LA ENTREVISTA

La tecnología ha ayudado también a la transición desde la rígida separación de las noticias

y los programas de temas de actualidad, a los actuales informativos con abundancia de
materiales y mezclas de estilos. Los aparatosos discos de cera para grabar entrevistas dieron
paso en la radio a los cómodos grabadores magnetofónicos portátiles. En la televisión, las
cintas de vídeo, baratas y fáciles de editar, han sustituido a su vez a la bastante más costosa
grabación en material filmado (normalmente en 16 mm), que además dejaba menos
posibilidades al montaje (aunque la calidad fotográfica era mayor), y exigía ser revelado.
La telefonía, con sus últimos adelantos, también ha permitido la transmisión de noticias
desde estudios distantes al estudio central desde donde se emite el programa, con lo que se
ha animado a emplear corresponsales propios sin tener que depender de las agencias de
noticias habituales. Mientras, los costosos estudios móviles, han sido sustituidos por
pequeños vehículos de telecomunicaciones, caravanas con equipos de transmisión por
radio, que al permitir mayor rapidez en los desplazamientos, dan a los reporteros mayores
oportunidades de transmitir sus noticias directamente a los estudios de radio y, si es
necesario, en directo a los hogares o a las agencias. El periodismo electrónico ligero (con la
generalización y abaratamiento del formato Betacam, de mayor calidad de imagen con
equipos menos pesados) también ha permitido en televisión a los reporteros hacer lo mismo
con las imágenes y el sonido. La comunicación vía satélite también ha mejorado la calidad
de la imagen y el sonido transmitidos desde lugares distantes: mayor número de imágenes
se transmiten más deprisa.

Más recientemente, los teléfonos portátiles, las cámaras de vídeo ligeras y los transmisores
portátiles vía satélite (dispositivos que envían y al tiempo reciben señales) han aumentado
aún más la cantidad de información transmisible y su velocidad. Los reporteros envían las
imágenes y el relato de los hechos directamente vía satélite a sus estudios en cualquier
ciudad del globo. El envío de las noticias hoy en día desde cualquier lugar puede ser
instantáneo.

Como consecuencia, los editores de los informativos tienen mayor número de historias
entre las que elegir y mucho más material para ilustrarlas. Deciden primero a que sucesos
quieren dar cobertura, de modo que los reporteros, con sus cámaras y equipos de sonido
estén prevenidos. Los editores también reciben información de sucesos que no suponían
que fueran a suceder. Para sus programas deciden entonces qué incluir, de qué modo, cómo
montarlo, en qué longitud, con qué orden, y si usar reportajes en vivo o de archivo.
También deciden el orden de importancia o de interés de las noticias a incluir, y cómo
presentar lo relativo a su localidad, región, continente, o el mundo entero (la división más
común es actualidad local frente a actualidad nacional frente a internacional).

Con más noticias a incluir, la televisión y la radio tienen hoy muchos más programas
informativos que cuando llegaban poco a poco. Algunas emisoras tienen noticias durante
las 24 horas del día, y la expansión de la información continuará: hay sucesos en muchas
partes del mundo sobre los que se informa poco o no se informa en absoluto, unas veces
porque suceden en lugares remotos, y otras por restricciones gubernativas. Pero el cambio
político —a su vez favorecido por el aumento de la información— hacia sistemas más
democráticos, la demanda de noticias y las facilidades tecnológicas, se combinan para
suprimir las barreras y animar a los productores de programas a tratar cada vez más asuntos
de más partes del mundo.

Algunos críticos dicen que la televisión, a menudo, da imágenes simplemente porque

existen, o porque son impresionantes, pero no porque sean importantes. Sostienen que los
editores descuidan asuntos más importantes sobre los que no hay imágenes o en los que las
imágenes no muestran una acción trepidante. Otros analistas lo ven de un modo distinto: el
crecimiento de la información significa que el mundo está mejor informado y que, aunque
muchos de los hechos sobre los que se informa sean triviales, hay también muchos
programas informativos serios en los que se dan noticias sobre hechos significativos,
relevantes para la vida de los espectadores u oyentes.