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LUNES, 23 FEBRERO 2009

LA CONTRA
Clément Rosset, filósofo
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Tengo 70 años. Nací en Normandía, en una familia medio española, y vivo en París. No tengo ¡Quiere un adelanto de mi próximo ensayo!
Por favor.
pareja ni hijos... y me sobra una pesadillesca caterva de primos. ¿Ideas políticas? ¡No he teni- La alegría nace del ser, de lo que es, de lo
do ni una en mi vida!, y me odian por ello. ¿Dios? Es demasiado temprano para hablar de eso. real, y es activa. La tristeza nace del deseo,
de lo que no es, de lo irreal, y es pasiva.
Aclare.

“Ya sabemos que lo peor es La visión trágica de lo real es lucidez: es la


visión que constata que nuestra vida resiste
¡pese a las infinitas razones para hallarla ri-
dícula, miserable o absurda! He ahí la ale-

inevitable, ¡alegrémonos!” gría. Vivir es, en sí mismo, alegría.


Dijo nuestro Llull: “Puesto que existi-
mos, ¡alegrémonos!”. ¿Es eso?
El deseo es penoso y su realización, aún
más penosa. Es ilusión. La desilusión, en
cambio, engendra serenidad. Saber esto po-
Alegre lucidez sibilita la sabiduría de la alegría: ¡alegrémo-
nos, ya sabemos que lo peor es inevitable!
“Un hombre camina con Ya le llaman “filósofo de la alegría”.
sendas sandías bajo los Denomino “fuerza mayor” a esta alegría sin
miedo ni esperanza, sin objeto ni motivo,
brazos y, al tomar un que aprueba la existencia en su integridad
recodo, ve la espalda de ¡por trágica que sea! Esta alegría es su pro-
pia causa y su fin, ¡es la fuerza mayor!
un hombre que camina ¿Indeformable, inoxidable, indemne?
ante él con sendas san- Offenbach se maravilló: “A veces me pre-
gunto cómo hizo Dios para darme tanta ale-
días bajo los brazos. gría”.
Dígame qué entiende usted por Dios.
‘¡Soy yo!’, piensa. Inten- Demasiado temprano y poco vino para en-
ta alcanzarse, vanamen- trar ya en esto. Cito a Hume: “Tan preten-
cioso es afirmar que existe Dios como afir-
te. Hasta que desiste: ‘Y mar que no existe Dios”. ¡Me es indiferente!
¿para qué alcanzarme?’, Algo que sin duda existe es la depre-
sión, ¿no?: he leído que usted la ha vivido.
concluye”. Rosset aplau- Fue como pillar una pulmonía. Me atacó co-
de este cuento, porque mo un relámpago. De pronto todo parece

P
fuera de lugar: desde el gesto más anodino
INMA SAINZ DE BARANDA ilustra su convicción de al más agradable, todo se empapa de desin-
odría ser una copita de fino? Borges decía: “Soy muchos hombres”. la inexistencia de un yo terés o disgusto. ¡Levantarme para ir al ba-
¿Un Tío Pepe? Buen ejemplo de personalidad inexistente. ño a orinar era como escalar un Everest...!
Hecho. ¡Por favor...! Minuto a minuto podemos ser distintos. personal –un “yo pre- ¡El filósofo de la alegría, deprimido!
De niño, durante la ocupación ¿Qué idea filosófica fue la primera que identitario”– y de la in- Todo intento de localizar la naturaleza de
nazi en Francia, nos llegaban le conformó a usted? esto es extravío. Es preferible localizar el
paquetes de España con estas Leí de muy jovencito los pesimistas frag- utilidad de buscarlo. Dis- fármaco que te saque del pozo. Mire: en es-
cosas tan ricas, pues mi familia era medio mentos amorosos de Schopenhauer, ¡y en- fruto con Rosset –Sava- te potecito llevo mi pastillita, ¡por si acaso!
española. Y discos de coplas, libros... Mi edu- tendí que todo estaba perdido! No he cam- Y como venía aquí dos días, he metido dos.
cación sensorial infantil es muy española. biado de parecer. ter lo considera uno de ¿Qué aprendió de tan negra vivencia?
Aquí llega su vinito. ¿Por qué, hombre? los filósofos europeos Antes yo tomaba las depresiones de los de-
Ah, ahora ya empiezo a ser persona... Entendí que el ser humano no es lo bonda- más por males imaginarios de gente flaca
¿Pero quién es usted? Según le he leído, doso que Rousseau supone. más originales y sugesti- de ánimo: no creía que fuesen algo que no
¡sostiene usted que el yo no existe! ¿Alguna otra idea fundamental? vos de hoy–, del que pudiera solucionar una copita de jerez...
Ese supuesto yo esencial –que restaría una Sí, esta de Pascal: “Moriremos solos”. No: es una enfermedad. Una patología men-
vez despojado de máscaras sociales– no Pese a todo esto, le veo a usted alegre. aprecio un irónico hu- tal..., como la que padecía mi hermano ma-
existe: es mera creencia, pura metafísica. Con Nietzsche aprendí la aprobación incon- mor que emparento con yor, paranoico. ¡No sé si aquello me hizo fi-
Bajo mi identidad, ¿no hay nada? dicional de la vida. ¡Qué regocijo, conocer la lósofo, pero sí que me hizo más loco...!
Nada. Toda identidad es social y nada más: tragedia de que no hay más mundo que este la lucidez. La que emana ¿Qué le pasaba a su hermano?
tu identidad es social o no es. Sostengo lo mundo sin historia! Y me repito con gozo de sus diáfanas obras, De niños, cada noche, en nuestro dormito-
que ya sugirió Lacan: “El yo extrae toda su aquel epitafio de Martinus von Biberach... rio, mi hermano me relataba su versión de
sustancia del tú que se la otorga”. Punto. ¿De quién? A este no le conozco. como Principios de sabi- hechos del día, del todo delirante: un lápiz
¿No soy más que mi relación con otros? ¿Un místico renano del siglo XV? ¿Un perso- azul decía que era rojo... Yo le contrariaba,
Lo ha entendido, bravo. Otra cosa es lo que naje de una obra teatral húngara? Cioran
duría y de locura y Lejos claro, y entonces me pegaba. Aprendí a co-
usted y cada uno crea ser: eso son fantasmas me aseguró que fue un autor de epitafios... de mí (Marbot). rroborarle, ¡y no es nada fácil para un niño
de yo, ilusiones, ¡dobles de la realidad! Nada se sabe de él con certeza. ¿Y eso impor- subvertir sus propias percepciones...!
Qué frustre: yo quería dedicarme a bus- ta? Le cito: “Vengo de no sé dónde. Soy no ¿Y cómo sé yo ahora mismo que mi vi-
car mi esencia individual intransferible... sé quién. Muero no sé cuándo. Voy a no sé sión no es delirante, que no estoy loco?
Vanidad. Un camembert, si pudiese probar dónde... Me asombro de estar tan alegre”. …
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quesos, conocería sus sabores..., pero del su- ¡Espléndido...! Así, la pregunta que toca ¿Por qué me mira así?
yo nada sabría por más que se mordiese. ahora es: ¿de dónde mana la alegría? VÍCTOR-M. AMELA

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