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Estant a Morelia el pare de Lina va ser apadrinat per Emilio Prado que pertanyia al
comitè de l'exili que va tenir a veure amb l'organització de “los niños de Morelia”, pel
que l'avi patern de Lina ha estat en realitat Emilio Prado.
L'avi matern José va ser diputat en la República per Astúries, va estar a la presó en
diverses ocasions. Durant la guerra els avis i la mare de Lina van estar primer a Madrid
i al final a Barcelona, per a creuar els Pirineus i acabar a Toulouse, ciutat en la qual va
morir l’avi. L'àvia i la mare de Lina es van embarcar en el Nyassa que les va dur a
Mèxic. La mare de Lina, Mercedes, va anar a l'Instituto Vives on va conèixer a
Francisco, el pare de Lina.
Lina i la seva germana Marisol, van anar al Colegio Madrid. Lina va decidir residir a
Barcelona el 1985.
Sus padres son Francisco Sala Gómez y Mercedes Díaz Roig. Los abuelos maternos
fueron José Díaz -asturiano- y Mercedes Roig -madrileña-; los abuelos paternos no los
conoció y no recuerda sus nombres.
El abuelo paterno murió en la guerra cuando el padre de Lina tenía 6 años. La abuela
envió al padre de Lina y a su hermano a México, en el embarque de niños que organizó
la República y el gobierno de México, conocidos como “los niños de Morelia”. La
abuela se quedó con su hija en Alicante.
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Estando en Morelia el padre de Lina fue apadrinado por Emilio Prado que pertenecía
al comité del exilio que tuvo que ver con la organización de “los niños de Morelia”,
por lo que el abuelo paterno de Lina ha sido en realidad Emilio Prado.
El abuelo materno José fue diputado en la República por Asturias, estuvo en la cárcel
en varias ocasiones. Durante la guerra el abuelo la abuela y la madre de Lina
estuvieron primero en Madrid y al final en Barcelona, para cruzar los Pirineos y
terminar en Toulouse, ciudad en la que murió el abuelo. La abuela y la madre de Lina
se embarcaron en el Nyassa que las llevó a México. La madre de Lina, Mercedes, fue al
Instituto Vives donde conoció a Francisco, el padre de Lina.
Entrevista
Tu nombre, el de tus padres y abuelos? ¿Qué parte de tu familia fue exiliada?
Me llamo Lina Sala Díaz, mi hermana se llama Marisol, mi madre fue Mercedes Díaz
Roig, mi padre Francisco Sala Gómez y mi abuela materna fue Mercedes Roig, mi
abuelo materno fue diputado por la Republica, José Díaz Fernández. Mis abuelos
paternos no los conocí.
Mi padre al llegar a México, que era de los llamados niños de Morelia, fue apadrinado
por el poeta Emilio Prado, o sea que realmente mi abuelo paterno fue Emilio Prado. Mi
padre salió junto con su hermano Luis Sala Gómez, fueron casi de los 500 niños que el
gobierno del general Lázaro Cárdenas acogió para que no sufrieran los bombardeos de
las tropas franquistas y fueron a dar a México.
No, la madre de mi padre murió estando mi padre en el exilio y como estaba el régimen
franquista nunca se volvieron a ver, mantenía relación con su hermana por
correspondencia.
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¿Sabes cómo fue la vida de tu papá?
Los niños de Morelia es una historia muy larga, fueron en la escuela España México que
sigue existiendo hoy en día en Michoacán, la mantienen aún, cerró en su día porque el
general Cárdenas dejó de ser presidente y dejó de llegar dinero a la escuela y por lo
tanto la cerraron, a partir de ahí mi padre y todos los niños y niñas de Morelia se
buscaron la vida.
Mi padre no hablaba mucho de esto, la muerte de Emilio Prado que fue en el 60 y pico,
lo dejó absolutamente destrozado, fue la única familia real que tuvo, pues su madre lo
sube a un barco y lo envía al otro lado del mundo.
Mi padre, como todos los niños exiliados en aquel momento, quedó vinculado al
Instituto Luis Vives, ahí terminó los estudios, el bachillerato, no pudo estudiar más
porque tenía que trabajar para mantenerse. A través de Emilio Prado quedó vinculado al
trabajo de imprenta, alguna vez fue segundo Premio Mundial de Impresión, estuvo
vinculado con publicaciones que realizaron Emilio Prado y otros poetas en el exilio, a la
imprenta Madero y todo aquello.
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Conoció a mi madre a través del Luis Vives, ahí se conocen, se enamoran y se casan, mi
hermana y yo nacemos en México.
Mi abuelo materno era diputado por la República, por Asturias, la familia por parte de
mi abuela materna era valenciana e igual que la familia de mi padre, fueron emigrantes
económicos a Barcelona, vienen a trabajar en las fábricas. Mi madre nace en Madrid,
pero su familia es de Valencia.
Salieron todos juntos, mi abuelo al ser diputado sale de Madrid con su familia cuando
las tropas ya empiezan a cercar, se van a Barcelona, están con el gobierno del exilio y
cruzaron los Pirineos a pie y van a dar a Toulouse.
Ahí estuvieron viviendo junto con otra comunidad de republicanos, nunca llegaron a
estar en campos de concentración. Mi abuelo materno muere en Toulouse, víctima como
Machado de la pena y de la tuberculosis que le había generado el estar en la cárcel, de
tantas veces que entró y salió ya desde antes de la República, y pues eso, con su salud,
sólo le faltaba el exilio para terminar.
Sí en el último barco que sale con refugiados, en el Nyassa. En Francia mi madre fue a
la escuela pública, así que habla francés como lengua casi materna.
Sí más o menos, al barco llegó sin zapatos, no tenían dónde caerse muertas, mi madre
recuerda que el capitán del barco cuando ya salieron a alta mar, tenía toda una mesa
larga llena de pan y mantequilla y que eso fue el no va más porque habían pasado más
hambre que un perro.
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Entonces tu mamá llega con tu abuela y en ese momento, ¿qué pasa con ellas?
Bueno van a dar como la inmensa mayoría de refugiados a la calle López, el gobierno
de México les presta asistencia, les da papeles de inmediato, la famosa carta verde y a
partir de allí fueron más o menos mantenidos por el estado mexicano durante un período
de tiempo que no recuerdo si fue de
2, 3 o 4 meses. Después se tienen que
buscar la vida como todos. Mi madre
tuvo que empezar a trabajar, tendría
unos 12, 13 años.
De que se contaba en casa evidentemente, pero hay cosas que no sé por qué no se
contaban y si preguntabas no había respuesta, fundamentalmente de mi padre porque
fue excesivamente doloroso. Tú imagínate, tu madre te sube en un barco que te manda
al otro lado del mundo más o menos, a tierras ignotas porque México en aquel entonces
imagínate, mi padre llegó a México en el 37. Si hoy en día hay gente que me pregunta si
en México vamos a caballo y si todos usamos sombrero de Pancho Villa; primero, me
sorprende la ignorancia, pero segundo, yo pienso que cuando mi padre llegó a México
casi, casi.
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¿Y él cómo vivió todas estas cosas del exilio?
Pues a partir de ahí imagínate lo que fue la historia de los niños en Morelia. Llegan a
una escuela militarizada prácticamente, claro porque 500 niños tampoco los puedes
tener en plan ir por libre, era pues muy normatizada, es lógico.
Cuenta que una vez llegó el general Cárdenas a preguntar cómo estaban porque el
proyecto de la escuela España México era de Lázaro Cárdenas, no del Estado sino
propio de él, y llegó a ver cómo estaban los niños y les preguntó “¿qué comen?” y ellos
dijeron “pues mire general comemos frijoles y carne por la mañana, frijoles y carne al
medio día, frijoles y carne por la noche”, y él dijo “pues es mucha carne” y ellos
contestaron que “no, son los gusanos de los frijoles”, o sea que imagínate cómo
debieron de vivir esa realidad. El dinero que
presidencia daba la escuela era robado, no
llegaba a la escuela, se quedaba en los
sucesivos mandos, por lo cual pues ¡imagínate
tú!.
¿Él pensaba que volvería a ver a su madre que volvería a España? ¿Tú sabes qué
pensaba?
Pues en mi casa en un momento dado, volvimos como turistas porque todavía vivía
Franco, porque mi madre dijo: "está visto que este cabrón no se muere, me voy morir yo
antes que él y yo quiero regresar por lo menos una vez a ver mi tierra”, así que
regresamos como turistas. Evidentemente en aquel entonces no había embajadas, el
gobierno en el exilio era con quien tenía tratos el gobierno mexicano y había una
especie de representación comercial que funcionaba como diplomática.
Sin embargo, para decirte esto de cómo pasaron el exilio, del síndrome de guerra, pues
fíjate que mi madre después de 40 años en México, seguía teniendo en la despensa una
caja de cartón botes de garbanzos, de frijoles, no sé cuantos kilos de azúcar, chocolate y
una botella de aceite por si pasaba algo. Y tú le decías “mamá por favor estamos en
México, estamos muy bien, hay dinero suficiente, ¿para que sigues guardando eso?”,
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pero era una tranquilidad psicológica, porque evidentemente no lo necesitábamos, pero
ella los tenía que guardar por si acaso.
Lo que nos enseñaron en casa fue en términos, que desde luego ya no se estilan, como
honradez, nobleza, lealtad, solidaridad, el deseo de un mundo en el que todos fuéramos
iguales, la democracia, lo que es un estado democrático, en fin todo ese tipo de
conceptos tan poco en boga.
Puede decirse que desde luego el provenir de una familia de refugiados influye, influye
en tu educación, influye en lo que escuchas en casa, en lo que aprendes, en tu formación
y en lo que serás.
El Madrid al menos cuando yo iba, era la mejor escuela de México en su día y gratis.
Había mexicanos e hijos de refugiados, porque la cuestión era que el niño o la niña
hiciera su escuela, yo recibí una educación en la cual lo importante era el trato entre las
personas.
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padres nunca tuvieron ningún problema porque sus amigos fueran mexicanos o
mexicanas, eran recibidos en casa exactamente igual que cualquier otro, eran iguales.
De hecho mi hermana se casa con un mexicano, otra cosa es que las diferencias
culturales pesaran en ese matrimonio.
Nunca, por ejemplo no fuimos al Orfeó Català porque siempre ha sido un sitio exclusivo
y de exclusión, si no eras catalán y no hablabas catalán no tenías cabida, en cambio
muchas veces fuimos a la casa de Aragón o a la de Asturias o a la de Valencia.
Nosotros jamás recibimos la educación de decir tenéis que estar sólo entre españoles o
sólo entre gente de tu clase. Lo que sí es cierto es que pues ¿con quién sales en la
adolescencia? pues con tus compañeros de clase, que eran todos hijos de refugiados.
¿Los profesores? todos refugiados o hijos de refugiados.
¿Tú te sentías extraña entre los mexicanos en el sentido de cómo se hablaba, lo que
se comía? ¿Ellos cómo te veían?
Sí, nosotros recibimos una educación, una cultura, parámetros filosóficos, políticos,
morales de la República, pero de una República más imaginada que real, porque claro si
mi madre sale con nueve años o por ahí, ¿qué vivió de la República? Si sale en el 39, no
le dio tiempo ni a respirar. ¿Qué tenían ellos? Unos ideales pero muy ideales, no tenían
conciencia, mi madre jamás hablaba por ejemplo de todas las bullas y broncas ni
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historias que había entre los propios partidos republicanos, de eso no se hablaba porque
era como un acto de traición a la República, a la idea de democracia. Era una República
basada en la democracia, no en yo voy y hago lo que me da la gana, porque eso no es la
República.
Y también en México lo que aprendimos fue que todos somos mexicanos, porque mi
parte mexicana a mí no me la quita ni Dios, podré ya no tener la documentación, pero
sigo siendo mexicana en ciertos aspectos, no sólo del lenguaje, sino en modos de ver la
vida.
Sin embargo a ojos de los mexicanos éramos todos gachupínes, ése es el problema de la
identidad mexicana, que todos dicen que tuvieron un abuelito español, pero por el otro
lado los españoles le quemaron los pies a Cuauhtémoc, ésta es la paradoja de la
identidad mexicana.
Letras Clásicas, o sea latín y griego. Luego fui al Instituto Nacional de Bellas Artes e
hice arte dramático que allí es carrera universitaria.
A todos los habidos y por haber pero de manera extraoficial, nunca pertenecí a ningún
partido político.
Pertenezco a un sindicato
porque al llegar a España
con el problema de los
papeles, -que dicho sea de
paso hay españoles de
primera y de segunda-, el
problema de los papeles
me los resuelve comisiones
obreras. ¡No veas tú la que
tuvimos que organizar! Y
yo sigo perteneciendo a
comisiones obreras pero
porque es un sindicato que
a mí me ha funcionado.
El General Cárdenas con algunos niños
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Por supuesto a mi casa llegó una carta de la Secretaría de Relaciones Exteriores
diciendo “le recordamos el artículo 33 constitucional en el que dice que usted (por ser
extranjero) no puede intervenir en política nacional”, pero seguimos interviniendo.
¿En qué momento decides venir a Europa y en qué momento decides que Cataluña
es tu lugar para vivir?
Por mi manera de ser, en la que evidentemente influye la educación recibida, los padres,
etc., yo soy más de aquí que de allá. Vinimos de turistas, volvimos a venir al cabo de los
2, 3 años en el 74 y yo dije “a mí esto me gusta, esto va conmigo”.
Así que para resolver el problema de venir aquí, la embajada española en México, no
sólo no me ayudó en nada sino que encima me liaron todo lo que pudieron, también hay
que decirlo. Entonces cuando yo llego aquí me veo como extranjera perniciosa y la
única manera que tenía para resolverlo era ser estudiante y tener una inscripción en una
escuela oficial.
A partir de ahí me quedé aquí pero no porque yo escogiera este destino, tampoco tengo
nada en contra de él, para mí tanto vale Cataluña como cualquier otro lugar, no tengo
prejuicios al respecto.
Sin embargo, no puedo sentirme catalana ni me sentiré catalana nunca cuando lo que me
rodea, a nivel estatal, a nivel oficial, no de la gente, no de toda la gente, es un deja de
ser tú misma, abandona tus costumbres, tu idioma, abandona quien eres para poder ser
de aquí, entonces lo siento mucho pero no.
Ellos son los primeros que dicen que la desaparición de una cultura es un hecho
lamentable, sea cual sea, me parece igualmente triste que desaparezca el tarasco como el
catalán, al fin es lo mismo. Las culturas, aunque sean minoritarias, no tienen por qué
desaparecer, ni sus respectivos idiomas, ni tradiciones, ni nada, es una riqueza para
todos.
Lo mismo me da que sea el señor Franco que dice que aquí no se puede hablar en
catalán, lo cual me parece una burrada, a que me digan que aquí no se puede hablar en
español, me da exactamente lo mismo porque el hecho es el mismo, es lo mismo de un
lado que del otro, por lo tanto ése fue mi recibimiento, no te cuento más.
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¿Te has dedicado en algún momento del tiempo que llevas aquí a ir a los lugares
donde nacieron tus abuelos, a hacer un poco de recorrido para encontrar tus
raíces?
Sí, pero sin exageraciones, sé que mi madre vivió en Rosales y por supuesto he paseado
por esa calle, no sé en qué casa vivía, porque ella cuando vino no lo recordaba bien,
claro era muy niña.
Cuando estuvimos en Barcelona sí que se acordaba del hotel en el que estuvieron, que
sigue estando en Gran Vía, hemos estado en Elche, hemos estado en Valencia que es la
tierra de mi abuela materna, he estado por supuesto en Asturias. Mi padre nos comentó
en alguna ocasión que se acordaba de la carrera de coches de Montjüic, etc., pero tanto
como buscar los orígenes, las raíces, no.
¡Uf! Nunca ha sido fácil, Cataluña no es un lugar fácil en absoluto para nada, ni para
hacer amistades, ni para relacionarte, ni para encontrar trabajo, por lo menos esa es mi
experiencia, yo me he encontrado con que me llamen ‘extranjera’ en tono despectivo,
‘sudaca’, en fin de todo lo que hay por haber.
No, cuando me preguntan, “¿tú de dónde eres?”, yo digo que tengo la nacionalidad
española, eso hay que decirlo por delante para que luego lo de ‘sudaca’ sea de menos
peso, pero bueno ‘soy de nacionalidad española, nací en México y soy hija de
refugiados’, "¡ah!" eso es la respuesta.
Conozco a catalanes que son personas excelentes, desde que llegué yo decidí que no me
vinculaba en ambientes cerrados como puede ser buscar el núcleo de mexicanos o estar
vinculada a la embajada, porque yo venía a vivir aquí y por lo tanto tenía que hacer la
vida de aquí.
¿No lo hablas?
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Y estoy hasta el mismísimo gorro de este rollo patatero de independentismo, del
catalanismo e insisto en que la cultura no se pierda nunca, todos tenemos derecho, pero
todos. Estoy hasta el gorro de que se te cierren las puertas porque no tienes el nivel ‘x’
de catalán, hasta el mismísimo gorro de toda una serie de cosas derivadas, los ‘ismos’
son malos per se y mi intención es emigrar.
Antes me preguntabas que ¿a qué vine? y yo te dije un poco en guasa, pero también en
serio, a devolverles el favor de la conquista, porque este país es viejo en ciertos
aspectos, es carca y todavía en muchos aspectos facha, todavía mandan y yo creo que la
ley de la memoria histórica se queda corta por puritito miedo.
Vale, tenemos una constitución con sus más y sus menos, el momento histórico no daba
para más, tenemos una monarquía que con todos mis respetos a esa familia -no tengo
nada personal- pero es que a mí me da risa tener rey. Mi sobrino que también es español
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pero absolutamente mexicano y cuando le digo que tiene rey se parte de la risa. Claro,
como mexicanos y en eso seguiremos siendo mexicanos siempre, lo de la monarquía
nos parte de risa.
Tal vez supongo que los hijos de refugiados que tan de cerca hemos vivido la política,
pues tal vez somos los más desencantados, porque bueno me parece imperdonable,
sobre todo que en este país no recuerden ¿cómo han tenido que vivir?, ¿gracias a qué y a
quiénes?, que se les olvide.
Mi madre decía que lo mejor que se le podía dar a Franco era el olvido, pues yo no
opino como ella, ha de recordarse, ha de recordarse las brutalidades del franquismo, han
de recordarse las brutalidades de una Guerra Civil, como ha de recordarse la Segunda
Guerra Mundial y los campos de concentración, han de recordarse porque es frágil la
memoria y es fácil volver a caer en ello.
No obstante es evidente que la vida aquí es mejor, pero no por lo económico, porque
también evidentemente lo económico cuenta, pero lo que es mejor es que es una vida
más libre, México está todavía lleno de moralismos, por mucho que ha avanzado,
porque evidentemente cada vez que voy es diferente, diferente a mejor, pero sigue
siendo un país atrasado culturalmente.
Cuando llegué y oí esto de que aquí en Cataluña son 6 millones y pensé bueno pues
como Mixcoac y el barrio que sigue, ¿dónde está el mérito? Es una cosa que me llama la
atención de la realidad española, que todos amamos lo que antes se llamaba la patria
chica.
Y en este país, que es una mierdecita de país, con 41 millones de habitantes y tanta
división y subdivisión y división de las divisiones y división de la división de las
divisiones, que dices ¡pero bueno, por favor!. Eso no va conmigo, yo ahí sí que no
participó, no puedo entrar en esa forma de pensamiento de yo y mi casa, mi casita
dentro de mi lugarcito, eso al lado del mundo ¿qué es?