con el dedo, él coge una gota de agua de su barbilla. Sonríe. Lleva su dedo a sus labios y lame el agua.
1:53 p.m.
Janie se sienta, con la barbilla en las rodillas, mirándose los pies. Escuchando el ritmo de las olas
suaves que aparecen en la costa. Después de un rato, se levanta.
Se desliza una playera larga por encima de su traje de baño, mete sus dedos en sus sandalias, agarra
su celular, y camina detrás de la cabina y un poco por el estacionamiento, por el camino empinado de
la carretera principal. Al otro lado de la carretera hay un campo y una vía férrea. Los rieles brillan con
el sol de la tarde. Janie pasea a lo largo de los rieles y piensa, contenta de que haya un lugar tranquilo
donde pueda bajar la guardia de los sueños.
Después de un rato, deja de caminar. Se sienta en la pista, sintiendo el metal caliente contra la parte
posterior de sus muslos a través de la delgada remera. Abre su teléfono y marca la memoria # 2.
—Hola. Sí. Estoy teniendo un montón de pensamientos. Acerca de lo que hablamos... ¿sabe? Hay
mucho tiempo para pensar en las vacaciones —dice, y se ríe nerviosamente.
—¿Y?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Gracias, señor.
A la vuelta, agarra un centavo que se aplanó en la pista y se pregunta si uno de los vacacionistas de
abajo de la colina lo ha colocado ahí. Se pregunta si algún pequeño niño emocionado volverá por ella.
Lo pone en el riel del ferrocarril para quien quiera que sea pueda verlo seguro. Camina lentamente
hacia la cabina para dejar sus cosas. Y después, regresa al exterior, abajo del árbol.
Observa a Cabe dormir. Más tarde, se adormece también, duerme cada vez que tiene la oportunidad
mientras que esquiva cansadamente los sueños de Cabel, y los sueños de un niño que duerme en
alguna parte, probablemente en la cabina de al lado.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
5:49 p.m.
Un pitazo y el tren se precipitan pasando hasta la parte superior de la colina. Todos los que estaban
durmiendo se despiertan.
—Otro día ajetreado en el lago —murmura Cabel—. Tengo el estómago gruñendo. —Él se da la vuelta
sobre la manta.
—Lo sé.
Ellos siguen acostados todavía, la cabeza de Janie sobre el pecho de Cabel, una agradable brisa sale de
la laguna. Ella mantiene sus ojos cerrados y lo sostiene, toma el olor de él, siente el calor de su pecho
en su mejilla. Lo ama.
6:25 p.m.
Janie oye el chasquido de la puerta de la cabina y se siente culpable mientras Megan se acerca a ellos.
—Nah —Megan sonríe—. Necesitabas una siesta después de todo lo del esquí y el ahogamiento. Pero
tu celular está sonando en el interior de la cabina. No sé qué hacer con él.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—En la ciudad, recogiendo comida del supermercado. Está todo bien. Relájate —dice Megan—. En
serio. Ha sido una época difícil para ustedes, necesitan descansar.
Obedientemente, Cabel se hunde hacia abajo sobre la manta mientras Janie se pone de pie.
—Enseguida vuelvo —dice—. Es mejor que no sea la capitana con una misión o dejo de fumar.
Cabel se ríe.
—No lo harías.
6:29 p.m.
Mensajes de voz.
Y son malos.
“¡Janie, en serio! Tu mamá se tambalea alrededor de tu patio delantero llamándote a gritos. ¿No le
dijiste que te ibas a Fremont? Está totalmente borracha, Janie, está llorando y... oh, mierda. Está en el
camino”. Clic.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
“Hey. Estoy llevando a tu mamá al Hospital Municipal. Si ella vomita en Ethel, estás muerta. Llámame.
Jesús. ¿También? Mierda. La batería de mi teléfono se está muriendo, así que tal vez intente desde
hospital o algo así... no sé qué decirte. Voy a tratar otra vez cuando tenga oportunidad”. Clic.
—Oh, Dios mío. —Janie mira su teléfono, sin verlo en realidad. Entonces llama a Carrie.
—¡Carrie! ¿Qué pasó? Llámame. Tengo mi teléfono ahora. Lo siento mucho. Estaba tomando una
siesta. —Suena hueco. Sin cuidado. Frívolo incluso, cuando Janie lo dice en voz alta. ¿En que estaba
pensando, dejando a mi madre sola por una semana?—. Dios. Sólo llámame.
Janie se queda ahí, todo el aliento siendo arrastrado fuera de ella, sustituido por miedo. ¿Qué tal si
algo está realmente mal?
Y entonces la ira.
Nunca tendrá una vida tan larga como esa mujer que está viva, piensa.
No puede creer que fuese una persona tan horrible, pensando cosas tan horribles.
Charlie entra en la cocina de la pequeña cabaña con una bolsa marrón de comestibles y se queda
parado al ver la expresión en el rostro de Janie.
—¿Estás bien? —pregunta él.
—No, no lo creo —dice en voz baja—. Creo que... Creo que me tengo que ir.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie baja su teléfono y saca la maleta del armario. Comienza a echar su ropa en la maleta. Mira su
propia imagen despeinada en el espejo y pasa sus dedos por su enredado pelo rubio oscuro.
Oh, Dios mío, dice ella para sus adentros. ¿Qué diablos le pasa a mi madre?
Y luego le llega.
—Acá —ella dice. Marca el correo de voz y le da el teléfono a Cabel—. Escucha todos los mensajes.
Después de que todas sus cosas estaban en el interior, se da cuenta que necesita algo para cambiarse,
no puede manejar todo el camino hasta Fieldridge en traje de baño.
El gran detalle.
—Joder —murmura Janie. Observa cómo Cabel escucha los mensajes. Observa cómo se intensifica su
expresión.
—Santa mierda —dice él. Mira a Janie. Toma su mano—. Santa mierda, Janie. ¿Qué puedo hacer?
Sin fin.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
7:03 p.m.
En el viaje de tres horas a casa. Cabel va al volante del Beemer que el capitán Komisky le permite
conducir. Janie se queda mirando su teléfono, dispuesta a llamar a Carrie. Pero está silencioso.
Janie llama al hospital. No tienen registro de que Dorothea Hannagan fuese admitida.
—Tal vez ella está bien y no tuvieron que admitirla —dice Cabel.
Janie está en silencio, tratando de pensar en las razones de por qué el hospital no la llamó, y mucho
menos Carrie con una actualización.
—¿La jefe de la policía? Ella puede obtener información de cualquiera que quiera.
—Es verdad. Pero... —Janie suspira—. No lo sé... mi madre... no importa. No. Yo no quiero llamar a la
capitana.
—¿Por qué? Sería poner tu mente en paz.
—Cabe...
—Janie, en serio. Deberías llamarla, obtener la primicia. Ella lo haría totalmente por ti... si estás
preocupada acerca de imponerte...
—No, gracias.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No lo entiendo.
Janie aprieta la mandíbula. Mira por la ventana. Se siente el calor en las mejillas, las lágrimas picando.
La vergüenza. Dice en voz baja:
—Es vergonzoso, ¿de acuerdo? Mi mamá es una maldita alcohólica. Tropezando en el patio,
¿gritando? Dios mío. Simplemente no es necesario que la capitana vea eso. O que sepa acerca de
eso... esa parte de mi vida. Es personal. Hay cosas que hablo con la capitana, y cosas que son privadas.
Sólo déjalo.
Cabel está en silencio. Después de unos minutos de parloteo del DJ de la radio, conecta su iPod en el
estéreo del automóvil. 'Feels Like Rain' de Josh Schicker inunda el auto. Cuando la canción termina y
las primeras notas de la próxima canción empiezan, él se endurece rápidamente y luego la saca. Sabe
lo que se viene. Sabe que es 'Good Mothers, Don't Leave!' (Las Buenas Madres, No se van).
Pasa una hora mientras viajan hacia el este a través de Michigan, dejando la puesta de sol de color
naranja y brillante en su estela. El tráfico es liviano. Janie apoya la cabeza contra la ventana, mirando
las manchas de verdes árboles y profundos campos amarillos al pasar. Hay un ciervo en un área de
césped pero como está enfocando en la oscuridad, podría ser un tronco de árbol quemado que la está
engañando.
Se pregunta cuántas veces más iba a presenciar escenas como ésta. Tratando de recordar todo lo que
ve ahora, para más tarde. Cuando todo lo que tiene es la oscuridad y sueños.
Intenta de nuevo con el hospital. Todavía no hay registro de Dorothea Hannagan. Es una buena señal,
piensa Janie... excepto que Carrie todavía no ha llamando.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Ella dijo que su batería estaba baja. Pero hay otros teléfonos....
—Así que por eso ella no ha llamado. No sabe tu número, está en su teléfono muerto y no puede
acceder a él.
—Traté en su casa. No hay respuesta. Y no tengo el de Stu. Lo cual debería. Siempre tuve la
intención...
—Sí, claro. —Janie bufa—. Justo lo que necesito: las chismosas de la Colina expandiendo esta historia
por ahí. —Ella se voltea a la ventana—. Lo siento, fue insolente. Ya sabes, antes.
Cabel sonríe en la oscuridad.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Está bien. —Él alcanza la mano de Janie. Entrecruza sus dedos entre los suyos—. No pensaba. Es mi
culpa. —Hace una pausa—. Sabes que nadie piensa mal de ti por las cosas que no puedes controlar,
como lo que tu madre hace.
—¿Nadie? —Janie frunce el ceño—. Cierto. Todos ellos tienen su opinión por el lío de Durbin.
—Sí, me imagino que es lo mejor que podemos hacer. Ella sólo podría estar sentada, esperando en la
sala de emergencias. Vamos a tratar eso en primer lugar... ¿te parece?
—Sí.
9:57 p.m.
Janie y Cabel están de pie en la sala de emergencia, sin saber qué hacer. No hay señales de Carrie o de
la madre de Janie en ninguna parte entre los enfermos y heridos. Nadie en el escritorio tiene ningún
registro tampoco.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No. —Ella nunca le dijo a Cabel mucho sobre su madre, y él nunca preguntó. La cuál era la forma
que a Janie le gustaba. Hasta ahora.
—¿Um...? —Cabel medita—. ¿Cómo puedo poner esta PC. Vamos a ver. Está bien, ¿tu mamá alguna
vez fue por ahí con cualquier otro nombre aparte de Hannagan?
—No. Se llama Dorotea Hannagan, y ese es el único nombre que ha tenido alguna vez. Soy una
bastarda. ¿Está bien?
—Sí, bueno, me importa. Por lo menos, tú sabes quiénes son tus padres.
—Oh, cielos, Cabe. —Janie hace una mueca—. Lo siento. El mayor error verbal tipográfico. Estoy
estresada... no sé lo que estoy diciendo.
Cabel parece que está a punto de decir algo, pero lo retiene. Mira a su alrededor otra vez,
inútilmente.
—Vamos —dice, tomando la mano de Janie—. Al elevador. Haremos una caminata alrededor,
comprobando las salas de espera. Diez minutos, máximo, y si no encontramos a Carrie, nos dirigimos
de nuevo a su casa y esperamos. No sé qué más hacer.
10:02 p.m.
Allí, en la sala de espera del tercer piso. UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Con los codos en las rodillas y la cara entre las manos, los dedos pasando a través de sus largos y
oscuros rizos. Inclinada hacia adelante. Como si estuviese lista para saltar en sus pies en cualquier
segundo y correr como el infierno.
Carrie se levanta.
—¿Qué? ¿Quién?
—Dejé una nota sobre Ethel, en el estacionamiento. Supuse que eras una detective ahora, o lo que
sea. Deberías pensar en buscar en mi coche. De todas formas, ¿cómo diablos me has encontrado,
entonces? No importa. Tu mamá, está bien. Quiero decir, todavía está borracha, pero creo que se le
está bajando ahora... como hacia abajo. Está toda llorosa y temblorosa. Pero...
—Carrie —dice con firmeza Janie—. Concéntrate. Dime lo que está mal con mi madre y dónde puedo
encontrarla.
Janie mira nerviosamente a la puerta abierta del pasillo mientras las enfermeras se desplazan. Su voz
es baja y urgente.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Está bien, está bien, entendí que está borracha. Siempre está borracha. ¿Podemos dejar de gritarlo,
por favor? Y si está bien, ¿por qué diablos estamos todos en terapia intensiva?
—Oh, hombre —dice Carrie. Ella niega con la cabeza—. ¿Por dónde empezar?
Cabel encamina a Janie y Carrie hacia las sillas y se sienta con ellas.
Sólo hay un "él" que podría ser. No hay nadie más en el mundo. Nadie más que pueda hacer que la
madre de Janie reaccione de esta manera. Nadie más que con él es con quien sueña la madre de
Janie.
Carrie, que normalmente tiene unos ojos brillantes, ahora estàn apagados con el cansancio de un día
inusual, mira a Janie.
—¿Mi padre?
10:06 p.m.
Janie vuelve a caer en la silla. Entumecida. Sin tener idea de cómo se supone que se siente acerca de
esta noticia. Ninguna. Jodida. Pista.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Cabel levanta la mano para interrumpir la conversación. Los tres se sientan en la sala de espera en
silencio por un momento, Janie buscando el banco, Carrie trabajando en un pedazo de goma de
mascar, Cabel cierra los ojos y mueve la cabeza siempre tan ligeramente.
—Sí, es así, esta tarde, probablemente como a las tres, oí a alguien gritando afuera. No hice caso
porque siempre hay alguien gritando por el barrio, ¿verdad? Y estaba doblando la ropa sobre la cama
y después a través de mi ventana veo a la mamá de Janie, lo que es muy extraño, porque ella nunca
sale a la calle a menos que esté caminando a la estación de gas o de la parada de autobús para
conseguir alcohol, ¿cierto? Pero hoy estaba en su camisón vagando por el patio...
—...Y, uh, ella llamaba "¡Janie! ¡Janie!" y en cierto modo tropieza y corro afuera para ver lo que está
mal con ella. Y Dorothea, estaba llorando y dice: "¡El teléfono! Tengo que ir al hospital" una y otra vez,
y yo te llamo y dejo mensajes y, finalmente, sólo maneje hasta acá, porque no sabía qué más hacer. Y
nos tomo como una hora sentarnos en la sala de emergencias y hablar con la recepcionista antes de
que ella se... um... calmara y fuese capaz de explicar que no estaba enferma, que recibió una llamada
telefónica y necesitaba ver a Henry.
—¿Henry?
—Henry Feingold —Janie dice. El nombre suena vacío. No tiene ningún significado para ella. No suena
como lo que se imaginaba que el nombre de su padre sonaría—. ¿Cómo puedo siquiera saber si es él?
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Dorothea —dice ella, enfatizando cada sílaba—, nunca se molestó en compartir ninguna información
conmigo acerca de él.
—No puedo creer que ella arruinó nuestras vacaciones. Y lo siento mucho, Carrie, que hayas perdido
el día y la noche acá. Eres una buena amiga, por favor, vete a casa o para la de Stu o lo que sea.
—Cabe, voy a manejar esto desde acá. Voy a tomar el autobús a casa una vez que recoja a mi madre.
Por favor, chicos. Vayan a descansar un poco. —Camina hacia la puerta, con la esperanza de que
Carrie y Cabe la seguirán para que los pueda despachar y sufrir la vergüenza de todo esto en privado.
Su labio inferior tiembla. Dios, esto está tan jodido.
—Entonces —dice Cabel a Carrie mientras siguen a Janie a la puerta—. ¿Qué pasa con él? ¿Lo sabes?
—Algunas lesiones cerebrales o algo así. No sé mucho, he oído decir al doc a Dorothea que él llamó al
911 y que todavía estaba consciente hasta después de haber llegado hasta acá, pero ahora no se
despierta. Finalmente dejaron que Dorothea lo viera hace unos treinta minutos. Y Janers —dice
Carrie—, no es un problema, ¿de acuerdo? Harías lo mismo si mi mamá necesitara ayuda. ¿Cierto?
Janie siente un nudo en la garganta y parpadea las lágrimas. Lo único que puede hacer es asentir.
Cuando Carrie la abraza, Janie ahoga un sollozo.
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Janie asiente de nuevo, mirando a Carrie caminar hasta los ascensores. Y luego mira a Cabel.
—No.
Él no se va a ir a ninguna parte.
Janie suspira con inquietud. Porque es genial que él sea tan favorable, pero esta situación es
totalmente extraña. Y Janie no sabe muy bien qué esperar.
Está tranquilo y las luces están bajas mientras Janie y Cabel empujan a través de las puertas dobles al
pasillo de los pacientes de la UCI. Janie siente un tirón leve de un sueño desde la distancia y lo
combate de inmediato, con impaciencia. Espía a la habitación culpable cuya puerta está entreabierta
y en silencio maldice. Frustrada de que no siempre puede escapar de los sueños de la gente, aun
cuando su mente está muy ocupada haciendo otras cosas.
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—El truco para entrar en la habitación de alguien es mentir de manera convincente —dice—. Buen
intento.
—Yo... yo no quiero entrar en su habitación. Sólo dígale a mi madre que estoy aquí, ¿podría? Ella está
ahí con él. Voy a estar en la sala de espera. —Janie se da la vuelta bruscamente y Cabel encoge los
hombros a la enfermera y la sigue. Marchan hacia atrás a través de las puertas dobles de la sala de
espera, dejando perpleja a la enfermera viéndolos pasar.
—Henry.
—Eso es. Por Dios. Nunca se te ocurriría que trabajo para la policía.
—¿Lo cuál es, probablemente, por lo que eres tan convincente de encubierto? —dice Cabel,
sonriendo.
—Bueno, ya no. No te olvides de que estás hablando con la muchacha agente antidroga. —Ella se da
vuelta hacia él. Agarra su mano. Suplica—. Cabe, en verdad, debes irte. Duerme un poco. Vuelve a
Fremont y disfruta del resto de la semana. Estoy bien aquí. Soy capaz de hacer esto.
—Sé que puedes manejarlo, Janie. Eres una maldita mártir. Es agotador, de verdad, tener esta misma
discusión cada vez que tienes que pasar. Sólo déjalo ir. Yo no me voy. —Él sonríe diplomáticamente.
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—¡Una mártir!
—¡¡Por favor!! No se puede ser muy poco mártir. Eres, o no lo eres. Es algo como único.
Cabel se ríe en voz baja, las comisuras de sus ojos arrugados. Y entonces él sólo la mira, sonriendo de
una manera torcida que le recuerda a Janie los días de skates.
Pero en este momento, Janie parece que no puede devolver la sonrisa.
—Um, acerca de esta pequeña aventura —comienza ella—. Esto es realmente mortificante, Cabe. Yo
estoy... estoy tan avergonzada de esto, y tengo mucho en mi mente, y casi no puedo soportar lo lindo
que estás siendo. Odio estar arruinando tu tiempo también, en vez de sólo el mío. Así que, realmente,
por favor. Me harías sentir mejor si solo, ya sabes... —Janie le da una mirada desvalida.
Cabel parpadea.
—Ahh —dice él—. De verdad quieres que me vaya a casa. Cuando dices que esto es vergonzoso,
¿quieres decir que es vergonzoso para ti saber esto también?
—Oh. —Cabel mide sus palabras—. Lo siento, Janers. Yo no pensé en eso. —Se levanta rápidamente.
Camina hacia la puerta. Janie lo sigue hasta el pasillo de los ascensores—. Te voy... Te voy a ver por
ahí, supongo —dice él—. Llámame cuando... cada vez que quieras.
—Lo haré —dice Janie, mirando al gran cartel en la pared. LOS CELULARES DEBEN SER APAGADOS—.
Voy a mandarte mensajes de texto más tarde. Esto es sólo algo que realmente prefiero manejar sola
en este momento, ¿de acuerdo? Te amo.
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—Sí. Está bien. Te amo también. —Cabel gira y la saluda con una mano de manera incierta. La mira
por encima del hombro—. ¿Hey? El colectivo no pasa entre las dos y las cinco de la mañana, ya lo
sabes, ¿verdad?
Janie sonríe.
—Lo sé.
—Muy bien. Shh —Janie dice, esperando que nadie más haya escuchado eso.
Antes de que pueda pensar en otra cosa, Janie se desliza hacia adentro de la sala de espera para
sentarse y pensar.
Sola.
1:12 a.m.
Por lo menos su madre está usando ropa y no la camisa de dormir que Carrie había mencionado.
—Oye —dice Janie. Se pone de pie. Se acerca a su madre y se detiene, sintiéndose incómoda. No está
segura de qué hacer. ¿Abrazarla? Eso es lo que hacen en la televisión. Rarezas.
Dorothea Hannagan está sudando profundamente. Temblando. Janie no quiere tocarla. Toda esta
escena es tan extraña que es casi de otro mundo.
Y después.
Locura.
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—¿Dónde estabas? —La madre de Janie arruga la frente y empieza a llorar. Gritando muy fuerte—.
No me dijiste nada sobre dónde estabas, sólo desapareciste. Esa extraña chica de al lado me tuvo que
traer hasta acá... —Sus manos tiemblan y sus ojos se mueven al piso y de vuelta a Janie, acusando,
enojada—. No te importa tu madre ahora, ¿es eso? ¿Sólo corres salvaje alrededor de ese chico?
Janie da pasos hacia atrás, aturdida, no sólo por el récord del número de palabras que acaba de
pronunciar su madre en un día, sino aún más por el tono.
—No me contestes. —Dorothea aprieta las manos para abrir su bolso de vinilo roto y lo da vuelta,
vertiendo envoltorios y papeles en las sillas de la sala de espera. Se está haciendo dolorosamente
obvio que lo que está buscando no está ahí. Dorothea se rinde y se desploma en una silla.
Se preguntaba cómo manejar esto. ¿Y por qué tiene que hacerlo. ¿No he tenido suficiente mierda
para hacerle frente ya?, ella le dice a nadie. O tal vez a Dios. No lo sabe. Pero sabe una cosa. Estará
contenta de estar fuera de este lío.
Janie recoge los objetos esparcidos por la sala de espera, empujándolos en el bolso, y toma a su
madre por el brazo.
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—Nunca me dices...
—Sólo... —Janie pensó: ¿Yo no te digo nada? ¿O estas demasiado borracha para recordar? Toma un
respiro, dejando escapar el aire lentamente—. Sólo vamos. Y no me avergüences.
Janie da una mirada fugaz por encima del hombro por el pasillo donde presume que está su padre
vivo o muerto, Janie no lo sabe.
Realmente no le importa.
Espera que él se apresure y se muera para ni siquiera tener que tratar con él. Porque de todo lo que
Janie sabe, los padres no son más que problemas.
2:10 a.m.
Dorothea se agita como un drogadicto todo el camino a la casa en el colectivo. Janie, frustrada,
ahuyenta los sueños de un pasajero sin hogar y está contenta de que sea un paseo corto.
—Demonios, Cabe —murmura—. ¿Por qué siempre tienes que ser tan jodidamente reflexivo?
La madre de Janie hace una línea recta a la cocina, agarra una botella de vodka debajo del fregadero,
y se retira a su habitación sin decir palabra. Janie la deja ir. Ya habrá tiempo mañana para averiguar lo
que está pasando con ese Henry una vez que Dorothea esté bien y sobria y medianamente razonable
de nuevo.
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Estoy en casa.
Apaga su teléfono.
—Sí, sobre eso —Janie susurra. Suspira y pone el teléfono en su mesita al lado de la cama y su maleta
junto a la mesa, y cae en la cama.
4:24 am
Janie sueña.
Hay piedras que cubren el piso de su dormitorio y una maleta en la cama. Cada roca tiene algo escrito
en ella, pero Janie sólo puede leer las rocas cuando las recoge.
Toma una.
Cuando las pone otra vez en el suelo, crecen más grandes, más pesadas. Pronto, ella sabe, se quedará
sin espacio en el suelo para poner las rocas, pero no puede dejar de recogerlas, leerlas. El suelo está
lleno, y Janie tiene dificultad para respirar. Las rocas están aspirando el aire de la habitación.
Janie lenta y metódicamente, recoge todas las rocas y las pone en la maleta. Una tarea que parece ser
interminable. Finalmente, recoge la última, "AISLAR". La pone con las demás. Se convierte en guijarro,
y se parece a todas las otras piedras.
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La cierra.
La recoge.
Y se va.
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VIERNES
4 de Agosto, 2006, 9:15 a.m.
Janie está acostada y despierta, mirando al techo. Pensando en todo. En este otro asunto. La libreta
verde, el escuchar, el chisme, la universidad, y ahora este tipo Henry. ¿Qué sigue? Ya es demasiado.
Janie traga por aire y no puede obtener suficiente. Ella gira sobre su costado para hacerse un ovillo.
Todo es demasiado.
Ella cubre su boca y nariz con sus manos, respira dentro de ellas, inhala y exhala, hasta que puede dar
un buen respiro. Pone su mente en blanco.
Se concentra.
Respira.
Sólo respira.
9:29 a.m.
Janie anda a la deriva por toda la pequeña casa, preguntándose qué demonios se supone que haga
con Henry. Ella mordisquea una barra de granola, sudando. Ya es un día abrasador. Se agita hacia el
oscilante ventilador en la sala de estar y deja la puerta delantera abierta, rogando por una brisa, y
entonces se desploma sobre el sofá.
A través de la desgarrada puerta metálica, Janie ve a Cabel llegar al camino de entrada, y su corazón
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se hunde. Él salta fuera del auto y da largas y suaves zancadas a la puerta principal. Entra por sí solo,
como de costumbre. Entra y deja que sus ojos se ajusten.
—Hola —dice.
—Todavía no me he lavado los dientes —dice ella cuando Cabel se inclina—. Tu nariz está
despellejada.
—No importa, y no importa. —Cabel se inclina y la besa. Entonces, se desploma en el sofá—. ¿Está
bien que esté aquí y... eso? —pregunta él.
—No mucho. Ella estaba un poco insoportable. No imposible. Pero no dijo ni una palabra sobre Henry,
y yo no me atreví a preguntar. Dios, ella ni siquiera puede pasar doce horas sin beber. Y si no tiene
una bebida, se vuelve ruin. —Janie levanta su barbilla—. Es vergonzoso, ¿sabes?
—Mi papá era así también. Sólo que él era ruin con o sin bebida. Al menos era coherente. —Cabel
sonríe forzadamente.
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Lo considera.
Finalmente, dice:
—¿Alguna vez deseaste que tu padre estuviera muerto? Quiero decir, ¿antes de que él te hiciera
daño? ¿Sólo para que pudieras, como, ya no tener que lidiar con él?
Cabel entrecierra los ojos.
Cabel está callado por un largo rato. Entonces, se encoge de hombros. Cuando habla, su voz es
mesurada, casi clínica, como si le estuviera hablando a un psiquiatra.
El ventilador sopla un camino a nivel de las rodillas, desde la televisión hasta la mesita del café,
atrapando los dos pares de piernas desnudas en el sofá a la mitad de su trayecto. Janie tiembla
ligeramente cuando el aire golpea su piel humedecida de sudor. Ella piensa en Henry Feingold, el
desconocido, presumiblemente su padre. Moribundo. Y por tercera vez en veinticuatro horas, Janie
desea que fuera alguien más.
Recarga su cabeza en el hombro de Cabel y desliza su brazo detrás del suyo. Él se gira, la desliza hacia
su regazo, y se sostienen estrechamente el uno al otro.
Janie se imagina la vida sin la gente. Sin él. El corazón roto, sola, pero capaz de ver, de sentir. De vivir.
De estar en paz. No siempre mirando sobre su hombro por el siguiente ataque de algún sueño.
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Y se imagina la vida con él. Ciega, con las manos rugosas, pero amada... al menos mientras las cosas
son aún buenas. Y siempre sabiendo las luchas con las que él está lidiando a través de sus sueños.
¿Realmente quiere ella ver eso, mientras los años pasan? ¿Realmente quiere ser esta increíble carga
para un chico tan grandioso?
Quizá los corazones rotos pueden sanar más rápido que las manos y los ojos destrozados.
9:41 a.m.
Cabel se estira.
—Janie.
—Sí, lo sé.
—También en tu auto. ¿Quieres, en vez de eso, ir a que nos abracemos en el camino de entrada?
Cabel ríe.
—Quizá después de que anochezca. De hecho, demonios, sí quiero, después de que anochezca. Pero
en serio, Janie. Creo que necesitas hablar con tu mamá.
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—Supongo.
9:49 a.m.
Mirando a Cabel.
Para Janie, esta habitación no se siente como una parte de la casa. Es más como una puerta para otro
mundo, un portal a la tristeza, de la que Dorothea aparece y desaparece al azar. Es raro que incluso
eche un vistazo adentro a menos que su madre esté yendo o viniendo.
Ella espera. Entra, preparándose para un posible sueño. Pero la mamá de Janie no está soñando en
ese momento. Janie deja salir un respiro y luego mira alrededor.
La luz solar se filtra en la habitación a través de los parches de la prendería de las cortinas en las
ventanas. Los muebles son de repuesto pero aún así lo que hay está desordenado. Platos de papel,
botellas, y vasos en el piso al lado de la cama. Está caluroso y pesado. Obsoleto.
En la cama, la mamá de Janie duerme sobre su espalda, la delgada camisa de dormir delinea su
delgada figura.
No hay respuesta.
Janie se siente cohibida. Se balancea sobre la punta de sus pies. El piso cruje.
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La mamá de Janie da un gruñido y mira, entrecerrando los ojos. Se levanta con ayuda de su codo.
La mandíbula de Janie se cae. Tienes que estar bromeando. Ella da un respiro profundo, considerando
volar a su madre, recordándole la graduación a la que ella no asistió, y el hecho de que era verano,
pero decide que no es el momento ahora. Las palabras salen antes de que Dorothea pueda
interrumpir de nuevo.
—No, ah, no hay clases hoy. Me estoy preguntando cuál es el asunto con Henry y si tienes que ir al
hospital de nuevo o qué. No quiero que…
—Oh por Dios —ella dice, gimiendo, como si acabara de recordar lo que había pasado. Ella se da
vuelta y, temblorosa, se pone de pie. La mamá de Janie pasa con los pies arrastrando, fuera de
habitación. Janie la sigue.
—¿Mamá? —Janie no sabe qué hacer. Mientras giran hacia la cocina, Janie le da a Cabel una mirada
impotente y él se encoge de hombros—. Mamá.
Dorothea saca jugo de naranja del refrigerador, hielo y vodka del congelador, y se sirve un poco de
desayuno.
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Janie suspira.
Por primera vez en la conversación, la mamá de Janie mira a Janie a los ojos.
La mamá de Janie bebe todo el vaso y se estremece. Ella se para en el mostrador, con una mano
sosteniendo el vaso vacío, y la otra sosteniendo la botella de vodka barato, y se queda mirándola.
Acomoda el vaso y la botella con fuerza y cierra los ojos. Una lágrima se escapa y corre por su mejilla.
—¿Vas a ir al hospital o no? Yo voy —ella lo establece—. Yo no me voy a estar todo el día esperando.
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—Ve y haz lo que quieras, como siempre haces, pequeña vagabunda —dice Dorothea—. No voy a
volver allí de todas maneras. —Pasa vacilante al lado de Janie, por el corredor y luego hacia su cuarto,
cerrando la puerta una vez más detrás de ella.
Janie deja salir un respiro y se mueve de vuelta hacia la sala donde Cabel está sentado, un testigo de
todo.
—¿Yo? Por supuesto que no. Es totalmente tu decisión si quieres ir a ver al sujeto.
—Quiero decir, él es un papá que está en su lecho de muerte. Nunca hizo nada por ti. Quién sabe, tal
vez él tenga otra familia. Piensa en qué tan incómodo sería que fueras y allí estuvieran todos… —
Cabel se calla.
—Estoy tratando de pensar si hay algún Feingold en la Secundaria Fieldridge. Tal vez tengas medios-
hermanos, ¿sabes?
—Hay un chico, Josh, ese estudiante de primer año que juega baloncesto.
—Él es Feinstein.
—Ah.
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—No. Quiero decir, guau. Es interesante, de todas formas. En realidad yo nunca he pensado sobre mis
raíces, ¿sabes? Historia. Ancestros. Guau. —Janie se ha perdido en su pensamiento.
Cabel asiente.
Fuertemente.
—¡Caramba! ¿Qué debería hacer esta vez? —Janie dice, medio bromeando. Ella sacude su cabeza—.
Hiciste que me importara una mierda.
—Vamos —él dice—. Antes te importaba. ¿Nunca te preguntaste quién era tu papá?
Janie se pone a pensar acerca del sueño recurrente que su madre tenía: el del caleidoscopio donde
Dorothea y el chico hippie se sostenían de las manos, y flotaban. Ella se había preguntado más de una
vez quién era su padre. Se preguntaba ahora si era Henry el del sueño.
—Él es probablemente un tipo promedio con dos-punto-dos hijos y un perro y una casa por la
Universidad de Michigan. —Janie mira alrededor al agujero-de-basura que tiene de casa. El agujero-
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de-basura-de que tiene de vida, jugando a la mamá con una alcohólica que le doblaba en edad.
Sabiendo que sin el cheque de asistencia social de Dorothea y sin los ingresos de Janie para
complementarlo, estaría a tan solo un paso de quedarse sin hogar. Pero Janie no quiere pensar acerca
de eso.
—De acuerdo, voy a darme una ducha ahora, y luego me dirigiré al hospital. Supongo que vienes
conmigo, ¿cierto?
Cabel sonríe.
11:29 a.m.
Cabel y Janie toman las escaleras para el tercer piso. Para el momento en que ellos alcanzan las
puertas dobles que conducen a la sala, Janie se empieza a mover más y más lentamente hasta que se
detiene. Ella gira abruptamente y se va, en cambio, para la sala de espera.
—No tienes que hacerlo. Pero si no lo haces, pienso que estarás molesta contigo misma más tarde.
—Eso es justo.
—¿Y qué tal si está…? ¿Y qué tal si está despierto? ¿Y qué tal si me ve?
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—Bien, después de lo que tu madre dijo acerca de que su cerebro había explotado, dudo mucho que
eso suceda.
Janie suspira profundamente y camina de nuevo hacia las puertas dobles con Cabel siguiéndola.
—De acuerdo. —Ella empuja a través de éstas y da una mirada superficial automática, como solía
hacer en el Hogar Heather, para ver si alguna de las puertas de los pacientes estaban abiertas. Por
suerte, la mayoría están cerradas, y Janie no está prestando atención a sus sueños hoy.
—Sólo familia —el enfermero dice automáticamente. La etiqueta de su nombre dice: “Miguel”
—Soy su hija.
—Oye —él dice, mirándola con más cuidado—. ¿No eres tú esa chica agente de drogas?
—Sí. —Janie trata de no verse inquieta.
Janie sonríe.
—Habitación 312. Final del pasillo hacia la derecha. —Miguel señala a Cabel—. ¿Y tú?
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—Sí.
Cabel asiente y permanece quieto, casi como para probarle a Miguel que se comportaría a pesar de
estar completamente no-relacionado con alguien en las inmediaciones.
—Él no está consciente, cariño. El Doctor Ming tendrá que darles una actualización. —Miguel le da a
Janie una mirada de simpatía. Una mirada que dice: “Las cosas no están bien”.
—Gracias —murmura Janie. Ella va hacia el final del corredor con Cabel cerca de ella. Y cuando abre la
puerta…
Janie se lanza sobre sus rodillas y se sostiene las orejas, incluso aunque sabe que eso no ayudará.
Colores brillantes vuelan a su alrededor, gigantes placas de color rojo y morado; una ola de amarillo
tan impactante que se siente como si quemara sus globos oculares. Trata de hablar pero no puede.
Es tan doloroso, tan vacío de sentimiento o emoción, es como algo que Janie nunca había presenciado
antes.
Con un gran esfuerzo, Janie se concentra y empuja fuerte. Tan pronto como se siente a sí misma
empujando, la escena parpadea y se aclara. Durante una fracción de segundo, hay una mujer parada
en una enorme y oscura habitación, y un hombre sentado en una silla en el rincón, desvaneciéndose
mientras Janie cierra los ojos a esa pesadilla.
Janie contiene su respiración y cuando puede ver y sentir sus extremidades, se encuentra a sí misma
sobre sus manos y sus rodillas dentro de la puerta de la habitación. Cabel está allí justo a su lado,
murmurando algo, pero ella no está prestando atención.
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Mira los cuadros en el suelo y se pregunta si ese sueño breve, ese caos, si así podría ser el infierno.
—Estoy bien —ella le dice a Cabel, levantándose lentamente, limpiándose partículas invisibles de
polvo de sus rodillas desnudas.
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LO QUE ES EL INFIERNO
Cabel pasa el brazo por los hombros de Janie, ya sea para mostrar su apoyo o para impedir que salga
corriendo del cuarto, Janie no lo sabe.
—Whoa. Eso es un giro tenebroso de Alice Cooper. —Él vuelve a mirar a Janie. Dice, en un tono de voz
suave—: ¿Cuál fue el sueño?
Janie no puede apartar los ojos del hombre delgado, muy velludo, en la cama. Está rodeado de
máquinas, pero ninguna de ellas está conectada, ninguna encendida. No tiene yeso, o vendas. No
tiene gasas ni espadrapo.
—Fue un sueño muy extraño —dice Janie—. Ni siquiera estoy segura de que era un sueño. Era más
bien como un no-sueño. Al igual que... cuando ves la tele y el cable se apaga. Tú obtienes ese sonido
estático, ruidoso y confuso a todo volumen.
—No, colores. Al igual que columnas gigantes de colores increíbles: púrpura, rojo, amarillo. Paredes
tridimensionales de colores que giraban viniendo hacia mí, juntándose en una caja y encerrándome
en ella, tan brillante que apenas la podía soportar. Fue horrible.
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—Entonces, por una fracción de segundo, las paredes desaparecieron y había una mujer allí, justo al
final, pero ya era demasiado tarde para que yo la viera. Yo ya estaba tirando fuera de él. Se sentía
como si estuviera a punto de dar un vistazo a una pieza de un sueño real, tal vez.
—No lo sé. Nunca he intentado eso. —dice—. Tal vez si salgo de la habitación, cierro la puerta, y
vuelvo a entrar. Pero yo realmente no creo que quiera, ¿sabes?
Cabel asiente con la cabeza. Da un paso más cerca del hombre. Recoge la carpeta que cuelga de los
pies de la cama.
Mira fijamente en ello con atención por un momento y voltea la página principal para mirar en la
página siguiente. Se la pasa a Janie.
—Yo realmente no entiendo estas cosas. ¿Quieres saber lo que está pasando?
Janie toma el portapapeles con incertidumbre, sintiendo como si estuviera invadiendo a un extraño.
Aún así, ella lo mira. Trata de descifrar la terminología. Pero incluso con su experiencia de trabajo en
la Casa Heather, no hay mucho que Janie pueda entender.
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—Es posible. En la Casa Heather, siempre hablábamos a los pacientes del hospicio en coma como si
pudieran oírnos, y les pedimos a las familias hacerlo también. Por si acaso.
Cabel traga duro y mira a Janie, de repente sin palabras. Él da un codazo y le asiente con la cabeza
hacia la cama.
Ella mira al hombre. Camina más cerca. Un escalofrío le sobreviene y se detiene cuando está a un
paso de su canoso padre. ¿Qué tal si está fingiendo y me salta encima? Janie se estremece de nuevo.
Ella toma una respiración profunda, y por un momento, ella es Janie Hannagan, encubierta. Mira más
de cerca la expresión angustiada de Henry. Debajo de todo el largo y oscuro pelo facial, la piel es
áspera. Picada. Janie se pregunta si es a él a quien tiene que agradecerle sus espinillas ocasionales. El
pelo en la cabeza es irregular, y delgado en las puntas, como si grandes puñados hubieran sido
arrancados. En algunos lugares, ella podía ver el cuero cabelludo de Henry. Estaba cubierto de
arañazos de color rojo.
Ella se mira las manos. Tiene las uñas limpias pero mordidas hasta el final. Con pequeñas manchas en
las cutículas. El pelo en el pecho que sobresale de su bata de hospital es también irregular y
decididamente más gris que el de su cabeza. Su tez es de color blanco grisáceo, como si no hubiera
visto mucho sol durante todo el verano, pero los brazos tienen una línea de bronceado.
No se mueve. Sin embargo, la mirada de agonía en su rostro es más que un poco inquietante. Se
pregunta si la estática está todavía en curso en su mente.
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—Esto es demasiado extraño. —Ella gesticula. Apunta a la puerta. Cabel asiente con la cabeza y sale.
Cerrando la puerta de nuevo—. Demasiado extraño —Janie dice en voz alta. Es más de lo que se
puede tratar.
—Vamos a ir. Vamos a... ir por ahí a conseguir comida o algo. Tengo que sacar a este tipo de mi
cabeza.
12:30 p.m.
Se detienen en el Frank’s Bar and Grille y se topan a una media docena de policías que están saliendo.
—¿Regresaron antes de vacaciones porque nos extrañaron? —se burla Jason Baker. A Janie cae bien.
—Ya quisieras. Una pequeña emergencia familiar nos trajo a casa antes. Está todo bien ahora —dice a
la ligera.
Janie obtiene un batido de leche gratis por ser una chica agente antidroga.
No todo es malo.
1:41 p.m.
Janie hace una búsqueda en WebMD sobre enfermedades del cerebro y lesiones y la lleva a ninguna
parte, hay demasiado para limitar la búsqueda.
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—Bueno —dice—. No hay información sobre un Feingold Henry en Fieldridge, Michigan. Hay un autor
muy prolífico, con ese nombre, pero él no parece ser el mismo tipo. Lo que sea que haga tu padre...
er, hizo, para ganarse la vida, no está por ahí en la Internet. Por lo menos, no bajo su nombre real.
—Esto es imposible, tratar de conocerlo. Me pregunto por qué no están haciendo nada por él,
¿sabes?
—Tal vez él no tiene seguro —dice Cabel en voz baja—. No quiero tratar de juzgarlo por la forma en
que se veía, pero no es ningún ejecutivo, obviamente.
—Eso es probablemente cierto. —Janie cierra los ojos. Apoya la cabeza sobre el hombro de Cabel.
Piensa en las dos personas que se relacionan con ella. Con el cabello delgado y grasoso de aspecto
quebradizo y apagado a sus treinta y tantos años, su padre era una especie de cruce extraño entre
Rupert de Survivor y Hagrid—. ¿Cómo puedes siquiera sentarte a pensar en cómo voy a lucir en
quince años, artrítica y ciega? Buena jodida mierda, qué familiar circo de deformidad.
—¿Por qué importa tanto cómo te vas a ver? —Él le acaricia el muslo—. Siempre serás hermosa para
mí. —El lo dice casualmente, pero Janie puede oír la tensión en su voz.
Cabel sonríe. Él pone su portátil en el suelo, toma a Janie de la cintura y empieza a jalarla junto con él
hasta que está sobre su espalda. Ella se ríe. Él se encuentra encima de ella, presionando contra ella,
apretándola como a ella le gusta. Ella envuelve sus brazos alrededor de su cuello, tirando de la nariz a
la suya.
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Y luego se besan.
Aún así, algo agarra los bordes de la mente de Janie. Se pregunta si vale la pena, vale la pena quedar
ciega, cuando hay otra opción.
Además, ¿qué pasa si Cabel sacaba sus temores sobre estar con ella?
Es jodidamente terrorífico, eso es.
Los besos se desaceleran y Cabel descansa su cara en el hueco del cuello de Janie, mordisqueando su
piel enrojecida.
—Ingeniosa —dice Cabel, extendiendo una sonrisa, sus labios moviéndose, haciendo cosquillas en el
cuello de Janie. Él la muerde suavemente—. Sí, además de mí. Si es posible que puedas pensar en otra
cosa, eso es.
—Oh —dice ella—. Si no hubiera ninguna otra cosa, probablemente sería la forma que necesito
conseguirme cojones e ir a enfrentar a mi madre. —Distraídamente, se alisa el cabello lejos de los
ojos—. Tratar de averiguar lo que sucedió con ellos y conmigo, y lo que se supone que debemos hacer
ahora con el tipo ermitaño.
Cabel se recuesta y asiente con la cabeza. Y luego se impulsa a sí mismo con un gruñido. Tira a Janie
sobre sus pies también.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Es Carrie, tengo que atender. —Sopla un beso a Cabel mientras sube la escalera y ella contesta.
—¡Carrie!
—Hola, perra, mi teléfono está cargado de nuevo. ¿Cómo está hoy toda la familia de telenovela?
¿Estás bien?
—Es raro, y es un desastre, pero está bien. Gracias de nuevo por cuidar de mi madre. Eres la mejor.
—Adivinar, ¿qué?
—Estoy comprometida.
—¿Qué?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Sí. Quiero decir, sí, ¡totalmente! Sé que Stu es el tipo con quien quiero estar.
—¿Pero?
Janie habría caminado de la casa de Cabel a la suya, en lugar de ello fue a la de Carrie.
—¿Estás en casa?
—Sí.
—¿Puedo entrar?
—Dulce —dijo Carrie, sonando aliviada—. Sí, pasa a mi habitación, por supuesto.
—Está bien, adiós. —Janie cuelga su teléfono y se deja pasar. Ella entra en la habitación de Carrie y se
deja caer en la cama. Carrie está sentada en la cómoda, peinando su cabello con una varita para alisar
frente al espejo.
Janie bufó.
—¿Qué diablos está mal con nuestros padres, de todos modos? Espera... no lo estás, ¿verdad?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¡Por supuesto que no! ¡Jesús, Janers! No pude haber obtenido las mejores calificaciones en la
escuela, pero no soy estúpida. Tú sabes que estoy tomando la píldora. Y su Jimmy no se acerca a mí
sin un impermeable, ¿lo entiendes? ¡No hay nada en mi pequeña fortaleza!
—Así que... pero sonabas un poco como si no estuvieras segura sobre ello.
—Quiero casarme con Stu. En serio. No hay nadie más y él no me está presionando o cualquier cosa.
Pero habló de fijar una fecha, como el próximo verano así que puedo terminar mi año en la escuela de
belleza primero, pero yo simplemente... No sé. Es una cosa enorme. No quiero meter la pata.
Se siente raro ser normal otra vez, estar sentada y con Carrie.
—De todos modos, esa es mi basura del día. ¿Qué estás haciendo? —Carrie se alisa el cabello con
algún pegajoso producto brillante.
—Tengo que ir a casa, tratar de averiguar cuál es el asunto con mi madre y este tipo Henry. No tengo
idea de lo que está pasando. Tengo que hacer que mi madre hable.
—Buena suerte con eso. Hablar con tu mamá es como hablar con ese chico de Godot.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Tal vez sólo voy a emborracharme con ella y vamos a pelear, al estilo de un bar.
—Lo haré.
Mientras Janie vuelve a casa, piensa que tal vez no sea tan mala idea.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
ELLA HABLA
04:01 p.m.
Janie toma unas cuantas respiraciones profundas, llenándose con un poco de confianza que no está
del todo allí. Pero tomará lo que tenga. Ella toma una lata de cerveza del refrigerador, la abre y bebe
un trago amargo. No había bebido nada de alcohol desde la noche con Durbin, de modo que esto se
siente un poco espeluznante.
04:46 p.m.
Cambia de canal y pone uno de concursos, los jueces le traen malos recuerdos.
05:39 p.m.
¿Dónde diablos está ella? Está claro que tiene que ir a buscarla.
05:43 p.m.
Janie abre la puerta de su madre, lleva dos latas de cerveza en la mano. Una como ofrenda. O tal vez
como un soborno. Pero a continuación, Janie deja caer las latas, ya que está siendo absorbida por un
sueño. Ella oye un estallido y un sonido efervescente y sabe que al menos una se abrió.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie gira la cabeza mientras intenta salir del sueño pero no lo logra.
Ellas se encuentran afuera de un edificio, Dorothea está cargando un bebé. Janie sabe que ella es la
bebe, pues ¿quién más podría ser?
Se mueven lentamente y el edificio parece estar muy lejos, demasiado lejos, haciendo que la espera
sea interminable. Parece ser un refugio, o tal vez un banco de alimentos. Janie se interpone en su
camino, observando a su madre, tratando de llamar su atención. Quizás esta vez, Janie podría
cambiarlo. "Mírame", Janie está tratando de concentrarse. "Mírame".
Pero la fuerza de Janie está agotada, no tiene la suficiente fuerza en este momento. Dorothea sólo ve
por un segundo a Janie y después mira hacia otro lado. Ella se vuelve más impaciente mientras espera
en la fila. Finalmente, Janie decide mirar hacia otro lado, lejos de su madre y cambia su vista hacia el
frente de la fila, directamente hacia la construcción. Hay dos ventanas.
Janie mira cómo la gente deposita a sus bebés en una ventana y por la otra agarran una caja de
comida.
Janie con todas sus fuerzas quiere gritar, pero no puede. Ella junta toda su fuerza y comienza a
arrastrarse ciegamente por el piso tratando de llegar a la cama, choca de cabeza contra ella, ella lleva
sus manos a la parte superior del colchón, ni siquiera sabe si está golpeando a su madre, pero sólo
quiere despertarla. Sólo quiere salir de la pesadilla.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué te pasa?
Janie todavía no puede ver. Ella se siente mojada, está empapada por la lata de cerveza que se había
abierto. Dorotea empuja a Janie.
Janie finge que puede ver. Después de todo, tiene los ojos abiertos.
—Yo... Yo me caí.
—¡Ya basta! —Janie está medio borracha, confusa y ciega. Pero ya está harta—. ¡Deja de hablar de mí
de esa manera! No me vengas con esa mierda de que: "No sirvo para nada”. Sin mí, estarías en la calle
y lo sabes, así que mejor cierra la boca, ¡carajo!
Mientras la vista de Janie vuelve, ella se pone de pie una vez más, y empieza a recoger las latas.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Y qué? ¿A ti que te importa? —Janie sigue enojada por la pesadilla—. ¿Por qué me odias tanto?
La madre de Janie se inclina para quitar una mancha de humedad en el suelo. Cuando habla, su voz es
más suave.
—Yo no te odio.
—Entonces, ¿qué está pasando? ¿Cuál es el problema con este tipo Henry? Creo que merezco saber
lo que pasó.
—Él es tu padre.
—Sí, ya has mencionado eso. ¿Qué es lo que tengo que hacer, hacerte preguntas específicas sobre él
o puede que tú me las digas? ¡Jesús!
—Su nombre es Henry Feingold. Nos conocimos en Chicago cuando tenía dieciséis años. Fue un
estudiante de la Universidad de Michigan, pero estaba en su casa por el verano. Él trabajaba en la
pizzería Lou Malnati en Lincolnwood. Yo trabajaba ahí también, era camarera.
—¿Y luego qué? ¿Te embarazó y se fue? ¿Era un gilipollas? ¿Cómo llegó hasta aquí a Fieldridge?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No tengo idea. Dejé la escuela. Y lo seguí hasta aquí. Vivimos juntos durante un tiempo, un día él
agarró sus cosas y nunca más lo volví a ver. Ya, ¿estás feliz?
—No. No lo sabía.
—Al parecer, él tenía uno de esos documentos donde decía que yo era su contacto de emergencia. Se
lo había dado a los paramédicos. El documento también dice que él no quería ninguna medida
heroica. Eso es lo que me dijo la enfermera.
—Creo que tal vez debería de tener uno de esos documentos también. Así si mi hígado llegara a
explotar, ellos podrían avisarte.
—Lo digo en serio. Ya no quiero hablar más de esto. Ya he terminado con él.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Después de un momento de silencio, Janie se levanta y camina tambaleándose al baño, vomita unas
cuantas latas de cerveza barata y, a continuación, ella se dice:
—Nunca más.
02:12 am
Y corriendo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
SÁBADO
5 de Agosto, 2006, 8:32 a.m.
—Sí —grazna Janie en su celular—. Qué. —Ella está aún medio dormida.
Janie está en silencio. Ella debería conocer esta voz, pero no la conoce.
—Lamento despertarte. Normalmente no llamaría pero escuché de Baker que tienes una emergencia
familiar y que estás de vuelta en la ciudad. Llamo para preguntar si todo está bien. Y para averiguar
más, si estás dispuesta a decirme. Lo cual más te vale que estés.
—Yo... ugh, es complicado —Janie dice. Ella rueda sobre su espalda. Su boca se siente como si
estuviera llena de papel sanitario—. Sin embargo, todo está bien. Bueno, quiero decir... es una larga
historia.
Ugh.
—Tengo tiempo.
—Esperaré.
Janie sonríe a través del apagado dolor en su cabeza y cambia a la otra llamada.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Es Cabe.
—Regresé —dice.
—Bien.
—Y, uh, preferiría no entrar en detalles. Así que... —Janie se está sintiendo intrépida.
—Te veré el lunes para nuestra reunión si no antes. Cuídate, Janie. —La capitana cuelga.
—¿Qué le pasa a todos que me están llamando a las 8:30 de la maldita mañana?
9:24 a.m.
Duchada, alimentada, peinada, Janie se siente un poquito mejor después de tomar un ibuprofeno y
beber tres vasos de agua.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Nunca más —murmura al espejo. Le regresa la llamada a Cabel—. Lamento que me tomó tanto
tiempo.
Janie explica lo que sucedió anoche mientras camina a través de los patios, sube el camino de entrada
de él y entra a su casa.
—¿Desayunaste?
—Sí.
Cabel asiente.
—Genial.
—No deberías.
Janie está perdida en su pensamiento. Repasando lo que su madre dijo anoche, aunque mucho de ello
está borroso después de toda esa cerveza.
—¿Qué?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Sí. Quiero decir, quiero averiguarlo con toda seguridad. Sólo quiero saber, supongo. Si es malo. O
no.
9:39 a.m.
En el hospital, janie se mueve cuidadosamente a través de los pasillos como siempre, mirando si hay
puertas abiertas. Está atrapada en un raro sueño, pero sólo por unos segundos, apenas tiene siquiera
que hacer una pausa en sus pasos. Ellos se quedan de pie afuera de la habitación de Henry, la mano
de Janie está tensa en la manija.
Estática e impactantes colores brillantes. De nuevo, Janie colapsa sobre sus rodillas, pero esta vez ella
está más preparada. Camina ciegamente hacia la cama y Cabel la ayuda cuidadosamente en el piso
cuando su cabeza se golpea ruidosamente. Es más intenso que nunca.
Justo cuando Janie piensa que sus tímpanos van a estallar, la estática se apaga y la escena parpadea a
la de una mujer en la oscuridad de nuevo. Es la misma mujer que el día anterior, Janie está segura,
aunque no puede divisar ningún rasgo distintivo. Y entonces, Janie ve que un hombre está allí
también. Es Henry, por supuesto. Es su sueño. Él está en las sombras, sentado en una silla,
observando a la mujer. Henry se gira, mira a Janie y parpadea. Sus ojos se ensanchan y se sienta más
recto en su silla.
Y entonces, como una cinta de película rota, la imagen se corta y la estática regresa, más alta que
nunca, con un chillido constante en sus tímpanos. Janie lucha, con la cabeza doliendo. Trata de
sacarse del sueño, pero no puede concentrarse, la estática está arruinando su habilidad para
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
concentrarse.
Piensa que Cabel está allí, sosteniéndola, pero no puede sentir nada ahora.
Los brillantes colores golpean sus ojos, su cerebro, su cuerpo. La estática es como alfilerazos en cada
poro de su piel.
Está atrapada.
Janie lucha otra vez, sintiendo como si estuviera sofocándose ahora. Sintiendo como que si no sale de
este desastre, podría morir aquí. “¡Cabel!”, grita ella en su cabeza, “¡Sácame de aquí!”
Ella reúne toda su fuerza y jala, gimiendo internamente con semejante fuerza que duele a través de
todo el camino. Cuando la pesadilla parpadea a la imagen de la mujer de nuevo, Janie es apenas capaz
de surgir de sus confines.
Los dedos de él acarician su piel desde la frente hasta las mejillas, su mano captura su nuca, y
entonces la levanta, la lleva a la silla.
—¿Estás bien?
Janie no puede hablar. No puede ver. Su cuerpo está entumido. Todo lo que puede hacer es asentir.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie se incorpora tan derecha como puede en la silla, esperando que Cabel esté de pie delante de
ella.
—Hola —dice Cabel—. Nosotros... Yo... ¿Cómo está él hoy? Acabamos de llegar.
El Doctor Ming no responde inmediatamente y Janie estalla en sudor. Oh, Dios, está mirándome.
—¿Eres...?
—Está bien. Esto es realmente... —Cabel suspira y su voz se contrae—. Ah... realmente un momento
emocional para nosotros, ya sabe.
Janie sabe que se está andando con rodeos por el bien de ella.
La vista de Janie está empezando a regresar y ella ve que el doctor Ming está mirando sobre el
gráfico. Continúa:
—Podría ser cualquier día o él podría resistir por unos cuantos días. Es difícil de decir.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie se aclara la garganta y se inclina cuidadosamente sobre el costado de la silla de manera que
pueda ver pasar a Cabel vagando.
—No lo sabemos en realidad. Podría ser un tumor, quizá una serie de apoplejías. Y sin cirugía, jamás
podríamos saberlo. Pero él dejó claro en su DNR1 que él no quería medidas salvavidas, y su pariente
cercano, tu madre, ¿creo?, se niega a firmar para una cirugía o cualquier procedimiento. —Él dice
esto en una voz piadosa que hace a Janie odiarlo.
—Aparentemente no.
—¿Cuáles son las probabilidades de que la cirugía lo ayude? Quiero decir, ¿podría ser normal de
nuevo?
1
(Do Not resusitate o Do not reanimate). Constituye una orden médica para que ciertas personas no reciban tratamiento
de reanimación cardiopulmonar (RCP), debido a que así lo solicitaron por escrito.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
El Doctor Ming mira a Henry, como si pudiera determinar sus probabilidades mirándolo.
—No lo sé. Podría nunca ser capaz de vivir por su cuenta. Eso es, si él siquiera sobrevive a la cirugía. —
Él mira el gráfico de nuevo.
Janie asiente lentamente. Ese es el por qué. Esa es la razón por la que él está sólo tendido allí. Eso, y
el DNR. Eso es por lo que no están reparándolo, está demasiado averiado. Ella trata de sonar
simplemente curiosa pero sale como si estuviera nerviosa.
—Así que, uh, ¿cuánto le cuesta estar sólo aquí, esperando morir... y esas cosas?
—No lo sé... eso es realmente una pregunta para la oficina de contabilidad. —Él mira su reloj. Coloca
el gráfico de nuevo—. De acuerdo, entonces. —Él sale enérgicamente de la habitación, cerrando la
puerta tras él.
—¡Ni siquiera permitas que eso pase de nuevo! ¿No te diste cuenta que estaba atrapada en la
pesadilla? No podía salir, Cabel. Pensé que iba a morir.
—Pude darme cuenta de que estabas luchando, pero si lo detenía, ¿cómo se suponía que supiera que
no te enojarías conmigo por eso? ¿Y qué querías que hiciera, arrastrarte al pasillo? Estamos en un
maldito hospital, Hannagan. Si alguien te viera así, estarías atada a una camilla en treinta segundos y
estaríamos aquí atascados todo el día, por no mencionar la cuenta por eso.
—Mejor eso que atrapada en un mundo lleno de estática frontal. No es de extrañar que el tipo esté
loco. Estoy media loca de sólo pasar unos minutos escuchando eso. Además —Janie añade fríamente,
señalando al baño privado—, hola.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No pensé en eso, ¿de acuerdo? Ya sabes, no es como que pase cada momento despierto planeando
mi vida alrededor de tus estúpidos problemas.
Hay más...
—Oh, mierda. —Él camina hacia ella, con ojos arrepentidos. Y ella retrocede.
Sacude su cabeza y aleja la mirada, con los dedos en su boca y los ojos llenándose de lágrimas.
—No —dice ella lentamente. No quería decirlo, pero sabe que es la verdad—. Tienes razón. Lo siento.
—Ella suelta una risa malhumorada—. Es bueno que lo digas como es, ¿sabes? Saludable. Y una
mierda.
—Vamos —dice él—. Ven aquí. —Él camina hacia ella de nuevo y esta vez ella va a él. Él pasa sus
dedos por su cabello y la sostiene contra su pecho. Besa su frente—. Lo siento también. Y esto no es
así. Yo sólo... salió de forma equivocada.
—¿Ah sí? ¿Estás diciendo de verdad que no estás preocupado sobre lo que me va a pasar? ¿Sobre
cómo eso te afectará?
—¿Y bien?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Quiero que me digas la verdad. ¿No estás preocupado? ¿Ni siquiera un poco?
—Janie —él dice de nuevo—. No. ¿Por qué estás haciendo esto?
—Creo que estoy un poco tensa —ella susurra después de un momento, y entonces sacude la cabeza.
Al menos ahora ella lo sabe—. Tengo un montón de cosas en la cabeza.
Janie está callada, pensando en su madre, su padre, y todo lo demás. Cabel, y sus propios estúpidos
problemas, como Cabel los llama. Y ahora, ella se pregunta, ¿Quién va a pagar esta cuenta de
hospital? Ella espera como el infierno que Henry tenga dinero, pero por su aspecto, él está sin hogar.
—Sin seguro —gime en voz alta. Golpea su cabeza contra el pecho de Cabel—. Ay, ay, ay.
—No es tu problema.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué?
Ella ríe.
—Seguro.
—Probablemente me arrepentiré de decir algo. Pero es así. Estás acostumbrada a interpretar el papel
de la responsable con tu madre. Ahora que ves a este tipo disfuncional, alguien te dice que es tu
padre y bum, tu instinto es ser responsable de él también, ya que parece estar incluso más jodido que
tu madre. Dios sabe que nunca pensamos que eso fuera posible.
Janie suspira.
—Sólo estoy tratando de terminarlo todo, ¿sabes? Pasar por los desastres, uno a uno, esperando que
cada vez sea el último, y entonces miro más allá y me doy cuenta, mierda, hay otro más. Sólo
esperando que algún día, finalmente, sea libre. —Janie mira hacia Henry y camina hacia el costado de
la cama—. Pero nunca sucede —dice ella. Mira a su padre por un largo momento.
Pensando.
Pensando.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Vamos —finalmente le dice a Cabel—. No creo que haya algo que podamos hacer por él. Sólo
vámonos. Esperemos que ellos le llamen a mi madre cuando él... cuando se haya terminado.
—De acuerdo, cariño. —Cabel sigue a Janie fuera de la habitación. Asiente hacia Miguel en el
escritorio y Miguel le ofrece una simpática sonrisa.
—¿Ahora qué? —dice Cabel, agarrando la mano de Janie mientras caminan hacia el auto—. ¿Comida?
—Creo que preferiría que sólo me lleves a casa, ¿sí? Necesito algo de tiempo para procesarlo. Más
vale que vea a mi madre también.
01:15 p.m.
Janie se deja caer sobre su cama. Hunde su cabeza en la almohada. Su ventilador sopla a toda marcha
sobre ella, la ventana y las persianas están cerradas para mantener el calor afuera. Hace calor dentro
de la casa, pero a Janie no le importa. Aún se está recuperando de anoche. Cae con fuerza en una
tarde de sueño. Sus sueños son confusos y al azar, revoloteando desde un espeluznante y peludo
hombre sin hogar persiguiéndola; a su madre borracha tropezando en el patio delantero, desnuda; al
señor Durbin amenazando con matarla; hasta un desfile con todas las personas de La Colina alineadas
a lo largo de la calle, mirando. Señalando y riéndose de Janie, la chica que atrapa traficantes de
drogas.
Entonces, tiene un horrible sueño sobre la Señorita Stubin muriendo, y aunque ya está muerta, aún
duele. En el sueño, Janie llora. Cuando se despierta, sus ojos están húmedos.
También lo está el resto de ella. Está sudando tanto que las sábanas están húmedas.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
04:22 p.m.
Ella se desliza en sus zapatos de correr, se estira, y se dirige a la puerta, con la botella de agua en
mano. Piensa que quizá esto es lo que necesita. No se ha ejercitado en toda la semana.
Camina por la entrada, con los pies crujiendo sobre la grava, y afloja el paso a un trote. Golpea el
pavimento parchado con alquitrán, sus zapatos haciendo abolladuras en las manchas negras que se
han vuelto incluso más suaves por el sol. El sudor corre por su espalda y entre sus pechos. Sus piernas
están cansadas pero ella se mantiene andando, esperando a que ese arrebato llegue. Corre todo el
camino a la Casa Heather sin darse cuenta de adónde está yendo. Con el rítmico paso, la acompasada
respiración, golpeando tanto malos pensamientos como recuerdos a través de su cabeza, tratando de
sacarlos.
Sube el camino y entra al cimentado lote de estacionamiento, ella corre y entonces se detiene. Se
queda de pie en un espacio de estacionamiento cuyas líneas lucen cansadas de los años de uso y
carencia de pintura. Levanta la mirada al cielo, sobre los enormes arces, imaginando aquella noche,
hace unos cuantos veranos, cuando ella se sentó aquí afuera con tres de los residentes de la Casa
Heather, para ver los fuegos artificiales del cuatro de julio. Ellos soltaron expresiones como “Oh” y
“Ah”, aunque uno de ellos estaba ciega.
Janie, respirando con fuerza, baja al cemento caliente y las lágrimas se desbordan libremente, el dolor
de tener dieciocho años y de estar enamorada de un chico que no puede hablar de lo que le está
sucediendo a ella, y sintiendo este enorme peso presionando en su pecho, aplastándola, reteniendo
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
su espalda, evitando que ella viva realmente como una chica adolescente debería vivir, y ella se
pregunta, no por primera vez, por qué toda esta mierda le está ocurriendo a ella. Piensa que cometió
algún horrible error, tomando el trabajo con la Capitana y acelerando su propia ceguera para el
beneficio de otros. Se pregunta cómo habría sido si todo eso nunca le hubiera pasado a ella, si nunca
hubiera leído esa maldita libreta verde, si nunca hubiera tomado ese tren donde todo comenzó
cuando ella tenía ocho años. Si podría en realidad estar en control de su vida, sólo una vez.
Se pregunta si debería hacer realmente lo que ha temido hacer todo este tiempo.
—¡Dame un maldito respiro! —grita ella hacia los fuegos artificiales que ya no están allí—. ¿Qué
demonios tengo que hacer para ser simplemente normal? ¿Qué hice para merecer esta mierda? ¿Por
qué? —solloza—. ¿Por qué?
05:35 p.m.
Janie se levanta.
06:09 p.m.
Él levanta la mirada de la cocina donde está preparándose un sándwich y pestañea hacia ella.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Hola —dice ella. Se queda de pie allí, sus mejillas manchadas de lágrimas, rayadas con sudor y polvo
veraniego de la carretera.
Y entonces la guía hacia el baño. Abre la regadera. Se arrodilla para quitarle los zapatos y los
calcetines mientras ella coloca sus lentes en el tablero y se desbarata la coleta. Él la ayuda a quitarse
la ropa empapada. Y luego sostiene la cortina abierta para ella.
—Adelante —dice.
Ella entra.
Y entonces se detiene.
06:41 p.m.
—¿Oye, Cabel? —dice ella, secándose el cabello. Sonriendo. Echando todos los pensamientos excepto
uno a un lado por el momento—. ¿Quieres ir a conseguirle a Jimmy un impermeable y cuidaremos de
ti?
Cabel la mira.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
11:21 p.m.
—No había mucho de dónde escoger en el carrito de la biblioteca del hospital, y Dennie siempre
estaba revisando —Cabel dice sarcásticamente.
—¿Te gustó?
—Um... bueno, no era lo más sensato que leer para un chico de catorce años con injertos recientes de
piel en el área general allá abajo, si sabes a lo que me refiero.
Janie sofoca una simpática risa y entierra su cara en la playera de él. Lo sostiene cerca. Lo siente
respirando. Después de unos minutos, ella dice:
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Janie. Basta.
—Duérmete.
11:41 p.m.
Por un rato.
03:03 a.m.
Él sueña.
Están en la casa de Cabel, ambos, acurrucados en un sofá, jugando Halo, comiendo pizza.
Divirtiéndose. Hay un amortiguado sonido de trasfondo, alguien gritando por ayuda desde la cocina,
pero los dos lo ignoran, están demasiado ocupados disfrutando de la compañía del otro.
—¡Silencio! —grita Cabel. Pero el llamado sólo se vuelve más intenso. Él grita de nuevo, pero nada
cambia. Finalmente, él va a la cocina. Janie está obligada a seguirlo.
Él grita:
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Ahí, tendida en una blanca cama de hospital a mitad de la cocina, está una mujer.
Ciega y demacrada.
Espantosa.
Es Janie de anciana.
—Ayúdame —dice.
Janie mira. Da una ligera sacudida de cabeza, aunque está obligada a tratar de ayudarlo.
—No puedo.
Susurra:
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Helada.
Jadeante.
Cuando es capaz, Janie tropieza sobre sus entumidos dedos de los pies a través del piso del sótano de
Cabel y sube las escaleras, sale por la puerta. Atraviesa los patios y se dirige a su diminuta y sofocante
prisión.
Se tiende sobre su costado, contando sus respiraciones, haciéndose sentir cada una, inhalando y
exhalando. Mirando la pared.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
DOMINGO
Janie encuentra a Dorothea en la cocina, arreglando su cóctel de media mañana. Es la primera vez que
Janie la ha visto desde que hablaron.
—No.
—¿Estás bien?
La mamá de Janie se detiene y le da a Janie una mirada nublada. Ella finge una sonrisa.
—Muy bien.
—Sabes que mi número de celular está aquí al lado del calendario si alguna vez me necesitas, ¿de
acuerdo? Y el de Cabel está aquí también. Él haría lo que fuera por ti, como, si yo no estuviera por
aquí o algo. ¿Lo sabes?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Sí, Ma —Janie gira sus ojos. Cabel se había cortado el cabello hace meses.
—Cabel. ¿Qué clase de nombre es ese?
Janie la ignora. Deseando que ella no hubiera dicho eso en primer lugar.
—Mejor que no quedes embarazada, es todo lo que puedo decir. Un bebé arruina tu vida. —La mamá
de Janie se dirige a su habitación.
—Oye, muchas gracias —dice en voz alta. Saca su celular y lo enciende. Hay un mensaje de texto de
Cabel.
Él le contesta:
Janie piensa.
Sí. Gracias.
11:30 a.m.
Él está en la puerta.
91
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿A dónde?
—Ya verás.
—Buscando dos-tres-ocho-ochenta-ocho.
Cabel entrecierra los ojos de nuevo y desacelera a medida que pasan 23766. Él mira en su espejo
retrovisor y un momento después, un carro se acerca, pasándolos.
—Henry Feingold.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Otro kilómetro y Cabel acciona una tracción de dos gravas. Piedras rayan los lados del carro y el
camino es extremadamente desigual. Cabel maldice en voz baja.
Janie se asoma por el parabrisas. El sol se pasa por las ramas de los árboles, haciéndolo un paseo a
rayas. Ella ve algo borroso a un cuarto de milla, en un claro.
—Sí.
Después de un par de minutos, con Cabel manejando agonizantemente despacio por la calle
dispareja, llegan a una parada en frente de una pequeña, y destartalada cabaña.
Se bajan del auto. En los alrededores de grava hay una estación vieja y oxidada con paneles de
madera. Un recipiente de té empapa la capota del carro.
Hay arbustos alrededor de la pequeña casa. Una cadena de rosas chamuscadas amenaza con afectar
el enrejado con putrefacción. Unas cuantas azucenas se abren, tomando el sol. Todas las otras flores
son hierba. Fuera de la puerta frontal hay una pequeña pila de cajas de cartón.
Cabel da unos cuantos pasos cuidadosos a través de los arbustos hacia la ventana sucia y se asoma
hacia adentro, tratando de ver por la pequeña abertura entre las cortinas.
—No deberías hacer eso —dice Janie. Ella está incómoda. Está haciendo calor y el aire zumba por los
insectos. Y están invadiendo la privacidad de alguien—. Este lugar me está asustando.
Cabel examina la pila de cajas en frente de la puerta, buscando alguna dirección de retorno. Toma una
de las cajas y la sacude cerca de su oído. Luego la pone de nuevo en la pila y mira alrededor.
93
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Si la Capitana alguna vez se entera, nos pateará el trasero. Ella no se va a ir por el camino fácil. —
Janie camina por los bordes del carro—. Vamos, Cabe. En serio.
—No lo entiendo. ¿No quieres saber más? El tipo es tu papá. ¿No tienes curiosidad?
—Sí. —Sabiendo que si ella no se interesa en Henry, podría tacharlo como un problema resuelto
cuando él muriera. Él sólo sería algún sujeto cuyo obituario aparece en el periódico. No su padre—.
No necesito una cosa más por la que preocuparme, supongo.
Cabe saca el carro hacia el camino de nuevo y Janie mira sobre su hombro una última vez. Todo lo que
puede ver son árboles.
—Espero que sus paquetes no se mojen la próxima vez que llueva —ella dice.
Ellos conducen en silencio por unos cuantos minutos. Y luego Cabel pregunta:
—¿Conseguiste algo de la pesadilla de Henry ayer? Tenía miedo de preguntar después de nuestro
pequeño malentendido de muerte.
Janie se gira en su asiento y mira a Cabel manejar.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Fue casi igual que antes. Estático. Colores. Una mujer en la distancia y luego vi a Henry en el sueño
también. Siempre sentado en la misma silla. Él estaba mirando a la mujer.
—Sólo estaba de pie allí en el medio de una habitación con poca iluminación, era como el gimnasio de
una escuela o algo. No pude ver su rostro.
—Sí —dice Janie. Ella mira las filas de maíz sin definición—. Aunque, no se sentía aterrador. Se
sentía… solitario. Y luego… —Janie se detiene. Piensa—. Hmmm
—¿Qué?
—Él se giró y me miró. Como si estuviera tal vez un poco sorprendido de que yo estuviera allí. Él me
pedía que lo ayudara.
—Oh, totalmente. Pero… yo no sé. Esto se sintió diferente. Como… —Janie busca en sus recuerdos,
pensando de nuevo en la docena de sueños que ella ha experimentado en su vida—. Como en la
mayoría de sueños de las personas, yo sólo estoy allí, y ellos aceptan eso, y ellos me hablan como si
fuera un apoyo. Pero en realidad ellos no se conectan, me miran pero en realidad no me están
viendo.
Janie suspira.
—Supongo que yo tampoco. Sólo se sintió diferente.
—¿Como el primer día que te vi en el paradero del bus y tú fuiste la única que me miró, y nuestros
ojos como que se conectaron? —Cabel se estaba burlando, algo así. Pero no en realidad.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Tal vez. Pero más como cuando la Señorita Stubin me miró cuando yo estaba en su sueño de vuelta
en la enfermería y ella me hizo una pregunta. Alguna cosa como de reconocimiento. Como, si de
alguna manera ella sólo supiera que yo también era una atrapasueños.
Cabel mira a Janie y luego de vuelta al camino. Su frente se arruga e inclinó su cabeza con curiosidad.
—Espera —él dice—. Espera un minuto. —Él presiona el freno y se gira para mirar a Janie de nuevo—.
¿En serio?
—Janie. ¿Tienes alguna razón en absoluto para pensar que toda la cosa de los sueños puede ser
hereditaria? —El carro desacelera y se detiene en la mitad del camino en el campo.
—Yo no sé —dice Janie. Ella mira sobre su hombro nerviosamente. —Cabe, ¿qué estás haciendo?
—Dando la vuelta —él dice. Él se devuelve en un giro de tres puntos de infracción y le da al gas—.
Estas son cosas importantes. Él tal vez tenga algo de información de tu pequeña maldición. Y tal vez
no tengamos otra oportunidad.
12:03 p.m
Cabel se para en la puerta frontal de la casa de Henry y saca su licencia de conducir de su billetera. La
pone entre la cerradura de la puerta al lado de la manija y empieza a moverla de lado a lado. Presiona
sus labios mientras trabaja, tratando de halar el cerrojo para así poder entrar.
Janie lo mira por un momento. Luego ella agarra la perilla de la puerta. La gira. La puerta se abre.
Cabel se endereza.
—Alguien cuyo cerebro está explotando, ¿tal vez? ¿Alguien que vive en la mitad de nada y no tiene
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
nada bueno que le roben? ¿Alguien que está medio loco? Tal vez él le dijo a los paramédicos que no la
aseguraran porque no tenía sus llaves. —Janie entra en la pequeña casa, haciendo que Cabel la
sigua—. ¿Ves? —ella dice, señalando al guarda-llaves que hay en la pared con un juego de llaves
colgando de éste.
Está repleto adentro. Cocina, sala de estar, y la cama, están todos en la habitación principal. Una
puerta en la esquina trasera parece conducir al baño. Hay una radio sobre el estante y un pequeño
televisor en el mostrador de la cocina. Aire caliente entra a la habitación a través de una ventana
abierta en la parte trasera de la casa. Una delgada cortina amarilla aletea. Debajo de la cortina está
una mesa donde hay un viejo computador. Parece, por la taza de café y el plato, que la mesa sirve
tanto de mesa de comida como de escritorio. Bajo la mesa hay una unidad de tres cajones que parece
como si alguna vez hubiera pertenecido a un escritorio real. Unos cuantos papeles descansan en el
piso como si hubieran sido arrastrados por la brisa.
Cajas de cartón aplastadas están recostadas contra la pared, cerca a la parte trasera. La cama está sin
hacer. Un vaso casi vacío de agua está sobre una mesa de noche hecha con cajas de cartón.
—Bien —dice Janie—. Allí va mi sueño de una herencia mágica sorpresa. Este sujeto es más pobre que
nosotros.
—Eso no es una tarea fácil —dice Cabel. Camina hacia el escritorio—. A menos que tal vez le
pertenezca esta propiedad, podría ser valiosa. —Cabel baraja unos cuantos billetes sobre el
escritorio—. O… no. Aquí hay una cuenta cancelada que dice “renta” en la línea de memorando.
—Maldición. —Janie se le une a Cabel de mala gana—. Esto se siente raro, Cabe. No deberíamos estar
haciendo esto.
—Nunca encontrarás nada si esperas hasta que está muerto. El Estado se hará cargo y el propietario
va a querer un inquilino que pueda pagar las cuentas. Limpiarán este lugar, venderán lo que puedan
para pagar el hospital y eso es todo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Supongo. —Ella vagó por la pequeña casa. Sobre la televisión había una variedad de tranquilizantes
más-de-la-cuenta. El refrigerador estaba medio surtido. Un cuarto de leche, media hogaza de pan
integral, un contenedor de boloñesa. Una sola plataforma estaba llena con granos verdes, maíz en
mazorca, tomates, y frambuesas. Janie miró por la ventana al patio trasero y vio un pequeño jardín, y
al otro lado, los arbustos de aspecto salvaje con puntos rojos.
Las gavetas están en su mayoría vacías, excepto por unos platos y vasos que no coinciden. Hay una
ligera capa de polvo por todas partes, pero no es una casa sucia. En el área de estar, hay una
fantástica silla reclinable vieja La-Z-Boy, una mesita de noche con una lámpara de madera sobre ella, y
una gran estantería improvisada llena con cajas. Cerca hay una pequeña librería. Janie se imagina a
Henry sentado allí en la noche, en la silla reclinable, leyendo o viendo televisión en esta casa casi
acogedora. Ella se pregunta qué tipo de vida era esa.
Ella camina por la estantería y ve unas copias de Shakespeare, Dickens, Kerouac, y Hemingway y
Steinbeck también. Algunos libros con letras extrañas que parecen como hebreo. Textos de ciencia.
Janie remueve uno y mira dentro. Ve lo que debe ser la escritura de su padre debajo de una lista de
nombres que han sido tachados.
Universidad de Michigan.
Ella pasa las páginas a lo largo del libro, leyendo las notas en el margen. Preguntándose si esas son sus
notas, o si le pertenecían a alguien antes de él. El lomo está roto y algunas de las páginas están sueltas
así que Janie suelta el libro y lo devuelve a la repisa.
—Facturas —él dice—, de todo tipo de cosas raras. Ropa de bebé. Video juegos. Joyas. Globos de
nieve, por Dios. Me pregunto dónde lo guarda todo. Es como extraño, si me lo preguntas.
Janie se levanta y camina hacia Cabel. Toma un cuaderno y lo abre. Dentro, en una escritura
impecable, hay una lista de transacciones. No hay dos parecidas. Janie examina el cuaderno y luego va
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
a la puerta frontal. Lleva los paquetes adentro y mira las direcciones de retorno. Coinciden con las del
cuaderno.
—Yo creo que debe tener una tienda en Internet, Cabe. Compra cosas baratas y las vende en su
tienda virtual con una pequeña ganancia. Así que ha recibido un pequeño departamento de
envío/recepción por allí. —Ella señala a la unidad de estantería.
Janie asiente.
—Parece extraño que haya ido a la escuela de ciencias y haya terminado haciendo esto. Me pregunto
si lo despidieron o algo.
Janie sonríe.
—Gracias.
—Entonces… —Janie pone el cuaderno sobre la mesa y recoge una rústica copia de catch-22.
Tomando páginas de este, se pierde en su pensamiento. Ve una pieza de papel usada como marcador.
Las palabras están garabateadas con lápiz en él.
Morton’s Fork.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué quieres hacer? No veo ninguna evidencia de que sea un atrapasueños, ¿tú sí?
Cabel se ríe.
—Mesa de noche —dice Janie, tocándose el labio superior con su dedo. Camina hacia la cama de
Henry, pero no hay nada allí. Sólo el vaso con agua. Ella empuja a un lado y desliza sus dedos entre los
pliegues de la caja, buscando un diario o una clase de cosa como esa—. No hay nada aquí, Cabe.
Deberíamos irnos.
—No. No vamos a ir allí. En serio. Sólo vámonos. Además, ya viste al sujeto. Él no está todo retorcido
ni ciego.
—Sí, tal vez tengas razón —dice Janie—. Pero su mano buscó la mía.
—Bueno… ¿Qué decía la Señorita Stubin en el cuaderno verde? ¿Mediados de los años treinta para las
manos? Él no puede ser más viejo que los últimos años de los treinta, tal vez principios de los
cuarenta, ¿no? Así que tal vez eso no ha pasado todavía.
Janie suspira. No quiere irse tan hondo. No quiere pensar más acerca del cuaderno verde. Ella camina
hacia la puerta y se detiene allí por un momento. Recuesta ligeramente su cabeza contra ésta. Luego
la abre, sale y se sienta en el coche sofocante hasta que Cabel viene.
—¿Hospital? —él dice, con esperanza en su voz, cuando regresa el carro hacia el camino.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No. —La voz de Janie es firme—. Ya terminamos con esto Cabe. No me importa si él era el rey de los
atrapasueños. Probablemente no lo sea. Probablemente sea algún sujeto que se aterraría si supiera
que estuvimos merodeando por su casa. No quiero seguir persiguiendo esto. —Ella está cansada de
todo esto.
Cabel asiente.
07:07 p.m.
En la casa de Cabel, los dos se ejercitan. Janie sabe que tiene que mantener en alto su fuerza. Ellos
tienen una reunión con el Capitán el lunes, lo que significa que se avecina una asignación. Por primera
vez, Janie no se siente muy emocionada por ello.
—¿Alguna idea de lo que el capitán tendrá para nosotros? —Janie pregunta entre empujes con la
pesa.
—Nunca se sabe con ella. —Cabel respira y sopla ferozmente cuando llega al final de su brazo
encrespado por las repeticiones—. Espero que sea algo ligero y fácil.
—Vamos a averiguarlo bastante rápido. —Cabel pone su peso en el suelo—. Mientras tanto, no puedo
dejar de pensar en Henry. Hay algo extraño en toda la situación.
—Creí que habías dicho que ibas a dejarlo ir —dice, bromeando. Pero la curiosidad domina—. ¿Qué te
hace decir eso, de todos modos?
—Bien, dijiste que había una conexión en el sueño, como la que tuviste con la Señorita Stubin,
¿cierto? Eso es lo que tiene mi mente, va y ahora no lo puedo parar. Y lo raro, es sólo la manera en
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
que vive. Es un ermitaño. Quiero decir, él tiene esa vieja camioneta estacionada en el patio, por lo
que, obviamente, él la conduce, pero...
Pero.
10:20 p.m.
—Buenas noches, cariño —Cabe murmura al oído de Janie. Están de pie en la escalera de entrada,
Cabel está a punto de dormir allí de nuevo. Es demasiado difícil. Demasiado difícil mantener su
secreto.
—Te amo —dice ella, fervorosamente. Diciéndolo en serio. Diciéndolo tan en serio.
—También te amo.
Janie va con los brazos extendidos y los dedos entrelazados con los de Cabel hasta que no pueden
llegar a más, y entonces ella de mala gana deja caer el brazo y camina lentamente a través de los
patios de su calle, hasta su casa.
Tendida despierta sobre su espalda. Su mente cambia de Cabel a los eventos más tempranos del día.
Hacia Henry.
102
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
12:39 a.m.
Janie se sale de la cama, se pone su ropa y toma su teléfono, la llave de la casa, y un bocadillo para la
energía. El autobús está vacío, excepto por el conductor.
12:58 a.m.
Las sandalias de Janie golpean el suelo del hospital y hacen eco atravesando al otro lado de los
silenciosos pasillos. Un camillero con una vacía camilla inclina la cabeza hacia Janie cuando sale del
ascensor. Hasta en el tercer piso, Janie empuja la puerta de la ICU2 sin vacilar. Es poco iluminada y
silenciosa. Janie mantiene a raya los sueños del pasillo y, antes de que ella abra la puerta de Henry,
repasa el plan en su mente.
2
Unidad de cuidados intensivos
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Toma una respiración profunda y empuja la puerta, cerrándola detrás de ella con rapidez, ya que todo
alrededor de ella se queda en negro, y luego es golpeada por los colores y la monstruosa estática, una
vez más.
El poder del sueño fuerza a Janie a sus manos y rodillas. El ataque a sus sentidos se hace diez veces
más fuerte que la gravedad normal. Ella se balancea sin darse cuenta, como si evitara las paredes de
bloques gigantes de color ardiente que se abren hacia ella en 3-D. Mentalmente está tratando de
escuchar sus propios pensamientos sobre el ruido, y es increíblemente difícil, es como si estuviera en
un vórtice de la electricidad estática.
Crece rápidamente el entumecimiento en las manos y pies de Janie. A ciegas, se gira a la derecha y se
arrastra, con el objetivo hacia el baño de manera que si tiene que hacerlo, pueda entrar y cerrar la
puerta. Como llameantes bloques amarillos que cambian hacia ella, Janie se lanza para evitarlo y
siente su cabeza en contacto con la pared de la habitación del hospital. ¡Concéntrate! Se grita a sí
misma. Pero el ruido es insoportable.
Lo único que puede hacer es deslizarse hacia delante sobre los talones adormecidos, esperanzada de
que incluso se esté moviendo un poco, y esperando un destello de algo, cualquier cosa que explicara
algunos de los misterios de Henry. Janie no sabe cuánto tiempo pasa antes de que no pueda continuar
moviéndose.
Antes de que ella no pueda apresurarse, no puede combatir por más tiempo. No puede encontrar el
baño para romper la conexión.
Es como si hubiera caído en hielo, envuelta en agua fría. Entumecida, tanto el cuerpo como la mente.
Incluso el ruido y los colores están mudos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
No importa nada tampoco. Ella sólo quiere rendirse, dejar que la pesadilla la supere, se hunde en ella,
en su mente y en su cuerpo con un clamor interminable y asquerosamente deslumbrante.
Y lo hace.
Pronto, todo se volverá negro.
Pero entonces.
Él llega a ella, sus dedos negros y sangrientos, con los ojos trastornados, sin pestañear. Janie queda
paralizada. Las manos frías de su padre llegan alrededor de su cuello, apretando fuerte, más fuerte,
hasta que Janie queda sin aliento, incapaz de moverse, incapaz de pensar. Obligada a dejar que su
propio padre la mate. Mientras sus manos aprietan aún más alrededor del cuello de Janie, la cara de
Henry se vuelve enfermiza de alabastro. Él tensiona más y comienza a temblar.
Se acabó.
Justo cuando ella se ha dado por vencida, la cara blanquecina de su padre se convierte en cristal y se
rompe en una docena de piezas.
Janie cae al suelo, jadeante, junto a las piezas de la cara de su padre que explotaron. Las mira, respira,
y por fin es capaz de moverse.
Y allí, en lugar de ver a su padre en el cristal, ella ve su propio horror, gritándole en la cara, su propio
reflejo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
02:19 a.m.
Y luego.
Un destello de vida.
Un flash de la figura de una mujer en un gimnasio oscuro, un retrato de un hombre en una silla...
Y una voz.
Familiar.
Permaneciendo sobre piernas fuertes, con los ojos claros y brillantes. Sus dedos, no retorcidos, pero
largos y hermosos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Ella está exhausta. Ida. Ida de este mundo y flotando en algún lugar donde otra persona viva no
podría posiblemente estar.
La mente de Janie es inundada con una nueva escena, una suave y tranquila, la de un hombre en una
silla, una mujer, ahora de pie a la luz implorando a Janie volver. La mujer se acerca a Henry, se
encuentra a su lado. Henry vuelve y mira a Janie. Parpadea.
Su maldición.
Obligada, Janie empuja su concentración, a plena consciencia, con miedo a muerte de que el ruido
horrible y los ardientes colores regresen en cualquier momento, temiendo ponerse cerca a cualquier
lado de ese hombre que se vuelva loco y la estrangule. Deseando que ella pueda reunir la fuerza
necesaria para sacarse de esa pesadilla ahora, mientras tiene la oportunidad. Pero ella no puede.
Janie lucha silenciosamente de pie en el gimnasio. Con esfuerzo, camina hacia los dos, sus pasos
haciendo eco. Ella no tiene idea de qué hacer por Henry. No ve nada que pueda hacer para ayudar.
En realidad, sólo quiere atarlo, o tal vez matarlo, ya que él no tiene la oportunidad de hacerle daño.
Ella se detiene a pocos pies de ellos. Mira fijamente a la mujer de pie allí, no cree lo que ven sus ojos.
—Es usted —dice. Siente una oleada de alivio. Su labio tiembla—. Oh, Señorita Stubin.
La Señorita Stubin llega con Janie, abrumada por verla de nuevo e increíblemente débil de esta
pesadilla, tropieza en sus brazos. El agarre de la Señorita Stubin es fuerte, lleno de confort. La fuerza
de Janie se repara algo. Ella se llena de emoción cuando siente la calidez y el amor en el contacto de la
Señorita Stubin.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Usted —dice Janie—. Usted está… Pensé que no podría verla de nuevo.
—He estado disfrutando mi tiempo con Earl, desde la última vez que te vi. Es bueno estar otra vez. —
Ella hace una pausa, abre y cierra los ojos. Busca los tenues rayos de luz que entran a través de las
diminutas ventanas superiores del gimnasio. Y luego mira hacia el mudo Henry, que está sentado
todavía—. Creo que estoy aquí por Henry... pienso que para llevarlo a casa, si sabes lo que quiero
decir. A veces yo misma no sé por qué estoy llamando a otros atrapasueños.
—Vaya —Janie murmura. Se vuelve de nuevo hacia la Señorita Stubin—. ¿Por qué no me dijiste acerca
de él? Tú dijiste en el cuaderno verde que ningún otro atrapasueños está vivo.
—No sabía sobre él. —Sonríe—. Al parecer, él necesita tu ayuda primero, antes de que pueda venir
conmigo. Te agradezco que hayas venido.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No lo sabía, así que es hereditario, entonces. Me lo había preguntado frecuentemente. Es por eso
que no tuve hijos.
—¿Tú…? —Janie es golpeada de repente con un pensamiento—. No está relacionada, ¿cierto? Con
nosotros, quiero decir.
—¿Crees que tal vez hay otros por ahí, entonces? ¿Aparte de mí?
—Saber que Henry existe me da la esperanza de que hay más. Pero los atrapasueños son casi
imposibles de encontrar. —Ella ríe—. Lo mejor que puedes hacer para encontrarlos es dormir en
lugares públicos, supongo.
—No lo sé, pero tú ya sabes qué hacer para averiguarlo. Él ya te pidió ayuda.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Pero... no veo como... y él no me conducía a ninguna parte. —Janie mira a su alrededor el gimnasio
casi vacío, en busca de pistas, tratando de averiguar lo que ella puede hacer para ayudar a Henry. No
quiere acercarse demasiado.
Finalmente, Janie se gira hacia Henry y toma una profunda respiración, mirando brevemente a la
Señorita Stubin en busca de apoyo—. Hola, tú —empieza diciendo. Su voz tiembla un poco, nerviosa,
asustada, sin saber qué esperar—. ¿Cómo puedo ayudarte?
—Ayúdenme —dice.
—¡No sé qué hacer! —ella grita, pero su voz es ahogada por la de él.
Aterrorizada, ella mira a la Señorita Stubin, que observa con atención, un poco temerosa.
Y después.
La Señorita Stubin observa a Henry, para concentrarse. Focalizándose. Hasta que él se vuelve a mirarla
y está tranquilo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie ve.
Inmediatamente, la escena delante de Janie cruje. Pedazos del gimnasio caen lejos, como piezas de un
espejo roto. Las luces brillantes aparecen en los agujeros. Janie ve lo que está pasando y su corazón
late. Ella lanza una mirada frenética a la Señorita Stubin, y a su padre, desesperada por comprender,
pero él se está sosteniéndose la cabeza de nuevo.
—No puedo quedarme en esto —Janie grita, y recoge todas sus fuerzas, empujándose fuera de la
pesadilla antes de los colores estáticos y cegadores la alcancen una vez más.
02:20 a.m.
Los minutos pasan mientras ella está tendida bocabajo, inmóvil, sin ver, sobre las húmedas baldosas
en la habitación del hospital.
02:36 a.m.
Finalmente, Janie puede ver, aunque todo es tenue. Ella gruñe y después de varios intentos, empuja
para ponerse en pie, sujetándose contra la pared, limpiándose la boca. La sangre llega lejos en su
mano. Ella mueve lentamente su lengua alrededor, notando el corte dentro de su mejilla, donde al
parecer se mordió durante la pesadilla.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Siente su cuello, su garganta, con cautela. Su estómago se revuelve cuando pasa la saliva con sangre
espesa, Janie entrecierra los ojos para observar, horrorizada de cuánto tiempo ha pasado.
Se voltea a mirar a Henry. Pasa sus dedos por el pelo enmarañado mientras mira fijamente a su cara
agonizante, congelado en la misma expresión horrible como en su sueño cuando gritó una y otra vez.
—¿Qué está mal contigo? —ella dice. Su voz es como en la pesadilla. Se muerde su labio inferior y lo
observa desde una distancia, recordando al loco Henry de la pesadilla. Está inconsciente. Él no puede
hacerme daño.
Ella no lo cree, por lo que dice en voz alta, a sí misma y para él.
Al lado de su cama.
Su dedo se cierne sobre la mano de él y Janie lo imagina saltando, agarrándola con frío manipulador
de la muerte. Desgarrando su garganta. Estrangulándola. Sin embargo, poco a poco, baja la mano y la
coloca en la parte superior de Henry.
Él no se mueve.
Sus manos son cálidas y ásperas.
02:43 a.m.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Cuando es capaz, serpentea su camino a través del hospital y hacia abajo a la calle. Poco a poco cojea
a casa en medio de la noche.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
LUNES
Increíble.
Janie camina hacia la parada de autobuses. Toma un autobús hacia las afueras de la ciudad. Ella corre
el resto del camino.
Los pies de Janie van golpeando el pavimento mientras corre a lo largo del camino, todo parece
detenerse ante sus ojos. Fila tras fila de maíz que pide ser recogido pasa ante los ojos de Janie
mientras ella corre.
Sus gafas se deslizan de su nariz a causa del sudor, y ese es un recordatorio de que ella necesita ver
todo lo que hay a su alrededor antes de que ya no pueda. Le hace mal pensar en eso, así que absorbe
todo lo que ve, un paso tras otro, hasta que su mente vaga de nuevo.
Oye el zumbido de las ranas arbóreas y recuerda cómo, cuando era niña, solía pensar que el intenso
zumbido no era de los animales, si no de los cables eléctricos, llenos de energía. Cuando se enteró de
que el ruido provenía de las ranas, no lo creyó.
Ella aspira el aire que hay a su alrededor, húmedo, con un ligero olor a estiércol. Así como también, el
olor dulzón de las flores silvestres mezclado con el olor de los últimos parches de la carretera.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
La mente de Janie está clara y despejada y su objetivo está cerca cuando ella llega a la entrada de la
casa de Henry. Reduce la marcha a un paseo, tratando de enfriarse.
Justo cuando llega a la entrada, su celular comienza a vibrar. Ella lo ignora, a sabiendas de que
probablemente es Cabel.
Ella necesita pensar. Pero tiene que hacerlo sola. Abre la puerta y camina hacia dentro de la casa.
Esa extraña sensación comienza acercarse a ella, la hace estremecerse y comienza a sentirse un poco
mareada y enferma al mismo tiempo, el lugar es tranquilo y ciertamente está muy fuera de los límites.
Janie respira, todavía sin aliento, el ruido rompe el silencio.
—Habla conmigo, Henry, usted pequeño estrangulador espeluznante —Janie dice en voz baja—.
Muéstrame cómo puedo ayudarte.
Ella camina hacia la cocina, se limpia la frente sudorosa con una toalla de la cocina y toma un vaso del
armario. Abre la llave del agua. El agua se atasca y después sale a chorros, es de un color dorado
sucio, unos minutos después comienza a salir limpiamente.
Janie deja que el agua corra por un minuto y después llena el vaso. El agua es algo tibia con un sabor
arenoso.
Ella decide comenzar con la computadora. La enciende y no ve nada raro, ella se molesta.
En primer lugar, mira los marcadores. E inmediatamente, se encuentra con la tienda en línea de
Henry, entra y se conecta, la contraseña y el nombre de usuario ya están. Janie mira detenidamente la
tienda en línea, la tienda se llama Dottie Place. Se encuentra con una colección bastante extraña,
incluyendo ropa para bebés y ropa para niños, pequeños equipos electrónicos, libros, vidrio y figurillas
de colección. Ella pulsa en donde dice "Llevar con cuidado", lee las descripciones de las cosas. Lee las
palabras que Henry utilizó para describirlas. Ella ve la inteligencia, la capacidad para vender, y su
habilidad para los negocios, en esa pequeña tienda.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Hay varias subastas en curso, además de unas pocas que terminaron el mismo día que Henry se
enfermó.
Lo único que ella sabe es que Henry Feingold tiene una calificación casi perfecta.
Janie toma el inventario. Evalúa los elementos que ya se han vendido y los que se están buscando. Ve
los paquetes que fueron enviados. Y los que están por enviarse. Ella sigue buscando en la
computadora, y se encuentra con el enlace de los favoritos online de Henry. Mira a su alrededor y ve
las cajas que deben enviarse, las recoge y las pone afuera de la puerta ya que a las cinco de la tarde
vendrán por ellas, y no quiere que se le olvide.
De vuelta en la computadora, Janie ve otras páginas que Henry tiene en sus favoritos. Ve un tablón de
anuncios políticos, un página web de cocina, múltiples enlaces de marketing, y un sitio web de
festividades judías y sitios web de jardinería.
Sueños.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie lee y ve en ello una comparación con unos 22 pasos, y ella mira el libro que está en la mesa con
esa misma frase. Frunce el ceño.
—Muy bien, pequeño estrangulador espeluznante —murmura de nuevo. Ella vuelve la vista hacia el
ordenador, tecleando frenéticamente, buscando las palabras claves—. ¿De qué se trata? ¿Cuál es el
gran misterio?
Ella se deja caer de nuevo en la silla, recordando la última vez que leyó sobre unos 22 pasos. Pocos
meses atrás, en un cuaderno verde con una espiral.
3
Fork significa tenedor.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
No tenía a nadie.
12:50 p.m.
El ruido, la casa sacudiéndose por el ruido de un camión rompe la atención de Janie. A través de la
ventana lo ve retumbando hacia ella y su corazón se acelera, sabiendo que ella no debería estar aquí.
Pero cuando el conductor empieza a golpear la puerta y grita con voz amable:
—Hola.
La mujer levanta la vista de su entrega. El sudor raya sus mejillas de color canela y tiene manchas
húmedas bajo los brazos. Lleva pantalones cortos de color marrón de la empresa y sus piernas están
cubiertas de picaduras de insectos y moretones. Ella la mira sorprendida y confundida por un
momento, después dice:
—Yo… sí.
—¿Dónde está Henry? ¿En una venta de garaje? Bueno, obviamente no, porque ahí está su coche...
Bueno, ¡podrías decirle que vi una venta de artículos usados en Luther'ns? Sobre Washtenaw, Fridee y
Saturdee.
—Henry no podrá ir. Él esta... enfermo. No se encuentra muy bien. —Janie siente la garganta cada vez
más apretada—. Está en el hospital, probablemente no va a lograrlo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Oh, Dios mío. No estarás hablando en serio. Usted... ¿quién es usted? Si me permite la pregunta,
quiero decir, sé que no es de mi incumbencia, pero Henry ha sido mi cliente durante años. Somos
amigos. —Se da la vuelta bruscamente y se queda mirando los bosques, con los dedos moviéndose
desde sus labios, hasta su mejilla.
La mujer suspira.
—Bueno, lo siento por él, eso es seguro. ¿Quieres decirle que le deseo lo mejor?
—Claro, yo... Bueno, él está en estado de coma, o algo así, pero yo se lo diré. Pero, ¿puede decirme
un poco acerca de él? Quiero decir, me acabo de enterar que él es mi papá cuando fue llevado al
hospital, así que no sé nada... —Janie traga con fuerza—. ¿Quiere agua?
—No, gracias. Tengo un montón en el camión. —Todavía en estado de shock por la noticia, ella golpea
estúpidamente un mosquito—. Henry Feingold es un buen tipo. No molesta a nadie. Podrá parecer un
poco extraño pero tiene un corazón de oro. Hace su negocio y vive aquí, solo, pero él dice que lo
prefiere así. Estudia mucho en su computadora, hace búsquedas para su negocio, así como también
para otras cosas. Yo creo que toma cursos online. No estoy del todo segura por qué, pero él siempre
tiene algo interesante que contar.
—Nada más sus dolores de cabeza habituales. Él tenía a veces migrañas. Le dije que debía checarse.
Dijo que no tenía seguro.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Más o menos. ¿Es eso lo que...? —La mujer asiente con la cabeza en lugar de decir las palabras.
—Bueno. Lo siento mucho. Cuídate. Yo... sí. Demonios. Realmente lo siento. —Toma los paquetes que
Janie tenía preparados.
—Si pasa algo, ya sabes, ¿podrías dejar una nota en la puerta? Yo vengo dos veces por día, a veces si
hay una entrega por la tarde. Te lo agradecería. Mi nombre es Cathy con una C.
—¿Sí?
Janie se mueve nerviosamente.
01:15 p.m.
En el aislamiento.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Oh, cielos —dice Janie. Ella deja caer su cabeza en la silla—. ¿Qué diablos estoy haciendo? Esto es
totalmente perfecto. Soy una idiota.
—Hola —dice Cabe, suena algo molesto—. ¿Tienes algo que hacer o qué?
—Sólo necesitaba escapar un rato —Janie dice—. ¿Por qué, qué es tan importante, que no puedo
estar sola por tres horas sin que alguien me esté persiguiendo?
Su tono es más agudo de lo que ella se propone. Pero Janie está empezando a disfrutar de la
tranquilidad.
—Bien, pues —dice. Pero su voz sigue tensa—. Sólo te estaba llamando para ver a qué hora te tengo
que ir a recoger para ir a la reunión que tenemos con la capitana. A las dos.
Janie se sienta en la silla.
—¡Oh, mierda! —Ella mira su reloj—. Mierda, se me olvidó. —Echa un vistazo alrededor de la
habitación para asegurarse de que todo está en su lugar, corre hacia la puerta, y la cierra, al igual
como Henry la dejó—. Yo sólo... salí a correr. Llegaré en cuanto pueda a casa y tomaré una rápida
ducha. ¿Qué tal en cincuenta y cinco minutos?
—Vaya, eso es demasiado. Vamos a llegar tarde. ¿Quieres que te recoja en dondequiera que estés, y
así llegas más rápido a casa?
121
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Vas a tomar el autobús? La capitana se enfurecería si sabe que estás conduciendo. Tú lo sabes.
Vamos, Janie.
Él suena mal. La voz de Janie se escucha jadeante mientras corre. Respira a través de los labios
apretados para evitar la agudeza de su voz.
—¿Dónde estás?
—Ya sabes, Cabe, yo creo... que... tú podrías ir sin mí —dice—. ¿Está bien? Yo no puedo ir.
—¿Qué pasa? ¡Janie! Vamos. No me hagas esto. Te recogeré en cincuenta minutos. Todo va a estar
bien.
—No —dice con firmeza—. Tengo algunas cosas que hacer. Yo llamaré a la capitana y le explicaré.
Sólo ve.
122
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—En realidad no, señor —dice Janie. Su voz está temblando—. No voy ir hoy. Lo siento.
Silencio.
Oye el sonido chirriante de una silla siendo deslizada y un suspiro en el otro extremo.
Janie se sienta a un lado de la carretera y aprieta sus ojos cerrados. Y muerde su dedo índice.
—Todavía no —dice ella—. Pronto. Necesito un par de días para averiguar lo que haré desde aquí.
01:34 p.m.
Ella está de pie sobre el camino, no segura de adónde ir ahora. A casa, o de nuevo a la casa de Henry.
Su cabeza le dice sólo una cosa.
No se siente con el derecho de comer los alimentos de su padre. Así que avanza lentamente hasta la
parada de autobuses. Pensando, siempre pensando.
123
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Para siempre.
02:31 p.m.
En casa, Janie se prepara tres bocadillos. Come uno, y guarda los otros dos en envolturas de plástico y
los pone en su mochila. Dorotea hace una rara aparición, caminando alrededor del refrigerador.
—¿Quieres que te haga un sándwich, mamá? —dice Janie, aunque en realidad no quiere hacerlo—.
Tengo todas las cosas listas.
Dorotea rechaza la sugerencia con un gesto descuidado y un gruñido, y toma una lata de cerveza en
su lugar.
Es Carrie.
—Nada. —Carrie camina hacia la cocina y se sienta en una silla. Sube sus pies al mostrador. Está
usando sandalias—. Comprueba mi pedicura. ¿No está genial?
Janie fija su atención en los pies de Carrie.
—¡Totalmente! Muy lindo, Carrie. —Janie llena una botella con agua del grifo y la guarda en su
mochila también.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No. —Janie suspira. Ella se había visto obligada a mentir a Carrie durante su último año completo.
No quería hacerlo ahora—. ¿Puedo confiar en ti para guardar un secreto?
—Obvio.
Janie sonríe.
—He encontrado la casa de Henry. Voy a volver por ahí y tratar de aprender más sobre él.
—Uh… —dice Janie. Ella quería estar sola, pero después de caminar el día de hoy ya una vez a la casa
de Henry, la idea de tener un viaje en auto de ida y vuelta es demasiado tentador para decir que no—.
Claro que sí. ¿Puedes estar lista para salir ahora?
—Siempre estoy lista para salir. Voy a poner en marcha a la pequeña diva y encontrarte en el camino.
02:50 p.m.
—Así que —dice Janie desde el asiento del pasajero de la Nova77—. ¿No hay planes con Stu esta
noche?
—No. —Carrie frunce el ceño mientras conduce el coche fuera de la ciudad, siguiendo las
instrucciones de Janie—. ¿Por qué todo el mundo me lo pregunta cada vez que me ven sin él?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Y? Yo soy mi propia persona también. ¿Es eso todo lo que hay que hablar? ¿Dónde está Stu?
Janie asoma la cabeza por la ventanilla para recibir la brisa en su cara y las esperanzas de los que no
sueñan.
—Muy bien. Así que… ¿Cuándo comienzan las clases para ti?
Carrie se ilumina.
—Justo después del Día del Trabajo. Y va a ser una explosión. ¡Por fin puedo llegar a conocer algo que
realmente quiero aprender!
—Vas a ser la mejor en tu clase, Carrie. Tienes habilidades increíbles con el cabello.
Carrie vuelve la vista del camino por un momento para mirar a Janie. Sus ojos centellean un poco. Tal
vez están llorosos por el viento. O no.
Janie sonríe, estira su brazo alrededor del cuello de Carrie y le da a su amiga un medio abrazo. Se
olvida de que Carrie no tiene mucho más apoyo en casa del que obtiene Janie. Carrie tira a Ethel en la
calzada llena de baches. Ethel protestas en chillidos y gemidos, pero Carrie la presiona adelante.
—¿Por qué demonios vive aquí en el jodido… jodido Saskatchewan? —Carrie, dice, riendo.
Janie no se molesta en señalar que la provincia canadiense más cercana en realidad es Ontario. Ni que
iban hacia el sur.
Fuera del coche, Janie va inmediatamente la casa mientras Carrie se lo lleva todo en los arbustos
demasiado crecidos, la cabina diminuta, destartalada, la puerta abierta.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué, no lo cerró?
—Bueno, sí, puedo ver eso. ¿No es como si viviera en el barrio, cierto? ¿Quién viene hasta aquí? Sería
una verdadera aventura. La gente aquí te saca una pistola o te invita a un guiso.
03:23 p.m.
—¿Qué estás haciendo en su computadora, Janers? Eso no está un poco, como, mal, ¿no?
Carrie está en la cocina, las manos en las puertas de armario, recogiendo las cosas y poniéndolas de
nuevo.
Carrie se encoge de hombros y avanza hacia el próximo gabinete. Janie navega sobre el nombre de la
Tienda de Henry.
—¿Cómo voy a saberlo? —Carrie dice—. Sí, suena como que podría serlo. Y un infierno mucho más
fácil de decir con la boca llena.
—Sí —Janie dice, y entonces se abre una nueva ventana y lo busca en Google—. Sí, seguro que es.
—¿Qué? —Carrie grita, ahora aparentemente sentada en el suelo de la cocina. Con cazuelas sonando.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Sólo para de hacer lo que sea que estás haciendo. Me estás poniendo nerviosa.
Janie suspira. Su dedo flota sobre el mouse, decidiendo. Por último, lo suelta, abriendo un email de
clientes de Henry.
Realmente se siente como si estuviera husmeando ahora. Pero simplemente no puede evitarlo.
Janie sonríe, leyendo su amable correspondencia con sus clientes, tratando de imaginar. Deseando
poder haber hablado de esto con él. Acerca de su vida. Pero entonces un fuerte golpe en la cocina la
sobresalta otra vez y ella salta, frustrada.
—Carrie, ¿qué diablos? En serio, sólo vamos, ¿de acuerdo? ¡Jesucristo, no te puedo llevar a ninguna
parte! —Janie sólo quiere concentrarse para poder disfrutar de estas palabras. Las interrupciones la
están volviendo loca.
Carrie se encuentra en la cocina frente armarios abiertos, colgado de una puerta. Ella mira por encima
de su hombro avergonzada, mirando cómo Janie entra a la cocina para inspeccionar el desastre.
Janie aprieta los labios, todavía enojada, tratando de no sonreír. El accidente no fue tan malo como
sonaba. Mayormente latas vacías.
—Mira lo que encontré —dice Carrie, tirando de una caja de zapatos del estante. Ella salta al suelo.
—¡Alto! Esto no está bien. —Janie mira nerviosamente por la ventana, como si el accidente de latas
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
en este tranquilo establecimiento traería sirenas y chillidos de neumáticos—. Debemos salir de aquí
de todos modos.
—Pero —dice Carrie—. Chica, tienes que comprobar estas cosas. Son un montón de pistas sobre su
pasado. La historia de tu papá. ¿No estás totalmente curiosa? —Ella se queda mirando a Janie—.
¡Vamos, Janers! ¿Qué tipo de detective eres, de todos modos? Tú deberías preocuparte por esto. Hay
algunos pequeños pernos y algunas monedas y otras cosas, y ¡un anillo! Pero también hay cartas…
Janie se inclina y mira a escondidas en la caja, moviendo suavemente un par de cosas alrededor.
—¿Así que podría ser arrestada? Oh, eso es simplemente genial. Recuerda que ya hice eso una vez, y
no estoy interesada en terminar en la cárcel de nuevo, especialmente contigo. ¿Quién nos rescataría?
—Carrie recoge las latas del suelo y las empuja de nuevo en el armario—. Mis padres me matarían
absolutamente. Y también Stu. Jesús, Janie.
—Lo siento. Mira, no es como que vamos a quedar atrapadas. Nadie sabe aún sobre el tipo. Además,
soy su hija. Eso puede sacarnos de un lío. No es que habrá una…
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie pone la caja de recuerdos sobre el mostrador y le pasa las otras cosas a Carrie. Ella está
frustrada. Desea no haber traído a Carrie hasta aquí, después de todo. Ella sólo quiere tener un
tiempo a solas para pasar a través de las cosas, para concentrarse y descifrar las cosas. Pero el tiempo
se está agotando, Janie lo sabe. Tiene que averiguar cómo puede ayudar a Henry, antes de morir. Y tal
vez hay una pista en la caja. Sin embargo, Janie está muy por encima de robar. Artículos físicos, de
todos modos.
—Vámonos, Carrie.
06:00 p.m.
Ella arrastra sus pies por el camino de Waverly, más allá del Beemer.
—Hey.
Cabel levanta la vista más allá de su asiento en una cubeta al revés. Está pintando la moldura
alrededor de la puerta delantera. Él se limpia el sudor de la frente con la manga de su camiseta.
Él sólo la mira. Esos ojos. El daño. Ella sabe lo que tiene que decir.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Muy bien, gracias —dice—. ¿Quieres decirme lo que está pasando contigo últimamente?
Janie traga con fuerza. Se pasa los dedos por el pelo y lo mira. Inclina la cabeza y aprieta los labios
para evitar que tiemblen. Ella no puede hacerlo. No puede decirle. No puede decirlo. No puede
decirle: voy a dejarte. Así que ella miente.
—Es todo esto con Henry. Y la mierda con mi madre. No puedo manejar nada más en este momento.
Necesito un tiempo para tener las cosas juntas.
Siente sus ojos alejarse de él. Preguntándose. Preguntándose si Cabel lo puede decir. Está tranquilo
por un momento, estudiándola.
—Lo entiendo. ¿Hay algo que pueda hacer? —Se inclina y deja su brocha. Baja por las escaleras hacia
ella. Alcanza su cara y acomoda un mechón de cabello desordenado.
—Sólo necesito algo de tiempo y espacio. Por un rato. Al menos hasta que algo suceda con Henry. ¿De
acuerdo?
Ella inclina la cabeza hacia arriba. Encuentra sus ojos de nuevo. Permanecen ahí de pie, cara a cara,
cada uno estudiando al otro. Entonces, ella se acerca a él. Resbalando sus brazos alrededor de su
cintura. Su camisa está húmeda de sudor.
—¿De acuerdo? —ella vuelve a preguntar. Él la lleva dentro. La sostiene. Besa la parte superior de la
cabeza y suspira.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
07:48 p.m.
Janie, está en el suelo, apoyada contra la cama. Pensando. Ella sólo podría ir a la cama temprano.
Tentador. No.
08:01 p.m.
Janie come su bocadillo en el autobús. Se lava las manos con el agua de la botella. Camina los dos
últimos kilómetros restantes a la casa de Henry. Al menos no hace calor. Y todavía hay mucha luz.
Los sonidos de los bosques son más fuertes por la tarde que durante el día. Un mosquito pasa volando
por la oreja de Janie. Janie golpea sus piernas y brazos mientras camina. Está toda picoteada por
todos los mosquitos que hay en el camino, sobre todo cuando pasó por uno con mucha vegetación.
Dentro de la casa, todo está más frío que nunca. Una brisa sopla adentro de la casa, gracias a los
árboles, la casita ha estado en la sombra durante horas.
—Ahh —dice Janie cuando está en el interior de la casa, la puerta se cierra detrás de ella. Paz y
tranquilidad. Una casita sólo para ella. Janie mira a su alrededor y se imagina cómo sería vivir aquí, sin
temor a entrar en los sueños de los demás.
Piensa que Henry hizo lo correcto. Henry tiene una pequeña tienda en Internet, tiene serenidad y
nadie lo molesta, es Cathy la conductora del camión... y Cathy nunca está durmiendo.
Ella piensa en el dinero que ha estado ahorrando durante años, incluidos los cinco grandes de la
señorita Stubin.
Piensa en la beca. La perdería si renuncia a su trabajo. Si ella se aislara. ¿Pero vale la pena perder la
vista por una beca?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Ella mira a su alrededor, girando su mente. Demonios, ella se ha hecho cargo de su casa y de su inútil
madre, sabe cómo hacerlo. Pagar la renta, obtener víveres. ¡Alguien se daría cuenta si ella sólo asume
el lugar?
—¿Por qué no? —susurra.
Janie toma un trago de agua de su botella y sólo se sienta allí, en la vieja silla destartalada, rodeada de
los sonidos de la noche, consumida por sus pensamientos. De repente, la opción del aislamiento más
el cuaderno verde de la señorita Stubin no suenan tan mal.
—Podría acostumbrarme totalmente a esto —dice ella sumamente feliz—. Nunca más sería aspirada
por los sueños otra vez.
Y luego se detiene.
—Tal vez todavía podría ver a Cabel —susurra—. Pasando cenas a la luz de las velas juntos aquí, o tal
vez almorzando si él puede salir de clase.
Saliendo un par de horas al día... saliendo juntos. Pero no durante las horas de sueño.
133
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
No habría bebés, no tendría una familia, jamás. Janie no podría arriesgarse a tener un niño soñando
por ahí. Además, no hay forma de que Janie pasara esta maldición de atrapasueños a nadie.
Ella imagina el tiempo junto, cómo sería, día tras día. El estancamiento. Cabel viniendo durante las
dos horas obligatorias mientras él hace malabares con la escuela, su casa, su trabajo. Janie sabe que
sería un infierno para Cabel.
Y él lo haría. Él se quedaría con ella. A pesar de que ella arruinaría por completo su vida.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
09:30 p.m.
Mira todas las cosas de Henry. Los expedientes de su negocio. Notas para sí mismo, listas de compras.
Folletos sobre migrañas. Y en línea, una gran cantidad de sitios Web médicos favoritos, junto con los
sitios que ofrecen formas de lidiar con el dolor. Ella se pregunta, y si hubiera tenido seguro, y si
hubieran encontrado el tumor o aneurisma, o lo que sea, antes...
Se pregunta si él todavía siente dolor, está indefenso en el hospital del condado ahora. Piensa en
cómo le rogó por ayuda. Ella habla con las palabras holística de la pantalla.
—Me gustaría saber cómo ayudarle, Henry. Supongo... Espero que usted se vaya pronto, así se
sentiría mucho mejor.
Janie se limpia las manos en sus muslos y mira alrededor de la pequeña sala de estar. Imagina lo
agradable que es estar en esta pequeña casa, agradable, lejos del ruido, de la gente.
Ella se acerca a la cocina, donde Carrie dejó la pequeña caja que encontró en el mostrador. Janie
siente la tentación de ir por ella. Ver las cartas que se mueven por la suave brisa que entra por la
ventana abierta. Pero.
Dos cosas.
Ella no quiere leer ninguna carta íntima escrita con repulsivo amor dirigida a su madre.
Con gusto asumiría las cosas aquí. Pero ella no va a hacerlo. Es demasiado tarde para eso. Ya está
demasiado lejos. Y ya tiene suficiente angustia.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie toma una respiración profunda. Sacude la cabeza. Y empuja la caja de nuevo al armario de
donde la sacó.
Ella limpia y organiza la casa como lo hizo la primera vez que vino. Apaga el ordenador y la lámpara y
se queda en la oscuridad, escuchando el silencio. Deseando que ella pudiera tener esto, una vida llena
de paz. Y sabiendo que ahora la pueda tener, una vez que Henry muera. En este lugar ella podría bajar
la guardia. Y vivir. Ella no tendría que entrar en los sueños de nadie.
Algo muy dentro de ella desea algo más, otra cosa. A Cabel.
Vuelve a sentarse en la silla, en la oscuridad, en este santuario. Se pregunta qué es lo que le espera en
la vida. Se pregunta cómo va a cuidar a su madre y si tal vez Dorotea deba valerse por sí sola a partir
de ahora. Tal vez Janie acaba de darse cuenta de lo que debió de haber visto desde hace años.
Vivir tranquilamente aquí. Manteniendo su vista. Ella baja la vista hacia sus dedos. Proyectan largas
sombras gracias a la luz de las estrellas que entra por la ventana abierta. Janie mueve sus dedos y sus
sombras chapotean en su regazo.
Ella sonríe.
Y aunque la capitana se sentirá decepcionada, y tendría que tomar la beca de nuevo, ella sabe que
jamás la culparía por querer tener una vida normal. Janie en el fondo sabe que todo está bien.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Sólo hay un último trabajo antes de que Janie deje de entrar en los sueños de los demás. Un último
rompecabezas que resolver.
Pero.
Pero.
Esta es también es también la última oportunidad de Janie, de ver y de decirle adiós, de una vez por
todas, a la señorita Stubin.
Cerrando la puerta, que es así como lo dicen. Es jodidamente doloroso pensar en eso.
Pero Janie va a poder hacer esto, va a encontrar la manera de ayudar a Henry, incluso si la mata.
Ehh...
Sí.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
HENRY
Es una larga y oscura caminata a la parada del autobús. Cálidos relámpagos iluminan el cielo. La
tormenta retumba bajo la densa humedad. No llueve, aún.
Janie come un sándwich y una barra energética. Abasteciéndose de energía, preparándose para una
gran noche. Incluso preguntándose si Henry esta aún vivo.
11:28 p.m.
Los pasillos están calmados como es usual y las puertas están cerradas. Janie saluda con la mano a
Miguel el enfermero y se acerca al escritorio.
—¿Alguna noticia?
—El doctor cree que no será por mucho tiempo —él dice.
Janie asiente.
—Claro, cariño —dice. Él llega detrás de la ventanilla—. Aquí hay una manta en caso de que te de frío.
Probablemente sabes que la silla es reclinable, ¿cierto?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Gracias. —Ella continúa hacia abajo por los pasillos a la habitación de Henry. De pie allí por un
momento, tomando unas pocas respiraciones profundas—. Esto es todo —dice bajo, y luego abre la
puerta. Cerrándola rápidamente detrás de ella cuando baja.
Esta vez, Janie es arrojada directamente a la pesadilla. Ella está en un lugar familiar como antes con
Henry gritando “¡Ayúdame! ¡Ayúdame!” de nuevo, una vez más. Él se gira hacia Janie cuando ella se
acerca y él continúa gritándole. Una estoica señorita Stubin permanece cerca de Henry, esperando
pacientemente por el final.
—Henry —grita—. ¡Quiero ayudarte! Estoy aquí para ayudarte. Pero no sé qué hacer. ¿Puedes
enseñármelo?
Henry se levanta y camina hacia Janie y ella retrocede, tensándose, preocupada de que él la agarre, la
estrangule, pero no lo hace.
139
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¡Ayúdame! ¡Ayúdame! —él grita en su oído, haciendo que sus huesos vibren al extremo. Ella se
mueve y él la sigue a donde va. Su voz es suplicante. Se pone de rodillas y toma la mano de Janie,
jalando de ella y gritando. Rogando por ayuda.
Janie sabe que no puede aguantar por mucho más tiempo. Ella no puede moverse. Su cuerpo físico se
ha ido de ella, y su cuerpo en el sueño grita en su propio dolor. No hay nada que pueda hacer por
Henry… Nada.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Así —dice la señorita Stubin, sonriendo—. Es realmente mucho más fácil de esta manera, Henry.
—Sí —dice él, encogiéndose, como si hablar calmadamente fuera difícil para él.
—No sé. Yo… intentaré. No puedo hacer nada ilegal. ¿Lo entiendes?
Él asiente.
—¿Dónde estamos? —pregunta Janie— ¿Es este tu sueño? ¿Este gimnasio oscuro? ¿Esto es todo?
Henry se levanta.
—Por aquí. —Él hace señas para que las dos lo sigan. Él empuja para abrir las puertas dobles que
llevan afuera del gimnasio. Hay puertas a ambos lados.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Sí.
—¿Un recuerdo?
Ellos van a la habitación de al lado. La gente está haciendo fila afuera de ella. Henry, la señorita Stubin
y Janie pasan la congestionada fila y entran. Es una pizzería. Ellos caminan pasando mesas llenas de
gente comiendo, riendo, hacia la cocina, en el cuarto de refrigeración. Allí está Henry apoyado en una
esquina con una chica. Besándose.
Janie mira.
—¿Quién es ella?
—Ella es Dottie.
—¿Quieres decir Dorothea? ¿Dorothea Hannagan? —Janie no puede acabarlo, a pesar que ella sabía
que había algunos besos comprometedores en algunas partes.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No lo sabía. —Su voz se hace más fuerte, como si estuviera tratando de hablar por encima de los
ruidos en su cabeza—. Janie, no lo sabía. Lo siento. Le envié dinero. Ella no lo tomaría. Lo siento tanto.
—Él se pone en cuclillas, la cabeza entre las manos.
—¿Estás contento con lo que hiciste? ¿Alegre de haberte aislado? —Janie baja al suelo por él, ansiosa
de obtener una respuesta ahora.
—Ayúdame —chilla él—. ¡Ayúdame! —Él agarra su camiseta—. Por favor, Janie. Por favor, por favor.
¡Ayúdame! ¡Mátame! ¡Por favor!
Janie no sabe qué hacer. La señorita Stubin trata desesperadamente de calmarlo, pero nada funciona.
—No hay mejor opción. Es Morton’s Fork. —Él cae al suelo gritando—. ¡Ayúdame! ¡Oh, Dios!
¡Ayúdame!
Janie mira a la señorita Stubin con horror y ve las grietas de la escena. Piezas del sueño comienzan a
caer. Ella puede escuchar la estática en la distancia.
Se dan las manos por un momento. Mirándose a los en los ojos, Janie trata desesperadamente de
comunicar que ella no regresará.
143
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie se concentra con todas sus fuerzas, rompe a través de la barrera del sueño.
Janie está tendida sobre el suelo, temblando, tratando de moverse, tratando de sentir su piel,
tratando de ver, todo en lo que puede pensar es en la mirada de la señorita Stubin y en la completa
desesperanza del desesperado Henry, vencido por sus propios miedos.
Oh.
La señorita Stubin.
Qué manera tan terrible de decir adiós para siempre.
Lentamente, exhausta, Janie se levanta de la silla al lado de la cama de Henry. Sus articulaciones,
incluso, sus dientes duelen, sólo se pregunta qué le pasa a su cuerpo cuando ella está en una pesadilla
como esa.
Janie se envuelve en la manta para ayudar a parar su cuerpo de ese temblor incontrolable. Ella apenas
puede soportar mirar la cara retorcida del pobre Henry. Alguna vez desde la última en que ella había
estado aquí, Henry se puso en posición fetal, los puños arriba en su cabeza, como si se protegiera de
los monstruos invisibles que lo han tomado como rehén. Janie se acerca a él. Toca su mano. La
sostiene.
Ella le ruega.
—Por favor, por favor sólo muere. Por favor —ella le susurra una y otra vez, pidiendo dejar ir a Henry,
pidiendo a su captores invisibles dejarlo ir—. No sé cómo ayudarte. —Ella esconde su cara en sus
manos—. Por favor, por favor, por favor… —Las palabras rozan el aire en patrones rítmicos, como las
ramas de sauce callan las olas en la orilla del lago Fremont.
Pero Henry no muere.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Una media hora pasa en el reloj. Se siente más allá de lo real en la oscura y silenciosa habitación,
como si ellos estuvieran en un mundo aislado de los demás. Janie toma el último sándwich de su
mochila, tratando de recuperar energía, y entonces comienza a hablarle a su padre para ayudar a
pasar el tiempo.
Ella le habla de Dorothea, escogiendo sus palabras cuidadosamente para no decir nada muy negativo.
Ella sabe que Henry no necesita escuchar cosas negativas en su condición. Janie le habla de ella
misma también. Le dice cosas que nunca le ha dicho a nadie más, como cuán sola se ha sentido.
Le dice que no está enojado con él por no saber de ella. Y le habla de su vida secreta de atrapasueños,
que ella es exactamente como él. Que lo comprende. Que él no está loco y no está solo.
Todo va saliendo: lo de ser atrapasueños, su trabajo, la señorita Stubin, y el plan de Janie para
detener todos los sueños y tener una vida agradable como la de Henry.
—Estoy haciéndolo también, Henry —dice—. Me estoy aislando, como tú. Probablemente tú ni
siquiera sabías sobre la verdadera opción, ¿cierto? Acerca de la ceguera y la pérdida de tus manos.
Y luego Janie le dice a Henry que entiende por qué hizo lo que hizo a Dottie, a pesar de lo mucho que
él la amaba. Ella entiende esa terrible elección. Ella le habla de Cabe. De cuánto lo ama. Cuán bueno
es él. Cuán paciente. Como está hecha trizas por lo que significa este plan del aislamiento.
De decir adiós.
145
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
De repente, Janie se siente como si hubiera perdido mucho tiempo en estos últimos días, cuando
podía haber estado aquí para Henry.
Ella le dice lo difícil que ha sido, el descubrir todas estas cosas en los últimos días, y llora un poco. Ella
siguió hablando bien entrada la noche.
Cuando Janie está demasiado cansada para pensar o decir otra palabra, se deja ir, acurrucándose en
la silla.
04:51 a.m.
Ella sueña…
Janie está en su dormitorio, sentada en la cama, desorientada. Su lengua se siente seca, sedienta, y se
moja los labios. Su lengua deja una capa en sus labios, se siente áspera como la arena. Cuando Janie
limpia la aspereza, sus labios se descubren. Sus dientes colapsan y diminutas piezas se desprenden en
su boca. Desmoronándose. Los filosos y gruesos trozos cortando su lengua.
Horrorizada, Janie escupe en sus manos, pedazos y piezas de los desmoronados dientes que salen.
Janie se mantiene escupiendo más y más fragmentos de sus dientes que se amontonan en sus manos.
Frenéticamente, Janie mira hacia arriba, insegura de qué hacer. Ella mueve los ojos, todo está
borroso. Vaporoso. Como si ella tratara de ver en un espejo empañado o una cascada. Coloca sus
dientes sobre la cama, olvidados, y seca sus ojos, tratando de aclararlo, intentando ver.
146
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Estoy aislada —ella llora—. ¡Se supone que no voy perder la vista! ¡No! ¡No estoy lista! —Agarra su
ojos, y entonces se da cuenta que tiene hendiduras verticales, agujeros en su rostro, al lado de cada
ojo. Algo sobresale de cada uno.
Los ojos de Janie pican y arden como locos. Janie pasa sus dedos en ellos y saca más pedazos de
jabón. Pero los pedazos parecen multiplicarse. Cuando ella saca los trozos de jabón, corre su lengua
por los desiguales restos de sus dientes, saboreando sangre.
—¡No! —grita.
Finalmente, saca lo último del jabón y puede ver de nuevo. Ella levanta su vista, aliviada.
Y ahí.
Sentado en su silla.
Observando a Janie con una mirada de tranquilidad en su cara.
Henry.
Janie lo mira.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie sonríe con una frágil sonrisa. Asiente con la cabeza de vuelta. Empuja los dientes en su lugar
como si fueran piezas de Lego 4
Henry se sienta.
—Sí.
—Me alegro. Quiero decir, me alegro que me escucharas. No tienes que disculparte. No sabias. —Ella
se queda mirando la silla vacía de Henry.
4
Empresa de juguetes danesa reconocida principalmente por sus bloques de plástico
interconectables.
148
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Él toma su mano.
Ella mira su mano entre las de él por un largo minuto. No sabe qué decir al respecto. Finalmente se
encoge de hombros y dice:
06:10 a.m.
La enfermera del primer turno revisa los signos vitales. Janie se sorprende despierta, se sienta y se
frota los ojos.
—No me hagas caso —dice la enfermera, comprobando el pulso de Henry—. Parece que te vendría
bien algo más de sueño.
Janie se estira y sonríe. Mira a Henry, recordando. Fue extraño, tener a alguien en su propio sueño
por primera vez.
Luego toma aliento, sorprendida, salta en sus pies para ver mejor.
—Él está… —dice mientras la enfermera se gira para irse—. Se ve diferente. Su cara.
La enfermera le echa un vistazo a Henry y revisa su historia clínica. Ella sonríe, distraída.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Su postura se ha relajado, su cara ya no está tensa, sus manos están aflojadas y su cara descansa
suavemente. Luce tranquilo. La agonía se ha ido.
La enfermera se encoge de hombros y se va. Janie mantiene la mirada fija, encantada de verlo con
mejor aspecto y con la esperanza de que ya no esté experimentando pesadillas horribles. Sería
maravilloso si por un momento existiera la posibilidad de que pudiera sacarla de ellas.
Sabe que hay una mejor oportunidad de que él finalmente llegue a morir.
06:21 a.m.
Janie, con un plan, entra al baño privado de la habitación de Henry y cierra la puerta. Ella sabe que no
tiene mucha fuerza, pero cerrar la puerta es pan comido si ésta no se atascara.
Abre la puerta y la jala hacia dentro. Lentamente. Suavemente. No hay estática, no hay brillantes
paredes estrellándose con ella.
Sólo está el gimnasio oscuro y sólo una mancha de luz que surge a través de la gran ventana.
Mi querida Janie.
Mucho se exigió de ti. Y, sin embargo, sigues siendo más fuerte de lo que crees.
Martha
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
06:28 a.m.
Cuando es capaz, se escapa de nuevo del sueño y camina con dificultad a través de los pasillos y hacia
la parada del autobús, toma el autobús a casa, y cae en su cama.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
MARTES
8 de Agosto, 2006, 11:13 a.m.
Janie se despierta, sudando como una maratonista. Su mejilla está pegada a la funda de la almohada.
Su cabello está empapado. Está al menos a 450 grados en la casa.
MURIENDOSE DE HAMBRE.
Va tropezándose a la cocina y se pone de pie ante el refrigerador, comiendo lo que sea que pueda
encontrar. Presiona la fría jarra de leche contra su rostro para refrescarlo antes de tomar un largo
trago de ella. Y entonces toma un cubo de hielo y lo pasa por todo su cuello y sus brazos.
Quince minutos más tarde, ella está en la regadera, la temperatura del agua puesta para enfriar. Es
casi demasiado fría, pero Janie sabe que al minuto de poner un pie fuera de allí, comenzará a sudar de
nuevo, así que mantiene el ajuste en agua helada.
Cuando cierra el agua y sale de la regadera, escucha la voz de su madre, hablando al teléfono. Janie se
congela y escucha por un minuto, y luego se enrolla una toalla alrededor de su cuerpo, agarrándola en
su pecho, y abre la puerta del baño, con su cabello goteando por todo el piso.
Dorothea, en su camisón, cuelga el teléfono. Se gira para mirar a Janie, su cara demacrada y con
aspecto raro. Pálida, como la luna.
—Él está muerto —dice ella simplemente. Se encoge de hombros—. Ya era hora. —Arrastra los pies
de vuelta a su habitación, pero no antes de que Janie vea el labio de Dorothea temblar.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Está muerto —hace eco. Es como si el sonido de su voz lo hiciera real. Janie se reclina contra la
pared del pasillo y se desliza hacia abajo hasta que está sentada en el piso. Recuesta su cabeza hasta
que choca contra la pared—. Mi papá está muerto.
Aún entumida.
Se ha terminado.
Después de unos cuentos minutos, Janie se pone de pie y entra a la habitación de su madre, sin
molestarse en tocar. Dorothea está sentada, llorando en la cama.
—Entonces, ¿qué necesitamos hacer? —Pregunta Janie—. Quiero decir, como, cosas de funeral.
—No lo sé —dice Dorothea—. Les dije que no quiero tener nada que ver con eso. Ellos pueden
simplemente manejarlo.
—¿Qué? —Janie se siente con ganas de gritar. Se mueve para llamar al hospital por sí misma, pero
luego se detiene. Se gira de nuevo hacia su madre. Dice en una voz serena—: Llámalos de nuevo y
diles que Henry es judío. Necesita ir a una funeraria judía. —Janie lanza un vistazo al disperso armario
de Dorothea—. ¿Tienes siquiera un solo vestido decente, mamá? ¿Tienes?
—Oh, sí, irás. —Janie está enojada—. Definitivamente vas a ir al funeral de mi padre. Él te amo, todos
estos años. Podrías no entender por qué se fue, pero yo sí, ¡y él aún te ama! —Janie se atraganta en
su error—. Te amaba —dice—. Ahora ve a llamar al hospital antes de que ellos hagan algo más con él.
Y luego llama a la funeraria, el hospital debería poder recomendarte una.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué edad tienes, ocho malditos años? Búscalo. —Sale violentamente de la habitación y cierra la
puerta de golpe—. ¡Dios! —refunfuña frustrada, mientras pisotea el pasillo y entra a su habitación.
Aún con la toalla puesta, Janie saca algo de ropa de su cómoda, la lanza sobre la cama, y luego rastrilla
un peine de dientes anchos a través de su enredado y mojado cabello.
Ella escucha la puerta de su madre abrirse. Unos minutos después, Janie puede escuchar a Dorothea
tartamudeando en el teléfono. Janie se deja caer de nuevo en la cama, sudando de nuevo en el calor.
Maldición.
12:40 p.m.
Tendrá que mudar sus cosas lentamente ya que tiene que tomar el autobús y caminar.
Se pregunta brevemente si las llaves de la furgoneta de Henry estarán colgadas en algún lugar obvio
en su pequeña casa. Y luego se prohíbe ese plan. Eso podría realmente parecer como robo si ella tiene
que detener el auto. Sin sensación de ser asesinada justo antes de reiniciar toda su vida tampoco.
Se dirige a la puerta.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
1:29 p.m.
Janie pone sus cosas en medio de la choza y se sienta en el escritorio de Henry para escribir una lista
de cosas que hacer:
· Terminar con lo del funeral primero.
· Averiguar si los servicios van incluidos o si tengo que pagar por ellos.
· Limpiar la casa.
· Decirle a Cabel.
Arroja el bolígrafo contra la pared. Golpea su puño en el escritorio. Empuja la silla hacia atrás tan
fuerte que da vueltas. Se queda de pie a la mitad de la habitación y grita hacia el techo.
—¡Mi maldita vida apesta peor que cualquier otra! ¿Cómo puedes obligarme a elegir? ¿Cómo puedes
hacerme esto a mí? ¿Me escuchas? ¿Alguien?
Cae sobre sus rodillas, se cubre la cabeza con los brazos, y se dobla hacia delante en un ovillo.
Los sollozos se desgarran por la casa, pero nadie está ahí para escucharla.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
03:57 p.m.
Janie mira afuera de la ventana del autobús, con la mejillas contra el cristal, observando Fieldridge
pasar.
—Janie, ¿estás bien? —La voz de Cabel se vuelve inmediatamente preocupada—. ¿Dónde estás?
¿Necesitas ayuda?
—Hola, Carrie, sólo pensé que debería hacerte saber que Henry murió. Yo... hablaré contigo después.
04:43 p.m.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Cabel golpea la puerta. Trae una planta en una maceta y una caja de pan de la tienda de abarrotes.
—Hola —dice él—. No tuve tiempo para hacerte algo como una cacerola de comida o lo que sea. Pero
me detuve por la tienda y te traje esto. Lo siento mucho, Janers.
Janie sonríe y sus ojos se llenan de lágrimas. Toma la caja y la planta, coloca la planta cerca de la
ventana.
—Es muy bonita —dice ella—. Gracias. —Ella abre la caja—. Oh, vaya... rosquillas. —Ríe y va hacia él.
Lo abraza muy cerca—. Eres genial, Cabel.
—Imagino que las rosquillas son buena comida reconfortante. Pero voy a arreglarles a ustedes alguna
cena también, para que así no se molesten con eso.
—¿Para qué?
—Eso es lo que haces cuando alguien muere. Les traes cacerolas de comida, y pollo Kentucky y esas
cosas. Charlie consiguió toda clase de comidas cuando papá murió, y a nadie le gustaba siquiera mi
papá. Yo estaba en el hospital, pero Charlie metió a escondidas un poco… Dios, estoy divagando. —
Cabel mueve sus pies—. Sólo voy a callarme ahora.
—Sí —dice él. Acaricia su cabello. Besa su frente—. Siento mucho lo de Henry.
—Gracias. Quiero decir, todos sabíamos que él iba a morir. Él es en realidad sólo un extraño —Janie
dice. Miente.
—Aun así —dice Cabel—. De todos modos, él es tu papá. Eso se va a sentir mal, sin importar qué.
Ella se encoge de hombros.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No puedo… —dice. No quiere ir allí. Ella tiene otras cosas inmediatas en qué pensar justo ahora.
Por ejemplo, cómo llevar a su borracha madre que sólo usa camisones a un funeral.
05:59 p.m.
En lugar de calentar la casa incluso más cocinando, Cabel compra comida. Aparentemente, la esencia
de pollo frito y panecillos penetra al Portal de la Pena, cuando Dorothea aparece y silenciosamente se
sirve comida antes de retirarse una vez más.
El director de la funeraria llama. Janie primero escribe las cosas frenéticamente, entonces discute
opciones de convenios con él. Está aliviada de escuchar que los judíos tienen sus funerales lo más
pronto posible. Eso le sienta bastante bien a ella. Y sin parientes que contactar, arreglan el servicio
para la mañana siguiente a las once.
Después de colgar, Janie se precipita sobre cestos de ropa y consigue alguna ropa sucia para la
lavandería. Empuja el cesto hacia Cabel, y luego recuerda que le prometió a Cathy una nota.
Garabatea algo en un trozo de papel y se lo pasa a Cabel, con un rollo de cinta adhesiva.
—No hay problema —dice. Se dirige a la puerta mientras Janie plancha un vestido y luego sacude en
polvo de un par de antiguos y raramente usados zapatos bajos.
08:10 p.m.
Cabel aparece en la puerta con la ropa, fresca, limpia y casi semi doblada.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Cabel sonríe.
—La ropa sucia no es mi mayor área de pericia, pero me las arreglo. ¿Puedo quedarme estas
pantaletas? —Él sonríe y sale de nuevo de la casa.
Cabel se acobarda.
—Oof. Mierda y ugh. Oye, te dejaré terminar con tus cosas… y te daré tu espacio. Llámame si me
necesitas. Las recogeré mañana para el funeral, si quieres.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
MIERCOLES
—Lamento molestarte —dice—. No lo estoy intentando. Sé que necesitas más espacio. Pero aquí está
un pequeño desayuno para que no tengas problemas con ello.
—Gracias.
—Regreso más tarde. —Sale corriendo a través de los jardines de regreso a casa.
—¿Madre? Tengo el desayuno para ti —dice a través de la puerta cerrada—. Lo hizo Cabel. Él estará
de vuelta aquí a las diez treinta para recogernos para el funeral, así que necesito que estés lista.
Silencio.
—Madre.
Janie entra. Dorothea Hannagan está sentada en el borde de la cama, balanceándose atrás y adelante.
—¿Estás bien?
160
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie mira su reloj, deja el plato en el tocador y sale de la habitación, sintiendo un hundimiento en su
estómago.
Toma una ducha y deja que el agua fría corra sobre ella. Hoy no está tan caluroso afuera. Eso será un
alivio en el funeral, con la tumba destacándose bajo el sol.
Janie sólo ha ido a un funeral en su vida, el de su abuela en Chicago hace mucho tiempo. Aquello fue
en una iglesia y había un montón de extraños con pelo azul allí. Tenían panes de jamón, galletas de
azúcar y después bebida de naranja, lo recuerda, y Janie corrió alrededor del sótano de la iglesia con
un montón de primos lejanos hasta que los adultos los hicieron parar. Es todo lo que Janie recuerda.
Janie escogió un servicio para la tumba de Henry. Es más difícil para las personas caer dormidas
cuando están de pie afuera.
09:39 a.m.
09:50 a.m.
No hay respuesta.
—¿Mamá?
Con sólo cuarenta minutos antes de que Cabel las recoja, Janie se está poniendo nerviosa.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Mamá —dice, más fuerte esta vez. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?
Por último, Janie abre la puerta. Dorothea está sentada en la cama, con un vaso de vodka en su mano.
Su pelo grasiento. Vestida aún con su camisón.
—¡Mamá!
—No voy a ir —dice Dorothea—. No puedo ir. —Ella se dobla, pasa un brazo alrededor de su
estomago como si doliera, sosteniendo aún el vaso—. Estoy enferma.
—¡Madre! —Janie le pide—. ¡Dios! ¿Por qué tienes que hacer esto? ¿Por qué tienes que hacerlo todo
tan jodidamente difícil? Volveré a la ducha y entrarás.
Janie entra pisoteando al baño y abre la ducha. Regresa pisando fuerte al dormitorio de su madre y
toma la bebida de la mano de Dorothea. La tira sobre el tocador y se salpica toda la mano. Jala a su
madre del brazo.
—¡No puedo ir! —dice Dorothea, tratando de sonar fuerte. Pero su frágil cuerpo no es rival para la
fuerza de Janie.
Janie jala a su madre al baño y la empuja dentro de la ducha, aun usando su camisón. Dorothea grita.
Janie alcanza el shampoo y toma un poco, lava el cabello de su madre. Está tan grasiento que no hace
espuma. Janie toma más llenando su mano e intenta de nuevo.
Dorothea se agarra de Janie, ahora también con el vestido empapado. Janie sostiene la cabeza de su
madre hacia atrás así el agua corre sobre ella, enjuaga el shampoo.
—Tú arruinas todo —dice Janie—. No voy a dejar que arruines esto ahora —dice Janie mientras cierra
la ducha y toma una toalla—. Quítate ese ridículo camisón y sécate. No puedo creer que esto esté
pasando. Estoy harta de esto.
162
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie se gira bruscamente y se va furiosa, empapada, a su habitación para buscar algo más adecuado
que usar.
Todo lo que Janie puede escuchar es algo moviéndose en el baño. Pasa un cepillo por su cabello y
arregla su maquillaje húmedo. Y luego va al dormitorio de Dorothea, saca un vestido y ropa interior, y
se los lleva al baño. Encuentra a su madre todavía secándose.
Janie mira a su madre, una desaliñada rata, tan delgada que los huesos asoman a través de su piel. Su
rostro está cansado, abatido.
—Tienes unas lindas mejillas —dice Janie—. Deberías recoger tu pelo más a menudo.
Dorothea no responde, pero su mentón se levanta en una mueca. Ella se humedece los labios.
—Voy a necesitar el resto de ese vaso —dice en voz baja—, si voy a soportar esto.
—No estoy orgullosa de ello, pero es la verdad. —El labio de Dorothea tiembla.
—De acuerdo. —Janie se da la vuelta cuando escucha al frente de la puerta el auto de Cabel en el
camino de la entrada—. Estaremos allí enseguida —grita Janie.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Cabel sonríe cuando las dos se acercan. Lleva puesto un traje gris oscuro, luce fenomenalmente
increíble en él. Su cabello está domado y aún húmedo, doblándose por encima de su cuello.
Dorothea se ve sorprendida por un minuto, pero hace frente a la situación y toma su brazo mientras
él la conduce a la puerta del auto.
10:49 a.m.
Llegan al cementerio temprano. La tumba es un evidente montón de tierra, la caja de pino está en
suspensión, y el rabino y los trabajadores del cementerio la rodean. Hay otras varias personas en
silencio paradas alrededor de las inmediaciones también. Cabel estaciona el coche a un lado de la
estrecha carretera.
Janie se baja del coche y ayuda a su madre a salir del asiento delantero. Los tres caminan juntos
mientras el rabino viene a darles la bienvenida.
—Buenos días —dice—. Soy el rabino Ari Greenbaum. —Él extiende su mano.
Janie la toma.
—Soy Janie Hannagan. Esta es mi madre, Dorothea Hannagan, y mi amigo, Cabel Strumheller. Soy la
hija del difunto. —Ella está orgullosa de no tartamudear, pero ha estado practicando en su mente—.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Gracias por ayudarnos con esto. Nosotros... ninguno de nosotros es judío. No de verdad, de todos
modos. Supongo. —Ella se sonroja.
El rabino sonríe con gusto, al parecer importunado por la noticia. Se da vuelta y caminan junto a la
tumba. El rabino Greenbaum pasa por los detalles de la ceremonia y les da a cada uno de ellos una
tarjeta con el Salmo 23 escrito en ella.
Dorotea se queda mirando las palabras de la tarjeta. Levanta la vista hacia el ataúd. Su boca se
estremece, pero ella se calla.
Los desconocidos aprovechan y se paran alrededor de la tumba, hombres serios y algunas mujeres
también.
—De mi congregación —explica el rabino—. Los hombres prepararon el cuerpo de tu padre para el
entierro y se sentaron con él en la noche, y luego actuaron como los portadores del féretro y llevaron
el ataúd.
Janie mira hacia arriba, agradecida. Pensando en que todo esto es tan extraño, pero de cierto modo
hermoso también. Qué buena es esta gente para hacer eso, y perder el tiempo para asistir al funeral
de un desconocido.
Ellos están parados cerca de la tumba y esperando. Hasta los pájaros están tranquilos cuando se
acerca el calor del día.
Janie mira dentro del agujero. Ve que una delgada raíz de árbol, recién cortado, blanco, termina
saliendo de la tierra. Ella imagina el ataúd en el fondo del pozo, debajo de toda esa suciedad, las
raíces creciendo y envolviéndose alrededor de él, aprovechando, rompiendo la caja, apoderándose
del cuerpo. Ella niega con la cabeza para despejarse y mira hacia el cielo azul en su lugar.
Detrás de ella, Janie oye más vehículos acercarse. Se da vuelta para mirar y ve a dos autos negro con
blanco. Los Sargentos Baker, Cobb, y Rabinowitz salen, vestidos con el uniforme. Detrás de los coches
de policías está un sedán negro y de ahí sale la Capitana.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Charlie y Megan Strumheller están justo detrás, todavía bronceados de su semana en el lago. Y a
continuación, Ethel llega con Carrie y Stu. Janie rompe a llorar un poco. A lo lejos, un gran camión
marrón de UPS retumba por el camino estrecho del cementerio. Janie no lo puede creer, todas estas
personas viniendo. Ella mira a Cabe, incrédula.
Es la hora.
Antes de que Janie pueda pensar, los trabajadores del cementerio ponen el ataúd más bajo la tumba,
y pronto todo el mundo está mirando hacia abajo a su padre en una caja. Junto a Janie, Dorothea
sorbe en voz alta y se mece. Janie agarra a su madre alrededor de los hombros y la estabiliza mientras
el rabino empieza a hablar de nuevo.
Y mientras Janie absorbe el flujo y reflujo de las palabras del rabino, la cadencia musical de los salmos,
una pequeña parte de su vida se sofoca en esa caja de pino en el suelo también.
—El Señor es mi Pastor, nada me faltará. —Janie se asusta de sus pensamientos por el grupo a su
alrededor, todos recitan en voz alta. Ella se apresura a encontrar el lugar en el folleto y lo recita.
Y entonces el rabino pregunta si alguien quiere compartir una historia sobre Henry.
Después de un momento, Cathy, vestida con su uniforme marrón de UPS, se aclara la voz y continúa.
Janie puede sentir la rigidez de su madre.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Henry Feingold fue mi cliente, y con los años nos hicimos buenos amigos —dice Cathy, con voz
vacilante—. Siempre tenía una taza de café o una bebida fría que ofrecer. Y cuando se enteró de que
me gusta coleccionar globos de nieve, empezó a buscarlos cuando iba a comprar cosas para su tienda
de Internet. Era un hombre muy pensativo, y voy a echarlo de menos en mi ruta y... Estoy muy
agradecida contigo, Janie, por dejarme saber que él pasó al otro lado para que tuviera una
oportunidad de decir adiós. Y eso es todo. —Cathy da pasos atrás de nuevo a su sitio.
Dorotea dice:
Janie se aterroriza.
El rabino asiente con la cabeza, y Dorotea da unos pasos inestables donde ella puede dar la vuelta y
enfrentar a la multitud.
¿Qué va a decir? Janie mira a Cabe, ve en sus ojos que está preocupado también.
—Henry era el padre de Janie, aquí. El único hombre que he amado. Pero me dejó después de que
abandoné la escuela por él, y mis padres no me dejaron volver a casa. Él estaba loco y era una
persona horrible. ¡Arruinó mi vida, y me alegro de que esté muerto! —Con eso, Dorothea intenta
abrir la cremallera de su cartera.
167
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
La pequeña multitud está completamente sorprendida en silencio. Janie se precipita y guía a su madre
de nuevo al lugar donde se encontraban. Ella siente que su cara está hirviendo y roja. El sudor gotea
por su espalda. Evita deliberadamente los ojos de los invitados. Mortificada. No ayuda que Dorotea se
las arregle para conseguir abrir la cartera y sólo hace un pequeño esfuerzo para ocultar que está
tomando un trago de una botella.
Cabe descansa su mano sobre la espalda de Janie para consolarla. Él mira hacia el suelo y Janie puede
ver la mirada apenada en su rostro. Ella siente ganas de pisarle el pie. Y empujar a su madre en el
orificio de la tumba. Se pregunta en qué tipo de comedia se volvería esta escena.
Janie levanta la vista y llama la atención del rabino.
—¿Puedo decir algo? —pregunta.
—He conocido a mi padre por una semana —dice—. Nunca lo he visto moverse, nunca lo miré a los
ojos. Pero en ese corto período de tiempo, me enteré de muchas cosas de él. Él se guardó para sí, no
molestó a nadie, acabó viviendo la vida de la mejor manera que supo hacerlo. No estaba loco —
continúa.
—No estaba loco —repite Janie, haciendo caso omiso de su madre—, sólo tenía un problema poco
común que es realmente difícil de explicar a alguien que no lo entiende. —Ella mira a su madre—.
Creo, y lo creeré siempre, que Henry Feingold era una buena persona. Y no estoy para nada contenta
de que esté muerto.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Ojalá lo pudiera hacer volver para poder llegar a conocerlo. —Las lágrimas gotean por su rostro.
Cuando es evidente que Janie ha dicho todo lo que tiene que decir, el rabino Greenbaum dice una
oración. Luego sonríe y hace señas a Janie para que vaya al otro lado de la tumba, la guía hacia el
montón de tierra. Cabel toma a Dorothea del brazo y sigue. Hay varias palas en el suelo. Cada uno de
ellos elige una.
Janie toma una palada llena de tierra y la sostiene sobre el agujero en el suelo. Un hilo de tierra se
desliza y golpea el ataúd. Ella no puede soportar dar vuelta a la pala. El rabino murmura algo acerca
de regresar al polvo, y finalmente da vuelta a la pala. El ruido sordo de la tierra sobre la madera le
duele en el estómago.
Dorotea hace lo mismo, con los brazos temblorosos, y Cabel también, y poco a poco cada miembro de
la pequeña multitud toma una palada de tierra y la libera en el agujero. Llenándolo.
—¡Henry! —grita. Sus sollozos se vuelven estremecimientos profundos. Janie se queda parada a su
lado, incapaz de ayudarla. Indispuesta a tratar de detenerla.
Semejante desastre. Janie puede ver ahora, todos los chicos del departamento van a hablar de la
madre de Janie, la borracha, la que arruinó un funeral, la que tuvo sexo y tuvo una hija ilegítima y no
está en condiciones de hacer nada más que ser una vergüenza. Ella niega con la cabeza, las lágrimas
ruedan por sus mejillas mientras se ensucia más.
Cuando terminan, el montículo de tierra fresca aprisionado, Janie sabe que tiene que hacer frente a
los invitados.
Janie pone la pala en el suelo. Ella se endereza de nuevo y la Capitana está ahí.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Lo hiciste bien —dice—. Estoy tan absolutamente apenada por tu pérdida.
—Gracias —Janie dice, las lágrimas fluyen frescas otra vez. Esta no es la primera vez Janie llora en el
hombro de la Capitana—. Me siento tan avergonzada.
—No te preocupes. —La voz de la Capitana es firme, es una orden. Para Janie, es bueno tener a otra
persona dirigiendo el show por un momento, por lo menos. Un alivio. La Capitana le da palmaditas a
Janie en la espalda—. ¿Va a estar sentada, shivah?
La Capitán sonríe.
—Hemos... Yo no... Yo ni siquiera sabía que era medio judía hasta la semana pasada. No practicamos
ni nada.
—Ven a mi oficina cuando estés lista. No hay prisa, ¿de acuerdo? Creo que tenemos que tener una
conversación.
—Sí, tenemos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
La Capitán aprieta la mano Janie y Janie saluda a los chicos del departamento. Janie trata de explicar,
pedir disculpas por el comportamiento de su madre, pero los chicos no la dejan decir nada al
respecto. Ofrecen sus condolencias y al final, están haciendo reír a Janie. Al igual que siempre.
Se siente bien.
Cathy se mantiene junto a la tumba hasta que los chicos se van, y entonces ella se acerca a Janie.
—Dejé un par de cajas más. Están afuera en sus escalones. ¡Quieres que se las devuelva a quien las
envió?
—No —ella dice—. Me encargaré de ello. Probablemente tendré algo por lo que salir mañana,
entonces, así que... —Janie no lo quiere explicar ahí. Ella tendrá todo el tiempo del mundo para hablar
con Cathy la próxima semana.
—Simplemente solicita una camioneta como lo hiciste la última vez por Internet, ¿de acuerdo? Voy a
estar segura para conseguirla. —Cathy mira su reloj—. Tengo que volver al trabajo. Cuídate. Lo siento
mucho.
—Sí. Sí, gracias. —Cathy mira hacia abajo. Se da vuelta y camina hacia su camión.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Claro, ella lo estará —dice Megan—. Ella es muy resistente. Pero estamos aquí para ti si nos
necesitas, ¿cierto?
Y a continuación, Carrie y Stu están ahí, ofreciendo comodidad. Stu está usando la misma camisa y la
corbata que llevaba al baile de graduación, y eso hace sonreír a Janie, recordando. Han pasado tantas
cosas desde entonces.
—No puedo creer cuánta gente vino —dice Janie—. Gracias. Esto significa mucho.
—No te preocupes. Decidimos que no estábamos preparados para ello, así que se lo devolví. Él lo
mantiene seguro, ¿verdad, cariño?
—Muy seguro —dice Stu—. Esa cosa fue totalmente cara.
Janie sonríe.
—Me alegro de que lo estén llevando bien. Gracias otra vez por venir, y, Carrie, gracias por todo lo
que hiciste.
—El funeral más entretenido en el que haya estado alguna vez —dice Carrie.
Stu y Carrie dicen adiós y caminan por la hierba hacia Ethel, balanceando las manos. Janie los mira
irse.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie se acerca a los extraños que permanecen en un pequeño grupo, hablando en voz baja.
—No hay necesidad de agradecer. Es un honor cuidar a los cuerpos de los fallecidos. Nuestro más
sentido pésame, mi querida.
—Yo… gracias. Eh... —Janie se sonroja. Ella mira a su alrededor y espía al rabino. Va a decirle adiós.
—¡Ni una sola flor! —Dorotea está diciendo—. ¿Qué tipo de funeral es ese?
—Los judíos no creen en la tala de un ser vivo para honrar a los muertos, Sra. Hannagan. Ellos no
hacen cortar flores.
—Tal vez.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
4:15 p.m.
Cuando hay un golpe en la puerta de tela metálica, Janie se despierta de una siesta en el sofá, su
madre está a salvo de miradas en su habitación. Se ahueca el pelo y agarra sus gafas.
Es Rabinowitz.
Está con una caja en una mano y una cesta de frutas en la otra. Él los lleva dentro y los pone en la
cocina.
Janie se supera.
—Gracias. —Las palabras parecen demasiado pequeñas para expresar lo que siente.
Él sonríe y se excusa.
—Todavía estoy en el servicio, pero quería dejarte esto. Lo siento por tu pérdida, Janie. —Saluda y se
va por la puerta.
Todo agradable.
Todos de lo mismo.
4:28 p.m.
174
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
¿Y eso?
A pesar de los beneficios, será la cosa más dura que jamás haya hecho.
6:04 p.m.
Ella avanza por el camino lleno de baches de Henry, con la mochila a la espalda, con una maleta y una
bolsa de ropa. Hay dos cajas de descanso abandonadas frente a la puerta. Janie se mete a depositar
sus cosas y luego tira las cajas al interior.
Ella desgarra la primera caja y saca un traje de nieve para bebé. Se acerca a la antigua computadora y
la enciende. Pasa a través del cuaderno que contiene los registros de órdenes, a continuación, abre el
cajón de archivo debajo de la mesa.
Janie abre la segunda caja. Saca un paquete envuelto como una burbuja.
Un globo de nieve.
París. Janie sacude el globo y mira el oro, el brillante remolino de nieve sobre el plástico gris de la
Torre Eiffel y Notre Dame.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Sin embargo, totalmente lleno de un cierto tipo de algo que la hace especial.
Janie sonríe, lo envuelve de nuevo y lo pone en la caja. Escribe en la casilla con un marcador negro:
DE HENRY.
Janie acaba los negocios de su padre y luego busca, y encuentra, el antiguo contrato de alquiler.
Descubre que ha estado Henry mes a mes desde 1987, sólo enviando fielmente un cheque de manera
que llegue al principio de cada mes. Sería fácil de continuar desde aquí.
Oh, ella le hará saber al propietario que Henry murió. Pero ella hará muy tentador para el propietario
aceptar a Janie como nueva inquilina. Puede pagar el primer año por anticipado si tiene que hacerlo.
Tira de las sábanas de la cama y las pone en la pequeña vieja lavadora. Decide que va a limpiar la casa
y dormir aquí esta noche.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
MEMORIAS
Servicio de lavandería hecho, la casa desempolvada, bocadillo comido, lista de la compra hecha, Janie
se sienta en su cama nueva con la caja de zapatos de Henry llena de recuerdos.
Adentro:
• Cinco cartas sin abrir para Dottie de Henry, con el rótulo “Devueltas al remitente”.
• Una pequeña medalla que se ha deslustrado, de una escuela secundaria del equipo de cross-
country.
• Un anillo graduación.
• Nueve clips.
Con cautela, Janie toma las fotografías de los sobres y se ve a través de ellas. Instantáneas de
Dorothea, toneladas de ellas.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Fotos de ellos dos, riéndose. Divirtiéndose. Los dos besándose y yaciendo juntos en la playa, con
felices sonrisas en sus rostros. En las grandes rocas grises junto al lago Michigan, una señal en el
fondo que dice “Navy Pier”. Se ven bien juntos. Dorotea es bonita, sobre todo cuando sonríe.
Increíble.
Janie además reconoce la sala de estar en las fotos. Henry, con los pies apoyados en la misma mesa
de café, las cortinas de siempre en las ventanas, Dorothea tendida en el mismo sofá de mierda,
aunque todo parece casi nuevo en las fotos. Todo es lo mismo. Janie vuelve a mirar las fotos de la feliz
pareja.
Janie pone las fotos en orden cronológico según la marca de tiempo digital marcada en rojo en el
esquina de cada imagen, y se imagina el noviazgo. El verano torbellino de 1986 donde trabajaron
juntos en Lou en Chicago, luego hay un descanso de fotos en el otoño, que debe haber sido el tiempo
que estuvieron separados, Dottie en la escuela secundaria y Henry en la U de M. Janie se fija en las
cartas
de Dorothea de la caja de zapatos y ve los sellos de correo en cada sobre abierto, todo fue marcado
desde el 27 de agosto a octubre de ese año. Catorce cartas escritas a mano en dos meses, Janie
piensa.
Eso es amor.
Ella tocó las cartas, extremadamente curiosa. Sobre abrumadoramente curiosa. Muerta de maldita
curiosidad. Ella incluso recoge la primera y dirige su dedo índice a lo largo del pliegue de la
carta dentro del sobre. Pero a continuación, ella lo pone abajo.
Es como si las cartas fueran sagradas o algo así.
178
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Eso, y Eww. Hay probablemente cosas grotescas escritas en ellas. Sería casi tan malo como ser
absorbida en un sueño sexual de su madre. Ick y asco. Blurgh. Una vez que lea algo, no podrá borrarlo
de su cerebro.
Janie pone las cartas y las fotografías en la caja. Ella toma el dólar canadiense y se pregunta cuánto
tiempo hace desde que su padre visitó Canadá. Sonriendo, pone el loonie junto al dólar de plata y
recoge la medalla de cross-country. Ella le da la vuelta en sus dedos, manteniéndolo cerca de la cara y
entrecerrando los ojos para ver todos los rincones y grietas pequeñas.
—Soy una corredora también —dice en voz baja—. Sólo que de una clase diferente. En la clase de
caminos. —Ella tiene la medalla cerca y la prende en su mochila.
A continuación, Janie mira la licencia de conducir. Fue su primera, expiró hace mucho tiempo. Su foto
es hilarante y su firma es una versión infantil de la que Janie ha visto en la casa.
Y entonces Janie recoge el anillo de graduación. 1985 está grabado en una cara, y LHS está en la otra.
Hay un gravado diminuto de un
corredor bajo las letras. El anillo es de oro con una piedra de rubí y es hermoso. Janie se lo imagina en
la mano de Henry, y luego regresa a las fotografías y lo ve allí, en su mano derecha. Janie lo desliza en
su propio dedo. Es demasiado grande. Pero cabe en el dedo pulgar. Ella se lo quita y lo pone en la
caja.
Lo pone en el pulgar.
11:10 p.m.
Después de pasar por todo menos las cartas una vez más, Janie encuentra la pieza plegada de papel
con las palabras escritas en ella. Lo abre.
179
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
MORTON’S FORK
1889, en la ref. a John Morton (c.1420-1500), arzobispo de Canterbury, que grava los préstamos
forzosos en virtud de Enrique VII con el argumento de los ricos, obviamente, podría darse el lujo de
pagar. Pero los obviamente pobres vivían frugalmente y por lo tanto tenían ahorros y tendrían que
pagar también.
Fuente: Asociación Americana de Psicología (APA):
Morton’s Fork. (Sin fecha). Diccionario en línea Etimología. Obtenido de Dictionary.com página web:
http://dictionary.reference.com/browse/morton\’s fork
Janie lo lee de nuevo. Recuerda el marcador en el libro, y la única línea. Recuerda lo que dice la nota
que la señorita Stubin dijo, sobre Henry queriendo que Janie considerara el Morton’s Fork.
—Sí, lo entiendo ya, Henry. Tenías una opción. Lo sé. —Ella lo había considerado un millón de veces.
Ella lo conoce desde antes de que ella supiera que existía Henry. Pobre Henry no tenía el libro de
notas verde de la Señorita Stubin. Ni siquiera sabía de la posibilidad real de elección—. Estoy muy por
delante de ti, hombre —ella dice.
Janie sabe cuál de las opciones suena como la mejor de él para ella. O ella no estaría aquí.
Enciende la luz.
Se revuelve, sabiendo que mañana, tiene un montón de difíciles explicaciones que dar.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
06:11 a.m.
Ella sueña.
Henry se encuentra en una roca gigante en medio de rápidos en la parte superior de la cascada.
Su cabello se convierte en una colmena de avispas. Ellas zumban alrededor con enojo.
Si se cae en él, los avispones pueden desaparecer, pero morirá al caer abajo de la cascada.
Janie lo observa. En un banco está la muerte, su manto negro y largo inmóvil en la brisa. En la otra
orilla está la vieja Martha Stubin en su silla de ruedas. Ciega, nudosa.
Henry se aplana en la roca y trata de lavar los avispones de su cabello. Eso sólo los pone más furiosos.
Comienzan a picarle, y grita, les pega, inútilmente para detenerlos. Por último, se cae la roca y se
eleva sobre la cascada. Lanzándose a su muerte.
Se sienta allí, se hunde de nuevo en la almohada, tratando de que su ritmo cardíaco de vuelva a la
normalidad.
Pensando.
Fuerte.
Muy fuerte.
Entonces ella se acerca a la computadora y espera en el frío amanecer para que se conecte a internet.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
¿Por qué el Morton’s Fork simplemente sólo desaparece? ¿Por qué sigo corriendo en este concepto
estúpido? Lo sé, ya. En serio. Yo. Lo tengo. Tengo más que Henry nunca tuvo.
—Una completa jodida elección entre dos igualmente terribles resultados. De acuerdo, de acuerdo.
¿No? Yo sé esto.
Piensa en Henry.
El Morton’s Fork de Henry era obvia. Escogió el aislamiento sobre la tortura y la naturaleza
impredecible de ser arrastrado por los sueños. Esa fue su elección. Eso es lo que sabía.
Igualmente terrible.
Sí, Janie podría argumentar que sus opciones eran igualmente terribles. Es un montón de mierda.
Pudo haber escogido cualquiera.
Ella piensa en Martha Stubin. Acerca de cómo, cuando era joven, su Morton’s Fork era exactamente
igual que el de Henry, y que había elegido el otro camino. Ella no lo sabía, en el momento de su
elección, lo que sería de ella. Pero entonces, se quedó ciega y lisiada.
Sin embargo, esto no es noticia. Ella ha tenido toda esta información desde la libreta verde.
Igualmente terrible.
El término murmura en el cerebro de Janie y empieza a caminar alrededor de la casita, el frío suelo de
madera y suave en sus pies descalzos.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Abre la nevera y se queda mirando en ella, sin realmente ver nada dentro, y piensa en sus opciones.
Sí, es igual de terrible. Dejar a Cabe y a la sociedad para ir a vivir en una choza, ¿sola? Sí, eso se siente
bastante terrible. ¿Tan terrible como quedarse ciega y coja? Claro que sí.
¿Cierto?
Aislamiento. El ir a vivir sola, los ermitaños lo hacen. Los monjes lo hacen. La gente elige realmente
hacer eso. Aislarse.
Nadie.
—No hay una mejor —había dicho durante su sueño anterior. Sosteniendo la cabeza. Tirando de su
pelo. Pero estaba hablando de su Morton’s Fork. Su elección. Janie sabe que Henry no podía saber la
verdadera elección, que no sabía acerca de la señorita Stubin y su ceguera, sus manos. Él todavía no
sabe, probablemente, a menos que ella le dijera. Después.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
07:03 a.m.
¿Qué pasa si el verdadero problema del cerebro de Henry no era una enfermedad real, como un
aneurisma o un tumor, que la gente normal tiene?
En shock.
Gime.
—Mierda, Henry —dice en voz baja. Ella suspira y cierra los ojos, y empiezan a picar y arder—. Tú y tu
puto Morton’s Fork.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
ÚLTIMO DÍA
Pero en lo profundo, ella sabe que es verdad. Tiene que serlo. Todo tiene sentido.
No puede creer que todo se reduzca a una elección totalmente diferente de la que ella, y la señorita
Stubin, habían pensado todo este tiempo.
Sino entre estar ciega y torcida o el aislamiento hasta que tu cerebro explote.
—¡Gaaah! —grita Janie. Eso es algo grandioso de esa pequeña casa, afuera, en medio de ningún lugar.
Puede gritar y nadie llamará a la policía.
Nadie responde.
09:39 a.m.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Muy apenada.
Y ahora, mirando a la fresca serie de igualmente asquerosas opciones, un verdadero Morton’s Fork,
ella se da cuenta de que tiene una nueva decisión que tomar.
Se sienta con las piernas cruzadas en la cama, con bolígrafo y papel en mano, y lo dispone por
completo.
—Sin arrepentimientos. —La señorita Stubin había dicho en la libreta verde. Pero ella no sabía la
verdad.
10:11 a.m.
—Un segundo. —Janie escucha las uñas de la capitana sonando en el teclado de la computadora—.
¿Qué te parece al medio día? Conseguiré comida, podemos almorzar en mi oficina. ¿Suena bien?
—Suena genial —dice Janie. Cuelga.
Siente las mariposas en su estómago.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Y luego.
Va a regresar a casa.
Si no fuera por Cabe, ella probablemente sólo lo arriesgaría. Se quedaría en aislamiento. En caso de
que ella esté mortalmente equivocada sobre lo que realmente le sucedió a Henry.
Es un asunto de instinto.
Así que.
Ahí está.
Janie agarra una bolsa de compras debajo del fregadero de Henry y la llena con todas las cosas que no
pudo meter en su maleta. Sacude su cabeza de vez en cuando.
Antes de irse, llama al casero de Henry para hacerle saber que Henry murió. Entonces clausura
definitivamente la tienda en línea de Henry, programa una camioneta para los artículos restantes, y
deja el globo de nieve de obsequio afuera con una señal para que Cathy no lo deje.
Deja su maleta abajo. Cierra la puerta detrás de ella, dejándola sin seguro, justo como la encontró.
187
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Hace crujir la grava del camino como una persona sin hogar, cargando toda su mierda.
No mira atrás.
Cuando llega a casa, pone sus cosas en su habitación, y de la bolsa ella saca la caja de zapatos, con
todas las cartas intactas. Janie, con la medalla sujeta a su mochila y el anillo en su pulgar, lleva la caja
a la cocina y la pone en el mostrador junto a las atractivas frutas y el pastel de Rabinowitz.
11:56 a.m.
Janie saluda a los chicos mientras va a través del departamento hacia la oficina de la capitana. Se
detiene en el escritorio de Rabinowitz para agradecerle de nuevo por los dulces, pero él no está allí.
Janie sonríe y garabatea una nota en un pedazo de papel rayado en su lugar.
—¡Pasa!
Janie entra. El olor a comida china hace que su estómago gruña. La capitana está sacando platos de
papel y tenedores de plástico. Abre los contenedores de comida y sonríe cálidamente.
—¿Cómo estás?
—Oh, usted sabe —dice ella ligeramente—. Tan loca como siempre.
Toma las servilletas y quita una del pequeño montón, colocándola junto al plato de la capitana.
—Sírvete —dice la capitana. Ellas sirven comida.
Se siente incómodo, el silencio, sólo ellas dos. Comiendo. Janie toca el nuevo anillo en su dedo pulgar
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
y accidentalmente derrama salsa del pollo con nueces de la india en su top. Trata desesperadamente
de limpiarlo con su servilleta antes de que se pegue.
La capitana busca en su cajón, el cajón que parece tener todo lo que cualquiera podría posiblemente
necesitar, y saca un paquete de toallitas húmedas. Se lo lanza a Janie.
—Usted tiene absolutamente todo en ese cajón, bocadillos, curitas, toallas para remover la comida,
trastes de plástico… ¿Qué más?
—Lo que sea y todo lo que una persona necesite a fin de vivir por varios días —dice la capitana—. Kits
de costura para emergencias de botón, clips para el cabello, artículos de tocador, juego de
destornillador, navaja suiza, y no, no puedes tomarla prestada. Es súper cara. Veamos, silbato para
perros, golosinas para perros, silbatos para policías, antídotos de veneno, autoinyectores Epipen,
botellas de agua… y el tradicional desastre de gomas elásticas, clips de papel, y viejas estampillas de
correo. Unos cuantos peniques.
—Fui una chica exploradora. —El serio rostro de la capitana nunca titubea.
Janie resopla y se pregunta si la capitana no está bromeando. Uno nunca sabe con ella.
—Así que —dice la capitana—, tenemos un montón en lo que ponernos al corriente. —La añade
crema a su café—. Mi brillante suposición es que tu pequeña emergencia familiar de la semana
pasada tuvo algo que ver con la muerte de tu padre. ¿Cierto?
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Yo…
—Somos familia aquí, Hannagan. Yo soy tu familia, tú eres mi familia, todos aquí son miembros de
esta familia. No discriminas a tu familia. Debes decirme cuando algo tan grande como esto está
sucediendo, ¿me escuchas?
—Sí, señor.
—Gracias a Dios que Strumheller tuvo el sentido suficiente para decirme sobre el funeral. O tú habrías
sido tostada.
—¿Cómo lo supo?
—Dijiste eso en tu discurso de homenaje. Entre líneas. Dijiste que él tenía asuntos que la gente no
entendería, pero tú entendiste, o algo semejante. Las personas normales no habrían adivinado lo que
realmente querías decir.
Janie asiente.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—No intenté decir eso. Sólo salió. Pero sí, él era un aislado atrapasueños.
—Ahh, aislado. Como lo que estás considerando. Bueno, no es de extrañar que no supiéramos de él —
dice la capitana—. ¿Cómo lo descubriste?
—Apuesto que sí. ¿Y cómo conoció usted a esta conductora de UPS, señorita Hannagan? Parece un
poquito raro que tú nunca hayas hablado con tu padre, pero por lo que ella dijo en su discurso,
aparentemente, tuviste una conversación previa con esta dama de marrón. —La capitana toma un
bocado de su almuerzo—. ¿Qué es eso que tienes en tu pulgar? Parece como un anillo de brillantes de
la graduación de la preparatoria en los ochentas. Mm-hmm. No respondas eso.
—Sí, señor.
—Supongo.
—Entonces. ¿Has tomado una decisión? ¿Sobre qué hablábamos? ¿El asunto del aislamiento?
—Sobre eso —dice ella, con una preocupada mirada en su cara—. Yo, uh…
—Yo iba a. Quiero decir, tomé una decisión. —Janie está pasándolo terrible al decirlo.
La mirada de la capitana no titubea.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—¿Qué?
—Dilo. Por amor a dios, hazlo. Comparte algo de lo que pasa por ese misterioso cerebro tuyo. No
siempre tienes que reprimir todo. Soy buena escuchando. De verdad.
—De acuerdo, sólo descubrí más o menos que la señorita Martha Stubin estaba equivocada. Mis
elecciones son diferentes, tanto si me vuelvo como ella, o si me vuelvo como él. Mi papá. Él se aisló. Y
su cerebro explotó.
Janie ríe.
—No realmente.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Er… no.
—Sabes lo que yo siempre digo, ¿verdad?
—¡Entonces, hazlo!
—Y una vez que las cosas vuelvan a la normalidad después de tu terrible semana, y te llegues a sentir
bien sobre lo de la escuela, porque lo harás, hablaremos sobre tú y tu trabajo. ¿De acuerdo?
—Antes de que te vayas —dice la capitana, dándose la vuelta a su silla hacia los archivadores y
abriendo el cajón de en medio—. Aquí hay algo, si no te es útil sólo tíralo. No me sentiré ofendida. —
Saca un papel naranja fotocopiado de un archivo, lo dobla y se lo da a Janie. Se pone de pie y
acompaña a Janie a la puerta—. Y si alguna vez quieres hablar sobre eso, sabes dónde encontrarme.
Familia. No lo olvides.
—Está bien. —Janie toma el papel y suspira—. Gracias por el almuerzo. Y por todo. —Se pone de pie y
se dirige a la puerta.
—Sssí —Janie dice mientras y sube las escaleras corriendo hacia el nivel de la calle. Una difícil
conversación concluida. Sale y camina a la parada de autobús. Abre el papel naranja y entrecierra los
ojos, leyéndolo.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
01:43 p.m.
Piensa en todas las cosas que han sucedido en los días anteriores. Todo el viaje en el que ha estado.
Los bajos, los más bajos.
Para siempre.
Cabel no se da la vuelta.
—Estás silenciosa —él dice—. No estaba seguro de cuánto tiempo ibas a permanecer allá.
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Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Va hacia ella.
02:15 p.m.
Y el futuro de ella.
195
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
04:29 p.m.
Es imposible para Janie saber lo que pasará, sin importar qué tanto trata ella de comprenderlo. Sin
importar qué tanto Cabe convenza a Janie de que no tiene idea de que él estaba teniendo semejantes
sueños perturbadores, y admite que quizá está asustado. Pero además, que él realmente está lidiando
con las cosas, realmente lo está.
Sin importar qué tanto ambos prometan seguir hablando cuando la mierda como esta surja. Porque
siempre lo hará.
Pero ambos saben que hay algo. Algo bueno entre ellos.
Hay respeto.
Y hay profundidad.
Desinterés.
Así que deciden. Resuelven decidir cada día en que las cosas llegarán.
Y si funciona, funciona.
196
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
197
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
ES LO QUE ES.
—Hey, ¿puedes llevarme a un lugar esta noche? —Sus mejillas se ruborizan. Y ella tiene un maldito
chupetón. Hagan los cálculos.
06:56 p.m.
Cabel se estaciona en el edificio. Janie se asoma por la ventana y comprueba el papel de color
naranja.
—Síp, esto es todo. —Ella está nerviosa. No está segura acerca de esto—. ¿Puedes simplemente pasar
el rato por acá durante unos cinco minutos en por si acaso, ya sabes, esto no es genial?
—Por supuesto, cariño. Si me he ido cuando salgas, mándame un mensaje de texto. Y vuelvo
enseguida. —Él le da a Janie un apretón tranquilizador sobre su muslo y un beso en la mejilla—.
Probablemente voy a bajar a una de las librerías de acá. Tal vez maneje a través del campus y dé una
vuelta.
198
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Está bien. —Janie respira hondo y sale del coche—. Nos vemos. —Camina, decidida, hacia la puerta.
No mira hacia atrás. No ve a Cabel agarrar el papel naranja del asiento en donde lo dejó. Él lo lee.
Sonríe.
07:01 p.m.
Una docena de personas se arremolinan en la habitación, tomando café y charlando. Sobre todo
adultos, pero un par de personas parecen tener la misma edad que Janie. Janie entra en la habitación,
sintiéndose incómoda, sin saber dónde pararse. Poco a poco se acerca a una pared y sólo mira a su
alrededor, con una sonrisa falsa en su cara, tratando de no hacer contacto visual.
—Bienvenida —dice un hombre fornido, de mediana edad mientras se acerca a Janie—. Mi nombre es
Luciano. —Él extiende su mano.
—No te preocupes. Todos tenemos algo en común. Déjame comenzar esta cosa. —Luciano vuelve a la
habitación y dice en voz alta para todo el mundo que tomen asiento en la mesa. Janie se abre camino,
y un joven le ofrece a Janie un poco de café. Janie sonríe agradecida y acepta, añadiendo sus
tradicionales tres cucharadas de crema y tres de azúcar.
—Bienvenidos a Al-Anon. Para aquellos que son nuevos acá, este es un grupo de apoyo para las
personas que están lidiando con los efectos de un alcohólico en su vida. —Él ve al joven a través de la
mesa—. Carl, ¿te gustaría dirigir la sesión de hoy?
199
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie escucha atentamente la introducción y el testimonio de una mujer que habla de su alcohólico,
abusivo padre. Después de eso, Carl dirige una discusión acerca de uno de los doce pasos.
Se siente bien saber que no está sola.
Cuando se ha terminado, Janie agarra un poco de literatura de los bastidores. Ella sale de la
habitación, le manda un mensaje de texto a Cabe diciendo que está lista, y ella se interna en la noche
fría. Pensando. Dándose cuenta de un montón de cosas sobre su madre. Y sintiendo, por primera vez,
que parte de la tensión de su vida, parte de la responsabilidad, se retiró. Se siente fabuloso, en
realidad.
08:31 p.m.
Ellos dan vueltas alrededor del campus de la U de M, primero en coche, luego a pie, paseando por los
parques y alrededores de los diferentes edificios. Cabel señala lo que sabe acerca de dónde están las
cosas y cómo llegar ahí. Se siente raro, y divertido, y en enormes proporciones, como una extraña
aventura, vagando por el campus de una escuela tan grande.
Se detienen por un helado en Stucchi y se ríe en lo que se siente como la primera vez en mucho
tiempo.
—¿Sí?
200
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
—Necesito alguna basura para la escuela. Supongo que, en contra de mi mejor juicio, deberíamos ir
de compras.
Janie sonríe.
—Qué lindo —dice ella—. Voy a traer un tenedor en caso de que todo llegue a ser demasiado para ti y
necesites apuñalar tus globos oculares.
Él se ríe.
11:05 p.m.
Cuando Cabe se retira de la calzada, Janie camina lentamente hacia su casa y se sienta en el escalón
de la entrada. Sólo piensa en cosas, y cosas y cosas.
Y piensa sobre la Señorita Stubin, y cómo en realidad nunca tuvo la oportunidad de decirle adiós. Ella
se alegra por la nota sobre la silla.
Ella piensa en la capitana, y sus ojos se ponen brumosos. Familia, ella había dicho.
Janie da vuelta el anillo de Henry por lo que captura la luz de la farola. Los destellos rubí. Ella hace un
puño. Presiona el anillo en los labios. Lo sostiene ahí. Luego lo levanta hasta el cielo. Dice:
201
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Janie escucha a los grillos y a las ranas arbóreas, zumbando en los últimos días de verano, antes de
que los sonidos de las hojas crujientes se hagan cargo una vez más.
Piensa en su madre de una manera diferente. De una nueva forma, esta noche. Planea volver a otra
reunión de Al-Anon. Podría incluso compartir su propia historia en algún momento. Si ella se siente
capaz. O no. Sin decisiones precipitadas. Sin grandes compromisos. Cada día como venga.
Janie toma una respiración profunda y siente la vivacidad de la noche llenando sus pulmones. Se
sienta un momento más en el escalón y, después, se pone de pie y entra en la casa por la ventana de
la cocina, empujando su cara contra la vieja pantalla de polvo, envolviendo sus manos alrededor de
sus gafas para protegerse contra el resplandor de las farolas. Ríos de luz suave pasan desde la ventana
en diagonal a la cocina.
También la torta.
Janie se ríe en voz baja, pero por dentro, le duele un poco. Por un momento, ella dejó todo este
problema atrás. Y ahora acá está otra vez, y estará, por un tiempo al menos.
Todo avanza en una dirección u otra. Las relaciones, capacidades, enfermedades, discapacidades.
Conocimiento. Escuela. Una nueva vida en que pocos la conocerán. Donde pocos la llamarán la chica
agente antidroga. Pero donde va a haber muchos sueños.
Ella suspira.
—Esto es —ella susurra a los zumbidos de los cables—. Esto es realmente lo que es.
202
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
El frío de la noche, la exposición de otoño, ha llegado, y Janie se frota los brazos desnudos, cubiertos
de piel de gallina.
Es agotador pensar en todo. En silencio, ella se va adentro. Cierra la puerta detrás de ella. Se desliza
los zapatos y lanza su mochila al sillón. Pero antes de que Janie diga por última vez buenas noches
esta noche, tiene sólo una tarea más en mente.
Ella camina con los pies desnudos por el pasillo corto en la noche tranquila.
FIN
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Visitanos!!!!!
203
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Sobre la autora….
En 2008, Lisa McMann irrumpió en el panorama de la novela juvenil con Wake, una novela
imaginativa y escrita en un estilo inusual para esta clase de libros. Con su fraseo ácido y una prosa
lacónica, Wake es una lectura intrigante que sigue la historia de amor entre sus protagonistas, Janie y
Cabel, a través de los sueños.
¿Cómo se te ocurrió
ió la idea para Wake? ¿No te habrá llegado en sueños, verdad?
Pues ha sido así, aunque no te lo puedas creer. Me desperté en medio de la noche y lo anoté de
inmediato en mi libreta (y ya que estamos, aconsejo a todos los escritores no irse jamás a dormir sin
antes dejar un bolígrafo y papel sobre la mesita de luz). En este sueño yo podía ver todo lo que mi
marido soñaba. Usualmente, cuando alcanzo a anotar mis sueños, al leer por la mañana lo escrito en
la noche me parece una tontería sin sentido… pero esta esta vez algo me decía que aquí había tela
suficiente para una historia. Me tomó un mes pensar en quién sería el protagonista, cómo era que
este personaje podía ver los sueños de los demás y cuáles serían las reglas de este mundo tan
particular. A partir de ahí
hí comencé a escribir y ya no pude parar.
204
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
Sí, en ese momento estaba negociando con editores la publicación de otra novela, con la cual coseché
el record de casi setenta rechazos. Pero así es la vida del escritor. Y ya sabes que mientras intentas
publicar una novela no puedes quedarte de brazos cruzados y tienes que ponerte a escribir otras
cosas. Así que completé Wake y esta vez no tuve que esperar tanto, en una semana ya había
interesados en contratarla.
Wake es diferente a todo lo que he leído. Realmente ha sido una sorpresa encontrarme con la historia
de esta chica, pero también me he asombrado con la manera que has encontrado de contar su vida.
He sido bastante dura con mi protagonista. Debe afrontar las dificultades que le acarrean el ser y
sentirse diferente sin poder contárselo a nadie. No solo debe aprender a controlar esta habilidad, sino
que debe encontrar la forma de sobrevivir a ella.
No bien terminé de escribir Wake me puse a escribir Fade. Se dice que no es conveniente escribir
series cuando aún no sabes si serás publicada, ya que si no es una historia completa en sí misma, las
chances de que tu libro vea la luz se reducen drásticamente. Pero yo sentía que la historia de Janie no
estaba completa, que un solo libro no me había alcanzado para contar todo lo que verdaderamente
deseaba contar acerca de su vida.
Sí, creo que he terminado con estos personajes. Como autora, siento que ahora ellos pueden
dedicarse a vivir el resto de sus vidas sin mí. ¡Ya no me necesitan!
Los sueños de Janie son realmente salvajes. Como soñadora, ¿cuánto te pareces a ella?
Mis sueños también son agitados, no sé si tanto como los de ella. Te contaré un secreto. En el primer
libro, Janie intenta ayudar a una amiga llamada Carrie, quien tiene una pesadilla recurrente aunque
no puede recordarla. Esa pesadilla no me la he inventado. Es mía, de cuando era niña. Creo que el
205
Trilogía Dreamcatcher – Gone – Lisa McMann
hecho de haberlo incluido en el libro me ha servido como una especie de limpieza de alma. Del alma
de aquella niña temerosa que solía despertarse llorando a causa de este sueño.
Básicamente, de nuestros deseos y nuestros temores. Sabes, es curioso, pero antes de escribir el
primer libro no había pensado mucho en los sueños. En Wake, Janie hace una investigación y revisa
en la biblioteca todos los libros que encuentra acerca de los sueños. Y encuentra datos sorprendentes.
Entre ellos, muchas técnicas para dirigir los sueños. Lo que llaman sueño lúcido. Todas esas técnicas
existen. Y a muchas de ellas las he puesto en práctica yo misma. Debo decirte que no me han
resultado tan efectivas como a Janie, pero de cualquier manera es muy divertido experimentar con
tus sueños. Es algo que recomiendo a los jóvenes cada vez que doy una charla. Atrévanse a
experimentar por sí mismos las técnicas del libro. Quizás obtengan un buen resultado y lleguen un
poco más lejos que yo.
Ahora que eres una autora consagrada, ¿con qué sueñas, cuáles son tus metas?
Los sueños y las metas van cambiando a medida que creces y avanzas en tu carrera. Estoy sorprendida
y muy satisfecha con lo que logrado hasta ahora. Pero soy una persona que piensa siempre en el
siguiente desafío. Quiero probar nuevos estilos de escritura, nuevos géneros, nuevas formas de
contar historias. Tengo muchos libros esperando su turno para salir allí afuera y me muero de ganas
de ver qué tal le va a cada uno de ellos, cómo serán recibidos. La verdad es que siendo una escritora
nunca dejas de soñar.
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