Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Pablo Cazau
El presente material ha sido seleccionado para orientar a aquellos alumnos que deban
presentar una monografía como parte de sus obligaciones académicas.
3) Cualquier duda que no pueda aclararse con este material, deberá ser evacuada con el
tutor.
SUMARIO
BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA
1. Algunos errores posibles al confeccionar trabajos científicos
2. Las publicaciones científicas en Internet
1. INTRODUCCIÓN
El presente material pretende ser una guía orientativa que ofrece al alumno pautas para
la realización de una monografía en el transcurso de su carrera.
Definición de monografía
Una monografía es un trabajo personal: dos alumnos pueden tratar el mismo tema
puntual pero serán dos monografías diferentes porque estarán encarados de manera
distinta. Es también un trabajo original porque aporta nueva información o una nueva
mirada a la comunidad científica, por modesta que pueda resultar.
Cuando se trata de diferenciar una monografía de una tesis, una tesina, un artículo
científico o un artículo de divulgación científica, no hay un acuerdo universal. Sin
embargo, existe cierto consenso en los siguientes puntos:
a) Las monografías, tesinas y tesis son elaboradas por alumnos de carreras de grado o
posgrado. Suele llamarse monografía al trabajo de menor envergadura presentado en
cualquier momento de la carrera y dentro de una asignatura determinada; suele llamarse
tesina al trabajo final de una carrera, especialmente de grado; y suele llamarse tesis al
trabajo de mayor envergadura que se presenta al final de ciertos posgrados de mayor
categoría académica, típicamente el doctorado.
2) Los artículos científicos y los artículos de divulgación científica son realizados por
profesionales. Las diferencias radican en dos puntos: primero, los artículos científicos se
publican en revistas especializadas destinados a otros profesionales; además, son
realizados por profesionales del área respectiva (por ejemplo un artículo científico sobre
maloclusiones será hecho por un odontólogo). Y segundo, los artículos de divulgación
científica son publicados en revistas de interés general (por ejemplo la revista “Muy
interesante”) y por tanto utilizan un lenguaje más asequible al gran público; además,
suelen ser hechos por periodistas científicos que no necesariamente son profesionales del
área respectiva.
Tipos de monografía
Datos primarios son aquellos obtenidos directamente de la realidad, como por ejemplo la
información sobre un caso clínico que haya atendido el autor de la monografía, o también
lo que piensa personalmente sobre ese caso.
Datos secundarios son aquellos obtenidos de otros autores. Por ejemplo, “lo que dice la
bibliografía”. La bibliografía consultada puede estar a su vez basada en datos primarios, o
también en datos secundarios (como el caso de la bibliografía basada a su vez en otras
fuentes bibliográficas).
Las funciones del tutor son las que acompañar a su alumno a lo largo de todo el proceso
de investigación, desde la realización del proyecto hasta la redacción final, en actividades
tales como las de sugerir, ayudar, recomendar, asesorar o guiar al alumno en su tarea. El
alumno podrá pedir al tutor que revise el trabajo en cualquier momento. Generalmente
cuando el tutor considera que el trabajo está en condiciones de ser presentado, escribe
una nota a las autoridades académicas informando de esta situación.
Lamentablemente en la práctica hay varios tipos de tutores: los que, aún siendo
excelentes profesionales no saben bien como se hace una monografía, los que son
demasiado exigentes y corrigen interminablemente (y a veces arbitrariamente) el trabajo
del alumno, imponiéndole eventualmente un tema sin más explicaciones, y aquellos que
se despreocupan casi totalmente instruyendo al alumno que cuando termine de hacer la
monografía, venga a verlo y él le firmará la nota para poder presentarla ante las
autoridades académicas.
La evaluación de la monografía
Algunos criterios de evaluación frecuentes que utilizan las autoridades académicas son
los siguientes:
1) Aspectos formales: Presentación general, claridad expositiva, cuidado de la sintaxis y
la ortografía, citas y referencias bibliográficas correctas, paginación, fecha, títulos y
subtítulos claros, presencia de índice, etc.
1) Preparar una hoja en blanco.- Hacer una monografía supone pensar, pero este
pensamiento debe escribirse. Cualquier idea que el alumno tenga la irá volcando en una
hoja de papel en blanco. No es preciso que cuide la redacción ni la organización, siendo
suficiente con anotar ideas sueltas, como por ejemplo el tema, un índice tentativo, el
nombre de la biblioteca donde se piensan hacer consultas, etc. Un error frecuente es, en
esta primera etapa, gastar energías en redactar impecablemente párrafos enteros del
trabajo.
En un comienzo, entonces, las piezas del rompecabezas estarán sueltas, y hasta faltarán
algunas de ellas. A medida que el pensamiento se organice, irán tachándose ideas, se
irán clasificando y organizando cada vez mejor. Si es preciso, se tirará la hoja en blanco y
se escribirá otra, siendo conveniente guardar las hojas dentro de una carpeta destinada
solamente a la monografía.
Naturalmente, en vez de una hoja escrita puede utilizarse un procesador de textos, tipo
Word, que presenta grandes ventajas.
2) Elegir el tema.- El tema puede ser asignado por el profesor, pero también puede
elegirlo el alumno. Sea cual fuese el tema elegido, deberá cumplir dos condiciones:
a) Ser atingente a los estudios que se están cursando. Por ejemplo, un alumno de
ortodoncia no puede desarrollar un tema de ortopedia. Las carreras o cursos
generalmente explicitan sus objetivos, lo cual puede servir al alumno para orientarse
respecto al tema a elegir. Por ejemplo, los objetivos de cierta carrera de especialización
en Ortodoncia son los siguientes: “Diagnóstico, prevención, intercepción y tratamiento de
todas las formas de maloclusión. Aprendizaje de distintas técnicas ortodóncicas. Manejo
de aparatología fija y removible”.
El tema no sólo deberá ser pensado sino también escrito en una hoja de papel. La
expresión escrita del tema es el título de la monografía. En un comienzo el título, y
consiguientemente el tema, no son necesariamente los definitivos, pudiendo ser
cambiados total o parcialmente.
Para elegir un tema debe haber suficiente información bibliográfica, y además esta debe
ser asequible. Esto último significa que esté al alcance físico del autor, que éste pueda
comprenderla, que esté escrita en un idioma que conoce, que disponga de tiempo
suficiente para consultarla, etc.
El tema, además, preferiblemente responder a los intereses del autor, es decir “debe ser
interesante”. También debe ser útil en algún sentido a quienes leerán el trabajo, sea que
se trate de la comunidad científica, sea que se trate de público en general.
El siguiente cuadro permite verificar rápidamente si se han cumplido todos los requisitos
para elegir definitivamente el tema:
Quizá el autor encuentre bibliografía sobre el tema que no piensa utilizar, pero
igualmente la tendrá en cuenta para ofrecerla al lector interesado en profundizar el tema
tratado.
b) Las fuentes bibliográficas deben ser preferiblemente ‘de primera mano’. Por ejemplo,
si debe citarse una idea de Pérez, es mejor ir al libro escrito por Pérez y no extraer su
idea en un artículo de otro autor. Esta es la razón por la cual no convendrá considerar
como fuente bibliográfica artículos publicados en diarios o revistas de interés general.
c) Cuando se extrae alguna idea o párrafo de un libro o artículo, no es necesario leer todo
el artículo o todo el libro, pero sí tener una idea global de los mismos. Esta idea global
suele figurar bajo el rótulo “resumen” o “abstract”.
d) Debe descartarse la información irrelevante, o sea la que no tiene relación directa con
el tema.
e) Debe descartarse la información redundante, como por ejemplo una definición igual o
similar encontrada en otra fuente, salvo que se desee enfatizar que muchos autores
coinciden en esa definición o esa idea.
Si se hace una trascripción textual, el material copiado debe ser puesto entre comillas,
pero también puede hacerse una trascripción no textual, que va sin comillas. Esta última
se realiza, por ejemplo, cuando puede decirse lo mismo con otras palabras más claras, o
cuando quiere resumirse la información, pero en cualquier caso el mismo autor de la
monografía es quien deberá hacer la redacción.
Convendrá separar las citas bibliográficas claramente unas de otras mediante espacios en
blanco. Cada cita tiene tres partes: en primer lugar la trascripción, textual o no, del
material; en segundo lugar, a continuación en punto seguido y entre paréntesis, el
apellido del autor consultado, el año de edición de la fuente, y optativamente la página; y
en tercer lugar, la referencia bibliográfica donde figurarán los datos completos de la
fuente consultada.
En este caso se trata de una cita textual, porque está entre comillas. A veces, también
entre comillas, se escribe la cita en bastardilla (llamada también cursiva).
Se han incluido, a modo de ejemplo, los diversos casos donde deben utilizarse los
corchetes []. Estos casos son principalmente tres:
b) Utilizar la secuencia “cortar y pegar” del procesador de textos para cortar las
referencias bibliográficas de cada cita y agruparlas bajo este nuevo título. Con ello se
obtendrá un listado de toda la bibliografía consultada.
c) Tras haber seleccionado todo el listado, utilizar el comando “ordenar” (en el menú
“Tabla” del Word) para ordenarlo alfabéticamente. Un resultado posible de estas
operaciones puede ser el siguiente:
Díaz Fernández José Manuel (2004) Velázquez Blez Rodolfo y Pérez Noel, Mordida
Abierta, dicción y rendimiento Escolar. Disponible en www.ortodoncia.ws. Consultado el
22/10/2006.
Este ejemplo ilustra la forma en que debe hacerse la referencia bibliográfica según se
trate de un libro (por ejemplo el de Gregoret), de un artículo dentro de una revista
científica (por ejemplo el de De Nova), o de un material consultado en Internet (por
ejemplo el caso de Díaz Fernández).
Cuando sea posible, siempre debe ponerse el apellido y nombre completo del autor, sin
iniciales.
Aunque no hay una norma universal para redactar las referencias bibliográficas, los
ejemplos aquí indicados responden a ciertos estándares internacionales de empleo
común en los trabajos científicos.
Llega ahora el momento de clasificar o encasillar todas las citas en categorías, que
básicamente son las siguientes:
• INTRODUCCIÓN
• DESARROLLO
• CONCLUSIONES
• REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
• ANEXOS
Se trata de la estructura clásica de una monografía. Cada categoría tiene un título (por
ejemplo “Introducción”). Por tal razón deberá comenzarse tipeando estos títulos, y luego
colocar bajo cada uno de ellos las citas que el autor piensa incluir. El título “Referencias
bibliográficas” es el único que ya había sido incluido en pasos anteriores.
Dentro del “Desarrollo” se incluirán gran cantidad de citas. Debe aquí recordarse que esta
parte es central y es la que ocupará el mayor número de páginas del trabajo (por lo
menos un 70% del mismo).
El Desarrollo suele incluir lo que se llamada el “estado del arte”, es decir, el estado actual
de la cuestión tratada en la monografía: qué se sabe y qué no se sabe del tema, cuáles
son las últimas investigaciones al respecto, etc.
Dentro de las “Conclusiones” pueden incluirse citas aunque es poco frecuente, porque se
refieren a cuestiones tales como un breve resumen del desarrollo, planteo de problemas
pendientes abiertos, aportes personales y síntesis creativas en torno al tema tratado.
Los “Anexos” o “Apéndices” se incluyen sólo si es necesario ubicar en algún lugar
información complementaria de cierta extensión que, de haberla colocada en el cuerpo
principal del trabajo, hubiese dificultado la fluidez de la lectura. A nadie le gusta leer un
texto que de pronto se ‘vaya por las ramas’, para luego retomar el tema más adelante.
Para completar este paso, pueden incluirse subcategorías mediante subtítulos dentro de
la “Introducción” y, especialmente, dentro del “Desarrollo”, que serán elegidas por el
autor de la monografía de acuerdo a cómo haya decidido organizar la exposición. Las
citas bibliográficas, entonces, serán a su vez ubicadas dentro de estas subcategorías.
A partir de este paso ya no se copia más texto: hay que empezar a crearlo, por lo que el
autor de la monografía deberá apelar a sus habilidades para la redacción.
Nadie escribe todo bien de entrada: conviene empezar a redactar sin preocuparse
demasiado por los aspectos sintácticos u ortográficos para concentrar la energía en “qué”
se dice más que en “cómo” se lo dice. Escribir es otra manera de pensar, es decir, de
relacionar, organizar, clasificar, comparar, cuestionar o crear.
Los párrafos nuevos que serán redactados por el autor se irán intercalando con los
párrafos que contienen las citas bibliográficas, de manera tal de comenzar a armar un
texto coherente e hilado. Algunos nuevos párrafos se destinarán para presentar el tema,
otros para indicar los objetivos del trabajo, otros para justificar la elección del tema,
otros para conectar o unir dos o más citas bibliográficas, otros para vertir alguna opinión
personal que surja durante este proceso, etc.
El primer borrador es, en síntesis, lo que su nombre indica: un texto que luego será
sometido a una revisión más intensiva y detallada.
Siempre es preferible redactar en tercera persona (ejemplo: no decir “yo sostengo” sino
“el autor de esta monografía sostiene”).
El trabajo puede ser entregado en forma impresa y/o electrónica (disquete, CD o vía e-
mail), según lo soliciten las autoridades. En este último caso, se utilizarán archivos de
uso habitual y común, como por ejemplo los generados con el procesador Word.
Cada institución suele especificar sus propias normas de formato, mientras que otras se
acogen a estándares internacionales. Para este trabajo se han seleccionado algunas
normas que facilitan la lectura de la monografía y le otorgan cierta estética a la
presentación. El autor de la monografía podrá comprobar si cumple con estas normas
verificando los siguientes ítems:
En síntesis: hacer una monografía es como pararse frente a muchas paredes (muchas
fuentes bibliográficas), separar de cada pared los ladrillos relevantes (para el tema),
amontonar los ladrillos seleccionados (las citas bibliográficas) y finalmente construir con
ellos una nueva y original pared donde se han agregado nuevos ladrillos (la opinión
personal del autor) y donde se los ha unido mediante un nuevo cemento (la forma
peculiar de organizar el material utilizada por el autor).
Pablo Cazau
Profesor de Metodología de la Investigación Clínica de la Carrera de Especialización en
Ortodoncia.
BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA
En este ítem se listan algunos errores que suelen cometerse cuando, por falta de
conocimiento o experiencia, se encara la tarea de elaborar (pensar) y redactar (escribir lo
pensado) un trabajo científico.
Ausencia de una idea central.- No hay una idea principal alrededor de la cual gire el
trabajo, o bien esta no es lo suficientemente clara, o bien existen dos o más ideas
principales que fragmentan el trabajo y que no están subsumidas (incluidas) dentro de
una idea más general.
Repeticiones inútiles.- Repetir una idea varias veces de formas diferentes sin que ello
constituya una ventaja didáctica. Estas redundancias suelen utilizarse cuando el autor
quiere cumplir con un mínimo de palabras exigido.
Errores de ortografía.- A diferencia de los errores de sintaxis, que afectan la oración, los
errores de ortografía se cometen al escribir palabras. Periódicamente las reglas
ortográficas van cambiando, por lo que conviene estar actualizado al respecto.
Algunas de las nuevas reglas de la Real Academia Española (1999) para el idioma
castellano son las siguientes:
1) Hay libertad para usar o no acento ortográfico en las palabras este, ese, aquel, solo y
guión. Cabe recordar aquí que los monosílabos no se acentúan, salvo cuando tienen dos
sentidos diferentes (de y dé, te y té, mi y mí, etc).
2) Las palabras que incluyen "bs" podrán simplificarse dejando solo la "s", como en
oscuro, sustitución, sustancia. En cambio, se recomienda mantener el uso de la
combinación "ps", como en psicología y psicosis. Esto es válido en los casos del prefijo
"psic-", porque en otros casos debe eliminarse la "p", como en seudónimo o seudópodo.
3) La "h" solo será optativa en algunos casos, como ciertas palabras que comienzan con
hue o hui (como huemul o huiro), que podrán también escribirse güemul o güiro.
5) Son admitidas las siglas en inglés UNESCO, UNICEF, VIP (very important person), CD
y CD-ROM. Se admite un nuevo símbolo, la arroba (@), incluído en los correos
electrónicos.
Sobre todo.- Se escribe todo junto para designar la prenda de vestir 'sobretodo', y
separado en cualquier otro caso, como en 'sobre todo, no hagas eso'.
Mezclar varias formas autorreferenciales.- Por ejemplo, en el mismo texto decir “he
indagado...” y “hemos indagado”. Lo correcto es utilizar una sola modalidad dentro del
mismo trabajo, pudiéndose optar por: a) primera persona del singular (“he indagado...”),
b) primera persona del plural (“hemos indagado...”), útil cuando son dos o más autores,
o c) una forma más impersonal (“se ha indagado...”), que es la más frecuentemente
utilizada.
Ausencia de referencias espacio-temporales.- El trabajo no tiene fecha, o no está
especificado el lugar de origen. El trabajo debe incluir referencias del tipo “Buenos Aires,
1991”.
Copiar y pegar.- El trabajo se limita a ser una grosera copia de otros materiales, y aún
cuando los diferentes fragmentos estén organizados en forma coherente, queda
igualmente muy descalificado. En ocasiones puede ser muy difícil para quien evalúa el
trabajo decidir si hubo o no copia textual.
Empleo equivocado de locuciones latinas.- Utilizar una locución latina sin estar seguros
de su correcto significado.
Ad hoc (A esto, por esto). "Para este asunto delicado le mandaré un hombre ad hoc'.
In rerum natura (En la naturaleza de las cosas). 'Una hipótesis científica que no se
comprueba in rerum natura, carece de valor'.
In situ (En el mismo sitio). 'Se descubrieron diamantes in situ, en la misma roca donde
se formaron'.
Ipso facto (Por el mismo hecho). 'Quien hiere a un sacerdote queda excomulgado ipso
facto'.
Motu proprio (Por propio impulso). 'Hacer una cosa motu proprio'.
Obscurum per obscurius (Lo oscuro por lo más oscuro). 'Decir que el opio hace dormir
porque tiene una virtud soporífera, es explicar obscurum per obscurius'.
Prima facie (A primera vista). 'El asunto parece difícil prima facie'.
Sic (Así). Expresión que se pone entre paréntesis en una cita para indicar que es texto
original, que no hay error.
Sine qua non (Sin lo que no). "El trabajo es la condición sine qua non de la felicidad'.
Ut supra (Como encima). Fórmula usada en los escritos para remitir a lo que antecede.
También se dice Vide Supra (véase más arriba). Las locuciones Ut Retro o Ut Infra
significan lo mismo, pero para remitir a lo que sigue.
Elementos importantes de organización del texto son el punto aparte, punto seguido,
punto y coma, y coma.
Punto y coma.- Se emplea para separar periodos relacionados entre sí, pero no enlazados
por una conjunción. Por ejemplo, en la expresión 'eso se hará, como siempre; no
obstante, las impresiones no salen bien'. También se usa punto y coma antes de 'pero',
'más', 'aunque', cuando preceden a frases explicativas ('Vino; pero, de todas formas, no
se quedará') y cuando al poner sólo coma puede haber confusiones ('Eran muchos; unos
inteligentes; otros, torpes').
Dos puntos.- Se colocan cuando sigue una cláusula que aclara la precedente, o cuando se
enumera o cita algo (sigue mayúscula o minúscula indistintamente).
Coma.- Se emplea para separar los términos de una enumeración no enlazados por
conjunción ('Blanco, negro, rojo y azul'); delante y detrás de una oración intercalada en
otra ('Desde que llegó, hace tres días, casi no habla'); delante y detrás de las oraciones
explicativas de relativo ('El abuelo, que llegó cansado, se fue a dormir'); delante y detrás
de los nombres en vocativo ('Tú, Señor, que todo lo puedes'). El vocativo es un caso de la
declinación que sirve tan sólo para invocar, llamar o nombrar, con más o menos énfasis, a
una persona o cosa personificada. Va entre pausas.
Paréntesis.- Se usa para aclaraciones intercaladas que no poseen una manifiesta relación
con el resto de la frase. Ejemplo: 'Era un sabio (distraído, como todos), y llegaba siempre
tarde'.
Guiones largos.- Se emplean en oraciones incidentales que tienen más relación con el
resto de la frase que en el caso del paréntesis. Ejemplo: 'Sus hijos -un niño y una niña-
parecían su vivo retrato'.
Inadecuada elección del tema.- Téngase presente que para elegir un tema deben
considerarse alguno o algunos de los siguientes criterios: posibilidad de fuentes de
información sobre el tema, trascendencia o importancia del tema, experiencia del autor
en el tema, y gusto o preferencia del autor por el mismo.
No explicitación de objetivos.- En los trabajos han de indicarse los objetivos generales del
mismo, como por ejemplo ampliar el conocimiento sobre un tema, examinar la eficacia
de una técnica, confrontar y evaluar opiniones diferentes sobre un tema, etc. Explicitar el
objetivo conlleva casi siempre especificar el problema que busca abordarse o resolverse
en el trabajo.
Palabras de más.- Hay textos científicos o literarios en los que, a pesar de lo interesante
de la temática, resultan aburridos y tediosos. Uno de los motivos: el autor utiliza más
palabras de las necesarias, lo que somete al lector a un injustificado esfuerzo de lectura
extra. Por ejemplo, salvo que esté plenamente justificado, no deben emplearse
expresiones del tipo "el teléfono sonó repentinamente" o “corrió velozmente”.
Las palabras inútiles a veces se amontonan al comienzo del texto, cuando el autor
empieza a dar rodeos innecesarios para ingresar al tema que lo ocupa generando en el
lector un innecesario displacer preliminar. Otras veces los vocablos se amontonan al final,
lo que resulta típico de algunos artículos de los diarios donde, por razones de
diagramación, se agregan párrafos que suelen no decir nada, o por lo menos no agregan
información sustancial.
Cuando el autor está inspirado, se preocupa más por volcar sus ideas que por andar
pensando cómo debe escribir correctamente. Para ello, un buen consejo es escribir
primero todo lo que a uno se le ocurra en el momento de inspirarse, y después, ya más
tranquilo, proceder a la edición del texto donde se pulen estilos, se corrigen faltas
ortográficas y sintácticas, o se suprimen los vocablos de más.
Esta situación ha engendrado problemas inéditos, como por ejemplo la cuestión acerca
de quién controla la calidad de la información que circula en la Red, problema que
adquiere dimensiones importantes cuando de información científica se trata.
En este último ámbito, aquellos que escriben material científico pueden ser ubicados en
cinco categorías: Investigadores, docentes, profesionales, alumnos, y periodistas.
Estas diferentes modalidades de escribir pueblan Internet, donde no hay ningún Comité
Revisor que controle la calidad de lo publicado. Fuera de Internet hay controles más
estrictos: en las revistas científicas con referato el material es evaluado por una comisión
de “notables” que dará o no su visto bueno de acuerdo a diversos criterios, entre los que
se cuenta la autenticidad, el rigor, la originalidad, o la importancia práctica.
A las revistas científicas que tienen acogida científica internacional y respaldo académico,
se les otorga un numero de licencia denominado ISSN, (International Standard Serial
Number, es decir, Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas), que es
el código internacional de identificación de las publicaciones seriadas (revistas,
periódicos, boletines, anuarios, series de monografías).
Existen, no obstante, ciertos recursos para facilitar este tipo de evaluación. Por ejemplo:
a) si encontramos monografías o apuntes enviados por alumnos, debe mantenerse
especialmente alerta en cuanto a su rigor u originalidad (a pesar de esto, es posible
encontrar trabajos verdaderamente originales o rigurosos realizados por alumnos). b) si
encontramos sitios de universidades, instituciones o publicaciones científicas reconocidas
(en oposición a páginas personales), es posible mantenerse razonablemente confiado
respecto a la calidad de lo publicado (siempre en términos de rigor, claridad, originalidad,
etc.). c) si encontramos material formalmente mal escrito (errores de ortografía o
sintaxis, errores en la citas y en la organización formal del texto, como en títulos o
subtítulos), es probable que también el contenido tenga una deficiente calidad. Estos son
algunos de los indicadores que convendrá tener presentes a la hora de confiar o no
confiar en la información que nos llega a través de la Red.
Con esta premisa, cualquier investigador puede escribir sus resultados en un cuaderno y
dejarlo en el medio del desierto. Nadie pondrá en duda que es un conocimiento público,
por cuanto cualquier persona podría encontrarlo.
Por lo tanto, sostenemos que el conocimiento científico llega ser verdaderamente público,
no sólo cuando está potencialmente al alcance de cualquiera, sino además cuando todas
las personas disponen de un sistema eficaz de búsqueda y de acceso a la información.
Por ejemplo, si contamos con un sistema que nos informa exactamente en qué parte del
desierto está el cuaderno (sistema de búsqueda), y además nos informa sobre los medios
para llegar a él (sistema de acceso).
¿Qué se hizo en el mundo para resolver este problema, dentro o fuera de Internet? Uno
de los intentos más loables fue la creación del sistema MARC (Machine Readable
Cataloging), que tiene reconocimiento internacional. Este sistema no sólo simplifica y
acelera el trabajo de catalogar libros y facilitar préstamos entre bibliotecas, sino,
además, representa para el público en general la posibilidad de buscar, acceder y
finalmente encontrar al material bibliográfico deseado con mayor facilidad.
En nuestro país, Argentina, se prevé para 2001 la implementación del Proyecto BDU
(Base de Datos Unificada) que intenta unificar la información en las 337 bibliotecas
universitarias hoy en día existentes.
Finalmente y por suerte, tengamos presente que, si bien el acceso a artículos completos
puede ser pago, en muchos casos puede accederse gratuitamente a los correspondientes
abstracts, suerte de resúmenes que suelen bastar para conocer su contenido y poder
citarlos en algún trabajo que uno esté realizando.
Respecto de estas cuestiones, Internet presenta una gran ventaja sobre las publicaciones
clásicas donde el soporte es simplemente el papel: la actualización es mucho más veloz.
Un libro común y silvestre tarda en el mejor de los casos un año en ser reeditado (es
decir, actualizado, ampliado o corregido), mientras que un libro publicado en Internet
puede ser incluso actualizado a diario por su autor.
UNA MONOGRAFÍA COMO EJEMPLO
El siguiente ejemplo no es el mejor del mundo, pero reúne las condiciones de una
monografía aceptable ya que, entre otras cuestiones, refiere a un tema puntual y tiene la
suficiente extensión como para ser considerada tal.
Introducción
1. Presentación del tema
2. Objetivos
3. Justificación
Desarrollo
1. Generalidades
2. Síndrome de Burnout y estrés
3. Síndrome de Burnout y trastorno adaptativo
4. Síndrome de Burnout y trastorno psicosomático
Conclusiones
Referencias bibliográficas
INTRODUCCIÓN
El tema que aborda este trabajo se inscribe dentro de la problemática de las condiciones
laborales de aquellas personas que, como los médicos y otros profesionales de la salud,
tienen oficios o profesiones altamente expuestas al llamado Síndrome de Burnout, lo cual
no sólo afecta su estabilidad mental sino también la calidad de sus prestaciones
asistenciales.
2. Objetivos
El presente trabajo explora el estado actual de la cuestión del diagnóstico del Síndrome
de Burnout, intentando despejar el problema a partir de la diversidad de sus
descripciones clínicas y de las pautas diagnósticas estandarizadas del DSM-IV para
ciertas patologías relacionables con el Síndrome de Burnout, que no tiene tipificado dicho
síndrome. El objetivo principal es contribuir a una clarificación diagnóstica del síndrome.
3. Justificación
Por todo ello se torna importante llevar a cabo un diagnóstico correcto de este síndrome,
con lo cual quedarán sentadas las bases para la identificación de la patología y el
consecuente abordaje terapéutico.
DESARROLLO
1. Generalidades
El término Burnout (Atance Martínez, 1997) fue descrito originalmente en 1974 por
Fredeunberger aunque es principalmente con los estudios de Maslach y Jackson (Maslach
y Jackson, 1981) cuando realmente adquiere verdadera importancia el estudio de este
síndrome.
Así, Maslach y Jackson han definido el Burnout como un síndrome de estrés crónico de
aquellas profesiones de servicios que se caracterizan por una atención intensa y
prolongada con personas que están en una situación de necesidad o de
dependencia. Según estas autoras, el Síndrome de Burnout se caracteriza por un proceso
marcado por el cansancio emocional, la despersonalización y el abandono de la
realización personal (Báez G, 1997).
El perfil de la persona más vulnerable al Burnout "está caracterizado por elementos tales
como elevada autoexigencia, baja tolerancia al fracaso, necesidad de excelencia y
perfección, necesidad de control, y un sentimiento de omnipotencia frente a la tarea.
Esto hace que estas personas organicen una distorsión cognitiva según la cual "sólo ellas,
y nadie mas que ellas, pueden hacer las cosas tan bien" (Báez, 1997).
Las manifestaciones clínicas más frecuentes son los síntomas emocionales, existiendo
ansiedad y ánimo depresivo, expresados como desánimo y hastío. Pueden producirse en
ocasiones alteraciones de conducta (absentismo laboral, abuso de alcohol, consumo de
otros tóxicos, etc.). También se han descrito síntomas psicosomáticos como cefaleas,
insomnio y trastornos gastrointestinales. Todos ellos pueden concluir en incapacidades
laborales.
Así, cuando se dice que un funcionario u oficinista, por ejemplo, está "quemado", se trata
de otra cosa distinta. El síndrome del Burnout o quemamiento, está perfectamente
descrito y estudiado y siempre se refiere al que pueden sufrir los profesionales que
tienen por misión ayudar a los demás (médicos, enfermeras, maestros, policías,
asistentes sociales, funcionarios de prisiones, etc.
El DSM-IV (1995) no tiene tipificado el Síndrome de Burnout como tal. En dicho manual
es posible encontrar, a cambio, tres categorías que pueden plausiblemente relacionarse
con situaciones estresantes en el trabajo, donde solamente las dos últimas constituyen
trastornos y, como tales, están debidamente tipificadas. Estas tres categorías son las
siguientes:
2) Trastorno por estrés agudo: Indica el DSM-IV que algunos de los síntomas que
aparecen después de un acontecimiento traumático de gran intensidad son comprensibles
y razonables, de modo que no deben considerarse un trastorno por estrés agudo. Este
diagnóstico sólo debe establecerse si los síntomas duran al menos dos días y provocan un
malestar clínico significativo, interfieren acusadamente con la actividad del individuo o
afectan de modo notable su capacidad para realizar tareas indispensables. El DSM-IV
también distingue el trastorno por estrés agudo de aquellos trastornos mentales debidos
a enfermedades médicas, a sustancias, y a trastornos psicóticos breves, entre otros
(DSM-IV, 1995:442).
Desde ya, cuando están de por medio compensaciones económicas, selecciones laborales
o determinaciones forenses, debe destacarse siempre la simulación (DSM-IV, 1995:443),
es decir, debe primero comprobarse si el sujeto no se está haciendo el estresado para
obtener algún beneficio. Esto mismo vale también para el trastorno por estrés
postraumático.
El DSM-IV establece los siguientes criterios para el diagnóstico de trastorno por estrés
agudo:
(3) desrealización.
(4) despersonalización.
(5) amnesia disociativa (p. ej., incapacidad para recordar un aspecto importante del
trauma).
H. Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directo de una sustancia (p.
ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica, no se explican mejor por la presencia
de un trastorno psicótico breve y no constituyen una mera exacerbación de un trastorno
preexistente de los Ejes I o II.
3) Trastorno por estrés postraumático: Por definición, sólo debe establecerse el
diagnóstico de trastorno por estrés agudo si los síntomas aparecen durante el primer mes
que sigue al acontecimiento traumático, reservando el término 'trastorno por estrés
postraumático' para los síntomas que se prolongan más de 4 semanas (DSM-IV,
1995:442). En los individuos diagnosticados de trastorno por estrés agudo que al cabo
del primer mes siguen presentando el cuadro sintomático, debe considerarse el
diagnóstico de trastorno por estrés postraumático (DSM-IV, 1995:443).
El DSM-IV establece los siguientes criterios para el diagnóstico de trastorno por estrés
postraumático:
(1) recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los
que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños
esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos
característicos del trauma
(2) sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota:
En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
(2) esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del
trauma.
(7) sensación de un futuro desolador (por ej., no espera obtener un empleo, casarse,
formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal).
(4) hipervigilancia.
Una de las razones por las cuales se han mencionado estas categorías del DSM-IV como
de algún modo relacionadas con el Síndrome de Burnout, es la estrecha relación
existente entre estrés y trabajo.
A partir de las consideraciones precedentes, cabe la pregunta: ¿es lo mismo estrés que
Síndrome de Burnout? Indudablemente, por lo visto, el concepto de estrés es más
amplio, pues muchas situaciones estresantes no están vinculadas con una actividad
laboral, asistencial o no.
Tomando como referencia las categorías indicadas del DSM-IV habría que concluir que el
Síndrome de Burnout es una modalidad específica de estrés, que puede asumir la forma
de un trastorno por estrés postraumático o de un trastorno por estrés agudo, por cuanto
como fue dicho estos cuadros requieren la presencia de un estresante psicosocial, que en
el caso del Síndrome de Burnout es la situación de atender a pacientes con problemas.
Si el sujeto afronta la situación de una forma acertada los efectos, en este caso de la
carga emocional, no tendrán mayor trascendencia. Pero, "si sus estrategias no son
efectivas, y la situación de estrés se prolonga en el tiempo, es entonces cuando aparecen
los efectos y consecuencias de carácter más permanente y negativo para el propio sujeto
y para su organización" (Durán Durán y Montalban, 2000).
Cabe rescatar, finalmente, la necesidad de establecer la relación entre estrés y síndrome
de Burnout a un nivel teórico. Uno de los puntos más interesantes al respecto encontrado
en la bibliografía es la vinculación entre el estrés y una de las manifestaciones
mencionadas como típicas del Síndrome de Burnout: la desesperanza, el hastío y la
sensación de desvalimiento.
C. La alteración relacionada con el estrés no cumple los criterios para otro trastorno
específico del Eje I y no constituye una simple exacerbación de un trastorno preexistente
del Eje I o el Eje II.
E. Una vez ha cesado el estresante (o sus consecuencias), los síntomas no persisten más
de seis meses.
De estas consideraciones podría inferirse que el Síndrome de Burnout no es un trastorno
adaptativo en la medida que se considere que su desencadenante es muy importante y
porque no es un acontecimiento puntual, como perder el empleo, sino una situación que
se mantiene a lo largo del tiempo en el ejercicio de la profesión.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Atance Martínez Juan Carlos (1997) Aspectos epidemiológicos del síndrome de Burnout
en personal sanitario - "http://www.msc.es /salud/epidemiologia/resp
/199703/burnout.htm" Dirección Provincial de Insalud de Guadalajara.
Salvarezza Leopoldo (comp) (1998) La vejez: una mirada gerontológica actual. Buenos
Aires: Paidós.