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MENTE Y CONCIENCIA EN «LOS PRINCIPIOS DE PSICOLUGIA»: UN DIALUGU CON JAMES, CIEN ANOS DESPUES ‘Angel RIVIERE Facultad de Picola, Unvesidad Avtinoma de Madd Hace cien afios, el paciente editor Henry Holt pudo tener, al fin, encima de su mesa un manuscrito largamente espe- ado: The Principles of Psychology de Wi- liam James. Como es sabido, James ha- bia firmado su contrato para escribir una Psychology para la «American Science Series» de Holt doce aiios antes, en 1878. Holt tuvo que ecperar durante todo ece tiempo, y mantuvo una nutrida y divertida cortespondencia con James (resefiada en parte en el libro lésico de Pesy, 1933) animéndole a cumplir su viejo compromi- so: James perdia contratos, se saltaba constantemente los plazos autoimpuestos y empleaba todas esas sutiles formas de tortura que solemos usar los autores mas desastrados con los editores més com- rensivos. Salia de los momentos mas compro metidos con un ingenio tipicamente «ja- mesiano», pero no sin apuros: «Los edito- ree son unos demonios», decta en una de sus cartas, «cudn insensato es ir contra la sabiduria acumulada de la humanidad, y pensar, solu porque unu de ellos parece Psicothema, 1990, vol. 2, n° 1, pp. 111-133 ISSN: 0214-9915 ser socialmente afable, que se fa roto la gran ley natural y que ese hombre es tam- bién un ser humano en su naturaleza pro- fesional»... y, después de las quejas del sufrido Holt («Mi caracter demoniaco no se desarrollé tanto por obra de los autores que omiten estudiar los contratos y los pierden, como porlo otro... Acabo de ver tun contrato firmado por wated donde 6 compromete a entregarnos ese manuscri- to el 12 de junio de 1880, y sin embargo it, td, td, Brato, me denigras por ser un demonio! De todos modos estoy terrible- mente apenado de que no pueda usted ve- nit por aqui y cenar con nosotros, pero ya lo haremos a su debido tiempo. Suyo siempre H. Holt, Demonio profesio- nal.»), James se arrepentia una vez més: «(Pobre editor, pobre muchacho, pobre ser humano ex demonio! ;Cémo deben haberle hecho sufrir a usted en su vida 50s gusanos de autores para arrancarle la tiradal» (todo ello en pp. 195-196 de Pe- 1ry, edicion espaol de 1973). Y, sin embargo, el resultado conjun- 10 el gemio de James y Ia paciencia de Holt merecié la pena... incluso para el pa- ciente editor: los Principles fueron reim- C " prooe numerorisimas veces por la penpia empresa de Holt y, mas recientemente, por Harvard University Press, Ademés, thy paicee eaists el peligro, por ahora, de «que futuras reediciones se hagan iniitiles. GA qué se debe este éxito? Una de las pri- eras sorpresas que depara el bru de J mes es que sigue, en muy buena parte, vivo. Después de haber sido cl manual por antonomasia para unas cuantas gene- raciones de estudiantes de Psicologia en los Estados Unidos, The Principles of Psy- chology sigue siendo un libro que hace pensar al psiedlogo y le invita a un didlo- go. Es semejante a esas personas de cierta edad que nos sorprenden por su lucidez, energia, vivacidad © independencia. Es ut ibiv que, lefdo deapacio (y 60 un he cho que se ha citado més de lo que se ha leido), parece, como esas personas a las que me retiero, mucho mas Joven Ue 10 ques. ‘Me propongo en estas paginas dialo- gar con los Principles de James, en el con- vencimiento de que el mejor homenaje ‘que podemos hacer al libro (como a los sj6venes de edad>) implica olvidar las di- ferencias de edad. El didlogo al que me refiero ce cefiré a una ce los temas funda- ‘mentales en los Principles y que sigue te- niendo una importancia clara en la Psico- lugia actual: el concepto de mente y con: ciencia. Aunque este tema se ha tratado una y otra vez en las numerosfsimas revi- siones y comentarios de 1a obra de Janie ‘ereo que atin hay cosas mucvas por d en el didlogo con é1, Reconozco que es un dislogo extrafio, porque se realiza a cien aijos de distancia, y desde la doble pers- pectiva del marco de referencia en que se desarrollé el pensamiento de James y el proporcionado por la Psicologia actual. Habra, quiza, quien piense que ésta no es una actitud digna desde el punto de vista de la Historia de la Psicologia: No serfa iiejor situar el libro en st propio marco histérico sin pretender extrapola- ciones al conjunto de problemas de la Psi- cologia actual? {No «deformamos» inevi- tablemente ol bra de Tames cuando to Jeemos desde la lejania de cien afios de Psicologia? La respuesta a estas dudas es cumplcja, tila asimilacién eo deforman te, aunque no necesariamente «mons- truosamente deformante». El «empirismo neutralista», que pretend que la historia puede hacerse prescindiendo de los esque- mas presentes, esta muy lejos de las p respectivas historiogréficas actuales: sin duda, es papel de la historia reconstruir ‘en Jo posible los marcos y contextos de los fenémenos del pasado que estudia. Pero 5 su sino que esa reconstruecién se reali- ee deeds Ioe marcas del presente, de Ins que no podemos prescindir. La actividad del historiador presupone siempre un di Jugy cit el pasado y el presente: un dis logo en que es tan peligroso que el prese te permanezca mudo como que lo esté el pasado, Ian deformante ta suposicion de que historiar es reflejar inmaculadamente el pasado, como la pretensién de histo- riarlo olvidando que sus claves eran otras, diferentes a las actuales, EI paisaie del pasado se transforma cen cada generacion que lo re-construye © interpreta, adquiere una nueva perspecti- va... parece mievo y nunca visto desde la vision de cada nuevo presente. Es mis, cada generacién de historiadores (en el peutide més laxo de la palabra -95 idm) se ve en la ineludible necesidad de hacer un nuevo céleulo de relevancias: fest0, que ViVia aun en toy ativs immediate: ‘mente anteriores, es ahora agua pasada ‘Aquello, que parecia dormitar en la histo- ria, es material de reflexi6n presente. libro de James por ejemplo, que nunca ha dejado de ser relevante para los psiedlo- 08, lo es ahora mas que hace cuarenta o cincuenta afios, cuando un ventisco ope- racionalista y un vendaval conductista ba atin la chojarasea mental de la Psi- cologia y obligaban todavia a ocultar el interés por muchos de los temas de los que trata The Principles of Psychology: elm bito de lo mental, las relaciones entre ese bito y el de los procesos fisioldgicos, la corriente det pensamtento, ta funcion de la conciencia, la conciencia de sf mismo, los fenémenos de atencién, conceptuali- zacién, memoria, imaginacién y razona- miento, la explicacién de las emociones, Jos mecanismos de la voluntad, ete. En cierto sentido, la obra de James hos resul- ta ahora mas contempordnea que nunca. 4Oné es lo que da ese caricter tan persistentemente contemporiineo a los Principles de James?, spor qué sigue te~ nicndo sentido dialogar con este libro? Una razén de peso es que, constantemen- te asoma el propio James por encima de lo que dice. No sucede como en otras obras en que el autor desaparece por detrds del frio énunciado de los datos y las leyes de la ciencia, Aqui, Ia busqueda de objetivi- dad no es negacién de la subjetividad sino (en més de un sentido) todo lo contrario. En més de un sentido porque los Princi- ples tienen, como uno de sus temas cen- fraloe of de la eihjotividad Pern también porque la subjetividad de James se intro- duce, como un gnomo, en la obra cada vez {que él lo considera conveniente para al canzar sus. propésitos comunicativos. jNada mas lejano que los Principles de la pedamee y seca erudicion vacfa a la que nos tienen demasiado (mal) acostumbra- dos muchos escritos de Psicologia! Es un lugar comiin decir que los Principles son ‘una obra maestra no sélo por su conteni- do cientifico sino también por su calidad literaria. Y es verdad. La cualidad del es- tilo de James es uno de los aspectos que aiitar no habla ste, facilita el dislngn de tal o cual tema, sino a uno mismo como lector. No s6lo fue uno de los creadores del pragmatisme come movimiento filo séfico, sino un maestro de la pragmética entendida como habilidad comunicativa Pero la claridad y calidad literaria de los Principles no son los tnicos factores que influyen en la impresién de didlogo real que tenemos al leerel libro. Esté tam- Lieu el nculiu de que su leetasa wv no cau sa la sensacién de enfrentarnos a un siste- ma de trabajo, clausurado en sf mismo, sino mas bien a una mente que prensa con entera independencia. James consideraba prematuro cl intento de construir una Psi cologia sistemética y, en todo caso, no te- nia nila paciencia nila decisién necesarias para hacerla, Era decidida y sistematica- mente indeciso y asistemaético. En el pre- facio de los Principles nos lo advierte: «el lector buscard en vano un sistema cerrado en este libro. Consiste principalmente en tuna masa de detalles descriptivos que sur- gen vomo interrogantes, de los que s6lo podria dar cuenta una metatfisica cons- ciente de la gravedad de su tarea. Esto es quiza to que seguira sucediendo durante siglos; y mientras tanto el mejor indice de salud que una ciencia puede mostrar es esa fachada que parece inacabada> (p. 7). Como haa seftalado Brett (1972), James ya habia formulado. en 1890. su oposicién a los sistemas y «estaba dispuesto a ser sis- tematicamente excéntrico» (p. 519). Sin embargo, James no es del todo justo con su obra cuando nos dice que consiste, sobre todo, en una masa de deta- Iles descriptivos. Los wdetalles descripti- ‘vos» estén sometidos, en todo momento, las necesidades del pensamiento. Es to que ese pensamiento ya apunta al ‘marco del peculiar «empirismo radical» que posteriormente desarrollaria James (un intento de volver a la «experiencia pura», disolviendo los entes creados por los suefios de la razsin sustancialista tradi cional en un respetuoso registro de seme- janzas y diferencias relacionales 0 funcio- rales) ¥ que también ce acerca a la pore ‘ie “

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