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Entrevista CON Michela Gallagher


Michela Gallagher es profesora de psicología en la Universidad
norteamericana Johns Hopkins. Además de estudiar el papel de las
emociones en el aprendizaje y la memoria, también investiga los
efectos del envejecimiento en el cerebro.

“la amígdala, en el sistema límbico, es la fuente de las emociones


y puede directamente controlar el comportamiento de una forma
automática, pero también interactúa con el cortex cerebral,
nuestra parte más racional, y es por eso que el cortex puede llegar
a tomar decisiones sobre nuestras emociones”

Eduard Punset:
La sabiduría convencional dice lo siguiente – corrígeme si me
equivoco –: que lo que importa es el número de neuronas, y que
para que se produzca una disminución no patológica en la
capacidad cognitiva tiene que suceder lo mismo que para la
patológica, como en el caso del Alzheimer: que las neuronas se
destruyan. Y de repente apareces tú y dices que has estado
estudiando esto y que no es así. Lo importante, por lo menos en la
disminución no patológica de la capacidad cognitiva, son las
substancias químicas que contribuyen a la comunicación de una
neurona con otra. Si esto es así, por supuesto hay muchas cosas
que cambian. ¿Es así? ¿Y qué es lo que va a cambiar?

Michella Gallagher:
Tienes razón al decir que en los últimos años se ha producido un
cambio fundamental, un cambio total en la forma de pensar sobre
el fundamento de los cambios cognitivos que se dan al envejecer
las personas. Antes se creía que al envejecer, no importa cómo, se
perdía sustancia cerebral, disminuía el número de neuronas. Yo
empecé a estudiar esta cuestión con la esperanza de que fuera
verdad, pero los resultados fueron tan sorprendentes para mí

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como para la mayor parte de la comunidad científica. Al utilizar


ciertos métodos muy cuantitativos, que permiten contar millones y
millones de células – se trata de métodos que no existían cuando
Ramón y Cajal estudiaba el cerebro –, se vio que individuos
adultos en una edad muy avanzada -incluso en organismos que
tienen problemas de memoria, (dejando aparte la enfermedad de
Alzheimer) - tienen el mismo número de neuronas que los más
jóvenes. De hecho, no hay ningún cambio en el número de
neuronas, por lo tanto tiene que haber otro fundamento que
explique estas diferencias en la cognición.

Eduard Punset:
Por ejemplo, la pérdida de la memoria. ¿Qué sucede, entonces?
¿Es que las neuronas, a esta edad, se comunican peor entre sí?

Michella Gallagher:
Bueno, sí. Hoy creemos que los problemas de memoria, cuando la
gente envejece, son problemas funcionales que se dan en la
comunicación entre neuronas.

Eduard Punset:
Tú tienes el convencimiento de que envejecer será algo diferente.

Michella Gallagher:
Sí , creo que se trata de una revolución, realmente. Pero sólo
hemos empezado a darnos cuenta de lo que realmente tenemos
que hacer. Quiero decir que hoy día hay más preocupación
respecto a las patologías asociadas al envejecimiento, y tienen
razón de estar preocupados. El Alzheimer vacía la mente y
destruye la vida de una persona. Pero si se llega a vencer el
Alzheimer con un buen tratamiento, y creo que esto sucederá, es
posible que todavía nos quede alguna reducción de la capacidad
de hacer las cosas normalmente. Y una de las analogías que suelo
utilizar es que la gente al envejecer ya no pueden leer con tanta
facilidad el listín telefónico ¿verdad?. Esto sucede con bastante

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frecuencia; y si vas al médico y dices: “ya no puedo leer esto tan


bien como antes” y el médico dice: “bueno es lo normal de la
edad, ya puede irse”. Eso es muy poco satisfactorio. Creo que lo
que esperamos es algo así como eso que llamamos gafas
bifocales, o gafas de leer, pero para el cerebro, algo que nos
permita hacer ajustes para mantener la capacidad de leer el listín
de teléfono, de recordar los nombres de las personas, y de
continuar funcionando.

Eduard Punset:
Micaella, Goleman y otros científicos y periodistas han dicho
repetidamente que todavía tratamos nuestras emociones de
manera muy equivocada. De hecho lo hacemos de la misma
manera que lo hacían nuestros antepasados hace 60.000 años.
¿Ha habido algún progreso en este campo? ¿Estamos
descubriendo nuevas maneras de tratar nuestras emociones?

Michella Gallagher:
Yo creo que sí... Los sistemas del cerebro se han desarrollado a
través de la evolución para tener una gran capacidad de
adaptación. De manera que hay ciertos aspectos de la emoción –
reacciones a las cosas que suceden en el entorno – que son
fuertes y casi automáticas, y no dejan mucho tiempo para pensar.
Esto en muchos casos forma parte de la adaptabilidad porque se
necesita una reacción inmediata para evitar el peligro...

Eduard Punset:
El pelear...

Michella Gallagher:
Sí, la lucha por los propios derechos... estos tipos de situación.
Éste es un sistema que se ha estudiado muy bien. De hecho unos
sistemas que están muy bien estudiados son los sistemas que
generan el miedo y la defensa cuando hay que enfrentarse al
peligro. Pero en la actualidad cada vez más nos vamos dando

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cuenta de que estos sistemas no están aislados por completo, y


que hay conexiones entre estos sistemas y los del pensamiento,
los sistemas corticales que median la cognición. Y los dos pueden
interaccionar con las emociones de manera muy eficaz.

Eduard Punset:
Pero hace algunos años, por ejemplo, aquí en este programa
hablamos con Joseph LeDoux

Michella Gallagher:
Es un buen amigo mío.

Eduard Punset:
... que tu conoces bien de Nueva York, y LeDoux, en esa época por
lo menos, decía que... en la práctica es como con los ordenadores:
donde el sistema límbico, la amigdala – algo que tu conoces bien
ya que eres una gran especialista en esto – y el cortex intentan
conectarse entre ellos, no tomes drogas le diría el neocortex al
sistema límbico, no seas tonto; y el sistema límbico iría por su
cuenta como si hablaran lenguajes diferentes ¿todavía están tan
separados el uno del otro? Parece ser que tu sugieres que no se
encuentran tan separados el uno del otro.

Michella Gallagher:
Sí, y creo que quizá hace unos años, cuando LeDoux estuvo aquí,
estas conexiones estaban menos estudiadas de lo que lo están
ahora, y el tema de la conferencia que impartiré en este congreso
creo que es una prueba muy buena de que la amígdala – esta
semilla de emociones que puede directamente controlar el
comportamiento de una forma automática – también puede
interactuar en la formación del cortex, y en cómo el cortex puede
llegar a tomar decisiones sobre las emociones.

Eduard Punset:

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... qué tipo de experimentos...

Michella Gallagher:
Luego hablaremos de esto. Bueno, déjame que te dé un ejemplo
obtenido de la vida cotidiana donde creo que este sistema actúa.
Digamos que estás caminando por la calle a mediodía y estás
pensando dónde ir a comer. Ves un restaurante y recuerdas que la
última vez que comiste ahí la comida no estaba demasiado buena.
Lo recuerdas. De hecho casi puedes recordar el gusto de la comida
que comiste ahí. Y luego hay otro restaurante en el que también
recuerdas la última vez que comiste y que era delicioso. Recuerdas
los entrantes y el vino que era magnífico, y dices: aha! y vas a
este restaurante. Has tomado una decisión entre algo que no era
muy bueno y algo que era maravilloso. Y de hecho en mi
conferencia hablo de cómo la amígdala ayuda al cortex a
establecer en el cerebro los recuerdos relacionados. Y en realidad
estos recuerdos no están en la amígdala, se forman en el cortex.
Es decir, hablaré sobre qué pistas al ver el restaurante están
asociadas con lo que previamente se ha experimentado con la
ayuda de la amígdala. Si no se tiene amígdala no se pueden hacer
estos tipos de relaciones. Y son representaciones mentales, no son
un simple comportamiento inducido, y son enormemente
importantes cuando estamos a punto de actuar, no inducidos a
actuar: De manera que hacemos elecciones basadas en este tipo
de información.

Eduard Punset:
Micaella una última pregunta que no es una pregunta sino una
reflexión, y me gustaría saber qué piensas de éllo. Desde la calle,
cuando se observa el comportamiento del cerebro – para
expresarlo con palabras corrientes – se tiende a pensar que el
cerebro es un gestor estupendo de procesos automáticos: respirar,
digerir, etc. Todos estos procesos de los que se encarga tan bien el
cerebro. Pero cuando miro a mi alrededor, en efecto todo esto es
maravilloso, y lo han hecho algunos cerebros. Pero el odio, las
guerras, los desastres, la humillación, la tristeza... Entonces se
tiende a pensar que el cerebro no es tan buen gestor de procesos

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no automáticos. Procesos en los que se debe decidir si se toma


esto o no, o si la mato o no, o si voy o no voy allí. La gente de la
calle puede pensar que el cerebro no es tan bueno gestionando
estos procesos como los otros que son automáticos. ¿Tienes
confianza en el cerebro?

Michella Gallagher:
Creo que el cerebro creció con el cuerpo, y se ha desarrollado para
obtener toda la información que necesita para hacer estas
operaciones homeoestáticas de manera que es un dispositivo
perfecto, o casi perfecto. En ausencia de enfermedades podemos
respirar, controlamos el corazón y nos hemos desarrollado como
organismo biológico con toda la información que necesitamos.
Pero en el mundo exterior... en primer lugar nuestra evolución es
lenta, y nuestro mundo ha cambiado de una manera enorme,
incluso a lo largo de mi vida y a mi alrededor. Además el cerebro
tiene una capacidad limitada y no somos tan maravillosos como
nos creemos... y en este momento no somos conscientes de todos
los factores sobre los que si tomamos una decisión, habrá un
impacto posterior. De manera que primero de todo existe un vacío
en la inteligencia , si quieres llamarlo así, por parte del cerebro en
la capacidad de ocuparse de toda la información y del mundo, y es
simplemente eso.

Eduard Punset:
¿Es así?

Michella Gallagher:
Sí, y lo otro es que desde mi punto de vista una parte de esta
complejidad es que las decisiones conllevan beneficios y costes,
que no están presentes en nuestra fisiología interna, y por lo tanto
es posible que algunas decisiones que hemos tomado por algún
motivo tengan otras consecuencias... Algunas de las cosas que
aparentemente no funcionan bien en el mundo es debido a esta
característica de enorme complejidad. Lo que a mí me preocupa
es cuáles son las funciones del cerebro realmente aberrantes que

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causan la brutalidad y la monstruosidad,... y cómo pueden la


experiencia y las influencias sociales contribuir a hacer que
nuestro cerebro produzca más bien que mal en nuestras
decisiones. Pero creo que tenemos que ser humildes cuando
pensamos en nuestra inteligencia.

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