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accin que la separ de sus races con graves consecuencias. El secularismo agresivo y el agnosticismo funcional (prctica de quien se proclama cristiano pero no vive como tal) que caracterizan nuestro tiempo exigen al creyente o al que quiere creer cultivar una fe integral que abarque su mente, su corazn y su accin. La fe de mente apunta al aspecto intelectual, pues comprender de manera inadecuada la doctrina de la fe facilita su debilitamiento e incluso su disolucin. La ignorancia acerca de la fe es hoy una gran deficiencia entre los catlicos de todo el mundo. Esta ignorancia, adems, constituye un gran peligro no solo para la persona que, as, desprevenida, le abre las puertas a seudorreligiones o prcticas esotricas, sino que tambin olvida en un librero lleno de polvo el aporte de siglos, inmensamente rico en humanidad, que la sabidura de la fe revela sobre la relacin del ser humano con Dios, consigo mismo, con sus semejantes y con toda la naturaleza. Una clave fundamental para comprender quines somos, de dnde venimos y a dnde vamos. La fe de corazn implica la asimilacin vital de lo que la mente ha captado. Una fe verdadera no puede quedarse en el aspecto objetivo conceptual, sino que involucra los sentimientos y la voluntad. La madurez de la fe requiere involucrar lo afectivo y lo psicolgico que se traducen en una adhesin slida y decidida a lo que se cree, educando los hbitos y las virtudes, y ordenando a la persona al bien que la perfecciona. La fe de accin es la que se proyecta, en el da a da cotidiano, con el testimonio de aquello asimilado por la
mente y adherido al corazn. Para el cristiano, la vida es servicio y la fe de accin es la coherencia que se reclama a quien dice creer en Dios. El estudio, la celebracin, la meditacin y la vivencia es la invitacin que el Papa ha hecho al convocar un Ao de la Fe, el don gratuito de Dios a cada hombre y a cada mujer. Sera necio dejarlo pasar.