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EL BIEN Y EL MAL

El bien y el mal son vistos con frecuencia como aspectos de la vida diametralmente
opuestos y mutuamente excluyentes. Pero en un sentido real y práctico, ese modo de pensar
tan simplista no resulta satisfactorio. Incluso los más crueles criminales pueden sentir amor
hacia sus padres e hijos. Entonces, ¿es esa persona, en su esencia, buena o mala?

Comentario: Es una tendencia reduccionista, la cual limita la comprensión de la vida,


es decir tenemos que tomar parte de un bando, sólo que existe la diatriba de ¿si siendo
malo no estamos siendo muy buenos o si somos buenos no estamos siendo un poco
malos?

La sabiduría budista dice que el bien y el mal son aspectos innatos e inseparables de la vida.
Este enfoque hace imposible rotular a un individuo o grupo particular como "bueno" o
"malo". Cada uno de los seres humanos es capaz de acciones de la más noble bondad, o de
la más vil maldad.

Comentario: Elimina la diatriba evitando la exclusión, lo que permite comprender la


realidad de la vida y la doble moralidad como un aspecto con el cual jugamos en el
terreno de la ética.

En el budismo, por otra parte, el bien y el mal no son vistos como absolutos sino como
relativos o "relacionales". Lo bueno o lo malo de una acción se entiende en términos de su
impacto real sobre nuestras vidas y las de los demás, no en términos de reglas de conducta
abstractas.

Comentario: La forma como impactan nuestras acciones en los demás individuos y en


uno mismo son medidas en función de lo que éstas permiten la felicidad o infelicidad
de quien es objeto de la acción. En algunas oportunidades hacemos cosas que
consideramos justas (buenas) y de alguna manera su impacto conlleva una reacción
inadecuada para nuestra vida o la del otro. En otros casos cuando realizamos acciones
injustas (malas) su impacto resulta positivo para nuestra vida o la del otro.
Considerando entonces el principio que tanto el bien como el mal son incluyentes,
deberíamos sentir mas misericordia con nosotros mismos y empezar el camino de la
comprensión de nuestra vida.

Las acciones malvadas son aquellas que tienen como base un egoísmo estrecho, la ilusión
de que nuestra vida está fundamentalmente desconectada de la de las personas, o de que
podemos beneficiarnos a expensas de los demás. El mal ve la vida como un medio que
puede ser utilizado, no como un fin en sí mismo. El bien es lo que genera la conexión entre
nosotros y los demás, lo que sana y restaura los vínculos entre las sociedades humanas.
En el contexto del budismo, el bien es identificado como "la naturaleza fundamental de la
iluminación", o la libertad y felicidad absolutas que resultan de un profundo conocimiento
de uno mismo. El mal indica la "oscuridad fundamental", o la ilusión innata de la vida que
niega el potencial de la iluminación y causa sufrimientos tanto a uno mismo como a los
demás. Esta oscuridad interior hace eco en la desesperación de que nuestra vida es
deplorable e insignificante, también abre la brecha del temor que divide el corazón de las
personas en "nosotros" y "ellos".

Comentario: Reducimos la vida a lo que nos compromete con nosotros mismos sin
esclarecer el hecho de la relación con el otro complementa. Nuestra sociedad está
acorralada en la cárcel de

Un buda es aquél que tiene el coraje de reconocer estos dos aspectos fundamentales de la
vida. Como dice Nichiren, "Se llama buda a aquel que está profundamente iluminado con
respecto a la naturaleza del bien y el mal, desde la raíz hasta sus ramas y hojas". Los budas
aceptan su bondad innata sin arrogancia porque saben que todas las personas comparten la
misma naturaleza de buda. Los budas también reconocen su maldad innata sin
desesperación porque saben que tienen el poder para superar y controlar su negatividad.

El rechazo a reconocer el potencial tanto para el bien como para el mal, surge del hecho de
que como individuos somos reacios a vernos sea como muy buenos o muy malos, esto nos
lleva a preferir escondernos detrás de una mediocridad moral colectiva que no requiere de
la responsabilidad del bien pero tampoco de la culpabilidad del mal. Esta ambigüedad
moral interior tal vez parezca impulsarnos a hacer juicios de los demás –a quienes sirven a
nuestros intereses los catalogamos de "buenas personas" y a aquellos que nos desagradan
como "malas personas". Con esto lo que tal vez intentamos, es compensar la confusión
interna dejando claro quien es quien, afuera.

Algunos ven el budismo como una enseñanza de tranquilidad y reposo –un balance pasivo.
Pero, en realidad, la práctica del budismo nada tiene que ver con "un refugio para
mantenerse a salvo". Es una lucha constante por crear valor y transformar el mal en bien,
mediante nuestros propios esfuerzos por confrontarlo. Nichiren escribe, "Oponerse al bien
se llama mal; oponerse al mal se llama bien".

Se dice que el fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, apresado por sus
críticas a las políticas bélicas del Japón, involucró a sus compañeros de prisión en un debate
sobre la naturaleza del bien y del mal, preguntándoles si había alguna diferencia entre no
hacer el bien y cometer realmente el mal.

Si nos falta el coraje para confrontar las malas acciones, o las tendencias hacia el odio y la
discriminación, tanto dentro de nosotros como en la sociedad, éstos se propagarán sin
obstáculos, tal como lo muestra la historia. Martin Luther King (h), se lamentaba,
"Tendremos que arrepentirnos en esta generación no simplemente por las palabras y
acciones llenas de odio de las personas malas sino por el espantoso silencio de las personas
buenas".

En las palabras del presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, "El universo, este mundo y
nuestras propias vidas, son el escenario para una incesante lucha entre el odio y el amor
compasivo, el aspecto destructivo y el constructivo de la vida. Nunca debemos ceder,
debemos confrontar el mal a cada momento".

Después de todo, el mal sobre el cual debemos triunfar es el impulso hacia el odio y la
destrucción que reside dentro de todos nosotros. El proceso de reconocer, confrontar y
trasformar nuestra propia oscuridad fundamental es el medio por el cual podemos fortalecer
el funcionamiento del bien en nuestras vidas.

Revista SGI Quarterly, edición octubre 2002

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