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Blanca Nieves en Nueva York

El avión se sacudió con violencia y cayó en el vacío unos segundos. El fulgor de un relámpago iluminó las
ventanillas del lado derecho y las luces interiores se apagaron-unos alaridos en la oscuridad aumentaron el
desconcierto inicial-. Parpadearon en las pantallas los avisos de ajustarse los cinturones.

Blanca Nieves ayudó a ponerse el cinturón a Dormilón, que no terminaba de despertarse y no comprendía lo
que sucedía; a la derecha de éste, Tímido, invadido por el pánico, se aferró al respaldar y a los brazos de su
asiento. En el asiento siguiente, Sabio, en voz baja, ensayaba una explicación científica de las causas del
descenso brusco del avión.

Luego de segundos de oscuridad que parecieron eternos, se encendieron las luces y Blanca Nieves girando su
cabeza a la izquierda, vio a sus demás compañeros de viaje, sentados más allá del pasadizo, con los rostros
descompuestos por el susto. Lo que no vio es que unas filas detrás los acechaba una figura siniestra, que
seguía sus pasos y todos sus movimientos.

Se sintió el ruido brusco y seco que produce el tren de aterrizaje al caer y se escuchó una voz por los
altoparlantes: Damas y caballeros los saluda el Capitán Smith. Les pido disculpas por las molestias
ocasionadas. Estamos volando dentro de una tormenta. Hay mal tiempo en toda la región. En breves minutos
estaremos aterrizando en la ciudad de Nueva York. La hora local es las veintiún horas y la temperatura es de
menos veinte grados centígrados. Espero que disfruten de su estadía.

Al descender por las escalinatas del avión la noche neoyorquina los recibió con fuertes ráfagas de viento y una
torrencial lluvia. Hacía una semana que el peor temporal de los últimos veinte años azotaba el este de los
Estados Unidos; en los últimos días la temperatura no había superado los quince grados bajo cero y la nieve
acumulada en las calles superaba los ochenta centímetros. Gruñón renegaba por los desagradables momentos
vividos antes del aterrizaje.

A la mañana siguiente en el restaurante del elegante hotel ubicado en Manhattan, mientras apuraban un
variado desayuno, todos se veían muy contentos y elocuentes, menos Gruñón que renegaba del pronóstico del
tiempo para ese día y de Mudito que había perdido el habla desde que subió al avión.

¿Adónde iremos esta mañana?-preguntó Mudito, dejando escuchar su voz luego de muchas horas.

A la Quinta Avenida a comprar ropa y lo último en música-contestó Blanca Nieves muy animada.

Es una buena idea-dijeron al unísono Tontín, Tímido y Bonachón.

¡Bah! ¡Será una pérdida de tiempo y despilfarro de dinero!- refunfuñó Gruñón.

Deberíamos ir a comprar los últimos dispositivos electrónicos y libros de Ciencia y Tecnología- acotó Sabio.

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Al salir del hotel Blanca Nieves se entusiasmó al ver en un pasillo un afiche gigante anunciando para la
siguiente noche un concierto del famoso cantante de salsa Marc Anthony, del cual era una entusiasta
admiradora.

Esa mañana recorrieron la Quinta Avenida, donde Blanca Nieves compró todo lo que pudo en vestidos y
zapatos en las tiendas exclusivas y los últimos videos y discos compactos de Marc Anthony, hasta que acabó
con su tarjeta de crédito. Rogó a sus compañeros de que le hicieran un préstamo; sólo Bonachón se animó a
prestarle algunos billetes.

A mediodía se dirigieron a visitar la Zona Cero-donde estuvieron erigidas las Torres Gemelas- y todos sin
excepción se sintieron conmovidos por las escenas protagonizadas por los familiares de las víctimas del
atentado del 11 de Setiembre y por los mensajes escritos que acompañaban a flores y recuerdos, junto a las
fotografías de los fallecidos.

Al retornar de un paseo en transbordador por la bahía de Nueva York y de visitar la Estatua de la Libertad,
cuando huían de la nevada, que se incrementó al caer la tarde, se refugiaron en un centro comercial. Allí
hicieron algunas compras en una tienda de departamentos, mientras esperaban que amainara la nevada. Los
pequeños y Blanca Nieves compraron paraguas y abrigos plásticos con capucha para protegerse de la lluvia y
nieve. La reina mala-que envidiaba la belleza de Blanca Nieves y los había acompañado de lejos todo el día
sin ser vista- se acercó al grupo, disfrazada de impulsadora de ventas, y les ofreció, azafate en mano, trozos de
fruta y vasos de refrescos. Blanca Nieves tomó un trozo de manzana envenenada y apenas lo probó cayó
desvanecida, debiendo ser sostenida por Mudito, Tímido y Tontín. Sabio descubrió la identidad de la reina
mala, quien, seguida por Gruñón blandiendo amenazante en sus manos un paraguas, huyó tropezándose con
una pila de latas de conservas que se alzaba entre los pasadizos de los estantes.

Marc Anthony quien asistió esa noche a realizar un ensayo en compañía de su esposa, vio a Blanca Nieves
prostrada en una urna de cristal en el hall del hotel, rodeada por sus siete compañeros, que se encontraban
sumamente acongojados. El cantante se acercó y quedó prendado de su belleza. Tímido, a la vez, quedó
prendado de las curvas de Jennifer López y de la sensualidad que transmitía todo su cuerpo.

Apesadumbrados por lo sucedido a Blanca Nieves los siete enanos decidieron adelantar su retorno.

Cuando se dirigían hacia el aeropuerto, una frenada brusca de la camioneta causada por la patinada de las
ruedas en la delgada y resbaladiza capa de hielo en la pista, provocó que el trozo de manzana atorado en la
garganta de Blanca Nieves salte y ésta recuperó el conocimiento y abrió los ojos. Al ver a su lado, tomándole
la mano, a Marc Anthony se desmayó.

Las imágenes de dos aviones estrellándose una tras otro contra las torres gemelas se muestran en la pantalla
del televisor, mientras el relator del canal de noticias CNN anuncia que se conoce los rostros de los terroristas
pero no su identidad ni procedencia. Aparecen las fotos de Gruñón, Sabio, Tontín, Tímido, Mudito, Dormilón
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y Bonachón, y Blanca Nieves da un sobresalto y se despierta, con la respiración agitada, aferrándose a su
asiento. Una mano toma su mano derecha; es la de Marc Anthony, quien viaja sentado a su lado. Luego de
escuchar las explicaciones de lo sucedido de boca de Sabio, tiene la sensación de que salió de una pesadilla
para entrar en un hermoso sueño.

Tímido vestido de esmoquin negro y corbata michi, con un paraguas en la mano, da impaciente unos pasos en
las afueras de una hermosa residencia. Está decidido a conquistar a Jennifer López; la esperará hasta la hora
que sea necesario… Sabe que ahora necesita un hombre que la consuele…Un verdadero hombre…Un macho.

Dagoberto Fonseca

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