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FONOLÓGICA"
Entre los s. XV - XVII el componente fónico del castellano experimenta lo que se
ha dado en llamar la revolución fonológica, un conjunto de cambios que de una u
otra manera afectaron a los fonemas de realización fricativa o africada así como
al fonema /h/. Debe destacarse que el sistema vocálico castellano había
quedado definitivamente establecido ya en el periodo medieval, exactamente
tras producirse los procesos de diptongación de los sonidos vocales
medioabiertos. A partir de este momento y hasta el s. XVI sólo hay que destacar
algunas vacilaciones de timbre en el vocalismo átono: bivir ~ bevir, lugar ~ logar,
pero el subsistema vocálico ya presentaba la estructuración pentafonemática
que sería la definitiva. En cambio, en el terreno del consonantismo las cosas han
cambiado mucho desde el castellano medieval precisamente debido a la llamada
revolución fonológica que supone la gestación del subsistema consonántico del
español moderno. Esta "revolución" no fue un conjunto de cambios repentinos,
la difusión de alguno de estos cambios duró siglos. Un factor determinante en su
definitiva generalización en castellano fue el traslado de la corte desde Toledo a
Madrid en tiempos de Felipe II. De esta manera, fenómenos propios del
castellano septentrional se hicieron habituales en la ciudad que pasaba a ser la
capital de España. Los principales cambios que constituyen esta llamada
revolución fonológica son cinco:
1. El betacismo o "confusión de [b] y [v]".
2. La desaparición de /h/.
3. La desonorización de sibilantes.
4. La interdentalización de [θ].
5. La velarización de [x].
El betacismo
Este fenómeno es de origen septentrional y se extendió de norte a sur. En la
actualidad, aparte de alguna excepción geográfica muy concreta, el fonema /v/
se conserva en portugués no septentrional y en algunas zonas del dominio
lingüístico catalán, en concreto, en algunas áreas valencianas. La base fonñetica
de este cambio fue la identificación del sonido [v] con alguna realización del
fonema /b/, pero es importante precisar que la oposición desfonologizada no fue
otra que /f/ - /v/ porque /f/ era el fonema con el que /v/ establecía una relación de
oposición directa en la subclase fricativa, mientras que /b/ se opone
directamente a /p/ en la subclase consonante no continua.
Por otro lado, en 1565 Santa Teresa, que vive en Ávila (extremo sur de Castilla
la Vieja) igualaba gráficamente las antiguas sibilantes sordas y sonoras.
Interdentalización de [θ]
͡ y [d͡z] sobrevivieron hasta
En castellano las articulaciones africadas dentales [ts]
el s. XVI. En esta fecha se produce un proceso de desafricación que las
transforma en fricativas dentales [s ]̪ y [z ].
̪ Este mismo proceso de desafricación
ya había tenido lugar en provenzal en el s. XII, en francés en el XIII y en catalán
en el XIV. En el caso del castellano y otros romances peninsulares es de
suponer que en las áreas que todavía diferenciaban sibilantes sordas y sonoras
la desafricación empezase por el sonido flojo y sonoro, pero en las zonas
septentrionales la desafricación fue anterior a la desonorización y la evolución de
estos sonidos tuvo lugar de la siguiente manera:
͡ [d͡z] } >[ts]
[ts] ͡ > [s ]̪
Juan Felipe García Santos (2001): ha defendido que en todos los cambios que
del castellano medieval al moderno han afectado a las articulaciones fricativas o
africadas ha intervenido como factor común un proceso de lenición que se
concretó en un acortamiento de las duraciones de unos y otros sonidos. Esta
interpretación sólo es aceptable en algunos casos.
Ante esta situación, la RAE eliminó el uso de "ss", "ç" y "x". De todas formas, no
eliminó las dualidades gráficas "c"-"z" y "g"-"j", por lo que su reforma ortográfica
no fue tan drástica como podría haber sido. En cualquier caso, fue una reforma
simplificadora y por tanto positiva con el sistema fonológico.
1. Yeísmo. [λ]>[j]
La base fonética del yeísmo es un proceso de deslateralización del sonido
[λ]>[ʝ]. Este cambio fonético supone la desfonologización de la oposiciñon
/l/ / /λ/ en la clase fonemática líquida. En cuanto a la fecha de inicio del
yeísmo, Amado Alonso sitúa dicho inicio en América en el s. XVII y en España
en el s. XVIII. Estudiosos posteriores han ido adelantando la aparición histórica
del yeísmo. Así, por ejemplo Corominas (1953) habló de un yeísmo incipiente
pero abortado en Aragón y zonas limítrofes a finales de la Edad Media. Galmés
de Fuentes (1957) señala el inicio del fenómeno como por primera vez
documentada en un relato morisco del s. XVII. Lapesa (1964) anticipa esta fecha
porque encuentran testimonios en inicios de palabra desde el s. XVI y en
posición medial a mediados de este siglo. En cuanto al lugar de nacimiento,
diversos autores han supuesto que el fenómeno es de origen andaluz, pero
Amado Alonso (1951) defendió que no existió un origen geográfico único, sino
un "repetido nacimiento en muchos lugares independientes", siendo
habitualmente los núcleos urbanos los principales focos de expansión de este
fenómeno. En la actualidad, desde luego es yeísta la mitad sur de España como
Canarias y la mayor parte de Hispanoamérica. Pero en las últimas décadas el
fenómeno se ha desarrollado también mucho en la mitad norte de la península.
En la actualidad, el sonido palatal resultante del yeísmo varía bastante en la
geografía del español. De acuerdo con Penny (1991) las principales variantes de
la pronunciación yeísta son las siguientes:
1º Para empezar, la variación [ɟʝ] ~[ʝ] en el español culto y urbano y en la
mayor parte de las zonas de habla española.
2º Variante [ʒ] en parte de Andalucía y América.
3º Variante [d͡ʒ] en Extremadura, Argentina y Uruguay.
4º Variante [t͡ʃ] en el habla urbana de Argentina del Río de la Plata. 5º Variante
[ʃ] en algunas variedades del habla de Buenos Aires.
Ariza puntualizaba que en este sistema del castellano meridional nunca existió el
fonema /x/ y que en todo caso una fricación velar habría sido un alófono del
fonema aspirado /h/.