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Ponencia presentada en el IX Foro de estudiantes y profesores de filosofía. Departamento
de Filosofía, Universidad del Quindío, Armenia, 26-28 de Noviembre de 2008.
1900. Personalmente no comparto esta tesis, considero, siguiendo a Javier
San Martín (cf. la fenomenología de Husserl como utopía de la razón), que
tanto el período de Halle (1887-1901), como el de Gotinga (1901-1916) o el
de Friburgo (1916-1928) despliegan la intención inicial, a saber, la
fundamentación de la ciencia.
Quizás este hecho no pasó de ser una simple anécdota; sin embargo, para
mí significó el encuentro de dos modos de hacer filosofía que, sin cargar a
ninguno de valor, podrían denominarse el antiguo y el actual. El antiguo
puede caracterizarse como el estudio detallado de las obras de Husserl, la
exégesis profunda de sus obras, enriquecida por las nuevas publicaciones de
algunos inéditos. El actual, correspondería a lo que Embree denominó Quinto
período. Personalmente le apuesto más al segundo modo, aunque reconozco
que no son excluyentes; es decir, la práctica de la fenomenología no implica
la falta de rigurosidad en las fuentes fenomenológicas; del mismo modo, la
erudición, tan común en nuestra formación filosófica, es un punto favorable a
la hora de entrar a dialogar con otras disciplinas.
Con respecto a las etapas por las que ha transcurrido la fenomenología dice
Embree: “los participantes en las diferentes tendencias tratan cada vez menos
de poner atención en el desarrollo que se lleva a cabo en las tendencias
hermanas, y a veces incluso en el trabajo de más de una o dos figuras. Se
requieren esfuerzos para recordar aspectos de un pasado que se ahonda en
el siglo” (Embree, 1999: 19).
Por “quinto período” se entiende el momento presente que vive la
fenomenología, caracterizado por la confianza en que va a continuar su
camino de la mejor manera, pues existe un movimiento cultural y unos
intereses renovados que así lo sugiere. Cabe mencionar dentro de estas
inquietudes, cuestiones de la filosofía de la tecnología, o de la filosofía del
medio ambiente que se abordan desde la fenomenología hermenéutica; de
igual forma, problemas de género, de filosofía de la religión, étnicos, éticos y
hasta políticos entran en la esfera de la propuesta fenomenológica.
Pero este “quinto período” exige de los fenomenólogos una actitud distinta;
pareciera que el llamado de “ir a las cosas mismas” se hubiera olvidado,
centrándose únicamente en el análisis de textos, alejándose del análisis de
hechos. El abuso en el análisis de textos, que concita grupos, irónicamente
asemejados por Embree a grupos de estudios bíblicos, degenera en
erudición; por el contrario, el ser fiel a las cosas mismas, la auténtica
indagación fenomenológica es llamada por él: investigación (Embree, 2003:
33). De acuerdo con esta distinción, fenomenólogo no es quien se dedica
sólo a la erudición; ser un fenomenólogo genuino exige ir más allá de los
textos y abordar las cosas mismas.
los conjuntos de cuestiones que caen bajo los rubros de arte, clase, medio ambiente,
género, moralidad, política, religión, ciencia, tecnología, y similares, son
extraordinariamente complejos y multifacéticos. Cada vez más, están recibiendo un
tratamiento multidisciplinario en las que, en conformidad con ello, pueden llamarse
«multidisciplinas». Los filósofos fenomenólogos pueden contribuir a conformar y a
desarrollar de otras formas esas multidisciplinas (Embree, 1999: 24).
Lester Embree inicia su texto Análisis reflexivo con una sentencia: “muchos
que se llaman a sí mismos «fenomenólogos» han olvidado (si alguna vez lo
supieron) que lo fundamental del enfoque fenomenológico es algo que puede
ser llamado simplemente «análisis reflexivo»” (Embree, 2003: 11). De esta
frase pueden extraerse tres consecuencias que el autor desarrolla a
profundidad tanto en lo que llama Prefacio para instructores, como en la
Introducción: 1. existe una casta de filósofos que se autodenominan
fenomenólogos pero que han olvidado su esencia. Como ya se había
enunciado, estos caen bajo el título de “eruditos”. 2. La fenomenología, más
que método, es enfoque pues no dice referencia a “recetas de cocina”, sino
que señala la necesidad de una actitud reflexiva y teórica, basada en la
observación y el análisis. 3. La esencia de la fenomenología radica en la
elaboración de análisis fenomenológicos. Si alguien quiere volverse
fenomenólogo, no será para torturarse aprendiendo una jerga compleja, su
convicción está en que “una mayor habilidad para efectuar análisis reflexivos
sobre encuentros y objetos en tanto que encontrados nos ayuda a conocer,
valorar, obrar de modo más eficaz y responsable” (Embree, 2003: 61). El
libro es una guía para realizar análisis reflexivos.
La estructura del texto está conformada por siete capítulos. Los dos primeros:
Observar e Informar, podrían tomarse como preparatorios. El capítulo tres,
Reflexionar, juega un papel preponderante pues sitúa al investigador en suelo
fenomenológico y lo persuade de que el método fenomenológico es “análisis
– reflexión”. Los capítulos cuatro, cinco y seis contienen tanto el núcleo
doctrinal (IV. Creer, valorar, querer y V. Experienciar), como la explicitación de
los tipos de análisis (VI. Analizar). El último capítulo (VII. Examinar) es “otra
demostración práctica del poder que tiene el análisis reflexivo al aplicar la
fenomenología a la vida, examinando, y así criticar si es necesario, nuestra
vida o aspectos de la misma” (San Martín, 2005: 219).
De modo jocoso Embree sostiene en otro lugar que: “es un hecho algo
desafortunado que Husserl creyera estar fundando una nueva ciencia
primordial –es decir, una filosofía primera en la que pudieran fundamentarse
todas las otras ciencias- y que, en consecuencia, nombrara su esfuerzo con
una palabra que termina en –logía” (Embree, 2008: 177). La razón del
infortunio la ubica Embree en que ese nombre, difícil de pronunciar, sugiere al
no fenomenólogo la pregunta: ¿y qué es eso? Para caracterizar de modo
pleno a la fenomenología, Embree plantea que ella es análisis reflexivo.
*
Por ejemplo, el profesor Harry Reader de la Universidad de Texas, critica la propuesta del
Análisis Reflexivo pues no tiene como elemento central la argumentación; esta crítica hay que
examinarla para determinar si al insertarla en la propuesta de Embree se está saltando del
campo fenomenológico en aras de compaginar fenomenología y filosofía analítica, o si
podría convertirse en un enfoque más complejo para abordar los problemas culturales.
tipo de escritos, en vez de aclarar lo que se toma por investigación
fenomenológica, lo único que hace es devaluar su significado y, por tanto,
caer en bagatelas que en nada contribuyen a comprender o comprendernos;
más bien, darían pie para acusar tales trabajos de fenomenología de la “taza
de té”.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA:
Zahavi, Dan (2007) Killing the Straw Man: Dennett and Phenomenology. En:
Phenomenology and Cognitive Sciences, 6: 21-43.