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1. hipótesis nº 1:
la comunicación, condición de la modernización
el éxito masivo de la comunicación surge de la conjunción de dos fenómenos: la
comunicación es una necesidad fundamental y una característica esencial de la
modernidad. es el vínculo entre los dos lo que explica el lugar que ocupa en nuestras
sociedades desde hace dos siglos.
la comunicación como aspiración remite a las bases de toda la experiencia
humana. expresarse, hablar a otro y compartir con él, esto es lo que define al ser
humano. la comunicación es el medio para entrar en contacto con el otro, que es el
horizonte, lo que todos deseamos y tememos a la vez, porque aproximarse al otro nunca
es fácil. solo la comunicación permite manejar esta relación ambivalente entre uno
mismo y el otro. el lenguaje esta en el centro de esta experiencia, y ello explica el éxito
de todas las técnicas que, poco a poco, llevaron cada vez mas lejos el sonido de la voz y
la imagen del rostro, en esta búsqueda siempre dificil de la relación con el otro, donde
se mezclan el simple deseo de expresión y la voluntad de comprensión mutua. para
comprender la fuerza de esta palabra, y desde ya su ambivalencia, es necesario volver a
su etimología, donde encontramos los dos sentidos en el origen de su éxito.
el primer sentido, surgido en el siglo xii (1160), proviene del latín y remite a la
idea de comunión, de compartir. es el sentido que todos buscamos en la comunicación.
la laicización progresiva de la palabra no cambiará nada de esta significación profunda.
la comunicación es siempre la búsqueda del otro y de un compartir.
el segundo sentido se manifiesta en el siglo xvi; quiere decir transmisión, difusión.
esta ligado al desarrollo de las técnicas, comenzando por la primera entre ellas, la
imprenta. comunicar es difundir, mediante escritos, libros y periódicos, luego mediante
el teléfono, la radio y el cine, y, finalmente, mediante la televisión y la informática. sin
olvidar el tren, el automóvil y el avión. técnicas físicas que tuvieron un papel
complementario fundamental. en un siglo, las comunicaciones físicas y luego
mediáticas se volvieron omnipresentes; y su referencia, su legitimidad y su ideal eran el
primer sentido de la palabra, a saber, el compartir. es para “comunicarse” mejor, para
comprenderse mejor, que se desarrollaron las técnicas, aunque rápidamente los intereses
económicos, políticos e ideológicos desnaturalizaron este ideal, que permanece no
obstante como la referencia común. existe también una utopía latente en el fondo de
toda técnica de la comunicación.
es, entonces, teniendo en mente esta ambivalencia insuperable, que utilizaré la
palabra comunicación en el presente libro. la comunicación remite simultánemente a su
dimensión normativa (el compartir como valor e ideal) y a su dimensión funcional (la
difusión y la interacción como hechos). por otra parte, es esta ambivalencia la que hace
posible una crítica de la comunicación.
la segunda razón del éxito de la comunicación es el fuerte vínculo que existe entre
ella y el modelo cultural occidental de la modernización. aunque las necesidades de
intercambio existen en todas las sociedades, solo sucitaron semejante entusiasmo en
nuestra cultura. ha sido en el seno de nuestra cultura occidental –europea en esa época-
y no en otro lugar en donde surgió el modelo de la comunicación ligada al individuo. el
reconocimiento de la persona, que está en el centro de los valores cristianos nutrió el
lento y profundo surgimiento de la modernidad a partir del siglo xvi. Ésta, rompiendo
con las referencias trascendetales, planteará los principios de la libertad y del respeto al
individuo desde una perspectiva laica, a fin de cuentas poco alejada de la referencia
cristiana de la persona. en esto la modernidad, que se había constituido contra las
referencias cristianas, acaba siendo finalmente su hija: tiene en su centro la referencia a
la comunicación que marca ya el vínculo con la tradición. la comunicación, con el
surgimiento de la idea de ser libre, susceptible de anudar las relaciones a su modo,
expresará y reforzará la modernidad, planteando el principio de la separación entre lo
espiritual y la temporal. secularización, racionalización, modernización,
individualización y, luego, comunicación van juntas. la historia de estas filiaciones,
apenas hecha pero apasionante, es indispensable para comprender porqué y cómo el
movimiento de modernización finalmente llegó a esa otra visión del mundo, la nuestra,
en la que medimos poco la singularidad, y que consiste en poner al individuo, la
persona, el sujeto, el hombre, en el centro de los sistemas económico, social y político.
esto no significa la desaparición de toda referencia trascendental, sino la aceptación de
la separación de los órdenes. desde el momento en que el hombre es la única cara en el
cielo, en la tierra y en la naturaleza para organizar la ciudad, los mercados y la política,
el recurso a la comunicación, con esta ambiguedad funcional y normativa fundamental,
constituye un precioso aliado. volvemos a encontrar la importancia de este concepto
tanto en el nivel del individuo como en el de las relaciones entre el individuo y la
colectividad; en efecto, nunca podrá decirse lo suficiente que la comunicación no es
solamente un valor individual, sino que esta tambien en el origen de un principio de
organización de las relaciones sociales menos jerárquicas.
¿por qué este rodeo acerca de los vínculos entre la comunicación y la modernidad?
para comprender la importancia teórica de la comunicación. esta no surge solamente, y
nunca en primer lugar, de la eficiencia de las herramientas ni del progreso de las
industrias del mismo nombre; resulta, en primera instancia, del vínculo existente entre la
“explosión” de la comunicación y los valores fundamentales de la cultura occidental, en
su definición del individuo y de un cierto modelo de relaciones sociales. por otro lado,
la aparición de teorías contemporáneas de la comunicación, a partir de la cibernética en
la decada de 1940, vinculadas a los trabajos de n. wiener, y su éxito creciente se
explican por la filiación entre estas nuevas utopías y el estatuto de la comunicación en la
cultura occidental.
esta es sin duda la hipótesis central del presente libro: el vínculo entre la
comunicación como aspiración humana fundamental y la comunicación como
paradigma central de la cultura occidental. es esto lo que, desde mi punto de vista,
justifica la importancia teórica de la cuestión de la comunicación.
tres consecuencias resultan de esta hipótesis.
1) primero, comprendemos mejor el éxito auténticamente fantástico de todas
las técnicas de comunicación que, desde el teléfono a la radio, desde la
televisión a la informática, son presentadas y percibidas como medios
para aproximarse al ideal de la comunicación. las autopistas de la
información, el actual “estadio supremo” del desarrollo de estas técnicas,
¿no son consideradas como la “auténtica” red que permite “finalmente”
una comunicación directa e interactiva entre millones de individuos?
2) segunda consecuencia: la dualidad estructural de las dos dimensiones:
normativa y funcional, impide la victoria de la segunda. así como la
información y la comunicación son valores del patrimonio cultural
europeo, demasiado importantes para ser totalmente instrumentalizados
en las técnicas del mismo nombre, tambien es poco probable que la
dimensión funcional de la comunicación, necesaria para la gestión de
sociedades complejas, sea suficiente para restarle vitalidad al ideal
normativo que existe en las problemáticas de la comunicación. en una
palabra, me aparto de la hipótesis central de la escuela de frankfurt, que,
sin negar la referenda ideal de la comunicación, ve en la multiplicación de
las técnicas, en el crecimiento de las industrias culturales y en el
crecimiento de los grandes grupos de comunicación la prueba de su
reificación y de su alienación en las categorías de la dominación
económica y de la influencia ideológica. siempre existe una elección
posible, una capacidad crítica de los individuos. con la comunicación,
como con cualquier práctica social, pueden existir mecanismos de
dominación, pero no de alienación. esta última supondría la desaparición
de la autonomía y de la capacidad crítica del individuo.
3) tercera consecuencia: la comunicación es una cuestión tan importante
para los equilibrios sociales, culturales, políticos y económicos como la
salud, la defensa, la investigación y la educación. no só1o por razones
financieras, sino también porque hoy en día la vida cotidiana, el trabajo,
la educación, la salud… están organizados, redistribuidos en torno de las
problemáticas de la comunicación y de las técnicas que la sustentan. la
paradoja es que, a pesar de esta omnipresencia, no existe todavía una
toma de conciencia de la importancia cardinal de los problemas teóricos
de la comunicación.
¿cuándo reconoceremos que cuantos más teléfonos, computadoras, televisores,
medios interactivos, redes… haya, lo más importante es saber que harían las sociedades
con esas técnicas y no, como se escucha tan a menudo, saber que sociedad será creada
por ellas? en una palabra, ¿cuándo reconoceremos que el problema es socializar las
técnicas y no tecnificar la sociedad?
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